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SERIE PLAY BY PLAY.
#1. El juego perfecto.
Lo último que necesita la organizadora de eventos Tara Lincoln es el estilo
de vida de la jet-set de un jugador de football profesional como Mick Riley;
aunque su apasionada y ardiente aventura de una noche demuestre que
Mick es una estrella dentro del campo y en la alcoba.
Tara jugó al amor una vez y perdió a lo gran, y no tiene intención de vivir
de nuevo la experiencia, mucho menos con un redomado
rompecorazones. Pero cuando Mick se propone ganar, nada le detiene. Y
tiene en mente la jugada perfecta para atrapar a su seductora picara.

#2. Cambiando el juego.


La agente deportiva Liz Darnell hará cualquier cosa para conservar a su
cliente número uno, el beisbolista profesional Gavin Riley.
Y Gavin está más que preparado, especialmente cuando Liz se ofrece a sí
misma como parte del trato. Pero cuando el amor inesperadamente entra
en el campo de juego, ni Liz ni Gavin están listos para el mayor cambio de
todos en el juego.

3. Tomando un Tiro.
SI QUIERES ANOTAR, TIENES QUE METERTE EN EL JUEGO...
La última cosa que Jenna Riley necesita es más deporte en su vida.
Mientras sus hermanos son unas estrellas deportivas, ella está atascada
dirigiendo el bar familiar de deportes le guste o no. Luego entra un jugador
de hockey llamado Tyler Anderson. Tanto como a Jenna le gustaría salir
con él, ella se prometió nunca caer por un jugador de hockey—incluso uno
tan sexy como Ty.
Ty se siente intrigado por la hermosa dueña del bar, se convierte en un
cliente regular. El siente que Jenna quiere hacer algo más con su vida. Y
él se gana su confianza, la pasión entre ellos crece aún más, Ty insiste en
que Jenna tiene que comenzar a vivir por ella misma. Con su valentía, Jenna también comienza a
creer...
Pero primero, Jenna tiene que averiguar qué es lo que quiere, qué es lo que necesita, a quién
ama, y si tiene la pasión y el orgullo para tomar una oportunidad de tenerlo todo— incluso Ty...
"Cariño, soy así de bueno. Yo sé qué es lo que tú quieres, y puedo dártelo. En cualquier momento
que tú quieras. Cualquier momento cuando yo quiera. Por eso es que quieres estar aquí
conmigo."

#4. Jugando para ganar.


La estrella del Fútbol Cole Rileys es conocido por hacer lo que le plazca
dentro y fuera del campo.
Él festeja duro y pelea aún más duro, pero si no mejora su actitud, su
carrera se acaba, así que Cole acepta a regañadientes trabajar con
Savannah Brooks una consultora de imagen. No está acostumbrado a que
le digan que hacer, especialmente (ciertamente sexy) por una hermosa
sureña. En cuanto a Savannah, no está convencida en poder transformar
esta arrogante (y agresivamente sexy) fuerza de la naturaleza. Pero ella
está convencida de darle su mejor oportunidad.
Cuando las chispas comienzan a volar, Savannah establece las reglas
básicas: No hay complicaciones personales. Si ella puede apagar el
hormigueo que siente cada vez que Cole de da una caliente mirada con
sus hermosos ojos azules, también puede apagar su deseo. Pero para dos personas que están
determinadas a tener todo, una política de no intervención solo puede durar hasta que uno de
ellos se rinda.

#5. lanzando por una curva.


Ella cree que conoce a este jugador… pero él tiene un par de movimientos
sorpresa.
Para Alicia Riley, su trabajo como fisioterapeuta deportiva para el equipo
de béisbol de St. Louis Rivers es un home run… hasta que se convierte en
la terapeuta principal del lanzador estrella, Garrett Scott. Fuera de la
alineación por una lesión, él está de mal humor, difícil de manejar, y es un
hombre en cada sólido centímetro de su cuerpo.
En este momento, la única demanda que le hace a Alicia es que lo deje
listo para lanzar, a tiempo para el día de la inauguración. Excepto que la
química sexual entre ellos está tan cargada, que Alicia está tentada a
acceder a casi cualquier cosa. Pero las carreras de ambos están en
juego… una mala jugada y todo habrá acabado para los dos.
Garrett también siente las ardientes chispas entre ellos, y por la forma en que lo ve, ¿qué mejor
terapia existe que el sexo? Ahora todo lo que tiene que hacer es convencer a la mujer con el
poder de tomar la decisión.
#6. Un dulce paseo.
Gray Preston nació con mucho dinero, pero él ha construido su imperio de
carreras con trabajo duro y músculo. Y ahora qué Gray tiene millones de
fans, su padre senador envía a uno de sus ayudantes, Evelyn Hill, para
obtener la ayuda de Gray obteniendo votos para la próxima elección
nacional.
Gray no quiere tener nada que ver con la campaña de su padre separado,
pero Evelyn puede ser muy persuasiva. Ella está dispuesta a aprender
acerca de las carreras, y tal vez incluso conseguir un poco de juego sucio.
Lo primero para Evelyn es la política, que hace que trabajar con Gray sea
difícil, porque su única pasión son los coches rápidos. Mientras ella y Gray
pasan tiempo juntos, él le enseña sobre el deporte que ama, y ella aprende
mucho sobre el hombre detrás de la rueda. Cuanto más se aprende, más se le quiere. Sin
embargo, cualquier deseo que amenaza con descarrilar los planes cuidadosamente trazados para
su futuro es peligroso.
Con la pasión Gray y Evelyn comparten las cosas más calientes que se han imaginado, uno de
ellos va a tener que ceder, o de lo contrario corren el riesgo de perder más que sus corazones.

#6,5. Una Novela de vacaciones.


Una boda Riley está en proceso, una navidad Riley equivale una casa llena
de familia, y tener un bebé está en la mente de Liz Riley.
Perseguir a Gavin alrededor de la casa y reunirse en armarios oscuros
puede ser divertido, Liz es más que un poco decidida. Incluso con la familia
en todos los rincones de la casa, Gavin está más que preparado para
hacer lo que Liz quiere, sobre todo cuando se trata de sexo.
Es la navidad de la familia Riley.
#7. Derritiendo el hielo.
Carolina Preston tiene un solo objetivo en mente: el lanzamiento de su
nueva línea de moda. Ella necesita sólo una última cosa para que el
fenómeno sea perfecto-hockey de Drew Hogan. Pero Carolina y Drew
tienen una historia que se remonta a sus días de la universidad, y
Carolina no quiere que la vergüenza de su pasado nuble el brillo de su
futuro.
Drew está ansioso por la oportunidad de mostrarle a Carolina que él no es
el chico de la Universidad, que ya es un hombre, con las habilidades
necesarias para fundir el exterior de hielo de su frío corazón.

#8. A través de la línea.


Trevor Shay lo tiene todo: una exitosa carrera de fútbol y béisbol, y a
cualquier mujer que quiera en cualquier momento. Pero cuando se entera
de que la hija de su profesor de la universidad está en serios problemas,
hará lo que sea para ir en su ayuda y sacarla de ellos.
Haven Briscoe finalmente ha logrado el trabajo de sus sueños como
comentarista deportiva en una cadena importante, pero no consigue
superar la reciente muerte de su querido padre, y eso está afectando
seriamente a su carrera. Cuando le asignan hacer un seguimiento de la
vida cotidiana de la superestrella de los deportes Trevor Shay, se da
cuenta de que tal vez sea esa la inspiración que necesite...
Trevor hará lo que sea necesario para que Haven vuelva a tener esa
chispa especial en su vida, y eso incluye dejarla entrar y ver todos los
aspectos de su mundo. La química que se crea entre ellos crece y arde más rápido que cualquier
home run que Trevor pueda hacer. A medida que se hacen más y más cercanos, Haven cada vez
está más cerca de descubrir un secreto oculto de Trevor, uno que ha estado ocultando toda su
vida. A pesar de las protestas de él, ahora es Haven la que hará lo que sea para ayudar a Trevor.
¿Podrá Trevor dejarle entrar a Haven y confiarle un secreto que podría hacer volar su vida
profesional y personal?
#8,5. Festividades sobre hielo.
El jugador de hockey superestrella Patrick "Trick" Niemeyer y la bailarina
Stella Slovinski han retomado su trabajo original hace un año,
reanudando su ardiente y sin complicaciones. Stella se niega a llamarlo
citas o una relación. Pero últimamente, Trick está buscando más ...
Stella ha sido quemada antes, en una relación de la que nunca habla, no
con su familia, no con sus amigos, y definitivamente no con Trick. Pero
ahora es la temporada de vacaciones y Trick está decidido a darle a
Stella su corazón envuelto en una reverencia. Él sabe que Stella es la
mujer adecuada para él, pero tendrá que derretir el hielo que rodea su
corazón para evitar que se vaya.

#9. Lanzamiento del Quarterback.


Grant Cassidy sabe cómo ser una estrella del fútbol. Lanza una
deslumbrante sonrisa, tira el pase ganador, consigue a la chica. Pero
mientras que el mariscal más caliente ama el juego y su estilo de vida,
ninguna mujer ha llegado a alcanzar su corazón. Luego coincide con una
ingeniosa modelo elegante, preciosa, y Grant se encuentra con ganas de
más, más que una simple aventura.
La supermodelo Katrina Koslova podría vivir en un mundo de brillos y
flashes de cámaras, pero ella trabaja duro para mantener a la familia que
depende de ella. No tiene tiempo para la diversión, y mucho menos para
un novio, pero Grant parece determinado a que Katrina sea la excepción a
la regla.
Su química explosiva es innegable, pero Katrina tiene miedo de dejarse ir
y confiar en nadie más que a ella misma. Grant tiene la intención de aliviar
sus temores y demostrarle que es un hombre de estilo y sustancia, un
hombre con el que puede contar.
#10. Todo terminado
Tucker Cassidy está pasando por una mala racha, pero no en el campo.
Es su vida amorosa la que está sufriendo. Después de tener un altercado
doloroso que involucra la rodilla de su ex novia, Tucker está convencido
de que no podría empeorar... hasta que una hermosa doctora acude a su
rescate en el momento más embarazoso.
El padre de la Dra. Aubry Ross es dueño del equipo de béisbol St. Louis
Rivers y ella ha estado rodeada de jugadores toda su vida. No está a la
espera de enamorarse de Tucker, por muy divertido y sexy que sea.
Sin embargo, está gratamente sorprendida al ver que él respeta su trabajo
y, cuando sigue apareciendo en su hospital, Aubry empieza a pensar que
se está lesionando sólo para verla. Pero con su padre desaprobando su
relación, ¿se darán cuenta de que por este amor que cambia el juego vale
la pena luchar?

#10.5 Noches de festividades ardientes


Victoria Baldwin es una exitosa agente deportiva que siempre pone el
trabajo primero, a menos que esté de vacaciones. Entonces todo es sobre
el juego. Durante las vacaciones de Navidad en Hawái, conoce a Alex
McConnell, un exitoso joven surfista de las islas en una competencia de
surf. No podría pensar en una mejor aventura vacacional. Pero cuando
conoce a Ben Reynolds, el manager de Alex, se da cuenta de que desea
a ambos hombres. Estas podrían ser las vacaciones más ardientes que
haya tenido, y las que le cambiarán la vida.
#11. Apuro Inesperado.
Parece que los sueños de Barrett Cassidy se están haciendo realidad:
juega en la defensa de los Tampa Hawks y puede que haya encontrado a
su mujer ideal. Harmony Evans es inteligente, hermosa y difícil de resistir.
Si no fuera la hermana de su mejor amigo...

Harmony siempre ha ido tras lo que quiere con una determinación


inquebrantable. Nunca esperó que su enamoramiento juvenil por Barrett
se convirtiera en algo más profundo, y no va a dejar que un ridículo
código de hombres, o su hermano, se interpongan en su camino. Con una
química tan combustible, las líneas se cruzan fácilmente. Pero cuando el
secreto de Barrett y Harmony salga a la luz, puede que se acabe el
juego...
#12. Reglas de contacto.
En la nueva novela de Play-By-Play de la autora del bestseller
Unexpected Rush del New York Times, un jugador de fútbol con todas
las jugadas correctas en el campo necesita un mejor plan de juego para
su vida amorosa.
Como extremo defensivo de los San Francisco Sabers, Flynn Cassidy
está acostumbrado a ser el centro de atención, pero no lo disfruta. Pero
si ponerse delante de las cámaras ayudará a que su nuevo restaurante
tenga éxito, está dispuesto. Si pudiera conocer a una mujer que lo
amara a él y no a su fama...
Después de su divorcio, Amelia Lawrence está encantada de empezar
de nuevo como Chef jefe en el Noventa y Dos. Es la oportunidad que
necesita para impulsar su carrera... si no se sintiera atraída por su sexy
nuevo jefe. Su química puede ser muy ardiente, pero Amelia no tiene
intención de ser quemada de nuevo.
Amelia es genuina y divertida y Flynn no se cansa de ella... y Amelia
ama cada segundo que pasa con el duro pero tierno Flynn. Pero la
confianza es una dura batalla para ambos. Romper las reglas de
contacto y rendirse a su pasión fue fácil, pero ¿están dispuestos a
arriesgar sus corazones para ganar el juego del amor?
UNO.

De todas las cosas en la lista de deseos de Flynn Cassidy, abrir un


restaurante no había estado ni cerca de su top diez. Sin embargo, aquí
estaba, sentado en una de las mesas de la esquina del 92, su nuevo
restaurante en San Francisco. Se maravilló de que, en algún momento
de su vida, la cocina se había unido a jugar al fútbol en la lista de cosas
que más le gustaban.
Si alguien le hubiera dicho hace cinco años que iba a abrir su propio
restaurante, les habría dicho que estaban llenos de mierda. Pero
mírenlo ahora, dueño de su propio lugar.
Noventa y dos era brillante y novedoso, más o menos. Hizo renovar el
viejo edificio después de comprar la propiedad, así que todavía se
sentía como si perteneciera a este vecindario. Se aseguró de que no
se viera demasiado a la moda, manteniendo muchos de los detalles
originales intactos por dentro y por fuera. Estaba más a favor de los
restaurantes que se sentían cómodos como en casa. Quería que sus
clientes se sintieran como si pudieran entrar, sentarse y sentirse
cómodos.
Habían estado llenos hasta el tope desde que abrieron hace dos
semanas y hasta ahora las cosas iban bien. Tomó eso como una señal
de que su inclinación a mantenerlo simple también atraía a otros.
Además, había comida muy buena, se había asegurado de eso. Pero,
aun así, abrir un restaurante era una apuesta arriesgada y no quería
ser demasiado arrogante. Sabía que el Noventa y Dos necesitaba toda
la buena prensa y atención que pudiera conseguir. Por eso estaba
sentado aquí. En este momento uno de los principales medios de
entretenimiento estaba haciendo un reportaje sobre el restaurante.
Genial para la publicidad, pero significaba equipos de cámara, luces
brillantes y un montón de maldita gente en el camino del negocio
normal. Ya había dado la vuelta y se había disculpado con sus clientes,
que parecían tomarse todo con calma. Esperaba que los equipos
tomaran todas las grabaciones y sonidos que quisieran y se fueran
pronto.
"Esto es muy emocionante, Flynn."
Alejó su mirada de los camarógrafos y la dirigió a Natalie, la mujer con
la que había estado saliendo las últimas semanas. Ella era atractiva,
seguro, con un hermoso cabello castaño caoba que le llegaba a los
hombros y los más increíbles ojos verdes que jamás había visto.
"Sí, la emoción no es la primera cosa que me vino a la cabeza cuando
los equipos aparecieron hoy."
Natalie le agarró la mano. "Oh, vamos. ¿Quién no quiere estar en
televisión?"
Él, por ejemplo. Como defensa del equipo de fútbol de los Sabers de
San Francisco, había tenido muchas cámaras y micrófonos en su cara
a lo largo de los años. Era lo último que quería ahora, cuando su nuevo
restaurante estaba empezando a funcionar. Pero como el restaurante
era nuevo, no rechazaría algo de publicidad por ello. Así que había
hecho la entrevista y ahora sólo quería mantenerse al margen mientras
el equipo de filmación obtenía sus tomas generales.
"¿Crees que querrán filmarnos a los dos juntos?" Natalie preguntó. "Ya
sabes, como para obtener algunos antecedentes de tu vida personal,
como lo que haces en tu tiempo libre fuera del fútbol y el restaurante,
a quién estás viendo, ¿cosas así?"
Las campanas de advertencia sonaron fuerte y duramente en la cabeza
de Flynn. Había seguido este camino con más de una mujer, y había
terminado sus relaciones por mujeres que estaban más interesadas en
el centro de atención que en él.
Últimamente había tenido cuidado de mantenerse alejado de cualquier
mujer que tuviera un historial de entretenimiento. Ni modelos, ni
actrices, ni nadie que pudiera sospechar que persiguiera a la gente
frente a una cámara. Pensó que como Natalie era analista financiera,
estaba a salvo.
Pero al ver su mirada rastrear esas cámaras como un vampiro ansioso
de sangre, no estaba seguro de que la elección de su carrera tuviera
mucho que ver con alguien hambriento de conseguir sus quince
minutos de fama.
No lo entendía. Para nada.
"Tal vez deberíamos movernos a una de las mesas más destacadas,
Flynn", dijo Natalie. "Así podríamos estar en una de las tomas de la
cámara".
Forzó un suspiro. "No lo creo".
Ella empujó su silla y se puso de pie, ignorándolo. "Voy a ir al bar a
tomar un trago. Ya sabes, todo informal, y ver si tal vez se fijan en mí."
Se inclinó hacia atrás en su silla. "Claro. Tú has eso".
Esta relación estaba condenada. Sólo una de las muchas que Flynn
había visto arder en llamas en los últimos dos años. Se retractó de la
creciente rabia por tener otra mujer que lo usaba para conseguir su
tiempo en el centro de atención.
¿Qué demonios le pasaba que las mujeres ansiaban tiempo de cámara
en vez de estar con él? Sí, era un jugador de fútbol, y tal vez eso tenía
algún atractivo, pero también era un buen tipo que tenía algo que
ofrecer además de las sesiones de fotos. Se estaba cansando de jugar
este juego con cada mujer con la que salía.
Tal vez no había ninguna mujer por ahí que estuviera interesada en él.
Sólo él. No en Flynn, el jugador de fútbol. Sino sólo Flynn, el hombre.
Sacudió su cabeza, mentalmente anotó otro fracaso y se bebió un largo
trago de su cerveza.
Como las órdenes habían disminuido y tenía la cocina bajo control,
Amelia Lawrence se lavó las manos en el fregadero e intentó
esconderse, evitando las cámaras. Lo último que quería era estar en
televisión. Era la chef principal en el Noventa y Dos. Todo este asunto
de la publicidad estaba en Flynn, y ella no necesitaba ser entrevistada,
filmada o de alguna manera notada.
Pero mientras hacía su mejor juego de esconderse y no ser vista,
también vio a la nueva novia de Flynn haciendo su mejor trabajo para
tratar de ser vista por cualquiera de los camarógrafos.
Oh, no. No otra de esas mujeres.
Había trabajado con Flynn los últimos meses, incluso antes de que
abrieran el noventa y dos. Y en ese período de tiempo lo había visto
pasar por no menos de tres mujeres, todas las cuales parecían estar
mucho más interesadas en su destreza como carne de cámara que en
cualquier otra cosa.
Ella se sentía mal por él, y nada más que desdén por las mujeres que
no podían apreciar lo buen hombre que es Flynn Cassidy.
Es extremadamente alto y ridículamente bien construido, con una
gruesa melena de pelo negro y unos increíbles ojos azules. Podía
pasar por lo menos un día entero sin hacer nada más que comerse con
los ojos sus tatuajes. ¿Y quién no amaba el fútbol? Además, el hombre
tenía un buen gusto culinario. Cuando la contrató, pasaron varias
semanas diseñando el menú del restaurante. Ella tuvo que admitir que
él tenía buenas ideas.
Ella también, y ella apreciaba que él escuchara las suyas, y había
estado dispuesta a mezclar sus ideas para el menú final. Le encantaba
la forma en que había resultado y su estimación de Flynn había
aumentado. En el pasado había trabajado para su cuota de ególatras
que insistían en que era su camino o la autopista, pero Flynn no era
así. Estaba dispuesto a colaborar. También le gustaba hacer bromas,
era amable con los empleados y parecía un buen chico.
Entonces, ¿por qué no podía el hombre encontrar una novia decente?
En realidad, era un poco pésimo en eso. Si ella hubiera sido nativa de
San Francisco tal vez podría haberlo ayudado, pero se había mudado
aquí recientemente desde Portland. Sus únicos lazos en la ciudad eran
su mejor amiga de la universidad y el marido de su amiga. Por lo
demás, estaba bastante sola. Había alquilado una casa no muy lejos
del restaurante, y estaba saliendo al vecindario y conociendo gente allí.
Sabía que llevaría tiempo formar un círculo de amigos cercanos, pero
incluso con sus contactos limitados, supuso que podía encontrar
mejores mujeres con las que Flynn saliera que las que él había estado
desfilando dentro y fuera del restaurante últimamente. Podía detectar
a las farsantes a una milla de distancia. Quizás podría ofrecer sus
servicios a Flynn.
"Pedidos listos".
Alejando su atención de Flynn, se centró en los pedidos, en dirigir a su
personal, en ocuparse de sus propios asuntos, y no en la novia de
Flynn, que se preparaba para las cámaras como si estuviera haciendo
una audición para la próxima película de taquilla.
Con un giro de ojos, descartó a la mujer y se puso a preparar vieiras1.
Porque Flynn Cassidy no era su problema. Y no importaba cuánto lo
lamentaba por él, no iba a involucrarse en su vida personal.

1Vieiras:
Los pectínidos, conocidos por su nombre común como vieiras, son una familia
de moluscos bivalvos, emparentados de cerca con las almejas y las ostras.
dos.

Flynn se presentó a la práctica temprano, como siempre lo hacía. Le


gustaba correr para calentarse antes de ir a la sala de pesas.
Después de recorrer sus tres millas, se dirigió al cuarto de pesas. Como
siempre, no era el primero en llegar. Sus compañeros del equipo
defensivo, con los que contaba, se levantaron y hoy también se
levantaron temprano.
Vio a Junior Malone, Alfonso Labelle, Hank "Hey Man" Henderson y
Chris Smith. Estos chicos eran sus rocas, de los que dependía para
estar en la línea de ataque con él y evitar que la ofensiva avanzara.
Había trabajado con la mayoría de estos tipos desde que los San
Francisco Sabers lo reclutaron. El único que se unió al equipo después
de él fue Junior Malone, pero encajaba perfectamente en la línea. Eran
defensores feroces y pateadores de culos, y la razón por la que los
Sabers tuvieron uno de sus mejores años defensivos el año pasado.
Estaban en todos los niveles, y aunque sólo llevaban cinco partidos en
la temporada, sus números eran sólidos.
"Llegas tarde", dijo Hey Man.
Flynn dejó su toalla en el banco. "Soy el único que está corriendo tres
millas antes de los entrenamientos. Son todos bienvenidos a unirse a
mí si quieren quemar algo de esa grasa".
Hey Man miró su abdomen. "Esto es todo músculo, hombre." Flynn
soltó un resoplido. "Se parece mucho más a demasiado pollo frito".
Hey Man lo miró con desagrado. "No te metas con mi pollo frito. Sabes
que es mi debilidad."
"Todos sabemos cuál es tu debilidad, Hey Man", dijo Chris. "La comida.
Toda ella".
Flynn sonrió, luego se acostó de espaldas y comenzó a hacer ejercicio
con la prensa de banca. Muy pronto, añadió más peso y los
entrenadores aparecieron para observarlo. No había nada como un
entrenamiento que le hiciera sudar y le hiciera bombear la sangre y le
preparara para la práctica.
Terminó con una bebida energética, charlando con el resto de los
chicos, y luego se dirigieron al campo donde Mick Riley, el mariscal de
campo de los Sabers, lideraba la ofensiva en los ejercicios de práctica.
Como aún no estaban listos para que la defensa entrara, Flynn se tomó
un minuto para ver el juego ofensivo. La defensa podía evitar que el
equipo contrario pusiera puntos en el tablero, lo cual era clave. Pero si
su ofensiva no lograba anotar, su equipo estaba hundido. Mick había
estado liderando la ofensiva de los Sabers durante diez años. Había
ganado dos campeonatos y no parecía que fuera a disminuir su
velocidad pronto. A los treinta y cinco años, el hombre parecía estar en
la flor de la vida, lo cual era inusual para un mariscal de campo.
Aun así, cuando llegó el momento de que la defensa saliera al campo,
Flynn tuvo que darle un tiro.
"¿Cómo va todo, viejo?" Flynn preguntó.
"Oye, vete a la mierda, Cassidy".
Flynn tomó su posición con una sonrisa a Mick.
"Sabes que, si le das una mierda a mi quarterback, te dejaré tirado".
Oscar Taylor, el guardia ofensivo izquierdo, se unió a la refriega.
Flynn se agachó delante de él. "Podrías intentarlo, Oscar, pero sabes
que te voy a pasar por encima".
Oscar gruñó. "Ya lo veremos, Flynn".
Flynn sonrió. Hablar mierda era una parte normal de la práctica. Los
estimulaba y los preparaba para jugar. Así que cuando el balón salió
disparado, él y Oscar se lanzaron, aunque no tan ferozmente como lo
harían en una situación de juego. Lo último que querías hacer era herir
a alguien de tu propio equipo.
La práctica duró dos horas. Después de los ejercicios generales,
trabajaron con sus entrenadores de posición y repasaron las jugadas
del partido de este domingo contra Detroit. Cuando terminaron, él y
Mick volvieron juntos a los vestuarios.
"¿Qué tal el nuevo restaurante?" Mick preguntó.
Como era típico, toda la charla basura terminaba una vez que la
práctica terminaba. "Está bien, gracias. Tú y Tara deberían venir a
cenar".
"Sí, me preguntó sobre ello el otro día. Está ansiosa por probarlo. Pero
pasarán un par de semanas antes de que pueda volar hasta aquí".
Mientras caminaban por el largo pasillo hacia el vestuario, Flynn se
volvió hacia él. "Bueno, en realidad, el asistente de Irvin ha reservado
la fiesta del equipo en el restaurante dentro de dos semanas. ¿Va a
venir Tara para eso?"
Mick asintió. "Sí, lo hará. Entonces, tu primer gran evento en el
restaurante y todo el equipo estará allí. ¿Te pone nervioso?"
Flynn se rio. "En realidad no. Creo que el restaurante puede manejarlo.
Y estoy agradecido de que Irvin le esté dando al restaurante algo de
negocio".
"Definitivamente le haré saber a Tara que la fiesta es en tu lugar. Estará
emocionada, ya que ha querido comer en el noventa y dos desde que
se enteró de que lo ibas a abrir."
"Bien. No puedo esperar a verla".
Flynn sabía que Mick y Tara tenían su casa fuera de temporada en St.
Louis, donde vivía todo el clan Riley. Mick también tenía un lugar aquí
en San Francisco y Tara a menudo venía y se quedaba durante la
temporada, ya que era dueña de un negocio de planificación de
eventos aquí, junto con otra oficina en St. Louis.
Muchos malabares allí, así como su hijo de cuatro años, Sam, y otro
hijo en la universidad.
No sabía cómo se las arreglaban. Suponía que el apoyo familiar. Los
Riley eran un gran clan, así que sabía que todos se unían y ayudaban
a agrupar a Tara, Mick y sus hijos.
Se desnudó y se dirigió a la ducha, dejando que el vapor caliente le
lloviera encima. Maldición, eso se sentía bien. Mientras se perdió bajo
el agua, pensó en la familia.
Sí, sabía todo sobre el apoyo familiar. Los Cassidy también eran una
gran familia. Y con Flynn, Barrett y Grant jugando fútbol profesional, y
Tucker jugando béisbol profesional, era una familia loca con mentalidad
deportiva. Tenía que agradecerle a su padre, Easton, el amor de los
chicos por los deportes. Su hermana menor, Mia, fue la única que
escapó del virus del deporte. Ella era el cerebro de la familia.
Sonrió pensando en su hermana. Hacía tiempo que no hablaba con
ella. Necesitaba llamarla y ver cómo estaba. Como el hermano mayor,
a menudo sentía que era su responsabilidad cuidar de los demás.
Todos ellos.
Incluyendo a Mia, aunque lo enmascaraba bien con su ambición. Pero
en el fondo de su naturaleza estudiosa había una Cassidy salvaje y él
lo sabía muy bien. Por eso necesitaba controlarla.
Después de vestirse y de ir a su auto, llamó por teléfono a su hermana
mientras conducía a casa.
"Hola, desconocido", dijo Mia.
"Hola a ti también. No he hablado contigo desde hace tiempo, así que
pensé en ver qué te pasaba".
"Oh, lo de siempre. Estudiando para un examen ahora mismo. ¿Cómo
fue la práctica de hoy?"
Deja que tu hermana sepa dónde estaban todos sus hermanos en un
día cualquiera. "Bien. Estamos listos para Detroit el domingo".
"Por supuesto que sí."
"¿Cómo está la carga de trabajo para tu programa de maestría?"
"Manejable. Un montón de lectura y papeleo ridículo, pero eso es de
esperar. Estoy trabajando en mi tesis ahora".
"Estoy orgulloso de ti". No estaba seguro de haberle dicho eso, y por
alguna razón era importante para él hacérselo saber.
Ella hizo una pausa por unos segundos, y luego dijo, "Gracias. Eso
significa mucho para mí viniendo de mi hermano mayor. Y hablando de
eso, probablemente estaré ahí fuera en algún momento dentro de las
próximas semanas. Estoy tratando de programar una entrevista con
Stanford".
"¿Sobre su programa de doctorado?"
"Sí. ¿Puedo quedarme en tu casa cuando salga?"
"Sabes que eres bienvenida en cualquier momento. Sólo avísame."
"Impresionante. Te veré el domingo. Consigue algunos sacos, ¿vale?"
Se río.
"Haré lo que pueda. Te quiero, Mia."
"Yo también te quiero, Flynn. Nos vemos."
Él pulsó, y luego cambió de carril. No es que le haya servido de mucho,
ya que la autopista era actualmente un estacionamiento.
Sintonizó la radio en el canal de deportes y se resignó a permanecer
en el tráfico por un tiempo más.
TRES.

Una semana y media después, Flynn llegó al restaurante antes de que


abriera. Quería repasar todos los aspectos para la fiesta del equipo del
jueves por la noche. Iban a cerrarse a los clientes habituales, cambiar
los asientos y asegurarse de que tuvieran personal adecuado para
servir.
Se reunió con Amelia, junto con Ken, el gerente del restaurante, los
tres sentados en una de las mesas de la esquina.
Amelia revisó sus notas. "Para los aperitivos, tengo higos envueltos en
tocino, atún, aguacate y pepino. También planeo cangrejo, chili y
menta, crostini, queso de cabra y mini bocadillos de hierbas".
Flynn miró de Amelia a Ken. "Ahora tengo hambre. Creo que deberías
hacer algunos de esos ahora mismo."
Amelia sonrió. "Lo siento, no puedo hacerlo. Pero tengo un poco de
chili de búfalo y judías negras hirviendo a fuego lento en la parte de
atrás."
"Con razón tenemos hambre", dijo Ken. "Sabía que algo olía delicioso".
Amelia empujó su silla hacia atrás. "Dame un minuto y te serviré un
poco."
Desapareció en la cocina y Flynn se volvió hacia Ken. "¿Qué más?"
"Hice un gráfico que muestra cómo organizaremos las mesas. Pensé
en colocarlas a lo largo de las ventanas aquí y aquí, para permitir la
visión, con algunas extendidas en el medio. Usamos las mesas del bar
para dar a la gente un lugar para poner sus bebidas, pero aun así dejar
espacio para que la gente se mezcle." Flynn asintió con la cabeza
mientras Ken se acercaba a los asientos. "Gran plan. ¿Tienes todo el
licor almacenado?"
"Sí. Y habrá barmans y camareros extra a mano. Estamos en buena
forma."
Siempre tuvo confianza en Ken. El tipo era un maestro en la gestión
del Noventa y Dos. "Sabía que lo lograrías".
Amelia regresó con una bandeja. Puso tazones delante de Flynn y Ken,
junto con una cesta de galletas y pan.
"¿Nada para ti?" Flynn preguntó.
Amelia tomó asiento. "Pruebo mientras cocino. Confía en mí, he tenido
mucho." Flynn cogió la cuchara y se metió en ella, dejando que el chili
picante le hiciera saltar las papilas gustativas mientras tragaba. "Esto
es realmente bueno".
"Tiene razón en eso", dijo Ken. "Va a ser un favorito de los clientes,
Amelia."
"Gracias".
"Definitivamente deberías servirlo la noche de la fiesta", dijo Flynn. "A
los chicos les encantará".
Sacudió la cabeza. "El chili está muy desordenado, y muchos de tus
invitados estarán vagando por ahí. Es muy difícil manejar un tazón y
sorber el chili mientras se trata de mantener una conversación y
caminar. Además, va muy bien con las galletas. No es una buena
comida de fiesta".
"Ella tiene razón", dijo Ken.
"Sí, puede que tengas razón en eso".
"Aunque una de las cosas de las que quería hablarte era de hacer una
noche especial de chili, especialmente durante la happy hour.
Podríamos montar una estación de chili en el bar. Sé que tienes los
partidos en la televisión del bar. Podría preparar varios chilis con los
complementos apropiados y los invitados podrían probar los diferentes.
También podríamos hacerlo en el restaurante. Una especie de
degustación de chili".
Flynn lo pensó por un minuto. "Podríamos ofrecerlo en el menú de
aperitivos del bar y del restaurante".
"A mí también me gusta esa idea", dijo Ken. "De hecho, sería genial
tenerlo en el menú de los domingos durante los partidos de fútbol."
A Flynn le encantaba que la gente que trabajaba con él tuviera tan
buenas ideas. "Perfecto. Hagámoslo".
Ken asintió. "Lo añadiré al menú".
"Y empezaré a crear algunos chilis diferentes", dijo Amelia. "¿Cuándo
quieres poner esto en práctica?"
"Dejaré que tú y Ken resuelvan los detalles. Cuando sientas que está
listo, hazlo."
"Grandioso".
Amelia sonrió mientras tomaba notas. Le gustaba cuando sonreía. Era
tan bonita, pero siempre muy seria, lo que supuso que era bueno para
su restaurante. Su concentración producía grandes resultados, pero no
había nada malo en sonreír y estar feliz por el trabajo que hacía,
tampoco. No estaba seguro de haberla escuchado reír.
"Deberías hacer eso más a menudo".
Le llevó un segundo levantar la cabeza. "¿Yo? ¿Hacer qué más a
menudo?"
" Sonreír".
Ahora frunció el ceño. "Yo sonrío".
"No, no lo haces. Siempre parece que estás en medio de un horrible
examen de mitad de curso".
"No lo hago".
Ken reprimió una risa. "Sí, como que sí. Siempre vas seria, Amelia."
"Este es mi trabajo. Voy muy en serio con él."
Flynn señaló su cuaderno. "Pero sonreíste cuando tomaste notas sobre
el chili".
"¿Ves? Puedo sonreír. Por lo tanto, tu punto sobre que no sonría es
discutible." Puso los ojos en blanco. A veces todo con Amelia era una
discusión. "Vale, ¿qué más deberíamos repasar antes de la fiesta del
jueves por la noche?"
"Necesitamos un recuento estimado de cabezas", dijo Ken.
"Tengo la lista de confirmación de asistencia aquí mismo. Acabamos
de terminarla. Se la enviaré por correo electrónico a los dos ahora
mismo." Reenvió el mensaje desde su teléfono.
Amelia revisó su teléfono, escaneando la lista, y luego lo miró. "¿Vas a
traer una cita?"
Él asintió con la cabeza. "Sí. ¿Por qué? ¿Es eso un problema?"
Amelia miró a Ken, y luego volvió a él. "No. No hay ningún problema.
Entonces, ¿quién es la nueva mujer en tu vida?"
"Es una azafata que conocí cuando volvía del partido en Detroit".
" Azafata de vuelo, ¿eh? Eso es genial. ¿Va a venir la prensa a la fiesta
del equipo?"
"Normalmente asisten a este tipo de eventos. Sólo para obtener
algunos fragmentos de información y cubrir el equipo y la temporada
hasta ahora. Además, a Irvin le gusta cualquier cosa que involucre al
equipo para conseguir prensa".
"Claro. Por supuesto. Totalmente comprensible". Amelia se concentró
rápidamente en la lista, pero sus labios se curvaron.
Para alguien que nunca sonreía, seguro que ahora sonreía mucho.
También lo hacía Ken.
"¿Qué?"
"Nada", dijo Amelia. "Espero que la pasen muy bien en la cena. Nos
aseguraremos de que sea perfecta. Deberías terminar tu chili antes de
que se enfríe. Tengo que ocuparme de la cena".
Pero esa sonrisa suya se mantuvo mientras se levantaba y dejaba la
mesa. La de Ken también, ya que se excusó. Y seguro que le gustaría
saber qué les pareció tan condenadamente divertido a los dos.
cuatro.

Después de una larga noche en el restaurante, Amelia se fue a casa,


se quitó los zapatos, tiró su chaqueta en la silla junto a la puerta
principal, apiló su bolso encima y fue directamente a la cocina. Sacó
una copa de vino del armario y se sirvió una buena copa de cabernet,
luego atravesó la cocina y entró en la terraza. Hacía un poco de frío
aquí, pero afortunadamente había un calentador. Lo encendió y se
sentó en el sofá. Se cubrió con una manta y buscó su tableta.
Después de unos sorbos de vino sintió que los músculos se relajaban.
Había sido una buena noche. Trabajar en el Noventa y Dos fue un buen
ajuste para ella.
Le agradaba la gente con la que trabajaba, y tenía libertad creativa para
expresarse a través de la comida que hacía. Con todo, no era un mal
comienzo para un nuevo comienzo en una nueva ciudad.
Su teléfono sonó, así que lo sacó de su bolsillo. Era su amiga Laura.
"Hola, ¿qué pasa?"
"Me preguntaba si ya estabas en casa."
" Acabo de llegar. Es tarde para ti. Te habría llamado, pero pensé que
estarías dormida."
"No, cambié de turno en el hospital, así que estoy hasta las once y
media. Acabo de llegar a casa. Jon está dormido y yo estoy conectada.
¿Te vas a estrellar o quieres compañía?"
"No me iré a dormir en un rato todavía. Adelante, ven."
"Voy enseguida".
Amelia colgó y sonrió, luego se encogió de hombros y fue al gabinete
para bajar otra copa de vino. Le encantaba su casa de alquiler. Era
más antigua, con toneladas de encanto estrafalario, como suelos de
madera irregulares y, sin embargo, la luminosa y amplia cocina había
sido actualizada con todos los nuevos electrodomésticos de alta gama,
perfectos para ella. La mejor característica de la casa, sin embargo, era
su ubicación privilegiada, justo al final de la calle de la casa de Laura y
Jon. Como no conocía a nadie más en San Francisco, encontrar este
lugar le había parecido un milagro.
Fue a la puerta justo cuando Laura tocó el timbre. La abrió y Laura
entró en picado, todavía con su uniforme y sus zapatillas de tenis. A
pesar de haber trabajado un turno completo como enfermera, su mejor
amiga seguía estando preciosa. Simplemente no era justo.
"¿Y cómo te fue el día?", preguntó.
"Mi día fue 'Espero que hayas abierto una botella de vino'', dijo Laura
en respuesta.
"De hecho, estaba bebiendo un fabuloso cabernet cuando llamaste."
"Ves, por eso somos amigas". Laura bajó por el pasillo, con su cola de
caballo marrón oscuro balanceándose mientras caminaba.
Amelia se río y la siguió, contenta de que su amiga estuviera cómoda
para servirse una copa de vino.
"¿Estamos en la terraza?" Laura preguntó.
"Sí. El calentador está encendido. Agarra un lugar y una manta. Voy a
ponerme algo más cómodo y estaré allí enseguida."
Amelia subió las escaleras y se cambió de su ropa de trabajo y se puso
unos pantalones de yoga y una camiseta de algodón de manga larga,
y luego se puso sus zapatillas favoritas. Encontró a Laura en la silla de
mimbre, una manta de lana cubriendo sus piernas.
Octubre en San Francisco podía ser fresco, pero la terraza estaba
cubierta y con la calefacción encendida era muy confortable.
"Cuéntame sobre tu día", dijo Amelia.
"Dos accidentes de auto, una sobredosis de drogas, una ruptura de
apéndice, un dedo roto y un borracho malhumorado que vomitó sobre
una de las otras enfermeras". Amelia hizo una mueca mientras se
echaba una de las mantas encima. "Bien, al menos el borracho no te
vomitó encima".
Laura levantó su copa de vino. "Pequeños detalles".
"Míralo de esta manera. Al menos no te aburres. ¿No es por eso que
te dedicaste a la enfermería?"
"Cierto. No puedo creer que empecé mi primer año de universidad
pensando que quería ser contadora pública".
Amelia sonrió al recordar su primer año juntas. "Siempre obtuviste una
alta puntuación en las clases de matemáticas".
"Las matemáticas siempre me resultaron fáciles. Pero yo seguía los
pasos de mi madre. Ella era la genio de las finanzas. A mitad del primer
semestre supe que moriría una muerte lenta y agonizante en las
finanzas".
"Además eres tan buena con la gente. Y sabías que amabas la
medicina".
Laura se inclinó hacia atrás y apoyó sus zapatillas de tenis en la vieja
mesa de café que Amelia había recogido en el mercado de pulgas el
primer fin de semana que había venido a la ciudad. "Cierto. Habría sido
una doctora estupenda. Fueron todos esos años de escuela de
medicina..."
"Y toda esa deuda".
Laura se río. "Sí, toda esa deuda que me impidió realizar ese sueño."
"Todavía podrías ir a la escuela de medicina si quisieras."
"No quiero. Soy feliz siendo una enfermera. Me satisface". "Entonces
estás justo donde necesitas estar".
"Como tú. Nunca he conocido a nadie que ame lo que hace más que
tú. Y Dios sabe que mantuviste a todo el dormitorio alimentado el primer
año. Yo era la única lo suficientemente inteligente como para ser tu
mejor amiga, asegurando así que comería bien durante la universidad."
Amelia se río. "¿Ves? Eres buena en matemáticas, un ángel de la
misericordia y también perspicaz".
"Soy prácticamente perfecta. Y tú también lo eres".
"¿Es eso lo que vamos a hacer esta noche? ¿Hablar de nuestra
perfección?" Laura agitó su vino en la copa.
"No es una mala manera para pasar la noche. Pero podrías contarme
sobre tu noche. ¿Estuvo ocupada?"
"No estuvo tan mal. El Noventa y Dos ha estado trayendo muchos
clientes desde que abrimos. Estoy feliz por eso."
"Estoy segura de que lo estás".
"Y me reuní con Ken y Flynn antes de la apertura de hoy. Flynn va a
hacer una fiesta del equipo allí a finales de esta semana."
Laura dejó su vaso. "¿Los Sabers van a estar todos allí? Oooh. Todos
esos jugadores de fútbol ardientes".
Amelia se encogió de hombros y tomó un sorbo de su vino. "Lo que
significa mucho más para ti que para mí".
"Mentira. Te encanta el fútbol."
"Me encanta el fútbol. No soy una fanática del fútbol". "Concedido. Aun
así, todos esos hombres ardientes se reúnen en una habitación.
Muchos de ellos solteros. Podrías elegir."
Amelia tomó su copa de vino y dio un sorbo. Ella ya había tenido lo que
pensaba que era un gran tipo. Y se había equivocado. La última cosa
que quería era volver a tomar ese camino. "No, gracias".
"Oh, vamos, Amelia. Es hora de volver al juego". Amelia frunció el ceño.
"¿El juego de fútbol?"
"No, tonta. El juego de las citas".
Amelia sacudió la cabeza. "No estoy lista todavía".
"Ha pasado más de un año desde tu divorcio. ¿Has salido con alguien
desde entonces?"
"En realidad, lo he hecho. Salí en una cita antes de mudarme de
Portland". Los ojos de Laura se abrieron de par en par.
"¿Lo hiciste? ¿Cómo es que es la primera vez que oigo hablar de ello?"
"Porque fue sin complicaciones. Alguien en el restaurante me arregló
una cita con un amigo de su marido".
"¿Y?"
"Y fue bastante horrible. Fuimos a cenar y se quejó de la comida como
si fuera una especie de experto culinario, cuando el tipo no podía
diferenciar los cortes de carne, aunque le dieran una bofetada entre los
ojos. Luego fuimos a ver una película y él habló durante todo el tiempo.
Luego me llevó a casa y trató de besarme cuando fue obvio que no
había química entre nosotros."
Laura arrugó su nariz. "Puaj".
"Exactamente. Tan pronto como la cita terminó me olvidé de él." "No
puedo decir que te culpo por eso. Pero que una cita fracase no significa
que no haya hombres increíbles por ahí. Es hora de sumergir los dedos
de los pies en el agua de nuevo."
Amelia hizo un gesto de descarte con la mano. "Honestamente, no
estoy interesada. Tengo un nuevo trabajo, que me mantiene ocupada
en el trabajo, y otras cosas para ocupar mi tiempo cuando no estoy en
el trabajo."
"¿Qué otras cosas?"
"El libro de cocina".
"Oh, claro. Es algo increíble, ese libro de cocina que estás escribiendo,
y sabes que espero que tengas mucho éxito. Pero, cariño, no puedes
tener sexo con un libro de cocina".
Amelia casi se ahoga con su sorbo de vino. "¿Qué?"
"Ya me has oído. Es hora de que salgas y te acuestes con alguien. Es
hora de dejar de llorar la muerte de tu matrimonio. La vida no debería
detenerse sólo porque un hombre te rompió el corazón."
Levantó la barbilla. "No estoy de luto". Laura le echó un vistazo. "¿No
es así?"
Dejo que Laura le dijera las cosas que no quería oír. "Bien, tal vez lo
he hecho. ¿No tengo derecho?"
Laura se movió, agarrando la botella de vino para rellenar su copa
antes de apoyarse en el sofá. "Demonios, sí que tenías derecho. Ese
imbécil te hizo daño. Hizo promesas que no cumplió. Tenías derecho a
revolcarte durante mucho tiempo. Pero ahora ya ha pasado bastante
tiempo, ¿no crees?"
"Puede que tengas razón".
Los labios de Laura se levantaron. "Por supuesto que sí. ¿Recuerdas
el chico con el que saliste en la universidad? ¿Cómo se llamaba?
¿Carey? Él tocaba el violín y tú estabas tan absorta en su musicalidad."
Finalmente se relajó contra el sofá, con la copa en la mano. "Oh, Dios
mío, sí. Carey. No he pensado en él en años. Me enamoré locamente
de sus dedos mágicos".
Laura puso los ojos en blanco. "Bien. Te volviste poética con sus
manos y su talento y él te lanzó este hechizo musical. Te posponía y te
decía que tenía horas de práctica y tú lo esperabas con mucha
paciencia. Y entonces descubriste que se acostaba con la decana de
la música".
"El bastardo". Tomó un sorbo de vino. "No nos olvidemos del tipo de
Alpha Tau Omega."
Se arrugó la nariz. "Oh. El chico de la fraternidad. Aunque tienes que
admitir que las fiestas de la cerveza fueron divertidas".
"Cariño, esa se deletreó desastre desde la primera cita. Te advertí
sobre él".
"Estaba en el rebote de Carey".
"Por favor. Me sorprende que no hayas terminado con una ETS. Era
un perro faldero".
"Cierto. Pero no puedes negar que las fiestas fueron una explosión
mientras duraron".
"Te concedo eso. Pero siempre tengo razón sobre los hombres. Al
menos lo tuve durante la universidad."
"Lo hiciste". Le sonrió a Laura, recordando todo el tiempo que pasaron
juntos en la universidad. Laura, llena de vida y aventura, siempre
dispuesta a levantarse después de un desengaño e ir tras sus sueños.
Laura nunca se dio por vencida, y Amelia había aprendido mucho de
su propia voluntad de ir tras sus sueños de su mejor amiga. Cuando
llegó a la universidad como estudiante de primer año, era tímida y
retraída. Tenía que agradecer a Laura por sacarla de su caparazón,
haciéndola asistir a eventos sociales. Tal vez por eso había tenido
tantas citas. Al principio había sido reticente, decidida a no hacer nada
más que estudiar.
Eso no había durado mucho tiempo.
Dios, se lo habían pasado bien juntas. Y habían seguido siendo amigas
todos estos años. No podía imaginar la vida sin Laura. Y ahora eran
vecinas.
A veces la vida funcionaba perfectamente.
Y a veces no. Lástima que Laura no estuvo cerca para advertirle que
se alejara de Frank. ¿Cómo habría sido su vida si Laura hubiera
conocido a Frank al principio? ¿Habría sonado el radar del "tipo
equivocado" de su mejor amiga, salvando así sus años de angustia?
¿Quién lo sabía? De cualquier manera, no podía volver atrás y cambiar
el pasado ahora.
Sólo podía aprender de él y seguir adelante.
"¿Así que al menos pensarás en comerte con los ojos a los jugadores
de fútbol en la fiesta?"
Amelia levantó la mirada, sacudiendo los pensamientos de su ex
marido, poniendo su mente firmemente en el presente, donde
pertenecía. "Sí. Me comeré con los ojos a los jugadores de fútbol."
Laura sonrió e inclinó su copa hacia la de Amelia. "Esa es mi chica".
CINCO.

Después del entrenamiento del jueves, Flynn salió del estadio y se


dirigió directamente al restaurante.
No le sorprendió en absoluto que Ken y Amelia tuvieran todo en orden.
El personal ya estaba allí, las mesas se habían movido, los manteles
se habían extendido y los escenarios estaban en su lugar.
No era un tipo elegante. Si ibas a su casa a pasar el rato o a ver
deportes, él cocinaba. No ponía platos de papel, pero seguro que
tampoco se molestaba.
Pero esto era el Noventa y dos. Este era su sueño hecho realidad, y
era importante para él. Irvin Stokes, el dueño del equipo, estaría aquí
esta noche, al igual que la mayoría de los miembros de los Sabers.
Estos eran sus compañeros. Sus amigos. Que esta noche fuera un
éxito significaba algo para él.
"Oh, estás aquí, bien", dijo Ken, agarrando la manga de su camiseta y
llevándolo a la cocina. "Tienes que probar las cosas que Amelia y su
equipo han cocinado. Aunque probablemente me patee el trasero por
entrar en su territorio."
"¿Entonces por qué vamos a la cocina?"
"Porque los olores son deliciosos, tengo hambre y tú eres el jefe. No
podría decirte que no."
Flynn ladeó una ceja. "¿Quieres apostar?"
Ya había estado antes al otro lado del temperamento de Amelia. Era
una cocinera increíble, pero había dejado muy claro antes de
contratarla que en el cocina, ella era la jefa.
Así que cuando él y Ken entraron, ella señaló la puerta tan pronto como
los vio.
"Los dos, fuera, ahora mismo".
"Oh, vamos, Amelia", dijo Ken. "Sólo una prueba. Ya sabes lo que
pienso del tocino".
Le dio a Ken un firme apretón de manos. "Cuando estén listos, puedes
tener algunos. Hasta entonces, salgan de mi camino."
"Te lo dije". Flynn le abrió la puerta a Ken. Después de que Ken se
girara para irse, Flynn miró a Amelia, que los miró con los brazos
cruzados. Parecía una guerrera vikinga defendiendo su castillo. Alta,
rubia e imponente.
Y un poco ardiente. No había nada como una mujer haciéndose cargo
totalmente de su territorio. Y esta cocina era el territorio de Amelia.
"Eres tan mala", le dijo, pero sus labios se estrujaron.
"Vete, Flynn", dijo ella, pero sus labios se curvaron con un toque de
sonrisa.
Una señal de que las cosas iban bien en la cocina, lo que alivió algo de
su tensión por la noche.
Repasó la lista con Ken, que tenía todo bajo control.
Por eso contrató a Ken en primer lugar.
"Tus habilidades organizativas están a punto, como siempre, Ken." Le
devolvió el cuaderno al gerente, que se puso a trabajar para atender al
personal, dejando a Flynn sin nada que hacer.
Si Amelia le dejaba entrar en su cocina, él podría ayudarla. Pero él
sabía que no debía entrar ahí de nuevo, así que hizo lo que pudo para
ayudar al personal con su preparación final. Una vez que terminaron,
sin embargo, no había nada que hacer más que esperar. Ken le dijo al
personal que se tomara un descanso antes de que empezara la fiesta.
Y Flynn se dirigió a casa para cambiarse de ropa y recoger a su cita.
Para cuando regresó, el equipo debería estar llegando.
Esperaba que esta noche saliera bien.

La fiesta había empezado y Amelia estaba contenta hasta ahora. La


comida estaba hecha y su personal tenía todo bajo control. La única
cosa de la que se enorgullecía en sí misma era una cocina bien
administrada, y ésta lo era.
Se quitó el delantal y corrió al baño de la cocina para comprobar su
aspecto. Se deshizo su cola de caballo y se cepilló el pelo, se aplicó un
poco de brillo labial y se alisó la blusa, decidiendo que no sería una
mala idea dar un paseo por la habitación para asegurarse de que los
invitados estaban disfrutando de la comida. Sabía cómo hacerlo
furtivamente, quedándose atrás para asegurarse de que no la notaran.
Cuando salió, lo primero que notó fue lo grandes que eran todos los
chicos. No era sorprendente, considerando que este era un equipo de
fútbol. No los hombres promedio. También había muchas mujeres, lo
cual era algo bueno.
Tomó una copa de vino del bar y se paseó por la habitación. Mucha
gente sostenía un plato lleno, lo cual era una buena señal. Como chef,
no había nada peor que la gente ignorara su comida. Su equipo estaba
rellenando los puestos de servicio y la gente seguía comiendo. Ella
estaba satisfecha de que la comida fuera buena. Ella había probado
todo y lo aprobó. Aun así, era satisfactorio ver que la gente lo
apreciaba.
Encontró un buen lugar en un rincón oscuro y bebió su vino.
"¿Te estás escondiendo?"
Una hermosa mujer rubia la encontró. Le sonrió. "No, sólo estoy
observando."
"¿Estás aquí con alguien y lo evitas, o sólo evitas las multitudes en
general? Porque si es lo último, puedo entenderlo totalmente. Estas
cosas pueden ser abrumadoras. Los jugadores de fútbol no son nada
si no son ruidosos y amistosos."
Amelia se río y extendió su mano. "Soy Amelia Lawrence, chef principal
del Noventa y dos".
Los ojos de la mujer dieron el reconocimiento. "Oh. Soy Tara Riley.
Encantada de conocerte, Amelia."
"Gracias, Tara. Lo mismo digo. ¿Estás aquí con alguien?"
"Sí. Estoy casada con Mick Riley."
Amelia asintió. "Mariscal de campo de los Sabers. Lo conozco bien.
Quiero decir, no lo conozco en absoluto. Nunca lo he conocido, pero
soy una gran fan de tu esposo, de todo el equipo, en realidad. Y ahora
mi lengua está cayendo sobre sí misma. Qué vergüenza."
Tara se río. "No te avergüences. Sentémonos." Tara hizo un gesto
hacia la mesa delante de ellas.
Amelia miró alrededor de la habitación. "Debería volver a la cocina".
"Por lo que parece, tu cocina es una máquina bien engrasada, Amelia.
Tómate un minuto y descansa".
"Está bien".
Se sentó, haciendo lo posible por ocultar su suspiro de alivio. Se sentía
bien al relajar los músculos tensos de su espalda. Estaba
acostumbrada a estar de pie todo el día. Lo había estado haciendo
durante años. Pero en ocasiones, la tensión en la parte baja de la
espalda le pasaba factura.
"Soy dueña de una empresa de planificación de eventos", dijo Tara. "Y
tengo que decirte que a lo largo de los años he probado muchas
empresas de catering, e incluso he contratado restaurantes privados
para que se encarguen de los eventos por mí. Así que me gustaría
pensar que tengo un paladar bastante sofisticado. Tengo que decirte
que tu cocina es más que excelente."
Amelia sonrió. "Gracias. ¿Qué compañía?"
"Se llama El Toque Perfecto. Tenemos una oficina aquí en San
Francisco, y otra en St. Louis. También vamos a abrir una sucursal en
la Costa Este a finales de año."
"Planificación de eventos. Qué emocionante. Y tú también te estás
expandiendo. Estarás en todo el país".
Tara se río. "Bueno, más o menos. He querido hacer una expansión en
la Costa Este por un tiempo, pero tuve un bebé hace cuatro años y me
ha mantenido bastante ocupada".
"Oh, tienes un hijo. Eso es maravilloso."
"Dos hijos, en realidad. Aunque el mayor está en la universidad. Me
tomé un largo descanso entre los dos".
Amelia parpadeó. "No puedo imaginar lo difícil que debe haber sido
para ti empezar de nuevo."
"Ha sido una experiencia, seguro. Me había olvidado mucho de lo que
era tener un bebé... y luego un niño pequeño. Es mucho más difícil una
vez que eres mayor, también." Tara se río. "Pero Sam tiene cuatro años
y está en preescolar ahora y a una edad muy divertida. Además, ama
a su papá y todo lo relacionado con el fútbol".
"Eso debe ser divertido para todos ustedes."
" Lo es. Nathan está en el último año en la Universidad de Texas. Es el
mariscal de campo allí, así que también sigue los pasos de su padre".
Amelia se recostó en su silla, revolviendo el vino en su copa. "Vaya.
Construyendo una dinastía de mini fútbol, ¿no?"
"A Mick le gustaría pensar eso. Está orgulloso de los dos chicos. ¿Y
qué hay de ti, Amelia? ¿Tienes algún pequeño cocinero en tu familia?"
Sacudió la cabeza. "Recientemente divorciada. Sin hijos. Me mudé
aquí desde Portland para tomar este trabajo."
"Siento lo del divorcio. Sé lo difícil que es cuando una relación no
funciona. Pero estoy segura de que Flynn está feliz de tenerte
trabajando aquí".
Amelia apreció que Tara no le hiciera ninguna pregunta sobre su
divorcio. "Me encanta trabajar aquí. Es un ambiente maravilloso y Flynn
me ha dado mucha libertad para hacer lo que quiera en cuanto al menú.
Dentro de lo razonable".
Los labios de Tara se curvaron. "Sé que a Flynn le encanta cocinar, así
que estoy segura de que tiene algunas ideas propias".
"Lo hace. Afortunadamente, todas son buenas ideas".
" Ajá. Ahora tengo registrado que piensas que mis ideas son buenas".
Amelia levantó la vista para ver a Flynn y a un espectacularmente
guapo Mick Riley de pie en su mesa. Sólo había visto a Mick en la
televisión, tanto jugando fútbol como en los anuncios que hacía. El
hombre era una obra de arte. ¿Pero en persona? Era mucho más
guapo con su pelo negro y sus abrasadores ojos azules. Era
sumamente alto y, wow, que cuerpo tan cincelado.
Tara era una mujer afortunada.
"Amelia, este es mi marido, Mick. Mick, ella es Amelia Lawrence. Es la
chef principal aquí en el Noventa y Dos".
Mick extendió su mano. "Encantado de conocerte, Amelia. La comida
aquí es genial. Ya he comido mucho más de lo que debería."
Ella se sonrojó bajo su cumplido. "Es un placer conocerte, Mick. Soy
una gran fan. Y me alegro de que estés disfrutando de la comida". Ella
empujó su silla hacia atrás. "Debería volver y comprobar la cocina."
Flynn puso su mano ligeramente sobre su hombro. " Quédate. La
cocina está bajo control. Mientras estabas aquí, eché un vistazo".
Ella arqueó una ceja. "Lo hiciste, ¿verdad?"
"Sí. No había nadie ahí para lanzarme nada."
Tara sofocó una risa.
Flynn y Mick tomaron asiento.
"¿Dónde está tu cita, Flynn?" Amelia preguntó.
"Está en el baño de mujeres. Debería salir en un segundo."
Amelia no se había dado cuenta. O Flynn, para el caso. Por otra parte,
había mucha gente en el restaurante, y ella se había centrado
principalmente en quién tenía los platos llenos de comida, así que no
era como si lo hubiera estado buscando.
"Ahí está".
Los chicos se pusieron de pie cuando una mujer de aspecto asombroso
se acercó. Era delgada, con pelo castaño oscuro hasta la barbilla y un
cuerpo increíble. Amelia pudo ver por qué Flynn se sentiría atraído por
ella. Tenía una sonrisa preciosa, dientes perfectos y unos hermosos
ojos marrones.
La mujer extendió la mano al otro lado de la mesa. "Hola, soy
Jameson".
Un nombre intrigante. Amelia estrechó su mano y se presentó, al igual
que Tara y Mick.
"Estoy con él", dijo Tara con una sonrisa. "Oh, los conozco a ambos.
¿No lo hace todo el mundo?"
Mick se río. "Bueno, no sé de todos, pero gracias".
"¿Y con cuál de estos tipos estás, Amelia?" Jameson preguntó.
"En realidad soy el chef principal aquí".
"Oh, me encanta la comida. Todo es fantástico".
"Gracias". Hasta ahora, todo bien. Era agradable y amistosa y parecía
contenta de quedarse al lado de Flynn. Por supuesto, los equipos de
camarógrafos no habían llegado todavía, pero ella se inclinaba por
darle a Jameson el beneficio de la duda.
Después de unos minutos de charla, Amelia se excusó para ir a ver la
cocina.
"Tienes que volver aquí cuando termines", dijo Flynn, caminando con
ella hacia la cocina.
Hizo una pausa. "No es mi trabajo ser la imagen del restaurante. Es el
tuyo y el de Ken".
La miró. "Pero te lo pido. Me gustaría que todos te conocieran. Todos
están delirando con la comida".
"Puedes tomar el crédito por ello".
Se río. "No diseñé ni preparé los platos. Tú lo hiciste."
"Está bien".
"Grandioso. Y gracias".
Era un misterio para ella por qué la quería aquí cuando era su fiesta
con sus compañeros, pero él era el jefe. Ella fue a la cocina para
asegurarse de que todo iba bien. El inventario estaba bien, y revisó
cada estación. Su personal era de primera categoría. No necesitaban
su ayuda, pero quería que supieran que estaba involucrada y
prestando atención y que estaba ahí para ayudar a solucionar
problemas si era necesario. Afortunadamente, no había incendios que
apagar, literal o metafóricamente. Y una vez que supo que todo estaba
en orden, volvió a la fiesta.
La mesa de cuatro personas se había separado, y ella no vio a Flynn,
así que era libre de vagar por la habitación. Fue al bar y tomó otra copa
de vino, y luego se dirigió a Ken.
"¿Cómo está todo el mundo?" preguntó.
"Bien. Los invitados parecen estar pasándolo muy bien y las estaciones
de servicio están ocupadas. A todos les encanta la comida. Lo cual, por
supuesto, deberían hacer. Es excelente".
"Gracias. Una gran multitud."
"Está a punto de ser aún más grande". Ken inclinó su cabeza hacia la
puerta principal. "Los medios de comunicación acaban de llegar. Voy a
ir a buscar a Flynn".
"Bien".
Se retiró a una de las esquinas para ver como Ken y Flynn se reunían
con los medios. También notó que Jameson se había movido a un lado,
fuera del alcance de las cámaras, y estaba hablando con las esposas
de algunos de los jugadores.
Tenía grandes esperanzas en esta mujer. Tal vez ella sería una buena
opción para Flynn.
Las luces se encendieron y las cámaras comenzaron a rodar. Flynn
comenzó a hablar y a hacer gestos sobre el restaurante. Amelia se
alegró de verlo conseguir esta cantidad de prensa para Noventa y Dos.
Prometía traer más clientes. Las cámaras se movieron por la sala y
algunos de los jugadores se acercaron a las entrevistas.
Flynn salió y se dirigió a Jameson, que lo rodeó con su brazo. Cuando
las cámaras regresaron a ellos, fue como si le hubieran hecho un
trasplante de personalidad. La cabeza se levantó, mostró una amplia
sonrisa, y de repente se puso en marcha, mostrando sus dientes
blancos como perlas e ignorando por completo a Flynn.
Oh, no. No de nuevo.
Era como si fuera la única en la cámara, y cuando el periodista la
entrevistó, Flynn se alejó.
Pero Jameson no se detuvo. Siguió hablando, sin darse cuenta de que
Flynn había ido a reunirse con algunos de sus amigos.
"¿De qué se trata todo esto?" Tara preguntó, viniendo junto a Amelia.
"Tenía muchas esperanzas en Jameson. Pensé que ella sería
diferente." Tara frunció el ceño.
"¿Diferente?"
"Flynn tiene una tendencia a elegir todas las mujeres equivocadas.
Conoces a las que van detrás de un jugador de fútbol sólo para tener
su tiempo frente a una cámara."
Tara frunció los labios. "Oh. Sé exactamente de lo que estás hablando.
Y desafortunadamente son muy frecuentes en el deporte. Uno pensaría
que mujeres como esa vendrían con una etiqueta de advertencia."
"Uno pensaría. Pero Flynn es como un imán para ellas. Lo he visto con
no menos de tres putas de cámara en los últimos meses".
"Eso es desafortunado. Y también es un buen hombre".
"Lo sé. Me gustaría que encontrara a la mujer adecuada".
Tara miró a Jameson, y luego miró a Amelia. "Conozco a muchas
mujeres agradables".
"¿Lo haces? Tal vez podrías presentarle una."
"Tal vez podría hacer eso. ¿O qué hay de ti, Amelia?"
Amelia buscó a Flynn en la habitación y lo encontró hablando con Ken.
"No, en realidad no conozco a mucha gente aquí".
"No, cariño. Me refería a ti".
Miró fijamente a Tara. "¿Yo? ¿Y Flynn? No lo creo."
"¿Por qué no? Eres hermosa. Él es precioso. Comparten el amor mutuo
por la comida. Obviamente te escondes en el rincón porque no quieres
estar en la cámara. Serías perfecta para él".
No había duda de que se sentía atraída por Flynn. Pero lo último que
necesitaba en su vida ahora mismo era un hombre. Especialmente un
hombre para el que trabajara. "No, no lo creo."
"¿No lo encuentras atractivo?"
Apenas podía apartar la mirada de él. A pesar de estar rodeado por un
grupo de hombres increíblemente atractivos, él sobresalía. "Oh, lo
encuentro atractivo. Pero es mi jefe".
Tara se encogió de hombros. "¿Y qué?"
Llamó la atención de Flynn y la dirigió hacia Tara. "Eso es algo
importante. Me mudé aquí específicamente para este trabajo. No
necesito perderlo porque una relación, o una aventura amorosa, vaya
mal".
"Bien, veo tu punto. Aun así, creo que la idea de ustedes dos juntos
tiene mérito. Sé que tú y yo acabamos de conocernos, pero puedo
verlos a ti y a Flynn juntos. Podrías encajar".
No lo había pensado. Claro, ella tenía una atracción física por Flynn.
¿Qué mujer heterosexual no la tendría? Él era un tipo sexy. Pero ella
no buscaba una relación. O un amante. Pero ahora, tanto Tara como
su mejor amiga habían mencionado algo acerca de que saliera y
anduviera en citas.
Tal vez ya era hora. Tendría que pensarlo. Pero no lo pensaría con
Flynn. Él estaba fuera de los límites.
Volvió a la cocina y trabajó, contenta de mantenerse alejada de las
cámaras. Horas más tarde, la fiesta empezó a decaer, así que ayudó
con la limpieza y luego envió a su personal a casa. Cuando salió al
frente, casi todos se habían ido, excepto Flynn y Ken, que estaban
sentados con Mick y Tara en una de las mesas más grandes.
"Hola, Amelia", dijo Flynn. "Ven a tomar una copa con nosotros".
Ella se dirigió y Flynn se levantó para sacar una copa de detrás de la
barra.
"¿Qué te gustaría?", preguntó.
"Una copa de pinot gris sería genial".
Agarró la botella, la descorchó y le sirvió una copa muy grande antes
de dársela. "Gracias por esta noche. Si no lo he mencionado antes, la
comida estuvo excelente. Todo el mundo deliraba con ella".
"Gracias. Pensé que todo había salido bien. Tuviste una gran
presentación".
"Mi jefe quedó impresionado con el restaurante. Y la comida. A Irvin le
encanta la buena comida y no pudo hablar lo suficiente de la tuya. Y
créeme, él ha viajado mucho, ha comido en algunos de los mejores
restaurantes del mundo. No suele quedar impresionado."
Ella lo tomó como el cumplido que se pretendía. "Gracias por eso".
Se dirigieron a la mesa y ella se sentó.
"Espero que todos se hayan divertido esta noche."
Tara parecía tan fresca a estas alturas como cuando Amelia la vio
antes. "Pasé una noche estupenda. No llevamos niños en este viaje,
así que me quedaré hasta tarde. Nuestro hijo Sam ha vuelto a St. Louis
con sus abuelos".
"Eso debe ser divertido para ti."
"Muy divertido. No es que no eche de menos a nuestro pequeño,
porque lo hago. Pero esto me da la oportunidad de ir al partido y no
tener que lidiar con dedos pegajosos de mostaza metiéndose en mis
pantalones, o preocuparme de que se vuelva loco. También puedo
hacer algunos negocios mientras estoy aquí, lo que es ideal para mí."
"Estoy segura de que eso es importante para ti. Y relajante al mismo
tiempo." Mick puso su brazo alrededor de Tara. "Ella necesita reunirse
con el administrador de su lugar aquí en San Francisco. Y también
tenemos un par de noches de citas. Hay que mantener vivo ese
romance".
Tara sonrió. "El romance es vital".
Amelia podía sentir el amor entre los dos. "Sí, definitivamente lo es".
"Son realmente repugnantes, esos dos", dijo Flynn, aunque sonrió
mientras lo decía.
Amelia se dio cuenta de que Flynn estaba solo. "¿Dónde está
Jameson?"
"Pedí un auto para ella y la envié de vuelta a su hotel."
"Oh. ¿Tenía que tomar un vuelo temprano?"
"No".
Supuso por su expresión de descontento que no debía hacer más
preguntas sobre Jameson.
"Le gustaban un poco las cámaras, ¿verdad, Flynn?" Tara preguntó.
"Sí. Tengo un don para encontrar mujeres que son imanes de cámara".
"Deberías dejarme emparejarte con alguien", dijo Tara. "Conozco a
muchas mujeres agradables".
"No, gracias. Después del desastre de esta noche creo que me tomaré
un descanso de las mujeres ahora mismo".
Mick resopló.
Flynn lo miró con desprecio. "¿Qué?"
" Tomarse un respiro de las mujeres. Como si pudieras hacer eso".
"Podría".
"No, no podrías". Mick hizo un gesto con las manos. "Es como el buffet
aquí. No puedes resistirte a probar todo".
Flynn levantó su barbilla y Amelia notó la firme línea de sus labios. "No
soy así con las mujeres".
"¿No es así? Parece que siempre tienes una cerca."
Flynn estrechó su mirada. "Sí, y tú eras un santo antes de conocer a
Tara".
"Oye, nunca dije que lo fuera. Pero no me mentí a mí mismo acerca de
tomarme un descanso".
Amelia se preguntaba si los dos iban a empujar las sillas hacia atrás y
empezar a dar puñetazos. Echó un vistazo a Tara, que no parecía
preocupada por la discusión.
Entonces, de repente, Flynn se río. "Vale, bien. Tal vez no me tome un
descanso. Pero, Cristo, seguro que me gustaría encontrar a una mujer
que me prefiera a mí antes que a las cámaras".
Mick le dio una palmada en la espalda. "Sé exactamente cómo es eso,
amigo".
La tensión se difundió. Si realmente hubiera habido alguna vez alguna
tensión. Tal vez todo había estado en su mente.
"¿Son ustedes dos siempre así?" Amelia preguntó.
Flynn la miró. "¿Cómo qué?"
"Discutiendo entre sí un segundo, y riendo al siguiente."
Mick sonrió. "Nos damos mierda el uno al otro todo el tiempo. Flynn
sabe que sólo estaba bromeando con él".
Flynn puso su mano sobre su brazo. "¿Estabas preocupada por mí?"
"No. En absoluto. Me preguntaba si debería quitarme de en medio
antes de que uno de ustedes se fuera volando sobre la mesa. Pero
entonces me di cuenta de que Tara no parecía preocupada".
Tara se encogió de hombros y tomó un sorbo de su vino. "Estoy
acostumbrada a ellos. Son como niños pequeños en cuerpos grandes."
Mick se inclinó y le besó la mejilla. "Voy a tomar eso como un cumplido."
"Hazlo. Mientras tanto, deberíamos encontrar una mujer decente con
la que Flynn pueda salir antes de que elija otro desastre como
Jameson".
"Gracias, pero puedo encontrar mi propia mujer."
"Oh, claro", dijo Amelia. "Porque estás haciendo un trabajo muy
ganador en ese frente hasta ahora".
El enfoque de Flynn aterrizó en Amelia. "Oye. ¿Ahora te unes a la
lucha?"
"Ahora que sé que no vas a golpear a nadie en la mesa, pensé que
podría hacerlo."
"Sí, Amelia me contó antes algunas de tus historias sin éxito", dijo Tara.
Flynn sujetó a Amelia con una mirada. "Traidora".
Los labios de Amelia se levantaron. "Lo siento. Las estaba usando en
referencia a Jameson, que esperaba que en ese momento fuera
diferente."
"Ahora que sabemos que no puedes elegir a tu propia mujer, Amelia y
yo deberíamos hacer de casamenteras para ti."
Mick los miró con horror. "Eso tiene escrito un choque de trenes por
todas partes."
"¿Cómo es eso?" Amelia preguntó.
"No lo sé, pero nunca me ha gustado el arreglo."
"Déjame intentarlo", dijo Tara. "El próximo martes daré una cena en
nuestra casa para los amigos y algunos del equipo".
" Ofensiva", le dijo Mick a Flynn.
Flynn hizo una mueca y Mick se río.
"¿Por qué no vienes, Flynn, y te arreglaré una cita con alguien?" Tara
preguntó. "Amelia, tú también vendrás".
"Gracias, pero estaré trabajando", dijo Amelia.
"Si yo tengo que hacerlo, tú también", dijo Flynn. "Así que tienes la
noche libre." Estaba a punto de objetar, pero sería divertido ver cómo
Flynn se las arreglaba para juntarse con una de las amigas de Tara.
Así que asintió con la cabeza.
"Gracias, Tara. Me encantaría."
"Y de esta manera te dará la oportunidad de conocer gente nueva,
también, Amelia."
"¿Por qué no la arreglas con alguien también, Tara?" Flynn preguntó.
"No conoce a mucha gente aquí".
Amelia miró a Flynn antes de sonreírle a Tara. "Oh, eso no es
necesario".
Pero Tara lanzó una brillante sonrisa en dirección a Amelia. "Esa es en
realidad una gran idea. Citas para los dos en la fiesta del martes."
No podía decir que no, ya que acababa de meter a Flynn en esto.
"Genial. Gracias".
Pero envió una mirada fulminante a Flynn, que sólo le sonrió a
sabiendas.
Bastardo.
seis.

