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Véronique De Keyser
Es difícil hablar de análisis del trabajo fuera de la perspectiva de los recientes cambios del
mundo industrializado, ya que la naturaleza de las actividades y las condiciones en las que se
desarrollan han evolucionado notablemente durante estos últimos años.
Los factores que han dado lugar a estos cambios han sido numerosos, pero hay dos cuyo
impacto puede considerarse crucial. Por un lado, los avanías de la información, han
revolucionado muchas trabajos (De Keyser 1986). Por otra parte, la incertidumbre del mercado
económico ha exigido una mayor flexibilidad en la gestión del personal y la organización del
trabajo. Si bien los trabajadores tienen ahora una visión más amplia del proceso de producción,
como un proceso menos rutinario e indudablemente más sistemático, también es verdad que
han perdido los vínculos exclusivos con un entorno, un equipo o una herramienta de
producción. No es fácil contemplar estos cambios con serenidad, pero tenemos que
enfrentarnos al hecho de que se ha creado un nuevo panorama industrial, en ocasiones más
enriquecedor para aquellos trabajadores que pueden encontrar su lugar en él, pero también
lleno de trampas y dificultades para aquellos que resultan marginados o excluidos.
No obstante, en las empresas está surgiendo una idea que ha confirmado los experimentos
piloto realizados en muchos países: es posible dirigir los cambios y amortiguar sus efectos
adversos utilizando análisis adecuados y aplicando todos los recursos de negociación entre las
distintas partes. Y es dentro de este contexto en el que deben realizarse los análisis actuales
del trabajo, como herramientas que nos permitirán describir mejor las tareas y actividades para
así poder dirigir intervenciones de distinta índole, como la formación, el establecimiento de
nuevos sistemas de organización o el diseño de herramientas y sistemas de trabajo.
Hablamos de análisis en plural porque existen muchos tipos de análisis, en función de los
contextos teóricos y culturales en los que se han desarrollado, de los objetivos concretos que
persiguen, de la evidencia que recogen o del interés de sus autores por lo específico o por lo
general. Aquí nos limitaremos a presentar algunas características de los análisis del trabajo y
haremos hincapié en la importancia del trabajo colectivo.
Nuestras conclusiones mostrarán otros caminos, que los límites de este texto no nos permiten
analizar en profundidad.
Si el objetivo primordial de cualquier análisis del trabajo es describir lo que el trabajador hace, o
lo que debería hacer, ubicarlo de forma más precisa en su contexto parece, a menudo,
indispensable a los investigadores. Todos mencionan, cada uno según sus propios puntos de
vista, pero de forma similar, los conceptos contexto,situación, entorno, esfera de
trabajo, mundo laboral o medio ambiente de trabajo. El problema no está tanto en los distintos
matices que tienen estos términos, como en la selección de las variables que es necesario
determinar para poder darles un sentido útil. En realidad, el mundo es enorme y la industria,
compleja, y las características a las que podríamos hacer referencia son innumerables. Entre
los autores que han escrito sobre este campo pueden distinguirse dos tendencias. La primera
contempla la descripción del contexto como un medio para captar el interés del lector y
proporcionarle un marco semánticoadecuado. La segunda tiene una perspectiva teórica
diferente: pretende aunar contexto y actividad, y describe únicamente aquellos elementos que
son capaces de influir en el comportamiento de los trabajadores.
El marco semántico
El contexto tiene un poder evocador. Para un lector informado, es suficiente leer algo sobre un
operador en una sala de control, inmerso en un proceso continuo, para formarse una imagen
de su trabajo mediante mandos y vigilancia a distancia, en el que redominarán las tareas de
detección, diagnóstico y ajuste. ¿Qué variables son necesarias determinar para crear un
contexto suficientemente claro? Todo depende del lector. Sin embargo, en las publicaciones
sobre este tema destacan algunas variables clave.
La tarea
La tarea se define por sus objetivos, sus exigencias y los medios necesarios para realizarla con
éxito. Una función que se desempeña en el seno de una empresa suele estar representada por
una serie de tareas. La tarea realizada se diferencia de la tarea encomendada, programada por
la firma por diversas razones: las estrategias de los operadores varían en y entre los individuos,
el entorno fluctúa y los acontecimientos que se producen al azar requieren respuestas que
suelen estar fuera de la estructura del trabajo programado.
