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Oremos:
Amén.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos».
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos,
pero nadie se las daba.
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y
contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus
jornaleros’.
El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser
llamado hijo tuyo’.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con
mujeres, haces matar para él el ternero engordado!’.
Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo.
Estos son tres puntos sobre los que podemos reflexionar para vivir
una Cuaresma mucho más entregados a Dios. Para entender un poco mejor
qué quiere decir Cristo cuando nos dice que nos neguemos a nosotros mismos,
que amemos a nuestros hermanos y que carguemos con la cruz que se nos ha
dado.
Esquema del Programa Cristo y los Jóvenes
«Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive
en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2, 19-20). La única
manera de participar de la obra reconciliadora obrada por Jesús en la Cruz, es
morir a nuestro pecado, a nuestro hombre viejo — del que habla San Pablo en
Romanos 6, 6 — con sus malos hábitos. «Cargar mi cruz» significa esa opción
de fe para morir a nuestros pecados. Es la necedad y locura de la Cruz.
Cristo, por amor a nosotros, vivió esa locura de la Cruz: «Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de
tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, y una muerte de cruz». (Filipenses 2, 6-8)
Esquema del Programa Cristo y los Jóvenes
Debe ser un amor que erradica todo egoísmo, la falsedad, la mentira, los
intereses y conveniencias personales. Estar dispuestos, como Cristo, a
sacrificarnos por los demás. Ser radicalmente generosos, entregados,
serviciales. Implica buscar al enfermo, al triste, al afligido y agobiado, al
desamparado y necesitado. A los que ya perdieron la esperanza y
experimentan un profundo vacío interior.
Finalmente, pido a Dios que nos conceda la gracia necesaria para ser
auténticos cristianos. Que aprendamos a ser verdaderos discípulos de Cristo.
La vida cristiana es nuestra relación personal de amor a Cristo y a los demás.
No puedo amar a dos señores. O soy discípulo de Cristo o sigo este mundo de
tinieblas.
Además, nos hace un fuerte llamado a liberarnos de toda esclavitud para que
no reduzcamos nuestros sueños y luchas de cada día, en el objetivo de poseer,
sino en la dimensión de la donación, dar y darse.
Es por esto que hoy más que nunca se hace necesario aprender a sembrar…
que nuestras buenas obras sean constantes, que actuemos movidos por el
amor y no por el interés, que día tras día abonemos los terrenos de la bondad y
la fraternidad, para lo que es importante acoger la Palabra de Dios que es viva
y eficaz.
Nunca olvides que «el ayuno prepara el camino, la oración lo riega, la caridad
lo fecunda». Hagamos el bien.
Avisos.