Amelia estaba en medio de la preparación del boeuf bourguignon


cuando sonó el timbre. Agarró la toalla para limpiarse las manos y se
dirigió a la puerta. Era Laura.
"Hola, entra. Creí que hoy trabajabas."
"Cambié el turno con una de mis compañeras de trabajo que no quería
perderse el recital de danza de su hija. Así que voy a ir más tarde, en
su lugar".
"Eso significa que no habrá vino para ti. Qué lástima." Tomó un sorbo
de su copa y la puso en la isla.
"¿Qué demonios estás haciendo? ¿Es eso boeuf bourguignon?" "Lo
es. Con un pequeño giro aquí y allá para hacerlo mío".
"Oh, Dios mío. Estoy muy intrigada. Y ahora tengo hambre".
Amelia deslizó un plato de queso y galletas hacia Laura. "Toma un
bocadillo. Y hay té helado en la nevera."
Laura agarró un vaso y se sirvió un poco de té, luego recuperó un
pequeño plato y lo apiló con queso, galletas y las aceitunas que Amelia
había preparado.
"Así que cuando cocinas, ¿te da hambre?"
Amelia le sonrió. "Absolutamente. Es por eso que tengo que tener
bocadillos cerca."
Deslizó la cazuela en el horno y puso el temporizador, luego llevó una
silla a la isla y puso un poco de queso y galletas en su plato.
"¿Cómo fue el evento de anoche?"
"Fue muy bien". Le contó a Laura todo, incluyendo la desastrosa cita
de Flynn, el encuentro con Tara y Mick Riley y lo que pasó después de
la fiesta.
"¿Así que otra mujer decidió que el tiempo de cámara era más
importante que pasar el rato con ese hombre tan atractivo? ¿Qué
tienen de malo estas mujeres, de todas formas?"
"No tengo ni idea. Estoy realmente desconcertada por qué muchas
mujeres se arriesgarían a tener una relación con un tipo tan bueno
como Flynn para tener un tiempo de cara a la cámara. ¿Tienen las
cámaras de televisión algún tipo de calidad embrujadora que
desconocemos?"
"Me tienes, cariño. Si alguien pusiera una cámara delante de Jon,
correría como el demonio para escapar".
"Eso es porque eres especial. Y amas a tu esposo". Laura se metió una
aceituna en la boca. "Sí que amo a ese hombre. ¿Así que ahora
también tienes una cita la semana que viene? Impresionante."
"Ugh. No es impresionante. Pero no parecía haber una forma educada
de salir de ello".
"¿Por qué querrías hacerlo? Esta es tu oportunidad de conocer gente
nueva. Y un tipo que podría ser perfecto para ti."
"Ningún hombre es perfecto".
"Por supuesto que no. Pero algún tipo podría ser el adecuado para ti".
Cortó un trozo de Gouda y lo puso sobre una galleta. "Eso es lo que
pensé la primera vez. Me equivoqué. Claramente no tengo intuición
cuando se trata de hombres, y no estoy interesada en intentarlo de
nuevo."
"Estás quemada, cariño. Lo entiendo. Pero ve de todos modos,
diviértete. Nadie te está pidiendo que te cases con el tipo de la primera
cita. Incluso si encuentras a alguien con quien tener una aventura, vale
la pena. ¿No extrañas el sexo?"
Casi se atraganta con el vino. "Por supuesto que sí".
"Toda esa acción cuerpo a cuerpo, una boca sexy besándote, un poco
de acción con la lengua dando un lento y delicioso paseo en el Hot
Body Train hasta Lady Town."
Le disparó una mirada a su mejor amiga. "Laura. Detente."
Laura parecía imperturbable. "¿Qué? Sabes qué quieres un poco. Sólo
porque un imbécil te haya roto el corazón no significa que tu vagina
haya quebrado. Los dos órganos no tienen que estar conectados entre
sí, ya sabes. Puedes tener sexo ardiente y sudoroso sin enamorarte".
Laura tenía razón. Había pasado mucho tiempo. Incluso antes de que
ella y Frank se divorciaran, el sexo había cesado. Lo que no significaba
que estuviera lista para... abordar ese tren de nuevo todavía.
Aun así... sólo pensar en tener un poco de sexo salvaje e incontrolable
con alguien sonaba muy bien en este momento.
Por otra parte, podría ser el vino el que hablaba.
"Puedo ver tu mente trabajando allí", dijo Laura. "Estás pensando en el
sexo".
Escondió sus pensamientos inclinándose para anotar algunas notas
sobre la receta. "No. Estoy pensando en la comida".
"Nadie te conoce mejor que yo. Y nunca te sonrojas por el boeuf
bourguignon. No sólo piensas en el sexo, sino en el sexo ardiente,
sucio y contra la pared".
Amelia le echó un vistazo directo a Laura. "Nunca he tenido sexo
ardiente, sucio y contra la pared".
Laura inclinó su vaso de té hacia ella. "Entonces lo has estado
haciendo mal. Tenemos que encontrar al tipo más atractivo del mundo
para ti. Espero que esté en la fiesta del martes por la noche".
Amelia pensó en negar la declaración de Laura, pero en realidad, ella
también lo pensó.
SIETE.

Después de una agotadora derrota en Cleveland el domingo, Flynn y


su equipo se reagruparon y trataron de averiguar en qué se habían
equivocado.
Los equipos especiales habían cometido algunos errores, y el corredor
de ochenta yardas del equipo contrario para un touchdown no había
ayudado. La defensa había parecido desafinada durante todo el juego.
El ataque de los Sabers había hecho dos touchdowns y un gol de
campo, así que deberían haber sido capaces de defender Cleveland y
contenerlos.
No fue así, lo que los hizo aún más decididos a jugar en casa este fin
de semana con la mentalidad de ganar.
Habían visto cintas de partidos hoy, y Flynn había prestado especial
atención a la línea defensiva. No era que la línea ofensiva de Cleveland
fuera mejor. Pero la ofensiva de Cleveland había salido más rápido de
la marca, y había protegido al mariscal de campo, lo que significaba
que Flynn no había podido tocarlo. Ni tampoco el otro jugador de línea.
Cleveland se había visto sólido y la defensa de los Sabers se había
dispersado.
Era hora de sacudirse esa pérdida y hacer lo que sabían que podían.
Fue un entrenamiento agotador, pero el día estaba fresco y excavaron
profundamente exorcizando los demonios del juego anterior. Lo que
había salido mal la semana pasada había terminado. Él y su línea eran
sólidos ahora, y después del resto de las prácticas de la semana sabía
que estarían listos para Green Bay el domingo.
"¿Nos vemos esta noche?" Mick preguntó mientras pasaba junto a él
en el vestuario.
"Seguro. Estaré allí." Aunque no estaba muy entusiasmado con la idea
de ser arreglado. Prefería elegir su propia mujer.
Pero eso no le había funcionado muy bien últimamente. Todavía
estaba enfadado por lo que había pasado con Jameson. Y si era
honesto, estaba enojado por el largo flujo de mujeres que lo habían
estado usando para la cámara.
Debería dejar de tener citas y concentrarse en el fútbol. No le gustaba
el fracaso. Perder no era aceptable para él, ya fuera un juego o una
relación.
Al menos había ganado más partidos que los que había perdido. Toda
la relación había sido una gran pérdida últimamente, y eso apestaba.
Algo tenía que cambiar en el departamento de romance.
Tal vez tener a alguien que lo arregle funcionaría mejor que encontrar
sus propias citas, así que podría intentarlo.
Después de llegar a casa, revisó sus mensajes telefónicos. Uno de su
madre, así que hizo clic en su número. Ella respondió de inmediato.
"Hola, mamá, ¿qué pasa?"
"No hay mucho aquí. Planeación de la boda."
Dos de sus hermanos, Grant y Tucker, se casaban el año que viene.
Lo que hacía a su madre muy feliz.
"¿Y cómo va eso?"
"Va bien, pero por supuesto hay mucho que hacer como puedes
imaginar."
"Sí, me lo imagino".
"¿Y cómo estás? ¿Cómo va el nuevo restaurante?"
" Está bien. Me alegra que tú y papá hayan podido venir para la noche
de la inauguración".
"Lo pasamos muy bien. Es un restaurante encantador, Flynn. Estamos
muy orgullosos de ti".
Sonrió. Sus padres siempre habían apoyado su carrera y todo lo que
había logrado. Criar cinco hijos no había sido fácil, y mucha de esa
carga había recaído en su madre cuando todos eran más jóvenes,
porque en ese momento su padre todavía estaba jugando fútbol. Tenía
mucha admiración por su madre. Había sido abogada a tiempo
completo hasta que se retiró, y se las había arreglado para luchar
contra cuatro chicos rebeldes y una hija.
"Gracias, mamá".
"¿Algo nuevo en el frente de las citas?"
Esperaba la pregunta. "No por el momento. Estoy... trabajando por
cuenta propia."
"Lo que significa que no has conocido a nadie especial todavía. No te
preocupes. Sucederá para ti."
"No tengo prisa".
"Bueno, cuando lo haga, hágamelo saber, ¿de acuerdo?"
A su madre le convendría que todos sus hijos estuvieran emparejados.
"Sabes que lo haré".
"Oh, y Mia estará ahí fuera pronto. ¿Te ha contado lo de visitar
Stanford?"
"Sí, me lo dijo. Va a dormir en la casa de huéspedes".
"Está bien. Vigílala mientras esté allí. Sé que ella habla un juego
independiente, pero sigue siendo mi pequeña niña".
Sonrió. Su hermana ya era adulta, pero para su madre, Mia siempre
sería el bebé de la familia. "La mantendré encerrada en la casa y le
quitaré todos los dispositivos de comunicación".
Su madre se río. "No creo que tengamos que ir tan lejos. Sólo
asegúrate de que esté a salvo mientras esté allí, Flynn".
"Eso puedo hacerlo".
"Gracias. Hablaré contigo pronto. Te amo."
"Yo también te amo, mamá. Adiós".
Evitó decirle a su madre lo de la cita de esta noche. Principalmente
porque pensó que nada saldría de ello. Rara vez hablaba de su vida
romántica con su madre, o con cualquier otro miembro de su familia.
Todos tenían la tendencia de entrometerse y ofrecer consejos no
solicitados, que él no necesitaba ni quería. Todos excepto su madre,
que nunca ofrecía consejos. Ella sólo se hacía ilusiones, y él no quería
que se decepcionara.
Fue a su escritorio y trabajó en su ordenador durante una hora más o
menos, luego se relajó y vio los deportes en la televisión hasta que
llegó el momento de prepararse. Eligió un par de jeans oscuros y una
camisa de manga larga abotonada. Mick le había dicho que era algo
casual, pero como iba a tener una cita, se aseguró de elegir un nuevo
par de jeans y una linda camisa. Después de ponerse los zapatos, se
puso el reloj, se subió al todoterreno y se dirigió a la casa de Mick y
Tara.
Tenían una bonita casa en Half Moon Bay, en el campo de golf, porque
a Mick le gustaba jugar al golf. Y como Tara no estaba a menudo con
él, le daba a Mick algo que hacer en su tiempo libre. Flynn a veces iba
allí y jugaba una ronda con él.
Era un gran campo de golf, y la casa de Mick estaba en el fairway
quince. Bastante agradable.
Flynn aparcó en la gran entrada, luego fue a la puerta principal y tocó
el timbre.
Mick abrió la puerta. Tenía una botella de cerveza en la mano y ofreció
una amplia sonrisa.
"Hola, Flynn. Pasa."
"Gracias". Flynn entró y siguió a Mick a la amplia zona de vivienda,
donde ya se había formado una multitud. Se dirigió a los jugadores de
los Sabers, ya que eran tipos que conocía y le agradaban.
Incluso si eran jugadores ofensivos.
"Hola, Flynn".
"Hola, Randy". Randy LaSalle era el receptor estrella de los Sabers.
Había llegado al equipo recién salido de la universidad y le había ido
muy bien con ellos.
"¿Dónde está tu esposa?"
"Uno de los niños tiene gripe, así que no pudo venir. Tampoco está
muy contenta con eso. Casi me hizo quedarme en casa para que ella
pudiera venir. Ya sabes lo que siente por Tara".
Flynn se río.
"Sí, lo sé". Todos en el equipo amaban a Tara. Era dulce y generosa y
apoyaba mucho a Mick y su carrera. Demonios, ella apoyaba a todos
los jugadores.
Flynn sería afortunado de encontrar una mujer así.
Tara se acercó. "Hola, Flynn. Me alegro de que estés aquí. Quiero
presentarte a Skylar. Si nos disculpas, Randy".
"Claro", dijo Randy. "Más tarde, Flynn".
Lo tomó del brazo y lo llevó a la chimenea. Había una hermosa mujer
de pelo castaño sentada allí tomando una copa de vino y hablando con,
entre toda la gente, Amelia, que se veía impresionante con una falda
larga y un suéter de manga larga.
Por alguna razón sus ojos gravitaron hacia Amelia, que recibió su
mirada con interés.
"Hola, Amelia".
"Hola, Flynn".
"Flynn, esta es Skylar Wilson. Skylar, me gustaría que conocieras a
Flynn Cassidy".
Extendió su mano para estrechar la de ella. "Encantado de conocerte,
Skylar".
"Encantada de conocerte, también, Flynn".
"Si me disculpan, voy a ir a rellenar mi copa", dijo Amelia. "Yo también".
Tara y Amelia los dejaron solos, así que Flynn hizo un gesto hacia la
chimenea.
"Encontraste el punto caliente".
Ella se río. "Sí, tiendo a tener frío, y olvidé mi suéter."
"Tengo una chaqueta en mi coche. ¿Quiere que la traiga para ti?"
"Es muy amable de tu parte ofrecerte, pero estoy bien ahora mismo.
Tara me dice que juegas fútbol, como Mick."
"Sí, lo hago. ¿Te gusta el fútbol?"
"Sí. Soy fan de los Sabers, aunque supongo que no conozco a todos
los jugadores individuales. Lo siento."
Le dio una sonrisa. "No es necesario. Me alegro de que disfrutes del
juego. ¿A qué te dedicas, Skylar?"
"Soy artista. Pinto y esculpo a la vez. Tengo una pequeña galería aquí
en Half Moon Bay. Ahí es donde conocí a Tara".
"Suena genial. Debe ser asombroso tener habilidad artística. La mía no
va mucho más allá de la variedad de figuras de palo".
Ella se río. "Está bien, porque no puedo lanzar o atrapar un balón de
fútbol. Todos tenemos nuestros talentos".
"Supongo que sí".
Charlaron un rato sobre sus respectivas carreras. A él le gustó Skylar.
Era interesante, ciertamente hermosa, y podía mantener una
conversación. Además, ella escuchaba mientras él hablaba, así que no
todo era unilateral.
Hasta ahora, todo bien.

A Amelia le gustaba conocer gente nueva. No era introvertida, así que


fue fácil para ella sentirse cómoda incluso entre extraños.
Pero, ¿conocer a un chico nuevo? Eso era intimidante. Parte de ella
esperaba que él no apareciera esta noche, y que pudiera relacionarse
con los amigos de Mick y Tara sin ninguna expectativa.
Estaba hablando con el abogado del equipo y su esposa cuando Tara
le dio un golpecito en el hombro.
"Siento interrumpir, pero ¿te importa si tomo prestada a Amelia? Hay
alguien a quien tengo que presentarla".
"Por supuesto", dijo John.
"Fue un placer conocerte, Amelia", dijo la esposa de John, Adele. "
Encantada de conoceros a los dos. Espero que pasen por el Noventa
y Dos para comer".
"Definitivamente lo haremos", dijo Adele.
"Aaron está aquí. Es el tipo con el que te estoy poniendo una cita", dijo
Tara.
"Oh. Vale. Genial". Demasiado para que no apareciera.
Tara la llevó a la cocina, donde un tipo muy atractivo estaba hablando
con un montón de otros tipos atractivos. Si Aaron estaba en este grupo,
al menos ella pasaría la noche cenando con un hombre atractivo.
Tara tocó en el hombro a uno de los hombres altos y bien formados.
"Aaron". Él se dio vuelta, y Amelia notó que llevaba un suéter azul
marino sobre una camisa blanca de botones. Llevaba pantalones
oscuros, tenía el pelo marrón arenoso y unos ojos marrones muy
bonitos. Y el tipo tenía una sonrisa asesina.
"Aaron Brooks, esta es Amelia Lawrence."
"Hola, Amelia. Tara me ha hablado mucho de ti".
"¿Lo ha hecho?" Amelia le echó una mirada interrogante a Tara, ya que
Tara no le había dicho nada sobre Aaron.
"Sí. He oído que eres la nueva chef del restaurante de Flynn Cassidy.
Yo también soy una especie de aficionado a la comida".
"¿Así que cocinas?"
"No. Pero me encanta comer. Es uno de mis pasatiempos favoritos".
Ella se río.
"Ya veo".
"Disculpen", dijo Tara. "Creo que he oído a alguien en la puerta." "¿Te
gustaría ir a un lugar más tranquilo donde podamos hablar?" Él hizo un
gesto con la cabeza hacia las sillas de la esquina de la sala de estar.
"Eso sería genial".
Aaron la llevó a dos sillas cómodas en la esquina cerca de la chimenea.
En su camino, pasaron por delante de Flynn y Skylar, que estaban muy
ocupados con la conversación.
Flynn la miró mientras pasaba y sonrió. Le hizo señas con los dedos,
sin querer llamar la atención ya que él estaba con una cita.
Todo esto era tan extraño.
Aaron había sostenido su copa de vino mientras caminaban, así que la
dejó en la pequeña mesa entre ellos.
"Dime a qué te dedicas, Aaron".
"En realidad soy el contador de Mick. No es un trabajo tan glamoroso
como el tuyo".
"No sé nada de eso. Las matemáticas pueden ser muy sexys".
Se río. "Creo que es la primera vez que lo escucho, así que gracias".
"De nada. ¿Y asumo que eres un fanático del fútbol?"
"Mucho. Aunque tengo otros intereses además de los deportes. Y las
matemáticas".
"Es bueno saberlo. ¿Qué sería eso?"
"Me encanta navegar. Tengo un barco".
Sus cejas se levantaron. "En serio. Eso debe ser increíble. San
Francisco es increíble para la navegación".
"Sí, lo es. ¿Alguna vez has navegado?"
Ella asintió. "Lo he hecho. Solía vivir en Seattle. Y luego en Portland
después de eso. Soy una gran fan de vivir cerca del agua, obviamente.
Y mi exmarido tenía amigos a los que les encantaba navegar, así que
a menudo nos invitaban a salir en su bote".
"Impresionante. Así que cocinas y puedes navegar. ¿Qué más te gusta
hacer, Amelia?"
Le gustaba que le hiciera preguntas sobre sí misma. Había salido con
muchos tipos a los que sólo les gustaba hablar de sí mismos. Pasaron
media hora haciendo un buen viaje de ida y vuelta para conocerse. A
ella le agradó Aaron. No había química entre ellos, pero él era
agradable, simpático y ciertamente atractivo.
Ella era buena en eso para una primera cita. Sobre todo, en el caso de
un arreglo. Cuando Tara anunció que era hora de cenar, se trasladaron
al comedor, que era hermoso y espacioso.
A Amelia le encantaba todo lo que había en la casa de Tara. Tara le
había dado un recorrido por el piso principal cuando llegó. Era cálido y
abierto, con una sala de estar principal increíblemente amplia, y
ventanas de piso a techo que daban a una increíble terraza y campo
de golf.
Y, por supuesto, Amelia estaba enamorada de la cocina. Encimeras de
mármol con mucho espacio, una isla enorme, una cocina de chef y un
congelador bajo cero. Tara le había dicho que entretenían a varios
miembros de los Sabers cuando estaba en la ciudad, así que le gustaba
tener mucho espacio para todos esos tipos grandes. Y a menudo toda
la familia Riley venía de visita, y era una gran familia, así que Tara
disfrutaba de tener espacio para todos. Amelia entendía la necesidad
de eso.
Mientras entraban en el comedor, tomó notas mentales sobre la mesa
grande, el hermoso candelabro y los elegantes adornos de la mesa.
Algún día, ella tendría una casa grande como esta con una cocina y un
comedor increíbles.
Ella y Aaron terminaron sentándose al lado de Flynn y Skylar, aunque
con la forma en que se dispusieron los asientos, Aaron se sentó al lado
de Skylar y Flynn quedó al final.
Lo que le vino bien, porque se lo pasó bien hablando con Aaron. Y
aparentemente Aaron también se divirtió hablando con Skylar. Resultó
que los dos se conocían a través de Tara, y se llevaban muy bien
también. Aaron y Skylar descubrieron que habían ido al mismo instituto,
así que mientras se reencontraban y hablaban de amigos en común,
Amelia acabó hablando con Maggie, que descubrió que dirigía el
negocio de planificación de eventos de Tara en San Francisco.
Maggie era divertida e inteligente y tenía un gran sentido del humor.
Recientemente se había comprometido con un chico increíblemente
sexy que se sentaba a su izquierda y parecía totalmente dedicado a
ella.
"Nos conocimos en un concierto en el parque", dijo Maggie. "Al
principio pensé que era una especie de acosador".
"Oye, me gustaste", dijo Jack, su prometido. "Quiero decir, mírate. Eres
preciosa. ¿Puedes culparme?"
Maggie se ruborizó. "Me acerqué a él bastante rápido cuando me di
cuenta de que no era un asesino en serie".
Amelia se río. "¿Cuándo es la boda?"
"En abril. La familia de Jack vive en Dakota del Norte, pero vienen aquí
para la boda. Así que habrá mucha coordinación de viajes además de
la planificación de la boda".
Jack puso su brazo alrededor del respaldo de la silla de Maggie.
"Afortunadamente, ella es una planificadora de eventos, así que tiene
todo esto bajo control. Y yo sólo asiento y le digo que me encanta todo
lo que elige".
"Está bromeando. Una de las cosas que más me gustan de él es que
tiene opiniones".
A ella le encantaron estos dos.
Después de las ensaladas, los proveedores trajeron la cena, que era
un asombroso salmón a la brasa con alcaparras y espárragos. Pasó
tiempo hablando con Maggie y Jack, así como con Aaron y Skylar.
Rápidamente se hizo evidente que Aaron y Skylar compartían mucha
más química que ella con Aaron. Aunque Aaron estaba totalmente
atento a ella y ella le daba puntos por eso. Muchos chicos dejaban un
arreglo y se iban con la chica que le pegaba a sus botones calientes.
Él estaba siendo un caballero total al respecto y ella iba a tener que
darle una salida después de la cena.
Después de un decadente postre de tiramisú, ella terminó su café, y
dejó que Aaron sacara su silla.
" ¿Disfrutaste de la cena?" preguntó él.
"Estuvo maravillosa".
"Me preguntaba cuán crítica eres con la comida cocinada por otras
personas", preguntó.
"Oh, no muy crítica. Quiero decir, a veces pienso en cómo podría
haberlo arreglado de forma diferente, pero dejo que el chef que hay en
mí se tome una noche libre de vez en cuando."
Se río. "Por supuesto".
Su mirada se desvió hacia Skylar, que estaba charlando con Flynn.
"¿Aaron?"
Volvió a llamar la atención sobre Amelia. "Sí".
Ella tomó su mano. "Me lo he pasado muy bien hablando contigo esta
noche, pero es obvio que tienes una conexión mucho más fuerte con
Skylar".
Él arrugó su nariz. " ¿Fue tan obvio? Lo siento mucho."
"No lo hagas. Es difícil encontrar a alguien con quien conectar. Y
cuando lo haces, creo que deberías ir por ello".
"No lo sé. ¿Qué pasa con Flynn?"
Ella miró para ver a Skylar alcanzando a Flynn para darle un abrazo, y
luego se volvió para mirar el camino de Aaron con una sonrisa.
Obviamente no le molestó demasiado a Flynn, ya que se alejó de
Skylar sin echar una mirada hacia atrás.
"Creo que a Flynn le parece bien".
Aaron tomó su mano y le besó la parte de atrás. "Eres un acto de clase,
Amelia. Espero que encuentres a alguien digno de ti."
"Gracias".
Vio como Aaron se acercó a donde Skylar estaba junto a la chimenea.
Skylar agració a Aaron con una sonrisa genuina.
Tenía un buen presentimiento sobre ellos dos. Había pasado algún
tiempo con Skylar antes de que Flynn apareciera esta noche y le
agradó mucho la bella e inteligente mujer.
Se dirigió a la cocina y puso su taza de café en el fregadero, decidiendo
que tal vez era necesario más vino. Había un bar en el mostrador, así
que cogió una copa y miró la selección, intentando decidir lo que
quería.
"Parece que nuestros compañeros de cena han encontrado más en
común entre ellos que con nosotros."
Se giró y miró a Flynn. "Eso parece".
"Espero que eso no hiera tus sentimientos".
Se encogió de hombros. "Aaron es un buen tipo y definitivamente
disfruté hablando con él, pero honestamente, no había química entre
nosotros. Aunque puedo decir que tiene algo con Skylar".
Flynn asintió. "Sí. Skylar es muy dulce, súper inteligente y divertida. Me
gustó, pero a mí me pasó lo mismo. No hubo zumbido".
Amelia ladeó una ceja. "¿Es importante ese zumbido?"
"Diablos, sí. ¿No lo es para ti?"
"No sé si alguna vez he sentido un zumbido antes."
Dio un paso al frente. "¿No lo has hecho? Pero estuviste casada."
"Esto es verdad". Ella no lo explicó y él no le preguntó, lo cual le
agradeció.
"Es hora de cambiar eso".
Definitivamente sintió algo cuando él la agarró de los hombros y la
empujó hacia él. No sabía si podía clasificarse como un zumbido o cada
hormona de su cuerpo sentada y notando que un hombre caliente y
delicioso la tocaba. Lo que sintió fueron dedos calientes en su carne,
su aroma fresco y amaderado y la repentina necesidad de alcanzarlo y
tocarlo.
Inclinó la cabeza hacia atrás y se perdió en el fondo azul de sus ojos.
"Disculpen, ustedes dos", dijo Tara. "Necesito hacer una revisión del
inventario de vinos".
Y así como así, el calor incendiario que la había envuelto tan pronto
como Flynn la tocó se evaporó. Dio un paso atrás y también lo hizo
Flynn.
"¿Puedo ayudarte con eso, Tara?"
"No, tengo esto cubierto. Estás aquí para disfrutar de la fiesta." Tara
miró a su alrededor. "¿Dónde está Aaron?"
"Empezando lo que Flynn y yo esperamos que sea una muy buena
relación con Skylar".
Tara los miró a ambos. "Oh. Oops. Lo siento, chicos."
Amelia se río. "No hay problema. A veces funciona así."
"Pero apreciamos el arreglo", dijo Flynn.
"Skylar es dulce".
"Lo es, ¿verdad? Oye, al menos arreglé un par esta noche. Sólo que
no de la manera que originalmente pretendía."
"Mejor que cada uno vaya por su lado", dijo Flynn. "Y déjanos ayudarte
con eso".
Terminaron ayudando a Tara con su inventario de vinos. Bajaron a la
cava de vinos, lo cual fue bastante increíble. Flynn trajo una caja de
chardonnay, mientras que Tara y Amelia llevaron cada una dos botellas
de tinto.
"Gracias por la ayuda", dijo Tara. "Ahora insisto en que ustedes dos se
unan a la fiesta".
"Muy bien", dijo Flynn. "Pero primero, Amelia, ¿qué tal un poco de
vino?" Estaba tan atrapada en estar cerca de Flynn que se había
olvidado por completo de su vino.
"Oh, claro, vino".
"¿Qué te gustaría?"
"Tomaré ese merlot".
Mientras Tara se ocupaba de reorganizar y ayudar a una de las parejas
que habían entrado en la cocina, Flynn abría la botella y llenaba su
copa. Luego fue al refrigerador y tomó una cerveza.
"Vamos a sentarnos en algún lugar".
"Seguro".
Se dirigieron a la esquina privada donde se había sentado con Aaron
antes. Se dio cuenta de que Aaron y Skylar estaban conversando en la
chimenea.
Tanto es así, que ni siquiera habían notado a Amelia y a Flynn cuando
pasaron por allí.
Sí, a esos dos les iba a ir bien.
"Es como si nadie más en toda esta casa existiera".
Flynn miró por encima del hombro a Aaron y Skylar. "Sí, yo diría que
se llevan muy bien".
Le devolvió la atención. "¿Y no es así como debería ser con alguien
que te interesa?"
"Sí".
Él tomó su mano, y ella experimentó el mismo temblor que había
sentido antes cuando se acercó a ella.
"Ese zumbido que estaba describiendo antes".
Ella levantó su mirada a la de él. "Ese zumbido".
Su mirada era directa y ella no podía evitar enfocarse en su boca. "Sí.
Es una atracción. Una cosa química. Cuando sientes una tensión en tu
cuerpo, una conciencia de la otra persona."
Su pulgar se frotó sobre su mano. Hizo que su aliento se convirtiera en
pequeñas chispas - odiaba usar la palabra, pero no tenía otra
descripción para ella - que la atravesaban. Se sentía como mini
descargas eléctricas temblando dentro de ella.
"¿Lo sientes ahora mismo, Amelia? ¿Cuándo te toco?"
Retiró su mano, frotando con fuerza su piel donde, hace unos
segundos, había sentido esa carga erótica de Flynn. "No".
Sus labios se curvaron. "¿Estás segura de eso?"
"Absolutamente. No sentí nada".
Él se inclinó hacia atrás y tomó un largo trago de su cerveza,
estudiándola. Había algo muy intenso en Flynn. Lo había sentido hace
meses cuando la entrevistó. En ese entonces, a ella le gustaba eso de
él. Muchos dueños de restaurantes apenas la habían mirado cuando la
entrevistaron, como si no existiera. Flynn era todo sobre el contacto
visual, lo que en el momento de la entrevista ella realmente apreciaba.
La había hecho sentir como una persona, como si sus opiniones
importaran.
Sin embargo, ahora no hablaban del restaurante o de la comida. De
hecho, no estaban hablando en absoluto. Ella quería mirar hacia otro
lado, pero había algo increíblemente magnético en sus ojos. Sobre
todo, él, en realidad, desde el corte cuadrado de su mandíbula hasta el
grosor de su pelo negro y la forma en que sonreía.
Y luego estaba su cuerpo. Casi deseaba que no fuera otoño y que no
llevara una camisa de manga larga. Ella lo había visto antes en
camisetas de manga corta, había echado un vistazo a sus tatuajes,
aunque quería ver más de cerca no sólo su arte corporal, sino también
sus músculos.
No le gustaba mucho un hombre con músculos. Su ex había estado en
el lado más delgado, y eso nunca le había molestado. Pero ahora que
estaba cerca de Flynn, tuvo que admitir que la idea de pasar sus manos
sobre sus bíceps o deslizar sus dedos bajo su camisa para recorrer sus
abdominales tenía cierto atractivo.
Flynn se aclaró la garganta y su mirada se volvió hacia su cara. Sólo
entonces se dio cuenta de que había estado mapeando visualmente su
cuerpo mientras pensaba en él.
Y la sonrisa reveladora de su cara le dijo que sabía exactamente lo que
había estado haciendo.
Su rostro ardió en llamas. Se puso de pie. "Bueno, debería ir a rellenar
mi vino". Él miró su copa.
"No has terminado lo que está ahí todavía."
"No lo he hecho, ¿verdad?"
Abusó del pobre merlot al derribarlo en dos tragos. "Ahora lo he hecho".
Los labios de Flynn se curvaron. " ¿Sedienta, Amelia?"
"Aparentemente. Vuelvo enseguida."
Salió rápidamente a la cocina, esperando que hubiera alguien con
quien pudiera hablar para no tener que volver a hablar con Flynn.
Desafortunadamente, las únicas personas que estaban allí eran el
personal del catering, aunque se tomó unos minutos para decirles lo
maravillosa que había sido la cena. Luego rellenó su vino y de mala
gana volvió a la sala de estar.
Afortunadamente, había varias personas sentadas con Flynn ahora,
incluyendo a Tara y Mick.
Ella respiró un suspiro de alivio.
Había demasiadas cosas entre ella y Flynn en este momento.
Bueno, en realidad, no había pasado nada. Pero fuera lo que fuera la
nada, había sido incendiario y confuso. Así que se alegró de que los
dos no estuvieran solos.
Lo cual no tenía sentido y ella iba a atribuir ese pensamiento al vino
que había consumido. Y la cercanía del hombre ardiente.
Se dirigió a ellos. Tara le hizo un gesto.
"Ven a sentarte junto a Maggie y a mí. Los chicos están hablando de
fútbol".
"A Jack le encanta el fútbol", dijo Maggie, haciendo sitio para Amelia
en el sofá donde se sentaba con Tara. "Jugó en la universidad, así que
cuando nos reunimos todos es como si estuviera en el equipo."
"Afortunadamente, siempre podemos hablar de nuestros asuntos
mientras ellos hablan de los suyos", dijo Tara, "así que es fácil
ignorarlos".
"Comprensible", dijo Amelia. "Y qué bueno que puedas venir aquí,
visitar a Maggie y revisar las cosas en tu negocio. Además, ver a tu
marido y ver algo de fútbol al mismo tiempo."
Tara asintió. "Realmente es lo mejor de ambos mundos. Normalmente
traigo a nuestro hijo menor, Sam, conmigo. Echa de menos a su padre
durante la temporada de fútbol. Pero está superando el virus de la
gripe, así que esta vez no pudo hacer el viaje".
Amelia puso una cara simpática. "Estoy segura de que está muy
decepcionado".
"Mucho. Pero Mick ha estado haciendo videochats con él todos los
días, y le prometí que haría un viaje de vuelta para el próximo partido
en casa de Mick. Y afortunadamente, los Sabers jugarán en Kansas
City en unas semanas. No jugarán contra St. Louis hasta más adelante
en la temporada, pero como Kansas City está tan cerca, iremos en auto
para el partido. A Sam le encantará".
"Es una gran noticia".
"Sí. Bien por Flynn, también", dijo Tara. "Podrá ver a su hermano
Tucker, que también vendrá".
Flynn miró la mención de su nombre. "¿Qué es bueno para mí?" "Que
los Sabers jugarán contra Kansas City en unas semanas. Y podrás ver
a Tucker".
"Oh, sí. Siempre es agradable ver a la familia. Jugamos contra St. Louis
aquí en casa esta temporada, también, lo que significa que Grant
estará aquí."
"Así es", dijo Tara. "Aún más familia".
Flynn sonrió. "Aún mejor jugar contra uno de mis hermanos". "¿Tan
competitivo eres?" Amelia preguntó. "Sólo un poco".
Tara sacudió la cabeza. "No estoy segura de quienes son más
competitivos, los Riley o los Cassidy".
Tanto Mick como Flynn respondieron al mismo tiempo.
" Nosotros lo somos".
Amelia se río. Y finalmente se relajó, a pesar de que Flynn seguía
bordeando las miradas hacia ella. Podía mirarla todo lo que quisiera.
Mientras los dos no tuvieran otra de esas conversaciones íntimas en
las que él la tocaba y su cuerpo no se incendiara, ella estaría bien.
La fiesta terminó alrededor de la medianoche. Amelia sacó su teléfono
para pedir un transporte.
"¿Qué estás haciendo?" Flynn preguntó.
"Pedir que me lleven a casa".
"Vivimos cerca. Te llevaré a casa."
"Eso no es necesario. Estoy acostumbrada a tener mi propio
transporte".
"Puede que sea lo que estás acostumbrada, pero no va a suceder esta
noche. Guarda tu teléfono. Te llevaré a casa".
Ella le frunció el ceño. "¿Siempre eres tan mandón?"
"Trabajas para mí, así que sabes la respuesta a eso. Pero en este caso,
no. Soy un caballero, porque mi madre me crio para serlo. Y me
gustaría mucho llevarte a casa, Amelia, si me lo permites."
Si hubiera sido demasiado autoritario y un imbécil, ella podría haberle
dicho fácilmente que no. Pero tuvo que ser dulce al respecto, e incluso
sacar a relucir a su madre. ¿Qué se suponía que debía hacer con eso?
"Vale. Claro. Gracias".
Se despidieron. Amelia se aseguró de abrazar a Tara. "Muchas gracias
por invitarme. Me lo pasé muy bien."
Tara le dio un apretón. "Estoy tan contenta. Siento mucho lo de Aaron.
Tenía grandes esperanzas en ustedes dos".
Amelia se río. "Está muy bien. Y me alegro de que él y Skylar hayan
encontrado una conexión".
"Eso parece, ya que se fueron hace un par de horas. Creo que querían
un tiempo a solas para conocerse mejor".
O algo que no tenía nada que ver con la conversación. "Estoy feliz de
escuchar eso".
"Hablaremos pronto", dijo Tara.
Flynn abrazó a Tara, y luego salieron a su camioneta. Abrió su lado del
vehículo y esperó a que ella entrara antes de cerrar la puerta y pasar
al lado del conductor.
La noche estaba fresca, así que se alegró de tener su suéter para
envolverla.
"¿Frío?" Flynn preguntó después de encender el motor.
"Un poco".
Se inclinó y presionó un botón en el tablero. "Calentador de trasero.
Eso debería ayudar."
"Calienta traseros, ¿eh?"
"Sí. Y subiré la calefacción."
"No, no hagas eso por mí."
La miró. "¿Alguien te dijo una vez que eres un grano en el culo o algo
así, así que ahora nunca te quejas de nada?"
“Yo...” En realidad, eso es exactamente lo que había pasado con Frank.
Cada vez que ella pedía algo más de una vez, él la llamaba
quejumbrosa. O, peor aún, una llorona. Así que ella había dejado de
pedir.
Después de un tiempo, dejaron de comunicarse por completo.
Ese había sido el principio del fin de su matrimonio.
Él puso el auto en reversa y retrocedió por la entrada. "Sí, eso es lo
que pensé. Si quieres algo, Amelia, pídelo. Nunca me tiraré a tu
garganta por eso".
"Debidamente anotado".
Condujeron un rato en silencio, luego ella lo miró y dijo: "Necesito un
par más de sartenes de acero inoxidable para el restaurante".
Cuando llegaron a una luz roja, él miró hacia ella y arqueó una ceja.
"Tomando esa oportunidad para pedirme un inventario, ¿eh?"
Ella le dio su más dulce sonrisa. "Bueno, me dijiste que pidiera."
Se río. "Todo lo que quieras, puedes tenerlo".
"¿Todo?"
"Dentro de lo razonable".
"Oh, ahora le pones condiciones".
"Oye, no puedo tenerte fuera comprando una nueva estufa o algo así."
Ella frunció el ceño. "Pusiste una estufa nueva cuando remodelaste el
restaurante antes de abrirlo. ¿Por qué querría una estufa nueva?"
"Estaba bromeando".
"Oh. Lo siento".
"Necesitas relajarte, Amelia. No todo entre tú y yo tiene que ser tan
condenadamente serio todo el tiempo."
"Tomaré nota de eso".
Estaba tan absorta en lo que había sucedido entre ellos antes que
había perdido totalmente ese poco de humor.
Él tenía razón. Necesitaba relajarse. El problema era que había estado
tensa desde ese momento en la cocina de Tara y Mick.
Tensión sexual.
Un buen orgasmo curaría eso. Hizo una nota mental para ocuparse de
eso tan pronto como llegara a casa.
Muy bien. Ahora estaba atrapada en el auto con Flynn y pensando en
sexo y orgasmos.
Ella tragó, su garganta se secó de repente mientras pensaba en cómo
se había sentido cuando él la había tocado, la forma en que la había
mirado con tal... intensidad.
Ella apostó que él también follaba de esa manera. Parecía el tipo de
hombre que se involucraba en todo lo que hacía. Ella ya podía
imaginarlo prestando toda su atención a una mujer, tanto con sus
manos como con su boca, y luego más tarde, con su verga.
De repente, abrumada por el calor y una sensación de
estremecimiento, ella sopló un aliento.
"¿Todo bien por ahí?" le preguntó.
"Todo bien. Estoy bien".
"¿Estás segura? Puedo detenerme si necesitas un trago o si necesitas
orinar o algo así".
Definitivamente era más de la variedad "o algo", y no pensaba que
tener un orgasmo en una tienda cercana sonara tan... conveniente.
"Estoy segura". Este viaje a casa fue interminable. Necesitaba ponerse
detrás de las puertas cerradas y ocuparse de este problema. Una vez
que se liberara de la tensión, volvería a ser la misma de siempre.
O, al menos, necesitaba alejarse de Flynn.
Cuando finalmente condujeron por su calle, casi exhaló en alivio. Se
detuvo en la acera y fue todo lo que pudo hacer para no saltar. Pero
luego se estacionó y apagó el motor. Ella le disparó un vistazo.
"¿Qué estás haciendo?"
"Voy a acompañarte a tu puerta."
"Eso no es necesario, Flynn".
Pero ya estaba fuera de la puerta y en camino hacia su lado.
Maldición.
Abrió la puerta de su auto, así que ella no tuvo más remedio que salir
y permitirle que la acompañara a la puerta de su casa.
Ella se dio la vuelta para enfrentarse a él. "Bien, bueno, gracias". Él se
quedó allí, esperando.
Ella puso los ojos en blanco y buscó a tientas en su bolso las llaves.
Cuando las encontró, abrió la puerta con llave y la abrió.
"Ahora estoy bien. Gracias por traerme a casa".
"Deberías invitarme a tomar un café. O algo así".
Ella sabía exactamente qué era ese algo, y si dejaba que pusiera un
pie dentro de esa puerta lo escalaría como un mono hambriento de
sexo. Y a pesar de todas las razones por las que esa idea sonaba muy
bien en ese momento, había muchas más razones realmente malas.
No iba a suceder.
"Esa no es una buena idea".
Él arqueó una ceja. "¿Por qué no?"
"Sabes por qué no".
"Creo que estás tentada por mí."
Se río. "No lo estoy. Nada de ti me tienta".
Tomó su mano y el choque de la conciencia la atravesó de nuevo.
"¿Estás segura de eso?" Cubrió su mano con la otra.
El calor la envolvió, y todo dentro de ella quiso quemarse.
Ella no estaba segura de nada en este momento. "Absolutamente".
Él se inclinó y ella se preparó para el ataque, para la explosión de
sensaciones.
Pero él le besó la mejilla. "Buenas noches, Amelia".
Mientras él se alejaba y volvía a subir al todoterreno, ella esperó, con
la respiración contenida, hasta que él se fue. Exhaló y entró, cerró la
puerta y la cerró con llave. Mientras se apoyaba en la puerta con los
ojos cerrados, se dio cuenta de que nunca había estado más
decepcionada en su vida por un hombre que la dejara en la puerta
principal.
Que fue exactamente lo que ella quería. Quería que la dejara en paz.
Así que ahora estaba sola. Y condenadamente decepcionada por ello.
Se apartó de la puerta y fue a la cocina, dejando su bolso en la isla y
encogiéndose de hombros por su suéter.
"Eres una confusa masa de contradicciones, Amelia", murmuró
mientras se dirigía al dormitorio. "Y no tienes ni idea de lo que
realmente quieres."
Encendió la luz del baño y puso las palmas de las manos contra el
mostrador, mirándose en el espejo.
"No, el problema es que sí sabes lo que quieres. Y tienes demasiado
miedo de conseguirlo".
Con un suspiro de disgusto, se enrolló el pelo en una pinza y abrió el
agua para prepararse para la cama.
OCHO.

Estaban en el tercer quarter, y los Sabers estaban arriba por un


touchdown contra Green Bay.
Flynn vivía para juegos como este. Cuando era un reventón, eso era
genial, también, porque significaba que su ofensiva estaba pateando
traseros en todos los cilindros. Pero los partidos reñidos como este
realmente ponían su defensa a trabajar. Era su trabajo evitar que el
equipo contrario anotara. Un gol de Green Bay empataría el juego, y
los Sabers tenían que asegurarse de que eso no sucediera.
Flynn no lo haría de otra manera.
Se alinearon cuando el mariscal de campo de Green Bay tomó la
decisión. Flynn fue rápido en la línea, empujando al liniero ofensivo
fuera del camino. Como era el tercer down y largo, fue un pase, y Flynn
había conseguido una puntuación para el mariscal de campo.
Lo aplastó antes de sacar el balón, y luego se alejó, mirando al mariscal
de campo para asegurarse de que se levantara.
Lo hizo, quitándose la camiseta.
Flynn estaba contento con el saco. También lo estaba la multitud, que
rugió su aprobación. Golpeó los puños con Hey Man, y luego se
acurrucaron para hacerlo todo de nuevo.
La línea ofensiva de Green Bay era dura, así que tuvo que abrirse paso
y avanzar con cada golpe. Estaban sudando en esta serie con cada
caída, pero impidieron que Green Bay avanzara más de unos pocos
metros.
Al final del tercer quarter, los Sabers todavía estaban arriba por un
touchdown.
Mick y la ofensiva se encargaron de eso anotando otros siete en el
cuarto, dando a la defensa un amortiguador con el que trabajar.
Golpearon la ofensiva de Green Bay, manteniéndolos en su propio lado
del campo durante la mayor parte del cuarto quarter. Renunciaron a
algunos primeros downs, pero aparte de eso, Green Bay permaneció
sin anotar.
Los Sabers consiguieron el balón a tres minutos del final del partido,
consiguieron un primer down y terminaron el partido con el balón en la
mano.
Con todo, una sólida victoria, especialmente para la defensa. Habían
luchado duro contra un equipo muy bueno y ganaron. Después de la
derrota de la semana pasada, esto se sintió condenadamente
satisfactorio.
"Buen saqueo", dijo Junior mientras salían del campo después del
partido. "Gracias. Fue un sólido esfuerzo de equipo. Todos lo hicimos
bien hoy".
"Seguro que lo hicimos, ¿no?"
Golpeó los hombros para celebrar con Junior, y luego se dirigieron al
vestuario.
Los medios de comunicación lo detuvieron, así que primero hizo un par
de entrevistas cortas, todo el tiempo pensando en una ducha y un baño
de hielo para sus músculos doloridos. Pero mencionaron su
restaurante, y no iba a rechazar la publicidad gratuita para Noventa y
Dos, así que con gusto se tomó los cinco minutos extra para hablar del
juego.
Después, fue a los vestuarios, se deleitó con el brillo del equipo y los
entrenadores, y se empapó en un baño de hielo durante mucho tiempo.
Finalmente se dio una ducha caliente para quitarse el sudor y la
suciedad.
Para entonces se estaba muriendo de hambre. Sabía exactamente lo
que quería para la cena. Condujo hasta el Noventa y Dos y se
estacionó en la calle, dejando el estacionamiento principal para sus
clientes.
Entró y saludó a algunos de los clientes habituales, que le felicitaron
por el juego, así que se detuvo a hablar con ellos antes de ir a la cocina.
Amelia lo miró sorprendida.
"¿Qué estás haciendo aquí?" le preguntó. "Pensé que estarías fuera
celebrando tu victoria con tus compañeros de equipo."
"¿Viste el partido?"
Ella le sonrió. "Podría haber visto partes de ello antes de entrar a
trabajar".
Ella había visto el partido totalmente. Por qué no admitía que era un
misterio para él. Tal vez era porque le gustaba y tampoco quería
admitirlo.
"Entonces, ¿qué te trae por aquí?", preguntó.
"El hambre".
"Ahora, en que puedo ayudarte. ¿Qué te gustaría?"
"He estado pensando en la hamburguesa de frijoles negros todo el día."
"Toma asiento y te prepararé una. ¿Quieres un huevo y unas papas
fritas?"
"Sí a ambos".
Se río. "Te lo haré saber en breve".
"Gracias, Amelia".
Podría haberse sentado y hacer que una de las meseras tomara el
pedido, pero quería ver a Amelia. Después de la otra noche en la fiesta
de Tara, se dio cuenta de que había algo entre ellos, algo que quería
explorar más.
Se detuvo en el bar para tomar una cerveza, luego se sentó en una
pequeña mesa en la esquina para beber su cerveza y observar. Estaba
feliz de ver el restaurante ocupado. Su personal era bueno en lo que
hacían, así que no tenía que quedarse esperando. Ken sabía lo que
hacía, al igual que los gestores que trabajaban bajo su mando.
Grace, una de las meseras, sacó su hamburguesa y la puso frente a
él.
"Amelia quería que te dijera que esta noche está probando algo nuevo
con las papas fritas. Espera que te gusten".
"Gracias, Grace".
Se metió en su hamburguesa, que estaba deliciosa. Luego probó las
papas fritas, que venían con un poco de salsa. Le sorprendió mucho
porque las papas fritas estaban rociadas con algo picante, y la salsa
era dulce. La combinación era excelente.
Saboreó la comida, que iba bien con su cerveza. Podría haberse
comido toda la comida dos veces. De hecho, podría, ya que había
quemado muchas calorías durante el juego.
Amelia salió después de que él se comiera la última patata frita.
"¿Qué te pareció?", preguntó.
"Mi boca está ardiendo por estas papas fritas. ¿Qué hay en ellas?"
Ella le dio una media sonrisa. "Eso es un secreto".
Se río. "No, en serio. Fueron muy buenas."
"Algunos jalapeños y pimientos rojos, junto con jarabe de arce y
caramelo en la salsa. Un poco de mezcla de dulce con picante."
"Mierda, esa fue una buena idea. Lo estás añadiendo al menú,
¿verdad?"
"Lo estoy probando con algunos clientes selectos durante la próxima
semana para ver cómo funciona, pero si crees que funciona, entonces
sí, lo añadiré al menú".
"Bien. Oh, y hablando de caramelo, pero no realmente, hay una receta
de atún rojo caramelizado que he querido probar. Pensé que tal vez
podríamos incorporarla aquí."
"En serio. Me gustaría escuchar más sobre ello". Miró por encima del
hombro hacia la cocina.
"Vuelve al trabajo. Podemos hablar de ello más tarde."
"Está bien. Pero has despertado mi interés." Sus labios se curvaron.
"¿Lo he hecho? Bien."
Ella se alejó y él se levantó y decidió dar un paseo por las mesas. Le
gustaba pasar desapercibido, pero era su trabajo como propietario
asegurarse de que su clientela estuviera satisfecha. Y un poco de
relaciones públicas de vez en cuando no era algo malo. Algunas
personas no tenían ni idea de quién era, lo que le venía muy bien. Otros
lo sabían y querían charlar sobre fútbol, y eso también estaba bien. Lo
importante era la comida y el ambiente del restaurante, y eso era lo que
le interesaba.
En general, todos parecían felices, y si sus clientes estaban contentos,
él también lo estaba.
Volvió a su mesa en el rincón e hizo algunas llamadas a sus hermanos.
Era un poco tarde en la Costa Este para Barrett, pero eso nunca lo
detuvo antes. Barrett le dijo que estaba despierto hasta tarde viendo
deportes de todos modos.
Barrett también había ganado su partido de hoy, así que hablaron de
fútbol. El partido de Grant era mañana por la noche, y hablaron de que
Grant tenía que ganar para tener la tripleta de victorias de fútbol de
Cassidy.
"Es una pena que el equipo de béisbol de Tucker esté fuera de la
postemporada", dijo Barrett. "De lo contrario sería perfecto".
"Sin embargo, llegaron a los campeonatos de división".
"Sí, pero Tucker se enojó cuando los noquearon".
Flynn recordó esa conversación. Había llamado a Tucker después del
partido. Todos sabían lo que era acercarse, pero se quedaron cortos.
Su hermano no estaba de humor para que le dijeran lo buen lanzador
que era y cómo su equipo volvería aún más fuerte la próxima
temporada. No entonces, de todas formas. "Tucker está enfadado a
menos que gane todo. Ya sabes cómo es".
Barrett se río. "Todos somos así".
"Está en el ADN de Cassidy. No nos gusta perder".
"Volverá la próxima temporada. Pero por ahora, es todo fútbol, todo el
tiempo."
Flynn sonrió. "Diablos, sí. Y además del fútbol, ¿cómo están las cosas
entre tú y Harmony?"
"Están bien. Se ha instalado en mi casa ahora y está pensando en otras
cosas para renovar aquí."
Se río. "Eso no es una sorpresa".
"¿Verdad? Ella ya demolió todo mi lugar y es prácticamente nuevo,
pero todavía puede tener nuevas ideas. Entonces cuando le dije que
obviamente no está lo suficientemente ocupada en el trabajo, me miró
de esa manera. Ya conoces esa mirada."
"Sí, he visto esa mirada de ella antes."
"Pero luego la besé y se olvidó de ampliar el baño de invitados."
"Más información de la que necesitaba, Barrett".
Barrett se río. "De todos modos, las cosas están bien aquí. ¿Y qué hay
de ti? ¿Alguna nueva novia de la que necesite saber?"
"Eso no va bien".
"Lo siento, hombre. La correcta está ahí fuera para ti".
Flynn echó un vistazo a la cocina y vio a Amelia. Había algo en ella que
hizo que su estómago se tensara. "Sí, tal vez".
"No te rindas. Y deja de elegir a las equivocadas".
"Bien. Como si esa parte fuera fácil".
"Nunca es fácil, hermano. Pero cuando llegue la adecuada, lo sabrás".
"Eso espero".
Después de hablar por teléfono con Barrett, revisó sus mensajes y vio
que le faltaba uno de Mia, así que la llamó.
"¿No deberías estar estudiando o durmiendo o algo así?"
Escuchó a Mia suspirar al otro lado de la línea. "Soy una lechuza
nocturna y hago mi mejor trabajo hasta tarde. Felicidades por tu
victoria. Te veías muy rudo hoy."
"Gracias. ¿Cómo va la escuela?"
"Dura como siempre, pero estoy cerca del final del camino, así que
puedo ver la luz al final del túnel y todas esas otras metáforas que
señalan que la graduación no está lejos."
A veces no podía creer que su hermanita estuviera cerca de obtener
su maestría. Ya era adulta y el tiempo parecía haber pasado volando.
No parecía hace mucho tiempo que la había llevado en sus brazos
mientras ella se chupaba el pulgar y ponía su cabeza en su hombro.
"Bien. Entonces, ¿cuándo vas a venir aquí?"
"Te enviaré por correo electrónico la información de mi vuelo mañana
una vez que finalice mis planes. Voy a alquilar un auto, porque voy a
viajar por la zona, además de ir a Stanford para entrevistas y para echar
un vistazo".
"Puedo llevarte".
Se río. "Creo que ya tienes suficiente con el fútbol y tu nuevo
restaurante, en el que me muero por comer".
"De hecho, estoy sentado aquí ahora mismo".
"Estoy celosa. Y hambrienta".
"Puedes cancelar el auto, Mia. Realmente tengo tiempo para llevarte a
donde necesites ir."
"Y estoy bien con tener algo de independencia, Flynn, así que
mantendré mi reserva del auto, Pero gracias, de todos modos".
Mia siempre tuvo esa vena independiente, incluso de niña. No debería
sorprenderle que no quisiera estar a su merced mientras estaba de
visita.
"Bien. Buscaré tu correo electrónico mañana".
"Bien. No puedo esperar a verte. Te quiero."
"También te quiero".
Después de Mia, habló con sus padres. Ambos estaban bien. Papá
estaba ocupado comprando equipo nuevo para el rancho, así que
pasaron mucho tiempo hablando de tractores, lo que a Flynn siempre
le pareció interesante. Su objetivo era poseer algún día una parcela de
tierra que no estuviera en la ciudad.
Le encantaba Texas. El rancho de sus padres estaba allí, y aunque
Texas podría no ser el lugar donde Flynn terminó, sabía que quería
tierra y espacio. Amaba San Francisco y todo lo relacionado con la
ciudad, pero no podía negar que cuando se estableciera y encontrara
una mujer dispuesta a soportarlo, esperaba que esa mujer también
ansiara pasar tiempo fuera de la ciudad, aunque fuera a tiempo parcial.
Cuando terminó sus conversaciones telefónicas, se dio cuenta de que
el restaurante había cerrado y todos estaban limpiando. Ayudó al
personal a poner las mesas para que los pisos pudieran ser limpiados,
y luego se dirigió a la cocina para ver si podía ayudar allí.
Amelia levantó la vista y frunció el ceño.
"¿Todavía estás aquí?"
Siempre le gustaba esa mirada de sorpresa en su cara cuando lo veía
en el Noventa y Dos, como si el hecho de que estuviera en su propio
restaurante fuera inusual. "Soy el dueño del lugar".
"Por supuesto que lo sé. Sólo asumí que ya te habrías ido. ¿No estás
cansado después del partido de hoy?"
"No. Y quería pasar el rato y hablar contigo." La cocina estaba
impecable y ella era la única que quedaba.
"Oh". Se pasó el pelo detrás de las orejas. "Claro. ¿Sobre qué?"
Parecía nerviosa. O frustrada. Tal vez incluso enfadada.
"¿Hay algo malo?"
"En realidad no. Nada que no pueda manejar".
Se apoyó en uno de los mostradores de acero inoxidable. "Dime qué
está pasando".
"Lo tengo controlado, Flynn. Y ahora mismo nada me gustaría más que
tomarme una gran copa de vino".
"Hagamos eso. Pero no aquí. ¿Estás lista para irte?"
"Sí. Pero déjame cambiarme de uniforme primero."
"Seguro".
Comprobó los resultados deportivos mientras esperaba. Su equipo
estaba en el segundo lugar de la división. No es lo suficientemente
bueno, pero estaban sólo un juego detrás de Seattle. Podrían hacer
esto. Tendrían que volver a jugar contra Seattle más tarde en la
temporada, y como era un partido en casa, estaba seguro de que
ganarían. Confiaba en su equipo y en sus habilidades. Estaban en la
cúspide de la grandeza. Ahora sólo tenían que hacer que ocurriera.
"Bien, estoy lista."
Levantó la vista para ver a Amelia usando jeans oscuros, botas y un
suéter blanco. Simple, pero maldita sea si ella no le quitaba el aliento.
Se había recogido el pelo en una cola de caballo alta, y había algo en
ella que le hizo querer sacarle el soporte de la cola de caballo y pasar
sus dedos por su sedoso pelo rubio.
Tal vez era porque ella siempre se veía tan... perfecta. Así que, juntos.
Quería despeinarla un poco.
Su verga se apretó.
Sí, es hora de frenarla un poco.
Eran los dos últimos, así que apagaron las luces y cerraron, y salieron.
"¿Dónde está tu auto?"
"Era un bonito día, así que caminé. Pensé en caminar a casa o en dar
un paseo".
"Sí, te llevaré." La llevó a su camioneta y se subieron. "¿Qué tal en mi
casa?", él preguntó.
"Pensé que querías ir a un bar".
La miró. "Dije que un trago. Además, puedes quitarte los zapatos y
levantar los pies".
"No me voy a quejar de eso."
"No pensé que lo harías".
Condujo hasta su casa y se detuvo en la entrada. Llevó a Amelia a la
puerta principal y la abrió.
"No creo que haya estado aquí desde que me entrevistaste", dijo ella
mientras él abría la puerta y encendía la luz.
"Fue una muy buena comida la que preparaste esa noche. Mi hermano
aún se entusiasma con ella".
Sonrió mientras dejaba su bolso en el sofá, y luego se encogió de
hombros al quitarse el suéter. "Es bueno oírlo".
"Toma asiento. Nos serviré una copa de vino. Tengo una botella de
Shiraz que he querido abrir desde hace tiempo."
" Pero todas las mujeres con las que sales se pavonean ante las
cámaras, ¿así que no has llegado lo suficientemente lejos con una de
ellas para traerlas de vuelta aquí para abrir la botella?"
Él hizo una pausa, y luego le lanzó una mirada despectiva. "Divertida".
"Me lo imaginaba".
Fue a la cocina, tomó la botella y la descorchó. Sacó dos copas de vino,
y luego lo llevó todo a la sala de estar.
Amelia se sentó en el sofá, con la columna recta, los pies bien
plantados en el suelo.
"Esto no es una entrevista, sabes", dijo mientras ponía la botella y las
copas en la mesa de café. "Puedes sentarte y relajarte".
"Estoy relajada".
Él ladeó una ceja. "Si así eres relajada, no me gustaría verte tensa".
"Rara vez estoy tensa".
Y aun así no se había apoyado en los cojines del sofá. Tenía que
trabajar duro esta noche. Vertió vino en ambas copas y le dio una.
"Gracias". Tomó un sorbo.
"Ahora recuéstate contra el sofá".
Ella le disparó una mirada. "¿Es una orden?"
"Nop".
Pero él esperó hasta que ella finalmente lo hizo.
¿Qué iba a hacer falta para que esta mujer se relajara?
Pensó que tenían toda la noche, y no importaba cuánto tiempo tomara,
iba a hacerla sentir cómoda.

