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Meditación en los 5 skandhas o agregados del Yo

Hemos explicado que el objetivo de la meditación es desarrollar sabiduría. Esta sabiduría es comprender
la propia condición de uno, nuestra realidad interna y la condición de los fenómenos, de nuestro
entorno, de nuestra realidad. Comprender que tanto esta realidad interna como la realidad externa no
tienen una existencia independiente o por su propio lado, que los fenómenos no surgen de modo
independiente o que carecen de existencia inherente. Esto es realizar lo que llamamos vacuidad.

Esta vacuidad no debe ser confundida con "la nada". No debemos pensar que la vacuidad es un objeto
que existe afuera o que la vacuidad es algo que se crea, sino que la vacuidad ocurre de manera natural.
De modo que el propósito de la enseñanza del Buddha es entender la vacuidad de los fenómenos
internos y externos (nuestro micro y macro universo) y de la propia mente.

Cada vez que surge cualquier cosa en nuestra mente, un pensamiento, una emoción, una sensación, lo
que sea que se manifieste dentro de nuestra mente, hay que observar qué es realmente, qué es eso que
está ocurriendo, de dónde viene, dónde reside, etc.

Sí, por ejemplo, está apareciendo ante mí una mesa, o un vaso, o una flor, cualquier objeto, debo
chequear dónde está ocurriendo esto. Si yo examino realmente, me daré cuenta que esta experiencia
está ocurriendo dentro de mi propia mente, y no del lado del objeto, está ocurriendo del lado de mi
mente; y cuando descubro esto entonces después investigo ¿qué es la mente que está teniendo esa
experiencia? En ese proceso de análisis e investigación entonces, descubro que esta mente no puede ser
establecida, si tratamos de encontrar esta mente, no encontramos nada. Por tal razón en el sutra del
corazón se recita, "forma es vacío y el vacío es forma", lo que dice realmente es que cualquier objeto o
fenómeno que aparezca o se manifieste en nuestra mente, aunque creamos que es algo externo,
realidad está ocurriendo internamente, en nuestra propia mente, en el aspecto vacío de nuestra mente,
así también cualquier fenómeno o apariencia interna también ocurre o se manifiesta en el aspecto vacío
de nuestra mente. Por lo tanto, todas las cosas, todos los fenómenos, son simplemente manifestación u
ocurren, debido a la potencialidad de la vacuidad de nuestra propia mente.

Cuando nosotros miramos, por ejemplo, el espacio o el cielo, podemos ver que a veces aparecen objetos
como el sol, la luna, las nubes, etc., y que a pesar de que se manifiestan, no obstruyen ni cambian la
naturaleza del espacio, y una vez que este objeto deja de estar en el espacio volvemos a ver el cielo o
espacio completamente abierto y despejado, pero nunca, en ningún caso este objeto - o lo que sea que
aparezca - daña o altera de forma alguna la naturaleza del espacio.

Lo mismo ocurre con lo que pasa dentro de nuestra propia mente, ninguna cosa que ocurra dentro de
ella cambia la naturaleza vacía de la mente, la mente no se llena más ni se vacía más, sino que siempre
está en la misma condición. Todo lo que aparece como obstrucción es algo temporal o adventicio, de
modo que la mente siempre está en estado de vacuidad.

¿La pregunta que debemos hacernos es…por qué nos interesa saber o descubrir que la mente es
vacuidad?, que su naturaleza es vacuidad? Porque tenemos emociones aflictivas, venenos mentales que
aparecen y desaparecen en nuestra mente. Y tenemos que saber que ellos no son algo fijo o
permanente, que no tienen una naturaleza permanente, que son solamente algo temporal y que surgen
y se disuelven nuevamente en la mente, regresando a la vacuidad de la propia mente. Si somos capaces
de reconocer esto, es posible entonces que nos vayamos liberando de todas estas trabas, obstáculos y
problemas que nos generan las emociones negativas, a través de reconocer la naturaleza de la mente.

Por lo tanto, la vacuidad se convierte en una panacea, en un remedio contra nuestra tendencia a
solidificar la realidad, la experiencia de la realidad, como algo fijo e inmutable y a nuestra tendencia a
aferrarnos a nuestro propio ego, nuestro yo, nuestro propio cuerpo como algo sólido, fijo y monolítico.

Una forma de reconocer esto es ir a un lugar alejado en lo alto de la montaña, sentarse allí – sin que nos
de la luz directamente a los ojos - y mirar panorámicamente, sin fijar la vista, mirar todo el espacio; y
una vez que estamos con los ojos abiertos reconociendo la condición del espacio libre de limitaciones,
en que todo vuelve y se disuelve en el espacio (vemos, por ejemplo, como pasan las nubes sin dejar
huella), entonces reconocer que esa es la misma condición de mi mente y conectar el ejemplo del
espacio externo con la condición real de mi mente, reconocer que son lo mismo. En este ejemplo, es
necesario contar con un lugar apropiado que tenga las condiciones que sean conducentes para este
reconocimiento.

Si no contamos con estas condiciones, debemos buscar otros métodos que nos permitan reconocer
esto...

