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Año lV - Nº 13

Editorial

Luego de la edición del número anterior de la Revista Digital Lecturas y ante consultas
recibidas sobre la reforma en Salud Mental proyectada en la Provincia de Santa Fe,
se adjunta en primer término el artículo publicado en el Diario El Ciudadano y la
Región donde se anticipa los alcances de la misma, así como la firma de los convenios
que la enmarcan.
En seguno lugar, el espacio Arte y Psicoanálisis con dos artículos de Bejla Rubin de
Goldman; prosiguiendo con un texto enviado sobre el Dr. Gonzalo Viale que informa
sobre la firma de un convenio en torno a
la Recertificación en Psiquiatría, Psiquiatría Infanto Juvenil y Psicología Médica en la
Asociación Médica Argentina.
Por último, la Agenda con las bases del  PREMIO LUCIEN FREUD:
PSICOANALISIS/CULTURA.

Dr. Mario Kelman

Investigador del Consejo de Investigaciones de la

Universidad Nacional de Rosario

Rosario - Domingo 27 de junio de 2004

 DIARIO EL CIUDADANO & LA REGION – ROSARIO – REPUBLICA


ARGENTINA
 LOCURA Y CASTIGO. El gobierno dice que eliminará el pabellón psiquiátrico de la cárcel de Coronda,
emblema de la degradación

Los detenidos recibirán atención en


salud mental
Equipos profesionales brindarán asistencia psicológica en los presidios y comisarías de
la provincia

El Servicio Penitenciario provincial (SP) cerrará el pabellón psiquiátrico de la cárcel de Coronda, conocido
como “el corralito”, a fines de este año, cuando inaugurare dos dispositivos para trabajar con pacientes
detenidos en Santa Fe y Rosario. El anuncio lo hicieron este viernes el director de Salud Mental de la
provincia, Gustavo Castaño; el titular del SP, Fernando Rosúa, y el ministro de Gobierno, Roberto Rosúa,
luego de firmar un convenio que involucra también a la Secretaría de Derechos Humanos. Según el
acuerdo, Salud Mental pondrá a sus profesionales a trabajar en cárceles y comisarías y convocará para la
tarea a psicólogos, entre otros trabajadores de la salud, que actuarán en equipos interdisciplinarios. El
objetivo, según Castaño, es promover, prevenir y asistir en salud mental a personas detenidas o bajo
medidas de seguridad, lo que requiere la creación de departamentos de salud mental en penitenciarías y
de dispositivos de asistencia clínico-jurídica con condiciones de seguridad que sustituirán al pabellón
psiquiátrico de Coronda.
Desde febrero, profesionales de Salud Mental trabajan con los presos de la Unidad I que están alojados
en el pabellón psiquiátrico. La medida forma parte de un proceso de “sustitución de la lógica manicomial
más represiva que tenemos en la provincia”, de acuerdo a declaraciones de Oscar Pellegrini, director de
la Colonia de Oliveros, cuyos médicos, trabajadores sociales y psicólogos viajan regularmente a Coronda.

En esa institución se jugó hace diez días un partido de fútbol entre pacientes del corralito y del hospital
que es parte de los mecanismos de humanización y asistencia que colaboran con la mejora de las
condiciones de vida de los reclusos (ver aparte).

Los habitantes del “corralito”

Tras la firma del convenio, los 25 pacientes que hoy están detenidos en el corralito de Coronda pasarán
en diciembre a alojarse en dos dispositivos atendidos por guardias del SP y equipos interdisciplinarios de
la dirección de Salud Mental. Según Fernando Rosúa, las dos instituciones trabajan desde hace meses en
la concreción de este proyecto. A su vez, desde Salud Mental se trabajó durante este tiempo en el
saneamiento y la mejora de las condiciones de alojamiento de los pacientes del corralito: “Regularizamos
la medicación, entre otras cosas, porque los pacientes vivían entre las ratas, las chinches y las pulgas”,
describió con crudeza Pellegrini, quien el jueves 17 sudó la camiseta jugando al fútbol con los pacientes
de la Colonia y los visitantes de Coronda. Los detenidos asistieron al encuentro, en el que se enfrentaron
con el ya reconocido equipo Los Pumas Rojos (formado por pacientes de Oliveros) acompañados por
enfermeros del pabellón psiquiátrico corondino y a bordo de un colectivo que fletó la pastoral carcelaria,
sin guardias armados.
Rosúa señaló que entre los detenidos del pabellón psiquiátrico hay más inimputables que condenados o
procesados con problemas mentales y que “esto tiene que ver con que los jueces no quieren derivar a
hospitales de salud mental y pretenden mayor seguridad para los inimputables”. Esa cuestión reclama un
posterior debate en torno a cómo aborda la Justicia el problema de la locura. Por otra parte, el director del
SP dijo que en estos momentos se evalúa a los guardias que se seleccionarán para trabajar en los
nuevos dispositivos.
Para Castaño, la inimputabilidad, si bien es una medida judicial que parece más blanda, “en la práctica no
cesa nunca y termina siendo lesiva”, ya que no se condena a alguien por el acto cometido (el delito), sino
por una condición que extiende su carácter de peligroso de por vida y le quita el derecho a la defensa.
“Además –señaló el director de Salud Mental–, es antiterapéutico”.
La asistencia en cárceles y comisarías fue descripta por Pellegrini como “un mecanismo de asistencia
alternativo, intensivo, que no es ni la cárcel ni el hospital. El último, porque no cuenta con medidas de
seguridad, y la cárcel porque la privación absoluta de la libertad no brinda espacio para una terapéutica
adecuada”. La Colonia de Oliveros apoya en este sentido el trabajo de la dirección de Salud Mental, ya
que parte de los equipos de profesionales que trabajan desde hace unos meses en el corralito pertenecen
a esa institución.

