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El escuadrón antiguerrilla número cuatro había recibido información de que el jefe del
frente Luis Carlos Cárdenas se encontraba en las afueras de Trujillo, Valle del Cauca.
Cuando llegaron al campamento sorprendieron al muchacho vigía durmiendo. Algunos
dentro del cambuche alcanzaron a reaccionar y hubo un intercambio de disparos. El soldado
Rodríguez fue tras el muchacho que antes dormía y que ahora pretendía escabullírsele. Lo
siguió hasta un riachuelo y le disparó.
Eran casi las cuatro de la mañana cuando el citofono empezó a sonar en la mansión de
Erick Gonzales.
-A quien carajo se le ocurre molestar a esta hora -dijo su esposa refunfuñando.
-Qué pena despertarla doña Martha, aquí se encuentra el señor Jhon que quiere hablar con
don Erick, dice que es urgente.
-No se preocupe Pedro, déjelo entrar por favor.
Como si no hubiera sabido que era él –pensó ella.
-Erick, te busca Jhon –le habló al oído.
-Sí, ya voy –le contestó él somnoliento.
Como un resorte Erik se sentó en la cama. Tomó el revolver que guardaba al lado de su
almohada y lo metió en la mesa de noche. Se lo había regalado su esposa en su cumpleaños
al ver su fascinación por el arma que usó Charles Bronson en “Vengador Anónimo”, su
película favorita. Era un Colt Police Positive calibre .32 niquelado de mango blanco. No
fue muy difícil para ella hallarlo, aunque sí le resultó muy costoso. Gracias a un contacto en
Estados Unidos pudo rastrear el original usado en la película, que estaba en manos de un
coleccionista. Aunque fue muy duro deshacerse de él, al final dinero mató sentimientos.
“Business are business”, dijo el vendedor, y recibió los cincuenta mil dólares por la venta.
El dormir con un arma a su lado era una costumbre que Erick aprendió en la guerrilla.
Para él era como un vicio al que varias veces había intentado dejar, unas veces obligado, y
otras voluntariamente, pero al que volvía a sucumbir. Sin un arma en su cama no podía
conciliar el sueño. En la guerrilla un revolver de juguete fue el substituto de su muñeco de
trapo. Su Ma Elvira intentó quedarse con el que encontró en la casa bombardeada de sus
padres, pero los jefes le prohibieron llevárselo y así todo vínculo con sus orígenes se había
perdido. Al menos eso fue lo que ella le contó. Cuando creció, el juguete fue reemplazado
por un fusil Galil.
-Ponte el tapabocas, no sabemos en donde ha estado –le advirtió ella.
-No empieces, ¿Sí? –le dijo él serio.
-Sabes que no te molestaría a esta hora si no fuera algo urgente –le dijo su amigo cuando
le abrió la puerta.
-No hay problema Jhon, pasa.
Jhon no podía asegurar que sentimiento era el que más le embargaba al ingresar a esa
mansión: Disgusto, deslumbramiento, admiración, o porque no, envidia. Se sentó en el
cómodo sofá de cuero y contempló el enorme Botero que colgaba en un marco de lujo en la
pared del frente. No podía dejar de contrastarlo con el humilde cuadro con la foto de su
madre adoptiva puesto en una mesita de madera, situada en un rincón.
-¿Quieres un café?, solo tengo instantáneo.
-Gracias Vicente, tu sabes que solo tomo café molido. Como el que tomábamos en el
monte, ¿recuerdas? Café recién recogido de la montaña, molido por nosotros mismos y
endulzado con panela. Ese aroma es el recuerdo más vívido que tengo de esa época, ni
siquiera el olor de la pólvora ni de la sangre lo reemplazan.
-Sabes que no me gusta que me llames así.
-Perdona hermano, no quise incomodarte. A mí en cambio no me molesta que me llamen
José –le dijo para contrariarlo un poco.
-Hay cosas que es mejor dejar atrás –dijo Erick.
-Y bien, que es eso tan urgente que no podía esperar hasta la mañana.
-Amigo, necesitamos tu ayuda. Hace un rato agarraron a tres de la primera línea y se los
llevaron en un camión sin placas. Los del Esmad no dieron razón de a dónde los
trasladaban.
-Escucha Jhon, tú sabes que yo no tomo ese tipo de casos. Si se tratara de ti o un familiar
tuyo con gusto lo haría.
-Suponía que ibas a decir eso, pero creí que te importaría saber que entre los que se
llevaron estaba Jenny.
Erick se sintió perturbado. Se quedó pensativo un momento pero luego su rostro cambió
adquiriendo una expresión dura.
-Eso no cambia las cosas. Ya hablaré con mama Teresa.
