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EL ADN Y LA ELECCION CUANTICA.
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.EL ADN SIN MISTERIO


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EL ADN SIN MISTERIO PARTE DOS PDF
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Física cuántica, ADN e integración de la


polaridad negativa
Cómo vibrar con la frecuencia de nuestra
auténtica Esencia
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«Actualmente nos encontramos en el punto de transición entre dos
épocas: por un lado estamos desesperados por la violencia y los
cataclismos ecológicos que se propagan en nuestro planeta y, por otro,
nos sentimos estimulados por las incesantes innovaciones y los nuevos
modelos biológicos y físicos. Es sorprendente constatar hasta qué
punto las estructuras antiguas pueden ser maleables durante los
periodos de turbulencia. Nuestro pensamiento colectivo se hace
entonces permeable a conceptos totalmente inusuales.
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Vivimos en una época que hace pensar que incluso la “verdad” puede
volver a definirse. Todas las ramas de la ciencia nos lo enseñan y, en
primer lugar, la física cuántica, que dice que la materia que creíamos
sólida no lo es y que la realidad concreta está determinada por
nuestros pensamientos.
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Tras la teoría de las supercuerdas, que da una nueva definición de la
naturaleza de la materia en función de su índice vibratorio, de repente

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la genética modifica a su vez su paradigma básico. En efecto, cincuenta
años después de su descubrimiento, el ADN se nos muestra ahora
como una red de reacciones dinámicas secuenciales, animadas e
influenciadas por su entorno.
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La dinámica de la vida es interrelacional. Un gen X que se active
durante el tiempo suficiente, podrá desencadenar un gen Y, y esta
activación de XY provocará la activación de Z. El acoplamiento o
engranaje de las reacciones del sistema genético rompe el concepto del
orden establecido por Watson y Crick en 1953. A semejanza de la física
cuántica que, gracias a la ley de las supercuerdas, ha demostrado que
la materia ya no se define en función de sus componentes químicos,
sino más bien en función de la frecuencia y de la intensidad del índice
vibratorio de sus elementos, la existencia puede percibirse en función
del índice vibratorio (de la frecuencia) de una red de probabilidades,
que se entrecruzan e interactúan entre si. Las frecuencias de unas y
otras se repelen y se atraen y nosotros vibramos simultáneamente en
una red que se modifica continuamente según las frecuencias
emitidas.
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A lo largo de mis treinta años de práctica espiritual, he sentido que se
operaba un cambio de frecuencia en el planeta. Estoy convencida de
que por fin ha llegado el momento de transformar los viejos
paradigmas en los que se basan nuestros programas genéticos
humanos. Estoy persuadida de que vivimos en una época en la que
debemos apropiarnos de nuevo de la herencia colectiva que reside en
el centro de cada una de las células de nuestro cuerpo, y todo indica
que las circunstancias planetarias actuales son propicias para ello.
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Ya sabemos que nuestras actitudes mentales y emocionales
influencian nuestra salud y nuestra evolución. Entonces, también
podemos cambiar los programas que nos gobiernan. Podemos
convertirnos en participantes conscientes, en «innovadores
imaginativos».
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El Punto Cero espiritual
Ha llegado el momento de encontrar nuestro “poder esencial” y
terminar con la polarización inherente a la dualidad. Esta polarización
sobreentiende que, cuando creo únicamente a partir de la luz, genero
forzosamente una fuerza negativa en otra parte. Hemos llegado a la
etapa de nuestra evolución en la que debemos integrar estas dos
polaridades. Para llegar a ello, debemos dejar de tomar partido por
una u otra polaridad e ir más allá de la polaridad positiva (la luz) y de

