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Sección I
DE LAS MODALIDADES EN GENERAL
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DERECHO SUCESORIO
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DEL TESTAMENTO
Sección II
DE LAS ASIGNACIONES CONDICIONALES
Párrafo I
R EGLAS DE GENERAL APLICACIÓN
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DEL TESTAMENTO
Sección II
DE LAS ASIGNACIONES CONDICIONALES
Párrafo I
R EGLAS DE GENERAL APLICACIÓN
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561. La que priva al padre o madre del derecho legal de goce. Es lícita la
condición impuesta al padre y, en su caso, a la madre que no tenga
el goce de los bienes objeto de una asignación testamentaria. Y
queda el padre o la madre, además, privado de la administración
de esos bienes. Así lo manda el artículo 250.
1º. Condición que afecta al padre y madre. Si el testador priva,
en el testamento, de la administración o del goce al padre y/o
a la madre, el artículo 250, apartado 2º, ordena: “se estará a lo
dispuesto en los artículos 251 y 253”, o sea, el derecho de goce
pasará al otro padre y si este está también impedido, se dará al
asignatario, hijo no emancipado, un curador para la administra-
ción, por mandato del artículo 253. Todo ello sin perjuicio de
que, si los bienes que recibe forman parte de su peculio profesión
o industria, se mirará en ellos como mayor de edad, conforme
indica el art. 251.
2º. La condición no se cumple literalmente. Expresamos que
en Chile se estableció la teoría unitaria de la condición (vid.
Nº 543.1). De acuerdo con ella, el artículo 1484 debería ser
aplicado en los casos de la condición que priva al padre, o a la
madre en su caso, o a ambos a un tiempo, de la administración
o del goce de los bienes dejados al hijo de familia, cumpliéndose
literalmente la condición; mas, como se ha expuesto (vid. Nos 560,
561 y 561.1º) la regla no tiene aplicación en esos casos.
3º. Jurisprudencia. El 10 de septiembre de 1932, la Corte de
Apelaciones de Valparaíso decidió que la cláusula testamentaria
que ordenaba que los bienes dejados a un hijo de familia deberían
ser administrados por un curador, importaba privar al padre del
menor de la administración de esos bienes. Interpuesto recurso
de casación, porque el artículo 348 habría sido violado por los
jueces del fondo, ya que “el testador no expresaba que hace la
asignación bajo la condición de que no administre el padre,
sino suponiendo con el pretexto de interpretar sin base alguna
el testamento que tal ha sido la intención del testador, siendo
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Párrafo II
DEL EFECTO DE LAS CONDICIONES
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574.1. Orígenes. La caución que pide el art. 956, inc. 3º, es la deno-
minada muciana, en recuerdo de Quintus Mucius Scaevola, quien
la introdujo para los legados en el siglo VII. La utilidad de dicha
caución estriba en las condiciones que están concebidas para no
hacer, como por ejemplo: “si él no subiese al Capitolio”, “si no ma-
numitiese a Stico”, y otras semejantes; y así les pareció a Aristón, a
Neracio y a Juliano, cuyo parecer está comprobado también por la
constitución del divino Pío. Y no pareció bien solamente respecto
a los legados, sino también respecto a las herencias fue admitido
el mismo remedio” (Dig. 35,1 De condicionibus, 7 por Ulpiano).
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580. Tiempo en que debe ser cumplida. Para estos fines se debe dis-
tinguir si la condición es determinada o indeterminada. La primera
pide que el suceso en que consiste la condición, de tener lugar
en los días por venir, lo será en una fecha determinada; cuando
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además que el art. 739 mantuvo la armonía con los arts. 962 y
1390, que se refieren a situaciones semejantes.
Pero la Ley Nº 16.952, de 1º de octubre de 1968, vino a en-
turbiar el problema. Redujo el plazo del art. 739 a cinco años,
mientras en el art. 962 se señaló el de diez años, plazo este que
es también el de otras reglas sobre prescripción (como por
ejemplo arts. 1683, 2510, 2511). Y lo hizo, según la Comisión
de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado
de la época “en el entendido de que se refiere únicamente a la
condición de que pende la restitución de un fideicomiso, ya que
no otra puede ser la interpretación del precepto”. El carácter
general del art. 739 queda así más dudoso, particularmente
para el que entienda dar primacía al argumento histórico en
la interpretación de la ley. La regla no requería modificación
distinta a la del art. 962 y por ello la Ley Nº 16.952 ha sido
criticada (así, H. Tapia Arqueros, “La Ley Nº 16.952 sobre
reducción de los plazos de prescripción”, en Rev. Der. U. de
Concepción Nº 159, 1973, págs. 30 y ss.; esp. Nº 27, págs. 43 y
ss.). Con todo, la opinión de la comisión senatorial no puede
ser decisiva y subsisten las demás razones que se han dado para
la extensión del art. 739 (en este mismo sentido, P. Rodríguez,
ob. cit. vol. 1, págs. 174 y 175).