-El dinero y el poder te han cambiado, camarada Vicente –dijo esto último despacio y en
voz alta.
-Siento que no hayas corrido la misma suerte. Pero ese es el juego de la vida, unos ganan
y otros pierden. ¿No es así como dice la canción? –dijo Erick displicente.
-Tú crees que lo tuyo fue suerte, yo en cambio creo que fue una desgracia.
Jhon esperó una reacción de Erick, pero no fue así.
-Creo que cometí un error al haber venido –dijo mientras se levantaba.
Ya en la puerta, le dijo para despedirse:
-Salúdame a tu linda y rica mujercita –dijo esto y tiró la puerta.
-Me imagino que ya te compró con su dinero –le dijo Jesús a su madre cuando se sentó a
su lado.
-Erick es un hijo agradecido.
-Erick es un traidor, cuando consiguió plata olvidó de donde proviene. Y ahora lo quieres
más que a nosotros porque es millonario, mientras que para ti Jenny y Yo somos unos
buenos para nada.
-A todos los quiero por igual. Es solo que Erick decidió dejar la violencia a un lado,
mientras que ustedes se metieron en esa protesta, y mira lo que le pasó a Jenny. Mi pobre
hija, quien sabe en dónde la tienen –Teresa lloraba angustiada mientras Jesús arrepentido
trataba de consolarla.
Luego del enfrentamiento con la guerrilla, un helicóptero aterrizó en el campamento
llevándose a los heridos del ejército. Luego regresó por los de la guerrilla.
La recuperación de Vicente, el niño guerrillero, fue rápida. Por su edad, de solo catorce
años, fue trasladado al Bienestar familiar. Luego fue devuelto a su verdadera familia que
vivía en un barrio pobre de la capital del departamento a donde llegaron desplazados. Por
recomendación del Bienestar fue rebautizado como Erick. Tenía la misma estampa de su
padre asesinado: Trigueño, ojos color miel y buena contextura. Para su madre Teresa fue
una bendición recuperar a su hijo después de diez años de haber sido separado de él. Estaba
curtido por la guerra pero le agradó su inteligencia y su dedicación a la lectura.
Pero José, otro niño algo mayor que fue capturado junto a Vicente, no corrió la misma
suerte. La familia de José nunca fue encontrada y fue por eso que en el Bienestar Familiar
lo rebautizaron con el nombre de Jhon. Pronto se aburrió de estar ahí y se fue.
A la mañana siguiente en su oficina, Erick le daba instrucciones a su secretaria para que
consiguiera un abogado particular para Jenny.
-¡Jenny Gonzales, esa es la chica que encontraron esta madrugada violada y muerta!
-Disculpe señor Erick, no debí decírselo así, espero que no sea familiar suya.
-¿Estas segura de que su nombre era Jenny Gonzales?
-Sí señor, su hallazgo fue noticia de primera hora por la forma tan macabra en que fue
asesinada.
-Está bien Elsa, mantén este asunto confidencial y déjame solo un rato.
Por más que buscaba alejarse de la violencia, ella se encargaba de hallarlo. Pero esta vez
sí que lo había golpeado duro y de frente. Erick derramó algunas lágrimas. Jenny era su
hermana mayor y era la única persona que recordaba antes de ser llevado por la guerrilla,
por lo que representaba la parte más importante y bella de su pasado. Ella le brindó la
paciencia y la confianza que le permitió adaptarse cuando regresó a la vida civil, y fue su
mejor amiga hasta que Martha apareció en sus vidas. Pero ahora Martha era su esposa, y
Jenny estaba muerta. Pensó en Teresa, a esa hora ya debía estar enterada.
Más tarde se reunió con el comandante de la policía de la zona y le pidió un reporte de los
sucesos de la noche de la detención.
-En realidad fue un proceso rutinario lo de esa noche –le comentó el comandante-. Esos
vándalos fueron retenidos por daños al bien público y se les llevó a un centro de detención
provisional. Se les dejó en libertad veinticuatro horas después, exactamente a las seis de la
mañana de hoy. Tenemos la firma de los tres en la boleta de salida donde consta que se les
trató bien.
-La firma de ellos no es garantía de nada, pudieron torturarlos para que lo hicieran, ya se
ha visto antes –le dijo Erick para provocarlo.
-Mi gente no hace eso, somos respetuosos de los derechos humanos. Ellos tampoco
tuvieron nada que ver con lo que le pasó a su defendida –le respondió el comandante
poniéndose a la defensiva.
-Cuando uno de ellos comete un delito toda la institución se confabula para protegerlo
–pensó Erick-. Es un verdadero concierto para delinquir.
-Por lo que me han contado hubo claras violaciones al procedimiento policial –le reclamó
Erick-, no había protestas esa noche, se los embarcó en un camión particular y no se dio
información de a donde se les llevaba.
