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Poema para: JESSICA DANIELA TOLEDO 9C

COPLAS PARA LOS NIÑOS DE AMERICA

Muy temprano te levantas, negándote calor y sueños,


un poco de agua y un pan lo masticas con empeño.
El juguete, el juguete es solo un sueño de tu niñez apagada,
solo aprendiste a soñar, solo aprendiste a soñar, pero nunca tienes nada.
Tu padre, tu padre murió muy joven, su oficio fue agricultor
pero cuando estuvo enfermo nadie alivió su dolor,
con sacrificio y sudor de esta vida lastimera,
hizo una choza de esteras y allí su hogar cobijó.
Tu mama, tu mama es una heroína que con ramas y azahares
Inventa mil medicinas para aliviar vuestros males,
prepara ricos potajes en ceremonias ajenas y lava caros encajes,
Y lava caros encajes por unas cuantas monedas.
Tu cajón, tu cajón y la franela, el betún y la escobilla
y sales a toda prisa hasta la plaza y allí,
a toda gente que pasa le miras y de rodillas
betún, franela, escobilla y el sudor de tus mejillas.
Después te irás a la escuela y te dormirá el cansancio
Te tratarán de haragán, de bruto y de Bizancio,
que tienes la ropa sucia, que tu cara está cochina
más cochina está el alma del que así te examina.
Porque tú con tu trabajo sacrificaste tu infancia
y te esfuerzas en la escuela para matar la ignorancia,
porque tu heroica madre no se alcanza en los quehaceres y tú,
y tú asumes los deberes de hijo, de hijo de padre y madre.
Canillita o lustrador o peón en tierra ajena,
porque me apena tu pena y me duele tu dolor
soy de ustedes la denuncia porque son la mayoría
en esta la patria mía que a la pobreza renuncia.
El interés de unos pocos ¿sabes?,
el interés de unos pocos es de vernos postrados
Para vernos liberados destruyamos sus infamias,
juntemos nuestros esfuerzos.
Es hora de incinerar tanto mal depositado para ver el bienestar
Es hora de despertar; que ya es mucho el sufrimiento
¡Allí! Esta el advenimiento, ¡allí! Está en ustedes está la ¡libertad!
Poema para: María Sara 7A

Pido La Palabra (liodoro Aillón Terán)

Ciudadanos del mundo,


en nombre de mi patria, pido la palabra.
En nombre de mi pueblo, sencillo como el agua de la acequia,
pido la palabra.
En mi pequeña morada comenzó la patria
allí todos gritaban en las noches cuando el puño del alcohol,
caía sobre el rostro de mi madre, recuerdo la sangre y los nervios,
los nervios en angustia de alambres aprensados;
en las noches ondas, pobladas de llanto y el miedo de los pequeñitos allá,
en la esquina más dolorosa de mi sangre, comenzó la patria.
La escuela ¡ja!
La escuela vino después,
también la patria estaba allí avergonzada, humillada;
ocultando en los rincones más apartados, sus pies descalzos.

Y la patria me miraba acongojada desde mis propias pupilas nubladas,


desde mis manos vacías y mis sueños enturbiados.
A mí me mostraban la escuela poblada de azules campanas
y la patria cuajada de campos abiertos,
pero, pero mi patria gemía a 4000 metros sobre el nivel del hambre,
hombres que crecía como piedras paridas por la montaña,
desnudos y fríos como peces muertos,
moviéndose a penas, llevando a cuestas su grito
trancado como una roca clavada en lo más hondo, en lo más duro de la tierra.
No señores,
la patria no era solamente la escuela poblada de altas campanas
ni la tierra salpicada de lagos felices,
no era solamente los montes incrustados de cielo,
ni los desfiles en los días de fiesta,
era también la impotencia del hombre
cuando el pan se convierte en gemido detrás de las puertas,
era la muchacha que buscaba su vestido dominguero en la esquina de la noche;
eran las manos crispadas en los mercados,
y el llanto, extendido en las estaciones.
Mi padre borracho era la patria que pesaba sobre mis pupilas,
sobre mis labios, sobre mis zapatos rotos;
y con esa patria a cuestas yo asistí a la escuela.
La maestra, me mostraba siempre una patria
y un cielo a los que nunca pude comprender.
Una patria con héroes, con cerros de plata, con tierras llenas de árboles frutales;
pero yo tenía que regresar a mi casa en las noches, y allí estaba la patria,
en el pan para dos que nunca satisfacía a cuatro,
en las pupilas de mi padre abiertas
como dos diablos encendidos en medio de los niños.
No señores, no.
La patria no sólo estaba en los salones, ni en los discursos de los presidentes,
ni siquiera en la bandera y sus colores.
Yo encontré a la patria botada en mitad de las calles,
mientras la lluvia cercenaba sus carnes.
Yo la vi desgarrarse por coger un pedazo de carne y otro poco de pan,
y lloré su tragedia, porque teniendo hambre, se comió su libertad.
Y mentidme a mi ahora, mentidme.
Yo vi a mi patria en todos sus confines,
la sentí como un garfio clavado en mitad de mi angustia,
la llevé como túnica de yeso por todos mis caminos,

