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Dios puede resucitar tus sueños: La historia de Ana

Texto Bíblico: 1 Samuel 1-28


Introducción
Los sueños… ¡qué emocionante es hablar de nuestros más profundos
anhelos! Por lo general, todo el mundo sueña con algo: tener una
profesión, comprar una casa para su familia, llegar a ser un gran
deportista, trabajar en una empresa prestigiosa, en fin.

Hay quienes ya han alcanzado sus sueños y dicen sentirse realizados.


A ellos Dios les concedió la oportunidad de llegar adonde querían;
pero por otro lado hay otras personas cuyos sueños parecen haber
muerto. ¿Qué posibilidades tienen ahora?
Humanamente muy pocas o nulas, ya que el ser humano está lleno de
limitaciones. ¡Pero Dios puede resucitar tus sueños! vamos a ver una
historia en la que una mujer pasó de ver cómo Dios no solo resucitaba
sus sueños, sino que le dio más de lo que ella esperaba.

I. El sueño de Ana: tener un hijo


Para las mujeres de los tiempos bíblicos, el tener hijos era la
consumación de su realización personal. La fertilidad era la bendición
más grande que ellas podrían tener. En el caso contrario, el ser
infértiles era considerado como una maldición que causaba una
profunda decepción personal, un vacío tremendo y una sensación de
inutilidad y frustración.

A. La realidad de Ana: esterilidad (1 Samuel 1:5)


El panorama para Ana era el peor: no podía tener hijos. Su esterilidad
casi la había condenado a vivir sin realizarse como mujer.

B. Sus posibilidades humanas: ninguna


Si hoy en día con todos los avances tecnológicos y científicos, hacer
que alguien estéril pueda ser fértil es una labor complicadísima (por no
decir imposible) ¡imagínese en esa época!

C. Su entorno: burla y resignación (1 Samuel 1: 6-8).


Dicen estos versículos que Penina se burlaba de Ana por no poder
tener hijos, la irritaba y la ridiculizaba por ser estéril. Esto entristecía
mucho a Ana y agravaba la sensación de frustración dentro de ella.
Por su parte Elcana, su esposo, lo único que se le ocurrió para
consolarla fue prácticamente pedirle que se resignara y que no se
afligiera más.
II. La esperanza de Ana: Dios
Ana creía en Dios. Su escenario era el peor posible en términos
humanos, pero tenía tanta fe que no dejó que se sepultaran sus
anhelos y fue a buscar a Dios con todo su corazón.

A. Fue a buscar la presencia de Dios (1 Samuel 1: 9-10).


Ana se levantó y fue al templo a orar. Esto nos habla de que Ana sacó
fuerzas de donde no tenía para ir a buscar la ayuda de Dios. Allí,
derramó su corazón delante de él y lloró y lloró hasta que quizás sus
ojos se secaron. Es delante de Dios que debemos dejar todo nuestro
ser, no frente a otros humanos ni ante la tumba donde yacen los
restos de nuestros sueños.

B. Puso su confianza en él (1 Samuel 1: 15).


El hecho de desahogar el corazón delante de Dios como lo hizo Ana
es lo que tú y yo debemos hacer. No pongamos nuestras peticiones,
nuestros sueños y anhelos en manos de quienes poco o nada pueden
hacer.

C. Hizo una promesa a Dios (1 Samuel 1:11).


Es interesante que Ana hiciera una promesa a Dios si él le respondía
su oración. Ese sueño cumplido de Ana iba a ser para glorificar a Dios.
¿Vas a glorificar a Dios con tus sueños también?

III. La respuesta de Dios: cumple su sueño


A. Dios se acordó de Ana (1 Samuel 1:19).
Dice el pasaje que Dios se acordó de Ana. Esa oración de ella
definitivamente subió hasta el cielo y no fue ajena al oído de Dios.
Esta es una muestra de que Dios no echa en saco roto nuestras
plegarias.

B. Dios hizo realidad su sueño (1 Samuel 1:20).


Cabe notar que del versículo 19 al 20 debe haber mínimo 9 meses
puesto que se registra la concepción y posterior nacimiento del hijo de
Ana. Este detalle nos habla de la espera, de la paciencia. La
concepción fue un paso gigantesco, pero el nacimiento era la
consumación de ese sueño.
¡Dios cumplió el sueño de Ana!
IV. La promesa de Ana: cumplió
A. Dedicó su hijo al servicio de Dios (1 Samuel 1: 28).
Este primer capítulo tiene un final muy feliz. Ana no se olvidó de lo que
prometió a Dios y le dedicó su hijo. Cuando Dios responda tu oración y
te conceda hacer tus sueños realidad, glorifícalo con eso que él te da,
no te apartes de él, acércate más a Dios y sírvelo con ese regalo que
recibiste.

B. Fue agradecida (1 Samuel 2:1-10).


Estos diez versículos son conocidos como el cántico de Ana y
registran una alabanza a Dios y un reconocimiento de su poder.
Cuando Dios responda a nuestras oraciones, ¡alabémoslo!

C. Dios fue más allá de sus expectativas (1 Samuel 2:21).


Dios piensa muy distinto. Quizá Ana creía que podía estar tranquila
porque su sueño ya se había cumplido y no más. Quizá pensó que
Dios ya le había respondido y debía conformarse con eso. Pero no,
Dios es un Dios extremadamente generoso y además de su primer hijo
Samuel ¡tuvo cinco más!

Dios premió su confianza en él, su promesa, el cumplimiento de esa


promesa y sobrepasó sus expectativas.

Conclusión
Los mensajes cristianos están llenos de esperanza y nos muestran
que ¡Dios sí puede resucitar nuestros sueños! La historia de Ana es
inspiradora y llena de situaciones con las que nos podemos identificar.
Pon tus sueños en manos de Dios, esos que crees que ya están rotos,
muertos y sin posibilidades, y él hará lo imposible.

Pero no olvides que todo debe ser para glorificarlo, no te apartes de él


ni seas desagradecido cuando recibas tu respuesta. Sirve a Dios con
los dones que él te da y cree, que si crees verás la gloria de Dios
(Juan 11: 40).

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