-Eso dígaselo a la Fiscalía –le respondió el comandante secamente y se alejó.
-Es como hablar con bestias, no aceptan razones –se dijo Erick.
-Debo hablar con Chucho y Miguel –concluyó.
Un hijo era lo que Martha y él habían deseado desde que se casaron. Al fin los
tratamientos habían dado resultado. Un cúmulo de emociones lo embargó, no se esperaba
esto, y menos en esos momentos. No sabía si eso cambiaba las cosas, tenía que asimilarlo
primero.
Después del interrogatorio Erick y Jhon discutían sobre lo que habían escuchado.
-No cabe duda que el tal Mendoza violó y asesinó a Jenny –le dijo Jhon.
-Esa declaración no es suficiente para condenarlo, necesitamos más pruebas para llevarlo
a un juicio.
-¿Quien está hablando de un juicio?, debemos aplicarle nuestra propia justicia, hacerle
pagar por lo que le hizo.
-Estoy en este caso como abogado, no puedo violar la ley.
-¡Que te pasa Erick!, estamos hablando de tu hermana. ¿Ya se te olvidó como la dejó ese
sádico asesino?
-No estamos seguros que fue él.
-Todo apunta hacia él, antes de matarlo lo haremos confesar.
-Ya no hago eso Jhon, debo seguir con el proceso –le dijo Erick y se alejó.
Una semana después del asesinato, Erick recibió una llamada de medicina legal, su
contacto allí le tenía noticias. Se reunió con él y obtuvo los resultados de la autopsia. La
hora del fallecimiento coincidía con la del momento en que Carol dejó a Jenny, y los restos
de vegetación de caña hallados en el cuerpo la ubicaban en el cañaduzal. Las heridas
ocasionadas también correspondían a un cuchillo como el descrito por Carol. Poco a poco
las pistas iban encajando. Ahora solo faltaba esperar los resultados la prueba de ADN
efectuada al semen depositado en el cadáver y el de los restos de piel encontrado en las
uñas para poder cotejarlos con el ADN del teniente Mendoza.
Por otro lado y debido a la presencia de Erick en los medios independientes y en las redes
sociales, la comandancia de la policía se vio presionada a publicar una la lista de los
agentes presentes en el centro de detención cuando Jenny estuvo allí. Y ahí estaba él, el
teniente Felipe Mendoza. Su hoja de vida reflejaba una carrera llena de faltas disciplinarias,
investigaciones por corrupción, y un par de acusaciones por abuso sexual que nunca
llegaron a ninguna condena. En una institución medianamente decente esas conductas
hubieran sido motivo de una baja deshonrosa, pero no en este país donde la corrupción, la
violencia y la injusticia había permeado todas las ramas del Estado y el sistema garantizaba
la impunidad.
Días después Erick se reunió con el fiscal que llevaba el caso de Jenny, pero la desidia y
la negligencia que encontró allí lo sacó de quicio. El fiscal no se había entrevistado con
ningún testigo y desconocía lo que pasó en el centro de detención mientras Jenny estuvo en
ese lugar. En lugar de eso había encaminado su investigación hacia el entorno familiar y
social de ella y había logrado descubrir el pasado guerrillero de Erick. Su investigación a la
policía solo se había limitado a constatar los documentos firmados por los detenidos donde
daban fe del buen trato que recibieron. Furioso Erick lo amenazó con acusarlo ante la
procuraduría si no investigaba el papel que había jugado la policía en todo el asunto.
Las redes sociales no fueron ajenas a los nuevos acontecimientos en el caso de Jenny.
Luego de divulgarse lo de Erick en la guerrilla, en twitter se inició una batalla de
publicaciones, aunque un poco más equilibrada. Las llamadas “bodegas”, que era un
ejército de opinadores pagos por el partido de gobierno, lo señaló directamente de
guerrillero, lo cual era suficiente para que la ultraderecha del país lo incluyera en la lista
negra. Mientras tanto los partidos de oposición y sus seguidores tomaron el caso para atacar
al gobierno y al jefe de su partido.
Pero a pesar de esas diferencias, ambos bandos compartían la parcialidad y la ausencia de
objetividad, dejando a un lado la búsqueda de la verdad. Mientras tanto la víctima quedaba
en medio de estos ataques, siendo al final revictimizada y expuesta a la picota pública.
Pronto empezaron a llegar las amenazas, algunas exigiéndole desvincularse del caso y
otras declarándolo objetivo militar por los paramilitares. El tema de las amenazas no era
nuevo para Erick debido a la actividad que desempeñaba, porque así como sus clientes
ganaban mucho dinero con la corrupción y el narcotráfico, también ganaban grandes
enemigos, y ambas cosas las compartía Erick al defenderlos. Sin embargo esto nunca había
sido motivo de mucha preocupación para él. En su paso por la guerrilla aprendió a tratar
con gente peligrosa y el acecho de la muerte siempre estuvo pisándole los talones. Pero
ahora tenía un motivo por el que aferrarse a la vida.
