Capítulo XIII

La revolución
democrática de octubre de
1944
(Carlos González Orellana)

Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
(Carlos González Orellana)
Sin restar importancia a la Revolución
Liberal de 1871, la cual tenemos que
reconocer que solamente cubrió un reducido
sector de la población guatemalteca con sus
medidas reivindicadoras, y que pronto perdió
su condición revolucionaria confundiendo sus
intereses con los de los sectores feudales que
provenía de la Colonia. Las causas del
estancamiento de la Revolución Liberal son
muy complejas, figurando entre las
principales la vigencia de las relaciones de
producción semifeudales que la Reforma no
se preocupó en liquidar.
Las tierras confiscadas a la Iglesia y los
grandes latifundios que compró el Estado
para su repartición, no fueron a parar a
manos de los campesinos, sino a un reducido
sector de los allegados al gobierno, de tal
modo que no solo se mantuvieron los
latifundios feudales, sino que se crearon otros
nuevos que emplearon cabalmente los
mismos métodos de explotación tradicionales.
Se liquidaron las encomiendas de indios y los
repartimientos, pero subsistieron los
mandamientos y las habilitaciones que
mantuvieran a los grandes sectores rurales
en el mayor atraso.
Es verdad que con la fundación de la
banca y la construcción de vías de
comunicación se imprimió un gran adelanto al
desarrollo económico de Guatemala, pero
este adelanto no formaba parte del patrimonio
de las mayorías del pueblo; el incipiente
desenvolvimiento industrial empieza a onerosos de explotación bananera al
desarrollar lentamente un proletariado que es
mantenido igualmente en condiciones
atrasadas de trabajo y sujeto a precarias
limitaciones económicas.
En estas condiciones hacen su arribo los
monopolios norteamericanos que
encontraban condiciones inmejorables para
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Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
los efectos de la implantación de una
explotación desmesurada. Los ferrocarriles y
muelles, construidos durante la época del
general Justo Rufino Barrios, les fueron
cedidos por Manuel Estrada Cabrera en 1904,
y la empresa de electricidad, confiscada a los
alemanes, fue igualmente otorgada, después
del sabotaje de que fue objeto por parte de
Norteamérica, al negarle las refacciones que
para su marcha se necesitaban. La compañía
frutera firma el primer convenio en 1901, por
el cual se compromete a trasportar
correspondencia de Guatemala por la suma
de 30 mil pesos al año, y cinco años más
tarde firma el primer contrato para la
exportación bananera de las costas de
Atlántico.
En tanto ocurren estas concesiones
graciosas del gobierno cabrerista, tienen lugar
otros acontecimientos importantes en el
Caribe: En 1902, los Estados Unidos
aprobaban la Ley Spooner, por la cual se
disponía la construcción de un canal en
Nicaragua o Panamá, culminando con la
segregación de Panamá de la Republica de
Colombia; en tanto el presidente Teodoro
Roosevelt declaraba que era inevitable que
los Estados Unidos protegieran y
reglamentaran la vida de las repúblicas del
Caribe. En 1905, la Northern Railway,
subsidiaria de la Compañía Frutera, se
apodera de los ferrocarriles de Costa Rica y
elimina a los ingleses de esa región
centroamericana, firmando contratos
gobierno costarricense. En Honduras venían
operando diversas compañías bananeras,
hasta obtener el predominio total la compañía
Frutera. Toda Centro América se convertía en
una zona de influencia norteamericana.
Como era de esperarse, los intereses de
las compañías extranjeras se aliaron con los

de los terratenientes feudales de Guatemala,
iniciándose así un período de sangrientas
dictaduras que operaron a nombre de dicho
interese, usando para su sostenimiento la
más brutal represión contra los sectores
populares.
Así surgió la dictadura cabrerista que
gobernó por 22 años; sucumbió por efectos
de un movimiento popular que pronto fue
aplastado por un golpe militar. Continúa la
época de los golpes de Estado y los
cuartelazos, y los presidentes no pueden por
lo general terminar su período de gobierno.
Jorge Ubico llegó al poder por unas
elecciones viciadas e impopulares después
de la repentina muerte del general Lázaro
Chacón y un corto período presidido por un
gobierno provisional.
Conocidos estos hechos resulta fácil
caracterizar a estos gobiernos que con el
nombre de liberales gobernaron por cerca de
medio siglo los destinos nacionales. Ubico
desató una persecución a los sectores
campesinos y obreros, estableciendo los más
sangrientos métodos represivos, y Compañía Frutera que databa de 1930, en
favoreciendo los intereses de las compañías
extranjeras y los terratenientes feudales. La
ley fuga en acción segó la existencia de
muchos ciudadanos por levantar la voz y
reclamar un mejor nivel de vida. Los
intelectuales y demás sectores del pueblo
fueron privados de la libertad de expresión y
perseguidos y torturados cuando
denunciaban algunas de las enormes
arbitrariedades del régimen. La palabra
obrero fue proscrita de la dicción nacional por
un acuerdo especial del dictador, debiéndose
usar la palabra empleado, pues el anterior
vocablo lastimaba los oídos del señor
presidente, un acuerdo monstruoso, el
número 2795, autorizaba a los terratenientes
a matar impunemente a los campesinos,
cuando se les encontraba dentro de sus
feudos.
El Decreto 1474, de tristes recuerdos para
el pueblo guatemalteco, obligaba a los
campesinos a prestar sus servicios
personales, de manera gratuita y obligatoria
en los caminos públicos. Un tribunal especial,
conocido con el nombre de Juzgado de
Instrucción, institucionalizó el sistema de
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Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
torturas por razones políticas y de orden
común.
Historia de la educación en Guatemala
Los trabajadores, sujetos a bajísimos
salarios y maltrato, sin ningún tipo de
prestación social, tenían vedado el derecho
de sindicalización. Los pocos que intentaron
mejorar las condiciones de vida del
trabajador, y en general del país, fueron
inmediatamente acusados de comunistas y
sujetos a la cárcel, el destierro o la muerte.
Los maestros de escuela devengaban
sueldos miserables y tenían restringida la
libertad de criterio docente y prohibida la
organización para la legitima defensa de sus
intereses. Eran, por lo general, sujetos a
destituciones y traslados sin tomar en
consideración su situación personal.
El gobierno ubiquista prorrogó el contrato
de arrendamiento de las márgenes del
Motagua hasta el año 1981, y en 1936
modificó el convenio principal con la
virtud de lo cual se dejaban sin efecto las
cláusulas relativas a la obligación de la
Compañía de construir un puerto,
conservándoles los derechos relativos a la
explotación de las tierras para la siembra del
banano.
Guatemala era antes de 1944 una nación
de economía consultiva, no monetaria,
monocultivista y semicolonial. El régimen de
servidumbre imperaba en el agro, las
dictaduras castrenses en el gobierno, y por
encima de todo aquel sistema medieval
dominaba como mandatario supremo el
colonialismo yanqui.
Todas estas circunstancias fueron
fermentando en la conciencia del pueblo
hasta formar un clima propicio para lanzarse
a la calle y deponer al dictador. Como telón
de fondo, en el campo internacional las
fuerzas aliadas aplastaban al movimiento
nazifascista a que tan afecto era el dictador
criollo de Guatemala, y se suscribían en el
Carta del Atlántico las cuatro libertades
fundamentales del hombre.
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
Los sucesos se desencadenaron
rápidamente: 45 abogados pedían la
remoción de un juez; 200 maestros de
escuela pedían aumento de sueldo, y al
serles negado, se declararon en rebeldía no
asistiendo al desfile anual que se celebraba
en honor del dictador. Soportaron,
naturalmente, una cruda represión por haber
tomado tal actitud. Los estudiantes
universitarios, por su parte, consideraron que
había llegado el momento de emprender una
acción de carácter nacional contra el tirano,
solicitando la autonomía de la Universidad y
el reconocimiento de la libertad de expresión.
Para la solución de sus demandas, pusieron
al dictador un ultimátum, amenazando con
promover la huelga general en el caso de no
obtener resultado satisfactorio.
Efectivamente, el 22 de junio de 1944 se
inició el paro universitario que fue
acompañado por los maestros de escuela, los
trabajadores y el comercio, 311 ciudadanos
suscriben un memorial que contenía una
protesta energética por la restricción de las
garantías constitucionales decretadas por el
general Ubico. El 25 de junio recorrió las
calles una manifestación de protesta
encabezada por estudiantes y maestros, que
fue brutalmente reprimida por elementos del
ejército. En esta gesta gloriosa el magisterio
enluto sus filas con la muerte de María
Chinchilla, una maestra de escuela que
formaba parte de aquellos grupos patrióticos,
y que ofrendó su vida a la causa
revolucionaria que se iniciaba. Otras
manifestaciones populares se produjeron en
aquellos días en que, como ha dicho Manuel
Galich, se pasó del pánico al ataque. El
primer triunfo se presentó el 30 de junio en
que el dictador resignó el mando en una junta
militar integrada con elementos del
ubiquismo. El segundo lo conquistó el pueblo
con las armas en la mano, en la madrugada
del 20 de octubre del mismo año, cuando se
tomó el poder mediante una acción conjunta
de estudiantes, maestros, trabajadores y un
sector del ejercito joven, cortándose de golpe
el continuismo ubiquista. Una Junta
Revolucionaria de gobierno, integrada por
Jacobo Árbenz, Francisco Javier Arana y
Jorge Toriello, habría de garantizar en los
días siguientes la realización de elecciones
194
libres y la promulgación de una Constitución
democrática.
Es oportuno reiterar que el movimiento
revolucionario de octubre no era promovido
solamente por sectores de intelectuales como
se ha querido creer. El fenómeno
revolucionario se producía por la acción de
amplios sectores populares que sentían la
urgencia de un cambio sustancial. La clase
obrera tenía a estas alturas un historial de
importantes acciones en favor de sus
reivindicaciones y no eran pocos los
trabajadores que habían sucumbido en la
lucha.
El general Ubico mantuvo siempre una
particular fobia por las organizaciones de
carácter obrero y desató una persecución
sangrienta contra los dirigentes sindicales. En
1932 apreso a más de trescientos dirigentes
sindicales acusándolos de traición, rebelión e
insultos graves al señor Presidente.
Así pagaron con sus vidas o
permanecieron encarcelados durante los 14
años de su gobierno, varios cientos de
trabajadores, por el delito de querer alcanzar
mejores condiciones de vida.
Caído Ubico e instalado Federico Ponce,
antiguos sindicalistas de 1920 y 1932 dieron
nacimiento a la Confederación de
Trabajadores de Guatemala (CTG). Mientras
tanto, surgió el Sindicato de Acción y
Mejoramiento Ferrocarrilero, núcleo de otra
central, la Federación Sindical de Guatemala
(FSG), aún disfrazada de Sociedad de Auxilio
Mutuo, para suavizar la acción policial de
Ponce. Pero poco o nada disimuló el disfraz.
Los ferroviarios habían sido un factor muy
importante en la paralización total que
determino la caída de Ubico. Y ahora
participaban ya con sentido gremial en el
frente nacional contra el nuevo despotismo.
Surgieron los primeros pliegos con peticiones
a la IRCA, en agosto de 1944. La movilización
ferrocarrilera se extendió a toda la República.
El binomio IRCA-UFCO exigió a Ponce, por
intermedio de míster Mathews, la pronta
eliminación de los primeros ‘comunistas’ que
inquietaban el tranquilo sueño de los jerarcas.
Pero la intensa y rápida movilización obrera
obstaculizo que Ponce cumpliera la orden de

