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Friends /Jenlisa Adaptación (G!

P)
Bittersweet

Published: 2020
Source: https://www.wattpad.com
Amigas

Narrador Omnisciente:
Lisa observaba en un completo silencio cómo Jennie conversaba con
emoción con un joven de cabello negro, el chico con rasgos asiáticos
rápidamente ejecutó su maniobra especial tomando el atrevimiento de tomar
uno de los mechones de la castaña para dejarlo detrás de su oreja, la
tailandesa bufó un tanto irritada de ver en aquella semana más de diez veces
el mismo movimiento.
¿Es que acaso no conocían otra cosa?
Se preguntó mientras echaba su cuerpo, hacia atrás.
Lisa apretó la quijada alzando su mirada hacia otra dirección, ya no
quería ver más a su amiga coqueteando con medio mundo, ni siquiera sabía
el por qué había aceptado en esperarla.
¿Por qué hacerlo si ella está feliz con él?
Decidida se levantó, sacudió sus jeans del gran rastro de cesped que
cubría la parte trasera de su vestimenta, para luego girar sobre sus talones
comenzando a caminar de regreso a su hogar.
La tailandesa observó, cómo el sol comenzaba a esconderse dejando que
las nubes tomaran aquel característico tono anaranjado que tanta tardes se
dedicó en admirar.
Lisa soltó un suspiro al notar una pareja cruzándose en su camino, ambas
se veían bien, felices por estar al lado de la persona que amaban, la rubia
apretó sus puños, los celos y la envidia carcomiendo su alma, que tenía
aquella pareja que ella no poseyera.
—¡Lisa!—llamó una dulce voz logrando que los vellos de la nombrada se
erizarán por completo.
La rubia se quedó inmóvil manteniendo sus ojos fijos en la nada misma.
De repente su mano fue envuelta por un agradable calor que la hizo
ponerse de los nervios, por inercia giró su rostro observando por sobre su
hombro el bello rostro de la coreana, ahí estaba ella Jennie Kim la causante
de todos sus males.
Lisa se quedó en silencio perdiéndose en los bonitos labios de la mayor,
aquellos apetecibles labios que no dejaban de moverse.
¿Cómo era posible que fuesen tan bellos?
Se preguntó sintiendo, cómo sus tímpanos se encargaban de aislar el
sonido de su alrededor, la tailandesa parpadeo confundida en el instante que
sintió, cómo la mayor la sacudía con fuerza.
—¿Mmmh? ¿Que?—preguntó Lisa completamente confundida.
Jennie soltó el brazo de la menor cruzándose rápidamente de brazos
dejando ver su ceño fruncido.
—No me estabas escuchando—bufó la mayor un tanto irritada—Te
estaba preguntando, el por qué te habías ido—aclaró observando cómo las
facciones de la menor cambiaban en arrepentimiento.
—Te veías muy cómoda con Kai, no quería estar ahí de entrometida—
admitió Lisa girando rápidamente su rostro hacia el frente.
Su cuerpo se paralizó al sentir los brazos de la mayor rodeando su
cintura, su mente quedó en blanco ante el cálido aliento que golpeaba la piel
de su cuello.
—¿No estarás celosa, verdad?—insinuó Jennie besando de forma
provocadora el hombro de la rubia—Somos amigas Lisa, las amigas no
tienen celos.
Lisa agitó su cabeza en asentimiento, porque ella tenía razón aún, cuándo
era más que consciente de las tantas noches donde ambas compartieron la
mismas sábanas, el mismo calor corporal pero lamentablemente para ella
aquello ya no importaba, no cuándo Jennie Kim siempre tenía la razón.
—Lo sé, no estoy celosa—mintió la menor sintiendo, cómo de a poco el
dolor en su estómago comenzaba en aumento—Es tarde, debería volver—
avisó dejando en claro que ella, ya no quería estar más ahí.
Jennie rompió el abrazo rodeando su cuerpo hasta quedar frente a la
rubia, le sonrió de aquella manera dulce, casi inocente que más de algún
idiota llegó a quedar embobado por su genuina belleza.
—¿Me esperas? Solo déjame despedirme de Kai—avisó la joven
notando, cómo su amiga simplemente asentía soltando un suspiro de
cansancio—Eres la mejor—halagó besando rápidamente la mejilla de la
rubia—¡No tardaré!—aclaró alejándose rápidamente de la menor.
Lisa giró sobre sus talones sintiendo su corazón caer hacia la boca de su
estómago, sus ojos quedaron fijos en la castaña, observó cómo la muchacha
se colocaba de puntillas para besar al joven de cabello oscuro, nuevamente
sintió los celos envolver su cuerpo.
¿Pero que más daba?
No importaba cuántas veces le insinuara cuánto la amaba, Jennie jamás
aceptaría que le gustaba una mujer, que amaba a un fenómeno.
La tailandesa era más que consciente de la gran brecha entre amar y
dejarse llevar por la lujuria, la rubia sabía que la coreana jamás sentirá algo
por ella.
¿Cómo si quiera pudo pensar eso?
Jennie siempre se caracterizó para el exterior, cómo una mujer
heterosexual y aunque le duela, la joven no cambiaría aquel pensamiento, ni
siquiera por lo que tenía entre las piernas.
Lisa introdujo sus manos en el bolsillo de sus jeans, mantuvo sus ojos
fijos en el cuerpo de Jennie, la joven no pudo evitar soltar un gruñido al
notar, cómo el pelinegro plantaba firmemente su palma contra la nalga de la
coreana, la tailandesa quiso ir donde él, fantaseo que tomaba el cuello de su
camiseta y lo estampaba contra el suelo, para luego subirse sobre su cuerpo
plantando firmemente su puño contra su atractivo rostro y así
sucesivamente, hasta que no quedara ningún tipo de rastro de Kai.
El pelinegro se fue sin antes regalarle una sonrisa burlona a la tailandesa,
la rubia apretó su quijada desviando rápidamente la mirada, hacia su lado
izquierdo.
Lisa escuchó las pisadas de Jennie aproximándose hacia su dirección, no
importaba cuánto tiempo hubiese pasado a su lado, cuan grande fuese la
confianza que ambas se tenían, aquella característica sensación de
nerviosismo seguía envolviendo su cuerpo, cómo si fuese la primera vez.
La tailandesa guardo silencio en el instante que la castaña quedó frente a
su cuerpo, la muchacha nuevamente alzó sus comisuras de aquella manera
risueña dejando, que el brillo de sus ojos se escondiera bajo la radiante
sonrisa.
Lisa se dió el lujo de perderse nuevamente en la belleza de su amiga, sin
siquiera importarle quedarse embobada ante la atenta mirada de la contraria.
Jennie se colocó de los nervios, rapidamente giró su rostro intentando no
ver directamente los oscuros ojos de la menor, la muchacha odiaba eso de
Lisa, detestaba que le provocara aquellas sensaciones.
—Vamos—habló la coreana tomando la mano de la tailandesa.
Una fuerte corriente eléctrica envolvió el cuerpo de ambas chicas,
ningúna de la dos fue capaz de decir lo que aquella energía les hizo sentir,
simplemente hicieron como si jamás hubiese pasado.
Lisa tragó saliva entrelazando sus dedos con los de la mayor, con la
mirada posada en el suelo, la tailandesa emprendió camino tirando del
cuerpo de Jennie.
Quizás ahora podian seguir fingiendo que todo está bien.
¿Pero hasta cuándo podría llegar su farsa?
Eres Mia

Narrador Omnisciente:
Lisa se encontraba sentada sobre su colchón con su computadora sobre
las piernas, aún seguía estando presa de los celos, no podía entender cómo
era posible que alguien, cómo Kai pudiese tener la atención de Jennie.
¿Que tenía él, que ella no tuviese?
La joven apretó fuertemente sus labios en un vano intento por relajarse,
sin pensarlo más se levantó de la cama dejando el computador sobre el
colchón, la tailandesa caminó por su pequeña habitación, hasta llegar al
espejo colgado en unas de las paredes del lugar.
Lisa vio su cuerpo siendo reflejado, hizo una mueca tomando el
dobladillo de su camiseta, rápidamente soltó un suspiro despojándose de
aquella prenda, sus ojos se posaron en su definido abdomen, por inercia se
llevó sus palmas a aquella zona notando cómo los músculos de ese lugar se
contraían bajo su tacto, Lisa sonrió al sentir ese característico hormigueo
que recorría sus piernas y la parte baja de su abdomen, pensó en Jennie,
cerró sus ojos fantaseando con que aquellas manos eran las de la castaña.
Soltó un jadeo en el instante que sus manos acariciaron por sobre su
intimidad, su miembro palpitó completamente ansioso por un poco de
atención, la tailandesa abrió sus ojos viendo la lujuria reflejada en el espejo,
su mirada estaba en llamas, su interior se estaba incendiando.
Lisa se giró sobre sus talones dirigiendose rápidamente hacia su cama,
con su miembro apunto de romper sus pantalones, tomó asiento sobre el
colchón estirando sus dos manos hacia el computador, llevó el aparato hacia
su regazo encendiendo la oscura pantalla.
Su mente estaba en rojo, sus pensamientos lujuriosos comenzaban a
jugarle un mala pasada, con la yema de su dedo índice viajo por el interior
de su ordenador apretando dos veces el aparato, hasta que la imagen del
chrome adorno parte de la pantalla, sus ojos dilatados se posaron en la
página de incógnito.
Era caliente, pero jamás estúpida.
Buscó rápidamente la primera página pornografía viendo, cómo está la
llevaba a aquel mundo prohibido, diferentes imágenes en movimientos
adornaban la pantalla sintiendo, cómo el calor en sus mejillas iba en
aumento.
La tailandesa apretó el primer video interesante que encontró; una mujer
junto con un chico caminaban por un blanco pasillo con las paredes
adornadas de cuadros, Lisa mordió su labio en el instante que el muchacho
tomo de las caderas a la actriz estampando su frágil cuerpo contra la pared,
su lindo trasero quedó al merced del actor dejando que este se degustara a
su antojo su parte baja.
El miembro de la Tailandesa nuevamente comenzó a latir de forma
dolorosa, pero aún así la menor no fue capaz de tocarse, simplemente se
mantuvo en silencio observando atentamente cada acción, que el muchacho
ejercía contra la actriz.
-A~Ah... Mmm, sí-comenzó a gemir aquella chica en el instante que el
joven la penetraba sin ningún tipo de cuidado.
Lisa por instinto desabrochó su pantalón dejando al descubierto aquel
bulto que cada vez comenzaba hacer acto de aparición, Lisa volvió su vista
a la pantalla escuchando cómo los gemidos de la actriz inundaban su
habitación, sus ojos se mantuvieron fijos en cada movimiento que el
muchacho ejercía contra el cuerpo de la chica.
Se preguntó que se sentiría probar aquellas posiciones con Jennie, su
sonrojo fue inevitable como también aquel intenso dolor que envolvía todo
su tronco y parte del glande, Lisa echó su cabeza hacia atrás cuándo sacó su
miembro hacia el exterior, con su mano derecha tomo el tronco de éste
sintiendo su carne caliente palpitando contra su palma, gimió en el
momento que movió su mano de arriba hacia abajo, con su dedo pulgar lo
llevo a la punta de su glande esparciendo el líquido preseminal por todo su
miembro.
La excitación cada vez iba más en aumento, la tailandesa de un momento
a otro dejó de prestar atención a la pantalla, rápidamente cerró sus ojos
dejándose llevar por los agudos gemidos de la actriz, pensó en Jennie
recordó sus propios gemidos, volvió a pensar en que ella era quien la
tocaba, quien le daba amor.
Comenzó a mover su mano con fuerza, rodeó con sus dedos el tronco de
su miembro estrujando con un toque de agresividad la punta de ésta, su
glande rápidamente comenzó a punzar, sus piernas tuvieron aquel
característico hormigueo que le indicaban que estaba por venirse.
Entreabrió los labios, apretó sus párpados manteniendo su cabeza echada
contra el cabecero de su cama, sus tímpanos estaban completamente atentos
a cada sucia palabra que soltaba la muchacha del vídeo, mientras que el
obsceno sonido de los muslos chocando entre sí acompañaban los jadeos
del actor.
-Mmm... Sí-gimoteó la Tailandesa al mismo tiempo que atrapaba su labio
inferior con sus dientes.
Le faltaba poco estaba por venirse, pero para su mala suerte la puerta se
abrió de golpe provocando que por acto reflejo soltara su erecto miembro
cerrando la tapa del computador.
Chilló de forma agonizante en el momento que el tronco de su pene se
apretó contra las pantalla del computador y el teclado de este, sus ojos
velozmente se cristalizaron sintiendo cómo el dolor se expandía por su
abdomen.
Jennie la observó entre sorprendida y divertida, su primera reacción fue
reír como desquiciada, había pillado a su amiga en el acto justo de su
pecado, pero al oírla chillar le provocó dejar de reír para verla preocupada.
Lisa completamente furiosa levantó la pantalla para luego lanzar aquel
aparato contra la esquina de su cama.
-¿Estás bien?-preguntó la coreana mientras se acercaba a una adolorida
rubia.
La joven Tailandesa se llevó sus dos manos hacia la zona afectada
tomando rapidamente la postura de bolita sobre la cama, sus ojos seguían
derramando lágrimas mientras que su miembro no paraba de punzar,
realmente se había lastimado.
Lisa apretó los labios sintiéndose incapaz de hablar, el dolor era
agonizante, ni siquiera una patada en sus genitales se podía comparar al
dolor que recorría por su anatomía en ese instante.
Jennie se sintió culpable por abrir la puerta como si nada, la castaña se
sentó en la esquina de la cama observando, cómo está continuaba
sollozando sobre las sábanas.
-¿Quieres que te lleve al hospital?-preguntó la castaña en el instante que
sus ojos hicieron contacto con la aguada mirada de la rubia.
Lisa sonrió, dejando que las lágrimas continuase haciendo su labor, con
suavidad la tailandesa negó con su cabeza sintiendo aquel movimiento el
más doloroso de todo.
La coreana se acercó un poco más a la rubia tomandose el atrevimiento
de observar su definido cuerpo.
-Debiste mantener tu puerta con llave ¿Te imaginas que tú madre hubiese
entrado? O peor aún, que el pequeño Bambam te hubiese visto-comenzó a
regañar a la Tailandesa olvidando por completo que ésta estaba agonizando.
-Ñjh...-gimoteó la menor de forma adolorida, con todo el esfuerzo del
mundo pudo subirse sus pantalones manteniendo una de sus manos posada
sobre su adolorido miembro-Ese mocoso debe tener las muñecas
fracturadas de tanto, que se acaricia el junior-comentó sin ningún tipo de
pudor escuchando la fuerte carcajada por parte de la mayor.
-...-soltó un suspiro en el instante que se giró viendo a la coreana
fijamente-Y de mi madre, pues no sería la primera vez, que me ve.
-¿Entonces por qué has aplastado tu bendición con la pantalla del
portátil?-preguntó la coreana en tono de burla irritando a más no poder a la
tailandesa.
Lisa iba a soltar el nombre que por tanto tiempo Jennie había odiado, la
joven castaña realmente detestaba a la pequeña ardilla.
-Pensé que era Chaeyoung-contestó Lisa al mismo tiempo que se encogia
de hombros.
Lo siguiente que recibió fue un fuerte golpe en su intimidad logrando que
se encorvara por completo, sintiendo cómo sus órganos se contraían ante el
dolor que envolvía su aparato reproductor.
-H~Hija... Ñjh-gimoteó Lisa echando su cuerpo hacia adelante.
-Vuelve a nombrar a esa zorra en mi presencia y ese dolor no será lo
único que sentirás-amenazó Jennie mientras se armaba de valor y tomaba la
quijada de la menor-Eres mía, Manoban-reafirmó para luego soltarla-Me
has puesto de malas-afirmó haciendo una mueca de disgusto-Hasta se me ha
olvidado a que venía... Pero bueno, cómo sea-se levantó dejando a la rubia
aún quejandose de dolor-Ponte hielo... Nos vemos mañana-se despidió
caminando hacia la salida de la habitación-Ah sí-se detuvo frente a la puerta
observando por sobre su hombro el afligido rostro de la tailandesa-La
próxima vez, masturbarte pensando en mi-le guiñó el ojo pasando su lengua
por sobre su labio superior, para luego salir de la habitación.
Su miembro latió provocándole un fuerte dolor por toda su zona
abdominal, Jennie la había provocado.
Esa mujer sabía que aquel dolor empeoraría, si ella se excitaba.
Lisa soltó un gruñido echando su cabeza hacia atrás, mantuvo su mirada
en el techo, mientras que sus manos se hallaban posadas en su intimidad.
-Las amigas no sienten celos, por otros amantes-se repitió la rubia en un
vano intento por creer en sus propias palabras.
Nuera

Narrador omnisciente:
El timbre resonó en el hogar de los Manoban, Lisa se hallaba recostada
sobre sus sábanas con su abdomen al descubierto mientras que el delicioso
sueño la envolvía por completo, su madre, quien se encontraba cocinando
un apetitoso pastel, se aproximó a la puerta abriendola con rapidez; su
sonrisa se ensanchó al ver a una joven de cabello rubio de pie frente a ella,
por primera vez en mucho tiempo alguien- a demás de Jennie- venía a
visitar a su hija.
—Oh por dios...—susurró la mujer llevando su mano derecha a la boca
—...—guardó silencio intentando asimilar la idea de que ella estuviese
frente a su puerta.
—B~Buenos días... U~Usted, usted debe ser la madre de Lisa, ¿Verdad?
—preguntó Chaeyoung siendo víctima del nerviosismo—un gusto, Sra.
Manoban mi nombre es Chaeyoung—saludó haciendo a su vez una
reverencia.
La madre de la tailandesa rió completamente enternecida por la adorables
palabras que la joven había sido capaz de desbordar, por inercia la mujer
estiró sus dos manos atrapando los hombros de la coreana.
—Eres una ternura, ven pasa—habló la mujer tirando del cuerpo de la
joven hacia el interior de su hogar.
—Tiene un hogar muy bonito, Sra. Manoban—halagó la coreana
escuchando nuevamente la suave risa de la madre de su amiga.
—Soy Sunmi, puedes llamarme así cariño—comentó la mujer dándole un
par de palmadas al hombro de la joven—ven, ¿Quieres ayudarme en la
cocina?—preguntó mientras se dirigía hacia aquella zona de la casa—¡De
todas formas mi hija debe estar durmiendo todavía!—agregó elevando la
voz para que la rubia pudiese oírla.
Chaeyoung mordió su labio para luego mirar las escaleras, se quedó un
par de segundos observando hacia la nada deseando ver la bonita silueta de
su mayor. Cuando se percató que, efectivamente la tailandesa no bajaría la
muchacha emprendió camino hacia la cocina.
La coreana ingreso viendo la familiaridad de la madre de Lisa con la
tailandesa, eran idénticas, Chaeyoung no pudo esconder aquella boba
sonrisa que adornaba sus labios ante la idea de imaginarse a la Rubia a esa
edad. La madre de la tailandesa giró su rostro al percatarse de la presencia
de la menor, se quedó unos segundos en silencio notando aquel peculiar
brillo en la mirada de la joven.
—¡Chaeyoung! Me alegra saber que sigues aquí—comentó Sunmi
mientras caminaba de un lado hacia el otro en busca de un par de
ingredientes—no seas tímida, pasa—agregó al notar como la muchacha
continuaba de pie en el umbral—me alegra saber que mi pequeña tiene más
amigos aparte de Jennie—comenzó a hablar posando un par de platos sobre
la mesa de mármol.
La rubia ingresó en el interior de la cocina caminando directamente hacia
el lavaplatos.
—Lo sé, Lisa no es buena para socializar—comentó Chaeyoung mientras
secaba sus húmedas manos en el papel higiénico que colgaba de la pared—
me siento agradecida por saber que soy parte de su vida.
La madre de la tailandesa guardo silencio sintiendo como las adorables
palabras de la muchacha golpeaba su corazón, ¿Podía existir un ser más
puro que aquella joven? Se preguntó al notar las amorosas palabras de la
rubia.
—Lisa... Ella es especial en todos los aspectos, me da gusto saber que te
tiene a ti además del gatito revoltoso—comentó con cariño logrando que la
coreana riera ante el apodo mencionado por la mayor—¿Sabes pequeña?
Aún que por fuera mi hija se viera intimidante... Aquello solo es una
máscara, intenta ser así para que no lastimen.
La Sra. Manoban mordió su labio negando con la cabeza, no debía llorar,
no al frente de la coreana simpática.
—¿Quien la lastimó Sra. Manoban?—preguntó Chaeyoung olvidando
por completo el hecho de la informalidad—¿U~Usted lo sabe, verdad?—
insistió notando como la mujer simplemente negaba echando su cabello
hacia atrás.
—No, lo siento cariño, pero no lo sé, Lisa jamás me quiere hablar de eso
—comentó con un tono amargo en sus palabras.
De repente, el silencio que se había creado en la habitación fue
interrumpido por un estruendo proveniente del segundo piso. Chaeyoung
giró su rostro hacia el comedor notando rápidamente la silueta de la
tailandesa.
—¡Mierda mamá! ¡Me olvidé de Chaeyoung! ¡Me voy!—gritó una
nerviosa tailandesa mientras que, corría por la habitación en busca de sus
zapatos.
-maldición... —susurró al golpearse contra la mesa de cristal—¡¿Mamá
has visto mis zapatos?!
La Sra. Manoban rió para luego limpiarse sus sucias manos en el
delantal. Chaeyoung se quedó en silencio viendo como la madre de la
tailandesa salía de la cocina para acercarse a su hija.
—Relajate cariño—comentó mientras le daba un par de palmas al
hombro de su hija.
—¡¿Que me relaje! ¡Olvide a Chaeyoung, Mamá! Me debe odiar—
comenzó a desesperarse llevándose ambas manos a la cabeza—maldición,
¿Por qué soy tan torpe?
—Lo heredaste de tu padre—comentó la mujer para luego reír
completamente divertida de las expresiones cansadas de su hija—venga ya,
te diré algo...—susurró la mujer acercándose a la oreja de su pequeña—en
la cocina está mi nuera.
Lisa frunció el ceño dando un paso hacia atrás.
—¿Jennie?—preguntó logrando sorprender a su madre, quien entreabrió
los labios completamente impactada de la confesión camuflada de su hija—
¿No? Ahm... Y~Yo, olvídalo—intentó cambiar el tema girando su rostro
hacia la dirección de la cocina.
Su pulso se disparó al notar la presencia de la coreana.
—¡¿Chaeyoung?!—preguntó Lisa al mismo tiempo que corría hacia la
dirección de la rubia lanzándose contra el cuerpo de la joven—perdón,
perdón—repetía besando la frente de la menor—no quise olvidarte, lo juro
—comentó tomando las mejillas de la muchacha quedando en un incomodo
silencio.
—¡Iré al súper!—rompió el silencio la voz de la Sra. Manoban para luego
oírse la puerta cerrandose.
Lisa parpadeo alejándose del cuerpo de la coreana, la muchacha podía
sentir sus mejillas sonrojadas ante la vergüenza que envolvía todo su
cuerpo, en cambio Chaeyoung, se mantuvo en silencio rascándose la nuca
con su dedo incide y pulgar.
—Ams... ¿Quieres comer algo?—preguntó Lisa mientras caminaba hacia
la cocina.
—No, lo siento... En realidad sólo venía a decirte que no podré salir
contigo hoy—mintió Chaeyoung al recordar la pregunta que la tailandesa
había ejercido hacia su madre.
Ella no era Jennie, se repitió una y otra vez deseando que aquellas
palabras quedasen grabadas en su mente.
Lisa la observó confundida dando un paso hacia atrás para luego girarse.
—Oh... Ams, ¿Te llevó a tu casa?—preguntó intentando sonar amable.
La menor negó con su cabeza apretando su puño en un vano intento por
mantener la calma, un extraño pensamiento recorrió su mente, de repente se
sentía segura de si misma, así que lo iba a demostrar. Con pasos seguros se
acercó a la tailandesa colocando sus dos finas manos posadas en los
hombros de la mayor.
—Nos volveremos a ver—susurró Chaeyoung para luego acercar su
rostro hacia el de la tailandesa terminando por juntar sus labios contra la
comisura de los labios de la mayor.
Lisa quedó paraliza, su cuerpo completamente tensado por el tacto de la
muchacha, la mayor tragó saliva sintiendo como su entrepierna comenzaba
a doler, por instinto llevó su mano hacia su miembro tapando la visible
erección que la coreana le provocó, mientras que; Chaeyoung agachó la
mirada sonriendo con provocación.
—Adios Lisa—se despidió dando media vuelta alejándose por completo
de la muchacha.
La tailandesa se quedó ahí, con la entrepierna punzando y las manos
congeladas, la casa había quedado en un completo silencio siendo su
respiración el único sonido. De repente, el timbre sonó, la muchacha
rápidamente corrió hacia la zona del sonido abriendo la puerta sin siquiera
importarle quien era la susodicha.
—¡Chaeyoung mira como me dej... ¿J~Jennie?—pregunto Lisa tragando
fuertemente la saliva que había quedado atorada en su garganta.
No Somos Amigas