Su empresa también empezó a sentir las consecuencias del señalamiento. En una sociedad
donde se tolera ser corrupto o mafioso, pero no guerrillero, esto era previsible. Sus clientes
se pusieron nerviosos por la noticia y ya algunos estaban renunciando a que los defendiera.
La noticia se regó como pólvora en las esferas de la mafia y de la política y pronto la
empresa empezó a tener problemas. Pero ese no era todo el problema, Erick conocía
muchos secretos de ellos y ahora no sabían que esperar de él lo que lo convertían en un tipo
peligroso al que había que silenciar…
Cuando Erick regresó a su casa esa noche, su esposa lo recibió muy contenta por la visita
de sus padres.
La suegra de Erick nunca había sido muy amable con él. Desde que lo conoció le había
hecho la vida imposible y se opuso a su noviazgo con Martha. Apenas aceptó a
regañadientes el matrimonio de ellos, y no estuvo muy contenta con la decisión de su
esposo de dejar el buffet en sus manos.
Erick siempre había sido un estudiante brillante. Primero estudio abogacía gracias a un
auxilio económico otorgado por el gobierno a los estudiantes con las pruebas más altas en
el examen del Estado, y luego hizo un préstamo para especializarse en la mejor universidad
privada del país. Fue en esa especialización donde conoció a su futura esposa. Martha no
era muy buena estudiante, había aceptado especializarse en criminalística para complacer a
su padre que quería dejarla a cargo del buffet cuando él se retirara. En la universidad se fijó
en Erick por su inteligencia y lo buscaba para que la ayudara en los trabajos y le explicara
algunas materias. Erick no podía creer que una muchacha como Martha se fijara en él, lo
deslumbró la opulencia que la rodeaba y se sintió privilegiado cuando ella lo ubico en un
cargo menor en el buffet de su padre. Poco a poco la relación académica se convirtió en
noviazgo y al terminar los estudios se casaron. Martha declinó el puesto en el buffet y en
cambio propuso a Erick pues quería dedicarse a su hogar. Su padre aceptó pues ya había
comprobado las capacidades de Erick, y dos años más tarde se retiró dejándolo a cargo del
negocio.
La familia de Erick no vio con buenos ojos esa unión. Su madre le advertía del
inconveniente de pertenecer a dos mundos tan distintos, mientras que sus hermanos
consideraron esa escogencia como una traición de clase. Pero el más decepcionado fue su
amigo y ex camarada Jhon, quien veía en Erick un futuro aliado jurídico e ideológico en la
lucha por las reivindicaciones de su gente, y consideró que se había pasado al bando
enemigo.
Pero la incomodidad de la jornada de trabajo era el menor de los problemas que debía
afrontar el teniente Mendoza. Los resultados de las pruebas de ADN por fin llegaron a
manos de Erick quien de inmediato acudió a la fiscalía.
-Necesito que el ADN encontrado sea cotejado con el de los policías que aparecen en el
listado de los que estuvieron involucrados en el caso de Jenny –le solicitó Erick al fiscal.
-No veo la necesidad de hacer eso –le respondió él-. No hay ningún indicio que relacione
a esos policías con la muerte de Jenny Gonzales.
-Tal vez yo puedo ayudarle con eso señor –le dijo Erick y le entregó todas las pruebas que
había recopilado del caso-. Con copia a los medios –agregó.
El fiscal aceptó revisarlas de mala gana.
La información del caso entregada por Erick a los medios y a las redes sociales volvió a
encender la polémica. La demanda de resultados ejercida a la fiscalía aceleró la
investigación y pronto el análisis de ADN de los involucrados arrojó un culpable: el
teniente Felipe Mendoza.
La fiscalía fue tras del teniente pero no lo halló, había desaparecido. Su esposa aseguraba
que él no había huido e insistía que su desaparición no fue voluntaria. Obviamente nadie le
creyó.
Poco a poco el interés en el teniente fue decayendo en la opinión pública. Y pareciera que
en Erick y Jhon también. Solo Jesús seguía empeñado en su captura.
-Abandonaste a Jenny, su espíritu pide venganza y a ti parece no importarte –le dijo Jesús
a su hermano.
-Ese crimen no quedará impune, ya verás que se hará justicia.
-Yo solo conozco una justicia, la que se hace con nuestras propias manos –le dijo su
hermano dejando preocupado a Erick.