la sentí como el peso de dios sobre el pecado y busqué su voz


para multiplicarla sobre las campanas del tiempo.
Yo vengo en nombre del obrero y sus overoles manchados,
en nombre de mi padre y su vicio,
pagado con la desnudez de sus hijos,
en nombre de mi madre y su voz callada,
en nombre de los niños yo vengo,
en nombre de mi patria estrujada por manos sin salario.
Yo no vengo a pedirles nada, nada que les pertenezca.
Mi pueblo, mi pueblo quiere su paz,
quiere su barco para recoger de playas lejanas un canto de gaviotas nuevas,
quiere sembrar su trigo y levantar sus fábricas,
quiere que sus niños rían,
jueguen y salpiquen los campos como las gotas de rocío al alba,
quiere que todos crezcan a lo largo de los ríos como el trigo,
y que todos se hinchen de sol y de lluvia como las uvas,
en la cuenca dilatada de los valles.
En nombre de mi pueblo,
humilde como la hierba, sencillo como el agua de la acequia,
ciudadanos del mundo,
pido la palabra.
Poema para: JADE OSEGUERA 8D

MARGARITA DEBAYLE (Rubén Darío)

Margarita está linda la mar,


y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía


un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa


vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla


decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas


se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,


bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,


por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta


de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?


te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho


que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;


yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:


«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas


esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,


y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,


pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

***

Margarita, está linda la mar,


y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,


guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
Poema para: DAMARIS RAMOS 10A
ROBE PAN PARA MIS HIJOS

Fidencio Escamilla Cervantes

Si señor, yo robé esos panes, también los quesos fundidos,


Los dulces, la sal, los higos. Yo robé todo eso, señor;
Lo robe para mis hijos. ¿Qué es malo robar?
¿Qué es de los peores delitos? ¿Qué se castiga con cárcel?,
¿no importa porqué se hizo? ¿Qué es traición a la patria?
¿Qué si con ese ejemplo predico?
¿Qué soy peor que criminal?
Señor; es que tenían hambre mis hijos
Y yo he estado sin trabajo; tampoco tenemos casas,
Ya no tenemos ni cinco ¿Qué porqué no busco empleo?
Desde hace seis meses, señor, y no lo encuentro.
Siempre lo mismo ¡¡lo mismo!!
Que si tengo referencias y que si gozo de créditos,
Que donde trabajaba antes y a cuanto ascendía
Mi sueldo; que si mi filiación es priísta,
Que si apoyo al buen gobierno.
Y al final: “vuelva otro día, el personal es completo”
No señor, no tuve escuela; me crié entre los basureros.
¿Mis padres? Nunca los conocí, ni conocí a mis abuelos
mi cama fue la basura y mis amigos los perros;
allí aprendí a defenderme, allí mis años crecieron.
Entre las moscas, entre miasmas, entre el polvo y basureros.
Allí me di cuenta que el hombre es aborto del infierno.
Allí me di cuenta que el mundo es un vil pleito de perros
Y crecí, crecí y crecí; y mi alma se hizo más dura
Y mi destino más negro y una palabra que a diario
Me taladraba en el cerebro: ¡Hambre! ¡Hambre! ¡Hambre!
Las cáscaras no alimentan, el agua sabe a vinagre,
Las tortillas tienen hongos muy duros están los panes,
Los frijoles quedan rancios, las frutas a orines saben.
Y así crecí: entre pus y desperdicio, entre microbios de
Entre bacterias de tifo, entre perros y entre gatos;
Entre todo esto también crecieron mis hijos:
Unos hijos esqueléticos viviendo entre desperdicios,
Jugando entre suciedades y bañándose con vicios.
Y un día quise conocer mi pueblo el pueblo que no me quiso,
El que miraba en mis noches y en mis infantiles sueños
Como algo maravilloso; algo así como un juguete nuevo.
¡Que decepción abrigué en mi alma! ¡Cuanta miseria llegó a mis ojos!
Miseria sucia, miseria humana, nido de ratas, bestias en brama
Donde él más fuerte castiga y mata, donde el más débil sufre y acata;
Nido de fieras llenas de rabia donde las normas
Ya se olvidaron, donde no existen sabias palabras:
Se veja, se viola, se tima y roba
Y por la paz ni un ser humano trabaja.
Todo esto vi con mis ojos y el corazón se volvió más negro:
Allá tenemos basura, aquí viven los despojos,
Que allá vivimos los malos; aquí transitan los buenos,
Aquí viven de caviar, allá vivimos de abrojos,
Que allá no carcome el cáncer, aquí se alimentan cuervos;
Aquí viven los decentes, allá los menesterosos;
Y me acordé de mi gente y me acorde de mis hijos,
Del hambre que aún les cuelga como microbio infeccioso,
Y robé, ¡Robé esta bolsa con higos!
No sé sí voy a llegar a un sumarísimo juicio.
Si ya conocí el pecado y mi pena es el presidio
El precio ya está pagado por esa bolsa de higos.
Por favor, señor gendarme, aplique usted el castigo,
Pero por su santa madre, lleve ese pan a mis hijos,
Que usted también es un padre; hágalo en bien de su oficio.
Hoy es domingo, señor, no se trabaja;
Ellos están con hambre porque no hubo desperdicios
Y aunque flacos y esqueléticos, con sarna, cáncer o tifo,
no dejo de ser su padre y ellos, no dejan de ser mis hijos;
Aunque duerman en basura, aunque se bañen con vicios,
Por favor, usted lléveles esos panes
¡Qué tienen hambre mis hijos
Poema para: MELFI REYES 11B
QUE ME PERDONE LA CIENCIA (Claudio Martínez paiva)