Narrador Omnisciente:
Lisa entreabrió sus labios en un vano intento por excusarse ante lo
inevitable, la coreana en cambio simplemente se quedó de pie sintiendo
cada poro de su cuerpo ardiendo ante la ira que la envolvía. Jennie sentía
celos, celos por ver a su mejor amiga con otra mujer.
Lisa era suya, o eso solía decir.
La tailandesa sonrió de aquella manera adorable al mismo tiempo que
hacia un tierno sonido que desprendía de su garganta como un ronroneo, la
joven necesitaba hacer de todas las formas posible que la coreana se
calmara, pero al parecer no lo estaba logrando.
La rubia observó un tanto atemorizada como la castaña tomaba el
atrevimiento de dar un paso hacia el interior de la casa, por inercia
retrocedió dándole el suficiente espacio para que Jennie pudiese invadir su
privacidad.
—Haré como que no he visto a esa perra—comentó Jennie mientras
ingresaba en el hogar de la rubia.
Lisa apretó sus puños, se sentía fatal, enojada consigo misma por permitir
que ella hablará de aquella manera.
—...—la joven tragó saliva cerrando la puerta detrás de sí—su nombre es
Chaeyoung, Park Chaeyoung—aclaró logrando que la joven detuviera su
caminar.
Jennie comenzó a reír al mismo tiempo que se giraba alzando sus dos
cejas de forma incrédula, Lisa sintió que cada fibra de su cuerpo se contraía
ante la dura mirada de la muchacha siendo está camuflada por sus
encorvados labios. La tailandesa tragó saliva dando un paso hacia atrás, la
coreana se estaba acercando, parecía un animal a punto de lanzarse contra
su cuerpo, porque sí, Lisa se sentía como una vil presa en esos momentos.
Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando el suave dorso de la
joven rozó su quijada, su corazón estaba apunto de salir de su garganta, se
sentía asfixiada, atrapada entre la puerta y el majestuoso cuerpo de la
mayor.
—J~Jennie...—murmuró Lisa sintiendo su cuerpo ardiendo ante las
cálidas manos de la nombrada—¿Q~Qué se supone que estás haciendo?—
preguntó tragando el nudo que se había creado en su garganta.
La coreana le sonrió mientras que posicionaba sus dos manos contra las
caderas de la menor.
—¿Qué qué hago? Pues nada—respondió acercando su rostro contra el
cuello de la rubia—hueles a ella—comentó escuchando la suave risa de la
tailandesa.
Lisa agachó la mirada notando el bonito cabello de la castaña, sus ojos le
jugaron una mala pasada viajando más de la cuenta.
—¿Tienes complejo de perro?—preguntó la tailandesa a la vez que se
relajaba.
Jennie entreabrió sus labios soltando una inocente carcajada, sus suaves
labios rozaron la piel expuesta de la rubia sintiendo como el cuerpo de la
joven se paralizaba por completo.
—No... Pero si quieres puedo serlo—contestó la coreana con un toque
provocativo en sus lascivas palabras las cuales provocaron un inminente
ahogo en la tailandesa—¿Sabes?—murmuró brindándole un par de besos al
cuello de la rubia —puede que seas una chica, y creeme amiga, eres una
chica muy sexy, pero lo que tienes entre las piernas te obliga a reaccionar
como un chico —comentó alejando su rostro de aquella zona para ver
directamente las facciones de la menor— y yo sé cómo controlar a un
chico.
Lisa se sentía indefensa, las suaves palabras de la castaña le habían
provocado una fuerte pulsación en su entrepierna, y para su mala suerte el
bonito cuerpo de la mayor se hallaba apresado contra el suyo logrando que
su miembro se mantuviera rozándose contra el muslo de la coreana.
Jennie no era estúpida, podía sentir la dureza de la tailandesa rozando
contra su cuerpo, por instinto sonrió de forma egocéntrica, le encantaba
provocar aquello en los hombres, pero aunque jamás lo admitiese a viva
voz, le fascinaba provocar eso en la rubia.
Lisa tragó saliva apretando sus manos contra la madera de la puerta, ya
no tenía escapatoria, estaba acabada. Su corazón se detuvo mientras que su
respiración había quedado atrapada en su garganta, la coreana la besaba
como si estuviera necesitada por probar sus labios.
La tailandesa no se resistió, amaba demasiado a la castaña para dejar que
hiciese lo que se le pagara la gana con su cuerpo. Lisa suspiro contra la
boca de la coreana, Jennie la estaba dejando sin oxígeno, ¿Pero que más
daba? Era su amiga quien la besaba como si no tuviese un mañana.
Jennie despegó sus labios apoyando su frente contra la de la rubia. Se
quedaron así, en un completo silencio sintiendo como sus respiraciones se
mezclaban entre sí.
—Esto está mal... Somos amigas—susurró la coreana mientras que su
cuerpo se paralizaba por el tacto de la rubia.
Lisa le sonrió, con rapidez elevó una de sus manos tomando uno de los
mechones de la muchacha para luego echarlo hacia atrás- lo hizo, ocupó la
misma técnica que los demás idiotas hormonales-.
—Tu y yo, no somos amigas Jennie Kim—contesto la rubia para luego
estampar sus labios contra los de la mayor.
Jennie se dejó, porque a pesar de todo, Lisa tenía su corazón.
La tailandesa se giró, de forma posesiva empujó a la coreana
manteniéndola atrapada entre su cuerpo y la puerta, su afiliada mirada se
conectó rápidamente con la de la castaña logrando poner de los nervios a la
joven.
—Veo que estás nerviosa—comentó Lisa con un toque divertido en sus
palabras—¿A qué le temes Jennie?
La nombrada elevó una de sus cejas con diversión mientras que estiraba
su rostro hacia el de la rubia, le sonrió de forma coqueta demostrándole las
diferentes sensaciónes que solo ella era capaz de provocar en el frágil
cuerpo de la tailandesa.
Lisa le devolvió la sonrisa terminando por cerrar la brecha que las
separaba, sus bocas se sellaron, sus lenguas comenzaron una acalorada
danza por mantener el dominio, hasta que la castaña tomó la decisión de
empujar con suavidad los hombros de la contraria.
—Jennie~ah...—susurró Lisa a la vez que comenzaba a hacer un adorable
mohín.
Jennie mordió su labios observando las bonitas facciones de la tailandesa,
sin esperar más, la joven alzó sus dos manos apoyándolas contra las
mejillas de la rubia.
—No llores—comentó de forma burlona para luego tirar del rostro de la
menor contra el suyo; se quedaron así, con los labios sellados mientras que
ambas se hallaban con los ojos cerrados—...—Jennie la alejó relamiendo su
labio inferior para saborear el exquisito sabor que el beso de Lisa le había
dejado—será mejor que bajes a tu amiguito antes de que tu madre llegué—
comentó al mismo tiempo que comenzaba a correr hacia las escaleras—¡Y
yo que tú me doy prisa porque la acabo de oír!—agregó desapareciendo por
el segundo piso.
Lisa frunció el ceño ante las palabras de la joven, por instinto dio un par
de pasos hacia atrás negando con su cabeza divertida.
La joven guardó por un par de minutos silencio temiendo que las
palabras de Jennie hubiesen sido ciertas. Cuando se percató del silencio que
la envolvía no pudo evitar girarse mirando hacia las escaleras.
—¡Sí claro, como tú digas!—alzó la voz mientras reía divertida.
De repente para su mala suerte, su cuerpo entró en un pequeño colapso al
oír el característico crujido de la puerta dando a entender que está estaba
por abrirse, sintió sus piernas congeladas a la vez que, por instinto llevaba
sus dos manos a su zona intima intentando tapar fallidamente su miembro
activo.
—¿Lisa? ¿Por qué estás gritando?—habló su madre detrás de la
muchacha completamente confundida ante la actitud de su hija—olvídalo,
¿Puedes ayudarme con las bolsas?—preguntó moviendo un par de bolsas
hacia la dirección de la rubia—Lisa, te estoy hablando—comentó tirando su
mano para atrapar el brazo de la nombrada.
Lisa se giró con sus párpados cerrados al igual que los labios, se esperaba
lo peor, pero para su sorpresa lo único que escucho fue un pequeño "oh"
siendo acompañado por un "ve a tu habitación y arregla el desastre que tus
hormonas causaron" la muchacha agitó su cabeza con rapidez para luego
desaparecer con la mayor velocidad posible, sintiendo como el rozamiento
de sus jeans lastimaban su miembro.
Estéril

Narrador Omnisciente.
Lisa se encontraba en su habitación con sus piernas estiradas en dirección
de la pared mientras que, entre sus manos sostenía una pelota de color azul,
se dedicó a lanzar aquel objeto hacia el techo teniendo la mala suerte de
más de una vez recibir el impacto contra su rostro.
La muchacha bufó en el instante que sintió como las manos de Jennie
hacían acto en arrebatarle su juguete distractor, molesta la tailandesa bajó
sus piernas acomodándose sobre su cama para hacerle frente a la coreana.
Cuando tuvo el valor de girar su rostro su cuerpo se tensó a la vez que sus
pensamientos se quedaban como piedra; frente a ella estaba el ser más
hermoso que jamás en su vida había sido capaz de observar, -o tal vez
estaba demasiado enamorada para creer que Jennie era perfecta-.
La castaña comenzó a reír en el instante que notó la ausencia mental de la
menor, de pura maldad la joven se levantó colocándose sobre el regazo de
la rubia dejando su intimidad muy próxima a la de la extranjera.
Lisa jadeo abriendo sus bonitos ojos ante la sorpresiva actitud de la
coreana, rápidamente entreabrió sus labios intentando de una forma fallida
y vergonzosa en alejar a la muchacha de su cuerpo.
La tailandesa al percatarse de la cruel fricción que Jennie intentaba
ejercer por la única necesidad de joderla tomó la decisión de darle un
pequeño empujón para que, de aquella manera ella fuese capaz de
levantarse y tranquilizarse.
—¿Qué haces? ¿Estás loca?—preguntó Lisa completamente molesta
mientras que, por instinto se llevaba sus dos manos hacia la intimidad—mi
madre esta abajo, y tú estás pensando en coger, ¿Me estas jodiendo Kim?—
sus palabras salieron de forma brusca, realmente la joven estaba furiosa por
las acciones de la mayor.
Jennie alzó una de sus cejas sintiendo la molestia reflejándose en sus
facciones al oír las palabras de la rubia, rápidamente la joven se cruzó de
brazos dando un paso hacia la dirección de la tailandesa. Lisa frunció el
ceño al notar como la coreana se relamía su labio inferior asomando una
lasciva sonrisa burlesca.
—¿Me llamaste loca?—preguntó la joven al mismo tiempo que atrapaba
con sus dientes su labio inferior soltando con rapidez, para que así, de
aquella manera esa provocativa imagen se quedara rondando en los
pensamientos de la contraria—esto haría una loca—aclaró llevando sus dos
manos hacia sus bonitos pechos para luego echar su cabeza hacia atrás—
¡Dios sí..., Lisa sí.. !—gimió en alto logrando que la tailandesa se
abalanzara contra su cuerpo llevando sus dos manos hacia su sucia boca
lasciva.
La rubia, con el corazón desbocado tackleo (tío Google dijo que así se
escribe) la bonita anatomía de la coreana logrando que ambos cuerpos
terminaran sobre el suave colchón.
Rápidamente Lisa intentó retener a la castaña quien, velozmente
intentaba destapar sus labios para continuar con sus provocativos gemidos.
—Cállate, ¿Acaso eres estúpida?—preguntó la rubia arrepintiéndose con
rapidez al ver a la contraria elevando sus dos cejas para luego sentir aquel
fuerte e agonizante calor subir desde su entrepierna hasta la zona baja de su
abdomen—Ayyy… hija... —calló las últimas palabras ante el dolor que
envolvía su miembro.
Lisa la soltó llevándose por instinto sus dos manos hacia la zona del
golpe, rápidamente se removió sobre la cama maldiciendo entre dientes ante
el dolor que Jennie le había provocado. La creadora de su sufrimiento se
sentó en la esquina de la cama observando completamente divertida la
agonizante palabras de la extranjera sintiéndose bien consigo misma por
causar aquel daño.
La sonrisa de la coreana se borró en el instante que vio las lágrimas
descendiendo por los bonitos ojos de la menor, con rapidez la culpa
comenzó a consumirla obligándola a colocarse de pie para acercarse a la
joven lastimada.
—Me llamaste estúpida, Manoban, tu sabes que nadie puede llamarme de
esa forma—se excusó la joven estirando una de sus manos hacia el cabello
de la rubia, brindándole suaves caricias a su cuero cabelludo—a la próxima
mide tus palabras—aconsejó alejando su tacto para apoyar sus palmas sobre
la cama—¿Tanto duele?—preguntó de forma burlesca sintiendo la
penetrante mirada de la tailandesa posada en sus facciones.
La coreana tragó saliva a la vez que daba un paso hacia atrás, para su
mala suerte Lisa se recompuso con rapidez levantándose del colchón para
dirigirse donde la castaña-poco le importó el dolor que aun sentía en su
entrepierna-.
Jennie retrocedió observando como la tailandesa se acercaba de forma
peligrosa hacia su cuerpo, su oscura mirada velozmente se posó en su
preocupada mirada sintiendo como, con tan solo aquella simple acción su
corazón comenzó un frenético bombeo.
—Lisa—llamó la joven en el instante que su espalda chocó contra la fría
madera de la puerta.
La nombrada golpeó con suavidad sus palmas contra los hombros de la
coreana obligando a la joven en mantenerse en aquella posición.
La rubia bajó sus manos colocando de forma posesiva sobre la cintura de
la coreana, demostrándole con aquel simple tacto quien de las dos mandaba
en ese instante.
—Dime—respondió la nombrada alejando una de sus manos para subirla
hacia la quijada de la castaña—me sigue doliendo la entrepierna por tu
culpa… ¿Lo disfrutas, verdad?—preguntó cambiando de forma drástica la
conversación.
Jennie volvió a tragar saliva sintiendo el calor de su zona intimida
cubriendo cada centímetro de su cuerpo, la joven se veía incapaz de negar
aquello que solo Lisa era capaz de provocar con tan solo una mirada y sus
suaves palabras.
—Tu madre…—intentó la joven usar como pretexto ante lo inevitable.
La tailandesa alzó una de sus cejas riendo ante las palabras de la castaña,
tomando el valor de ser ella quien disfrutaba la incomodidad.
—Mi madre está por ahí, en algún lugar de la casa, así que será mejor
que no hagas ruido—avisó Lisa estrujando su mano contra la cintura de la
contraria.
La castaña se quedó en silencio observando la forma en que la rubia la
veía, a pesar de que esta estuviese molesta por lo que le había hecho, por
aquel duro golpe que le había proporcionado, la joven aun así, era capaz de
ver el reflejo de cariño oculto entre aquellas largas pestañas y mirada
marrón que Lisa poseía.
—No me harás nada—desafió Jennie deseando muy en el fondo que la
tailandesa la dominara de todas las formas posible.
Lisa sonrió acercando de forma peligrosa aquellos apetecibles labios que
tanto Jennie deseaba probar, sus labios estaban a unos escasos centímetros
de ser probados, de ser succionando con una vehemencia envidiable, pero
para la mala suerte de ambas- o tal vez solo para Jennie-, la voz de la madre
de la rubia resonó desde la planta baja.
—¡Lisa..!, la linda Chaeyoung te busca!—avisó la mujer logrando que la
coreana le diera un fuerte golpe a la entrepierna de la rubia.
Lisa jadeo cayendo de rodillas al suelo, maldiciendo su nombre.
—¿Sabías que esa idiota iba a venir?—preguntó Jennie sin siquiera
importarle ver a la extranjera retorciéndose de dolor en el frío suelo de
madera—¡Responde Manoban!—exigió completamente molesta de saber
que casi permite acostarse con ella.
—C~Creo, creo que me quedé estéril—avisó la nombrada deseando a
todos los santos terminar con aquel agonizante sufrimiento que su
entrepierna le proporcionaba a todo su cuerpo.
Jennie gruño girando sobre sus talones para tomar la perilla de metal.
—Cuando decidas la mierda que estás jugando me llamas—avisó
abriendo la puerta para luego salir de la habitación, echando humo por sus
orejas ante la imagen de la linda coreana en la primera planta conversando
de forma animada con la mujer que debería ser su suegra—puta barata—
insultó entre dientes en el momento que debió pasar al lado de ambas
mujeres.
—¿Tan temprano te vas Jennie?—preguntó la Sra. Manoban un tanto
sorprendida de ver el visible enojo de la joven.
—Sí, mi madre me llamó, lo siento por no poderme quedar Sunmi—
contestó la castaña con confianza para luego acercarse hacia la madre de la
menor para plantar un suave beso en la mejilla de la Sra. Manoban—otro
día invado su casa—comentó escuchando una carcajada por parte de la
mujer y una mirada incomoda por parte de la rubia intrusa.
—Mándale saludos a tu madre—pidió la Sra. Manoban mientras que veía
a la castaña salir de su casa—Ay, esa Jennie, un día de estos la veré
instalada en la casa, y no habrá forma de sacarla—comentó hacia la nada
girando rápidamente su cuerpo para caminar hacia su recamara—ah sí,
Chaeyoung—habló girando su rostro para ver sobre su hombro a la joven
nombrada—mi hija está en su habitación, ve a verla—animó dándole un
sutil guiño para luego simplemente caminar hacia su propia habitación.
La joven coreana tragó saliva sintiendo la sangre instalándose en sus
mejillas, completamente avergonzada la muchacha caminó hacia las
escaleras comenzando a subir con lentitud cada peldaño, hasta llegar al
segundo piso, no fue difícil hallar la habitación de la mayor, con tan solo
caminar un par de pasos sus suaves quejidos le indicaron el lugar exacto
donde ella se encontraba.
Chaeyoung estiró su mano tomando la manilla de la puerta para luego
tirar de esta hacia la entrada de la habitación.
—Maldita gata loca, me terminará por dejar estéril—gruñía Lisa por
debajo notando rápidamente la existencia de la rubia—Oh, ¿Chae? Am
¡Hola!—saludó sintiendo su entrepierna punzar ante el estúpido
movimiento que había ejercido—Ayy…ah—jadeó ante el dolor que seguía
golpeando su cuerpo.
—¿Qué te paso unnie?—preguntó la rubia mientras se acercaba hacia su
mayor tomando asiento a su lado.
Lisa gruñó recostando su mejilla en el hombro de la coreana, para su
sorpresa rápidamente sintió que, aquella posición le había aliviado el dolor
de su entrepierna, logrando que fuese capaz de suspirar agradecida.
—Es una larga historia—contestó Lisa cerrando sus ojos por un par de
segundos para descansar de aquella agotadora sensación que Jennie le había
causado a su miembro.
No Soy Una Niña Pequeña