sus superiores, los ‘yanquis’: aplicar la ‘ley
fuga’ a tres delegados de la central,
capturados en Puerto Barrios. No se les
asesinó pero fueron enviados a la
Penitenciaría.
No obstante la represión mantenida por el
efímero gobierno de Ponce que pretendía
continuar con la política ubiquista, el pueblo
pudo organizarse en partidos políticos, los
obreros dieron vida a sus sindicatos y los
estudiantes universitarios organizaron sus
asociaciones. Del partido Renovación
Nacional, en el que predominaban maestros
revolucionarios, surgió la candidatura del
doctor Juan José Arévalo, que pronto fue
abrazada por todo el pueblo hasta convertirlo
en un candidato arrollador.
Arévalo, que residía en la República
Argentina, respondió al llamado de su pueblo
y se presentó el 3 de septiembre de 1944. Su
recibimiento en el aeropuerto de La Aurora se
convirtió en un acto apoteósico al que
concurrió casi todo el pueblo. De ahí en
adelante se convirtió en el candidato más
popular que jamás haya visto Guatemala.
Expresaba en esa oportunidad el candidato:
No vengo simplemente a vivir, sino a morir si
es preciso. Confundido con el pueblo y
dirigiéndolo, no necesitaré de guardias
pretorianas para mi custodia. Y no pararemos
hasta no ver satisfechas las aspiraciones
populares. Pero si he de hacer entrega de mi
vida a la más noble de las causas, exijo de
vosotros, desde ahora, fe en mi palabra,
disciplina en la lucha y desinterés para
cuando triunfemos.
No fueron pocos los obstáculos que tuvo
que salvar el arevalismo. El gobierno
provisorio estaba decidido a aplastarlo, pero
la revolución ya estaba en marcha y el pueblo
confiaba en sus dirigentes. Con el éxito
obtenido el 20 de octubre, se garantizó el
triunfo del candidato del pueblo, mediante la
práctica de elecciones absolutamente libres.
Pocos días antes de que Arévalo tomara
posesión, la Asamblea Constituyente concluía
sus trabajos y promulgaba la Carta Magna de
la Republica. En este importante instrumento
legal se establecían, por primera vez en
Guatemala, las garantías sociales, se
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Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
declaraba la independencia de los
organismos del Estado y se daba al pueblo el
derecho de rebelión para garantizar la
alternabilidad en el poder.
En la Constitución de 1945 se garantizaba
a la clase trabajadora el reconocimiento de
sus derechos, incluyéndose los sindicales y
de huelga. Se limitó con justicia, dentro del
capítulo de régimen económico, el derecho de
propiedad privada, condenando el latifundio y
reconociendo la propiedad en función social.
Sin embargo, se limitaron las funciones del
Organismo Ejecutivo a tal punto, que se le
dejaba imposibilitado de tomar las medidas
necesarias frente al dualismo que presentaba
la propia Constitución y que ha sido señalado
por algunos juristas, pues por un lado le
asignaba al Ejecutivo la obligación de llevar a
cabo impostergables reformas sociales, y por
otro daba al pueblo una abundante provisión
de libertades, derechos y recursos, que los
sectores reaccionarios aprovecharon
hábilmente en su beneficio. No obstante eso,
las reformas sociales se llevaron a cabo, pues
de lo contrarios la Revolución hubiera perdido
sus objetivos. Los preceptos legales
consignados en la Carta Magna pusieron las
bases jurídicas de la Revolución y de ellas
tomo su carácter democrático-burgués.
El gobierno arevalista cumplió con el deber
de poner las bases de la transformación de
Guatemala, llevando a cabo innumerables
obras de beneficio público y capacitando a la
juventud en el ejercicio ciudadano.
A la terminación del sexenio presidido por
el doctor Juan José Arévalo, se efectuaron
elecciones absolutamente libres que dieron al
triunfo al coronel Jacobo Árbenz Guzmán,
que había formado parte de la Junta
Revolucionaria de Gobierno seis años antes.
Árbenz tenía antecedentes limpios, y se había
destacado como un celoso guardián de la
Revolución. Su administración, que solo
abarco un trienio, por la intervención
norteamericana de que fue objeto Guatemala,
cuando se tocaron los intereses de las
compañías yanquis que operaban en el país,
puede caracterizarse como la evolución del
proceso revolucionario que comenzó el 20 de
octubre de 1944 y fue estructurado durante el
gobierno de Arévalo.
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
Contenido económico, político y social de
la revolución
Durante el período del doctor Juan José
Arévalo (1945-1951) se llevaron a cabo
importantes realizaciones en el orden
económico, político y social.
La creación del Banco de Guatemala fue
una de las primeras mediadas; su fundación
se llevó a cabo mediante la trasformación del
Banco Central de Guatemala, creado en la
época del presidente Orellana en el año de
1926. El nuevo Banco, de carácter estatal,
tenía la función de una institución central de
emisión y reserva, con lo cual estaba llamado
a dar forma a la economía del país.
Una Junta Monetaria tenía a su cargo la
dirección general de las actividades del banco
y la orientación de la política general de las
otras entidades bancarias, tanto estatales
como privadas. El Banco de Guatemala inicio
sus actividades el 1º. de julio de 1946.
Otra institución de gran beneficio para el
desarrollo económico de Guatemala fue el
Instituto de Fomento de la Producción
(INFOP), creado por decreto del 17 de agosto
de 1948. Entre sus finalidades se establecía
que tiene por objeto incrementar, diversificar y
racionalizar la producción nacional en todos
sus aspectos. Entre sus atribuciones
figuraban el fomento de la producción
agrícola mediante la introducción de nuevos
cultivos; facilitar el desarrollo, expansión y
racionalización de aquellas industrias o
actividades que permitan el aprovechamiento
de los recursos naturales, y el apoyo de las
actividades económicas que contribuyan
directa o indirectamente a proporcionar altos
niveles de ocupación retribuida.
Un Consejo Directivo, formado por varios
ministros de Estado y presidentes de bancos
estatales, tenían a su cargo la suprema
autoridad del instituto. Entre sus principales
departamentos figuraban el de Fomento y el
de la Vivienda Popular. Los benéficos
resultados de la entidad a que nos referimos
quedaron plenamente demostrados durante el
período de la Revolución.
196
En el terreno social se dio uno de los
pasos más trascendentales de la Revolución
al establecerse el Instituto Guatemalteco de
Seguridad Social (IGSS), elevándose así a la
categoría de un deber sustantivo el
establecimiento de la seguridad social. El 28
de octubre de 1946 envió el Congreso de la
República al Ejecutivo, la Ley Orgánica del
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
Dos días después el presidente de la
República firmaba esta importante disposición
para su cumplimiento. Varios obstáculos
tuvieron que vencerse: había falta de
personal capacitado, no se disponía de
hospitales ni médicos en suficiente número,
no se contaba con estadísticas adecuadas y
existían algunas resistencias en el medio
social por falta de comprensión hacia la
nueva institución. Con todo, el
establecimiento inició sus actividades y pronto
pudo ofrecer sus primeros frutos. Al principio
inició sus trabajos cubriendo los accidentes
en un área geográfica que comprendía seis
departamentos, y más adelante se cubrió un
programa materno-infantil, cuyos principales
puntos eran los siguientes: a) Prevención pre-
concepcional para proteger al niño antes de
nacer, o de la unión de los padres por medio
de exámenes y tratamientos de carácter
eugenésico; b) Prevención prenatal a la
madre desde la concepción, la gravidez hasta
el parto, suministrándole todas las
prestaciones necesarias, c) Asistencia
obstétrica de conformidad con este servicio
especial; d) Asistencia postnatal, tanto a la
madre como al niño; y e) Asistencia médico-
hospitalaria del niño que la necesite hasta la
edad preescolar.
Para la aplicación de los servicios del
IGSS se debía tener el criterio siguiente: 1º.
Debe empezarse por la clase obrera; 2º.
Dentro de ella por los grupos
económicamente más favorables por su
concentración en territorio determinado; 3º.
Debe dar principio con los trabajadores
urbanos; 4º. Atender al carácter de mayor
alfabetización y capacidad contributiva; 5º.
Procurar extender los servicios a toda la clase
trabajadora, en todo el territorio nacional,
antes de incluir dentro de sus servicios a
otros sectores de la población.

Las fuentes contributivas para costear los
servicios se establecieron así: El trabajador,
25%; el patrono, 50%, y el Estado 25%.
Con el desarrollo de la Revolución, el
IGSS fue ampliando cada vez más su radio
de acción y demostrando sus enormes
bondades frente a aquellos que no querían
aceptarlas.
Otra entidad de gran importancia creada
por el primer gobierno de la Revolución fue el
Departamento de fomento Cooperativo, cuya
vida data del 9 de agosto de 1945, en que se
emitió el decreto correspondiente. Su objetivo
era promover la creación y desarrollo de
empresas cooperativas, especialmente las de
producción, de consumo, asistencia social y
crédito. Por su gestión se procuraría la
creación e incremento de organizaciones
adecuadas para la explotación colectiva de
inmuebles rústicos del Estado y de tierra
ejidales y comunales; para tal efecto se
proporcionaría la ayuda técnica y económica
necesaria. En 1949 se llevó a cabo el Primer
Congreso de Cooperativas afiliadas al
Sistema Nacional, con asistencia de 110
delegados que representaban a 40
asociaciones cooperativas. Para el mejor
funcionamiento de la Institución se disponía
de 20 agencias de crédito en distintos lugares
de la República.
El 1º. de mayo de 1947 es una fecha
memorable para la clase trabajadora, pues
recibió de manos del presidente de la
República, el Código de Trabajo que habría
de regular las relaciones obrero-patronales,
elevando la dignidad del trabajador al sitio
que le correspondía. La Ley, qué fue
elaborada por el Congreso Legislativo
(Decreto 330 del 8 de febrero de 1947), se
promulgaba de conformidad con el espíritu
revolucionario y lo preceptuado en la Carta
Fundamental de la República.
El desarrollo de la clase obrera, a que nos
referimos brevemente en páginas anteriores,
contaba ahora con un gobierno que se regía
por principios democráticos y de justicia
social, que supo incorporar en la legislación
laboral los postulados fundamentales del
derecho obrero. Las organizaciones de
trabajadores, por su parte, desarrollaron una
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Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
meritoria actividad en favor de la
promulgación de aquel importante
instrumento. Es digna de recordarse la
célebre manifestación del 16 de septiembre
de 1946, en que una nutrida concurrencia de
trabajadores pedía ante el Congreso de la
República, la pronta emisión de la ley aludida.
Entre los principales considerandos del
decreto de referencia, se establece: “Que es
urgente e inaplazable emitir un código de
trabajo que regule sobre las bases de bien
entendida equidad las relaciones entre
patronos y trabajadores y que por ser esta
una de las más trascendentales reformas
hasta ahora emprendidas en Guatemala
conviene, desde ahora, adoptar todas las
medias conducentes a garantizar su feliz
aplicación a nuestro medio. Que la más eficaz
de esas medidas consiste en la determinación
de una norma ideológica, precisa y uniforme
que tanto sirva para deslindar el campo de
aplicación del Derecho de Trabajo del que es
propio del Derecho Común, como para guiar
obligatoriamente por los buenos principios a
las autoridades encargadas de administrar e
interpretar el Código de Trabajo, a patronos y
trabajadores: Que esas características
ideológicas del Derecho de Trabajo y, en
consecuencia, también las del Código de
Trabajo, por ser este una concreción de aquél
adaptada a la realidad de Guatemala, se
puede resumir así: a) El Derecho de Trabajo
es un derecho tutelar de los trabajadores,
puesto que trata de compensar la
desigualdad económica de estos
otorgándoles una protección jurídica
preferente; b) El Derecho de Trabajo
constituye un mínimum de garantías sociales
protectoras del trabajador, irrenunciable
únicamente para este y llamadas a
desarrollarse posteriormente en forma
dinámica, en estricta conformidad con las
posibilidades de cada empresa patronal,
mediante la contratación individual o colectiva
y, de manera especial, por medio de los
pactos colectivos de condiciones de trabajo;
c) El Derecho de Trabajo es un derecho
necesario e imperativo, o sea, de aplicación
forzosa en cuanto a las prestaciones mínimas
que concede la Ley, de donde se deduce que
esta rama del derecho limita bastante el
principio de la autonomía de la voluntad
propio del Derecho Común, el cual supone
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
erróneamente que las partes de todo contrato
tienen un libre arbitrio absoluto para
perfeccionar un convenio, sin que su voluntad
esté condicionada por diversos factores y
desigualdades de orden económico-social; d)
El Derecho de Trabajo es un derecho realista
y objetivo: lo primero porque estudia al
individuo en su realidad social y considera
que para resolver un caso determinado a
base de una bien entendida equidad es
indispensable enfocar ante todo la posición
económica de las partes; y lo segundo,
porque su tendencia es la de resolver los
diversos problemas que con motivo de su
aplicación surjan, con criterio social y a base
de hechos concretos y tangibles; e) El
Derecho de Trabajo es una rama del Derecho
Público, por lo que al ocurrir su aplicación, el
interés privado debe ceder ante el interés
social o colectivo; f) El Derecho de Trabajo es
un derecho hondamente democrático porque
se orienta a obtener la dignificación
económica y moral de los trabajadores, que
constituyen la mayoría de la población,
realizando así una mayor armonía social, lo
que no perjudica, sino favorece, los intereses
justos de los patronos; porque el Derecho de
Trabajo es el antecedente necesario para que
impere una efectiva libertad de contratación,
que muy pocas veces se ha contemplado en
Guatemala, puesto que al limitar la libertad de
contratación puramente jurídica que descansa
en el falso supuesto de su coincidencia con la
libertad económica, impulsa al país fuera de
los rumbos legales individualistas; que solo
en teoría postulan la libertad, la igualdad y la
fraternidad…”, etcétera.
El articulado del decreto que comentamos,
establece que el presente código regula los
derechos y obligaciones de patronos y
trabajadores, con ocasión del trabajo, y crea
instituciones para resolver sus conflictos y
luego pasa a definir los conceptos de patrono
y trabajador y establece sus obligaciones y
derechos.
Por virtud del Código Laboral, los
trabajadores conquistaron la jornada diurna
de 8 horas, la jornada mixta de 7 horas y la
nocturna de 6 horas; el pago de tiempo y
medio y tiempo doble en las horas extras de
trabajo; la semana de 45 horas, equivalente a
48, para los efectos del pago de salario. El
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pago del séptimo día, vacaciones anuales y
descanso para las trabajadoras durante 75
días en el período pre y postnatal; el derecho
de reinstalación en el trabajo en los casos de
despido injustificado; el pago de los días
festivos; la concertación de contratos
colectivos de trabajo, y el goce de los
beneficios de un sistema de seguridad social.
El Código de Trabajo era aplicable tanto a
los trabajadores particulares como a los que
estaban al servicio del Estado; dentro de este
último rubro se consideraba a los maestros de
escuela que disfrutaron de los beneficios del
citado estatuto.
Finalmente debemos reconocer que
durante el sexenio arevalista se emprendieron
obras materiales de gran importancia para
Guatemala, tales como escuelas, hospitales,
carreteras, plantas generadoras de energía
eléctrica, instalaciones deportivas, etcétera.
El segundo gobierno de la Revolución,
presidido por el coronel Jacobo Árbenz
Guzmán, fijó sus objetivos en la solución de
los problemas del campesinado
guatemalteco, que es la mayoría de pueblo,
promoviendo la promulgación de una Ley de
Reforma Agraria que, a la vez que hiciera
justicia a aquel sector de población, dotándolo
de tierra para el cultivo, echara las bases del
desarrollo capitalista de Guatemala,
favoreciendo su independencia económica.
La Ley de Reforma Agraria tendría que estar
acompañada de otras importantes medidas;
como la creación de crédito fácil a los
campesinos pobres, y la construcción de vías
de comunicación que dieran salida a la
producción nacional. Otros dos puntos del
programa arbencista proponían romper las
barreras presentadas por los monopolios
ferrocarrilero y de electricidad, ya que de no
lograrse el abaratamiento de los transportes y
de a energía eléctrica, no se podría
desencadenar el desarrollo comercial e
industrial que surgiría con la aplicación del
programa agrario. En tal virtud, se proyectó la
edificación de un puerto y muelle nacionales y
la construcción de una hidroeléctrica de
proporciones adecuadas a las necesidades
del país. Con estas dos obras se proponía el
gobierno recuperar la soberanía económica
de Guatemala.

