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El trabajo del Oro, en el área istmo-colombiana, apuntes para el entendimiento del

área cultural a partir de la orfebrería

Resumen

En esta disertación hago un repaso de las diferentes investigaciones sobre la temática


del “Area IsmoColombiana”, en un intento por articular las perspectivas que le dieron
nombre, con investigaciones recientes, que abordan la temática desde nuevos matices.
Enfocando la atención sobre todo en el trabajo del oro en la región, la simbología, los
usos, y las hipótesis centradas en lo ideológico, social y cultural; que a partir de los
vestigios arqueológicos se han hecho hasta ahora. Es importante reconocer y recalcar en
que medida los avances en los campos lingüísticos y genéticos; han posibilitado el
entendimiento de las sociedades antiguas y sus interacciones a nivel regional.

La definición del Area Ismo Colombiana

La definición de un área cultural es de vital importancia en la investigación


arqueológica, ya que juega un papel en dos direcciones, por un lado, ayuda a delimitar
los proyectos de investigaciones de acuerdo con unos parámetros ligados
intrínsecamente a los patrones culturales de la región, y por el otro lado, es también
parte de los resultados de estas mismas investigaciones que definen con cada avance
con más exactitud las particularidades de un “área cultural” 1 especifica (Hoopes y
Fonseca; 2003). En el caso del área ismo-colombiana, esta misma es producto de la
evolución de un marco de interpretación de una región. Y en esta evolución se hacen
evidentes, las diferentes formas de hacer arqueología y antropología, en las últimas
décadas. Por un lado, observamos como en primera instancia, llamar a esta área la “Baja
1
En la definición de un Área Ístmica-Colombiana se da prioridad a la convergencia de múltiples líneas de
evidencia y a los elementos diacrónicos más que a los sincrónicos, específicamente la de la región por
poblaciones endógenas que comparten rasgos genéticos y lingüísticos que comparten rasgos genéticos y
lingüísticos comunes y de los que se tiene constancia de la continuidad de la ocupación, pero con
escasos indicios de migración o control externo de migración o de control externo. Hay que reconocer
algunos movimientos de población. Estos se produjeron cuando la zona fue ocupada por primera vez en
la época paleoindia, cuando grupos mesoamericanos se asentaron en partes de Nicaragua y Costa Rica
durante el Epiclásico” (Constenla 1994; Fowler 1989; citado en Hoopes y Fonseca 2003)

r
América central” o posteriormente “zona intermedia” obedece a un sesgo evolucionista
y funcionalista (Hoopes, 2003); de un marco teórico hoy ya rezagado y no consecuente
con el oficio del investigador.

Esta idea de bajo o intermedio 2 está ligada a la percepción de las “Altas culturas” de los
andes o de la zona “mesoamericana” que por muchos años han sido referenciadas como
culturas avanzadas y a su vez las otras culturas han jugado entonces el rol de periferias
(Hoopes y Fonseca; 2003). Observamos como, la idea occidental de metrópoli-periferia
se reprodujo en esta área de investigación, y particularmente en el caso de lo que hoy
llamamos “área ismo-colombiana”. Precisamente el factor aglutinante, fue el
descubrimiento de Costenla de un factor común, en los pueblos de lo que se delimitaría
posteriormente como Area Chibchoide3, si bien dentro de esta área, existen grupos no-
chibchas, como los choco, es evidente que, a nivel cultural, la difusión de las ideas, y
elementos que han sido rescatados por la Arqueología, al menos hubo una especie de
“unidad difusa”, ya no ligada solo a la lengua, sino a la interacción entre los grupos
(Constenla, 1995).

