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Capítulo 9

Una virilidad sin padre

LA VIOLENCIA "VIRIL:'

En una nota aparecida en el diario La Nación 1 Sergio Sinay


sostiene que el paradigma de la masculinidad sigue vigente, pese a
las apariencias, debajo de los ropajes de una masculinidad más
ligera, posmoderna, vestida por modas superficiales inconsistentes
como la metrosexualidad, la ubersexualidad o la vitalsexualidad.
Entre los diversos ejemplos que se cuentan en el artículo po-
demos citar los de la violencia juvenil, en el que unos jóvenes en-
trenados en boxeo exhiben las marcas de su "coraje viril" come-
tiendo asesinatos; las barras bravas que alardean agresividad y
aguante como signos de atributos de macho; la cruda vigencia de
las guerras pautadas por los hombres y sus códigos; los negocios
encarados con estrategias bélicas; los autos conducidos cual balas
fálicas, etc. Podríamos agregar otros, como la violencia de géne-

l. Puede encontrarse en la web, Perspectivas sistémicas. Artículos online. "El


costo de nadar entre peces machos": <WWW.redsistémica.com.ar/sinay2.hnn>.
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UNA VIRILIDAD SIN PADRE
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ro y toda aquella que se ejerce como demostración de "poder". Retrotrayéndonos a Hegel, para él las postrimerías de la his-
Es que incluso, sin circunscribirnos a la violencia callejera sin toria equivalen a la relativización de todas las diferencias, al
precedentes o la que brota de la más brutal segregación (en estos advenimiento de un tiempo signado por la coexistencia de todas
días, un joven mató a un flogger por no tolerar su aspecto), la vio- las configuraciones, reemplazo de lo que antes era sucesión de
lencia también está presente en el mundo de la economía y de particularidades excluyentes por contemporaneidad de opuestos,
los negocios. Obsérvese que sus héroes son impiadosos, depre- y ya nunca oposición. Hegel no pensaba de modo simplista que
dadores, tal como lo expresa la película En buena compañía, de en su época, y con su filosofía, terminaba la historia, pero sí cap-
Paul Weitz, en la que un joven ejecutivo, para conseguir el cargo tó que la lógica que había presidido el desarrollo de los aconteci-
al que aspira, promete a su jefe: "Iré por ese mercado y lo con- mientos perdía su vigencia. 4 Entonces, la aparición de este nuevo
quistaré sin tomar prisioneros, eliminaré a todos los enemigos". estilo de hombres debe situarse en el horizonte de la evaporiza-
¿Cómo se concilian tales observaciones con la mentada caída ción de las antítesis, del desfallecimiento de los contrarios, de la
de la virilidad, anunciada por los discursos contemporáneos? Al disolución de los opuestos.
respecto, cabe señalar que no fue solo el psicoanálisis el que En su lectura del caso Juanito, Lacan 5 se apoya en el texto de
señaló tal descenso, sino que, además de la sociología, fue la filo- Kojeve para referirse a la futura virilidad de ese niño, augurán-
sofía la que por boca hegeliana preanunció la progresiva desviri- dole un lugar pasivo en sus lazos heterosexuales. Pero más allá
lización del mundo. del caso en cuestión, Lacan, en correspondencia con el filósofo,
Cuando Kojeve 2 lee el libro de Fran~oise Sagan Bonjour, tris- acentúa el tema de la desvirilización epocal. Milleró afirma que la
tesse, afirma que en las playas de la Costa Azul descriptas por la idea del declive viril, incluso su desaparición del mundo contem-
joven escritora se pasean los varones del nuevo mundo, el de la poráneo, no es pensable sin el declive del padre. ¿Van entonces
posguerra. Hombres que tienen la molesta tendencia de ofrecer- al unísono padre y virilidad, al punto donde la caída de uno se
se a la mirada, desnudos, pero obligatoriamente musculosos. Las identifique con la caída del otro?
referencias al "mundo nuevo", con el tropel vanguardista de este 7
Freud considera que el niño deja el complejo de Edipo a
perfil de "machos", no dejan de tener resonancias hegelianas; partir de la amenaza de castración proveniente del padre, o de
incluso el título del artículo se llama "Sagan: el último mundo un sustituto capaz de portar esa autoridad para la madre. El
