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MACROECONOMÍA PARA EL DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE:

NUEVAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS POLÍTICAS ANTI CÍCLICAS.

La macroeconomía para el desarrollo en América Latina y el Caribe suele articularse en


torno a dos cuestiones: una estrategia activa de desarrollo productivo y diversificación, y
una orientación anti cíclica de las políticas (Ocampo, 2011; Ffrench-Davis, 2010).

La estrategia del desarrollo productivo tiene como meta, entre otras cosas, aumentar la
productividad, fomentar la innovación para dar impulso a la acumulación de capacidad
tecnológica y potenciar las oportunidades de la región de exportar bienes y servicios de
mayor valor añadido. Por su parte, las políticas anti cíclicas son necesarias para reducir la
acentuada volatilidad macroeconómica que ha caracterizado el desempeño de la región
en los tres últimos decenios.

El presente documento se centra en el tema de la macroeconomía anti cíclica. Desde la


perspectiva del modelo de referencia de la macroeconomía para el desarrollo, la
volatilidad es perniciosa para el crecimiento a largo plazo. Hace que se reduzca el
horizonte de planificación de los agentes y que aumente el riesgo, desalienta la inversión
productiva y distorsiona los precios macroeconómicos, por ejemplo, los tipos de cambio y
las tasas de interés reales.

El aumento de la volatilidad se asocia sobre todo con los choques externos de la cuenta
de capital y, más recientemente, de los términos de intercambio. Esta dominancia de la
balanza de pagos se ha dado en un contexto de mayor apertura financiera, en que los
países de la región son vulnerables a los cambios que se operan en las formas y la
disponibilidad del financiamiento externo, las fluctuaciones de las tasas de interés (las
reducciones de los márgenes de riesgo se acentúan durante los períodos de auge) y los
precios determinados por factores externos.

La disminución de la volatilidad equivale a reducir y estabilizar las fluctuaciones de las


variables reales y monetarias en torno a sus tendencias a largo plazo. A su vez, esto
entraña la necesidad de manejar el nivel de la demanda agregada, mediante políticas
monetarias, fiscales y de gestión de las cuentas de capital, para contenerla en la fase
ascendente del ciclo y ampliarla en la fase descendente. En la etapa de expansión, las
políticas anti cíclicas tienen el objetivo de evitar situaciones de gasto interno excesivo y de
recalentamiento que se manifiestan en niveles insostenibles de deuda, presiones
inflacionarias o desequilibrios en cuenta corriente. A la inversa, durante las contracciones,
la expansión de la demanda agregada hace que disminuyan los costos relacionados con
los altos niveles de desempleo y vulnerabilidad social.

En este trabajo se argumenta que aunque la volatilidad nominal se ha reducido, la


volatilidad real se ha mantenido en niveles elevados y que esto no solo responde al
predominio de la balanza de pagos sino a características concretas del ciclo económico
de la región. En particular, se demuestra que América Latina y el Caribe registra
expansiones menos intensas, en cuanto a duración y alcance, que las de otras regiones y,
como resultado, presenta comparativamente un ciclo de mayor frecuencia.

Otra característica fundamental del ciclo que se destaca es que las fluctuaciones a corto
plazo tienen su efecto en los resultados a largo plazo y que la relación entre el corto y el
largo plazo está determinada por variables reales y financieras. Por una parte, el
comportamiento cíclico de las variables reales (productividad e inversión) vinculadas con
el desempeño del crecimiento a largo plazo imita la débil fase de expansión del ciclo
económico general. Por otra, el comportamiento de los ciclos crediticios demuestra que el
sistema financiero actúa como amplificador de las fluctuaciones del PIB durante las
expansiones y, en específico, durante las contracciones.

Otro rasgo particular observado en el ciclo económico de América Latina es que las
contracciones crediticias duran más que las del PIB.

De ello se desprende que el PIB se recupera antes que el crédito y que las fluctuaciones
del crédito tienden a ir a la zaga de las del PIB. Las recuperaciones sin reactivación del
crédito, junto al comportamiento de las variables reales como la productividad y la
inversión, pueden explicar la naturaleza débil de la fase expansiva del ciclo en América
Latina.

Al analizar en conjunto tales datos estilizados de los ciclos, en el presente trabajo se


afirma que los conocimientos heredados sobre la macroeconomía para el desarrollo
deben desarrollarse más y hacerse explícita la interdependencia entre el ciclo y la
tendencia y entre las políticas anti cíclicas y la estructura productiva.

Más precisamente, una política anti cíclica eficaz debería centrarse en el comportamiento
de las variables reales y financieras que vinculan las fluctuaciones a corto plazo con los
resultados a largo plazo.
Este análisis tiene dos implicaciones importantes desde el punto de vista de las políticas.
En primer lugar, una macroeconomía para el desarrollo debidamente configurada no
debería plantear una dicotomía entre las políticas anti cíclicas y las de desarrollo
productivo, sino que la interrelación entre ambas debería constituir su punto de partida.

