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El Libro de Oarlos Rama y mm m t a k « * ------------------------------------------

Monte video, enero 23 d«s 1957. cambio es explicable la divergencia


CO NCUR SO y C O N C U R S A N T E S
Director de M ARCH A, de pensamiento entre t í autor y t í crítico
Carlos Quijano. sobre la realidad nacional. Si las ideas del N o sería justo m edir el sistema de concursos literarios
,P r e s e n t e . primero resultan de la lectura de su obra, las por esos alegres, casi vecinales torneos, que el M inisterio
d tí segundo son lo suficientemente notorias de Instrucción Publica organiza una vez p or año y que
M i estimado amigo? como para justificar su oposición irreductible. constituyen un sabroso artículo de costumbres de nuestra
4 A l comentar el Dr. Real de Azúa m i re­ Sobre esas grandes divergencias, sin embar­ camandulera vida cultural. Tam poco seria ju sto extraer
ciente libro “ Ensayo de Sociología Urugua­ go, la polémica puede sed fecunda. consecuencias demasiado pesimistas acerca del régim en en
ya ” se afirma que el autor padece de “ au­ Es tan inusual que un libro tenga actual­ sí, por el m ero hecho de que en esos certámenes los parti­
sencia de simpatía y de experiencia directa" mente en Montevideo un comentario críti­ cipantes y los miembros del jurado intercam bien sus ró­
sobre su propio país. co autorizado, hecho con seriedad y esmero, tulos con deliciosa inescrupulosidad y tam bién con un
La aseveración es gratuita pues no -se ba­ como acostumbra a realizarlos Real de Azúa, profundo sentido de la gratitud profesional y la asignación
ca en otros elementos de juicio que el pa­ que al autor debe públicanmte agradecerlo, familiar. ¿No representa acaso una hermosa expresión de
recer del autor sobre la existencia de una lo mismo que a la dirección de M ARCH A solidaridad que el poeta A , como m iem bro de un jurado,
honda dicotomía entre la sociedad urbana y que ha dispuesto tan generosamente de su I premie al dramaturgo B, y que el dramaturgo B , como
la sociedad rural uruguaya. Basta examinar espacio. jurado de otro género y en el mismo año prem ie al poeta A?
el libro para comprobar que la crítica del Muy cordialmente, CARLOS M. R A M A , j
(Toda semejanza de esta pregunta con casos concretos o
autor está exclusivamente orientada al gran
latifundismo rutinario y sus consecuencias. Su LOS 19 ERRORES M AS IM PO R TA N TE S j concursos verdaderos, debe atribuirse en algunos casos a
tésis es justamente que los intereses de las DEL EN SAYO DE R E AL DE A Z U A SOBRE j mera coincidencia, y en otros, a buena información).
600 familias de grandes latifundistas son EL LIB R O DE CARLO S R A M A Tampoco debe imputarse al sistema en sí la circuns-
opuestas a las de las 500.000 familias res­ 1— El autor no pone como posibilidad de j tancia de que los pocos jurados dispuestos a ejercer su
tantes del país. que un sociólogo pueda en un mapa an- j sentido critico se vean comúnmente asediados par los pe­
¿Qué diría entonces del Prof. Argentino tiguo escrito en latín descifrar algún prin­ didos y muñequeos de algún concursante en particular. Hace
Carlos Alberto Erro, que en el más reciente cipio social (p. 360». tiempo que ha pasado a integrar el folklore montevideano
de sus trabajos, ha afirmado “ En la Argen­ 2— Expresamente ei a. prefiere a “ sociolo­ el caso de aquel participante que fue a visitar a un m iem ­
tina cuando se traspone el lim ite de una ciu­ gía nacional” , “ sociología de una socie­ bro de jurado para decirle que había oído rum ores de que
dad o pueblo no se deja atrás una forma de dad global” , que no es lo mismo (p. 26). se pensaba asignarle la Medalla de Oro (e l sistema de
sociedad; se abandona la única sociedad or­ 3 — No es exacto de que no haya nada an­ recompensas no era el mismo de ahora) y que aunque ello
ganizada” ? terior a 1851, pues el cap. IV se ocupa le reportaba una enorme satisfacción, el prefería algún
Por otra parte la idea central del ensayo de la revolución independentisía de 1810- premio menos honorario y más numerario, ya que tenía
crítico del Dr. Real de Azúa es que en el 1824. urgente necesidad de comprarse un sobretodo, tal como el
Uruguay “ la sociología es un tema verde” y 4— Chebalaroff es un geógrafo que no pue­ Sr. Jurado podría apreciar p or el mal estado del que lle­
“ la investigación sociológica del país espera de compararse a un sociólogo que estu­ vaba puesto. Patético, pero también representativo.