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Sección III
DE LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS A PLAZO
590. Concepto. Por el art. 1080 “las asignaciones testamentarias
pueden estar limitadas a plazos o días de que dependa el goce ac-
tual o la extinción de un derecho”. Según el precepto, el testador
puede suspender, ya no la adquisición, sino el goce actual del
derecho que asigna al heredero o legatario; y puede dar término
a ese goce, fijando un plazo para ello.
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590. Concepto. Por el art. 1080 “las asignaciones testamentarias
pueden estar limitadas a plazos o días de que dependa el goce ac-
tual o la extinción de un derecho”. Según el precepto, el testador
puede suspender, ya no la adquisición, sino el goce actual del
derecho que asigna al heredero o legatario; y puede dar término
a ese goce, fijando un plazo para ello.
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597. Del efecto del plazo suspensivo pendiente. Tanto por aplicación de
las reglas que se dan para las obligaciones a plazo, como por lo que
dispone el art. 1084, inc. 1º, el asignatario no puede exigir el cum-
plimiento antes de la llegada del término (art. 1496, inc. 1º).
Si el obligado a la asignación –el heredero al que se le im-
pone la carga del legado, por ejemplo– da cumplimiento antes
de la llegada del plazo, el pago tiene causa y no podrá repetir lo
pagado (art. 1495). El obligado puede renunciar al plazo, salvo
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599. Del efecto del plazo suspensivo cumplido. Desde que vence el
plazo, el asignatario podrá reclamar el cumplimiento de su asig-
nación (art. 1084, inc. 1º).
El obligado a la liberalidad no queda en mora por el solo
cumplimiento del plazo. Es cierto que, conforme al art. 1551, Nº 1
“el deudor está en mora: Cuando no ha cumplido la obligación
dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales
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Sección IV
EL MODO DE LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS
613. Importancia de los textos. Las reglas de los arts. 1089 a 1096
son las únicas que tratan de esta modalidad de los negocios jurí-
dicos. Se aplican “a las convenciones en lo que no pugna con lo
dispuesto en los artículos precedentes” (art. 1493). Se justifica
esta forma de tratar el modo por ser propio de las asignaciones
testamentarias y de las donaciones entre vivos. Y, en relación a
éstas, el art. 1416 dispone: “Las reglas concernientes a la interpre-
tación de las asignaciones testamentarias, al derecho de acrecer y
a las substituciones, plazos, condiciones y modos relativos a ellas,
se extienden a las donaciones entre vivos”.
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Sección IV
EL MODO DE LAS DISPOSICIONES TESTAMENTARIAS
613. Importancia de los textos. Las reglas de los arts. 1089 a 1096
son las únicas que tratan de esta modalidad de los negocios jurí-
dicos. Se aplican “a las convenciones en lo que no pugna con lo
dispuesto en los artículos precedentes” (art. 1493). Se justifica
esta forma de tratar el modo por ser propio de las asignaciones
testamentarias y de las donaciones entre vivos. Y, en relación a
éstas, el art. 1416 dispone: “Las reglas concernientes a la interpre-
tación de las asignaciones testamentarias, al derecho de acrecer y
a las substituciones, plazos, condiciones y modos relativos a ellas,
se extienden a las donaciones entre vivos”.
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614. Concepto. El art. 1089 prescribe que “Si se asigna algo a una
persona para que lo tenga por suyo con la obligación de aplicar-
lo a un fin especial, como el de hacer ciertas obras o sujetarse
a ciertas cargas, esta aplicación es un modo y no una condición
suspensiva. El modo, por consiguiente, no suspende la adquisición
de la cosa asignada”.
La disposición no define el modo, aunque advierte que el
fin especial para que se hace la asignación es un modo, que no
suspende la adquisición de la cosa asignada. El modo, de la voz
latina modus, designaba en el Corpus Iuris la carga impuesta a un
acto de liberalidad que debe cumplir el que la recibe.
Nosotros, siguiendo los términos del art. 1089, entendemos por
modo el fin especial al que debe aplicarse el objeto asignado.
El modo, si bien es una modalidad del acto de liberalidad, no es
una condición, ni suspensiva, ni resolutoria. De su cumplimiento
no depende ni la existencia del derecho a la asignación, ni por
su falta de cumplimiento se resuelve el derecho del asignatario.
