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Entrevista B.

Román

Háblanos un poco de ti. Últimamente cuando me piden que hable de mí siento


que como si me estuviera traicionando un poco pero allá va. Digamos que escribo
desde que conozco el uso de la escritura, vivo en Madrid pero he estado girando
por España y por el mundo desde que tenía trece años. Como me cuesta
desapegarme cambiar de ciudad siempre ha sido un reto para mí, pero le cogí el
gusto a viajar y he estado viviendo en varios países. Soy medio solitaria medio
sociable, a ratos estoy con la gente y luego me retiro a mi mundo a hablar con las
flores y las piedras. En general creo en el ser humano, en el amor, en el arte y en
todo aquello que ennoblece la existencia (excepto cuando no lo hago). Soy un
poco salvaje y me gusta vivir y bailar con los pies descalzos. A veces no sé muy
bien quien soy y me sorprendo a mí misma. Amo recitar, escuchar y contar
historias, por eso también me he metido a hacer cuentacuentos.
Fundamentalmente soy un ser en búsqueda.

¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Animal Profundo?


Intensidad, profundidad, fuerza, sensibilidad. Está todo aquello que es esencial
para mí: la vida, el amor, la muerte pero hay muchos subtemas, el mito, el viaje, la
poesía como alquimia y como transformación, la memoria y el tiempo, la necesidad
de nombrar el dolor y la belleza, el poder del lenguaje, la alegría, el arte como
posibilidad de creación y autoconocimiento, el anhelo de lo sublime. También
busco reinventar textos que parten de una tradición antigua; puedes leer cosas que
recuerdan al Cantar de los Cantares, a la mística sufí, utilizo los kenninger, que son
una forma de poesía muy antigua, incluso aparece por ahí el poeta latino Catulo.
Por otro lado hay poemas dedicados a mujeres como Frida Kalho o Hipatia de
Alejandría. Un poco de todo.

¿En qué ingredientes reside la fuerza de este libro?


Es un poemario vitalista, nos habla de la sed de vivir, de experimentar, de sentir, de
amar, de ser libre. Atraviesa emociones intensas como el dolor, la ruptura, la
tristeza y cómo podemos alcanzar una mayor plenitud precisamente gracias a
todas esas experiencias. Se trata de vivir desde nuestra propia autenticidad,
arriesgarnos, acoger lo que somos, nuestros miedos, nuestra vergüenza, saber
que somos seres contradictorios, pero que estamos aquí, y venimos a darlo todo.

La poesía está viviendo un renacer muy exitoso, sobre todo entre la juventud.
¿Cómo percibes esta nueva poesía? Hay gente muy joven haciendo cosas de
gran calidad y con mucha presencia escénica en los recitales. Eso siempre es de
agradecer porque muestra un rostro de la poesía más performativo, más cercano
al público, hay una mayor interacción, mucha vitalidad, creatividad y desde luego
se busca algo más elaborado que simplemente sentarte y ponerte a leer. Dicho
esto, como con muchas cosas que se ponen de moda, también hay una
banalización en la que imagen suplanta a la palabra, es decir, hay un discurso
vacío, falta la poiesis, la capacidad de creación y la elaboración de ideas, de
lenguaje poético. Los conceptos y la manera de expresarlos son muy repetitivos,
interesa más la proyección exterior, tener seguidores, dar una imagen. Digamos
que como sucede hoy en día en el resto de manifestaciones artísticas, lo mediático
y lo inmediato definen el movimiento, sólo que esto no había llegado antes a la
poesía de una manera tan evidente. En cualquier caso estamos viviendo un
momento interesante y la poesía sigue muy viva, hay gente construyéndose una
voz poética desde la autenticidad y la perseverancia, creando, indagando,
descubriendo, transformando, excavando. Me quedo con eso.

¿Qué quieres transmitir a través de este libro?


Leo una cita de Oppiano Licario: "Aquellos tiempos en que la poesía fundaba la
casa de los dioses o aquellos otros en que luchaba por la belleza a la orilla del
mito (...) han pasado". Y yo digo que no han pasado, que aún vale la pena escribir
a la orilla del mito para recordarnos que la existencia no es plana, que hay mucha
vida por sentir, que cada persona cuenta un mito y cada historia es la historia de la
humanidad. Que no somos tan diferentes de esos héroes, heroínas, diosas y
dioses que pueblan los cuentos y que hay que seguir cantando, haciendo poesía
para traer todas esas historias, esas palabras, para poder darnos la vida a través
de ellas.

¿Cuáles son tus referentes literarios? Hay muchos autores a los que admiro, en
narrativa Le Clèzio, Cees Nooteboom o Asne Seierstad, todos son escritores un
poco nómadas y su manera de narrar el mundo me fascina, escriben desde la
pasión y la aventura con una voz muy particular. En poesía, yo empecé a escribir
de pequeña, no recuerdo bien qué es lo que me inspiraba entonces, la verdad.
Más tarde, como muchos adolescentes, hacía poemas bastante atroces imitando a
Lorca y a Poe, pero mi verdadera entrada en la poesía como vocación, como
alimento, como llamada, me viene sobre todo de leer a Rumi y a José Ángel
Valente, dos poetas de la esencia, de lo sublime y de la entrega absoluta a la
palabra. También hay autores que, si bien no me han inspirado en mi manera de
escribir, están muy presentes en mi universo poético, algunos poemas de
Baudelaire o la presencia del mito en la Tierra Baldía, de T.S. Eliot, por ejemplo.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste? Normalmente leo
varios libros a la vez, ahora estoy leyendo Oppiano Licario, de José Lezama Lima,
el Canon Occidental, de Harold Bloom, acabo de terminar una antología de la
poesía de Jaime Gil de Biedma y leo poesía de Olga Orozco en Internet, no tengo
ningún libro suyo, gran fallo. ¿Y por qué estos libros? Unos libros te llevan a otros,
son como las personas: alguien te presenta a alguien y se crea una amistad, un
diálogo. Los libros también dialogan entre sí, unos te hablan de otros y también se
crean lazos con ellos de ese modo.

¿Por qué crees que nuestros lectores deben leer tu libro? Lo que tienen que
hacer es explorarlo, aventurarse, entrar en la lectura y ver dónde les lleva, jugar, en
definitiva. Es un libro que te invita a entrar en otros mundos y a la vez está muy
presente en la realidad, es un camino, un laberinto, un bosque, una forma de mirar,
de reconocer cosas que son tuyas y son mías. Un encuentro.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto? Muchos. He empezado a hacer


actuaciones combinando poesía y danza (algunas están en mi canal de youtube) y
estoy viendo las posibilidades que hay en ese terreno. También, hace unos meses
creé un recital artístico que se llama el Oráculo Poético en el que el público
participa haciendo una pregunta y diferentes artistas responden con poemas,
música, canción o cuentos. Me gustaría continuar con este proyecto, quizá
haciendo dos o tres sesiones al año, es un formato que me gusta porque se crea
una interacción muy bonita entre el público y los artistas. Además sigo creando,
escribiendo, haciendo narración oral (cuentacuentos) y explorando diferentes vías
de expresión. Tengo que aprender a editar mis vídeos, pero lo estoy dejando por
falta de tiempo. Y en cuanto pueda ¡viajar!

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