una o dos generaciones de investigadores que dia lateralmente factores físicos (cap. III).
la despejen porque la ciencia es cosa aus­ 6— El autor nc comparte las anticuadas pre­ Hoy en día parecería que las cosas tienden a m éjorar.
tera, y sobre todo no es tarea de prisas.” cisiones sobre Historia-Sociología de In ­ P or lo menos, en el últim o Concurso M unicipa l de L ite -
Afirmación tan grave sorprende cuando genieros y Orgaz (p. 20 y 359», en contra rotura, el fallo no fue cocinado en familia. En la integra­
se trata de una disciplina que en el Plata se de Jo que afirma el critico. ción de los jurados aparecieron nombres de confianza, es­
cultiva desde hace un siglo con Echevarría, 6— No es verdad que en el cap. X I sólo se critores exirapomádicos, críticos oficiantes. Hay que reco­
Alberdi, Sarmiento y Varela. y cuenta hoy tengan en cuenta las “ carreras liberales” . nocer que esta vez el resultado es algo menos desolador.
en el Uruguay con unos quince profesores, 7— Cuando se habla de los sueldos docen­ Algunos de los fallos genéricos están lejos de ser ideales,
algunos de ellos autores de estimables obras tes (p. 294) lo que se indica es que su ele­ pero el error de apreciación es un derecho que se reserva
originales. vación no debe ser la única resultancia teda miembro de un jurado sin que p or ello se vea obli­
La explicación tal vez se encuentre en de un nuevo Presupuesto. gado a abdicar su. honestidad.
que denominamos Sociología a dos cosas di­ 8— “La designación nominativa desprolija” O tro aspecto del problema es considerar hasta qué pun­
ferentes. En efecto, Real de Azúa, cuando de p. 39 corresponde al Dr. Méndez A l­ to benefician a la literatura nacional los concurses oficiales.
quiere ejem plificar sobre las figuras recto­ zóla; la de p. 89 al Dr. Carlos Ma. R a­ Su ascendente desprestigio ha llegado a ser tan p ú blico y
ras de la Sociología ci.a expresamente a Eze- mírez; la de p. 369 es transcripción de notorio que un libro premiado por el M inisterio suele trans­
quiel Martínez Estrada y Julián Marías. Es­ un formulario; las de págs. 74 y 182 no formarse aiitomáticamente en un W O R ST - S E L L E R ; su
tos honorables intelectuales (literato uno, f i ­ existen por lo que cabe pensar que hay remuneración en metálico no alcanza a solventar el costo
lósofo el otro), han¿ escrito distraídas divaga­ error de numeración.
ciones sociales para consumo de un público 9— En págs. 80 y 125 no hay am fibiología, y promedio de una edición; el renombre que otorga é l prem io
cemi-culto; pero las mismas no tienen nacía a lo sumo error de imprenta por falta es más írrito que irrisorio. En varias oportunidades se ha
ver que con" la Sociología. Si mi libro ha si­ de punto y coma. dicho que el autor nacional no necesita que lo prem ien
do medido desde ese punto de vista es in­ 10— La opinión de p. 309 sobra la tendencia sino que la lean, pero cabe admitir qzie hay otro tipo de
evitable la crítica. Incluso, asombra que no de la industria a modernizarse por im ­ escritor que no necesita que lo lean, sino que lo prem ien.
cea más rotunda. perio de los altos salarios pertenece al Só Iq para este últim o espécimen el concurso sigue siendo j
. En cuanto a negar la posibilidad de la Ministerio de Industrias y Trabajo y no j una meta. 1- M . B.