Por último, la tarea no siempre se programa con un conocimiento adecuado de sus condiciones
de ejecución. De ahí que sean necesarias adaptaciones en tiempo real. Pero incluso si la tarea
se actualiza durante la actividad hasta el punto de ser modificada, sigue siendo el punto de
referencia central. Los cuestionarios, inventarios y taxonomías de las tareas son abundantes,
sobre todo en las publicaciones anglosajonas: el lector puede encontrar excelentes revisiones
en Fleishman y Quaintance (1984) y en Greuter y Algera (1987). Algunos de estos
instrumentos no son más que meras listas de elementos, (por ejemplo, los verbos de acción
para ilustrar las tareas) que se van comprobando de acuerdo a la función estudiada. Otros han
adoptado un principio jerárquico, caracterizando una tarea como una serie de elementos
relacionados entre sí, ordenados de lo general a lo particular. Estos métodos están
normalizados y pueden aplicarse a un gran número de funciones; son sencillos de utilizar y
reducen significativamente la fase analítica. Pero cuando se trata de definir un trabajo
específico, son demasiado estáticos y generales para resultar útiles.
A continuación están aquellos instrumentos que requieren una mayor habilidad por parte del
investigador, ya que los elementos de análisis no están predeterminados y es el investigador
quien tiene que caracterizarlos. A este grupo pertenece la ya desfasada técnica del incidente
crítico de Flanagan (1954), en la que el observador describe una función por referencia a sus
dificultades e identifica los incidentes a los que el individuo tendrá que enfrentarse.
Esta es también la trayectoria adoptada por el análisis de la tarea cognitiva (Roth y Woods
1988). Esta técnica pretende sacar a la luz los requisitos cognitivos de un trabajo. Una manera
de realizarlo es desglosando el trabajo en objetivos, exigencias y medios. La Figura 29.2
muestra cómo la tarea de un anestesista, caracterizada en primer lugar por el objetivo muy
global de la supervivencia del paciente, puede subdividirse en una serie de objetivos
secundarios, que pueden a su vez clasificarse en acciones y medios que serán empleados.
Fueron necesarias más de cien horas de observación en el entorno operativo y entrevistas
posteriores con anestesistas, para obtener este “retrato” sinóptico de los requisitos de la
función. Esta técnica, aunque muy laboriosa, resulta útil para determinar si todos los objetivos
de una tarea están dotados de los medios necesarios para conseguirlos. Además, permite
comprender la complejidad de una tarea (sus dificultades específicas y sus objetivos
conflictivos, por ejemplo) y facilita la interpretación de determinados errores humanos. Pero
adolece, al igual que otros métodos, de la ausencia de un lenguaje descriptivo (Grant y Mayes
1991). Además, no permite formular hipótesis en relación con la naturaleza de los procesos
cognitivos que entran en juego para obtener los objetivos en cuestión.
Otros enfoques han analizado los procesos cognitivos asociados con determinadas tareas,
estableciendo hipótesis relacionadas con el proceso de la información necesario para llevarlas
a cabo. Un modelo cognitivo de este tipo, frecuentemente empleado, es el de Rasmussen
(1986) que establece, según la naturaleza de la tarea y lo familiar que ésta resulte para el
sujeto, tres niveles posibles de actividad basados en los hábitos y reflejos adquiridos gracias a
la habilidad, en procedimientos adquiridos mediante normas, o en procedimientos basados en
el conocimiento. Pero también se siguen utilizando otros modelos o teorías que alcanzaron su
nivel máximo de popularidad durante el decenio de 1970. Por ejemplo, la teoría del control
óptimo, que considera al hombre como controlador de las discrepancias entre los objetivos
asignados y los objetivos observados, sigue aplicándose ocasionalmente a los procesos
cognitivos. También la elaboración de modelos mediante la conexión de tareas relacionadas
entre sí y las gráficas de flujo continúan inspirando a los autores de análisis de tareas
cognitivas. La Figura 29.3 ofrece una descripción simplificada de las secuencias conductuales
en una tarea de control de energía y establece una hipótesis sobre determinadas operaciones
mentales. Todos estos intentos reflejan la preocupación de los investigadores por aunar en la
misma descripción los elementos del contexto, la tarea propiamente dicha y los procesos
cognitivos subyacentes, además de reflejar el carácter dinámico del trabajo.