Narrador omnisciente:
Lisa y Chaeyoung quedaron en un silencio sepulcral luego de las palabras
que la rubia soltó, ambas jóvenes se mantuvieron sentadas sobre el frío
suelo de madera escuchando atentamente sus entrecortadas respiraciones, la
tailandesa murmuró por lo bajo al sentir su entrepierna dolor, rápidamente
la muchacha tragó saliva intentando acomodarse en el hombro de la
pequeña a su lado en un vano intento por dejar de sentir aquel incómodo
malestar. Aun para su mala suerte Lisa podía sentir las intensas pulsaciones
que recorrían su miembro caliente, por cada sensación de escozor la
muchacha insultaba en sus pensamientos la existencia de Jennie.
De repente, una traviesa mano se apegó contra el botón de su jeans
logrando que, por instinto la tailandesa soltara un fuerte jadeo cerrando sus
puños y apretando los párpados. Chaeyoung al percatarse de la reacción de
la mayor, rápidamente alejó su inocente tacto de aquella sensible zona,
sintiendo a su vez, el intenso calor que envolvía sus mejillas y las puntas de
sus orejas.
—Lo siento unnie—se disculpó la menor colocando sus dos manos sobre
sus muslos para tener una mayor comodidad al hacer la reverencia de
disculpa—no ha sido mi intención.
La rubia soltó un suspiro echando su cuerpo contra los pies de su cama,
se escuchó un seco sonido de su cabeza colisionando contra el borde de
madera, rápidamente la coreana abrió sus ojos con fuerza llevando sus dos
manos hacia la cabeza de la mayor.
—¿Unnie, te encuentras bien?—preguntó Chaeyoung desbordando
preocupación ante el estremecedor sonido que el golpe de Lisa ocasionó.
La tailandesa se mantuvo en silencio con sus labios fruncidos ante el
dolor que envolvía su cabeza, tanto era el malestar que, había olvidado por
completo su escozor en la entrepierna. Lisa jadeó inclinando su torso hacia
adelante al sentir a la pequeña coreana subiendo a horcajadas sobre su
cuerpo, la rubia abrió rápidamente sus párpados sintiendo su mirada siendo
sumergida por el bonito par de la joven.
—¿Q~Qué haces?—preguntó Lisa intentando concentrarse para no
despertar a su amiguito—Chaeyoung, bájate—ordenó tragando a su vez
aquella inexistente masa que obstruía su garganta—lo digo en serio—
intentó sonar dura, pero lo único duro que su cuerpo transmitía era lo que se
mantenía debajo de la intimidad de la coreana—Chae—jadeó en el instante
que la susodicha se inclinó rozando su sexo contra el sensible miembro de
la contraria.
—¿Te duele?—preguntó la menor acariciando rápidamente la nuca de la
rubia—mmh—ronroneó logrando que todos los sentidos de la mayor se
colocaran alerta—¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?—preguntó
con una clara insinuación en su bonito tono de voz.
Lisa no pudo resistirse, adhirió sus palmas contra la cadera de la coreana
ejerciendo todas sus fuerzas para rozar de forma intencional su entrepierna
contra la de ella. Rápidamente la escuchó jadear contra su oreja logrando un
gruñido por su parte. La tailandesa era consciente que aquello estaba mal,
que no debería estar jugando de aquella forma con la pobre de Chaeyoung,
nadie más que ella sabía que, a quien amaba no estaba presente en esa
habitación, nuevamente Lisa comenzó a razonar intentando alejar a la
muchacha, la rubia realmente no quería hacer nada con la coreana si en sus
pensamiento no abandonaba la bonita imagen del rostro de Jennie.
—No… Chaeyoung—susurró Lisa en un vano intento por alejarla,
teniendo como resultado algo que no estaba en sus planes—de verd…—
rápidamente se calló al sentir la lengua de la menor chocando contra el
interior de su boca, robándole un exquisito beso prohibido.
La tailandesa jadeó moviendo sus manos hacia la espalda de la coreana,
por instinto la joven intentó brindarle más comodidad a la contraria
inclinando su torso hacia adelante. Lisa pudo sentir las palmas de
Chaeyoung adhiriéndose contra su quijada y parte de las mejillas tirando de
su rostro en otro apasionado beso, la rubia sintió las piernas de la contraría
envolviéndose contra sus caderas logrando otro excitante rozamiento de
ambos sexos.
Lisa no se quejó al sentir su camiseta siendo lentamente desabotonada
por los traviesos dedos de la menor, no se interpuso, en el instante que
sintió las yemas de Chaeyoung rozando sus senos para luego comenzar un
ardiente recorrido a su abdomen hasta terminar al borde su bóxer. Se quedó
ahí, estática en el momento que sus hinchados labios dejaron de devorarse
de forma mutua, la mayor alzó su mirada posando sus oscuros ojos en el
brillo travieso que la coreana poseía, la tailandesa tragó saliva al notar las
veloces manos de la contraría adhiriéndose a la tela de sus jeans, Lisa era
más que consciente de lo que iba a suceder, pero si lo sabía, ¿Por qué no
estaba haciendo nada por detenerla?.
—He deseado por mucho tiempo probar diferentes cosas contigo—
confesó Chaeyoung provocando que, muy en el interior de Lisa oír aquello
la encendiera más de la cuenta—¿No te molesta lo que hago, verdad?—
cuestionó ganándose unos bonitos ceños fruncidos por parte de la tailandesa
—venga—habló levantándose del cuerpo de la contraria notando el gran
bulto que, fallidamente la rubia intentaba ocultar.
Lisa gruñó el instante que se levantó sintiendo su entrepierna dolor como
el infierno, Chaeyoung al ver sus dolidas expresiones no pudo evitar estirar
su mano libre para acariciar el definido abdomen de la contraria
brindándole calma. La tailandesa suspiró en el momento que su trasero
colisiono contra el colchón, ni siquiera pudo reaccionar al sentir las
juguetonas manos de la coreana apoderándose del botón de sus jeans,
desabrochando el único seguro que la mantenía alejada de su miembro. La
rubia entreabrió sus labios al sentir las manos de la pequeña Chae tomando
de forma posesiva la tela de sus pantalones, tirando de aquella prenda hacia
los tobillos.
Chaeyoung guardó silencio relamiendo su labio inferior al quedar frente
a la única tela que la separaba de su gusto culpable, del causante de sus
noches en vela.
—Chaeyoung…—llamó Lisa con la voz dependiendo de un hilo
ahogado, de una desesperación tan grande por alejarla que, ya no estaba
pensando con claridad.
—Te demostraré que no soy una niña—habló la menor tomando posesión
del elástico de la tailandesa para luego simplemente bajar la tela
exponiendo el miembro de la contraria.
—…—la rubia jadeó al sentir el tronco de su pene chocando contra su
abdomen ante la liberación del bóxer.
Lisa quiso detenerla, quiso decirle que aquello no estaba bien, que no era
necesario, pero no pudo hablar, parecía que había perdido por completo el
habla al sentir la húmeda lengua de la contraria chocando contra la punta de
su sensible miembro. La tailandesa jadeó apoyando sus codos contra el
colchón mientras maldecía en sus pensamientos, aquella pecadora boca
tomó posesión de su pene comenzando un fuerte pero placentero bombeo de
sus labios contra el tronco de su miembro, sintiendo la húmeda y caliente
lengua de la coreana acariciando su sensible cabeza inferior.
La tailandesa no pudo más, sus ojos rápidamente se llenaron de lágrimas
al creer que se estaba aprovechando de la menor, con toda la fuerza de
voluntad que había podido recolectar posó sus dos manos contra los
hombros de Chaeyoung dándole un ligero empujón para liberar su caliente
miembro de su húmeda boca. La menor completamente confundida intentó
acercarse de nuevo para seguir con su excitante trabajo, pero Lisa ya se
había decidido así que, por más que intensase acercarse a su entrepierna la
rubia no se lo permitió.
—No—habló Lisa de forma firme observando el desordenado cabello de
Chaeyoung adheridos en sus sonrojadas mejillas—no te hagas esto—
susurró aprovechando su confusión para subirse los bóxer y sus jeans.
—¿Hice algo mal?, ¿No te gustó? Puedo mejorar—propuso apoyando sus
manos sobre los muslos de la tailandesa.
Lisa comenzó a negar estirando sus brazos para atrapar con suavidad los
antebrazos de la coreana, la rubia no quería que ella lo hiciera, no quería
que se denigrara de aquella forma.
—No, Chae, peque…—intentó la tailandesa hablar siendo rápidamente
callada por el chillido de la mencionada.
—¡No soy una niña pequeña!, ¡Te la he chupado, las niñas no hacen eso!
—contestó Chaeyoung sintiendo sus ojos llorosos ante la mirada de la
rubia.
La tailandesa se levantó colocándose rápidamente de rodillas frente a la
coreana, sin siquiera importarle recibir un golpe por su parte, velozmente la
joven estiró sus manos envolviendo sus brazos contra el cuerpo dela
contraria apegando a la menor contra su pecho.
—Lo sé, soy consciente que no eres una niña, pero… yo, yo lo siento—
se disculpó Lisa sintiéndose culpable de ver hasta donde había sido capaz
de llegar con la pequeña Chaeyoung—te quiero Chae, te quiero muchísimo,
pero no vuelvas a hacerlo, te lo pido, no te hagas esto—susurró besando la
coronilla de la mencionada para luego simplemente apoyar su mentón.
Volvieron a quedar en silencio, sintiendo como sus crueles pensamientos
se encargaban en sumergirlas en una oscuridad que ninguna de las dos
estaba dispuesta en huir.
Orgullo Caido, Corazón Lastimado

Narrador omnisciente:
Luego de lo sucedió con Chaeyoung, la joven rubia no consiguió obtener
ningún tipo de contacto con la menor durante los primeros días, la
tailandesa debía admitir que extrañaba la cálida personalidad de la menor,
echaba de menos la simpatía de la coreana, de su buen optimismo para
ciertas cosas, de su bonita sonrisa que jamás abandonaba su rostro, aun
cuando recibía las peores noticias de la vida. Chaeyoung en sí, era el ser
más bueno y puro que alguna vez la extranjera pudo conocer, y ahora por su
estúpida culpa la había lastimado, la hirió y rompió por amar a una mujer
que no le podía corresponder.
Dejó que sus lastimados sentimientos atacaran a la coreana deseando de
aquella forma poder amortiguar su corazón destrozado, aquel frágil órgano
latente estaba lo suficientemente desesperado por un poco de atención que,
ni siquiera le había importado rechazar aquella tentadora oferta que la joven
Chaeyoung había osado en proponer. Lo arruinó, lo arruinó todo por culpa
de Jennie Kim.
Lisa suspiró apoyando su codo sobre la fría mesa de metal, sus oscuros
ojos viajaron por el comedor del instituto deteniéndose en las bellas
facciones de la castaña, su corazón se estrujó a la vez que se le formaba
aquel característico nudo en la garganta. Ahí estaba Jennie, envolviendo sus
delicados brazos sobre el cuello del joven Kai, rápidamente los celos y el
dolor envolvieron los pensamientos de la rubia quien, de forma cruel y
masoquista mantuvo su triste mirada en aquella pareja.
La tailandesa quiso llorar, deseó estar en su habitación para envolver sus
piernas contra su pecho y sollozar en silencio, de liberar toda la agonía que
solo Jennie había sido capaz de causarle.
Luego de un par minutos la joven suspiró a la vez que agachaba su
mirada posando sus apagados ojos en el platillo de comida, de repente se le
había quitado el hambre, así que con rapidez, la muchacha se colocó de pie
tomando aquel recipiente entre sus manos.
Lisa no tenía amigos, la joven siempre se encontraba sola o en compañía
de Chaeyoung, tristemente para ella Jennie prefería estar con su grupito o
con su novio que pasar tiempo con la tailandesa, aquello muy en el fondo le
dolía a la extranjera, Jennie solía decirle que eran amigas, que eran mejores
amigas, pero entonces, ¿Por qué no se atrevía a hablarle?, ¿Por qué solo
podían relacionarse afuera, alejada de las miradas juzgadoras?, La rubia
bufó comenzando a caminar hacia el tacho de la basura, para su mala suerte
un fuerte golpe en el hombro le provocó soltar la bandeja seguida de
tropezar con sus propios pies, si no fuese porque se encontraba cerca de la
pared y mantenía buenos reflejos lo más seguro es que su bonito rostro
hubiese impacto sin piedad contra el frío suelo.
La tailandesa gruñó sintiendo la furia fluyendo por sus venas, con la
mandíbula tensada y los puños cerrados la joven se giró escuchando las
fuertes carcajadas retumbando en aquellas cuatro paredes, Lisa se hallaba
tan furiosa que, ni siquiera había permitido a su corazón estrujarse al notar
la carcajada de Jennie, simplemente flexionó sus rodillas tomando el balón
con una de sus manos para luego levantarse comenzando a caminar en
dirección del causante de su molestia.
Lisa notó como la sonrisa se borraba en los labios de Jennie, quien, al
notar a la persona que había sido víctima de su novio, no pudo evitar sentir
sus pulsaciones acelerarse, parecía una niña recién conociendo la emoción
que sus hormonas podían ejercer contra su voluntad, sentía que,
nuevamente había vuelto a sus catorce años. La coreana realmente se sentía
sofocada por aquella rubia que se acercaba con pasos firmes hacia su
dirección. La castaña tragó saliva al notar como la tailandesa caminaba
alrededor de la mesa para plantar con firmeza el balón contra el abdomen de
su novio escuchando un fuerte jadeo desprendiendo de los labios del joven.
—A la próxima, si tu cerebro de mono te obstruye las neuronas golpéate
contra la mesa—habló Lisa notando como el silencio rápidamente reinaba
el lugar, volviendo el ambiente lo suficientemente incómodo para la coreana
que observaba todo al lado de Kai—… pero a mi déjame en paz—finalizó
sus palabras siendo capaz de oír el murmullo de los estudiantes.
El pelinegro dió grandes bocanadas de aire mientras se colocaba de pie
estirando su mano para atrapar con brusquedad el brazo de la tailandesa,
logrando que, de forma bruta la muchacha detuviera sus pasos.
—¿Y qué me harás si no lo hago?—preguntó Kai con arrogancia
provocando una sonrisa burlona por parte de la rubia.
El coreano mantuvo el ceño fruncido al notar la bonita sonrisa de la
tailandesa envuelta en su atractivo rostro, se desconcertó por completo al
notar como la muchacha se giraba dando uno que otro paso hacia su
dirección, llegando a colocarlo de los nervios.
—Te golpearé donde más te duele…—alzó la voz la rubia terminando
por acercarse al muchacho—en tu inexistente ego masculino—susurró lo
último a la vez que sus ojos se desviaban en el bonito rostro de la coreana—
si tan solo supieras lo que hace Jennie en mi cuarto—insinuó logrando un
gruñido por parte del pelinegro seguido de un fuerte empujón.
—Vete a la mierda puta lesbiana—escupió Kai al percatarse de la mirada
de la joven, rápidamente sintió su sangre hervir ante la burlona sonrisa de la
tailandesa teniendo la maldita necesidad de herir a la muchacha—ella jamás
te vería de la forma que me ve a mí, ¡La única razón por la que te habla es
porque siente lastima por tu existencia!—alzó la voz logrando golpear el
sensible corazón de la tailandesa—ella siente pena por ti, fenómeno… todo
el mundo te tiene lastima—se burló ganándose un fuerte derechazo por
parte de Lisa.
Jennie entreabrió sus labios colocándose rápidamente de pie al ver el
cuerpo de su novio colisionar contra la mesa, con velocidad la joven notó a
la tailandesa acercarse al pelinegro plantando nuevamente sus huesudos
nudillos contra su quijada logrando oír el seco sonido del impacto siendo
acompañado por el chillido desprendido de los labios del mayor. La coreana
sintió la desesperación envolviendo su pobre corazón al percatarse de los
amigos de Kai. Jennie quiso interponerse, salvar a la rubia de las garras de
aquellos bravucones, pero aunque lo deseaba de todo corazón proteger a la
joven, no hizo nada al respecto, simplemente se quedó en un completo
silencio observando atentamente como los amigos de su estúpido novio
comenzaban sin ningún tipo de piedad a golpear a la extranjera.
Lisa cayó de rodilla contra el suelo sintiendo el puñetazo de uno de los
jugadores dando con certeza en su quijada, la muchacha cerró los ojos
sintiendo el dolor envolviendo las facciones de su rostro, dándose
rápidamente por vencida de la pelea. De repente, para su sorpresa sintió
unos suaves brazos envolviendo su anatomía protegiéndola de todo golpe
que osaban en dirigirse a su magullado cuerpo, por una milésima de
segundos pensó en Jennie, pero como en su vida nada era perfecto escuchó
la decidida voz de su salvadora.
—¡No! ¡Ni se les ocurra volver a tocarla!—ordenó Chaeyoung mientras
colocaba la cabeza de la tailandesa contra su pecho.
A pesar de todo Lisa se sentía segura en sus cálidos brazos, protegida del
daño que había causado la existencia de Jennie. Mientras tanto, la susodicha
apretó sus puños al notar la protección que Chaeyoung estaba ejerciendo en
el cuerpo de su extranjera, los celos y la molestia rápidamente hicieron acto
de aparición tomando todo el valor que sus pensamientos retenían para
acercarse a las jóvenes y tomar con brusquedad el brazo de uno de los
jugadores, el cual, estúpidamente había decidido elevar su puño para
golpear a su Lisa.
—La tocas y te dejó estéril imbécil—amenazó Jennie sabiendo muy en el
fondo que la tailandesa debia estar haciendo una mueca, al ser una de las
testigos más fidedignas de sus amenazantes palabras.
El chico guardo silencio para luego dar un par de pasos hacia atrás,
rápidamente Jennie parpadeo completamente confundida ante sus palabras,
¿Realmente lo había dicho?, Estupefacta y con el corazón a punto de salir
de su tráquea la muchacha giró su rostro siendo incapaz de observar a las
dos jóvenes detrás suyo. Con suavidad la coreana estiró sus manos tomando
el brazo de su novio para colocarlo sobre sus hombros.
—No vuelvas a tocar a mi novio, Manoban—escupió Jennie sonando lo
suficientemente ruda para hacer creer a medio mundo del falso odio que
sentía por la mencionada—vamos cariño—susurró deseando estar soltando
aquellas palabras a la tailandesa y no al idiota sin neuronas que tenía de
pareja.
Lisa se levantó luego de que la coreana abandonara el lugar junto con su
lastimado novio, la rubia mordió su labio soltando un fuerte jadeo al sentir
las corriente eléctricas golpeando de forma dolorosa por su columna
vertebral.
—Ven, te llevaré a enfermería—comentó Chaeyoung completamente
agradecida de que aquella riña hubiese terminando antes de que algún
profesor o directo hubiese hecho acto de aparición.
La tailandesa apoyó su mejilla contra la cabeza de la coreana sonriendo a
medias de la baja estatura de la joven.
—Gracias por no abandonarme—soltó la muchacha de forma sincera.
—Eres una estúpida, no puedo dejarte sola ni siquiera un par de horas—
reprochó Chaeyoung aunque su voz sonaba con dulzura.
Rápidamente la muchacha agradeció que Lisa no fuese capaz de ver sus
sonrojadas mejillas, realmente hubiese sido vergonzoso para ella el saber
que la tailandesa había notado la sangre caliente instalada en sus suaves
pómulos. La rubia no dijo nada al respecto, simplemente guardo silencio
mientras ambas se dirigían por el pasillo en dirección de la enfermería,
siendo Lisa completamente sumergida por aquellos pensamientos que no la
dejaban en paz.
Dolorosa Interrupción