Con la ayuda de nuevos avances lingüísticos y genéticos, hoy en día tenemos una idea
más o menos clara de los patrones de poblamiento y de evolución de esta área. Y por
supuesto de las fronteras de esta misma. La definición de un área por sus fronteras nos
ayuda a entender el contexto en el cual se constituye esta misma en sí. Y a través, de las
mismas interrogantes que plante la investigación en campo y el análisis de los artefactos
encontrados, esta idea de frontera, y de pertenencia o no a esta área cultural nos permite
avanzar en el entendimiento de esta misma (Palumbo, Boada, Locascio, Menzies;
2013).

2
“Conceptos como Mesoamérica, Area intermedia, Andes centrales y Area circum-Caribe, son el
resultado de un enfoque particularista y funcionalista arraigado en un paradigma de la historia d ela
cultura fuertemente influenciado por perspectivas que guían su interpretación a partir de las
características morfológicas de los restos arqueológicos y su distribución. Por naturaleza, tienden a
privilegiar ciertos procesos, como la dependencia de las fuentes de alimentos domesticados, la
autoridad centralizada y los patrones de asentamiento urbano” (Hoopes y Fonseca 2003)
3
La denominación para esta área cultural fue sucesivamente modificada; empezando por la de Region
Histórica Chibcha (Fonseca y Cooke 1993), a Region Histórica Chibcha-Choco (Cooke 1993), a Area de
Tradición Chibchoide (Fonseca 1994) y Area histórica Chibchoide (Fonseca 1997;1998). Citado en
(Hoopes y Fonseca 2003)
La Unidad difusa

Es importante entender como la delimitación de un área como tal, permite la


sistematización de estudios a gran escala comparativos, como el caso de la investigación
“Enfoques de escala múltiple en el estudio de la organización social y el cambio en el
área istmo-Colombiana”4, que nos permite evidenciar ciertos patrones estructurales de
poblamiento, que son comunes ya en este caso no solo por la lengua, sino por lo que en
su momento se llamaría “unidad difusa”5. el término unidad difusa se utiliza para
referirse a los efectos de un proceso cultural distinto de la centralización política
territorial o de la difusión de la ideología desde una fuente central. Esta "unidad" se
caracteriza por los elementos de una cosmovisión común, una herencia histórica una
sucesión compartida de cambios culturales endógenos y realidades similares. El proceso
endógeno de cambio social permitió a los grupos ancestralmente emparentados
establecer relaciones más estrechas entre ellos en territorios de mayor o menor
extensión (Fonseca y Cooke, 1993; citado en: Fonseca y Hoopes; 2003).

“Unidad Difusa” en la cual, los saberes de las comunidades son transmitidos en una
especie de efecto de cadena, donde entre más cercanas fueran los poblados, más
parecidos había, y entre más lejos pues se podría rastrear el avance o la difusión de
ciertos elementos culturales y sociales de los cuales la Arqueología deja ciertas
evidencias comprobables. La mayor dificultad en el ámbito de investigación
multiescalar y a nivel macrorregional es lo costoso de este tipo de investigaciones
trasnacionales, y la dificultad en el terreno, por su inaccesibilidad. Una de las ventajas
de este estudio (Boada, 2013) es que permite entender a través de múltiples escalas y
objetos de investigación que se entretejen en esta compilación, no solo los patrones de
4
Esta investigación realizada por la alianza entre el departamento de Antropología de la Universidad de
los Andes; el Centro de Arqueología Comparativa de la Universdad de Pittsburgh; y la Universidad de
Costa Rica; es un ejemplo de trabajo colaborativo entre distintas instituciones; para promover el estudio
macro-regional de arqueología en términos comparativos, bajo el aglutinante académico que permite el
estudio desde el “Area Ismo-colombiana”. Es uno de los pocos estudios actuales disponibles que expone
abiertamente su filiación a este categoría científica.
5
“Como conceptualizan Hoopes y Fonseca, las formas compartidas expresan una unidad cosmológica
difusa basada en la descendencia genética y en una herencia lingüística y étnica compartida en la zona
(2003, 63). La unidad difusa del Estilo Internacional se caracteriza por el uso de un número limitado de
temas iconográficos principales: El chamán meditabundo, el hombre murciélago, el saurio bicéfalo, los
pájaros de pico/águila extendida (Cooke 1985) y el hombre cocodrilo (Hoopes y Fonseca 2003, 63-77).”
(citado en Clados y Halbmayer 2020)

r
poblamiento en las comunidades presumiblemente chibchoides, sino su historicidad y
evolución sobre el terreno.