Desde el advenimiento de la organización científica del trabajo, el concepto de tarea
encomendada ha sido duramente criticado, ya que se ha considerado que representa una
imposición a los trabajadores de tareas que, no sólo se han diseñado sin tener en cuenta sus
necesidades, sino que además van acompañadas, a menudo, de un tiempo específico de
ejecución, una restricción no muy bien acogida por muchos trabajadores. Aunque el aspecto
impositivo es actualmente bastante más flexible y los trabajadores contribuyen con mayor
frecuencia al diseño de tareas, la asignación de un tiempo a la tarea sigue siendo necesaria
para la planificación y programación y, por ello, un componente esencial en la organización del
trabajo.
Pero la cuantificación del tiempo no debe percibirse como un aspecto negativo. Constituye un
valioso indicador de la carga de trabajo. Una forma simple y muy extendida, de medir la presión
de tiempos que se ejerce sobre un trabajador consiste en determinar el cociente del tiempo
necesario para la ejecución de una tarea, dividido por el tiempo disponible. Cuanto más
próximo esté este cociente de la unidad, mayor será la presión (Wickens 1992). Además, esta
cuantificación puede utilizarse para una gestión flexible y adecuada del personal. Tomemos el
caso de las enfermeras, en el que la técnica del análisis predictivo de las tareas se ha
generalizado, por ejemplo, en el reglamento canadiense Planning of Required Nursing (PRN
80) (Kepenne 1984) o en alguna de sus variantes europeas. Gracias a tales listas de tareas,
acompañadas por el tiempo medio de ejecución, se puede establecer cada mañana, en función
del número de pacientes y sus condiciones de salud, un programa de cuidados y la distribución
del personal. Lejos de ser una limitación, la normativa PRN 80 ha demostrado, en un gran
número de hospitales, la existencia de una situación de escasez de personal auxiliar, ya que la
técnica permite establecer una diferencia (véase Figura 29.4) entre lo deseado y lo observado,
entre el número de personas necesarias y disponibles, e incluso entre las tareas planificadas y
las realizadas. Los tiempos calculados representan sólo tiempos medios y las fluctuaciones que
se producen en situaciones reales no siempre permiten aplicarlos, pero este aspecto negativo
se puede compensar con una organización flexible, que contemple los ajustes y que permita al
personal participar en la realización de los mismos.
Actividad, pruebas y rendimiento
Una actividad se define como el conjunto de conductas y recursos que el trabajador utiliza para
desarrollar un trabajo, es decir, la transformación o producción de bienes, o la prestación de un
servicio. Esta actividad se puede estudiar a través de la observación de formas distintas.
Faverge (1972) ha descrito cuatro formas de análisis. La primera es el análisis
de gestos y posturas, en el que el observador localiza, en la actividad visible del trabajador,
tipos de acciones que pueden identificarse y que se repiten durante la realización de un trabajo.
Estas actividades suelen ir acompañadas de una respuesta precisa, como la frecuencia
cardíaca, que nos permite valorar la carga física asociada a cada actividad. La segunda forma
de análisis se hace en términos de adquisición de información. Lo que se descubre a través de
la observación directa, o con la ayuda de cámaras o registros de los movimientos oculares, es
el conjunto de señales que recoge el operador en el campo de información que le rodea. Este
análisis resulta particularmente útil en la ergonomía cognitiva, para tratar de comprender mejor
la forma en que el trabajador procesa la información. La tercera forma de análisis se realiza en
términos de regulación.