nuevo". Parece pues aludir al mundo que nace en los albores del
fin de la historia preconizada por Hegel, por Kojeve como su
disCÍpulo, y más recientemente por Fukuyama. Este autor ja-
"Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada
ponés ha sido muy controvertido. A veces se lo critica por desco- vez más dura de los procesos de segregación", en "Proposición del 9 de octu-
nocimiento, suponiendo que había creído en una culminación bre" (en Momentos cruciales de la experiencia analítica, Buenos Aires, Manantial,
apocalíptica del devenir. Otras, se lo acusa de conservador por 1987, pág. 22). Con esto, Lacan sigue a Kojeve, como también lo hace el propio
vaticinar el fin de las ideologías, es decir, la universalización de la Fukuyama, ya que en ambos la lectura de Hegel proviene de esta influencia.
4. Maresca, S. (1992): "El fin de la historia", en Ética y poder en el fin de la
democracia liberal como forma final de gobierno humano. 3 historia, Buenos Aires, Catálogos, págs. 141-169.
5. Lacan,]. (1988): "La relación de objeto", El Seminario. Libro IV, Buenos
Aires, Paidós, págs. 418-420.
6. Miller,j.-A.: "Buenos días, sabiduría", "Referencias", en Colofón 14.
2. Kojeve, A. F. (1996): "Sagan: el último mundo nuevo", en Descartes, no 14. 7. Freud, S. (1990): "El sepultamiento del complejo de Edipo", ob. cit., t.
3. No creo que este planteo se aleje demasiado del de Lacan cuando dijo: XIV, Buenos Aires, Amorrortu, pág. 76 (trad.: José Etcheverry).
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infante es presa de una elección forzada: debe elegir entre el "Se puede concebir la catástrofe del complejo de Edipo -el
enlace libidinal con la madre y el interés narcisista por conservar extrañamiento del incesto, la institución de la conciencia moral y
su pene, y frente a la amenaza de castración vence este último de la moral misma- como un triunfo de la generación sobre el
poder. En una suerte de disyunción entre la bolsa y la vida, el 9
individuo". Imposible no retrotraernos a la influencia de Scho-
pequeño aprende que optar por la bolsa que representa el inces- penhauer en Freud; este filósofo extrema de tal manera el valor
to implica perder la vida. Cabe recordar que Lacan habla del falo del genio de la especie sobre el individuo que considera que el
real en términos de turgencia vital. amor mismo es una argucia de la que ese espíritu se vale para
El pene entonces está excluido en el circuito sexual edípico, encaminarlo a sus fines reproductivos. lO
elegir a la madre es elegir esa omisión, la fantasía de coito en el Y, si nos remitimos al creador del psicoanálisis, notaremos
impotente, señalada por Ferenczi y tomada por Freud, 8 es la fan- que el énfasis puesto en la procreación indica la acentuación de
tasía del regreso al útero materno, donde el miembro viril entra un interés narcisista que paradójicamente excede el yo mismo, al
en equivalencia con el cuerpo entero, y esa fantasía nos enseña servicio, entonces, de un orden que lo traspasa. Se trata aquí de
que en el Edipo se trata de la totalidad del cuerpo identificado al una virilidad que lleva la impronta de lo que la rebasa, y que en
falo, y que la prevalencia del pene implica mantener esa parte una suerte de trascendencia inmanente conjuga dos polos en
renunciando al todo. La masculinidad está pues necesariamente general inconciliables: el individuo y la especie.
marcada por el padre, bajo la forma de esa amenaza que no es.
otra que la de la instauración de la disyunción lógica, en la que El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto fin
algo se perderá inevitablemente. Claro que esta lógica supone para sí mismo y eslabón ·dentro de una cadena de la cual es tributa-
términos diferenciados, conjuntos delimitados, contrarios en rio contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta. Él tiene a la
juego. Cabe la pregunta acerca de cómo ella operaría en un sexualidad por uno de sus propósitos, mientras que otra considera-
mundo donde desaparecen las fronteras, punto que retomaré ción lo muestra como mero apéndice de su plasma germinal, a cuya
más adelante. disposición pone sus fuerzas a cambio de un premio de placer; es el
portador mortal de una sustancia -quizás inmortal- como un mayo-