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la negativa (la sombra). La coexistencia de las polaridades opuestas es
lo que llamamos Punto Cero. El Punto Cero es una experiencia
magnética en la que elegimos acoger simultáneamente los aspectos
negativos y positivos de nuestras experiencias.
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Para comprender mejor el Punto Cero, pensemos en el tai chi. Para los
que practican esta disciplina, todo el cuerpo está fluyendo y en
movimiento. Olvidemos por un momento a la persona que practica
esta disciplina y sigamos el recorrido de sus manos. Sumérjámonos en
su danza fluida y elegante. Es así como se puede representar al Punto
Cero: como dos polaridades en movimiento que comunican entre si y
se equilibran sin que ninguna de ellas predomine.
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Imaginemos que una de las manos decidiera bruscamente tomar el
control y se inmovilizara o decidiera moverse independientemente de
su compañera. La fluidez se terminaría, se escaparía el equilibrio y la
gracia. El movimiento se desequilibraría automáticamente y
terminaría por paralizarse y hacerse rígido. Eso es estar polarizado: la
mano que toma el control, como una polaridad predominante,
interrumpe la coreografía y la corriente no se reestablecerá hasta que
las dos manos estén interactuando de nuevo.
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Todos tenemos momentos en los que nos paralizamos. Esto se debe a
un programa inconsciente y puede sobrevenir en múltiples
situaciones. Esto sucede cuando el proceso por el que pasamos está
polarizado por la vergüenza o por el miedo: nos paralizamos y la única
manera de ponernos de nuevo en movimiento es unir la vergüenza o el
miedo con su polaridad opuesta, por ejemplo, la confianza en uno
mismo. Incluso si vivimos en un mundo polarizado, podemos seguir
fluyendo gracias a la coexistencia del Punto Cero. Podemos unificar
nuestras intenciones y peticiones y vivir en el estado de amor del
Punto Cero.
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El estado de amor se sitúa más allá de las polaridades positiva y
negativa. En este estado, el bien y el mal, la luz y la sombra, lo bueno y
lo malo y cualquier otra manifestación de la dualidad coexisten en un
punto de equilibrio llamado Punto Cero. El Punto cero no es un estado
neutro. El Punto Cero no es estático. Es multidimensional, está en
continuo movimiento y se mantiene en un espacio que cambia
continuamente. Si el Punto cero está constantemente en movimiento,
es que la fuerza positiva de la luz y la fuerza negativa de la sombra
cohabitan en él sin anularse, a pesar de sus polaridades opuestas.
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Equilibrando las dos polaridades en nosotros, elegimos vivir en la
compasión y en el amor. Si llegamos a integrar las cargas positiva y
negativa de nuestras vivencias, crearemos inevitablmente una vida
equilibrada y armónica. Creo que estamos preparados, a partir de
ahora, para integrar las polaridades y crear una nueva realidad basada
en el estado de amor en el Punto Cero porque ya hemos
experimentado muchas veces el desequilibrio entre ellas.
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Si salimos del estado de amor del Punto Cero, estamos polarizados, ya
sea en el bien o en el mal, en la luz o en la sombra, etc. Ahora bien,
¿qué sucede cuando realizamos una tarea, un proyecto o una actividad
en este estado? Creamos su opuesto al mismo tiempo. Por supuesto,
nuestras acciones polarizadas pueden conducirnos al resultado
deseado. Pero si miramos más de cerca, con más detenimiento,
veremos que nuestro proyecto ha exigido más tiempo, energía y estrés
de lo necesario. También es posible que el resultado final, aunque
aceptable, no sea apropiado para nuestra situación personal. Pero
como este proyecto está polarizado y por lo tanto sometido a la ley de
la retroacción, creará automáticamente su contrapartida o
manifestación contraria a nivel energético.
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El único medio de salir de este círculo infernal, consiste en acoger las
cargas negativas, utilizarlas e integrarlas para que se conviertan en
polos de un imán que atraigan a nuestra vida todo lo que necesitamos.
Es difícil mantener una carga positiva muy fuerte cuando la carga
negativa es débil. Y más difícil todavía manifestar sólidamente nuevas
realidades si la fuerza magnética es insuficiente para que se «peguen»
a nuestra vida como imanes en la puerta de una nevera.
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La integración de las cargas negativas es un poderoso proceso.
Imaginad la intensidad que tiene la carga del enfado acumulado desde
hace años frente a un padre abusador. Si pudiéramos medir la
amplitud energética de este enfado, estaríamos impresionados por su
fuerza magnética. Una vez integrada esta carga, se convierte en un
polo negativo formidable con el que podemos armonizar un polo
positivo equivalente sin necesitar ese enfado. Es el tipo de
armonización lo que constituirá a partir de ahora nuestro poder de
manifestación.
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Para visualizar mejor el Punto Cero, imaginad un “globo de
cumpleaños” lleno de agua, flotando en medio del océano, sacudido
según las variaciones climáticas y las olas. El Punto cero se sitúa en