Para que este efecto se pueda producir, es menester que se le
introduzca la cláusula resolutoria (vid. Nº 632), pero entonces
ella no se produce por el solo incumplimiento del modo, sino
porque habiéndose incumplido, se contenía la dicha cláusula.
Y esa resolución no se producirá, ni aun en ese evento, con los
mismos alcances retroactivos que la resolución proveniente del
cumplimiento de la condición resolutoria. Debe sin embargo
advertirse que no siempre es fácil distinguir la liberalidad con
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Marty y Raynaud, ob. cit., Nos 292 y ss., págs. 234 y ss. esp. Nº 298
y la bibliografía allí citada).
616. Tiene cabida en toda asignación. Con ello se quiere decir que
la carga que comporta el modus puede ser impuesta al heredero
como al legatario. Esto, sin olvidar que ciertas asignaciones no lo
toleran, como acontece con la legítima rigorosa (art. 1192).
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631. El modo debe ser física y legalmente posible. Presenta tales ca-
racteres cuando lo que se dispone que se haga, por el heredero
o legatario, guarda conformidad con las leyes de la naturaleza
física; cuando la carga impuesta al asignatario puede llevarse a
efecto conforme a dichas leyes.
Si es físicamente imposible, la imposibilidad debe ser absoluta.
Y se entiende por tal la que no sólo lo es en relación al gravado
con el modo sino respecto de toda otra persona a la que el testa-
dor se lo hubiera impuesto; imposibilidad que debe ser juzgada
a la fecha del testamento y a la en que se le debe cumplir. Si lo
es sólo a la fecha del cumplimiento, “subsistirá la asignación sin
el gravamen”, que es tanto como decir pura y simple (art. 1093,
ap. 3º). Guarda el modo, así, semejanza con la condición resolu-
toria imposible por naturaleza, que se la tiene como no puesta
(art. 1480, inc. final). Cuanto llevamos dicho sobre el modo fí-
sicamente imposible tiene su lugar cuando el modo es ininteli-
gible, ya que es tanto como si fuera imposible de ser cumplido
y, por lo dicho, se le tiene por no puesto (art. 1093, inc. 1º). Es
la misma regla puesta para la condición resolutoria ininteligible
(art. 1480, ap. final).
Si es solamente imposible en la forma especial prescrita por
el de cujus, y sin hecho o culpa del asignatario, está facultado
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CAPÍTULO
DERECHO V
SUCESORIO
Sección I
DE LA REVOCACIÓN EN GENERAL
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(así, art. 679, C. Civil italiano, sobre el cual, vid., Cicu, ob. cit.,
Nº 5, pág. 20, y para la legislación anterior, Polacco, ob. cit., t. 1,
págs. 181 y siguientes).
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Nº 217, pág. 610; Messineo, ob. cit., t. 7, párr. 186, Nº 3, pág. 146.
En Francia: Josserand, ob. cit., Nº 217, pág. 610; Colin y Capitant,
ob. cit., t. 8, pág. 99).
El principio es afirmado expresamente por algunas legislacio-
nes. El art. 739, del C. de España, pide un testamento revocatorio
perfecto. El art. 3830, del Código argentino, niega fuerza revo-
catoria al testamento nulo “por vicio de forma”; pero los comen-
taristas extienden el precepto a otras causales de nulidad, como
por ejemplo, la incapacidad del testador (así, Borda, ob. cit., t. 2,
Nos 1.598 c y 1.599 d, pág. 481; J. O. Azpiri, ob. cit., pág. 870).
En cuanto a nuestra jurisprudencia, ha mantenido también la
exigencia de un testamento posterior válido. Así, la C. de Santiago, en
sentencia de 12 de enero de 1968 (Rev. de Der., t. 65, sec. 2ª, pág. 5), ha
resuelto que “la revocación del testamento vale actualmente, porque
no ha sido declarada nula por sentencia definitiva firme. La C. de
Chillán, por su parte, ha resuelto, haciendo suyo el fallo de primer
grado, que el legatario del testamento revocado tiene derecho para
solicitar la nulidad del acto revocatorio, para que su legado se man-
tenga (C. de Chillán, 22 de enero de 1968, Rev. de Der., t. 65, sec. 2ª,
pág. 51). Y la C. de Tacna falló que “el testamento solemne en que
se omitiere cualquiera de las formalidades legales no tendrá valor
alguno… Que, por tanto, debe subsistir produciendo pleno efecto,
la memoria testamentaria otorgada el 10 de enero de 1899, debida
y legalmente protocolizada, sin que se haya impugnado su validez
o autenticidad en forma alguna” (C. de Tacna, 4 de noviembre de
1904, Rev. de Der., t. 3, sec. 2ª, pág. 65, consids. 20 al 22).
