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BERT DAELEMANS, SJ

La fuerza de lo
o dé
déb
débil
m
.co
Paradoja y teología
teologí
olog
la
yo
lo
gc

Sal Terrae
© Editorial Sal Terrae, 2022
Grupo de Comunicación Loyola
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? Manuel Sánchez Monge
onge
Obispo de Santander
ntander
der
11-2-2022
20222

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eño de cubier
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drado Basas

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Fotoco
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*Ui¿FDV/RSH6/±6DODPDQFDZZZJUD¿FDVORSHFRP
A mis compañeros de la Facultad de Teología de la
8QLYHUVLGDG3RQWL¿FLD&RPLOODVDXWpQWLFRVPDHVWURVTXH
PHGLHURQHOJXVWRSRUODWHRORJtDDSHVDUGHVXDULGH]FX\D
FHUFDQtDIUDWHUQDOKDFHOHYHODQHFHVDULDVROHGDGGHVXOXFKD
\FX\DLQFHVDQWHHQYLGLDEOHSDVLyQORJUDUiTXHQRSLHUGD
nunca el rumbo cierto de la paradoja.

m
.co
la
yo
lo
gc
La fuerza de Cristo te ha creado;
la fragilidad de Cristo te ha re-creado.

La fuerza de Cristo llamó a la existencia a lo que no existía;


la fragilidad de Cristo impidió que se perdiera lo que existía.

Con su fuerza nos creó,


con su fragilidad vino a socorrernos.

San Agustín

Ambas cosas las mantenido lado a lado como dos colores


ass ha manten
manteni
intensos […].
…]. Siempre oodió esa evolución del negro hacia
el blanco,, que resuelve en un gris sucio. […] Como regla
ue se re
resue
general, ell cristia
cristianismo ha procurado mantener dos colores
cristiani
coexistentes, per
pero siempre puros. No se trata de una mezcla
de tintes como en el bermejizo o la púrpura.

Gilbert K. Chesterton
ÍNDICE

Siglas y abreviaturas ........................................................... 11

Introducción ...................................................................... 17
Las paradojas del cristianismo ...................................... 18
Paradoja y teología ........................................................ 20
Cuatro paradojas teológicas ..........................................
........ 38
La teología cristiana ......................................................
.................
.......... 48

PRIMERA PARADOJA
DOJA.
m
.co
LA COMUNIÓN, PLURAL
LURAL
L UNIDAD
UNID

CAPÍTULO 1. &RQWHPSODU. Llamados


mados a la ccom comunión:
la

...................
..........
el hombre en relación .................................................... 59
yo

CAPÍTULO 2. Discernir. Dios


os como comunión
co ..................... 69
CAPÍTULO 3. &HOHEUDU.
UDU. La Igles
Iglesia una como koinonía ......... 81
lo

SEG
EGUNDA PARADOJA.
gc

LA CREA CIÓN, INMANENCIA TRANSCENDENTE


REACIÓN
REAC

CAPÍTULO 4. &RQWHPSODU.
QWHP Llamados a la santidad:
el hombre en su hábitat ................................................. 129
CAPÍTULO 5. Discernir. El Dios creativo .............................. 147
CAPÍTULO 6. &HOHEUDU. La Iglesia sancta como leitourgía ... 165

TERCERA PARADOJA.
Índice

LA ENCARNACIÓN, CONCRETO UNIVERSAL


CAPÍTULO 7. &RQWHPSODU. Llamados a la libertad:
el hombre en su historia ................................................ 211
CAPÍTULO 8. Discernir. El Dios encarnado .......................... 229 9
CAPÍTULO 9. &HOHEUDU. La Iglesia catholica
como martyría ............................................................... 253

CUARTA PARADOJA.
LA RESURRECCIÓN, ENTREGA VIVIFICADORA
CAPÍTULO 10. &RQWHPSODU. Llamados a la vida:
el hombre en su fragilidad ............................................. 299
CAPÍTULO 11. Discernir. El Dios entregado ......................... 321
CAPÍTULO 12. &HOHEUDU. La Iglesia apostolica
como diakonía ............................................................... 365

Conclusión a modo de obertura .......................................


........ 409

m
ËQGLFHRQRPiVWLFR ...............................................................
...................
..... 417
.co
Índice general .....................................................................
...................
....... 425
la
yo
lo
gc
La fuerza de lo débil

10
Siglas y abreviaturas

AA CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el apostolado


de los laicos Apostolicam actuositatem (18 de no-
viembre de 1965).
Adv. Prax. TERTULIANO, Adversus Praxeam: PL 2, 153-196.
AG CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre la actividad
misionera de la Iglesia Ad gentes (7 de diciembre
d de
1965).
AH SAN IRENEO DE LYON, Adversus m
sus Haereses
Haerese (SChr
( 264).
.co
AL FRANCISCO, Exhortación n apostólica
postólica ppostsinodal so-
bre el amor y la familia
lia Amoris
oris lae
laetitia (19 de marzo
de 2016).
la

CA SAN JUAN PABLO encíclica &HQWHVLPXVDQ-


LO II, Carta e
yo

nus (1 de mayoo de 1991).


1991)
19
CD CONCILIO O VA ICAN II,
ATICANO
TICANO I Decreto sobre el ministerio
pastoral
oral obispos &KULVWXV'RPLQXV(28 de oc-
ral de los obi
lo

tubre
ubree de 1965).
196
gc

CEC &DWHFLVP GH OD ,JOHVLD &DWyOLFD, Asociación de


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Barcelona 1989.
Siglas y abreviaturas

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1969-2014, ed. E. Vadillo Romero, BAC, Madrid
2017.
CV FRANCISCO, Exhortación apostólica postsinodal
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Domin et vivi-
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Diccion
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Sígu
Sígueme, Salamanca 1980.
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DV CONCILIO O VA ICAN II,


ATICANO
TICANO II Constitución dogmática sobre
la divina
vina revelación Dei Verbum (18 de noviembre
ina revelació
revelaci
lo

dee 1965).
965).
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EE SAN JUAN PABLO II, Carta encíclica Ecclesia de Eu-


charistia
haristi (17 de abril de 2003).
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EG FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii gau-
dium (24 de noviembre de 2013).
La fuerza de lo débil

