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Román
La poesía está viviendo un renacer muy exitoso, sobre todo entre la juventud.
¿Cómo percibes esta nueva poesía? Hay gente muy joven haciendo cosas de
gran calidad y con mucha presencia escénica en los recitales. Eso siempre es de
agradecer porque muestra un rostro de la poesía más performativo, más cercano
al público, hay una mayor interacción, mucha vitalidad, creatividad y desde luego
se busca algo más elaborado que simplemente sentarte y ponerte a leer. Dicho
esto, como con muchas cosas que se ponen de moda, también hay una
banalización en la que imagen suplanta a la palabra, es decir, hay un discurso
vacío, falta la poiesis, la capacidad de creación y la elaboración de ideas, de
lenguaje poético. Los conceptos y la manera de expresarlos son muy repetitivos,
interesa más la proyección exterior, tener seguidores, dar una imagen. Digamos
que como sucede hoy en día en el resto de manifestaciones artísticas, lo mediático
y lo inmediato definen el movimiento, sólo que esto no había llegado antes a la
poesía de una manera tan evidente. En cualquier caso estamos viviendo un
momento interesante y la poesía sigue muy viva, hay gente construyéndose una
voz poética desde la autenticidad y la perseverancia, creando, indagando,
descubriendo, transformando, excavando. Me quedo con eso.
¿Cuáles son tus referentes literarios? Hay muchos autores a los que admiro, en
narrativa Le Clèzio, Cees Nooteboom o Asne Seierstad, todos son escritores un
poco nómadas y su manera de narrar el mundo me fascina, escriben desde la
pasión y la aventura con una voz muy particular. En poesía, yo empecé a escribir
de pequeña, no recuerdo bien qué es lo que me inspiraba entonces, la verdad.
Más tarde, como muchos adolescentes, hacía poemas bastante atroces imitando a
Lorca y a Poe, pero mi verdadera entrada en la poesía como vocación, como
alimento, como llamada, me viene sobre todo de leer a Rumi y a José Ángel
Valente, dos poetas de la esencia, de lo sublime y de la entrega absoluta a la
palabra. También hay autores que, si bien no me han inspirado en mi manera de
escribir, están muy presentes en mi universo poético, algunos poemas de
Baudelaire o la presencia del mito en la Tierra Baldía, de T.S. Eliot, por ejemplo.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste? Normalmente leo
varios libros a la vez, ahora estoy leyendo Oppiano Licario, de José Lezama Lima,
el Canon Occidental, de Harold Bloom, acabo de terminar una antología de la
poesía de Jaime Gil de Biedma y leo poesía de Olga Orozco en Internet, no tengo
ningún libro suyo, gran fallo. ¿Y por qué estos libros? Unos libros te llevan a otros,
son como las personas: alguien te presenta a alguien y se crea una amistad, un
diálogo. Los libros también dialogan entre sí, unos te hablan de otros y también se
crean lazos con ellos de ese modo.
¿Por qué crees que nuestros lectores deben leer tu libro? Lo que tienen que
hacer es explorarlo, aventurarse, entrar en la lectura y ver dónde les lleva, jugar, en
definitiva. Es un libro que te invita a entrar en otros mundos y a la vez está muy
presente en la realidad, es un camino, un laberinto, un bosque, una forma de mirar,
de reconocer cosas que son tuyas y son mías. Un encuentro.