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Sección II
MODOS DE REVOCACIÓN
Párrafo I
R EVOCACIÓN EXPRESA Y TÁCITA
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Sección II
MODOS DE REVOCACIÓN
Párrafo I
R EVOCACIÓN EXPRESA Y TÁCITA
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Rev. de Der., t. 25, sec. 2ª, pág. 37, consid. 1º). El fallo de primera
instancia había estimado que ambas disposiciones eran incompa-
tibles. Lo cierto es que ambos llamados eran contradictorios.
Se ha fallado que no hay incompatibilidad, ni jurídica, ni
material, por el hecho de que en un primer testamento se leguen
determinadas acciones de un banco y en uno posterior se institu-
ya al mismo legatario, pero ahora en una asignación de dinero.
Ambos legados se mantienen (C. Suprema, 7 de julio de 1927,
Rev. de Der., t. 25, sec. 1ª, pág. 253).
Pero el simple hecho de que los mismos bienes sean objeto
de disposiciones en dos testamentos, no implica contradicción,
si es posible entender que el causante quiso agregar un segundo
llamamiento al primero. Todo será pues cuestión de interpretación
(así, Barbero, ob. cit., t. 5, Nº 1.137, 11 c), pág. 307).
En todo caso, como lo ha resuelto la jurisprudencia argentina,
si existen dudas deben considerarse compatibles las disposicio-
nes de ambos testamentos y la revocación se impone sólo si es
absolutamente imposible la conciliación (CN Civ., Sala C, 19 de
marzo de 1981, L.L. 1981-C-355; J. A. 1981-III-437).
Párrafo II
R EVOCACIÓN FUERA DE TESTAMENTO
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CAPÍTULO I
PRINCIPIOS GENERALES
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668.2. De cómo se forman los órdenes. Los parientes del difunto son
agrupados en líneas o categorías: descendientes, ascendientes
y colaterales. Esto, según se ha visto, porque se sostiene que el
amor primero desciende, luego asciende y por último se extiende.
Pero como el orden social impone ciertas restricciones, el hijo
natural, que es descendiente, forma en el orden de éstos con
ciertas limitaciones.
Como se ve, la calidad de la línea es un factor esencial para formar
los órdenes: los descendientes predominan sobre los ascendientes;
éstos sobre los colaterales. Mientras haya un descendiente, por
lejano que sea el grado de parentesco con el causante, es preferido
al ascendiente, aunque éste se encuentre en primer grado de pa-
rentesco con el causante. Lo mismo los ascendientes, en relación
con los colaterales (vid. Nº 667.1). Como lo expresa el art. 1930 del
Código Civil alemán: “Un pariente no está llamado a la sucesión
en tanto exista otro pariente de un orden precedente”.
Dentro de cada línea se atiende a la prioridad del grado.
Así, el ascendiente de grado más próximo al causante prefiere
al de grado más lejano, aunque ambos están en la misma línea
(vid. Nº 667.2). Lo mismo en la línea descendiente: el hijo del
causante prefiere al nieto de éste, salvo que se dé el derecho de
representación (vid. Nº 693-b).
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CAPÍTULO
DERECHO II
SUCESORIO
EL DERECHO DE REPRESENTACIÓN
671. Concepto. Por el art. 984, inc. 2º: “La representación es una
ficción legal en que se supone que una persona tiene el lugar y,
por consiguiente, el grado de parentesco y los derechos heredi-
tarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no quisiese o
no pudiese suceder”.
Hay cierta impropiedad en la definición. En primer lugar, la
denominación misma del derecho es criticable. La idea de repre-
sentación hace pensar que el derecho del representante arranca
del representado. Pero no es así. Como veremos (vid. Nº 687),
los mal llamados representantes –los descendientes del que no
quiere o no puede suceder– arrancan sus derechos directamen-
te del causante, por un llamamiento directo que les hace la ley,
sucediendo por derecho propio y no a través del representado.
La única diferencia con los demás llamamientos directos es que
la división de lo que a ellos corresponda es por estirpes y no por
cabeza (art. 985). En otros términos: hay un llamamiento direc-
to a la estirpe del heredero, cuando éste no quiere o no puede
suceder.
También es criticable que se afirme que el representante tiene
el “lugar” del representado. Ello equivale a afirmar que el nieto
se subroga a su madre en la sucesión del abuelo, mediante una
traslación de derechos de dicha madre a su hijo. Mas, en verdad,
el representante arranca sus derechos directamente del causante,
recta vía. Habría sido más exacto expresar que el representante
ocupa el lugar del heredero que no quiere o no puede suceder.