•sociología nacional” eso no tiene sentido al autor. 1
cuando hace dos generaciones se viene cul­ 11— La afirmación de la pág. 125 se refiere que todo lo anterior se mueve nfefo IX de m i nota se verá
tivando sistemáticamente en cada uno de los al siglo X IX y no al siglo X X como adu­ en la objeción concreta y, has­ que solo menciono esos "auto­
demás países latinoamericanos y el problema ce el crítico. ta cierto punto, menor, por lo res y sus libros (en una serie
teórico que plantea ha sido aampiiamente de­ 12— “ B erdaiefi” y no “ B erdaíefi” es la gra­
batido en los congresos internacionales de fía aue utilizan Reyles y los hnos. Gui- que no dejo de señalar que mi más amplia; Brogan, SIegfred.
especialistas. llot. * criticado acepta un porcentaje Freyre que Ram a en su m ayo- •
Si no se publican en Francia e Inglaterra 13— En la p. 177 no se dice que las guerras bastante abrumador de mis ob­ ría respeta) com o ejemplos d e ‘;
•sociologías nacionales” es por la misma ra­ civiles son “ provocadas” por nuestra al­ servaciones. En el texto de la “ ensayistas” que en estudios de .
zón que tampoco se enseña “ historia nacio­ ta burguesía, sino que se habla de hechos carta, en cambio, sus entreli­ “ naciones'"’ m anejan ocasional- ^
nal” . Para un europeo la Historia Universal sociales “ orientados” por un sector de neas (más que sus palabras), mente el enfoque sociológico."
y la Sociología se confunden con la historia la alta burguesía, que es diferente. levantan defensas más abar­ Pero si por esos libros no los
y la sociología de su correspondiente país. 24— Se equivoca en incluir en la corriente cadoras. califico de sociólogos, en cam -;
El fino escritor y brillante profesor de li­ socialista latinoamericana al peronismo La réplica con que se inicia bio anotaré de paso que M ar­
teratura que es el Dr. Real de Azúa ha seña­ argentino, el M NR boliviano y el laboris­ es todavía menor, ya que se tínez Estrada no era, por lo
lado errores sintácticos, amiibiologias, des- mo brasileño. reitera en el N 9^ 16 de la lista menos en sus anos más lúcidos,!