La idea es identificar los ajustes que introduce el operador en la actividad con el fin de
responder a las fluctuaciones del entorno o a los cambios que sufra su propia situación. Aquí
encontramos la intervención directa del contexto en el análisis. Uno de los proyectos de
investigación más citados en este campo es el de Sperandio (1972). Este autor estudió la
actividad de los controladores aéreos y detectó importantes cambios de estrategia cuando
aumentaba el tráfico aéreo. Sperandio los interpretó como un intento por simplificar la actividad,
manteniendo un nivel de carga aceptable, al tiempo que continuaban cumpliendo los requisitos
de la tarea. El cuarto tipo de análisis es el de procesos de pensamiento. Este tipo de análisis ha
sido muy utilizado en la ergonomía de puestos sumamente automatizados. En realidad, el
diseño de soportes informáticos, en especial los soportes inteligentes, requiere entender
perfectamente la forma de razonar del operador para resolver ciertos problemas. El
razonamiento, que forma parte del proceso de planificación, anticipación y diagnóstico ha sido
objeto de análisis (puede encontrarse un ejemplo en la Figura 29.5). Sin embargo, las pruebas
de que existe actividad mental sólo pueden inferirse. Fuera de algunos aspectos observables
de la conducta, como por ejemplo los movimientos del ojo o el tiempo que se emplea en
resolver un problema, la mayoría de estos análisis se centran en la provocación de la respuesta
verbal.
Durante los últimos años se ha hecho especial hincapié en el conocimiento necesario para
realizar determinadas actividades, y los investigadores han tratado de no considerarlas como
un postulado inicial del análisis, sino dejar que se manifestaran durante el propio análisis. Estos
esfuerzos han demostrado que es posible obtener rendimientos casi idénticos con niveles muy
diferentes de conocimiento, siempre y cuando los operadores sean conscientes de sus
limitaciones y apliquen estrategias adaptadas a sus capacidades.
Por ello, en nuestro estudio realizado sobre la puesta en marcha de una planta termoeléctrica
(De Keyser y Housiaux 1989), aquélla fue realizada tanto por ingenieros como operadores. Los
conocimientos teóricos y de procedimientos que estos dos grupos poseían, comprobados por
medio de entrevistas y cuestionarios, eran muy diferentes. Los trabajadores, concretamente, a
veces comprendían de forma errónea las variables que intervenían en las conexiones
funcionales de los procesos. A pesar de ello, la actuación de ambos grupos fue muy similar,
pero los trabajadores tuvieron en cuenta más variables para controlar la puesta en marcha de
la planta y realizaron verificaciones más frecuentes. Amalberti (1991), que ha mencionado la
existencia de metaconocimientos que permiten a los expertos controlar sus propios recursos,
obtuvo también los mismos resultados. ¿Qué tipo de prueba o evidencia de que
existeactividad sería conveniente obtener? Su naturaleza, como ya hemos visto, depende en
gran medida de la forma de análisis planteado. Su forma varía en función del grado de rigor
metodológico del observador. Las pruebas provocadas se distinguen de las espontáneas y
las concomitantes de lasposteriores. En términos generales, cuando la naturaleza del trabajo lo
permite, debe optarse por las pruebas concomitantes y espontáneas, que no presentan ciertos
inconvenientes, como pueda ser la escasa fiabilidad de la memoria, la interferencia del
observador, el efecto de racionalizar la reconstrucción por parte del sujeto u otros similares.
Para ilustrar estas distinciones, tomaremos como ejemplo las verbalizaciones. Las
verbalizaciones espontáneas son intercambios verbales o monólogos que se expresan de
forma espontánea, sin que el observador lo haya pedido. Las verbalizaciones provocadas son
aquellas que se realizan a solicitud del observador, como cuando se pide al sujeto que “piense
en alto”, algo muy común en la literatura cognitiva. Ambas pueden realizarse en tiempo real,
durante el trabajo, y por tanto, son concomitantes.
También pueden ser posteriores, como sucede con las entrevistas, o con las verbalizaciones
de los sujetos cuando ven su trabajo en una cinta de vídeo. Por lo que respecta a la validez de
las verbalizaciones, es conveniente recordar las dudas suscitadas por la controversia entre
Nisbett y De Camp Wilson (1977) y White (1988) y las precauciones sugeridas por numerosos
autores, conscientes de su importancia en el estudio de la actividad mental y dadas las
dificultades metodológicas que conllevan (Ericson y Simon 1984; Savoyant y Leplat 1983;
Caverni 1988; Bainbridge 1986).
