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Una ciudad como pocas.

El nombre de esta ciudad tiene un significado muy especial: “deseada” o


“primer amor”. [1] Muchos han denominado a la iglesia de los efesios “La
iglesia del primer amor”.

Esto último, no sólo por el significado de su nombre, sino también porque


Éfeso pertenece a las 7 iglesias, del Asia Menor, a las que Jesucristo envió
mensajes por medio de su apóstol Juan (Ap.2:1-7). En su carta, Cristo los
elogia por muchas cosas; sin embargo les reprende por haber dejado,
precisamente, su primer amor.

La tradición dice que el apóstol Juan habría pasado sus últimos años de
vida en Éfeso.[2] Otros personajes de renombre, que han ejercido sus
ministerios cristianos en esta ciudad, son: Pablo, Aquila, Priscila, Apolos,
y Timoteo.

Una falsa luz.


“Un autor latino la llamó Lumen Asiae, La Luz de Asia.” [3]

Aunque Pérgamo era la capital de la provincia de Asia, Éfeso era mucho


más importante. En todo el imperio Jónico, era conocida bajo el título de
“la primera y la más grande metrópoli de Asia”.

Es posible, que uno de los factores principales, por el que fue considerada
tan especial, haya sido su ubicación geográfica. Éfeso estaba situada en la
intersección de las rutas comerciales más importantes, en lo que se
conoce como la arteria principal entre Roma y el Oriente. Esto la
convertía, tanto en el aspecto económico como en lo político, en la ciudad
más poderosa de aquel entonces.

“Su ubicación convertía a Éfeso en la ciudad más rica e importante de


Asia, y se la ha llamado adecuadamente La Feria de las Vanidades del
mundo antiguo.” [4]

Se dice que esta ciudad competía en importancia con Alejandría de Egipto


y Antioquía de Siria. Fue un puerto comercial muy estratégico para el
imperio romano. Famosa en el mundo por su riqueza y por su alto nivel
de conocimientos. Tanto, que era conocida, también, como “el tesoro de
Asia”. Por todo esto, Éfeso era para muchos una fuente de luz e
inspiración.
Sin embargo, por aspectos que observaremos más adelante, si la
contemplamos desde un plano espiritual, Éfeso era más bien una fuente
de oscuridad para las personas. Pero, por otro lado, todo esto
representaba también, una brillante oportunidad para el avance del
evangelio. Si hay alguien que puede sacar verdadera luz de la oscuridad es
Dios (1Pedro 2:9).

Privilegios políticos.
Éfeso pertenecía al grupo de ciudades consideradas como “libres” (que
tenían un gobierno propio y una constitución griega; además que no
tenían la necesidad de ser custodiadas por las tropas de Roma). El
imperio romano concedía este honor en base a servicios prestados o
intereses políticos.

Quizá por esta razón, en esta ciudad habitaban un gran número de judíos
que habían recibido el título de ciudadanos romanos, ellos podían
mantener una sinagoga para sus servicios religiosos dentro de la ciudad
(Hch. 18:19; 19:17).[5] Esto jugó un papel importante, primero en la
difusión de las Escrituras y la creencia en un solo Dios. Segundo, en la
defensa del evangelio.

Por otro lado, Éfeso era tan importante que era considerada también
una ciudad judicial. Un lugar donde los legisladores romanos podían
hospedarse y atender asuntos prioritarios de la provincia de Asia.

“Éfeso era el centro administrativo y religioso de la provincia romana


de Asia; algunos de sus oficiales se llamaban asiarcas”  [6]

Los asiarcas eran una especie de magistrados y sacerdotes a la vez. El


nombre de su título dependía de la provincia que administraban, por
ejemplo si hubieran sido de Siria se llamarían siriarcas. Se encargaban de
los juegos públicos y de celebraciones religiosas, así que tenían una gran
influencia en toda la provincia. Se sabe que Pablo hizo amistad con
algunos de ellos y que finalmente éstos le libraron de caer muerto en el
gran tumulto que hubo en el teatro de Éfeso (Hechos 19:30-31).

El mundo de los deportes, estaba estrechamente ligado a la economía y a


la política de Roma; y Éfeso era la sede de los juegos ístmicos, los juegos
atléticos más famosos de toda Asia por aquel entonces.
Todos estos privilegios habrían significado para Pablo una brillante
oportunidad para el avance del evangelio. Tanto que hizo de esta ciudad
su centro de comando (por así llamarlo) de toda su visión misionera.
Ejerciendo su ministerio aquí, más tiempo que en cualquier otro lugar,
por tres años.

El escritor de Hechos, Lucas, registra que durante los dos primeros años
que Pablo estuvo aquí, toda Asia había escuchado el evangelio por medio
del ministerio de Pablo en Éfeso, usando una escuela filosófica de un tal
llamado Tiranno: “se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos,
discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó
por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en
Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.” (Hch 19:9-10).
Esto nos da fe de que efectivamente, la ciudad de Éfeso, así como era una
fuente de oscuridad para el mundo, también, estratégicamente, era una
gran oportunidad para alumbrar a todos con el evangelio de Cristo. Pablo
aprovechó muy bien esto.