prolijidades estilísticas, gazapos, etc-, lo que 15— El a. no dice aue la “ descentralización” de errores y, así mismo es d es-j manos sociólogo que Sarmien.-¿
debo agradecer y será tenido en cuenta para sea popular (p. 337), sino que el terrismo de allí que se contesta. La cita,; te o V arela y a propósito dej
la segunda edición. Pero su número es abul­ reforzó la tendencia al centralismo. sin embargo, de Carlos Alberto
tado por la imprenta e incluso por una lec­ 16— No es verdad que se califique negativa­ Erro ya comienza a ser revela*- Marías, tan. m altratado porj
tura apresurada del crítico. Adjunto una lis­ mente a toda la vida rural uruguaya, si­ dora. N o tengo nada contra el muchos, podría señalar que su
ta de los 19 errores más importantes que co­ no solamente a los sectores controlados libro La estructura social (M a ­
m ete a su vez el Dr. Real de Azúa en su por la gran propiedad latifundista. Presidente de la S. A . JL E. drid, 1955) riguroso y adm ira­
nota. 17— N o es verdad que al autor se declare (Sociedad Argentina de Escri­ blemente escrito, enorgullece­
Lo que parece más discutible es que se­ nacionalista. tores), interventor de la pren­ ría (a pesar de ser en. buena
ríale, a quién profesa la Sociología General 18— N o es exacto que se omita considerar el sa ex-peronista, tedioso garga- parte una sistematización de»
y la Teoría de la Historia, errónea conceptua- período 1352-2960, cuando el cap. V I tra­ rizador de Sarmiento y Eche­ las ideas capitales d e O rtega)
íízación en estos terrenos del conocimiento. ta del comprendido entre 1852-1376, y el verría e Ideólogo d t í grupo a esos quince sociólogos que
Especialmente sobre clases sociales, una obra cap. IX se inicia por 1880. I “ M ayo y Caseros” . La afirm a­ trabajan en nuestro país y a
que preparo sobre el tema podrá sacarlo de 19— A l autor no le han escapado otros te­ ción que Rama colaciona m e los varios cientos que deben
dudas al respecto. mas posibles, (v. p. 327-3301. parece entre pleonástica y dis­ laborar en e l mundo de ha­
paratada (siem pre que Erro bla española. P ero Ram a no

' ACLARACION Y DESCARGO no quiera encontrar entre el acepta que los filósofos tengan
pasto pampeano alguna filia l nada que v e r con la sociolo—
de S.AJDÍE.}. A l margen d e jg ía , negando, a l parecer, que
En una carta cortés y que / ces, con alivio — no lo ocul- : gada tarea de m odificar (tal esto, tomar en serio a Erro, j no hay en ella idea fecunda
quisiera señalar como modelo ¡ to— advertí que ocurrían va- ¡ ocurre en el caso de los erro- epígono tan menor de M allea l que no le haya llegado de la
d e buenas maneras polémicas, ¡ rías cosas, * res 2 y 7 ). Que en algunas ¡ y Canal F eijoe y calificar a la I filosofía o, p or lo m enos, de
e l profesor amigo Dr. Carlos j Que en unas ocasiones, por ] — para casi term inar— como Radiografía de la Pampa d e ! afuera. Pues, para dejar e l ca-
Rama sale a la réplica de a l- { ejemplo en los errores N® 5 ,1en e l caso de los errores Martfnsz Estrada de lectura » so discutible de M arx (qu e por
Sucas observaciones del largo 6, 17 y 19, m i objetor no ha- I 14 y 2.6, puntos poiemiza- para público semiculto parece j lo menos no era un sociólogo)
artículo que hace poco dedi­ bía podido evitar el palim p- bles, esenciaJmente opina- una humorada. ! ¿que hubiera sido la socíola-
qué a su Ensayo de Sociología sesto, y* que va le decir; escri­ bles~, se convierten decretal­ Pero con M artínez Estrada : gjá del siglo pasado sin Gomia
Uruguaya. Como no pretendo b ir otra nota sobre la mía oara mente en errores, sin que el honorable intelectual y m i pre- i y sin Spencer? ¿ Y la d el núes-
tener él monopolio de la ver- j replicarme más cómodamente; dogmatismo que así los cate­ sunta filiación en él, Rama, ya 1tro sin Schéler, sin Srmmtí,
dad, he meditado largamente j hacerme decir lo que yo no gorías alegue una stía razón está en t í heart o f his metter. sin Jaspers, sin S ú ber, sha
ante e l tríptico (ligeram ente |dije. Que en otras, por ejem plo en su abono. Y que en los j Empieza asi por sostener que Ortega, sin H tídegger?