Las lenguas del área ismocolombiana y sus fronteras

Por otro lado, es importante pensar en el marcador más definitivo de lo que concebimos
como “área ismo-colombiana”, y es el componente lingüístico. Las lenguas chibchas,
nos dan una hoja de ruta y de entendimiento de los patrones de poblamiento de estas
culturas en la larga duración, así como en el ejemplo de las “Lenguas Mayas” que
permiten el entendimiento del área por sus particularidades culturales. El Núcleo del
Area, se encuentra en Costa Rica y Panama; pues en estos territorios es donde
históricamente se encontraba el centro de las poblaciones Chibchas o al menos, el lugar
intermedio de contacto, entre las otras áreas de influencia Chibcha. Inclusive hoy en día
mas del 95% de las poblaciones indígenas Chibchas sobrevivientes viven en estos dos
países (Hoopes y Fonseca; 2003). Los datos lingüísticos, y genéticos 6, además; apuntan
a que Costa Rica y Panama probablemente fueron la cuna de los primeros proto-
Chibcha hablantes. El área limita en el sureste y este; con Colombia donde existen dos
divisiones básicas en la Familia lingüística Chibcha; como son Arhuacic y
Cundicocùyic. Cabe resaltar que la antigüedad de poblaciones Chibchas en la sabana de
Bogota es actualmente materia de debate, teniendo en cuenta las interpretaciones de
inconsistencias históricas entre la fase herrera y las primeras Poblaciones Muiscas
(Langbaek 1995; Lleras 1995; citado en Hoopes y Fonseca 2003). Sin embargo, la
diversidad que caracteriza los lenguajes de la subfamilia ismica es una de las principales
razones por las cuales se identifica el núcleo del área de influencia chibchoide en Costa
Rica y Panama.

6
“El estudio de la diversidad genética humana ha revolucionado las ideas sobre las poblaciones chibchas
especialmente cuando se combina con los estudios lingüísticos antes mencionados. Una amplia variedad
de marcadores genéticos, incluido el ADN mitocondrial (ADNmt), confirma que las poblaciones de
habla chibchana de Costa Rica y Panamá de Costa Rica y Panamá demuestran una fuerte continuidad
reproductiva in situ continuidad reproductiva in situ, con pocas introducciones externas desde el
Holoceno temprano hasta el presente. Las características de características de los grupos de habla
boruca, bribri, cabécar, guatuso (maleku), teribe y kuna-chibcha grupos de habla chibcha del sur de
Costa Rica y Panamá, los distinguen de otras poblaciones en el Nuevo Mundo” (Barrantes et al. 1990:
80; Barrantes 1993: 144-145; citado en Hoopes y Fonseca 2003).
La frontera Choco, una de las principales en el área, divide a los Chibcha
Hablantes y Choco hablantes; la familia Choco, incluye Emberá y Waunan; hasta hoy
hablados en el Darien; y Cueva, hablado en el centro de Panama. Una de los puntos de
inflexión arqueológico mas interesantes que propone de hecho esta frontera lingüística,
es el caso de la cultura Quimbaya, que sugiere que la región de asentamiento es de
hecho Choco, sin embargo existen similaridades con cerámicas de La mula/Sarigua de
cerámica temprana en el este de Costa Rica, históricamente Chibcha (Hoopes y Fonseca
2003). Vemos como las fronteras e interpretaciónes arqueológicas de estas, que intentan
determinar la filiación de ciertos grupos culturales ya desaparecidos se complica en un
área donde las influencias e interacciones fueron sostenidas en el largo plazo, un
ejemplo clarisimo de esto, son las piezas de oro de centroamerica encontradas en el
cenote de Chichen Itza como ofrendas (Doyle, 2017).

