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Revista Kcreatinn

Creación y más
15 años de persistencia literaria

Escribe: Jack Farfán Cedrón

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Qué sueño más volátil, no menos
endeble, rodeando como a un planeta la
persistencia cósmica; aquella baladí, buena
esperanza, creer en que todo confluyó para
que el universo entero nos fuera visitando
con sus meteoros creativos.
La primera mañana en que recorrí las
calles de Cajamarca con el primer
fascículo de la Revista Kcreatinn Creación
y más, creo yo, fue la primera de una
historia que ha continuado a lo largo de
quince años. Lejano y a la vez próximo se
me antoja el día en que recuerdo cómo un
grupo de cuatro amigos fundamos la
aventura literaria. Como esas ideas
disparatadas que a uno se le antoja decir
por decir, como quien balbucea durante el
sueño. Es así; como todo, las ideas mejores
reparten sus ramales por donde menos uno
se lo espera.
Cuatro amigos fundábamos este
proyecto literario: César Arana, Eduardo
Farfán, Francisco Quiroz y yo, rociados
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por un Trapiche® que nos hizo navegar en
las aguas procelosas de las nueve musas y
alunizar en los reinos de Baco. Todo para
bien y en “el buen sentido”, como diría
Vallejo.
Con el tiempo, esa innoble sucesión
de galopes que un reloj de arena va
fraguando hundimientos metafísicos, uno,
aparte de volverse viejo (y metódico), va
acercándose a los templos, va siendo
creyente; porque de algo hay que morir. La
fe en las venas rugientes de ese caballo
gigantesco poblando los sueños de un
nigromante que porta la pluma de la
escritura. Indeclinable oficio, alguien
aficionado corriendo las justas literarias
acompañado de buenos amigos. Profesión
de fe, acto heroico, “el corazón es un
cazador solitario” (Carson McCullers).
Qué hermosa frase para quienes
dirigen proyectos folletinescos, revistas,
fanzines, folletos, entre otras
segregaciones que únicamente el ímpetu
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del viento dirige, como un remero de calma
navegando por un mar de color marrón, ora
enfermo por tantas injurias mundanales,
ora esmeralda cuando la quietud de las
palabras lo revive.
Los dos primeros fascículos, de
temática miscelánea, abordaban temas
universales, como el mito de El Golem; la
egolatría, cuentos; entre otros. Hacia el
tercer número lanzamos especiales: Julio
Cortázar, Jorge Luis Borges, Mario Vargas
Llosa, José Saramago, Julio Ramón
Ribeyro, James Joyce y Emil Cioran.
Desde el décimo número hasta la reciente
aparición del N° 26, la temática miscelánea
ha vuelto para quedarse.
Y aquí seguimos, alumbrándonos
dentro del socavón que acallará en la mina
de diamantes. Sepan que estas geodas que
cocinan las profundidades de la tierra están
más próximas a emerger, a punta de
picotazos sobre lo subterráneo; sepan
también, que el tesoro está a tan sólo unos
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centímetros de sudar; que es de los tercos
este reino nuestro, con montañas de libros
por devorar, bajo el árbol de encuentro de
la literatura, esa dicha en la que todos nos
perdemos un día eterno.
En un mundo en picada es difícil ser
héroe, derribador de molinos, persistente
en la memoria de los tiempos. Pero
seguimos en pie todos. Los fundadores, los
que cacareamos la idea primigenia:
Kcreatinn Organización, recientemente El
Cabuyal Editores; sabemos que la
literatura nos necesita, que los lectores,
aunque pocos, pero nos leen. Porque
creemos firmemente que la primera luz
jamás se extinguió, que la llamarada de la
literatura es un fuego inextinguible.
Henos aquí, mukis silenciosos
trabajando día y noche para que el
proyecto siga en pie, para que no se
desmoronen nuestros sueños y los de otros,
que como nosotros, hacen de la escritura
un hábito indeclinable.
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Cansados de la corrupción, de las
redes sociales que roban la vida en el
tiempo de las personas; cansados de las
intermitencias de muerte, brazos maléficos
con los que La Parca hace de las suyas;
cansados del desánimo, del sueño, de la
dejadez; cansados de crímenes, de
injusticias, creemos que la literatura fue, es
y será nuestro único remedio ante tanta
barbarie.
En un siglo donde todo parece que ha
llegado a su fin, no merecemos cejar ese
florido sueño que como una tea primaveral
