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Tomar conciencia del Ser es muy sencillo porque el Ser siempre está
realizado. Tienen que sobrepasar la mente. Vayan detrás y más allá. El
único leguaje que el Ser conoce es el silencio. Pueden preguntarse
mentalmente: “¿Qué es eso que surge dentro del cuerpo llamado “Yo”?
¿Cuál es su verdadera naturaleza? ¿De dónde viene?”
Todo lo que podemos hacer es atender el Ser, no indagar en él. En el
estado en que estamos despiertos, todas las experiencias son efímeras. Sin
embargo, para el hombre común, estas experiencias son criterios de prueba
de la realidad. De acuerdo con el Vedanta, la Realidad es inmutable,
permanente y se evidencia por sí misma. Nosotros, por otra parte,
identificamos nuestro Ser con el cuerpo, el cual está sujeto a cambios,
degeneración y muerte. Todo aquello que aparece durante un período de
tiempo y que luego desaparece no es verdadero ni real. El Ser significa
aquello que fue en el pasado, que es hoy día y que será mañana. Es por ello
que digo: “Fui lo que soy, soy lo que soy y seré lo que soy”, lo cual quiere
decir que el Ser es inmutable e inalterable. Todo lo demás que aparece no
existe realmente, tan sólo se le ha atribuido existencia. Cuando aceptamos
que no existe un observador como tal, aquello que observa permanece sólo
allí. Eso es el Atman. El Atman es su propia ancla. No necesita de otro
para confirmar su existencia. Es el soporte de todo.
Una vez que hemos aceptado esto, el camino espiritual se torna muy
sencillo. El problema del hombre moderno es que no reconoce como
verdad que el intelecto no es independiente. Cuando se logra entender esto,
la mente se detiene y deja de crear pensamientos. Ustedes sólo existen
como Conciencia. Si la mente está alerta, no activa o floja, puede
reconocer inmediatamente el surgimiento del pensamiento del yo (ego).
Entonces, nos damos cuenta cuán innecesarias son nuestras reacciones o
comentarios. El no surgimiento del pensamiento del yo es el estado de Ser
“Eso” que somos.
Había una vez un Gurú que sentía un afecto especial por uno de sus
discípulos. Un día, quiso ponerlo a prueba. Con sus Siddhis (poderes
sobrenaturales) se convirtió en un tosco aldeano y fue hasta la casa del
discípulo. Este estaba distraído viendo el desfile del rey que pasaba delante
de su ventana. “¿Qué estas haciendo?” le preguntó el tosco aldeano. “Veo
al rey desfilando en la procesión montado en su elefante”, le contestó el
discípulo. “¿Quién es el rey? ¿Quién es el elefante? le preguntó al aldeano.
“¿Acaso no ve al rey sentado sobre el elefante? El que está sentado arriba
es el rey y el que está debajo es el elefante”, le contestó el discípulo.
“Todavía no entiendo qué está arriba y qué está abajo”, insistió el
aldeano. El discípulo, ligeramente molesto, pensó que tenía que explicarle
esto al aldeano en una forma en que éste pudiese entenderlo. “Dóblese y
ponga las manos en el piso”, le dijo. El aldeano lo hizo y el discípulo se
sentó sobre su espalda. “Ahora yo estoy arriba y usted está abajo”. El
Gurú disfrazado sonrió y dijo: “Pero lo que yo no entiendo es el
significado del Usted y el Yo”. Al oír esto, el discípulo entendió que esta
afirmación tan profunda no podía haber sido hecha por otra persona que no
fuese su Gurú, e inmediatamente se inclinó a sus pies.
La gente quiere realizar el Ser utilizando la mente, pero como el Ser está
detrás y más allá de la mente, esto no es posible. La mente es una
herramienta muy útil para los asuntos prácticos de la vida diaria, pero
debemos entender que no es necesaria para realizar el Ser. ¿Cómo
podemos contemplar el Corazón Espiritual que está libre de pensamientos?
La contemplación recomendada es que sean lo que son. El Ser se revelará
a sí mismo, como algo obvio para sí mismo, llegando al punto en el cual es
una experiencia directa que no requiere de la ayuda de la mente. Esto,
finalmente es el estado natural del Ser.
El ego es el pensamiento del Yo. El verdadero “Yo” es el Ser. Morar en
nuestro propio ser, donde el ego está muerto, es el estado perfecto. No
hagan caso del ego o de sus actividades; por el contrario, observen la luz
que está detrás. La verdadera indagación consiste en buscar sin decir la
palabra “Yo” y con la mente dirigida hacia el interior, hacia la fuente del
ego: ésa es la verdadera indagación.
EL PRIMER PENSAMIENTO
Cuando la mente investiga sin cesar su propia naturaleza, descubre que tal
cosa llamada mente no existe; es tan sólo un cúmulo de pensamientos, de
los cuales el pensamiento “yo” es el principal, la raíz de todos los demás.
En la mañana, al despertar, lo primero que surge es la noción de ser “yo”,
enseguida aparecen los demás pensamientos: los deberes diarios, el
desayuno, el trabajo, las preocupaciones, las cosas que tengo que hacer,
etcétera. En su momento, en la noche al irme a dormir, el “yo” es el último
pensamiento que desaparece. Cuando el pensamiento “yo” desaparece,
todo lo demás desaparece también.