Narrador Omnisciente:
Lisa era incapaz de narrar ni mucho menos el explicar que era lo que
pasaba por su mente en el instante que ella dirigía a la coreana a su hogar, ni
siquiera era consciente del verdadero motivo del por qué chocó sus labios
contra la suavidad carnosa de Chaeyoung, simplemente lo hizo dejándose
llevar por el caluroso tacto que las palmas de la contraria ejercía contra el
interior de su camiseta.
La tailandesa olvidó por completo el cómo llegaron a su habitación, se
sorprendió bastante al percatarse de su ropa revuelta y las adorables mejillas
sonrojadas de la contraria. La extranjera gruñó en el momento que su
espalda chocó contra la suavidad de su colchón, la muchacha reaccionó
intentando detener lo inevitable, pero para su mala suerte -o tal vez no tan
mala suerte -la menor se subió a horcajadas sobre sus caderas volviendo a
unir sus labios en otro desesperado beso.
La tailandesa cerró sus ojos llevando sus dos manos a la quijada y parte
de la nuca de la contraria, obligando a la muchacha a presionar con mayor
vehemencia la suavidad de sus labios contra los suyos. Lisa sentía su cuerpo
ardiendo ante el deseo, por instinto la joven alzó sus cadera rozando su
intimidad contra la de la menor sintiendo rápidamente la ausencia de la
presión que mantenía hace algunos segundos sobre sus labios, los músculos
de la extranjera se contrajeron al oír el jadeo desbordando de los labios de
la coreana, aquel suave sonido, tan malditamente caliente, terminó por
incendiar cada espacio que cubría la sensible piel de la mayor.
Lisa tomó las caderas de Chaeyoung obligando que, nuevamente sus
intimidades colisionaran logrando soltar un caliente jadeo que encendió
ambos cuerpos. La tailandesa tragó saliva al sentir las manos de la menor
comenzando a desabotonar su blusa exponiendo con lentitud su suave piel
blanquecina.
La rubia pudo oír la caliente exclamación de la menor al sentir con las
yemas de sus dedos su piel descubierta, por instinto la extranjera sonrió
estirando su quijada para atrapar con satisfacción el labio inferior de la
muchacha sobre ella, tirando con un poco de brusquedad aquella sensible
carne.
Cuando la mayor soltó el labio de Chaeyoung pudo sentir la mano de la
muchacha descansado sobre su esternón ejerciendo un poco de presión para
mantener la espalda de Lisa adherida contra la suavidad del colchón.
—¿No me detendrás?—preguntó la coreana con un deje de preocupación
en sus suaves palabras.
La rubia la observó en silencio encajando sus dientes contra su labio
inferior. Ciertamente una parte de Lisa quería detener las acciones de la
menor, no quería lastimarla, ni mucho menos herirla con alguna bruta
acción por su parte, pero la otra: aquel egoísta pensamiento le ordenaba en
cogerse a la joven por todos los rincones de su habitación, hasta que cada
parte de su cuerpo tuviese su nombre plasmado en la suavidad de su piel.
Lentamente su silencio le estaba dando la respuesta equivocada a la joven
Chaeyoung, quien al sentirse cohibida por la mirada de su mayor no hizo
nada más que bajarse de las caderas de la tailandesa mientras se arreglaba
su desordenada camiseta. Lisa parpadeó confundida actuando con rapidez al
notar la ausencia de la coreana, con firmeza encorvó su espalda atrapando la
cintura de la joven.
—No te vayas—suplicó Lisa logrando girar a la joven para ver su
sorpresa plasmada en sus bonitas facciones—quédate por favor—susurró
sintiendo como la calentura del momento se había esfumado por completo.
Chaeyoung se quedó en un completo silencio al sentir como la tailandesa
tiraba de su cuerpo para terminar por recostarla sobre el colchón.
—Tranquila, no quiero tener sexo… no hoy—comentó Lisa recostándose
al lado de la menor para apegar su torso contra el de ella—¿Podemos
hablar?—preguntó sabiendo que, muy en el fondo la coreana debía
encontrarse completamente desconcertada por sus suaves palabras.
La menor giró su rostro quedando de frente a las bonitas facciones de la
tailandesa, en silencio la joven entreabrió sus labios mirando el bonito lunar
que adornaba en en cuello de la mayor.
—¿Qué?—preguntó Lisa en el instante que sintió los labios de la coreana
chocando contra el lunar que se hallaba en su cuello —¿Ah? hum—
exclamó entre sorprendida e impactada ante la provocativa acción de la
muchacha.
—Me gusta ese lunar—admitió Chaeyoung como si aquello fuese lo
suficiente para calmar las dudas que ejerció en los pensamientos de la
mayor ante su atrevida acción.
Lisa la observó posando su mirada por debajo de su labio inferior
notando el bonito lunar resaltando en su blanquecina piel, rápidamente el
deseo por besarla se instaló en su mente como uno de sus mayores pecados.
Sin pensarlo por más tiempo la tailandesa acercó su rostro al de la coreana
cerrando la brecha que las separaba, por primera vez desde que se conocían,
se estaban besando con lentitud, como si no tuvieran prisa por entrelazar sus
lenguas en una bonita danza nocturna. Chaeyoung estiró sus manos hacia la
quijada de la mayor tirando de aquella extremidad para comenzar con una
pequeña batalla por el dominio de aquel excitante beso.
La tailandesa se subió al cuerpo de la menor colocándose rápidamente
entre las piernas de la joven. La muchacha pudo oír el suave gemido
desprendiendo de la garganta de la menor en el instante que, su erecto
miembro rozaba su sensible intimidad.
Rápidamente Lisa mandó a la mierda su pensamiento de no tener
relaciones sexuales con la coreana, con fuerza la joven tomó la camiseta de
la menor obligándose a sí misma terminar con aquel caluroso beso para
despojar con mayor comodidad la prenda que le impedía ver el bonito
cuerpo de la joven.
Chaeyoung rio entre dientes al ver la emoción con que la extranjera
comenzaba desnudarla, Lisa se mantuvo en silencio chocando una que otra
vez sus labios contra los de la menor intentando pasar la mayor parte del
tiempo saboreando la dulce boca de la contraria.
Chaeyoung jadeo cerrando los ojos al sentir el marcado abdomen de la
mayor chocando contra su expuesta piel, sus sostenes se rozaron mientras
que, las suaves palmas de la tailandesa se adherían contra su cintura
intentando abarcar cada centímetro de piel que ella poseía. Se mantuvieron
en aquella posición con los labios presionados entre sí.
Lentamente Lisa comenzó un suave vaivén ejercido por sus muslos y
cadera, la menor fue la primera en reaccionar cerrando sus parpados ante la
exquisita sensación de electricidad recorriendo su espina dorsal; sus sexos
chocaban de vez en cuando mandando olas de calor en cada recóndito
espacio de su cuerpo. La tailandesa pasó sus palmas por la anatomía de la
coreana enterrando sus cortas uñas por los muslos de la muchacha sintiendo
la tela de sus ajustados jeans burlándose de no poder tocar la suavidad de
sus piernas.
Chaeyoung comenzó a reír al percatarse del adorable mohín que había
ejercido la mayor al sentir la desesperación por ver su desnudas piernas, la
menor se removió bajo su tacto intentando terminar por despojar su ropa
para la tailandesa, pero para su sorpresa sintió las suaves manos de la rubia
atrapando sus muñecas para luego sentir como estas eran colocadas sobre su
cabeza. Rápidamente soltó un suave gemido ante la dominancia por parte
de Lisa, aunque tristemente para ella la extranjera no le dio tiempo de
comentar lo excitante que era ver a la tailandesa en aquellos instante, ya que
su caliente boca había sido atrapaba por los labios de la mayor.
Lisa sintió que estaba en el mismísimo paraíso, podía sentir con las
yemas de sus dedos como tocaba la suavidad de las nubes, si aquello era su
muerte, la joven no iba a huir de su fatídico destino.
—Lisa lamento tanto lo que sucedió hoy, yo jamás qui…—la suave voz
de Jennie rápidamente inundó la habitación provocando que la mencionada
alzara su quijada observando por sobre su hombro las estupefactas
facciones de la mayor.
La tailandesa jadeo ante la sorpresa parpadeando con velocidad.
Debía tratarse de una maldita broma.
—Olvídalo—escupió Jennie dejando a la vista su cristalizada mirada—
veo que estas bien acompañada—comentó con sarcasmo a la vez que se
giraba cerrando la puerta con fuerza.
Lisa se quedó ahí, completamente inmóvil con sus ojos posados en la
madera.
—Deberías ir tras ella—aconsejó Chaeyoung logrando que la tailandesa
girara su rostro sin poder dar crédito a lo que sus oídos había escuchado.
—¿Qué?—preguntó la joven rubia mientras que intentaba cubrir la
desnudez parcial de la joven frente a ella—¿Qué estás hablando?, No iré
tras ella, no cuando estoy contigo—contestó sonando poco convincente en
sus propias palabras.
Chaeyoung sonrió de aquella manera alegre; como si no le doliese estar
entregando al amor de su vida a la persona que más daño le había causado
desde que conoció a la bonita tailandesa.
—Ve, no seas estúpida,la perderás—insistió la joven mientras esquivaba
la intensa mirada de la mayor en un movimiento desesperado por no
demostrar cuanto le dolía sus propias palabras.
Lisa gruñó a la vez que sacudía su cabeza, por más que quisiese y
anhelara ir detrás de su amada no lo haría, no cuando Jennie solo la veía
como su estúpida amiga con la cual podía pasar el rato. La tailandesa era
consciente de su triste realidad, sabía mejor que nadie lo mucho que la
coreana amaba a su novio teniendo solo ojos para él, siendo ella una simple
distracción que utilizaba la castaña cuando discutía con Kai.
Lisa simplemente había aceptado la derrota.
—Estoy contigo, me quedo contigo—afirmó Lisa para luego
simplemente callar toda posible discusión que la coreana intentase decir en
contra suya.
Aún cuando Chaeyoung era más que consciente de que la mayor la
besaba por despecho, dejó salir su lado egoísta y correspondió el beso,
anhelando de todo corazón que la rubia fuese capaz de corresponder el gran
amor que sentía por ella.
Tortura Excitante

Narrador omnisciente:
Chaeyoung fue la primera en despertar sintiendo un caliente brazo
presionado contra su cintura y parte de su abdomen descubierto, la joven se
sonrojó ante las imágenes del día anterior, rápidamente recordó los
húmedos labios de la mayor chocando contra los suyos para luego estos
comenzar a descender por su cuerpo, adueñándose de su expuesta piel. La
coreana sonrió intentando girar sobre el colchón, luego de un par de
minutos la menor pudo lograr su cometido sorprendiéndose de notar las
pacíficas facciones de la tailandesa.
Guardo silencio al notar el revuelto cabello de la contraria, se veía tan
linda descansando con su mejilla presionando la almohada, que, deseaba de
todo corazón el memorizar aquella imagen por el resto de sus días.
Chaeyoung sentía que había muerto, y aquello le agradaba, saber que se
encontraba en el mismísimo infierno le provocaba unas sensaciones
inexplicables, porque se trataba del infierno de Lisa Manoban, el mejor
lugar que pudo desear. La coreana suspiró estirando una de sus manos, la
suavidad de las yemas de sus dedos chocaron contra el pómulo de la
contraria notando como Lisa arrugaba el puente de su nariz de una forma
adorable.
La coreana atrapó su labio inferior intentando no reír ante lo que estaba
presenciando, su corazón rápidamente comenzaba a jugarle una mala
pasada ante lo evidente, amaba a la muchacha, amaba cada parte de ella
como si no tuviese un mañana, y le dolía, diablos, claramente le dolía.
La sonrisa que mantuvo por algunos segundos se borró ante sus crueles
pensamientos, Lisa no la amaba y aquello la mataba. Con tristeza la joven
tomó la decisión de salir de la vida de la mayor, aun cuando aquello
significaba su triste agonía. Chaeyoung con dificultad alejó el tacto de la
tailandesa observando con los músculos tensados el como la muchacha se
giraba dejando su espalda al descubierto, la muchacha tomó grandes
bocanadas de aire a la vez que se levantaba de la cama, con pasos lentos y
tranquilos la coreana comenzó a recoger sus prendas intentando no
despertar a la extranjera.
—Lo siento Lisa—susurró Chaeyoung a la vez que le daba un último
vistazo para luego huir de la habitación.
Luego de un par de minutos Lisa comenzó a despertar por culpa de
aquellos pesados rayos de sol que se colocaban por debajo de sus persianas,
la joven gruñó estirando sus manos hasta chocar las palmas contra el
respaldo de su cama. La tailandesa jadeó girando su rostro en dirección de
Chaeyoung, rápidamente cada hueso de su cuerpo crujió proporcionándole
aquella conocida sensación de placer que cada mañana recorría su ser.
—Buenos día…—su saludo quedó atrapado en su garganta al ser
consciente de la fría ausencia de la menor—¿Chae?—preguntó levantando
su cuerpo con ayuda de sus brazos—¡¿Chaeyoung?!—alzó la voz con
fuerza, lentamente la angustia había comenzando a apoderarse de sus
pensamientos obligándola a levantarse de la cama.
Lisa observó la falta de ropa regada en el suelo de su habitación,
velozmente encorvó su espalda contrayendo su abdomen para tomar su
sostén deportivo. Al tapar su pecho la joven abandonó su habitación sin
siquiera importarle cubrir su descubierto abdomen. Los músculos de la
tailandesa se contrajeron al oír la suave voz de su madre conversando
animadamente con otra persona, instantáneamente sus comisuras se alzaron
marcando una adorable sonrisa en su rostro. Sin esperar más la muchacha
bajó los peldaños saltándose uno que otro escalón, corrió en el momento
que llegó a la primera planta en dirección de la cocina, su pecho subía y
bajaba con fuerza en el momento que ingresó en aquella reducida
habitación, sintiendo como todo su cuerpo se paralizaba por completo
dejando su mente en blanco.
—Chae… ¿Hola?—habló la tailandesa alcanzando a dejar colgada el
apodo de la coreana.
Su respiración quedó atrapada en su garganta al ver a la madre de Jennie
cocinando con su madre, si aquella mujer estaba en su hogar significaba
que, irremediablemente la castaña también debiese estar rondando por
algún lugar de su hogar.
—Señora Kim—saludó Lisa haciendo rápidamente una reverencia.
Sus mejillas se tiñeron de un adorable rojizo al percatarse de la falta de
ropa en su cuerpo, velozmente llevó sus manos a su abdomen intentando
cubrir su marcado abdomen de las miradas curiosa de su progenitora y la
mujer mayor.
—Lalisa—contestó la señora Kim a la vez que limpiaba sus húmedas
manos sobre una toalla blanca—¿Cómo has estado pequeña?—preguntó
aproximándose hacia la joven para envolver sus brazos sobre los tensos
hombros de la contraria.
—Bien, bien, ¿Y usted?—preguntó de forma educada llevándose la
misma respuesta que había dado segundos atrás—no quiero sonar
prepotente, pero ¿Por qué nadie me avisó de esta visita?—cuestionó
sintiendo su pulsó acelerarse ante la mirada confusa de ambas mujeres.
—¿Cómo? ¿Ayer Jennie no te lo dijo?—preguntó su madre notando
como su pequeña simplemente negaba de forma nerviosa—bueno, pues
ahora lo sabes—comentó al mismo tiempo que se reía de sí misma—la
familia Kim se quedaran a almorzar, así que ve a tu habitación y vístete de
forma decente—ordenó volviendo a sus quehaceres.
Luego de un par de minutos la tortura de Lisa dio inicio logrando elevar
todos los vellos de su cuerpo. La tailandesa no podía negar que aquellos
momentos estaban siendo una total agonía, maldijo a sus adentro en el
instante que se sentó al lado de Jennie, sintiendo como, velozmente la joven
posaba su mano de forma posesiva sobre su muslo, la rubia tragó saliva
tomando su vaso para beber del contenido de este en un vano intento por
relajar sus tensos músculos.
—Y dime Lalisa, ¿Ya tienes pareja?—preguntó el padre de Jennie
logrando que la coreana apretara con mayor fuerza su agarre.
—No, señor, no tengo—contestó Lisa observando la sonrisa divertida de
su madre para luego dar un pequeño brinco ante la peligrosa mano de
Jennie subiendo por su muslo hasta quedar reposada sobre su entrepierna.
—Ojala Chaeyoung no te escuche negándola—soltó la coreana con
maldad logrando que la tailandesa se atorara con su propia saliva.
Lisa tosió por un par de segundos mientras que veía la sonrisa
emocionada de su madre, quien no se quedó atrás en comenzar un intenso
cuestionario de la supuesta relación que mantenía su hija con la bella joven
coreana.
—¿La bella Chaeyoung?, Oh…esa joven es tan adorable—comentó la
Sra. Manoban siendo completamente inconsciente de lo que sucedía debajo
de la mesa.
La tailandesa apretó sus labios al sentir la mano de Jennie rozar con
fuerza su palma contra su erecto miembro, Lisa rápidamente cerró sus ojos
al comenzar a oír la suave voz de su madre hablando maravillas de la
coreana, mientras que la castaña se encontraba ardiendo ante los celos que
la dominaban.
—No sabes cuánto me alegro de que estés con ella, cariño—admitió su
madre completamente orgullosa del buen gusto de su pequeña—¿Sabes?,
Deberías llamarla para que así la familia Kim la conozca—comentó
mientras que, Jennie introducía su mano en el interior del pantalón de la
tailandesa estrujando con fuerza su sensible miembro.
—¡No!—contestó Lisa perdiendo por completo los sentidos ante la fuerte
presión que los celos de Jennie estaba ejerciendo contra su sensible
miembro—d~digo… ella debe estar ocupada, no creo que pueda asistir hoy
—mintió al notar las miradas curiosas de los adultos y la suave risa burlesca
de la coreana quien, simplemente comenzó a subir y bajar su palma
apretando y soltando la carne caliente de la contraria aumentando sus actos
impuros.
La tailandesa quería llorar ante la tortura que la coreana la estaba
obligando pasar.
—¿Es bonita?—preguntó el señor Kim logrando que su hija enfureciera
apretando con fuerza el pene de la menor.
Jennie hizo una mueca de disgusto provocando que su padre simplemente
comenzara a reír sabiendo que, en el fondo su pequeña seguía con aquel
extraño desagrado con el nombre Chaeyoung.
—N~No está mal—contestó Lisa apretando sus manos por debajo de la
mesa logrando oír una exclamación de sorpresa por parte de su madre.
—¡Lalisa!, Yo no te críe para que te expresaras de esa forma—regañó la
Sra. Manoban observando como la tailandesa hacia una reverencia
golpeando su frente contra la madera—¡Lisa!, ¿Estás bien?—preguntó
preocupada levantándose rápidamente de su asiento mientras veía a la rubia
acariciando su frente adolorida.
Jennie abrió sus ojos al notar la acción de la Sra. Manoban soltando
rápidamente el miembro de su hija para luego sacar su palma del ajustado
jeans de la joven. El corazón de la coreana casi huye de su garganta al saber
que casi era atrapada por la madre de la extranjera, cuando sintió que se
había relajado pudo sentir la mirada de odio de la rubia quien, fallidamente
intentaba posar sus palmas sobre su gran erección.
—Lisa—habló su madre de forma sería al percatarse la verdadera razón
del extraño comportamiento de la joven—ve a tu habitación, te llevaré hielo
—ordenó aunque en el fondo lo que había dicho era: ve a tu habitación y
arregla tu calentura.
La tailandesa tragó saliva asintiendo con su cabeza mientras que se
levantaba girándose rápidamente antes que la familia Kim fuesen capaces
de observar la tienda elevada de circo que mantenía su ajustado pantalón.
Lisa abandonó la habitación dejando a unos preocupados Kim mientras que
la castaña aprovechaba aquella situación para actuar con inocencia.
—Iré con ella—avisó Jennie observando como la madre de la tailandesa
se acercaba a ella para dejar una bolsa de hielo sobre sus manos—ustedes
continúen con su cena—habló al mismo tiempo que hacia una reverencia
para luego abandonar aquel incomodo comedor.
Lisa apegó su espalda contra la fría pared del baño cerrando sus ojos
mientras desabrochaba su pantalón, liberando de aquella forma su sensible
miembro.
—Maldita estúpida—insultó al aire escuchando rápidamente la carcajada
por parte de la mencionada.
La tailandesa dio un brinco del susto a la vez que intentaba ocultar su
erecto miembro, de forma veloz abrió sus párpados observando la seductora
mirada de la coreana posada en sus facciones, su respiración quedó atrapada
en su garganta al notar como la castaña se acercaba hacia su dirección.
—Creo que no te ha quedado claro—comenzó a hablar Jennie en el
instante que quedó frente a la tailandesa posando sus oscuros ojos en la
mirada de la contraría, rápidamente elevó una de sus manos acariciando la
mejilla de la contraria—eres mía, Lisa, y no me ha gustado para nada verte
con la puta de Chaeyoung—escupió para luego estampar sus labios contra
el cuello de la extranjera succionando sin ningún tipo de piedad su suave
piel—espero que te quede claro, ahora—habló en el instante que soltó la
zona enrojecida sonriendo con arrogancia al percatarse de la bonita mancha
en la piel de la rubia—ten—estampó la bolsa de hielo contra la intimidad de
Lisa escuchando un fuerte jadeo desprendido de su garganta—para que
aprendas—comentó a la vez que salía del baño dejando a una jadeante y
adolorida tailandesa.
Ira Acumulada, Explosión De Palabras