Religiones demoniacas.
Éfeso era una fuente de oscuridad, no sólo por su abierta invitación a la
vanidad y placeres mundanales, sino porque esta ciudad constituía el
centro mismo de la actividad satánica. Satanás no sólo usaba la religión
sino un sincretismo entre la religión y la magia o hechicería, para así
poder tener cautivas a las personas.

Pablo, años más tarde, en su epístola, señala esta mezcla demoniaca entre
el libertinaje y el satanismo en que los habitantes de Éfeso habían vivido:

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos


y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire (Satanás)” Ef.2:1,2

Ahora se entiende mejor porqué les advirtió sobre la lucha encarnizada


que habrían de tener constantemente contra las fuerzas de mal:

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes


contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes.” Ef.6:11-12
En Éfeso, el principal culto religioso se ofrecía a Diana (Artemisa), “diosa
madre” para toda Asia. El templo a esta falsa deidad era imponente,
construido en 220 años y hecho de mármol brillante, era realmente
hermoso, tanto que fue considerado una de las siete maravillas del mundo
antiguo.

Pero las cosas que giraban en torno, y dentro del templo, no eran nada
agradables. Piccardo nos resume una buena descripción del escenario:

“Los sacerdotes del culto habían adquirido una posición prepotente en lo


económico, ya que el templo servía de banco. Así controlaban mucho
terreno, sacaban todo el provecho posible de los peregrinos y
coleccionaban obras de arte. El templo y los alrededores eran una
“ciudad de refugio” para criminales sentenciados a diversas penas. A
causa del culto, ciertas fiestas se tornaban en orgías inmorales. Fue una
verdadera fortaleza del paganismo” [7]

Piccardo también señala que el culto a Diana afectaba, por supuesto, el


orden espiritual (por la idolatría, magia y ocultismo) de la ciudad, pero
también era afectado el orden de las estructuras políticas, económicas y
cívicas.

La superstición de Éfeso también era de fama mundial, se dice que allí se


practicaba, como en ningún otro lugar, la brujería, la necromancia, el
exorcismo y todas formas de artes mágicas, que se entremezclaban con la
religión.

La batalla espiritual.
Por otro lado, tenemos también algunos registros bíblicos que nos ayudan
a comprender mejor la lucha espiritual, tan fuerte, que la iglesia tuvo que
afrontar en este lugar:

(1) Durante el ministerio de Pablo en Éfeso, Dios le habría otorgado un


poder más especial para luchar contra las fuerzas del mal, se dice que gran
cantidad de enfermos eran sanados sólo por llevarles los paños y
delantales que Pablo había tocado. Y no sólo enfermedades sino que
muchos espíritus inmundos salían de los cuerpos de las personas. Dios
estaba demostrando quién tiene el verdadero poder.
(2) La maldad satánica habría sido tal en este lugar, que habían judíos
exorcistas ambulantes que aprovechaban esta situación para hacer
ganancias expulsando demonios. (Hch.19:13)

(3) Un tal Esceva, jefe de los sacerdotes judíos, tenía siete hijos que se
dedicaban al exorcismo ambulante. Una vez ellos trataron de expulsar a
unos espíritus malos en el nombre de Jesús y de Pablo, pero el demonio
les contesto: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros
¿Quiénes sois? Y el endemoniado saltó sobre los siete y los dominó, ellos
huyeron de allí desnudos y golpeados (Hch.19:14-16)

(4) La quema de libros por parte de “muchos” que habían practicado la


magia también nos habla de la tremenda lucha espiritual que había en
esta ciudad. Lucas cuenta que cuando los habitantes de Éfeso se
convirtieron al Señor, muchos que habían practicado este tipo de cosas,
quemaron sus libros de magia delante de todos, y habiéndose hecha la
cuenta del precio, de todos estos libros, se halló que era una fortuna
(Hch.19:19). Uno de los libros más famosos llamado “Las cartas efesias”,
se habría quemado aquí, eran seis monogramas místicos, que se usaban
para encantos o para hacer amuletos, todo esto muy conocido en los
círculos paganos. [8]

CONCLUSIONES APLICATIVAS:
1. El encanto del mundo es sólo superficial y pasajero. Los cristianos
tenemos una enorme tarea que llevar a cabo, mientras estamos en la
tierra, siendo aquellas luces que las personas necesitan ver. Pero si
los mismos cristianos se dejan deslumbrar por las vanidades y
placeres de este mundo, entonces ¿Cómo podríamos impactar
nuestro entorno con el evangelio de Cristo?
2. La batalla espiritual no es un mero asunto místico. Debemos ser
conscientes de la tremenda lucha que las huestes del mal están
haciendo en contra de la verdad de Dios, y engañando a las
personas de la tierra. El mal no descansa; seduce, tienta y cautiva,
todo el tiempo. ¿Por qué habríamos de descansar nosotros?
3. Mucho de lo que hay en el mundo puede parecernos serios asuntos
de dificultad espiritual o de obstáculo para poder cumplir nuestra
misión. Sin embargo, tenemos que aprender a usar las propias
estrategias del enemigo en su contra, con el poder y la sabiduría que
Dios nos da.

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