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BIBLIOGRAFÍA

En la obra, Pieper expone, y ría Joseph Rassam (profesor de


magníficamente para un lector Filosofía en los Liceos de Tarbes
atento, qué se debe entender por y Toulouse) a la edad de sesenta
mito, cuáles son los mitos plató- años.
nicos y de qué características es- Este trabajo inédito constituyó
tán rodeados. Pero el punto más el núcleo de su tesis doctoral, de-
importante, y que se aprecia res- fendida en 1962 y se suma a sus
ponde a la intención del autor, es múltiples publicaciones en revis-
mostrar la verdad encerrada en tas como los «Archives de Philo-
los mitos como verdad cierta sophie» y «Revue Thomiste»,
—que si precisa mitificarse es constituyendo una valiosa aporta-
porque «se desarrolla en el límite ción al realismo metafísico.
entre lo divino y lo humano» (p. «Si el discurso metafísico tiene
75)—, y verdad de la que Platón una consistencia distinta de la me-
estaba seguro: «mi tesis es ésta: ramente verbal, no puede ser más
Platón ha considerado como ver- que por su fidelidad a ese discurso
dad intangible el contenido de los sin palabras que la presencia de
mitos» (p. 53). Desde esta pers- las cosas y de los seres comunica
pectiva Pieper descalifica, con- al espíritu» (143). En este sentido
gruentemente, el punto de vista considera el autor que el silencio
—cuyo máximo exponente es para es una introducción a la metafísi-
él Hegel— según el cual el mito ca: la consistencia ontológica del
es una fabulación fantástica que discurso filosófico ha de venirle
queda fuera de la afirmación cien- dada por su relación con la ver-
tífica. Pieper, en contra, sugiere dad. La verdad se presenta al es-
«una tercera realidad que no sea píritu y éste acoge su presencia
ni una cosa ni la otra, como es por medio del acto de silencio.
por ejemplo el mito» (p. 41). La
cuestión en modo alguno es ba- El profesor Rassam desarrolla
ladí; máxime si se atiende a que esta tesis en seis capítulos en los
el autor acude con frecuencia a que pone en relación con el silen-
los relatos bíblicos y a la fe cris- cio respectivamente la palabra, la
tiana como parámetros que ayu- metafísica, la existencia, la nada,
den a sostener su tesis: algo su- la trascendencia y el diálogo.
perracional que hay que expresar En el apartado dedicado a la
simbólicamente, pero con cierto palabra, Rassam critica la tenden-
sentido verdadero. cia contemporánea de reducir el
pensamiento al lenguaje, reducción
JUAN GARCÍA GONZÁLEZ que conduce a identificar el silen-
cio con aquello que no puede con-
cebirse, con lo no inteligible. El
silencio a que se refiere Joseph
RASSAM, Joseph, Le sHenee comme Rassam es un silencio interior a
introduction a la métaphysique, la palabra, que la informa y da
Publications de l'Uni ver sité de sentido, porque, dice, «un discur-
Toulouse-Le Mirail, 1980, 146 so instruye sólo porque ayuda a
págs. encontrar un conocimiento que él
no procura, sino que invita a re-
El 11 de noviembre de 1977 mo- descubrir» (17).

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El lenguaje no «hace» la verdad con nuestra propia interioridad, la


sino que la acoge para después interioridad de todas las cosas al
comunicarla. El acto por el que ser» (64).
se acoge la verdad es el silencio. En el capítulo dedicado a la na-
En el segundo capítulo: «El si- da, el autor pone de manifiesto la
lencio y la metafísica», el autor prioridad absoluta de la afirma-
traza una visión crítica del idea- ción respecto de la negación: «Só-
lismo de Kant y Hegel y del pen- lo la afirmación puede ser un acto
samiento de Merleau-Ponty que, completo del espíritu porque só-
en su opinión, no han dado la su- lo ella puede tener un alcance on-
ficiente importancia al silencio: tológico» (80). La negación, dice,
los primeros por establecer el pri- siempre es relativa a una afirma-
mado del pensamiento sobre el ción. La negación no puede bas-
ser, y el segundo por reducir las tarse a sí misma porque no apun-
cosas a su apariencia inmediata. ta directamente a las cosas; su fun-
Así el silencio vendría a cons- ción es la de corregir los errores,
tituir los límites de la filosofía y pero no puede constituir un prin-
a la vez su apertura, apertura que cipio. Sólo prescindiendo de la ac-
comienza siendo un don para asu- tualidad, es decir, atendiendo ex-
mir la presencia del ser, y que cul- clusivamente a la propiedad for-
mina al término del discurso filo- mal de los enunciados, a su cali-
sófico con la adoración de la tras- dad de juicios, se puede negar la
cendencia que escapa ya a la com- subordinación de la negación res-
petencia de la filosofía (50). pecto de la afirmación.
En el tercer capítulo, «El si- Joseph Rassam parte de este
lencio y la existencia», se recoge punto para criticar la postura de
la argumentación contra el idea- Heidegger y en general cualquier
lismo iniciada en el capítulo ante- doctrina que introduzca la nada
rior: si la consistencia le viene da- como medio de acceso al ser.
da al discurso filosófico por un En el capítulo quinto: «El si-
acto anterior (el acto de silencio lencio y la Trascendencia», se po-
que viene a ser el punto de refe- ne en relación el acto de silencio,
rencia del espíritu al ser), enton- es decir, aquel acto que acoge al
ces el intento idealista de deter- ser como plenitud y como perfec-
minar a priori las condiciones del ción, con la posibilidad de hablar
conocimiento del ser resulta con- con sentido de la Trascendencia.
tradictorio. Establecer la objetivi- Por medio del acto de silencio,
dad de lo real en función de los que establece una relación entre
requisitos de la coherencia del pen- el pensamiento y la actualidad de
samiento supone identificar lo real las cosas, se pone de manifiesto
con lo ideal. Tal es, según Joseph la dependencia radical de los se-
Rassam, la contradicción del idea- res relativos al Ser absoluto. Si no
lismo, contradicción que él preten- se capta el ser como un don, cap-
de superar proponiendo una recu- tación que constituye la base de
peración del ser a través del acto la adoración propia del espíritu de
de silencio: «El silencio se convier- oración, el ser se identifica con lo
te en un principio de recuperación, impensable. «La actualidad meta-
porque en él descubrimos junto física de lo real se pierde en cuan-

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to se exige para alcanzarla que se ciencia del misterio de su alma, y


presente como un objeto de cien- descubre que lo que hay de más
cia. Entonces del ser no podemos íntimo en él es más que él mis-
ya decir nada, sino que no es un mo; descubre su relación con Dios.
objeto» (93). Por el acto de silencio todas las
Por último, el capítulo dedica- conciencias se aunan descubrien-
do al diálogo relaciona silencio y do su mutua participación en el
comunicación: «Las virtudes que ser. Esta es, según Joseph Rassam,
desarrolla la disciplina del silen- la base misma de la comunicación.
cio (la modestia, el pudor, el tac- En fin, un bello libro que «da
to, la discreción) no son solamen- mucho que pensar» a todo el que
te cualidades de la vida interior, con espíritu sereno se acerque a
sino también condiciones de una los grandes problemas de la meta-
mayor delicadeza en el comercio física.
de las conciencias» (123). En el
acto de silencio el «yo» toma con- M.a DOLORES BASTERRECHEA

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