Ej SAN IGNACIO DE LOYOLA, (MHUFLFLRVHVSLULWXDOHVSal


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nuntiandi (8 de diciembre de 1975).
ET K. RAHNER, Escritos de Teología, 7 vols., Taurus,
Madrid 1961-1969.
EV SAN JUAN PABLO II, Carta encíclica Evangelium vitae
12 (25 de marzo de 1995).
FT FRANCISCO, Carta encíclica sobre la fraternidad y la
amistad social Fratelli tutti (3 de octubre de 2020).
GE FRANCISCO, Exhortación apostólica Gaudete et ex-
sultate (19 de marzo de 2018).
GS CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes (7 de
diciembre de 1965).
IGMR Instrucción General del Misal Romano, editio typi-
ca tertia (2002) emendata (2008).
LF FRANCISCO, Carta encíclica sobre la fe /XPHQ ¿GHL
(29 de junio de 2013).
LG CONCILIO VATICANO II, Constitución n do
dogmática sobre
la Iglesia Lumen gentium (21 de noviembr
viembr de 1964).
noviembre
LS
m
FRANCISCO, Carta encíclica sobree el cu
casa común Laudato si´ (24 de mayo de
cuid
cuidado de la
d 2015).
.co
MD PIO XII, Carta encíclicaca sobre
bre la sag
sagrada liturgia Me-
diator Dei (20 de noviembre de d 1947).
la

MiM FRANCISCO, Carta ta apostólic


apostólica M
Misericordia et misera
(20 de noviembre
embre 2016).
bre de 20
2016
yo

MM SAN JUAN XXIII,XIII, Carta


Ca encíclica Mater et magistra
(15 dee mayo de 1961).
19
196
lo

MV ISCO, Bula
FRANCISCO
ANCISCO Bu de convocación del Jubileo Ex-
ordinario dde la Misericordia Misericordiae vultus
traordinario
gc

(11 aabril de 2015).


11 de abri
MyLib I. ELLA
LLACURIA y J. SOBRINO (eds.), Mysterium libera-
tionis, Trotta, Madrid 1990.
MySal AA. VV., Mysterium salutis, Cristiandad, Madrid
Siglas y abreviaturas

1969-1971.
NA CONCILIO VATICANO II, Declaración sobre las rela-
ciones de la Iglesia con las religiones no cristianas
Nostra aetate (28 de octubre de 1965).
NDL D. SARTORE, A. M. TRIACCA, Nuevo Diccionario de
Liturgia, Paulinas, Madrid 1987.
OA SAN PABLO VI, Carta apostólica Octogesima adve-
niens (14 de mayo de 1971). 13
PDV SAN JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsino-
dal Pastores dabo vobis (25 de marzo de 1992).
PG J. P. MIGNE, Patrologia graeca.
PL J. P. MIGNE, Patrologia latina.
PO CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el ministerio
y la vida de los presbíteros Presbyterorum ordinis
(7 de diciembre de 1965).
PP SAN PABLO VI, Carta encíclica Populorum progres-
sio (26 de marzo de 1967).
PT SAN JUAN XXIII, Carta encíclica Pacem in terris
(11 de abril de 1961).
QA PIO XI, Carta encíclica Quadragesimo esimo
mo anno (15 de
mayo de 1931).
RM SAN PABLO VI, Carta encíclicam clicaa Redemptoris
Redem
Redempt missio
.co
(7 de diciembre de 1990). 0).
SC CONCILIO VATICANO II, Constitución
Constitu
Constituci dogmática so-
iturgia 6DFURVDQFWXP
bre la sagrada liturgia 6D
6DFUR &RQFLOLXP
la

(5 de diciembre re de 1963).
6RXUFHVFKUpWLHQQHV,
UpWLHQQHV
HQQHV,, Cerf,
yo

SChr Cer Paris 1943ss.


Sent. d Pedro LOM OMBARDO
MBAR
ARDDO, 6HQWHQWLDUXP
6H OLEUL TXDWXRU: PL
192, 519-964; distinctio.
dis
dist
lo

SF entia Fidei.
Sapientia Fi
Fide
gc

SOL SOLANO, J. Textos eucarísticos primitivos, 2 vols.


(BAC
AC 888, 118), BAC, Madrid 1952, 1954.
BAC
SRS SAN JUAN PABLO II, Carta encíclica Sollicitudo rei
socialis (30 de diciembre de 1987).
La fuerza de lo débil

SS BENEDICTO XVI, Carta encíclica sobre la esperanza


cristiana Spe salvi (30 de noviembre de 2007).
ST q a ad SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae: Suma
de Teología, 5 vols., BAC Madrid 19983; TXDHVWLR,
DUWLFXOXVDGRELHFWD(respuesta a las objeciones).
Suppl. Supplementum póstumo a la Summa Theologiae de
SANTO TOMÁS DE AQUINO.
14 TS P. TILLICH, 7HRORJtD6LVWHPiWLFD, 3 vols.
UR CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el ecumenismo
Unitatis redintegratio (21 de noviembre de 1964).
VS SAN JUAN PABLO II, Carta encíclica Veritatis splen-
dor (6 de agosto de 1993).

Tanto las abreviaturas de los libros bíblicos como las citas bíbli-
cas están tomadas de la%LEOLDGH-HUXVDOpQ.

Siglas y abreviaturas

15
Introducción

«Todas estas contrariedades, que parecían ser lo que más


me alejaba del conocimiento de la religión, son las que me
han conducido más pronto a la verdadera»1.

«Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2Co 12,10); «Los


últimos serán primeros» (Mt 20,16); «Vino a enriquecernos
con su pobreza» (2Co 8,9); «No habéis visto Jesucristo, y lo
to a Jesu

ne, se le dará y sobrará; pero al que no m


amáis; no lo veis, y creéis en él» (1Pe 1,8); ,8); «A todo eel que tie-
ne, aun lo que tiene se
o tiene,
.co
le quitará» (Mt 25,29); «Bienaventurados
turados pobres… los que
dos los po
tenéis hambre… los que lloráis»» (Lc Lc 6,20-21);
6,20-21
6,20- «Todo el que se
humilla será enaltecido» (Lcc 18,14); ««Qu «Quien quiere salvar su
la

vida la perderá, pero quien n pierde vida por mí la encontrará»


ierde su vi
yo

(Mt 16,25); «Amad a vuestros stros enemigos»


en
enem (Mt 5,44); «Os con-
viene que yo me vaya» ya»» (Jn 16,7);
16 «Lo invisible de Dios se deja
ver» (Rm 1,20)… …
lo

Siempre me han atraído


atr las paradojas. Si no existieran, ya
gc

habría perdido
ido desde hace mucho tiempo. Son las que me
o la fe ddesd
mantienen dentro
entro del cauce de la fe cristiana, siempre capaces de
ntro de
descolocarme y de despertarme de mi duermevela espiritual. Son
como una marca de identidad; son la tarjeta de visita de mi Señor
y Salvador, el Fuerte que se hace débil para fortalecernos con su
debilidad.
En realidad, quien se acerca con seriedad a cualquier texto
Introducción

bíblico, patrístico, teológico o místico se encontrará pronto con


la paradoja. La paradoja resulta tan entreverada con la teología
que es capaz de dar cuenta de lo que se ha llamado la «esencia»

1. B. PASCAL, «Pensamiento 424», en Pensamientos, Espasa-Calpe,


Madrid 1940, https://bit.ly/31WZkFy [consulta 4 de abril de 2020]. 17
del cristianismo (Feuerbach, Harnack, Guardini, Forte), su «en-
traña» (González de Cardedal) o su «estilo» (Théobald).
En efecto, la paradoja nos toma de la mano para introducirnos
en la teología cristiana en lo que tiene de más preciso, precioso y
sabroso2. En este sentido, la paradoja es «mistagógica»: nos intro-
duce en el misterio inefable de Dios-con-nosotros. La paradoja no
solo es capaz de expresar con la debida reverencia el «tesoro que
llevamos en vasijas de barro» (2Co 4,7), sino que auxilia al cris-
tianismo para «dar razón de la esperanza» que alberga (1Pe 3,15).

1. Las paradojas del cristianismo

©(ODVRPEURVHDSRGHUyGHWRGRV\JORUL¿FDEDQD'LRV
¿FDEDQD'L
EDQD'
Y llenos de temor, decían: “Hoy hemos
(Lc 5,26).
m
mos visto SDUiGR[D”»
SD
SDUiG
.co
La curación del paralítico llevado ado por cuat
cuatro hombres provoca
HO DVRPEUR OD JORUL¿FDFLyQ GH 'LRV \\ OD
OD H[FODPDFLyQ GH TXH
la

«hoy hemos visto paradojas», ojas»,


», traducido
traduci por la Vulgata como
tradu
yo

mirabilia, maravillas. En efecto, llas paradojas que tienen su ori-


gen y epicentro en Jesucristo
ucristo no cesan de provocar el asombro
QGH'LRV6RQ
GH'LRV6RQ
\ODJORUL¿FDFLyQGH'LRV6RQSHTXHxRVPLODJURV\PDUDYLOODV
lo

donde el cieloo toca tierra, la eternidad irrumpe en el tiempo y


ca la tie
tierra
gc

el mundo see abre


bre a Dios.
Di
Dios
Los Evangelios
gelios y los escritos de san Pablo abundan tanto
ngelios
en las paradojass que
q ellas parecen ser un criterio de la verdad
La fuerza de lo débil

2. Véase W. K. STEWART, «Christianity as Paradox»: +LEEHUW-RXUQDO


27 (1929), 220-230; H. SCHRÖER, «Das Paradox als universale Ka-
tegorie systematische Theologie», en P. GEYER y R. HAGENBÜCHLE
(eds.), Das Paradox. Eine Herausforderung des abendländischen
Denkens, Königshausen & Neumann, Tübingen 1992, 61-70; «Para-
dox», en Theologische Realenzyklopädie, vol. 25, Walter de Gruyter,
Berlin-New York 1995, 734-736; B. STANDAERT, «Paradoxaal. Hoe
wezenlijk zijn paradoxen?»: &ROODWLRQHV36/1 (2006), 65-80; C. BRA-
BANT y B. DAELEMANS (eds.), Wijselijk onwetend. De paradox in het
18 &KULVWHOLMNJHORRI, Altiora, Averbode 2014.
evangélica y apostólica. En efecto, son criterio hermenéutico,
porque cuando se deshacen en meras contradicciones o uni-
lateralidades, uno se queda solo a mitad del camino. Así, los
herejes de todos los tiempos han sido incapaces de mantener
en equilibrio las paradojas de la fe cristiana, reduciéndolas a la
altura de su parecer.
Me gusta pensar la teología –toda ella– a partir de ellas, como
las claves de lectura que me ayudan a organizarla y así entenderla
mejor. Ellas apuntan a los «nudos esenciales» del misterio y per-
miten discernir lo esencial (es decir, lo que tiene la marca de lo pa-
radójico) de lo VXSHUÀXR (lo que no la tiene) y de lo contradictorio
(lo que ya no la tiene).
Un tiempo como el nuestro, caracterizado ppor el resurgi-
do po
miento de fundamentalismos y falacias de todo tal vez bajo
o tipo, tta
nombres y disfraces más en boga que los mos de las herejías
here
he
WDxRGHPXHVWUDGHQXHYRODWUHPHQGDGL¿FXOWDGGHPDQWHQHUOD
GDGL¿FXOWDGG
GL¿FXOWDG
de an-
.co
paradoja en sano y fructífero equilibrio.
ilibrio. ciertamente un pro-
o. Es cier
blema que va más allá de la teología católica y que se expresa
eología ca
católic
la

en todos los niveles de la vida da social y política. Por lo tanto,


pensar la paradoja siempre necesario, pero tal vez hoy más
pre será nece
necesa
yo

que nunca para no caer er en extremismos exclusivos y para poder


n extrem
extremis
navegar con seguridad absolutismos y relativismos de todo
dad entre ab
abso
lo

tipo.
Frente a oposiciones
sicione bbrutales y reducciones fáciles y fala-
gc

ces, solo la paradoja,


aradoja, como
co HTXLOLEULRGLQiPLFRHQWUHGRVSRORV
opuestos, es capaz
apaz dde abrir un espacio para pensar, respirar, dis-
frutar y dialogar. Con este libro, únicamente pretendo ofrecer
un cuadro sintético para colocar –sin encasillarlas– distintas
paradojas teológicas, entre las más hermosas. En última instan-
cia, existe solo una paradoja cristiana, a la cual todas remiten, la
Introducción

