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La pastora y el cóndor
La joven pastora descubrió muy tarde que se trataba del Cóndor Casamentero y
fue raptada. En un inicio, el hombre extendió cada una de sus piernas a los costados
del río. Después, con una fuerza descomunal, cargó cada una de las ovejas y las
puso del otro lado del río. Esto mismo hizo con el perro, pero no con la niña.
Cuando el extraño la tuvo en sus brazos, sacudió su cuerpo y dos grandes alas
aparecieron. Junto con la señorita se elevó por los cielos hasta alcanzar una cumbre
muy alta e inaccesible para los hombres.
A pesar de que el perro dio aviso a los padres, nunca pudieron salvarla del Cóndor
Casamentero. Aquella tarde el perro de la pastora volvió a casa montando gran
alboroto, de modo que los padres comprendieron que algo malo había pasado.
Desafortunadamente, por más que buscaron por los campos y montañas no
lograron encontrarlo. Un tiempo después consiguieron ver a la hija en el nido de
una altísima peña. El cóndor la había hecho su esposa y no había forma de subir
hasta allá y rescatarla. Así que la dejaron ahí para que la muchacha pasara sus días
como conyugue del ave. Esta historia sirve para prevenir a otras muchachas de la
comunidad.
Cuento narrado por Juan José Lligalo tayta en su libro “La memoria del cóndor”.
Rene Castro