Para comprender a cabalidad el programa
agrario que se proponía llevar a cabo el
segundo gobierno revolucionario, tenemos
que echar una ojeada, aunque sea muy
rápida, sobre la realidad del agro
guatemalteco puesta al descubierto por el
censo agropecuario de 1950. Se supo en
efecto que 22 terratenientes tienen más de
200 caballerías de terreno cada uno (1
caballería = a 45 hectáreas); en tanto que dos
millones de jefes de familia campesinas, no
poseen ni una parcela. Más de un cuarto de
millón son pequeños propietarios, con menos
de cinco manzanas por cabeza (5 manzanas -
= a 3.49 hectáreas). 75,022 campesinos
medianos alcanzan a tener una parcela
mayor de cinco manzanas, sin que llegue a
ser en ninguno de los casos de una
caballería; y 6,800 terratenientes
acomodados tienen más de una caballería
cada uno. Entre los 22 terratenientes que
poseen la inmensa mayoría de las tierras
guatemaltecas se cuenta la Compañía
Frutera, que al igual que los otros
terratenientes, mantiene grandes extensiones
sin ningún cultivo.
Los salarios que se pagan a los
trabajadores agrícolas, que están sometidos
al estado de servidumbre, no llegaban en
algunos lugares a los Q0.10 diarios, pagados
muchas veces en especie o con monedas
locales que solo se pueden gastar en las
propias pulperías de las fincas.
El régimen de servidumbre en el campo
cobraba alarmantes proporciones; los
campesinos desposeídos de la tierra tenían
que tributar con el cultivo de extensiones
iguales y a veces mayores de las tierras que
recibían de los dueños de las fincas, sin
devengar por ese trabajo ningún salario. Esta
circunstancia era agravada con las
habilitaciones, que el dictador Ubico,
dándoselas de magnánimo suprimió, pero las
sustituyó por el libreto de jornalero que
condenaba al campesino a prisión si no
demostraba, con la constancia de los
capataces, que había efectuado un número
de terminado de jornales a la semana. Esto
autorizaba a los patronos a maltratar a los
campesinos, utilizando en muchas
oportunidades las cárceles locales de las
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Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
respectivas fincas, en las que a menudo
empleaban el cepo. Por si esto fuera poco,
la Ley de Vagancia, y el Decreto 2795 de
Ubico (a que ya nos hemos referido),
permitían a los terratenientes privar de la vida
a los campesinos, sin responsabilidad
criminal, cuando los encontraban en sus
tierras robando frutos, leña, etcétera.
Frente a tanta injusticia, no es necesario
hacer un gran esfuerzo para concluir que la
Reforma Agraria tenía carácter de urgencia, y
eso era lo que el gobierno de Árbenz se
proponía realizar.
El primer intento de modificar las
condiciones imperantes en el agro
guatemalteco, se llevó a cabo mediante los
derechos de arrendamiento forzoso, números
712 y 853 de diciembre de 1949 y noviembre
de 1951. Sus efectos fueron prácticamente
nulos por la sistemática oposición que
hicieron las terratenientes de conceder tierras
a los campesinos con bases más humanas de
arrendamiento.
Llegamos así a la promulgación del
histórico Decreto 900, Ley de Reforma
Agraria, del 17 de junio de 1952. Con este
hecho se tocaron simultáneamente los
intereses feudales de los terratenientes y los
semicoloniales representados por las
compañías extranjeras, que en otras épocas
habían sido objeto de temor y hasta de
servilismo, por parte del gobierno.
Desde ese momento se arreció la ya
aguda campaña difamatoria contra
Guatemala, acusándose a su gobierno de
sustentar teorías exóticas, y representar una
amenaza para la solidaridad continental y la
seguridad del Canal de Panamá.
No vamos a detenernos en cuestiones
políticas que no son propias de la naturaleza
de este estudio, limitándonos, en
consecuencia, a señalar que el objetivo
fundamental de la Ley de Reforma Agraria se
expresaba en su primer artículo que a la letra
dice: La Reforma Agraria de la Revolución de
Octubre tiene por objeto liquidar la propiedad
feudal en el campo y las relaciones de
producción que la originan para desarrollar la
forma de explotación y métodos capitalistas
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
de producción en la agricultura y preparar el
camino para la industrialización de
Guatemala.
Los primeros frutos no se dejaron esperar:
A solo un año y medio de la promulgación de
la Ley de Reforma Agraria ya se pueden
exhibir los siguientes resultados de su
aplicación con los datos oficiales del
Departamento Agrario Nacional al 31 de
diciembre de 1953; las tierras expropiadas a
particulares eran 475,356 manzanas (332,150
hectáreas) de las cuales una cuarta parte
aproximadamente, 120,115 manzanas
(83,929 hectáreas), corresponde a la
expropiación hecha a la Compañía Agrícola
de Guatemala, subsidiaria de la United Fruit
Company, y por las cuales fue indemnizada
dicha compañía con base a la declaración
fiscal de la misma y de conformidad con la
Ley, encontrándose a su orden el valor de
Q594,573.00 en bonos de la Reforma Agraria.
El total de tierras expropiadas a particulares
representa el 8.9% del total de tierras
censadas en 1950. El total de tierras
municipales inscritas en la misma fecha era
de 433,393 manzanas (309,816 hectáreas) y
las tierras de Fincas Nacionales repartibles
sumaban 391,380 manzanas (273,473
hectáreas) estando ya repartidas de estas
últimas 141,684 manzanas (99,000
hectáreas) de las cuales un poco más de
30,000 manzanas (30,926 hectáreas) fueron
entregadas a trabajadores agrícolas
organizados en cooperativas de producción y
el resto a parcelarios individuales. El total de
tierras distribuidas y por distribuirse
provenientes de las expropiaciones a
particulares, de las tierras municipales
inscritas y de las fincas nacionales sumaban,
en consecuencia 1,210,129 manzanas
(915,440 hectáreas) que representan el
24.8% del total de tierras registradas por el
censo agropecuario de 1950, que fue de
5,315,475 manzanas (3,714,135 hectáreas).
Con la intervención norteamericana de que
fue objeto Guatemala en 1954, con la
complicidad, naturalmente de los
terratenientes feudales, se detuvo aquel
proceso de repartición de tierras, y se despojó
a los campesinos de las que ya habían
recibido, sujetándolos, mediante la represión
más bárbara de que se tiene noticia en la
200
historia de Guatemala, a su antiguo estado de
servidumbre.
Los créditos oportunos a los campesinos
beneficiados por la Ley de Reforma Agraria,
fueron otorgados a través del Banco Nacional
Agraria. Esta entidad fue inaugurada el 20 de
octubre de 1953, e inició sus actividades con
un capital de 10 millones de quetzales. A los
ocho meses de su fundación había repartido
8 millones de quetzales entre pequeños
propietarios y usufructuarios de las tierras
concedidas por virtud de la Ley de Reforma
Agraria. El plan para ese año (1954), era
conceder préstamos de avío y refacciones
para la agricultura hasta por 15 millones de
quetzales. Otros préstamos con similares
fines fueron concedidos por el Crédito
Hipotecario Nacional y por el Instituto de
Fomento de la Producción. La primera de
estas instituciones bancarias concedió
préstamos de marzo de 1953 a enero de
1954, por una suma global de 3.275,170
quetzales a los cooperativistas y parcelarios
que había recibido tierras de las Fincas
Nacionales.
El Banco Nacional Agraria funcionaba con
la cooperación de cinco sucursales ubicadas
en Sacatepéquez, Santa Rosa,
Chimaltenango, Escuintla y Sololá.
El programa de construcción de carreteras
ocupó un lugar de importancia durante el
trienio que comentamos. La meta era concluir
1200 kilómetros de carreteras asfaltadas que
enlazaran a todos los departamentos de la
República con la ciudad capital y a esta con
los puertos y fronteras.
Durante el año de 1952 se concluyeron las
carreteras siguientes: la que de San Lucas
conduce a la Antigua Guatemala; el tramo de
la carretera Roosevelt que comunica la
frontera de El Salvador con la población de
Asunción Mita, y el tramo que enlaza la
población de Palín con la ciudad de Escuintla.
Con este último tramo, quedó concluida la
ruta que une la ciudad capital con la costa del
Pacífico.
En 1953 se reanudaron los trabajos en la
carretera Roosevelt, y se intensificaron los
trabajas del sur y occidente de la República,

particularmente en los tramos siguientes:
Nahualate al río Nil; Popoyá a río Nahualate;
Las Rosas a Santa María; Santa María a
Retalhuleu, y la carretera de Retalhuleu a
Champerico. En ese mismo año se inauguró
la carretera que une las ciudades de
Totonicapán y Quetzaltenango,
completamente pavimentada. Con este nuevo
tramo se completaron 387 kilómetros de
carreteras asfaltadas en toda la República.
Este total es estimable si tomamos en cuenta
que corresponde a los siete años de la
Revolución, pues durante los 14 años de la
dictadura ubiquista, únicamente se
construyeron 20 kilómetros de carretera
asfaltada.
Dentro del plan vial establecido por el
gobierno arbencista, sobresale la Carretera
del Atlántico que, además de enlazar las
importantes poblaciones orientales del país,
dando así salida fácil a sus productos
agrícolas, rompería el monopolio de
transportes mantenido en ese sector por los
Ferrocarriles Internacionales de Centro
América, que cobraban altas tarifas y daban
muy malos servicios.
En su informe al Congreso de la República
de 1954 decía el presidente Árbenz: He aquí
un detalle de los trabajos efectuados durante
el último año: en junio de 1953 se
concluyeron los trabajos de construcción de la
terracería de los tramos llamados Juan de
Paz, Entre Ríos y Río Cocao-Santa Tomás;
en el mismo junio se iniciaron los proyectos
números 8, 9, 12 y 1-D, comprendidos entre
los sitios denominados. Las Pericas y Juan
de Paz; el 2 de mayo se inició la construcción
del tramo Ciudad de Guatemala-Las Pericas,
y el 1º. de febrero de 1954 se iniciaron los
proyectos 14-A y 14-C, que comprenden el
reajuste y la pavimentación de los primeros
100 kilómetros de la ruta al Atlántico.
Completando el programa de
comunicaciones, se proyectó la construcción
de un puerto sobre el Atlántico que, libre del
monopolio sostenido por la Compañía Frutera
en Puerto Barrios, pudiera establecer
conexiones con otros países, permitiendo la
salida de nuestros productos a través de
distintas compañías de navegación. En su
informe al congreso de 1953, expresaba el
201
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
presidente Árbenz que la construcción del
referido puerto estaba en marcha, y que el 27
de octubre de ese año se había dado
principio a los trabajos. El Gobierno de la
República está construyendo esta importante
obra —decía el Primer Mandatario-—
mediante contrato que celebró con la
Compañía Morrison Knudsen de Centro
América, por valor de 4,800,000 quetzales.
Esta cantidad ha sido depositada en su
totalidad en un banco de los Estados Unidos
de América, y de ella se ha cancelado a la
compañía contratante la suma de 2,700,000
quetzales redondos. La obra se construye en
la bahía de Santo Tomás, a pocos kilómetros
de Puerto Barrios, y será la cabeza troncal de
la Carretera al Atlántico. El trabajo se ha
planificado para concluirse en un plazo de 24
meses, comprendidos entre el 29 de junio de
1953 y el 29 de julio de 1955. La compañía
está obligada a pagar una multa por cada día
de retraso en la entrega de la obra, y tiene el
derecho a recibir una bonificación por cada
día de adelanto que obtenga la edificación de
la obra en relación con la fecha estipulada en
el contrato.
Para concluir este apretado esbozo del
programa de grandes construcciones del
gobierno de Árbenz, habremos de referirnos a
la construcción de la Hidroeléctrica de
Marinalá, que se proponía abaratar el precio
de la energía eléctrica rompiendo el
monopolio de la Empresa Eléctrica de
Guatemala, subsidiaria de la Bond & Share,
de los Estados Unidos. Para el efecto, el
gobierno encargó a los ingenieros
guatemaltecos la elaboración de un plan por
medio del cual se aprovecharán los recursos
naturales del país, para obtener suficiente
producción eléctrica.
Cumpliendo esos objetivos, el
Departamento de Electrificación de la
Dirección General de Obras Públicas, puso
en marcha un vasto plan para la
electrificación del país. La Hidroeléctrica de
Marinalá sería el eje de todo el sistema, ya
que aprovechando las aguas del río de ese
nombre se obtendría el caudal necesario para
la producción anual de 154 millones de
kilovatios.
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
El proyecto elaborado por ingeniero Jorge
A. Bendix, comprendía la construcción de un
túnel de ochocientos metros; la tubería de
conducción con una longitud de 2,650 metros,
y un tanque de oscilación para regular el
caudal que se precipitaría por tubos gemelos,
con un desnivel de 685 en la casa de
máquinas. Dos unidades de producción
suministrarían cuarenta mil kilovatios hora. El
costo previsto para la construcción de esta
obra, ascendía a nueve millones de
quetzales.
En el informe al Congreso el presidente
Árbenz declaraba, después de obtener la
asesoría técnica norteamericana, que el
proyecto era técnicamente posible y
económicamente costeable.
Los cambios políticos de 1954, a que ya
hemos aludido, interrumpieron el desarrollo
de esta importante obra, entregándola
justamente a quien se deseaba eliminar.
Finalmente nos referiremos a otros
aspectos del segundo gobierno
revolucionario. Se continuó la construcción de
las escuelas Tipo Federación que aún no
habían sido concluidas durante el anterior
gobierno; se mantuvo e incrementó la
protección a la infancia a través de los
comedores y guarderías infantiles, y se
La transformación durante los dos gobiernos de la
Revolución
(Marco Antonio Villamar Contreras)
El movimiento que comenzó en junio de
1944 y terminó el mismo mes de 1954 es un
solo proceso de transformaciones que puede
caracterizarse como popular, nacional, pro-
constitucionalista, desarrollista y democrático,
inspirado en las ideas libertarias, igualitarias,
que se difundieron ampliamente durante la
Segunda Guerra Mundial, empapadas de un
profundo humanismo que prometía el rescate
de la dignidad plena de los individuos y de los
pueblos.
Resultado de condiciones internas
acumuladas históricamente, pudo producirse
202
continuó con la campaña alfabetizadora en
todo el país. En mayo de 1953, se creó el
Centro Materno Infantil del Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social, que
formaba parte del programa general de la
institución. La educación pública continuó su
marcha ascendente y las entidades culturales
continuaron desarrollándose.
El movimiento obrero prosiguió gozando
del respeto a sus organizaciones y el
suministro de su s prestaciones. El
campesinado guatemalteco se organizó por
primera vez en nuestra historia con el fin de
contribuir al desarrollo y fácil aplicación de la
Reforma Agraria.
En estas páginas hemos tratado de
recoger, de manera sumamente sintética, las
realizaciones principales de la Revolución de
octubre de 1944, en los aspectos económico,
político y cultural.
por las circunstancias internacionales. En
otras palabras, fue posible porque fueron
favorables las coyunturas interna y externa.
Como todo proceso sociohistórico fue único
en sus manifestaciones económicas, sociales,
políticas, culturales, por lo que solo
abstrayendo es posible separar esas
manifestaciones que están tan entrelazadas y
que solo juntas es posible explicárselas.
El cambio en la economía
Lo primero fue la rápida ampliación del
mercado nacional, al haberse incrementado