razgo no es sino el derechohabiente temporario de una institución
que lo sobrevive. La separación de las pulsiones sexuales respecto
FREUDY SCHOPENHAUER de las yoicas no haría sino reflejar esta doble función del indivi-
duo.11
Dijimos que la virilidad se afirma como consecuencia de una
delimitación operada por el padre, pero también debemos agre- Lo masculino aúna esa dualidad, portando la semilla de "una
gar que el triunfo del pene sobre el incesto lleva también el institución que lo sobrevive". ¿Más allá de la fecundación de un
sesgo de algo que trasciende el pene mismo, en el que se prefi-
gura la paternidad futura del ahora niño. El pene, para Freud,
debe su investidura narcisista extraordinariamente alta a su signi-
ficación orgánica para la supervivencia de la especie, entonces: 9. Freud, S.: "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual ana-
tómica", t. XIX, ob. cit., pág. 275.
10. Schopenhauer, A. (2003): El amor, las mujeres y la muerte, Buenos Aires,
Biblioteca Edaf, pág. 81 (trad.: Miguel Urquiola).
8. Freud, S.: "Inhibición, síntoma y angustia", t. XX, ob. cit., pág. 131. 11. Freud, S.: "Introducción al narcisismo", t. XIV, ob. cit., pág.76.
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hijo, no se llama acaso "gran hombre" al que ha sido padre? Pa- Seminario 20, 14 con las fórmulas de la sexuación el padre real
dre de la patria, padre de una doctrina, padre de un movimiento, halla su localización específica en el plano de la excepción que
padre de una fórmula, padre, en fin, de una idea. posibilita la constitución del todo.
Lacan considera la castración como un hecho de estructura
que depende de la incidencia del significante en el viviente; el
padre',.es su agente, no su autor; no obstante, ello J10 desmerece_ EL PADRE, NEGADOR DE LA ESENCIA FÁLICA
su lugar en la operación. Las enunciaciones del Seminario 17 así
lo- indican: ''La castración es la operación real introducida por la En el Seminario citado, la castración ya no se juega tanto en
incidencia del significante, sea el que sea, en la relación del sexo. el plano del mismo lenguaje, sino que la porta el padre como
[... ] El padre, el padre real, no es otra cosa que el agente de la excepción. Personalmente, demoré mucho tiempo para enten-
castración" .12 d'"ér tal concepción: las fórmulas de la sexuación requieren ser
Se infiere, entonces, que ej_~i_s<;urso amo determina la castra- desbrozadas y corren el riesgo de ser apresadas en clisés repeti-
ción, el padre es agente de ese discurso, como portavoz. del S¡__~n dos que las vacían de significación. Lacan dice que todo ser que
su--calidad dé sigruflcante re-ctÓr. Los significantes no tien~n el habla puede ubicarse de uno o de otro lado de expresiones pro-
mismo valor. Ya en el comienzo de su enseñanza Lacan delimitó posicionales localizadas, unas del lado izquierdo, las otras del
la importancia del decir fundante y luego en "Subversión del lado derecho. En las primeras ubica el lugar del hombre y allí
sujeto y dialéctica del deseo" 13 expresó a manera de adagio: "Lo escribe en línea inferior 'Vx <l>x, es decir la universalidad del falo:
dicho primero decreta, legisla, aforiza, es oráculo, confiere al "el hombre-dice-en tanto todo se inscrib;-~ediante la funció~
otro real su oscura autoridad". fálica". 15
Ese dicho se recorta de los otros, tomando necesaria relevan-
cia," sepa~á~d~se así del conjl.Ínto, trazand~ lo real deÍ pad~~-en "il
sitial donde se yergue lo enigmático de su pode!. Si esa autori-
dad conferida tiene algo de oscuro es porque nunca podrá ser 3x <l>x 3x <l>x
asimilada al registro transitivo de lo fraterno, si luego del asesi-
nato y el acto canibalístico el padre sigue existiendo en la figura Vx <l>x Vx <l>x
del tótem es porque de él queda un resto imposible de incorpo-
rar por la fratria. Si en las fórmulas de la sexuación Lacan consi-
deró el mito de "Tótem y tabú" y no tanto al mito edípico es
porque se trata de un mito que, al mostrar el fracaso del crime_n Pero luego notamos, cual paradoja, que !al función solo
perfecto, ilustra en esa falla la real extimidad del padre. En el p~~e afirmarse si hay algo que la niega, ya que Lacan precisa,
prosigu:Íendo fa frase anterior: "aunque no hay que olvidar que