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medio de ese globo. Un punto en equilibrio constante, en el centro del
globo, a pesar de las turbulencias exteriores.
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También se puede ver el Punto Cero como un punto ficticio en medio
de una línea recta que implica una polaridad negativa en un extremo y
una positiva en el otro. Sin embargo, yo prefiero utilizar la imagen de
la esfera. En el Punto Cero, la fuerza positiva se revela óptima en razón
de su potencial puesto en acción por la presencia de la fuerza negativa
correspondiente, manteniéndose ambas en perfecto equilibrio. Por lo
tanto, vamos a imaginar que dos fuerzas opuestas puedan coexistir en
el mismo espacio sin unificarse, como los dos polos de un imán.
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Cuando ahora utilicemos la carga magnética de una emoción que en
otro momento hayamos sentido como inquietante y debilitadora para
crear lo que queremos en el Punto Cero, ya no veremos esa carga
negativa como algo contra lo que tengamos que luchar sino como una
fuerza creativa. Este es un ejemplo para formular una intención: “Elijo
divertirme, incluso si estoy cansado”. Para reforzar la idea de que
englobamos todas nuestras emociones en nuestra intención, podemos
sustituir a veces la fórmula “Elijo... incluso si...” por “Elijo... al tiempo
que/a la vez que/aunque (me divierto, tenga miedo, dude de mí, tenga
dudas, etc.). Poco importa la fórmula, lo importante es crear
incluyendo todas nuestras emociones. Haciendo esto, sentiremos que
una nueva energía circula y vibra en nuestro interior.
Experimentaremos un sentimiento de poder y resolveremos nuestros
conflictos muy rápidamente, puesto que sacaremos partido de ellos en
lugar de evitarlos.
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A menudo oimos decir que tenemos que dominar nuestro miedo
porque el simple hacho de pensar en él acentúa su poder sobre
nosotros. También se dice que el miedo es tan poderoso que puede
concretar lo que nos asusta. Ahora bien, es precisamente este poder el
que queremos explotar en el Punto Cero. Permitiendo que nuestros
miedos coexistan con nuestras esperanzas y nuestros proyectos en el
Punto Cero, canalizamos este poder. Al introducir una emoción tan
fuerte como nuestras intenciones, orientaremos el poder del miedo de
manera que responda a nuestras necesidades.
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En lugar de tener miedo de la decepción que puede sobrevenir tras un
momento de felicidad, reconoceremos y acogeremos este sentimiento.
Así, haremos que sirva a nuestros intereses en lugar de perjudicarnos.
Tomemos el ejemplo de una reunión, como un congreso o una cumbre
de Estado. ¿Habéis observado que, incluso si se hace todo lo posible