(Hoopes y Fonseca; 2003)


También están las fronteras con los grupos Paézes o Barbacoa; al sureste del area,
donde El sitio de San Agustin es el mas representativo de la arqueología de la zona.
Aunque algunos investigadores identifican de hecho las lenguas Paez como lenguaje
Chibcha, Costenla (1991) advierte que pertenece de hecho a la familia Barbacoa
(Hoopes y Fonseca 2003). Por otro lado la frontera con el amazonas, tiene mas o menos
la misma problemática que la anterior, al haber sido propuesto por Greenberg (1987)
que la lengua Yanomami también era Chibcha, a lo cual, Constenla se distancia. Por
otro lado La frontera entre la zona istmo-colombiana y la amazónica está marcada por
rasgos asociados a la primera, como la ausencia de género, la ubicación de los números
después del sustantivo, y la exclusividad del orden sujeto-objeto-verbo (Constenla 1991:
129; citado en Hoopes y Fonseca 2003). La naturaleza de las interacciones entre los
grupos amazónicos y los del noroeste es intrigante y merece una mayor investigación.

En principio el área fue denominada de muchas formas, entre ellas Area Chibchoide
(Fonseca, 1997), pero en este caso se invisibilizarían las comunidades de Lenguas
Choco. A pesar de que la definición de Area-ismocolombiana supone un avance, existe
aún el rezago con el caribe en general, el cual es excluido de este marco de
interpretación. Recientes estudios demuestran que de hecho si hubo relaciones con el
caribe, lo cual es innegable teniendo en cuenta la cercanía (Ramos, 2006). Simulaciones
recientes de hecho encontraron que la navegación por el Caribe seria facilitada por las
corrientes marinas, lo cual sería otra cuestión para considerar. También tener en cuenta
la posibilidad de navegación en las cercanías de las costas, que acortaría las distancias, e
implicaría un entorno cultural adaptado al mar, y no que simplemente habitaba la
plataforma continental.

El trabajo del oro

Desde el trabajo del oro, es posible analizar por lo menos la iconografía y las técnicas
artesanales comunes que por lo menos en lo que concierne a este elemento importante
de las culturas “amerindias” nos provee de información suficiente para repensar con
detenimiento la evolución del oficio del arqueólogo en el tiempo, y la manera como
cuestiones evidentes han estado tanto tiempo invisibles o al menos ignoradas.
Según Falchetti habría que analizar la orfebrería en el área ismocolombiana, no
simplemente bajo esta categoría de área cultural, sino considerar las áreas orfebres,
norte y sur; pues los elementos constitutivos de estos estilos, son evidentemente
marcados, por lo cual, en lo que hoy se llama áreaismocolombiana, existe una
correspondencia mayoritaria con el estilo orfebre del norte, y solo al sur de Colombia y
en la zona intermedia pacifica anterior al Darien, se observan aun piezas con influencia
del Sur. Existe en cierta medida cierta homogeneidad y particularidades en la provincia
metalúrgica del norte; donde las tradiciones metalúrgicas de amplia dispersión y los
estilos regionales particulares, se expresan en una historia de más de 1500 años en el
área ismocolombiana.