los sueldos de los empleados públicos, que
luego se trasladó al aumento de los salarios
de los trabajadores privados, gracias a la
organización que permitió a estos sectores
demandar y lograr dichos aumentos. El caso
de los maestros de educación primaria fue
paradigmático, pues el gobierno del
presidente Arévalo incrementó sus sueldos
hasta setenta y cinco quetzales, que podrían
compararse ventajosamente con los de treinta
y tres, veintidós, doce y hasta ocho que
devengaban, según laborara en la capital, las
cabeceras departamentales, municipales o
aldeas. Los trabajadores asalariados en el
sector privado, especialmente en las
plantaciones de banano y en las compañías
de servicios que ocupaban grandes
cantidades, lograron incrementos salariales
casi solo con su asociación, cuando todavía
no se legislaba sobre el trabajo.
No hubo un plan económico preconcebido,
pero el conjunto de disposiciones
relacionadas con la economía que se
emitieron, configuraron a lo largo de diez
años, una política económica promotora del
desarrollo capitalista en los sectores
agropecuario, industrial y de servicios, con
una concepción moderna acerca de la
moneda, la banca y el financiamiento en
general que, lógicamente, se enmarcó en los
cambios que la Segunda Guerra provocó en
el comercio y la economía internacionales. El
funcionamiento del Banco de Guatemala
(Banco Central), el reforzamiento del Crédito
Hipotecario Nacional, la creación del Instituto
de Fomento de la Producción, INFOP, y el
surgimiento de bancos privados destinados a
financiar nuevos productos dentro de la
circunstancia abierta, significaron la
ampliación del crédito a pequeños, medianos
y grandes empresarios, pues los préstamos
bancarios se duplicaron entre 1944 y 1949.
La producción y consumo de energía eléctrica
creció más del doble de 1944 a 1954.
El presupuesto de la nación que se movió
en los catorce años anteriores a la
Revolución, desde menos de ocho millones
de quetzales hasta 15,527,500.00 en el
ejercicio 1944-1945, pasó a 46,646,000.00 en
el ejercicio 1948-1949 y siguió creciendo
hasta el final de la década, en razón de las
funciones promotoras del Estado que
203
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
buscaban una economía de bienestar, como
debía ser en un proceso de desarrollo
capitalista moderno, en un régimen
democrático de amplia participación social.
La ley de inversión de las reservas
técnicas de las compañías de seguros,
concebida para aprovechar el ahorro de los
guatemaltecos en el financiamiento de obras
de infraestructuras física del gobierno central
y de las municipalidades, resultó en que la
totalidad de compañías aseguradoras que
eran extranjeras, salieron del país, dejando
un mercado que aprovecharon empresarios
nacionales y reforzaron el subsector
financiero del sector servicios. Finalmente y
como complemento necesario de la Ley de
Reforma Agraria, se creó el Banco Nacional
Agraria que proporcionó crédito a los
beneficiarios de aquella ley, contribuyendo así
a una dilatación rápida y voluminosa de la
capacidad de compra de más de 100,000
campesinos parcelarios y, por ende, el
ensanchamiento del mercado interno,
sustentación de una industrialización que se
juzgaba indispensable para el avance del
país.
Muy temprano, agosto de 1945, se creó el
Departamento de Fomento Cooperativo
destinado a materializar claros mandatos
constitucionales, con el objeto de: “a)
Promover la creación y desarrollo de
empresas cooperativas, especialmente las de
producción, de consumo, de asistencia social,
y de créditos; b) Procurar la creación e
incremento de organizaciones adecuadas
para la explotación colectiva de inmueble
rústicos del Estado y de tierras ejidales y
comunales; c) Proporcionar ayuda económica
y técnica a las empresas cooperativas y
colectivizadas; y d) Fomentar la educación
cooperativa y la difusión de conocimientos
técnicos para mejorar la producción y las
condiciones de vida de la república”. Cuatro
años después se emitió la Ley de
Cooperativas.
La función del Estado como orientador y
promotor económico quedó expuesta en las
siguientes palabras del Sub-secretario de
Economía, Marco Antonio Ramírez,
pronunciadas en el acto de inauguración del
edificio de INFOP, el 15 de agosto de 1950:
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
“Una de las características fundamentales
del Gobierno de la Revolución que preside el
Doctor Arévalo, ha sido la descentralización
de las funciones administrativas por medio de
organizaciones de carácter autónomo, es
decir, organizaciones que se auto determinan
con sus propios recursos financieros dentro
de la política general del Estado, hacia la
resolución de los problemas de carácter
económico-social que confronta Guatemala…
Si solo esa fuera una de las características
del Gobierno revolucionario… le daría carta
de ciudadanía a la democracia guatemalteca”.
“El capital guatemalteco necesita que una
institución como el Instituto de Fomento de la
Producción canalice los recursos financieros,
técnicos y administrativos del Estado hacia la
industria nacional; pero esto no significa que
el Estado esté interesado en ser el mayor
empresario de la Nación, en ser el único
industrial, el único agricultor, el único
ganadero, el único dueño de las viviendas de
la nación. No, en absoluto. El Instituto de
Fomento de la Producción iniciará esas
actividades; y cuando ya no sean riesgos sino
rendimientos seguros, los dará a la iniciativa
privada para que continúen explotándolas y el
Instituto de Fomento de la Producción
buscará nuevas actividades para desarrollar
nuevos renglones de la economía
guatemalteca”.
En la misma ocasión en que se
pronunciaron las anteriores palabras, el
Gerente General de INFOP, Carlos Leonidas
Acevedo, hizo una exposición acerca de los
problemas económicos del país, sin
ampulosidades teóricas ni académicas, pero
sumamente certera, en que señaló la
necesidad de diversificar nuestra producción
exportable, incrementar y mejorar la pequeña
y mediana industria agropecuaria, tecnificar la
producción y superar la dualidad que
presentaba -y aún presenta- nuestra
economía:
“…por un lado, la economía de lo que
pudiéramos llamar clases altas del país y la
economía de los criollos, con algunos
beneficios que le permiten una vida mejor,
más cómoda, una idea a la cual se aspira en
todos los pueblos; y por otro lado, tenemos el
204
cuadro de la economía indígena, una
economía donde los ingresos de la población
apenas bastan para las primarias
necesidades humanas. Una economía de
centavos que no puede dar la tranquilidad del
pueblo”.
Afirmo también el licenciado Acevedo:
“…el Instituto cree que únicamente el
incremento de la producción en todas estas
zonas en forma racional, pueden derivar
ingresos más altos para la población
guatemalteca, conducirla a un nivel de vida
mejor y hacer permisible una reforma
trascendental de la incorporación de la
población indígena a los afanes culturales,
económicos y sociales de todo el país”.
“…estamos sí, seguros de que mientras no
se difunda el crédito rural en las distintas
zonas del país, la situación económica de
miles de productores será angustiosa y
difícil…”
“En la concesión de pequeños créditos nos
hemos encontrado con que gran cantidad de
pequeños productores guatemaltecos que no
trabajan en tierras propias; lo hacen a través
del sistema de aparcería y lo que se les cobra
por calidad de arrendamiento -a nuestro
juicio- es excesivo; existe en Guatemala el
sistema conocido de ‘mata por mata’, o sea
que el productor que trabaja en terrenos
arrendados tiene que sembrarle y cosecharle
al propietario una mata equivalente a la que
siembra, es decir: si siembra maíz tiene que
cosechar una mata de maíz para el
propietario. En esta forma el propietario no
corre ningún riesgo, aporta tierra y todos los
afanes para el cultivo de ella corresponden al
arrendatario. El Instituto, preocupado por esta
situación, ha tratado de encontrar una
resolución satisfactoria que no provoque
violencias, que no provoque desánimo, que
no siembre inseguridad entre las personas
afanosas de encontrar solución a este tipo de
problemas”.
“…otorgamos créditos hasta por diez mil
quetzales para las personas carentes de
tierras que quieren adquirirlas; estas
propiedades se limitan a lo estrictamente
necesario para poner en aptitud de producir a
las familias guatemaltecas, y no deben

exceder de 30 manzanas en el caso de
cultivos agrícolas y de 50 manzanas cuando
se combinan los cultivos agrícolas y los
trabajos pecuarios”.
Importa recordar que el INFOP realizó su
labor varios años antes de que se emitiera la
Ley de Reforma Agraria y de que funcionara
el Banco Nacional Agraria. El cultivo del
algodón, el de oleaginosas, el fomento de la
ganadería para la exportación de carne, y
muchas pequeñas y medianas empresas
industriales se financiaron por este Instituto,
al punto que muchas empresas y empresarios
de éxito que aún subsisten, resultaron de la
función promotora del INFOP, cuyo Consejo
Directivo Superior se integraba con los
Ministros de Economía, Agricultura, Hacienda
y Crédito Público, Comunicación y Obras
Públicas, los Presidentes de los Bancos de
Guatemala y Crédito Hipotecario Nacional y
representantes de la Asociación General de
Agricultores, AGA, la Asociación de
Industriales, la Federación Sindical y la
Confederación de Trabajadores.
El cambio en las relaciones de trabajo, en
las relaciones de producción, fue un proceso
ininterrumpido que se inició con el Decreto
No. 7 de la Junta Revolucionaria, 31 de
Octubre de 1944, que suprimió el servicio
personal de vialidad establecido por Decreto
Gubernativo 1474, que fue aprobado por la
Asamblea Legislativa el 15 de Diciembre de
1944, en el Decreto No. 11. En esta dirección
se mantuvo el Decreto No. 75 de la Junta,
Ley de Contratación de Trabajo Agrícola, 10
de marzo de 1945, cuyo primer considerando
es de por sí expresivo: “Que es necesario el
establecimiento de normas que regulen la
contratación entre patronos y trabajadores
agrícolas, atendiendo tanto a preservar los
derechos mínimos que deben garantizarse a
los trabajadores, de acuerdo a las modernas
tendencias de lograr una mejor justicia social;
así como las posibilidades y necesidades de
la agricultura, a la que el Estado debe prestar
toda protección, ya que es ella la principal
fuente de ingresos del País”.
También es indicativo de la línea el
segundo considerando: “…que por otra parte,
las disposiciones existentes al respecto,
revisten un carácter restrictivo a la libertad de
205
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
contratación que además, en la práctica han
demostrado que aunque pretenden proteger
al trabajador, evitando que adquiera deudas
para desquitar el trabajo, en cambio han
agravado la situación de los mismos, ya que
les priva de proveer anticipadamente al
sostenimiento de su familia, mientras van a
hacer sus trabajos a la fincas; que esto ha
traído como consecuencia que los
trabajadores no se sientan estimulados a
trabajar en la agricultura, con perjuicio de esta
y de ellos mismos.
Sin embargo, el Decreto No. 76 de la
Junta “mantuvo en vigor la reglamentación de
los jornales agrícolas que ya para entonces
se consideraba inadecuada e injusta en grado
sumo. Está muy extendida la opinión de que
fue la Junta Revolucionaria de Gobierno la
que dejó sin efecto la tristemente famosa
‘libreta de jornaleros’, pero tal opinión no tiene
justificación histórica. Correspondió al
Congreso de la República abolir la odiada
libreta, al derogar no solo la antigua Ley de
Vagancia, contenida en el Decreto Legislativo
1996, sino también el Decreto 76 de la Junta
Revolucionaria, mediante Decreto 118,
aprobado el 23 de Marzo de 1945 y
promulgado el 24 de mayo de ese mismo
año”.
Las relaciones sociales de producción en
la agricultura iniciaron un cambio en relación
con las tradicionales al finalizar el año 1949.
Ese año el país sufrió un temporal que
perjudicó a la agricultura. Para entonces, la
organización de los campesinos había
adquirido dimensión y calidad suficiente para
plantear sus necesidades, a la vez que los
propietarios agrarios organizados defendían
su derecho de propiedad, ignorando los
cambios institucionales que la Revolución
había producido. El veintiuno de diciembre se
promulgó el Decreto No. 712 que obligó a los
propietarios de tierras que hubieran dado
estas en arrendamiento durante los últimos
cuatro años o parte de ellos, a seguir
arrendándolas por dos años más, a cambio
de una renta que no podía exceder el 10% del
valor de la producción obtenida,
prohibiéndose además al arrendante obligar
al arrendatario a pagar la renta antes de la
recolección de los frutos.
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
Dos años después se promulgó el Decreto
853, el veintiocho de noviembre de 1951,
modificando el artículo 1º. del Decreto 712,
así: “El propietario de tierras que no haga uso
de estas para cultivos agrícolas o para
ganadería está en la obligación de darlas
para que las trabajen los que carezcan de
terrenos”. Redujo el máximo de renta por
arrendamiento de tierras a un 5% del valor de
la producción, y a los primeros
arrendamientos de tierras no trabajadas los
exoneró de pago durante el primer año y fijó
aquel en un 2.5% del valor de lo producido
durante el segundo año. La justificación
inmediata de esta disposición fue que en dos
años de vigencia del Decreto 712 “se ha
demostrado que sus preceptos son burlados
continuamente, agudizando los problemas
económicos de grandes núcleos de
población”.
El proceso de cambio en la estructura y
funcionalidad de la economía alcanzó su
mayor ascenso cuando se emitió el Decreto
900, Ley de Reforma Agraria, el diecisiete de
junio de mil novecientos cincuenta y dos y se
promulgó el mismo día. Como la aplicación de
esta Ley fue el elemento nacional que, junto a
la amplia organización de las clases sociales
que nunca antes habían podido ejercer este
elemental y democrático derecho humano,
fue decisivo para la abrupta interrupción del
hermoso proceso, y como las nuevas
generaciones parecen desentendidas de la
historia recién pasada que es la clave para
comprender el drama de las cuatro o cinco
décadas que luego ha vivido la República, se
impone reproducir siquiera los tres primeros
artículos del polémico decreto:
“Artículo 1º.- La Reforma Agraria de la
Revolución de Octubre tiene por objeto
liquidar la propiedad feudal en el campo y las
relaciones de producción que la originan para
desarrollar la forma de explotación y métodos
capitalistas de producción en la agricultura y
preparar el cambio para la industrialización de
Guatemala”.
“Artículo 2º.- Quedan abolidas todas las
formas de servidumbre y esclavitud, y por
consiguiente, prohibidas las prestaciones
personales gratuitas de los campesinos,
mozos, colonos y trabajadores agrícolas, el
206
pago en trabajo del arrendamiento de la tierra
y los repartimientos de indígenas, cualquiera
que sea la forma en que subsistan.
El pago en especie del arrendamiento solo
se permitirá en las tierras no cultivadas y que
no sean afectables por la Reforma Agraria, no
pudiendo exceder la renta del 5% de la
cosecha. Cuando la renta se pague en dinero
en las tierras a que se refiere el párrafo
anterior, la misma no podrá ser tampoco
mayor del 5% sobre el valor de la cosecha”.
“Artículo 3º.- Son objetos esenciales que la
Reforma Agraria debe realizar:
a) Desarrollar la economía capitalista
campesina y la economía capitalista
de la agricultura en general;
b) Dotar de tierra a los campesinos,
mozos, colonos y trabajadores
agrícolas que no la posean, o que
posean muy poca;
c) Facilitar la inversión de nuevos
capitales en la agricultura mediante el
arrendamiento capitalista de la tierra
nacionalizada;
d) Introducir nuevas formas de cultivo,
dotando en especial a los campesinos
menos pudientes, con ganado de
laboreo, fertilizantes, semillas y
asistencia técnica necesaria; y
e) Incrementar el crédito agrícola para
todos los campesinos y agricultores
capitalistas en general”.
El impacto de este cambio puede
apreciarse con recordar que solo durante al
año 1953, ya en plena crisis política nacional
e intervención extranjera, se repartieron
109,641.4 manzanas de tierra 16,381
familias, lo que significa que fueron
favorecidos entre 80 y 100 mil personas. Del
anterior total, 44 fincas con una superficie de
30,574 manzanas fueron adjudicadas a
cooperativas de producción agrícola,
beneficiando a 6,634 cooperativistas. Y debe
agregarse que el Banco Nacional Agrario
concedió créditos a los beneficiarios de la
reforma a lo largo de 1953 y hasta el 31 de
Marzo de 1954, por un momento de
4,345,095.00 quetzales, con la suficiente
garantía. No obstante la crisis política ya
aguda en los primeros tres meses de 1954, el