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para rechazar a los altermundialistas, las multinacionales no llegan a
hacer que desaparezcan por completo? El hecho de rechazar una
energía que nos da miedo o nos molesta, no hace que ésta
desaparezca.
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Un día, una conocida mía exclamó: “Cada vez que invoco la luz y vivo
una experiencia extraordinaria, sufro después un revés negativo”. Yo
experimentaba lo mismo. Después de un viaje extraordinario, siempre
me encontraba confrontado a enormes dificultades. A cada
experiencia espiritual fuera de lo común, le seguía un periodo de
integración (a lo largo del cual me encontraba sometido a diferentes
”pruebas”, como la obligación de desintoxicarme o alguna otra cosa
por el estilo), como si siempre tuviéramos que pagar un precio por
nuestras experiencias felices.
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Ahora que incluyo mi decepción en estas experiencias, ya no tengo
reveses negativos. El efecto rebote de los regímenes de adelgazamiento
constituye otro ejemplo de este fenómeno. Al principio, la persona se
priva de determinados alimentos para estar más delgada y sentirse
mejor en su piel o para esclarecer su conciencia. Unos meses más
tarde, vuelve a engordar muy a su pesar. Las dietas son un ejemplo
perfecto de este fenómeno de polarización que termina por engendrar
estancamiento y frustración en lugar del dinamismo previsto.
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Hay que comprender que ponerse en el Punto Cero no quiere decir
“abandonarse”. Al contrario, se trata de mantener dos polaridades
diferentes en el mismo espacio. No necesitamos realizar un esfuerzo
continuo y especialmente difícil para llevar todo el peso de nuestras
debilidades como si tuviéramos miedo de ellas. ¡Ese es precisamente el
error! Hay que permitir que existan junto a nuestros lados buenos.
Tomemos el caso de una persona a la que le atormentaba la idea de
encontrarse de nuevo con su ex-cónyuge en el tribunal de justicia para
obtener el divorcio. Se había preparado bien y tenía todos los
documentos necesarios. Había elaborado sólidos argumentos y se
disponía a presentarlos con la cabeza bien alta.
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Ahora bien, esta imagen perfecta de si misma negaba el miedo, el
enfado y las heridas que había sentido anteriormente. Polarizada de
esta manera, su actitud denotaba un fallo importante que su
adversario podría atacar con toda tranquilidad sin ningún problema.
A la salida del Palacio de Justicia, esta persona se sentía aniquilada y
no comprendía el porqué. Retomemos este ejemplo e imaginemos que

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esta persona se presenta en el tribunal, bien preparada y orgullosa de
si misma pero, esta vez, en el Punto Cero.
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Ninguna parte de ella habría sido arrinconada, ningún aspecto habría
dejado de incorporarse en su círculo de fuerza ni se debatiría entre
uno y otro lado. Estaría centrada y con límites sanos. Sus partes
positivas y negativas coexistirían en un todo circular. Estaría
impulsada por una intención clara en el Punto Cero y se presentaría
ante su adversario sin fallos, haciendo que coexistieran su certeza de
ganar con su temor a fracasar. Está claro que el resultado de su
encuentro sería muy diferente.
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Otro error muy común consiste en creer que estar en el estado de
amor en el Punto Cero significa no tener límites y estar al servicio de
todo el mundo. Una persona me explicaba hasta qué punto era
importante para ella consagrarse a una causa y estar al servicio de
ésta. Sin embargo, se sentía frustrada porque con frecuencia se sentía
engañada por aquellos que intentaba ayudar. Le respondí que eso era
porque su abnegación no estaba en el Punto cero. Es importante que
estemos en el Punto Cero en cada una de nuestras decisiones. Si, un
día, estar en el Punto cero significa consagrarse a otro, pues bien ¡que
así sea! Al día siguiente, el Punto Cero podría encontrarse en otra
parte puesto que es cambiante. Nuestra intención es vivir en el Punto
cero y no ayudar o no a tal o cual persona.
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Tomemos ahora el ejemplo de una mujer cuya madre se ha trasladado
a menudo y sufrido fuertes cambios cuando estaba embarazada de
ella. Ahora que la mujer es adulta, su vida es con frecuencia caótica y
desordenada. A menudo se siente confusa y perdida. Cada vez que se
encuentra en tal estado, se reactiva su antigua herida. Es en ese
momento cuando puede elegir y hacer que coexistan el caos y la
serenidad. Puede mantener estos dos opuestos presentes a través de la
intención en el Punto Cero y experimentar su equilibrio del Punto
Cero sin tener que modificar ni borrar su pasado. Estar en el Punto
Cero implica que comprendamos nuestros límites humanos y los
acojamos con amor. La unión de la luz y la sombra puede producir un
resultado extraordinario y poderoso, pero también será confortable y
se tolerará, porque esta unión es apropiada y genera amor...
.
Los estudiantes que han trabajado con el Punto Cero, hablan con
frecuencia de un estado de comodidad y bienestar que exige muy poco
esfuerzo. Cuanto más elijamos estar en el Punto cero, más viviremos
experiencias y estados emotivos nuevos. Esta nueva forma de