asim étrico) que constituyen i en los errores N? 1 y 15, t í tantes — por fin — ferrares 3, i y o tengo a la. famosa Radio- Pero Rama, que p o r un la de
los dos textos de Rama y el pilcante erraba t í blanco, ya 4, 3 al 23 y 18) los ¿Sebos del [ grafía y M los Estados Unidos rt í vind if* la antigüedad de 1*
m ío propio. Y , sin voluntad de equivocando t í fiu de m i ob­ profesor Rama no levantan los de Jul i án Marías por modelos, sociología (y a que adscribe a
nueva polémica, enfrenté la servación o el pasaje a que yo míos, como t í lector lo apre­ por arquetipos de lo que en- ella a Echeverría, a Sarm iento
üsta de mis diecinueve erro- í me refería. Que en otras — pa­ ciará (ta l v e z) en la lista ad­ |tiendo por Sociología. Quiste- 13 V arela), por otro cree que
nes más importantes (se supo- • ra seguir— ejercía él mismo junta. I ra no v e r mala fe en la afir- . es cosa de especialistas, tarea
wm qae existen otros). Entoa- sobre su propio texto, esa hol- Ese mismo lector registrará [ inación, pero si se lee e l p á -» íPasa & la Pág. siguiente)
p im ta p 8-gi f t f a . .

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R e p r e se n ta n t e s e x c lu s iv o s d e la M a r c a A U S T IIV

tzzz n r r r L ¡a c l a r a c i ó n
ternacionaies, coto de inicia- Haller, por lo que el asunto,
y descargo
cinden cia de las estructuras so­ do en 1910 se produce el des­
Democrática venezolana. Pera
Rama, que acepta m i distin*
ción en los casos de Guatema­
dos. Los finos escritores y lo s ! claramente, no es análogo. La ciales sobre las Que incidieron. plazamiento del militarismo la y M éxico no lo hace en los
brillantes profesores de otras! sociología iberoamericana (o E rror 4: no sé si Chebatarofí que amparó al positivismo, de B olivia, Argentina y Bra«?
materias nada tienen que ha­ lo que nuestro contradictor así no puede compararse a un so­ también en la Universidad sil. Creo, sin embargo, que son
cer con ella y menos lo tendrán denomina) fuá prospectiva, ciólogo, pero en él y en Vidart hay una restauración del es­ más grandes las similitudes-
los que no sean finos ni brillan­ beligerante, generali za dora. y en muchos viajeros y en Luis plritualismo, etc. L a frase me que las diferencias, aunque
tes. Pero ocurre (a veces) que Las más de las veces talentea- Cincinato Bolo y en G iufíra he sigue pareciendo una m ejica­ en estas diferencias quepan,
apasionados por un tema, pón­ dora, brillante y ametódica. La aprendido más que en el ca­ na disfrazada de uruguaya. lo sé, la deL rigor histórico le­
gase el caso de la realidad del larga lista de ausencias que en pítulo H I. E rror 12: el error vendrá de gítim o y la innoble compás
país en que viven, los que no el libro de Rama registramos E rror 5: no d ije que com­ allí, pero igual es error. drada, la de los puros y los
son especialistas, los que ja ­ podrían seguramente repetirse parta las precisiones de In ge­ - E rror 13: mío es, cierto, el degradados, la de los honestos
más serán enviados a nin­ en casi todos los países del nieros y de Orgaz; he dicho término provocadas. Rama di­ y los ladrones ( y todos los
gún congreso, pueden adver­ continente (Argentina y Bra­ que las registra, que las toma ce hechos sociales orientados matices interm edios). 7!