Banco Nacional Agrario ejecutó en esos
meses, el 36.2% del plan teórico de inversión
(Q12 millones) que había diseñado para
1954. El tiempo atestiguó que, contra lo
supuesto por los adversarios de la Reforma
Agraria, se recuperaron esos financiamientos
en alrededor del sesenta y cinco por ciento, a
pesar de la persecución al campesino.
Aparte del cambio en las relaciones
sociales de producción, sobre todo en la
agricultura, sector primordial de la economía
como todos sabemos, hay un dato revelador
desde otro punto de vista: las importaciones,
con base en la Memoria del Banco de
Guatemala, 1953: “De 1923 a 1929 las
importaciones totales de bienes de capital
fueron de 29.4 millones de quetzales con una
media para el período de 4.2 millones… de
1930 a 1939, año en que se inició la Segunda
Guerra Mundial, las importaciones fueron de
29.6 millones, con una media de 3.0
millones… El período de 1940-1944, que
corresponde a los años de la guerra, registró
importaciones de 12.9 millones, con un
promedio de 2.5 millones… El período
siguiente de 1945 a 1953 registró una franca
recuperación. Las importaciones de bienes de
capital subieron rápidamente desde 4.8
millones hasta 20.5 millones en el último año
de la serie. El total importado en el período
fue de 146.4 millones con un promedio de
16.3 millones… Entre 1945 y 1949 se
importaron desde los Estados Unidos 643
tractores, de los cuales es probable que más
de 90 por ciento sea para usos agrícola. El
total de tractores importados desde los
Estados Unidos entre 1925 y 1944 llegó a 331
unidades”.
Cuando Jacobo Árbenz Guzmán tomó
posesión del cargo de Presidente
Constitucional que había ganado en
elecciones limpias, puntualizó así la política
económica de su gobierno:
“Primero, convertir a nuestro país de una
nación dependiente y de economía
semicolonial, en un país económicamente
independiente;
Segundo, transformar a nuestra nación, de
un país atrasado y de economía
207
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
predominantemente feudal, en un país
capitalista moderno;
Y, Tercero, hacer que esta transformación
se lleve a cabo de tal manera que traiga
consigo la mayor elevación posible del nivel
de vida de las grandes masas del pueblo”.
Julio Gómez Padilla, estudioso serio de
cuestiones sociales, escribió un trabajo
fuertemente polémico contra cierta izquierda y
la tradicional derecha, en que asentó:
“Nuestra revolución representó un cambio
apreciable y relativamente profundo de las
anquilosadas estructuras semifeudales;
reencontró las raíces y replanteó superando
las metas históricas de la revolución liberal de
1871”. Con la revolución se pasó de una
política económica medieval, deflacionaria y
de atesoramiento, a otra desarrollista,
apoyada esencialmente en el pensamiento
keynesiano y en la economía clásica, pues,
los economistas y políticos que ocuparon
posiciones de dirección en las instancias
gubernamentales responsables de la
economía, estaban influidos por las ideas del
economista inglés. El pensamiento
económico marxista que se fue desarrollando
en un sector de la clase política, nunca tuvo
responsabilidades de dirección económica.
El cambio en lo social
Desde que en junio la nueva generación
política salió a las calles e inició enseguida la
organización popular, hasta que la
intervención norteamericana detuvo el
proceso, se operó un cambio profundo,
sustantivo, que bien puede expresarse con
estas palabras: “Por primera vez en
Guatemala, se confirió a los trabajadores de
la dignidad de seres humanos, y estos
pudieron librarse de la esclavitud económica
en que se les había mantenido”. Pero también
con esta:
“Tenía yo entonces la convicción -y sigo
teniéndola- de que una Nación no puede ser
libre mientras no sean libres uno por uno
todos sus habitantes, y de que la dignidad de
la República está hecha como síntesis
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
magnificada de la dignidad que se aloja
viviente y actuante en cada uno de los
pobladores del suelo. Para alcanzar eso en
Guatemala teníamos que chocar con la
particular estructura social y económica del
país: de un país en el que la cultura, la
política y la economía estaban en manos de
trescientas familias, herederas de los
privilegios de la Colonia o alquiladas a las
factorías extranjeras o constitutivas de una
secta administrativa oficial que protegía los
intereses de aquellas y multiplicaba
geométricamente los suyos. Un noventa por
ciento de nuestra población vivía en cabal
situación de servidumbre económica, sin
derecho a la cultura y sin ciudadanía”.
Y, por supuesto, con estas otras: “…el
tercer objetivo fundamental del desarrollo
económico de nuestro país debe consistir en
hacer que toda esta transformación
económica traiga consigo la mayor elevación
posible del nivel de vida del pueblo… La
política económica solo la concibo como un
medio para realizar nuestra política social.
Toda la riqueza de Guatemala no vale lo
que vale la vida, la libertad, la dignidad, la
salud y la felicidad del más humilde de sus
habitantes”.
Una activa capilaridad social se mantuvo
ininterrumpida en la década sobre todo desde
el momento en que tomó posesión de la
presidencia, el Doctor Juan José Arévalo. La
clase media estaba en el poder. Esa
movilidad social no tenía precedentes, pues la
que se produjo durante el movimiento
unionista de 1920 fue realmente ínfima, y la
que resultó durante la gran crisis de los años
treinta fue hacia abajo. La que se inició con la
Revolución fue de ascenso general. Miles de
familias subieron de estatus, de la clase baja
al nivel medio, de la clase media hacia la
clase alta.
Un nuevo empresariado se formó con
mentalidad distinta a la de la tradicional clase
propietaria de la tierra, aunque esta mantuvo
en apreciable proporción sus hábitos
señoriales, semifeudales, incapaces de
comprender y de aceptar el derecho de todos
a gozar de la libertad de organizarse para
exponer su situación y demandar sus
208
derechos. Hasta entonces apareció realmente
una burguesía nacional que, como clase,
reunió a sus miembros, superando las
diferencias ideológico-políticas entre ellos.
La movilidad comenzó a suavizar las
diferencias entre la sociedad urbana y la rural.
Pero lo más importante, si se tiene en mente
uno de los problemas seculares y
primordiales del país, fue que la población
indígena, mayoritaria, comenzó a integrarse a
la nacionalidad, pacífica y naturalmente, en la
medida en que los cambios económicos le
abrieron espacios de que antes no dispuso, y
que los cambios políticos le facilitaron sin
estridencias, su participación en la política
nacional, primero en el nivel de sus
comunidades aldeanas y municipales y luego
a escala nacional, todo, gracias a las
organizaciones sociales y políticas. A este
respecto, la generación revolucionaria no se
ocupó a fondo de la integración nacional y es
verdad incontrastable que hasta miembros
notables de ella, solo tardíamente superaron
la ideología racista enmascarada que los
sectores dominantes habían conformado a lo
largo del tiempo.
El torrente de la organización popular,
sobre todo laboral, presionó desde el año
1944 para que se institucionalizaran sus
derechos establecidos en la Constitución.
Aunque el Primer Congreso Nacional de
Unificación Sindical se reunió el 15 de agosto
de 1945, el movimiento sindical experimentó
varias decisiones, tanto por competencia
entre sindical experimento y pugnas por
liderazgos, como por diferencias ideológicas
entre marxistas, demócratas y social-
cristianos. Sin embargo la presión sindical y
los conflictos económico-sociales, obligaron al
gobierno a emitir disposiciones provisionales
que, finalmente, se convirtieron en el Código
de Trabajo promulgado el 1 de Mayo de 1947.
Se aseguró la libertad de organización obrera,
pero no así la campesina. Se inició el registro
de los sindicatos y también la confrontación
social y política en el que había sido
movimiento nacional. La clase propietaria, en
particular los grandes terratenientes y
oficiales del ejército, atrasados, consideraron
comunista la sindicalización y, desde
entonces, confrontaron a la Revolución, no
obstante que varios de sus personajes habían

sido hasta diputados a la Asamblea
Constituyente que emitió la Constitución de
1945.
Los esfuerzos para unificar el movimiento
sindical culminaron con el Congreso Unitario
Constituyente de la Confederación General
de los Trabajadores de Guatemala, CGTG,
celebrado a mediados de octubre de 1951, al
que concurrieron delegados de más de 400
organizaciones. A este evento siguió el
Segundo Congreso Nacional Sindical reunido
en enero de 1954 con más de 500
organizaciones, cuyos casi dos mil delegados
representaron a alrededor de doscientos mil
trabajadores. Aparte de los planteamientos
políticos que en este segundo congreso se
hicieron, explicables por la situación de acoso
ya evidente a la Revolución, los trabajadores
fijaron su posición respecto a la firma de un
pacto obrero-patronal que demandaba la
Asociación General de Industriales diciendo:
“…que los trabajadores harían todos los
esfuerzos que permitirán a los obreros y
patronos cambiar, firme y positivamente, sus
acciones en un frente común para la defensa
de los industriales nacionales, desarrollar la
lucha contra la importación desmedida y la
competencia ruinosa; por la revisión de los
tratados con los Estados Unidos y otros
países que se estimaran desventajosos; por
la diversificación del comercio exterior,….”
Por su parte, los medianos y grandes
propietarios agrarios, los finqueros, se
agruparon en la Asociación General de
Agricultores, AGA, casi desde el inicio del
primer gobierno revolucionario, y la que fuera
Cámara de Comercio e Industria, vio pronto
identificarse los intereses de los industriales,
quienes organizaron su propia Asociación.
Propietarios empleadores de un lado y
asalariados de otro, iniciaron una experiencia
inédita en el país: la contraposición de sus
intereses socioeconómicos y la búsqueda de
soluciones negociadas dentro de un
ordenamiento legal igualmente novedoso.
Como era de esperarse, algunos de estos
conflictos se convirtieron en problemas
políticos que en varias ocasiones pusieron en
peligro la estabilidad de la joven democracia.
El cambio más importante en lo social, fue
la práctica de la organización del grueso de la
209
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
población, tanto para el ejercicio de los
derechos políticos, como para la defensa de
los derechos socioeconómicos y también para
otras muchas actividades. Se aprendió a
examinar problemas inmediatos o
proposiciones de mayor alcance, en
reuniones periódicas con algunas normas
acordadas para la discusión. Y esto no se
había practicado jamás en la escala
cuantitativa que se dio en la década. Entre
organizaciones laborales, campesinas,
empresariales, culturales, cooperativas y
partidos políticos, no es exagerado afirmar
que medio millón de guatemaltecos tuvieron
la vivencia de debatir organizadamente,
públicamente, sus necesidades, intereses y
aspiraciones. Y tal comunicación integró la
sociedad nacional, a pesar de las
confrontaciones.
El Estado Social o de Bienestar que la
Constitución de 1945 instituyó y que se
correspondía con la ideología política
triunfadora en la Segunda Guerra Mundial, se
proyectó en las legislaciones laboral y agraria,
lo mismo que en la seguridad social y en una
nueva visión educativa que, si fue una
búsqueda que no llegó a formularse como
había sido necesario, tuvo avances notables,
como las misiones ambulantes de cultura
inicial, los establecimientos para la formación
de maestro bilingües para las grandes
unidades lingüísticas del país, la campaña de
alfabetización, las escuelas tipo federación
concebidas por el pedagogo que ejercía la
Presidencia. El Seguro Social, que inició sus
servicios en 1948, atendió en seis años
doscientos mil casos en sus sesenta y siete
unidades hospitalarias. Pero también el
Ministerio de Salud Pública y Asistencia
Social incrementó los servicios directos del
Estado a partir de 1944.
El cambio social alcanzó a la niñez de los
más pobres estratos, al fundarse las
instituciones “Comedores y Guarderías
Infantiles”. Su inspiradora fue la maestra Elisa
Martínez de Arévalo, que abrió así una labor
que luego fue proseguida por las primeras
damas de la Nación. He aquí algunas ideas
que sirvieron de base al proyecto social de
más ternura humana de la Revolución:
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
“Ignorante de las complicaciones éticas,
ausente del conocimiento para distinguir el
bien del mal, el niño crece prácticamente sin
defensa alguna. Apto para conocer sus
aptitudes y conveniencias, el hombre en sí
mismo es un manojo de posibilidades, pero
con similar valoración, el niño es un manojo
de inhibiciones porque todo lo ignora.
Insatisfechas sus múltiples
interrogaciones, el fenómeno de la vida que él
contempla viene a significar la más aterradora
de sus preguntas. Su primera manifestación
sicológica, es pues, la de imitar los actos y
actividades de quienes conoce. Entonces su
fuerza interna habrá de orientarse
necesariamente en la dirección del medio que
le rodea. Ambientado por necesidades,
agitándose dentro de un círculo social hostil,
mal alimentado y peor vestido, el hijo de los
pobres aprende pronto a ser triste y a olvidar
la alegría de la salud; sin inocencia ya,
indefenso y fácil, se inicia en distracciones
impropias que más adelante harán del niño
un clásico resentido social”.
Aunque la idea de atender a la niñez
desvalida y a sus madres trabajadoras fue
expuesta casi en el momento de iniciarse el
primer gobierno revolucionario, los
comedores infantiles comenzaron a operar de
lleno en 1948, habiendo servido ese año
1,328,829 almuerzos, al año siguiente
1,823,446.
Y en los años siguientes hasta 1953, la
última cifra de almuerzos anuales se
mantuvo, en quince comedores distribuidos
en nueve barrios populares de la capital, en
cinco cabeceras departamentales y un
municipio. Enseguida se extendieron a otros
tres departamentos, habiendo solicitudes de
casi toda la República. En cuanto a las
guarderías infantiles, ellas cumplieron
excelente labor médico-sanitaria, educativa y
recreativa, en los hijos de madres
trabajadoras: 220,899 infantes asistieron a las
guarderías en 1948.
Incidencia de la política internacional y de
los intereses económicos
norteamericanos en el curso de la
revolución guatemalteca
210
La intervención norteamericana que
detuvo violentamente el proceso
revolucionario iniciado en 1944, contó con el
apoyo de los gobiernos de Nicaragua
(Somoza), Honduras (Gálvez y Lozano) y de
la República Dominicana (Trujillo), así como
con los grupúsculos políticos representantes
de grandes terratenientes y sobrevivientes de
las familias ultraconservadoras con
raigambres coloniales. El derrocamiento del
segundo gobierno constitucional de la
Revolución, presidido por el Coronel Jacobo
Árbenz Guzmán, fue el inicio en julio de 1954
hasta el presente, de una represión
sistemática, sangrienta, a veces
indiscriminada y a veces selectiva, contra
todas las organizaciones populares y sus
dirigentes: partidos políticos, sindicatos,
organizaciones campesinas, estudiantiles y
culturales.
Esa intervención fue un crimen histórico
contra Guatemala, que impuso un retroceso
de cerca de medio siglo. Para entender
tamaña agresión a nuestra Patria, es
indispensable revisar las relaciones
guatemalteco-norteamericanas durante los
diez años de gobierno revolucionario.
Ya se vio cómo coincidieron en 1944 dos
coyunturas favorables al cambio: una interna,
nacional y otra internacional: aquella por el
agotamiento de una estructura
socioeconómica y política del país, esta por el
clima libertario y democratizante que generó
la Segunda Guerra Mundial y la inmediata
post-guerra. Las reformas acordadas por la
Junta Revolucionaria de Gobierno, se
enmarcaron dentro de las necesidades y
aspiraciones de la mayoría nacional y de las
promesas difundidas por la propaganda
mundial de las potencias aliadas contra el
nacionalsocialismo alemán hitleriano, el
corporativismo fascista italiano de Mussolini y
el militarismo agresivo japonés. Por eso, las
relaciones de Guatemala y los Estados
Unidos fueron normales o relativamente
buenas de 1944 a 1947.
La democracia social en marca comenzó a
legislar de acuerdo con las normas de
Constitución de 1945. El 17 de febrero de
1947, el Congreso de la República aprobó el
“Código de Trabajo”, Decreto número 330,
destinado a regular “sobre bases de bien