Estas impropiedades tienen su origen en la idea de ver en el
derecho de representación una ficción legal, que no existe. Nada
hay de ficción en la representación sucesoral. El representante
es llamado directa y personalmente por la ley. Lo que sucede es
que se altera el principio que el pariente de grado más próximo
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680. Que el representado sea o haya sido de los parientes del causante que
la ley señala. No todo heredero indigno, incapaz, desheredado o
que repudia es representado por sus descendientes. La ley pide
que el representado sea o haya sido descendiente del causante;
o hermano suyo. Dice el art. 986: “Hay siempre lugar a la repre-
sentación en la descendencia del difunto y en la descendencia
de sus hermanos”.
“Fuera de estas descendencias no hay lugar a la representa-
ción”.
Veamos el contenido de la norma legal:
a) Descendencia del causante. Pide el precepto que el represen-
tado sea descendiente del causante.
Así, el causante (A) deja a su muerte a su hijo (B) y a sus nietos
(C) y (D), hijos de (E), que a su vez fue hijo de (A) y premuerto
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a éste. El hijo (E) es incapaz de suceder a (A); pero por ser del
número de los parientes del difunto que admite ser representado
por sus hijos (C) y (D) (art. 986), éstos suceden al de cujus con-
juntamente con el tío (B), ocupando el lugar de su padre (E),
premuerto. Y lo mismo hay que entender si (E) es indigno, o ha
sido desheredado, o repudió la herencia de su padre.
b) Descendencia de sus hermanos. El causante (A) deja, por ejem-
plo, como heredero a un hermano (B), por derecho personal:
y a sus sobrinos (D) y (E), hijos del hermano (C), premuerto.
Incapaz (C), sus hijos (D) y (E), sobrinos de (A), representan a
su padre (C), por ser éste del número de los parientes de (A),
que la ley acepta sean representados. De esta suerte, los sobrinos
(D) y (E), representando a (C), suceden a su tío (A), juntamente
con el tío (B), hermano de (A).
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sobre el art. 730; Demolombe, tom. 13, núm. 398; pero la única
razón que dan es que esta causa de exclusión de la representa-
ción no está expresa en el Código francés. La doctrina que estos
autores enseñan, a más de su inmoralidad, presenta un serio
peligro, pues que autoriza la representación de la víctima por el
homicida, y puede inspirarle la idea del crimen por el llamamien-
to que el crimen mismo produciría en su favor. Por lo demás,
hay casi identidad entre el indigno y el desheredado”. Mas, el
art. 3301 manda que “los hijos del indigno vienen a la sucesión
por derecho propio y sin el auxilio de la representación, no son
excluidos por las faltas de su padre;...”. Esta regla ha sido tomada
del art. 730 del de Francia, que dice: “Los hijos del declarado
indigno, que tengan derecho a la herencia directamente, y no
por representación, no están excluidos por la falta, cometida
por su padre;... Comentando ambos preceptos, Borda expresa:
“Vale decir, en el texto francés se requiere para que los nietos
del causante lo hereden que vengan a la sucesión por derecho
propio y sin auxilio de la representación. Si, por el contrario,
necesitaran de ello (caso del nieto que concurre con sus tíos a
la sucesión del abuelo), no heredan. En cambio, en el texto de
Vélez no se pone condición alguna, sino que se afirma que los
hijos del indigno concurren a la sucesión del abuelo por derecho
propio, no obstante la exclusión de su padre. La falta de éste no
puede perjudicarlos; ellos ocuparán su lugar y recibirán la parte
de la herencia que les hubiere correspondido. En favor de tal
interpretación, que hoy concita el favor de casi la unanimidad
de nuestra doctrina, pueden invocarse otros argumentos... En
primer lugar, que esta solución es la establecida por el art. 3749
para el caso de desheredación y no hay razones para no aplicar-
la al nuestro, puesto que la desheredación y la indignidad son
instituciones de naturaleza prácticamente idéntica y obedecen
a iguales fundamentos morales”. Termina el autor afirmando:
“Tienen pues este derecho (representación): d) los del indigno”
(ob. cit., t. II, Nº 132, pág. 111; y t. II, Nº 798, pág. 14, respectiva-
mente). Pero otro doctrinador argentino sostiene que “Los hijos
del indigno no vienen por representación del padre por dos ra-
zones: no se puede representar a una persona viva (art. 3554); la
representación tiene por objeto dar al representante el derecho
del representado, y aquí el representado no tiene ni podría tener
derecho alguno; pero la ley se ha propuesto no causar agravios
673
DERECHO SUCESORIO
a los hijos del indigno y los llama a la sucesión del abuelo junto
con sus tíos; no hay nada más que explicar” (Martínez Paz, ob.
cit., Nº 8, pág. 186).