En segundo lugar, las políticas anti cíclicas no deberían centrarse solo en manejar el nivel
de la demanda agregada, sino también en afectar su composición.

El presente estudio se divide en siete secciones. En las secciones A y B se ofrecen


pruebas empíricas que corroboran las dos principales propuestas de la macroeconomía
para el desarrollo en relación con América Latina y el Caribe. Una es que la región se ha
distinguido por elevados niveles de volatilidad en comparación con sus propios
antecedentes y con otras regiones en desarrollo y que la volatilidad se explica por el
predominio de la balanza de pagos. En la sección C se afirma que los altos niveles de
volatilidad y el exiguo desempeño del crecimiento pueden explicarse también por las
características específicas del ciclo económico de América Latina y el Caribe. Las
secciones D y E se centran en el mecanismo de trasmisión real y financiero entre el ciclo
y la tendencia. En la sección F se examinan las políticas anti cíclicas en el contexto del
modelo de referencia de la macroeconomía para el desarrollo y se proponen formas de
modificarlo. En la última sección se encuentran las consideraciones finales.

A. El desempeño a largo plazo de América Latina: alta volatilidad y bajo crecimiento

Durante los tres últimos decenios el desempeño de América Latina y el Caribe se ha


caracterizado por un creciente nivel de volatilidad en lo que se refiere al comportamiento
de la producción y la inversión. Como se muestra a continuación en el cuadro V.1, la
volatilidad de la producción medida a partir del coeficiente de variación del PIB, que
estuvo por debajo de 1 en las décadas de 1960 y 1970, ha excedido sistemáticamente
dicho umbral desde los años ochenta.
Además, con el transcurso del tiempo, no solo ha aumentado la volatilidad, sino que
América Latina y el Caribe ha experimentado niveles más altos de volatilidad en
comparación con otras regiones del mundo en desarrollo (Titelman, Pérez Caldentey y
Mincer, 2008; CEPAL, 2002 y 2012).

El comportamiento de la volatilidad de América Latina y el Caribe contrastan


marcadamente con el de otras regiones del mundo que han registrado un declive en la
volatilidad a lo largo de todo el período objeto de examen. Un caso emblemático es el de
Asia Oriental y el Pacífico, que registró un coeficiente de variación de 2,9 entre 1960 y
1970 y de 0,22 en la década de 2000. De modo similar, África y el Oriente Medio
experimentaron un coeficiente por encima de 1 entre 1970 y 1980 y por debajo de 1 en las
décadas de 1990 y 2000. Asia Meridional también refleja una tendencia similar.

El aumento de la volatilidad real ha sido perjudicial tanto a corto como a largo plazo. Las
pruebas disponibles respecto del período 1971-2008 indican que la volatilidad de la tasa
de crecimiento del PIB y la de la inversión presentan una relación inversa. Los respectivos
coeficientes de correlación son negativos y significativos, con un nivel de confiabilidad del
95% (-0,70 y -0,73).
Así pues, no es de sorprender que, en parte como resultado del aumento de la volatilidad
real a lo largo del tiempo y sus efectos perjudiciales en el crecimiento, América Latina y el
Caribe haya experimentado no solo un crecimiento mediocre en promedio, sino un menor
crecimiento a largo plazo en relación con otras regiones. En el cuadro V.1 se muestra la
evolución del crecimiento del PIB per cápita en América Latina y el Caribe, los países
miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)
(economías de ingresos altos) y regiones seleccionadas del mundo en desarrollo durante
el período 1960-2011.

Las pruebas indican que América Latina y el Caribe tuvo los más altos niveles de
crecimiento del PIB per cápita en la década de 1970 en comparación con otras regiones,
con la excepción de Asia Oriental y el Pacífico. A partir de entonces, la región ha
experimentado una de las más bajas tasas de crecimiento del PIB per cápita en relación
con otras regiones en desarrollo durante la mayor parte de los períodos estudiados (1981-
1990; 1991-2000; 2001-2009, 2001-2011). Además, el diferencial de crecimiento entre
América Latina y el Caribe y otras regiones, como Asia Oriental y el Pacífico, se ha
ampliado a lo largo del tiempo (véase el cuadro V.2).

El período de expansión más reciente (2003-2007) no constituye una excepción a dicha


tendencia observada. En esta etapa, América Latina y el Caribe experimentó las mayores
tasas medias de crecimiento en más de tres decenios. La tasa de crecimiento per cápita
media regional ascendió al 3,7%, con lo que no solo superó la de la década perdida de
1980 y la registrada durante la era de las reformas estructurales basadas en el libre
mercado (1991-2000) (1,6%), sino también la de la década de 1970 (3,2%).
No obstante, en términos comparativos, el desempeño de América Latina y el Caribe no
fue en modo alguno excepcional. De hecho, la tasa de crecimiento regional se mantuvo
significativamente por debajo de las de Asia Oriental y el Pacífico (9,3%), Europa y Asia
Central (7,4%) y Asia Meridional (6,6%).

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