12. Lacan, J. (1992): "El reverso del psicoanálisis", El Seminario. Libro 17,
Buenos Aires, Paidós, pág. 136 (trad.: Enrie Berenger y Miquel Bassols). 14. Lacan. J. (1981): "Aún", El Seminario. Libro 20, Buenos Aires, Paidós,
13. Lacan,J. (1985): "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo", en Escri- págs. 95-8 (trad.: Diana Rabinovich, Demont-Mauri y )ulieta Sucre).
tos JI, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 787 (trad.: Tomás Segovia). 15. lbíd. pág. 96.
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esta función encuentra su límite en la existencia de una x que El padre no es modelo como ideal, sino que es modelo porque
niega la función <l>x". Vemos en la parte de arriba de ese mismo ejemplifica, al dar una representación a su función de excepción.
lado la escritura de una excepción al conjunto: existe un x que no Los modelos en matemática permiten pensar la relación entre
entra en <l>x, hay uno que dice no a la función fálica. El todo, así, un sistema formal y su exterior, pasaje de la mera formalización
se apoyará en la excepción, que al negar la función confirma su a la demostración. El padre como modelo de la función guía
universalidad y ello no es otra cosa que la función paterna. Un hacia una exterioridad que excede la esencia fálica.
universal, entonces, que ha sido objetado por el padre y que hace La equivalencia entre el síntoma y el padre resulta aquí evi-
de ese universal un lugar que aloja lo singular. Condición para el dente. Recordemos que Lacan afirma que "el síntoma es el sexo
ingreso de lo femenino; por ello Lacan considera que ese "algo al cual no pertenezco, es decir, una mujer", y que "por el sínto-
que dice no a la función fálica" comporta para el hombre la ma que está soportado el Otro sexo". Así, el síntoma puede pen-
"posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, en otras pala- sarse siguiendo el nombre que le-da Freud al llamarlo "tierra
bras, de que haga el amor" .16 extranjera interior", como Uno y como Otro, íntimo y éxtimo.
En el Seminario 22, Lacan 17 argumenta que la función de Dice Graciela Brodsky que habría dos maneras de entender la
excepción del padre no alcanza, ya que es necesario que esa f}m- declinación del padre y que ellas pueden entrar en correspon-
ción devenga en "modelo". ¿Qué querría decir "modelo"? Siga- dencia con distintos momentos de la enseñanza de Lacan. En
mos por ahora con la cita: "Un padre no tiene derecho al respeto' efecto, desde la primera versión del padre la declinación se iden-
sino al amor, más que si el dicho amor, el dicho respeto, esta tifica con el desfallecimiento de la autoridad, mientr~l!~- la
pere-versement orientado. Es decir hace de una mujer objeto a gltima versión del adre nosJ!~ pensar gue ella entra en
minúscula gue causa su deseo" .18 El padre entonces, es modelo equivalencia con la degradación e amor. Con acierto ve los sig-
operando ''pére-versement" como hombre, en la medida en que nos de ese declive en el plano de la relación entre hombres y
~ay en él una apertura al Otro sexo. La garantía de la función mujeres y se pronuncia por la segunda versión. "La declinación
paterna se vinculará con el deseo del P!!dre, un padre mucho más del Nombre-del-padre sería, en este caso, no merecer ni amor ni
activo que en la primera parte de su enseñanza, en la que queda- respeto por no consentir a una mujer en tanto ella está fuera del
ba limitado a los avatares del deseo materno. El padre aquí ~ goce fálico. "20
funda solo el "todo fálico", sino que conduce a lo gue hay más El padre, entonces, instaura un universo masculino que no se
~allá de él, esa mujer que como objeto "a" hace gue se perfile una cierra ~í mismo, ya que la existencia de la excepción,que
causa externa a él: el padre medio dice la verdad porque ella, una ~ga la esencia fálica, abre en es~ universo la apertura hacia una
mujer, es no-toda como la misma verdad. mujer. Tanto Freud como Lacan pensaron la posición masculina
- Los modelos en la ciencia 19 no designan el resorte de su prác- ~inos de una cesión; por ello en el saber popular "caballe-
tica, sino un elemento asignable en la coherencia demostrativa. ro" es quien cede un lugar a una mujer. Si nos remitimos al texto
"Introducción del narcisismo", 21 comprenderemos que Lacan