del Fuerte que se hace débil para fortalecernos con su debilidad:


la Encarnación con vistas a la Resurrección y a la Comunión. Es
el sagrado corazón que da fuerza al conjunto.
Con este ensayo, quisiera ofrecer una introducción a la teo-
logía cristiana desde la clave hermenéutica de la paradoja. De
ningún modo se trata aquí de una exposición exhaustiva, ni
de la teología ni de la paradoja. Muchas cuestiones teológicas 19
no podrán ser tratadas como se merecen por obvias razones
GHHVSDFLR6RORHVPLSUHWHQVLyQPRVWUDUHOHGL¿FLRWHROyJLFR
FRPRXQFRQMXQWRRUJiQLFRÀH[LEOH\GLQiPLFRHQHOTXHWR-
das las paradojas se encuentran en la pobreza enriquecedora,
en la fuerte fragilidad y en la sabia sencillez de Jesucristo, eje
vertebrador de toda teología cristiana.
Por lo tanto, dejo para otros estudios y estudiosos las múltiples
repercusiones de los senderos que solo señalaré por medio de la
paradoja, sin poder andarlos hasta su término. Resultará fructífero,
así lo espero, caminar de mano de la paradoja y buscarla en todo
lo que nos rodea y que nos viene al encuentro: es una maravillosa
aventura de una ¿GHVTXDHUHQVLQWHOOHFWXP, de una fe que busca
entender, una extraordinaria peripecia a la cual también
amb le invito,
al tamb
estimado lector que espero también amante de la paradparadoja.
parado
m
.co
2. Paradoja y teología

©/DSDUDGRMDKDVLGRGH¿QLGDFRPR³/DYHUGDGSXHVWDGH
¿QLGDFRPR³/
GDFRPR
la

ión”»3.
cabeza para atraer la atención”»
tención”»
yo

Primero, de la mano o de pensa


pensadores tan distinguidos y diversos
pensador
que se han dedicado
ado paradoja, como Henri de Lubac, Gilbert
do a la parad
parado
lo

K. Chesterton,n, Søren
øren Kierkegaard,
Kierk
Ki Miguel de Unamuno y Paul
gc

Tillich, trataremos
aremos
emos de elelucidar qué es una paradoja y cómo se
distingue de laa cont
contradicción, del oxímoron y de la antítesis dia-
contra
léctica, precisando
do cómo pueda servir de criterio hermenéutico
ndo
SDUDXQDUHÀH[LyQWHROyJLFD
La fuerza de lo débil

2.1. De la paradoja a la doxología

«Experimento que me es necesario entrar en la oscuridad


y admitir la coincidencia de los opuestos más allá de la
capacidad de la razón, y buscar la verdad allí donde aparece

3. G. K. CHESTERTON, «Cuando los médicos están de acuerdo», en Las


20 paradojas de Mr. Pond, Espasa-Calpe, Buenos Aires 1940, 48.
la imposibilidad. Y más allá de la razón […] allí estás tú,
Dios mío… Me has descubierto que no existe otro camino
para llegar a ti excepto aquel que parece completamente in-
DFFHVLEOHHLPSRVLEOHDWRGRVORVKRPEUHVLQFOXVRDORV¿Oy-
sofos más doctos, ya que tú me has mostrado que puedes ser
visto solamente donde comparece y nos viene al encuentro
la imposibilidad… He descubierto el lugar en el que apare-
FHVGHPRGRPDQL¿HVWRHOUHFLQWRGHODFRLQFLGHQFLDGHORV
opuestos; esto es el muro del Paraíso donde tú habitas»4.

Así expresa el cardenal alemán Nicolás Krebs o Chrypffs, me-


jor conocido como Nicolás de Cusa (1401-1464), su fascina-
ción por la paradójica coincidentia oppositorum, rum, que le indica
un PpWRGR teológico y el camino hacia Dios, os, que «no es raíz de

toda raíz». Encuentra la Luz en la oscuridad


m
la contradicción, sino que es la mismaa simplicidad
mplicida anterior a
uridad y la Sabiduría en
scuridad
.co
la docta ignorancia.
¿Qué es una paradoja? Según etimología del griego SDUi
ún la etimo
etimolo
la

(contra) y dóxa (opinión, creencia),


encia), la pparadoja, en el sentido
reencia),
popular, es algo que «va contra opinión común», por lo cual
ntra la oopin
yo

parece ser extraña, sorprendente,


rprendente, ambigua, absurda, inverosímil,
endente, am
VXSHU¿FLDOFRQIXVDOLJHUD\KDVWDHQJDxRVD(QHIHFWRHO©H[-
DOLJHUD\KDV
JHUD\K
lo

céntrico príncipee de la parado


paradoja» Gilbert K. Chesterton (1874-
1936), teólogo nglican cconvertido al catolicismo, señala este
go anglicano
gc

sentido tramposo
mposo cuando critica:
oso cua
cuand
«Nada hay que yyo desdeñe tan sinceramente como la lige-
UDVR¿VWHUtD>«@3RUTXHQRFRQR]FRQDGDWDQGHVSUHFLDEOH
como una mera paradoja, una mera defensa ingeniosa de lo
que no admite defensa. […] Nunca en mi vida he lanzado una
D¿UPDFLyQVLPSOHPHQWHSRUTXHPHSDUHFLHUDGLYHUWLGDª5.
Introducción