Amelia definitivamente no estaba relajada. Estar aquí en la casa de


Flynn... con Flynn, sentada en la misma habitación con Flynn, no era
relajante.
Se veía delicioso en sus jeans oscuros y su Henley gris, con las
mangas subiendo por sus antebrazos revelando partes de sus tatuajes.
Era todo lo que podía hacer para no pasar sus dedos sobre esas piezas
de rompecabezas y pedirle que se quitara la camiseta para poder trazar
un mapa de su cuerpo.
Con su lengua.
Dios mío. ¿De dónde había salido eso?
Miró con recelo la copa de vino, preguntándose si tenía alguna cualidad
mágica o de fantasía, y luego aceptó el hecho de que tenía fue un largo
y seco período para ella en el departamento de sexo y no podía culpar
al vino. Era sólo el hombre y su atracción por él.
El hombre equivocado. Su jefe.
Tan totalmente inadecuado.
Esto era un desastre y la iban a despedir por pensar que Flynn era un
juguete sexual al que podía subirse y tener un orgasmo. ¿Qué
demonios le pasaba? Debería huir ahora antes de que algo horrible
ocurriera. Como si todas sus fantasías se hicieran realidad.
Tomó un largo trago de vino.
"¿Bueno?" preguntó.
Ella asumió que se refería al vino y no a su fantasía. "Sí. Muy bien".
Agarró su copa y se dirigió al sofá, sentado a su lado, lo que elevó su
nivel de incomodidad. Agarró su netbook y se acercó más.
"Revisé algunas recetas para el atún rojo. ¿Quieres repasarlas?"
"Oh. Claro".
Se inclinó, su hombro y muslo rozando los de ella. En realidad, no era
como si fuera la primera vez para ella. Tenía empleados varones y
trabajaba hombro a hombro con ellos todo el tiempo.
El problema era que no se sintió atraída por ninguno de ellos. Pero se
sentía atraída por Flynn y eso estaba mal en muchos niveles.
Cuando él la contrató por primera vez, se dio cuenta de lo
increíblemente atractivo que era, pero conocía sus límites, así que
pensó que no sería un problema. Además, estaba tan harta de los
hombres. Después de su divorcio, lo último que quería era involucrarse.
Pero recientemente, algo había cambiado. Ver a Flynn elegir una mujer
equivocada tras otra la hizo sentir compasión por su situación. Y
cuando Tara lo emparejó con la dulce, estrafalaria e inteligente Skylar,
se sintió esperanzada. Pero tenía que admitir que había causado un
pequeño temblor de celos, y no lo esperaba.
Se sintió mal cuando Skylar se sintió más atraída por Aaron. Y
entonces se sintió aliviada. Uno, porque eso significaba que Flynn sería
libre, y dos, porque Aaron no era compatible con ella.
No es que quisiera o necesitara un hombre en su vida, porque no lo
necesitaba.
En realidad, no tenía ni idea de lo que quería ahora mismo. No un
hombre, seguro.
¿O sí? Porque estaba sentada junto a Flynn repasando recetas y no
pensaba en el pescado. Pensaba en lo duro que era el muslo de él al
presionarlo contra el de ella, lo bien que olía, y lo mucho que quería
subir a él y sentarse a horcajadas en su regazo.
Así que tal vez sí necesitaba un hombre. Al menos para el sexo. Pero
Flynn no era el hombre con el que debería tener sexo.
Ella suspiró. Qué lío de contradicciones era ella.
"Entonces, ¿no te gusta esta idea?"
Ella levantó la mirada hacia él, dándose cuenta de que no había
prestado atención a una palabra que él había dicho. "¿Qué idea?"
"No estabas escuchando, ¿verdad?"
"Lo siento. Mi cabeza estaba en otra parte".
Puso el netbook en la mesa de café y tomó su copa de vino. "Dime
dónde tenías la cabeza, entonces."
No, en absoluto. "Oh, no era nada. Sólo un problema en el trabajo."
Mentirosa, mentirosa. Y sus pantis estaban definitivamente en llamas
ahora mismo.
"Soy tu hombre, entonces. ¿Qué es lo que pasa?"
Ella le dio un gesto despectivo. "Nada que no pueda manejar".
"Háblame, Amelia. ¿Qué es lo que pasa?"
"Uno de los cocineros de preparación. Tengo problemas con él". "¿Con
su producto de trabajo?"
"No, y ese es el problema. Es muy bueno en su trabajo. Cuando está
allí. Pero no llega a tiempo, y se ha ido a mitad de turno dos veces en
la última semana, alegando que su esposa está enferma y que ha
tenido que cuidar de ella y de los niños. Estoy tratando de ser
comprensiva. Las cosas pasan. Lo entiendo."
"Supongo que no es sólo la semana pasada con él, ¿verdad?"
Apreció que él se diera cuenta de que no estaba cayendo en las
excusas de Jeff. "Este no es un incidente aislado. Hace dos semanas
llegó tarde, alegando que el trabajo de su esposa había cambiado y
que estaban resolviendo problemas de horario, así que tuvo que lidiar
con los niños y la niñera y algún tipo de tontería".
Flynn pasó la punta de su dedo por el borde de la copa. "Y estás
sintiendo un patrón".
"Sí. Otras personas tienen vidas y familias también, y se las arreglan
para llegar al trabajo a tiempo y quedarse para sus turnos. No me
importa una crisis ocasional. Todos las tenemos y todos colaboran y se
ocupan de ellas. Pero cuando alguien siempre llega tarde o falta al
trabajo de manera constante, pone una tensión en el resto del personal
de la cocina. No es justo para ellos".
"¿Has hablado con él sobre este problema?"
"Más de una vez. Parece muy sincero y dice que no volverá a suceder.
Pero..."
"Crees que es un defecto de personalidad".
"Sí. Lo que significa que probablemente tendré que dejarlo ir. Es muy
talentoso, tiene una gran personalidad y le agrada a todo el mundo.
Pero está poniendo una carga en mi cocina y mi personal, y no puedo
dejar que eso suceda."
Flynn asintió. "Yo me encargaré de ello".
Le echó un vistazo. "No, no lo harás. Yo me encargaré de ello."
"Suena como si tuvieras más que suficiente con lo que lidiar. No me
importa."
"Yo me encargo, Flynn".
"Bien". Tomó su copa vacía y la rellenó, luego tomó su pie y le quitó la
bota, y luego hizo lo mismo con el otro pie.
Ella frunció el ceño. "¿Qué demonios estás haciendo?"
"Quitarte las botas".
"Puedo ver eso. ¿Por qué?"
"Estás tensa. Y apuesto a que te duelen los pies por estar de pie todas
esas horas".
"Estoy acostumbrada a ello".
Le puso los pies sobre su regazo. "Pero te duelen los pies, ¿verdad?"
"Estoy bien".
"No eres muy quejica, ¿verdad, Amelia?"
"No".
Sonrió, y luego comenzó a frotarle los pies. Oh, Dios, se sentía tan
bien. Ella quiso enroscar sus pies en sus manos. Y tal vez gemir un
poco. Lo cual sería muy, muy malo.
"Después de un juego, es como si cada parte de mi cuerpo me doliera.
Recibo muchos golpes, y durante el juego no los siento. Sólo después,
cuando permito que mi cuerpo se relaje, siento cada golpe que he
recibido. Me duelen los huesos, mis músculos están tensos. Diablos,
hasta me duele el pelo".
Ella miró su gruesa melena de pelo oscuro. "Pobre pelo". Él se río. "Sé
que sabes lo que se siente".
"¿Ser golpeada en cada parte de mi cuerpo? No. No puedo decir que
lo haga".
"Pero tus pies lo saben. Y estoy seguro de que tu espalda también te
duele".
"Puede que me duela un poco estar de pie mucho tiempo".
"Ahí lo tienes. Quéjate un poco, Amelia. Lloriquear es bueno para el
alma."
Inclinó la cabeza hacia un lado. "¿Eso está bordado en una almohada
en algún lugar?"
"Al diablo si lo sé. Sólo sé que está bien decir que te duelen los pies
después de una larga noche de trabajo".
Metió su puño en la planta del pie de ella, y ella respiró profundamente,
y luego lo dejó salir lentamente.
"Eso se siente muy bien".
Sus labios se curvaron. "Se siente muy bien aquí también".
No la ayudaba a decir cosas como esas. La hizo imaginar estar
desnuda y a él usando esas fuertes manos en cada parte de su cuerpo.
"Pero no tienes que frotarme los pies".
"Sé que no tengo que hacerlo. Quiero hacerlo".
"Flynn. ¿Qué estamos haciendo aquí?"
"Estoy frotando tus pies. Estás bebiendo vino. Estábamos hablando de
atún rojo caramelizado, pero no estabas prestando atención".
"Ya sabes lo que quiero decir".
"Estoy tratando de que te relajes, Amelia. ¿Tienes que analizarlo?"
"Tal vez".
"Intenta no hacerlo. Sólo estamos hablando".
"Me estás tocando".
Miró a sus pies. "Técnicamente le estoy dando un masaje de pies. Eso
no es realmente tocar."
Ella le echó una mirada dudosa. "En realidad es más que tocar". "No.
Más que tocar sería si deslizara mi mano por tu pierna, como esto".
No estaba segura de sí estaba feliz o triste de que llevara jeans cuando
él le tomó la pantorrilla y luego le pasó la mano por la rodilla. Y luego
más arriba, sus dedos burlándose de sus muslos.
Cada parte femenina de ella quería explotar. Ella estaba reprimida,
ansiosa y tan excitada que, si él se acercaba a su sexo, probablemente
tendría un orgasmo.
¿No era eso lo que ella quería?
No. Definitivamente no quería eso.
Sí, sí que quieres, Amelia. Ríndete.
Necesitaba decirle a su voz sexual interna que se fuera al infierno,
porque la lógica iba a ganar aquí.
Su voz se había vuelto más profunda cuando se inclinó y dijo: "Eso sí
que sería tocar".
Su sexo palpitaba y se humedeció, la lógica se evaporaba con cada
toque suyo. "Sí, lo sería".
Él se puso de pie, poniendo sus pies en el suelo, y luego se inclinó
sobre ella. "Y esto... esto también sería tocar."
No se lo esperaba, pero no se opuso cuando le rozó los labios con los
suyos. Fue breve, pero el contacto fue como ser alcanzada por un rayo.
Ella quiso estirar la mano, deslizar sus dedos en su cabello. En vez de
eso, se agarró al borde del cojín del sofá como una línea de vida.
"¿Estás de acuerdo?" preguntó él.
Había perdido la capacidad de pensar. "¿Estar de acuerdo con qué?"
"Ese beso es definitivamente tocante."
"Oh. Sí."
"¿Quieres más?"
No estaba segura de sí había asentido con la cabeza o no, así que
quería asegurarse de darle una respuesta afirmativa. "Sí".
La giró a un lado y levantó sus piernas en el sofá, y luego se cernió
sobre ella.
Ahora mismo ella apenas respiraba mientras él la presionaba. Se sintió
suspendida en el tiempo, su mirada remachada en el asombroso azul
marino de los preciosos ojos de Flynn. Tenía unas pestañas
imposiblemente largas, y el tipo de boca que se hizo para dar placer a
una mujer.
Ella deseaba eso más que nada en este momento, y cualquier
remanente de lógica quedó completamente apagado cuando su duro
cuerpo se acurrucó contra el de ella.
"Me alegro de que hayas dicho que sí, Amelia, porque realmente deseo
besarte."
NUEVE.

Amelia no podía recordar la última vez que la habían besado. Y seguro


que no iba a pensar en su ex ahora mismo. No cuando la boca de Flynn
estaba en la de ella, su cuerpo encima de ella y sus labios haciendo
cosas peligrosas a sus sentidos.
Sentía como si todas sus terminaciones nerviosas se hubieran vuelto
locas. Hacía tanto tiempo que no sentía algo tan profundamente
químico, como una explosión de calor dentro de ella. Tenía calor por
todas partes y su cuerpo sentía un hormigueo. No podía recordar la
última vez que había sentido todas estas deliciosas sensaciones. Era
como probar su postre favorito y mientras sus labios se frotaban sobre
los de ella, no pudo resistirse a dejar que su lengua saliera disparada
para burlarse de la de él.
Él gimió contra ella, y ella sintió la dura evidencia de su erección contra
su sexo, lo que sólo la hizo querer más que una probada de lo que
estaba experimentando.
La parte lógica de ella que había metido en lo profundo de su cerebro
se opuso, pero la parte libidinosa de ella había borrado toda lógica.
Dejó que sus manos se deslizaran en su cabello, y, como sospechaba,
era grueso y suave.
Gimió contra él y él se lanzó contra ella, y en lo único que podía pensar
era en su verga penetrándola, y en cómo se sentiría cuando él
estuviera dentro de ella. El calor se extendió y ella se arqueó hacia
arriba, necesitando más de ese contacto ardiente.
Él apartó su boca de la de ella y la miró fijamente, su cuerpo continuó
moviéndose contra ella. "Dime lo que necesitas".
"Un orgasmo estaría muy bien."
No podía creer las palabras que habían salido de su boca, pero ahora
que lo habían hecho, no se retractaba.
Sus labios se curvaron. "Creo que podemos hacer que eso suceda".
Como estaba en modo "Quiero sexo ahora", le trazó el labio inferior con
la punta del dedo.
Tenía la intención de tocarlo por todas partes ahora que se había dado
permiso.
Él saltó del sofá, luego tomó su mano y la levantó, poniéndola contra
él. Sus manos vagaban por el cuerpo de ella.
"Eso se siente bien".
"Se va a sentir mejor una vez que te desnude. ¿Y, Amelia?"
"¿Sí?"
"Voy a ser honesto y te diré que te he imaginado muy desnuda." Sus
cejas se dispararon. "¿Lo has hecho?"
"Sí. Sobre todo, cuando estoy en la oscuridad de noche con la verga
en la mano".
Su cuerpo se hinchó de deseo. Flynn definitivamente iba a hacerla venir
esta noche. Sólo sus palabras calientes la hicieron temblar.
Ella envolvió su mano alrededor de su cuello para acercar sus labios a
los de ella. "Ahora ya no tienes que fantasear más".
Su beso esta vez fue más duro, lleno de pasión y de necesidad
incontrolada. Ella se inclinó hacia él, bebió de sus labios mientras él
deslizaba su lengua dentro de su boca para golpear la de ella.
Se sentía débil en las rodillas, pero también embriagada y poderosa de
deseo. Y ahora era su oportunidad de usar sus manos para agarrar sus
hombros, para sentir la impresionante fuerza en sus músculos mientras
se agarraba a ella.
Y luego se sorprendió cuando él la tomó en sus brazos. No era una
mujer pequeña. Así que cuando él empezó a subir las escaleras, ella
le echó un vistazo.
"¿Estás loco, Flynn? Puedo caminar y podrías hacerte daño". Se río de
ella. "Creo que puedo manejarte".
Ciertamente estaba haciendo eso. Su ex nunca había sido capaz de
levantarla. Tenían la misma altura, y, por supuesto, Flynn era mucho
más alto y más musculoso que su ex.
Y bueno, no iba a pensar más en su ex marido esta noche. No cuando
un hombre atractivo la tenía contra él. Esta podría ser la primera vez
que un hombre la sostenía en sus brazos, y mucho menos la subía por
las escaleras. Era un poco desconcertante. Pero también la hizo
sentirse muy femenina y, por primera vez en su vida... pequeña.
No era necesariamente algo malo sentirse cuidada de esta manera,
incluso si el lado independiente de ella se oponía. También era
extremadamente romántico, y cuando la acostó en la cama, se sentó
en el borde, todavía un poco abrumada por este inesperado giro de los
acontecimientos.
"¿Cambiaste de opinión?", preguntó.
"No. Sólo un poco sorprendida."
Él amartilló su cabeza a un lado. "¿Por qué? Creo que dejé claro que
te deseo. Y por la forma en que respondiste abajo, parecía recíproco".
"Oh, definitivamente te deseo. Sólo estoy esperando que mi cabeza se
ponga en línea con mi cuerpo."
Se inclinó sobre ella, dándole un ligero empujón en el hombro para que
se recostara en el colchón. "Pensar demasiado puede arruinar el sexo
realmente bueno, Amelia. ¿Qué tal si dejamos que nuestros cuerpos
hagan el trabajo?"
Tenía razón, por supuesto. El lado lógico de su cerebro intentaba entrar
e interrumpir lo que su cuerpo quería.
No sucedía nada con ellos dos, excepto una aventura de una noche.
No había nada malo en ello. Ella lo necesitaba, lo deseaba e iba a
dejarse tenerlo.
Luego él se pasó la camisa por la cabeza, revelando sus magníficos
tatuajes y su pecho bastante excepcional.
La lógica huyó de la habitación y el deseo se apoderó de ella. Se puso
de costado. "Por favor, continúa con la exposición. Y voy a advertirte
ahora que voy a trazar un mapa de cada uno de esos tatuajes."
"Con tu lengua, espero."
Ella vio cómo se bajaba los pantalones, y vio que los tatuajes
continuaban en sus boxers. Su sexo tembló.
"Visual y tácticamente. Definitivamente."
Él dejó caer sus calzoncillos y su verga salió disparada. No pudo
resistirse a una sonrisa de puro aprecio femenino. Era de constitución
dura como una roca, todo músculo que hablaba de lo que hacía en el
campo de fútbol.
"Tu turno", dijo.
Ella empezó a quitarse la camiseta, pero él se acercó y agarró el
dobladillo, arrastrando la camisa sobre su cabeza.
Tuvo que admitir que era un poco desalentador que un hombre la
mirara mientras se desnudaba. Pero Flynn pareció apreciar el desnudo,
así que arrojó su camiseta sobre la cama, y luego se quitó los jeans
con su ayuda.
"Nunca entenderé a las mujeres y sus jeans ajustados", dijo él mientras
se los bajaba por las piernas.
"Sin embargo, aprecias nuestros culos metidos en ellos, ¿verdad?"
Él levantó su mirada a la de ella. "Eso lo hago. Y tú culo es muy bonito".
La hizo rodar sobre su estómago y le puso las manos sobre su trasero.
Cuando ella sintió sus labios allí, se río. "Siempre he querido que un
hombre me bese el culo".
Le dio un ligero bofetón en el trasero. "Podría hacer un montón de
cosas divertidas con tu culo, Amelia".
Oh, las imágenes que se arremolinaron en su cabeza. Ella se balanceó
para enfrentarlo. "¿Podrías?"
"Sí". Puso sus manos en el colchón, presionándolas a ambos lados de
sus hombros. "Pero dejaremos ese pensamiento para otro momento."
Antes de que ella pudiera absorber que pensaba que tendrían más que
esta noche, se inclinó y la besó. Ella sintió el calor que emanaba de su
cuerpo y se arqueó, necesitando sentir su piel contra la de ella. Ella
todavía llevaba su sujetador y sus pantis, pero cuando él rozó su
cuerpo sobre el de ella, todo ese delicioso calor chisporroteó entre
ellos.
Además, su verga, acurrucada entre sus muslos, dura y en aumento
contra el sexo de ella, la hizo temblar con la desesperada necesidad
de sentirlo dentro de ella. Había sido un largo período de sequía para
ella y estaba desvergonzadamente ansiosa de que le enterrara las
bolas profundamente.
Flynn, por otro lado, debe estar teniendo mucho sexo con muchas
mujeres, porque se tomó su tiempo para frotar sus labios contra los de
ella, moviendo su lengua contra la punta de la suya y generalmente
volviendo loca a su murciélago de mierda. Todo de una buena manera,
por supuesto. Ella no se quejó de los besos. Él era muy bueno en eso.
Sólo que ella ansiaba desesperadamente un orgasmo y él seguía
frotando su verga contra su clítoris, lo que la ponía incesantemente
necesitada. Estaba segura de que una vez que tuviera un orgasmo, o
dos, se calmaría.
Ella le palmó los hombros y él los levantó.
"¿Soy demasiado pesado para ti?"
"No, en absoluto. Me gusta tu peso sobre mí. Me gustaría aún más si
tu verga estuviera dentro de mí."
Sus labios se curvaron en una sonrisa de conocimiento. "¿Tienes
prisa?"
"Una gran maldita prisa por un orgasmo. Hace tiempo que no tengo
uno. Así que siéntete libre de reducir los preliminares a como... nada."
"Ya veo". Él se levantó de ella. "Sabes, Amelia, soy un gran creyente
en darle a una mujer lo que quiere."
Luego él le desenganchó el sostén y ella se lo quitó, arrojándolo al
suelo. Él alcanzó sus pantis y lentamente las deslizó por sus caderas y
piernas. No estaba segura de sí Flynn le estaba dando lo que quería o
si la atormentaba más. Porque no agarró inmediatamente un condón.
En cambio, le abrió las piernas y luego...
Nada.
"¿Qué estás esperando?"
"Sólo estoy... mirándote. Eres muy hermosa, Amelia."
"Gracias. Ahora fóllame."
Se río. "Y dicen que los chicos sólo piensan en follar. ¿Qué tal si
frenamos un poco el tren? Tenemos toda la noche."
"No quiero el maldito tren lento, Flynn. Quiero el tren bala a orgasmo-
landia".
"¿Estás segura?" Se arrastró entre sus piernas y separó sus muslos.
"Porque puedo darte un paseo lento alucinante".
Ella levantó los codos, arqueando la ceja. Su aliento era caliente en su
sexo mientras le sonreía.
"Eres un bastardo provocador, Flynn".
"Sí. Pero soy el bastardo que te hará venir una y otra vez esta noche".
Antes de que se le ocurriera otra réplica, él puso su lengua en su sexo.
Su cabeza cayó hacia atrás y todo lo que pudo hacer fue cerrar los ojos
y sentir lo calientes que estaban sus labios mientras rodeaba su clítoris,
y lo húmeda que estaba su lengua mientras la bañaba en su sexo con
movimientos lentos y fáciles.
Ella quería un clímax rápido. Lo que obtuvo en cambio fue el nirvana,
un delicioso viaje en el tren del éxtasis. Ella sintió sus movimientos en
cada terminación nerviosa, saliendo de su sexo y abarcando todo su
cuerpo como un baño caliente de corrientes eléctricas. Y cuando él
deslizó su dedo y comenzó a bombear lentamente dentro y fuera de
ella junto con el tiempo de su boca, ella quería que ese tren sensual
tomara un largo y tranquilo viaje a los confines del universo y de
regreso.
Sus pezones se fruncieron. Se estiró para agarrarlos y frotar sus dedos
sobre ellos, sólo para aumentar cada deliciosa sensación.
Su orgasmo no fue una liberación rápida, fue una caída pausada que
la dejó al límite, incapaz de recuperar el aliento cuando lo sintió cerca.
Y cuando él tarareó contra su sexo y le chupó el clítoris, ella y el tren
saltaron las vías. Todo su cuerpo tembló con su clímax, una y otra vez,
una caída interminable de éxtasis. Se sentía como toda una vida antes
de que los temblores disminuyeran. Cuando lo hicieron, Flynn le besó
el cuerpo, persistiendo lo suficiente en sus pechos para lamer y chupar
sus pezones, acelerando la velocidad de la locomotora una y otra vez.
Para cuando le quitó la boca, ella le enrolló la pierna alrededor de la
cadera y se arqueó contra él. Él gimió contra sus labios y ella supo que
estaba ahí con ella.
Esta vez, frenar el tren no sería una opción. Aparentemente él sentía
lo mismo, porque se dio la vuelta y agarró un condón del cajón de su
mesita de noche, rompió el envoltorio y deslizó el condón, y luego le
abrió las piernas.
"¿Estás lista para mí?"
Ella le pasó los dedos por la frente. "He estado lista para ti".
La curva de sus labios cuando él le sonrió tuvo un efecto devastador
en ella.
"No tienes ni idea de lo mucho que me gusta oír eso".
Se metió dentro de ella y todo su cuerpo se estremeció al entrar en ella
por completo.
Había olvidado lo bien que se sentía tener una verga enterrada dentro
de ella. Y la de Flynn era excepcional.
Cuando empezó a moverse dentro de ella, se dio cuenta de que no
sólo sobresalía por tener una anatomía extraordinaria. Sabía qué hacer
con ella. Se movía con todo su cuerpo, frotando su pecho sobre el de
ella, y luego se inclinó para besarla.
Fue una experiencia de cuerpo entero, y ella se sumergió en todas las
sensaciones. Cuando él frotó su pelvis contra su clítoris, ella gimió.
Flynn levantó sus labios de los de ella. "Me gusta ese sonido, Amelia.
Hace que me tiemblen las bolas".
Ella se encontró con su mirada, ahogándose en las profundidades
azules de sus ojos. "Haces que mi todo tiemble".
Sus labios se curvaron. "Sí, puedo sentir tu cuerpo vibrar, apretando mi
verga."
Se lanzó contra ella, y un temblor de pura felicidad se estremeció en
su interior. Rodó a su lado, llevándola consigo, levantando su pierna y
poniéndola sobre su cadera para poder deslizarse más profundamente
dentro de ella.
Oh, sí. Esto era tan bueno.
Cuando le tomó el pecho y le pasó los dedos por el pezón, ella pensó
que podría morir por el placer de hacerlo.
"Eres sensible aquí".
"Sí. Tócame más."
También era bueno para tomar instrucciones, porque movió sus dedos
por toda ella, dándole justo lo que necesitaba para provocar arcos de
placer.
"Me gusta la forma en que me tocas", dijo ella. "También me gusta tu
boca". La besó y luego se retiró. " Me enteré cuando te hice venir". Ella
se estremeció, su coño se apretó a su alrededor. "Sigue hablando así
y volveré a venirme."
"Esa es la idea".
Él se lanzó contra ella, frotando su cuerpo contra su clítoris. Ella gimió,
se agarró a sus brazos y se sujetó mientras él la llevaba al borde.
Ella no tenía palabras para él porque estaba demasiado ocupada
inhalándolo, sintiéndolo, siendo tan consciente de este momento que
no podía hacer nada más que sentir. Y cuando él tomó su pezón en su
boca y lo chupó, ella jadeó.
"Sí. Me gusta oír esos sonidos que haces", murmuró, y luego lamió su
pezón antes de chuparlo entre sus dientes mientras continuaba
empujándolo hacia ella.
Ella le agarró la parte superior de los brazos, rastrillando sus uñas
sobre su piel mientras él la penetraba con empujones lentos y suaves.
Se sentía llena y lista para explotar, pero quería contenerse,
necesitando suspender este momento por un tiempo más.
Pero su cuerpo tenía otras ideas y cuando empezó a gimotear, el
control ya no era suyo. Flynn comenzó a entrar en ella con golpes
serios y profundos. Se volvió loca entonces, viniéndose
poderosamente con un fuerte grito. Sintió esa dulce caída libre de
felicidad mientras se apretaba alrededor de su verga con profundas y
fuertes contracciones, cada una más intensamente placentera que la
anterior. Flynn tomó su boca en un duro y penetrante beso que la dejó
mareada hasta que, finalmente, él gimió contra sus labios y se
estremeció contra ella.
Tomó unos minutos de pesada respiración de ambas partes, pero
finalmente, ella se tranquilizó y Flynn se dio vuelta sobre su espalda, y
luego se levantó de la cama. Desapareció en el baño contiguo durante
unos segundos, luego volvió y la atrajo contra su pecho.
Ella esperó por ese extraño e incómodo momento después del sexo.
No era como si estuviera acostumbrada a tener sexo con otros chicos.
El último hombre con el que había tenido sexo fue su esposo, y no lo
habían hecho por lo menos un año antes de su divorcio. Ella estaba
fuera de práctica. ¿Qué hacían las parejas después de tener sexo por
primera vez? ¿Hablar? ¿Dormirse? Flynn no podía irse porque estaban
en su casa. Pero podía levantarse y vestirse para llevarla a casa si
quería deshacerse de ella.
Aunque no parecía tener ninguna prisa por hacerlo. La sostuvo contra
su pecho y dibujó círculos en la piel de su espalda.
"¿Estás bien?", finalmente preguntó.
"Estoy bien. Uh... ¿tú?"
"Sí. Aunque parezcas tensa".
Inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo. "¿Ah, sí?"
"Sí. Y como que me molesta." Uh-oh.
"No estoy tensa. ¿Y por qué te molesta?"
"Porque he trabajado duro para relajarte. Obviamente no hice un
trabajo suficientemente bueno".
Ella se río. "Oh. Primero, hiciste un trabajo fenomenal. Me vine dos
veces. Segundo, puede que haya estado un poco tensa. Estoy un poco
fuera de práctica con la cosa postcoital."
"De verdad".
"Sí. Mi ex y yo no lo habíamos hecho en mucho tiempo antes del
divorcio. Y tú, afortunado, eres el primero desde entonces".
Le sonrió y no pareció estar nervioso o molesto por lo que ella le había
revelado.
Alisó su mano sobre su espalda. "Ahora me siento afortunado. Gracias
por elegirme".
No sabía cómo responderle. Un "de nada" parecía raro.
"Entonces, ¿por qué estabas tensa?"
Se dio la vuelta sobre su espalda. "No lo sé. Supongo que no sé cómo
se hacen las cosas ahora".
Él se río, y luego se inclinó sobre ella. "Primero, dudo mucho que haya
pasado tanto tiempo para ti que algunas reglas de sexo sin mencionar
hayan cambiado. Segundo, no hay ninguna regla. Haremos lo que se
sienta bien para ti y para mí, ¿de acuerdo?"
Eso la hizo sentir mejor. "Está bien".
"Ahora dime. ¿Qué es lo que te parece bien ahora?"
"Tengo un poco de sed".
"Yo también. ¿Quieres vino, té helado o agua helada?"
"El agua suena genial".
"Bien. Volveré enseguida".
Saltó de la cama, dándole una maravillosa vista de su increíble trasero
mientras salía por la puerta y bajaba por el pasillo. Se apoyó en el
cabecero de la cama con las almohadas. Cuando regresó, le dio un
vaso con agua.
"Gracias".
"Veo que te las arreglaste para acaparar todas las almohadas mientras
no estaba."
"Oye, te fuiste. Si te duermes, pierdes."
Tomó varios tragos largos de agua, dándole la oportunidad de comerse
sus increíbles hombros y abdominales mientras lo hacía. Luego él puso
el vaso en la mesita de noche y se subió a la cama, situándose justo al
lado de ella.
Cuando ella lo miró, le dijo: "Tienes todas las almohadas, ¿recuerdas?"
"Sí, lo sé".
"Además, quieres que mi cuerpo caliente te mantenga caliente, ¿no?"
No se iba a quejar de eso.
"Absolutamente".
Después de tomar otro sorbo de agua, puso su vaso sobre la mesa, y
se movió para enfrentarlo. "Lo que realmente me gustaría es explorar
sus tatuajes. Son intrigantes".
"Claro. Tócame todo lo que quieras."
Dejó que sus dedos trazaran un sendero sobre sus hombros y en sus
brazos, como si estuviera leyendo un mapa del tesoro. Había patrones
de desplazamiento y puntas afiladas, pero no palabras.
"¿Qué significan?"
"Nada, en realidad. Sólo me gusta la tinta. En algún momento podría
pensar en poner algo de literatura aquí. Tal vez algo que me inspire".
"Son hermosos".
"Gracias".
Se sentó y lo miró. "¿Así que nada como 'Mamá' o el nombre de alguna
ex novia aquí?"
Se río. "No. No soy un niño de mamá, y hasta ahora ninguna mujer me
ha inspirado lo suficiente como para teñir su nombre en mi cuerpo."
"Hasta ahora".
"Sí. Tal vez cuando me case haga algo permanente como eso".
"Te das cuenta de que el cincuenta por ciento de los matrimonios
terminan en divorcio."
Frunció el ceño. "El mío no lo hará".
"¿Estás muy seguro de eso?"
"Sí".
Ella se inclinó hacia atrás y él se movió, bajando por la cama para poder
coger su pie para masajearlo. Realmente tenía unas manos geniales.
Ella pensó en lo que él había dicho sobre el matrimonio.
"Aunque admiro su confianza, puedo asegurarle que todos se casan
pensando que es para siempre. No siempre funciona así."
Levantó el enfoque de su pie sobre su cara. "Aunque puedo apreciar
que vienes de un punto de cinismo desde que te divorciaste, sólo tengo
la intención de casarme una vez. Y tengo la intención de que sea para
siempre".
"Estoy segura de que el tipo que se tatuó 'I Love Patty for All Time' en
su cuerpo y luego tuvo que tatuarse un camión Chevy gigante encima,
pensó que su tatuaje también duraría para siempre".
Arqueó una ceja. "¿Conoces a este tipo?"
Se río. "No. Lo inventé. Sólo lo estoy usando como un ejemplo al azar."
Le levantó el otro pie, y ella no pudo resistir un gemido cuando le clavó
el pulgar en su arco dolorido.
"Creo que tu ex te hizo perder la fe en el amor".
"Tal vez. Pensaría que todas esas mujeres que prefieren el tiempo de
cámara a estar interesadas en ti te harían perder la fe."
Se encogió de hombros. "Simplemente no eran las adecuadas".
"Y todavía piensas que la adecuada está ahí fuera para ti."
No estaba enfocado en su pie. La estaba mirando. "Sí, lo hago". Su
mirada era cálida. Intensa. Y ella tenía que admitir que se sentía
relajada con él, toda esa tensión y rareza después del sexo se había
ido por completo. "¿Por qué?"
"¿Por qué, qué?"
"¿Por qué crees en el amor, Flynn?"
"Porque lo he visto en acción con mis padres. Han tenido momentos
difíciles y a través de todo esto, su amor por el otro nunca ha vacilado.
Lo he visto con mis hermanos, que han encontrado mujeres increíbles,
inteligentes y hermosas que los aman incondicionalmente. Y créeme,
mis hermanos no son tipos fáciles de amar. Si ellos pueden encontrarlo,
yo también."
Esta era una nueva faceta de él. Había visto su lado empresarial y su
lado deportivo. En ambos, él era motivado. Ella lo había visto ser
divertido y entretenido. Pero nunca había visto este lado serio. Era un
hombre listo para enamorarse.
Lástima que ella no fuera la mujer para él. Porque nunca más iba a
entregar su corazón a un hombre. Una vez lo había hecho aplastar por
alguien en quien confiaba, y le había dolido horriblemente.
Flynn era un buen tipo, y a ella le gustaba. Estaba segura de que había
una mujer ahí fuera que lo merecía. Era una lástima que no pudiera ser
ella.
Desafortunadamente, esta noche era justo eso. Sólo esta noche.
Porque un hombre como Flynn podría convertirse en un hábito. Ya se
había caído en la madriguera del conejo una vez, y no permitiría que
eso volviera a suceder.
Suavemente sacó su pie de su agarre. "Probablemente sea una buena
idea que me lleves a casa".
Le echó una mirada extrañada. "¿No quieres quedarte esta noche?"
Ella quería hacerlo. Y ese era el problema. Sacudió la cabeza y se
deslizó de la cama para ponerse de pie.
"Tengo muchas cosas que hacer mañana. Temprano."
Él se levantó y se acercó a donde ella estaba, deslizando sus brazos
alrededor de ella. "Me levanto muy temprano".
Su cuerpo estaba caliente y ella estaba tentada de darse la vuelta y
acurrucarse en él, dejando que la convenciera de volver a su gran
cama.
Pero él era peligroso para su mente y su cuerpo, y sobre todo para su
corazón. Así que se alejó, se dio la vuelta y le sonrió. "Me he divertido
esta noche. Pero no. Necesito ir a casa."
Afortunadamente, leyó sus señales y asintió con la cabeza. "Claro. Me
pondré algo de ropa y te llevaré a casa."
Se vistió y agarró sus cosas. Se subieron a su camioneta y la llevó a la
corta distancia de su casa. Cuando salió y la acompañó a su puerta,
por un segundo ella pensó en invitarlo a entrar. Pero eso frustraría el
propósito de poner fin a su noche juntos.
Sacó las llaves de su bolso, abrió la puerta y se volvió hacia él. "Esta
noche estuvo increíble".
Él la puso contra él. "Yo también lo creo. Te veré pronto." Antes de que
ella pudiera entrar, él la estrechó y la besó. Ella cayó en el beso,
haciendo que deseara que aún estuvieran desnudos y en su cama. Una
vez con Flynn definitivamente no era suficiente. Su cuerpo se curvó en
el suyo y quiso más. Mucho más. Finalmente tuvo que romper el beso
con su corazón y su pulso palpitando y todo dentro de ella temblando
de deseo.
"Buenas noches, Flynn"
Sonrió de esa manera devastadora que ella sólo podría describir como
letalmente sexy. "Buenas noches, Amelia".
Ella esperó mientras él bajaba las escaleras y se subía a su camioneta.
Como él no se alejó en auto, ella asumió que él estaba esperando que
ella entrara a salvo. Porque era un caballero, por supuesto. Así que
entró y cerró la puerta.
Luego exhaló, porque todavía estaba reprimida y excitada por su beso
y todo ese contacto corporal en su puerta.
Tiró su bolso en el sofá, se encogió de hombros de su suéter, y luego
fue a la cocina y se sirvió una copa alta de vino. Cogió el teléfono y
miró la hora.
Era la una de la mañana, demasiado tarde para llamar a Laura para
poder hablar con su mejor amiga sobre esta noche, lo que la dejó sola
para diseccionar sus propios pensamientos.
Llevó el vino al dormitorio y lo puso en la mesita de noche. Se desnudó
y se metió en la cama.
No estaba ni remotamente cansada, así que cogió el control remoto y
encendió la televisión, navegando hasta que encontró una película
para ver. Bebió su vino, sintiéndose cien veces estúpida por pedirle a
Flynn que la llevara a casa.
No tenía nada que hacer mañana temprano, sólo se asustó al
escucharle hablar de encontrar a su mujer de siempre. Sabía que no
era ella, pero eso no significaba que no pudieran divertirse juntos
mientras tanto.
Así que ahora estaba sola en su cama viendo una vieja película
romántica en la televisión, donde los personajes estaban teniendo
mucha más acción que ella en este momento, en lugar de tener algo
de acción en la vida real con el hombre más sexy con el que había
estado.
Levantó la copa de vino y miró el contenido. "Movimiento tonto,
Amelia".
DIEZ.

Flynn tuvo una semana relámpago de prácticas y reuniones. Luego


tuvo que dejar la ciudad para un partido en carretera el jueves por la
noche contra Dallas, así que apenas tuvo tiempo de respirar.
Al menos habían ganado su partido, y ganar en la carretera siempre
era difícil. Pero no había tenido la oportunidad de hablar con Amelia
después de su tiempo juntos, y quería hacerlo en persona. No era un
tipo que enviara mensajes de texto, no con las mujeres con las que se
acostaba. La había llamado para decirle que iba a estar fuera de la
ciudad toda la semana, y quería verla este fin de semana. Ella dijo que
ella y su amiga Laura habían planeado un fin de semana de chicas en
el país del vino.
Él la recordó mencionando cuando el restaurante abrió por primera vez,
que necesitaría tiempo libre para este evento. Le dijo que hablaría con
ella la semana que viene.
Pero ahora mismo se sentía inquieto, como si esa gran noche que
habían tenido juntos no hubiera terminado. Quería ver a Amelia. Pero
su hermana iba a volar esta semana, y eso pondría en peligro sus
planes.
Después de la práctica y la reunión del equipo el martes, Flynn se
detuvo en el restaurante temprano para ocuparse de algunos asuntos
con Ken, luego se dirigió a casa y limpió la casa. Tenía una mujer que
limpiaba para él una vez a la semana, pero aun así recogió la cocina,
pasó la aspiradora, se aseguró de que hubiera toallas extra en la casa
de huéspedes y llenó la mini nevera para su hermana. Después, se
duchó y revisó su teléfono. El vuelo de Mia había aterrizado hacía unos
treinta minutos. Ella le había enviado un mensaje de texto y le dijo que
iba a buscar su auto alquilado y que debería estar en su casa en una
hora.
Como era antes de la hora punta, no debería tener muchos problemas
con el tráfico.
Él le envió un mensaje a su madre para decirle que Mia estaba en
camino. Ella le contestó el mensaje y le pidió a Mia que la llamara
cuando llegara a la casa.
Su hermana podría ser ya adulta, pero seguía siendo la niña de mamá
y Flynn lo sabía.
Se alegró de tener un partido en casa este fin de semana ya que Mia
estaba en la ciudad. Mejor aún, era el partido contra St. Louis, lo que
significaba que ella podría ver el partido en el que él le daría una paliza
a Grant. Sonrió mientras lo pensaba. Pasaría tiempo extra con ella, y
ella podría venir al restaurante y al partido.
Estaba en la cocina preparando unos bocadillos cuando oyó un auto
llegar a la entrada. Se lavó y secó las manos y se dirigió afuera. Mia
estaba sacando su equipaje del maletero del auto alquilado. Lo miró y
sonrió.
"Hola", dijo.
"Hola a ti también". Se acercó a ella y la cogió en sus brazos.
Ella lo rodeó con sus brazos. "Es realmente bueno estar aquí." Ella dio
un paso atrás. "Te ves bien. ¿Has estado haciendo ejercicio?"
Se río. "No, sólo golpeo a los chicos los domingos."
"Parece que funciona para ti".
"Tú también te ves bien. Y te cortaste el pelo".
Se peinó el pelo marrón hasta la barbilla detrás de las orejas. "Me
estaba estorbando mucho, así que es más funcional de esta manera."
Agarró su equipaje y se dirigieron a la casa. "Sigues estando preciosa".
"Gracias".
Su hermana era hermosa, más aún ahora que se había cortado el pelo
largo. Tenía el tipo de rostro que hacía que la gente se detuviera y
mirara dos veces. Tenía forma de corazón, y tenía los ojos azules más
agudos de toda la familia Cassidy. El hecho de que también fuera la
Cassidy más inteligente tampoco le hacía daño.
"Este lugar es increíble, Flynn", dijo Mia al entrar. "Me encanta todo lo
que hay en él. Tiene el estilo de los años cincuenta de un artesano con
todos los toques modernos. Y esta cocina, wow."
La dejó entrar en la cocina mientras se dirigía a la puerta trasera, donde
puso su maleta.
"Gracias. Me gusta mucho. ¿Quieres un tour?"
"Sabes que sí".
La llevó por las escaleras, donde estaban los dormitorios, y luego por
la parte de atrás, por el pasillo que lleva a la casa de huéspedes.
"Me encanta esto", dijo ella mientras él ponía su equipaje en la puerta.
"Es perfecto para los huéspedes. Les da mucha privacidad con un
dormitorio, baño y sala de estar, un bar abierto y una mini nevera para
picar, y aun así está lo suficientemente cerca de la casa principal. Y
aun así está lo suficientemente lejos para no infringir tu acción."
Se río. "No hay acción en la casa principal. No en este momento, de
todos modos."
Ella le dio una sonrisa irónica. "Lástima por ti".
"¿Por qué no desempacas? Estaba preparando el almuerzo para
nosotros cuando llegaste. Debería tenerlo terminado cuando termines."
"Bien".
Empezó a girar para irse, y luego se detuvo. "Oh, y llama a mamá y
hazle saber que estás aquí. Le dije que lo harías."
"Lo haré ahora mismo".
Se fue y entró en la cocina. El agua ya estaba caliente cuando oyó a
Mia llegar, así que la puso en marcha. Cuando empezó a hervir puso
la pasta penne, luego hizo una ensalada y un aderezo.
Mia entró.
"Algo huele bien. ¿Qué puedo hacer para ayudar?"
Le entregó un cuchillo y le hizo un gesto a la tabla de cortar. "Cortar el
pan".
"Puedo hacerlo". Se lavó y secó las manos en el fregadero, y luego
comenzó a cortar el pan. "Es raro verte en la cocina."
Sacó su enfoque de la ensalada y se lo puso a Mia. "¿Raro cómo?"
Se encogió de hombros. "No lo sé. Supongo que no estoy
acostumbrado a verte tan... al mando aquí."
"Me gusta cocinar. He ayudado a mamá a cocinar muchas veces."
"Tal vez no estaba prestando atención. ¿Cómo va el restaurante?"
"Bien hasta ahora. Comeremos allí esta noche."
"No puedo esperar. Estoy planeando ser extremadamente crítica".
Él obligó a devolver una sonrisa. "Hazlo."
Escurrió la pasta y vertió la salsa pesto de tomate seco sobre ella,
añadiendo albahaca y parmesano fresco.
"Mi estómago gruñe fuerte e insistente por aquí", dijo Mia, poniendo el
pan en una cesta. "Y eso se ve increíble".
"Por supuesto que es increíble. Yo lo cociné."
"Yo decidiré si sabe tan bien como huele."
"Prepárate para ser impresionada".
Puso los ojos en blanco y se dirigieron al comedor. Flynn ya había
puesto la mesa, así que todo lo que tenía que hacer era servirles té
helado y traer la ensalada.
Esperó mientras Mia se metía en la ensalada. "¿Vinagreta
balsámica?", preguntó.
"Sí".
"Realmente bueno y no de una botella. Puedo decirlo porque esa cosa
embotellada es una mierda".
"Eres muy exigente, ¿no?"
"Absolutamente". Luego tomó un poco de pasta e hizo un sonido de
"mmm". "Esto es realmente bueno, Flynn".
Sonrió. "Gracias".
Comieron y charlaron sobre la temporada de fútbol de él y el año de
ella en la escuela.
"¿Piensas entrar en el programa de doctorado tan pronto como
termines tu maestría?"
Tomó un sorbo de té helado y luego dejó el vaso. "No lo sé. Es un
compromiso largo y para ser honesta, estoy un poco quemada en la
escuela. Me gustaría trabajar por un tiempo."
Se detuvo, empujando su comida en el plato. Flynn conocía a su
hermana, y sabía que eso significaba que ella tenía algo en mente de
lo que quería hablar, así que esperó.
"En realidad, lo que realmente me gustaría es empezar mi propio
negocio."
Sus cejas se dispararon. "¿En serio?"
Ella asintió.
"¿Qué clase de negocio?"
"He estado flotando alrededor de una idea que está ganando fuerza, al
menos en mi cabeza."
"¿Y cuál es tu idea?"
Se detuvo de nuevo, esta vez tomando unos cuantos bocados más de
comida. Él quería preguntarle, pero sabía que tenía que ser paciente
mientras ella pensaba en cómo quería decirle lo que fuera que ella
quería decirle.
"Una empresa de gestión deportiva".
Se río. "Odias los deportes".
Ella frunció el ceño. "No lo hago. ¿Cómo podría odiar los deportes? Mi
vida entera ha estado profundamente inmersa en él".
"Sí, y te quejaste de ello constantemente."
"Vale, quizás dije que odiaba a todos los deportistas y todo lo que
tuviera que ver con los deportes o la mención de los deportes o
cualquier cosa relacionada con los deportes. Pero eso fue antes y esto
es ahora. Y ahora los deportes son una industria de mega-billones de
dólares y si hay algo de lo que sé mucho, es de deportes y atletas."
Se dio cuenta de que esto era algo que no sólo era serio, sino
apasionante, así que se contentó con sus objeciones iniciales. Si había
algo que sabía de Mia, era que nunca se metería en algo sin
investigarlo a fondo. "Bien. Cuéntame tu proceso de pensamiento".
"Si hay algo que un atleta necesita en el curso de su carrera, es
cohesión. Él o ella está bombardeado con contratos y abogados y
medios de comunicación social y marketing. Tengo la intención de
ofrecer una ventanilla única, si se quiere. Un lugar donde se les pueda
ofrecer no sólo entrenamiento antes de ser reclutados, sino también
cómo manejar cada aspecto de su carrera, desde lo legal hasta lo
financiero, desde las relaciones públicas hasta lo social. Y pretendo
hacerlo mejor que nadie contratando a los mejores profesionales,
desde agentes a abogados, hasta los mejores relaciones públicas en
el mundo del deporte".
Flynn parpadeó. " Wow. Realmente has pensado en esto. "
"No sólo lo he pensado, sino que he hablado con mucha gente que está
interesada en subir a bordo. Honestamente creo que puedo hacer esto,
Flynn. Puede que no tenga los años de experiencia, pero tengo el
apellido, que nunca pensé que usaría, pero si funciona para que me
meta en la puerta, entonces usaré mis conocimientos después de eso
para que los atletas se suban a bordo".
Se recostó en su silla y tomó varios tragos grandes de té helado.
¿Cuándo creció su hermanita y se convirtió en una jugadora poderosa
en el mundo del deporte? Era lo último que esperaba.
Mia apoyó sus antebrazos en la mesa. "Estás muy callado y me está
poniendo nervioso".
"Yo sólo... Wow, Mia. Esto es enorme. ¿Ya has hablado con mamá y
papá sobre esto?"
"No he hablado con nadie de la familia sobre esto. Tú eres el primero".
Se sintió honrado de que Mia lo hubiera elegido para discutir la
posibilidad de un futuro negocio con él. "Este es un gran maldito
negocio, Mia. Te das cuenta de eso, ¿verdad?"
"Por supuesto que sí, Flynn. Esta no soy yo con un cuaderno dibujando
corazones y círculos y un tal vez, algún día, seré una especie de
magnate. Me lo tomo muy en serio, he hecho la investigación financiera
y creo que tengo las habilidades para hacer un éxito de esta empresa."
Si alguien podía hacer esto, era su hermana. " Yo también creo que tú
lo harás. Ahora dime a quién has alineado como jugadores en tu
compañía."
Enumeró dos agentes, dos abogados y un puñado de personas muy
exitosas en el mundo de las relaciones públicas. Y reconoció cada
nombre. Todos ellos eran jugadores poderosos en la industria.
"No jodas. Toda esta gente se uniría a tu compañía."
"Sí".
"¿Y cómo los convenciste?"
"Dándoles una lista de los posibles clientes que tengo que han
aceptado subir a bordo. Sin mencionar a quiénes podrían traer. Juntos,
podríamos tener una gran compañía de dinamita sólo en el primer año.
No soy idiota, Flynn. He escrito planes de negocios de un año, cinco
años y diez años".
Por supuesto que sí. Para alguien que aún no tenía ni veinticinco años,
su hermana tenía el potencial de ser una pateadora de culos.
"¿Dónde te instalarías?"
"Aquí en San Francisco. Esa es una de las principales razones por las
que estoy aquí. Tengo una reunión en Stanford, pero también tengo
otras reuniones. Y después de esto volaré a L.A. para reunirme con
algunos de los actores clave en mi potencial aventura de negocios."
Estaba aturdido. Había hecho sus deberes. Esto no era una quimera
para ella, una especie de sueño para algún día. Esto era... ahora
mismo. "Jesús, Mia. No sé ni qué decir."
Ella sonrió. "Di que me apoyas".
"Diablos, haré más que eso. ¿Necesitas inversores?"
Se río. "Todavía no, pero lo aprecio. Tengo inversiones del dinero que
me dejó el abuelo. Tengo la intención de usar eso y conseguir
préstamos para el negocio. Quiero hacer todo esto por mi cuenta."
"Sabes que mamá y papá no querrán que te endeudes."
"Y no quiero que esta sea una compañía que mamá y papá me
compraron. Lo haré a mi manera."
Argumentativa y obstinada, como siempre. "Creo que es una gran idea,
Mia. Ahora tienes que decírselo a mamá y papá".
"Veremos cómo va todo en este viaje. No es un trato cien por ciento
hecho todavía, pero no puedo decirte lo bien que me hace sentir que
creas en mí".
"Cariño, podrías palear mierda para ganarte la vida o decidir que tu
próximo objetivo es ganar el Premio Nobel de la Paz y yo estaría en tu
esquina. Te quiero."
Las lágrimas brotaron en los ojos de Mia. Empujó su silla hacia atrás,
se acercó y lo abrazó. "Yo también te quiero, Flynn".
Haber asimilado todo esto no sólo fue una sorpresa, sino que los
detalles de la misma habían sido más que un poco abrumadores. Todo
este tiempo había estado pensando que su hermanita se iba a quedar
en la escuela. Siempre había pensado que tal vez ella se dedicaría a
la enseñanza.
Esto era todo menos enseñanza.
Sabía que los planes cambiaban, pero... wow. "Ahora necesito una
cerveza".
Se río. "Yo también".
Después de comer limpiaron la cocina, y se dirigieron a Toronado en la
calle Haight, una de las cervecerías favoritas de Flynn. Mia tenía una
Valencia Gold y Flynn un Blind Pig.
"¿Por qué no has hablado de esto con mamá y papá todavía?"
preguntó mientras sorbían sus cervezas.
Ella se encogió de hombros, mirando su taza. "Quiero estar segura
primero. Mamá me apoyará y me dejará tomar mis propias decisiones.
Pero ya sabes cómo es papá. Es muy insistente. Querrá saberlo todo
y meterse en mis asuntos, y luego sacará la chequera. Eso es lo último
que quiero. Tengo que hacer esto - tener éxito o fracasar - por mi
cuenta."
Comprendió la necesidad de tener éxito por sus propios méritos. Había
seguido los pasos de su padre toda su vida, pero le gustaba pensar
que había forjado su propio camino, que se había hecho un nombre
sólo con su talento. De lo contrario no habría estado jugando tanto
tiempo como lo hacía. El nombre de Cassidy sólo podía llevar a un
jugador de fútbol hasta cierto punto. Después de eso, había que
hacerlo o deshacerlo con talento, sudor y trabajo duro.
Y mientras miraba a su hermana al otro lado de la mesa, comprendió
que el fuego que había ardido en su vientre hace tantos años, cuando
empezó su carrera, ardía igual de fuerte en ella. Ella sabía exactamente
lo que quería y lo estaba persiguiendo.
Él extendió la mano y la agarró. "Puedes hacer esto. Todo por tu
cuenta. Sé que puedes".
"Gracias". Inhaló profundamente, y luego respiró hondo. "Ahora que
está al descubierto, al menos con un miembro de la familia, empieza a
sentirse real. Tengo mucho que hacer."
Se río. "Sí, lo tienes. Pero antes de que vayas a toda máquina con esta
nueva empresa, díselo a mamá y papá".
"Bueno, tengo mucho que hacer antes de hablar con ellos. Quiero estar
segura de que todos están a bordo y que tengo algo que presentar a
nuestros padres que es real y tangible."
Terminaron sus cervezas y volvieron a su casa, luego se sentaron y
hablaron durante horas sobre su plan de negocios. Tuvo que admitir
que estaba impresionado. Lo tenía todo planeado, tenía una visión,
tenía el personal elegido y su financiación en su sitio. Sabía
exactamente lo que quería y confiaba en su enfoque. Con cada minuto
que pasaba sabía con certeza que ella podía hacer de este negocio un
éxito.
Pero ella tendría que trabajar muy duro en ello. Él no dudaba que lo
haría. Al igual que él no dudaba de que ella tuviera éxito. Y continuaría
preocupándose por ella porque ese era su trabajo.
"Ya sabes, entiendo que todas ustedes están en ser su propia mujer y
autosuficiente y toda esa mierda, pero si alguna vez me necesitan,
estoy aquí. Y hablo en serio sobre ser un inversor. Si me necesitáis, no
me interpondré en tu camino. Sólo te daré dinero y esperaré a que
dupliques mi inversión".
"Ya lo sé. Y gracias. La parte del dinero podría considerarla
definitivamente".
Él la atrapó y sostuvo su mirada. "Lo digo en serio, Mia. No sólo estoy
echando humo. Si me necesitas para algo".
"Y lo dije en serio cuando dije que lo sé, Flynn. Siempre has estado ahí
cuando te he necesitado. No dudo que lo estarás en el futuro".
Atrapó su genuina sonrisa. Maldita sea esta niña que ya no era una
niña. Ella lo hizo sentir como un viejo.
¿Así es como se sentía papá, viéndolos crecer y tener vidas propias?
La madurez de Mia le causó un dolor en la boca del estómago y le hizo
darse cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. No hace tanto tiempo
que ella lo perseguía en la tierra del rancho, su cola de caballo volando
y sus zapatillas levantando polvo. Todavía podía recordar sus chillidos
agudos cuando se reía.
Ahora era una mujer adulta.
Dios mío... Es hora de dejar de pensar en eso.
Finalmente levantó el teléfono. "Deberíamos ir al restaurante. No sé tú,
pero yo tengo hambre".
"No es una sorpresa. Siempre tienes hambre."
"Cierto".
Se subieron a su camioneta y fueron al restaurante. Mia estaba
ocupada en su teléfono enviando mensajes de texto a alguien, así que
él se quedó callado, imaginando que estaba charlando con amigos o
haciendo negocios. Estacionó en la calle, dejando espacio en el
estacionamiento del pequeño restaurante para los clientes.
Salieron y caminaron hacia el restaurante.
"Este lugar es increíble, Flynn", dijo Mia mientras se dirigían a la puerta.
"Me encanta el ambiente del vecindario. Está justo en la esquina, con
tiendas por todas partes. Y está a poca distancia para mucha gente".
"Sí, ya tenemos gente que vive cerca que consideramos habituales".
"Es increíble".
Le sujetó la puerta y entraron. Mia respiró profundamente.
"Puedo decir por el olor que me va a encantar todo lo que hay aquí."
Sonrió. "Pensé que ibas a ser súper crítica".
Le echó un vistazo. " Esta soy yo siendo crítica. Y cállate."
Se río y saludó a Ken, que se acercó y le dio la mano.
"Hola, Ken. Esta es mi hermana, Mia. Mia, este es Ken, el gerente de
mi restaurante."
Ken estrechó la mano de Mia. "Encantado de conocerte, Mia. Flynn me
ha contado todo sobre ti".
"Todas las cosas impresionantes, sin duda."
Ken sonrió. "Por supuesto. ¿Van a cenar con nosotros esta noche?"
"Sí. ¿Está Amelia aquí?"
Ken asintió. "Ella lo está". Y dijo que quiere hablar contigo, pero como
puedes ver estamos bastante ocupados ahora mismo."
"Vale. No la molestaré mientras esté encerrada."
Ken les consiguió una mesa, y luego Candace, una de las meseras, se
acercó. Flynn la presentó a Mia, luego Candace tomó su pedido de
bebidas y les dejó los menús.
Mia miró a su alrededor. "El ambiente es fantástico. No es quisquilloso,
pero tampoco es poco elegante. Es una sensación muy hogareña". Ella
encontró su mirada. "Eso es lo que se siente, Flynn. Es como estar en
casa. Una especie de sensación rústica pero moderna".
Le sonrió. "Bien. Eso es lo que buscaba".
"¿Y quién es Amelia?"
"Ella es la chef principal".
"Oh. Está bien."
Ordenaron su comida y varias personas se detuvieron en su mesa para
charlar. Lo que a Flynn le gustaba del Noventa y Dos era lo amigable
que era todo el mundo. Y se esforzaba por ser accesible a sus clientes.
Así que firmó algunos autógrafos, tomó algunas fotos y charló con
algunos fans. Después de que se fueron de la mesa, volvió a centrar
su atención en Mia, que le sonreía.
"¿Qué?"
Se encogió de hombros. "Nunca pienso en ti como una gran estrella
del deporte. Sólo eres mi hermano tonto".
"No, soy tu hermano inteligente. Y el más atractivo del grupo".
Ella puso los ojos en blanco, y luego tomó su copa de vino. "Si así es
como puedes mirarte al espejo todas las noches."
Se río. "Sabelotodo".
"¿Así que jugarás contra el equipo de Grant este fin de semana?"
"Sí".
"Sabes que están jugando excepcionalmente bien esta temporada".
Arqueó una ceja. "¿Qué significa exactamente?"
"No te pongas nervioso, Flynn. Significa que podré ver un buen partido.
No me gustaría ver un partido en el que aplastaras al otro equipo".
"Me gustaría eso".
"Estoy segura de que lo harías. Pero estaré más entretenida si tienes
que trabajar por ello."
"Eres mala, Mia."
Agitó la mano en señal de despido. "Sí, sí".
Las ensaladas llegaron y se metieron en ellas, pinchándose
verbalmente entre ellos durante el transcurso. No había nada que
disfrutara más que la visita de uno de sus hermanos. Le hacía extrañar
la dinámica familiar, cuando él y sus hermanos y hermana se sentaban
en la mesa del comedor y se lanzaban bromas el uno al otro durante la
cena. Sus padres se reían siempre y cuando no fueran realmente
malos con los demás. Y como todos los Cassidy tenían un sano sentido
del humor, nadie se sentía herido.
Mia había tenido que endurecerse a una edad temprana ya que había
crecido con cuatro hermanos mayores, pero tenía el mejor sentido del
humor de todos ellos, y había aprendido a lanzarles insultos desde una
edad temprana. Era hundirse o nadar en la familia Cassidy, y Mia había
nacido como campeona de natación.
El plato principal llegó. No sorprendió en absoluto a Flynn que después
de su discusión la semana pasada Amelia ya hubiera incorporado el
atún rojo caramelizado en el menú, así que en cuanto lo vio lo pidió.
Mia estaba comiendo ravioles de cangrejo.
Se metió en el atún, que estaba tierno y delicioso.
"Oh, Dios mío, Flynn", dijo Mia después de tomar un sorbo de su vino.
"Este ravioli es increíble".
"Me alegro de que te guste".
"Ahora déjame darle un mordisco a tu pescado."
Cortó un trozo y lo puso en su plato. Ella lo probó, con los ojos abiertos.
"¿Comes aquí todas las noches? Yo comería aquí todas las noches."
Se río. "No, no todas las noches. Pero vengo mucho por aquí."
"Puedo entender por qué. Esto es asombroso".
Sabía que ella estaba siendo amable, pero su hermana no era nada si
no era brutalmente honesta. Si no le gustara la comida, se lo diría. Se
sentía bien escuchando sus elogios y sabía que a Amelia también le
gustaría.
Miró hacia la cocina, deseando ver a Amelia, pero el restaurante estaba
súper ocupado ahora mismo y lo último que ella necesitaba o quería,
él lo sabía, era que él metiera la nariz en su cocina. Podía esperar.
Pero realmente quería hablar con ella.
Además, tenía a Mia para hacerle compañía por ahora.
Terminaron su comida y optaron por el postre, aunque Mia protestó que
ya estaba demasiado llena para comer cualquier otra cosa. Ella tomó
sorbete y él tarta de queso. Para cuando terminaron el postre ya había
menos gente allí.
"Discúlpame un minuto. Tengo que ir a la cocina a hablar con Amelia."
"Claro. Oh, y que venga aquí", dijo Mia. "Quiero elogiar su cocina".
"Veré si le sobran unos minutos."
Se dirigió a la cocina. Todos estaban ocupados, así que entró para ver
a Amelia revisando los pedidos. Se puso detrás de ella.
"Hola".
Ella se giró para enfrentarlo. Y no había ninguna sonrisa en su cara.
"Necesito hablar contigo".
Uh-oh. Algo estaba pasando. "Bien. Seguro."
"Stefanie, toma el mando. Vuelvo enseguida."
"Bien, Amelia".
Amelia salió de la cocina y Flynn la siguió. Esperaba que le hablara allí
en el pasillo, pero se sorprendió cuando giró a la derecha por la puerta
lateral.
Ah, vale. Tal vez quería un beso. Ahora, para eso, él estaba a bordo.
Ella lo arrastró por la acera, a medio camino entre la puerta y el patio
trasero. Él se inclinó cerca, pero ella le puso la mano en el pecho.
"¿Qué demonios te da derecho a despedir a uno de mis cocineros?"
Él parpadeó. Esto no fue romántico, y definitivamente no fue un beso.
"¿Eh?"
"Despediste a Jeff. Mi cocinero de preparación. El que te conté la otra
noche. Al día siguiente, fuiste y lo despediste".
"Oh. Cierto. Me imaginé que me ocuparía de eso para que no tuvieras
que hacerlo".
"Y te dije que me ocuparía de ello. ¿Y qué hiciste? Te ocupaste de ello
sin discutirlo conmigo primero."
"Amelia..."
Ella lo cortó antes de que pudiera decir algo más. "Antes de que me
contrataras, dejé muy claro que el personal de cocina sería mío para
contratar, supervisar y despedir. Tú y Ken estuvieron de acuerdo".
Se rascó un lado de la cabeza. "Bueno, sí, pero..."
"No te olvides de mí, Flynn Cassidy. Socavaste mi autoridad en mi
cocina al despedir a uno de mis empleados. Dejaste que tu ego
masculino y estúpido tomara el control y decidiste que sabías lo que
era mejor. Me doy cuenta de que este es tu restaurante, pero
acordamos que esta era mi cocina. Y estoy muy enojada por lo que
hiciste".
Abrió la boca para objetar, pero luego se dio cuenta de que la había
cagado. "Tienes razón. Lo siento. Accedí a darte el control total en la
cocina. Si significa algo para ti, mi corazón estaba en el lugar correcto.
Sé que tienes las manos llenas y sabía que Jeff era un problema. Soy
un solucionador de problemas y pensé que podría arreglarlo para ti, lo
cual ahora veo que estuvo mal. Me disculpo por haberte pisado los
pies. Y por ser un imbécil".
Estaba de pie frente a él como una feroz guerrera rubia, con los brazos
cruzados sobre su pecho como si estuviera lista para luchar contra él.
Pero entonces sus hombros se relajaron un poco.
"Bien. Aprecio la disculpa. Pero no vuelvas a hacerlo nunca más. Sólo
porque hayamos tenido sexo no significa que puedas tomar todas las
decisiones por mí".
Flynn escuchó a alguien aclarando su garganta detrás de él. Se dio la
vuelta y encontró a Mia de pie junto a la puerta.
"Lo siento. Te buscaba y alguien dijo que creía que tú y Amelia estaban
fuera. Entonces, ustedes dos están saliendo, ¿no? ¿O solo están
teniendo sexo?"
Bueno, mierda.
Flynn se volvió hacia Amelia, dándole una sonrisa de dolor. "Amelia,
me gustaría presentarte a mi hermana, Mia."
ONCE.

Amelia se quedó mirando a la hermosa joven de pelo oscuro que la


miraba con una sonrisa en su rostro.
Todavía estaba enojada con Flynn, así que sus emociones estaban un
poco calientes. Y ahora también estaba confundida. Ella arrastró su
atención de vuelta a Flynn.
"Espera. ¿Qué? ¿Esta es tu hermana?"
"Sí. Quería decirte que la iba a traer, pero no tuve la oportunidad".
"Obviamente. Y ahora tengo que volver a la cocina. Oh, y hola, Mia. Es
un placer conocerte. Siento mucho que hayas tenido que presenciar
que le gritara a tu hermano".
"Oh, no es un problema. Lo disfruté mucho. La cena fue increíble, por
cierto".
Su rabia disminuyó un poco, le sonrió a Mia. "Gracias".
Amelia se dirigió hacia la puerta, con Mia siguiéndola.
"Deberías pasar por la casa cuando salgas del trabajo", dijo Mia. "Me
encantaría pasar un tiempo conociéndote, ya que estás teniendo sexo
con mi hermano".
"Mia, ya basta", dijo Flynn.
Amelia se río, aunque se estaba encogiendo por dentro. "Siento que
hayas tenido que oír esa parte también".
"No lo hago". Esta es una nueva faceta de mi hermano y estoy
intrigada. Estaré en la ciudad durante una semana y me encantaría
verte. ¿Estarás por aquí?"
Se detuvo justo dentro de la puerta. "Supongo que lo haré, siempre y
cuando tu hermano no me despida por llamarlo imbécil".
"No te despido".
"Bien. Ahora tengo que irme. Hasta luego, Mia."
Mia movió sus dedos. "Más tarde, Amelia".
Amelia se dirigió a la cocina, mortificada por su comportamiento. No
hacía Flynn, por supuesto. Se lo merecía. ¿Pero hacerlo delante de su
hermana?
Caramba. Eso había sido desafortunado. Pero ella no podía
retractarse, así que tenía que averiguar cómo lidiar con ello.
Más tarde.
Se lavó las manos y volvió al trabajo. Afortunadamente, el resto de la
noche estuvo tan ocupada como al principio, y por eso estaba
agradecida. Sumergirse a toda velocidad en el trabajo era la mejor
manera de no pensar en los problemas. Ya habían contratado a otro
cocinero para reemplazar a Jeff, y el nuevo estaba funcionando muy
bien, por lo que el servicio de cena de esta noche había fluido sin
problemas.
No es que hubiera ayudado mucho, porque después de su altercado
con Flynn, se sentía... dispersa. No lo había visto desde que la dejó en
su casa después de que pasara la noche con él hace una semana. La
llamó y le envió un mensaje, pero tuvo que dejar la ciudad por un juego
de carretera, y no se habían conectado realmente... Y ella estuvo tan
enojada con él después de que despidió a Jeff, que la dejó sintiéndose
mal en muchos sentidos. Ella quería verlo en persona y hablar con él
sobre eso.
Terminó viendo su partido en la televisión el jueves por la noche. Se
vio muy bien. No fue una sorpresa. Pero ahora que lo había visto
desnudo, había un calor subyacente en la forma en que lo veía y le
parecía un poco desconcertante.
"Amelia".
Le prestó atención a Tony, uno de los cocineros. "Lo siento. ¿Sí?"
"Estamos todos despejados aquí. ¿Hay algo más que necesites que
hagamos?"
Miró alrededor, haciendo un chequeo mental. "No. Se ve muy bien.
Gracias por otra buena noche, a todos."
Tenía que volver a meterse en el juego y alejarse de Flynn. Este trabajo
era su prioridad, y él era una gran distracción.
Condujo a casa e inmediatamente se quitó los zapatos una vez dentro
de la puerta principal. Se puso unos pantalones de yoga y un Henley
de manga larga, se dirigió directamente a la cocina, tomó una botella
de pinot grigio y se sirvió una copa entera.
Sacó su teléfono de su bolso y revisó sus mensajes. Había uno de
Laura pidiéndole que llamara. Eran más de las once, así que decidió
esperar hasta mañana. Tal vez podrían almorzar ya que Amelia tenía
el día libre mañana.
El siguiente mensaje era de Flynn.
Mándame un mensaje cuando
llegues a casa.

Ella arqueó una ceja. Eso era más bien una orden de él, ¿no es así?
No una petición o un "Oye, si no estás ocupada, ¿podrías mandarme
un mensaje?" o algo así.
Lo que sea.
Decidió ignorarlo, en lugar de ello cogió su lector electrónico y su copa
de vino. Se instaló para leer un libro de uno de sus autores favoritos,
dejando que la tensión del día se desvanezca.
Estaba en el cuarto capítulo cuando sonó su teléfono. Lo cogió.
Flynn.
Con un suspiro, presionó el botón.
"Hola, Flynn".
"¿Recibiste mi mensaje de texto antes?"
Ella decidió no dispararle. Al menos no de inmediato. "Lo hice".
"Estás en casa, ¿verdad?"
" Lo estoy".
"¿Qué estás haciendo?"
" Leyendo un libro y tomando una copa de vino."
"Vale. ¿Así que decidiste no responder a mi mensaje de texto?"
Ella respiró profundamente antes de responder. "Sí, eso es
exactamente lo que he decidido".
Esperó unos segundos antes de responder. "Todavía estás enfadada
conmigo".
"No lo estaba, pero no me gustó el tono autoritario de su mensaje".
"El... ¿Eh?"
¿Era sólo ella, o él era muy obtuso? "Me ordenaste que te enviara un
mensaje de texto, como si estuviera a tu disposición."
"Así que todavía estás enfadada conmigo. Dije que sentía haber
despedido a Jeff. Lo dije en serio."
Puso su copa de vino en la mesa lateral y se frotó la sien donde se
estaba formando un dolor de cabeza. "Sé que lo hiciste. Creo que
necesito irme a la cama. Ya ha pasado el día".
"Lo siento si has tenido un mal día. Probablemente no ayudé en eso".
"No todo depende de ti. No conseguí los mejillones que pedí, así que
tuve que hacer una rápida sustitución en el menú, y la berenjena frita
no resultó como yo quería. Fue uno de esos días."
"El atún rojo estuvo excelente".
"¿Tuviste eso?"
" Lo hice. Me alegra mucho que lo hayas añadido al menú. Fue
espectacular. A Mia también le encantó, aunque comió los ravioles de
cangrejo y deliró con ello".
Eso, al menos, la hizo sonreír. "Me alegra mucho oír eso".
"Ella quiere verte. Por eso quería hablar contigo. Sé que mañana es tu
día libre y que tienes un millón de cosas que probablemente necesites
hacer, pero si no estás muy ocupada, ¿tendrías tiempo para pasar con
nosotros?"
"Iba a almorzar con mi amiga Laura".
"Tengo práctica mañana de todos modos hasta las cuatro, y Mia tiene
reuniones. ¿Qué tal una cena? Yo cocinaré, o podemos salir a comer."
Ella le debía eso por ser tan perra con el mensaje de texto. Puede que
esté cansada, pero Flynn no merecía ser el destinatario de su humor.
"Cualquiera de los dos suena bien".
"Grandioso. Te enviaré un mensaje de texto y te prometo que estará
cargado con todo tipo de signos de interrogación. No habrá órdenes de
ningún tipo".
Se río. "Bien, Flynn. Te veré mañana".
"Descansa un poco, Amelia. Buenas noches."
"Buenas noches".
Dejó su teléfono y se encontró mirándolo por unos segundos, luego lo
sacudió.
No tenía intención de tener nada que ver con Flynn después de la
noche que pasaron juntos, firme en su resolución de mantener su
relación estrictamente profesional. Pero como su hermana había
pedido que pasaran tiempo juntos, sería grosero de su parte decir que
no.
Así que esta era una ocasión especial. O al menos eso es lo que se
dijo a sí misma.
Después de eso, sin embargo, no habrá tiempo personal para los dos.
Y se lo dejaría muy claro a Flynn cuando lo viera mañana.
DOCE.