Elementos como las Aguilas bicéfalas, animales con cola levantadas, pectorales con
espirales divergentes, etc., fueron producidos desde hace 2000 años en distintas regiones
de un extenso territorio; sin embargo cada forma pareciese tener una distribución
espacial propia, que en ocasiones coincidía con otras en el tiempo y el espacio; pero sin
un patrón definido; sin embargo las diferencias regionales en los estilos orfebres son
indicios de la presencia de distintos centros de manufactura, pero su distribución
dificulta establecer límites entre áreas culturales (Falchetti, 1987). Bray propone para
estas piezas que son parte de un “Grupo internacional” pues son internacionales en su
estilo y contenido, al no estar ligadas a una ideología o mitología en sí. Estas piezas
distribuidas ampliamente y continuamente; y su relativa homogeneidad, indicarían que
de hecho, estaban conexas a grupos sociales específicos aunque su distribución no
coincida con fronteras etnográficas; a lo que más adelante se llamaría “Unidad Difusa”
(Hoopes y Fonseca, 2003); que lo que implica es que existe un desarrollo encadenado
de tecnologías y estilos estéticos; que se van propagando de manera escalonada,
mientras los mismos estilos regionales desarrollan sus particularidades. Lo cual hace un
interesante contraste con los estilos regionales marcados como lo fueron los Quimbaya,
Zenu, Muisca y Tairona; delimitados a un territorio especifico y cuya influencia local
expresa su vinculación a un orden cultural y social particular.
Aunque, a pesar de estas particularidades regionales de estos estilos tan marcados,
existe la posibilidad que estas tradiciones de amplia difusión expresen de facto la
presencia de diversos substratos culturales interrelacionados en el tiempo y el espacio
(Falchetti, 1987); al encontrarse en ellas algunas formas ancestrales de los estilos
regionales; así pues es posible pensar como algunos elementos ideológicos fueron
incorporados de manera gradual y particular por cada sociedad en épocas de mayor
consolidación y estabilidad macrorregional. Un ejemplo de esto son las Aves Bicefalas
de Alas desplegadas, que son los ancestros de formas que se popularizarían en la
orfebrería Taironas y Musicas; grupos chibchas vinculados por un fuerte parentesco
cultural (Flachetti, 1987).

Según Bray: Distintas áreas culturales con identidades propias, cada una con mayores
similitudes y contactos con sus vecinos más próximos, formarían una cadena
consecutiva y continua, en la cual las similitudes se hacen difusas con la distancia
(Bray, 1984), lo cual implicaría que

“una transmisión gradual de técnicas e ideas pudo realizarse a través de


fronteras étnicas; pero la influencia de tradiciones de amplia dispersión,
puede ser la expresión de substratos culturales que se unieron a grupos
dispersos en grandes extensiones, como pudo ser el caso de la tradición
Quimbayoide” (Falcheti, 1987).

Todas las piezas de orfebrería del norte de Colombia se relacionan con ejemplares
encontrados en el sureste de Panamá y la vertiente Atlántica de Costa Rica, en donde
pertenecen al “Grupo Internacional” definido por Warwick Bray. Especialmente las
aves bicéfalas sin adornos en la cabeza mantienen los mismos atributos en un extenso
territorio sin estar ligadas a una región geográfica o a un estilo orfebre local (Bray sf.
citado en Falchetti, 1989). Es evidente por ejemplo ya a un nivel menos macro regional;
como entre las comunidades de la Sierra nevada de Santa Marta y el altiplano
cundiboyacense en Colombia, existía un parentesco estrecho; al hablar lenguas
chibchoides, y tener una organización social similar e ideológica. “Sus patrones de
asentamiento, sistemas agrícolas, organización social, cosmología, practicas rituales, los
unían también con grupos chibchas de los Andes Orientales Colombianos y la serrania
Merida en Venezuela” (Lleras y Langebaek; 1985; Falchetti, 1993; citado en Saenz,
2001). En el trabajo orfebre el parentesco se hace evidente y refleja la correspondencia
cultural a una macro familia lingüística; la existencia de pectorales en forma de ave con
personajes sentados encima de las cabezas de las aves es generalizada (Saenz, 2001).

