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ESCUELA DE FORMACION DE MESTROS

ENRIQUE FINOT

Integrantes:
-Nino Balderrama Borda
-Beatriz Moirenoi Ureyu
-Karen Vera Mamani
-Rosmery Gervacio Caceres
Especialidad: Ciencias naturales física-química
Año de Formación: 2do año
Docente: lic. Waldo Porcel Torrico
Bioelectricidad

Bioelectricidad, puede definirse como una rama de la biología que estudia el conjunto
de fenómenos eléctricos que experimentan los seres vivos. Este proceso bioeléctrico es
esencial para el funcionamiento del cuerpo.
La electricidad es una representación de energía,
en la que los protones y electrones de la materia
interactúan ya sea negativa o positivamente.
Es así como en la biolectricidad, todo lo que rodea
al cuerpo es materia hecha de átomos. Estos
cuentan con un centro llamado núcleo y dentro de
este núcleo se encuentran partículas con cargas
positivas (protones) y otras sin carga (neutrones).
De esta forma, el núcleo termina estando rodeado
de partículas cargadas negativamente (electrones).
¿Cómo se produce la Bioelectricidad?
Este proceso ocurre constantemente. La electricidad se produce cuando la célula del
cuerpo pone en marcha la apertura de la “compuerta sodio-potasio”.
Cuando el cuerpo requiere enviar un mensaje desde un
punto a otro, los iones o átomos de sodio y potasio
pueden moverse dentro y fuera de la célula.
Al entrar iones de sodio con carga positiva en la
célula y salir el potasio negativo de ésta, se genera un
cambio en las cargas eléctricas de ambas sustancias.
Esto provocará una “chispa eléctrica”, haciendo que
la siguiente célula repita la misma acción y así
sucesivamente hasta formarse una especie de
tormenta eléctrica.
Con los pensamientos, emociones, sentimientos y
acciones; activamos y provocamos que estas cargas eléctricas ocurran, generando
reacciones en áreas específicas de nuestro cerebro.
¿Cuánta energía producen nuestros pensamientos?
El cerebro es el principal generador de electricidad del cuerpo. Cuatro parámetros
determinan la relación entre la función cerebral y la producción y propagación de
impulsos eléctricos al resto del cuerpo. Estos son el voltaje eléctrico, la velocidad de
propagación, el ritmo y el tiempo.
Voltaje eléctrico
La tensión mide la intensidad con la que el cerebro responde a un estímulo, lo que a su
vez afecta a la capacidad del cerebro para procesar esta información (tanto cognitiva
como física). Este voltaje también se llama
diferencia de potencial. Determina el
metabolismo y varios estados de conciencia,
desde «completamente despierto» hasta
«profundamente dormido». Sin la tensión
adecuada, estás operando en cámara lenta.
La velocidad de propagación
La corriente eléctrica viaja desde el cerebro al
resto del cuerpo a una velocidad de 60 pulsos por
segundo. El pensamiento se produce a una velocidad de dos o tres pulsos por segundo.
Todo depende de la rapidez con que se procesen estas señales eléctricas. Es este
parámetro el que determina la edad biológica del cerebro, a veces muy diferente de la
edad cronológica. Cuando la actividad cerebral se acelera, hay una mejora en la
memoria, la atención, el coeficiente intelectual e incluso el comportamiento.
Por el contrario, si se desacelera, nos mareamos y percibimos una disminución de la
agudeza intelectual.
Ritmo
Un cerebro equilibrado crea y recibe electricidad en un flujo suave y constante. Si, por
el contrario, la electricidad se extiende bruscamente, en tirones y sacudidas, se llama
arritmia. Esto es un signo de la aparición de una disfunción cerebral. El ritmo determina
la forma en que se maneja el estrés en la vida diaria. Si este ritmo se descontrola, te
alejas del punto de equilibrio y te vuelves ansioso, nervioso o irritable.
Sincronización
Las señales eléctricas del cerebro pueden representarse como ondas cerebrales. Hay
cuatro tipos de ondas cerebrales, cada una de las cuales corresponde a un nivel de
conciencia física y mental. Las ondas beta (primer tipo) se propagan a una velocidad de
12 a 16 ciclos por segundo. Cuando tu cerebro emite estas ondas beta, tu mente está
viva y alerta.
Las ondas alfa (segundo tipo) viajan a una velocidad de 8 a 12 ciclos por segundo.
Cuando tu cerebro envía estas ondas alfa, te sientes creativo. Las ondas theta (tercer
tipo) viajan de 4 a 8 ciclos por segundo. Estas ondas theta te dan sueño. Las ondas Delta
(último tipo) viajan de 1 a 4 ciclos por segundo. Cuando tu cerebro transmite la mayoría
de las ondas delta, estás durmiendo, más o menos profundamente.
En cualquier caso, ninguna onda cerebral aparece sola.
La sincronización se produce cuando estas cuatro ondas están bien equilibradas a lo
largo del día. Por la noche, el cerebro se repara a sí mismo los traumas del día
sincronizando la emisión de estas ondas. Si se pierde esta sincronización, se arriesga a
una amplificación de los desequilibrios eléctricos. Las consecuencias son un sueño no
reparador, falta de concentración y pérdida de control sobre las emociones.
Todo comienza en la neurona
La corriente eléctrica permite al cerebro coordinar los movimientos, controlar la
respiración e indicar el hambre, el dolor, la alegría o la tristeza… siempre que pueda
circular. La actividad cerebral comienza con un estímulo: un pensamiento o
información de uno de los cinco
sentidos. Cuando este estímulo llega
al cerebro, envía mensajes al resto del
cuerpo. Todas estas señales recibidas
o emitidas por el cerebro viajan a
través de la médula espinal.
Juntos, el cerebro y la médula espinal
forman el sistema nervioso central.
Los componentes más pequeños del
sistema nervioso central son células especializadas llamadas neuronas. Nuestros