16. Ibíd., pág. 88.


17. Lacan,J., "RSI", inédito, clase 21/1/75. 20. Brodsky, G. (2006): "Padre, no ves que ... ", Dispar 6. Psicoanálisis y filo-
18. Ibíd. sofía, Buenos Aires, Grama, p. 53.
19. Badiou, A (1972): El concepto de modelo, Buenos Aires, Siglo XXI. 21. Freud, S.: "Introducción del narcisismo", t. XIV, ob. cit., págs. 85-86.
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formalizó aquello que Freud afirma cuando sitúa que el pleno mostrar su poder en el ejercicio de la violencia. Notamos aquí la
amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es característico ineficacia de un padre para negar la esencia fálica; así la ostenta-
del hombre. Al respecto, sostiene: "Exhibe esa llamativa sobrees- ción de dicha esencia termina siendo -como lo afirma Lacan
timación esxual que sin duda proviene del narcisismo originario femenina. 23
del niño y, así, corresponde a la transferencia de ese narcisismo
sobre el objeto sexual".
El "empobrecimiento libidinal del yo en beneficio del_obj~­
!O" supone en Freud la operación paterna que, al co~!!l?'\'er el
narcisismo originario, da lugar a que este se desplace al objeto.
Nótese la correspondencia: lo que en Freud es pérdida del nar-
cisismo, en Lacan es negación de la esencia fálica. En afinidad
con lo anterior, cabe recordar la manera en la que se describe en
el Seminario "La angustia", la particularidad del deseo macho.
Allí leemos: "[... ]a, el objeto de deseo, sólo tiene sentido para el
hombre cuando ha sido vertido de nuevo en el vacío de la cas-
tración primordial. El primer nudo del deseo macho con la cas-
tración solo puede producirse a partir del narcisismo secunda-
rio, o sea, en el. momento en que a se separa, cae de i(a), la
imagen narcisista".ZZ
La declinación paterna puede entonces pensarse como des-
aparición de la excepción, en un mundo en el que se supri~ _
las diferencias y se borran las singularidades. ¿Cuál es su conse-
cuencia en el plano de la masculinidad? Si no hay universo mas-
culino sin un padre que, al constituirse como excepción, lo afir-
me al negarlo como conjunto cerrado, ¿es posible pensar una
virilidad sin padre? Ella adoptaría distintas formas en las que lee-
ríamos las consecuencias de la ausencia de "al menos uno que
dice que no". Podríamos localizar sus efectos en esa "virilidad"
de la que habla Kojeve, la del cuerpo que se muestra cual oropel 23. Ello no equivale a una feminización del mundo sino a una, si cabe la
en el exhibicionismo "macho", el hombre que no porta emble- palabra, "falicización", que si toca en todo caso a lo femenino es en tanto ellas
mas de un ideal que lo trasciende sino que gusta ofrecerse como son expertas en su mascarada, pero la esencia no deja de ser fálica. Esta preci-
sión se aclara teniendo en cuenta la siguiente afirmación de Lacan: "El hecho
objeto en la pasarela de las vanidades musculosas, o que quiere de que la femineidad encuentre su refugio en esa máscara por el hecho de la
Verdriingung inherente a la marca fálica del deseo, acarrea la curiosa conse-
cuencia de hacer que en el ser humano la ostentación viril misma parezca
femenina" ("La significación del falo", Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI,
22. Lacan, J. (2006): "La angustia", El Seminario. Libro JO, Buenos Aires, 1987, pág. 675 [trad.: Tomás Segovia]).
Paidós, pág. 222 (trad.: Enrie Berenguer). Lacan,]. (1987): "La significación del falo", ob. cit., pág. 675.

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