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LA TÉCNICA DE LA AUTOINDAGACION

<Busquen al que busca


Duden del que duda
Renuncien al que renuncia>

No puede haber una investigación real en el Atma. Solo se puede investigar


en el No-Ser. Solo es posible eliminar el No-Ser. El Ser, el ser siempre
evidente en sí mismo, brillará por sí mismo.

Debido a las tendencias negativas acumuladas en la mente durante muchas


vidas, la Conciencia infinita aparece como si estuviese limitada en un
cuerpo individual y es expresada como un nudo en el corazón. Esta
sensación de estar separado de lo Divino da lugar al estado imaginario de
cautiverio. La meta de toda práctica espiritual (Sadhana) es destruir la
tendencia de la mente que “limita” lo ilimitado. Esto significa que
debemos desarraigar los apegos, gustos, las aversiones y preferencias.
Cuando se han eliminado estas tendencias negativas de la mente, la
habilidad mental para pensar, sentir y actuar se purifica. Ello resulta en una
mente clara y balanceada.

La mente es simplemente una colección de tendencias buenas y malas. Se


aconseja llevar a cabo prácticas espirituales para fortalecer las tendencias
positivas y desarraigar las negativas. La Conciencia es Conciencia, del
mismo modo en que el agua es agua. Es la mente quien crea estas
limitaciones. Dejen que el agua sea agua. Ya sea agua de un océano o de
un río o agua contenida en un vaso, el agua es siempre la misma.

Cuando ustedes identifican la Conciencia con el cuerpo, la mente interviene


con sus pensamientos, deseos, problemas, apegos, preferencias, acciones,
reacciones, amor y odio. La verdad es muy sencilla. Desafortunadamente,
la mayor parte de la gente no quiere escucharla. Hoy en día, el hombre
espera experimentar el cielo sin hacer ni el más mínimo esfuerzo.

Tomar conciencia del Ser es muy sencillo porque el Ser siempre está
realizado. Tienen que sobrepasar la mente. Vayan detrás y más allá. El
único leguaje que el Ser conoce es el silencio. Pueden preguntarse
mentalmente: “¿Qué es eso que surge dentro del cuerpo llamado “Yo”?
¿Cuál es su verdadera naturaleza? ¿De dónde viene?”
Todo lo que podemos hacer es atender el Ser, no indagar en él. En el
estado en que estamos despiertos, todas las experiencias son efímeras. Sin
embargo, para el hombre común, estas experiencias son criterios de prueba
de la realidad. De acuerdo con el Vedanta, la Realidad es inmutable,
permanente y se evidencia por sí misma. Nosotros, por otra parte,
identificamos nuestro Ser con el cuerpo, el cual está sujeto a cambios,
degeneración y muerte. Todo aquello que aparece durante un período de
tiempo y que luego desaparece no es verdadero ni real. El Ser significa
aquello que fue en el pasado, que es hoy día y que será mañana. Es por ello
que digo: “Fui lo que soy, soy lo que soy y seré lo que soy”, lo cual quiere
decir que el Ser es inmutable e inalterable. Todo lo demás que aparece no
existe realmente, tan sólo se le ha atribuido existencia. Cuando aceptamos
que no existe un observador como tal, aquello que observa permanece sólo
allí. Eso es el Atman. El Atman es su propia ancla. No necesita de otro
para confirmar su existencia. Es el soporte de todo.

Una vez que hemos aceptado esto, el camino espiritual se torna muy
sencillo. El problema del hombre moderno es que no reconoce como
verdad que el intelecto no es independiente. Cuando se logra entender esto,
la mente se detiene y deja de crear pensamientos. Ustedes sólo existen
como Conciencia. Si la mente está alerta, no activa o floja, puede
reconocer inmediatamente el surgimiento del pensamiento del yo (ego).
Entonces, nos damos cuenta cuán innecesarias son nuestras reacciones o
comentarios. El no surgimiento del pensamiento del yo es el estado de Ser
“Eso” que somos.