4. NICOLÁS DE CUSA, De la visión de Dios, IX, citado en J. ALVARADO,


«Verle es verte; la visión de Dios en Nicolás de Cusa», en Historia
GHORVPpWRGRVGHPHGLWDFLyQQRGXDO, Sanz y Torres, Madrid 2012,
505-512, 506-507.
5. G. K. CHESTERTON, Ortodoxia, trad. A. Reyes, Saturnino Calleja, Ma-
drid 1917, 13-14. Véase también H. P. VAN DUSEN, «The Use and 21
Aunque el abuso de la paradoja oculta a menudo una despre-
ciable incapacidad para la exactitud y la claridad, los dicciona-
rios recogen dos sentidos principales que indican una profunda
verdad oculta en la aparente contradicción: un hecho sorprenden-
te –sentido que llamaré ontológico por corresponder a un hecho
real–, como aquel que «el más avaro haga el regalo más caro»,
\XQD¿JXUDretórica que consiste en «unir ideas aparentemente
contradictorias e irreconciliables», como la observación de que
el avaro es pobre en sus riquezas o la frase de santa Teresa de
Jesús (1515-1582) «que muero porque no muero»6.
No es casual que los diccionarios acudan a un ejemplo místi-
coFRPRD¿UPDHOWHyORJRMHVXLWD+HQULGH/XEDF  
«tanto más terreno ocupa la paradoja, cuanto más se eleva la
to má
vida, se enriquece y se interioriza. […] La vida mí mística es su
mís
m
triunfo»7. Los místicos no se expresan porr medio de paradojas
.co
retóricas para engañar, sino porque es la mejor
mejo manera
m de res-
petar la paradoja ontológica del misterio Dios-con-nosotros:
io de D
cuanto más se eleva y se interioriza
oriza la vid más tendremos nece-
vida, m
la

sidad de paradojas para hablar que eexperimentamos. Cuan-


blar de lo qu
to más nos adentremos en un discu
discurso teológico, el lenguaje se
yo

acerque al misterio dee Dios


ios y la teología
teo
t misma se haga mística,
tanto más tendremos acudir a la paradoja: el teólogo francis-
os que acud
lo

cano Juan Dunss Escoto


scoto (1266-1308)
(126
(1 habló de paradoxa Dei, la
paradoja «que mismo Dios»8.
ue es el mism
gc

Abuse of “Paradox”»:
Para &KULVWLDQLW\ DQG &ULVLV 16 (1956), 17-18;
J. D. DOUGLAS, «G. K. Chesterton, the Eccentric Prince of Para-
dox»: &KULVWLDQLW\7RGD\(24 May 1974), en https://bit.ly/3xCtn0I
La fuerza de lo débil

[consulta, el 18 de febrero de 2020]; G. KITTEL, SDUiGR[RV, DTNT


II 255.
6. DRAE, «paradoja»; voz «paradoja», en &ODYH'LFFLRQDULRGHOHVSD-
ñol actual, SM, Madrid 2003, 1445.
7. H. DE LUBAC, Paradoxes, Seuil, Paris 1959, 71-72; mi traducción.
Sobre este tema, véase también A. M. HAAS, «Das mystische Para-
dox», en P. GEYER y R. HAGENBÜCHLE (eds.), op. cit, 273-294.
8. JUAN DUNS ESCOTO, Versus I,2 De cruce: PL 122, 1224, citado en S.
PIÉ-NINOT, La teologia fundamental: «Dar razón de la esperanza»
22 3H , Secretariado Trinitario, Salamanca 2002, 651.
Una paradoja no es una mera contradicción, aunque la inclu-
ye, y va más allá de la oposición y de la antítesis, reforzándolas
para, en un primer momento, causar sorpresa y, enseguida, dar
de pensar. Contrariamente a un oxímoronTXHVRORHVXQD¿JXUD
retórica –como «un silencio atronador»–, la paradoja, como dice
de Lubac, «está por todas partes en la realidad antes de ser pen-
sada». Es lo que considero la aportación más valiosa del cardenal
francés: si somos capaces de hablar de modo paradójico (retóri-
co), es porque la paradoja existe fuera de nosotros (ontológico).
Por esta razón, de Lubac apela a «dejar a la paradoja su pa-
UDGRMDª\SUH¿HUHQRGH¿QLUODSDUDQRDUULQFRQDUOD$¿UPDTXH
la paradoja es más realista, humilde y paciente te qque la síntesis
hegeliana porque no pretende encasillar la verdad
erdadd en un sistema:

incompleta, pero orientada hacia la plenitud»m


la paradoja es la «expresión provisional de una visivisión siempre
ud» y ««la espera de la
enitud»
.co
ada»9.
síntesis» que «solo puede ser buscada»
HUNHJDDUG 
HJDDUG 
 'HO¿OyVRIRGDQpV6¡UHQ.LHUNHJDDUG  HOJHQLDO
ensayista Miguel de Unamuno no (1864-1936)
(1864-19 recoge que «la para-
la

samiento
iento y eel pensador sin paradoja es
doja es la pasión del pensamiento
yo

ión»10/DSDUD
como el amante sin pasión» /DSDUDGRMDHVFDSD]GHWUDQV¿JXUDU
/DS
lo

9. DE LUBAC, op.p. cit., 71-72 Véase también O. DE BERRANGER, «Des


cit., 8 y 71-72.
paradoxes au Mystère ch chez J. H. Newman et H. de Lubac»: Revue
GHV 6FLHQFHV
HQFHV
FHV 3KLORVRSKLTXHV
3KLOR
3KLORVRS HW 7KpRORJLTXHV 78/1 (1994), 45-79;
gc

DRAE, «oxímoron»
«oxímoron».
oxímoro
10. S. KIERKEGAARD
ARD
AR D, «La paradoja absoluta (Un capricho metafísico)»,
en 0LJDMDV¿ORVy¿FDVRXQSRFRGH¿ORVRItD, Trotta, Madrid 2007,
51-60, 51. Un estudio clásico sobre el uso de la paradoja en Kierke-
gaard es H. SCHRÖER, Die Denkform der Paradoxalität als theologi-
sches Problem. Eine Untersuchung zu Kierkegaard und der neueren
Introducción