Una carta de despido firmada por la junta directiva llegó al despacho de Erick, lo cual no le
causó sorpresa. Su situación en la empresa se había vuelto intolerable y para él significó un
alivio entregar la dirección. Sabía de donde venía la orden, había caído en desgracia con su
suegro y al final no le importaba, solo le quedaba la duda de cómo lo tomaría su esposa. Su
arribismo lo había llevado a la cima, pero aparte de las comodidades que le brindó su
posición nunca se sintió realizado en su profesión. Sabía que eso era solo el comienzo de lo
que se le venía encima y aun así sentía que por primera vez había hecho lo correcto.
Una vez más la historia se volvía a repetir para Erick, verse obligado a dejar lo que más
quería. Se sentía un pasajero de la vida siendo conducido a sitios a los que no deseaba ir,
aunque las decisiones que había tomado últimamente fueron solo suyas. Sabía que había
atravesado un punto de no retorno y que poco a poco se iba acercando a su destino final.
La estadía de Erick en el barrio fue aprovechada por Jhon para atraerlo a su causa. Lo
llevaba como observador a las actividades diarias de los jóvenes en los llamados “puntos de
resistencia”. La gente del barrio consideraba a Erick un duro, aún más que Jhon, su pasado
guerrillero y sus vínculos con clientes mafiosos lo antecedían. Aunque después de su
matrimonio dejó una mala impresión entre ellos, ahora con sus actuaciones en el caso de
Jenny habían vuelto a confiar en él. Érick empezó a acompañarlos para analizar el
desenvolvimiento de ellos en las marchas, como respondían a los ataques del Esmad y
como se defendían los de la primera línea. Poco a poco se fue formando una imagen clara
de la situación encontrando los puntos débiles en las estrategias usadas tanto por ellos como
por el bando contario, e identificando a los individuos más inteligentes, los más arrojados y
a los que tenían mentalidad de antisociales, todos ellos les sería de utilidad en un momento
dado. Erick tenía un gran conocimiento teórico y practico de la lucha armada. En la
guerrilla aprendió las tácticas de combate irregular, y estudió en los libros las estrategias
militares usadas por los grandes generales en las batallas más famosas de la historia.
Cuando ingresó al mundo de los mafiosos, paramilitares y políticos corruptos, aprendió sus
tácticas que iban desde el chantaje y el soborno, hasta la violencia y el terror. Nada de lo
más bajo de la condición humana y las porquerías del sistema le era extraño. Todo esto le
sirvió en su profesión donde combinaba tanto el ataque como la defensa. En las cortes
buscaba los resquicios de las leyes, y aunque se mantenía en el límite del sistema, cuando
era necesario no dudaba en utilizar métodos non sanctos para ganar juicios, lo que le ganó
una gran reputación.
Las emisoras de la mañana dieron la noticia, el teniente Felipe Mendoza había sido
encontrado muerto a tiros, envuelto en una bolsa a orillas del rio. Las pruebas de balísticas
pronto identificaron el tipo de arma que había sido usada, pero la información no fue
divulgada al público.
El hecho pasó casi que desapercibido para Erick, pero no así para la policía. Pocos días
después, cuando descansaba en su antigua cama, recibió una llamada.
-La fiscalía estuvo aquí –le decía su esposa con un tono serio-, tenían una orden de
allanamiento y se llevaron tu revolver Colt. Les pregunté a que se debía todo eso y no me
contestaron.
-Entiendo.
Erick hizo una pausa para analizar la situación.
-¿Y ustedes dos como se encuentran? –preguntó tratando de disipar la tensión.
-Estamos bien, él bebe se mueve mucho, te extraña.
-Y yo los extraño a ustedes también.
-Cuídate.
Los acontecimientos sucedieron muy rápido en los días siguientes. El análisis de balística
encontró que el arma usada en el asesinato del teniente Mendoza correspondía a la
incautada en el allanamiento a la casa de Erick. Luego de la orden de captura emitida por la
fiscalía lo fueron a buscar a su antigua residencia, y al no encontrarlo llegaron a la casa
materna. Pero a diferencia del procedimiento seguido en la lujosa mansión, donde fueron
amables y cumplieron todos los protocolos, en el humilde hogar de Teresa dieron rienda
suelta a la rabia y el desprecio por quienes representaban para ellos sus enemigos
declarados.
La puerta de la casa fue destrozada con un mazo. Una vez adentro y ante el reclamo de
Teresa y los insultos de Jesús los golpearon y recorrieron el lugar tirando todo lo que
encontraban a su paso. Voltearon las camas, tumbaron los armarios y reventaron algunas
paredes, luego destrozaron el cielorraso y levantaron algunos pisos. En el fondo sabían que
no iban a hallar a Erick, su intención era causarle el mayor daño posible y dejarle un
mensaje.