entendida equidad las relaciones entre
patronos y trabajadores y que por ser esta
una de las más trascendentales reformas
hasta ahora emprendidas en Guatemala,
conviene, desde ahora, adoptar todas las
medidas conducentes a garantizar su feliz
aplicación a nuestro medio”.
Esa legislación social que comprendió,
mejoró y sistematizó anteriores disposiciones
provisionales para normar relaciones obrero-
patronales, enfrentó de inmediato con la
Revolución a los propietarios empleadores,
incapaces de aceptar la existencia formal y la
práctica de un derecho social como es el del
trabajo. Pero también hizo accionar a las
empresas extranjeras, jamás tocadas por un
derecho guatemalteco, menos por el de sus
obreros. El embajador norteamericano Edwin
Jackson Kyle, tejano, reaccionó de pronto en
defensa del capital de su país, cuando una
huelga de los trabajadores bananeros se
convirtió en largo conflicto que se tornó
“político. Mr. Kyle”. “sugirió” al Presidente
Arévalo que modificara el Código de Trabajo,
porque contenía, según dijo, disposiciones
“discriminatorias” contra los intereses
norteamericanos. Así comenzaron a petrolera para favorecer a los inversionistas
dificultarse las relaciones entre los dos
países: por nuestra legislación social,
democrática y moderna.
Por otra parte, el espíritu y vocación
nacionalista de la Revolución se aplicó al
estudio del país, en su pasado y su presente,
con método científico y sentido patriótico
reivindicativo. Se revisaron los contratos con
la UFCO, con la IRCA, con la Empresa
Eléctrica; se revisó la historia de los puertos:
todo técnica y profesionalmente. Y en cuanto
al petróleo que no se había explotado,
Arévalo promulgó el Decreto número 468 en
1947, el cual reflejó el ambiente de la
inmediata post-guerra, conciliando intereses
de las grandes empresas. El “Informe sobre
propuestas Legislativa en Guatemala”,
elaborado por Max Weston Thomburg de la
Comisión Interamericana de Desarrollo de
Washington, D.C., influyó en esta primera ley
petrolera de la Revolución.
Con mejor información y estudio, el
Ministro de Economía, Alfonso Bauer Paiz,
envió al Congreso de la República un nuevo
211
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
proyecto de Ley de petróleos que se convirtió
en el Decreto número 649, el 30 de agosto de
1949. En la exposición de motivos de esta ley
se reconocía que el anterior Decreto 468,
“responde solo muy relativamente al concepto
de defensa de los intereses esenciales de la
Nación, ignorando factores fundamentales de
orden técnico y de convivencia nacional, que
la experiencia científica indica tener presente
y que una legislación sobre dicha materia, no
debe olvidar ni perder nunca de vista, para
encarar con éxito la aplicación práctica de sus
mandatos, a los hechos concretos de la
industria”.
Para entonces gobernaba Harry Truman
en Estados Unidos y Richard Patterson eran
Embajador aquí. Según numerosos
testimonios norteamericanos, este embajador
intervino abiertamente en las actividades
conspirativas de los adversarios del gobierno
revolucionario y dijo claramente: “Estamos
tratando de elaborar aquí en Guatemala un
modelo para frenar el comunismo y las
injusticias contra las empresas
estadounidenses en todo lugar”. Un día pidió
al Presidente Arévalo modificar la legislación
norteamericanos. Frente a la negativa del
gobernante, Patterson se atrevió a proponerle
soborno, extendiéndole un cheque sin
cantidad de dólares. Es seguro que Patterson
murió sin conocer la dignidad de un hombre
público. El Presidente Arévalo solicitó a
Washington el retiro de su representante.
Salió Patterson y las relaciones entre los
países continuaron deteriorándose.
Como se sabe, el año 1949 se produjeron
dos sucesos que modificaron la correlación
de fuerzas mundiales: ese año, los
comunistas chinos ya estaban en el poder en
su inmenso país; ese año, los soviéticos
detonaron su bomba atómica, estableciendo
paridad bélica a este nivel con Estados
Unidos. Se inició la “guerra fría” cuyos más
bajos grados se alcanzaron en la guerra de
Corea. Los efectos de la confrontación entre
las superpotencias se hicieron sentir en la
economía y la política de todos los países.
Desde el punto de vista nacional, ese año
se agudizó la confrontación político-militar
dentro de las fuerzas armadas, porque grupos
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
conservadores llevaron al Jefe de las Fuerzas
Armadas a conspirar abiertamente contra el
gobierno constitucional, confrontación que se
resolvió finalmente en la muerte de ese jefe
militar, cuando iba a ser capturado después
que el Congreso lo destituyó del cargo.
Estaban dadas las condiciones para que las
fuerzas internas y externas adversas a la
Revolución, acentuaran sus trabajos
conspirativos.
Desde la huelga de los trabajadores
bananeros de la UFCO, esta empresa inició
una bien coordinada campaña de propaganda
dentro y fuera de los Estados Unidos,
destinada y presentarse como una firma que
operaba magníficamente bien y a crear un
ambiente contrario a Guatemala, acusando al
gobierno de Arévalo primero y luego al de
Árbenz, de ser comunistas y de constituir un
pliego para la seguridad norteamericana y de
todo el Continente. Intervinieron en esta
propaganda, entre otras publicaciones:
Reader’s Digest, New York Tribune, Revista
Time, Miami Herald, San Francisco Chonicle,
Newsweek, Christian Science Monitor, Life,
New York Times y las agencias de cables.
Ya desde 1949 los senadores Henry Cabot
Lodge (republicano por Massachusetts) y
Owen Brewster (republicano por Maine),
habían utilizado el foro legislativo para ventilar
las quejas de la UFCO contra el gobierno de
Arévalo, y para acusar de comunismo o de
“tendencias” comunistas al gobierno de
Arévalo. Cuando el gobierno de Guatemala
trató de hacer que la compañía United Fruit
cumpliera las disposiciones del Código de
Trabajo, el representante Mc Cormac, de
Boston (sede de la UFCO), denunció que:
“Las desvergonzadas de un pequeño
número de agitadores en el gobierno
guatemalteco, un pequeño número de
bandidos comunistas latinoamericanos, están
calculadas para dañar a una excelente
compañía norteamericana, como resultado de
una conspiración dirigida por la Unión
Soviética”.
En 1950, después de la expulsión del
Embajador Patterson, la propaganda contra la
Revolución guatemalteca se había ampliado y
212
en ella participaban, prácticamente, todos los
políticos importantes de los Estados Unidos,
demócratas y republicanos.
En la conspiración contra nuestro país,
EE.UU. contaba desde1952 con la eficiente
ayuda y servicios de los gobiernos de
Nicaragua (Anastasio Somoza), República
Dominicana (Rafael Leonidas Trujillo),
Honduras (Juan Manuel Gálvez primero y
después Julio Lozano), El Salvador con cierta
discreción al principio (Oscar Osorio), los
gobiernos de Costa Rica y de Panamá, y
hasta del gobernante interino de Colombia
(Undaneta Arbelaez).
En Marzo de 1953, Spruill Braden, ex-
Secretario de Estado Adjunto para Asuntos
Interamericanos, había atacado a Guatemala
en un seminario en Darmouth, justificando el
uso de las fuerza contra nuestro país con
estas palabras:
“Porque el comunismo, es de manera
evidente un asunto internacional y no interino,
su supresión, incluso por la fuerza, en un país
americano, por una o varias de las demás
repúblicas, no constituiría una intervención en
los asuntos internos de aquel”.
La conspiración estadounidense había
escogido como figura para dirigir la agresión
contra Guatemala, a un exiliado político en
Honduras, Carlos Castillo Armas, a quien
nada menos que el General Harry Vaugham,
edecán del presidente Truman, presentó a la
CIA para desempeñar su triste papel.
También en 1953, siendo ya Presidente de
EE.UU. el general Eisenhower, Adolf Berle,
ex-Secretario de Estado adjunto para Asuntos
Interamericanos de 1938 a 1944, quien un
año antes había tenido contacto con un
funcionario de El Salvador, en relación con la
conspiración, conversó con José Figueres,
quien tenía asegurada la Presidencia de
Costa Rica, para involucrarlo en la
conspiración. Poco después redactó un
memorándum para el Comité Jackson.
Y cuando ya las tropas mercenarias
estaban dentro del territorio guatemalteco, el
Senador Lindon B. Johnson de Texas, jefe de
la entonces minoría demócrata, presentó en
esa Cámara un proyecto de resolución

declarando que el comunismo no debía ser
tolerado en el continente americano, el que
fue aprobado el 25 de junio de 1954 por 69
votos contra 1, y por unanimidad en la
cámara de representantes. El Departamento
de Estados y el Consejo de Relaciones
Exteriores, CRE, instrumentos de las grandes
empresas norteamericanas, había aprobado
dicho proyecto previamente.
El Presidente Árbenz solo tuvo una
entrevista con el Embajador de EE.UU. John
Peurifoy, el 16 de diciembre de 1953, de más
de seis horas, en la que expresó su punto de
vista: el problema era entre la United Fruit
Company, UFCO, y el gobierno de
Guatemala, y esa compañía dominaba a la
prensa norteamericana. Peurifoy dijo que no
solo su país estaba preocupado, sino también
los vecinos centroamericanos de Guatemala.
Árbenz contestó:
“Que la mayoría de sus vecinos estaban
permitiendo que la United Fruit financiara
contra- espionaje y contrarrevoluciones en
sus países en contra del gobierno
guatemalteco”. A pregunta del Embajador, el
Presidente dijo que su gobierno contaba con
pruebas incluidas fotostáticas, que
proporcionaría al embajador en una próxima
reunión, que nunca hubo.
Efectivamente, la Secretaría de
Propaganda y Divulgación de la Presidencia
dio a conocer el 29 de Enero de 1954, un
boletín en que se exponían los pormenores
de la vasta conspiración, reproduciendo
fotografías de documentos circulados entre
los conspiradores, que revelaban la
inminencia de la agresión, que revelaban la
inminencia de la agresión. El documento fue
impreso por la Tipografía Nacional bajo el
número 3232 y la identificación G. 12598-
20M-2-54. Su título “La democracia
amenazada. El caso de Guatemala. Pruebas
irrefutables de la vasta conspiración
internacional que se ha venido organizando
para destruir la soberanía de un pequeño país
latinoamericano. Febrero de 1954”.
El gobierno estadounidense había
disciplinado a los gobiernos centroamericanos
para que actuaran dentro de su estrategia, lo
que fue fácil dada la naturaleza y carácter de
213
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
los mismos, así como algunos antecedentes
políticos, como la proposición y esfuerzos del
Presidente Arévalo para establecer un
“cordón sanitario” en torno a las dictaduras
del Continente, dentro de las que estaba la de
Nicaragua, por supuesto, política que
abandonó Árbenz, cuyo gobierno propuso y
promovió con el de El Salvador, la creación
de la Organización de Estados
Centroamericanos, ODECA, organismo
regional que sirviera para dirimir políticamente
las diferencias y conflictos entre sus
miembros, y al histórico proyecto de rehacer
la unidad política de los pueblos
centroamericanos. Geopolíticamente, para el
gobierno de Guatemala la frontera más
delicada era la de El Salvador. Por eso el
Presidente Árbenz propició una reunión de
alto nivel con su homólogo de ese país, el
Coronel Oscar Osorio, gobernante en nombre
de un movimiento político-militar iniciado en
1948 con declaraciones modernizantes y
democratizantes. Según la versión de ese
gobierno, “sabía el gobierno salvadoreño, por
medio de informaciones especiales y
fidedignas, que la gran mayoría del Ejército
guatemalteco no compartía aquella política,
pero que la toleraba por la fuerza de las
circunstancias, y le constaba también que
gran parte del hermano pueblo la repudiaba.
Tenía, por lo tanto, el gobernante salvadoreño
motivos suficientes y razones muy lógicas y
justas, para sugerir al mandatario
guatemalteco modificaciones en la línea
política que seguía, ofreciéndole su
cooperación para llevar a buen suceso aquel
paso”.
Después del anterior encuentro, una
intensa diplomacia “parda” hubo en
Centroamérica. El Salvador, Honduras,
Nicaragua, Costa Rica y Panamá, se
mostraron abiertamente como acólitos de la
agresión norteamericana a nuestro pueblo. El
gobierno guatemalteco se separó de la
ODECA después de un acto simbólicamente
dudoso, conmemorativo de la batalla de
Chalchuapa, en la que murió el General Justo
Rufino Barrios, Presidente guatemalteco que
intentó rehacer la unión de Centroamérica por
la vía armada. En la nota enviada por la
cancillería guatemalteca a la salvadoreña, el
4 de abril de 1953, se expulsó:
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
“…sin contar con Guatemala se han hecho
visitas y juntas civiles y militares en los
Estados de Centro América, a las que se ha
atribuido gran importancia y a las que la
prensa centroamericana dio profusa difusión.
Nada significaría esta omisión, aunque resulta
ser contraria a la unanimidad que
expresamente señala el Artículo IX de la
Carta, si no se tuviera la información —no
desmentida oficialmente ante nuestro
Gobierno ni sus representantes en
Centroamérica—, de que en esas reuniones
se adoptaron acuerdos que contrarían el
tenor de Artículo III de la Ley Constitutiva de
la ODECA”.
“…la prensa centroamericana informó, sin
haber sido desmentida, como se dijo, que a
iniciativa de la Cancillería Salvadoreña se
suscribió por Honduras, El Salvador,
Nicaragua, Costa Rica y Panamá, un pacto
político-militar que, con el pretexto de
“contrarrestar el comunismo”, en la práctica
no es más que la constitución de un bloque
agresivo contra nuestro país”.
“Respondiendo a la consulta que
democráticamente realizó mi Gobierno en
relación a la Conferencia de Cancilleres
Centroamericanos, las organizaciones
democráticas han coincidido en demandar del
Gobierno que se retire de la ODECA,
considerando que su permanencia en la
misma compromete, en los actuales
momentos, la soberanía, la independencia
nacional y la libre realización de los objetivos
de la Revolución guatemalteca”.
Así, la intervención, norteamericana
obstaculizó, una vez más, los intentos de los
pueblos centroamericanos para rehacer su
unidad histórica.
El esfuerzo del gobierno norteamericano,
especialmente el realizado por los hermanos
Foster y Allen Dulles, alcanzó a la iglesia
católica (Foster Dulles era católico). La CIA
solicitó al Cardenal de Nueva York, Francis
Spellmann, que se pusiera en contacto con el
Arzobispo de Guatemala, Mariano Rossell
Arellano, para que coordinaran sus “esfuerzos
paralelos”. Spellmann envió un emisario a
Guatemala. El 9 de abril de 1954 se leyó en
todas las iglesias una carta pastoral en que
214
Rosell pedía que “el pueblo de Guatemala…
se levante como un solo hombre contra este
enemigo de Dios y del país”. Más tarde,
Howard Hunt escribió que “la CIA lazó desde
aviones muchos miles de volantes con el
texto del mensaje pastoral en las zonas
alejadas de Guatemala”.
“Finalmente, el Arzobispo de Guatemala
hizo que el Cristo de Esquipulas, muy
venerado, recorriera la República avalando la
agresión y la conspiración”.
Estrategia norteamericana para derrocar a
Árbenz
De la numerosa literatura a que dio origen
la infame agresión que detuvo a la Revolución
guatemalteca, sin restar el mérito de ninguno
de los autores que levantaron y escribieron su
voz repudiando la intervención, es Sussane
Jonas Bodenheimer, socióloga
norteamericana, fundadora del Institute for the
Study of Labor and Economic Crisis, de San
Francisco Calidornia, quien más ha hecho por
esclarecer e interpretar correctamente lo
ocurrido a nuestro país al principiar la
segunda mitad del siglo. Alguna vez los
guatemaltecos hemos de honrarla como se lo
merece, porque la sustentación de sus obras
sobre Guatemala y Centroamérica es
copiosísima y sólida, y sus juicios certeros.
Por eso se transcribe lo escrito en las páginas
99 y 100 de su obra, “Guatemala: plan piloto
para el Continente”, editada por EDUCA en
1981:
“La estrategia era derrocar al gobierno de
Árbenz, pero no directamente sino con lo que
parecía ser un movimiento nacional
guatemalteco, de modo que EE.UU. pudiera
afirmar que no había intervenido. La clave era
utilizar un país vecino como base de
entrenamiento para una fuerza de exiliados
que “liberaría” a Guatemala, y paralelamente
prepararía el terreno en Guatemala y
obtendría la aceptación del resto del
Continente. Las principales tareas eran las
siguientes:
1) Lograr la cooperación de los demás
países centroamericanos e instalar un
equipo de embajadores
estadounidenses en Centroamérica