cerebros están compuestos por unos 100 mil millones de neuronas al nacer y continúan
produciéndolas a lo largo de nuestras vidas. Cada neurona está compuesta por tres
entidades:
-El soma o cuerpo celular, el cual su función es mantener al núcleo junto con la
información genética (ADN), contener a
las proteínas del retículo
endoplasmático y además es el que
genera la energía necesaria para que la
neurona trabaje correctamente.
-Las dendritas, que son unas
estructuras nerviosas cortas que
funcionan como unas prolongaciones del
cuerpo neuronal y que tienen la función
de recibir la información generada durante la sinapsis.
El axón, que es una estructura nerviosa con forma alargada y delgada que sale del
cuerpo de la neurona, con la finalidad de transmitir el impulso nervioso a otra célula
nerviosa, y que así viaje por otras estructuras nerviosas hasta llegar al centro superior
donde se ejecutará la orden motora.
Cada una de las entidades cumple una función específica, pero siempre es la corriente
eléctrica la que es el vector de la información transmitida.
Miles de dendritas conectan las neuronas entre sí, formando la red eléctrica del cuerpo.
Aunque las neuronas están muy juntas, no se tocan entre sí. El pequeño espacio entre
ellos se llama la hendidura sináptica. El «punto de unión» entre dos neuronas se llama
sinapsis. Cada uno de nosotros tiene más de 100 mil millones de sinapsis.
MOTORES CELULARES
Los motores moleculares son motores en los que los movimientos individuales de unas
pocas moléculas son responsables de la conversión de una forma de energía
(principalmente química) en trabajo. En la naturaleza, están en el origen de todos los
movimientos de los seres vivos. También serían componentes importantes de
eventuales nanomáquinas. Los primeros elementos de la descripción de estos procesos
son recientes y debidos al equipo del profesor Jacques Prost en el Instituto Curie. Estos
movimientos implican a la física de las transiciones de fase y los sistemas dinámicos.
La principal diferencia con los motores
macroscópicos se debe a la escala de las
energías que entran en juego. En efecto para
mover masas moleculares a distancias de unos
pocos nanómetros, el trabajo necesario es del
orden de la energía libre de un termostato a
temperatura ambiente. Los motores
moleculares están generalmente muy
influenciados por su entorno, y no pueden ser
descritos más que por teorías estadísticas. Este
es el caso de todos los motores moleculares
biológicos.
CLASES
Se distinguen comúnmente los motores moleculares rotativos y los motores
moleculares lineales. Los primeros están involucradas en la síntesis del combustible
celular esencial el ATP (adenosin trifosfato) y en la propulsión de las bacterias, como E.
coli. Los segundos están involucrados en el transporte intracelular, en la motilidad
celular, en la mitosis, en la organización de la célula, en las contracciones musculares,
en los movimientos de los cilios y flagelos, o en la detección del sonido.
Existen una gran variedad de estos motores pero solo recientemente han sido
estudiados a profundidad debido a que estos pertenecen a la escala nano donde las
técnicas convencionales de observación son inútiles. Los procesos químicos y físicos
que ocurren en estos motores han levantado la curiosidad de algunos científicos ya que
estos motores cuentan con una gran eficiencia lo que podría contribuir en el desarrollo
de tecnologías prometedoras.
LA KINESINA
La kinesina es el motor encargado del transporte de cargas a través de
microtúbulos dentro de la célula, esta se mueve de una forma similar a la miosina,
está compuesta de varias partes que cambian su posición al hidrolizar ATP y producen
un movimiento en forma de pasos. Estas constan de dos cabezas y se aprovechan de los
filamentos en los microtubulos para caminar, a medida que se hidroliza el ATP logran
avanzar con una carga en una dirección definida. Las kinesinas son fundamentales para
la vida de la célula ya que existen cargas dentro de las células que son demasiado
grandes para trasladarse por difusión, o en algunas células, como lo son algunas
neuronas de gran tamaño, la difusión actúa demasiado lenta por lo que estos motores
se encargan de la movilización de estas.
La kinesina también es esencial en el proceso de división celular, este motor molecular
se encarga de transportar y de organizar los cromosomas en los polos de la célula antes
de su división.
Importancia de la bioelectricidad
Cada herida genera su propio voltaje, ya que cada célula es una batería cargada de iones
positivos y negativos. Esta realidad llevó a Zhao a investigar sobre cómo manipular el
flujo de corriente para que las células del cuerpo migren hacia las zonas afectadas y
aceleren el proceso de curación.
En un estudio reciente realizado por Zhao a sujetos con la córnea afectada por la
diabetes, el doctor demostró que tal lesión era la consecuencia de señales eléctricas
débiles en la herida, que producían una cicatrización deficiente.
Seguir indagando en este campo puede cambiar el futuro de la medicina. Michael Levin,
científico de la Universidad de Tufts, en Boston, Massachusetts, comentó que las señales
eléctricas son «un regalo de la física».
El mismo Levin logró regenerar la cola de un grupo de renacuajos aplicando
electricidad. Esta habilidad la pierden cuando maduran, pero estimulando
eléctricamente viejos muñones sus colas volvían a crecer solas.
Todos estos descubrimientos abren nuevos horizontes en la esperanza de vida humana.
El estudio de la bioelectricidad es algo más que curar heridas. Parece ser el camino hacia
la regeneración de miembro y la cura de enfermedades tan devastadoras como el
cáncer.

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