Por esto que, en la ergonomía del diseño, aunque existen reglas, normas y modelos, se
aconseja al diseñador que compruebe el producto, utilizando prototipos tan pronto como sea
posible, y que evalúe la actividad y el rendimiento del usuario
LA ERGONOMÍA: DEL TRABAJO A LA ACTIVIDAD HUMANA
En su alcance como disciplina preventiva, junto con la Psicosociología Aplicada pretende lograr
la adaptación del trabajo a las diversas características de los trabajadores afectados, es decir
el acondicionamiento perfecto del puesto de trabajo, de las herramientas, y de la organización
del trabajo con relación a los determinantes de variabilidad inter e intraindividual. La
consideración de estos criterios de adaptación es muy importante, puesto que la ética de la
ergonomía exige que en ultima instancia las condiciones de trabajo sean mejoradas y no
agravadas, pero se puede mejorar según criterios diferentes, mejora de resultados en términos
de rendimiento o de eficacia, aligeramiento de la carga de trabajo, disminución o supresión de
los efectos negativos sobre el trabajador, aumento de la seguridad, aumento del interés
intrínseco de la tarea, aumento de la satisfacción etc. Las psicopatologías laborales como el
estrés y sus versiones diferenciadas, hoy muy difundidas como burnout y mobbing , evidencian
que las acciones de la prevención solo alcanzan a una parte de la realidad laboral, aquella en
la que es posible establecer una relación de causalidad, ligando unos factores objetivos,
claramente identificables, incluso medibles y unos efectos sobre la salud, susceptibles de ser
caracterizados médicamente. Las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajo
por esfuerzos repetidos y manipulación manual de cargas están aumentando en relación
inversa con el nivel de contratación y empleo de ergónomos; es la constatación de que los
compromisos establecidos en la normativa no tienen una extrapolación plena e inmediata a las
empresas.
Redactor:
Introducción
El análisis ergonómico del puesto de trabajo, dirigido especialmente a las actividades manuales
de la industria y a la manipulación de materiales, ha sido diseñado para servir como una
herramienta que permita tener una visión de la situación de trabajo, a fin de diseñar puestos de
trabajo y tareas seguras, saludables y productivas. Así mismo, puede utilizarse para hacer un
seguimiento de las mejoras implantadas en un centro de trabajo o para comparar diferentes
puestos de trabajo.
La base del análisis ergonómico del puesto de trabajo consiste en una descripción sistemática y
cuidadosa de la tarea o puesto de trabajo, para lo que se utilizan observaciones y entrevistas, a
fin de obtener la información necesaria. En algunos casos, se necesitan instrumentos simples de
medición, como puede ser un luxómetro para la iluminación, un sonómetro para el ruido, un
termómetro para el ambiente térmico, etc.
A pesar de estar dirigido a la industria, no está enfocado para trabajos en cadena, como otros
métodos tradicionales (L.E.S.T., Perfil del puesto, Fagor, etc.).
Es un método abierto. Aunque se definen una serie de items, existe la posibilidad de añadir o
suprimir aquellos que el usuario considere necesarios (ver cuadro 1).
Puesto de
1
trabajo
Actividad
2
física general
Levantamiento
3
de cargas
4 Postura de
trabajo y
movimientos
Riesgo de
5
accidente
Contenido del
6
trabajo
7 Autonomía
Comunicación
del trabajador
8
y contactos
personales
Toma de
9
decisiones
Repetitividad
10
del trabajo
11 Atención
12 Iluminación
Ambiente
13
térmico
14 Ruido
Los items del método son cuantifcables y se incluyen sólo aquellos que se han podido estructurar
y clasificar adecuadamente.
Paralelamente a la evaluación del especialista que realiza el análisis, se lleva a cabo otra
evaluación de índole subjetiva para cada ítem y se sugiere que cuando exista una divergencia
entre ambas, se analice más ampliamente la situación (ver cuadro 2 y cuadro 3).
Cuadro 2: Ejemplo de valoración
Cuadro 3: Ejemplo de valoración
Las escalas de los items no son comparables entre sí. La evaluación de las condiciones de
trabajo se basa en dos valoraciones: una realizada por el analista a partir de los criterios de
aplicación y otra paralela, que refleja la opinión que tiene la persona que ocupa el puesto de
trabajo.