Entonces, ¿qué hacemos? primero cerramos los ojos y por uno o dos minutos meditamos en la vacuidad
y empezamos a comprender que todos los fenómenos son creación de la mente, que los fenómenos
surgen y se disuelven en la mente, meditamos en que los fenómenos físicos externos son también
manifestación de mi propia conciencia, mi cuerpo etc., meditamos en esto una y otra vez de manera de
lograr tener una cierta comprensión mínima, una gota de comprensión de eso, y luego dejamos de estar
dándole vueltas a las cosas y nos enfocamos en esta comprensión sin tener ningún tipo de dudas y
meditamos comprendiendo que: “Todo es vacío, todo es vacuidad, inseparable”, entonces si surge un
pensamiento, si surge alguna cosa debemos reconocer ese pensamiento como algo que no debe ser
separado de la propia mente, pues nuestra mente es vacuidad y todo lo que produce la mente también
es vacuidad, reconociendo de esta manera, en ese momento, que este pensamiento es simplemente la
mente. La mente y el pensamiento son de la misma naturaleza, por lo tanto, no me enfoco en el
pensamiento, no me enfoco en la mente, simplemente reconocemos y mantenemos este estado de
igualdad (tal como por ej, el sol y los rayos del sol).

Lo mismo se aplica al cuerpo y sus agregados (los cinco skandhas que explicamos en el taller). Luego nos
enfocamos en las sensaciones del cuerpo - este es mi cuerpo, esta es mi mente- no tratar de separar las
dos cosas. No pensar, la mente esta por un lado y el cuerpo por otro. Mente y cuerpo son aspectos de la
misma vacuidad. Por lo tanto, no nos enfocamos en este cuerpo más que para reconocer que también
es vacuidad; meditamos en el agregado de la forma como completamente vacío, no pensamos esta es
mi rodilla, este es mi pie, no tratamos de enfocarnos como normal u ordinariamente hacemos,
simplemente cortamos con esa noción. Lo mismo pasa con el agregado de la sensación, de los
sentimientos, de las sensaciones internas neutras, agradables, desagradables (cuando nos sentimos
felices, cuando nos sentimos tristes, etc.), también están vacías. Meditamos entonces, que tanto el
agregado de la forma como el de la sensación son vacuidad.

El tercer agregado es el agregado de las percepciones y se sustenta en lo que ocurre al nivel del
agregado de la forma o cuerpo y al nivel del agregado de la sensación. Debido a la impureza de nuestra
experiencia con el agregado de la forma y a través del hábito de solidificar nuestras sensaciones,
nuestros sentimientos, es que estos dos agregados sirven de base para una percepción errónea, de
solidez, de apego y aferramiento a las cosas como existentes por sí mismas.

Si meditamos correctamente en los dos previos, meditamos que todos los fenómenos son vacuidad, el
tercer agregado que es la percepción se purifica y no tiene base para aferrase a la noción de un sujeto
(que es el agregado de la sensación) o a la noción de un objeto (que es el agregado de la forma), por lo
que no hay base para que el agregado de la percepción pueda confundirse o generar una visión impura.
Si aplicamos correctamente el método, el agregado de la percepción queda en un estado de vacuidad,
donde no hay actividad de meditar ni meditador.

Si no tenemos este tipo de entrenamiento, cuando nos interrelacionamos con otros seres, con otros
objetos, inmediatamente surgen las emociones negativas como el apego, el odio, la ignorancia, la
confusión respecto a esos objetos, etc. Pero si por el contrario nosotros meditamos correctamente en la
vacuidad tal como se ha explicado, paso a paso, y realmente hemos purificado un poco nuestro
agregado de la percepción a través de nuestra meditación, cuando surjan emociones negativas hacia
otros seres u objetos etc., podremos reconocer rápidamente el surgimiento de estas emociones y
liberarnos de ellas.

El método entonces es meditar en la vacuidad de nuestras percepciones, de nuestras impresiones de lo


positivo y de lo negativo, de lo bueno o malo, hasta que descubramos que realmente no tienen esencia,
que son vacías, que son circunstanciales y temporales, y que se disuelven continuamente. Y luego de
meditar, no perder este tipo de reconocimiento en nuestras actividades cotidianas.

Para purificar el cuarto agregado, llamado samskara o formaciones mentales, que es el que conecta a
todos los otros agregados, y establece la conexión entre sensaciones, formas y percepción, y que nos da
la sensación de que somos una integridad, una unidad, necesitamos construir este reconocimiento en
base a los tres primeros; si meditamos en la vacuidad de la forma, de la sensación y de la percepción,
naturalmente se purifica el cuarto agregado.

Y finalmente para purificar el agregado de la conciencia, equivale a reconocer que nuestra mente es la
base de todo lo que está vacío, la mente es la base de todo y todo está vacío debido a que la mente está
vacía, por tanto, el agregado de la conciencia es la base de toda la comprensión de la vacuidad.

Si tenemos una percepción, un reconocimiento de la vacuidad del agregado de nuestra propia


conciencia, de nuestra propia mente, entonces gradualmente empezamos a comprender la vacuidad de
todas las cosas,y se empieza a desarticular esta visón de que todo es muy sólido mediante la
comprensión de la vacuidad de la propia mente. Cuando hemos realizado la vacuidad de nuestra propia
conciencia, de nuestra propia mente y ocurre algún estimulo o fenómeno que se manifiesta, surgiendo
en nosotros una percepción impura (como por ejemplo, esto no me gusta, esto si me gusta, esto es una
emoción negativa, ira, etc.) esta ya no tiene la misma fuerza, la misma intensidad que antes para
desequilibrar la mente, no tiene el mismo poder para arrastrar a la mente hacia esa espiral (de la ira por
ejemplo), sino por el contrario, cada vez se vuelve más débil.

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