Fig. 6 opposite The beaked bird theme: (a) pot stand with beak birds and frogs, Atlantic Watershed, Costa
Rica (Calvo Mora, Bonilla, and Sánchez 1995: no. 137); (b) jade bird pendant, Costa Rica (Calvo Mora,
Bonilla, and Sánchez 1995: no. 94); (c) f lying-panel metate with beak birds, central Costa Rica
(Deletaille and Deletaille 1992: f ig. 247); (d) bird-eff igy staff head, Sinú style, Colombia (Bray 1978:
no. 236); (e) triple-bird pendant, Muisca style, Colombia (1992: 63, M4); (f ) Mazaruni pectoral, Muisca
style, Venezuela (Whitehead 1990); (g) bird pendant, Tairona, Minca, Santa Marta, Colombia (Bray
1978: no. 299); (h) bird pendant, Diquís, Costa Rica (Calvo Mora, Bonilla, and
Sánchez 1995: no. 102); (i) bird pendant, Veraguas, Panama (Lothrop 1950: f ig. 72b).

(Tomado de Hoopes y Fonseca; 2003)

Al comparar por ejemplo las culturas Taironas y Muiscas; el hecho de que sean
pertenecientes a una familia lingüística común (Chibchoide) y que habitaban zonas
montañosas, unidos por un fuerte substrato cultural común, no implica que no
hubiesediferencias en aspectos de sus cultura material y organización sociopolítica;
según Falchetti “se advierten diferencias en la función que atribuyeron a las piezas de
orfebrería: los recargados emblemáticos adornos taironas contrastan con las pequeñas y
toscas ofrendas Muiscas (Plazas y Falchetti, 1985; citado en Falchetti, 1987). Una de las
tradiciones que aun perviven en ciertos grupos indígenas de origen chibchoide, y que
comparten con las tradiciones de los Taironas y Muiscas de las tierras altas; es que para
estas comunidades de tierras montañosas, los picos altos, y las lagunas ubicadas en
lugares apartados de los páramos, eran y son sitios sagrados; donde se realizaban y aun
hoy se realizan ofrendes por intermedio de Jeqeus, mohanes, médicos tradicionales;
mediadores entre hombres y espíritus (Falchetti, 1987). En estas lagunas altas, lugar de
nacimiento de los ríos que descienden por las montañas y las sierras; el simbolismo del
útero de la madre tierra se materializa, y este útero es fertilizado por el sol, el cual es el
principio máximo de fertilidad (Tayler, 1974; citado en Falchetti, 1987). El oro, absorbe
del sol el potencial simbólico de la fertilidad. De esta manera la ofrenda adquiere ese
poder, y el hombre al realizar la ofrenda hace propicia esa fertilidad.

Cuando pensamos en el uso de elementos de oro, y no solo de su manufactura, se abren


perspectivas acerca de la evolución del uso, de este material, que sustituyo en cierto
proceso histórico a la jadeíta, cuyo uso probablemente seria influencia de las culturas
del norte, como la Maya, Clados, advierte que esta transición de representación, del
verde relacionado con la naturaleza, al oro o tumbaga; relacionada al maíz-agua-
fertilidad; también obedece a influencias pero en este caso desde el sur (Clados, 2020).
En este sentido otra vez se hace evidente, la división de las áreas metalúrgicas del norte
y del sur. Y las evidencias indican que es precisamente el área ismo colombiana, como
lugar de interacción intermedio, donde estos estilos logran en ciertos contextos
específicos, mostrar ciertos aspectos comunes.