Criterios de aplicación
Para el análisis de un puesto de trabajo se debe proceder siguiendo los tres pasos siguientes:
1. El analista define y perfila la tarea que se va a analizar. El análisis puede ser de una
tarea o de un lugar de trabajo. Frecuentemente, la tarea tiene que ser dividida en
subtareas, que serán analizadas por separado.
2. Se describe la tarea enumerando las distintas operaciones realizadas y se dibuja un
esquema del puesto de trabajo.
3. El analista puede proceder al análisis ergonómico, ítem por ítem, utilizando las
directrices generales del método.
A continuación, vamos a describir cada ítem y su correspondiente guía para efectuar el análisis.
En las guías se señalan los requisitos fundamentales que debería cumplir cada variable que
contempla este método.
Puesto de trabajo
Si los objetos que deben manejarse están situados de tal modo que el trabajador pueda
mantener una postura de trabajo adecuada.
Si se mantiene la postura de forma correcta para satisfacer las demandas funcionales de
la tarea (superficies de soporte: sillas, respaldo, apoyabrazos, superficie de la mesa,
etc.).
Si hay espacio suficiente para que el trabajador pueda realizar los movimientos que exija
el trabajo y cambiar de posturas con facilidad.
Si el trabajador puede ajustar las dimensiones del puesto de trabajo y adaptar el equipo
que utiliza a sus necesidades.
La actividad física general se determina según la intensidad de la actividad física que requiera el
trabajo, los métodos utilizados y los equipamientos. Estos requerimientos pueden ser óptimos,
pero también pueden ser demasiado grandes o demasiado pequeños. La calidad se determina
según el trabajador pueda o no regular la carga de trabajo o si se regula por el método de
producción o por la situación en la que se realiza el trabajo.
Levantamiento de cargas
La postura de trabajo hace referencia a la posición del cuello, de los brazos, de la espalda, de las
caderas y de las piernas durante el trabajo. Los movimientos de trabajo son los movimientos del
cuerpo requeridos por el trabajo.
Se valoran, por separado, las posturas y los movimientos de trabajo para cuello-
hombros, codo-muñeca, espalda y caderas-piernas (si están relajados, tensos, torcidos,
etc.). El análisis se efectúa sobre la postura y el movimiento más forzado. La
clasificación final es el peor valor resultante de los cuatro.
El tiempo que se utiliza para mantener la postura repercute, acentuando la carga de una
situación. El valor de la clasificación aumenta en un nivel, si se mantiene la postura más
de media jornada, pero decrece un nivel, si la postura se mantiene menos de una hora.
Riesgo de accidente
Hay que familiarizarse con las estadísticas de accidentes del lugar de trabajo y entrevistar al
personal del departamento de seguridad. A continuación, se debe evaluar la posibilidad de que
suceda un accidente, así como su severidad, y elegir la clasificación correspondiente.
Riesgos mecánicos.
Riesgos causados por un diseño incorrecto.
Riesgos relacionados con la actividad del trabajador (por ejemplo, por las posturas de
trabajo mantenidas, sobreesfuerzos o movimientos efectuados durante el trabajo de
forma incorrecta o la sobrecarga sufrida de las capacidades de percepción y atención del
trabajador).
Riesgos relativos a la energía (la electricidad, el aire comprimido, los gases, la
temperatura, los agentes químicos, etc.).
Las consecuencias del accidente se miden por su gravedad y ésta puede ser:
contenido del trabajo está determinado por el número y la calidad de las tareas individuales
incluidas en el trabajo.
Se evalúa el contenido del trabajo determinando en qué medida dicho trabajo incluye
planificación y preparación, inspección y corrección del producto, y gestión de
mantenimiento y materiales, además de la tarea principal.
Hay que utilizar la descripción del trabajo, si se dispone de ella, con sus asignaciones de
tiempo para tareas individuales, como una ayuda en el análisis. El tiempo asignado para
planificar afecta especialmente a la clasificación.