tir errores, olvidos y vacíos sil tal vez fueran la excepción). en cuenta y que, preconizan­ exclusivamente por un sector E rro r 15: cuando afirmaba
cuando la materia que la so­ Salvo en sociología rural, do el método histórico en so­ de la alta burguesía. Para ad­ que la descentralización no es
ciología maneja les im porta nuestros quince especialistas ciología solo destila el mate­ m itir una diferencia radical *—por si— popular, apunto
directamente. No demasiado no las han cubierto en el rial histórico por generaliza­ entre las dos ideas, habría no a la del 52 aunque esto me
inhibidos por su ausencia de Uruguay y la conclusión, de ciones a veces arriesgadas y que pensar en unos terroristas (y nos) llevaría a puntualizad
esos generalizadores conozcan nuevo pleonástica, es que la otras utiliza ese m aterial harto que largaban los primeros ti­ no a la Constitución del 34 si­
dos por la famosa frase de Ca- hora llam a al trabajo por zo­ directamente. ros (a puro deporte) y después no a la del 52 aunque esto (y
vour: non volete far niente? nas y no a las generalizaciones E rror 6: m i opinión estaba se retiraban discretamente a menos) llevaría a juntualiza-
fate un Congreso) ocurre que ambiciosas y vulnerables. amonestada por un parece; esperar que la alta burguesía ciones demasiado extensas y
esos generaliadores conozcan Carlos Real de Azúa cualquiera que lea, sin embar­ orientase. Y a propósito ¿qué candentes para que encontra­
por los libros las orientacio­ E rror 1: el autor de la no­ go ,el capítulo X I verá que los sector de la alta burguesía? ran aquí su lugar adecuado.
nes generales de una ciencia ta no discutía si el sociólogo análisis estadísticos giran en ¿Los grandes latifundistas, a E rro r 16: califica dice, taa
que no profesan y que puedan podía o no hacerlo; con la dis­ torno a Prim aria Secundaria menudo empobrecidos por las negativamente, al latifundio y
advertir entonces debilidades criminación entre un princi­ y Universidad y. que la deser­ revoluciones? ¿Los revolucio­ no a la sociedad rural uru­
en otros libros, aunque sean pio y un significado quería ción estudiantil se estudia en narios profesionales, del es­ guaya como un todo. Pero en
de especialistas y aunque ss— simplemente preconizar una esa línea. L a impresión de que tilo de César Díaz y los colo- sus planteos aparece id en tiftí
tén madurados bajo el sol de actitud de humildad ante la parece postularse el ideal de lorados - conservadores? ¿Los cando las dos cosas.
los más lejanos congresos. P a ­ materia social. que todo el mundo siga ca­ especuladores de bolsa de la E rror 17: no d ije que se de­
rece obvio señalar que sí con­ E rror 2: el concepto de so­ rreras liberales es incoercible. época de Borda y Cuestas? clare nacionalista; solo dije
tienen errores de especialis­ ciología de una sociedad glo­ E rror 7: él profesor dice li­ ¿Los intereses extranjeros, fa­ (tranquilícese el profesor Ra­
tas, ellos estarán expuestos bal determinada lo aporta R a­ teralmente esto (página 294): náticos de la paz y e l orden m a) que el libro se filia en la
(solo) a -la inquisición de los ma como elemento definítorio Para term inar proponernos un riguroso? ¿Los políticos in­ manifestación nacionalista que
especialistas; cabe aventurar de la Sociología Nacional. plan de tareas inmediatas. E l quietos, del tipo de A n gel F lo­ el interés sociológico impHctíj
que, si en cambio, saltan a la Lógico — y sobre todo cómo­ Presupuesto General de la ro Costa o A ceveao Díaz? (lo que va le por una cita casi
lectura del lector desprevenido do— parece que si se discutía Universidad y los diversos en­ ¿Los caudillos departamenta­ textual de la página 7 de su
( y señalados, no se levantan) la posibilidad de ta l sociología tes de Enseñanza seguramente les al estilo de M áxim o Pérez? lib ro ). ■'£