Era un acontecimiento cuando Amelia y Laura tuvieran un día libre al


mismo tiempo. Se reunieron al mediodía en casa de Laura. Laura le
había enviado un mensaje de texto diciendo que la puerta estaba
abierta y que llegaría tarde, así que Amelia entró.
"Estoy aquí", gritó Amelia mientras cerraba la puerta.
"Estoy arriba vistiéndome. Bajaré en un segundo."
La casa de Laura era un desastre y no dio ninguna excusa. A menudo
hacía turnos dobles en el hospital, y su marido, Jon, no era mejor que
Laura en la limpieza de la casa. Sacudiendo la cabeza y sonriendo,
Amelia movió la pila de libros en el sofá junto con la manta y despejó
un espacio para sentarse.
Revisó su correo electrónico mientras esperaba.
"Lo siento", dijo Laura unos diez minutos después mientras bajaba las
escaleras, con los zapatos colgando en una mano. "Lo siento mucho.
Me quedé dormida".
"Tan a menudo como trabajas, cariño, dormir es algo bueno."
Laura cogió un portátil que estaba en una silla y lo puso encima de una
pila de papeles en la mesa junto a la silla, y luego se sentó y se deslizó
sobre sus zapatos. "Bueno, estoy segura de que no tengo suficiente,
así que gracias por ser tan comprensiva. Siento que el lugar sea un
desastre. Despejar el lugar está en mi lista de tareas para esta tarde."
"A menos que decidamos ir de compras".
Laura ladeó la cabeza. "No me tientes con las compras. Tengo un
presupuesto estricto de no comprar hasta el próximo mes. O
posiblemente el mes siguiente. Jon me dijo que, si ve otro par de
zapatos nuevos en nuestro armario, presentará los papeles del
divorcio".
Amelia sonrió. "Bien. Como si alguna vez fuera a hacer eso. El hombre
te adora."
"Es verdad. Pero accedí a no comprar más zapatos hasta después del
primer día del año."
"Así que sólo bolsos, entonces, ¿verdad?"
Laura sonrió de forma desproporcionada. "Eres una facilitadora,
Amelia".
"Por eso me hiciste tu mejor amiga en la universidad. Porque yo fui la
que dijo, 'Adelante, toma otro chupito de gelatina'".
"Y porque me sostuviste el pelo cuando pagué las consecuencias de
esos tragos de gelatina extra".
Amelia se río. "Cierto. Y en esa repugnante nota, vamos a almorzar.
Me muero de hambre".
"Yo también".
Terminaron decidiendo sobre la comida tailandesa. Un restaurante que
amaban estaba cerca, y estaban sentados en una mesa de la ventana.
Siempre era agradable tener un día libre en un día de trabajo ocupado.
Había algo en disfrutar del ajetreo de todos los demás teniendo que
trabajar mientras tú no lo hacías.
Amelia sorbió su té. "¿Cómo va el trabajo?"
"Intenso como el infierno. ¿Y el tuyo?"
"Lo mismo".
"¿Cómo está el jefe ardiente?"
Ella se cernió sobre su pajilla durante unos segundos antes de tomar
un sorbo, y luego respondió. "Bien, supongo".
Laura ladeó la cabeza. "Eso fue interesante".
"¿Qué?"
"Esa pausa antes de que respondieras".
"Apenas fue una pausa, y estaba bebiendo un trago."
"Uh-huh. Dime qué está pasando con el Jefe Jugador de Fútbol Sexy".
Ella se movió en su asiento. "No pasa nada. Bien, tal vez algo. Pero en
realidad no es nada porque trabajo para él".
Laura amartilló una ceja. "Cuenta".
"No lo contemos. De hecho, olvidemos que he dicho algo".
Laura cambió de silla, así que ahora se sentó al lado de Amelia. "¿Qué
demonios, Amelia? ¿Tuvieron sexo?"
"¿Qué? Por supuesto que no. ¿Qué te hizo pensar eso?"
"Me estás mintiendo. Tuviste sexo con él".
Maldición. Lo mejor de tener una mejor amiga era que sabían todo
sobre ti. Lo peor de tener una mejor amiga era que podían leer el
cambio más sutil en tu lenguaje corporal. Amelia nunca había sido
capaz de ocultar nada a Laura. No en la universidad, cuando estaba
enamorada de su profesor de humanidades, y no ahora.
"Bien. Tuvimos sexo. Pero sólo una vez y no volverá a suceder".
"¿Por qué? ¿Fue malo en eso?"
Puso su barbilla en su mano. "Dios, no. Fue increíble".
"¿Llevó el tren de la lengua a tus tierras del sur? Porque cualquier
hombre que no lo haga no vale la pena un segundo viaje."
Se río de la metáfora del tren, una que ella misma usaba demasiado a
menudo. "Por qué, sí. De hecho, lo hizo. Y fue un viaje alucinante".
"Excelente. Entonces, ¿por qué no querrías otro viaje?"
"Razones obvias. Es mi jefe y hay un conflicto de intereses allí".
Laura hizo un gesto de despedida. "Sólo si lo haces uno".
"Vamos. Es mi jefe. Trabajo para él. Ya sabes lo complicado que puede
ser. Me gusta mi nuevo trabajo y no quiero perderlo".
"¿Has hablado con él sobre tus preocupaciones?"
"No exactamente".
"Entonces deberías. Antes de que pongas fin a algo que aún no ha
empezado".
Sacudió la cabeza. "Sin mencionar que estoy recién divorciada y no
busco una relación."
"Primero, no estás tan recién divorciada, y segundo, ¿quién dice que
tienes que casarte con el tipo? Sólo tienes que engancharte con él. Es
ardiente y sexy y obviamente genial en la cama. Entonces, ¿qué estás
esperando?"
No tenía ni idea. "No lo sé, Laura. Sólo... estoy indecisa."
"Deja de dudar. Frank era un imbécil y tú aguantaste allí unos dos años
más de lo que debías. Eras miserable y tenías el corazón roto cuando
saliste de ese matrimonio. Y desde entonces te has centrado en
cambiar de ciudad, cambiar de empleo y asentarte. ¿No crees que te
mereces algo de diversión?"
Cuando lo dijo así, Amelia se dio cuenta de que Laura tenía razón. Se
había tomado su vida demasiado en serio estos últimos años. Era hora
de dejarse llevar y disfrutar. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que con
alguien como Flynn? Era un tipo divertido.
Ella también podía ser divertida. Levantó la mirada hacia Laura. "Puedo
ser divertida".
Laura sonrió. "Sé que puedes. Creo que se te olvidó cómo. Así que es
hora de que lo recuerdes. Dime qué es lo siguiente que has arreglado
con él, y no quiero oír "nada"."
"En realidad, voy a cenar con Flynn y su hermana esta noche."
Las cejas de Laura se levantaron. "Ya conoces a la familia, ¿eh?"
"No es así. Su hermana pequeña está en la ciudad de visita. La conocí
ayer en el restaurante. Quiere pasar un tiempo conmigo."
"Porque..."
"No hay razón".
Laura echó una mirada hacia ella.
"Bien, bien. Nos oyó a Flynn y a mí discutiendo fuera anoche".
"¿Sobre?"
"Cosas del trabajo. Y podría haber mencionado que dormimos juntos
durante esa conversación y Mia escuchó esa parte".
"Oops".
Amelia asintió. "Sí. Así que ella sabe que hay algo entre nosotros. Pero
principalmente creo que es porque le gustó mi cocina."
Laura le dio una sonrisa de conocimiento. "Si es como la mayoría de
las hermanas entrometidas, probablemente quiera más detalles sobre
ti y Flynn. Quiere investigarte, asegurarse de que eres de fiar y que no
quieres hacer daño a su hermano".
"¿En serio piensas eso?"
"Por supuesto que sí. Recuerdas cómo fue cuando las cosas se
pusieron serias entre Jon y yo. Su hermana Rebecca me interrogó
durante cuatro horas durante la cena una noche".
"Eso es diferente. Tú y Jon se estaban poniendo serios. Flynn y yo
estamos..."
Laura la miró fijamente. "¿Tú y Flynn están qué?"
"Eso es todo. No somos nada. Tuvimos sexo. Una vez. Trabajamos
juntos. Es una aventura".
"Una aventura que puede complicarse o puede volverse seria".
Ella suspiró. "No se va a poner seria".
Laura le movió un dedo. "No puedes predecir el futuro, Amelia. Podrías
creer ahora mismo que te diriges a Flingstown Road con Flynn, pero
podrías terminar haciendo un giro brusco en la calle del amor".
Amelia sacudió la cabeza. "No va a pasar. He estado en Love Lane y
esa carretera estuvo llena de baches peligrosos. No pienso volver a
viajar por ese camino en particular nunca más".
"Mucha gente ha intentado desviarse y ha fracasado, amiga mía.
Pondré dinero que no puedes controlar y terminarás en ese camino otra
vez."
"No".
"Ya veremos".
"Sí, lo haremos". Amelia recogió su bebida, y afortunadamente, el
almuerzo llegó para que esa conversación particular terminara, para su
alivio.
Después del almuerzo, ella y Laura terminaron yendo de compras, pero
no por los zapatos. Pensó en algo de lencería, empujada por Laura que
insistió en que, si iba a tener una aventura sexual ardiente, entonces
necesitaba ropa interior nueva.
"Probablemente no has comprado ropa interior nueva y sexy en años.
¿En qué andas viviendo? Alguna cosa de algodón, ¿verdad?"
Levantó la barbilla. "Mis cosas de algodón son útiles y cómodas para
el trabajo. Además, mi falta de lencería escandalosa no mantuvo a
Flynn fuera de mis pantalones la otra noche."
"Touché, amiga mía. Pero, aun así, nos detendremos en el
departamento de lencería y te compraremos algo divertido y sexy. Para
que te sientas bien contigo misma y no con Flynn".
Cuando Laura lo dijo así, ¿cómo podría resistirse?
Tuvo que admitir que tocar las sedas y los encajes y los colores
lavanda, sus favoritos, la hicieron sentir bien. Y admitió que había
pasado un tiempo desde que había comprado algo tan bonito.
Ciertamente no estaba interesada en usar algo que se volviera contra
su ex, y después de que se separaran, la ropa interior de las tiendas
de descuento le quedaba muy bien.
Ahora tenía una bolsa llena de lencería ardiente que no podía esperar
a probar. Y tal vez, sólo tal vez, pensaría si quería que Flynn viera algo
de eso.
Bien, ella ya estaba pensando en desnudarse y subir encima de él
usando el sujetador y los pantis lavanda oscuros. Su cuerpo temblaba
al pensar en la idea de estar a horcajadas sobre él, su verga dura
mientras se deslizaba por ella usando junto a nada...
"¿Estás bien?"
Estaban montando la escalera mecánica y su atención se desvió de su
fantasía tan inapropiada hacia su amiga. "Estoy bien. ¿Por qué?"
"Tus mejillas están sonrojadas". Laura puso su mano en la parte
posterior del cuello de Amelia, deslizándola hacia adelante para sentir
su frente. "No tienes fiebre".
Amelia se río. "Hace calor aquí y tengo demasiada ropa".
Demasiada ropa para esa fantasía que acababa de conjurar.
Llegaron a casi todos los departamentos, charlando todo el tiempo
mientras se probaban la ropa, buscaban maquillaje y perfume y
miraban los zapatos, a pesar de los lloriqueos de Laura. Al final, Laura
se decidió por unos pocos pares de calcetines, que hicieron reír a
Amelia.
"Jon estará muy orgulloso de que sólo hayas comprado calcetines", dijo
mientras dejaba a Laura en casa.
Laura abrió la puerta. "Es probable que no crea que es todo lo que
tengo y espero que inspeccione el armario. Y posiblemente el maletero
de mi auto".
"Si necesita confirmación, dile que me envíe un mensaje de texto.
Prometo responder por tu habilidad para resistir ese hermoso par de
brillantes tacones plateados".
Laura lloriqueó de nuevo. "No me lo recuerdes".
Se abrazaron. Laura agarró su bolso y dijo: "Llámame mañana y hazme
saber cómo va la cena de esta noche. A menos, claro, que estés en un
estupor después del sexo. Entonces envíame un mensaje de texto y
hazme saber que viviste la noche".
"Graciosa. Te llamaré mañana."
Cuando llegó a casa, entró, revisó su correo y su e-mail, y luego tomó
algo de beber. Tenía un par de horas para matar antes de ir a la casa
de Flynn, así que se puso a trabajar en la casa, lavó los platos de la
mañana y dobló la ropa. Después de eso se dirigió arriba a cambiarse
de ropa. Lo que llevaba puesto estaba bien, pero por alguna razón
decidió cambiarse a su nueva lencería. Y, por supuesto, eligió el
sujetador y los pantis de color lavanda oscuro.
Se miró en el espejo, girando de un lado a otro. No tenía un cuerpo
curvilíneo y de hecho era como un palo recto. Su amiga Laura tenía
todas las curvas exuberantes y siempre había estado algo celosa. Pero
hay que reconocer que se veía bien en la nueva ropa interior. El
sujetador le subía los pequeños pechos que tenía, y los dobles lazos
de los pantis le quedaban bien en las caderas. Su abdomen era plano,
en su mayoría, y se sentía más bonita de lo que había estado en mucho
tiempo.
Tenía piernas largas, que Laura siempre había dicho que eran las
mejores cualidades de Amelia. Así que esta noche decidió usar un
vestido en lugar de sus pantalones habituales. Especialmente porque
iba a conocer oficialmente a la hermana de Flynn. Y tal vez porque se
sentía extra especial en esta ropa interior.
Se aseó, se maquilló, se peinó y se decidió por un vestido de seda
negra y cachemira de manga larga. Estaba fresco, así que se decidió
por sus botas de tacón negro. Terminó el look con un largo colgante de
plata y sus pendientes de plata.
Esperaba no ir demasiado arreglada, lo que significó que tuvo que
reflexionar sobre su elección de ropa durante quince minutos,
decidiendo si debía o no cambiarse a unos jeans. Finalmente le envió
un mensaje a Laura.
Estoy usando un vestido. ¿Es
demasiado?

Laura respondió casi inmediatamente.


No. Es más fácil para Flynn quitártelo
después. ¿Llevas tu nueva ropa interior?

Amelia puso los ojos en blanco.


Primero, no vamos a tener sexo esta
noche. Su hermana está de visita. Y sí,
estoy usando la ropa interior nueva.

Laura respondió:
Si no estás planeando el sexo, ¿por qué
la nueva lencería?
A veces su amiga era un dolor en el culo.
Cállate, Laura.

Laura respondió con:


LOL. El vestido es una buena elección.
Ve a divertirte esta noche y deja de
cuestionarte a ti misma.

Laura tenía razón, por supuesto. Agarró su bolso y sus llaves y se


dirigió a la puerta. Iba a disfrutar de una noche de salida, una cena, y
eso era todo lo que iba a pasar.
TRECE.

Después de un día agotador en la práctica, Flynn se sintió tenso en su


cuádriceps derecho. Sabía que no debía ignorarlo, así que hizo que
uno de los terapeutas del equipo lo ejercitara durante una hora y media
después de la práctica, lo que significó que se retrasó en hacer todos
sus recados después.
Había planeado un menú para la cena de esta noche, y quería tener
mucho hecho antes de que Amelia apareciera.
Afortunadamente, Mia estaba en casa cuando él llegó, así que le pidió
ayuda.
"Seguro que te vas a poner elegante para la cena", dijo Mia.
"En realidad no. Sólo quiero que sea algo más que hamburguesas a la
parrilla".
Ella le dio un codazo mientras estaban juntos en la isla. "O porque
quieres impresionar a tu novia, la chef."
"No es mi novia, Mia."
Mia levantó su mirada hacia la suya. "¿Pero ella podría serlo?"
Esperó unos segundos antes de responder. "No lo sé. No he tenido
mucha suerte en ese departamento últimamente."
"Sin embargo, esta es diferente de las mujeres con las que sales
normalmente, ¿verdad?"
"Sí. Ella es diferente."
"Bien. Quiero que seas feliz, Flynn. Nadie se merece eso más que tú".
Maldición. Le gustaba mucho más cuando se burlaban el uno del otro
que cuando se ponía seria y emotiva. Le dio un codazo en la espalda.
"Gracias, niña".
Y entonces ella le dio un codazo fuerte. "Ya no soy una niña".
Se quejó. "Deja de recordármelo. Y oye, ¿cómo te fue en la reunión de
hoy?"
"Salió bien. Todo parece ir por buen camino hasta ahora."
"Me alegra oír eso".
"Yo también. Tengo otra reunión mañana. Sabré más después de esa,
pero estoy bastante segura de que va a ir bien."
Le gustaba este lado confiado de su hermana, esta motivación para
construir algo. "Estoy seguro de que también lo será. ¿Necesitas algo
de mí?"
Se volvió hacia él. "En realidad, sí."
Eso lo sorprendió. "Vale, claro".
"Puedes pasarme los tomates".
Él puso los ojos en blanco. "Sabelotodo".
En una hora tenían la lasaña en el horno y la ensalada estaba hecha.
Flynn abrió una botella de vino para dejarla respirar. Mia había ido a la
casa de huéspedes para cambiarse de ropa y hacer algunas llamadas.
El timbre sonó, así que Flynn fue a contestar.
Amelia se veía hermosa. Tenía el pelo suelto y el viento le pasó un
mechón por la mejilla.
"Pasa", dijo.
"Gracias".
Ella entró y él inhaló un profundo respiro mientras ella lo rozaba. Su
olor era siempre tan único, algo dulce como la vainilla, pero con un
trasfondo exótico. Él no sabía si era un perfume o algo que ella
cocinaba, pero fuera lo que fuera, le gustaba mucho.
"Un vestido esta noche, ¿eh?"
Se dio la vuelta. "¿Demasiado?"
Se acercó a ella. "No. Definitivamente no demasiado. Te ves hermosa".
Como si fuera consciente de ello, cruzó los brazos. "Es demasiado.
Sabía que debería haber usado jeans."
La rodeó con sus brazos y la arrastró contra él. "No he tenido la
oportunidad de estar a solas contigo en más de una semana, Amelia.
¿Y vienes vestida así? No, no es demasiado. Te ves malditamente
perfecta".
Iba a besarla, pero entonces la puerta trasera se abrió y Amelia dio un
gran paso atrás y se dio la vuelta para enfrentarse a su hermana.
"Hola, Mia", dijo Amelia.
"Hola, Amelia. Estoy muy contenta de que hayas venido esta noche.
Flynn se ha esforzado mucho en la cena para impresionarte".
Flynn frunció el ceño mientras se dirigían a la cocina. "No lo he hecho.
Sólo estoy preparando la cena".
"Oh, claro". Mia agarró una copa y comenzó a servir vino. "Como si
hicieras ostras ahumadas, ensalada de cangrejo y lasaña de langosta
todas las noches."
Amelia levantó una ceja. "Eso suena muy bien".
Él se encogió de hombros. "Pensé que podría serlo".
Y tal vez quería impresionarla. No sólo lanzabas hamburguesas a la
parrilla cuando tenías un chef en la cena. Para Mia, lo haría totalmente.
Para Amelia, absolutamente no.
Mia sirvió vino para todos.
"Vamos a sentarnos en la sala de estar. Tenemos tiempo antes de la
cena."
"¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?" Amelia preguntó.
"No", dijo Flynn mientras se dirigían a la sala de estar. "Esta noche es
tu noche libre y no vas a cocinar".
Amelia se sentó en el sofá y Flynn notó que Mia agarró un lugar en la
silla, así que se sentó junto a Amelia.
"Sabes que me gusta cocinar", dijo Amelia. "También cocino en mis
días libres. No es una carga y soy feliz de echar una mano y ayudar."
"Bien", dijo Mia. "Porque me desagrada mucho cocinar, así que puedes
sentirte libre de ser la asistente de Flynn. Me ha estado ladrando
órdenes durante las últimas dos horas".
"Mia", advirtió Flynn.
Mia se río. "¿Qué? Es la verdad. Eres muy irritable en tu cocina".
Amelia sonrió sobre el borde de su copa de vino, y luego tomó un sorbo.
"La mayoría de los chefs son muy particulares en su cocina."
"No soy un chef", dijo Flynn. "Pero soy particular en cuanto a cómo
quiero que se hagan las cosas en la cocina".
"Eso no es algo malo, Flynn. Y estoy deseando cenar esta noche".
"¿Cuánto tiempo has sido chef, Amelia?" Mia preguntó.
"Unos ocho años. Empecé como cocinera de preparación en uno de
los mejores restaurantes de Seattle al salir de la universidad, luego
trabajé como sub-chef en el mismo restaurante. Después de casarme
y mudarme a Portland, conseguí un puesto de chef jefe en un
restaurante de allí y me quedé allí hasta que Flynn me contrató para
dirigir la cocina en el Noventa y Dos. Pero he estado cocinando toda
mi vida. Siempre he tenido una pasión por ello."
Mia asintió. "No hay nada como ser devoto de algo que amas".
" Muy cierto. ¿Y qué haces, Mia?"
"Ahora mismo estoy a punto de graduarme con mi MBA. Planeaba
obtener un doctorado, pero en este momento me gustaría tomarme un
descanso de la escuela, así que estoy pensando en empezar un
negocio".
Los ojos de Amelia se abrieron de par en par. " Wow. Bien por ti. ¿Qué
clase de negocio?"
Mia miró hacia Flynn, quien asintió con la cabeza. "Estoy sentando las
bases para iniciar una empresa de gestión deportiva".
"Eso suena increíble, Mia. Me encantaría escuchar más sobre eso."
Flynn se sentó y escuchó mientras Mia le contaba a Amelia sus planes
para iniciar su compañía. Cuanto más escuchaba a su hermana
exponer sus ideas, más se impresionaba con su previsión y sus
habilidades organizativas.
"Definitivamente es una aventura arriesgada", dijo Flynn.
Mia asintió. "Estoy de acuerdo, pero cualquier cosa que valga la pena
tener vale la pena el riesgo, ¿verdad?"
"De acuerdo. Pero tienes que estar segura antes de seguir adelante de
que estás lista para asumir esto".
Mia sonrió. "Hablando como un verdadero hermano mayor".
"Oye, sólo estoy cuidando de ti. Quiero que tengas éxito. Creo en ti, lo
sabes."
"Sé que lo haces".
"Háblame de los riesgos, Mia", dijo Amelia.
Mientras las dos hablaban, él se levantó y terminó de preparar el
aperitivo. Ya habían puesto la mesa antes de que Amelia llegara, así
que cuando sacó las ostras del ahumador, sacó del frigorífico las
rodajas de limón y la salsa de cóctel que había hecho antes y puso todo
en el comedor.
Mia y Amelia entraron y Mia les sirvió más vino.
"Esto huele increíble, Flynn", dijo Amelia.
"Gracias Espero que te gusten"
"No estoy segura de dónde encontraste tiempo para aprender a
cocinar", dijo Mia. "Pero, me alegro de que Amelia esté aquí esta noche
porque si no, estoy segura de que estaría haciendo hamburguesas a
la parrilla."
Flynn le lanzó una sonrisa a Mia. "Probablemente lo harías".
"Hola", dijo Amelia. "Me gustan las hamburguesas a la parrilla. No
tienes que hacer nada elegante por mí".
"Lo tendré en cuenta para la próxima vez." Flynn le dio a Amelia una
sonrisa de conocimiento. Ella le dio una enigmática y educada a
cambio.
Después de las ostras, terminó de preparar la ensalada de cangrejo.
"Esto es tan bueno como el aperitivo", dijo Amelia después de terminar
la ensalada. "Tal vez podría contratarte como mi asistente en el 92".
" Divertida. Y tal vez puedas probar como linebacker".
"Sabes, nunca dije que quería jugar al fútbol."
"¿Estás insinuando que estoy 'jugando' a ser un cocinero?"
Amelia tranquilamente tomó un sorbo de vino antes de responder. "No
insinué nada. Eres muy sensible para ser un tipo rudo".
"¿Ahora insultas mi hombría?"
"No me di cuenta de que estábamos trayendo tu pene a la discusión. Y
en la mesa de la cena, delante de tu hermana. En serio, Flynn, ¿cómo
pudiste?"
Mia se río. "Ustedes dos son muy graciosos. Y me agradas mucho,
Amelia. No hay mucha gente que pueda ir de pies a cabeza con mi
hermano mayor. Estás haciendo un trabajo fantástico. Si mis otros
hermanos estuvieran aquí creo que se pondrían de pie y aplaudirían".
Flynn miró a su hermana. "Cállate, Mia".
Mia se río y se levantó para limpiar la mesa. Cuando se fue, dirigió su
atención a Amelia.
"Y aquí esperaba que estuvieras callada y tímida frente a mi hermana".
"¿Lo hacías? ¿Por qué pensarías eso?"
"No tengo ni idea".
Mia volvió a entrar. "Oh, por favor no cambies tu personalidad en mi
nombre, Amelia. Me agradas tal como eres."
"Tú también me agradas, Mia."
Se sintió enredado. Tal vez así era como Mia se sentía al estar rodeada
de todos los chicos creciendo. Decidiendo que era mejor ignorar a
ambas, lo dejó pasar y fue a sacar la lasaña del horno.
Amelia se había abierto camino hacia la cocina.
"Eso huele increíble, Flynn. No puedo esperar a probarlo".
Le gustaba que ella pudiera burlarse de él y lanzarle insultos un minuto,
y ser halagadora y dulce al siguiente. Uno no sobrevivía en la familia
Cassidy si se aferraba a la ira o a los insultos por mucho tiempo.
"Gracias. Espero que sepa bien".
Puso su mano sobre su hombro. "No tengo dudas de que lo hará".
"Oh, vamos, ustedes dos", dijo Mia. "Me gusta más cuando se lanzan
insultos el uno al otro."
"Dale cinco minutos", dijo Flynn, mirando a Amelia. "Estoy seguro de
que van a venir".
Amelia le dio una cálida sonrisa, le apretó el hombro y volvió al
comedor.
La conversación de la cena fue decididamente menos controvertida.
Tanto Amelia como Mia deliraron con la lasaña de langosta, y Flynn no
pudo evitar estar de acuerdo. Había resultado genial.
"Hay un indicio de algo picante aquí, Flynn. ¿Qué es?" Amelia
preguntó. "¿Añadiste jalapeños o algo así?"
"Hojuelas de pimiento rojo y un toque de pimienta de cayena. Lo
suficiente para darle un toque de picante".
"Es excelente. La lasaña a menudo puede estancarse en la dulzura de
los tomates y el queso. Me encanta la idea de añadirle un poco de
picante. Deberíamos poner esto en el menú".
Viniendo de una chef, eso era un gran cumplido. "Puedes sentirte libre
de experimentar con tu propia receta y, sí, podemos añadirla al menú."
"Bien. Lo trabajaré en torno a las selecciones de pasta".
Cuando terminaron de cenar, se sentaron y bebieron más vino.
"Siento tener que decirte que no hice el postre. No soy del tipo que
prepara postres".
"Puedo preparar algo", dijo Amelia. "Siempre y cuando estés de humor
para el postre".
"No sé sobre Flynn", dijo Mia, "pero siempre estoy de humor para el
postre".
"Eso no es necesario, Amelia. Te lo dije, es tu noche libre."
Se inclinó y le dio una palmadita en la mano. "Y te dije que me encanta
cocinar. Demos un paseo por la cocina y veamos qué tienes
disponible."
Suspiró. "Bien".
Él observó mientras ella examinaba el contenido de su refrigerador y
despensa. "Tienes fresas. Podría hacernos unos pastelitos y los
comeremos con fresas y crema batida".
"Justo eso". Mia había ocupado un lugar en la isla.
Amelia soltó una risa corta. "Algo de repostería estaría bien, pero sí".
Flynn se encogió de hombros. "Si eso es lo que quieres hacer".
"Absolutamente. Saquemos estos platos del camino y yo me encargaré
del postre".
Flynn le empujó las mangas de su Henley hasta los codos. "Yo lavaré
los platos".
Mia se deslizó del taburete del bar. "No, los dos están cocinando. Yo
me encargo de los platos."
Al final, Amelia y Flynn ayudaron a guardar la comida mientras Mia
lavaba los platos. Con los tres no llevó nada de tiempo limpiar la cocina.
Flynn y Mia terminaron mientras Amelia comenzaba con el pastelito.
Como Flynn no tenía sartenes individuales para hacer pasteles más
pequeños, terminó con un gran pastel. Él limpió y cortó las fresas
mientras ella preparaba el pastel y lo ponía en el horno.
"No tenías que hacer esto, ya sabes", dijo.
Amelia sonrió. "¿Cuántas veces vas a decir eso para que tenga que
responder que me encanta cocinar? Si pasa un día en el que no cocino
no siento que sea un día completo. Así que supéralo, Flynn"
"Sí, Flynn", dijo Mia. "Supéralo. A Amelia le encanta cocinar, así que
apártate de su camino."
Supuso que iba a tener que acostumbrarse a la idea de que cocinar no
era una carga para ella. Quería darle una noche en la que pudiera
poner los pies en alto y relajarse, pero tal vez esta era su manera de
relajarse.
Mientras se apoyaba en el mostrador y sorbía en su copa de vino,
Amelia dijo, "Déjeme ponerlo de esta manera. Si tú y tus hermanos, o
un grupo de tus compañeros de equipo o amigos, estuvieran juntos y
alguien te sugiriera que salieras a jugar un partido de fútbol, ¿te
negarías a decir: 'No, ¿no quiero porque eso es demasiado trabajo para
mí’?"
Él frunció el ceño. "Diablos, no. Me encanta jugar al fútbol."
Ella asintió. "Exactamente. Así es como me siento al cocinar".
Empezó a ver su punto. "Bien, lo entiendo. Sigue adelante con tu
pastelito, Amelia."
Se río. "Tengo la intención de hacerlo".
El olor de la cocción del pastel llenó la cocina con una deliciosa dulzura.
Hornear no fue algo en lo que se metió, pero tal vez tendría que
expandir sus horizontes, porque seguro que le encantaban los postres.
Y cuando Amelia sacó el pastel perfecto del horno, fue todo lo que pudo
hacer para esperar a que se enfriara. Mientras lo hacía, Amelia hizo
crema batida.
"¿Puedes venir a vivir conmigo y ser mi chef personal y mi nueva mejor
amiga?" Mia preguntó.
Amelia sonrió. "Claro. Cuando hagas funcionar ese nuevo negocio y
seas rica y exitosa, llámame."
"Oye", dijo Flynn, frunciendo el ceño a su hermana. "No robes mi
talento".
"¿Es eso lo que es?" Mia preguntó. "¿Tu talento? ¿O es más que eso?
Porque aún no hemos discutido lo que escuché la otra noche sobre
ustedes dos teniendo sexo".
"Y nunca vamos a discutir eso, Mia, porque no es asunto tuyo."
Flynn había lanzado una mirada de advertencia a Mia. Puede que se
hubiera tomado unas copas de vino, pero su hermana sabía cuándo
hablaba en serio.
"Vale, bien. Hablemos de lo pronto que podemos comer el pastelito en
su lugar".
"En realidad, ahora mismo", dijo Amelia. "Flynn, ¿puedes sacar las
fresas del refrigerador?"
"Seguro".
Se alegró de no tener que insistir más con su hermana. En su lugar,
todos se sentaron y comieron lo que tenía que ser el pastel más ligero
que jamás había comido, coronado por la mejor maldita crema batida
que jamás había probado.
¿Había algo que Amelia no podía hacer?
"Esto es tan condenadamente bueno", dijo Mia. "Hablo en serio al
declarar mi amor eterno por ti, Amelia."
Amelia se río. "Me alegro de que te guste".
"No sólo me gusta, me encanta. Y espera a que mi madre te conozca.
Ella es una comedora total". Mia miró a Flynn. "Lo que me recuerda
que se acerca el día de Acción de Gracias. ¿Qué es lo que típicamente
haces en Acción de Gracias, Amelia?"
Amelia le dio una mirada de ciervo en los faros a Flynn. Él no tuvo nada
que ofrecer, así que dijo, "Yo... no lo sé".
"¿Dónde está tu familia?" Flynn preguntó.
"Mi padre murió hace diez años. Mi madre se volvió a casar y ella y su
marido suelen ir a la casa de sus padres en las festividades".
"¿Así que vas allí de visita?" Mia preguntó.
Amelia sacudió la cabeza. "Mi madre y yo... bueno, digamos que no
estamos de acuerdo en muchas cosas, así que no hemos compartido
muchas festividades juntos en los últimos años."
Mia la miró con simpatía. "Eso simplemente apesta. Deberías venir al
rancho Cassidy para el Día de Acción de Gracias. Será una gran fiesta
con mis hermanos y sus prometidas y mis padres y tíos y tías. Es una
locura, pero amigable. Y a mi madre le encantaría. ¿Verdad, Flynn?"
Amelia le dio a Flynn una mirada de impotencia, pero no le gustó la
idea de que Amelia estuviera sola en Acción de Gracias. "Sí, deberías.
Ven al rancho".
"Yo... no puedo. Sería una imposición. Además, está el trabajo."
Mia soltó un sonido burlón. "Por favor. No es que el jefe no te dé el
tiempo libre. ¿Verdad, Flynn?"
Cuanto más pensaba Flynn en ello, más atractiva era la idea.
"Absolutamente. Definitivamente deberías venir a pasar tiempo con
nosotros para las festividades, Amelia. El restaurante estará cerrado
por Acción de Gracias, y puedes tomarte un par de días libres más".
Amelia miró de Flynn a Mia y se encogió de hombros. "Yo... supongo
que sí"
Mia se levantó de su silla y abrazó a Amelia. "Eso es genial. Lo
disfrutarás en el rancho y toda mi familia te amará".
Terminaron el postre, y luego limpiaron la cocina. Después de colgar el
paño de cocina, Mia bostezó. "Estoy cansada y tengo una reunión
mañana temprano. Así que, si no les importa, me voy a mi casita en el
patio trasero a acostarme".
"Claro, Mia", dijo Flynn. "Te veré mañana por la mañana".
Mia abrazó a Flynn, luego a Amelia. "Fue genial pasar tiempo contigo.
Espero poder verte de nuevo antes de dejar la ciudad. Oh, espera, vas
a venir al partido del domingo, ¿verdad?"
Amelia parpadeó. "No lo había planeado."
"Oh, definitivamente tienes que hacerlo. St. Louis viene a la ciudad y
mi otro hermano Grant es el mariscal de campo de ese equipo. Será
una cosa de familia. Hermano contra hermano. No puedes perdértelo".
Los labios de Amelia se encresparon. "Hermano contra hermano,
¿eh?"
"Sí. Conseguiremos un pase para el palco y podremos beber y comer
comida y animar a... No sé, a quien sea."
Flynn frunció el ceño. "Quienquiera que sea mi trasero. Me apoyarás".
Mia se río. "No tomo partido cuando se trata de mis hermanos y tú lo
sabes. De todos modos, Flynn te dará los detalles. ¿Dices que
vendrás?"
Amelia miró a Flynn. "¿Siempre es tan insistente con sus invitaciones?"
"Siempre. Puedes decir que sí ahora o ella estará en el restaurante
persiguiéndote hasta el domingo."
Amelia sacudió la cabeza. "Entonces, sí. No me gustaría perderme a
dos hermanos dándose una paliza."
Mia se río. "Impresionante. Grant juega de mariscal de campo, así que
será sobre todo él quien esquive a Flynn, que intentará pasar la línea
ofensiva para poder aplastar a Grant en el suelo. Es divertido".
"Suena muy divertido", dijo Amelia con los labios inclinados. "Te veré
el domingo".
" Genial. Noche." Mia empezó a darse la vuelta, pero se detuvo. "Oh,
y, por cierto, tengo mucho para beber, y aperitivos en mi pequeña casa
en el patio trasero, por si ustedes dos deciden estar ocupados esta
noche. No tienen que preocuparse de que me aparezca en su casa."
"Buenas noches, Mia", dijo Flynn, dándole a su hermana una mirada
muy directa.
Ella se río y saludó mientras salía por la puerta.
Lo que dejó a Flynn a solas con Amelia. Amelia estaba sentada en uno
de los taburetes de la barra de la cocina. Lo miró, con una expresión
de sorpresa en su rostro.
"Tu hermana. Es una especie de fuerza de la naturaleza, ¿no?"
"Eufemismo".
Y entonces Amelia se quedó callada, mirando su regazo. Se dio cuenta
de que tenía algo en mente. Cuando levantó la mirada, dijo su nombre.
"¿Flynn?"
"¿Si?"
"Sobre el Día de Acción de Gracias. Quiero decir, fue amable de Mia
invitarme, pero entiendo totalmente si no me quieres allí."
Ah. Se acercó a ella y la sacó del taburete. "Te quiero allí".
"Pero..."
"Sin peros. Te quiero allí".
"¿Estás seguro?"
"Sí. Me encantaría que vinieras conmigo a Texas. A mi madre le
encantaría. Le gusta la comida".
"Bueno, eso está bien y todo, pero ¿no es como una cosa de familia?"
"No con los Cassidy. Quiero decir, sí, la familia viene. Pero los amigos
también. Y quienquiera que aparezca. Acción de Gracias es un día libre
para todos con nosotros. Quienquiera que se presente es siempre
bienvenido".
"Estás seguro".
Le frotó las manos arriba y abajo de los brazos. "Sí. Así que no hagas
un gran problema de esto, ¿de acuerdo? Además, te quiero allí.
Vendrás a pasar el rato con mi familia en Acción de Gracias. Nada más
que eso".
Ella asintió y sonrió. "Está bien. Eso me hace sentir mejor".
"Bien. Ahora que nos hemos quitado eso de encima, mi hermana se ha
ido a la cama por la noche. Estamos solos y no volverá a entrar por
esas puertas hasta la mañana".
Esperó, midiendo el interés de ella en su declaración. Ella no se movió,
y cuando se inclinó y rozó sus labios con los de ella, probó la dulzura
de la crema batida mezclada con la acidez del vino.
Ella le subió la mano por el brazo y luego se retiró. "Así que ahora me
tienes a solas, Flynn Cassidy. ¿Qué pretendes hacer conmigo?"
Su respiración se aceleró y presionó su frente contra la de ella.
"¿Quieres una lista escrita, o sólo quieres que te lo muestre?"
"Escribir lleva demasiado tiempo. Muéstrame."
CATORCE.

Amelia había planeado que esta noche fuera sólo una cena y una
conversación. Pero luego había tomado vino. Una comida genial.
Excelente conversación. Y un muy buen momento.
También había aprendido mucho sobre Flynn en el proceso. Como
cuánto adoraba a su hermana pequeña. Cuán protector era con ella,
pero también cuánto la respetaba. Y eso la volvió más cálida con él,
incluso más de lo que ya lo era. Lo que había derretido cualquier
resistencia residual que ella pudiera haber tenido. No es que ella
tuviera mucho con lo que empezar una vez que él le abrió la puerta
delantera esta noche. Llevaba jeans que abrazaban sus musculosos
muslos, y un Henley negro parcialmente desabrochado con las mangas
arremangadas.
En teoría, decir que ella había acabado con él era una cosa. Cuando
se enfrentaba a todo ese calor, era otra.
Ahora él extendió su mano hacia ella y la tiró hacia él. Ella se deslizó
voluntariamente en sus brazos y él la arrastró contra él.
"Te extrañé la semana pasada", dijo. "Y aunque me encanta tener a mi
hermana aquí de visita, quería estar a solas contigo esta noche".
Se acercó más, amando la sensación de su duro cuerpo presionado
contra el de ella. "Ahora estamos solos".
"Sí, lo estamos. Así que, ¿qué tal si llevamos esto al dormitorio, donde
puedo cerrar y asegurarme de que no nos molesten?"
"Eso suena como una muy buena idea".
La tomó de la mano y se dirigieron hacia el dormitorio. Llegaron hasta
el rellano de las escaleras antes de que Flynn la empujara contra la
pared.
Sus labios se curvaron cuando él la miró.
"¿Qué?"
"Tuve una conversación con mi amiga Laura recientemente, donde le
dije que nunca había tenido sexo ardiente, sucio y contra la pared".
Sus cejas se elevaron. "¿Es eso cierto? Arreglemos eso ahora mismo."
La boca de él bajó con fuerza sobre la de ella. Ella sintió toda su pasión
mientras su lengua se deslizaba entre sus labios y se deslizaba por los
de ella. Gimió contra su boca, necesitándolo tanto como él la
necesitaba a ella. Ella levantó su pierna y la enrolló alrededor de su
cadera, y él respondió gimiendo por su recompensa. Cuando él le frotó
su dura verga, ella pensó que podría deslizarse hasta el suelo,
agradecida de tener la pared y su cuerpo como soporte.
Él apartó su boca de la de ella, sus ojos oscuros y llenos de deseo
mientras la miraba. "No estoy seguro de que lleguemos al dormitorio."
Su sexo temblaba. "Sigue moliéndome así y me vendré antes de que
demos dos pasos".
"Dijiste que nunca lo habías tenido contra la pared. ¿No es eso lo que
quieres, Amelia?"
Sólo de pensarlo hizo que su cuerpo respondiera con un destello de
calor. "Sí".
Le dio otro beso ardiente como una explosión de nervios en su interior.
Pasó sus labios por su mandíbula, su cuello, sus manos vagando por
su cuerpo como lo hizo. Tomó sus pechos, le provocó los pezones a
través del material de su vestido y su sostén. Incluso con la ropa
puesta, provocó una reacción. Sus pezones le dolían al tocarla, su
boca, su cuerpo temblaba al tocarla.
Se arrodilló y levantó su vestido sobre sus caderas, y luego la miró con
una sonrisa malvadamente sexy.
"Te ves muy sexy en púrpura."
Ella le sonrió, tan feliz de que se hubiera dado cuenta de su nueva ropa
interior. "Gracias".
Sostuvo el material de su vestido en sus manos, y luego se lo empujó.
"Sostén esto".
Le cogió los hilos de las caderas y le bajó la ropa interior por los muslos,
dejándola caer hasta los tobillos. Ella salió de ella.
"Abre las piernas para mí, Amelia."
Sus piernas temblaban cuando ella amplió su postura y él se movió
entre sus muslos. Su suave pelo le hacía cosquillas en los muslos
mientras se acercaba, luego sacó la lengua y se burló de su sexo
dibujando círculos a su alrededor.
"Flynn". Su nombre salió de sus labios en un suave y necesitado
susurro.
"Sí, lo sé". Cuando él puso su boca completamente sobre ella, ella
apoyó su cabeza contra la pared, vencida por las sensaciones de calor
y humedad de su boca y lengua. Él la llevaba al nirvana una lamida
tortuosa a la vez, y ella no estaba segura de poder mantenerse erguida.
Pero se sentía tan bien, y en poco tiempo estuvo llorando con un
orgasmo que la golpeó como un rayo. Deliciosos y agudos pulsos se
elevaron a través de ella, y Flynn se agarró a sus caderas y se sostuvo
mientras se agarraba a él con su clímax.
La bajó despacio y con calma mientras ella jadeaba para respirar.
Cuando se puso de pie, sostuvo sus pantis con un dedo.
"Sí, el púrpura es malditamente sexy en ti. ¿El sujetador hace juego?"
Ella sonrió. "Sí".
Metió sus pantis en el bolsillo de sus jeans. "Llegaremos a eso más
tarde. Ahora tendrás sexo caliente y sucio contra la pared".
Su aliento se interrumpió cuando desapareció por unos segundos y
volvió con un condón en la mano. Él arrancó el envoltorio, bajó la
cremallera de sus jeans y los empujó por sus caderas. La rodeó con su
pierna y se acercó a ella, ajustando su verga al sexo de ella.
Le ahuecó la cara. "¿Estás lista, Amelia?"
"Sí". Su respuesta cayó de sus labios en un susurro sin aliento, su
corazón se aceleró mientras esperaba que él entrara en ella.
Y cuando lo hizo, la empujó, sus nalgas rebotando contra la pared.
Fue glorioso. Perverso y ardiente y todo lo que ella pudo imaginar.
No la besó, sólo hizo contacto visual con ella mientras se introducía
lentamente en ella. Su coño se apretaba alrededor de su verga
mientras él entraba y salía, burlándose de ella. Ella sintió los
estremecimientos del orgasmo, su sexo apretándose alrededor de su
eje.
"Creo que te gusta esto", dijo él, inclinándose para rozar sus labios con
los de ella.
"Creo que tienes razón. Hazme venir, Flynn"
Le agarró el trasero y golpeó suavemente su clítoris, enterrándose
profundamente. Ella se estremeció, gritando mientras él aceleraba el
paso y le daba lo que necesitaba.
Fue un torbellino de calor, su cuerpo se movió contra el de ella de una
manera que la debilitó en las rodillas. Ella sintió el apretón de sus dedos
alrededor de las mejillas de su trasero, el sudor de su cuerpo mientras
se deslizaba contra ella, y fue la cosa más ardiente y emocionante que
ella había experimentado. Su coño se apretó alrededor de su verga
mientras la primera ola del orgasmo la golpeaba.
Cuando se vino, se agarró a sus hombros, necesitando que Flynn la
anclara a través de la vorágine de sensaciones placenteras que fluían
a través de ella. Él enterró su cara en su cuello mientras se estremecía
por su propio orgasmo y ella se agarró fuertemente a él.
Se sintió sin aliento. Eufórica. Lista para hacer esto toda la noche.
Excepto que ahora estaba acalorada con este vestido y no podía
esperar a quitárselo.
Flynn se retiró y la besó. "Encuéntrame arriba. Traeré un poco de
agua".
Asintió con la cabeza y subió al dormitorio, agarrándose a la barandilla
como lo hizo. Sus piernas aún temblaban.
Pero oh, wow, si eso hubiera sido bueno.
Se sentó en la cama y respiró profundamente. Flynn llegó con dos
vasos y le dio uno. Tomó varios tragos largos antes de dejar el vaso en
la mesa de noche.
Flynn la miró. "¿Cómo fue contra la pared?"
Ella le sonrió. "Mejor de lo que podría haber esperado."
"Bien". Sacó sus pantis de su bolsillo. "Ahora vamos a quitarte ese
vestido para que pueda ver el sostén que hace juego con estos."
La ropa interior había sido una buena decisión. Ella creía que no le
importaba, pero se sentía más sexy con ella puesta. Aunque ahora
mismo estaban apagados, y Flynn parecía disfrutar girando los pantis
alrededor de sus dedos, lo que sólo la excitó más.
Dejó caer las pantis en su cómoda y le quitó las botas y los calcetines.
Entonces ella se paró y se dio vuelta para que él pudiera abrirle el cierre
del vestido. La besó en la espalda y los hombros, y luego le quitó el
vestido.
Ella tembló al contacto de su boca con su piel. Se dio vuelta para
enfrentarlo. Él trazó su dedo sobre la hinchazón de sus pechos,
moviendo la punta de un dedo a lo largo de la copa de encaje de su
sostén.
"Tienes que usar este conjunto más a menudo."
Ella arqueó una ceja. "¿Así que el púrpura es tu color favorito también?"
Sus labios se curvaron. "¿En ti? Claro que sí."
Se inclinó y lamió alrededor de sus pechos, luego se puso detrás de
ella para desabrochar el sostén y tirar de él. Sus labios capturaron un
pezón, chupándolo entre sus dientes. Ella inhaló bruscamente mientras
la sensación se disparaba directamente a su sexo, haciéndolo apretar
y temblar.
Ella habría pensado que después de dos orgasmos, estaría saciada.
Aparentemente no. Porque la boca y las manos de Flynn despertaron
su cuerpo de maneras que la asombraron.
La acostó en la cama, acariciando un pecho mientras lamía y chupaba
el otro pezón. Muchos chicos le pusieron los labios, y sólo por un
momento, en los pechos y los pezones. Flynn lo convirtió en una forma
de arte, succionando y lamiendo hasta que ella se retorció contra él,
rogando silenciosamente por más.
Y él le dio más, su mano serpenteando por su cuerpo para ahuecar su
sexo y tomándose su tiempo para prepararla hasta que estuviera
temblando y lista para explotar de nuevo.
La atormentó, llevándola al borde una y otra vez, sólo para apartarse
para acariciar su cadera o jugar con sus costillas. Era enloquecedor. Y
él seguía vestido.
Dos podían jugar a este juego. Ella se sentó. "Es hora de que su ropa
haga una salida apresurada. Te necesito desnudo".
"Iba a hacer que te vinieras de nuevo primero."
"Mucho tiempo para eso. Desnúdate."
"Sí, señora". Saltó de la cama, se quitó la camisa y los pantalones, y
luego estuvo a punto de volver a la cama.
"Espera", dijo. Agarró una almohada y la tiró al suelo, luego se deslizó
de la cama y se puso de rodillas. Agarró su dura verga en sus manos
y pasó su lengua por la cabeza.
Él la miró. "Oh, joder, sí. Chúpala, nena".
Le encantaba oír el duro y arenoso sonido de su voz cuando tomaba
su verga entre sus labios y la llevaba a su boca. Gotas de líquido salado
se derramaron sobre su lengua y ella lo acogió, especialmente cuando
estuvo acompañado de los gemidos de Flynn. Ella quería complacerlo,
colgarlo en un potro de placer tenso como él lo había hecho por ella.
Ella serpenteó su mano por sus muslos, sintiendo la tensión en sus
músculos mientras movía su boca de un lado a otro a lo largo de su
eje. Giró su lengua sobre la cabeza y luego hundió su verga
profundamente en el hueco de su garganta.
"Cristo, Amelia. Eso es tan jodidamente bueno. Tómalo profundo.
Tómalo todo. Hazme venir".
Sus palabras fueron muy excitantes para ella, la incitaron a darle lo que
necesitaba. Ella levantó y acarició su saco de bolas, apretándolo
suavemente mientras usaba su otra mano para acariciar la base de su
eje mientras lo chupaba.
"Oh, sí. Eso es todo. Voy a venirme."
Ella no quería nada más que su placer, y sus duros gemidos al primer
chorro de venida golpearon su lengua y la deshicieron tanto como a él.
Sus pezones hormiguearon cuando él se deshizo por ella. Su cuerpo
se estremeció con su liberación y ella se aferró a él mientras se
derramaba en su boca. Se tragó todo lo que tenía para dar, y luego
lamió su eje mientras se retiraba.
Flynn temblaba y respiraba con fuerza mientras la levantaba de la
almohada y la ponía de pie. Deslizó una mano por su cabello y la besó.
Ella gimió contra sus labios, todo su cuerpo se inflamó por la necesidad
de él.
Pero ella también sabía que él iba a necesitar unos minutos para
recuperarse, así que dio un paso atrás. "¿Bebes?"
"Sí". Bajó el contenido de su vaso de agua en unos pocos tragos.
"Ahora necesito un relleno. Vuelvo enseguida."
"Bien".
Agarró su vaso de agua y tomó varios tragos, luego lo puso de nuevo
en la mesa de noche. Se subió a la cama, incapaz de resistirse a
deslizar su mano entre sus piernas para masajear el incesante y
palpitante dolor que Flynn había acumulado en su interior. Se sentía
bien al acumular esa tensión de nuevo, al sentirse cada vez más cerca
del orgasmo.
"Oye, empezaste sin mí".
Miró hacia arriba para encontrar a Flynn de pie en la puerta.
Se pasó los dedos en su sexo. "Tal vez. Pero no terminaré sin ti".
"Bien". Tomó varios tragos largos de agua de su vaso, la puso sobre la
mesa, y luego se subió a la cama junto a ella. "Ahora, ¿dónde
estábamos?"
" Estaba necesitando otro orgasmo".
"Oh, claro". La empujó suavemente para que se acostara, y luego
deslizó su mano entre sus piernas. "Estás mojada. ¿Chuparme te
excitó?"
Ella giró la cabeza para mirarlo. "Increíblemente".
Sus dedos se burlaban de ella de manera que se arqueaba contra su
mano. "Se me pone dura la verga cuando te lamo el coño. Sabes
increíble, y la forma en que te retuerces contra mi cara hace que mis
bolas se tensen. Todo en lo que puedo pensar entonces es en
deslizarme dentro de ti."
Metió un dedo dentro de ella, usando su pulgar para pasar por encima
de su clítoris. Ella jadeó ante las sensaciones.
"Me aprietas el dedo con fuerza, de la misma manera que aprietas mi
verga cuando estoy dentro de ti, Amelia. ¿Puedes sentirlo?"
Estaba tan cerca. "Sí".
Le metió y sacó el dedo, y luego usó el talón de su mano para frotar su
clítoris. Ella lo agarró de la muñeca y sostuvo su mano justo donde ella
quería.
"Eso es todo", dijo. "Tú lo controlas. Dime lo que necesitas".
"Justo ahí. Ahora más fuerte". Se perdió en los movimientos de su
mano, la forma en que él le miraba la cara. Ella estaba encerrada en
sus ojos, y cuando él se inclinó para besarla, ella gimió contra su boca
y entró en un orgasmo, arqueándose contra su mano. Fue una pura
felicidad caer tan deliciosamente en su clímax, dándole el control total
a Flynn, que dominaba su cuerpo con cada movimiento de sus dedos
y su mano.
Le quitó los dedos, pero aun así acarició su cuerpo con ligeros toques,
manteniéndola totalmente conectada a él. Ella también notó su
erección dura como una roca presionando su cadera. No pasó mucho
tiempo antes de que esos toques ligeros se hicieran más audaces, y él
la llevó de nuevo a la plena excitación.
Entre jadeos y gemidos, ella dijo, "Eres muy bueno en esto".
Sonrió. " ¿En qué?"
"Encenderme".
"Sí, tú me haces lo mismo". Se inclinó y agarró un condón, se lo puso
y se dio vuelta sobre su espalda. "Móntame".
Se estremeció al pensar en subir encima de él y poder deslizar sus
manos sobre su cuerpo. Ella se sentó a horcajadas sobre él, bajando
sobre su eje rígido. Él se agarró a sus caderas y se levantó mientras
ella se sentaba sobre él, el contacto entre ellos se electrificó. Podía
sentir que se hinchaba dentro de ella y se calmó, contenta con sólo...
sentir.
"¿Bueno?", preguntó.
Hizo un feliz gemido. "Increíble. Te sientes tan bien dentro de mí".
Comenzó a moverse, deslizándose hacia adelante y luego hacia atrás,
su clítoris arrastrándose a través de él, enviando choques de placer a
su núcleo. "Oh, tan bueno".
"Inclínate hacia adelante. Necesito tocar tus pechos".
Lo hizo, y él le pasó los pulgares por los pezones, enviando ondas de
choque a su coño. Ella se apretó a su alrededor y se inmovilizó,
sintiendo las ondas del orgasmo amenazantes.
Oh, no. No, todavía no. Ella quería que continuara esta deliciosa
sensación de perversidad. Dejó que sus manos se deslizaran sobre su
pecho, clavando sus uñas en sus hombros mientras se levantaba de
su verga, sólo para hacer un lento deslizamiento sobre él de nuevo,
repitiendo el movimiento y viendo cómo sus ojos se oscurecían como
reacción.
Su respiración se hizo más profunda, sus fosas nasales se abrieron, y
con cada movimiento de su cuerpo contra el de él, se sintió más
conectada a él de maneras que nunca pensó que fuera posible. Sí, se
sintió bien, pero cuando él tomó su mano y entrelazó sus dedos con los
de ella, acercando sus labios a los de él para un beso, ella sintió una
explosión de emoción que casi la cegó en su intensidad.
Obligándose a mantenerla física, se retiró, le sonrió y se balanceó
contra él.
"Lo que me haces", susurró él contra su boca, levantándose contra ella
para darle exactamente lo que necesitaba.
Ella respondió con un "Mmmm", perdido en la sensación, en la rápida
espiral de nudos de placer señalando que su orgasmo era inminente.
Y cuando la golpeó, se enderezó, moliendo contra él para que se
enterrara profundamente en su interior. Flynn gimió y se fue con ella,
sus manos agarrando sus caderas mientras la penetraba una y otra
vez, su cuerpo temblando contra ella.
Ella temblaba cuando cayó sobre él. Él la rodeó con sus brazos y la
sostuvo, los dos sudaban empapados y se abrazaban mientras
respiraban pesadamente juntos. Ella no sabía cuánto tiempo se quedó
así. Lo suficiente para que sus miembros comenzaran a acalambrarse.
Sólo entonces se bajó y se dirigió al baño. Flynn la siguió y la arrastró
a la ducha con él para un enjuague rápido. Se secaron y ella tomó un
par de sorbos de agua para saciar su sed, luego siguió a Flynn a la
cama.
Había pensado en volver a casa, pero estaba tan cansada, había
bebido bastantes copas de vino y tenido más de unos cuantos
orgasmos, y la idea de acurrucarse junto a Flynn y quedarse dormida
era demasiado atractiva.
Él enroscó su brazo alrededor de ella y ella se durmió en menos de un
minuto.
QUINCE.

Amelia se despertó temprano para encontrarse sola en la cama.


Encendió la lámpara de la cama para poder buscar su ropa. No podía
recordar dónde habían sido arrojadas la noche anterior.
Sorprendentemente, estaban todas bien dobladas en la silla junto a la
cama, sus botas situadas junto a la silla.
Flynn debió hacerlo. Su corazón se apretó ante el dulce gesto. Fue al
baño a lavarse y encontró la pasta de dientes de Flynn en la encimera,
así que usó un poco para cepillarse los dientes con los dedos, luego se
peinó lo mejor que pudo, se vistió y bajó las escaleras.
Flynn estaba en la cocina y olía a café. Realmente necesitaba una taza
de café.
"Oye, estás despierta. ¿Quieres café?"
"Desesperadamente".
Le sirvió una taza de café y se la dio. Ella fue al refrigerador para añadir
un poco de crema, y luego tomó unos sorbos de la bebida que le
sacudió los ojos.
"Oh, sí. Ahora viviré."
Flynn se río. "Conozco el sentimiento".
Se apoyó en la encimera, y ahora que sus ojos estaban completamente
abiertos, lo revisó. Llevaba sudaderas y una camiseta, ambas cosas
sólo añadían al encanto del magnífico cuerpo del hombre. La camiseta
se extendía apretada sobre su enorme pecho, sus tatuajes asomando
por los dobladillos de las mangas. Las sudaderas eran de tiro bajo, pero
le cubrían el culo perfectamente.
No es que le estuviera mirando el culo cuando se dio la vuelta para
hacer otra taza de café. Vale, entonces sí lo estaba.
Pensó que una, dos o tres veces con él en la cama la satisfaría y
superaría todo el asunto de la necesidad de sexo.
Aparentemente no, porque sus pezones hormigueaban y sólo podía
pensar en desnudarse y llevarlo a la cama. O, mejor aún, hacerlo aquí
mismo en la cocina.
Ella apostó que él estaría dispuesto a hacerlo. Si ella sugería...
La puerta trasera se abrió y Mia entró, saludándolos con una brillante
sonrisa. "Hola, buenos días, a los dos. Y yo que pensaba que sería la
primera en levantarse".
Flynn le echó un vistazo. "Por favor. Sabes que siempre soy el primero
en levantarme".
"En tus sueños". Mia miró a Amelia. "Buenos días, Amelia".
"Buenos días, Mia. ¿Cómo has dormido?"
"Como los muertos. ¿Y qué hay de ti? ¿O no has dormido nada?" Mia
la miró con complicidad.
"Me acojo a la quinta enmienda en este caso".
Mia se río y se dirigió a la cafetera. "Y no voy a presionarte para que
me des detalles porque te acuestas con mi hermano y eso es más
información de la que quiero saber".
"Buena idea", dijo Flynn, besando la parte superior de la cabeza de
Mia. "¿Qué hay en tu lista de cosas por hacer hoy?"
"Voy a Stanford hoy".
Flynn asintió. " ¿Pasando por los movimientos con eso?"
"En realidad no. Tengo la intención de obtener mi doctorado en algún
momento. Y si pudieran armar un programa que me interesara, podría
postergar el proyecto de negocios por un tiempo. El único problema
con el programa de doctorado es el compromiso de tiempo. Es un
trabajo a tiempo completo y aunque estaría enseñando, faltan muchos
años para que pueda trabajar o lanzar un negocio. No estoy segura de
estar dispuesta a esperar. Pero quiero investigarlo, así que en parte es
por eso que estoy aquí".
"Es bueno que estés sopesando todas tus opciones", dijo Amelia. "De
esa manera puedes tomar una decisión informada".
Mia asintió. "Estoy de acuerdo".
"¿Cómo crees que mamá y papá reaccionarán si no haces el doctorado
de inmediato?" Flynn preguntó.
Mia se encogió de hombros. "Creo que se decepcionarán al principio,
pero luego se entusiasmarán ante la perspectiva de que empiece un
negocio. Y luego aterrorizados ante la perspectiva de que empiece mi
propio negocio". Terminó con una risa.
Flynn respiró profundamente y luego lo dejó salir. "Eres la bebé de la
familia, Mia. Todos estaremos aterrorizados por ti. Pero al mismo
tiempo todos tenemos fe en ti. Y sabes que voy a tirar esto de nuevo.
Estoy aquí para ti".
Mia se acercó a Flynn y le rodeó con su brazo. "Soy la bebé de la
familia, pero ya no soy una bebé. Confía en mí. Sé lo que hago y no
voy a entrar en nada a ciegas".
Amelia observó la interacción entre Flynn y Mia, muy impresionada por
la protección de Flynn sobre su hermana pequeña, mientras le hacía
saber lo mucho que creía en ella. Le dio estos cálidos sentimientos con
los que no sabía qué hacer.
"Debería irme", dijo Amelia.
Flynn frunció el ceño. "Iba a hacer el desayuno para todos nosotros
antes de que tuviera que ir al entrenamiento".
"Tengo recados que hacer y facturas que pagar y tengo que lavar la
ropa y hacer la compra, todo antes de que tenga que ir a trabajar esta
noche."
"¿Estás segura? No me llevará mucho tiempo preparar algo."
"Absolutamente segura. Pasa tiempo con Mia. Te veré más tarde."
"Bien".
Recogió su bolso.
"Te veré el domingo en el partido, ¿verdad?" Mia preguntó.
Casi se había olvidado de eso. "Sí. Definitivamente el domingo".
"Grandioso". Mia la abrazó. "Nos vemos entonces".
Flynn la acompañó a la puerta, luego, después de girar para ver dónde
estaba Mia, la acompañó afuera y cerró la puerta principal detrás de él.
La empujó contra él y la rodeó con sus brazos. "Me alegro de que te
quedaras anoche".
Ella inhaló su olor, siempre tan masculino. "Yo también. Dormí mucho.
Me agotaste."
Sus labios se curvaron. "Bien".
Inclinó su barbilla y rozó sus labios con los de ella. "Hablaré contigo
más tarde. Que tengas un buen día, Amelia."
Definitivamente lo haría ahora. "Tú también, Flynn".
Esperó en el porche mientras ella subía a su auto y retrocedía por la
entrada. Todavía estaba en el porche observándola cuando ella llegó
al final de su calle y dobló la esquina.
Ella no sabía cómo sentirse respecto a Flynn. Quería mantener esto
ligero y sencillo, pero no había nada ligero y sencillo en Flynn Cassidy.
DIECISEIS.

Flynn no veía a sus hermanos muy a menudo, así que era genial
cuando uno de ellos viniera a San Francisco. Incluso mejor cuando
jugaban uno contra el otro en fútbol.
Había estado ocupado con los entrenamientos y con Mia esta semana,
además de Amelia, lo que había sido un buen extra. Ahora que su
hermano Grant estaba en la ciudad, estaba deseando verlo fuera del
campo. El domingo, dejaría a Grant en el suelo. Hoy, tomarían
cervezas juntos.
Ambos tenían prácticas hoy, así que hicieron planes para reunirse
después. Grant quería ir a algún lugar donde pudieran relajarse y no
tener que lidiar con los fans. Mia iba a estar en Palo Alto hoy, y Flynn
en Santa Clara, que también estaba cerca de donde Grant tenía los
entrenamientos, así que al menos estaban todos cerca.
Mia dijo que tenía antojo de pho2, así que Flynn les envió en ambas
direcciones a Tamarine. Flynn llegó primero, así que entró y consiguió
una mesa en el rincón más alejado y pidió un té helado, luego envió un
mensaje de texto a Mia y Grant y les hizo saber dónde estaba sentado.
Mia llegó poco después y lo encontró.
"¿Cómo fue la práctica?" preguntó mientras se deslizaba en una silla
junto a él.
"Dura. ¿Cómo fue tu reunión de hoy?"

2Pho:es un plato tradicional de la cocina vietnamita basado en lo que se denomina


genéricamente una sopa de fideos.
" Productiva".
"¿Tienes la intención de decirle a Grant lo que está pasando?"
Ella se encogió de hombros. "No lo sé. No quiero decírselo a muchos
más miembros de la familia antes de decírselo a mamá y papá,
¿sabes?"
"Entiendo. No le diré nada a Grant".
"Te lo agradezco".
Vio a Grant entrar y le hizo un gesto con la mano. Como estaba cerca
del final del turno de almuerzo, apenas había gente en el restaurante.
Grant los vio enseguida y se dirigió hacia allí.
Flynn se puso de pie y abrazó a su hermano. "Hola", dijo.
"Hola", dijo Grant, y luego abrazó a Mia.
"Me alegro de estar aquí en el momento adecuado para verlos a
ambos", dijo Mia. "No se van a lastimar el uno al otro este fin de
semana, ¿verdad?"
Grant miró a Flynn y sonrió. "Por supuesto que no".
Flynn sonrió. "Ni lo sueñes".
Mia los escaneó a ambos y luego frunció el ceño. "Ambos están
mintiendo. Ustedes apestan."
Grant se río. "Vamos, Mia. Ya sabes cómo va. Vamos a jugar entre
nosotros como si jugáramos contra cualquier equipo. Duro, y para
ganar."
"Exactamente", dijo Flynn. "Si rompo la línea ofensiva de Grant, y lo
haré, no voy a detenerme sólo porque es mi hermano. Lo voy a dejar
tirado".
"Tal como esperaba de ti. No es que vaya a suceder, porque tengo la
línea ofensiva más dura de la liga, y no te vas a acercar a mí."
"Uh-huh. Ya veremos, hermanito."
"Sí, veremos a tu defensa jadeando y resoplando mientras corren
detrás de mis receptores hasta la zona de anotación".
Mia puso los ojos en blanco. "Va a ser así durante todo el almuerzo,
¿no?"
Los labios de Grant se levantaron. "Lo más probable".
"Debería haber cogido una hamburguesa en In-N-Out".
Grant le echó un vistazo a Flynn. "Eso suena bien. ¿Deberíamos irnos
ahora?"
"No debería estar lleno de gente a esta hora del día."
Mia suspiró. "Los dos sois unos imbéciles".
Flynn se río. "No te preocupes. Estoy a bordo para comer aquí".
"Pero no prometemos comportarnos", añadió Grant.
Mia recogió su menú. "No sé por qué acepté almorzar con ustedes
dos."
Flynn sabía por qué. Tenía hambre. Además, los amaba a ambos tanto
como ellos a ella, y con todos los hermanos esparcidos por el país, no
se veían mucho. Flynn estaba más que feliz de tener a su hermano y
hermana en la ciudad esta semana.
Mia pidió pho, Grant pidió el pato y Flynn se decidió por el róbalo. Para
los aperitivos, fueron con rollitos de primavera de camarón y tazas de
lechuga.
De repente se estaba muriendo de hambre. Por otra parte, una dura
práctica siempre le abría el apetito.
"¿Katrina y los niños se unirán a ustedes este fin de semana?" Mia
preguntó.
Grant agitó la cabeza. "Katrina está en Singapur esta semana en una
sesión de fotos, y tanto Anya como Leo tienen exámenes así que no
quisimos sacarlos de la escuela. Además, las vacaciones de Acción de
Gracias llegarán pronto y todos se reunirán entonces".
"Oh, bien", dijo Mia. "No he visto a Katrina o a los niños en un tiempo.
Estaré feliz de verlos en el rancho en unas semanas."
Grant miró a Flynn. "¿Estarás allí?"
"Por lo menos un par de días."
Mia tomó un sorbo de su agua, y luego sonrió. "También llevará a su
novia".
Las cejas de Grant saltaron. "¿Tienes una novia? ¿Una que has
logrado mantener por más de una semana?"
Flynn miró a Grant. "Que te den. Y no es mi novia. O no lo sé. Tal vez
lo sea. Nos estamos viendo."
Grant echó una mirada confusa a Mia. "¿Qué demonios significa eso?"
Mia se encogió de hombros. "No tengo ni idea. Es la chef principal del
Noventa y dos. Es inteligente y hermosa y muy divertida. Se llama
Amelia. Estará en el partido este domingo".
"Oh. Genial", dijo Grant. "Después de que mi equipo gane, tal vez tenga
la oportunidad de conocerla."
"Después de que mi equipo gane, podría presentártela. Perdedor."
"No me hagan ir a sentarme en otra mesa." Mia les disparó a ambos
miradas de advertencia.
Flynn se río. "Ahora suenas como mamá".
"Podría llamarla por teléfono, ya sabes".
"Creo que incluso ella se reiría de ti si lo hicieras", dijo Grant.
Afortunadamente para Mia, llegaron los aperitivos y tanto Flynn como
Grant se callaron lo suficiente como para meterse la comida en la boca.
Y cuando la conversación se reanudó, fue bastante indulgente.
Hablaron del viaje de Mia a Stanford, y era obvio que había decidido
no decirle a Grant sobre su potencial aventura de negocios, lo que
significaba que tendría que guardar silencio al respecto. Hizo una nota
mental para mencionárselo a Amelia también, aunque dudaba que lo
mencionara en la conversación a menos que Mia fuera la que lo
iniciara.
Después de la comida, lo cual estuvo increíble, salieron.
"¿Qué vas a hacer esta noche?" Flynn le preguntó a Grant.
Grant se encogió de hombros. "Nada. Tengo que estar en el
entrenamiento de la mañana muy temprano".
"Sí, aquí también. ¿Por qué no vienes a la casa? Podemos ir al
restaurante esta noche si quieres. O puedo preparar la cena."
Grant le echó una mirada sospechosa. "No sé si cenar contigo. Puede
que estés intentando intoxicarme con comida y dejarme fuera de
juego."
"Los dos son estúpidos", dijo Mia, poniendo los ojos en blanco. "Los
veré en la casa."
Flynn se río después de que Mia se fuera. "Está tan seria todo el
tiempo".
Grant sonrió. "Demasiado crecida para mi gusto. Tal vez necesite un
novio".
Flynn sacudió la cabeza. "No, no lo hace. De hecho, eso es lo último
que necesita ahora mismo. Tiene la cabeza bien puesta y está
concentrada. No necesita que un imbécil descarrile todo eso".
Grant lo empujó mientras se dirigían al estacionamiento. "Ahora suenas
como papá".
"Vete a la mierda".
Grant se río. "Te seguiré a tu casa".
DIECISIETE.