En Francia se sostenía, antes de la reforma de 2001, por algunos
doctrinadores, que “Cuando el heredero de grado más próximo
vive aún, pero resulta excluido por su renuncia o por indignidad,
sus hijos no pueden heredar en su lugar, representándolo (art. 787
respecto a la renuncia, art. 730, para la indignidad)” (Maury y
Vialleton, en Planiol y Ripert, ob. cit., t. IV, Nº 57, pág. 84). Lo
mismo afirmaban Colin y Capitant (ob. cit., t. VII, pág. 34), así
como Josserand, al decir: “El representante no podría tener más
derechos que los que el representado hubiera poseído por sí
mismo. En consecuencia, si Secundus hubiera estado afectado de
indignidad, sus hijos no serían aptos para representarlo” (ob. cit.,
t. III, vol. II, Nº 743, pág. 33). La exclusión de los descendientes
del indigno resultaba, por lo visto, del antiguo art. 730 del Código
francés: “Los hijos del indigno, que suceden personalmente, y
sin el auxilio de la representación, no son excluidos por la culpa
de su padre”. De este modo, si suceden por representación, la
indignidad del representado los excluye. Pero se había propuesto
suprimir la regla y admitir la sucesión de los representantes (72º
Congreso de Notarios, Répertoire Défrénois, 1975, pág. 131 y
art. 760 de Anteproyecto del Cód. Civil). Con todo, las soluciones
que excluían a los representantes no eran admitidas uniforme-
mente en todos los casos (vid. Marty y Raynaud, ob. cit., Nº 45,
pág. 31, y los autores citados por ellos en nota 51). La reforma
de la ley de 3 de diciembre de 2001 recogió aquellas propuestas
y los arts. 729-1 y 755 admiten que los hijos y descendientes del
indigno puedan representarle.
Aplicando el principio que el representante sucede al de cu-
jus, el 12 de agosto de 1879, la C. de Santiago resolvió: “Que los
nietos heredan al abuelo no por transmisión que del derecho a
esa herencia les haga su padre, sino por un llamamiento direc-
to de la ley y, por consiguiente, los bienes que adquieren por
tal sucesión, no son parte del patrimonio del padre que no ha
podido trasmitir lo que no tenía, ni están por lo tanto afectos
al pago de las deudas de él” (Gac., 1879, sent. 1224, pág. 840).
La de Concepción, el 7 de septiembre de 1882, pudo expresar:
“Que aunque el sucesor está obligado al pago de las deudas de
su antecesor, esta obligación no pasa más allá de los bienes que
hereda sino en los casos determinados por la ley, y el legislador no
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
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DERECHO SUCESORIO
692. Caso en que todos los sucesores pertenecen al mismo grado y línea.
El causante tuvo un solo hijo, incapaz de sucederle. Dejó éste, a
su vez, un solo hijo, nieto del causante. ¿El nieto sucede por dere-
cho personal o por derecho de representación? ¿Tiene cabida el
derecho de representación cuando hay una sola línea y todos los
herederos son del mismo grado de parentesco con el causante?
Pensamos que en nuestro Derecho tiene cabida la representa-
ción. Por tanto, el nieto sucede por derecho de representación.
Lo mismo si el causante deja puros sobrinos, hijos de un hermano
premuerto.
Esta solución no parece ser aceptada por el Código, dada la
distribución por estirpes que ordena el art. 985; distribución que
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
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DERECHO SUCESORIO
693. Efectos del derecho de representación. Del artículo 984, inc. 2º,
se desprende que esos efectos son:
a) Colocar al representante en el lugar del representado. La ley man-
da que el representante ocupe el lugar del representado en la
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CAPÍTULO
DERECHO III
SUCESORIO
Sección I
DEL ORDEN DE LOS HIJOS
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700-701. Suprimidos.
.
702. Distribución de la herencia en este orden. Si sólo concurren hijos,
la herencia se divide por igual entre ellos; pero habrá de tenerse
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DERECHO SUCESORIO
700
DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
702.2. Sucesión mixta. Por último, el art. 988 inc. final agrega
que “La aludida cuarta parte se calculará teniendo en cuen-
ta lo dispuesto en el art. 996”. Con ello se alude a una regla
aplicable a una sucesión parte testada y parte intestada y en
la que el causante ha dispuesto en su testamento de alguna
asignación para el cónyuge. En ese caso, lo que se ha asignado
por la disposición testamentaria se imputa a la cuarta parte mí-
nima que debe recibir el cónyuge sobreviviente. Este no recibe
así la cuarta parte de la mitad legitimaria más la asignación
testamentaria, sino que dentro de la cuarta parte se considera
comprendida la asignación. Pero esta regla tiene dos excep-
ciones: a) si la asignación testamentaria es mayor a la cuarta
que le corresponde como mínimo, el cónyuge puede retener
todo lo que se le asignó en el testamento; b) también puede
sumarse la cuarta parte garantizada a la asignación testamen-
taria sin imputación, si el causante así lo hubiere dispuesto
expresamente en su testamento.
