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Cuando se instituyó el Día Mundial del Medio Ambiente, en 1972, uno de sus
propósitos fue motivar y sensibilizar a la opinión pública global respecto de la situación
que atravesaban las condiciones ambientales del planeta, sea comprometiendo a la
acción política o concitando la atención de estados y sociedades.
Sin embargo, se percibe que, en la última década, en el Perú se han difundido ideas,
sucesos, normas, iniciativas empresariales y políticas gubernamentales alrededor del
objeto ambiente. Los diversos actores han internalizado en sus discursos, y algunos
en sus prácticas, las consideraciones ambientales. Ahora, si bien existe un mayor
conocimiento y una aparente buena disposición hacia lo que significa un mayor
cuidado de nuestros paisajes, recursos naturales y ecosistemas, eso no compromete a
acciones decididas y convencidas. La clásica dicotomía entre las palabras y los
hechos, tan conocida entre nosotros por causa de los profesionales de la política.
Uno de los pocos datos disponibles sobre la preocupación ciudadana en torno a los
problemas ambientales proviene de algunas encuestas de opinión pública. Ipsos Perú
incluye en sus preguntas sobre los principales problemas del Perú, desde al menos el
2006, el ítem “Destrucción/Contaminación del medio ambiente”. En los dos primeros
años este problema no recibía ninguna mención de parte de los encuestados. Es
recién desde el 2008 a la fecha que la ciudadanía le confiere cifras relevantes a esta
situación dentro del ranking de problemas nacionales, lo que indicaría un avance
interesante. El debate sobre la creación del Ministerio del Ambiente en 2008, las
recurrentes informaciones sobre los riesgos del cambio climático para el Perú, las
menciones ambientalistas aparecidas al calor de los conflictos minero-energéticos,
podrían haber contribuido a que la gente ahora piense que los impactos humanos en
el ambiente constituyen un problema para el país, aunque a distancia de otros “más
importantes”, como la delincuencia, la corrupción, las deficiencias de la educación
pública o las malas condiciones laborales.