Amelia anotó notas mientras trabajaba en una receta de salteado


particularmente compleja.
Su cocina era un desastre, pero estaba feliz por la forma en que esta
berenjena cocida con chiles y ajo había resultado. Aunque le
encantaban las carnes y cocinaba con ellas a menudo, quería incluir
una sección vegetariana y vegana en su libro de cocina.
Tomó una muestra del producto final.
"Mmm, eso es bueno." Levantó su teléfono para comprobar la hora. El
tiempo suficiente para poner la comida en su congelador y limpiar el
desastre que había hecho antes de prepararse para el trabajo.
Pasó la mayor parte del día cocinando, limpiando ollas y sartenes y
luego cocinando de nuevo, pero hoy era el día que había reservado
para probar las recetas de su libro de cocina. Terminó creando tres
platos. Dos funcionaron bien. Uno era desechable. En general, no
estaba tan mal.
Una vez que había lavado todos los platos, subió corriendo a la ducha,
se secó el pelo y se lo puso en una cola de caballo. Se vistió, puso su
ropa normal en una bolsa y condujo hasta el restaurante.
Le gustaba llegar allí una hora antes de que abrieran para poder ver
los platos del menú del día, además de ver a su personal, que
preparaba las comidas de la noche.
Su nuevo cocinero de preparación, Eugene, estaba trabajando bien y
siempre era puntual, lo que era un extra. Si su mes de prueba
funcionaba bien, obtendría un aumento.
Ella revisó el menú de esta noche. No tenían suficiente stock de
camarones gigantes, así que los tachó del menú y los reemplazó con
un nuevo plato de vieiras y pasta que quería presentar.
Una vez que el menú de esta noche fue finalizado, puso a su personal
a trabajar.
"¿Puedo verte un minuto, Amelia?" Ken preguntó.
"Por supuesto".
Salió de la cocina y entró en el comedor principal.
"¿Qué pasa?"
Levantó su teléfono y se lo entregó, con una sonrisa en la cara. "Es un
niño".
Miró una foto de un recién nacido con la cara roja. Sus ojos se abrieron
de par en par. "¿Está aquí? Creí que tu madre de alquiler no iba a venir
hasta el día de Acción de Gracias".
"Llegó un poco antes. Como temprano esta mañana, de hecho. Pero
está perfectamente sano. Pesó seis libras, diez onzas y midió
diecinueve pulgadas y media de largo. Y es precioso".
Escuchó el orgullo de la voz de Ken y no pudo culparlo. Su hijo era
hermoso.
"Definitivamente lo es. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? Vuelve a casa
y a tu nuevo bebé".
Ken se río. "Adam está con él ahora. Sólo corrí a comprobar las cosas
y a preguntarle si no te importaría hacer doble turno esta noche. La otra
gerente no pudo venir esta noche, pero estoy trabajando con ella para
cubrir mis otros turnos durante los próximos días desde que George
llegó temprano. La gerente temporal que contraté podrá empezar el
domingo."
"Por supuesto que puedo manejar las cosas. Me aseguraré de que el
asistente del chef se encargue de la cocina. Déjame correr a casa y
cambiarme a algo más gerencial". No pudo contener las lágrimas que
le pincharon los ojos. "Y le pusiste el nombre de George en honor a tu
padre".
Ken sonrió. "Sí. George Louis por mi padre y el de Adam".
Ella le apretó el brazo. "Eso es tan dulce. Ahora, vete a casa. Estoy tan
feliz por ti y Adam."
Ken no podía quitarse la sonrisa de la cara. "Yo también".
Ella lo abrazó y lo apretó. "No puedo esperar a pasar a conocerlo".
"No podemos esperar a presumir de él. Pero danos algo de tiempo para
acostumbrarnos a ser padres".
"Por supuesto. Sólo llámame o envíame un mensaje y hazme saber
cuándo estés listo para que la gente pase".
Los ojos de Ken brillaban con lágrimas. " Lo haré. Gracias, Amelia."
Le apretó las manos, sus propios ojos rebosaban de felicidad. "De
nada. Saluda a Adam de mi parte. Y dale a ese bebé un beso de mi
parte".
"Lo haré".
Ken se fue. Amelia corrió a la cocina para que Stefanie supiera que
tendría que hacerse cargo de la gestión de la cocina esta noche. Luego
condujo a casa y se cambió el uniforme de trabajo por una falda, blusa
y tacones, se arregló el maquillaje, se sacó la cola de caballo y se
planchó el pelo. Ahora se veía más presentable. Terminó con algunas
joyas para completar el look.
Cuando se apresuró a volver al restaurante, ya era casi la hora de abrir.
Afortunadamente, llegó a tiempo. Entró en la cocina para comprobar
las cosas y descubrió que Stefanie lo tenía todo bajo control, tal y como
Amelia sabía que lo haría. Amelia sólo contaba con asistentes que
podían hacer su trabajo tan bien como ella. Stefanie era un par de años
más joven que Amelia y podría no tener el nivel de experiencia de
Amelia, pero era una muy buena cocinera y una gerente
excepcionalmente fuerte. Amelia tenía toda la confianza en sus
habilidades. Además, ella todavía estaría allí en el restaurante para
supervisar las cosas.
Comprobaba el bar y el personal, iba a la recepción para asegurarse
de que las reservas y el recibimiento estaban preparados, y
comprobaba las reservas de esta noche. Para entonces la gente había
empezado a registrarse, así que se apartó y dejó que el personal más
que competente hiciera su trabajo.
Estaba agitado, pero era manejable. Se las arregló para ir a la cocina
un par de veces para comprobar las cosas, pero Stefanie se las
arreglaba bien a pesar de estar una persona menos, lo que le permitía
ocuparse de las tareas generales de gestión del restaurante.
"Amelia, Flynn está al teléfono para ti".
Asintió con la cabeza y fue a coger el teléfono.
"Hola, Flynn".
"Ken me llamó. ¿Está todo bien ahí?"
"Todo está perfecto. Tengo a Stefanie asumiendo las tareas de chef
principal en la cocina y yo me encargaré esta noche."
"Bien, gracias. Mi hermano está en la casa con mi hermana y conmigo.
Íbamos a ir a cenar, pero si crees que el que estemos todos allí será
una molestia para ti, podemos ir a otro sitio."
Sus labios se curvaron. "Flynn, este es tu restaurante. Por supuesto
que deberían venir".
"¿Qué tan llenos estamos esta noche?"
"Tan llenos como solemos estar un viernes por la noche."
Él aclaró su garganta. "¿Podemos conseguir una reserva para ocho,
entonces?"
Ella sacudió la cabeza. " Ven cuando quieras. Me aseguraré de que
haya una mesa para ti".
Se río. "Bien. Nos vemos entonces."
Colgó, sonriendo mientras volvía al comedor. Fue dulce de su parte
llamar, pero ridículo que considerara no venir a su propio restaurante.
Por otra parte, ese era Flynn, siempre preocupado por cómo las cosas
la afectaban a ella o a otras personas.
En realidad, era un tipo muy agradable. Y no iba a pensar mucho en
eso porque había trabajo que hacer, y ahí es donde debería estar su
mente.
Habían pasado al menos tres horas de la hora de la cena cuando Flynn
entró, acompañado por Mia y un hombre de aspecto atractivo que se
parecía notablemente a Flynn. Ese tenía que ser Grant, porque el
parecido era bastante cercano. El mismo pelo oscuro, la misma mirada
intensa. Tenían más o menos la misma altura, excepto que Flynn era
más musculoso.
Flynn se acercó a ella de inmediato. "¿Cómo va todo?"
"Todo va bien. Stefanie está haciendo un gran trabajo en la cocina. He
probado todo y es perfecto. Hemos tenido una casa llena esta noche,
pero el servicio ha ido bien."
"Grandioso".
Le hizo señas a una de las anfitrionas, que trajo los menús. "Y tenemos
una bonita mesa reservada para ti y tu hermano y hermana."
"Gracias". Flynn se giró y le hizo un gesto al hombre de pelo oscuro
que estaba a su lado. "Amelia, este es mi hermano Grant. Grant, esta
es Amelia Lawrence."
Grant sonrió, y el efecto fue devastador. "Encantado de conocerte,
Amelia."
"A ti también, Grant. Y hola de nuevo, Mia."
"Hola, Amelia", dijo Mia.
Una de las anfitrionas le hizo un gesto. "Me encantaría quedarme a
hablar, pero tengo que irme. Carol te llevará a tu mesa. Espero que
tengas una cena maravillosa".
Se escapó y atendió a una reservación confundida, pero mantuvo la
vista en Flynn y los demás mientras estaban sentados. Con suerte,
todo iría bien para ellos. De hecho, se aseguraría de ello.

"Así que esa es Amelia, ¿eh?" Grant preguntó después de que hicieran
los pedidos de la cena.
Flynn vio a Amelia manejar algo que uno de los meseros le pidió. Hizo
un gesto con la cabeza, y luego se fue inmediatamente en la dirección
opuesta. Se veía hermosa con su falda gris y su blusa blanca. Y esos
tacones marcaban sus piernas de una forma que no debería
imaginarse en compañía de su hermano y su hermana.
"Hermosa, ¿no es así?" Mia preguntó. "Y es inteligente y consumada y
es divertida. No sé por qué le gusta Flynn".
Flynn se las arregló para escuchar la última parte lo suficiente para
apartar su mirada de Amelia y centrarla en su hermana.
"Oye".
Mia se río. "Me preguntaba si me estabas escuchando, ya que no
podías apartar los ojos de Amelia."
"Ella es hermosa", dijo Grant. "Sin embargo, ella parece estar fuera de
tu alcance".
"¿Como si Katrina estuviera fuera del tuyo?"
Grant sonrió. "Sí, así".
Maldición. Era difícil insultar a su hermano si no mordía el anzuelo. Sus
bebidas llegaron y Flynn tomó un largo trago de té helado.
"¿Cómo te fue en la práctica hoy?", le preguntó a Grant.
" Perfecta. Estamos preparados para liquidarte en el campo el
domingo".
Flynn lo sabía, pero como Mia estaba allí, decidió no discutir el asunto.
"¿Sabías que mamá y papá están buscando comprar los doscientos
acres de propiedad adyacente a la suya?" Mia preguntó.
Flynn frunció el ceño. "No, no lo hacía. ¿Cuál de ellas? ¿La que está al
norte?"
Mia sacudió la cabeza. "No. Al este. Las que pertenecían a los
Clearmonts. Decidieron retirarse y mudarse a Carolina del Sur para
vivir cerca de su hijo, su nuera y sus nietos".
"Es un pasto de primera calidad. ¿Papá está buscando conseguir más
ganado?" Grant preguntó.
"No tengo ni idea", dijo Mia. "Mamá lo mencionó de pasada cuando
hablé con ella por teléfono anoche. Bud Clearmont habló con papá el
mes pasado sobre todo el asunto, y mamá y papá lo discutieron y
supongo que ahora están en negociaciones".
Grant miró a Flynn, que se encogió de hombros. "Me sorprende que no
nos lo haya mencionado a ninguno de nosotros".
"No me dijo nada, seguro", dijo Grant. "Por otra parte, tal vez estaban
esperando que la venta se concretara, por si acaso no se realizaba. De
cualquier manera, es una gran adición a la tierra."
"Sí", dijo Mia. "Y si está añadiendo más ganado, necesitará más
manos. Deja que papá sea un gran magnate del ganado".
Flynn se río. "Sí, pero le encanta. Ahora no puedo esperar a ir allí este
mes y averiguar qué está pasando".
Si hay algo que su padre nunca hizo después de retirarse de jugar al
fútbol hace tantos años, fue establecerse. Había conseguido su rancho
y a él y a la madre de Flynn les encantaba trabajar la tierra. A su padre
le encantaba jugar al fútbol. También le gustaba ser un ranchero. Ahora
que papá podía pasar todo el tiempo con mamá, le gustaría más la
parte del rancho.
Flynn esperaba hacer lo mismo algún día. Quería comprar tierra,
definitivamente, pero no estaba seguro de convertirse en un ranchero.
Sólo esperaba encontrar algo que le apasionara tanto como a su padre.
Era algo en lo que pensaría después de que llegara la cena y la mesa
se calmara mientras comían.
"Sabes, sólo podemos jugar fútbol por un tiempo limitado", le dijo a
Grant. "En algún momento tendremos que vivir la siguiente etapa de
nuestras vidas."
"Sí", dijo Grant. "Creo que todos nos preguntamos qué será eso. Me
imagino que la tuya implicará comida."
Flynn inclinó la cabeza. "¿Eso crees?"
Grant miró a su alrededor. "No veo por qué no. Este lugar se ve muy
bien y parece que te apasiona."
Grant tenía razón en eso, pero Flynn no estaba cerca de retirarse
todavía. Honestamente nunca pensaba más allá de la temporada
actual. Invirtió la mayor parte de sus ingresos, sabiendo que algún día
no jugaría al fútbol. ¿Más allá de eso? No era el momento de pensar
en ello todavía.
"¿Cómo están todos?"
Flynn levantó la vista para ver a Amelia de pie en su mesa.
"Genial", dijo Mia. "La comida es increíble, por supuesto".
"Me alegra mucho oír eso. Espero que disfruten del resto de su
comida".
Se dio la vuelta para alejarse, pero Flynn le agarró la muñeca. "No te
vayas. ¿Ya has comido?"
"No. Tomaré algo más tarde."
"¿Qué tal ahora? No pareces estar ocupada."
"Sí, quédate a comer con nosotros", dijo Grant.

Amelia dudó. Flynn tenía razón en que no estaba ocupada, pero su


trabajo no incluía sentarse y comer. Aun así, estaba absolutamente
hambrienta. Normalmente nunca se preocupaba por comer porque
probaba todo lo que había en la cocina cuando cocinaba y siempre
terminaba perfectamente llena.
Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie la necesitaba para
nada. Parecía que no la necesitaban, así que asintió con la cabeza.
"Está bien".
Flynn le hizo señas a la mesera, que se acercó corriendo. "¿Qué puedo
hacer por ti?"
Miró a Amelia, que pidió una ensalada y vieiras, junto con un vaso de
agua.
"Te las traeré enseguida", dijo la mesera, y luego se fue.
"¿Cómo va tu visita a San Francisco, Grant?" Amelia preguntó.
"Bien hasta ahora".
"Estábamos discutiendo los futuros de los chicos después del fútbol
cuando llegaste a la mesa", dijo Mia.
Amelia miró a Flynn. "¿Oh? ¿Y qué hay en tu futuro?"
Flynn se encogió de hombros. "Estoy pensando en un espía
internacional".
Amelia se río. "Sí, porque te confundes como un tipo común y
corriente".
Flynn frunció el ceño. "Oye. Puedo ser un tipo común y corriente".
Amelia ladeó la cabeza y le dio una mirada a su cuerpo. "No, no
podrías".
Grant se río. "Tiene razón. Esos tatuajes son un claro indicativo.
Además, tu fea cara es demasiado notable. La gente te recordaría
fácilmente".
"Comentario gracioso viniendo de ti considerando que los dos nos
parecemos mucho."
"Oh, diablos no. Soy mucho más hermoso".
Amelia miró a Mia. "¿Son siempre así?"
"Peor. Y espera a que Tucker y Barrett estén en el camino. Necesitarás
tranquilizantes".
Aunque tenía cierta inquietud por el viaje, Amelia estaba esperando el
día de Acción de Gracias. Sus padres habían estado en la gran
inauguración del Noventa y Dos. Pero ella había sido azotada esa
noche y nunca los había conocido. Estaba deseando conocerlos en el
rancho, aunque se sintiera un poco extraña por pasar las vacaciones
con Flynn.
"En realidad, estábamos hablando de que Flynn fuera un renombrado
empresario de restaurantes después de que se retirara del fútbol", dijo
Mia.
Amelia miró a Flynn, que frunció el ceño a su hermana.
"Eso no es para nada lo que estábamos discutiendo. Tú y Grant
decidieron por mí."
Amelia asintió. "Definitivamente puedo ver eso. Lo has hecho bien aquí.
Y te gusta cocinar".
"Sólo le gusta comer", dijo Mia con una sonrisa en su cara. "Creo que
lo de cocinar surgió de un sentido de autopreservación. Tal vez el
hambre de medianoche se siente o algo así. Probablemente después
de demasiadas cervezas. Te encontraste en el sofá, colgado e incapaz
de moverte porque estabas cargado, y te aburriste y canalizaste el surf.
Luego aterrizaste en un programa de cocina y voilà, tu segunda carrera
nació."
Flynn puso los ojos en blanco. "Claro. Así es exactamente como
sucedió."
Amelia disfrutaba viéndolo luchar con sus hermanos. Siempre era tan
seguro de sí mismo, tan lleno de bromas. Era agradable ver a sus
hermanos bajarle los humos.
Como hija única, nunca había tenido a nadie con quien luchar, así que,
para ella, esto era nuevo.
Llegó su cena, y se dio cuenta de que Flynn, Mia y Grant habían
esperado a que apareciera su comida antes de terminar la suya. Había
sido innecesario, pero al menos no sentía que estaba comiendo sola
ahora. Todos comieron y ella se sentó y disfrutó de más discusiones
verbales entre los hermanos.
Durante la cena se enteró de que Grant estaba comprometido con una
modelo. Había oído hablar de Katrina Korsova, ¿quién no? Lo que no
sabía era que Katrina había criado sola a sus dos hermanos menores,
ahora adolescentes, desde que tenía dieciocho años. Qué mujer tan
admirable.
"Tucker también está comprometido", le dijo Mia. "Te encantará
conocer a Aubry, y a la novia de Barrett, Harmony. Y sabiendo cómo
van las cosas, podrás oír todo sobre las dos bodas que se celebrarán
el año que viene, ya que es de lo único que hablamos".
Amelia sonrió. "Me encanta oír hablar de la planificación de bodas. No
puedo esperar."
Después de la cena, Grant y Flynn tomaron el postre. Amelia y Mia se
negaron, y Amelia se excusó para volver al trabajo. Flynn se levantó y
la siguió hacia la cocina.
Él tomó su mano. "¿Qué harás después del trabajo esta noche?"
"Colapsar en un montón de agotamiento, probablemente. "
Sus labios se curvaron. "Así de duro, ¿eh?"
"En realidad, en absoluto. El personal aquí es más que competente. Ha
estado bien. ¿Qué tenías en mente?"
"Pensé que tal vez podría verte".
No pudo evitar reaccionar a la forma en que su pulgar rozó la piel de
su mano. A pesar de que la gente se presentaba, ella quería ser
inmune, pero no podía. Él tenía un efecto en ella y ella tenía que
aceptar eso.
"Claro. ¿Pero no preferirías salir con tu hermano y tu hermana?"
"Grant se dirige de nuevo al sur, y Mia tiene algún papeleo que quiere
hacer. Así que, ¿por qué no me invitas a tu casa?"
No pudo resistirse a sonreír por la forma en que se invitó a sí mismo.
"Flynn, ¿te gustaría venir a mi casa después de que salga del trabajo
esta noche?"
"Me encantaría. ¿Por qué no me mandas un mensaje cuando te vayas
y nos vemos allí?"
"Lo haré".
Miró a su alrededor, luego tomó su mano y la besó.
Mariposas. Tenía mariposas en el estómago. Ridículo, pero estaban
allí de todos modos. Maldito sea el hombre.
"Hasta luego, Amelia".
Se dio la vuelta y volvió a la mesa. Amelia suspiró y se dirigió a la
cocina.
DIECIOCHO.

Flynn se pasó por un bar y jugó billar con Grant y Mia hasta que recibió
el mensaje de Amelia.
"Tengo que irme", dijo.
Grant frunció el ceño. "Estamos en medio de un juego".
Flynn colgó su taco. "Tengo otros planes".
"En otras palabras", dijo Mia, "saldrá con Amelia y es más hermosa que
tú".
"¿Cómo puede ser eso?" Grant preguntó. "Nadie es más hermoso que
yo".
Flynn sacudió la cabeza. "Buenas noches a los dos".
Salió del bar y se detuvo en su casa para recoger una botella de vino,
luego condujo hasta la casa de Amelia y tocó el timbre. Cuando ella
abrió la puerta, estaba al teléfono, así que le hizo señas para que
entrara. Él la siguió, cerrando la puerta tras él.
Ya se había puesto unos pantalones negros de yoga que le abrazaban
el culo de la mejor manera posible. Llevaba una camiseta blanca de
tirantes que le pegaba a los pechos y, maldita sea, se veía muy sexy.
Ella lo llevó a la cocina. Cuando vio la botella de vino, metió la mano
en un cajón y sacó el abridor, dándoselo, y luego señaló un armario
superior. Se imaginó que ahí es donde estaban las copas.
Abrió la botella y vertió el vino en las copas.
"Lo siento", dijo mientras dejaba su teléfono en la mesa de la cocina.
"Mi amiga Laura acaba de salir del trabajo así que quería charlar."
"Necesito conocer a tu amiga Laura".
"Te gustará". A ella le agradarías. Está casada y vive en esta calle con
su esposo".
Le dio una copa. Ella tomó un largo trago de vino.
"¿Esta es tu amiga de la universidad?"
"Sí".
"Deberíamos hacer una cita doble".
Amelia arqueó una ceja. "¿Es eso lo que estamos haciendo? ¿Citas?"
"¿No es así?"
"No lo sé. Pensé que sólo estábamos teniendo sexo".
"Y yo que pensaba que estábamos saliendo".
"Hmm". Tomó otro trago de vino y no respondió, lo que le hizo fruncir
el ceño.
Se acercó a ella, le quitó la copa de vino de la mano y la puso en el
mostrador. La atrajo contra él. "Si no lo hubiera dejado claro antes, o si
de alguna manera estás confundida sobre lo que pasa entre nosotros,
Amelia, me gustas. Quiero verte, fuera del dormitorio. En citas. En
público. Con o sin otras personas."
Ella le puso los brazos alrededor de su cuello. "¿Significa eso que no
quieres verme en el dormitorio?"
"Oh, definitivamente quiero verte en el dormitorio. O fuera del
dormitorio. En la sala de estar. En el pasillo." Miró a su alrededor. "¿O
qué tal en el porche trasero?"
Fingió un jadeo. "Sr. Cassidy. ¿Está sugiriendo que tengamos sexo en
un lugar público?"
"No creo que la idea de esto te sorprenda tanto como te gustaría que
yo pensara."
"Y ahora estoy aún más escandalizada. ¿Qué clase de chica crees que
soy?"
"Mi tipo de chica".
Sus labios se curvaron. Maldición, le gustaba cuando ella sonreía. Y
cuando ella se burlaba de él. Y bueno, cuando ella respiraba. A él le
gustaba todo de ella.
"Vamos, toma tu vino y muéstrame tu porche."
Tomó su vaso y le indicó el camino. "¿Es 'porche' algún tipo de
eufemismo sexual?"
Se río. "No es que sea consciente de ello, pero podemos hacerlo si te
excita."
Ella eligió un lugar en el pequeño sofá y él se sentó a su lado. El porche
tenía ventanas, pero no tenía calefacción. Aun así, no era tan malo.
Tomó las piernas de ella y las colocó sobre las suyas, y luego tomó la
manta que estaba en la parte de atrás del sofá y la cubrió con sus
piernas.
"No tengo frío", dijo.
"¿Eso significa que tienes calor?"
Le echó una mirada sexy. "¿No es esa tu llamada?"
Pasó su mano por encima de su muslo. "Si es así, ya sabes mi
respuesta".
Ella se subió a su regazo, a horcajadas. "No vamos a beber nuestro
vino, ¿verdad?"
Alisó su mano en su espalda, y luego dejó que su mano descansara
sobre su trasero. Su verga se estaba poniendo dura y en lo único que
podía pensar era en tocarla y besarla. "No".
Le agarró la nuca y la besó. Ella puso su cuerpo contra el suyo y se
inclinó hacia él. Él gimió mientras la inhalaba y sintió que ella se
derretía contra él.
Separó su boca de la de ella y la besó hasta el cuello, sintiendo sus
labios el rápido ritmo de su pulso. Él lamió a lo largo de ese punto de
pulso, y ella inclinó su cabeza hacia atrás.
"Más de eso", dijo ella, su voz un susurro gutural.
Él pasó su mano por la larga columna de su cuello, y luego bajó entre
sus pechos mientras besaba su clavícula. Inclinó su espalda para que
ella descansara sobre su brazo, y luego levantó su camiseta sin
mangas, exponiendo su abdomen. Él palmó su cálida piel, levantando
la camiseta sobre sus pechos. Ella no llevaba sujetador, lo que le vino
muy bien. Una pieza de ropa menos en su camino. Cepilló sus dedos
sobre sus pezones, viendo cómo se endurecen.
"Eres tan malditamente hermosa", dijo mientras la levantaba para
poder poner su boca sobre uno de los brotes. Cuando él chupó, ella
gimió, y el sonido de su voz llegó directamente a su verga. Él se
balanceó contra ella, haciéndole saber lo que le hacía.
Deslizó su mano dentro de sus pantalones. Ella estaba caliente,
mojada, y mientras él metía sus dedos en su ropa interior, ella se
arqueó contra él.
"Sí, tócame".
Sería mucho más fácil hacerlo si no llevara pantalones. "¿Cómo te
sientes al estar desnuda aquí?"
Se movió, se sentó. "¿Qué te parece si apagamos la luz de la cocina?"
"Vuelvo enseguida". Se levantó y fue a la cocina. Cuando regresó,
Amelia estaba de pie en medio del porche. Era medianoche oscuro ahí
fuera ahora, pero él todavía podía verla. Se quitó la camiseta sin
mangas y se sacó los pantalones y la ropa interior.
"Tú eres el siguiente", dijo ella.
Se quitó la ropa a toda prisa, luego agarró la manta del sofá y la tiró al
suelo. Se arrodilló sobre ella y le abrió las piernas para poder poner su
boca sobre ella.
Ella jadeó y puso su mano sobre su cabeza mientras él extendía su
lengua alrededor de su clítoris. Su sabor picante era el mejor
afrodisíaco, llenando sus sentidos con el deseo de hacerla venir en su
lengua.
Ella estaba caliente y húmeda y se elevó contra él. Él movió su lengua
alrededor de ella, dándole lo que necesitaba para llegar allí. Le
encantaba la sensación de sus músculos tensos, la forma en que se
entregaba a él mientras él aplastaba su lengua contra su clítoris.
Y cuando se acercó, su cuerpo tembló y gimoteó de una manera tan
deliciosa que fue todo lo que pudo hacer para no levantarse y meterle
la verga dentro, sólo para poder sentir los temblores de su orgasmo.
Pero esto era para ella y quería que montara la ola de su clímax hasta
el final.
Finalmente, se puso de pie y Amelia se acercó a él, poniendo su boca
en la de él y deslizando su lengua dentro para envolver la suya en un
profundo y apasionado beso que hizo que sus bolas se tensaran con
necesidad. Él la tiró cerca y meció su verga entre sus piernas,
deslizándose contra la humedad.
Ella finalmente se echó hacia atrás, presionando sus manos contra su
pecho. " Siéntate".
Lo dejó en el sofá, y Amelia se acercó y se inclinó hacia él. Se acercó
a la mesa junto al sofá y cogió un paquete de condones.
Él arqueó una ceja. "¿Por casualidad tenías uno de esos en el porche?"
"Nunca revelo el paradero de mi escondite secreto de condones".
Sonrió, luego le quitó el paquete, lo abrió y se lo puso. "¿Cómo lo
quieres?"
Ella volvió a sonreír. "Dentro de mí. Pero, ¿qué tal de esta manera?"
Ella se sentó a horcajadas sobre sus muslos y se deslizó sobre su
verga, inclinándose lo suficiente para que él pudiera ver su verga
desaparecer dentro de ella. No había nada más excitante que verlos a
los dos unidos, para sentirse enterrado en lo más profundo de ella.
Cuando ella estuvo completamente sentada encima de él, él la agarró
de las caderas y la arrastró hacia delante para poder llevarse un pezón
a la boca. El capullo era suave y le pasó la lengua por encima antes de
chuparlo.
Ella siseó y rastrilló sus uñas sobre sus hombros. "Oh, sí. Chúpalo,
Flynn. Más fuerte"
El filo de su voz hizo que sus bolas temblaran. Podría derramarse
dentro de ella ahora mismo, sintiendo la forma en que se movía contra
él y el sabor de su suave pezón dentro de su boca.
Él soltó su pezón, tomó sus manos y se agarró mientras ella lo
montaba, tomando la vista de su cuerpo mientras ella se ondulaba
contra él. Era una diosa hermosa, controlando a ambos mientras lo
mecía hasta el olvido. Y cuando ella tuvo un espasmo alrededor de su
verga, inclinó su cabeza hacia atrás y perdió el control con su orgasmo,
él la golpeó con su clímax, derramándose dentro de ella con su propia
liberación.
Era un sentimiento muy bueno, una euforia que no quería dejar ir.
Amelia se agarró a él y apoyó su cabeza en su hombro, respirando
profundamente mientras se recuperaba. Él la rodeó con sus brazos y
dejó que ambos se calmaran.
"Podríamos quedarnos así toda la noche", murmuró ella contra él.
"Podríamos, pero podría hacer un poco de frío. Y eventualmente habría
un amanecer."
Levantó la cabeza. "Cierto. Vamos a meternos en mi cama."
Ella se levantó de él. Él corrió al baño de ella para deshacerse del
condón. Cuando salió, Amelia estaba apoyada en la cama, bellamente
desnuda y sosteniendo su copa de vino. Hizo un gesto con la cabeza
hacia la mesa de noche.
"La tuya está allí".
Vino hacia la cama. "Huh. Pensé que la mía estaba justo ahí." Le hizo
un gesto.
Ella se río. "Me refería al vino".
Tomó la copa y se subió a la cama junto a ella, luego tomó un trago de
vino antes de ponerlo en la mesa de noche. Se volvió hacia ella.
"Háblame de tu ex".
Le disparó una ceja elevada. "¿Esa es tu idea de una charla después
del sexo?"
Se encogió de hombros. "Estamos saliendo ahora. Deberíamos
conocernos mejor. Y quiero saber sobre tu vida antes de que vinieras
aquí".
Amelia tomó un sorbo de vino. Luego otro. Flynn podía decir que hablar
de su ex era algo que no le gustaba, que la hacía sentir incómoda. No
quería hacerla sentir incómoda, pero estaba siendo honesto cuando le
dijo que quería conocerla mejor. Y su ex era parte de su pasado,
obviamente una gran parte de su pasado. Quería saber qué la hizo
dejar Portland y venir aquí.
Cuando ella tomó otro sorbo de vino y aún no le había contestado,
decidió que tal vez debería empezar la conversación. "Te mudaste de
Seattle a Portland por él."
"Sí. Frank- es decir, mi ex recibió una oferta de trabajo realmente
maravillosa. Habíamos estado saliendo durante un año cuando nos
comprometimos. Nos casamos ocho meses después y un mes antes
de la boda Frank recibió una oferta de trabajo en Portland que no pudo
rechazar. Así que después de la boda nos mudamos allí. En realidad,
se mudó antes de la boda ya que tenía que empezar su nuevo puesto
de inmediato. Me uní a él después de la boda".
"Eso es algo estresante en un nuevo matrimonio".
"Estuvo bien. Estuve bien con eso. Estábamos enamorados y parecía
una nueva aventura. Encontré un trabajo en un maravilloso restaurante
y subí en la cadena de mando allí. Era feliz. Fuimos felices por un
tiempo".
Jugó con un mechón de su pelo. "¿Y qué pasó?"
"Honestamente no sé qué cambió. No puedo precisar cuándo ocurrió o
por qué. Tal vez fue el estrés de su trabajo. Frank estaba en un trabajo
de tecnología y era muy duro para él, así que dependía mucho de mí.
Su familia estaba en Seattle, así que yo era todo lo que tenía y,
honestamente, mi situación era similar. Mi padre se ha ido y mi madre
y yo estamos separadas, así que me gustaba tener a Frank en mi vida,
alguien con quien contar. A los dos nos encantaba ser sólo nosotros
dos, ¿sabes?"
Flynn asintió.
"Pero después de un tiempo, empezó a apretarse un poco más de la
cuenta. Me enviaba mensajes de texto todo el tiempo preguntando qué
estaba haciendo, con quién estaba. Quería revisar mi calendario
conmigo. Trabajaba muchas horas, lo que me daba mucho tiempo al
margen. Yo estaba de acuerdo con eso porque apoyaba su trabajo.
Llegué a conocer a la gente con la que trabajaba y cuando trabajaba
hasta tarde, salía con esos amigos.
"Él... Supongo que se puso celoso de que yo desarrollara una vida que
no lo incluía a él."
Flynn frunció el ceño. No le gustaba la dirección en la que iba esto.
"Seguramente no podía esperar que pasaras todo el tiempo con él,
especialmente si trabajaba muchas horas."
Ella rodeó con su dedo el borde de su copa de vino. "En realidad, lo
hacía. Me quería en casa cuando no estaba en el trabajo. Y quería que
explicara cada minuto de mi tiempo cuando no estaba en el trabajo.
Quería que le enviara un mensaje de texto cuando saliera de casa para
salir con amigos. Quería saber con quién estaba. Después de un
tiempo, no quería que viera a mis amigos en situaciones sociales que
no lo incluyeran a él."
"Eso es ridículo".
Ella asintió. "Yo también lo pensé. Llegó al punto en que sentí que me
asfixiaba, que no confiaba en mí. En realidad, no confiaba en mí. Y no
había razón para no confiar en mí. Yo lo amaba.
"Pero sus inseguridades sacaron lo mejor de él y se fue a lo más
profundo. Me dijo que tenía que dejar de ver a mis amigos y le dije que
estaba siendo ridículo y celoso y mezquino. Fue entonces cuando todo
se volvió loco para nosotros. Y entonces me acusó de tener una
aventura con mi jefe."
Flynn parpadeó. "Jesús. No puedes hablar en serio".
Amelia respiró hondo y suspiró. "Sí. Fue, por supuesto, completamente
infundado. Craig, mi jefe, estaba casado con una mujer encantadora y
tenía dos niños increíbles y estaba completamente dedicado a su
familia. Craig y yo nos llevábamos muy bien y yo disfrutaba trabajando
para él. Tenía un trabajo maravilloso en el restaurante. Amaba a todos
mis amigos allí. Y Frank hizo de mi vida un infierno. Aparecía en el
restaurante y conseguía una mesa sólo para vigilarme. Me decía que
tenía que vigilarme para asegurarse de que me comportara. “
"Cristo, Amelia. Eso roza el acoso. Estaba acosando a su propia
esposa".
Ella asintió. "Lo sé. Traté de convencerlo de que no había nada entre
Craig y yo. Creo que el estrés de su trabajo finalmente le afectó. O algo
así. No lo sé. Le sugerí que fuéramos a un consejero, pero se negó.
Incluso le ofrecí trabajar en otro restaurante, pensando que quizás
había algo que había hecho que le daba una impresión equivocada.
Pero dijo que trabajar en otro lugar sería ideal y que sería más fácil
para Craig y para mí vernos".
Flynn se rastrilló los dedos a través de su pelo. Sus tripas se apretaron
y quiso tomar a Amelia en sus brazos y quitarle todo el dolor que había
sufrido. Pero no pudo. Había abierto esta lata de horror de su pasado
preguntándole sobre ello. Ahora que lo había hecho, necesitaba dejarla
terminar. "¿Y qué pasó?"
"Finalmente no pude soportarlo más. Su negativa a creer en mí, a
confiar en mí, incluso a considerar ir a un consejero de parejas, fue el
fin de nuestro matrimonio. Le dije que, si no dejaba esta tontería, lo
dejaría. Una noche llegó a un punto de ebullición y me gritó y me dijo
que eso era exactamente lo que quería todo el tiempo: libertad para
poder estar con Craig. Lloré tanto, traté de convencerlo de que sólo
estaba él en mi vida, pero para entonces no veía la razón. Hice las
maletas y me fui de la casa esa noche. Pedí el divorcio, dejé mi trabajo
y decidí mudarme. Pensé en volver a Seattle, pero lo que realmente
necesitaba era un nuevo comienzo".
Ella levantó su mirada a la de él y le ofreció una sonrisa temblorosa. "Y
así es como terminé en San Francisco".
Vio las lágrimas brillando en sus ojos. Mientras una se deslizaba por
su mejilla, se la quitó con el pulgar.
"Lo siento, Amelia. No debí haberlo mencionado".
"Está bien. Ahora está en el pasado".
Le quitó la copa de vino de sus manos y la dejó sobre la mesa, luego
la tiró contra él y la rodeó con su brazo.
"El pasado tiene una forma de no quedarse en el pasado. Obviamente
todavía perdura."
Se estremeció al tomar un respiro. "Un poco".
Probablemente más que un poco. A Flynn le gustaría meterle un puño
en la cara a ese bastardo por haber herido a Amelia. "Gracias por
hablarme de él. Siento mucho que te haya hecho daño".
"Yo también".
Alisó su mano sobre su cabello. "Te das cuenta de que nada de esto
fue culpa tuya, ¿verdad?"
"Ahora sí. Durante mucho tiempo intenté averiguar qué había hecho
mal, cómo podría haberlo manejado mejor, qué podría haber hecho
para que confiara en mí. Fui a terapia y el terapeuta me ayudó a darme
cuenta de que no era yo en absoluto. Hice todo bien. Todo dependió
de Frank".
Se alegró de que fuera lo suficientemente lista como para buscar ayuda
para apoyarla en una experiencia terrible. "Bien. Porque tu consejero
tuvo razón. Nada de esto fue culpa tuya".
Dejó pasar unos minutos mientras le acariciaba el pelo y la espalda. Se
sentía realmente mal por su matrimonio. ¿Qué clase de hombre era
ese tipo, de todos modos? Cuanto más pensaba en ello, más se
enfadaba.
"Amelia".
"¿Sí?"
"Tu ex esposo es un imbécil. No vuelvas a llorar otra lágrima por ese
pedazo de mierda sin valor. No te merecía".
Ella se río, luego se enderezó y se movió para enfrentarlo. "Gracias por
eso. Me hace sentir mejor."
Y ahora necesitaba empujar esa parte de su pasado donde pertenecía,
en el pasado.
La empujó al colchón. "Tengo algo que te hará sentir aún mejor."
Ella levantó sus brazos sobre su cabeza mientras él se movía a su lado.
"Oh, ¿en serio? ¿Y qué podría ser eso?"
"Un cuento para dormir".
"Cuenta".
"Había una vez una lengua, un par de manos y una verga muy
grande..."
Ella suspiró mientras él se inclinaba para lamer sus pechos. "Me
encanta un buen cuento para dormir".
DIECINUEVE.

Amelia disfrutaba viendo un buen partido de fútbol, pero admitió que


nunca antes había estado en un estadio. Esta iba a ser la primera vez
para ella.
Como Flynn tenía que estar en el estadio muy temprano esa mañana,
no aparecería hasta más tarde. Hizo arreglos para encontrarse con Mia
y tomar el Caltrain3 y el tren ligero al estadio, ya que sabía que el tráfico
sería una pesadilla. Flynn se había ofrecido a organizar un auto privado
para llevarlos allí, pero Amelia y Mia decidieron que el transporte
público sería mucho más divertido. Así podrían relacionarse con los
otros aficionados. Y Mia había insistido en que usaran el uniforme de
los Sabers para poder entrar en el espíritu del juego.
Amelia no iba a dejar que Mia o Flynn supieran que no tenía uniforme
de los Sabers. ¿Qué clase de fanática o novia sería si admitiera que no
tenía uniforme de los Sabers?
No es que fuera la novia de Flynn o algo así. ¿O lo era? No tenía ni
idea. No le gustaba mucho el etiquetado. Estaban saliendo. Eso era
suficiente para admitir por ahora.
Antes de ir a trabajar el sábado, se detuvo en una de las tiendas de
equipamiento profesional de la ciudad y compró una camiseta. Y por
casualidad encontró una camiseta del número 92 con Cassidy en la
parte de atrás. Si iba a prepararse, también podría hacerlo bien.
3Caltrain: es un sistema de trenes de cercanías en el área de la Bahía de San Francisco,
California, que conecta el centro de la ciudad de San Francisco con San José por el
condado de San Mateo, y durante las horas de mucho tráfico pasa San José para llegar a
Gilroy.
Condujo hasta la casa de Flynn varias horas antes del juego. Mia salió
con una camisa de manga larga de los Sabers y una chaqueta y se
subió al asiento delantero.
Mia le sonrió. "Bonita camiseta. ¿Es nueva?"
Sabía que debería haberla ensuciado un poco. Pero la idea de llevar
una camiseta sucia la hizo temblar. "Podría ser. No se lo digas a Flynn".
Mia se río. "Tu secreto está a salvo conmigo".
Condujeron a la estación de tren y estacionaron, compraron sus
boletos y subieron a bordo. Como sospechaba, en cada parada el tren
se llenaba de más y más fanáticos de los Sabers. Cuando llegaron a
su parada de transbordo, todos los que iban a bordo hablaban del
partido de hoy contra St. Louis, y todo su auto hizo el transbordo al
sistema de tren ligero que los llevaría al estadio.
Viajaron con una feliz multitud de gente al estadio. Estaba tan contenta
de que hubieran decidido viajar de esta manera. Realmente aumentó
su entusiasmo por el juego.
Flynn les había conseguido pases para el palco donde las esposas y
familias de los jugadores se sentaban a ver los partidos. Después de
que mostraran sus pases a los de seguridad y subieran al palco, Amelia
sólo pudo quedarse boquiabierta.
" Wow", le susurró a Mia. "Qué elegante".
"¿Verdad?"
El recinto tenía muchos asientos frente a las ventanas de piso a techo
con una vista perfecta de la línea de cincuenta yardas.
"Hola". Una hermosa mujer de piel oscura y pelo oscuro se acercó.
"Soy Tiffany LaSalle. Mi marido, Randy, juega de receptor de banda
ancha para los Sabers. ¿Es tu primera vez aquí?"
Mia asintió. "Soy Mia Cassidy. Flynn es mi hermano. Esta es Amelia
Lawrence, la novia de Flynn".
Amelia no sabía qué hacer con la facilidad de Mia para presentarla
como la novia de Flynn, pero Tiffany les dio a ambas una amplia
sonrisa.
"Es genial conocerlas a las dos. Hemos tenido a los padres de Flynn
aquí antes, y a un par de sus hermanos. Pasen y les presentaré a
todos".
Conoció a tanta gente que deseaba que todos llevaran etiquetas con
su nombre, porque nunca iba a recordar a todos. Pero todos fueron
amigables y acogedores, así que su nerviosismo inmediato se evaporó.
"No sé tú, pero yo necesito un trago", dijo Mia después del encuentro.
Enganchó su brazo en el de Amelia y la arrastró hasta el bar, donde
cada una pidió una copa de vino.
Se acercaron a una de las ventanas. Amelia miró hacia el campo.
Tenían una vista muy agradable de los jugadores de los Sabers.
"Están haciendo calentamiento ahora mismo", dijo Mia.
"No suelo ver mucho del calentamiento cuando lo veo por televisión.
Tal vez una breve vista, y luego regresan a los comentaristas
deportivos o comerciales".
Estaba fascinada viéndolos en el campo. Vale, así que ella estaba
viendo a Flynn y a sus compañeros de equipo estirarse, correr y
empujarse el uno al otro. Se veía bien en su uniforme. No había duda
de que el hombre tenía un culo estelar, y se mostraba a la perfección
en ese uniforme. Se veía muy formidable, muy feroz allá afuera.
Y cuando el otro equipo salió e hizo el lanzamiento de la moneda,
Amelia y Mia se acomodaron en sus sillas. Amelia se dio cuenta de que
estaba tensa. Siempre había mirado los partidos, pero más con un ojo
en la TV mientras cocinaba, más como una observadora pasiva. Hoy,
sin embargo, su atención se centró en el campo. No estaba segura de
sí era porque estaba aquí en persona y eso hacía que la experiencia
fuera más vívida para ella, o si era porque sus sentimientos por Flynn
estaban creciendo.
De cualquier manera, era el momento de la patada inicial y ella
esperaba que Flynn y los Sabers tuvieran un buen juego.

No era frecuente que Flynn se enfrentara a su hermano, especialmente


en su propio campo. Amaba a Grant, y sabía que su hermano también
lo amaba, pero una vez en el campo, sólo eran competidores. Y ambos
harían cualquier cosa para ganar, sin importar lo que le costara al otro.
Tras el puntapié inicial, los Sabers recibieron el balón primero, lo que
significaba que Flynn tendría que dejarlo enfriar en la línea de banda
mientras Mick Riley y la ofensiva de los Sabers se ponían a trabajar.
Mick fue tan eficiente como siempre, masticando yardas con buenos
pases. El juego de carrera también estaba en punto, y a los seis
minutos estuvieron en la zona roja en la línea de dieciocho yardas.
Flynn y el resto de los jugadores defensivos se mantuvieron al margen,
pero mantuvieron sus cuerpos ágiles moviéndose detrás de los bancos.
Y cuando Mick lanzó un pase de touchdown a Ernie Truskey, su
extremo más estrecho, toda la línea lateral de los Sabers aplaudió,
junto con todo el mundo en el estadio.
Había sido un libro de texto Riley, y Mick recibió muchas palmadas en
la cabeza en su camino de regreso.
Tras el punto extra, Flynn y su defensa se acurrucaron con el
coordinador defensivo para elaborar su estrategia para esta serie
mientras los equipos especiales se preparaban para el puntapié inicial.
St. Louis tendría el balón en la línea de las veintidós yardas.
Era hora de que Flynn y la defensa hicieran algo de magia.
Después del encuentro, se alineó en el lado derecho, respirando el olor
a césped fresco. El césped le olía a victoria y nunca se cansaba de él.
Clavó los nudillos en el césped y se concentró sólo en el jugador que
tenía delante. Ese era su objetivo, el jugador que le impedía llegar al
mariscal de campo.
En el momento del disparo, se empujó y fue cabeza a cabeza con el
liniero ofensivo, que se las arregló para retenerlo lo suficiente como
para que Grant hiciera un pase corto al receptor del lado izquierdo.
Grant hizo un rápido giro a tiempo para ver a Junior derribar al receptor
después de una corta ganancia de cinco yardas.
Lo suficientemente bueno.
Se amontonaron, y luego se alinearon de nuevo. Esta vez fue una
carrera por el medio y Flynn se apiló sobre el corredor, que terminó sin
ganancia.
Ahora era el tercer down y esta era la clave para detener el impulso de
los Traders.
"Es tercero y cinco", dijo Flynn en el grupo. "Puede ser que pase o
corra, así que prepárense para ello de hombre a hombre".
Habían recibido sus instrucciones desde la línea de banda, así que
sabían lo que tenían que hacer.
Rompieron y se alinearon en la sección de hombres, esperando
cualquier cosa. Cuando Grant retrocedió para pasar, Flynn se apartó y
rompió alrededor del liniero, dirigiéndose directamente al mariscal de
campo. Grant bailó a su alrededor y lanzó el pase una fracción de
segundo antes de que Flynn pudiera llegar a él.
El pase estaba incompleto. Cuarto down.
Grant le disparó una mirada. Flynn sonrió.
Los Traders tendrían que hacer lanzamientos, así que era una serie
muy satisfactoria. Cualquier cosa que mantuviera a los Traders fuera
de la zona de anotación era una victoria en su libro.
Intercambiaron de ida y vuelta las siguientes series, sin que nadie
anotara. Pero Flynn tenía un gol en este juego, y eso significaba llegar
a su hermano. Hasta ahora, eso no había sucedido y al final de la
primera mitad el equipo de Flynn estaba arriba por un touchdown. Eso
significaba que la defensa sería dura en ambos lados, lo que le venía
muy bien a Flynn. Le gustaba un juego defensivo duro.
Le gustaría más que los Sabers pusieran más puntos en el tablero en
el segundo tiempo, algo que su entrenador golpeó en la ofensiva
cuando llegaron a los vestuarios en el medio tiempo.
"Tenemos mucho de qué enorgullecernos", dijo Flynn a la línea
defensiva mientras se tomaban un respiro en el descanso. "Los hemos
mantenido sin marcar. Mantengamos ese impulso en el segundo
tiempo".
"Sabes qué quieres empujar a tu hermano al suelo", dijo Hey Man con
una sonrisa.
"Bueno, sí. Pero para ser honesto, es importante mantener nuestras
cabezas en el juego. Sé que Grant es su mariscal de campo, pero para
mí es como cualquier otro mariscal de campo. Si uno de nosotros,
cualquiera de nosotros, se acerca a él por un golpe, eso es la cereza.
Lo más importante es ganar el juego. Mantengamos nuestras mentes
enfocadas en eso".
No iba a dejarse distraer por tener a su hermano al otro lado de la
pelota. Quería asegurarse de que los otros jugadores siguieran siendo
los mismos.
Así que cuando salieron al campo en la segunda mitad, sabía que la
defensa estaba decidida a mantener el juego sin goles para los
Traders. La multitud estaba entusiasmada, y también la defensa. Se
colocó en posición y empujó al jugador de línea ofensiva, dirigiéndose
directamente a Grant.
Su hermano tenía buenos pies, sin embargo, y Flynn sólo agarró un
trozo de la camiseta de Grant antes de que Grant saliera corriendo de
su alcance. Pero tuvo que tirar el balón para un pase incompleto que
les dejó con un segundo y diez.
Flynn sintió que la tensión aumentaba cuando Grant se colocó en el
centro y pasó al running back. Sofocaron la parte trasera detrás de la
línea de ataque por una pérdida de yardas, lo que dejó a los
comerciantes con un tercero y largo. Grant tendría que pasar esto hacia
abajo y la defensa entraría con una dura carrera de pases esta vez.
Y esta vez, Flynn pasó por encima del liniero. Tenía a Grant en la mira.
También Junior en el otro lado. Grant no tenía adónde ir sino hacia
abajo, y Flynn le hundió como un panqueque.
"Cabrón", murmuró Grant.
Flynn sonrió, saltó y sostuvo su mano para su hermano, que a
regañadientes dejó que lo pusiera de pie.
Compartieron la más breve de las miradas, pero Grant finalmente le
devolvió la sonrisa.
"Voy a quemarlos a todos para un touchdown más tarde", dijo Grant,
sacando el césped de su casco.
Flynn se río. "Dudoso".
Mientras salía del campo a los gritos salvajes del estadio, Flynn estaba
eufórico. Pero el juego estaba lejos de terminar. Y fiel a su palabra,
Grant lanzó un pase largo al principio del cuarto quarter a su mejor
receptor, que superó al corner de los Sabers para anotar.
Joder.
Bien, así que hoy no habría ninguna parada.
Los Sabers se recuperaron en su siguiente lanzamiento cuando Mick
los llevó por el campo y LaSalle corrió en un touchdown desde la línea
de seis yardas, tomando de nuevo la delantera.
Demasiado para el anterior touchdown de Grant. Flynn sabía que Grant
se enojaría por eso.
Después de eso todo fue defensa, y los Sabers mantuvieron a los
Traders, que se acercaron al rango de gol de campo a finales del cuarto
quarter, pero no pudieron conseguir el balón en la zona de anotación.
Los Sabers terminaron ganando el juego, catorce a siete.
Después de que el juego terminó, Flynn encontró a Grant en el campo.
Se abrazaron, con cámaras a su alrededor, lo que significaba que no
podían decir lo que realmente querían decirse, lo que era un montón
de basura hablando. Eso vendría más tarde, por teléfono, ya que Grant
tendría que tomar un avión a casa de inmediato.
"Buen juego", dijo Grant.
"Jugaste duro. Todo tu equipo lo hizo."
Grant sonrió. "A mamá todavía le caigo mejor".
Flynn se río. "Te gustaría pensar eso, ¿verdad?"
"Te veré en un par de semanas en el rancho. Te quiero."
Flynn envolvió su mano alrededor del cuello de su hermano, y se
tocaron las frentes. "También te quiero".
Se alejaron y Flynn se dirigió al vestuario para celebrar con sus
compañeros.
VEINTE.

Había sido un día extremadamente largo. Y uno muy estimulante. Para


su primer juego en vivo, Amelia se divirtió mucho. Probablemente
ayudó el hecho de que los Sabers hubieran ganado. Ella y Mia habían
gritado incontrolablemente, junto con toda la sala. Había sido una
locura ahí dentro, y muy divertido. No recordaba haber asistido a un
evento deportivo público, y si siempre eran así, quería volver a hacerlo.
También había comido y bebido tanto que no estaba segura de poder
levantarse de su silla más cómoda. Mia tampoco parecía tener prisa
por moverse, ya que estaba revisando su teléfono.
"Flynn nos envió a ambas un mensaje de texto", dijo Mia. "Dijo que
podemos ir a casa con él, pero está haciendo entrevistas con los
medios para que nos quedemos."
"Oh, bien. No me gustaba la idea del tren. O, en realidad, el movimiento
de cualquier tipo."
Mia asintió. "Conozco la sensación. Así que supongo que nos
sentaremos aquí hasta que envíe un mensaje de texto. Estaba
pensando en una siesta".
Amelia se río. "Me gusta cómo suena eso. ¿Crees que nos echarán si
nos tumbamos en varios de los asientos?"
"Sólo si roncamos. No roncas, ¿verdad?"
Amelia se encogió de hombros. "No tengo ni idea. No lo creo. ¿Y tú?"
"No lo sé, ya que normalmente duermo sola, así que no me quejo."
"Entonces estamos bien". Amelia se inclinó hacia atrás y cerró los ojos.
Sólo por unos segundos. Ese vino había sido muy bueno.
Probablemente fue prudente que dejara de beber al final del tercer
quarter porque se había visto atrapada en el juego y la emoción y el
licor habían estado fluyendo...
Sintió el zumbido de su teléfono y se despertó. ¿Cuánto tiempo había
estado fuera? Miró a su lado para ver a Mia parpadeando y abriendo
los ojos para mirarla.
"¿Estaba roncando?"
"Si lo estabas, no estaba despierta para escucharlo". Amelia revisó su
teléfono. "Flynn dijo que se dirige hacia aquí".
"Oh, bien". Mia se paró y se estiró, y luego miró a su alrededor. "La
barman todavía está aquí."
Amelia se convirtió. "Sí, pero sólo está aquí porque está limpiando. No
hay más vino para nosotras".
"Triste".
Amelia se río. "Apuesto a que a Flynn le vendría bien una cerveza".
"Apuesto a que podría. Deberíamos parar para cenar y beber. O.… sólo
bebidas."
Amelia se río.
La puerta se abrió y Flynn entró. Se había duchado y llevaba jeans y
una camisa de manga larga abotonada. Se acercó a él y le enroscó los
dedos en el pelo, que aún estaba húmedo.
"Hueles bien", dijo, levantándose en punta de pie para rozar sus labios
con los de él.
Sus cejas se levantaron. "Y tú también".
Amelia no pudo evitar perderse en las profundidades azules de sus
ojos.
Hasta que Mia aclaró su garganta. "Oye, buen juego".
Amelia se alejó de mala gana para que Flynn pudiera abrazar a su
hermana.
"Gracias". No creo que Grant esté muy contento con esto."
Mia se encogió de hombros. "Lo superará. No puede ganar todos los
juegos."
"Fue un juego muy bueno", dijo Amelia. "Y por la forma en que
aplastaste a tu hermano, me preocupaba su salud".
Flynn se río. "Estaba bien".
Mia agarró su bolso. "Deberías ver cómo se comportan cuando juegan
al fútbol de toque en el rancho. Es mucho peor que ese placaje que
Flynn le hizo a Grant".
" Hey", dijo Flynn. " Tú juegas con nosotros en el rancho".
"Yo juego en la periferia. En otras palabras, atrapo pases y corro como
el demonio para que ninguno de ustedes pueda placarme".
Amelia sonrió. "Así que eres rápida".
Mia asintió. "Lo suficientemente rápido para alejarme de Flynn y de mis
otros hermanos".
A Amelia no le gustó el sonido de esa potencial situación de juego. "En
ese caso, me aseguraré de mantenerme al margen cuando esté allí
este mes."
"Oh, no", dijo Flynn. "Te meteremos en el juego".
"Ja". Amelia agarró su bolso y siguió a Flynn y Mia hasta la puerta. "Me
estoy alejando de ustedes, Cassidys sedientos de sangre".
"No me vas a meter en ese grupo de paganos. Tú y yo podemos
sentarnos al margen, beber margaritas con mi madre y burlarnos de
ellos".
"Suena como un plan".
Flynn les sostuvo la puerta del ascensor. "Te meteré en el juego,
Amelia".
Se apoyó en la pared y le dio su mejor sonrisa. "Ya lo veremos, Flynn".
Cuando llegaron a la planta principal y salieron, Flynn las guio a través
del complejo y salió por una de las puertas traseras a un aparcamiento.
Mia se subió al asiento trasero del todoterreno de Flynn.
"Pensamos en parar para tomar unas copas en algún sitio, y comer",
dijo Mia.
"Pero sobre todo bebidas", añadió Amelia.
Flynn les echó un vistazo a ambos. "Creo que ambas se bebieron mi
juego hoy".
Mia se encogió de hombros. "Tal vez".
Condujeron de vuelta a la ciudad, y eso llevó un tiempo por todo el
tráfico posterior al juego. Pero hablaron del juego. Flynn le preguntó si
lo disfrutó, y Amelia fue honesta al decirle que sí. Incluso si hubiera
estado sentada en lo alto del estadio con viento y frío, se lo habría
pasado muy bien. Había algo en estar en un partido en lugar de verlo
por televisión que era estimulante.
"No sé si fue el ruido de la multitud, con todo el mundo gritando cada
vez que los Sabers hacían una jugada, o la camaradería del grupo con
el que nos sentábamos, pero fue como una experiencia compartida.
Tanta diversión, tantas risas".
"No te olvides de la bebida", añadió Mia desde el asiento trasero.
Amelia se río. "Sí, definitivamente hubo eso. Y el vino era muy bueno.
Quien hace las selecciones del bar tiene un gusto superior".
Los labios de Flynn se curvaron. "Me aseguraré de transmitírselo a la
gente del estadio".
"Hazlo", dijo Mia. "Porque el buen vino lo es todo en un partido de
fútbol."
Amelia frunció el ceño. "¿Quién dijo eso? ¿Chaucer?"
"Creo que fue Hemingway".
"Creo que debería llevarlas a casa, prepararles una comida con un
poco de café y llevarlas a la cama."
Amelia arrugó su nariz. "¿Estás loco? Todavía es pronto."
"En caso de que lo olvides, hoy jugamos el último partido. Ya está
oscuro afuera."
Amelia se agitó el cuello para mirar por la ventana. "No lo es".
Flynn se río. "Estás borracha".
"Lo está totalmente", dijo Mia. "Puedo dar fe de ello".
"Tú también estás borracha", dijo Flynn. "Creo que pediremos pizza".
"Oooh", dijo Mia. "Me encanta la pizza".
Amelia se retorció en su asiento para poder enfrentarse a Mia.
"A mí también. ¿Qué tipo de clase deberíamos tener?"
"Salchicha. Con champiñones".
"Ahora tengo hambre. ¿Cómo podría tener hambre? Comimos tanta
comida."
Mia se encogió de hombros. "No lo sé. Pero tengo hambre."
Flynn puso los ojos en blanco por millonésima vez mientras Amelia y
su hermana se aventuraban en otro tema ridículo, esta vez cuál de las
"Amas de Casa Reales" de Beverly Hills era la mayor perra. No tenía
ni idea de quiénes eran las amas de casa o de qué hablaban.
Todo lo que sabía era que estaba muy feliz cuando se detuvo en la
entrada de la casa. Las dos habían balbuceado sin parar la una a la
otra durante todo el camino a casa, sobre todo acerca de cosas sin
sentido. Por el amor de Dios, habían pasado veinte minutos
diseccionando colores de esmalte de uñas.
Por otra parte, ese tema había sido mejor que las cosas femeninas.
Incluso hablaron de sus períodos y de los calambres y los tampones.
Delante de él. Como si ni siquiera estuviera allí. Y una de las mujeres
del auto era su hermana.
Estas eran cosas que no necesitaba saber.
"Voy a pedir una pizza", dijo mientras sacaba su teléfono. "Dime lo que
quieres".
"Salchicha y champiñón", dijo Mia.
Amelia asintió. "Me parece bien".
Pidió una pizza para ellas y otra para él mismo. Tenía hambre y pensó
que podrían repartir una y él podría comerse otra por su cuenta.
Mientras ambas servían té helado -por suerte nada alcohólico- de la
nevera, él tomó una cerveza.
Definitivamente se merecía una cerveza. O tal vez cinco. Había sido
una lucha muy dura en el campo, y luego un largo camino a casa.
Dejó su teléfono sobre la encimera y se dirigió a la sala de estar.
"Entonces me dijo: 'Oh, nena, no me gusta comer coño'. ¿Como si se
suponía que yo estuviera de acuerdo con eso?"
"Qué imbécil", dijo Amelia. " ¿Y él pensó que estaba bien que le hicieras
una mamada, pero no te devolvió el favor bajándote los humos?
Supongo que lo terminaste después de eso".
"Nunca has visto a una mujer echar a un tipo de su cama más rápido."
Flynn parpadeó escuchando la conversación entre su novia y su
hermana, se dio la vuelta y salió de la habitación.
Incluso consideró la posibilidad de salir de la casa por completo, pero
la pizza estaba en camino. Así que subió y respondió algunos e-mails
y mensajes de texto en su teléfono hasta que oyó al repartidor de pizza
llegar a la entrada. Pensó que era seguro bajar entonces, así que pagó
la pizza y todos se sentaron y comieron en la isla de la cocina.
"¿Adónde desapareciste?" Mia preguntó.
"Arriba. Tenía que responder algunos e-mails".
"Oh, está bien".
No iba a decirles que correría como el demonio cuando se metieran en
la charla sobre sexo. No era tímido sobre el sexo de ninguna manera.
Y seguro que le encantaría hablar de sexo con Amelia. ¿Pero con su
hermana alrededor? Eso fue un gran N-O. Sabía que ella era mayor de
edad y sin duda tenía una vida sexual activa, como cualquier mujer
normal y sana. Pero estar en medio de dos mujeres hablando de sexo
oral, una de ellas siendo su hermana...
Tenía la intención de no hacer eso por el resto de su vida.
Afortunadamente, en este momento ambas se estaban rellenando la
boca, así que ninguna de ellas estaba hablando, lo que le vino muy
bien.
Después de comer, Mia puso su plato y su vaso en el lavavajillas.
"Tengo que hacer las maletas".
Amelia frunció el ceño. "¿Volverás a Texas mañana?"
"Desafortunadamente, sí. Afortunadamente, sin embargo, te veré en
un par de semanas".
Amelia se deslizó de su asiento y abrazó a Mia. "Te extrañaré. Envíame
un mensaje de texto".
"Lo haré. Quiero esa receta para la sopa de choclo".
"Te lo enviaré por correo electrónico."
"Impresionante".
Flynn miró a Mia. "Probablemente llevaré a Amelia a casa, así que
volveré más tarde".
Mia asintió. "No hay problema. Tengo la intención de hacer las maletas,
luego me pondré el pijama y me desmayaré. Así que te veré por la
mañana".
"Bien. Buenas noches".
"Buenas noches, Mia", dijo Amelia.
"Buenas noches".
Después de que Mia se fue, Amelia lo miró. "¿Es esa mi señal de que
quieres que me apresure y termine mi pizza?"
"No. Le dije a mi hermana que, si volvía por aquí, yo podría irme."
"Bien. Porque tengo la intención de terminar este trozo. Está muy bien".
Terminó comiendo otro trozo de pizza, también.
"Me alegro de que te lleves tan bien con Mia."
Ella le dio una mirada extrañada. "Amo a tu hermana. ¿Por qué no me
llevaría bien con ella?"
"No quise decir que me sorprendiera ni nada de eso. Sólo me hace
feliz. Mi novia y mi hermana se llevan bien. Ya sabes. Es como algo
bueno".
Arrugó su nariz. "Oh. Ya veo. ¿Y ahora soy tu novia? Primero sólo
estábamos saliendo."
"¿Estás siendo gruñona o es algún tipo de problema?"
"¿Qué parte? ¿La novia o el salir?"
Puso los ojos en blanco. "Ambos, supongo. ¿De qué parte estabas
hablando?"
"Ninguna de las dos cosas. No sabía que era tu novia. Pero tampoco
sabía que estábamos saliendo hasta que me lo dijiste".
Amelia lo confundió. "Está bien. Yo... ¿perdón?"
"No parece que lo sientas."
Había sido un día muy largo. Estaba cansado. Sabía que Amelia
probablemente también estaba cansada, y este era el maldito momento
equivocado para tener esta conversación. Pero ahora estaba irritado.
"Así que porque te llamé mi novia te he hecho enojar".
"No... No lo sé. Tal vez. Quizá me gustaría que me preguntaran de vez
en cuando en lugar de decírmelo".
Flynn arrastró los dedos por su pelo y respiró hondo, y luego lo dejó
salir. "Vale, así que no quieres que te llamen mi novia. ¿Qué tal la mujer
con la que me estoy acostando?"
Ella lo miró fijamente. "Ahora, eso fue insultante".
Abrió sus brazos. "Entonces no sé cómo hablar de nosotros, Amelia.
¿Qué quieres de mí?"
"No quiero nada de ti, Flynn. Sólo estamos saliendo. Nos estamos
divirtiendo juntos. ¿No es suficiente? ¿Por qué tenemos que ponerle
etiquetas? ¿Por qué tienes que atarte a mí? ¿O por qué no podemos
hablar de ello antes de que anuncies que soy tu novia? No te
pertenezco, lo sabes."
Y ahora era una propiedad. No tenía ni idea de cómo esta conversación
había tomado un rumbo tan incorrecto. Ya había tenido suficiente y
antes de que las cosas se pusieran feas entre ellos necesitaba ponerle
fin. "Vale, creo que debería llevarte a casa."
"Eso suena como una muy buena idea". Se levantó, tomó su bolso y
se dirigió hacia la puerta, obviamente tan lista para una separación
como él.
Salieron y estaba claro que ella no quería estar cerca de él, porque
disparó hacia el lado del pasajero del todoterreno con prisa, así que ni
siquiera se molestó en intentar ir allí para abrirle la puerta. En lugar de
eso, se deslizó hacia el lado del conductor.
El corto trayecto hasta su casa se hizo en un tenso silencio. Cuando se
detuvo frente a su casa, Flynn luchó por decir algo, cualquier cosa para
romper la tensión entre ellos. Pero Amelia se desabrochó el cinturón
de seguridad y abrió la puerta, aparentemente con prisa por alejarse
de él.
"Gracias por dejarme venir al juego hoy. Me lo pasé muy bien."
"De nada".
"Buenas noches, Flynn". Cerró la puerta y se dirigió a su casa sin
siquiera echar una mirada hacia atrás.
Pensó que tal vez el corto viaje en auto habría enfriado su
temperamento. No lo adivinó.
Bien. Esto no era su culpa. Llamar a Amelia su novia no era un crimen.
Puso el auto en marcha y se dirigió a casa.
VEINTIUNO.

