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INSTRUCTIVO PARA PLANTEAR PROBLEMAS FILOSÓFICOS Y DE

CIENCIAS SOCIALES DE UNA MANERA NOVEDOSA Y OBJETIVA

Primer paso. Seleccione un concepto que haya sido tratado desde hace algunas
décadas por intelectuales casi desconocidos o extremadamente conocidos.
Castigo, educación, responsabilidad, ser, valor, racionalidad, tiempo, nombre,
virtud, necesidad, son algunos ejemplos. Si su campo de investigación es el de la
política, es recomendable elegir un concepto que esté de moda entre los
intelectuales de Estados Unidos y Europa. Por ejemplo: autoritarismo, democracia,
países en vías de desarrollo, totalitarismo, anarquía, civilización, justicia
retributiva. Si el país en donde usted vive tiene problemas sociopolíticos distintos,
no se preocupe, repítase que la filosofía trata de lo universal no de lo particular.
Segundo paso. Señale enfáticamente que el mencionado concepto se usa hoy con
excesiva ambigüedad y ligereza; no se detenga a justificar su afirmación, es de
mal gusto, como usted sabe, ser prolijo. Por cierto, para que su tesis cobre mayor
fuerza, recuérdele al lector algo que, desde luego, resulta obvio: la existencia
humana depende hoy en día de la interpretación que hagamos de dicho concepto.
Tercer paso. Señale cuál es la corriente filosófica responsable del uso inadecuado
del concepto. Si es posible, culpe a todas las corrientes filosóficas vigentes
distintas a la suya. Si su mentalidad es de emprendedor, genere una corriente
filosófica nueva.
Cuarto paso. Después de un concienzudo análisis, descubra que es necesario
hacer la historia de este concepto. Hay que empezar, claramente, por el
Romanticismo o la Ilustración. Seleccione algún filósofo inglés o francés o alemán
de aquella época que haya abordado el tópico; dedíquele 100 páginas de profunda
claridad o de artística oscuridad; encuentre que la ambigüedad, el mal uso del
concepto, en fin, el ligero error, ya estaba presente a finales del siglo XVIII y
principios del XIX. Por favor, concéntrese exclusivamente en la historia de la
filosofía, sólo una o dos veces haga referencia a condiciones sociales y
económicas; hace tiempo que sabemos que la historia de la humanidad es, por así
decirlo, un simple reflejo de la historia filosófica.
Quinto paso. Retroceda uno o dos siglos. De preferencia remítase a Descartes. O
a Spinoza, si a usted le gusta ir contra la opinión común y corriente. Desde luego,
si usted trabaja temas políticos, inclínese por Locke. Cite a poetas líricos o a
dramaturgos para apoyar su análisis filosófico. Es válido citar a Shakespeare, pero
si quiere pasar por erudito, opte por John Done. Ya que está en vena literaria,
tome un libro de T. S. Eliot, ábralo en una página al azar y escoja el fragmento
más oscuro para que figure como epígrafe de la obra que está usted escribiendo.
Sexto paso. Ahora haga una conexión entre Descartes (o Spinoza o Locke) y un
filósofo de la Edad Media europea. Como sabe, ya pasaron de moda Francis
Bacon, el Maestro Eckhard y Nicolás de Cusa. Prefiérase a Buenaventura, Duns
Escoto o Abelardo.
Séptimo paso. Haga un discurso como el siguiente: “es patente que este concepto
es de capital importancia para el pensamiento europeo, y es evidente, asimismo,
que se trata de una herencia filosófica griega”. Deje la ociosidad: no se pregunte si
existen suficientes eslabones histórico-culturales entre “la civilización occidental” y
Grecia como para hablar de herencia. Tampoco se pregunte en qué sentido se
habla aquí de herederos. Sólo afirme: Europa es la heredera de Grecia, y diga que
su proyecto quedaría inconcluso si no analiza la cuna de la civilización.
Octavo paso. No escudriñe diversas manifestaciones del pensamiento griego, sólo
estudie obras filosóficas y dramáticas atenienses, a final de cuentas hasta los
estudiantes de bachillerato saben que Grecia se reduce, en realidad, a Atenas. Si
tiene un poco más de tiempo, abra sus horizontes y consulte, por ejemplo, un libro
que trate de la influencia de Tales de Mileto sobre la tragedia ática.
Noveno paso. Su investigación histórica arrojará el siguiente resultado: en Grecia
el mencionado concepto era de una riqueza asombrosa, no obstante, nunca fue
analizado con rigor, ni por los presocráticos, ni por los socráticos, ni por los
posocráticos. Apunte que la transmisión de la filosofía griega provocó graves
distorsiones en el concepto, éste perdió su fuerza inicial. Puede echarle la culpa a
los romanos, a los cristianos, a los árabes, a la escolástica, a los españoles, a la
Ilustración, al Romanticismo, a los filósofos actuales o a todos juntos.
Décimo paso. Después de 50 páginas de alabar la filosofía griega, hable de sus
obvias limitaciones. Enseguida señale, con énfasis, sorprendido y sin detenerse en
nimiedades como las pruebas, que los europeos más que pervertir el concepto lo
han usado con maravillosa creatividad. Así, dando un giro insospechado a su tesis
inicial, declare que el concepto es, en realidad, propiedad de Europa, no sólo por
herencia, sino más aún por innovación.
Undécimo paso. Usted irá más allá. Propondrá que la democracia, la libertad, el
amor, la educación, la política, las relaciones internacionales, el nombrar, el
populismo, la ciudad, la filosofía, el arte, el pensamiento racional, es decir,
cualquier concepto que haya seleccionado, si bien apareció tímidamente en
Grecia, es en realidad una creación que le debemos a los filósofos europeos.
Aunque usted desconozca el chino, el maya, el árabe, el quiché, el japonés, el
igbo, el ruso, etc., señale (ya sabe, con autoridad) que en ninguna otra cultura se
ha hecho tanto hincapié en dicho concepto. Escriba que la invención del amor se
la debemos a los provenzales, con Platón como curioso antecedente. Que la
invención de la política es obra de Maquiavelo, aunque Tucídides cuenta como
tímido precursor. Que la educación nace en el imperio prusiano del siglo XVIII,
superando los balbuceos pedagógicos de Aristóteles y de Méntor. O bien,
sostenga que la lucha por la libertad comenzó con la guerra entre griegos y
persas, aunque realmente floreció con la Revolución Francesa y, claro, no deje de
subrayar la importancia que para la libertad tuvieron la reconquista de España, las
Cruzadas, la guerra contra los otomanos y la invasión a Irak.
Doceavo y último paso. Insinúe que la corriente filosófica a la que usted pertenece
tiene las herramientas para renovar la filosofía, para rescatar a la princesa, para
vivir feliz con ella en un castillo encantado, en compañía de sus padres,
peleándose a muerte con sus vecinos o ignorándolos olímpicamente para sentirse
únicos en este y en el otro mundo.

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