La técnica de Autoindagación consiste, por tanto, en cambiar nuestra


atención del objeto hacia el sujeto. Cuando nuestra atención permanece
enfocada en el observador, éste desaparece automáticamente. Cuando no
hay objeto, no hay necesidad de un sujeto. Si nuestra atención permanece
en el pensamiento del “Yo”, los demás pensamientos desaparecen. Cuando
los demás pensamientos aparezcan, permítanlos, pero no los sigan. En ese
momento pregúntense: “¿A quién pertenecen estos pensamientos?” la
respuesta, naturalmente será: “A mí”. Entonces con la mente quieta,
pregúntense muy calmadamente: “¿Quién soy yo?” No esperen que la
mente les dé la respuesta, pues cualquier respuesta que provenga de la
mente será falsa. Cuando la atención de la mente ya no está enfocada en
los objetos de los sentidos y conceptos del pensamiento, sino que está
dirigida hacia el pensamiento del Yo, la mente se calma y permanece
quieta. En dicha mente, la experiencia intuitiva de unidad puede aparecer
en un destello. Esta es, en breve la técnica de la Autoindagación.

“¿Debe practicarse la Autoindagación en un período determinado?


¿Puede practicarse mientras se repite, por ejemplo, el mantra “Om Sai
Ram?”

Al principio, es mejor apartar un tiempo exclusivamente para practicar la


Autoindagación. Posteriormente, se puede practicar en cualquier sitio, ya
sea en el mercado o durante cualquiera de sus actividades diarias. Si nos
preguntamos a nosotros mismos: “¿Quién está pensando? ¿Quién se siente
molesto? ¿Quién siente rabia o alegría?” La respuesta directa será: la
mente. La Autoindagación puede ser practicada durante cualquiera de
nuestras actividades diarias. Es una forma de saber si estamos progresando
o no. En una situación positiva, la respuesta será: “No soy aquello que
viene y va. Eso es la mente. Yo soy aquello que ni viene ni va”.

Había una vez un Gurú que sentía un afecto especial por uno de sus
discípulos. Un día, quiso ponerlo a prueba. Con sus Siddhis (poderes
sobrenaturales) se convirtió en un tosco aldeano y fue hasta la casa del
discípulo. Este estaba distraído viendo el desfile del rey que pasaba delante
de su ventana. “¿Qué estas haciendo?” le preguntó el tosco aldeano. “Veo
al rey desfilando en la procesión montado en su elefante”, le contestó el
discípulo. “¿Quién es el rey? ¿Quién es el elefante? le preguntó al aldeano.
“¿Acaso no ve al rey sentado sobre el elefante? El que está sentado arriba
es el rey y el que está debajo es el elefante”, le contestó el discípulo.
“Todavía no entiendo qué está arriba y qué está abajo”, insistió el
aldeano. El discípulo, ligeramente molesto, pensó que tenía que explicarle
esto al aldeano en una forma en que éste pudiese entenderlo. “Dóblese y
ponga las manos en el piso”, le dijo. El aldeano lo hizo y el discípulo se
sentó sobre su espalda. “Ahora yo estoy arriba y usted está abajo”. El
Gurú disfrazado sonrió y dijo: “Pero lo que yo no entiendo es el
significado del Usted y el Yo”. Al oír esto, el discípulo entendió que esta
afirmación tan profunda no podía haber sido hecha por otra persona que no
fuese su Gurú, e inmediatamente se inclinó a sus pies.