Amelia miró fijamente su taza de café, buscando respuestas. O tal vez


una cura para el fuerte dolor de cabeza que palpitaba incesantemente
entre sus sienes.
Nunca más iba a beber tanto vino, porque obviamente la hacía
comportarse como una completa perra.
Estaba muy contenta de que hoy fuera su día libre, porque si tuviera
que ir a trabajar esta noche sería brutal.
Había llegado a casa anoche, había tirado su bolso en el sofá, había
abierto una botella y había bebido otra copa, que sólo había terminado
sabiendo amargo para ella. Al final, se había ido a la cama, pero no
había podido dormir, convencida de que tenía razón. Su
subconsciente, por otra parte, tenía otras ideas. Se quedó despierta
durante horas, sin poder dormir mientras repetía la conversación entre
Flynn y ella.
Entonces él la había llamado su novia. ¿Por qué la había irritado tanto?
Pasó varias horas mirando el techo oscuro de su dormitorio anoche
tratando de averiguarlo.
Había sido recelosa de las relaciones desde su divorcio. Lo último que
quería era caer en otra relación con un hombre que quisiera controlarla.
Así que tal vez el hecho de que Flynn la etiquetara como su novia
provocó algo que la hizo sentir incómoda, y ella ni siquiera se había
dado cuenta. Entonces, subconscientemente, ella lo atacó sin ninguna
razón. Porque si había algo que sabía, era que Flynn no se parecía en
nada a su ex esposo. Era amable y alentador y no era nada controlador.
Ella suspiró y luego tomó otro sorbo de café.
Le debía a Flynn una enorme disculpa. Si tenía la intención de volver a
hablar con ella.
Cuando su teléfono sonó, se acercó a la mesa para comprobarlo.
Sorprendentemente, era un mensaje de texto de Flynn.
¿Ya te has despertado?

Ella sonrió y me envió un mensaje de texto.


Tomando café. ¿Qué estás
haciendo?

Acabo de llegar a casa de llevar a


Mia al aeropuerto.

Al menos él estaba hablando con ella. Eso era una buena señal.
Si no estás ocupado, ¿te gustaría
venir a tomar un café?

Ella le envió un mensaje de texto, luego esperó, masticando su labio


inferior.
Estaré allí en 10 minutos.

No se había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración en


su respuesta hasta que la recibió. Exhaló, y luego corrió al baño de
abajo para revisarse a sí misma. Se había duchado cuando se levantó
para ver si eso la ayudaba a despertarse, así que su pelo, aunque un
poco desordenado, estaba al menos limpio, como el resto de ella. Pero
definitivamente parecía que no había dormido anoche. Tenía ojeras y
no tenía tiempo de ponerse presentable.
Con un suspiro, apagó la luz del baño y fue a preparar más café. Se
preguntaba si Flynn había desayunado esta mañana. Si no, podría...
Él llamó a la puerta, así que ella fue a abrir. Su corazón latía con fuerza
mientras lo vio con un abrigo azul oscuro y jeans negros. Hacía frío
esta mañana, así que cerró la puerta tras él a toda prisa.
"Oye", dijo.
"Oye. Hice café. Quítate el abrigo y ven a tomarlo".
"Bien, gracias".
La siguió a la cocina. Ella sirvió una taza de café y se la entregó.
"Gracias". Envolvió sus manos alrededor de la taza.
"Hoy está nublado y hace frío afuera", dijo, sintiéndose ridícula por
hablar del clima.
"Sí. Parece que podría llover."
Al menos se había lanzado a la conversación sobre el clima. Pero como
ella había empezado su pelea, y él había tenido la amabilidad de
enviarle un mensaje esta mañana, dependía de ella romper el muro de
hielo entre ellos. "Flynn. Acerca de anoche".
"Sí, sobre eso. Mira, Amelia. Lo siento mucho. Asumí nuestra relación
y eso es culpa mía".
"No. No hiciste nada malo. Bebí demasiado, y luego mi boca se abrió
y todo lo horrible salió. Anoche pensé mucho y no dormí y me di cuenta
de que creía que intentabas controlarme. Lo cual, por cierto, no es así.
Supongo que eran los fantasmas del ex volviendo a perseguirme y yo
estaba siendo demasiado sensible. Lo cual, por cierto, no es excusa.
Así que yo soy la que lo siente. Me pasé de la raya. Como... realmente
fuera de lugar."
Se acercó a ella y le pasó la mano por el pelo. "Está bien. Tienes
derecho. Tuviste una mala experiencia y está bien si eso te afecta de
vez en cuando. Ahora, ¿puedes perdonarme por no reaccionar bien?"
"Dado lo mal que me comporté, no hay nada que perdonar. Me
sorprende que incluso me hables. Francamente, me sorprende que no
me hayas despedido".
Frunció el ceño. "Amelia. Aclaremos una cosa ahora mismo. Nuestra
relación es ahora y siempre será independiente del trabajo. Uno no
tiene nada que ver con el otro. Podrías decirme ahora mismo que me
vaya a la mierda y mañana seguirás teniendo un trabajo. ¿Entiendes?"
Ella asintió. "Sí".
"Bien".
Apreció la línea de demarcación que separa su relación personal de su
relación laboral. Y le había dado una salida muy agradable
considerando su mal comportamiento de ayer. Ella apoyó su frente
contra su pecho. "Gracias por entender lo de ayer".
Puso su taza de café en la isla de la cocina, y luego le levantó la barbilla
con el dedo. "¿Así que estamos bien ahora?"
Ella le sonrió. "Sí, estamos bien ahora".
Se inclinó y presionó sus labios contra los de ella. Esto era lo que ella
necesitaba, esa afirmación de afecto, de calidez entre ellos. Se había
sentido muy mal anoche y esta mañana, no sólo por cómo se había
comportado, sino también porque lo extrañó. Estaba agradecida de
encontrarlo tan comprensivo.
Y ahora, mientras él la empujaba contra él, ella quería mostrarle cuánto
lo apreciaba como hombre. Se inclinó hacia él, presionando su cuerpo
contra su duro músculo, atrayendo su fuerza mientras él profundizaba
el beso. Cuando él dejó que su mano bajara por su espalda para
acariciar su trasero y acercar su sexo a su rígida erección, ella gimió
contra sus labios.
Él se echó hacia atrás. "Necesito follarte".
Asintió con la cabeza, cada parte de su estremecimiento con la misma
necesidad. "Sí. Ahora mismo".
Ella pensó que él le tomaría la mano y la llevaría al dormitorio. En vez
de eso, le quitó el suéter de los hombros y lo puso en el taburete de la
barra, y luego le quitó la camiseta, llenándose las manos con sus
pechos. Su boca fue la siguiente y ella se quejó del calor y la humedad
mientras le chupaba el pezón. Ella se aferró a sus brazos mientras él
la llevaba a ese lugar donde cada parte de ella temblaba con
conciencia.
Cuando él se sacó el pezón de su boca, tomó sus labios en un beso
ardiente que sólo calentó su deseo a niveles de fuego.
Rápidamente se quitó la camisa, luego se quitó las zapatillas
deportivas y se quitó los jeans y los boxers, quedándose de pie en la
cocina de ella, tan erguido e increíblemente hermoso.
Se arrodilló en el suelo para bajarle la sudadera y siguió con su ropa
interior. Pero en lugar de estar de pie, se inclinó y pasó su lengua por
el sexo de ella.
Ella se agarró al mostrador para apoyarse mientras él enterraba su
lengua dentro de ella.
"Flynn". Su nombre cayó como un susurro necesitado y desesperado
de su boca. Y cuando se movió de su coño a su clítoris, usando su
lengua para burlarla y torturarla hasta que sus piernas temblaron, ella
apoyó ambos codos contra el mostrador y abrió sus piernas, dándole
mejor acceso.
Su respuesta fue tararear contra ella, el sonido y la sensación
inundando sus sentidos hasta que no pudo soportarlo más. Ella se vino
con un torrente y grito, empujando su sexo contra su cara, exigiéndole
su orgasmo.
Y oh, ¿alguna vez se lo concedió? Le rodeó el brazo alrededor de las
nalgas y la sostuvo con fuerza mientras enterraba su cara contra ella
mientras se venía. Su clímax borró sus sentidos tan fuerte que pensó
que podría derrumbarse en el suelo. Afortunadamente tenía la
encimera y a Flynn como apoyo.
Cuando se puso de pie, la besó, esta vez un beso lento y lánguido que
la hizo pasar de un hervor a un calor ardiente de nuevo.
Le dio vuelta y la dobló sobre el mostrador, y luego buscó un condón
en el bolsillo de sus jeans.
Ella lo miró por encima del hombro, miró el condón en su mano y le dio
una sonrisa torcida. "¿Seguro?"
Se inclinó sobre ella y le pellizcó el hombro. "Nena, eres todo menos
una cosa segura".
A ella le gustó el sonido de eso.
Se puso el condón, se metió entre sus piernas y le pasó la mano por la
cadera.
"Te has venido bien".
Hizo un murmullo de aprobación. "Diablos, sí que lo hice".
"Hazlo de nuevo". Se deslizó hacia ella con un lento y suave
deslizamiento que le puso la piel de gallina.
Ella agarró el mostrador mientras él se movía dentro de ella con
movimientos lentos y medidos.
"Dime lo que te hace sentir bien", dijo.
"Esto se siente bien. Justo así."
Barrió su mano para acariciar sus pechos, para burlarse y tirar de sus
pezones. Las sensaciones la dejaron sin aliento, haciendo que se
empujara contra él.
"Oh, sí", dijo. "Ahora, eso es lo que me gusta. Empújate en mi verga".
Le encantaba oírle hablar. El sonido de la voz profunda de Flynn era
un afrodisíaco por sí mismo. Y cuando se movía dentro de ella y le
hablaba, animándola con palabras susurradas y traviesas, todo lo que
ella quiso hacer fue venirse.
Ella se metió entre sus piernas para frotar su clítoris. Mientras movía
su mano sobre el capullo, su coño se apretó alrededor del eje de Flynn.
"Eso es", dijo Flynn. "Hazte venir. Haz que yo también me venga".
Se introdujo en ella con movimientos precisos, usando su verga, sus
manos y su boca para llevarla hasta el borde. Ella usó su propia mano
para acercarse a ella.
"Me vengo", dijo ella, inclinando su cabeza hacia atrás y meciéndose
contra su verga mientras ella se estremecía con su orgasmo.
Flynn se agarró a sus caderas y empujó más rápido, y luego gimió
mientras él la penetraba profundamente una y otra vez mientras se
venía.
Estaba sin aliento cuando bajó de esa asombrosa y temblorosa altura.
Flynn la rodeó con su brazo y la puso de pie, luego se retiró, la giró y
le tomó la cara con su mano.
"Apenas puedo respirar", dijo ella, sonriendo.
"Lo mismo digo".
La besó, esta vez un beso suave y gentil que hizo que esos temblores
familiares bailaran en su vientre.
Tomó su mano y se fueron al dormitorio. Después de deshacerse del
condón, se subieron a la cama.
"No sé tú, pero yo no dormí mucho anoche", dijo ella.
Se acurrucó detrás de ella y le besó un lado del cuello. "No tienes nada
que hacer hoy, ¿verdad?"
Ella bostezó. "Nada súper importante. Sólo lavar la ropa y pagar las
facturas y.… cosas".
No estaba segura de haber terminado la frase antes de dormirse.
Amelia se despertó con un sobresalto. Miró detrás de ella. La cama
estaba vacía. El reloj de la pared de su dormitorio decía que era
mediodía. Había dormido dos horas.
Bien, entonces. Se sentía mucho mejor después de esa siesta. Se
estiró, se levantó y fue al baño, luego se puso ropa interior y una
camiseta sin mangas y caminó por el pasillo para buscar a Flynn.
Cuando entró en la cocina, se detuvo a medio paso.
Flynn estaba de pie junto a su cocina, cocinando... algo. Mientras
estaba desnudo y llevaba uno de sus delantales.
Esa era una visión que Amelia no veía todos los días. O nunca. Un
hombre desnudo, tatuado y con delantal cocinando en su cocina.
Entró en la cocina, tratando de ser lo más silenciosa posible mientras
se movía detrás de Flynn. Lo rodeó con sus brazos. "¿Alguien te dijo
alguna vez que tu trasero se ve increíble en un delantal?"
La miró por encima del hombro y sonrió. "Todo el tiempo".
Le ladeó una sonrisa. "¿Qué estás haciendo?"
"Cocinar".
Puso los ojos en blanco. "Obviamente. Parecen huevos Benedicto. Y
espárragos."
"Ya hice una ensalada Caprese. Está en la nevera".
Su estómago retumbó. "Ahora me muero de hambre".
"Me imaginé que podrías tener hambre. Estaba a punto de
despertarte".
"Usando ese atuendo, espero."
Se río. "Tal vez. Ahora que sé que los tipos desnudos con delantal son
tan excitantes para ti, voy a tener que comprarme uno".
Fue a buscar la ensalada y su jarra de té helado en la nevera. "¿Por
qué comprar uno, cuando mi delantal con tetera rosa y negra te queda
tan bien?"
Agarró un plato y comenzó a preparar el plato principal. "Tienes razón.
Bien. Me quedo con este. Hace que mis ojos se resalten, ¿no?"
"No, hace que tu trasero destaque". Ella sirvió dos vasos de té helado.
Él trajo un plato y lo puso delante de ella, luego agarró el suyo y lo puso
en la isla. "Vuelvo enseguida".
Mientras él no estaba, ella sirvió la ensalada Caprese en los dos platos
y sacó los cubiertos. Cuando Flynn volvió a la habitación, llevaba
puestos sus jeans.
"Ahora estoy triste. Estaba disfrutando mucho del espectáculo del
delantal".
Se sentó en la isla. "Estoy seguro que sí. Pero no creo que quieras mi
culo desnudo en tus asientos de tela".
Tomó una servilleta y la puso en su regazo. "Me gustaría que pusieras
tu culo desnudo donde quieras."
Levantó su mirada a la de ella y le lanzó una sonrisa caliente. "¿Y qué
hay de tu culo desnudo, Amelia?"
Se encogió de hombros. "No lo sé, Flynn. ¿Qué te gustaría hacer con
mi culo desnudo?"
Levantó su tenedor. "Esta conversación me está poniendo la polla dura.
La estoy archivando para futuras referencias."
"Hazlo." Ella conocía la sensación. Hablar de sexo de cualquier tipo
con Flynn le hacía temblar el vientre y otras partes del sur. Estaba tan
increíblemente atraída sexualmente por él.
Pero había mucha más profundidad en él. Como esta comida, por
ejemplo. Ciertamente estaba hambrienta, pero también se tomó el
tiempo de saborear cada bocado de tocino canadiense, huevo
escalfado y galleta. Y la salsa holandesa era cremosa y deliciosa.
"No usaste los bizcochos comprados en la tienda que tenía en la
nevera."
Frunció el ceño. "Muérdete la lengua, mujer. Está bien si quieres
untarlos con mantequilla y jalea. Pero para esto necesitas galletas
saladas".
"Eres un hombre según mi propio corazón, Flynn Cassidy".
Le echó una mirada que no supo descifrar. Algo entre una sonrisa y
una mirada de confusión.
Por otra parte, no le sorprendió, ya que su relación era a menudo
confusa para ella. Anoche había sido una completa perra con él. Esta
mañana había habido sexo ardiente. Y ahora él había cocinado para
ella. Era inteligente y centrado y talentoso y ridículamente guapo, sin
mencionar que era sexy y le hacía caer los pantis. También era muy
bueno en la cama. El hombre sabía cómo moverse por el cuerpo de
una mujer.
¿Estaba loca por desconfiar de una relación con él, considerando que
era el hombre perfecto?
No. Ningún hombre era perfecto. Flynn ciertamente tenía defectos.
Sólo que no los había visto todavía.
"Estás un poco callada ahí".
Ella levantó su mirada a la de él, junto con su tenedor. "Llenando mi
boca de cosas por aquí. Y gracias por prepararme la comida. No sólo
comida, sino una comida deliciosa".
Se encogió de hombros. "Sé cosas básicas, nada elegante. Y eres
bienvenida".
"No rebajes tus habilidades en la cocina, Flynn. Podrías haber
preparado huevos revueltos y tostadas, pero no lo hiciste. Esto es
elegante".
"Gracias".
Amelia tuvo el presentimiento de que tal vez Flynn disfrutaba más de
la cocina de lo que él dejaba ver. Que tal vez quería cocinar más de lo
que dejaba saber a nadie. Para un tipo, especialmente un tipo cuyo
trabajo no era ser chef o cocinero de ningún tipo, incursionar en las
artes culinarias podría, para algunas personas, parecer menos que
masculino.
Lo cual, para ella, y para mucha gente, era completamente ridículo. Los
tiempos habían cambiado definitivamente y todos amaban cocinar
ahora, desde los hombres a las mujeres y los niños. Pero desde la
perspectiva de Flynn, había un hombre que jugaba al fútbol en un
ambiente muy cargado de testosterona. Tenía tres hermanos. Podría
ser que no quisiera dar la impresión de que la cocina era su pasión.
Lo cual estaba bien, pero sabía que él amaba el Noventa y Dos. No
hay razón para no amar la parte de la cocina también. Ella podía ver
que él se involucraba más entre bastidores allí. No era una chef loca
que no dejaba entrar a nadie en su cocina. Flynn era el dueño. Si él
quería entrar y hacer sus incursiones...
" Entonces, te encanta cocinar”.
La miró. "Me gusta, sí. ¿Por qué?"
Se inclinó hacia atrás en la silla, tratando de tomar el enfoque fácil, sin
grandes tratos. "Creo que te gusta más de lo que dejas ver. Además,
eres un gran cocinero, Flynn."
"Gracias. Como he dicho, me entretengo y puedo hacer algunas cosas,
pero no es como si fuera mi carrera. Es tu carrera".
"Muy cierto. Pero me preguntaba si no querrías aprender... más".
Frunció el ceño. "¿Más qué?"
"Más sobre la cocina. Especialmente en lo que se refiere al Noventa y
dos. Sé que te gusta comer y que estás muy involucrado en el menú
del Noventa y Dos, pero ¿no sería divertido cuando estás en la ciudad
y no en la práctica sí, digamos, entraras en la cocina del Noventa y Dos
e hicieras alguna incursión de vez en cuando?"
Él amartilló una ceja. "¿Intentas ponerme a trabajar, Amelia?"
Se río. "No, en absoluto. Sólo creo que tienes mucho que ofrecer a tus
invitados".
"¿Cómo qué? ¿Atún caramelizado quemado?"
Ella le dio el ojo lateral. "Por favor. Como si eso fuera a pasar alguna
vez. Como si permitiera que ocurriera en mi cocina".
Se encogió de hombros. "No lo sé. Tal vez. Tendría que pensarlo".
"Claro. De acuerdo." Ella no quería presionarlo, así que volvió a
terminar su comida. Pero entonces se le ocurrió la mejor idea.
"Oh. Flynn. Tengo una gran idea".
Le sonrió. "¿Está relacionada con el sexo? ¿Ahora puedes usar el
delantal desnuda?"
Se río. "No, no está relacionado con el sexo. Se remonta a tu cocina
en el Noventa y Dos".
"Bien".
"¿Qué tal si desarrollas un plato característico que podamos poner en
el menú? Podríamos llamarlo "El Cassidy", e indicar que tú
desarrollaste el plato".
Le dio una mirada dudosa. "Oh, claro. No hay presión ahí, Amelia."
"Oh, vamos. Tienes grandes ideas. Estoy segura de que se te ocurrirá
algo increíble. Y sería increíble Relaciones Públicas para el Noventa y
Dos".
La miró y luego asintió con la cabeza. "Sí, lo haría, ¿no? No es la peor
idea de la historia".
" Wow, muchas gracias por ese voto de confianza. "
Sonrió. "No quise decir eso. En realidad, es una idea bastante
asombrosa. Sólo lamento no haberla pensado primero".
Se río. "Tonto".
Cuando terminaron de comer, lavaron los platos y guardaron las ollas
y sartenes.
"Me di cuenta de que tenías unos apuntes de cocina en la isla", dijo
Flynn cuando terminaron de secar la última olla y Amelia la guardó en
el cajón.
Le echó un vistazo. "Sí, sólo algo que estoy garabateando en mis horas
libres."
"Vi las recetas. No estaba fisgoneando ni nada, sólo estaban ahí
tiradas, así que eché un vistazo".
"Está bien. No estaba tratando de ocultarlo".
"Bien. De todos modos, se ven deliciosos. ¿Intentas publicarlo?"
"En realidad no. Como te he dicho antes, cocinar me relaja. Así que me
gusta elaborar algunas recetas que están en mi cabeza, crearlas y ver
cómo saben. Si tienen éxito, las escribo. No sé si alguna vez haré algo
con ellas. Tal vez algún día le pase la colección a mis hijos". Ella le
sonrió.
Él le devolvió la sonrisa. "O podrías publicarlas. Eres una gran chef,
Amelia."
Se río. "Hay un montón de buenos chefs ahí fuera, Flynn. ¿Y sabes lo
difícil que es conseguir que se publique un libro de cocina? Quiero
decir, sí, podría autopublicarlo y tal vez Laura compraría una copia y
tal vez algunas otras personas que conozco. No, gracias, no necesito
ese tipo de rechazo en mi vida."
" Oye." Le pasó la mano por el brazo. "Eres buena. Realmente buena.
Y no creo que te des suficiente crédito. Siempre podríamos tener
copias impresas y ponerlas a la venta en el Noventa y Dos".
Sacudió la cabeza. "Eso es enturbiar las aguas. El noventa y dos es
sobre ti. No sobre mí. Mantengámoslo así".
"Bien. Pero si decides publicar tu libro de cocina, tienes todo mi apoyo."
Ella lo miró, y algo en esa región del vientre se agitó de nuevo.
"Gracias, Flynn. Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me
apoyó."
"De nada. Ahora, ¿qué tienes planeado para el día?"
"Nada en realidad. Tareas de la casa".
Él se inclinó hacia atrás en la silla. "Podría dedicarme a mirarte pasar
la aspiradora".
"Divertido. Más bien lavar la ropa y pagar las facturas".
Él arrugó su nariz. "No hay diversión allí. Eso ni siquiera suena sexy. A
menos que quieras tener sexo encima de una pila de ropa sucia".
Se río. "Tú harías eso, ¿verdad?"
"Oye, estoy dispuesto a todo. O en cualquier lugar. Siempre y cuando
sea contigo". Se inclinó y frotó su mano sobre su muslo. Y maldita sea
si no le despertó todas sus terminaciones nerviosas.
Podría pasar todo el día en la cama con Flynn si se permitiera ese lujo,
Desafortunadamente, había mucho más en su lista de cosas por hacer
para hoy que sólo las dos cosas de las que le había hablado. Así que
se deslizó de su silla y se alejó de él. "Lo siento. También tengo que ir
al banco, correr al supermercado y hacerme la manicura y la pedicura.
Oye, ¿alguna vez te has hecho la manicura y la pedicura? Podrías venir
conmigo".
Él le dio una mirada horrorizada. "Esa es definitivamente mi señal para
irme".
"No puede ser. Te verías lindo con los dedos de los pies pintados de
rosa. Harán juego con tu delantal".
"Divertida." Agarró su camiseta y se la puso, luego se puso los
calcetines y los tenis. Lo acompañó a la puerta y le dio su abrigo.
Él la empujó contra él. "Gracias por esta mañana. Por la siesta. Y todo
lo demás".
Ella lo besó, dejando que el beso perdurara, lamentando no poder
pasar el día en la cama con él, sobre todo cuando sus manos pasaron
sobre su trasero. Sí, definitivamente tenía su número allí. Con un
suspiro, ella dio un paso atrás. "Y gracias por hacer el almuerzo para
mí".
"Te llamaré más tarde."
"Me gustaría eso. Adiós, Flynn".
Ella lo vio irse, y con gran pesar, fue a la isla de la cocina y agarró su
cuaderno para poder empezar a hacer su lista de cosas para el día. Tal
vez si terminaba lo suficientemente temprano, ella y Flynn podrían
cenar juntos, o algo así, más tarde.
Sonrió al pensar en lo que ese "algo" podría ser.
Ahora, eso era algo para esperar.
VEINTIDOS.

El equipo había terminado la práctica temprano, y como tenía un


partido fuera de la ciudad ese fin de semana, Flynn quería pasar a ver
a Amelia. Habían pasado casi todos los días juntos la semana pasada,
ya fuera que ella se quedara en su casa o que él viniera después de
que ella saliera del trabajo para pasar la noche en la suya.
Se estaban acercando y a él le gustaba. Cuando ella no estaba con él,
él la extrañaba. Se estaba acostumbrando a despertarse con el cuerpo
caliente de ella acurrucado contra el suyo y el olor de su pelo contra su
nariz.
Era algo bueno.
Llamó a su puerta y ella la abrió con una sonrisa. Su sonrisa siempre
hacía que algo en la región de sus entrañas se apretara.
"Oye. Tu pelo está mojado."
"Acabo de salir de la ducha. Entra."
Se deshizo de su chaqueta y la colgó en el perchero que le instaló una
noche la semana pasada después de que discutieran que ella no tenía
un armario o un perchero. Así que fueron de compras y ella eligió una
simple tabla de madera con pinzas para colgar que dijo que funcionaría
bien para los abrigos porque no ocupaba mucho espacio.
Al menos ahora había un lugar para colgar abrigos en su sala de estar.
Se habían burlado el uno del otro por ser domésticos y comprar cosas
de la casa juntos como una pareja. Él no estaba seguro de si ella se
burlaba porque le parecía divertido o porque la asustaba de verdad. Así
que se aseguró de mantenerlo divertido y sin incidentes para que no
pareciera un gran problema.
Pasos de bebé. Sabía lo mucho que el ex de Amelia le había jodido la
cabeza y no quería presionarla. No iba a ir a ninguna parte.
"¿A qué hora tienes que estar en el trabajo?" preguntó mientras la
seguía a la cocina.
"A las cuatro".
Miró su teléfono. Eran las tres. No había suficiente tiempo. Nunca había
suficiente tiempo.
Ella se giró y lo miró. "¿Qué vas a hacer el resto del día hoy?"
"No mucho".
"Deberías venir a trabajar conmigo y cocinar."
Ha ladeado una ceja. "¿Por qué? ¿Te falta personal?"
Se río. "No. Me refiero a que deberías trabajar en tu plato insignia".
"Oh". Reflexionó sobre el pensamiento. "¿No te estorbaría?"
"Por supuesto que no. Además, es tu restaurante. Te prometo que te
haremos un espacio y nos mantendremos fuera de tu camino. Y me
tendrías a mí para ayudarte".
"Vale, lo haré".
"Impresionante. Ahora estoy emocionada".
Se acercó y la rodeó con sus brazos. "¿Y no estabas emocionada por
ir a trabajar antes? Puede que tenga que informar de esto a tu jefe."
Le puso una mano en el cuello y le acercó la boca a la de ella. "Imbécil",
susurró contra sus labios antes de besarlo.
Había algo en tener el cuerpo de Amelia junto al suyo que lo excitaba
más rápido y caliente que atacar a un liniero ofensivo en un corto tercer
down. Y cuando ella se acercó a él, alineando su cuerpo con el suyo,
él estaba listo para la acción, con la verga dura.
Se echó hacia atrás y le registró la cara. "¿Suficiente tiempo?"
"No si sigues hablando". Con una sonrisa sexy, ella alcanzó el botón
de sus jeans, y luego le empujó el jean por las caderas. Cuando ella
alcanzó sus boxers y le sacó la verga, y luego comenzó a acariciar su
eje, él gimió.
Obviamente ella estaba tan necesitada como él, tan entusiasmada
como él. Una de las cosas que le gustaban mucho de ella era la forma
en que su deseo sexual se correspondía con el suyo.
Vale, le gustaban muchas cosas de ella que no tenían nada que ver
con el sexo. Esto era sólo un bonus.
Afortunadamente, ella seguía en bata, así que desató la banda y la
apartó para poder poner su boca en sus pezones. Ella gimoteó y
enredó sus dedos en su pelo, tirando fuerte de él cuando él le chupó
un pezón en la boca.
Su polla se apretó.
"Nada de juegos previos", dijo. "Te necesito dentro de mí".
Casi la arrastró al dormitorio. Ella se quitó la bata y él sacó un condón
de la caja del cajón de su mesilla de noche. Ella se acostó en la cama
y abrió sus piernas, deslizando sus dedos sobre su sexo. Estaba
seguro de que el sonido de estrangulamiento que escuchó provenía de
él mientras miraba a la hermosa mujer que estaba en la cama, sus
piernas separadas mientras se burlaba de sus dedos sobre su coño.
Agarró su verga en su mano y la acarició, viendo como su atención se
dirigía hacia los movimientos de su verga.
"Me encanta ver eso", dijo ella. "Verte masturbarte es muy excitante
para mí".
"¿Te hace mojar?"
Sumergió su dedo en su propia humedad y lo usó para cubrir el brote
de su clítoris. "Oh, sí".
"Muéstrame cómo lo haces. Muéstrame lo que haces cuando estás
sola".
Su mirada pasó de curiosa a malvadamente ardiente en un segundo.
"Lo haré si tú lo haces. Acércate más".
Cumplió con rapidez y con mucho placer ya que le daba una visión aún
mejor de lo que ella hacía con sus dedos. Y cuando ella sumergió uno
dentro de su coño, sus bolas se acercaron y apretó su puño alrededor
de su verga.
"Es como ver una versión en vivo de porno, justo delante de mí", dijo
ella, levantando sus pies y plantándolos en la cama. Arqueó sus
caderas y el olor del sexo llenó su dormitorio.
"Sí. ¿Tienes idea de lo ardiente que es ver a una mujer tocarse a sí
misma?" Mientras aumentaba los movimientos de su mano sobre su
eje, el sudor se reflejaba en la parte baja de su espalda y alrededor de
sus sienes. Podía venirse fácilmente, ya podía imaginar que echaría un
chorro sobre su vientre. Ahora, eso era una fantasía pornográfica.
Quería estar enterrado dentro de ella, sentir sus paredes calientes
temblando y apretando cuando él se viniera. Pero esto, mirándola
mientras gemía, cerrando los ojos mientras se perdía en lo que hacía,
valía la pena masturbarse.
Sus párpados se levantaron y la mirada perezosa y sensual que le dio
casi lo desató.
"Dime cuando estés listo", dijo ella, con su voz suave y llena de deseo.
"Estoy listo cuando tú lo estés. Confía en mí, nena, cuando te vengas,
yo también lo haré."
Se estiró para provocar su pecho con la punta de su dedo. "¿Aquí? ¿En
mí?"
"¿Es eso lo que quieres?"
"Sí. Quiero ver salir a chorros tu verga. Por todo mi cuerpo."
Cristo, ella lo estaba volviendo loco. "Muévete hasta el borde de la
cama".
Ella ajustó su cuerpo en consecuencia. Se posicionó perfectamente y
su deseo se elevó. "Oh. Sí. Estoy lista. Y necesito verte venir".
Sus dedos se movían más rápido dentro y fuera de su coño y usaba su
pulgar para burlarse de la cresta de su clítoris.
"Eso es, nena. Hazte venir. Hazme venir". Estaba sudando ahora, y
haciendo lo que fuera necesario para contenerse. Porque estaba tan
apretado que le temblaban las piernas.
"Me vengo, Flynn. Me vengo."
Ella gritó, y fue el sonido más dulce y la cosa más ardiente que él había
visto, viéndola estrellarse en el colchón con su orgasmo. No pudo
contenerse mientras un chorro de agua salía de su verga y llegaba a
sus pechos. Se sacudió incontrolablemente cuando su orgasmo se
expulsó de él y sobre la dulce y cremosa piel de ella. Y cuando ella
deslizó sus dedos en su semen y lo frotó sobre sus pezones, se sintió
mareado y más excitado de lo que recordaba haber estado en mucho
tiempo.
Sin aliento, se inclinó y se frotó los labios sobre los de ella, y luego
profundizó el beso, deseando que tuvieran todo el maldito día para
jugar juntos.
"Mmm", dijo finalmente. "Desearía que tuviéramos más tiempo".
"Mis pensamientos exactamente".
"Pero ahora necesito limpiarme de nuevo".
Le sonrió. "Lo siento por eso".
"No lo lamentes. Eso fue increíble".
Se hizo a un lado, luego extendió su mano y la ayudó a levantarse de
la cama. Fueron al baño juntos y se lavaron. Dejó a Amelia sola para
prepararse mientras se vestía y fue a la cocina a buscar algo frío para
beber. Les sirvió a ambos un vaso de agua helada.
"Definitivamente me vendría bien", dijo ella, aceptando el vaso de agua
de él después de salir del dormitorio. "Me has dado sed".
"Me pones cachondo. Como todo el maldito tiempo, Amelia."
Se río, se enredó el pelo en un moño y le clavó un par de horquillas.
"¿Estás listo?"
"¿Para más sexo? Claro que sí. Hagámoslo".
Se río. "No. Para ir a trabajar. Aunque me gusta más tu idea".
Se inclinó y presionó sus labios contra los de ella, y se quedó un poco
más tiempo cuando ella lo recibió y le devolvió el beso. Su verga se
movió y volvió a la vida. "Soy el dueño, ya sabes. Podrías llamar para
decir que estás enferma sin repercusiones."
Desafortunadamente, ella se retiró y bebió más agua. "Ja. Ese no es
mi estilo. Además, me encanta mi trabajo."
"Bien, entonces. Estoy listo para irme. Tan pronto como mi erección
desaparezca."
Ella lo miró y luego sonrió. " La consideraré para después del trabajo".
"Sí, hazlo."
Agarró su abrigo y dejó que Amelia saliera por la puerta, luego la cerró
detrás de él. La siguió hasta el Noventa y Dos y aparcó cerca de ella,
a un par de manzanas del restaurante. Se encontró con ella en su auto,
y luego le tomó la mano.
Ella miró hacia abajo donde sus manos estaban juntas. "¿Estás seguro
de que es una buena idea?"
"¿Tomarse de la mano? Siempre es una buena idea".
"No. Tus empleados nos ven tomados de la mano."
"¿Tienes algún problema con sostener mi mano?"
"No tengo problema con ello, pero algunos de tus empleados podrían
ver favoritismo en esto. Y eso podría ser un problema para mí".
Quería discutir sobre ello, pero su lado lógico le vio el punto, así que
cuando se acercaron al restaurante le soltó la mano.
Ella se volvió hacia él. "Gracias por entenderlo y por no darle tanta
importancia".
"Oye, lo último que necesitas son cocineros descontentos".
Se río. " Muy cierto".
"Ve adentro. Creo que iré al mercado a comprar los ingredientes que
necesitaré para cocinar esta noche."
Arrugó sus cejas. "Me estás dando ventaja para que nadie nos vea
entrar juntos."
"¿Haría yo eso?"
"Lo harías, y te besaría por eso, excepto que estamos demasiado cerca
del restaurante y alguien podría vernos. Así que imagíname
besándote".
"Si pienso en que me besas ahora mismo, mi imaginación se volverá
un poco loca y entonces mi polla se pondrá dura y tendré que ir a
sentarme en mi auto."
Se río. "Te veré dentro".
Ella cruzó la puerta y él se fue por la calle donde había un gran mercado
de pescado. Ya tenía una idea de lo que quería hacer, así que compró
algunas lubinas y langostas, y luego se dirigió de nuevo al restaurante.
Cuando entró, saludó a Clifford, el gerente de turno, ya que Ken todavía
estaba de permiso.
"Hola, jefe", dijo Clifford. "No esperaba verlo aquí esta noche."
"Fue una cosa del momento. Voy a estar en la cocina si alguien me
necesita."
Clifford ni siquiera parpadeó o hizo preguntas sobre por qué el dueño
iba a la cocina. Lo que le vino bien porque explicarlo podría ser
incómodo. "Claro que sí".
Flynn se detuvo en la cocina lo suficiente para poner sus compras en
el refrigerador, luego se lavó las manos y se dirigió al piso principal
para saludar a algunos de los clientes habituales. Eso tomó cerca de
media hora. Cuando estuvo satisfecho de haber hecho su trabajo de
relaciones públicas, volvió a la cocina para ver qué Amelia tenía las
cosas en marcha.
" ¿Puedo pasar?"
Amelia hizo un buen trabajo actuando como si fuera la primera vez que
lo veía hoy. Le sonrió. "Oh, hola, Flynn. Eres más que bienvenido a
entrar. ¿Te gustaría ver lo que hay en el menú de esta noche?"
"Seguro". Caminó y saludó a todos, probó algunas cosas y luego volvió
con Amelia.
"Estaba pensando en probar un plato. De hecho, me detuve en el
mercado para comprar algunas cosas. ¿Te importa si cocino aquí esta
noche?"
"No, en absoluto. ¿Qué te gustaría arreglar?"
"Lubina a la plancha con risotto de langosta. Y tal vez guisantes
instantáneos".
Sonrió y asintió con la cabeza. "Eso suena increíble. ¿Necesitas
ayuda?"
"No, creo que sé lo que hago, pero serás la primera persona a la que
le grite para que me ayude si la cago".
Se río. "Claro. Puedes trabajar en los quemadores del lado izquierdo
cerca de donde cocino."
"¿Así que puedes vigilarme y asegurarte de que no queme tu cocina?"
Luchó contra una sonrisa. "Algo así".
"Gracias".
Flynn se lavó y comenzó con el risotto. No pasó mucho tiempo antes
de que se pusiera al ritmo. Había tenido el plato en su cabeza durante
la última semana. Ahora sólo tenía que ponerlo todo junto.
Amelia estaba ocupada, así que no se detuvo a ver cómo estaba hasta
que tuvo toda la comida preparada. Sólo entonces se acercó y se
inclinó para inspeccionarlo. Él pudo ver que ella le estaba dando su ojo
crítico de chef, que era lo que él esperaba de ella. Tenía que pasar no
sólo la prueba de sabor sino también la visual. Un plato tenía que
parecer apetitoso antes de que los invitados quisieran comerlo.
"Visualmente, es impresionante", dijo mientras esperaba su
aprobación. Cuando él la asintió, ella tomó un tenedor y lo deslizó
dentro del pescado, dándole un pequeño mordisco. Él había hecho
extra para poder probar todo mientras cocinaba. Sabía que estaba
bueno. La pregunta era... ¿también lo pensaría Amelia?
Se dio cuenta mientras esperaba que ella probara la lubina, el risotto y
los guisantes, que estaba realmente nervioso. Sabía lo que estaba
haciendo en el campo de fútbol. No había ninguna duda al respecto.
Aquí, era un novato, así que había una posibilidad de que la cagara.
Amelia masticaba pensativamente, pero no había dicho nada.
"Stefanie, ven aquí, por favor."
Bueno, diablos. Ahora estaba pidiendo una segunda opinión. Tal vez
lo odiaba, pero quería que alguien más la respaldara.
Su chef asistente vino. "Sí, jefa".
"Prueba esto, por favor. Es lubina a la plancha con risotto de langosta
y guisantes."
Le entregó la lámina a Stefanie, que hizo lo mismo. Deslizó su tenedor
con cuidado en el pescado, y luego probó el arroz y los guisantes.
Stefanie asintió a Amelia. "Es excepcional. ¿Tú hiciste esto?"
"No lo hice", dijo Amelia con una sonrisa. "Nuestro dueño lo hizo".
"No jodas. Quiero decir, no bromees. Sr. Cassidy, esto es increíble".
Flynn finalmente expulsó el aliento que había estado conteniendo.
"Entonces, ¿les gusta a ambas?"
Amelia puso su mano sobre sus bíceps. "Flynn, es realmente bueno.
Como, realmente bueno."
Amelia se volvió hacia Stefanie. "Flynn ha querido hacer un plato de
firma para el restaurante. Algo en lo que pueda poner su nombre."
"Me lo comería. Como todos los días", dijo Stefanie. "La lubina está
húmeda y escamosa, el risotto está lleno de sabor. La langosta es
tierna y los guisantes son crujientes. Perfectamente equilibrado. Creo
que nuestros clientes se volverán locos por ello."
"Estoy de acuerdo", dijo Amelia. "Gracias, Stefanie."
Stefanie asintió con la cabeza y volvió a su puesto. Amelia se volvió
hacia Flynn y finalmente sonrió. "Es realmente excepcional. Creo que
podemos poner con seguridad el plato de Cassidy en nuestro menú."
Flynn suspiró. "Estoy muy contento. Había estado reflexionando sobre
esta idea durante un tiempo, y pensé que sabía bien cuando lo probé
todo. Pero hombre, fue angustioso veras a ambas probarlo".
Ella asintió. "Siempre es difícil introducir nuevos platos. Y no siempre
tengo éxito con ellos. Pero quiero que sepas que Stefanie es
extremadamente dura. Si no le gusta algo, es brutalmente honesta al
respecto. Se toma su trabajo muy en serio y no dejará que nada salga
de esta cocina a menos que sea perfecto. Así que confío en su juicio
implícitamente".
"Es bueno saberlo. Y gracias por dejarme cocinar aquí. Realmente hizo
la diferencia. No sé si hubiera trabajado tan duro en ello si hubiera
hecho esto en casa."
"Claro que no lo habrías hecho porque no habrías tenido la presión
añadida de Stefanie y mía para juzgarte".
Se río. "Bueno, gracias por eso. Creo que me quitaré de tu camino
ahora para que puedas volver al trabajo."
"Sí. Fuera de mi cocina, por favor."
Se inclinó hacia adentro para que sólo ella pudiera oír. "Te veré más
tarde".
"Sí, me verás mucho más tarde."
Con esa visión en su cabeza, salió del restaurante con una sonrisa
gigante en su cara.
Hasta ahora, había sido una gran noche.
VEINTITRES.

Flynn siempre se sentía cómodo con la gente. Una de las razones por
las que le gustaba tener el restaurante era que se sentía cómodo con
los extraños. ¿Conocer a los clientes de su restaurante y hablar con
ellos? No hay problema. ¿Hacer entrevistas con los medios de
comunicación después de los partidos? Nunca es un problema, incluso
si los Sabers perdían. Los nervios nunca entraban en juego. Era una
roca.
Hasta esta noche. Esta noche se reunía con la mejor amiga de Amelia,
Laura, y el esposo de Laura, Jon. Después de que él cocinara en el
restaurante ayer, Amelia le había dicho que Laura se moría por
conocerlo, así que habían planeado una cena muy informal en casa de
Laura y Jon para esta noche.
Después de la práctica, hizo recados, fue a casa, lavó la ropa y atendió
las llamadas de trabajo. Luego se duchó y miró fijamente su armario,
tratando de averiguar qué ponerse. Después de cinco minutos se dio
cuenta de que seguía mirando fijamente su armario, indeciso.
¿Qué carajo? Era un tipo. Los tipos no hacían eso. Sacó una camisa
de manga larga abotonada y se la puso, luego tomó un par de jeans y
terminó de vestirse.
No tenía ni idea de por qué estaba nervioso. Pero mientras bajaba las
escaleras y abotonaba los puños de su camisa, sabía la respuesta.
Porque era la mejor amiga de Amelia. Las mejores amigas tenían todo
el poder. Si a Laura no le agrada, podría afectar su relación con Amelia.
Debería comprarles una buena botella de vino. Tal vez algunas flores,
también. Tenía tiempo de sobra para recoger a Amelia, así que paró
en la floristería y cogió un bonito ramo, luego condujo hasta la licorería
y buscó una botella de pinot grigio, y a la segunda mirada, sacó un
buen cabernet también. Con suerte, a Laura le gustarán ambas cosas.
Condujo hasta la casa de Amelia y subió a tocar el timbre. Ella vino a
la puerta y él inhaló su fragancia. No perfume, sino algo cítrico que olía
fresco y que le hizo querer cerrar la puerta y enterrar su cara en su
cuello. Deseó que tuvieran tiempo para desnudarse y tontear, pero no
lo tenían, así que la empujó contra él y la besó en su lugar, haciéndole
saber lo mucho que la deseaba.
Cuando ella se retiró, plantó sus manos en su pecho. "Estás cariñoso
esta noche".
"Me siento insultado por esa declaración. Soy cariñoso contigo todo el
tiempo."
"Me corrijo. Sí, lo eres. ¿Mencioné cuánto me gusta eso?"
"No, no lo has hecho. ¿Te importaría mostrármelo?"
Se río. "Te lo mostraré más tarde. Si no, llegaremos tarde. O no
apareceremos."
Ella tenía razón y él lo sabía. Si él empezaba a tocarla o besarla nunca
se detendría. "Vámonos".
Echó un vistazo al asiento trasero mientras subía a su camioneta.
"Aww, le conseguiste flores. Le encantará eso."
" También conseguí vino", dijo mientras se alejaba de la entrada. "Dos
botellas".
"Le encantará aún más."
No llevó mucho tiempo conducir hasta la casa de Laura, ya que vivía
justo al final de la calle de Amelia. Podrían haber caminado, pero una
lluvia inusual amenazaba esta noche, así que quería asegurarse de
que tenían un vehículo por si acaso. Aparcó y cogió el vino y las flores
del asiento trasero.
"Te advertí que Laura no es una gran ama de casa", dijo Amelia. "Y
está muy nerviosa por tenerte aquí, así que sé amable".
"Siempre soy amable, ¿y no debería ser yo el que esté nervioso?"
Se pararon en la acera y Amelia se volvió hacia él. "¿Estás nervioso?"
"Bueno, sí."
"¿Por qué?"
"Porque Laura es tu mejor amiga. Ella tiene poder de veto."
Los labios de Amelia se curvaron. "Poder de veto".
Flynn asintió. "Si ella me odia, estamos acabados".
Amelia se río. "No va a odiarte".
"Ella podría".
"Sólo dile que te encanta el desorden y que tienes tantas suscripciones
a revistas como ella. Confía en mí, ella te amará."
"Hecho. Y deberías haber visto mi habitación cuando estaba creciendo.
Me encanta el desorden".
Ella le dio una cálida sonrisa mientras subían las escaleras y entraban
al porche. Amelia tocó la campana y ellos esperaron.
La puerta se abrió y un chico guapo con pelo corto y oscuro y perilla
respondió.
Sonrió. "Oye, tú debes ser Flynn. Soy Jon Perry".
Flynn estrechó su mano. "Encantado de conocerte, Jon".
"Entra. Oh, y hola, Amelia."
Amelia le dio a Jon una sonrisa. "Me preguntaba si te ibas a dar cuenta
de que estaba aquí".
Jon se río. "Lo siento, soy una especie de fan."
Jon y Amelia se abrazaron después de entrar. "Laura está sufriendo
una crisis nerviosa en la cocina", dijo Jon. "Algo sobre albóndigas".
Amelia dejó su bolso en la silla junto a la puerta y se encogió de
hombros al sacarse el suéter. "Uh-oh. Creo que será mejor que vaya a
ayudarla".
" ¿Te importaría llevarle esto a ella?" Flynn preguntó, entregándole a
Amelia el vino y las flores. "No sé si eso ayudará".
"Lo harán".
"Ven a la sala de estar", dijo Jon. "Me hizo limpiar".
"Realmente no necesitabas hacer eso".
"Oh, realmente lo hacía. A Laura le gusta su desorden, y normalmente
no le importa ni siquiera cuando tenemos compañía. Aparentemente,
eres algo especial".
Flynn sonrió. "Me gusta mi propia parte del desorden, así que no me
habría importado".
"Si lo hubiera sabido antes de meter todo el contenido de nuestra sala
de estar en el armario. No abras los armarios, ¿vale?"
Flynn se río. "Definitivamente no hará eso".
Amelia vino por el pasillo con dos copas de vino, una hermosa morena
la siguió con dos copas más.
"Amelia me hizo salir de la cocina."
La mujer le dio una copa de vino a Jon, y luego se volvió hacia Flynn.
"Soy Laura".
"Encantado de conocerte, Laura. Soy Flynn Cassidy".
Le dio la mano a Flynn. "Oh, sé quién eres, Flynn. Lo sabía todo sobre
ti incluso antes de que empezaras a salir con mi mejor amiga".
Jon puso su brazo alrededor de Laura. "Le gusta el fútbol".
"Más que una especie de. Soy una especie de genio de las
estadísticas, así que, si quieres saber tus entradas, asistencias, saques
o intercepciones, puedo citarte cualquiera de esas estadísticas para
cualquier año que hayas jugado."
Flynn arqueó una ceja. "Realmente".
"Sí, de verdad", dijo Jon. "Ella es muy molesta al respecto".
Laura miró a su marido. "Realmente brillante, quieres decir".
Jon asintió, y luego echó un vistazo a Flynn. "Sí, brillante. Eso es lo que
quise decir."
Flynn sonrió. Pudo ver la conexión entre estos dos. Era lindo.
"Así que he intentado hacer espaguetis y albóndigas para la cena", dijo
Laura. "Diré de entrada que no soy cocinera, y por no cocinera me
refiero a nada parecido a la cocina a la que estás acostumbrado por
parte de Amelia. Quiero decir que hago cosas básicas."
"Me gustan las cosas básicas", dijo Flynn. "Y gracias por invitarme a
cenar".
"Ella también miente", dijo Amelia, sonriendo a su amiga. "Es muy
buena cocinera".
Laura se encogió de hombros. "Si te gusta la comida casera. O las
cosas que vienen de las latas".
Jon le frotó la espalda. "Pero puede darnos RCP si uno de nosotros se
derrumba. O primeros auxilios si nos caemos por las escaleras."
"Amelia me dijo que eres enfermera", dijo Flynn, "lo cual es mucho más
importante que los espaguetis y las albóndigas. Ahora sé a quién llamar
la próxima vez que tenga un esguince de tobillo".
Laura soltó un resoplido. "Creo que ya tienes un equipo médico
altamente cualificado y probablemente sobre pagado para que se
ocupe de esas cosas por ti."
"Entonces me vigilan y no puedo jugar. ¿No sería más fácil para ti
ponerle hielo y envolverlo para que pueda pasar una lesión a
escondidas de los médicos del equipo?"
Laura puso su mano sobre su pecho y fingió estar en shock. "¿Qué?
¿Mentirías a tu equipo médico para conseguir tiempo de juego?"
"En un latido del corazón".
Laura se volvió hacia su marido. "Lo siento, Jon, pero te dejo por Flynn.
Ya sabes lo que pienso del fútbol".
Jon asintió con la cabeza. "Sabía que esto pasaría. Ya he hecho las
maletas."
Amelia se río. También Flynn.
Se movieron al comedor y todos ayudaron a Laura a servir la ensalada
y los espaguetis, junto con un increíble pan casero, a pesar de las
protestas de Laura de que su comida no era más que una comida
normal.
"¿Qué usaste en las albóndigas, Laura?" Amelia preguntó mientras
comían.
"Ternera, vacuno y cerdo. Te lo dije, sólo cosas básicas."
Flynn pudo haberse comido todas las albóndigas, pero tenía que ser
educado y compartir. "No sé qué consideras cosas normales, Laura,
pero estas son malditas albóndigas finas. Las serviría en el Noventa y
Dos".
"¿En serio?"
Asintió con la cabeza.
También lo hizo Amelia, quien dijo: "Estoy pensando en robar su receta
y servirlas en el restaurante".
Laura miró de Flynn a Amelia. "Ahora ambos están tratando de
hacerme sentir mejor".
Jon había tomado un sorbo de vino y dejó su copa. "Acepta el cumplido,
nena. Tienen razón. Esto es excepcional."
Laura sonrió. "Gracias. A todos ustedes. Puede que empiece a
cocinar".
"No te burles de mí, mujer", dijo Jon.
Laura se río. "Oh, cállate."
Después de la cena, tomaron café y un pastel de mantequilla que Laura
dijo que había recogido en la panadería.
"Me hubiera gustado hacer el postre yo misma, pero hice un doble turno
y no pude manejarlo."
"La cena fue increíble, Laura", dijo Flynn mientras aceptaba un trozo
del pastel. "Aprecio que hayas hecho la cena. Estoy seguro de que
encontrar tiempo libre para cocinar es difícil con las horas que trabajas.
Amelia dijo que son algo erráticas".
Se encogió de hombros. "Aún no tenemos hijos, y Jon tiene horarios
locos similares, así que ahora mismo no me importa hacer los horarios
erráticos. En algún momento empezaremos una familia y me habré
ganado el derecho a trabajar en turnos más estables".
"¿A qué te dedicas, Jon?" Flynn preguntó.
"Soy un ingeniero de software, así que tengo el lujo de hacer muchas
de mis propias horas. Lo que significa que cuando ella trabaja, yo
trabajo".
Flynn asintió. "Suena como una situación ideal para ambos".
"Por ahora funciona", dijo Laura. "Estoy empezando a sentir el
agotamiento de todas las horas, así que probablemente en el próximo
año estaré lista para empezar a tener algunos bebés".
"¿En serio?" Amelia sonrió. "Yo también estoy lista para eso".
Laura sonrió. "¿Tener a los bebés por ti misma?"
"Ja. No. Para acunar a sus bebés."
"Oh. ¿Pero no sería divertido si tuviéramos bebés juntas?"
"Eso sería genial, pero mi línea de tiempo no es la misma que la tuya."
"Podría ser". Laura le echó una mirada puntiaguda a Flynn.
"No me mires a mí. Quiero decir, me gustas y todo eso, Laura, pero no
voy a tener ningún bebé en el próximo año."
Jon sacó una risa.
"Oh, no eres nada divertido, Flynn Cassidy", dijo Laura.
Sonrió.
"¿Así que supongo que eso significa que vuelvo a ser el padre del
bebé?" Jon le preguntó a Laura.
Laura suspiró. "Supongo. Y tú eres supremamente ardiente y alto y
excepcionalmente inteligente. Supongo que tu genética funcionará
para mí".
Jon le sonrió. "Muy amable de tu parte".
Pasaron horas hablando de todo, desde deportes hasta tener bebés y
eventos mundiales.
Había sido una gran noche. Flynn se sorprendió de la facilidad con la
que había estado con Jon y Laura desde el momento en que entró por
la puerta. No se había dado cuenta de cuánto tiempo había pasado
hasta que Amelia le dio un codazo y le dijo que Laura tenía un turno
temprano en la mañana, así que era hora de que se fueran.
Estrechó la mano de Jon, abrazó a Laura y les agradeció a ambos por
invitarlo a cenar a su casa. Luego les dejó una invitación abierta para
cenar en el Noventa y Dos cuando tuvieran una noche libre, porque le
pareció que ambos trabajaban muy duro y les venía bien una noche de
juerga.
"Me encantaría", dijo Laura. "¿Qué tal mañana?"
Jon se río. "No creo que se refiriera a mañana".
"No, en serio. Quiero decir cuando quieras. Mañana está bien. Dejaré
tu nombre en la recepción y cuando quieras comer allí, puedes tener
una mesa."
"Gracias", dijo Jon. "Eso significa mucho. Y te aceptaremos en eso".
Se despidieron y se fueron. Flynn llevó a Amelia a casa y la acompañó
hasta su puerta.
"¿No vas a entrar?", preguntó con el ceño fruncido preocupado.
"No esta noche. Tengo un llamado temprano mañana por la mañana."
Ella puso sus palmas en su pecho. "Te extrañaré esta noche".
"Yo también. Espero haberlo hecho bien con tu mejor amiga".
Ella sonrió. "Creo que mi mejor amiga está ligeramente enamorada de
ti. O tal vez más que ligeramente. Así que diría que pasaste la prueba,
aunque realmente no hubo ninguna prueba".
"Bien". La atrajo contra él y la besó, deseando no tener que levantarse
tan temprano mañana por la mañana. Porque mientras su boca se
movía sobre la de Amelia, no quería nada más que sentir su cuerpo
entero moviéndose contra el de ella.
Pero un poco de contención era algo bueno a veces. Así que dio un
paso atrás.
"Te veré pronto".
Ella tenía un agarre mortal en su chaqueta. "Sí, lo harás".
"Buenas noches, Amelia".
Ella liberó su agarre en él con un suspiro. "Buenas noches, Flynn".
Él se alejó con una sonrisa en su rostro.
VEINTICUATRO.

