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Esquema del Programa Cristo y los Jóvenes

“Llévame donde los hombres necesiten tus palabras”

Programa número 410 de Cristo y los jóvenes

Saludos iniciales. Mes de marzo. Mes de San José

Oración al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.

Y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu y serán creadas todas las cosas.

Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos:

¡Oh Dios, que has instruido los corazones de tus fieles

con luz del Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente

con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

Recordar: Tiempo de Cuaresma

Canción para leer el evangelio

Lectura del Evangelio según

LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO

Evangelio según Lucas 15, 1-3.11-32

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. 

Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos». 

Jesús les dijo entonces esta parábola: 


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Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. 

El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de herencia que me


corresponde’. Y el padre les repartió sus bienes. 

Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. 

Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y


comenzó a sufrir privaciones. 

Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo


envió a su campo para cuidar cerdos. 

El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos,
pero nadie se las daba. 

Entonces recapacitó y dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en


abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 

Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y
contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus
jornaleros’. 

Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su


padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó. 

El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser
llamado hijo tuyo’. 

Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y


vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 

Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo


estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y
comenzó la fiesta. 

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música


y los coros que acompañaban la danza. 

Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. 

El le respondió: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero


engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo’. 
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El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le
respondió: ‘Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una
sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis
amigos. 

¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con
mujeres, haces matar para él el ternero engordado!’. 

Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo. 

Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha


vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'». 

Palabra del Señor

Videos: Intención del papa Francisco mes de marzo.

Introduccion del tema seguido de una Canción

¿Qué significa morir por amor a Cristo?

La Cuaresma es tiempo de conversión para la Pascua. Tiempo para


arrepentirnos de nuestros pecados y vivir más cerca de Cristo. Hacemos un
esfuerzo por vivir como hijos de Dios. Es un tiempo de reflexión, de penitencia,
de conversión espiritual. Cristo nos invita a escuchar su Palabra, orar,
compartir con el prójimo y hacer obras buenas.

Estos son tres puntos sobre los que podemos reflexionar para vivir
una Cuaresma mucho más entregados a Dios. Para entender un poco mejor
qué quiere decir Cristo cuando nos dice que nos neguemos a nosotros mismos,
que amemos a nuestros hermanos y que carguemos con la cruz que se nos ha
dado.
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1. Abrir el corazón al misterio de amor de Cristo

Es un tiempo para aprender a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Así


aprendemos a cargar nuestra cruz con alegría para alcanzar la resurrección. El
Señor Jesús nos ha dicho: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.…» (Mateo 16, 24-25)
¿Qué significa esta paradoja: «¿el que pierda su vida… la hallará?». Suena
insensato, suena una locura.

«Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive
en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2, 19-20). La única
manera de participar de la obra reconciliadora obrada por Jesús en la Cruz, es
morir a nuestro pecado, a nuestro hombre viejo — del que habla San Pablo en
Romanos 6, 6 — con sus malos hábitos. «Cargar mi cruz» significa esa opción
de fe para morir a nuestros pecados. Es la necedad y locura de la Cruz.

Cristo, por amor a nosotros, vivió esa locura de la Cruz: «Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de
tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, y una muerte de cruz». (Filipenses 2, 6-8)
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2. La caridad cristiana no son «gestos a la carta» para tranquilizar la


conciencia

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso;


porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a
quien no ha visto» (1 Juan 4, 20). Si amamos a Dios, tiene que reflejarse en el
amor a los demás. Si nuestro amor a Dios es auténtico, la relación con
nuestros hermanos es fruto de ese amor.

Debe ser un amor que erradica todo egoísmo, la falsedad, la mentira, los
intereses y conveniencias personales. Estar dispuestos, como Cristo, a
sacrificarnos por los demás. Ser radicalmente generosos, entregados,
serviciales. Implica buscar al enfermo, al triste, al afligido y agobiado, al
desamparado y necesitado. A los que ya perdieron la esperanza y
experimentan un profundo vacío interior.

No es una opción «color de rosa». Tiene espinas. El camino del cristiano es el


amor, pero implica el sufrimiento de la cruz. El cristiano carga su cruz, y hace
una opción de amor para cargar la cruz de los demás. Ese amor a Cristo y a los
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hermanos es la paradoja necia y loca de la Cruz. Pero los que lo vivimos,
sabemos que es el auténtico camino hacia la felicidad.

3. La opción por Cristo implica una renuncia al mundo y a nosotros


mismos

Si optamos por Cristo, necesariamente renunciamos al mundo. «Yo conozco


tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto
que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca…» (Apocalipsis 3,
15-16).