Fig. 2 opposite The double-headed saurian theme: (a) f lying-panel metate with double-headed crocodile
motive from San Rafael de Coronado, Costa Rica (Cavatrunci and Terenzi 1992: 247); (b) doubleheaded
saurian, wooden sculpture, 17th century, Kogi culture, Colombia (Reichel-Dolmatoff 1990:
pl. XLVa); (c) double-headed crocodile of jade, northwestern Costa Rica (Calvo, Bonilla, and Sánchez
1992: no. 55); (d) gold tweezers with double-headed saurian motif, Diquís, Costa Rica (Karpinsky de
Murillo 1997: no. 274); (e) bat/crocodile pendant of greenstone from Costa Rica (Calvo, Bonilla, and
Sánchez 1992: no. 76); (f ) masked-f igure pendant, Diquís, Costa Rica ( Jones 1985: no. 10); (g) bat/
crocodile pendant, Sitio Conte, Panama (Hearne and Sharer 1992: pl. 19); (h) human-effigy vessel
with double-headed saurian motifs, Galo Polychrome, northwestern Costa Rica (Benson 1981: cover);
(i) gold disk from Sitio Conte, Panama (note double-headed belt) (Hearne and Sharer 1992: pl. 1).

(Hoopes, 2003)

El dorado, la leyenda que se tejio en la conquista y la colonia; de la abundancia de este


metal, viene también de la costumbre de algunos pueblos del área ismocolombiana, de
vestirse completamente con prendas de oro, y/o, untarse todo el cuerpo con polvo de oro
y entrar a las lagunas sagradas como ofrendas a los espíritus (Clados, 2020). Los
hombres de oro como Clados los llama, no solo son parte de experiencias rituales de
grupos específicos, sino que es evidente la difusión de esta practica en varias culturas
del área ismocolombiana. Esto nos ayuda a entender los objetos arqueológicos de oro,
más allá de su belleza e impresionante manufactura; sino también a través de sus
posibles usos rituales, políticos y socioculturales. Probablemente algunas de estas piezas
de ornamentación servían como identificadores de ciertos grupos entre si mismos, y
para con sus enemigos.

(Clados, 2020)
Una apariencia dorada transmitía una asociación cosmológica sobrenatural y los
hombres de oro actuaban como una muestra pública de poder e identidad (Clados,
2020). En el uso ritual, para Clados no está totalmente claro, por que por ejemplo en el
caso de la laguna de Guatavita, el ritual Muisca, sustituye las prendas ornamentales de
oro, por un cubrimiento total por polvo de oro. Y arguye que probablemente se diera,
porque al entrar en la laguna el polvo de oro, se lavaría del cuerpo y en cambio los
ornamentos de oro hundirían a la persona que encarna el ritual. Otra explicación puede
ser que el ritual era una recreación de un mito en el que la asociación sobrenatural solar-
celestial del personaje principal se sustituye por otra más humana, no dorada y no
brillante (Clados, 2020). Es decir que, bajo este argumento, existe una intención y un
trasfondo cosmogónico, del uso del oro, y de artefactos de oro; que dependen además de
los contextos culturales, desde donde se da entonces una explicita diferenciación en los
usos y costumbres; alrededor de este elemento.

(Clados, 2020)
Uno de los aspectos mas interesantes al analizar el trabajo del oro en el área
ismocolombiana, es cuando a través del lente de la unidad difusa o del modelo de
cadena7 (Bray, 1984), vemos como las correspondencias en los elementos
manufacturados, son tantas como las diferencias propias de los contextos y de las
especificidades culturales. Mas allá del trabajo de filigrana de la zona metalúrgica del
norte, o del trabajo de martilleo propio de la zona metalúrgica del sur; las diferencias
estilísticas y estéticas son evidentes, incluso en la interpretación de un mismo elemento
que probablemente tiene un origen común.