es porque pertenecen a ese lote haya utilizado el concepto ge­ debe significar una elevación ¿Eran provocadores? ¿Eran E rror 18: en m i nota soste­
de humano y común error que neral y no sus elementos de­ considerable de los sueldos del orientadores? ¿Pertenecían, eü nía que Rama cubre la se­
a todos nos acecha. finidores. Rama no dice que personal docente ( . . . ) Tam ­ fin, a la alta burguesía? gunda mitad del siglo pasado
Y salgo, para terminar, de prefiera un concepto al otro, bién es urgente crear nuevos E rro r 14: constituye el clá­ con “ V arela sociólogo’ *. Ob­
este gris terreno subjuntivo. admitiendo de paso que el de servicios, etc. sico tema a discutir. Y o dis­ servaba que sustituía así t í
L a sociología nacional sigue sociedad global es mucho más E rror 8: el de la página 39 tinguía entre un sentido es­ proceso social por el pensa­
siendo un tema verde. L a genérico (página 26). se refiere a Chebatarofí y no tricto del Socialismo (digamos m iento social. Sí e l distingo tía
sociología de la sociedad glo­ E rror 2: insisto, a pesar de a otra persona; éL de la 89 a Palacios y G hioldi) y un sen­ vale, estoy equivocado. Sólo
bal que es el Uruguay. 3 e toco, que el capítulo IV no cu­ Buckle; é l de la 74 apunta a tido lato, ecuménico del So­ así. Y en cuanto a que e l es­
habrá trabajado mucho, acep­ bre decorosamente la evolu­ Benjamín Foucel (jao Pon cel) cialismo (pero también ibero­ tudio sobre él cambio social
to. Pero la sociología, europea ción nacional hasta 1851. Poco y no a Carlos M aría Ramírez. am ericano). Es é l que se com­ comience en 1880 la verdad de
pasó cerca, de un siglo discu­ importa • que cite a Artigas E rro r no veo como pu- { bina con el poder emocional la afirm ación no escamotea la
tiendo sus propios objetos y junto a H idalgo y Morenos dieran aclararse con punto y del Kaeionaiismo, con él an- de que ese estudio se centre pa­
mis propios métodos. Y , hoy, (p o r la vecindad debe ser Míg­ coma los finales de las páginas íámperiaüsmo, con la indus­ sado e l 1900 y que un fenó­
que parece haber encontrado relos). Es una generalización 80 y 125. P o r otra parte, las j trialización de los países mar­ meno tan tenue, tan prim icial
e l camino, no trabaja es. so­ hispanoamericana que cubre amfibologías siempre 16 sos ginales, con la incorporación en 1885 o 1897 pueda cumplir
ciologías nacionales. Raras todo é l siglo aunque se centre porque falta o sobra algo en del proletariado a la dirección y menos agotar él proceso so­
sostiene que es porque identi­ en e l período revolucionario, e l logar debido. nacional, coa la destrucción cial del último cuarto de si­
fica la Sociología — sin califi­ entendido, como m ovim iento E rror IJk es cierto: la fuen­ de las oligarquías económicas, glo diecinueve uruguayo.
cativos— con la de sus propios social, en el sentido que Rama te es oficial, pero t í profesor políticas y periodísticas. No E rro r 19: no he dicho que se
países. Con la Historia, pos­ le da a este término: m ovi­ Rama la hace suya y su origen entusiasmará, como él otro, a le escapen otros temas y uóle
tula, ocurre lo mismo, aunque miento solamente ascendente (es ob vio) no la cubre de la "E l Plata” o a **3& D fe” y , ci­ afirm é que no loe trata. Por
‘ podríamos llenar una página conflicto insurreccional, lata­ objeción. tando experiencias iberoam eri­ lo menos en t í Ubre no está»;
con autores de historias estric­ mente (aquí de nuevo) socia­ E rror I f t no comprendo eo- canas de ese sentido con que si a l autor no se le han
tamente nacionales del tipo de lista. Algunos factores <Bná- mo puede aplicarse a l s ig lo , lo manejo, me dejaba en el tin­ pado. al Ensayo sL
ía# de Altamára o Yrwelya» o \ micos, en guiña, con total pres­ X IX 3a siguiente frase* Cuan­ tero la experiencia de Acción Carlos Retí de

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