Con el juego de Flynn fuera de la ciudad y su trabajo tan ocupado,


Amelia no lo había visto mucho la semana pasada. Y ahora era el
momento de irse a su viaje de Acción de Gracias, y estaba tan
estresada por ello que apenas podía respirar.
"¿Te acordaste de empacar pantalones cortos?"
Amelia levantó la vista de su maleta para mirar a Laura. "Cariño, es
noviembre".
Laura había venido a las siete de la mañana para ayudar a Amelia a
empacar. Sólo su mejor amiga dejaría de dormir para acompañarla en
su viaje.
"Sí", dijo Laura, hojeando su teléfono. "Y comprobé el tiempo en la
parte de Texas a la que vas a volar. Se supone que allí hay ochenta
grados".
Amelia frunció el ceño. "Espera. ¿Qué? ¿Ochenta? ¿Estás segura?"
"Sip".
"Bueno, diablos". Miró fijamente su maleta, donde había empacado
pantalones largos y suéteres. "Eso podría cambiar, sin embargo,
¿verdad?"
"No parece que vaya a hacerlo. Al menos pon un par de capris y un
vestido de sol en tu maleta."
"Bien". Sacó uno de los suéteres y sus jeans, reemplazándolos por un
par de capris y un vestido de sol, lo cual se sintió raro para esta época
del año. Pero Laura tenía razón. La última cosa que quería hacer era
sudar sobre la familia de Flynn.
"Serás mucho más feliz si eres más genial. Y te vistes
apropiadamente."
Después de pensarlo, se puso otro par de capris y un par de camisetas
de manga corta, junto con sus sandalias planas marrones y las negras
de plataforma más altas, y luego cerró su maleta. "¿Qué haría yo sin ti,
Laura?"
"Sudarías sin mí, eso es lo que harías".
"Tienes razón en eso". Se sentía mejor con lo que estaba tomando.
"Así que saldrás del trabajo por unos días y viajarás a Texas para
conocer a la familia de Flynn. ¿Cómo te sientes al respecto?"
Se sentó en la cama y cerró la maleta. "Suenas como mi terapeuta".
Laura se río y se sentó al otro lado de la maleta de Amelia. "Sí,
¿verdad? ¿Estás lista para dar ese gran paso?"
Le echó una mirada curiosa a Laura. "¿Es un gran paso? Sólo voy
porque Mia me invitó. Flynn dijo que quería que fuera y no era gran
cosa, pero aún creo que tenía que decir, 'Oh, Amelia, claro, estás
totalmente invitada.'"
Laura le echó esa mirada, la que decía que estaba llena de mierda.
"¿En serio? Podría no haber dicho nada, lo que significaría que pensó
que la sugerencia de su hermana era una mala idea. En lugar de eso,
te invitó. Más de una vez. Le gustas, Amelia. Acepta eso porque es
obvio que a ti también te gusta."
A ella le gustaba. Le gustaba más que a ella. Lo que significaba que su
corazón se estaba involucrando, y eso daba mucho miedo.
"Sí, por supuesto que me gusta".
"Pero..."
Una vez más, esto era lo que pasaba cuando tu amiga te conocía
demasiado bien. Amelia se dio cuenta de que no podía escapar de
tener esta conversación.
"Pero tengo miedo".
Laura se levantó, empujó la maleta hasta el final de la cama y se sentó
junto a Amelia. "¿De qué tienes miedo? ¿De qué te enamores de Flynn
y te rompa el corazón como ese imbécil con el que te casaste?"
Ella suspiró. "Sabes, a veces vas directo al meollo del asunto como un
cirujano".
Laura sonrió. "Seguro que sabes cómo hacer un cumplido. Tengo
razón, ¿no? ¿Tus sentimientos por Flynn son más que diversión, citas
y sexo?"
"Sí, son más que todos esos."
"¿Estás enamorada de él?"
Laura había suavizado su voz cuando hizo la pregunta.
"Tal vez. No lo sé. Pensé que estaba enamorada de Frank. Le di todo
mi corazón. Creí que lo sabía todo sobre él, que estábamos destinados
a ser eternos. Eso resultó ser una pesadilla. No era quien yo creía que
era. Entonces, ¿qué es lo que realmente sé sobre el amor?"
"Tienes miedo de volver a darle tu corazón a un tipo. Tienes miedo de
que tus sentimientos sean aplastados. Lo entiendo totalmente. Pero no
dejes que un imbécil te impida confiar en el amor. Está ahí fuera y te
está esperando. El tipo correcto está ahí fuera. El tipo correcto podría
ser Flynn".
"Tal vez. No lo sé".
Laura suspiró. "Ya lo has dicho".
Levantó la mirada hacia su amiga, necesitando que Laura lo
entendiera, que estuviera allí con ella. "Porque es verdad. No sé en qué
creer. No puedo confiar en mi propio corazón o en mis propios
sentimientos. Sólo necesito... tiempo, supongo."
Laura se quedó en silencio durante unos segundos, y finalmente asintió
con la cabeza. "Tienes razón, y estoy siendo insistente. Lo siento. Sólo
quiero que seas feliz. Quiero que te sientas bien de nuevo, que te
enamores de nuevo. Esta vez, con el hombre adecuado".
Amelia se apoyó en Laura y apoyó su cabeza en el hombro de su mejor
amiga. "Sé que lo haces y te quiero por eso. Pero esta vez, voy a entrar
con los ojos bien abiertos. Nunca más dejaré que un hombre me haga
daño".
Laura puso su brazo alrededor de sus hombros. "Es bueno ser
cautelosa, pero no te cierres a la posibilidad de que el amor pueda estar
ahí fuera para ti. Dale una oportunidad. Dale una oportunidad a Flynn.
Es un buen tipo y parece que le gustas mucho, así que no cierres la
puerta, ¿vale?"
"Prometo que no lo haré".
Después de que Laura se fue, Amelia terminó las pocas cosas que
necesitaba hacer en la casa - lavar los platos, sacar la basura - y luego
se duchó y se preparó, con la vista puesta constantemente en el reloj.
Flynn la recogería a las nueve, así que se aseguró de que estuviera
lista para irse a las ocho y media.
Su estómago refunfuñó y se dio cuenta de que con las prisas no había
comido todavía. Ya es demasiado tarde. Tomaría un panecillo en el
aeropuerto o algo así.
Para calmar sus nervios mientras esperaba a Flynn, se sentó en su
barra de desayuno e hizo notas sobre tres nuevos platos que planeaba
crear para el menú de festividades del Noventa y Dos. Cuando Flynn
llamó a la puerta, dejó su bolígrafo y su papel a un lado, agarró su bolsa
de viaje y abrió la puerta.
"Hola. Estoy lista."
Sus labios se curvaron. "¿Un poco ansiosa por el viaje?"
"Tal vez un poco".
"No lo estés. Todo va a estar bien. Nos vamos a divertir. Y muy buenos
días". Él entró, la tomó en sus brazos y la empujó contra él para darle
un beso. Ella se inclinó hacia él y dejó que el calor de él la rodeara por
unos segundos. Pero entonces se dio cuenta de que estaban en un
horario, así que presionó sus manos contra su pecho y dio un paso
atrás.
"Vale, ya basta".
"No eres divertida", dijo.
"Soy muy divertida y lo sabes. Agarra mi maleta".
Le disparó un ceño fruncido. "Eres muy mandona cuando estás
estresada".
"No estoy estresada. ¿Podemos irnos ya?"
Estaba totalmente estresada y no sabía por qué. Vale, ella sabía por
qué. Había mucha presión en esta visita, y era toda la presión que se
estaba poniendo a sí misma. Realmente necesitaba relajarse. Tal vez
se tomaría un panecillo antes del vuelo y una copa de vino en el avión.
Aunque la combinación hizo que se arrugara la nariz.
Llegaron al aeropuerto con tiempo suficiente para registrarse y llegar a
la puerta de embarque. También tomó un panecillo y un jugo de
naranja.
Se sorprendió al descubrir que volaban en primera clase. Ella había
discutido con él hace un par de semanas cuando él le dijo que pagaría
su billete, pero él ganó la discusión. Si hubiera sabido entonces que
era un billete de primera clase, habría discutido más.
"La primera clase es frívola", dijo ella mientras esperaban para
embarcar.
"No pensarás eso cuando subamos al avión".
"Lo que sea. Estoy bien con el entrenador, ya sabes."
Le echó una mirada que le dijo que ya no tenía paciencia con ella.
"¿Quieres que te cambie el billete?"
"No. Quiero sentarme contigo."
"Entonces estamos sentados en primera clase. Soy un tipo grande. Me
gustan los asientos más grandes. Y puedo permitirme asientos de
primera clase para los dos, así que deja de quejarte de ello".
Ella puso los ojos en blanco y decidió dejarle esta. Además, los
asientos y el espacio extra para las piernas eran increíbles, así que
quejarse parecía de mal gusto.
El avión despegó. No mucho después, la azafata le preguntó qué
quería beber. Miró su reloj y vio que eran las diez y media. Demasiado
temprano para el vino, supuso, así que pidió agua con gas. También
tomaron pedidos para el almuerzo, y ella tenía la opción de ensalada
de pollo a la parrilla o pasta. Eligió la ensalada de pollo a la parrilla.
Se instaló para leer un libro en su lector electrónico, mientras Flynn
sacó su netbook, se puso los auriculares y empezó a ver una película.
No pasó mucho tiempo antes de que ella mirara por encima de su
hombro la película que él estaba viendo. Finalmente se dio cuenta y se
quitó los auriculares.
"¿Quieres verla conmigo?"
"Eso podría ser difícil de hacer."
"En realidad no." Le dio uno de sus auriculares. Ella se río y se lo metió
en la oreja, se acostó cerca de él y miró la película por encima de su
hombro hasta que llegó su almuerzo.
El almuerzo fue increíble, e incluyó vino y postre, lo que la hizo muy
feliz. Luego mostraron una película en el vuelo, así que ella se puso los
auriculares que le dieron. El vuelo pasó con tanta rapidez que antes de
que ella se diera cuenta estaban aterrizando en Austin. Lo que la hizo
desear no haber rechazado el recambio del vino, porque ahora estaba
nerviosa otra vez. Pero se guardó su nerviosismo para sí misma y
siguió mientras Flynn cogía el auto de alquiler y se subían.
"El rancho está a una hora de aquí", dijo después de salir del
aparcamiento. "¿Necesitas parar para algo? ¿Quieres un trago?"
Una botella entera de vino estaría bien. Pero ella dudaba que llegar a
conocer a los padres de Flynn fuera a salir bien. "No, gracias. Estoy
bien."
Ya podía imaginar el saludo que iba a recibir. ¿Qué pensarían sus
padres de ella?
Ella sabía lo que pensarían. Que era la chef jefe del restaurante de
Flynn, acostándose con Flynn para salir adelante. Dios, ¿por qué había
accedido a esto? En la parte de atrás de su cabeza sabía que era una
mala idea desde el principio.
"Estás un poco pálida, Amelia", dijo Flynn después de unos veinte
minutos en la carretera. "¿Estás segura de que te sientes bien?"
Se dio la vuelta y ofreció su mejor sonrisa. "Oh, estoy bien. Totalmente
bien. Muy emocionada por conocer a tu familia".
Eso no había sonado para nada sincero.
Diez minutos después, Flynn dijo: "Sabes, no son ogros".
Ella frunció el ceño. "¿Quién?"
"Mis padres. Son gente muy agradable. Cálidos y acogedores. Creo
que estás esforzándote mentalmente por nada. Esto no es gran cosa".
"Tal vez no para ti. Pero no puedo evitar pensar que van a asumir que
tengo algún motivo oculto para salir contigo".
A pesar de que llevaba gafas de sol, ella vio cómo se le subía la frente.
"¿Qué clase de motivo oculto?"
"Como la malvada Chef se acuesta con el jugador de fútbol ardiente y
dueño del restaurante donde trabaja para conseguir una ventaja en el
negocio."
Flynn la miró fijamente durante unos segundos, y luego se río a
carcajadas.
"No es gracioso".
"Diablos, sí, es gracioso. ¿Cómo exactamente dormir conmigo
ayudaría a tu carrera?"
Ella cruzó los brazos, molestaba que no la tomara en serio. "Yo... no lo
sé exactamente. Pero estoy segura de que podría aprovecharme de ti
de alguna manera. Al menos me daría más seguridad en el trabajo en
el Noventa y Dos".
"Tu cocina se mantiene por sí sola. No necesitas dormir conmigo para
mantener tu trabajo. En cuanto a ayudarte en la industria, conozco muy
pocos chefs y casi no tengo contactos en la industria de los
restaurantes. ¿Cuánta ayuda podría darte?"
Cuando lo puso así, sonó estúpido. "No lo sé. No quiero que tus padres
piensen que te estoy usando".
"Confía en mí, Amelia, mis padres no pensarán eso. Estoy seguro de
que me conocen lo suficiente como para darse cuenta de que, si traigo
una mujer a casa para Acción de Gracias, es porque confío en dicha
mujer. Una mujer que no tiene intenciones nefastas en lo que a mí
respecta."
"Ooh, nefasto. Me gusta esa palabra. Me hace sonar como una femme
fatale".
Él puso los ojos en blanco. "Lo siento, nena, pero eres más un panecillo
dulce que una femme fatale".
Ella le frunció el ceño. "No lo soy".
"¿Ser un panecillo dulce es algo malo?"
"Bueno, no. Pero me gustaría pensar que soy al menos un poco
misteriosa".
"Vale, eres totalmente misteriosa. Probablemente tienes una daga de
estilete metida en tu liga".
Ahora se río. "No creo que la aerolínea me permita llevar un estilete a
través de la seguridad. Pero la liga suena divertida".
Deslizó su mano por su muslo. "Sí, así es. Y si te haces usar una, te
compraré una daga sexy".
"Trato hecho. Pero esperemos hasta que volvamos a casa para que la
seguridad del aeropuerto no lo confisque".
"Ya lo tienes". Le dio un suave apretón de manos en el muslo, y ella de
repente deseó que no estuvieran en el auto para poder tocarlo
libremente. Pero necesitaba su concentración en conducir, no en ella,
así que se quedó mirando por la ventana.
Cuando salieron de la autopista y se dirigieron a un territorio más rural,
ella estaba muy intrigada con todo lo que veía. Habiendo vivido toda su
vida en áreas urbanas, ver estos espacios tan abiertos la intrigaba.
Millas de pasto verde cercado, y los ocasionales acres que albergaban
caballos y vacas eran asombrosos.
Ella se volvió hacia él. "¿Creciste aquí?"
Asintió con la cabeza. "En su mayoría. Después de que mi padre se
retiró del fútbol, compraron el rancho. Antes de eso, vivíamos en
Wisconsin".
"¿Cómo fue eso?"
Sonrió. "inviernos fríos, pero muy agradables. Tenía buenos amigos.
Aprendí a patinar sobre hielo allí."
"Y sin embargo no te convertiste en un jugador de hockey."
Se río. "No. Jugamos mucho fútbol. Y una vez que nos mudamos aquí
a Texas, el fútbol fue el rey".
"Pero uno de tus hermanos juega béisbol".
"Sí, ¿qué puedo decir? No pudimos vencer a ese amor por el béisbol
de Tucker".
Ella lo miró fijamente. "Estás bromeando, ¿verdad?"
En una señal de stop, se volvió hacia ella. "Por supuesto que estoy
bromeando. Más o menos."
Ella puso los ojos en blanco. Nunca sabía cuándo estaba bromeando.
El haber crecido sin hermanos la puso en desventaja en cuanto a cómo
se comportaban los hermanos entre sí. Por lo que ella sabía, se
golpeaban todos los días. Por otra parte, ella lo había visto con su
hermano Grant, y su hermana, Mia. Aunque hubo muchas burlas,
también había un afecto genuino entre todos ellos.
Ella estaba deseando observar la dinámica familiar. Y cuando Flynn
llegó a las puertas del rancho, sus ojos se abrieron de par en par. El
Double C tenía una enorme reja metálica oscura que parecía
imponente. Flynn bajó la ventanilla, introdujo un código y las puertas
se abrieron.
Condujeron por un camino de tierra hasta que Amelia vio la casa, una
hermosa casa de dos pisos con brillantes contraventanas junto a todas
esas ventanas, además de un asombroso porche envolvente. Los
perros vinieron corriendo tan pronto como Flynn se puso delante.
Como... muchos perros.
Amelia inhaló y lo dejó salir.
Flynn se volvió hacia ella y sonrió. "¿Listo para esto?"
Consiguió una sonrisa. "Seguro".
Ella salió al mismo tiempo que él. Los perros los rodearon cuando se
acercaron a la parte delantera del vehículo.
"Perros, conozcan a Amelia. Amelia, conoce a los perros."
Había al menos cinco de ellos, pero sorprendentemente todos se
comportaron bien. Ella se arrodilló y disfrutó de todos ellos hasta que
un breve silbido los hizo huir. Amelia se paró y vio a un hombre que se
parecía mucho a una versión antigua de Flynn en el porche. Abrazó a
Flynn, y luego se acercó a ella con una sonrisa en su rostro.
"A los sinvergüenzas les encanta la atención. Te dejarán acariciarlos
todo el día. Soy Easton Cassidy, el padre de Flynn".
Amelia extendió su mano. "Soy Amelia Lawrence. Encantada de
conocerlo, Sr. Cassidy".
"Llámame Easton. Bienvenida al rancho Double C. Entra fuera del sol
caliente. Flynn, coge las bolsas".
Flynn sonrió. "Claro, papá".
Amelia miró hacia atrás a Flynn, quien hizo un movimiento con sus
manos para que siguiera a su padre, así que se dirigió a las escaleras
y entró cuando Easton le sujetó la puerta.
Easton tenía razón. Hacía calor afuera, así que se sentía mucho más
fresco adentro. Y la casa era encantadora, con su mezcla de
decoración rústica y moderna.
"Lydia está en la ciudad comprando comida con Aubry y Harmony", dijo
Easton.
"Aubry es la prometida de mi hermano Tucker y Harmony es la novia
de Barrett", dijo Flynn después de que puso su equipaje en la puerta
principal.
Amelia asintió. " Entendido". Durante las últimas dos semanas, recibió
de Flynn el informe completo de todos los miembros de la familia
Cassidy. Ya conocía a Mia, pero quería tener una idea general de
quiénes eran los demás antes de la reunión familiar. Flynn era el
hermano mayor. Grant, a quien ya había conocido, era el siguiente, y
Grant estaba comprometido con la supermodelo Katrina Korsova.
Katrina tenía la custodia de sus hermanos adolescentes, Anya y Leo.
Los gemelos, Tucker y Barrett, eran los hermanos menores de Cassidy.
Tucker estaba comprometido con Aubry Ross, una doctora, y la novia
de Barrett era Harmony Evans, una diseñadora de interiores. Por
supuesto, Mia era la hermana menor de los Cassidy. Y los padres de
Flynn eran Easton y Lydia. Ahora ella sólo necesitaba conocerlos a
todos. Estaba emocionada y aterrorizada.
"Creí haberte oído llegar".
Entraron en la cocina al mismo tiempo que un hombre absolutamente
impresionante entró por la puerta trasera.
Flynn puso su brazo alrededor de la cintura de Amelia. "Amelia, este
es mi hermano Tucker. Esta es Amelia Lawrence."
Otro tipo entró por la puerta trasera. Se veía inquietantemente similar
a Tucker, aunque era más ancho y más musculoso.
"Y ese es Barrett".
Sabía que eran los gemelos, así que la similitud entre ellos tenía
sentido.
"Hola, encantada de conoceros a los dos", dijo Amelia, recordando que
Flynn le había dicho que Tucker usaba unas gafas oscuras que no
hacían absolutamente nada para distraer de su asombroso buen
aspecto.
"Encantado de conocerte, Amelia", dijo Tucker con una sonrisa
mientras se acercaba a estrechar su mano.
"Encantado de conocerte, Amelia", dijo Barrett. "Siento que salgas con
nuestro hermano. Intentaremos convencerte de que no lo hagas en los
próximos días".
"Buen intento", dijo Flynn. "No sucederá. Ella está abrumada por la
adoración hacia mí".
Amelia tosió. "Bueno, yo no diría exactamente eso".
Tucker sonrió. "Ya me agrada."
"¿Dónde está Grant?" Flynn preguntó.
"Está en uno de los prados con Elías arreglando la valla", dijo su padre.
Amelia sabía que Elías era uno de los hermanos de Easton, así que el
tío de Flynn.
Los labios de Flynn se curvaron. "No te llevó mucho tiempo ponerlo a
trabajar".
" Ponernos a trabajar", dijo Tucker. "Ya hemos reemplazado las llantas
y cambiado el aceite en la vieja chatarra de tractor de papá".
"No es una chatarra", dijo Easton. "Ese bebé se arrastrará otros veinte
años".
Amelia notó la mirada que pasó entre Flynn y su hermano.
"Claro que sí, papá", dijo Flynn.
Y los chicos estuvieron fuera, hablando de maquinaria agrícola,
dándole a Amelia tiempo para dar un paso atrás mental y ver a Flynn
relacionarse con su padre y sus hermanos. Fue todo un espectáculo,
especialmente cuando Grant entró. Amelia saludó a Grant, que se
acercó para abrazarla.
"Hola, me alegro de verte de nuevo, Amelia", dijo Grant.
"Igualmente, Grant."
Eso fue todo lo que consiguió antes de que Grant entrara en la
discusión.
Era impresionante. Se sentó en la gran isla de la cocina y vio la
interacción entre padre e hijos, cada uno convencido de que tenían
razón. Si no fuera grosero, le encantaría grabar esto en vídeo.
"Ha sido así toda mi vida".
Amelia se giró para ver entrar a una sonriente Mia, seguida de una
atractiva mujer mayor que tenía que ser la madre de Mia, Lydia.
"¿Están discutiendo de nuevo?" Lydia preguntó mientras dejaba una
bolsa de comida. "Oigan, todos ustedes, dejen eso. Hay comida en el
auto. Vayan a traerla".
Y así como así, el desacuerdo se detuvo y todos los hombres salieron.
Lydia tenía que ser una hacedora de milagros.
Mia sonrió. "Es tan agradable verte de nuevo". Se acercó para
abrazarla.
"A ti también".
"Esta es mi madre, Lydia. Mamá, ella es Amelia Lawrence."
Amelia extendió su mano. "Es un placer conocerte, Lydia".
Lydia la dobló en un abrazo en su lugar. "Yo también me alegro mucho
de conocerte, Amelia. Mia me ha hablado mucho de ti".
"Y a juzgar por lo que acabo de presenciar, ya soy una gran fan tuya."
Lydia frunció el ceño, luego abrió los ojos y ofreció una sonrisa irónica.
"Oh, ¿eso?" Ella agitó su mano. "Son todos como niños pequeños".
"Y saben que ella habla en serio cuando les dice que hagan algo.
Incluso papá sabe que no debe meterse con ella."
La boca de Amelia se abrió. Ella podía imaginar a esta pequeña mujer
dirigiendo esta casa con puños de hierro. Tuvo que hacerlo con cuatro
niños.
Dos mujeres más entraron en la cocina llevando bolsas de
supermercado. Después de depositarlas en el mostrador, ambas se
volvieron hacia Amelia. La hermosa rubia se inclinó hacia adelante para
estrechar la mano de Amelia. "Soy Aubry Ross, la prometida de
Tucker".
"Hola, Aubry. Encantada de conocerte".
La otra mujer, una hermosa mujer morena con una sonrisa
impresionante, se adelantó y la abrazó. "Soy Harmony Evans, la novia
de Barrett".
Vaya. Los hombres de Cassidy tenían suerte de conseguir mujeres tan
increíblemente hermosas. Empezando por Lydia, que era muy
hermosa con su suave pelo marrón y sus increíbles ojos azules.
"Es un placer conocerte, Harmony. Honestamente, es un placer
conocerlos a todos ustedes. Flynn me ha hablado tanto de todos los
miembros de la familia Cassidy que siento que ya los conozco a todos".
"Esta familia puede ser imponente", dijo Harmony con una sonrisa.
"Sólo tienes que sumergirte en ella porque son las personas más
agradables que he conocido."
"¿Cómo estuvo tu vuelo, Amelia?" Lydia preguntó cuando Mia empezó
a vaciar las bolsas de la compra y a guardar las cosas.
"Fue genial, gracias. Y gracias por dejarme pasar el Día de Acción de
Gracias en tu casa".
"Una de las cosas que más me gusta es cuando la familia está en casa
para las festividades. Y una familia extra siempre es bienvenida."
"Gracias por eso".
Todos los hombres entraron llevando el resto de los comestibles, así
que ella se apartó del camino mientras todo se guardaba en cuestión
de minutos.
Aubry había sacado la limonada del refrigerador y llenó los vasos.
"¿Limonada?" le preguntó.
"Me encantaría un poco".
En los siguientes minutos, la puerta principal se abrió y también conoció
a la sorprendente Katrina, la prometida de Grant, junto con sus
hermanos menores, Anya y Leo. Entonces aparecieron los tres
hermanos de Easton, junto con sus esposas, y ella se sintió abrumada
por la gente. Sin embargo, Flynn debió sentir su inquietud. Mientras
ella se sentaba en el comedor conociendo a todo el mundo, él se sentó
junto a ella frotándole la espalda. Ella se alegró de que él no fuera
tímido para acercarse a ella delante de su familia.
"¿Cómo va el restaurante, Flynn?", preguntó su madre.
"Genial, en realidad. Amelia cuida muy bien de los clientes".
Se calentó con el cumplido. "¿Mencionó Flynn que preparó un plato de
su autoría para el restaurante?"
Lydia lo miró. "No lo hizo. Cuéntanoslo."
Flynn explicó el plato que había creado, y Amelia estaba feliz de que el
foco estuviera fuera de ella y en Flynn, como debía ser.
"Así que ahora eres el chef de la familia, ¿eh?" Easton preguntó. "Y
todo este tiempo pensé que era tu madre".
"Oh, todavía es mamá", dijo Flynn. "Siempre lo será. Nunca habría
aprendido a cocinar si no fuera por ella".
"Mamá siempre será la mejor", dijo Grant.
"No creo que hablaremos de mi cocina cuando tenemos una chef
profesional entre nosotros", dijo Lydia, sonriendo a Amelia.
"La cocina casera para tu familia siempre supera a la comida de
restaurante", dijo Amelia.
"Me alegro de que pienses eso. Ahora no me sentiré tan presionada
para hacer comidas de cinco estrellas todo el tiempo que estés aquí."
Amelia se río. "Ni siquiera yo hago comidas de cinco estrellas, Lydia.
Por favor, no te sientas presionada sólo porque cocinar es mi trabajo.
Tengo muchas ganas de pasar tiempo con tu familia. Y, por supuesto,
estaría encantada de ayudar con la cocina."
"Estaré encantada de dejarte ayudar con la cocina."
"Esa es nuestra madre", dijo Mia. "Siempre dispuesta a acorralar los
cuerpos para ayudar a rebanar y cortar en la cocina".
Amelia se río. "Siempre estoy en la cocina. Aunque trabajo en un
restaurante, cuando estoy en casa, suelo probar nuevas recetas. Así
que confía en mí cuando te digo que estaré encantada de pasar el rato
en la cocina contigo."
Lydia miró a Flynn. "Me gusta".
Los labios de Flynn se levantaron. "Sabía que lo harías".
No pasó mucho tiempo antes de que Lydia se levantara y se trasladara
a la cocina. Mia la siguió, al igual que Aubry, Harmony, Katrina y Anya,
así que Amelia naturalmente se fue con ellos. Lydia comenzó a sacar
cosas del refrigerador, y sin saber qué iban a preparar, Amelia se
zambulló para ayudar.
Entonces fue una mezcla de cocina y conversación. Amelia se sintió en
casa hablando con las mujeres mientras cortaba cebollas y tomates
mientras conversaba sobre la residencia médica de Aubry, la firma de
diseño de interiores de Harmony y la carrera de modelo de Katrina. Era
a partes iguales bizarro y absolutamente fascinante, pero disfrutó cada
momento de preparar la cena con esta familia única. Eventualmente
algunos de los chicos se abrieron camino en la cocina, incluyendo a
Flynn, quien creó un aliño para las costillas y las llevó a la parrilla.
"¿Cómo decidiste convertirte en chef, Amelia?" Lydia le preguntó.
Pasó un tiempo explicando su amor por la comida y sus antecedentes
a Lydia y al resto de las mujeres.
"Mi plan es ir a la escuela culinaria y convertirme en chef", dijo Anya.
"Primero tengo que conseguir mi título universitario, porque Katrina y
Grant no me permiten hacerlo de otra manera."
"Tienes razón", dijo Katrina.
Amelia se río y asintió con la cabeza. "Es el camino inteligente a seguir,
Anya. Y estaré encantada de recomendarte algunas maravillosas
escuelas de cocina si quieres."
"Definitivamente me gustaría eso."
Había encontrado un espíritu afín en la joven Anya, que estaba en su
primer año de universidad. Obviamente Grant y Katrina estaban
cuidando a los hermanos de Katrina de la mejor manera.
Terminó trabajando codo con codo con Anya. Juntas, hicieron salsa y
guacamole, junto con humus y frijoles para acompañar las costillas.
Lydia también hizo ensaladas de papa y verduras. Había una ensalada
Caprese, y Mia había preparado mazorcas de maíz para que los chicos
las asaran en la parrilla. Amelia también había encontrado tiempo para
preparar un postre.
Para cuando la cena estuvo lista, su estómago estaba carcomiendo el
hambre. Katrina había horneado pan y Amelia estaba lista para
desgarrar la comida. Aubry había hecho margaritas, y Harmony había
exprimido limones para otra ronda de limonada y rodajas de limón para
acompañar las margaritas. Lidia había abierto un poco de vino, los
chicos tomaron cervezas, y la comida en la mesa del comedor era para
morirse.
Amelia tenía una margarita en la mano y ya había tomado algunos
sorbos. Estaba deliciosa.
"Comamos todos", dijo Lydia después de que Easton colocara un
enorme plato de costillas en el centro de la mesa.
La cena era ruidosa, con varias conversaciones a la vez. Flynn puso
su mano en la parte baja de su espalda.
"¿Todo va bien?", preguntó, con la voz baja para que sólo ella pudiera
oírlo.
Ella le sonrió. "Está perfecto. Tienes una familia increíble".
Sonrió. "Gracias. Yo también lo creo."
La comida era maravillosa. Amelia probó un poco de todo, y todo
estaba delicioso. Para cuando terminaron, estaba llena.
"Amelia hizo el postre", dijo Lydia.
Flynn la miró y levantó una ceja.
"Nada elegante. Sólo un pastel de frambuesa y ricotta y un pastel de
manzana".
"¿Mientras estábamos fuera cocinando hiciste dos postres?" preguntó.
"Te dije que no eran elegantes".
"No me importa si son elegantes o no", dijo Easton. "Ambos suenan
bien. Vamos tras ellos".
"Entonces supongo que será mejor que despejen la cena para que
podamos comer el postre", dijo Lydia.
Los chicos limpiaron la mesa, y Amelia fue a la cocina a traer los
postres, mientras Anya y Leo trajeron platos y utensilios.
"Yo también hice café", dijo Lydia, "para quien quiera".
Todos se sentaron y cortaron los postres y los repartieron. Amelia
estaba demasiado llena para comer, pero se sirvió otra margarita y
esperó el veredicto.
"Maldita sea, mujer", dijo Easton después de probar el pastel de
manzana. "Esto está bueno".
" Le diré", dijo su hermano Elijah. "Me encantan las frambuesas, y este
pastel está muy bueno".
A todos les encantaron los postres, lo que la hizo feliz.
"Este pastel de frambuesa es delicioso, Amelia", dijo Lydia. "Tendrás
que compartir tu receta conmigo".
No pudo contener su sonrisa. "Definitivamente lo haré".
"Te pondré a hacer pasteles mañana, Amelia", dijo Lydia. "¿Cómo te
va con el pastel de nuez?"
Amelia se río. "Definitivamente puedo manejar los pasteles. Y la nuez
es mi especialidad. O lo será para mañana".
Lydia sonrió y asintió con la cabeza. "Justo lo que necesitaba oír".
"Oh, hagamos un pastel de cereza también, Amelia", dijo Anya. "Me
encantan los pasteles de cereza".
" A mí también, Anya", dijo Amelia.
"No te olvides de la calabaza o no será el día de Acción de Gracias."
Flynn le disparó a Amelia una sonrisa esperanzadora.
"La tarta de calabaza es su debilidad", dijo Barrett. "Se comerá un
pastel de calabaza entero él solo".
"Sí, lo haré, así que ni siquiera pienses en robar una rebanada."
"No tengo intención de hacerlo ahora que Anya sugirió el pastel de
cereza".
A Amelia le encantaban las conversaciones sobre comida, e hizo notas
mentales sobre algunos de los favoritos de Flynn.
Cuando todos terminaron el postre, se sorprendió cuando todos los
chicos se levantaron para limpiar la cocina, dejando a las mujeres
saborear su café y bebidas en el comedor.
"Los tienes bien entrenados, Lydia", dijo Amelia.
Se encogió de hombros y sorbió su café. "Durante un tiempo yo cociné
todo. Luego decidí que, si iba a cocinar para estas hordas de hombres,
ellos iban a hacer la limpieza. Para ser honesta, no tengo ninguna
queja. Y después de un tiempo los chicos quisieron aprender a cocinar,
así que para algunas comidas todos cocinamos juntos y compartimos
la limpieza. Pero aun así yo cociné la mayor parte de la comida".
"Flynn es un muy buen cocinero", dijo Amelia.
Los labios de Lydia se levantaron. "Estoy muy feliz de escuchar eso".
"Tucker también se defiende en la cocina", dijo Aubry.
"Barrett tampoco se queda atrás", dijo Harmony.
"Grant también cocina", dijo Katrina. "Cuando Anya y yo lo dejamos
entrar ahí".
Lydia se río. "Sí, me imagino que es una batalla con ustedes dos siendo
tan buenas cocineras."
"Anya es mucho mejor que yo, y honestamente, es más amable al dejar
que Grant cocine con ella."
Anya sonrió. "Grant no es malo como asistente. Al menos no quema el
arroz."
"Echamos de menos tu cocina ahora que estás en la universidad", dijo
Katrina.
Anya sonrió. "Oh, pero mis compañeros de cuarto me aman".
"Esa es la mejor parte de ser una gran cocinera", dijo Amelia. "Eres
muy popular en la universidad".
Anya asintió. "Lo descubrí muy rápido, especialmente entre la gente
del microondas y el Top-Ramen".
Amelia se río. "Sí, recuerdo muy bien esos días. No des ninguna
receta".
"Oye, no soy estúpida. Ya he conseguido entradas para conciertos y
notas de estudio de historia a cambio de mis increíbles habilidades
culinarias".
"Esa es mi hermana inteligente", dijo Katrina con un guiño.
Después de un rato Lydia interrumpió la fiesta, diciendo que estaba
cansada y se iba a la cama. Resultó que Amelia y Flynn se alojarían en
la casa de huéspedes de la carretera, para darles algo de privacidad,
ya que eran una pareja nueva.
Fue muy dulce y mientras Flynn llevaba su equipaje a la cabaña,
Amelia estaba asombrada de lo que Lydia consideraba una "cabaña".
Esta era una casa, y una bastante grande.
"¿No deberían Grant, Katrina y los niños quedarse aquí?" Amelia
preguntó. "Es enorme".
"No es tan grande como la otra casa de la propiedad", dijo él mientras
ella lo seguía por el pasillo hasta el dormitorio principal. "Grant y Katrina
se están quedando en esa casa."
Parpadeó. "¿Hay otra casa?"
Encendió la luz y se volvió hacia ella con una sonrisa. "Hay unas
cuantas. Mis padres tienen mucha tierra".
" Wow." No tenía el concepto de poseer tanta tierra que se pudieran
construir varias casas en ella. "Eso es algo asombroso".
"Sí. Esta casa está en el lado más pequeño. Sólo dos dormitorios."
Se río. "Bien. Sólo dos habitaciones. Y sobre... ¿qué? Mil quinientos
pies cuadrados, supongo."
"Mil seiscientos. Con un sofá plegable en la sala de estar para invitados
adicionales. Eres bastante buena."
"Gracias. Este dormitorio es encantador. Y una cama de matrimonio,
también."
"Sí, siempre hay mucho espacio para que uno de los grandes se
enrolle".
Se acercó a él y lo rodeó con sus brazos. "O uno de ustedes, grandes
tipos, con un acompañante".
Se volvió hacia ella y le enmarcó la cara, rozando sus labios con los de
ella. "Definitivamente eso. ¿Quieres algo de beber? Mamá sin duda ha
llenado el refrigerador."
"Creo que estoy tan llena que podría explotar si como o bebo cualquier
otra cosa. Así que estoy bien por ahora."
"Probablemente necesites un paseo".
"Eso suena increíble. Me encantaría."
Le tomó la mano y se dirigieron a la puerta principal. Era muy remoto
aquí, sin luces, nada como vivir en la ciudad. Ella miró hacia arriba y
vio lo que pensó que eran un millón de estrellas en el claro cielo
nocturno, así que tiró de la mano de Flynn para detenerlo.
"Mira todas esas estrellas".
"Oh. Cierto. Olvidé que estás acostumbrada a vivir en la ciudad. Es
bastante sorprendente, ¿no?"
"Es increíble. ¿Tenías esto todas las noches?"
"Cada noche clara, sí. Mis hermanos, Mia y yo nos tumbábamos en el
suelo y veíamos las constelaciones. Luego discutíamos sobre cuál de
los dos tenía razón".
Ella apartó su mirada del impresionante cielo para mirarlo. "¿Cuál de
ustedes normalmente tenía razón?"
"Mia. Pero no le digas que he dicho eso".
Se río. "Oh, así que es un secreto, ¿eh? ¿Cuánto vale para ti que lo
guarde?"
La agarró por la cintura y la arrastró contra él. "¿Venderías mis
secretos?"
"Tal vez. Depende de lo que estés dispuesto a sacrificar para comprar
mi silencio".
Él se frotó contra ella, y ella sintió que se ponía duro. "Tengo algo que
puede interesarte".
Ella presionó sus manos contra su pecho. "Estoy intrigada. Continúa."
Miró a su alrededor, luego tomó su mano y la llevó más lejos por el
camino. El camino se curvó lejos de la casa, y de repente estaba muy
oscuro. Todo lo que ella pudo ver fue a Flynn y el cielo nocturno. Como
no había mucha luna, sólo podía ver las formas de los árboles. Inhaló
y captó el olor del heno, y oyó el ganado a lo lejos. Pero por lo demás,
no tenía ni idea de lo que había ahí fuera.
Hasta que Flynn la empujó contra un poste de la valla de madera y la
presionó. Antes de que pudiera decir algo, su boca estaba sobre la de
ella, dura y apasionada. Se perdió en el beso, en el sabor salvaje y
hambriento de sus labios moviéndose sobre los de ella.
Sus manos vagaban por su cuerpo, deslizándose a lo largo de su caja
torácica y sobre sus pechos. Por un breve momento se preguntó sobre
la posibilidad de que alguien pasara y los viera, pero ese momento se
perdió cuando sus dedos rozaron su pezón. Un choque de brutal placer
la hizo jadear mientras una ráfaga de sensaciones la atravesaba. Sabía
que Flynn no la pondría en una posición embarazosa con su familia,
así que se concentró en el placer nebuloso.
Movió su mano a lo largo de su abdomen y bajó sus dedos para
sumergirlos en la cintura de sus pantalones. Ondas de sensación se
enroscaron a lo largo de sus terminaciones nerviosas y ella gimió
contra su boca.
"Flynn".
Se echó hacia atrás y la miró, sus dedos se burlaban de su sexo. "Me
gusta la forma en que dices mi nombre cuando estás toda caliente y
perturbada. Quiero oírte gemir mi nombre cuando te haga venir".
Parte de ella quería objetar. Estaban aquí en medio de... Bueno, en
realidad no tenía ni idea de dónde estaban.
"No hay nadie aquí, ¿verdad?"
Pasó sus dedos por su clítoris y ella le mordió el gemido del que
hablaba.
"Nena, nadie va a venir. Excepto tú. Estás toda caliente y mojada bajo
mis dedos. Sólo relájate y déjame acariciarte".
La besó de nuevo mientras sus expertos dedos hacían un baile mágico
sobre su sexo. Ella jadeó mientras él deslizaba un dedo en ella.
"¿Sientes eso?" murmuró contra su boca. "Tu coño, agarrando mi
dedo. Estás tan apretada, tan caliente. Desearía estar dentro de ti
ahora mismo."
Ella se estaba deshaciendo, vencida por el calor y el placer de las
manos y los dedos de Flynn mientras él la bombeaba y la movía
mientras le frotaba el clítoris con el pulgar. Se estaba ahogando aquí
mismo, en la naturaleza, con nada más que Flynn como su salvavidas.
Y cuando se vino, fue su nombre el que se derramó de sus labios
mientras ella temblaba y lo alcanzaba.
"Eso es, nena. Déjame tenerlo todo."
Estaba navegando en un mar loco de increíbles sensaciones. Se perdió
en el momento, arqueando su coño contra su mano, dejándole tomar
el control mientras la persuadía sobre la ola de su orgasmo.
Cuando él levantó su mano de sus pantalones, ella apoyó su cabeza
en su hombro para poder recuperar el aliento.
"Eso estuvo bien", dijo.
"Definitivamente fue bueno para mí". Ella levantó su cabeza y presionó
sus labios contra los de él. "Gracias".
Profundizó el beso, envolviéndola con un brazo para acercarla. Su
erección golpeó su cadera y ella se dio cuenta de lo necesitado que
debe estar. Y al besarlo aumentó su deseo por él de nuevo. Pero ahora
quería estar desnuda para poder tocarlo y sentirlo dentro de ella.
Se echó hacia atrás y alisó sus manos en su pecho, sobre su
estómago, y se burló de sus dedos sobre su erección. "¿Qué tal si
damos un paseo de vuelta a la casa?"
"Gran idea. Sólo corramos, no paseemos".
Ella sonrió y tomó su mano, y caminaron enérgicamente de vuelta a la
casa. Cuando entraron, Flynn cerró y cerró la puerta, apagó la luz del
porche y se volvió hacia ella.
"Sólo para asegurarme de que nadie de mi familia venga a visitarme".
Sus ojos se abrieron de par en par. "Me dijiste que nadie vendría."
"Nadie iba a hacerlo. Estaba bastante seguro."
Puso los ojos en blanco. "Flynn".
Alisó sus manos en los brazos de ella. "Oye, te viniste, y nadie nos vio.
No te preocupes."
"Bueno, no estaba preocupada entonces, pero ahora sí. No más sexo
al aire libre".
"Oh, pero ni siquiera te he mostrado mi lugar secreto."
Se río y sacudió la cabeza. "No voy a caer en eso. No creo que ni
siquiera tengas un lugar secreto."
Había empezado a caminar hacia atrás, por el pasillo hacia el
dormitorio.
"Tengo muchos lugares secretos en esta propiedad. Créeme, nadie
nos encontraría nunca."
"Uh-huh. Creo que sólo quieres desnudarme en el césped en algún
lugar".
"Podríamos hacerlo afuera ahora mismo, bajo las estrellas. ¿Alguna
vez has tenido sexo bajo las estrellas, Amelia?"
Habían logrado atravesar la puerta y Flynn se acercó, poniendo sus
manos en las caderas de ella para guiarla hacia la cama. Cuando la
parte trasera de sus rodillas golpeó el colchón, la empujó sobre la cama
y se subió tras ella, tirando de ella encima de él.
"No, nunca he tenido sexo bajo las estrellas. O en el exterior."
Sus ojos brillaban ardientes de deseo. "Te lo estás perdiendo".
"¿Lo estoy? ¿O terminaré con picaduras de mosquitos en mi trasero?"
La subió el top por encima de su cabeza, descartándolo, luego
desenganchó su sostén, deslizando las tiras por sus brazos.
"Oh, vamos. ¿Dónde está tu sentido de la aventura? Además, es
noviembre. Todos los mosquitos se han ido por la temporada."
"Primero, no te creo lo de los mosquitos. Segundo, tengo un gran
sentido de la aventura. Sólo estoy un poco insegura sobre las
picaduras de mosquitos en mi trasero".
Le tocó el culo y le apretó. "Prometo cuidar muy tiernamente de tu
finísimo trasero".
Ella se estremeció contra él y él gimió. "¿Promesa?"
"Sí. Ahora desnúdate y desliza ese dulce coño sobre mí."
Ella tembló ante el tono áspero y necesitado de su voz. Se deslizó de
él sólo lo suficiente para quitarse el resto de su ropa. Flynn hizo lo
mismo y cuando se subió de nuevo a él, estaba desnudo, con un
condón en la mano.
"¿Y de dónde salió eso?"
"¿Mi verga o el condón?"
Ella se río y le quitó el paquete de condones, agitándolo de un lado a
otro. "Esto".
"Mi bolsillo. Lo saqué del equipaje antes."
"¿No eres muy inteligente?" Ella arrancó el envoltorio y deslizó el
condón sobre su verga, observando la forma en que sus ojos se
oscurecían mientras ella agarraba la base de su eje mientras aplicaba
el condón.
"Me gusta que me pongas las manos encima, Amelia. Ahora desliza tu
coño caliente sobre mí y haznos venir a los dos".
Se subió a horcajadas en sus muslos y se abalanzó sobre su verga,
burlándose de ambos tomándose su tiempo. El calor y la longitud de él
se sentían como un dulce acero caliente que se espesaba dentro de
ella. Ella clavó sus uñas en su pecho y él siseó.
"Sí, nena, es así de bueno para mí también". Se arqueó, llenándola con
su deliciosa verga, haciendo que se le pusiera la piel de gallina. Ella
raspó sus uñas a lo largo de su pecho, burlándose de sus pezones con
la punta de sus dedos.
Luego se balanceó hacia atrás y adelante contra él, dándose a sí
misma la fricción que necesitaba. Él la agarró de las caderas y la
arrastró hacia adelante, enviando disparos de puro placer a través de
ella. Cuando ella se inclinó para besarlo, él enredó sus dedos en su
pelo, enrollando los mechones alrededor de su mano para tirar de ella
mientras intensificaba el beso.
Todo fue demasiado. Se vino con un gemido estrangulado. En
respuesta, él gimió contra sus labios, metió sus dedos en sus caderas
y la penetró, llevando su clímax a nuevas alturas mientras la penetraba
con fuerza y rapidez al venirse.
Ella se quedó allí un rato, su cuerpo se separó del de él en lo que
parecía un estupor de ebriedad. Flynn dibujó círculos perezosos sobre
su espalda y nalgas y estaba segura de que si se quedaban así toda la
noche estaría perfectamente contenta.
Pero finalmente se bajó de él y se dirigieron al baño. Miró fijamente el
lavabo y lo miró.
"Ni siquiera hemos desempacado todavía. Necesito lavarme los
dientes".
Sus labios se curvaron en una sonrisa sexy. "Estábamos ocupados
haciendo otras cosas y supongo que olvidamos esa parte. Iré a traer el
equipaje".
Se dio la vuelta y apoyó su cadera contra el lavabo. "Bien".
Se sentía felizmente relajada. Considerando lo reprimida y ansiosa que
estuvo esta mañana, se dio cuenta de que no tenía nada de qué
preocuparse.
Este iba a ser un gran viaje.
VEINTICINCO.

Una de las partes favoritas de Flynn de estar en casa era pasar el rato
con su padre, sus tíos y sus hermanos. En algún momento habría un
partido de fútbol, típicamente comenzado en uno de los campos, y
siempre involucrando fanfarronería exagerada, muchas tonterías y
ocasionalmente una apuesta sobre quién ganaría.
Flynn sabía que era el mejor y lo había demostrado a menudo. Bien,
su padre había sido el mejor y nadie lo discutía. Papá no era tan joven
como solía ser, pero aún podía lanzar un maldito balón de fútbol como
si tuviera veinticinco años, con su brazo cohete y su precisión
milimétrica. Y ninguno de ellos se atrevería a intentar taclearle o se le
asignaría alguna tarea atroz, como limpiar el establo de los caballos.
Definitivamente no valía la pena.
Amelia quería levantarse temprano esta mañana, diciendo que había
hecho planes con todas las mujeres para empezar a cocinar, lo que le
había venido muy bien a Flynn ya que siempre disfrutaba haciendo
ejercicio temprano. Bebió un gran vaso de jugo de naranja, luego le
dejó a Amelia las llaves de la camioneta, le dio un beso y salió a correr.
No le importaba correr en el gimnasio o en las instalaciones del equipo,
pero no había nada como estar en casa y tener la libertad de vagar por
los caminos de tierra del rancho Cassidy. El sol era un punto nebuloso
a través de la niebla de la mañana que había cubierto el rancho durante
la noche. El frío en el aire se sentía bien, especialmente cuando
aceleraba su ritmo. No le importaba la niebla. Conocía esta tierra y
cada curva del camino. Lo había recorrido con sus hermanos y su
hermana durante años, así que sabía cuándo dar la vuelta. Podía
hacerlo con los ojos cerrados.
Se sentía muy bien estar en casa. Sin sonidos de la ciudad, sin bocinas,
sin nadie jadeando y resoplando a su lado en la cinta de correr. Sólo
Flynn y sus propios pensamientos. Sus pensamientos ahora mismo
estaban en casa, la familia y quemando todas las calorías que iba a
comer hoy.
Sonrió y se sumergió con más fuerza, viendo la niebla esparcirse por
una pradera verde. Sí, este era su objetivo. Algún día sería dueño de
una tierra como esta. Cuando se retirara y no jugara más, criaría a sus
hijos en un lugar donde pudieran vagar por kilómetros y no tuvieran
miedo de correr a la calle.
Le había encantado su infancia, y quería lo mismo para sus hijos.
Sus hijos imaginarios ahora mismo.
Giró a la izquierda y tomó el camino de vuelta hacia la casa principal,
reduciendo su ritmo cuando se alejó media milla. El último cuarto de
milla lo hizo al caminar para que su ritmo cardíaco volviera a la
normalidad. Barrett estaba sentado afuera con una taza de café cuando
subió las escaleras del porche.
"Te he echado de menos en mi carrera esta mañana".
Barrett levantó una ceja. "Debes haberte levantado más tarde que yo.
Yo me levanté a las cuatro y media".
" Tonterías. Estabas durmiendo a las cuatro y media."
Barrett tomó un sorbo de su café. "Supongo que nunca lo sabrás,
¿verdad?"
Flynn se río y entró. Todos estaban reunidos en la cocina, lo cual era
típico. No sabía cómo su madre manejaba la cocina con un cuarto lleno
de gente, pero nunca pareció molestarla. Por otra parte, ella solía poner
a la gente a trabajar si estaban allí, así que tal vez todo eso era parte
de su plan.
Una mujer inteligente.
Amelia estaba ocupada en la estufa volteando el tocino. Levantó la
cabeza cuando él se acercó. Él rozó sus labios con los de ella y ella
sonrió.
"Estás todo sudado. ¿Cómo fue tu recorrido?"
"Grandioso. Me vendría bien una bebida".
"Hay una jarra de agua helada con limón en la mesa del comedor", dijo
su madre, dándole una palmadita en la espalda. Luego se frotó los
dedos. "Estás sudando. Ve al baño y lávate. Y cámbiate la camiseta
empapada antes de sentarte a desayunar".
"Sí, señora".
Sintiéndose bien, subió las escaleras de dos en dos, para llegar al
segundo piso donde estaba el dormitorio de sus padres. Se lavó en su
baño, luego entró en su armario, donde agarró una de las viejas
camisetas de su padre de Green Bay para ponérsela. Sabía que a su
padre no le importaría.
Cuando bajó las escaleras, su padre sonrió. "Buena elección".
"Sabía que lo pensarías." Se sirvió un vaso de agua y lo escurrió en
unos pocos tragos. Rellenó el vaso y se dirigió al comedor, sorbiendo
esta vez.
"¿Buena carrera hoy?"
Se volvió para encontrar al hermano adolescente de Katrina, Leo. "Sí".
Leo había rellenado mucho desde que Flynn lo conoció. Era un
estudiante de secundaria ahora, y una estrella en su equipo de fútbol.
Había ganado medio pie de altura y cerca de cincuenta libras de
músculo. Con su pelo castaño oscuro y sus ojos azules, el chico era un
verdadero asesino de mujeres. Y por lo que Grant le había dicho,
también era un buen jugador de fútbol.
"¿Qué tal el fútbol esta temporada?"
Leo sonrió. "Bien. Muy bien. Logramos el estado".
"Es una gran noticia. ¿Tienes mucho tiempo de juego?"
"Cada juego".
Flynn vio el orgullo en los ojos de Leo cuando dijo eso. Estaba muy feliz
por el chico.
Hablaron de estadísticas durante un tiempo. Flynn estaba
impresionado con las habilidades de Leo como receptor,
especialmente porque Leo no había jugado fútbol hasta su primer año
de secundaria. Pero con la orientación de Grant, Flynn no tenía dudas
de que al chico le iría bien.
"Bien, todos", dijo su madre, "tomen sus platos y empiecen a llenarlos.
El desayuno está listo".
"No sé tú", le dijo Flynn a Leo, "pero yo me muero de hambre, así que
mejor que me ganes en la línea o me llevaré todo el tocino".
Leo sonrió. "Eres más viejo y más lento que yo. No es posible."
Flynn se río. Cuando Leo conoció a la familia, había sido un poco
tímido. Era genial verlo tan audaz y confiado ahora. Se estaba
convirtiendo rápidamente en un miembro de la familia Cassidy.
A pesar de sus alardes a Leo, Flynn se reunió con Amelia y esperó a
que sus mayores se sirvieran primero. Luego se pusieron en fila detrás
de Grant y su familia.
El desayuno era una comida completa, como era típico en un rancho.
Tenían huevos, tocino, salchichas, papas fritas, ensalada de frutas,
avena, tostadas y galletas y salsa, junto con café, leche y tres tipos de
jugo, todo recién exprimido. Era más un buffet que un desayuno.
"Voy a tener combustible para el resto del día cuando termine de
desayunar", dijo Amelia.
Flynn sonrió. "Mamá está acostumbrada a cocinar para mi padre y tíos
y varios peones de rancho, que a menudo no se detienen a almorzar.
El desayuno es siempre una gran cosa. Además, todos estarán
ocupados cocinando la cena de Acción de Gracias hoy. Así que el
almuerzo será ligero".
Amelia asintió. "Lydia ya tiene el pavo en el horno. Es genial que tenga
el horno doble, así que después del desayuno empezaré con los
pasteles. Una vez que el pavo esté listo, podemos trabajar en algunos
de los lados".
Se inclinó y rozó sus labios contra su oreja. "Me muero de ganas de
probar lo que has cocinado".
"Lo que hemos cocinado. Hoy va a ser un esfuerzo conjunto".
Se acomodaron en la mesa y Flynn se metió en su comida. Siempre
estaba muy hambriento después de correr, así que comía mucho.
Por otra parte, también lo hacían sus hermanos. Sus platos estaban
apilados tan altos como los suyos, así que no se sentía mal por esos
cuatro trozos de tocino. Y dos salchichas. Y todos esos huevos.
"¿Cómo alimentaste a todos estos chicos cuando estaban creciendo,
Lydia?" Preguntó Amelia, con los ojos bien abiertos mientras
inspeccionaba los platos de Flynn y sus hermanos.
Su madre se río. "Fue un desafío. Tuvimos mucha suerte de poder
permitirnos cuatro chicos hambrientos y en crecimiento. Y Mia tampoco
se quedó atrás en el departamento de comida".
Mia se encogió de hombros. "No soy nada si no soy competitiva. Por
supuesto que eso significaba que también tenía que salir y correr con
estas bestias para quemarlo todo."
"Si Lydia no hubiera tenido un trabajo como abogada y yo no hubiera
jugado al fútbol profesional, probablemente habríamos tenido que
empezar a vender niños sólo para pagar la hipoteca", dijo Easton, y
luego le guiñó un ojo a Amelia.
Ella se río. "Estoy haciendo una nota mental para no tener más de dos
hijos".
"Easton y yo pensamos que sólo tendríamos dos hijos", dijo Lydia.
"Luego, después de Flynn y Grant, vinieron los gemelos. Fueron una
sorpresa".
"Y qué sorpresa tan increíble fuimos", dijo Tucker con una sonrisa.
"Demonios, sí que lo fuimos".
Tucker y Barrett chocan los cinco.
Mia puso los ojos en blanco.
"Oh, claro", dijo Flynn. "Estaba bien por mí mismo. Luego tuve que lidiar
con Grant. Pensé, vale, puedo manejarlo. Entonces mamá llega a casa
del hospital con dos bebés, ambos niños. Dios, fue horrible".
Amelia se río. " Pobrecito".
La miró. "Ni siquiera sabes lo horrible que fue. Como una pesadilla".
"Uh-huh. Estoy segura de que lo fue".
"Y tú querías una niña", le dijo su padre a su madre, "así que lo
intentamos una vez más".
"Y estaba convencida de que mamá iba a tener otro niño", dijo Flynn.
"Creo que en ese momento todos estábamos seguros de que iba a ser
un niño", dijo Grant, y luego miró a Mia. "Y entonces apareciste tú y lo
arruinaste todo."
Mia se río. "No, finalmente les di a mamá y papá lo que realmente
querían después de esos primeros cuatro esfuerzos desperdiciados."
Ella sonrió.
Amelia se río. "Menudo puñado, esta familia".
"Oh, Amelia, no tienes ni idea." Lydia le lanzó una sonrisa irónica a
Amelia. "Pero cada uno de estos chicos ha valido la pena. Hemos
tenido una vida increíble y feliz".
Escuchar a su madre decir que eso significaba todo para Flynn. Amaba
a sus padres, y sabía los sacrificios que habían hecho, especialmente
su madre, para criar cinco hijos. Claro, su padre se había ganado bien
la vida como mariscal de campo, y su madre lo había hecho
excepcionalmente bien como abogada. Pero cuando decidieron
comprar el rancho, su madre había abandonado su carrera, eligiendo
dedicar su tiempo a criarlos a todos.
"Mamá, no sé si alguna vez te he dicho cuánto aprecio que hayas
sacrificado tu carrera para criarnos", dijo Flynn.
Su madre ladeó la cabeza. "Nunca fue un sacrificio, Flynn. Fue una
elección. No renuncié a nada".
"Bueno, gracias. Porque todos nos beneficiamos de ello".
Se levantó y se acercó a la mesa, rodeó a Flynn con sus brazos y le
besó la mejilla. "Gracias. Eso significa mucho."
"Claro, di lo bueno", dijo Tucker. "Ahora todos vamos a tener que
abrazarla".
"Sí, y lo siguiente que sabes es que habrá un abrazo de grupo", dijo
Barrett.
Mia hizo una mueca. "No el abrazo grupal de la familia Cassidy. Odio
esos."
Su madre se río. "Todos ustedes terminen sus desayunos. Podemos
abrazarnos en grupo más tarde."
"Gracias a Dios por eso", dijo Mia. "Porque soy más baja que todos
ustedes y siempre me quedo atascada en medio de esos abrazos
grupales. Es como ser aplastado por osos".
Cuanto más tiempo pasaba con los Cassidy, más deseaba Amelia
haber crecido con sus hermanos. Por supuesto, su madre apenas
sabía qué hacer con ella, y mucho menos con más de un hijo. La
carrera había sido todo para su madre. Tenía poco interés en criar una
hija. Si Amelia no hubiera tenido a su padre cerca, no habría tenido
mucha crianza. O ningún amor.
La muerte de su padre había dejado un agujero gigante en el frente de
la paternidad. Estar aquí llenaba un pozo que Amelia no se había dado
cuenta que se había sentido tan vacío en los últimos diez años desde
que su padre murió. Y tenía la intención de dejar que ese pozo se
llenara de amor y risas mientras estuviera aquí.
También estaba llenando el pozo de su estómago, y tenía miedo de
que su ropa no le quedara bien para cuando se fuera. Era bueno que
sólo estuvieran aquí un par de días. Si comía así todo el tiempo, tenía
que levantarse por las mañanas y empezar a correr con Flynn, y no era
una corredora.
Una vez terminado el desayuno, todos llevaron sus platos a la cocina y
los chicos limpiaron. Ella no podía acostumbrarse a ver eso, pero tenía
que admitir que disfrutaba viendo a Flynn, sus hermanos, su padre y
sus tíos lavar los platos y limpiar la cocina. Hizo una nota mental para
entrenar a sus hijos, si es que tenía, sobre cómo limpiar la cocina y
lavar los platos. Era un rasgo muy admirable.
"Es divertido verlos, ¿no?" Aubry preguntó mientras ella se acercaba a
Amelia.
"Es algo que no se ve todos los días. Algo que yo no veo todos los días,
de todos modos".
"Oh, vamos", dijo Mia mientras se acercaba para apoyarse en el
mostrador del otro lado de Amelia. "Eres un chef principal.
Seguramente empleas personal masculino que lavan los platos."
"Eso es diferente. En mi mundo personal, esto es único. He salido con
hombres, me casé con uno que nunca puso un pie en la cocina, ni para
cocinar ni para limpiar".
Mia le echó una mirada de sorpresa. "¿En serio?"
"Sí. Supongo que algunos hombres siguen casados con los roles de
género tradicionales."
"Supongo que sí".
"Esos hombres no se encuentran en esta cocina, obviamente", dijo
Harmony. "Y por mi parte estoy muy agradecida por ello. Barrett está
más que dispuesto a lavar los platos, lavar la ropa y cocinar una
comida".
Aubry asintió. "Mi agenda está siempre tan desordenada que no es
como si estuviera en casa a las cinco de la tarde todas las noches. Y
no tengo que preocuparme de que se muera de hambre, porque Tucker
sabe cómo prepararse una comida. Y a menudo vuelvo a casa después
de trabajar un turno infernalmente largo en el hospital y él ha preparado
algo y lo ha dejado en la nevera para que yo lo caliente".
"Aww, eso es muy dulce", dijo Amelia.
"Realmente lo es".
"Me hace apreciar mucho más a Flynn porque pasa mucho tiempo no
sólo en su cocina, sino que nunca tiene problemas para mezclarse en
la mía, incluyendo la parte de la limpieza."
Aubry sonrió. "Eso es genial".
"Si todas ustedes van a seguir siendo poéticas sobre mis hermanos,
voy a perder mi desayuno", dijo Mia. "Ya basta".
Amelia se río. "Lo siento".
"Son un poco atípicos", dijo Harmony.
"Más bien como atípicos", dijo Mia. "Pero esa es mi perspectiva porque
crecí con ellos. Los he visto hacer chistes sobre culos y enfermedades
y los he visto meterse por la nariz cosas que no quieres saber".
Amelia miró a Aubry y a Harmony. "Eso hace que Flynn me parezca
mucho menos atractivo".
Harmony hizo una mueca. "Voy a tener que romper con Barrett e irme
a casa".
Aubry asintió. "De acuerdo. Voy a cancelar la boda ahora mismo."
La mirada de Tucker se elevó desde donde estaba parado en el
fregadero. "Espera. ¿Qué acabas de decir?"
Aubry se río. "Tiene muy buen oído". Ella miró a Tucker. "Sólo
bromeaba, nene".
"Será mejor que lo hagas. Nos vamos a casar y no vas a cambiar de
opinión." Tucker escaneó su grupo. "Y deja de hablar con Mia".
"Sabe que conozco todos sus secretos". Mia asintió con la cabeza y le
disparó a Tucker con una sonrisa de complicidad. "Todos lo saben.
Debería empezar a pedir dinero".
"Realmente deberías", dijo Amelia. "Podrías amasar una pequeña
fortuna".
"Podría ser un negocio secundario increíble. O la fuente de mis futuros
esfuerzos. Podría llamarlo el Fondo de Extorsión de Mia".
Aubry sonrió. "Me encanta esta idea y este lado empresarial tan
malvadamente inteligente de ti, Mia".
"Gracias, Aubry".
Amelia asintió. "Si eres realmente inteligente podrías doblarte no sólo
tomando su dinero, sino también vendiendo sus secretos a sus novias,
prometidas, esposas. Duplicar el dinero".
Mia se volvió hacia ella. "Eso es diabólico. Y brillante. Me gusta este
lado tuyo, Amelia."
Amelia se encogió de hombros, pero tuvo que luchar contra una risa.
"Gracias. Y si necesitas una socia, sólo házmelo saber."
"Lo haré".
Bromas aparte, Amelia estaba muy impresionada por lo minucioso y
rápido que los chicos limpiaron la cocina. En veinte minutos estaban
fuera del camino para que las mujeres pudieran entrar y empezar a
preparar la cena.
Flynn se quedó para ayudar, así que terminaron teniendo muchas
manos. Amelia, junto con Anya, hizo varios pasteles mientras el resto
del grupo se concentró en preparar los platos de acompañamiento. Al
poco tiempo, la cocina estuvo muy caliente y Lydia encendió el aire
acondicionado. Katrina había hecho sangría, así que todos bebían a
sorbos la bebida fría y hablaban mientras hacían sus respectivas tareas
de cocina.
Amelia había metido los pasteles en el horno, así que tomó su copa de
sangría y salió al porche por un minuto antes de sumergirse en la
siguiente tarea.
Lydia salió poco después y se sentó junto a Amelia en el columpio del
porche.
"Trabajas muy rápido", dijo Lydia. "Me lleva horas hacer un pastel, y tú
has hecho seis".
"Estoy acostumbrada a trabajar rápido por el restaurante. Y se trata de
tener los ingredientes dispuestos y las tareas en orden en mi cabeza.
Además, es mi trabajo, así que eso me facilita las cosas".
"Me imagino que eso es cierto. Las cosas que parecen difíciles para
alguien más probablemente son un pastel para ti."
"Bueno, no podría entrar en un tribunal y argumentar un caso porque
no es mi área de especialización. Mientras que tú probablemente ves
todos esos dramas de la sala en la televisión y pones los ojos en blanco
por la falta de precisión."
Lydia se río. "No tienes ni idea. Es muy frustrante".
"Estoy segura de que lo es".
"¿Qué opinas de los programas de cocina de la televisión? ¿Te vuelven
loca?"
"Algunos lo hacen si se trata de un efecto dramático sin sustancia. Pero
algunos son en realidad bastante buenos. Si pueden mostrar al
espectador la pasión detrás de la cocina, y darles información del
mundo real sobre cómo crear algo, entonces estoy a favor. Disfruto de
bastantes programas".
"Yo también. ¿Cuáles te gustan?"
Hablaron de cuáles eran sus favoritos. Resultó que compartían un
número en común, desde programas de cocina hasta un par de reality
shows de competencias.
"Sé que ayer nos contaste a todos cómo empezaste tu carrera en la
cocina. Pero me interesa tu vida anterior. ¿Aprendiste a cocinar de
alguno de tus padres, Amelia?" Lydia preguntó.
"Oh, no. En el instituto, en realidad. Tomé una clase de cocina básica
y me enamoré. El instructor me animó a tomar una clase avanzada, lo
cual hice, y desde allí me enganché. En la universidad obtuve mi
licenciatura en administración, encontré un trabajo en un restaurante y
trabajé allí mientras iba a la escuela. Después de graduarme, asistí a
la escuela culinaria".
"Es genial que supieras lo que querías y fueras tras ello."
Ella asintió. "Sí, para gran decepción de mi madre".
Lydia frunció el ceño. "¿Está decepcionada? ¿Por qué?"
"Pensó que era una carrera frívola sin potencial de ganancias. Era
analista financiera, así que el dinero lo era todo para ella."
"Oh. Bueno, eso es decepcionante. Para ti".
Amelia se encogió de hombros. "Mi madre siempre se ocupó de la
carrera. Mucho menos sobre el hogar y la familia. Yo era una especie
de pensamiento de último momento para ella."
Lydia extendió la mano y la puso en el brazo de Amelia. "Lo siento".
Amelia miró a Lydia, horrorizada por haber derramado tanta
información personal. "Siento... haber sacado el tema. Nunca lo hago.
No sé por qué dije algo. Honestamente no buscaba compasión".
"No, lo dijiste porque querías hablar con alguien sobre ello. ¿Estoy en
lo cierto?"
"Tal vez. Creo que también es porque estoy muy fascinada por tu
dinámica familiar. Tienes una familia tan cálida y cariñosa. Los
hermanos se llevan bien, los hermanos de tu marido viven cerca. Es un
grupo muy unido".
"Y tú no tenías eso".
"En realidad no. Mi padre me amaba y me adoraba. Me dio todo lo que
podía querer en un padre, así que nunca sentí que me faltaba nada. Él
falleció hace diez años."
"Lo siento, Amelia".
"Gracias. Mi madre se volvió a casar un año después de la muerte de
mi padre y se mudó a Arizona, donde vive la familia de su nuevo
esposo".
"¿La ves a menudo?"
Amelia sacudió la cabeza. "Casi nada. No estábamos cerca de todos
modos, y la distancia geográfica sólo nos separaba más."
"Eso tiene que doler".
"Lo hizo al principio. Sentí como si me hubiera abandonado después
de que mi padre muriera. Pero en realidad, me doy cuenta de que no
la extraño mucho. Supongo que es porque me dio muy poco afecto de
niña. Pero sí extraño a mi padre. Mucho."
"Estoy segura de que sí. ¿No tienes hermanos o hermanas?"
"No. Sólo yo."
Lydia le dio una dulce sonrisa y le apretó la mano. "Bueno, ya sabes,
la familia viene en muchas formas, no toda es sangre."
Devolvió la sonrisa, sintiendo la genuina calidez y afecto que había
sentido desde el momento en que conoció a Lydia. "Ahora, que yo lo
sé. Me mantengo cerca de mi mejor amiga de la universidad, y ella vive
en San Francisco. Así que nos hemos acercado aún más desde que
me mudé allí. Ella y su esposo son dueños de una casa justo al final
de la calle. Ha sido maravilloso tener una mejor amiga cerca".
"Eso es bueno. Es importante tener un amigo con el que puedas
compartir todos tus secretos".
Amelia se río. "Laura definitivamente conoce todos mis secretos. Y
todos mis pecados. Estuvo ahí para mí, por teléfono y en persona con
muchas visitas cuando pasé por mi divorcio".
"Oh. También lo siento por eso."
"Créeme, soy mucho más feliz ahora que cuando estaba casada.
Cometí un gran error y me casé con el tipo equivocado."
"Eso pasa. Pero me parece que ahora vas en la dirección correcta.
Tienes amigos cercanos y una maravillosa carrera como chef".
" Lo hago". Soy muy feliz. Tengo que decir lo mucho que te admiro,
Lydia, por renunciar a tu carrera para poner a tu familia en primer lugar".
Lydia le sonrió. "Nunca me sentí como si estuviera renunciando a nada.
Easton y yo vimos esta propiedad y nos enamoramos de ella.
Queríamos darle a los niños un estilo de vida rural, lejos de la ciudad.
Estaba a varios años de retirarse del fútbol, y podríamos haber
esperado eso, pero sentí que era el momento adecuado para comprar
el rancho antes de que los niños se hicieran demasiado viejos. Y no
quería perderme su infancia mientras trabajaba. Sabía que quedarme
en casa con ellos era la decisión correcta para mí. No podía
imaginarme a otras personas criando a nuestros hijos mientras ambos
nos quedábamos en Wisconsin y seguíamos con nuestras carreras.
"Fue una decisión fácil de tomar. Easton estaba preocupado, por
supuesto, porque sabía que yo amaba mi trabajo, pero honestamente...
Mis hijos siempre fueron lo primero. Y me encantó pasar ese tiempo
con ellos antes de que crecieran y se fueran. Tuvimos suerte de que
mi estancia en casa fuera una opción financiera".
Amelia parpadeó el escozor de las lágrimas. Su madre nunca habría
tomado esa decisión. Pedirle que abandonara su carrera, incluso
renunciar a un día de ella, habría sido como pedirle que renunciara a
un órgano vital. "No creo que tengas idea de lo mucho que significó
para tus hijos tenerte ahí con ellos."
Lydia miró hacia la propiedad, con una cálida sonrisa en su rostro. "Oh,
lo sé. Nos benefició a todos, créeme."
Y así fue como se sintió el amor de una madre. Aunque Lydia no era
su madre, podía sentir la fuerza de mil vatios de ese amor saliendo de
ella.
La hizo muy feliz conocer a Lydia. Conocer a Flynn, y saber que venía
de alguien tan maravilloso como esta mujer.
Después de sentarse afuera unos minutos más, volvieron a entrar y
comenzaron otra tarea de cocina.
Era muy fácil hablar con Lydia. Tal vez por eso Amelia había soltado
algunos secretos de su pasado. Esperaba que Lydia no se sintiera muy
agobiada por ellos, o que pensara menos en ella por contarlos.
Pero sorprendentemente, Amelia se sintió aliviada al compartir un poco
de su pasado con la madre de Flynn. No estaba segura de por qué,
pero se sentía más cercana a Lydia por haber compartido partes de su
pasado. Y quizás eso era algo bueno.
VEINTISEIS.

Si Flynn comía una cosa más hoy, iba a explotar. O tendría que volver
a salir a correr esta noche. Estaba muy lleno. Había tanta comida en la
mesa que no estaba seguro de poder ponerla en su plato.
Oh, ¿a quién estaba engañando? Por supuesto que lo había puesto
todo en su plato. Sólo que no en la primera ronda.
Había hecho la salchicha, la manzana y el aderezo de arándanos.
Había salido muy bien. Incluso Amelia lo había aprobado, y también su
madre, que le había dicho que tenía que venir a casa cada Acción de
Gracias a partir de ahora para prepararlo. Amelia le había hecho
prometer que lo prepararía para ella otra vez.
Nada como los grandes elogios de tu madre y tu novia para hacer que
un chico se sienta bien.
Pero después de que todos limpiaran y guardaran las sobras, tuvo que
averiguar cómo encontrar sitio para todos esos pasteles que Amelia
había hecho. Porque ella había hecho seis de ellos. Dos de calabaza,
uno de cereza, dos de nuez y uno de manzana. Quería una rebanada
de cada uno.
No iba a suceder. Tenía un partido el domingo, lo que significaba que
en sólo tres días tendría que sacar su cuerpo de la marca, no cruzar la
línea como un pavo relleno.
Así que tal vez un pedazo de pastel.
Vale, dos, como mucho.
"¿Te he dicho que Anya también hizo tarta de queso y cereza?" Amelia
dijo que cuando se acercó a él mientras él miraba todos los pasteles
del mostrador.
Él gimió. "Ustedes están tratando de matarme. ¿Mencioné que tengo
que ser rápido el domingo?"
"¿Por qué? Nunca lo fuiste antes."
Flynn frunció el ceño cuando su hermano pasó por delante. "Jódete,
Tucker".
Tucker sólo se río al salir de la habitación.
"Voy a enterrarlo mañana en el día del juego familiar".
"Me aseguraré de tener mi teléfono preparado para eso. Aubry podría
necesitarlo como evidencia."
"Por favor, no mates a mi prometido antes de que nos casemos", dijo
Aubry mientras se movía. Se detuvo y giró para enfrentarlos. "Eso sonó
muy mal. Por favor no maten a mi prometido nunca. Eso sonó mucho
mejor".
Aubry se fue.
Flynn pudo notar que Amelia había sido aceptada por su familia, lo que
significaba mucho para él. Y después de probar su amplia selección de
pasteles, le dijeron que estaban enamorados de ella. Estaban sentados
alrededor de la enorme mesa del comedor tomando café, todos
gimiendo sobre lo llenos que estaban.
"Tienes que vivir aquí ahora", le dijo Easton, "para que puedas hacer
un pastel para mí todos los días".
Ella sonrió. "Me alegro de que te haya gustado".
"Nos agradarías, aunque no supieras cocinar, por cierto", dijo Easton.
"Sólo quería aclarar eso".
Ella se río. "Me alegro de oírlo".
"Si comieras tres rebanadas de pastel cada día, estarías demasiado
gordo para trabajar en el rancho", dijo Lydia. "Así que me temo que
Amelia tendrá que irse a casa."
Katrina se frotó el estómago. "Estoy muy contenta de no tener una
sesión de fotos hasta después de las vacaciones. Voy a tener que
mantener un estricto régimen en el gimnasio o estaré en problemas."
"¿Es un trabajo duro mantenerse en forma?" Amelia le preguntó a
Katrina.
"No está tan mal para mí todavía. Tengo la suerte de tener un
metabolismo acelerado, así que la mayoría de los entrenamientos que
hago con mi entrenador son para tonificar los músculos. Eventualmente
mi metabolismo se desacelerará y la dieta se convertirá en un factor.
Especialmente con la forma en que mi hermana cocina."
"Oh, claro", dijo Anya. "Cúlpame a mí. Por adelantado".
"Acabo de hacerlo".
"Eres perfecta. Y cuando engordes, seguirás siendo perfecta", dijo
Grant.
Katrina levantó su mirada hacia Grant y sonrió. "Gracias. Y puede que
sea perfecta a tus ojos, pero me retiraré como modelo. Las cámaras
son bastante implacables".
"Eh, que se jodan", dijo Grant. "Puedes hacer infomerciales".
Ella se río. "Bien. Como si eso estuviera en lo alto de mi lista".
El teléfono de Flynn sonó. Lo cogió, sorprendido de ver a Spencer Ryan
en el otro extremo. Como Spencer se encargaba de las relaciones
públicas, tenía que ser importante o nunca lo llamaría en un día festivo.
Dejó la mesa y pulsó el botón.
"Hola, Spence. Feliz Día de Acción de Gracias".
"Lo mismo para ti, Flynn. Siento mucho llamarte en este día festivo,
pero tengo una oferta que creo que te puede interesar. Si es un mal
momento, puedo esperar".
"No, adelante".
Escuchó, y luego le dijo a Spencer que lo llamaría a primera hora de la
mañana. Volvió a la mesa y se sirvió otra taza de café de la jarra.
"¿Está todo bien?" Amelia preguntó.
"Era mi encargado de relaciones públicas. Spencer dijo que una de las
agencias de cocina llamó. Quieren que Noventa y dos participe en una
especie de batalla de restaurantes deportivos. Será televisado, con un
plato de cada restaurante cocinado y presentado en un especial de
televisión que quieren grabar."
" Wow", dijo Anya. "Eso suena increíble".
"Sería una gran exposición para el Noventa y Dos", dijo Mia. "No vas a
rechazarlo, ¿verdad?"
"Le dije a Spencer que lo pensaría y que lo llamaría mañana".
"¿Qué implica?" Amelia preguntó. "¿Cuántos medios de comunicación
habrá en el restaurante? Tienes que pensar en tus clientes y no quieres
que se sientan molestos."
"Sí, he pensado en eso. Spencer dijo que es un día y saldrán."
Amelia asintió. "No está mal. Y Mia tiene razón sobre la exposición. Si
van a presentarte a ti y al restaurante, no puedes equivocarte".
"Es básicamente publicidad gratuita, ¿verdad?", preguntó su madre.
"Sí, eso creo."
"Yo digo que vayas por ello", dijo su padre. "Si tu chico de relaciones
públicas dice que es un buen trato, entonces no te llevará por el mal
camino."
"No, no lo haría. Spencer dijo que este es un buen trato con del canal.
No hay dinero en él, por supuesto, sólo publicidad gratis para el
restaurante."
"No necesitas el dinero", dijo Tucker. "Pero la oportunidad de impulsar
más el negocio en el Noventa y Dos sería genial".
"Estoy de acuerdo con Tucker", dijo Barrett. "No puedo ver cómo esto
es un mal negocio de cualquier manera que lo mires, Flynn".
"Sí. Lo pensaré esta noche, pero me inclino a decir que sí. Tendrán que
filmar cuando esté en la ciudad, para que pueda supervisarlo".
"Por supuesto que lo harían", dijo Amelia. "Ya que tú serías una de las
características de todos modos. Y con suerte, Ken volverá a estar al
mando para entonces, así que podría estar allí."
"Sí. Me gustaría eso."
"Qué emocionante", dijo Anya. "Conseguiría ver tu restaurante en la
televisión".
"Eres bienvenida a ir a ver el restaurante en persona cuando quieras.
Siento que no estuvieras disponible para la gran inauguración."
Anya hizo una mueca. "Sí. La escuela. Ugh. Odié perdérmelo".
"Necesitas que Grant y Katrina te saquen."
"Sí, ¿verdad? Parte de mi educación culinaria".
Katrina puso los ojos en blanco. "Piensas que cualquier cosa y todo es
parte de tu educación culinaria."
"Lo sé, ¿no es genial? Eso es porque no importa dónde vayas, hay
comida. ¿No es así, Amelia?"
Amelia asintió. "Me temo que te tiene ahí".
"Sí, ella ya nos está golpeando para ir a París", dijo Grant. "Como es
mayor de edad allí, quiere probar la comida y el vino."
"Eres una joven sabia, Anya."
"Deja de animarla, Amelia", dijo Grant.
Amelia se río. "Lo siento".
"Aunque tengo un rodaje allí en primavera", dijo Katrina. "Y tal vez si
es durante las vacaciones de primavera de Anya..."
Los ojos de Anya se abrieron de par en par. "¿En serio?"
"De verdad".
"Oye, eso significa que yo también puedo ir", dijo Leo.
Grant asintió. "Todos iremos".
"Bueno, ahora quiero ir a París", dijo Amelia. "Hace años que no voy".
Ella miró a Flynn.
"No me mires a mí. Sólo estoy aquí digiriendo".
Se río. "Vale, bien. Hablaremos de París en otro momento. Pero estoy
haciendo una nota mental."
Le pasó la mano por el pelo. "Hazlo".
La idea de pasar un tiempo a solas con Amelia en París tenía un
atractivo definitivo. Flynn nunca había estado allí, pero sabía que ella
lo disfrutaría.
Y él disfrutaría de cualquier cosa que ella amara.
Su corazón estaba en lo profundo de esta mujer, algo que se le hacía
más y más claro cada minuto que pasaba con ella. Había estado
tratando de tomar las cosas con calma con ella, dada su reticencia
incluso a entrar en una relación. Pero quizás era el momento de dar un
paso adelante y ver cómo reaccionaba.
Porque él estaba definitivamente listo para el siguiente paso en su
relación.
VEINTISIETE.