Sección II
ORDEN DEL CÓNYUGE Y DE LOS ASCENDIENTES
701
DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
702.2. Sucesión mixta. Por último, el art. 988 inc. final agrega
que “La aludida cuarta parte se calculará teniendo en cuen-
ta lo dispuesto en el art. 996”. Con ello se alude a una regla
aplicable a una sucesión parte testada y parte intestada y en
la que el causante ha dispuesto en su testamento de alguna
asignación para el cónyuge. En ese caso, lo que se ha asignado
por la disposición testamentaria se imputa a la cuarta parte mí-
nima que debe recibir el cónyuge sobreviviente. Este no recibe
así la cuarta parte de la mitad legitimaria más la asignación
testamentaria, sino que dentro de la cuarta parte se considera
comprendida la asignación. Pero esta regla tiene dos excep-
ciones: a) si la asignación testamentaria es mayor a la cuarta
que le corresponde como mínimo, el cónyuge puede retener
todo lo que se le asignó en el testamento; b) también puede
sumarse la cuarta parte garantizada a la asignación testamen-
taria sin imputación, si el causante así lo hubiere dispuesto
expresamente en su testamento.
Sección II
ORDEN DEL CÓNYUGE Y DE LOS ASCENDIENTES
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706-711. Suprimidos.
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Sección III
ORDEN DE LOS HERMANOS
712. Cuándo tiene lugar. Por el art. 990, “Si el difunto no hubiere
dejado descendientes, ni ascendientes, ni cónyuge, le sucederán
sus hermanos” (inc. 1º).
Los hermanos del difunto son sus colaterales privilegiados y
a ellos va toda la herencia o la parte de ella que sea intestada a
falta de herederos en los órdenes precedentes.
Suceden todos los hermanos, sean de simple o de doble conjun-
ción; pero como se verá, no en la misma propoción. Soluciona así
la Ley Nº 19.585, de modo expreso, la dificultad que se producía
en el antiguo art. 991, que no precisaba si entre los hermanos se
comprendían incluso los de simple conjunción.
Deberá tenerse presente que los hermanos pueden ser repre-
sentados (vid. Nº 660), de modo que los sobrinos, en ausencia
del hermano, quedan en este orden.
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DERECHO SUCESORIO
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Sección IV
ORDEN DE LOS DEMÁS COLATERALES
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Sección IV
ORDEN DE LOS DEMÁS COLATERALES
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DERECHO SUCESORIO
715. Reglas que los gobiernan. En este orden sucesoral habrá que
considerar las siguientes reglas:
a) El colateral o los colaterales de grado más próximo excluirán
siempre a los otros. Lo dice así el art. 992 inc. final, precisión que
era innecesaria, puesto que ya el mismo artículo había señalado
que los que suceden son “los colaterales de grado más próximo”,
lo que revela el poco cuidado con que se redactaron algunas dis-
posiciones luego de la reforma de la Ley Nº 19.585. Aquí la regla
de la prioridad del grado se aplica sin limitaciones (vid. Nos 667.2
y 667.5). Habrá que tener presente que ciertos colaterales no se
considerarán en el presente orden: los hermanos que forman
el orden precedente y los descendientes de los hermanos del
de cujus. Estos heredan representando a esos hermanos y, en tal
situación jurídica, ocupan el lugar de los hermanos del causante
y por lo mismo, figuran en el orden de esos representados. Es
el caso de los sobrinos. Todo ello de acuerdo a las reglas de la
representación (vid. Nº 693).