escogidos específicamente para llevar
a cabo la operación;
2) Encontrar un líder guatemalteco
(fuera de Guatemala) que pudiera
unificar a las fuerzas de oposición y
dirigir la ‘Liberación’;
3) Suministrar armamento y preparación
militar a las fuerzas de ‘Liberación’;
4) Preparar el terreno en Guatemala
mediante la guerra psicológica;
5) Neutralizar (en contra de Árbenz) a
oficiales importantes en las Fuerzas
Armadas de Guatemala o lograr su
apoyo para la ‘Liberación’;
6) Respaldar la invasión por tierra con
bombardeos aéreos, y así obligar a
Árbenz a renunciar;
7) Obtener el apoyo de gobiernos
latinoamericanos y la legitimidad
diplomática;
8) Generar oposición contra Árbenz en
la opinión pública estadounidense
(esta era la función de la campaña de
propaganda)”.
Al cumplirse en 1979 veinticinco años de
aquella intervención y agresión contra nuestro
pequeño país, los escritores norteamericanos
Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer
comenzaron a trabajar su obra “Bitter Fruit”.
The untold story of the american counp in
Guatemala (“Fruta amarga”. La CIA en
Guatemala; título de la traducción al español)
en cuyo prefacio dicen: “Quisiéramos dar las
gracias a los miembros del Congreso, autores
del Decreto la Libertad de Información
(Fedeedom of Information Act. FOIA), que
nos proporcionaron un instrumento
indispensable para revisar las maniobras
internas de la política exterior de los Estado
Unidos. El FOIA nos permitió obtener
documentos del Departamento de Estado, los
Archivos Nacionales, el Departamento Naval
y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI)
en donde se describían muchos detallas de la
política y conducta norteamericana en
Guatemala”.
Aunque “Fruta amarga” contiene errores e
imprecisiones sobre los acontecimientos
nacionales, es esencialmente verdadero, por
cuanto revela hechos y aspectos claves,
sobre todo de las operaciones del gobierno
norteamericano que desnudan a muchos
215
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
personajes que pretendieron aparecer como
lo que jamás fueron. Vale la pena leerlo, así
como también “The CIA in Guatemala. The
foreign policy of intervention”, de Richard H.
Immerman. The Texas Pan American Series.
University of Texas Press, Austin 1984.
De la estrategia que tan certeramente
expuso Sussane Jonas Bodenheimer, lo que
mejor salió a los norteamericanos fue su
trabajo dentro del Ejército de Guatemala.
Desde mediados del gobierno del Presidente
Arévalo, las misiones militares
norteamericanas habían venido realizando un
sistemático trabajo dentro de la oficialidad,
sobre todo en aquellos oficiales que salían
con becas a los centros de Panamá o del
propio Estados Unidos. Esta infiltración se
acentuó a partir de 1949, al producirse los
cambios ya señalados en la correlación de
grandes fuerzas a escala mundial.
Obviamente, esta tarea se empalmó con la
campaña de propaganda de la UFCO y a
ideologización política que produjo la guerra
fría.
Cuando ya la “operación Guatemala”
estaba en marcha, EE.UU. hizo intervenir a
altos oficiales. Así, en mayo de 1953 estuvo
aquí el general mayor Richard C. Partridge a
inspeccionar las misiones militares en el país
y escribió a John Moors Cabot, Secretario de
Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos
que “las reformas (de Árbenz), entre ellas la
agraria, no (constituyen) base para una
disputa” y que “deberíamos aprobarlas en
principio” “aclarando que era deseo de los
Estados Unidos que los comunistas fueran
eliminados del Gobierno. Sin embargo de
opiniones que podrían calificarse de sensatas
como la del general Partridge, los hermanos
Dulles entregaron la operación al Coronel
Albert Haney, ex-jefe de la CIA en Corea del
Sur.
Haney instaló el cuartel general de la
operación en la Base Aereonaval de Opa-
Locka, Miami. Pensaba más en una guerra
psicológica que militar directa y opinaba que
“la supervivencia de Árbenz dependía de la
lealtad del ejército, de modo que el objetico
debía ser acabar con esa lealtad. Respecto a
los sindicatos, trabajadores rurales y
habitantes de las ciudades que apoyaban a
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
Árbenz, el objetivo era desmoralizar y
convencerlos de que Árbenz estaba
terminado”. En Opa-Locka entrenaron a los
locutores de la “radio clandestina” de la
agresión: López Villatoro, Sisniega Otero y
Torón Barrios.
Allí también se estudiaron cuidadosamente
los antecedentes de la oficialidad
guatemalteca. Ahora se sabe que Haney
intentó sobornar a Árbenz ofreciéndole una
fuerte suma de dinero que sería depositada
en un banco suizo, obteniendo la misma
respuesta que obtuvo Patterson de Arévalo.
Tampoco tuvo éxito el coronel
norteamericano, al intentar que la alta
oficialidad derrocara al Presidente
Constitucional. Pero en Guatemala se sabía
quiénes eran los oficiales, sobre todo del
Estado Mayor del Ejército, que operaban
como agentes de la CIA, desde años antes de
que se agudizara la crisis de agresión.
En el mes de mayo, el gobierno
guatemalteco recibió un embarque de armas
de diferentes procedencias y hasta viejas,
que había adquirido en Checoslavaquia y que
llegaron en el barco Alfhen el quince de ese
mes a Puerto Barrios. Al día siguiente, el jefe
de la CIA presidía una reunión de la Comisión
Asesora de Espionaje, escandalizándose por
algo que sabía bien, casi nada significaba
para modificar el proceso, y ordenaba
bombardear los trenes en que dichas armas
se trasladaban a la capital de Guatemala.
El mes de junio de 1954 se inició con una
reunión del Consejo Superior de la Defensa
Nacional, en la que el Presidente informó
sobre la compra de armas antes aludida. La
reunión dio oportunidad a algunos de sus
miembros para preguntar y plantear asuntos
de política y administración. El oficial que
inició estos temas fue uno conocidamente
vinculado a la Embajada de EE.UU. y a la
CIA. El Presidente propuso que se hiciera
otra reunión en el Estado Mayor del Ejército,
en donde pidió a sus compañeros de armas
que escribieran en una hoja de papel sus
cuestionamientos acerca de la situación y el
comportamiento del gobierno, advirtiendo que
no la firmaran y garantizándoles que no la
firmaran y garantizándoles que ninguna
represalia habría contra nadie. Los oficiales
216
se produjeron con franqueza y Árbenz se dio
cuenta que buena parte de la oficialidad y del
Estado Mayor del Ejército, no compartía su
política.
La versión de los contrarrevolucionarios,
publicada por varios periódicos después de la
renuncia de Árbenz, es que en la reunión del
1 de junio del Consejo Superior de la Defensa
Nacional, el Presidente había solicitado a la
oficialidad que concretaran sus preguntas en
un cuestionario, y que las preguntas llegaron
procedentes de todas las dependencias
militares, pero principalmente del Estado
Mayor. Esta versión asegura que el siente de
junio se reunieron en el Estado Mayor del
Ejército más de cien oficiales para hablar con
el Presidente, quien llegó acompañado del
Jefe de las Fuerzas Armadas, Coronel Carlos
Enrique Díaz, el Ministro de la Defensa,
Coronel José Angel Sánchez, el Director de la
Policía Nacional, Coronel Rogelio Cruz Wer y
el jefe de la Policía Judicial, Mayor Jaime
Rosenberg.
Los periódicos Impacto y Prensa Libre,
publicaron el 25 y el 26 de julio de 1954,
respectivamente, versiones recogidas de los
adversarios del gobierno revolucionario. En la
Impacto se reprodujeron veinte de las
vientidos preguntas que da esta versión de
los hechos. A la luz de todo cuanto los
investigadores y analistas nacionales y
extranjeros de nuestra historia
contemporánea han encontrado, resulta que
la mayor parte esas preguntas coinciden en el
fondo y algunas en la forma, con los
planteamientos que el embajador Peurifoy
hizo al Presidente Árbenz en la entrevista que
tuvieron, así como con expresiones de otros
altos funcionarios de EE.UU. Pero hay
también preguntas relacionadas con las
cuestiones planteadas por las organizaciones
populares en forma aislada o por sus
representantes ante el Frente Democrático
Nacional, organismo integrado por el
Presidente Árbenz, ministros de su gabinete,
el Jefe de las Fuerzas Armadas, el Jefe del
Estado Mayor, representantes de las
organizaciones unitarias de obreros y
campesinos.
El Frente Democrático Nacional, FDN, se
organizó cuando la trama de la intervención y

agresión era bien conocida e, inclusive, se
había dado a conocer por medio de enviados
especiales plenipotenciarios a varios
gobiernos latinoamericanos. Frente a la
inacción del mando superior del ejército para
repeler la agresión, en este organismo de
emergencia se planteó la necesidad de armar
al pueblo para que defendiera sus derechos y
conquistas. El Presidente Árbenz reaccionó
de inmediato y con una violencia desconocida
en él, golpeó la mesa con el puño y dijo: “Mis
amigos, hay que confiar en el Ejército.
Ustedes los dirigentes políticos y sociales
tienen la oportunidad todos los días de
cumplir con sus deberes, pero los militares
no. Dejémosles que cumplan con su deber”.
Cuando por fin el gobierno se decidió a
formar los batallones populares, la
conspiración de los oficiales
contrarrevolucionarios había avanzado y
estuvo en condiciones de quitar los punzones
a las pocas armas que se entregaron y… sin
parque. Un historiador escrupuloso, cualquier
analista serio, no puede llamar a este
comportamiento “la rebelión del ejército
regular”, ni menos una “batalla por
Guatemala”.
Tan exitoso fue el trabajo de infiltración e
ideologización que los EE.UU. hicieron dentro
de las fuerzas armadas nacionales que, una
vez producida la renuncia del Presidente
Árbenz, los jefes militares del llamado
“Ejercito de la Liberación” y los del “Ejército
Nacional”, hablaran el mismo lenguaje
cuando se entendieron en San Salvador, el
dos de julio de 1954. He aquí lo más
significativo de sus palabras ese día:
“Está ya señalada en la historia patria, la
fecha de hoy, dos de julio y lo está también el
nombre de la hermana República de El
Salvador, porque este día y gracias a los
buenos oficios de las altas autoridades de
este país noble y generoso, y de los otros
miembros del Honorable Cuerpo Diplomático,
se ha logrado la unión de dos fuerzas
poderosas que convergían hacia la patriótica
finalidad de ser los exterminadores de la
fuerza subversiva del comunismo”.
“Los acontecimientos políticos derivados
de nuestros esfuerzos han tomado un sesgo
no previsto en nuestro programa. Debíamos
217
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
compartir la tarea que nos habíamos
impuesto realizar solos y en la que estaba
comprometido nuestro honor y nuestra
palabra hacia las víctimas caídas en el largo
como escabroso camino. Pero debemos
aclarar, que si solos debíamos de realizar la
tarea, la forma en que compartimos los
honores con mi amigo el Coronel Elfego H.
Monzón, esperamos que sea aprobada por
nuestros compañeros de armas y de
empresa”. Carlos Castillo Armas.
“Como guatemalteco, como militar, como
patriota y tanto en mi propio nombre como en
el de mis compañeros, los Tenientes
Coroneles José Luis Cruz Salazar y Mauricio
Dubois, es para mí motivo del legítimo orgullo
dirigirme por estos micrófonos al Pueblo
Salvadoreño, a los Pueblos todos de América
y, especialmente, al de mi Guatemala,
haciéndoles saber que, en absoluto consenso
con mi compañero y amigo el Teniente
Coronel de Estado Mayor Carlos Castillo
Armas, hemos suscrito un documento que no
vacilo en calificar de histórico ya que en los
pactos que contiene se reconoce que
nuestros objetivos de lucha son los mismos,
acordamos la absoluta cesación de
hostilidades y la unificación de las fuerzas
guatemaltecas a nuestro mando y de todos
los medios a nuestro alcance, para luchar
contra el comunismo internacional que es
nuestro único y común enemigo”.
“Tengo la absoluta certeza de que el
acuerdo suscrito señala la iniciación de una
era de recuperación para Guatemala y
representa un motivo de tranquilidad para el
Continente”. Elfego H. Monzón
Horas antes, a las dos de la mañana y
treinta minutos de ese dos de julio se había
suscrito en la casa presidencial de El
Salvador, el acta de pacificación entre los
jefes de la Junta de Gobierno de Guatemala y
del gobierno provisional organizado en la
ciudad de Chiquimula. Los puntos más
importantes para el objeto de este trabajo,
fueron los siguientes:
“Primero: el Coronel Elfego H. Monzón y el
Teniente Coronel Carlos Castillo Armas con
las representaciones con que actúan,
reconocen y declaran: que los ideales y
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944

propósitos que impulsan el movimiento del Tomado del libro: Significado de la

Ejército, encaminado a organizar una Junta Década 1944-1954, conocida como, La
de Gobierno integrada por el Coronel Elfego Revolución Guatemalteca de Octubre.
H. Monzón y Tenientes Coroneles José Luis
Cruz Salazar y Mauricio Dubois, se identifican
con las altas miras y generosos anhelos que
inspiraron al Movimiento de Liberación
Nacional cuya Jefatura fue confiada al
Teniente Coronel Carlos Castillo Armas”.