Erick fue declarado reo ausente y se inició su búsqueda por toda la ciudad. El barrio fue
barrido de arriba abajo y las cosas se agravaron cuando no lo encontraron. La represión
contra la primera línea se hizo más sangrienta y la mano negra entró a operar. El barrio se
llenó de panfletos amenazando de muerte a algunos muchachos y declarando el toque de
queda de noche y la ley seca de día. En la lista aparecía Jesús. En las noches una camioneta
blanca recorría las calles protegiendo a sicarios armados. Si encontraban a alguien que
estaba en la lista lo desaparecían, si no, le disparaban.
Pese a todas las advertencias para que no saliera, y el celo con que Jhon lo cuidaba, Jesús
fue capturado cuando se aventuró solo de noche, al regresar del parque donde charlaba con
algunos amigos. Días después apareció descuartizado, la cabeza fue tirada en el barrio y el
resto de su cuerpo fue hallado en otro sitio.
Al enterarse Erick se desplomó.
-Debí entregarme, tal vez así lo hubieran soltado –se lamentó con Jhon.
-Eso de nada hubiera servido. Jesús estaba condenado desde el momento en que fue
capturado. No les diste el gusto de que te mataran y así podremos vengarnos.
-Son unos hijos de perra; pero no saben por donde les va a llegar el golpe. No voy a ir por
los de abajo, la culebra se mata por la cabeza.
Erick le entrega a Jhon un dinero y un papel con un listado de nombres.
-Necesito que entrenes a estos diez, págales bien. Enséñales el manejo de armas y
explosivos, y capacítalos en tácticas guerrilleras.
-¿Que planeas hacer?
Estaré ausente un tiempo… la guerra se hace con dinero y con armas.
Erick le pidió un revolver y un celular y se marchó.
Erick fue robado a la edad de cuatro años por la guerrillera Elvira, la mujer de German
Barrientos, Alias el Paisano. En realidad el robo no fue casual, Elvira era estéril y siempre
había querido ser madre. A las guerrilleras se les prohibía tener hijos, y los embarazos de
ellas terminaban en abortos. Pero Elvira era la mujer de un jefe de la plana mayor, y
algunos de ellos violaban la prohibición. Elvira le insistió tanto a su pareja que al final este
terminó cediendo y permitió que se llevara al pequeño luego del asesinato de su padre.
Erick pronto olvidó a su mama Teresa y se acostumbró a su nueva madre, la llamaba Ma
Elvira. Cuando Erick creció, Elvira le dijo que su familia había muerto acribillada por los
paramilitares, y que ella lo encontró en el monte donde seguramente sus padres lo habían
ocultado. Así vivió engañado hasta cuando fue capturado por el ejército y el Bienestar
familiar lo reunió con su verdadera familia.
Ahora Erick buscaba a sus padres adoptivos. Por las noticias se enteró que el Paisano aún
estaba vivo, y que combatía con un grupo de disidentes de la guerrilla que no firmó el
acuerdo de paz. Pero la suerte de Elvira era incierta para él.
Los guerrilleros desmovilizados aún recordaban a Erick, conocidos por ellos como
Vicente, sabían que era el hijo del Paisano y gracias a eso obtuvo la información de su
ubicación.
Salieron esa misma mañana. Después de avanzar varias horas llegaron al sitio de la
primera caleta. Los hombres del Paisano no conocían sus planes, por lo que Erick estaba
prevenido para lo que sucediera.
El Paisano mando a desenterrar los tanques de la caleta y cuando vieron el contenido no
lo podían creer. Había cientos de billetes en dólares y en pesos, además de armas y
explosivos. Sus hombres estaban confundidos.
-Muchachos, les tengo una noticia buena y una mala –les dijo el Paisano-. La noticia mala
es que vamos a desertar de la guerrilla, y el que no acepte se muere aquí mismo. La noticia
buena es que a los que acepten, les espera una vida de millonarios en el exterior, si es que
no nos atrapan.
Pasaron segundos antes de que reaccionaran. El Paisano y Erick tenían listas lar armas
para dispararle a los que se opusieran.
Ya repuestos de la sorpresa los hombres entraron en un estado de euforia tal que parecía
que se hubieran vuelto locos, saltaban, se abrazaban y se arrodillaban agradeciendo al cielo.
El Paisano y Erick sonrieron aliviados.
El plan estaba funcionando, pero el tesoro conseguido aún no era suficiente. Siguieron
caminando en búsqueda de la segunda caleta y al llegar la noche acamparon en una
quebrada. Los muchachos entusiasmados hacían planes con su parte.
-Jefe, ¿será que con lo que me corresponde me alcanzará para comprarle una casa a mi
madre? –preguntó Carlos.