La trinidad del observador, el proceso de observar y lo observado


constituye una proyección en la pantalla de la Conciencia. El observador
está tan interesado en el proceso de observar y en lo observado que se
olvida de la pantalla o la Conciencia. El sujeto debe retirar su atención de
los objetos que ve, y también del proceso de ver. Si practican esta técnica
unos 15 a 20 minutos cada mañana, se darán cuenta que la primera persona,
el observador, que es parte de la trinidad, tampoco existe. No olviden que
el observador también es la parte de la película que está siendo proyectada
en la pantalla de la Conciencia. Es su sombra o reflejo y como tal, no es
real. De acuerdo con el Vedanta, lo que aparece y desaparece no existe. Al
principio, se sugiere como práctica aferrarse firmemente a la primera
persona, a sí mismos, no importa cuál sea la forma en que ustedes se
imaginen a sí mismos. Sólo cuando la primera persona está presente,
pueden estar presentes la segunda, la tercera y cuarta persona. Por tanto,
cuando se pone en duda la primera persona, ¿cómo puede existir la
segunda, tercera y cuarta persona? La primera persona también es un
reflejo del Atman. No tiene una realidad independiente. Sólo el Atman es
real y existe por sí solo. Se revela a sí mismo.

El pensador es la mente o el ego; cuando se busca, desaparece. Sumérjanse


en su interior y busquen. Encuentren el origen del “Yo” erróneo y
permanezcan allí. Cuando se extingue el ego o la mente, el pensador, el
acto de pensar y el objeto del pensamiento se funden en la fuente, que es la
Conciencia Extática. Por tanto, ese estado no es inerte ni está en blanco.
Aferrándose al pensamiento del “Yo”, con la atención de la mente dirigida
hacia dentro, busquen la fuente del pensamiento del Yo. Cuando la
encuentren, permanezcan allí o sean Eso. Aunque el ego se atavíe con el
traje del Ser y se muestre todopoderoso, no tiene fuerza propia. La
Conciencia de individualidad o ego es sólo un reflejo del Ser, el cual es la
Conciencia ilimitada. El estado en el cual este “Yo” (ego) que surge como
si fuese la primera persona, no surge, es en el estado de la mente en el que
uno es “Eso” (la realidad absoluta). Si no escudriñan la fuente (el
verdadero Ser) de donde surge el “Yo”, ¿cómo podrán destruir el ser
(individual) y lograr el estado de estar sin ego sin el cual no surge el “Yo”?
Y a menos que obtengan ese no surgimiento del “Yo”, ¿cómo podrán
permanecer en su propio estado, en aquél que es “Eso”?

La gente quiere realizar el Ser utilizando la mente, pero como el Ser está
detrás y más allá de la mente, esto no es posible. La mente es una
herramienta muy útil para los asuntos prácticos de la vida diaria, pero
debemos entender que no es necesaria para realizar el Ser. ¿Cómo
podemos contemplar el Corazón Espiritual que está libre de pensamientos?
La contemplación recomendada es que sean lo que son. El Ser se revelará
a sí mismo, como algo obvio para sí mismo, llegando al punto en el cual es
una experiencia directa que no requiere de la ayuda de la mente. Esto,
finalmente es el estado natural del Ser.
El ego es el pensamiento del Yo. El verdadero “Yo” es el Ser. Morar en
nuestro propio ser, donde el ego está muerto, es el estado perfecto. No
hagan caso del ego o de sus actividades; por el contrario, observen la luz
que está detrás. La verdadera indagación consiste en buscar sin decir la
palabra “Yo” y con la mente dirigida hacia el interior, hacia la fuente del
ego: ésa es la verdadera indagación.

EL PRIMER PENSAMIENTO

El Gita recomienda renunciar en la acción, no a la acción. Actúen, pero sin


apego a los frutos de la acción; realicen aquellas acciones que los lleven a
la Divinidad.

Primero hay que estabilizar la mente; la mente equilibrada es muy


importante. La mente posee tres características: inercia (tamas), actividad y
pasión (rajas) y estabilidad o equilibrio (salva). Estas características,
incluso la última, los alejan de la Divinidad. Veamos un ejemplo: en un
estanque con agua sucia y turbia, el reflejo de la luna no puede verse; si el
agua es limpia, pero está en constante movimiento por efecto del viento, la
luna se verá pero distorsionada; en cambio, si el agua es pura y cristalina y
está quieta, el reflejo de la luna podrá verse a la perfección; pero aun en
este último caso no estaremos viendo la verdadera luna sino sólo su reflejo.
Para ver la auténtica luna tenemos que levantar la vista y dirigirla hacia el
cielo. Esto es, tenemos que trascender las tres características de la
mente y la mente misma para encontrar a la Conciencia que está
detrás y más allá de la mente. Esto no lo puede hacer la mente porque
ella no tiene el poder de concebirlo. Los conceptos aparecen y desaparecen
sobre la eterna presencia de la Conciencia.