El peor lugar de la cárcel

“El corralito es el cruce de la peor psiquiatría alienista con la privación de libertad, un sistema represivo
doble, y se usa también como pabellón de castigo”, observó Pellegrini, que calificó al pabellón psiquiátrico
como el “peor lugar de la cárcel”. Aunque el profesional subrayó también que la situación suele ser más
grave aún en comisarías “desde el punto de vista sanitario”. Al respecto observó que se está relevando la
situación en los penales de las seccionales y que ya se recuperaron pacientes inimputables que estaban
presos.
En estos casos, el personal de Salud Mental trabaja acompañado por miembros de organismos de
derechos humanos como la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), la Pastoral Carcelaria, además de
contar con el apoyo de los ministerios de Gobierno y de Salud y la Secretaría de Derechos Humanos. De
acuerdo a declaraciones de Castaño, el trabajo en comisarías está en su primera etapa y, según el
convenio, hay un acuerdo para que el ministerio de Salud y el de Gobierno se comprometan a generar
recursos para convocar psicólogos que trabajen en esta problemática.

Además de las huelgas de hambre, hubo revuelta en el penal de la comisaría 3a

La huelga de hambre extendida entre los detenidos en media docena de comisarías rosarinas continuó
ayer, como reclamo de mejores condiciones de detención. Pero además, al promediar la tarde, personal
de la seccional 3°, de Dorrego al 100, pidió refuerzos de Infantería y Comando ante una gresca desatada
en su penal.
Un vocero de esa comisaría atribuyó el episodio a “una pelea entre los presos” aunque admitió que la
situación era tensa. Al cierre de esta edición, el penal era sometido a una intensa requisa ante la
posibilidad de que hubiera un intento de fuga, y personal médico atendía algunos contusos entre los 46
presos que se hacinan en esa celda. En tanto, la seccional 24ª de Granadero Baigorria –caldeada el
viernes por la rebelión de sus 34 reclusos– recuperó una tensa calma entre la cual emergió un grave
panorama descrito por voceros de la Coordinadora de Trabajo Carcelario. Para esa organización
defensora de los derechos humanos de convictos, es posible que vuelva a estallar una revuelta en ese
penal. “Hay graves problemas de convivencia con el personal. Se denunciaron requisas violentas y hasta
hubo familiares que nos mostraron las balas que dispararon durante la protesta”, contó una fuente de ese
ámbito. Ayer, las comisarías que continuaban con el ayuno de protesta eran la 4, 5, 15, 16, 18, 19 y sub
19ª.
Una cosa de locos, un rato de felicidad, Borges, sólo eso

El sacerdote Jorge Aloi, capellán y miembro del equipo directivo de la Colonia de Oliveros, fue uno de los
ocasionales jugadores del partido de fútbol que tuvo lugar en aquel predio el jueves 17, luego de que el
cuadro local, los Pumas Rojos, enfrentara al formado por los pacientes del corralito carcelario de
Coronda. Aguerrido y místico hincha de Belgrano de Arequito, Aloi, que atribuyó a una intervención divina
un peliagudo empate de su club, describió el encuentro entre pacientes en estos términos:
“Veintidós tipos corriendo detrás de una pelota. Así, tan lejos de la pasión y de la alegría, definía Borges
este juego que conmueve el alma de tanta gente. Que en cada esquina, en cada bar, nos encuentra
disfrazados de directores técnicos (y tácticos) o de periodistas deportivos, casi siempre teñidos por el
color amado de una camiseta. Discutiendo a muerte por un penal, un gol dudoso o un offside. Como si en
ello se jugaran cuestiones más vitales que la deuda externa o el futuro del país.
Claro que siempre es posible aumentar la pasión y la alegría (tal vez solo para contradecir a Borges), o
para decirlo de otro modo: Hay que ver con qué pasión y con qué alegría aquí, en la Colonia Psquiátrica
Oliveros, los muchachos que conforman el plantel de “Los Pumas Rojos” se prepararon para jugar un
partido de fútbol con un equipo integrado por internos del pabellón psiquiátrico de Coronda.
Los pumas, con sus casacas rojas y blancas, al grito de “vamos los pumas”, sin abandonar el pucho
encendido ni siquiera con el partido en marcha y los muchachos de Coronda bebiéndose el sol, el viento y
la sensación de libertad.
Todos son delanteros, nadie se preocupa por defender (Bilardo no podría soportarlo), sin tácticas ni
especulaciones, solo placer, solo pasión y alegría, Borges, solo eso. El partido es, claro está, una cosa de
locos.
Se nota que no hay patadas, no hay insultos, no hay violencia ni peleas. No hay cascinis ni amelis. Solo
bronca por un gol en contra y puño y grito por un gol a favor.
Los enfermeros, la gente de la Pastoral Penitenciaria y otros pacientes brindan su aliento y disfrutan del
más maravilloso espectáculo: varios tipos corriendo detrás de una pelota y viviendo con intensidad,
Borges, sintiéndose protagonistas. Ellos, que tantas veces recibieron solo insultos, solo golpes, solo
miedos, solo exclusión, gracias al milagro del fútbol, son por un rato simplemente personas que se
divierten, que disfrutan, que son felices.
El milagro del fútbol y el laburo honesto y constante de un “grupo de locos” que en la Colonia y en la
Dirección Provincial de Salud Mental intenta transformar el horror en esperanza. Aquí, en la Colonia, para
que el manicomio deje de serlo. Allá, en Coronda, para que pronto “el corralito” sea solo un mal recuerdo.
Aquí y allá, veintidós tipos corriendo detrás de una pelota.”

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