-Con lo que te toque no solo le podrás comprar una casa, le podrás comprar hasta un
castillo –dijo esto y todos estallaron en risa.
Esa noche los muchachos durmieron contentos y confiados. Solo Erick y el Paisano
parecían ser conscientes de lo que estaban haciendo.
En el día siguiente alcanzaron a ubicar las otras dos caletas antes que anocheciera. Ahora
debían devolverse y llegar al pueblo. En el camino tenían que pasar obligatoriamente por el
campamento, pero el problema era que no podían presentarse con lo que llevaban, esto
hacía necesario tener que tomárselo.
Esa noche planearon la estrategia. La idea era causar el menor número de bajas posibles,
eran sus compañeros pero aun así debían prepararse para lo peor. La ventaja era que
estaban bien armados y con explosivos suficientes como para acabar con un batallón:
metralletas, morteros, dinamita, y hasta un pequeño cañón. Dejarían lo encontrado cerca del
campamento y Erick y Carlos se quedarían allí. A la hora convenida avanzarían con la
artillería para atacar si era necesario. Los demás entrarían en la madrugada. A la hora del
baño dos hombres se quedarían en el campamento y someterían a los que estuvieran con
ellos, los otros cinco apoyarían a Erick y al Paisano en el rio para emboscar a la tropa.
La llegada del Paisano sin Erick y otro de los hombres que lo acompañaban, llamó la
atención del Pecoso, el segundo al mando. Ya había maliciado cuando se llevaron las
mulas, que solo eran llevadas cuando se necesitaba transportar cargas pesadas. Esto, unido
a la ida de Elvira lo tenían pensando, fue por eso que no acompañó al grupo al rio.
Cuando llegaron a bañarse, el Paisano y Martin se quedaron en la orilla charlando,
mientras los demás dejaron sus ropas y sus armas a un lado y se metieron al rio. Los cuatro
hombres que formaban parte del plan salieron del rio de improvisto y rápidamente tomaron
sus armas apuntándole a sus compañeros, apoyados por el Paisano y Martin. Una vez
sometidos, tres hombres se quedaron vigilándolos mientras el Paisano y otros dos
regresaron al campamento.
El grupo del Paisano se acercó al campamento y fue recibido a bala. El Paisano se tiró al
suelo y los otros dos se refugiaron detrás de los árboles. Había quedado en la peor de las
posiciones. En ese momento no sabía si sus hombres del campamento se les habían
volteado o si fallaron en la misión. El asunto se había complicado y debía hacerse cargo,
sabía que más que la fuerza debía usar la astucia.
-¡Mugre y Negro, no disparen.
El Paisano sabía que cuando vieran la artillería pesada lo pensarían dos veces antes de
seguir con la toma del campamento, por lo que decidió negociar con ellos mientras llegaba.
-Y ustedes, los del campamento, dejen de disparar también y escúchenme.
En el campamento dejaron de disparar. Lo que lo llenó de confianza. Ahora debía saber si
sus hombres allá se habían sumado a los otros.
-Quiero hablar con Misael o con Jaime.
-A esos dos los tenemos detenidos –le gritó alguien en el campamento.
El Paisano identificó la voz. Si sus hombres estaban presos era porque los habían tomado
por sorpresa, alguien allá conocía el plan, o sospechaba algo.
-Eres tu Pecoso. Escucha, creo que malentendieron las cosas, no íbamos a hacerles daño.
Recibí órdenes de los jefes de la capital de entrar al proceso de paz. Yo sabía que ustedes
no iban a aceptarlo de buenas a primera, por eso quise desarmarlos primero. Ahora que ya
lo saben les ordeno que se entreguen y los perdonaré.
-Escuche comandante, no sé lo que usted está tramando, pero no le creo. Lo que usted
está haciendo es un acto de traición a la revolución, así que yo ahora estoy al mando.
-Eso solo lo puede decidir la coordinadora en un consejo de guerra.
El Paisano necesitaba prolongar la discusión hasta que llegara Erick. Para eso utilizó su
capacidad narrativa con lo que los fue envolviendo en un discurso de anécdotas que abarcó
desde sus inicios en la guerrilla hasta el presente, pasando por los momentos de gloria y las
épocas tristes, sin dejar de ensalzarlos como el último bastión de la causa revolucionaria
que llevaría al pueblo al poder.
Luego de media hora de verborrea, la llegada de Erick fue anunciada con un disparo de
cañón al campamento, que destruyó parte del comedor.
-¡Podíamos habernos evitado eso! –le reclamó el Paisano a Erick.
La discusión llegó a su final y el Pecoso con los demás del campamento se entregaron.
La toma se había realizado sin ninguna baja, ahora debían llegar al pueblo ese mismo día.