Narrador omnisciente:
La rubia caminaba por los vacíos pasillos del instituto posando su oscura
mirada contra el sucio suelo del lugar, en sus pensamientos solo estaba el
bonito rostro de la coreana, la joven no pudo evitar soltar un suspiro al
recordar aquella peculiar sonrisa, tan malditamente característica de ella,
que más de algún idiota había caído ante sus encantos. Rápidamente
introdujo sus manos en el interior de sus jeans soltando otro de sus
característicos suspiros de cansancio, más bien de un aburrimiento total.
Continuó su camino, aun cuando no tenía ni la menor idea del cuál era su
destino. De repente, al pasar por los baños masculinos pudo oír como un
suave sollozo desprendía del lugar, completamente intrigada por saber si,
efectivamente había escuchado bien, la muchacha detuvo su andar para
dirigirse en dirección a los baños, en el instante que se giró observó la
puerta de madera sintió un fuerte golpe intangible dando en dirección de su
pecho, confundida estiró su mano sintiendo la fría madera rozar su suave
palma, realmente tenía un mal presentimiento-.
Llena de valentía la joven entreabrio la puerta, su corazón se estrujó al
ser nuevamente golpeada por aquel fuerte sollozo, el sonido rápidamente
había comenzado a retumbar en las paredes del lugar. Lisa fue capaz de
sentir como sus pulsaciones aumentaban por cada paso que daba en el
interior del baño, al parecer sus pasos habían alertado al susodicho ya que,
con rapidez el silencio había reinado provocándole un intenso escalofrío,
desde la punta de sus dedos hasta la columna vertebral. Aun con aquel
extraño sentimiento la joven continúo su caminar pasando por cada
minúsculo cubículo sin antes verificar si estaba o no el responsable de aquel
desgarrador llanto.
—…—Lisa tragó saliva en el momento que quedó frente a la puerta, sus
manos rápidamente comenzaron a picar como si estuviesen en llamas,
ardiendo ante el tacto inevitable—oye, ¿Estás bie…—la pregunta quedó
atrapada en su garganta al ver quién era el sollozante muchacho.
Sus pulmones se contrajeron ante las impactantes imágenes que estaba
observando en silencio; ahí estaba su pequeño hermano aferrado al inodoro
con sus húmedos cabellos castaños adheridos a su rostro, mientras que sus
delicados hombros se sacudían ante sus desgarradores sollozos.
Lisa dio un paso en su dirección observando al joven con sus piernas
hacia su pecho, en un característico movimiento de protección. La rubia
entreabrió sus labios al sentir sus ojos arder, el pequeño castaño había
encogido sus hombros en el momento que sintió su presencia, el joven
realmente estaba aterrado de su existencia.
—N~No… por favor~r, no me lastimes más—suplicó la ahogada voz de
Bambam siendo este sonido opacado por sus suaves hipos incontrolados. Se
quedó de aquella manera asustado de estar nuevamente con aquel chico de
cabello negro en la misma habitación, rápidamente sus músculos se
contrajeron al sentir un suave tacto posado sobre sus brazos descubierto—
p~piedad…—sollozó por clemencia tomando todo el valor que tenía para
ver al responsable de su anterior ataque—¿Ah?—exclamó completamente
sorprendido de ver la oscura mirada de su hermana fija en sus aguados ojos
—¿Lisa Noona?—susurró estupefacto al ver que, efectivamente era ella.
La tailandesa apretó su quijada en un vano intento por no llorar, con
rapidez la muchacha subió sus palmas sintiendo a su hermano temblar bajo
su tacto.
—¿Qué sucedió?—preguntó Lisa con suavidad intentando no asustar al
castaño—vamos Bam, debes decirme quien fue—suplicó apoyando sus
pulgares sobre su húmeda quijada.
El Tailandes trago saliva sintiendo rápidamente aquel vivido recuerdo del
agua sucia del inodoro adentrándose nuevamente en su garganta, sin poder
evitarlo, las lágrimas nuevamente hicieron su descenso manchando sus
enrojecidas mejillas.
—Y~Yo… yo solo pregunté por ti a Jennie Noona, lo juro, yo no le había
hecho nada cuando él simplemente me llevó hasta aquí—confesó Bambam
dejando que sus calientes lágrimas continuen manchando su rostro—él me
atacó y yo no pude defenderme… soy un cobarde—su voz se mezcló con su
llanto intentando de una forma desesperada el poder soltar la verdad.
Lisa inhaló y exhaló en un vano intento por relajar sus tensos músculos.
—¿Fue su novio?—cuestionó la joven sintiendo cada poro de su cuerpo
emanando la furia que la consumía--genial—exclamó al ver como el
muchacho simplemente asentía con su cabeza escondiendo su rostro entre
sus manos—bien, vamos—habló con fuerza tomando el brazo del castaño
para tirar de él.
—¿A~Adonde?—preguntó el menor completamente nervioso mientras
veía con pánico como su hermana lo arrastraba hacia la salida de aquel
reducido lugar.
—En busca de ropa, no puedes llegar de aquella forma a la enfermería—
comentó Lisa sacando al pequeño del baño para luego sin dejar de sostener
su delicada muñeca izquierda dirigirse por el espacioso pasillo solitario—no
te preocupes Bam, yo cuidaré de ti—susurró en el instante que se detuvo
frente a su casillero dándole el espacio suficiente para que pudiese tomar
sus pertenencias.
Lisa lo observó en silencio como colocaba su clave para luego abrir la
puerta de metal, rápidamente se cruzó de brazos notando unas pequeñas
manchas rojizas y moradas alrededor de su cuello y antebrazos, ¿Cómo no
lo notó antes?, con la mandíbula tensa y los hombros encorvados la joven
volvió a colocarse al lado del menor intentando protegerlo de cualquier
posible amenaza.
—Lamento causarte problemas, Noona—susurró el castaño en el instante
que cerró su casillero adhiriendo sus limpias prendas contra su pecho—no
sabía que estaba mal hablar con Jennie Noona.
La tailandesa lo observó por el rabillo de su ojo izquierdo maldiciendo a
sus adentros por sentir el dolor en sus palabras. Lo lastimaron, lastimaron a
su pequeño.
—No, yo lamento no protegerte—contestó Lisa sin perder aquel toque
cariñoso con el que se dirigia al castaño—ese idiota no debió tocarte, no
debió meterse conmigo, así de simple—escupió tomando nuevamente el
brazo del joven para caminar en dirección de la enfermería.
Al llegar ambos quedaron frente al lugar observándose a los ojos como si
fuesen capaces de hablar atreves de la mirada—quiero que te quedes aquí
hasta que toquen el último timbre de salida, ¿Bien?—ordenó estirando su
mano para abrir la blanquecina puerta—Nos vemos después—se despidió
empujando la huesuda espalda del joven hacia el interior del lugar.
Lisa estaba que expulsaba humo por sus orejas; la ira, la angustia, la
desesperación por saber que alguien había osado en tocar a su pequeño
comenzaba a perforar sus pensamientos, obligándose a sí misma a no
enfurecerse antes de tiempo. Rápidamente la muchacha caminó por el largo
pasillo manteniendo sus puños completamente tensos.
Para su benefició al pasar por uno de los ventanales del lugar pudo
observar al pelinegro apoyado sobre la pared manteniendo aquella estúpida
sonrisa narcisista, mientras que sostenía con sus manos la pequeña cintura
de Jennie. La tailandesa gruñó apretando con tanta fuerza su quijada que
estaba casi segura que en cualquier momento sus dientes se romperian.
—Hijo de puta—insultó con tanta ira, que, estaba más que consciente que
iba a disfrutar la paliza que le daría.
Sin esperar más, sus piernas actuaron por su cuenta comenzando a
moverse con mayor velocidad, el único sonido que ambientaba el lugar era
su entrecortada respiración chocando contra el aire mientras que el sonido
de sus zapatos retumbaba en las paredes. Se detuvo al salir hacia el exterior,
el viento rápidamente chocó contra su rostro revolviendo su lacio cabello
rubio, la joven podía sentir sus ojos chispeando ante la ira, ante el pequeño
deseo incontrolado por reventar el rostro del pelinegro.
—¡Kim Jong In!—gritó Lisa con tanta fuerza que su aguda voz provocó
que Jennie girara su rostro sin poder creer que la bella joven de cabello
rubio hubiese obtenido el valor suficiente para acercarse hacia la dirección
de su estúpido novio.
La coreana se quedó tensa en su lugar en el momento que el pelinegro
soltó su posesivo agarre para elevar sus brazos en una actitud de burla.
—¡Lisa la Fenómeno!, ¡¿Qué se te ofrece?!—preguntó Kai con
arrogancia, siendo sarcástico en sus palabras. Su única intención era sacar
de quicio a la joven tailandesa.
Lisa continuó su recorrido encorvando ligeramente su espalda al sentir la
furia envolviendo sus acciones, para la sorpresa de Jennie, la rubia no dijo
palabra alguna ante el estúpido comentario de su novio, simplemente en el
momento que llegó, elevó su huesudo puño impactando con fuerza sobre la
mejilla del contrario logrando que el muchacho tambaleara hasta perder por
completo el equilibrio.
Jennie jadeo llevando sus dos delicadas manos hacia su boca observando
con incredulidad la acción que la tailandesa cometió.
—¡¿Eres tan poco hombre que tu única manera de sentirte superior es
metiéndote con niños?!—preguntó Lisa tomando con fuerza la camiseta del
contrario, envolviendo sus puños en la tela hasta sentir que sus costuras
comenzaban a ceder por culpa de su fuerte agarre
—¡Si tienes algún maldito problema con tu hombría, entonces jode mi
puta existencia si eso te hace sentir mejor, pero a mi hermano no vuelvas a
tocarlo!—amenazó soltando la prenda del pelinegro provocando que el
muchacho volviera a desplomarse contra el césped—imbécil—gruñó
girando sobre sus talones sorprendiéndose de sí misma por no estar
moliendo el rostro del coreano.
El coreano gruñó para luego comenzar a reír, aquel sonido fue el causante
de que la tailandesa dejase de caminar. Se estaba riendo de ella, se burlaba
de su amenaza. Lisa no lo soportó, mando a la mismísima mierda su
anterior pensamiento; aquel que se sentía sorprendida de no golpear al
cerebro de nuez.
—El bastardo se lo merecía—contestó Kai con arrogancia mientras que,
sin esperar más se colocaba de pie—la familia fenómeno debe aprender a
estar en su lugar.
El pelinegro se sentía en el cielo, había callado la boca del fenómeno, por
fin la había puesto en el lugar que pertenecía. Y sí, técnicamente tenía
razón, Lisa no le iba a contestar con palabras.
Jennie jadeo al ver a la joven lanzando el primer puñetazo impactando
contra la mejilla de su novio, la furia se desató, la molestia y la ira se habían
vuelto las fieles amigas de la tailandesa en aquellos instantes. Kai no se
quedó atrás, ejerciendo un fuerte movimiento de su brazo para enterrar su
puño contra el labio inferior de la joven, provocando que, con tan solo aquel
golpe la sangre comenzase a desbordar de su labio inferior.
La coreana intentó detenerlos, pero parecían animales rabiosos, puños
iban y venían, no tenian la mínima intención de separarse. De repente la
castaña vio como la extranjera noqueó el cuerpo de su novio mandando
ambos jóvenes contra el suelo, Jennie no la reconocía, no podía ver a la
dócil mujer que alguna vez amo.
La coreana observaba con horror como la rubia estampaba su puño un
sinfín de veces contra el perfil del pelinegro, notando como este había
quedado inconsciente desde un buen rato.
—Lalisa, basta.., ¡Lo vas a matar!—suplicaba Jennie quien rápidamente
envolvió sus brazos en la cintura de la nombrada—¡Para ya!—ordenó
logrando sacar el cuerpo de la tailandesa del abatido pelinegro.
Con la desesperación envuelta en sus acción no fue capaz de medir su
fuerza en el momento que golpeó los hombros de la menor logrando que
esta diera uno que otro paso hacia atrás—¡¿Qué te sucede fenómeno?!—
preguntó con tanta furia que, ni siquiera se había percatado de las palabras
que habían desbordado de sus labios.
Vale, Lisa se había dado cuenta que, al oír aquel desagradable apodo salir
de los labios de su amada le había provocado un mal sabor de boca.
—¿Fenómeno?—preguntó la tailandesa notando como Jennie se colocaba
de rodillas para tomar el rostro de su novio—tu mascota disfruta golpeando
mujeres y niños, ¡¿Y yo soy el maldito fenómeno?!—cuestionó incrédula
notando como la castaña alzaba su mirada observándola con confusión—
¿Sabes?, Olvídalo, creí… qué más da lo que yo crea… solo vete a la mierda
—escupió girando sobre sus talones dispuesta a huir de aquel lugar.
—¡Lisa!—llamó Jennie cayendo en cuenta de lo que había dicho
segundos atrás—perdon…
—¡Vete al puto infierno!, ¡me da igual todo lo que hagas, pero
desaparece de mi vida!—vociferó la tailandesa para luego simplemente
comenzar a correr hacia la salida del instituto sintiendo las caliente lágrimas
descendiendo por sus ojos.
Feliz Por Ti, Triste Por Mi

Narrador omnisciente:
Lisa dejó de correr al darse cuenta que nadie la seguía, y se detuvo
encorvando sus hombros en un vano intento por recuperar el oxígeno
perdido, sus ojos nuevamente se cristalizaron ante las duras palabras de la
mayor; Fenómeno, fenómeno, ¿Por qué saliendo de su boca dolía tanto?, La
rubia soltó un suspiro para luego enderezarse, debía olvidarla, debía sacar
de su mente a Jennie Kim.
De repente, al comenzar nuevamente su caminó sus ojos intranquilos
viajaron hacia la calle de al frente notando una figura conocida, entrecerró
sus ojos observando fijamente como aquella melena rubia se movía al
compás de su caminar. se le hizo imposible el no fruncir su ceño en un vano
intento al reconocer a aquella mujer. Pasaron los minutos y la tailandesa aun
no podía despegar sus oscuros ojos de aquel bonito cuerpo, hasta se había
planteado la idea de cruzar la calle. Aunque borro esa idea por inapropiada
El corazón de la extranjera comenzó a latir de forma desenfrenada al
notar el rostro de la desconocida; Park Chaeyoung se hallaba del otro lado
sonriendo de aquella forma tan malditamente adorable para el gusto de la
mayor, los labios de la rubia se entreabrieron al notar a la pequeña sentarse
sobre un incómodo o eso creía ella banco frente al bonito parque infantil.
Aun sabiendo que no debería cruzar, sus piernas no pensaron lo mismo
retomando sin siquiera obedecer las órdenes de su cerebro. Lisa dio un par
de pasos en dirección de la calle deteniéndose de forma brusca en el
instante que sus ojos se posaron en la desconocida de cabello pelinegro; la
joven pudo notar lo linda que era, sus definidas piernas se veía muy bien
envueltas en ese pequeño shorts mezclilla dándole un pequeño toque sexy
pero tierno a su vez.
La tailandesa entreabrió sus labios al notar como la muchacha se sentaba
al lado de Chaeyoung posando de forma tímida un bonito ramo de rosas
azules, era un lindo detalle, algo que ella posiblemente jamás hubiese
pensando en obsequiar. La rubia de repente se había sentido incomoda, no
por el hecho de ver a la pequeña acompañada de otra mujer, sino más bien,
por el hecho de sentir que estaba invadiendo su zona de burbuja amorosa.
A pesar de haberse regañado mentalmente por seguir observando las
interacciones de la menor con la desconocida, Lisa no fue capaz de huir de
aquella escena, tenía una extraña necesidad de asegurarse que Chaeyoung
estaba cómoda con aquella chica, que realmente estuviese disfrutando de su
compañía.
De repente, luego de un par de minutos la extranjera no pudo evitar
esbozar una bonita sonrisa al notar como la joven pelinegra le robó un
inocente beso a la menor, el bello color de sus ojos se escondieron debajo
de sus pestañas en el momento que la curvatura de sus labios hincharon sus
mejillas. Lisa era consciente que la coreana había correspondido el beso, y
aquello no podía hacer más feliz a su lastimado corazón.
Chaeyoung la estaba olvidando, por lo menos una de las dos podría
abrazar el significado de amor, del amor correspondido.
Había logrado su objetivo, pudo ver como la coreana se sentía cómoda al
lado de la pelinegra, así que Lisa ya no tenía mayores razones para seguir
observando sus interacciones.
Rápidamente la joven rubia retomó su andar alejándose de la vista de su
amiga, caminó sintiendo un pequeño alivio envolviendo sus sentimientos,
aquella agonía que había estado instalada desde ya hace un buen tiempo,
por fin se había desvanecido, se había extinguido de su corazón. Ahora le
quedaba actuar a ella, de arreglar su vida amorosa y comenzar de cero, lo
más alejada posible de Jennie Kim.
-¿A quién intentaba engañar?, Jennie era su primer amor, a pesar de todo,
a pesar del daño constante que ella le ejercía, aquella mujer era la única
capaz de desordenar su sistema, de derribar todas las paredes que colocase
en frente, no importa que barrera pusiera, que palabras dijiera en su contra,
cuantos insultos soltara en su mente, no había forma de borrar la bonita
sonrisa de Jennie de sus pensamientos.
Lisa suspiró agachando su rostro, por inercia la joven mordió su labio
inferior soltando un fuerte jadeo al sentir el rozamiento de sus dientes
contra la herida que Kai le dejó, rápidamente lo soltó, llevando una de sus
manos hacia la zona adolorida, maldijo en sus adentros al sentir la humedad
de su dedo índice. No tenía que ser una genio para saber que era, la joven
suspiró observando la sangre envuelta en su dedo.
Nuevamente el enfado vino a ella, la molestia por sentir que no había
sido suficiente paliza que le dió al pelinegro, la parte cruel de sus
pensamientos anhelaba retroceder el tiempo y repetir como un jodido bucle
sus puñetazos impactando contra el rostro del coreano, una y otra vez, hasta
que se sintiese que la impotencia había decidido abandonar su cuerpo.
Una pequeña sonrisa retorcida se instaló en su rostro, el deseo por
cumplir su anhelo cada vez se intensificaba con mayor vehemencia,
llegando a pesar seriamente en golpear al coreano.
Luego de un par de minutos la joven por fin pudo llegar a su casa, se
introdujo en su hogar cerrando la puerta detrás de ella, sin esperar más se
quitó sus zapatos dejándolos al lado de la entrada grave error, el no mirar
los zapatos ajenos-. Caminó arrastrando sus pies en el frío suelo de madera
su madre la mataria al ver la suciedad de sus calcetines blancos-.
—¡He llegad…—exclamó Lisa con exageración guardando rápidamente
silencio al ver a su pequeño hermano conversando con tranquilidad con
aquella peligrosa mujer—¡¿Qué haces aquí, Kim?!—vociferó
completamente rabiosa de ver a la castaña sentada cómodamente sobre su
sofá favorito.
La nombrada dio un brinco del susto sintiendo su corazón a punto de salir
de su garganta.
—L~Lisa—susurró Jennie sintiendo los nervios a flor de piel, aquella
dura mirada por parte de la tailandesa, realmente la estaba intimidando.
—Creí que te había mandado al infierno Kim—murmuró la rubia con sus
puños completamente cerrados, estaba furiosa, enrabiada con la presencia
de la mayor—¡Largo de aquí!—ordenó dando un fuerte pisotón a la madera
como si fuese una niña pequeña berrinchuda—¡Largo!—repitió notando
como su hermano tomaba el brazo de la joven antes de que está pudiese
levantarse del sofá—Bam…—susurró completamente incrédula de ver
como el castaño había protegido a la mayor—¿Es que eres tonto?—
cuestionó notando la dura mirada del menor—sep, realmente eres un
tonto… aléjate de ella imbécil.
Lisa estaba más que sorprendida de notar la forma en que su pequeño
hermano la estaba observando, la joven rápidamente entrecerró sus
párpados intentando entender con su intimidante mirada que era lo que
reflejaba aquel peculiar brillo en sus claros ojos.
—…—la tailandesa entreabrió sus labios dando un paso hacia atrás, sin
poder llegar a creer que, efectivamente sus conclusiones eran correctas—
¡No me jodas Bam!—exclamó furiosa al saber que, su hermano estaba
enamorada del mismiso diablo.
Irónico el hecho de que ella también lo estuviese.
La rubia negó con su cabeza riendo entre dientes ante sus ocurrencias, él
no podía amar a Jennie Kim, ni siquiera sabía utilizar correctamente el
microondas como para tener si quiera un conocimiento previo de que era el
amor.
—Mocoso ve a tu habitación, los adultos tenemos que hablar—ordenó
Lisa alzando una ceja al oír la carcajada del castaño.
—¿Adultos?, Lisa unnie, tu eres de todo menos adulta—se mofó
Bambam sintiéndose velozmente intimidado de la oscura mirada de su
hermana—está bien ya me voy—susurró levantándose del sofá sin antes
tomarse el atrevimiento de besar la mejilla de la mayor—adiós Jennie unnie
—se despidió sintiendo su corazón aletear ante la bonita sonrisa que la
susodicha le había brindado.
Lisa rodó los ojos tomándose la libertad de propinarle un ligero golpe en
la cabeza a su hermano en el instante que este paso por su lado, el joven
simplemente gruñó para luego seguir su recorrido olvidando por completo
la existencia de la tailandesa. Jennie lo había colocado de buenas.
—No sé qué mierda le metiste en la cabeza, pero conmigo no te
funcionará—aclaró la rubia mientras caminaba en dirección del pequeño
sofá de una pieza—mi hermano solo piensa con su polla, en cambio yo no,
así que ahórrate tu numerito de seducción—continuó sonando fría con sus
palabras, aunque en el fondo ella mentía de una manera muy descarada.
—No vengo a seducirte—admitió Jennie mientras soltaba un suspiro
recostando su espalda contra el sofá—eres mi amiga Lisa, no quiero
perderte por mi estúpido comentario.
Lisa alzó una ceja quedandose incrédula, quiso reírse de las palabras de
la mayor, mofarse en su rostro por ser tan estúpida de creer que ella se había
sentido lastimada por sus hirientes palabras, aquellas, no eran nada en
comparación con todas las acciones que Jennie cometió a lo largo de su
"amistad".
—Ay Jennie—susurró Lisa mientras la observaba con diversión—no creo
que seas tan estúpida para creer que te odié por tus palabras, esa mierda no
es nada a comparación de tus acciones—confesó notando la mirada
incrédula de la mayor—te odio por confundirme, por besarme y luego
decirme que somos amigas, por ignorarme en el instituto, por actuar como
si realmente estuvieses enamorada de tu mascota—admitió a la vez que se
colocaba de pie en dirección de una sorprendida castaña—te odio porque,
yo también caí en tus estúpidos encantos—susurró en el momento que
quedó frente a la joven, sus ojos se encontraron con rapidez notando la
brillosa mirada de la contraria y sus bonitas mejillas sonrojadas—te detesto
de la misma forma que detesto verte con el cerebro de maní—terminó de
hablar siendo rápidamente callada por los suaves labios de la castaña
colisionando contra los suyos.
Lisa abrió sus párpados sin poder creer que Jennie la estuviese besando.
No pudo evitarlo, no pudo ir en contra de sus impulsos, aquellos malditos
impulsos que la obligaron a responder el beso, de envolver sus brazos en la
cintura de la coreana siendo este movimiento completamente desesperado.
La mayor jadeo al sentir el fuerte agarré de la contraria aferrando sus
caderas. De repente para su sorpresa se vio a sí misma en el aire siendo
sostenía por el fuerte agarré de la extranjera. Lisa caminó sintiendo las
piernas de la coreana aferrada en sus caderas, sin esperar más caminó por la
habitación en dirección a la salida.
—…—Lisa soltó los labios de Jennie a la vez que deshacía su agarre en
el cuerpo de la mayor—eres realmente estúpida Kim—se mofó sintiendo un
pinchazo en su corazón que pudo ocultar con facilidad—¿Realmente creías
que un estúpido e insignificante beso arreglaría las cosas?—preguntó de
forma burlona observando las lágrimas acumulándose en los bonitos ojos de
la castaña—lárgate Jennie, y no olvides cerrar bien la puerta principal—
comentó girando sobre sus talones sin siquiera importarle si la coreana
estaba por llorar.
Lisa subió las escaleras con su mentón alzado, no podía dejarse ver débil,
no podía derrumbarse ante la intensa mirada de Jennie. Luego de un par de
segundos la tailandesa se escondió en el pasillo llevando sus dos manos a su
boca mientras las lágrimas descendían de su rostro.
La joven lloraba porque la amaba, lloraba porque se odiaba a si misma.
Discusion, Arrepentimiento Y Confesión