Al ver el mundo en que vivimos, la tentación de buscar revancha y hacer


justicia con las propias manos, es una experiencia que vivimos a flor de piel.
Sin embargo, como cristianos hicimos la opción del perdón y de la
reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de
nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos y todo aquello que se
oponga a nuestro amor a Dios y a los hermanos.

Finalmente, pido a Dios que nos conceda la gracia necesaria para ser
auténticos cristianos. Que aprendamos a ser verdaderos discípulos de Cristo.
La vida cristiana es nuestra relación personal de amor a Cristo y a los demás.
No puedo amar a dos señores. O soy discípulo de Cristo o sigo este mundo de
tinieblas.

«No nos cansemos de hacer el bien»


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El asombro por la cuaresma

Nos es extraño que la costumbre y cotidianidad nos hayan robado la capacidad


de asombro ante este tiempo tan especial. La cuaresma es un tiempo
sumamente favorable para la renovación de cada uno de nosotros y de
nuestras familias y comunidades, este tiempo nos encamina hacia la Pascua
del Señor.

Es por esto que la cuaresma constituye para el cristiano, un tiempo Kairós, es


decir, un tiempo propicio, favorable, para hacer el bien y construir nuevos
caminos de fraternidad; claro está que para el hombre de fe todo tiempo en
este mundo es favorable para ser bondadoso.

¿A qué nos llama la cuaresma?

Este tiempo de preparación para la Pascua nos invita a una constante revisión


de nuestra historia personal y comunitaria, llevándonos a la conversión, al
cambio de mentalidad con el objetivo de que la belleza de la verdad se haga
cada vez más patente. 

Además, nos hace un fuerte llamado a liberarnos de toda esclavitud para que
no reduzcamos nuestros sueños y luchas de cada día, en el objetivo de poseer,
sino en la dimensión de la donación, dar y darse. 

Es por esto que hoy más que nunca se hace necesario aprender a sembrar…
que nuestras buenas obras sean constantes, que actuemos movidos por el
amor y no por el interés, que día tras día abonemos los terrenos de la bondad y
la fraternidad, para lo que es importante acoger la Palabra de Dios que es viva
y eficaz.

Lo mejor de este camino es que podemos estar plenamente seguros de que en


Dios no se pierde ningún acto de amor y bondad, no se pierde ningún
“cansancio generoso” (Evangelii Gaudium, 279), pues una vida llena de
bondad, solo puede transmitir bondad, paz, luz…

¿Qué conseguimos con la cuaresma?

El Papa Francisco es enfático en decirnos que al hacer el bien sembramos el


bien para los demás, no exclusivamente para nosotros mismos, sino para toda
la comunidad humana, es por ello que al vivir en la bondad nos unimos a la
magnanimidad de Dios.

Muchísimas veces nos desanimamos al no ver los resultados de tanto


esfuerzo, pero es apremiante que comprendamos que nuestros buenos actos
son semillas que darán fruto abundante, aunque podemos estar sembrando
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para las futuras generaciones, el fruto completo de nuestra bondad lo
encontraremos en la vida eterna, será nuestro «tesoro en el cielo» (Lc 18,22).

La cuaresma nos pide que no nos cansemos de hacer el bien

La cuaresma nos invita fuertemente a fortalecer nuestra esperanza y


acrecentar la fe en Jesús, es el momento propicio para, como los Hebreos,
tener los «ojos fijos en Cristo» (Hb 12,2), por eso no podemos cansarnos de
luchar haciendo el bien en todo momento, recuerda que para el cristiano la
elección no es entre lo bueno y lo malo, sino entre lo bueno y lo mejor. 

Nos recuerda el Papa Francisco que es necesario no dejar de orar, pues en la


oración nos encontramos con Dios a quien tanto necesitamos y en ella
descubrimos que no podemos solos, sino que es su fuerza la que nos
sostiene. 

No dejemos de extirpar el mal en nuestras vidas, la cuaresma tiene un fuerte


carácter penitencial, acudamos a la confesión, hagamos ayuno y abstinencia,
no nos cansemos de pedir al Señor perdón por nuestras culpas, pero tampoco
nos cansemos de luchar contra la tentación.

Que esta cuaresma sea la oportunidad perfecta para hacer de la caridad


nuestro motor vital, que la fraternidad y misericordia sean los pilares de nuestra
sociedad, busquemos a los más necesitados, amemos a los abandonados y
despreciados.

Nunca olvides que «el ayuno prepara el camino, la oración lo riega, la caridad
lo fecunda». Hagamos el bien. 

Avisos.

Despedida con canción o rezo del Ave Maria.


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