El Paisano les entregó a sus hombres su parte del botín. Luego amarraron a los
prisioneros, botaron sus armas al rio y partieron con las mulas cargadas. Sabía que solo les
tomaría unas pocas horas soltarse, pero eso les daría el tiempo suficiente para llegar al
pueblo. Además confiaba que sin armas no se atreverían a perseguirlos.
Poco tiempo después de iniciar el viaje se desató una tormenta que los obligó a
refugiarse. Cuando escampó, los caminos se habían vuelto intransitables, las mulas se
atascaban en el barro retrasándolos aún más. El viaje se estaba demorando demasiado, ya
empezaban a temer no poder llegar al pueblo esa noche, lo cual implicaba el riesgo de no
encontrar a Elvira con la avioneta.
En el campamento uno de los guerrilleros se había podido quitar las amarras. Ya
liberados buscaron los fusiles en los alrededores hasta encontrar algunos en el rio. El grupo
del Paisano les llevaba medio día de camino, pero calcularon que con la tormenta y la
demora de las mulas con el camino empantanado podían llegar a ellos antes del anochecer.
El sol caía en el horizonte y el grupo del Paisano ya divisaba la iglesia del pueblo. Luego
de tantos percances podían saborear la coronación de su misión y se relajaron un poco. A
unos kilómetros de la entrada se desviaron para buscar la pista de despegues. Al acercarse
pudieron divisar a Elvira, que los esperaba junto a una avioneta parqueada en la pista. Al
verla el Paisano se separó del grupo para ir a buscarla y en ese momento una bala le
atravesó el pecho, el Pecoso había apostado en los árboles a un francotirador con la misión
de darle de baja. Sobre la avioneta Elvira tenía una mejor visión de los árboles y divisó al
francotirador. Le encomendó a su escolta la misión de bajarlo, y Tito que era también un
gran tirador le despachó un tiro certero que lo hizo caer como una rama.
Elvira llegó al grupo a tiempo para ver morir al Paisano en sus brazos, desesperada por el
dolor y presa de la ira tomó el mando. Mientras repelían el ataque, Erick armaba la
metralleta y preparaba el cañón. Cuando los tuvo listos se unió al grupo.
-Vicente, lleva el botín a la avioneta y prepárense para partir. Cuando hayan acabado
mandas una señal, yo te enviaré a los hombres y se irán todos –le ordenó Elvira.
-¿Y tú no vendrás? –preguntó Erick.
-Yo debo quedarme para defender la posición. Con este par de juguetes podré
entretenerlos un buen rato.
-No puedo abandonarte Ma Elvira, debes venir conmigo –le suplicó Erick.
-Déjame aquí hijo, quiero morir junto a tu padre. ¡Vete ya! –le gritó.
El combate era disparejo, el grupo del Pecoso ya les había infringido dos bajas pero
Elvira no había querido usar el armamento pesado. Cuando recibió la señal de Erick, se
despidió de los hombres que la acompañaban y se situó detrás de la metralleta.
-Ahora, ¡Vayan a la avioneta! –les gritó.
Mientras los hombres retrocedían, Elvira barría el campo con una lluvia de disparos. La
avioneta tomo pista y mientras despegaba pudieron ver como un disparo de cañón
retumbaba en las filas del Pecoso. Antes de perderse en el aire, Erick vio como Elvira se
enfrentaba con un revolver al Pecoso y a sus hombres que se le vinieron encima. Fue la
última vez que supo de ella.
La avioneta hizo escala en las afueras de la ciudad. Era una pista clandestina usada por los
narcotraficantes para cargar coca que Erick conoció cuando andaba con ellos. Los hombres
iban preparados para cualquier enfrentamiento al aterrizar, pero esa noche la pista estaba
sola. Erick le dio las instrucciones al piloto para conducir a los hombres a Panamá, donde
ya se había comunicado con un colega que los esperaba. Sin embargo Carlos y Martin
decidieron quedarse en la ciudad.
Ya en tierra Erick se comunicó con Jhon que llegó al poco tiempo en un camión. Mientras
cargaban todo, Jhon no pudo dejar de asombrarse al ver la cantidad de armamento.
-Bien hecho hermano, con esto podemos tomarnos la ciudad –le dijo a Erick emocionado.
-No hagas planes todavía, primero tenemos que esconder todo esto.
Avanzaron por la ciudad nerviosos, Jhon conducía y Erick iba atrás, preparado con la
metralleta para cualquier emergencia. Llegaron al escondite sin contratiempo, era la zona
más apartada y miserable de la ciudad, donde ni las ratas querían estar. Nadie podía
imaginar que una fortuna y un armamento semejante podían estar escondidos ahí.