Se debe tener en cuenta el hecho de que esa planificación, ejecución e inspección
puedan tener lugar simultáneamente en tareas que exijan un nivel muy alto de habilidad.
Cuanto más se defina el contenido del trabajo, mejor es la clasificación.
Autonomía
En trabajos restrictivos, las condiciones en las que se realiza un trabajo limitan la movilidad del
trabajador o su libertad para escoger cuándo y cómo debe hacerse el trabajo.
Si el trabajo se realiza por un grupo de producción, hay que tener en cuenta las
posibilidades del grupo para regular la autonomía de cada trabajador.
La comunicación del trabajador y los contactos personales se refieren a las oportunidades que
los trabajadores tienen para comunicarse con sus superiores u otros compañeros de trabajo.
Hay que determinar el grado de aislamiento del trabajador evaluando las oportunidades
directas e indirectas que tiene para comunicarse con otros trabajadores y con sus
superiores. Estar a la vista no es suficiente para eliminar el aislamiento cuando hay, por
ejemplo, mucho ruido en el lugar de trabajo.
Toma de decisiones
La repetitividad del trabajo está determinada por la duración media de un ciclo de trabajo
repetido y se mide desde el principio al fin del ciclo. La repetitividad puede ser evaluada sólo
para aquellos trabajos en que una tarea se repite continuamente más o menos de la misma
manera. Esta clase de trabajo se encuentra en tareas de producción en serie o, por ejemplo, en
tareas de empaquetado.
Atención
Los requerimientos de atención abarcan toda la atención y observaciones que un trabajador tiene
que poner en su trabajo, en los instrumentos, en las máquinas, en los displays, en los controles,
en los procesos, etc. La demanda de atención se evalúa a partir de la relación entre la duración
de la observación y el grado de atención requerida.
Se determinan:
Las demandas de atención del trabajo, analizando el tiempo que se toma el trabajador
para hacer observaciones y midiendo el grado de atención requerida.
El porcentaje de tiempo, en relación con el ciclo total, en que el trabajador tiene que
estar observando atentamente cualquier aspecto de su tarea.
El grado de atención requerida, estimando la que implica la realización de la tarea y
comparándola con los ejemplos que se dan en el método.
Iluminación
Si la precisión visual necesaria es elevada se mide la luminancia del objeto, la del campo visual
próximo o su inmediato, la media de la zona más oscura, y la de la zona más brillante.
Ambiente térmico
Se evalúa en todos los puestos de trabajo. En un trabajo con radiación térmica o en trabajos con
exposición continuada a temperaturas que exceden los 28 ºC, la evaluación se basa en el índice
WBGT (lSO 7243). El riesgo de estrés térmico causado por las condiciones térmicas depende del
efecto combinado de la temperatura del aire, su humedad, la velocidad del aire, la carga de
trabajo y el tipo de vestido.
Ruido
La valoración del ruido se hace de acuerdo con el tipo de trabajo realizado. Existe riesgo de daño
en la audición cuando el nivel de ruido es mayor de 80 dB (A). Se recomienda el uso de
protectores auditivos.
Evaluación
El analista clasifica los diversos factores en una escala, que, generalmente, va desde 1 hasta 5.
La base principal para la clasificación es la desviación de las condiciones de trabajo respecto a
las mejoras del trabajo para alcanzar un nivel óptimo o las recomendaciones generalmente
aceptadas. Una clasificación de 4 a 5 indica que la condición o entorno de trabajo puede incluso
ser nociva para la salud de los trabajadores y se debería prestar especial atención al entorno o a
la condición de trabajo en cuestión.
Las escalas de los items no son comparables. Por ejemplo, una clasificación de 5 para el ítem
«contactos personales» puede no tener el mismo peso, en relación con el puesto de trabajo, en
general, que el valor 5 para el ítem «ruido». Pero en el perfil final, los valores de 5 deberían
llamar la atención, a fin de conseguir una condición o entorno de trabajo apropiado.
El tiempo necesario para el análisis variará de acuerdo con el grado de experiencia del analista y
la complejidad de las tareas. El analista puede abarcar una tarea simple y con la que esté
familiarizado en 15 minutos, mientras que un principiante puede necesitar medio día para
analizar una tarea compleja.
Bibliografía