“Segundo: que es fin fundamental de la

Junta de Gobierno y de la Revolución
Libertadora, combatir el comunismo que se
entronizó en la República de Guatemala y
organizar un Gobierno democrático
representativo que dé plenas garantías,
restablezca el orden y la tranquilidad públicas
y oriente su política por senderos de
progreso, trabajo, reconstrucción económica y
de justicia social, todo en beneficio del pueblo
y del engrandecimiento de la nación
guatemalteca”.

“Tercero: que habiendo tal identidad de

ideales y propósitos entre ambas fuerzas
armadas, sus jefes convienen en formar con
ellas una sola unidad, fuerte y respetable, que
erradique de Guatemala, para siempre, el
comunismo y, desde luego, que cese el fuego
entre ellas”.

“Octavo: La Junta de Gobierno de

Guatemala asumirá la Jefatura de las Fuerzas
Armadas y procederá a la organización del
poder Judicial”.

“Noveno: Las Fuerzas actualmente

comandadas por el Teniente Coronel Carlos
Castillo Armas se incorporarán al Ejército
Nacional”.

Autonomía y reformas universitarias

(Gladys Tobar Aguilar)

La situación de la Universidad, con atraso económico, político y cultural que

anterioridad a la Revolución democrática de privaba en el país como consecuencia de las
octubre, acusaba un gran atraso con respecto terribles dictaduras que se habían
a los adelantos de carácter pedagógico, entronizado en el manejo de la cosa pública.
científico y social que se producían en otros
países americanos. Esta situación reflejaba el

218

La Revolución Liberal había derribado los
viejos moldes coloniales en que estuvo
calcada la organización y funcionamiento de
nuestra superior casa de estudios, durante la
dictadura conservadora de los 30 años, y
para imprimirle un nuevo sentido, disolvió la
Universidad y creó las Escuelas Facultativas
separadamente. Estos nuevos
establecimientos se rigieron por un espíritu
laico y por los avances científicos de la
época.
En 1918 el gobierno de Estrada Cabrera
dictó un acuerdo por el cual se organizaba
nuevamente la Universidad con las escuelas
existentes y proyectó la creación de otras que
no se llegaron a abrir en aquel tiempo.
A la caída del cabrerismo, el Movimiento
Unionista quiso reorganizar la Universidad
con espíritu moderno, pero el arribo del
general José María Orellana a la Presidencia
de la República, por un golpe de Estado, dio
al traste con aquellos proyectos y las
escuelas facultativas fueron separadas
nuevamente y sujetas a la dependencia del
Estado en 1924.
Al tenor de la reforma constitucional de
diciembre de 1927, se creó nuevamente la
Universidad como una dependencia del
Ejecutivo, disponiéndose que fuera
organizada por la Asamblea Legislativa,
teniendo el Ejecutivo la suprema inspección
sobre ella. Este principio continuó en vigor por
efectos de la Reforma Constitucional del 11
de julio de 1935, hasta el 28 de noviembre de
1944, en que fue derogada la Constitución,
por Decreto número 18 de la Junta
Revolucionaria de Gobierno.
Durante los catorce años que tardó la
dictadura ubiquista, la Universidad fue sujeta
a serias restricciones en su funcionamiento,
impidiéndose su desenvolvimiento cultural y
la ampliación de su radio de acción. Los
profesores no gozaban de libertad de criterio
docente y a menudo era objeto de
persecuciones por razones políticas. Los
estudiantes, aunque mantuvieron una actitud
valiente frente a las restricciones de que
fueron objeto, sufrieron la casi total privación
de sus libertades, diezmándose sus filas con
la persecución, la cárcel y el destierro. Por
219
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
esa razón los puntos petitorios fundamentales
que sustentaron los universitarios en las
gestas cívicas de junio y octubre de 1944,
consistían en el reconocimiento de la libertad
de expresión y la autonomía universitaria.
La autonomía de la Universidad fue
conquistada mediante el movimiento
revolucionario de 1944, en que el sector
universitario jugó un destacado papel,
primero, haciendo resistencia al gobierno
ubiquista, hasta deponer al dictador, y luego
con las armas en la mano en la acción cívico-
militar del 20 de octubre de 1944.
Uno de los primeros actos de la Junta
Revolucionaria de Gobierno fue reconocer lo
que hasta ahora los gobiernos totalitarios que
nos han regido han sido enconados
adversarios de las manifestaciones del
pensamiento, negando a la Universidad
Nacional su condición de autónoma, que es
indispensable para que pueda realizar su
elevada misión; por lo que incorporó de
inmediato, entre los principios de la
Revolución del 20 de Octubre, la autonomía
de la Universidad Nacional. Esta disposición
fue aprobada por la Asamblea Legislativa el
15 de diciembre de 1944, y posteriormente
incorporada a la Constitución de la República,
promulgada el 11 de marzo de 1945. El
artículo 84 de este último instrumento legal;
establece que La Universidad de San Carlos
de Guatemala es autónoma y se gobierna de
acuerdo con la ley respectiva y sus estatutos.
El Estado contribuirá a asegurar y acrecentar
el patrimonio universitario, y consignará
anualmente en el presupuesto la partida
destinada al sostenimiento de la Universidad.
Otros artículos disponen el reconocimiento de
los títulos adquiridos en el resto de países
centroamericanos y declaran la exclusividad,
por parte del Estado y la Universidad de San
Carlos, de otorgar títulos y diplomas de
estudios.
La Ley Orgánica de la Universidad, que
encierra postulados avanzados sobre su
organización y atribuciones, fue emitida por
Derecho Legislativo 325, de fecha 28 de
enero de 1947.
El régimen autónomo de la Universidad y
consecuentemente, su independencia del
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
Ejecutivo, le proveen de inmensas
posibilidades de progreso, convirtiéndola en
una entidad en que se aseguran plenamente
los derechos y garantías individuales, tanto a
los profesores como a los estudiantes, sin
discriminaciones por creencias religiosas o
ideologías políticas y filosóficas.
El nuevo espíritu universitario puede
palparse con claridad en el discurso
pronunciado por el doctor Carlos Martínez
Durán, en el acto de toma de posesión de la
Rectoría Universitaria, el 31 de agosto de
1945. Os ofrezco —decía el Rector—
mantener incólumes la libertad y autonomía
universitarias, que en hora felicísima para
nuestra cultura nos legó la Revolución del 20
de Octubre, cuyos principios nobles y
austeros se fincan en lo mejor de nuestro
pueblo, y en lo mejor de nuestra juventud,
que sabrá respetarlos y hacerlos eternos, en
beneficio de una patria auténtica, grande,
libre y culta. Estad seguros que durante mi
rectorado habrá una tolerancia perfecta y
serena, auténtica y sin disfraces para todas
las ideologías, pues hace tiempo conozco y
admiro aquel principio fundamental de toda
reforma universitaria: ¡La libertad de enseñar
por parte de los profesores y la de aprender
por la de los estudiantes! Este lema, quinta
esencia de la vida universitaria, habrá de
añadirse al propio: Id y enseñad a todos, que
en buena hora escogió el viejo Rector doctor
Guerrero. Nuestra universidad nos ha
engañado sinceramente, sin pensarlo, sin
malicia alguna. Nos ha dado un enorme
bagaje de conocimientos mal inquiridos, y sin
enseñarnos el modo de hacer ciencia, de
investigar, de buscar la verdad, nos ha
reducido a simples técnicos y practicones
incultos. Ha llegado la hora de la rebeldía
contra nosotros mismos, la hora de la
autenticidad y de la justa valoración.
Con la reforma universitaria se estableció
la democracia interna, permitiéndose a los
estudiantes estar representados en todos los
organismos de la institución. Según el
Estatuto Universitario, el gobierno de esta
casa de estudios está constituido por un
Consejo Superior integrado por un Rector, un
Secretario General, los Decanos de cada
escuela facultativa, un representante por cada
colegio profesional, de preferencia profesor
220
de la Universidad y un estudiante de cada
facultad. Todas estas personas son elegidas
por el Cuerpo Electoral Universitario, que a su
vez está integrado democráticamente.
Mediante esta organización se hace posible
que la representación estudiantil pueda hacer
llegar directamente sus puntos de vista, los
cuales se formulan a través de sus propios
organismos, tales como la Asociación de
Estudiantes Universitarios y el Congreso
Estudiantil.
La provisión de cátedra se debe llevar a
cabo por oposición, aunque este precepto no
siempre opera por diversas circunstancias,
provenientes principalmente de la falta de
profesores especializados.
Otras conquistas alcanzadas por la
reforma universitaria, se refieren al
mejoramiento de su dotación general,
consistente en el incremento de sus
laboratorios, gabinetes de investigación,
jardín botánico, etcétera. Además, completó
su marco cultural con la creación de dos
nuevas facultades: la Humanidades, en 1945,
y la de Agronomía, en 1950. Con el objeto de
descentralizar sus funciones y ampliar las
oportunidades educativas, se reabrió la
escuela de Ciencias Jurídicas de Occidente, y
se crearon las Escuelas de Ciencias
Económicas y Humanidades, también en la
ciudad de Quetzaltenango.
Durante la década revolucionaria se
pusieron en marcha alguna entidades
complementarias de la Universidad, tales
como la Junta Deportiva Universitaria, que
tiene a su cargo el estímulo del deporte en la
institución; la Residencia Estudiantil, que es
una casa de pensión para estudiantes de
escasos recursos; el Departamento de Arte,
que estimula las actividades de esta
naturaleza con sus secciones de teatro y
danza; la Imprenta Universitaria y su Editorial,
que mantiene, una actividad permanente,
editando obras de carácter científico y
literario, revistas, gacetas, tesis profesionales,
etcétera. El Departamento de Divulgación
edita la Revista Universidad de San Carlos y
el Boletín Universitario, órganos que circulan
profusamente en los círculos culturales del
país y del extranjero.

La Universidad ejerce una acción social
directa por medio del Bufete Popular,
dependencia de la Facultad de Ciencias
Jurídicas donde los estudiantes de últimos
años de la carrera asisten gratuitamente a los
desvalidos en asuntos civiles, penales,
laborales y agrarios. Las asociaciones
estudiantiles suelen organizar misiones de
carácter cultural, y sostienen dos institutos
normales nocturnos: el de la Asociación de
Estudiantes de Ciencias Químicas y
Farmacias, y el de la Asociación de
Estudiantes de Humanidades.
Nos obstante el incremento de que fue
objeto la Universidad de San Carlos, no llegó
a crecer en la proporción debida, ya que el
número de alumnos que se atienden es
todavía insuficiente si tomamos en cuenta las
necesidades que confronta la nación, sobre
todo en las ramas de medicina, biología,
farmacia, odontología e ingenierías técnicas.
Además, la Universidad no obstante la
desproporción entre los servicios que prestó a
los graduados y los que estos le retribuyen,
no ha exigido nunca trabajo social a sus
miembros. No hay campañas rurales de
envergadura, ni suficiente investigación sobre
la realidad física y humana del país.
Consecuentemente, ni la Universidad como
institución ni sus grupos de egresados están
en capacidad plena de contribuir
científicamente a la integración de la
nacionalidad y a la solución de las
necesidades de una población mayoritaria
con la que no han convivido y que
desconocen casi totalmente.
La Universidad ha conservado su régimen
autónomo desde el 1º. de diciembre de 1944
hasta la actualidad. Se evidencia el desarrollo
y expansión que ha experimentado nuestra
Universidad a lo largo de estos años.
En el inicio del régimen autónomo de la
Universidad se mencionaban como
integrantes de la misma, las siguientes
Facultades: Ciencias Jurídicas y Sociales,
Ciencias Médicas, Ciencias Económicas,
Ciencias Naturales y Farmacia, Ingeniería,
Odontología, Humanidades.
Las seis primeras facultades habían
funcionado desde el gobierno ubiquista, y la
221
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944
última era resultante de las demandas
estudiantiles durante las jornadas cívicas de
junio de 1944.
En la actualidad la Universidad ha
incrementado el número de Facultades y de
Escuelas, así: Facultades de Agronomía,
Arquitectura, Medicina Veterinaria y
Zootecnia, y Escuelas de Ciencias
Psicológicas, Historia, Trabajo Social,
Ciencias de la Comunicación. También se ha
procurado la descentralización. También se
ha procurado la descentralización de la
educación superior, creando los Centros
Regionales Universitarios y las Extensiones
Departamentales que dependen de la
Facultad de Humanidades. Los Centros
Regionales que funcionan actualmente son:
Centro Universitario de Occidente, del Norte,
de Oriente, de Noroccidente, del Sur, de
Suroccidente, Centro de Estudios del Mar y
Acuicultura, de San Marcos y el de Petén.
En consonancia, el incremento de la
población estudiantil puede evidenciarse en
las siguientes cifras: en 1945, el total anual de
inscripción fue de 956 estudiantes, y en 1994
se ha llegado a la cantidad de 77,051
estudiantes.
En los años 1946-1947 la Universidad
adquirió los terrenos en los cuales se sitúan la
actual Ciudad Universitaria de la zona 12. El
de abril de 1959, el Doctor Carlos Martínez
Durán, Rector de nuestra Universidad,
pronuncia su discurso de inauguración del
Edificio de la Facultad de Ingeniería, en el
cual funciona actualmente dicha Facultad.
En materia de Investigación, puede
mencionarse la Creación de la Dirección
General de Investigación, en 1981, durante la
gestión del Rector, Licenciado Mario Dary
Rivera, con el propósito de cumplir en mejor
forma con la función investigadora de la
Universidad. Esta función se realiza en las
unidades académicas a la par de la docencia.
Las actividades de extensión universitaria
se encuentran a cargo de la Dirección
General de Extensión Universitaria. Entre sus
logros más recientes pueden mencionarse la
Radio Universidad, cuya señal salió al aire en
92.3, frecuencia modulada, el 20 de octubre
Capítulo XIII
La revolución democrática de octubre de 1944

de 1991. Con este medio de comunicación

colectiva, se pretende fortalecer la educación
a distancia, la lucha contra el analfabetismo y
el acercamiento de la cultura a todos los
guatemaltecos.

El espacio resulta insuficiente para

enumerar todos los logros de nuestra
Universidad en su período autónomo, pero
bien podemos concluir que a pesar de los
duros avatares políticos y económicos que le
ha tocado sortear, la Universidad de San
Carlos de Guatemala continúa firme y segura
en una etapa, histórica de cambios
trascendentales para el ulterior desarrollo de
nuestro país.

222