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pensamiento engendra una gran libertad y un profundo sentimiento
de amor. La paleta de colores de las experiencias en el Punto Cero es
mucho más variada que el negro, el blanco y el gris a los que estamos
acostumbrados. Nos deja acceder a nuevas realizaciones y a nuevos
datos..
.
Vosotros también experimentaréis un sentimiento de plenitud cuando
os permitáis sentir a la vez irritación y placer sin que esas dos
experiencias tengan que fusionarse por ello. Este concepto inédito os
dará quizá mucho que hacer al principio, porque es como si tuvierais
una carga positiva en una mano y una negativa en la otra, y ambas se
rechazaran entre si en vuestro interior. La clave consiste en ver esta
experiencia como una experiencia de laboratorio y observar lo que
ocurre cuando elegís intencionadamente estar en el Punto Cero. De
repente, la tensión interior se disuelve y una energía inusitada pero
armónica surge en vosotros.
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Simplemente permitís que coexistan vuestras dos emociones en el
mismo espacio como lo hacen los dos polos de un imán para crear un
campo magnético. Podréis sentir ese campo. ¡Pedid el Punto Cero y
esperad! El campo creado por la coexistencia de dos fuerzas opuestas
es la vibración del Punto Cero.
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Hagamos una prueba y tomemos uno de nuestros miedos, como el no
sentirnos nunca seguros porque pensamos que no tenemos derecho a
ello. Permitámonos sentir este miedo a la vez que resistimos la
tentación de rechazarlo. En este espacio exiguo, podemos hacer que
vibren simultáneamente un sentimiento de expansión y un
sentimiento de seguridad. Podemos hacer que vibren la sombra en la
luz y la luz en la sombra. Mantengamos la tensión de estas fuerzas
contrarias hasta que sintamos que nuestros límites se disuelven y
experimentemos un mayor bienestar que si estuviéramos polarizados.
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¿Cómo alcanzar el Punto Cero o aproximarse de manera regular y
constante? Utilizando el poder de la intención. Por ejemplo, cada
mañana al despertaros, podéis formular la siguiente intención: “Hoy,
elijo estar en el Punto Cero incluso si no sé cómo”. También podéis
ejercitaros poniendo todos los incidentes de vuestra vida cotidiana en
el Punto Cero. ¿Os pone nerviosos el mecánico del coche? Cambiad
vuestra frecuencia diciéndoos interiormente: “Elijo vibrar en otra
frecuencia aunque me sienta frustrado/a por la actitud del mecánico”
¿Estáis haciendo cola en la caja de una tienda y empezáis a

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impacientaros? Decid: “Elijo poner esta experiencia en el Punto cero
aunque me irrite la lentitud de la cajera”.
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Utilizando así los pequeños acontecimientos cotidianos, acumularéis
experiencias en el Punto Cero. Una vez que hayáis amasado las
suficientes, descubriréis una nueva manera de vivir y, en lugar de
estar gobernados por vuestros viejos programas, empezaréis a vivir
experiencias originales”.
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Extracto del libro “Essence” de Kishori Aird, autora de El ADN sin
misterio, Libro 1Guía práctica de reprogramación de las trece hélices
al punto cero Vesica Piscis Ediciones, 2003.
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El ADN y la elección cuántica. Libro 2.Guía práctica de
reprogramación de las trece hélices al punto cero Vesica Piscis
Ediciones, 2008.
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