Estoy sólito en mi rancho


Me he quedado solo en mi casa,
Ladran los perros afuera
Como si vieran fantasmas
Y alumbran mi pensamiento
Candiles de luces malas
Álijones de pájaros negros
Le ponen luto a mi alma.

Y es tan grande el sentimiento


Que llevo dentro de mi alma
Que no lo dicen las cosas,
Ni lo explican las palabras.

Ocho años tenía… ocho años


El pobre hijito de mi alma
Que despertó una mañana
Con los ojos encendidos
Y el cuerpecito echando llamas.

Me muero nana, decía


Me muero tata, gritaba
Siento una sed de martirio
Siento un fuego que me abraza.

Bese el cachorro en la frente


Y lo deje sobre la cama
Y volé, volé en mi caballo, siete leguas,
Siete leguas de distancia
Siete puñales de punta
Metidos en mi garganta
Y el grito de mi hijo adentro,
Agua nana, agua tata.

Le expliqué al doctor el caso


Y se acomodó en su butaca
Me miro de arriba abajo
Y me dijo:
¡Señor lo siento mucho!
Pero la senda que va a ese rancho
Es muy mala y me va a estropear el auto.
El médico no venía… el médico no venía
No porque fuera mala la senda que va a mi rancho
Si no porque no tenía con que pagarle a la ciencia.
Siete leguas, siete leguas de distancia
Ahí comprendí yo, entonces
Que la ciencia, no es tan ciencia
Cuando no tiene conciencia.

¡Porque en esos mismos caminos


Por donde muchos médicos no andan,
Cruza a galopes la muerte
Y va y viene la desgracia!

Me ordenó que le comprara


Al pasar por la botica
Un frasco de limonada
Y trajera a mi enfermo
Cuando la fiebre pasara.

Yo regrese a mi rancho
Igual que regresaría todo padre
En iguales circunstancias
El corazón en los labios
Y la tristeza en el alma

La fiebre, duro poquito


La fiebre duró poquito
Y se me fue una mañana
Entre el canto de zarzales
Y el suave aclarar del alba.

Yo abrazaba a mi hijo, lo besaba


Así se me fue mi hijo
Así murió mi hijito
Con la frente, muy helada
Y yo sin voz ni dinero
Parado junto a mi casa.
Así… así la tierra lo aguarda
Con las manos sobre el pecho
Acuñando mi desgracia
Sin vida su cuerpecito
Ya de la fiebre descansa.

Estoy, sólito en mi rancho


me he quedado solo en mi casa,
ladran los perros afuera
Como si vieran fantasmas
Y alumbran mi pensamiento
Candiles de luces malas,
Y al filo de media noche
Mi cuchillo cabo de plata
La única plata del pobre
Que no le sirve pa´ nada
Y medito mi venganza
Y por eso grito al mundo
Que me perdone la ciencia,
No me culpen si mañana,
Me gritan que soy bandido.
O un mal hombre sin entrañas,
Nací buey y me hacen puma
Soy cordero y me ponen garras.

¡Dios! ¡Dios! Todo poderoso


has que despunte el alba
y arranca de mi pecho
este grito, este grito que me mata:
agua nana, agua.. agua tata.

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