Theologie als Beitrag zur theologischen Logik, Vandenhoeck &


Ruprecht, Göttingen 1960. «Mi amigo Kierkegaard decía que la
paradoja es la pasión del pensamiento»: M. DE UNAMUNO, «La idea
y el palo» (15 de diciembre de 1911). También citaré de «Manuel
Machado y yo. Arabesco tópico paradójico» (5 de enero de 1914);
«Culto al porvenir» (22 de enero de 1914); «Diálogos del escritor y
del político» (21 de diciembre de 1908); «Tres estudios de Grand-
montagne» (I-1902); «Disociación de ideas» (6 de septiembre de 23
e iluminar un dicho corriente: «En cuanto un hombre de corazón
repite apasionado, con acento encendido, lo que otros recitan en
frío, lo paradojiza. La paradoja es hija de la pasión. Toda frase de
cajón convertida en grito de dolor es ya paradójica»; «Al lugar
común repensado, renovado, renacido o renaciente, es a lo que se
le suele llamar paradoja. Y así como se ha dicho que la paradoja
de hoy será el lugar común de mañana, cabe retrucar diciendo que
el lugar común de hoy será mañana paradoja». Por lo tanto, una
paradoja no va «en contra» de la corriente común (lo que sería
antidoxa), sino que «se desvía de ella para enriquecerla»: «Me
encanta la paradoja y la creo el modo más penetrante de presentar
la verdad».
Existe una íntima relación entre la metáfora, ora que asocia
táfora,
ideas, y la paradoja, que las disocia: «Los grandes andes metaforistas,
m
me
m
los que asocian imágenes que antes no see habían visto asociadas,
abían vis
.co
suelen ser grandes paradojistas, poderosos
derosos
rosos ququebrantadores de
queb
asociaciones seculares de ideas, esto ttradicionales lugares
sto es,, de trad
comunes. […] Y hace falta el divorcio de la paradoja para dejar
la

a los vocablos libres para nuevos


uevos enlaces metafóricos». La para-
vos enlac
doja refuerza la contradicción ón y, con lla misma fuerza, mantiene
cción
yo

unidos sus dos polos opuestos:


uestos: «No
«N es tanto el poder de asociar
dos ideas antes nunca como el de disociar dos que siempre
nca juntas co
com
lo

recibimos ayuntadas
tadas distingue a una inteligencia poderosa
as lo que di
y creadora».
gc

En conclusión,
clusión, paradoja «no es un recurso literario, ni un
sión, la pa
truco estilístico, una mera extravagancia. La paradoja es la ex-
o, ni uun
presión literaria dde la verdad equívoca, ambigua, desconcertante
y dividida de la existencia humana»11.
La fuerza de lo débil

Ahora bien, Chesterton asegura que la paradoja es una ver-


dad que «llama la atención», a menudo de modo lúdico entre
las muchas medias verdades y contradicciones que se mantienen
en pie: «Se ha defendido a la paradoja con el argumento de que

1914); «La intelectualidad es gaseosa» (22 de enero de 1921): Obras


completas, Escelicer, Madrid 1929.
11. J. L. LÓPEZ ARANGUREN, «Personalidad y religiosidad de Unamuno»:
24 La Torre 9/35-36 (1961), 239-249, 243.
KD\PXFKDVIDOVHGDGHVHOHJDQWHV¿UPHPHQWHSXHVWDVGHSLHWR-
davía porque no tienen cabeza sobre la cual pararse». En esto,
la paradoja bien podría ser lo que existe de más respetuoso con la
verdad, que como misterio también escapa y no se deja encasillar
HQGH¿QLFLRQHV©6LHPSUHTXHHQODWHRORJtDFULVWLDQDVHQWLPRV
alguna irregularidad, es porque también la verdad por descubrir
presenta una irregularidad semejante».
La paradoja, frente a la mera contradicción, al absurdo fa-
laz, al oxímoron retórico, a la síntesis dialéctica, al PpVRQaris-
totélico, al compromiso y a la mezcla, es el equilibrio dinámico
HQWUHGRVRSXHVWRVTXHQRVHGLVXHOYHQVLQRTXHVHLQWHQVL¿FDQ
por una unión que es «la furia de dos contrarios, obligándolos a
encontrarse, y a encontrarse furiosamente»12. Adem Además, abre un
HQGH¿QLGRV
GH¿QLGR
HVSDFLRKHUPHQpXWLFRHQWUHDFDQWLODGRVELHQGH¿QLGRVDELVPRV
TXHVLHPSUHVLPSOL¿FDQ\HQORVFXDOHVHVSUHFLVRQRFDHUSDUD
VHVSUHFLVRQR
SUHFLVR
ncillez, que
seguir el rumbo de la verdad y de la sencillez, q son paradóji-
cas en sí mismas.
ertido al ca
El ministro anglicano convertido catoli
catolicismo Robert Hugh
Benson (1871-1914) señaló que herejes,
hereje en su noble búsque-
ue los her
PSOL¿FDGR
L¿FDGR tanto
da de la sencillez, han VLPSOL¿FDGR ta
tant la paradoja que cayeron
en la contradicción y en la confusión.
confusió Solo la paradoja cristoló-
confu
UODVHQFLOOH]
UODVHQFLOOH]G
JLFDORJUDDOFDQ]DUODVHQFLOOH]GLYLQDPDQWHQLHQGR¿UPHPHQWH
que Jesús es tanto
nto
o hombre co como Dios e invitando a aquel que
bre –al crist
lleva su nombre cristian
cristiano– sencilla y humildemente a «incli-
narse ante estaa parado
paradoja de las paradojas que llamamos Encarna-
DUHOP
DUHOPL
FLyQ\DDFHSWDUHOPLVWHULRGHTXHODVQDWXUDOH]DVLQ¿QLWD\¿QLWD
se unieron en una Persona»13.
 (VWDDFHSWDFLyQ\HVWDLQFOLQDFLyQQRVLJQL¿FDQODcapitulación
de la razón, que desde el principio ha acompañado y alimentado
la fe que busca entender, la ¿GHV TXDHUHQV LQWHOOHFWXP. Todo lo
Introducción

contrario: son una aceptación y una inclinación razonadas y razo-


QDEOHVGHVSXpVGHKDEHUDWUDYHVDGRHOGHELGRFDPLQRUHÀH[LYRHQ
el amplio campo hermenéutico abierto por la paradoja y después

12. CHESTERTON, art. cit., 48 y op. cit., 162 y 186.


13. R. H. BENSON, 3DUDGR[HVRI&DWKROLFLVP, Longmans, Green & Co,
London-New York-Bombay-Calcutta 1913, 8, 10-11. 25
de haber llegado a la sencillez LQIRUPDGD ±QR OD VLPSOL¿FDFLyQ
reductora de los herejes que quita y destruye, sino la sabia senci-
llez que se sabe sabrosa y llena de presencia y de misterio–.
Muy acertado, el teólogo barcelonés Salvador Pié-Ninot
(1941) sugirió hablar de la paradoja como de un sacramentum
intellectus en lugar de un VDFUL¿FLRLQWHOOHFWXV, porque se trata de
una mediación en clave de signo y de símbolo haciendo presen-
te el misterio inefable de Dios-con-nosotros14. En efecto, como
FRQ OD FXUDFLyQ GHO SDUDOtWLFR /F   OD UHÀH[LyQ WHROyJLFD
siempre ha de desembocar en la exclamación doxológica, intro-
duciéndonos así en el misterio y alimentándose sin cesar en la
celebración litúrgica donde nació y llegó a madurez.