Conclusión

La reciente investigación de Clados pone en evidencia una forma de analizar los


vestigios arqueológicos desde un plano interdisciplinar, articulando las fuentes
etnohistóricas y arqueológicas; bajo una interpretación del uso histórico de ciertas
piezas que tienden a analizarse bajo una punto de vista estético e ideológico. Sin
embargo, existe en general poca variedad de investigaciones bajo el lente de Area
Ismocolombiana, por su carácter macrorregional; y mas bien investigaciones sobre
sitios específicos que no usan este marco de interpretación. Por otro lado, cabe aplaudir
la labor del Museo del Oro de Colombia, en la clasificación de las diversas piezas, que
aunque algunas carecen de contextos arqueológicos, por su proveniencia, muchas veces
de “guaqueria” que terminan en manos del museo por razones legales, o en el pasado
próximo por negociaciones internas. Esto sin lugar a duda, nos enfrenta a una
problemática sumamente interesante, donde se tienen las piezas, y no se tiene duda de
su valor histórico y arqueológico; pero en muchas ocasiones se carece de las
herramientas para analizar contextos arqueológicos de manera estructurada, y que
logren hacer un panorama geolocalizado de la proveniencia de muchas de estas piezas;
más allá de suponer pertenencias regionales sin una especificidad, y en ocasiones con
muchas dudas acerca de su manufactura.

7
“En aras de la brevedad, daré a mi interpretación el nombre de modelo de cadena. Cada eslabón, o
provincia cultural, posee su propia identidad, pero, al mismo tiempo, está unido a sus vecinos para
formar un todo continuo e ininterrumpido. Las semejanzas disminuyen con la distancia; cada zona tiene
más rasgos en común· con sus vecinos inmediatos que con las regiones más distantes. En estas
circunstancias, el punto en el cual se trace la frontera sur de la parte baja de América Central, es
cuestión de selección arbitraria. La frontera se puede ubicar en cualquier punto entre el Canal de
Panamá y el pie de monte de los Andes colombianos, dependiendo de los rasgos que uno escoja”. (Bray,
1984)
Veo la necesidad urgente, de aunar esfuerzos en gestionar recursos para investigaciones
que conecten los países que integran esta unidad difusa que propone el marco
interpretativo del “Area Ismocolombiana”, en el esfuerzo por articular investigaciones
en términos comparativos en el campo de la arqueología, antropología e historia; y
compilaciones que recojan bajo esta noción de espacio e interacción regional; análisis
contemporáneos de problemas y preguntas de los que se ha guardado casi que total
silencio por más de 20 años. Investigaciones que aporten conocimientos y herramientas
a las comunidades indígenas que hoy residen estos espacios geográficos; invisibilizados
por la institucionalidad de los estados; y que se reconocen como hermanos a pesar de las
fronteras, como un legado de una historicidad que la oralidad ha propiciado por miles de
años. La necesidad urgente de socializar y conectar las investigaciones con las
comunidades, le da sentido a las interpretaciones de las piezas, e ideologías; que desde
el lugar de enunciación occidental de los investigadores se realizan, y probablemente
escuchar las interpretaciones de las comunidades que hoy prevalecen sobre ciertas
cuestiones estéticas y cosmogónicas; arroje aun mas luces acerca del carácter supra
histórico de ciertos elementos que conforman un ajuar de riqueza relegado a los museos
y en algunos casos como el Tesoro Quimbaya, expropiados de su territorio y disociados
por una institucionalidad de los estados que atropella los derechos de las comunidades
indígenas, y las asume como cuentos del pasado; a pesar de la prueba misma de su
existencia en la prevalencia de sus usos y costumbres a pesar de las adaptaciones
subsecuentes a la realidad de la modernidad. Por esa razón aplaudo el esfuerzo de la
compilación hecha por Halbmayer en 2020, que vuelve a poner sobre la mesa la noción
de Area IsmoColombiana y nos invita a reflexionar; sobre la necesidad de hacer
antropología y arqueología; en el presente, para el presente, y no orientada a desvelar el
pasado, sino mas bien, en reconocer la historicidad y continuidad de los pueblos que
habitan una región. Recordando a Bray en su desmitificación de que el Darién era un
lugar intransitable, una noción occidental, que es totalmente desmentida por ejemplo
por vestigios arqueológicos como los colgantes Darién, que dan cuenta, de una
interacción permanente con los pueblos aledaños.
Bibliografía

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