Flynn corrió temprano a la mañana siguiente antes de que Amelia se


despertara. Ambos se habían quedado despiertos hasta muy tarde con
la familia jugando póquer, una tradición de la noche de Acción de
Gracias.
Tucker había ganado todas las fichas, el bastardo. Flynn estaba seguro
de que había hecho trampas.
Había corrido hacia la casa principal y estaba a punto de tomar el turno
para volver a la casa de huéspedes cuando vio a su madre salir al
porche con su taza de café, así que se detuvo y caminó hacia ella.
"Sudoroso otra vez, ya veo", dijo su madre.
Resopló unas cuantas veces y asintió con la cabeza, luego caminó de
un lado a otro frente al porche para no ponerse tieso.
"¿Quieres un poco de jugo o un vaso de agua, o vas a volver a la casa
de huéspedes?"
"Tomaré un poco de agua, por favor."
Puso su café en la mesa. "Vuelvo enseguida".
Se estiró, hizo un lento trote de ida y vuelta por la pasarela durante
unos segundos hasta que su madre apareció con su agua y luego subió
las escaleras y le quitó el vaso.
"Gracias". Tomó varios tragos profundos de agua, luego la puso sobre
la mesa y se sentó al lado de su madre.
"No quise interrumpir tu carrera".
"No lo hiciste. Y la terminaré en el camino de regreso".
"Bien". Mamá tomó su café, tranquila como siempre.
"Nos divertimos anoche. Y todo el día de ayer."
"¿Lo hiciste? Eso es bueno. Me agrada Amelia, Flynn".
Se preguntaba qué sentía su madre por Amelia. Parecían llevarse bien,
pero él quería más detalles, sus pensamientos específicos sobre él y
Amelia juntos. Era una de las razones por las que se había detenido
esta mañana para hablar con ella. No había tenido la oportunidad de
tenerla a solas ayer con toda la familia alrededor. Valoraba la opinión
de su madre y quería que ella se llevara bien con Amelia.
"¿La aceptas?"
"Sí, lo hago. Pero sabes, mi opinión, la opinión de cualquiera, no
debería importarte. ¿Qué sientes por ella?"
Respiró hondo y luego lo dejó salir. "Estoy loco por ella. Creo que he
estado loco por ella desde el momento en que la conocí."
Eso la hizo sonreír. "Puedo ver por qué. Es inteligente, talentosa,
divertida, y claramente siente lo mismo por ti."
"¿Lo hace? No estoy seguro. Ella guarda sus emociones en lo más
profundo de su ser. Tuvo una vida dura durante su matrimonio. El tipo
la trató mal".
Mamá frunció el ceño. "Me dijo que estaba divorciada, pero no entró en
detalles. No abusó de ella, ¿verdad?"
Flynn sacudió la cabeza. "No, no físicamente, de todos modos. Pero
no confiaba en ella, la acusó de cosas que no hizo. Entonces ella puso
todo su amor y confianza en este tipo, le dio su corazón y él lo pisoteó".
"Y ahora se muestra reacia a dar su corazón de nuevo. Eso es
comprensible."
"Sí. Le he dado espacio y no le he dicho lo que siento".
Ella lo miró. "¿Y cómo te sientes?"
"Estoy enamorado de ella, mamá". Decir las palabras en voz alta fue
un shock para él. Pero tan pronto como las dijo, supo que eran
verdaderas. Se sentía bien.
Ella puso su mano en su brazo. "Es muy bueno oírlo. Y también
aterrador. Porque si no corresponde a tus sentimientos, podría
romperte el corazón".
"Creo que ella siente lo mismo que yo. Pero quiero acercarme a ella
con cautela".
Los labios de su madre se curvaron. "¿Como un gato asustado?"
Él también sonrió. "Algo así. No tengo ninguna prisa. Me llevó mucho
tiempo encontrarla. Vale la pena esperar por ella".
"Espero que tengas razón. No quiero que ninguno de los dos salga
herido. Especialmente no quiero que se lastimen. Eres mi primogénito.
Siempre has cuidado de tus hermanos, asegurándote de que sean los
que tomen el camino correcto en la vida. Pero nunca hubo nadie que
te cuidara".
Le tomó la mano. "Te equivocas en eso. Ahí estabas tú y papá. Nunca
me sentí como si estuviera solo".
Sus ojos rebosaban de lágrimas. "Esperaba que siempre sintieras que
podías venir a nosotros, a mí, con cualquier cosa. Que pudieras
hablarme de cualquier cosa que te preocupara."
Levantó su vaso de agua. "¿Por qué crees que estoy sentado aquí
contigo ahora?"
Se río. "Te amo, Flynn".
"Yo también te amo, mamá".
Se sentaron juntos unos minutos más, y luego su padre apareció con
una taza de café. Habló con su padre por unos minutos sobre los
planes de sus padres de comprar el terreno adyacente, lo que sonaba
como un muy buen negocio.
Luego se levantó, besó a su madre en la mejilla y comenzó a correr de
vuelta a la casa de huéspedes.
Para cuando llegó allí, Amelia estaba despierta y bebiendo una taza de
café en la mesa de la cocina. Él agarró otro vaso de agua, lo bebió en
unas cuantas tomas y luego se acercó y le rozó los labios con los de
ella.
Ella le sonrió. "Te has levantado temprano esta mañana".
"Sí. Quería hacer mi carrera antes de que te levantaras."
"La cama estaba fría y solitaria sin ti en ella."
Exactamente lo que necesitaba oír.
"Supongo que podríamos ir a calentarla de nuevo".
"¿Tienes tiempo antes del partido de fútbol familiar de esta mañana?"
Ha ladeado una ceja. "¿En serio acabas de pedirme que decida entre
el sexo contigo y el fútbol con mi familia?"
"Supongo que sí".
"No hay decisión. Vamos a desnudarnos."
Le sonrió con una sonrisa malvada, dejó su taza de café, se levantó,
se quitó la camiseta sin mangas y se bajó los pantalones.
Y ahora estaba desnuda. En la cocina.
Su verga rugió a la vida, dura y palpitante. Se sacó la camiseta por
encima de la cabeza, se quitó los tenis y los calcetines, luego se
encogió y se sacó los boxers.
Todo el tiempo, vio como su novia tomaba café desnuda.
"No sé si alguna vez he visto a alguien quitarse la ropa tan rápido", dijo.
"Fui incentivado por una mujer ardiente y desnuda en la cocina."
Dejó su taza de café, se acercó a él y le envolvió la mano alrededor de
su verga, acariciándola con un firme agarre. "Anoche tuve un sueño
ardiente y sexy sobre tú y yo en la cocina."
Sus cejas se dispararon. "¿Lo hiciste?" Su verga se apretó. "Sabes que
vas a tener que contármelo. Preferiblemente mientras esté dentro de
ti."
"Sí. Me desperté mojada y lista para ti. Lamentablemente, te habías
ido."
"Ahora siento mucho haberme ido a correr tan temprano".
"Oh, está bien. Sólo me acaricié el coño y pensé en ti".
"Cristo". Pasó su mano por la nuca de ella y puso su boca sobre la de
ella en un beso duro, exigente y apasionado que la hizo gemir. Ella
golpeó su lengua contra la de él, y luego la chupó, lo que le hizo gemir
contra sus labios.
Ella se apartó. "Estoy lista para ti, Flynn. Caliente y húmeda y lista para
que me folles en la encimera de la cocina" Se acercó y sacó un paquete
de condones de un cajón cercano.
"Estás lista".
"Te dije que tuve este sueño."
Mientras él se ponía el condón, ella se encaramó a la encimera. "Me lo
hiciste difícil aquí. Muy duro".
Él le pasó la mano por debajo del trasero y ella le envolvió las piernas
alrededor de las caderas mientras él entraba en ella, golpeándola con
un feroz empujón. Ella jadeó y arrastró sus uñas por su hombro.
"¿Así?" Entró, salió y entró con más fuerza.
Ella levantó su mirada a la de él, sus ojos toda pasión ardiente. "Sí,
exactamente así".
Fue rápido y furioso, ambos jadeando mientras le metía y le sacaba la
verga, asegurándose de aplastar su clítoris con su cuerpo.
Amelia le clavó las uñas en los brazos y se levantó contra él, su coño
se apretaba alrededor de él con cada empujón de su verga.
"Oh, sí, sí, justo así", dijo, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarlo.
"Eso va a hacer que me venga. Fóllame más rápido."
Lo hizo, y ella explotó a su alrededor con ondas de contracciones que
lo desentrañaron. Llegó al clímax con ella, tomándola de la boca
mientras le lanzaba dentro de ella una furiosa ráfaga de pulsos
violentos que le hicieron sentir mareado.
Por un momento, sólo se escuchó el sonido de ambos respirando
pesadamente. Amelia pasó sus dedos por sus brazos.
"Necesito una ducha", dijo ella.
"Yo también. Pero creo que esperaré hasta después del partido de
fútbol".
La levantó de la encimera y la puso de pie. Ella se agarró a él, se puso
de puntillas y lo besó.
Cuando ella se retiró, sonrió. "Hiciste que mi sueño se hiciera realidad,
Flynn".
Su corazón dio un extraño salto contra su pecho. "Me alegra oír eso".
"Me voy a duchar. Vuelvo enseguida."
"Bien".
La vio alejarse, disfrutando de la vista de su buen culo mientras
desaparecía por el pasillo.
Ella le había quitado el aliento. Y su corazón, también.
Maldición.
VEINTIOCHO.

Era obvio que los Cassidy se tomaban su fútbol muy en serio.


Amelia esperaba un juego de fútbol poco convencional, algo así como
mediocre, tal vez más como fútbol de toque o de bandera.
Oh, no. Era un fútbol sin restricciones, un juego que podría ser real,
con placajes en la tierra y todo eso.
Los vecinos también habían aparecido, así que era claramente un
evento anual. Algunos chicos jóvenes, otros no tan jóvenes y otros en
el medio, así que habían formado dos equipos enteros.
Después de que desayunaran, Lydia ya había empezado a preparar el
almuerzo. Había sobras de ayer, junto con un jamón y algunos bistecs
que Lydia dijo que iban a tirar en la parrilla. Lydia también estaba
haciendo una ensalada de papas. Todos habían colaborado y algunos
de los vecinos trajeron comida también.
Amelia había conocido a mucha gente y nunca recordaría todos sus
nombres, pero ahora se sentaba afuera en una silla junto a Mia, quien
le explicó que el partido de fútbol de Acción de Gracias de Cassidy
había comenzado pequeño, pero que rápidamente se había convertido
en un evento anual.
"Al principio era sólo la familia. Luego algunos de los amigos de los
chicos se acercaron. Luego algunos vecinos. Al poco tiempo, habíamos
tenido suficientes jugadores que teníamos equipos".
"Obviamente es algo serio".
"No tienes ni idea".
"Incluso tienes camisetas del equipo. Verde y blanca. Esto es como...
un juego de verdad."
Mia se río. "Todo gracias a mi padre. Creo que extraña jugar, así que
esta es su oportunidad de volver al juego. Él es el quarterback del
equipo verde, por supuesto, y Grant del equipo blanco. Luego hacen
elecciones de patio para el resto."
Amelia miró a los equipos mientras todos se ponían sus camisas. Flynn
y Barrett estaban en el equipo de Grant. Tucker estaba en el equipo de
Easton. Dos de los hermanos de Easton, Elijah y Eddie, estaban en su
equipo. Su otro hermano, Eldon, estaba en el equipo de Grant.
"En realidad no eligen a los favoritos, ¿verdad?" Amelia preguntó.
"No. Lo cambian todos los años. Por ejemplo, el año pasado Flynn y
Barrett estaban en el equipo de papá y Tucker en el de Grant. Así que
este año se intercambiaron. Lo mismo con todos los amigos de la
familia y los vecinos. Papá y Grant saben exactamente quién estaba
en el equipo de quién el año pasado y se intercambian. ¿Y quién fue
elegido primero el año pasado? Ellos fueron elegidos el último este
año. De esa manera nadie se siente herido."
"Ya veo. Y mantiene las cosas justas de esa manera."
" Correcto. Es sólo por diversión. Hasta que empiezan a jugar.
Entonces no hay restricciones, al menos hasta cierto punto. Flynn,
Barrett y Grant tienen juegos este fin de semana y todos lo saben.
Nadie quiere que se lastimen".
Amelia miró a Flynn, que había aumentado su sudor y se preparaba
para que el equipo de su padre tuviera la pelota.
"No lo sé. Flynn parece ser más duro que muchos de estos chicos de
aquí. Y Barrett se ve enorme y malvado también".
"Oh, lo son. Y lo saben. Por eso todos se unen a estos tipos".
Amelia se río. "¿Debería preocuparme por la seguridad de Flynn?"
"No. Como dije, irán tras él, pero nadie quiere que salga herido. Lo
animan cada fin de semana".
Antes de que se diera cuenta, Easton había levantado el balón.
Contuvo la respiración mientras Flynn salía corriendo de la línea. Fue
cubierto por un enjambre de chicos altos, de tipo granjero, que eran
unos diez años más jóvenes que él, y fue llevado al suelo. Estaba
segura de que Flynn estaba en el fondo de ese montón.
La gente vitoreaba, Amelia no tenía ni idea de dónde estaba el balón o
quién lo tenía porque estaba concentrada en ese montón de Flynn. Y
cuando todos se levantaron, allí estaba Flynn, riéndose, tomando la
mano que le extendió uno de los chicos.
"Tu culo es mío la próxima vez, Bennett".
Uno de los chicos, alto y musculoso, le disparó a Flynn una sonrisa.
"Buena suerte en el intento, Cassidy".
Entonces todo comenzó de nuevo. Esta vez Flynn sacó lo mejor del
chico, empujándolo fuera del camino y acercándose tanto a su padre y
Amelia pensó que Flynn iba a clavar a Easton en el suelo. Pero Flynn
sólo agarró a su padre por el medio, entonces la jugada se acabó.
Easton le dio una palmadita a Flynn en la cabeza. "Hazlo así este fin
de semana, chico".
Flynn sonrió. "Sabes que lo haré".
Amelia debe haber aguantado la respiración durante toda la hora que
se jugó el juego, hasta que Lydia dijo que era hora de comer.
Entonces todos entraron en la casa, se lavaron las manos y las caras
y los platos se cargaron con comida. Los chicos, por supuesto, apilaron
sus platos hasta arriba, sin duda habiendo despertado el apetito con
todo ese juego.
Flynn puso un brazo alrededor de sus hombros. "Entonces, ¿qué
pensaste?"
"Creo que están todos locos. Pero fue muy divertido mirar."
"¿Mirar? Oh, no. En la segunda mitad traemos a las mujeres".
Se río. "No lo creo".
"No está bromeando", dijo Aubry. "Son mucho más amables cuando
jugamos".
Amelia miró de Aubry a Flynn, quien asintió con la cabeza. "Realmente
lo somos. Y si alguien sale herido, tenemos una doctora a bordo".
"Esto es cierto", dijo Aubry, tomando un bocado de ensalada de papa.
"Siempre y cuando no tumbes a la doctora".
"¿Haríamos eso?" Tucker preguntó.
"Dada media oportunidad, sí." Aubry lanzó una mirada furtiva hacia
Tucker.
Amelia se aseguró de abastecerse de proteínas durante el almuerzo.
Estaba segura de que iba a necesitarlas.
"No estoy segura de en qué posición seré buena", dijo mientras ella y
Flynn se sentaban afuera en una de las mesas de picnic y comían.
Él se inclinó y le susurró: "Eres excelente en cada posición en la que
has jugado conmigo".
Ella se río, y luego apoyó su hombro contra el suyo. "Me refería al
fútbol".
"Oh, ¿lo hacías? Mi fallo."
Después del almuerzo realinearon los equipos con mujeres incluidas.
Lydia se negó al declarar una rodilla mala, pero por lo demás, todas las
demás mujeres estaban a bordo.
Amelia se encontró jugando como receptora, esperando poder atrapar
el balón si se le lanzaba. También estaba en el mismo equipo que
Tucker y Easton, lo que significaba que jugaba contra Flynn. Estaba
decidida a ignorar su presencia, porque lo último que quería era que
Flynn la tacleara.
A menos que fuera en el dormitorio.
Ella se alineó en su posición. Se le dijo que era una jugada de carrera,
para que no recibiera el balón. Todo lo que tenía que hacer era
bloquear a Mia, que jugaba para el otro equipo.
Mia era más pequeña que ella. Estaba segura de que podía hacerlo.
En el momento del chasquido, corrió y empujó a Mia, que podría ser
más baja que ella, pero era dura. Se enfrentaron cara a cara,
empujándose la una a la otra en una batalla infernal. Cuando la jugada
terminó, ambas se quedaron sin aliento.
"Vale, eres fuerte", dijo Amelia.
Mia sonrió. "Tengo que estar con estos tipos alrededor. Además,
levantar pesas y el yoga valen la pena".
"Estoy tomando nota mental de eso".
Se mantuvo firme en las siguientes jugadas, hasta que Easton le dijo
en la reunión que iba a recibir el balón, así que debería esperarlo.
Realmente esperaba no avergonzar a la familia Cassidy perdiéndola
totalmente. O peor aún, tropezar y caer.
Se alejó en el momento del chasquido y pasó junto a una de las
mujeres del vecindario cuyo nombre no recordaba. Por lo menos tenía
esa parte abajo. Corrió tan rápido como pudo, se giró y, mierda, ahí
estaba el balón. Aterrizó en sus manos y superó al tipo que la perseguía
y terminó en la zona de anotación.
De repente hubo vítores, y ella vio a Easton y Tucker, ambos con los
brazos en alto.
Ella anotó un touchdown. Mierda.
Incluso Flynn se acercó y la levantó en sus brazos.
"Lo hiciste, nena", dijo. "Anotaste".
Se sintió entusiasmada. No es de extrañar que a los atletas les gustara
jugar. Esto se sintió muy bien.
Sonrió, y luego se retiró del juego para que alguien más pudiera jugar.
Se sentó al lado de Lydia, que le dio un vaso de limonada. Saboreó
varios tragos largos.
"Jugaste bien".
Amelia se río. "No soy una atleta. Pero fue divertido. Y anoté. Ese es
uno para los libros de recuerdos".
"Siempre y cuando la pases bien".
"Lo hice. También tengo un nuevo aprecio por lo que hizo tu esposo y
lo que hacen tus hijos. Es un trabajo duro. Estoy segura de que cada
parte de mí estará dolorida mañana".
"Trabajan duro. Easton solía tener una cita permanente con mi
masajista todos los lunes. Solía burlarse de mí por recibir masajes,
hasta que lo convencí de ir. Todavía va al que uso en Austin un par de
veces al mes. El rancho no es más fácil que el fútbol".
"No, me imagino que no."
"Deberías considerarlo. Probablemente pasas mucho tiempo de pie".
"Sí. Y debería. Ahora mismo un masaje suena como un pequeño trozo
de cielo".
Después de que el juego terminó, la fiesta se terminó y todo el mundo
empezó a irse. Grant y su gente tuvieron que irse, porque tenía que
estar en las instalaciones de su equipo a la mañana siguiente.
"Voy a ir a visitarte algún día y vamos a tener un frenesí de cocina", dijo
Anya antes de que ella y Amelia se abrazaran.
"Realmente espero que lo hagas."
Se despidió de Grant, Katrina y Leo también.
Flynn tenía un partido fuera de casa este fin de semana, así que tenía
que reportarse temprano a su equipo mañana también, y Amelia tenía
que trabajar, así que empacaron y se despidieron.
Ella abrazó a Mia. "Mantente en contacto".
"Lo haré. Con suerte, pronto volveré a estar en el área metropolitana y
te veré".
"Eso espero".
Ella amaba a esta familia. Se había enamorado de todos los hermanos
de Flynn y sus novias y prometidas. Decirle adiós fue duro, pero estuvo
muy feliz de conocerlos a todos.
Se despidió de Easton, y luego abrazó a Lydia. "Fue un gran placer
conocerte y pasar tiempo contigo."
"Lo mismo digo", dijo Lydia, "espero que podamos volver a verte".
"Eso me gustaría mucho".
"Eso sería increíble. Ven a visitarnos".
En realidad, estaba triste por dejar el rancho. Después de haber tenido
tanta inquietud por venir aquí, esta gente se sentía ahora como una
familia para ella.
Ella realmente esperaba tener la oportunidad de volver aquí algún día.
Como tal vez en Navidad. Cruzó los dedos para saber que las cosas
con Flynn y ella estaban progresando bien, y que tal vez, sólo tal vez,
esta era la relación que sanaría las heridas del pasado y la impulsaría
hacia un futuro feliz.
Se había enamorado locamente de Flynn, y ahora estaba locamente
enamorada de su familia.
Esperaba como el infierno que no se estuviera preparando para un
terrible rompimiento de corazón.
VEINTINUEVE.

Habían sido un par de semanas locas. Flynn había tenido un partido


fuera de la ciudad, y el tiempo que había estado en la ciudad había sido
ocupado.
Amelia y él finalmente habían tenido la oportunidad de ir a ver al bebé
de Ken y Adam. Habían ido una noche y habían llevado la cena que
Amelia había cocinado. Adam se había ofrecido a cocinar, pero Amelia
insistió en que era su regalo para ellos.
Ella había hecho pasta penne junto con rollos recién horneados,
antipasto y una ensalada. Flynn había llevado el vino.
George era absolutamente precioso y se parecía mucho a Adam con
su buena apariencia morena y su cabello grueso y oscuro. Se lo habían
pasado muy bien poniéndose al día y Ken, afortunadamente, iba a
volver al trabajo a tiempo para el evento mediático. El permiso de Adam
era más largo, lo cual, según Ken, le hizo sentir mejor al dejar a George.
Amelia había pasado todo el tiempo posible sosteniendo a George, y
viendo cómo acunaba al bebé en sus brazos envió extraños punzadas
de necesidad a través de Flynn. Había pensado mucho el año pasado
en establecerse y tener hijos, pero su principal objetivo había sido
encontrar a la mujer adecuada. Todo el asunto de los niños había sido
algo que él había pensado que estaba muy lejos en la distancia.
Ahora, sin embargo, podía imaginar a Amelia sosteniendo a su hijo.
Ese "algún día" se estaba volviendo más y más real para él. Era hora
de tener una conversación con Amelia sobre sus sentimientos hacia
ella.
Pero tendría que esperar hasta después de todo este evento mediático
en el Noventa y Dos.
Había estado en contacto constante con Spencer y con los productores
del programa "La Batalla de los Deportistas de Restaurantes", como le
habían informado que se llamaba. Le sonaba muy raro, pero no salía
en televisión, así que, ¿qué sabía?
Llegaban al restaurante hoy, y estaba agradecido de haber sido capaz
de arreglarlo durante una semana que iba a estar en la ciudad.
Era la primera semana de regreso de Ken, y Flynn nunca había estado
más feliz de ver a alguien cuando llegó al restaurante el lunes.
"Estoy tan contento de verte. Voy a decirte ahora mismo que te
echamos mucho de menos. No sólo yo, sino también Amelia y todo el
personal."
Ken sonrió. "Me gusta que me echen de menos. No hay nada peor que
nadie se dé cuenta de que te has ido".
"Confía en mí, todo el mundo se dio cuenta de que te habías ido. Y me
alegro mucho de que hayas vuelto, especialmente hoy. Aunque
lamento que te hayan metido en medio de todo este asunto del
programa de televisión".
"Está bien. Estoy feliz de estar ocupado. Entonces no me esconderé
en mi oficina y lloraré cada vez que Adam me mande un mensaje de
texto con una foto de George."
Flynn rodeó a Ken con su brazo y le dio un apretón en el hombro.
"Sabes que puedes ir corriendo a casa a almorzar o a cenar para pasar
tiempo con tu bebé. O Adam puede traerlo."
"Voy a estar bien. Sólo me llevará un tiempo acostumbrarme. Y gracias
por eso".
Llamaron a la puerta. Flynn suspiró. "Ese es probablemente el equipo
de filmación", dijo Flynn. "Iré a dejarlos entrar".
Ken le dio un guiño comprensivo. "Que empiece la fiesta".
Amelia había supervisado las compras de comida para hoy en el
mercado, queriendo asegurarse de que todo estaba perfecto antes de
dirigirse al Noventa y dos. Pasó los últimos días revisando todos los
platos del menú, tratando de seleccionar los mejores. Como Flynn
había estado fuera de la ciudad las últimas semanas, y luego ocupado
con las prácticas para el partido de esta semana, le dejó a ella
seleccionar el plato que prepararían.
Había algo de presión. Pero ella sabía lo que quería hacer y se aseguró
de seleccionar los ingredientes más frescos.
Cuando llegó al restaurante, notó que las dos camionetas de la
televisora estaban estacionadas en el frente, junto con un par de otros
vehículos.
No estaba esperando esto. Sólo esperaba que trajera mucha
publicidad al restaurante.
Al entrar por la puerta lateral, la detuvo un guardia de seguridad muy
alto e imponente.
"Lo siento", dijo. "Hoy no se permiten visitas".
Puso los ojos en blanco. "Soy el chef principal aquí".
El tipo sacó su netbook. "Nombre".
"Amelia Lawrence".
Se desplazó por la lista. "Bien, está claro".
Respirando profundamente, repitió su mantra interno: no se irritaría por
la intrusión de gente en su lugar de trabajo.
Había cámaras, luces, trípodes y algo que parecía una cosa alienígena
gigante de papel plateado. Vaya, qué desastre. Amelia se preguntaba
cómo iban a conseguir clientes reales en el restaurante esta noche.
Vio a Flynn hablando con un tipo y se acercó a él. Él la miró y sonrió.
"Hola, Amelia. Este es Paul Birch, el productor del programa que están
haciendo. Paul, ella es Amelia Lawrence, chef principal del Noventa y
Dos".
Paul sonrió y le dio la mano. "Encantado de conocerte, Amelia".
"Lo mismo digo, Paul. Estamos todos muy emocionados de que
incluyas al Noventa y dos en tu programa".
"Gracias. Hemos oído muchas cosas buenas sobre el restaurante y la
comida de aquí. Estoy deseando ver lo que nos preparas esta noche".
"Sé que te va a encantar".
Paul le sonrió a Flynn. "Es segura de sí misma. Me gusta eso."
"Es buena en lo que hace", dijo Flynn.
El teléfono de Paul sonó. Lo miró. "Necesito contestar, así que si me
disculpan un minuto".
Paul salió y Flynn se volvió hacia ella.
"Un día emocionante, ¿verdad?"
"Sí. Muy emocionante".
"Realmente quiero besarte ahora mismo."
Sus labios se curvaron. "Probablemente no sea una buena idea delante
del equipo de camarógrafos. Podrían estar filmando, y no creo que
quieras ese tipo de exposición."
"No lo sé. No me importaría."
Ella se río. "Es hora de que me ponga a trabajar. Tengo un gran día
por delante, y mi equipo necesita asegurarse de que todo se vea
perfecto".
"Bien. Te veré pronto."
Se alejó, su estómago ya era un nudo de nervios. Esperaba que esto
le saliera bien a Flynn y que ella no hiciera nada para arruinar las cosas.
De camino a la cocina se encontró con Blaine Hurst, el director, que le
dijo a qué hora iban a empezar el rodaje.
"Entrevistaremos a Flynn sobre el restaurante, luego iremos a la cocina
para filmarte a ti y a tu equipo preparando la comida"
Había sido informada de antemano de que así es como iba a funcionar.
No estaba emocionada de estar en cámara, pero como todo era parte
del trato, y todo para Flynn y el Noventa y Dos, lo aceptó.
Asintió con la cabeza. "Tendré que hacer mi preparativo por
adelantado. De esa manera, cuando estés listo para filmar, mi equipo
tendrá todo listo para empezar."
"Genial", dijo Blaine. "Gracias por ser tan cooperativa, y tan calmada
sobre todo esto."
Ella le sonrió. "Tenemos nuestros clientes que vienen esta noche
también, así que nos preparamos para alimentarlos también. Esto es
sólo una pequeña adición a nuestra típica velada."
Blaine sonrió. "Me agradas, Amelia".
Se río. "Me alegra oír eso. Esperemos que siga siendo así, Blaine".
Se apresuró a reunirse con su personal y el plan de estrategia para el
evento de esta noche.
TREINTA.

Era un caos, pero al menos era un caos organizado. El restaurante se


llenó rápidamente de clientes. Flynn había cerrado el restaurante esta
noche al público e invitó a algunos de los clientes habituales que venían
todo el tiempo, convirtiéndolo en un evento VIP. Como había una
filmación involucrada, todos tendrían que firmar una autorización y él
quería asegurarse de que sus clientes habituales estuvieran de
acuerdo con eso, así que lo puso en las invitaciones.
Quería que la noche fuera divertida. Dios, esperaba que fuera divertida.
Además, las comidas de esta noche eran a cuenta de la casa.
Una vez que el restaurante estuvo lleno, las cámaras se enfocaron en
él e hizo su discurso sobre por qué quiso abrir el Noventa y Dos.
Esperaba no haber sonado como un imbécil cuando habló de su amor
por la cocina y lo involucrado que estaba con el restaurante. El anfitrión
del programa de cocina, Ray, era un gran nombre que tenía varios
programas y restaurantes propios. Le preguntó a Flynn por qué no
había puesto su nombre en el restaurante, y Flynn le explicó que quería
que el atractivo fuera sobre la comida y no su nombre. Esperemos que
no hubiera insultado al anfitrión diciendo eso, pero era la verdad.
Después de la entrevista, Ray se trasladó a la cocina y era hora de que
Amelia y su equipo brillaran. Flynn se quedó atrás mientras Amelia
mostraba sus habilidades y las de su equipo en la preparación de la
Lubina, el risotto de langosta y los guisantes. Él había discutido con
ella acerca de arreglar el Cassidy, el plato insignia que había creado,
pero ella le dijo que a los clientes les encantaba, pensó que era un plato
elegante y sintió que se presentaría bien para la televisión.
Al final, él cedió porque ella era la chef y podía decidir lo que se serviría.
Él la vio preparar el plato, aunque estaba viendo a Amelia jugar con las
cámaras más que nada.
"Llamamos a este plato 'Cassidy' en honor a Flynn Cassidy, el dueño
del Noventa y Dos. Es una lubina a la plancha, acompañada de un
risotto de langosta y guisantes crujientes".
Mientras Amelia se movía por la cocina, Flynn notó que estaba relajada
y natural con la cámara en su cara. No mostró ningún signo de
nerviosismo y reaccionó a la cámara y a Ray como si estuviera
cocinando para uno de sus amigos. Amelia y Ray charlaron
amistosamente sobre la cocina, sobre sus antecedentes en la cocina,
los ingredientes y el proceso de cocción de Amelia. Flynn no podría
estar más orgulloso de ella. Sólo tuvieron que hacer un par de tomas
hasta que el director pidió un corte final.
Había sido perfecto. Estaba muy orgulloso de ella. Todos salieron para
que Amelia y su personal pudieran seguir cocinando el resto de las
comidas para los clientes.
"Ella es buena", dijo Paul mientras se movía al lado de Flynn.
Flynn sonrió y asintió con la cabeza. "Sí, lo es. Es una excelente chef".
"Ella es más que eso. Es natural delante de las cámaras".
Flynn no podría estar más aliviado al oír los elogios del productor.
"Estará feliz de escuchar eso. Estaba nerviosa por lo de esta noche".
"No debería estarlo. Blaine dijo que lo hizo muy bien."
"Bien".
La cena resultó perfecta, y el equipo también comió. Sabía que Amelia
se aseguraría de que todos comieran, así que no le sorprendió.
No había tenido oportunidad de hablar con ella todavía porque estaba
ocupada y se había asegurado de pasar por todas las mesas para ver
cómo sus clientes disfrutaban de la comida. Todos parecían pasárselo
muy bien y no les importaba en absoluto ser filmados, lo que fue un
alivio para Flynn.
Con todo, la noche había transcurrido perfectamente.
Finalmente vio a Amelia hablando con Paul, Blaine y Ray justo fuera
de la cocina. Flynn se volvió hacia ellos, pero luego escuchó un poco
de su conversación.
"Eres natural en la cocina y frente a la cámara", dijo Paul. "Eres
atractiva, tienes una facilidad en ti y no estabas nerviosa".
Amelia sonrió. "Estoy muy contenta de escuchar que todo salió bien.
Gracias."
"¿Alguna vez has considerado ser la anfitriona de tu propio programa
de cocina?" Paul preguntó.
Flynn se detuvo y se movió a la vuelta de la esquina para que Amelia
no lo viera.
"Oh. No. Esa no es mi área de especialización".
Ray dijo: "Confía en mí, Amelia. Como alguien que ha hecho esto
durante años, serías una ganadora en un programa del canal. Tú y yo
congeniamos enseguida, y como alguien que ha presentado concursos
de cocina, te puedo decir que la mayoría de la gente se pone nerviosa.
Tú no estabas nerviosa para nada".
"Podríamos conseguirte un trabajo fácilmente", dijo Paul. "Tienes una
habilidad natural y tus talentos son increíbles. ¿Qué opinas?"
Flynn contuvo la respiración, esperando que Amelia dijera que no.
"Me siento tan halagada de que pienses tan bien de mí. ¿Podríamos
entrar en la oficina aquí?" Amelia preguntó. "Me gustaría tener algo de
privacidad para hablar con ustedes".
Todos entraron en la oficina de Ken y cerraron la puerta.
El estómago de Flynn se apretó. ¿Qué demonios acababa de pasar?
Había esperado a que Amelia los rechazara. En vez de eso, pidió
privacidad para hablar con ellos...
Eso sólo podía significar una cosa. Habían ofrecido el cebo de su
propio programa de cocina en la TV, y ella iba a decir que sí.
Por supuesto que diría que sí. ¿Su propio programa de televisión?
¿Qué chef rechazaría eso? Nadie lo haría. Ella no lo haría. Y no iba a
hacerlo, por lo que pidió hablar con ellos en privado. Uno, para que
nadie del personal pudiera escucharla, y lo más importante, para que
no la viera hablar con el productor, el anfitrión y el director del
programa.
Maldita sea.
Se sentía mal del estómago. Traicionado. Había sido tan ciego y
estúpido como para pensar que ella sentía lo mismo por él que él por
ella.
Estaba enamorado de ella, mientras ella esperaba el momento
oportuno para el debut perfecto. Y ahora lo había encontrado y se había
abalanzado sobre una oportunidad.
Hijo de puta. Se sentía como el mayor estúpido de todos los tiempos.
Amelia respiró profundamente mientras se enfrentaba a Paul, Blaine y
Ray. La última cosa que quería hacer era insultar a cualquiera de ellos.
La reputación de Flynn estaba en juego y tenía que asegurarse de que
todo esto le saliera bien. Le habían ofrecido la oportunidad de su vida,
así que tenía que asegurarse de ser amable con esto.
"Me siento tan halagada por su oferta. Pero honestamente, soy muy
feliz aquí en el Noventa y Dos."
Blaine le dio una mirada de incredulidad. "Te das cuenta de lo que te
estamos ofreciendo aquí".
Ella asintió. "Sí, y estoy extremadamente agradecida. Pero me encanta
estar aquí. He establecido un hogar y una carrera con la que estoy muy
feliz."
"¿Lo suficientemente feliz como para renunciar a la oportunidad de
tener su propio programa de televisión?" Ray preguntó. "Porque ese
tipo de oportunidad podría no volver a presentarse".
Ella asintió. "Me doy cuenta de eso. Y no voy a descartar esta tremenda
oportunidad que me están ofreciendo. Me siento muy halagada. Pero
voy a tener que declinar con mi agradecimiento. Me siento honrada de
que piensen tan bien de mi cocina y mis habilidades. Estoy feliz donde
estoy, sin embargo. "
Blaine asintió. "Creemos que tienes talento, Amelia. Si cambias de
opinión en las próximas veinticuatro horas, llámame." Sacó su tarjeta y
se la entregó.
"Muchas gracias".
Esperaba haber sido amable y profesional y esperaba que su negativa
no dejara mal parado al Noventa y dos.
Después de que salieron de la oficina, el equipo empacó y se fue. Metió
la tarjeta de Blaine en su bolsillo y volvió a terminar en la cocina.
Había sido honesta con ellos cuando le dijo que se sentía halagada.
Había entrado en esto con la esperanza de que esta noche fuera todo
sobre Flynn, y ciertamente no todo sobre ella. Había mostrado su plato
estrella y se había asegurado de mencionar en cámara que Flynn había
sido el que había creado el plato que había hecho esta noche. No
estaba segura de donde habían sacado la idea de que ella debería
estar en televisión. Qué idea tan ridícula.
De cualquier manera, ella había sido honesta cuando les dijo que era
feliz donde estaba. Aquí en el Noventa y Dos. En San Francisco. Con
Flynn.
Hablando de Flynn, ella realmente quería encontrarlo para contarle
sobre la oferta de Blaine. Probablemente se reiría. ¿Ella en televisión?
Ella no podía ni imaginarlo.
Encontró a Ken, que estaba cerrando por esta noche.
"Hola, Ken".
Ken se volvió hacia ella y sonrió. "Gran noche, ¿verdad?"
Le devolvió la sonrisa. "Salió bien. ¿Has visto a Flynn?"
"Oh, se fue. Dijo que tenía algo que necesitaba hacer".
Ella frunció el ceño. "¿Se fue?"
"Sí, hace unos veinte minutos. Pero estaba muy feliz por lo de esta
noche. Dijo que salió bien."
"Ya veo. Bien. Genial. Gracias, Ken".
Volvió a la cocina y terminó de limpiar con su equipo, luego tomó sus
llaves y se fue a su auto. Cuando se deslizó, se frotó el estómago.
Flynn no se habría ido a menos que algo estuviera mal. Ahora estaba
preocupada por él, y no había forma de que se fuera a casa sin
comprobarlo. Sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto.
¿Dónde estás?

Esperó, con la esperanza de obtener una respuesta de inmediato. No


obtuvo nada, lo que sólo empeoró el pánico que se apoderó de ella. Se
fue en auto y se dirigió a su casa. Su camioneta estaba estacionada en
la entrada, así que salió y fue a la puerta principal y tocó el timbre.
Él respondió en un minuto.
"Te envié un mensaje de texto".
Su expresión era plana, sin emociones. "Sí, lo sé".
¿Él lo sabe? Ella entró y él cerró la puerta tras ella. Ella se volvió hacia
él. "¿Por qué no me respondiste? Estaba muy preocupada por ti. No es
propio de ti salir del restaurante sin visitarme".
Se encogió de hombros. "Me pareció que estabas muy ocupada".
"¿Ocupada? No tengo ni idea de lo que estás hablando".
"Con Paul y Blaine, planeando tu nuevo futuro."
"¿Con... qué?" Puso su bolso y sus llaves en la mesa de al lado y se
acercó a él. "Flynn, no tengo ni idea de lo que estás hablando".
"Te escuché, Amelia. Los oí a ti y a Blaine hablando sobre el programa
de televisión".
"Oh, ¿lo hiciste? ¿No fue eso ridículo? ¿Puedes imaginarme haciendo
un programa de cocina en televisión?"
"Sí, puedo imaginarte. Estuviste increíble hoy. Natural y perfecta ante
la cámara".
No tenía ni idea de por qué parecía tan enfadado por ello. "Estás
enfadado conmigo. ¿Por qué?"
"Porque esto es lo que querías desde el principio. Y ahora la
oportunidad perfecta ha caído en tu regazo y no lo vi venir."
"¿No lo viste venir? Me gustaría que fueras más claro, porque estoy
confundido."
"Oh, ¿no lo viste venir? Eso es muy gracioso considerando la forma en
que me tendiste una trampa". La ira que venía de su cara la asustó.
Ella dio un paso atrás. "Nunca te tendí una trampa, Flynn, y
honestamente, no sé de qué estás hablando".
"Planeaste esto desde el principio. Sé amable con Flynn, deja que
Flynn piense que eres vulnerable. Cuéntale esta historia de mierda
sobre lo rota que estás por tu pasado. Luego, cuando sea totalmente
abierto contigo, cuando esté listo para darte todo, ahí es cuando
atacas. Nunca he visto a nadie manipular a alguien tan perfectamente,
Amelia. ¿Sabías que el canal aparecería o fue la oportunidad adecuada
en el momento adecuado? ¿Hasta dónde planeabas llevar esto?
¿Hasta el final, o sólo planeabas engañarme, jugando la carta de
"tomémonos esto con calma" hasta que te diera el resultado correcto?"
La comprensión se hizo evidente, y cada palabra que le dijo fue como
un cuchillo que le apuñaló en el corazón. "¿Crees que yo planeé esto?
¿Qué te usé? ¿Qué mi pasado fue una mentira?"
"No lo sé. ¿Fue así?"
"Por supuesto que no lo fue. Nunca he sido nada más que honesta
contigo. ¿Y lo del canal? No sé qué creíste oír..."
"Escuché y vi. Escuché que te ofrecieron un programa de televisión, y
luego vi que los llevaste a la oficina de Ken para tener algo de
privacidad. Qué conveniente llegar a un acuerdo con ellos donde no
pudiera verte".
Wow. Pensó que ella lo manipulaba, que lo usaba para avanzar en su
carrera.
Se sentía mal del estómago. Era como si el pasado hubiera vuelto para
abofetearla en la cara otra vez.
Él no confiaba en ella.
"No, los llevé a la oficina de Ken porque necesitaba un momento para
ordenar mis pensamientos. Quería asegurarme de que estaba siendo
educada y profesional porque tu restaurante, tu reputación, estaba en
juego. Así que quería asegurarme de decir las cosas correctas cuando
las rechazara."
Él se río. "Claro que sí. Una oportunidad como esa llega una vez en la
vida, Amelia. Y se supone que debo creer que alguien con tu talento va
a rechazarla".
"Sí, se supone que debes creerlo, porque es verdad. Y los rechacé.
Porque pensé que me conocías. Pensé que creías en mí. En nosotros.
En lo que tenemos juntos. Que es una de las principales razones por
las que los rechacé".
Él no dijo nada y ella sabía que no lo estaba alcanzando. Porque no
confiaba en ella. Era Frank otra vez.
¿Qué era lo que pasaba con ella y los hombres? ¿Tenía una cara
sospechosa? ¿Emitía un aura de mentira?
No. No se trataba de ella. No era su culpa. Se trataba de Flynn.
"¿Sabes qué? Está bien. Cree lo que quieras". Fue y tomó su bolso y
las llaves del auto. "¿Sabes quién era la persona equivocada para
confiar en alguien otra vez? Yo. Porque te di mi corazón y tú lo
aplastaste bajo tus gigantescos y estúpidos pies. Así que tal vez acepte
ese trabajo después de todo, porque no puedo trabajar para alguien -
no puedo amar a alguien - que tiene tan poca fe en lo que tenemos."
"Ves, lo sabía. Vas a aceptar el trabajo".
Estaba tan frustrada que quiso coger la lámpara más cercana y
tirársela.
"Vete a la mierda, Flynn".
Salió por la puerta, con todo su cuerpo temblando de rabia y dolor y la
necesidad de gritar en la noche. Se mantuvo firme mientras conducía
a casa, abrió la puerta y tiró su bolso y las llaves en el sofá. Fue a la
cocina, tomó una copa y una botella de vino. Sirvió una copa, salió a
su porche y sacó el teléfono de su bolsillo.
Le envió un mensaje a Laura.
Flynn y yo rompimos. Te necesito.
De inmediato.

Entonces empezó a beber, forzando a que las lágrimas que le


pinchaban los ojos retrocedieran.
Porque ella no lloraría por ese imbécil.
TREINTA Y UNO.

En las situaciones de juego, la concentración lo era todo.


Para este juego, la concentración de Flynn era una mierda.
"Has fallado tacleos fáciles ahí fuera", le había dicho su entrenador en
el descanso. Su entrenador nunca le había dado un sermón sobre los
tacleos perdidos. Flynn siempre era el líder de los tacleos en su equipo.
Necesitaba sacar la cabeza de su culo o iban a perder este maldito
partido. Tenían que ganar hoy. Podían ganar hoy y Flynn lo sabía. No
había forma de que él fuera la causa de la pérdida de este juego.
"¿Tienes algo en mente?" Mick le preguntó mientras salían del túnel
para la segunda mitad.
"Sí. Problemas de mujeres".
Mick hizo una mueca. "Eso es lo peor. Saldremos después de ganar
este juego y me lo puedes contar todo. Mientras tanto, pon tu cabeza
en el lugar correcto".
Flynn asintió. "Lo tienes".
La segunda mitad fue mucho mejor. Flynn puso el cien por cien de su
atención en arrasar la línea ofensiva. Terminó con dos saques y seis
placajes.
Ganaron por diez puntos, porque la ofensiva de los Sabers se había
disparado en la segunda mitad. Y afortunadamente, la defensa se las
había arreglado para juntarlo todo. Se las arregló para controlarlo todo.
Flynn estaba aliviado de no haberla jodido.
Un grupo de ellos decidió salir a comer bistecs. Tara había volado para
el partido, pero tenía a Sam con ella y él estaba cansado ya que era un
partido nocturno, así que llevaba a Sam de vuelta a la casa. Mick iba a
salir a comer un filete con ellos.
Esperaron en el bar mientras su mesa estaba preparada. Mick y Flynn
se sentaron uno al lado del otro. Flynn tomó una cerveza y Mick un
refresco.
"Lo hiciste en el segundo tiempo", dijo Mick.
"Sí, la defensa se organizó. La ofensiva pateó algunos traseros".
Mick tomó un largo trago de soda y sonrió. "La próxima semana será
aún mejor."
"Lo hará".
"¿Quieres hablar de tus problemas con las mujeres?"
Flynn dijo. "Es Amelia. Hemos roto."
Mick frunció el ceño. "Siento oír eso, hombre. A Tara y a mí nos agradó
mucho".
"A mí también. Pero ella no era quien yo creía que era. "
"¿Sí? ¿Y cómo es eso?"
"Me usó para una oportunidad de promoción de primera clase, un
programa de televisión".
Mick parecía sorprendido. "¿En serio? Eso no parece propio de
Amelia."
"Tampoco creí que fuera posible. Pero la escuché hablando con la
gente de la cadena sobre ello".
Mick se dio la vuelta en su silla para enfrentarlo. "¿Estás seguro de que
eso es lo que has oído?"
Flynn se encogió de hombros. "Me dijo que intentaba decepcionarlos
de manera profesional, pero la oí decirles que quería hablar en privado.
Fueron a la oficina del gerente del restaurante".
"Bien. ¿Y?"
"Y, nada. Ella me usó."
"¿Verificaste esto con la gente del canal que filmó tu programa?"
"Bueno... no."
Mick puso los ojos en blanco. "Mira, Flynn. Lo último que quiero hacer
es interponerme entre tú y tu mujer. Pero confía en mí, lo único que sé
es que hubo un malentendido, y casi me cuesta mi relación con Tara.
Antes de que la pierdas, verifícalo".
Flynn tomó un largo trago de su cerveza. "Bien. Lo haré."
Flynn tenía mucho en que pensar, y lo hizo la larga noche después del
juego. A la mañana siguiente, se levantó e hizo una llamada a Paul
Birch, el productor del programa. Empezó agradeciéndole que
incluyera su restaurante, pensando que acusarlo de tratar de robar a
su chef principal no sería una buena idea, y que tenía el Noventa y dos
para pensar.
"Nos alegramos de hacerlo, Flynn. Las imágenes salieron muy bien,
por cierto. ¿Te dijo Amelia que le ofrecimos un programa de
televisión?"
Se alegró de no tener que mencionarlo. "Ella lo mencionó".
"Fue extremadamente profesional cuando nos rechazó. Nunca he visto
a nadie más desinteresada en ser el centro de atención que Amelia."
Paul se río. "Hubieras pensado que le estábamos haciendo una oferta
para ir a la cárcel".
"¿En serio?" Sintió una puñalada en el estómago.
"Sí. Pero ella fue muy dulce al respecto. Oye, tengo que irme. Te
enviaremos un enlace a tu lugar en el programa cuando esté
disponible".
"Bien. Gracias, Paul".
Dejó caer su teléfono en el sofá y se arrastró los dedos por el pelo.
"Mierda". La había cagado. No sólo la había cagado, sino que lo había
hecho mal, y había arruinado su relación con Amelia.
Todo lo que ella le había dicho había sido cierto. No había confiado en
ella, no le había creído cuando le dijo la verdad.
Las cosas de las que la acusó, las cosas que le dijo...
Era un completo imbécil, un completo cretino.
¿Pero por qué había rechazado el trabajo? Era una gran oportunidad
para ella. Una oportunidad única en la vida.
Tenía que hablar con ella. El problema era que ella no había ido a
trabajar en una semana, y él ni siquiera estaba seguro de que siguiera
en la ciudad.
Tomó sus llaves y condujo hasta su casa, pensando que como había
sido tan imbécil, ella no respondería al teléfono si él la llamaba. Llamó
a su puerta.
No respondió. Tocó el timbre. Todavía no hubo respuesta.
Carajo. Sacó su teléfono y buscó entre sus contactos, llegando al
número de Laura. Estaba tan contento de haberlo obtenido la noche
que cenaron en su casa. Presionó el botón.
Laura respondió. "Eres un imbécil, Flynn".
"Tienes razón. Y me merezco cada cosa terrible que quieras decirme.
Pero necesito encontrar a Amelia".
"¿Por qué? ¿Para que puedas romperle el corazón aún más?"
"No. Para que pueda arreglar las cosas entre nosotros".
Silencio. Un silencio muy largo.
"Por favor, Laura".
La oyó suspirar. "Ella está aquí en mi casa. Pero si la haces llorar de
nuevo, te lastimaré."
"Te creo. Y gracias".
Ahora tenía que juntar su mierda y averiguar qué demonios le iba a
decir a Amelia. Porque ni siquiera él sabía cómo iba a arreglar esto
todavía.
Sólo sabía que estaba a punto de entrar en la conversación más
importante de su vida.
TREINTA Y DOS.

Amelia estaba preparando pollo Marsala en la cocina de Laura cuando


sonó el timbre.
"Lo atenderé", dijo Laura.
Jon estaba en una reunión en el centro e iba a llegar tarde a casa esta
noche, así que Amelia quería arreglar algo que pudiera calentar
fácilmente. Sabía que era uno de los platos favoritos de Jon y que él
había sido muy bueno dejándola pasar aquí los últimos días. No podía
estar sola en su casa, con todos sus pensamientos y sus lágrimas.
Llorar no le hacía ningún bien y estaba cansada de tener dolores de
cabeza por llorar tanto.
Laura finalmente la había convencido para que se quedara con ellos.
Al menos con Laura había conversación y risas y tenía gente para
quien cocinar. Cocinar era una terapia para ella, y estar sola y cocinar
para sí misma no funcionaba. Aquí con Laura tenía alguien con quien
hablar sobre el desastre en que se había convertido su vida. No sabía
qué habría hecho sin Laura durante la semana pasada.
Ahora no tenía trabajo y no sabía qué iba a hacer al respecto, porque
no había forma de que volviera al Noventa y Dos. No después de todas
las cosas horribles de las que Flynn la había acusado.
"Amelia".
Se quedó quieta ante el sonido de la voz de Flynn, segura de que lo
había imaginado. Él había estado en su cabeza mucho los últimos días.
Se volvió para ver a Laura de pie junto a él.
"No te enojes", dijo Laura. "Pensé que ustedes dos deberían hablar".
Todo el dolor regresó rápidamente, todas las cosas de las que la había
acusado.
Ella sacudió la cabeza. "No quiero hablar con él".
Apagó la estufa y se alejó, necesitando alejarse de Flynn antes de que
él dijera algo más para aplastar su corazón.
Salió al porche trasero y se subió la cremallera de su sudadera,
envolviéndose los brazos y luchando contra las lágrimas que surgieron
al verlo de nuevo.
La puerta trasera se abrió y ella supo que era él. Laura era una
pacificadora y querría que lo cerrara, aunque sólo fuera eso.
Al diablo con el cierre. El cierre era un concepto estúpido que se le
ocurrió a alguien a quien nunca se le había arrancado el corazón del
pecho. Ella no necesitaba un cierre. Estaba enojada, y la ira justa se
sentía mucho mejor que el cierre.
"Vete, Flynn".
"Tengo que hablar contigo".
Ella parpadeó las lágrimas y se volvió hacia él. "¿Sobre qué? ¿Sobre
cómo me acusaste de usarte para convertirte en una famosa chef?"
Parecía dolorido. Bien. Ella esperaba que desarrollara una úlcera por
eso.
"Sí. Me equivoqué."
"No me digas". Ella fue y se sentó en uno de los asientos de amor
acolchados de ahí fuera. Hacía frío afuera, así que tomó una manta y
se la puso sobre las piernas.
Flynn agarró una de las sillas plegables y la colocó frente a ella, y luego
se sentó a horcajadas para enfrentarla. "Me asusté cuando te oí hablar
con Paul y Blaine. Cuando te ofrecieron el trabajo, esperaba que los
rechazaras".
"Los rechacé".
"No, les pediste que entraran en la oficina de Ken para tener
privacidad".
"Sí, para poder rechazarlos sin dejar de ser profesional y educada.
Estaba haciendo eso por ti. Por el restaurante."
"En ese momento no lo supe. Todo lo que vi fue a ti mirándolos
emocionada y sonriéndoles y.… no importa lo que yo pensaba. Estaba
totalmente fuera de lugar y debería haberte conocido mejor."
Ella asintió. "Exactamente. Deberías conocerme. Deberías haber
confiado en mí. Dios, Flynn, las cosas que me dijiste me dolieron
mucho. Todas esas mujeres con las que te vi antes de que nos
juntáramos. Sabía de qué se trataba. Se trataba de usarte para
progresar. ¿Y pensaste que yo haría lo mismo contigo? Es como si
nunca me hubieras conocido en absoluto".
Miró hacia abajo a sus pies, y luego hacia arriba a ella. "Lo sé. Supongo
que me he quemado demasiadas veces y la confianza ha sido un gran
problema para mí."
"¿Así que me incluiste con ellas a la primera oportunidad que tuviste?"
"Lo hice, y lo siento". Él la alcanzó, pero ella sacudió la cabeza y se
puso de pie.
"No. Ya he pasado por esto antes con un hombre que no tuvo fe en mí.
No puedo hacerlo de nuevo. No lo haré de nuevo. Tienes que irte".
"Amelia".
Ella se había dado la vuelta, negándose a mirarlo. Porque si lo hacía,
podría debilitarse y caer en sus brazos, rogándole que la abrazara. Que
la amara. Porque Dios, a pesar de todo, ella todavía lo amaba.
"Vete, Flynn. Déjame en paz".
"No voy a renunciar a ti. En nosotros. Te necesito. Te amo, Amelia."
No pudo contener las lágrimas y le cayeron por las mejillas como un
río.
Esta era la primera vez que le dijo que la amaba. Ahora, cuando su
corazón se rompió en dos.
Ella se limpió las lágrimas, necesitando tanto sentir el toque de su
mano, para sentir la fuerza de sus brazos alrededor de ella. Pero ya no
podía confiar en él. Y sin confianza, no funcionaría.
"Por favor, vete". Apenas pudo pronunciar las palabras.
"Encontraré una manera de hacer esto bien".
Ella lo escuchó alejarse y después de que la puerta del porche se cerró,
cayó en el asiento, ahogándose en un sollozo. Se puso el puño en la
boca, odiando que estuviera llorando otra vez. Pero esta sensación de
pérdida se hizo muy profunda, tan profunda que hasta sus huesos le
dolieron.
Cuando la puerta del porche se abrió de nuevo, fue Laura quien vino y
se sentó en el asiento del amor con ella, la abrazó y la sostuvo mientras
lloraba.
TREINTA Y TRES.

La primera nota llegó el día después de que Flynn apareciera en la


casa de Laura. Amelia había decidido que era hora de volver a casa y
enfrentar su vida, aunque Laura le había dicho que era bienvenida a
quedarse con ella y Jon todo el tiempo que necesitara.
Pero ella era más fuerte que sus emociones, y necesitaba seguir
adelante. Necesitaba encontrar un nuevo trabajo y aprender a vivir en
su silenciosa y vacía casa con su tristeza.
El sobre tenía la letra de Flynn y lo había recogido con su correo.
Dudó y lo abrió.
Me encanta la forma en que sonríes. Siempre me llega al
corazón, porque es muy genuina.
Extraño tu sonrisa, Amelia. Te amo.
F
Eso es todo lo que decía la nota. Pasó sus dedos por encima de su
letra. Estaba un poco descuidada, lo que hizo que sus labios se
pusieran en movimiento.
No. Él no la haría sonreír. No la recuperaría. Tiró la nota a la basura.
Una hora más tarde, sacó la nota de la basura y la dejó en el mostrador
de la cocina.
Esa noche, recibió una entrega.
Era una caja. Dentro de la caja había un filete crujiente, papas al horno
y una ensalada. Y otra nota de Flynn.
Probablemente estás cocinando todos los días, pero no
comiendo, y deberías comer. Hice esto porque sé que te gusta
el filete. Hice el aderezo para la ensalada. Espero que te guste.
Te amo, Amelia.
F

Maldito sea.
Quería tirar la comida. Pero no se podía ignorar una buena comida, así
que se comió el filete mientras miraba la nota. El aderezo de la
ensalada era una vinagreta balsámica cremosa que estaba muy buena.
A la mañana siguiente, cuando se levantó, había otra caja en su puerta,
junto con otra nota.
Dentro de la caja había una hermosa colcha hecha a mano. Pasó sus
manos por encima del intrincado diseño, y luego abrió la nota.
Pensé que esto podría mantenerte caliente mientras estás
sentada en tu porche.
Te amo.
F

Con un suspiro tembloroso, llevó la colcha al porche y se la puso en el


regazo mientras tomaba el café de la mañana.
Con su correo de ese día llegó otra nota.
Soy muy malo en poesía, pero voy a intentarlo:
Soy imperfecto, pero eres la mujer más hermosa que he
conocido...
Estábamos bien juntos, y, sin embargo
Lo arruiné. Por favor, dame otra oportunidad
Y sé que podemos hacer que esto dure.
Te amo, Amelia.
F
En cuanto a la poesía, era horrible. Pero su corazón se estaba
derritiendo.
Él lo estaba intentando. Pensaba en ella todos los días.
Maldito sea.

Durante los dos días siguientes hubo al menos dos notas al día. La
alimentó, le dio vino, un libro de cocina que había estado codiciando y
que aún no había sido publicado, y escribió otra nota con un poema
aún peor que el primero.
Laura había venido y Amelia le habló de las notas.
"Él te ama. La jodió mucho. Obviamente está tratando de enmendarse.
¿Qué vas a hacer?"
Ella suspiró. "No lo sé. Ya sabes lo que pienso de la confianza".
"Sí, lo sé. Pero él no es Frank".
"No. No lo es".
"Supongo que eso te deja con dos opciones. Lo perdonas y encuentran
el camino de regreso al otro, o se alejan para siempre."
Pestañeó lágrimas ante la idea de no volver a tener a Flynn en su vida.
"No sé qué hacer, Laura".
"Vale, piensa en esto. Cuando lo terminaste con Frank, ¿cómo te hizo
sentir?"
"Triste. De una forma remota. Pero también aliviada".
"¿Y cómo te sientes ahora, sobre la posibilidad de terminar las cosas
con Flynn?"
Le puso los ojos llenos de lágrimas a Laura. "Me está destrozando. Lo
amo demasiado".
Laura pasó su mano por el brazo de Amelia. "Creo que ya tienes tu
respuesta".
Amelia asintió. "Creo que sí".
Laura cogió una de las notas de Flynn y la leyó. "Cariño, nadie que sea
tan imbécil se tomaría tantas molestias para recuperarte. Confía en mí,
los tipos comunes no hacen esto. Además, es el peor poema que he
leído en mi vida".
Amelia se río. "Lo sé. Dios, lo amo tanto".
"Así que perdónalo y empecemos a ser felices para siempre".
"Sí, hagamos eso".
TREINTA Y CUATRO.

Cuando Flynn recibió el mensaje de Amelia preguntándole si le


gustaría ir a su casa a cenar, fue todo lo que pudo hacer para no dejar
la práctica en ese momento y acudir corriendo.
Pero tenían un gran partido este fin de semana, y su atención debía
centrarse en su equipo y en el próximo partido contra Seattle. Estaban
en el primer lugar de su división, y decididos a quedarse allí. Estaba
demasiado cerca del final de la temporada para arruinar las cosas
ahora.
Estaba listo para este juego, y pensó que la defensa había practicado
duro hoy. Sentía que todos estaban preparados para la batalla del
domingo.
Había sido un día largo y agotador, pero una vez que las reuniones del
equipo terminaron, se dirigió a casa, luego subió y se preparó para ir a
la casa de Amelia.
Se sentó en la cama después de la ducha, pensando en lo que le iba a
decir a Amelia esta noche. Esperaba que las notas que le había
enviado esta semana comunicaran lo profundo de sus sentimientos.
Pero necesitaba escribirle una nota más, así que después de vestirse
bajó, tomó una tarjeta de notas de la caja y escribió la nota. La puso en
el sobre y la metió en el bolsillo de su camisa de botones, y luego se
dirigió a la casa de Amelia.
Su corazón latía con fuerza mientras tocaba el timbre de su puerta.
Cuando ella abrió la puerta, él no estaba seguro de qué tipo de reacción
esperar, pero ver su sonrisa temblorosa era lo mejor que había visto en
la última semana.
"Pasa."
"Gracias".
"Estoy haciendo lomo de cerdo para la cena", dijo mientras se dirigía a
la cocina. "Necesito revisarlo".
"Seguro". La vio alejarse. Llevaba un vestido de algodón marrón oscuro
con mangas largas y todo tipo de ondulaciones en la parte inferior de
la falda. Estaba descalza, con el pelo suelto alrededor de los hombros
en ondas. Parecía una hippie preciosa y todo lo que él quería era
abrazarla y sostenerla durante una o dos horas.
Cuando ella cerró la puerta del horno, levantó la mirada hacia él. " ¿Una
copa de vino?"
"Sí, por favor".
Ella sirvió de la botella que estaba abierta en el mostrador y le entregó
la copa. Él tomó un sorbo.
"Bueno".
"Sí".
"Gracias por invitarme a cenar".
"Gracias por todas las notas, y todos los regalos. Fueron especiales y
de corazón, y eso significó mucho para mí".
Lo que le recordó al que tenía en el bolsillo. "Oh, hay uno más."
Lo sacó y se lo entregó. Ella lo miró, y luego lo miró a él.
"¿Debo abrirla ahora?"
"Cuando quieras".
Abrió el sobre, sacó la tarjeta y leyó la nota en voz alta.
"Confío en ti. Y estuve muy equivocada al no hacerlo. Por favor,
perdóname. Te amo, Amelia, y quiero un futuro contigo. Haré lo que
sea necesario para que eso suceda."
Mientras lo leía, vio cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Ella dejó
la nota.
"Oh, Flynn". Ella caminó hacia sus brazos.
Tener el contacto del cuerpo caliente de Amelia presionado contra el
suyo era la mejor maldita cosa de la historia. Siempre sería lo mejor de
la historia.
Él besó la parte superior de su cabeza. "Siento mucho haber sido tan
imbécil. No volverá a suceder."
Inclinó la cabeza hacia atrás. "No hagas promesas que no puedas
cumplir".
Sonrió. "Vale. Intentaré no ser un gran imbécil otra vez."
"Eso funciona".
Él rozó sus labios con los de ella. "¿Perdóname?"
"Sí".
Alisó su mano sobre su cara, incapaz de creer que esta asombrosa
mujer lo había perdonado. "Te amo".
"Yo también te amo".
No estaba seguro de haber sentido sus emociones tan profundamente,
pero oír a Amelia decirle que lo amaba fue abrumador.
"Realmente no te merezco".
Ella sonrió. "No, no es así. Pero me tienes. Ahora y para siempre."
"Nos tenemos el uno al otro. Y somos un trabajo en progreso. Al menos
yo lo soy".
"Yo también. Trabajaremos juntos en nuestros problemas".
Respiró hondo y la besó de nuevo, esta vez un beso más profundo.
Esta vez un beso lleno de amor y pasión. Ella se apretó contra él y su
verga se puso dura. Él le pasó las manos por la espalda, acariciando
su trasero para atraerla hacia su erección.
Ella apartó sus labios de los suyos. "Hazme el amor, Flynn. Ahora."
Se trasladaron al dormitorio y la ropa se quitó rápidamente. Él le agarró
los pechos y le chupó los pezones hasta que ella jadeó. Cuando ella
acarició su verga con sus suaves y lisas manos, le tocó a él aspirar un
aliento. Cogió un condón y se lo puso en un tiempo récord, luego
rodaron a ambos lados para enfrentarse mientras él se deslizaba
dentro de ella, burlándose de sus pezones al empujar profundamente
dentro y fuera de su caliente y apretado coño.
Ella pasó la palma de su mano sobre su mandíbula. "He extrañado
esto, he extrañado que estés dentro de mí".
La sintió estrecharse a su alrededor. "No he dormido. No duermo
cuando no estás conmigo."
Ella gimoteó mientras él se adentraba más en ella. "Te amo, Flynn".
Él se burló de sus labios con los suyos. "Yo también te amo, Amelia."
Entonces no hubo más palabras, ya que ambos quedaron atrapados
en la pasión. Y cuando ella se vino, gritó y clavó sus uñas en sus
brazos. Él gimió con fuerza con su clímax y se derramó en ella con un
escalofrío.
Después, le puso la cabeza contra el hombro y la sostuvo, sintiéndose
el hombre más afortunado del mundo.
"Vendrás al rancho para Navidad, ¿verdad?" preguntó mientras la
acariciaba.
"Oh, Dios, sí. Amo a tu familia, Flynn. No me lo perdería".
"Bien. Y volverás a trabajar en el Noventa y Dos, ¿verdad?"
Hizo una pausa de unos segundos antes de responder. "Si quieres que
lo haga. Estoy segura de que Stefanie está haciendo un gran trabajo."
"Lo hace, pero le gustaría mucho que volvieras. Dijo que necesita un
par de años más de entrenamiento antes de estar lista para ser chef
principal".
Amelia se inclinó hacia atrás para mirarlo. "Ella es muy buena".
"Sí, lo es. Tú eres mejor. Y hablando de que eres la mejor chef de la
historia, ¿realmente no quieres tu propio programa de televisión?"
Ella le apuñaló en el pecho con su uña. "No. Ahora no. No nunca. La
televisión no es lo mío, Flynn".
"Ow. Ok. Lo tengo. No televisión. Ahora no. Nunca."
"De hecho, la próxima vez que venga un equipo de filmación, me
tomaré el día libre."
Asintió con la cabeza, dispuesto a darle cualquier cosa mientras ella
fuera feliz. "Lo entiendo. Tú estás a cargo".
"¿Yo?" Ella lo empujó sobre su espalda y se volteó sobre él. "Es bueno
saberlo".
"¿Qué hay de la cena?"
"Está a fuego lento".
Le agarró de las caderas y se levantó contra ella. "Oh, bien. Entonces
movamos las cosas aquí a un punto de ebullición."
Ella le sonrió. "¿Ves qué buen equipo somos, Sr. Cassidy?"
"Casi perfecto, Srta. Lawrence".
#13. La puntuación final.
En la nueva novela Play-by-Play de
la autoría del bestseller del New
York Times Rules of Contact, un
mariscal de campo estrella se
debate entre su amor por el juego
y la mujer que puede ser el amor
de su vida.
Nathan Riley está listo para seguir los
pasos de su famoso padre, un
jugador de fútbol. Ha sido reclutado
como mariscal de campo para el
antiguo equipo de su padre, y su
futuro deportivo es brillante. Cuando
su amiga Mia Cassidy se muda a la
misma ciudad, su amistad de años se
calienta de repente, recordándole la
única noche que pasaron juntos en la
universidad que nunca podrá olvidar.
Al igual que Nathan, Mia procede de una familia de dinastía deportiva
y se está embarcando en una nueva e increíble carrera como
fundadora de su propia empresa de gestión deportiva. Su amistad con
Nathan lo es todo para ella, y volver a lanzar el sexo a la mezcla podría
ponerlo todo en peligro. Pero la química entre ellos siempre ha sido
muy intensa, y no pasa mucho tiempo antes de que Mia se dé cuenta
de que desea algo más con Nathan que charlas nocturnas y pizza.
La pasión tiene una forma divertida de cambiar las reglas, y pronto
Nathan y Mia se darán cuenta de que para ganarlo todo, tendrán que
hacer una jugada inesperada por amor.
Sobre la autora

Jaci Burton es una autora de bestsellers del New York Times que
vive en Oklahoma con su marido y sus perros. Tiene tres hijos
adultos, que están dispersos por todo el país y tienen vida propia.
Amante de los deportes, Jaci a menudo puede decir qué
temporada es por el deporte que se está practicando. Ve
demasiada televisión, incluyendo una cantidad insana de reality
shows. Cuando no cumple con los plazos de entrega, Jaci puede
ser hallada en su casino local, tratando de convertirse en millonaria
(hasta ahora, no ha habido suerte). Es una romántica total y le
encanta una historia con un 'felices para siempre', que encontrarás
en todos sus libros.

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