Narrador omnisciente:
Lisa suspiró observando su plato de comida como si fuese el mayor
entretenimiento de esos momentos, hizo una mueca en el instante que tomó
el tenedor de plástico enterrando la punta de este en la ensalada, no tenía
apetito, su cerebro estaba muy concentrado en el recuerdo de Jennie como
para tomarse la molestia de sentir hambre. La rubia apoyó uno de sus codos
sobre el frío metal de la mesa llevando rápidamente su palma contra su
mejilla, se quedó de aquella forma; con el peso de su cabeza sostenida con
la parte dura de su mano mientras que la yema de sus dedos se adhería a en
su lacio cabello rubio.
De repente, una fuerte discusión la sacó de su pequeño trance alzando
velozmente la quijada en dirección del ruido; grande fue su sorpresa al ver a
la coreana ingresando en el comedor con las manos alzadas mientras que,
sus apetecibles labios se movían al compás de sus desbordantes palabras.
Lisa frunció el ceño teniendo el inevitable sentimiento de curiosidad al
notar quien había sido el idiota en enfurecer a Jennie. Por instinto la
tailandesa sonrió al ver como el rostro Kai hacia acto de aparición dejando
a la vista del público el cuadro de arte que la rubia había creado con sus
puños.
La tailandesa rio entre dientes llevando su dedo pulgar a los labios, lo
estaba disfrutando, le agradaba la idea de saber que solo ella había sido la
creadora del nuevo rumor que se estaba formando en el comedor, "¿Quién
lo golpeó?", "debió ser un chico mayor que él, quizás", "no quiero pensar
como quedo su rival", "se lo merece es un idiota" y un sinfín de
comentarios más comenzaron a murmurar logrando que Lisa simplemente
observara a la pareja con sus ojos brillando en diversión.
La joven no lo iba a negar, se sentía intrigada por la discusión, aun
cuando estos se limitaban en alzarse la voz la extranjera no era capaz de
entender muy bien el conflicto principal.
—¡Eres una zorra!—escupió Kai con furia mientras daba uno que otro
paso en dirección de su novia—una puta barata, ¡Eso es lo que eres Jennie!
—su deseo por humillarla no tenía límites.
Lisa al oír las claras palabras del pelinegro no pudo evitar apretar sus
puños, con rapidez su quijada se tensó observando como el pelinegro le
propinaba un fuerte empujón al hombro de la joven, sus pulmones se
estrujaron provocando que tuviese que entreabrir sus labios para inhalar una
cantidad exagerada de oxígeno, no lo estaba soportando, realmente no podía
ver como él humillaba a la castaña.
A pesar de querer levantarse y volver a golpear el amoratado rostro del
coreano, la extranjera no ejerció ningún movimiento, se quedó en su asiento
con su caliente mirada posada en la pareja, no era capaz de alzar la voz, de
correr donde Jennie y envolverla en sus brazos, no podía cuando los
recuerdos del daño que ella le causó golpeaba sus pensamientos.
La voz de Kai retumbaba con fuerza en el lugar logrando erizar la piel a
más de alguno. La tailandesa en cambio siguió en su mismo estado neutral
sintiendo una que otra mirada curiosa posada en su cuerpo, por alguna
extraña razón comenzaba a sentirse cohibida, ¿A caso la discusión era su
culpa?, No le caía otra duda en esos instante, la forma que los testigos la
observaban le dieron a entender que, efectivamente su nombre tenía una
relación con la pelea. Lisa intentó esconderse agachando su rostro, anhelaba
sentir que el plato era más interesante que la discusión en sí.
—¡Nadie me deja, y menos lo harás tú!—vociferó el pelinegro siendo
acompañado por el seco sonido de una bofetada.
Lisa alzó su mirada notando a Jennie de rodilla contra el suelo del
comedor; antes de siquiera poder reaccionar, un par de muchachos se
acercaron donde el pelinegro reteniéndolo entre sus brazos para que este no
se abalanzara contra el cuerpo de la coreana. La tailandesa parpadeó al ver
como uno de los jóvenes se acercaba donde la castaña tomando con
suavidad el brazo de esta. La extranjera apretó nuevamente su quijada
sintiendo lla ira consumiendo sus pensamientos; debería ser ella y no él.
Su oscura mirada observó como Jennie comenzaba a correr hacia la
salida del comedor siendo rápidamente seguida por las miradas de los
demás estudiante. Lisa no lo pensó, simplemente se levantó de su asiento y
corrió detrás de la muchacha, sin tener un motivo claro de que haría cuando
la tuviese de frente.
La tailandesa le dio un fuerte golpe a las puertas del comedor girando su
rostro hacia los lados, con rapidez fue capaz de percibir la bonita melena
castaña moviéndose de un lado hacia el otro al ritmo de las piernas de
Jennie. Sin esperar más, la extranjera comenzó a correr en la misma
dirección de la mayor, su respiración chocaba contra el aire a la vez que sus
fuertes pisadas llamaban la atención de Jennie.
—¡Vete, largo!—gritó la coreana mientras se encerraba en una de las
desocupadas aulas del pasillo.
Lisa se detuvo con la respiración agitada y su pecho comprimiéndose
ante las palabras de Jennie. Su oscura mirada se posó en las letras escritas
sobre el marco de la puerta: "Salón audiovisual", sus ojos viajaron hacia el
lado leyendo "Remodelación", la tailandesa suspiró estirando su mano para
girar la perilla de esta, aun cuando en sus pensamientos gritaba que diera
media vuelta y dejará a la castaña con su karma, Lisa no fue capaz de oír a
la razón, simplemente actuó como el ser humano estúpido que era, se dejó
llevar por el latido de su corazón, que por la sabiduría de su cerebro.
Rápidamente la muchacha de cabello rubio ingreso en el aula posando su
mirada por el sucio lugar, sus ojos viajaron por la habitación en busca de
una melena castaña. Guardo silencio en el instante que vio a Jennie sentada
en una de las esquinas del cuarto, se veía ida, sus mejillas húmedas ante el
llanto, su maquillaje corrido a causa de las lágrimas, realmente se veía
desastrosa, pero, ¿Por qué Lisa la seguía viendo como lo más bello del
mundo?.
La tailandesa suspiró caminando con lentitud en dirección de la mayor,
en el instante que llegó se quedó de pie frente a la castaña observando como
esta apretaba con mayor fuerza sus brazos alrededor de sus flexionadas
piernas, en un vano intento por resguardarse de la dura mirada que Lisa le
estaba dando.
—Te ves del asco—mintió Lisa intentando no demostrar sus verdaderas
intenciones.
La coreana alzó su mirada posándola por un par de segundos en las
facciones de la menor, queriendo asegurarse que, de verdad ella estuviese
de pie observándola con determinación.
—Que observadora eres Lalisa—contestó Jennie con sarcasmo
rompiendo con velocidad la comunicación visual que las unía—ahora que
descubriste el secreto del universo puedes lárgate—sus ácidas palabras
cargadas con ironía y sarcasmo no pasaron por alto para la extranjera.
Lisa suspiró maldiciendo en sus adentro al verse a sí misma dar un par de
pasos hacia el lado para luego tomar asiento junto con la castaña, la joven
pudo notar los tensos brazos de la mayor causado por su cercanía, logrando
que, aquella sonrisa de felicidad intentase asomarse en su rostro.
—¿Por qué han discutido?—preguntó la rubia sin tener verdadera
curiosidad por lo sucedida, en realidad deseaba oír la voz de la castaña,
cualquier cosa era mejor que escuchar su llanto.
Jennie rio entre dientes dejando salir su lado burlón.
—Como si te importara, ya me dejaste en claro que me querías fuera de
tu vida, y eso es lo que he estado haciendo—contestó la coreana con un deje
de dolor disfrazado en sus duras palabras—vete Lalisa, quiero estar sola.
La tailandesa la observó en silencio sin saber muy bien que responder,
limitándose a delinear con su mirada el bonito perfil de la contraria,
continuó con sus labios sellados en un vano intento por encontrar las
palabras esenciales en su mente, queriendo ser lo suficientemente sincera
con respecto a sus sentimientos.
—No sé qué decirte—confesó Lisa queriendo golpearse contra la pared
—digo...—intentó retractarse ante la mirada incrédula de la contraria—
tengo que decirte muchas cosas, pero en sí, no tengo ni la menor idea del
por qué estoy aquí, solo sé que tenía que asegurarme de que estuvieses bien
—confesó recostando su cabeza contra la pared—soy consciente que sigo
con rencor, que, cada vez que te veo siento ira, pero por alguna maldita
razón no puedo verte triste—susurró—simplemente no puedo.
Era el turno de Jennie en guardar silencio intentando asimilar las palabras
de la rubia.
—Lamento tanto el confundirte—admitió la coreana observando de
forma fija de las cejas alzadas de la extranjera—la verdad tenía miedo de
perderte, pero no sabía cómo dejar a Kai sin salir lastimada en el proceso,
así que pensé estúpidamente que, si te enamoraba no ibas a dejarme—
confesó sintiéndose de lo peor por ser tan egoísta—que idiota fui..—suspiró
entrelazando sus propios dedos por sobre su abdomen mientras estiraba sus
tensas piernas—sé que no me perdonaras con esto, pero creí que merecías
oír mis disculpas.
Lisa asintió con su cabeza girando su rostro hacia el lado contrario de la
mayor en un vano intento por no toparse con la intensa mirada de la joven
castaña.
—En el fondo sabía que no había forma de dejar esa relación sin salir
herida, así que me arme de valor y lo deje hoy... por eso, ya sabes—
continuó con su explicación apuntando su hinchada mejilla—supongo que
me lo merezco.
La tailandesa giró su rostro posando su mirada en la mejilla izquierda de
la mayor notando el enrojecimiento de la zona, por instinto estiró su mano
atrapando la piel lastimada de Jennie, con lentitud comenzó a trazar
pequeños círculos sobre aquella zona observando como la coreana
simplemente cerraba sus ojos dejándose llevar por el suave tacto de la
menor.
—Él no tiene derecho a golpearte.—replicó Lisa mientras alejaba su tacto
del cuerpo de la castaña, por seguridad intentó alejarse para no confundir
más su corazón—espero que no vuelvas con él.
—No volveré con él—contestó Jennie abriendo rápidamente sus
párpados, sin esperar más, posó sus ojos sobre los de la contraria de una
forma suplicante por sentirla nuevamente cerca—Me gustas tú—confesó
notando a la de cabello rubio esquivando su mirada.
—Tus palabras ya dejaron de tener el mismo efecto en mi—respondió
Lisa mientras le daba la espalda sintiendo su alocado corazón bombeando
con fuerza en el interior de su caja torácica —si te gusto, demuéstralo con
acciones.
Y sin decir más, la tailandesa comenzó a caminar hacia la salida,
teniendo la necesidad de huir de aquella habitación.
Celos Controlados, Provocaciones Aseguradas

Narrador Omnisciente:
Luego de una ardua hora en el instituto, la tailandesa había llegado a su
hogar con su mochila colgando sobre uno de sus hombros, rápidamente
ingresó en el lugar cerrando la puerta tras de sí.
Con la pereza apoderándose de su cuerpo, apoyó la punta de su zapato
derecho contra la parte trasera del izquierdo liberando rápidamente sus pies
de la presión que estos le envolvían, con total libertad golpeó los zapatos
contra la esquina del lugar lanzando a su vez su mochila oscura. Lisa elevó
sus brazos intentando liberarse del cansancio, estaba agotada, realmente se
hallaba completamente desganada.
La tailandesa cerró sus ojos en el momento que sintió el sueño
apoderarse de su cuerpo, tanto tiempo viviendo en aquella casa le dio la
facilidad para caminar sin tener la necesidad de ver hacia donde se dirigía.
—Oh, hola Noona—saludó Bambam en el instante que notó a su
hermana ingresando en su campo de visión, el chico frunció el ceño al
percatarse como la rubia pasaba de él recostándose velozmente sobre el sofá
—¿Estás cansada?—preguntó mientras veía el rostro de la tailandesa
adherido contra el cuero del sofá.
—Dongsaeng… calla ya—susurró Lisa con aquel peculiar apodo que,
muy pocas veces utilizaba para dirigirse al menor.
Bambam hizo un mohín para luego simplemente echarse hacia atrás
chocando su espalda contra el respaldo del sofá, se mantuvo un par de
segundos en silencio pasando su bonita mirada del cuerpo de su hermana
para terminar por dejarla fija en las facciones de la coreana. Sí, Jennie se
encontraba en la casa de los Manoban mordisqueando la punta de su lápiz
mientras hacia la tarea del pequeño castaño.
El Tailandes no iba negar que ver las facciones de su Noona le había
dado un pequeño revoloteó en su estómago, se veía bella desde aquella
perspectiva, aunque no pudo con la duda al notar el círculo rojizo en una de
las mejillas de la contraria. Confundido el joven se reincorporó apoyando
una de sus manos contra su propio muslo mientras se armaba de valor para
estirar su otra extremidad rozando con su pulgar la piel lastimada de la
mayor.
Jennie se tensó al sentir la yema del castaño pasar por su mejilla, sus
músculos se contrajeron a la vez que su mirada se alzaba para posarse por
un par de segundos sobre el peculiar brillo del menor. La castaña entreabrió
sus labios al notar la forma que este la observaba-lo hacía de las misma
forma que la Tailandesa - confundida, la castaña rompió el contacto visual
soltando un suave carraspeo que hizo volver a la realidad al Tailandes.
Con las mejillas incendiadas ante su acción Bambam alejó su mano
apoyando ambas palmas sobre sus muslos, siendo incapaz de volver a posar
su mirada en el bonito par castaño que la contraria poseía, se sentía
avergonzado, intimidado por la forma en que Jennie lo había observado
antes de notar cuales eran sus verdaderas intenciones. Velozmente el
castaño se dedicó a ver sus dedos sintiendo aun su pulgar hormiguear a
causa de la falta de tacto de la piel de su crush.
La coreana en cambio de vez en cuando observaba al menor por el rabillo
de sus ojos para luego enfocar toda su atención en el pacífico rostro de la
tailandesa. Jennie apretó sus dientes maldiciendo el sueño de la rubia, la
única razón por la que estaba haciendo todo aquello era para que la menor
fuese testigo de su cambio.
—Lo siento Noona—susurró Bambam avergonzado escuchando un "Da
igual" por parte de la mayor—ams…—murmuró rascando su cuero
cabelludo— ¿Debería desperta…—rápidamente el joven guardó silencio al
oír un fuerte golpe provenir de la misma habitación.
—¡Lisa!— exclamó perdiendo por completo la formalidad que lo
caracteriza—…—se levantó siendo seguido por Jennie, ambos jóvenes se
acercaron hacia la tailandesa la cual, al estar adormilada creyó
estúpidamente que se hallaba en su cama, teniendo un desastroso final al
querer girar para acomodarse—¿Está bien?—preguntó en el instante que
quedó frente a su mayor estirando sus dos manos para atrapar el brazo de la
rubia.
—Sí, lo estoy, no necesitas preocuparte Bam—contestó Lisa mientras se
colocaba de pie—lo digo en serio, Bam, Jennie, no es necesario, solo fue…
—velozmente cayó en cuenta quien era la otra persona que la sostenía
teniendo el impulso de retroceder uno que otro paso hasta desplomarse
sobre el sofá—¿Q~Qué?—cuestionó sin tener una pregunta coherente
formulada en sus pensamientos.
¿Qué hacia Jennie en su hogar?, Peor aún, ¿Qué hacia Jennie con su
pequeño hermano?. Lisa los observó con el ceño fruncido y la mirada
completamente obscurecida, siendo incapaz de poder controlar aquellos
poderosos celos que decidieron apoderarse de sus acciones colocándose
velozmente de pie.
—¿Qué haces aquí?—preguntó la rubia con un tono moderado, realmente
era sorprendente que estuviese manteniendo la calma a pesar que, en su
interior se encontrase ardiendo de celos.
El timbre resonó impidiendo que la coreana fuese capaz de responder a la
rubia, Lisa mantuvo su ceño fruncido observando como su incómodo
hermano hacia un extraño movimiento con sus manos indicando que iría a
abrir. La extranjera se cruzó de brazo tomando una actitud desafiante, sí,
quizás era su culpa por decirle que le demostrara sus sentimientos, pero
vamos, jamás pensó que Jennie lo haría, simplemente aquello no era parte
de su esencia, de su personalidad.
Quizás, solo quizás, Lisa no la conocía tanto como creía.
Los pasos de alguien se aproximó hacia donde ambas jóvenes estaban
provocando que la rubia observara sobre su hombro como su hermano
menor ingresaba a la habitación con una extraña mirada de culpabilidad
reflejada en sus ojos.
-Hola Lisa unnie—saludó Chaeyoung en el momento que ingresó
siguiendo al castaño.
La mencionada entreabrió sus labios, teniendo el impulso de volver su
vista al frente para ver sí, Jennie estaba furiosa o no. Confundida la
tailandesa entrecerró sus ojos sin poder creer que la coreana estuviese
completamente serena ante la inesperada visita de su archienemiga.
La rubia elevó sus comisuras- siendo aquella acción completamente
imposible de controlar- al sentir el cuerpo de la menor apegándose contra su
brazo.
—¿Me darías un consejo?—susurró Chaeyoung de forma suplicante
mientras se colocaba puntilla para alcanzar a la tailandesa.
Lisa, en otro contexto se hubiese derretido ante lo adorable que podía
llegar a ser la joven coreana cuando se lo proponía. La tailandesa mantuvo
sus ojos en la castaña notando como esta giraba sobre sus talones y con toda
la tranquilidad del mundo caminaba en dirección de uno de los sofás
tomando el cuaderno que reposaba sobre este para poner toda su atención
en su contenido.
Está bien, esto era extraño, realmente extraño. Se dijo a sí misma la
rubia, quien, a pesar de tener a Chaeyoung pegada a su torso suplicando por
un consejo, la mayor no podía despegar su mirada del rostro sereno de la
castaña. Lisa se negaba a creer que la joven estaba cambiando, no por el
hecho de que quisiese que ella no lo hiciese, sino más bien, porque le
aterraba no ser consciente de las verdaderas intenciones de la mayor.
La Tailandesa suspiró al sentir como la menor tiraba de su extremidad,
provocando que, a regañadientes alejara su mirada del bonito rostro de la
coreana.
—Ven—habló Lisa tomando la mano de Chaeyoung para tirar de ella
hacia el largo pasillo que daba en dirección de su cocina.
Jennie al oír los pasos alejándose de la habitación, no pudo evitar alzar su
mirada notando la ausencia de la rubia y de la insoportable ardilla. La
coreana suspiró dejando caer el lápiz mordisqueado sobre el cuaderno
borrador, la muchacha estaba furiosa, toda su anatomía gritaba y le exigía
que se levantara para proteger lo que le pertenecía; alejar a la tailandesa de
las sucias garras de la coreana era su mayor anhelo.
Bambam en cambio se quedó en silencio observando la molestia
plasmada en las facciones de la castaña, por alguna razón que desconocía
verla enojada con sus ojos fijos en el vació pasillo le había dado una extraña
sensación a su pecho que le desagradó por completo, rápidamente escuchó
el cansado suspiro desbordar de los atractivos labios de su mayor,
provocando qué, por instinto girara su rostro logrando ver con sus propios
ojos el como la coreana atrapaba su carne inferior con sus bonitos dientes.
El castaño jadeó con sus mejillas tomando un adorable tono carmesí ante
su amplia imaginación.
Antes de que el menor fuese capaz de soltar una estupidez que llegase
incomodar a su mayor, los pasos de Lisa y Chaeyoung rápidamente se
hicieron notar logrando que los otros dos chicos restantes simplemente
enfocaran sus vistan en cualquier parte menos el pasillo.
Jennie atrapó el cuaderno volviendo a ver los números escritos de manera
desordena e incoherente sobre el papel de este, parpadeo confundida al
percatarse recién ahora que todo su desarrollo estaba malo, ¿Tanto se había
distraído?.
—…Espero que te sirva—comentó Lisa mientras pasaba su brazo sobre
los hombros de la menor—te quiero y deseo lo mejor para ti—susurró en la
oreja de la coreana logrando mostrar una equivocada idea a la castaña que
los observaba en silencio, estrujando con tantas fuerza el lápiz que Bambam
temía que este cediera partiéndose a la mitad.
—¡Adiós Chae!—se despidió en el momento que llegó a la puerta
principal siendo lo suficiente educada para abrir la puerta antes de que la
pequeña lo hiciese por su cuenta—¡Me llamas cuando llegues!—ordenó
alzando la voz para que la joven fuese capaz de oírla.
—Mi llimis ciindi lligiis… estúpida sanguijuela—imitó Jennie entre
dientes haciendo más de una meuca de disgusto mientras insultaba a la
coreana.
Bambam frunció el ceño al creer oír a la mayor hablarle.
—¿Has dicho algo Noona?—cuestionó el castaño ganándose un cariñoso
movimiento de su cabello por parte de la coreana.
Lisa al regresar donde los dos jóvenes no pudo ocultar su malestar al ver
como Jennie había removido el cabello de su hermano, provocando que el
desgraciado simplemente sonriera, como si disfrutara la atención que la
castaña le estaba proporcionando.
La coreana alejó su tacto del menor al sentir una penetrante mirada fija
en sus facciones, satisfecha Jennie giró su rostro alzando una de sus cejas
con total diversión al notar los celos plasmados en aquel oscuro par que la
rubia poseía.
—Me sorprendes Kim, estoy muy sorprendida—comentó Lisa mientras
caminaba hacia el sofá que había utilizado minutos atrás—debo felicitarte,
no creí que fueses capaz de controlarte—habló en el instante que se sentó
aprovechando de cruzarse de brazos para dar una mayor intimidación.
El castaño incómodo observó la interacción de ambas jóvenes sintiéndose
el mal tercio de la relación.
—…—Jennie alzó su ceja atrapando por unos minúsculos segundos su
labio inferior logrando provocativas imagenes volando en los pensamientos
de los hermanos Manoban—me dijiste que te lo demostrara, ¿No?—
cuestionó confundiendo al menor de la habitación—dejar los celos son mi
primer desafío—confesó llevando una de sus piernas sobre su muslo para
dar una mejor imagen de sus tonificados muslos.
Bam jadeo perdiendo todo el oxígeno de sus pulmones, Lisa fue la única
en percatarse de las sonrojadas mejillas del castaño provocando que sus
celos saliesen a flote.
—Tendrás que hacer mucho más que dejar tus celos—contestó la
tailandesa a la vez que se colocaba de pie—bájate la falda, estas con mi
hermano—ordenó sin poder evitar demostrar cuan celosa se encontraba.
El rostro del castaño se iluminó de un bonito rojo, provocando que,
Jennie por fin sintiese vergüenza acomodándose en el sillón para bajar su
prenda elevada.
—I~Iré…ya regreso—susurró Bambam levantándose de su asiento, para
prácticamente correr hacia el baño.
—No sabes lo que provocas en los Manoban, Kim—murmuró Lisa
sintiendo como su entrepierna también había tenido por un par de segundos
la intención de despertar por completo—intenta terminar lo que sea que
estás haciendo antes de que se oscurezca—comentó en alto para luego
simplemente girarse sobre sus talones—adiós Kim—se despidió
comenzando a caminar en dirección de su habitación.
Lisa no era consciente que su actitud fría y dominante también causaba
cosas en Jennie.
—No sabes lo que provocas Lisa—susurró la castaña utilizando las
mismas palabras que la menor ejerció para luego simplemente subir uno de
sus muslos sobre el otro en un vano intento por amortiguar aquellas
características pulsaciones en su intimidad.
Nuevos Rostros, Comentarios Peligrosos