2.2. La paradoja, criterio teológico


m
.co
«Todas las paradojas e insensateceses no son más
m que jugue-
dad»15.
tes divinos […], dignos de todaa seriedad»
la

La paradoja es «digna de toda da seriedad


seriedad» pporque es un juguete di-
vino, no porque Dios se estuviera
uviera bu
burl
burlando de nosotros desde su
yo

X¿FLHQFLDVLQR
LHQFLDV
ELHQDYHQWXUDGDDXWRVX¿FLHQFLDVLQRSRUTXHWDPELpQHQODWHROR-
GHMXJDUGLYLQD
HMXJDUGLYLQ
JtDVHULDVHWUDWDGHMXJDUGLYLQDPHQWH(QGH¿QLWLYDVHWUDWDGH
lo

descubrir cómo loss juegos ded palabra


p no son «meros» juegos retó-
ricos, sino la mejor
ejor manera
mane para re-presentar –en el mejor sentido
gc

de «hacer presente»–
esente»– el mysterium tremendum ac fascinosum
ontológico quee nos aatrae, aunque se nos escapa furtivamente.
La paradoja es la sorprendente compatibilidad de dos rea-
lidades razonablemente incompatibles. No es un simple «jus-
La fuerza de lo débil

to medio» entre dos polos opuestos, sino su HTXLOLEULR GLQi-


mico –similar al término usado en la química: inestable, lábil,
ÀXFWXDQWH±TXHVHFDUDFWHUL]DSRUXQ©DSHVDUGHª©DODYH]ª

14. PIÉ-NINOT, op. cit.(VWiLQFOXLGRHQXQDSDUWDGR¿QDOLQWLWXODGR


«Hacia el discernimiento del testimonio eclesial: de la paradoja al
misterio», 646-654.
15. FILÓN DE ALEJANDRÍA, Vita Moysis I, 38, 212, citado en H. RAHNER, El
26 KRPEUHO~GLFR, EDICEP, Valencia 2002, 64.
CAPÍTULO 1

&RQWHPSODU
Llamados a la comunión:
el hombre en relación

«Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados


os a la comu-
nión» (1Co 1,9).

Todos estamos «llamados a la comunión», m ón»,


», no sol
solo entre noso-

Capítulo 1. Contemplar. Llamados a la comunión: el hombre en relación


.co
tros, sino también con Dios. En este ste sentido
sentido, un
una de las más
hermosas declaraciones de amor de todos dos llos tiempos viene de
alguien que había sido uno de los más fer feroc
feroces perseguidores del
la

cristianismo: san Pablo, antes


ntes Saulo dde Tarso (c.5-c.67), ya en
YLYLHQWH(QVX
HQWH(Q
VtPLVPRXQDSDUDGRMDYLYLHQWH(QVXFRQ¿GHQFLDDORVJiODWDV
yo

este perseguidor vuelto to misionero eexpresa bien la paradoja de la


koinonía, la realidadad más prof
profun
profunda a la cual estamos todos lla-
lo

mados, busquémosla sla o no: «Ya


mosla «Y no vivo yo, es Cristo quien vive
en mí» (Ga 2,20).0). Siguen
Sigue siendo dos personas –y ahora, gracias
gc

a la comunión,n, más qque nunca sí mismas– en una plural unidad


ión,
anto
nto la uniformidad como el individualismo.
que excluye tanto
Ahora bien, lla antropología propiamente teológica se ca-
racteriza por una paradoja epistemológica: busca en Dios la
respuesta al enigma que es el hombre, porque sabe que «solo
en el Misterio del Verbo encarnado se esclarece el misterio del
hombre» (GS 22). Pero antes de entrar en el capítulo propia-
mente cristológico y trinitario, dediquémonos primero a «con-
templar» al hombre en su capacidad y vocación de comunión,
desde su anhelo de una auténtica plural unidad. El hombre res-
ponde a su sed con fe y amor.

59
1. El hombre, plural unidad

«El hombre es un ser esencialmente plural, que no está lla-


mado en último término a regir por sí mismo la unidad de esa
pluralidad integrándola en una síntesis que puede aceptar sin
temor y con paciencia el pluralismo anárquico de su existen-
cia, ya que Dios por su gracia llega incluso allá donde no se
ha erigido propiamente ningún altar a Dios. […] Solo Dios es
y será la única verdadera unidad del pluralismo»1.

A menudo el hombre en sí mismo parece ser un ser plural, frag-


mentado y frecuentemente disperso entre sus muchos deseos y
posibilidades. Para la antropología teológica, su u últ
última unidad le
viene desde fuera: del prójimo y de Dios. Paraara llegar a sí mismo,

m
paradójicamente ha de hacerse débil: despojarse
pojarse
sistirse y entrar en comunión, respuestaa a su
se de sí m
u sed m
mismo, de-
más profunda.
.co
1.1. La sed de comunión
la

diálogo con su prójimo»2.


«El hombre no existe más que en el diá
yo

En su encíclica Fratelli
atelli
li tutti (2020),
(20 el papa Francisco cita la
Primera paradoja. La Comunión, plural unidad

Constitución pastoral
oral Gaudium
storal Gaudiu et spes (1965) recordando que
lo

ningún hombrere see realiza


realiz ssin «la entrega sincera» a los demás
gc

(FT 87; GS 24). Igualmente, en su exhortación apostólica Evan-


4). Igual
Igualme
gelii gaudium
m (2013):
(2013
(2013)
«Una persona que conserva su peculiaridad personal y no
esconde su identidad, cuando integra cordialmente una co-
munidad, no se anula, sino que recibe siempre nuevos estí-
mulos para su propio desarrollo» (EG 235).