Por aplicación de la regla de que se está tratando, si el causante
tiene un primo hermano (cuarto grado en la línea colateral) y
el hijo de otro primo hermano premuerto (quinto grado en la
línea colateral), aquel lleva toda la herencia por ser el colateral
más próximo del causante.
b) Los derechos de sucesión de los colaterales no se extienden
más allá del sexto grado.
c) Heredan los colaterales, sean de simple conjunción, esto es,
los que sólo son parientes del difunto por parte de padre o parte
de madre, o de doble conjunción; pero aquellos llevan la mitad
de la porción de los doble conjunción, habiéndose así alterado la
regla de la igualdad que respecto de los demás colaterales contenía
el texto primitivo del art. 992 inc. 2º. No se entiende la razón de
la reforma ya que, si en último término la diferencia de porción
podría defenderse con algunas razones para los hermanos, ellas no
subsisten para los colaterales. Pero la regla tiene escasa aplicación
en la práctica, ya que es raro que los demás colaterales sean de
doble conjunción y la hipótesis de concurrencia con colaterales
de simple conjunción es de difícil ocurrencia.
d) Los colaterales heredan por cabezas, desde que entre ellos
no hay representación. Son llamados teniendo en consideración
la proximidad del grado. Por eso algunos califican este orden de
los “colaterales ordinarios”, para diferenciarlos de los “colaterales
privilegiados”, que son los hermanos del causante.
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
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DERECHO SUCESORIO
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
716-728. Suprimidos.
Sección V
ORDEN DEL FISCO
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
716-728. Suprimidos.
Sección V
ORDEN DEL FISCO
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DERECHO SUCESORIO
los que hacen las veces de herederos, aunque no lo sean” (Les Lois
civiles, lib. 1, tít. 1, sec. XIII) y señala que “No hay propiamente
sino dos especies de herederos: aquellos a quienes la ley defiere
la sucesión, y aquellos que son llamados por un testamento; y no
se da ese nombre de heredero sino a quienes suceden de una o
de la otra de esas dos maneras. Pero hay otros títulos que hacen
pasar todos los bienes de una persona después de su muerte,
a otras especies de sucesores, o más bien poseedores, que, sin
ser herederos, tienen los mismos derechos que da esa calidad, y
quedan sujetos a sus mismas cargas” (ob. cit., Oeuvres Complètes,
t. 2, págs. 375 y 376, París, 1835).
El Código Civil francés parece recoger esa tradición, lo que
resulta de varias disposiciones que no se refieren a un derecho
sucesoral del Estado, sino a un derecho propio y particular. Así,
el art. 723 decía que “La ley regla el orden de sucesión entre los
herederos legítimos, los herederos naturales y el cónyuge sobre-
viviente. A falta de ellos, los bienes pasan al Estado” y el art. 731,
que trataba de la delación, no mencionaba al Estado. Pero de ese
derecho se trataba a propósito de las sucesiones, indicándose así
la asimilación existente entre la vocación sucesoral y el derecho
soberano del Estado como heredero de las herencias vacantes.
Luego de la reforma de 2001, el art. 724, luego de señalar que los
herederos designados por la ley obtienen la delación de pleno
derecho, en el inciso final agrega: “A falta de ellos, la sucesión es
adquirida al Estado, el que debe hacerse conceder la delación”.
La reforma de 2006 ha creado un capítulo V al Título I del
Libro III, sobre “De las Sucesiones Vacantes y de las Sucesiones
sin Herederos”, del que resulta claramente que el derecho del
Estado a suceder proviene de su soberanía y no de una calidad
de heredero (así, Ph. Malaurie, ob. cit., Nº 125).
Bello, al explicar las razones que tuvo para asignar las herencias
al Fisco a falta de otros herederos, escribió: “La principal razón
que hay para deferirle ciertas herencias, no es, según creemos,
por los inconvenientes que resultarían si hubiese de abandonarse
un patrimonio al primer ocupante, sino para proporcionar a las
arcas nacionales un ingreso, que no invade la propiedad de per-
sona viviente, ni frustra la más leve esperanza. Este es un recurso
fiscal, que ni aun puede rigorosamente llamarse impuesto; porque
¿a quién se impone?, ¿a quién grava? ¿Podría designarse alguna
persona que alimentase la expectativa de suceder a un pariente
del séptimo grado, contando con el caso fortuito de que falleciese
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
730. Naturaleza de los derechos del Fisco. Aunque los arts. 983, 995
y 1250 expresan que el Fisco es llamado a la sucesión legítima;
que a falta de otros herederos sucede el Fisco, y que la respon-
sabilidad de éste, como heredero, es a beneficio de inventario
y por ello no debería ponerse en duda que es un heredero, es
lo cierto que dos son las posibles justificaciones del derecho del
Fisco a recoger las herencias sin otros herederos.
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DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA O INTESTADA
733. Los derechos hereditarios del Fisco y los impuestos. Si bien el Fisco
ingresa al fenómeno sucesorio excepcionalmente, es lo cierto
que participa en la sucesión hereditaria mediante los impuestos
establecidos en la ley pertinente. Esos impuestos hacen que, en
ciertos casos, gran parte de los bienes relictos ingresen al patri-
monio fiscal, aunque no a título de herencia.
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