Narrador Omnisciente:
Era un bonito día lluvioso en la vida de Lisa Manoban, la joven caminaba
con tranquilidad por los pasillos del instituto en dirección a la salida, su
tarde escolar fue aburrida, contenido nuevo que aprender y trabajos por
realizar-algo monótono en su día a día-. La rubia apretó sus puños en las
tiras de su bolso al oír la fuerte lluvia rebotando contra el techo de la vieja
estructura, por instinto suspiró siendo completamente consciente de que
llegaría empapada a su hogar, ¿Cómo fue tan estúpida de no mirar el clima
antes de salir?.
Resignada estiró sus dos manos abriendo la puerta hacia el exterior,
maldijo a sus adentros al ver la intensa lluvia inundado su panorama,
parecía que el clima estaba molesto con la cuidad, las fuertes gotas
colisionaban contra el asfalto provocando que, una pequeña neblina se
mantuviera posada por sobre el piso, dándole aquel toque "tenebroso".
Lisa chilló a la vez que sus músculos se contraían al sentir, una mano
ajena tocando su brazo. Por instinto la joven giró su cuerpo lanzando el
primer golpe en dirección del desconocido, Jennie alcanzó a moverse
esquivando el firme puño de la menor antes de que este diera con dureza
contra su bello rostro. La rubia abrió sus párpados completamente
estupefacta de ver el ceño fruncido plasmado en el bonito rostro de la
castaña, rápidamente elevó la mirada observando el tierno paraguas de color
rosa cubriendo su anatomía de las furiosas gotas.
—¿Q~Qué haces aquí?—preguntó la extranjera pasando por alto todo
indicio de disculpa por parte suya.
La coreana se mantuvo firme con las cejas juntas ante la molestia que la
envolvía, una parte de ella echaba de menos tener el control de la situación,
extrañaba ver como la rubia tenía aquel peculiar brillo de atención que,
constantemente notaba en su mirada. Siempre le gustó aquella joven
vergonzosa de sí misma, y no podía evitar sentirse la responsable de no ver
en su esencia aquella adorable personalidad. Jennie posó sus ojos en el par
oscuro notando la dominancia y narcisismo reflejados en la filosa mirada de
la menor, rápidamente atrapó con sus dientes su labio inferior intentando no
saltar sobre las caderas de la rubia.
—¿Y bien?—insistió Lisa al ver como la coreana la estaba observando—
¿Te has quedado muda?—se mofó sintiendo un fuerte golpe contra su
hombro—¡Auch!—exclamó llevándose su mano hacia la zona que la
castaña golpeó fingiendo sentir dolor.
—¡Casi me golpeas!, ¿Eso me gano por esperarte?—cuestionó Jennie
mientras que, con dificultad intentaba cruzarse de brazos.
La tailandesa alzó una de sus cejas sintiendo sus comisuras elevándose
ante el bonito gesto de la mayor -Jennie realmente intentaba ganarse su
corazón-. La joven sin decir más, estiró una de sus manos atrapando la
muñeca de la contraria para luego simplemente deslizar su palma por su
tersa piel hasta llegar a entrelazar sus dedos con los de ella.
Ninguna de las dos dijo algo al respecto, Jennie simplemente guardo
silencio girando su rostro hacia la calle para que, la rubia no fuese testigo
del bonito tono carmesí adueñándose de sus pálidas mejillas, en cambio
Lisa mantenía sus ojos fijos en el sedoso cabello ajeno queriendo ver el
rostro de la susodicha.
Se dispusieron a caminar con sus frías manos unidas mientras que las
gotas de la lluvia chocaban con fuerza contra el pequeño paraguas de la
mayor, tanta era la agresividad del clima que, Lisa no le quedó de otra que
apegarse al torso de la castaña para que el viento de la tormenta no
empapara su ropa, la joven sonrió al sentir el cuerpo de la coreana tensarse
a causa de su roce, provocando que con malicia diera un paso hacia atrás
para colocarse detrás de la joven aprovechando para abrazar con su mano
libre la cintura de la contraria. La extranjera escuchó el suave jadeo
desprender de la garganta de la castaña al mismo tiempo que sus piernas
dejaban de funcionar.
Lisa no iba a negar que era algo incómodo caminar detrás de la mayor,
pero aquello era rápidamente compensado con el hecho de saber que la
coreana se hallaba con los pelos de punta al sentir su caliente respiración
chocando contra su nuca.
La tailandesa intentando buscar una mayor comodidad para ambas; abrió
un poco sus piernas logrando que sus pies no chocaran con la parte trasera
de los zapatos de Jennie. Mientras tanto, la castaña intentaba distraerse con
el lluvioso panorama intentando no pensar en el hecho, de que tenía el
cuerpo de la rubia adherida a su espalda sintiendo todos sus atractivos
atributos rozando contra la parte trasera de su anatomía.
Ambas jóvenes caminaron por un par de minutos más, hasta que un
bonito Mercedes-Benz de cuatro puertas se estacionó justo al lado de la
vereda. Lisa apretó su posesivo agarre en las caderas ajenas intentando
avanzar, pero para su sorpresa, Jennie detuvo su andar provocando que el
pecho de la tailandesa colisionara contra los omoplatos de la castaña. La
extranjera intentó reprochar pero la coreana fue más rápida tomando
nuevamente su mano libre para tirar de ella hacia el sospechoso auto
oscuro.
Con el corazón desbocado Lisa observó como la mayor golpeaba con sus
nudillos la ventana polarizada del copiloto, rápidamente el vidrio comenzó
a descender dejando a la vista una bonita castaña, acompañada por una
atractiva conductora con un tono de cabello rubio que su acompañante
poseía.
—¡Jennieunnie!—saludó a la copiloto con emoción logrando que los
posesivos celos de la rubia, envolvieran la cintura de la susodicha marcando
rápidamente su territorio—Hey…¿Y ella?, ¿Está soltera?—cuestionó la
desconocida observando con su característica mirada lasciva, el bonito
cuerpo de la tailandesa.
Jennie frunció el ceño posando su mano libre, contra el firme agarre de la
rubia dando a entender que aquella mujer le pertenecía.
—Se llama, Lisa casada, con tres hijos, heterosexual—contestó Jennie
escuchando una fuerte carcajada por parte de la conductora—pero tú le
puedes decir Lalisa completamente fuera de tu alcancé—siguió con sus
bromas siendo capaz de sacar una suave carcajada por parte de la rubia.
—Vale, no seas así, Tzuyu ya ha captado tu mensaje—habló la
conductora intentando salvar el bochornoso momento que la coreana le
estaba haciendo pasar—ven, sube al auto, las llevaremos—comentó
colocando su brazo sobre el hombro de su asiento—Tzuyu, abre la puerta—
pidió logrando que la joven que se había mantenido en silencio acatara sus
órdenes.
Jennie envolvió sus dedos sobre los de la menor, al sentir como esta
seguía completamente tensa en su sitio, con dificultad logró arrastrar a la
rubia tirando de su cuerpo para que ingresara, en el vehículo rozando su
brazo con la de cabello castaño.
—Am… ¿Hola?—susurró Lisa en tono de pregunta al ver cuatro pares de
ojos fijos en su rostro como si la estuviesen escaneando—gracias por
llevarnos—continuó con su tono, bajo sintiendo rápidamente la vergüenza
instalándose en sus mejillas—soy Lis…—las palabras quedaron atrapada en
su garganta al sentir el trasero de Jennie chocando contra su entrepierna.
—Oh… Esto se puso interesante—comentó Sana observando con
diversión como el cuerpo de la adorable rubia, se perdía en la atractiva
anatomía de la castaña.
rio arrugando el puente de su nariz, al sentir el miembro de la tailandesa
chocando en su trasero, rápidamente se removió sobre el cuerpo de la
contraria logrando sentir los dedos de la joven incrustándose contra la piel
expuesta de su cintura. Lisa cerró sus ojos golpeando su mejilla en la
espalda de la mayor intentando pensar en cosas feas, cualquier cosa era
mejor que tener a su pequeño levantado.
—Y bien Jennie, ¿Por qué nunca nos hablaste de la sexy chica debajo
tuyo?—preguntó la conductora mientras comenzó a dar en marcha su
vehículo.
Lisa no iba a negar que oír las palabras de la rubia le había dado una
fuerte punzada directo a su lastimado corazón, tantos años de amistad, y
Jennie jamás le había comentado de su existencia a aquellas chicas.
La extranjera no lo podía creer, con molestia lentamente soltó su agarre
del cuerpo ajeno posando sus manos en cualquier parte, menos en la
anatomía de la coreana, aquella acción no pasó por alto para las dos chicas
que se hallaban en la parte trasera del vehículo sintiendo lastima por la
pobre muchacha de cabello rubio.
Jennie frunció el ceño al sentir la ausencia del cálido tacto de la menor,
intranquila sonrió de forma, forzada intentando no demostrar su disgusto.
—No les hablé de ella porque se cómo se comportan, no quería que
Lalisa se sintiese incomoda—mintió la castaña sintiendo las miradas de las
cuatro restantes posadas en sus facciones dándole entender que no le
estaban creyendo—¿Qué?—preguntó a la defensiva logrando que la rubia
conductora, volviera su vista al frente mientras que las otras simplemente se
miraban entre sí.
—Oye—llamó la joven de cabello pelinegro estirando su mano para
atrapar el brazo de la tailandesa —soy Nayeon —se presentó con una bonita
sonrisa anclada en su rostro mientras que Lisa la observaba en silencio—
ella es Mina—continuó presentando mientras apuntaba a la pelirroja al lado
suyo—y la que conduce es Sana—terminó dejando de lado la existencia de
la copiloto—y es un gusto conocerte.
Lisa la observó elevando rápidamente sus comisuras, tomando una
actitud adorable para las dos jóvenes que podían observarla.
—Oye, ardilla, ¿A dónde vas?—cuestionó Jennie, intentando no soltar
algún comentario de mal gusto.
La conductora la observó por el espejo interior, brindándole una de sus
tan características sonrisas.
—Pues a tu casa—contestó la joven con obviedad—luego llevaremos a
Lisayahh a su hogar—agregó mientras observaba con sus ojos rebosando en
maldad las, estupefactas facciones de la castaña.
—¿Estas soltera?—preguntó Nayeon observando con determinación el
enrojecido rostro de la rubia—,eres muy bonita—halagó al notar la sangre
caliente, pintando las mejillas ajenas.
Jennie giró su rostro golpeando, con su mano izquierda el peligroso tacto
que la joven pelinegra, intentaba ejercer en el brazo de su tailandesa.
—No la toques—gruñó de forma posesiva, importándole bien poco, que
las cuatros jóvenes incluyendo a la recién golpeada la observaran con
malicia—tú ya tienes a Mina, no necesitas a otra extranjera en tu vida—
habló mientras bajaba sus manos atrapando con fuerza las muñecas de la
rubia, obligando que está la envolviese en su cintura—no la molesten más
—finalizó echando su espalda hacia atrás dejando que el rostro de la
extranjera se viera por uno de sus delicados hombros.
—Vaya, realmente es hermosa—comentó Sana al ver por el espejo las
facciones ajenas mientras que sus manos se hallaban firmes en el volante.
Jennie iba a explotar, aquella era la verdadera razón por las que jamás les
habló de su Lisa, le aterraba pensar que ellas fuesen capaces de ver lo genial
que era la tailandesa sin que esta siquiera lo intentase ser,- le aterraba la
idea de ver a la tailandesa con alguna de sus amigas-.
—Tú también lo eres—contestó Lisa sin querer parecer mal educada,
dejándose ver completamente adorable para las miradas ajenas.
Sana rio al ver las mejillas infladas de la coreana, cuando sus ojos se
encontraron, la rubia movió sus cejas indicándole que ella había ganado
aquella inexistente batalla.
—¿Oye Jennieunnie?—preguntó Tzuyu, sintiendo la dura mirada de la
castaña fija en sus facciones, rápidamente la joven movió sus labios
amenazando a la muchacha sin que el sonido de sus palabras se escuchase
—uy, qué humor, se ve que tu novio no te dio anoche, deberías llamarlo
para que te baje el enojo—comentó cruzándose de brazo sin saber que, una
furiosa tailandesa aferraba sus dedos en el abdomen ajeno intentando
calmar su ira.
Jennie no dijo nada al respecto, la joven tenía pensado aclarar su
situación amorosa con las demás chicas, pero de aquello Lisa no era
consciente, así que, entre su ignorancia pensó fielmente que la castaña
quería regresar con el idiota.
—Detén el auto—pidió Lisa logrando que las demás jóvenes fruncieran
su ceño—lo digo en serio, me estoy mareando—mintió intentando salir de
aquel sofocante espacio.
Rápidamente Sana se estacionó observando con preocupación, cómo la
joven tierna abría la puerta saliendo con dificultad de su auto, Jennie giró su
rostro observando a la rubia que comenzaba a caminar en dirección opuesta,
donde se encontraban teniendo la necesidad de ir tras ella.
—¡Lisa espera!—llamó Jennie sintiendo como su cuerpo rápidamente
comenzaba a ser víctima de las furiosas gotas de la lluvia.
Mientras tanto Sana y las demás chicas observaban con disgusto a la
castaña, quien simplemente se encogió de hombros sin saber muy bien, que
decir a los acontecimientos recién realizados.
—Oye… espera—suplicó Jennie en el instante que alcanzó a la
tailandesa tomando su brazo en un acto desesperado por impedir su huida—
lo siento, puedo explicarlo.
—Ahórrate las disculpas, no quiero oírte—contestó Lisa mientras que, de
un solo manotazo alejaba el tacto ajeno de su ardiente piel—¿Sabes? Olvida
lo que te dije la otra vez, no quiero tener nada contigo, ni siquiera tu
amistad—desbordó ante la ira que la asfixiaba—vete con tus amigas, se
nota que te conocen mejor que yo—habló con dolor a la vez que se giraba
comenzando a caminar sin saber muy bien hacia donde se dirigía.
Jennie lloró en silencio mientras la observaba alejándose, no la siguió, no
dijo nada, ni siquiera intentó que ella escuchase sus explicaciones, la
coreana era más que consciente que, en esos momentos Lisa no quería
escucharla.
Fenómeno