De todos los pensamientos o conceptos, el primero que surge es el


pensamiento “yo”. Todos los demás pensamientos derivan de éste. La
técnica de la auto indagación consiste en mantener bajo la observación este
pensamiento inicial del “yo”, con lo que automáticamente todos los otros
pensamientos o conceptos desaparecerán como arte de magia, sin dejar
rastro alguno. Al final, incluso este pensamiento del “yo” se reabsorberá.
Lo que quedará en su ausencia será solamente la Conciencia. En el estado
de vigilia, al quedarnos sin pensamientos, en el intervalo entre dos
pensamientos, nos ubicamos en nuestro propio Ser; desde aquí podemos
observar los pensamientos y los deseos y captar el punto donde ellos surgen
o desaparecen. Ahora bien, simplemente tenemos que aferrarnos el menor
tiempo posible a ese punto dentro de nosotros. La técnica anterior es una
entre muchas; estudien, lean, reflexionen y practiquen; llegará el momento
en que comprenderán.

Alguien me preguntó: “¿Cómo es que los sabios y videntes con su mente


vacía podían pensar y actuar mejor que las personas que tienen la mente
llena de pensamientos?” Es lógico que así sea, porque cuando la mente está
ocupada con muchos pensamientos de toda índole se debilita, y en una
mente débil los pensamientos y palabras no pueden ser consistentes. Por lo
tanto, cuando se consigue que la mente descanse en el Ser o Conciencia,
ella adquiere paz, fuerza y concentración. Una mente en paz consigo
misma funciona con mayor eficiencia. Sin embargo, al principio la gente
piensa: “Si pierdo la mente, ¿qué será de mi?, ¡me convertiré en un idiota!”
No es que pierda la totalidad de la mente y su funcionamiento, sino que ella
encuentra su origen y habita más y más en su base; lo que pierde es la
tendencia a limitarse a sí misma a un cuerpo en particular, pero sus
funciones de pensar y sentir no se pierden. Por lo tanto, no debe haber
temor por lo que llaman “la destrucción de la mente”, en realidad, el hecho
de permitirle residir en su propia fuente; por el contrario, esto será de
mucha ayuda, porque hará que la mente funcione con mayor eficacia en la
vida práctica y contribuya en mayor grado al progreso espiritual.

Eliminar la noción equivocada “Yo soy el complejo cuerpo-mente” puede


llevarnos un segundo, días, meses o años, según cada individuo. Una vez
que uno está convencido de “Yo soy el Ser”, el Atma divino, el cual no está
confinado a un cuerpo en particular, el resto es sencillo. En este momento
pueden pensar que al ver y escuchar o percibir en general, están teniendo
una experiencia directa de la realidad. Esto no es así. Lo real, lo directo,
es lo que los capacita para hablar, ver experimentar. Aun estando entre una
multitud, como en un mercado, la atención puede fijarse en el Ser, y
después de un poco de práctica notarán que el interés por el mundo externo
decrece gradualmente y al hacerlo así estarán cada vez más establecidos en
la Realidad interior. Después, finalmente la atención quedará centrada en sí
misma. Al principio el Ser experimenta el mundo, después experimenta el
vacío y finalmente se enfoca sobre sí mismo.

El poder de velar la maya hace que el alma individual (jiva) olvide su


verdadera naturaleza, que es la eterna existencia del Ser y, aunque sin
ocultarla del todo, se proyecte sobre ella.

