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Se puede vivir en una zona abundante en fuentes naturales de agua y aún así batallar para acceder a ella. Cuando
la infraestructura no existe o es deficiente, la vida se complica. E incluso cuando existe y es eficiente, nada
garantiza que la distribución sea equitativa.
Los pobladores de San Antonio el Grande lo saben bien. A pesar de vivir entre las montañas de la Madre Sierra
Oriental, esta comunidad, ubicada en el municipio de Huehuetla, en la región Otomí-Tepehua del estado de Hidalgo,
en México, vino a contar con una red de abastecimiento de agua potable para sus más de tres mil habitantes hace
apenas ocho años. Pero más allá de las mejoras evidentes, todavía hay problemas que resolver.
Venancio Pérez, originario de la zona, recuerda que él y su familia se organizaban para ir a cargar grandes cubetas
de agua desde el pozo más cercano a su localidad, a un par de kilómetros de distancia.
Su madre era la principal encargada de conseguir el recurso. Ella comenzaba su día a la una de la mañana. Se
levantaba para caminar hasta el manantial y hacer una fila de aproximadamente una hora de espera. A esa hora,
otras jefas de familia ya aguardaban para recargar sus tambos, bidones, tinajas y cubetas con agua para cocinar,
beber o bañarse. Aunque esto último también lo resolvían en el río Pantepec que corre un kilómetro abajo en línea
recta o, en río Blanco, al pie de la montaña.
Esta dinámica fue parte de la normalidad de la gente de San Antonio durante muchos años. Pero el extremo
crecimiento poblacional a partir de la década de 1970 comenzó a causar un conflicto de abastecimiento. El agua
de los pozos ya no era suficiente y la logística para obtenerla se complicaba cada vez más, de acuerdo con
pobladores.
Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en México existe una cobertura de servicio de agua entubada del
92% en zonas urbanas. Sin embargo, las áreas rurales alcanzan apenas el 23.9 por ciento.
El último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de 2020 indica
que al menos 9% de la población de Hidalgo vive en domicilios sin acceso al agua y el 8.4% de los hogares no
cuentan con drenaje. Según el organismo, unas 635 mil personas carecen de acceso a servicios básicos en las
viviendas hidalguenses.
Aunque la región está repleta de ríos y manantiales, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) estima
que aproximadamente 377 mil 186 personas carecen del servicio de agua en el estado. Los habitantes de
Huehuetla, vecinos de Venancio Pérez entre ellos, están entre los más desfavorecidos.
La gran contradicción es que tanto este como los municipios de Tenango de Doria y de San Bartolo Tutotepec
están enclavados en la Sierra Otomí-Tepehua. Aunque esta es una de las regiones más pobres de Hidalgo, también
es de las más biodiversas, debido a su riqueza en recursos hídricos y naturales.
En la década de 1990, los 2,193 habitantes de San Antonio se abastecían con una bomba eléctrica desde los
manantiales del rancho de las Flores, localizado en la parte baja de la comunidad. Pero el servicio era irregular y el
gasto de energía implicaba una cuota a los beneficiados, quienes no veían rendimientos eficientes por su pago.
Además, estaban sujetos a las condiciones de la persona dueña del rancho.
DETALLES
Título: Vivir sin agua potable en medio de ríos y manantiales: Hidalgo y sus problemas de
red hídrica
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