florece en cada número lanzado. De un
tiempo a esta parte se me antoja silencioso
el sufrimiento; pero el dejarlo pasar, de
largo, para que la modorra se apodere de
nuestros hermanos; no me cabe en la
cabeza.
Escritores nóveles, aficionados, un
poco encaminados en el oficio, han sido
publicados en Kcreatinn. Esta revista será
siempre un bastión, una atalaya que regará
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voces luminosas hacia la estela cósmica de
la literatura.
Quizás la suerte de las apariciones
periódicas, de los folletos, de la época
folletinesca, era andar a salto de mata;
imprimir y correr; ése leer apenas una
entrada enciclopédica para ir a pregonar
mundos por todas las líneas manidas de la
tierra, sea el destino de todos los
fundadores de revistas. Proas sin itinerario.
Si vas a bordo de la luna roja, es posible
que te encuentres con un trozo de aluminio
en Marte. Si buceas sin respirar, con la
modorra a pasos de detener miles de años
en una sola línea; de ver mundos en los
granos de arena transcurridos.
Cielos coloridos, todos en una
orquídea de montaña. La carta que corrió a
través del hilo pabilo hasta esa comarca
etérea donde reza mamá por nuestros
pasos. La Casa Celeste del Señor, donde El
Principito aún cultiva su rosa roja en enero
“de ese diciembre”. César, el cholo; el
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hermano Francisco; Eduardo, “el guardián
de la riqueza”. Y quizás, ahítos entusiastas
de este mensaje hallado dentro de una
botella, remeros de calma o sabias
palabras, para que nunca cejen, escritores
de estos y otros reinos.
Dedicatoria: A todos los escritores
que no padecen la enfermedad del
cansancio; para aquellos que hacen de su
voluntad el dínamo propulsor que en cada
bocado sedimenta el pesimismo.
Para aquellos que lidian ―fauces
mediante― con la terquedad, con el
empuje más brioso durante esos picos de
cansancio, como ejercicio de costumbres,
ya que los hombres somos seres de hábitos
y jamás de desánimos: ¡Ninguna vez de
pesadumbres!
Estos seres insistentes, lejos de
palidecer ante caídas, ante tropiezos, se
dan llamas de poder candente entre flama
en lava ardiendo; posibilidades que el color
de la palabra otorga a través de los palotes,
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cada noble resistencia en la página como
blanco.
Podrán empequeñecer el mundo con
la megalómana idea de que el verbo, sólo
el Verbo, comporta la imagen o la bomba
metafísica de sus días; y de los ajenos, que
finalmente conformarán el estruendo al
unísono de un mar ―gota en la palma
creadora―.
Seres virtuosos que pueden destapar a
puño cerrado, la montaña luminosa de dos
vertientes ficticias: el sueño, la maravilla.
El poema es para ellos una fuente de
vida, los dones secretos que encumbran
todos los posibles pensamientos; una
forma de acechar al enemigo que se calla
cuando pasa El Hacedor de todos los días
proscritos.
Sacan a flote la nulidad para
guarecerla tras un muro indiferente; arman
de frondas invisibles ―humo tejido por la
noble resiliencia― que los engrandece,
que los manda al ruedo de planetas
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girantes: simetría de un rostro nacido del
ojo milimétrico de un artista omnipresente.
Se quejan cuando ya no existen, de
tanto romper todos los récords consigo
mismos.
Determinan el agobio, pues doman el
cansancio cada vez que ya no sienten el
cuerpo. Y cuando ya no lo sienten,
aperturan la entrada de los seres alados.
Viajan a la velocidad de la luz,
llegando con los bríos del agua.
Discurren cuando la dejan, rompen la
roca cuando más se lo impide el tic tac del
tiempo que es el límite dormido,
repitiéndose en cada boca de serpiente que
se muerde la cola.
Porque la rendición es palabra
prohibida, porque el desánimo se ha caído
de las letras, y la palabra dejadez trata de
una impura maldición que niega tres veces
la plegaria escribir en estos galeotes, que
en el supuesto caso de encender las
voluntades de una vela inextinguible, se
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dan empellones contra las paredes, ¡hasta
empezar otra vez!, ¡hasta la penúltima
caída!, ¡pretexto para echarse a andar, aun
muerto!

Ciudad de Espinas, a los dieciséis días


del mes de junio, 2022.

En El Nuevo Diario Dominical, Año 01, Edición


57, Cajamarca, Domingo 19 de junio de 2022,
pp. 12-13.

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