La maya tiene dos significados:


1. Es el poder por el cual el Uno aparece como muchos, la Conciencia
como materia, el Infinito como finito. Maya en su estado inmaculado
y sin forma, cuando aún está inmanifestada, en su forma latente, no
está separada de Brahman.
2. Es energía potencial creadora, pura, aún no diferenciada, una con
Dios. Se vuelve nesciencia sólo cuando empieza a funcional y a
manifestarse por medio del mundo aparente de formas y nombres.
Este aspecto activo de maya se llama maya contaminada (avidya).
Es el que está relacionado con la noción de ser el cuerpo. Si uno
quiere experimentar el Ser tiene que indagar acerca de la naturaleza
de la mente: ¿Qué es? ¿De dónde viene? ¿Dónde surge? Al hacer
esto la mente se reabsorberá en su lugar de origen.

La mente experimenta a diario los estados de vigilia, sueño con sueños y


sueño profundo; el Atma es el testigo. Cuando el yo individual y los tres
estados desparecen, la acción de atestiguar también desaparece; así, el
Atma es el sustrato de los tres estados.

Cuando la mente investiga sin cesar su propia naturaleza, descubre que tal
cosa llamada mente no existe; es tan sólo un cúmulo de pensamientos, de
los cuales el pensamiento “yo” es el principal, la raíz de todos los demás.
En la mañana, al despertar, lo primero que surge es la noción de ser “yo”,
enseguida aparecen los demás pensamientos: los deberes diarios, el
desayuno, el trabajo, las preocupaciones, las cosas que tengo que hacer,
etcétera. En su momento, en la noche al irme a dormir, el “yo” es el último
pensamiento que desaparece. Cuando el pensamiento “yo” desaparece,
todo lo demás desaparece también.

El cuerpo, el mundo externo, los sentidos y el ego son irreales o, mejor


dicho, son mithya, una mezcla de verdad y falsedad; ni verdadero ni falso,
no son permanentes, están sujetos a cambiar en cualquier momento. Por lo
tanto, no pueden ser absolutamente reales. Sólo cuando uno queda libre del
pensamiento después de haber desechado las impurezas de los tres gunas,
la mente se vuelve pura y estable. Las tendencias de búsqueda de placeres
acumuladas en el hombre dejan de surgir y se produce el estado de
auténtico desapego. Entonces, los pensamientos se funden en el Ser; el
sentido de un “yo” limitado desaparece y el conocimiento de la unidad
perfecta se produce de forma espontánea.

Hay diferentes clases de conocimiento. El que importa es el conocimiento


del Alma. No tiene relación con el conocimiento físico, sensorial o
mundano.
El conocimiento del Alma sólo puede obtenerse averiguando la naturaleza
del Alma, no por otros medios. No puede ser enseñado por preceptores o
aprendido por el estudio de textos. No puede ser recibido de alguien u
ofrecido a alguien. Tiene que emerger de la conciencia interna.
Los preceptores y los textos pueden sólo ayudar en algún grado. Pero el
aspirante que busca el Conocimiento del Alma tiene que embarcarse en la
auto-indagación para experimentar esta auto-conciencia. Debe explorar e
investigar toda la gama de la experiencia espiritual y llegar a la Realidad
última.
Tal como un niño aprende a hablar observando a su madre, el aspirante
espiritual tiene que hacer el esfuerzo por sí mismo además de escuchar al
preceptor o estudiar las escrituras sagradas.
Para librarse de las cualidades demoníacas, el ser humano tiene que
embarcarse en la siguiente indagación: "¿Quién soy?". Para esta indagación
no sirve ser un erudito en las escrituras. Sólo se puede tomar conciencia de
Atmananda (la Bienaventuranza del Ser) si se reconoce que el mismo
espíritu reside en todos los seres.
Esta percepción sólo puede obtenerse mediante la indagación espiritual.
Recitar los Shlokas (himnos) de las escrituras no aliviará de su pena al ser
humano. La transformación debe tener lugar en su interior.

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