Solo se encuentra a sí mismo en la comunión y en el amor, en-


tendidos como auténtica paradoja de plural unidad, que responde

1. K. RAHNER, «Espiritualidad antigua y actual», ET VII, 27 y 29.


2. H. U. VON BALTHASAR, «Intento de resumir mi pensamiento»: &RP-
60 munio 10/4 (1988), 286.
satisfactoriamente a la sed que nos caracteriza a todos: «El hombre
tiene sed y busca su agua donde piensa que puede encontrarla»3.
Todos tenemos una sed insaciable de comunión, y donde sea que
encontramos agua que nos parece saciar por un instante, planta-
mos nuestra tienda y construimos un altar, como los patriarcas de
antaño.
 +D\ORVTXHD¿UPDQTXHHVWDVHGPLVPD©PXHVWUDGRQGHHVWi
el agua», pero, en todo caso, no es evidente admitir que uno tiene
sed, porque es reconocerse débil y necesitado: «Es un dolor que
descubrimos poco a poco dentro de nosotros»4.
 2EVHUYHPRVTXHHVWHSXQWRGHSDUWLGDGHODUHÀH[LyQWHROy-
gica no es «algo» sino la falta de algo, una ausencia, una sed,
un deseo y una necesidad: en cierto modo, una deb de
debilidad. Esta
GH¿QLFLyQGHOKRPEUHFRPRIXQGDPHQWDOPHQWHDELHUWRLQFRP-
PHQWHDELHUW
QWHDELHU
m
pleto e insatisfecho implica nuestra capacidad
pacidad
idad de cocomunión: si

Capítulo 1. Contemplar. Llamados a la comunión: el hombre en relación


.co
no tuviéramos sed, no tendríamos necesidad sidad dde bbuscar fuera de
ecesidad
nosotros mismos. En este sentido, o, Romano
mano Guardini
Gu consideró
«una actitud básica del hombre» H[WiWLFR, que «parece una
» su ser H[WiW
H[
la

paradoja»:
yo

«El hombre no tiene consistencia


nsistenc ccuando vive en sí mismo
y para sí mismo, sinoo cuando
cuan sse halla “abierto”, cuando se
arriesga a salirr hacia lo otro
otro, sobre todo hacia el otro […],
lo

por entregarse
arse a algo qqu
que merece que uno se arriesgue a
perdersee a sí mismo popor ir en esa dirección».
gc

El arquitecto
too al
alemán Rudolf Schwarz (1897-1961), íntimo
DPLJR \ FRODERUDGRU GH *XDUGLQL GH¿QLy DO KRPEUH FRPR XQ
«cáliz» abierto a la gracia divina y una «respuesta» a la invita-
ción divina: así quiso que fueran sus iglesias5.

3. J. CORBON, /LWXUJLD IRQWDO 0LVWHULR &HOHEUDFLyQ 9LGD, Palabra,


Madrid 2009, 27.
4. J. TOLENTINO MENDONÇA, Elogio de la sed (El Pozo de Siquén 391),
Sal Terrae, Santander 2018.
5. R. GUARDINI, Begegnung und Bildung, Werkbund, Würzburg 1956, 20,
traducido en A. LÓPEZ QUINTÁS, «Romano Guardini», en F. FERNÁN-
DEZ LABASTIDA y J. A. MERCADO (eds.), Philosophica: Enciclopedia 61
1.2. El DJiSƝ incluye elpUǀV

«Si amas algo, déjalo libre.


Si regresa, es tuyo.
Si no, nunca lo fue» (Confucio).

El amor auténtico no guarda para sí, sino que es capaz de dejar


libre. Sin verdadera pluralidad, no hay comunión en el amor:
«El amor está ausente allí donde no existe la menor individua-
lización, y el amor solo puede realizarse plenamente allí donde
existe una plena individualización» (TS I 358).
Tillich distinguió entre cuatro formas del amor: la libido que
busca satisfacer sus necesidades; la ¿OtD que anhela
anhe la recipro-
cidad entre iguales; el pUǀV como «el movimientoento dde lo que es
miento

m
LQIHULRUHQSRGHU\VLJQL¿FDFLyQKDFLDORTXHHVVXSHULRUª\HO
RTXHHVVXSHU
HHVVXS
DJiSƝ como amor pleno y radical descentramiento:
centramiento:
ramient
.co
«Existe una forma de amor quee trasciendeciende a las otras for-
mas: el deseo de que se cumplamplaa plenam
plenamente
plenamen el anhelo del
OHQLWXG~OWLPD
QLWXG~OWLP
la

otro ser, el anhelo de suSOHQLWXG~OWLPD>@$¿UPDDORWUR


incondicionalmente, es decir, independencia de que sus
cir, con iind
yo

cualidades sean mejores


jores peores, agradables o desagrada-
es o peor
bles» (TS I, 359).
Primera paradoja. La Comunión, plural unidad

lo

 /DV WUHV SULPHUDV


PHUDV IR
IRUP
IRUPDV DXQTXH GH¿FLHQWHV SDUWLFLSDQ
del DJiSƝ, y descartarlas
descartarl no respeta la paradoja entre el pUǀV y
gc

el DJiSƝ. El papa B Benedicto XVI, bajo el título «Eros y agapé,


Ben
diferencia y unidad»,
dad sostiene que el uno no puede existir sin el
idad
otro y que «nunca llegan a separarse completamente» (DCE 7).
El pUǀV es amor ascendente desde lo visible que promete in-
¿QLWXG \ HWHUQLGDG \ SRU OR WDQWR WLHQH UHODFLyQ FRQ OR GLYLQR
(DCE 4). El DJiSƝ es amor descendente que se inserta en el pUǀV y
nada tiene que ver con un «amor puro» que se aleja del pUǀV. Hasta
Dios ama con DJiSƝ y pUǀV (DCE 10).

¿ORVy¿FD RQ OLQH, https://bit.ly/3I9RkRN [consulta el 23 de marzo


de 2020]. Véase R. SCHWARZ, Vom Bau der Kirche, Werkbundverlag,
62 Würzburg 1938.

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