Narrador Omnisciente:
Jennie rápidamente tomó asiento a la primera clase de su largo calvario
estudiantil, sus ojos se posaron por un par de segundos en el vacío puesto de
al frente, sintiendo aquel característico pinchazo en su corazón ante sus
crueles pensamientos que la culpaban por la ausencia de la Rubia -La
echaba de menos y eso que solo llevaba tres días sin verla- lentamente se
hundió en su puesto ante el sufrimiento que comenzaba a torturarla sin tener
algún indicio de querer dejar de hacerlo, la castaña cerró sus ojos por un par
de segundos intentando acostumbrarse a aquel vacío que se adueñaba de sus
pulmones, ¿Tanto le dolía?, Se preguntó deseando tener una respuesta
concreta ante aquella duda.
De repente, su cuerpo reaccionó estremeciéndose ante la fuerte voz de su
profesor, aquel buen hombre fue su boleto de salida ante aquella agonía que
la envolvía, con lentitud abrió sus párpados fijando su apagada mirada en
aquel canoso adulto prestando rápidamente atención a lo que él comentaba
con sumo interés.
Luego de casi dos horas de sufrimientos, el timbre resonó en las viejas
paredes del edificio dando el paso para que, una marea de estudiantes
salieran de sus respectivas aulas, mientras tanto, la coreana esperó con
paciencia a que el cúmulo de hormonales abandonaran la pequeña
habitación.
Rápidamente se puso de pie, recogiendo con calma sus cosas para luego
posar su bonito bolso sobre uno de sus delicados hombros, por instinto se
quedó observando el vacío puesto -el cual hace unos días atrás la tailandesa
ocupaba -¿Por qué se quedó quieta?, Se cuestionó, aun sabiendo que una
parte de ella anhelaba esperar a la rubia, aun siendo más que consciente que
aquella muchacha no había asistido a clases.
Luego de sentirse estúpida, pero sobretodo avergonzada de quedarse de
pie observando con determinación el vacío banco, la joven sacudió su
cabeza disponiéndose a ser una, más del montón en salir de aquella calurosa
aula. Jennie mordió su labio agachando la mirada, sus pensamientos se
hallaban fijando de aquí hacia allá, culpándola más de una ocasión por el
dolor que el corazón de la menor debía estar padeciendo.
De repente, su anatomía colisionó contra otra provocando que su cuerpo
se tambaleara y su bonito bolso terminase por hacer contacto con el sucio
suelo del lugar, los músculos de sus hombros se contrajeron al sentir unas
fuertes manos posadas alrededor de sus huesos, estaba asustada, el mal
presentimiento de que se trataba de su ex novio comenzaba apoderarse de
sus pensamientos colocándola de los nervios.
—¿Noona, te encuentras bien?—preguntó Bambam preocupado,
provocando que la contraria alzara su mirada al oír su dulce voz, hablándole
con calma—¿Te he lastimado?, Lo siento mucho, iba distraído, no te he
podido ver antes que tu bonito rostro golpeara mi pecho—agregó
disculpándose para luego soltar una suave carcajada al terminar de hablar.
Bambam estaba avergonzado de sus propias palabras, casi intimidado por
la forma en que Jennie lo estaba observando no le quedó más remedio que
girar su rostro intentando enfocar, aquel bonito par de ojos en cualquier
parte del pasillo menos en la felina mirada que la mayor poseía.
—Estoy bien, gracias por preocuparte—contestó Jennie observando
cómo el joven frente a ella, mantenía su rostro girado, exhibiendo una
pequeña parte de su quijada sonrojada—¿Bambam?—preguntó logrando
que su voz fuese como un mar calmante para el joven avergonzado.
El tailandes creyó firmemente que su nombre jamás había sonado tan
bien en los labios ajenos, por instinto se giró encarando el rostro de la
mayor, se sentía valiente, tal vez, el éxtasis de oír a la castaña llamándolo le
habían dado la dosis necesaria para dejar la vergüenza de lado.
—¿Sí?—preguntó el castaño notando como la joven frente a él,
comenzaba a juguetear con sus manos en una actitud para el gusto del
menor; adorable—¿Qué sucede?—insistió teniendo la necesidad de saber
qué era lo que pesaba por la mente de la muchacha.
—¿Lisa ha estado bien?—preguntó Jennie sin saber que sus palabras
habían lastimado, el noble corazón del contrario—Es que no vino a clases
—agregó intentando sonar un tanto despreocupada.
El castaño la observó soltando rápidamente un suspiro, sintiendo las
suaves palabras de la mayor como una fuerte bofetada a su realidad.
—Sinceramente. . . Ella se ha estado comportando extraño, o sea, Noona
en sí es rara, pero estos días se ha comportado peor, ni siquiera ha querido
salir de su habitación—confesó Bambam mientras se cruzaba de brazos—
¿Quieres. . .—dejó la pregunta al aire sabiendo muy bien, que no debería
invitarla.
—¿Quiero qué?—cuestionó Jennie a la vez que alzaba una de sus cejas
notando como el menor tragaba saliva.
—Podrías venir hoy a casa... digo, podrías pasar a ver a Noona, supongo
que le agradaría tu visita—invitó observando como la castaña agachaba la
mirada declinando rápidamente su invitación—oye... Jennie—llamó siendo
esta la primera vez que la llamaba por su nombre, perdiendo toda la
formalidad que lo caracterizaba—mi hermana está sola, y tú eres su amiga,
no deberías dejarla en estos momentos—se excusó sorprendiendo a la
coreana por sus "adultas" palabras, aunque la realidad era que él deseaba
estar lo más cerca de su crush.
Fue el turno de Jennie de tragar saliva, sin saber muy bien que decir ante
las duras palabras del menor, ¿En qué momento el pequeño había crecido?,
Se cuestionó viendo con fijeza como el castaño mantenía firme su mirada.
En realidad, aunque por fuera Bambam se viese tranquilo, por dentro
estaba chillando como una pequeña niña haciendo contacto con su primer
crush.
Bambam estaba haciendo todo lo posible para que Jennie, no lo viese
como un niño, él era un hombre -o eso pensaba.
—No debería...—intentó la castaña nuevamente negar la oferta, pero al
ver como el tailandes la observaba no le quedó más remedio que aceptar—
está bien, ¿Me esperas a la salida?—preguntó siendo completamente
inconsciente en lo que había causado en el menor.
El timbre nuevamente sonó sacando de aquella empalagosa burbuja, que
solo Bambam estaba viviendo, notando rápidamente como la coreana lo
observaba.
—S~Sí—tartamudeó el joven para luego girarse sin antes tomar toda la
valentía que le quedaba, acercando velozmente sus labios contra la mejilla
de la mayor—adiós Noona—se despidió siendo completamente formal en
sus palabras.
Extrañada Jennie agitó su mano manteniendo su ceño fruncido, a veces,
solo a veces, Bambam podía ser muy extraño.
Pasaron las horas, los cambios de aulas comenzaron a ejecutarse dejando
a la mayor observando con nerviosismo el reloj posicionado sobre la pared.
Estaban por marcar las cuatro y cuarto, tan solo le faltaban cinco minutos
para poder huir en dirección de su amada.
Sin continuar con aquella tortura de clases, el timbre sonó logrando que,
por primera vez Jennie fuese capaz de salir del aula siendo una de las
primeras. La castaña prácticamente corrió hacia las grandes puertas que
daban el exterior del edificio, sus pensamientos se encontraban flotando
sobre el rostro imaginario de la tailandesa, olvidando por completo la
existencia del tailandes.
Por despistada, la coreana volvió a chocar contra el cuerpo ajeno, siendo
esta vez más fuerte para que su trasero, conociera el suelo del pasillo
rápidamente sintió unas suaves manos, tomando su muñeca tirando de
aquellas extremidades. Su respiración quedó atrapada en su garganta en el
momento que su cuerpo quedó adherido al desconocido dejando su rostro
cerca de los labios ajenos.
—Vamos—susurró Jennie completamente aterrada de saber que, por
accidente casi besaba al castaño.
Bambam se sonrojó a la vez que asentía con su cabeza tomando
rápidamente la decisión de alejar su tacto del cuerpo de la mayor. Ambos
jóvenes caminaron por las calles de la cuidad siendo envueltos, por el
incómodo silencio que el recuerdo de su cercanía les había causado. Jennie
no podía dejar de maldecir en sus pensamientos lo que había sucedido,
¿Cómo no se fijó?, Por poco provocó un beso que ninguno de los dos -o eso
pensaba ella -querían que sucediera.
Mientras tanto, Bambam intentaba no saltar como un pequeño animalito
ante el recuerdo de su cercanía con su crush, casi se besaban, como le
hubiese gustado que ese casi no existiera.
Luego de un par de minutos más, ambos jóvenes llegaron a la casa siendo
Bambam el primero en ingresar en la vivienda. Jennie sintió su corazón
apretarse ante el silencio que la golpeó de repente, la castaña infló sus
mejillas en un vano intento por relajarse, se sentía intimidada por aquel
conocido lugar, como si fuese su primera vez estando ahí.
—Noona, debe estar en su habitación—comentó Bambam deseando de
una forma muy egoísta, que la mayor no fuese donde su hermana y que en
vez de eso, prefiriese estar a su lado—si no te abre, aquí tienes la llave—
agregó estirando su mano para tocar el dorso de la castaña sintiendo olas de
calor golpeando por todo su cuerpo.
Jennie sonrió un tanto incomoda mientras murmuraba un pequeño
"Gracias", sin decir más, la joven se giró intentando no quedar por más
tiempo con el castaño. Lentamente comenzó a subir los peldaños
sintiéndose cada vez más pequeña ante la idea de saber, que a tan solo un
par de pasos más se hallaba la rubia-una furiosa tailandesa-.
Luego de caminar por el largo pasillo, por fin se encontraba frente a la
puerta de madera, pensó seriamente la idea de tocar la puerta, pero borró
ese pensamiento era desechado al sentir olas de malas reacciones por parte
de la menor. La coreana sabía que era estúpido, que podía hacer otras cosas
menos aquella loca idea, pero estaba desesperada, realmente necesitaba ver
a la tailandesa.
Lisa se encontraba recostada sobre su cama con su rostro enterrado sobre
la almohada, se hallaba inmóvil, con los párpados cerrados y los
pensamientos volando en negatividad. De repente, su corazón dio un fuerte
brinco al sentir un peso sobre su espalda, su mente se quedó en blanco
mientras que su mentón comenzaba a temblar ante la firme idea de que la
violarían.
—Lo siento Lisa—susurró Jennie aferrando sus manos en la cintura de la
contraria.
Aquellas palabras lograron que el miedo y pavor se esfumaran por
completo dejando que, nuevamente la ira envolviera sus acciones.
—¡¿Qué mierda te pasa?!—vociferó Lisa levantándose rápidamente del
colchón, sorprendiendo por completo a la castaña que se hallaba aferrada a
su espalda—¡¿Qué tienes en el cerebro, idiota?!, ¡¿Aire?!—cuestionó
liberándose del agarre de la muchacha para luego girarse, propinándole un
fuerte empujón a sus hombros—¡Vete, y deja de joder!—ordenó volviendo
a ejercer la misma acción—¡Largo!
Jennie sintió su mentón temblar, mientras que las lágrimas se acumulaban
en sus ojos, la joven era consciente que había una pequeña posibilidad de
que la menor hubiese actuado de aquella manera, pero sinceramente, pensó
que no pasaría, en su mente imaginaria, creyó firmemente que Lisa esta vez,
si la escucharía.
—¡DEJALA EN PAZ!—gritó una tercera voz logrando sorprender a las
jóvenes, Lisa se giró con los puños cerrados al ver a su pequeño hermano
observándola con desprecio—¡¿Qué mierda te sucede?!—cuestionó
logrando oír un jadeo por parte de la tailandesa, quien luego de soltar
aquello guardó rapidamente silencio sin saber muy bien como replicar sus
palabras—¡Si tienes un problema contigo misma, pues soluciónalo, pero ni
se te ocurra volver a faltarle el respeto a Jennie! —ordenó golpeando con
tanta brutalidad el frágil corazón de la castaña que ésta, no tuvo más opción
que tragarse sus sollozos—ahora entiendo por qué te dicen fenómeno...—
escupió con tanta agresividad que Lisa sintió sus piernas flaquear.
Los puños de la rubia se cerraron perdiendo por completo el control,
mientras que intentaba tragarse aquellas lágrimas que amenazaban con salir.
—¡Bambam, es tu hermana!—habló Jennie notando como la tailandesa,
se giraba observando rápidamente sus ojos sin vida haciendo contacto con
los suyos—me merezco sus palabras... Lisa—susurró lo primero para luego
alzar su voz intentando que la joven nombrada le prestara atención.
—Vete de mi habitación—pidió la tailandesa con la voz ahogada,
percatándose como la joven no se movía—¡Vete, tú y ese imbécil, largo!—
perdió el control tomando con fuerza el brazo ajeno—¡Déjame en paz,
Kim!—suplicó sacando a la nombrada junto con su furioso hermano—
¡LARGO!—gritó con tanto dolor que sus cuerdas vocales se desgarrón.
Con fuerza la joven cerró la puerta, llevando sus dos manos a la cabeza,
repitiéndose una y otra vez, que ella no era un fenómeno; no, Lalisa
Manoban no lo era.
¿Familia Destruida?, Volver a Confiar?

Narrador Omnisciente:
Lisa se encontraba cenando siendo acompañada por su madre y su
hermano menor, la joven apoyó su codo sobre la madera aun cuando era del
todo consciente que aquello estaba mal, su madre, mientras tanto se dedicó
en observar las bolsas oscuras debajo de los apagados ojos de la joven,
sintiendo nuevamente la pesadilla comenzar; la Sra. Manoban suspiró
intentando no recordar el día de la catástrofe, deseaba olvidar el triste rostro
de su hija, olvidar su ojerosa mirada y el rastro de lágrimas que aun
pertenecían vivamente plasmadas en sus recuerdos.
—Madre, puede alcanzarme la sal, por favor—pidió Bambam logrando
que la joven mujer parpadeara confundida. Sin decir nada al respecto tomó
el frasco y se lo entregó—gracias.
Nuevamente el silencio reinó en el lugar logrando poner de los pelos a la
madre de los jóvenes, Sunmi pasó su mirada de las tristes facciones de su
pequeña para luego posarla en el joven castaño notando rápidamente como;
aquel par brillante intentaba a toda costa no posarse en los ojos ajenos.
Con tan solo ver la incomodidad plasmada en su hijo menor, supo que
algo estaba mal, algo realmente malo sucedió entre sus polluelos.
La Sra. Manoban dejó los cubiertos de lado para tomar la postura que le
correspondía, con fuerza la mujer carraspeó logrando que la mirada de los
jóvenes se posara en sus facciones, Lisa se mantuvo quieta, con los
hombros tensos y los puños cerrados, seguía con la furia envuelta en sus
pensamientos -realmente no había sido capaz de aliviar su tristeza -en
cambio Bambam se sentía aterrado ante sus pensamientos que lo obligaban
a disculparse.
—¿Qué sucedido entre ustedes dos?—preguntó la Sra. Manoban
entrelazando sus dedos sobre la mesa—¿Ah?—insistió observando con
paciencia como los hombros de su pequeña se hundían con mayor fuerza—
Lisa... cariño—llamó disolviendo su agarre para estirar su mano hacia la
dirección de la nombrada—...—su corazón se estrujó a la vez que soltaba
un fuerte jadeo de sorpresa.
Por primera vez en la vida la tailandesa esquivaba su tacto. Sunmi apretó
sus labios observando atentamente como la rubia arrastraba la palma de sus
manos hacia la dirección de sus muslos, dejándola en aquella posición
desprotegida; la misma que utilizaba años atrás.
—No ha pasado nada/lo siento Noona—hablaron los dos jóvenes a la vez
teniendo el resultado de quedarse al mismo tiempo en silencio.
La Sra. Manoban observó a cada uno de los muchachos posando por un
par de segundos su oscura mirada en las facciones arrepentidas del castaño,
para luego, pasar al rostro de su pequeña notando la ira y el desagrado
plasmada en sus apagados ojos.
—¿Por qué te disculpas, cariño?—cuestionó su madre observando con
determinación como el nombrado se encogía en su asiento, siendo
completamente cobarde en admitir su error.
—No ha pasado nada, verdad Bambam—contestó Lisa con los dientes
apretados, mientras que con furia posaba sus ardientes ojos en la mirada
asustada del menor.
El castaño murmuró un par de incoherencia a la vez que asentía con su
cabeza, deseando de todo corazón huir de esa incomoda habitación-. La Sra.
Manoban apretó sus manos observando con molestia las duras facciones de
la tailandesa, intentando descifrar que había sido el detonante de su mal
humor.
—Bam...—llamó su madre luego de que el silencio nuevamente hiciese
acto de presencia, el mencionado alzó su quijada sintiendo el pavor
envuelto en su brillante mirada—quiero la verdad—habló elevando su dedo
índice hacia su dirección—responde, y no mires a tu hermana—ordenó
observando como el castaño entreabría sus labios para luego cerrarlos
dejando pasar la saliva por su tráquea.
—No es necesario, déjalo así—gruñó Lisa con su filosa mirada posada en
el aterrado rostro del menor—Bambam ni se te ocurra—amenazó
importándole bien poco el hecho de que su madre estuviese presente.
El joven tragó el nudo inexistente posando su mirada en las duras
facciones de su hermana mayor para luego dirigirse en aquel par oscuro que
su madre poseía.
—Lo siento...—susurró Bambam mientras agachaba su rostro,
rápidamente sus vellos se erizaron al sentir un fuerte chillido que la silla
ajena causo contra el suelo—¡Le he dicho fenómeno porque insultó a
Jennie!—confesó llevando sus dos manos al rostro al sentir un fuerte golpe
dar en dirección de su mandíbula.
—¡Hijo de puta!—vociferó Lisa perdiendo por completo el control, con
fuerza intentó abalanzarse contra el cuerpo ajeno, siendo rápidamente
detenida por el brusco empujón que su madre ejerció contra sus hombros—
¡Maricón, solo debías callarte la puta boca!—continuó con sus ofensas
observando por sobre su ira como las lágrimas descendían por el rostro de
su madre—...—lentamente intentó relajarse sabiendo que, muy pero muy en
el fondo su madre no tenía la culpa—solo debía callarse... Mamá solo debía
guardar silencio—susurró dando un par de pasos hacia atrás, la ira se fue, la
furia rápidamente abandonó su cuerpo dejándola a la defensiva—debía
actuar como lo llevaba haciendo todos estos años, callar y no opinar—
murmuró llevándose las dos manos a la cabeza.
La Sra. Manoban sentía su cuerpo tenso, ¿Qué significaba actuar como lo
llevaba haciendo todos estos años?, Ella no podía saberlo, se negó tragando
rápidamente el nudo que obstruía su respiración; su pequeña no podía ser
consciente de los años de miseria escondidas detrás de la puerta de su
habitación.
—¿Qué?, No me mires como si no lo supieras—gruñó Lisa mientras
bajaba sus palmas para colocarlas detrás de su espalda—las paredes no son
aprueba de sonidos Mamá, yo si podía oírlo llamándome fenómeno...
"Aberración de la vida humana"—confesó elevando su dedo índice y del
medio para hacer las falsas comillas—dime, ¿No me odias?, Digo, por mi
culpa él te dejó—cuestionó notando como su madre simplemente seguía
completamente tensa sin siquiera pestañear.
Sunmi sintió las calientes lágrimas descendiendo por sus mejillas
mientras observaba en un completo shock como la Rubia, abandonaba la
habitación para dirigirse hacia la salida de su hogar. No la siguió, ni siquiera
la llamó, sus pensamientos le impedían reaccionar a lo que sus ojos
observaban; su pequeña se estaba marchando.
Bambam se levantó saboreando la sangre caliente en el interior de su
boca, a pesar de sentir las pulsaciones en su labio inferior no podía dejar de
sentirse culpable por lo dicho anteriormente, él no lo sabía, no era
consciente de las duras palabras de su padre soltaba hacia la tailandesa- si
tan solo lo hubiese sabido, todo sería diferente-.
Lisa caminaba por las calles de la ciudad manteniendo sus hombros
encorvados y la mirada posada en el suelo, aunque sonase cruel, una parte
de ella se sentía aliviada, por fin, después de tantos años de silencio, por fin
fue capaz de liberar el peso de su pecho, la razón del por qué desconfiaba
de las personas.
Todos las lastimaban, todos querían verla en el suelo, La joven suspiró
observando como pequeñas gotas rebotaban contra el suelo, rápidamente
llevó sus dos manos a las mejillas notando la humedad en su piel, ¿Estaba
llorando?, Se cuestionó en silencio sintiéndose sorprendida de no haberse
percatado con anterioridad.
De repente, como la vida era jodidamente injusta con ella, su cuerpo
impacto con la suavidad de un cuerpo, su ceño se frunció a la vez que, con
molestia alzaba su quijada posando rápidamente la oscuridad de su mirada
con la sorpresa plasmada en las facciones de la castaña. Lisa quiso morir,
deseó que un auto pasara a altas velocidad por su lado y así lanzarse contra
el capó de este, para que de aquella manera, por fin fuese capaz de
descansar de Jennie Kim.
—¿Qué haces por aquí Kim?—cuestionó Lisa mientras se cruzaba de
brazos, tomándose el descaro de observar de pies a cabeza el bonito cuerpo
de la joven.
—¿Caminar?, La gente normal suele hacer eso—comentó Jennie con
sarcasmo recordando rápidamente las palabras que la tailandesa, había
soltado hacia su persona—mi mundo no gira alrededor de ti, Lisa—agregó
a la vez que sonreía ante las estupefactas facciones de la menor.
—A veces pienso que sí, digo, siempre estas presente cuando mi vida se
va a la mierda—replicó la tailandesa sabiendo muy en el fondo, que aquello
fue un golpe bajo de su parte.
Rápidamente ambas jóvenes comenzaron a atacarse de forma verbal,
insultos, crueles apodos, y miradas asesinas, una burbuja las envolvía.
Lentamente el espacio que las separaba comenzaba a reducirse por cada
paso que daban, por alguna extraña razón ambas muchachas creían que,
mientras más apegado estuviese su cuerpo del otro, el impacto de sus
venenosas palabras sería más certero.
—Vuelve al infierno que perteneces,Kim—escupió Lisa sintiendo el
pecho de la contraría rozando el suyo.
Jennie sonrió elevando sus manos para envolverlas por sobre los
hombros de la menor, la coreana se cansó, ya no quería seguir discutiendo
con la tailandesa, sentía que solo estaba malgastando su saliva, así que
pensó, que nada sería mejor que malgastarlo de otra forma.
—¿Qué mierda hac...—cuestionó la menor sintiendo sus palabras
rápidamente ahogadas por los suaves labios ajenos.
Lisa abrió sus párpados sin poder creer que Jennie la estuviese besando
en público. Su corazón se disparó al sentir las suaves manos ajenas
recorriendo con lentitud por sobre las telas de su ropa, importándole bien
poco que gente de diferentes edades estuviesen dándole una mirada
juzgadora a sus acciones. Cuando ambas jóvenes sintieron la falta de
oxígeno en sus pulmones a regañadientes debieron separarse.
Jennie observó como el pecho de la tailandesa subía y bajaba con fuerza
provocando que, con lo astuta que era algunas veces aprovecharia su
silencio para confesar todo lo que sucedía en sus pensamientos.
—Lamento mucho el no haber negado el comentario de Tzuyu —se
disculpó la castaña notando la mirada confundida de la tailandesa.
¿Quién mierda era Tzuyu?, Se cuestionó la menor recordando
rápidamente a la castaña de copiloto, oh no, gruño en sus pensamientos al
notar que Jennie intentaba hablar de lo sucedido aquel día.
—Kim no...—ordenó Lisa mientras intentaba soltarse del fuerte agarre,
que la mayor ejercía sobre sus hombros—déjalo así, no quiero saber si estas
con ese idiota—admitió intentando nuevamente alejarse de la joven.
—¡No volveré con él!, Mierda, Lisa deja de ser tan cabezota, y por una
vez en tu vida escúchame—suplicó Jennie logrando que la mencionada
dejase de luchar por huir.
—Bien—contestó Lisa mientras observaba con determinación a la
castaña—habla Kim, te escucho—habló con un tono irónico en sus
cansadas palabras.
—...—suspiró Jennie en el momento que alejó una de sus manos del
hombro ajeno, para tomar un mechón de su bonito cabello castaño y dejarlo
detrás de su oreja—les iba a contar que Kai y yo habíamos terminado... lo
digo en serio—contestó al oír una rasposa carcajada sarcástica por parte de
la rubia—se los iba comentar cuando estuviésemos en mi hogar, no quería
confesar lo enamorada que estoy de ti, en un maldito auto Lisa—habló con
rapidez soltando por completo su confesión, deseando que, Lisa fuese lo
suficientemente buena con ella para aceptar sus mediocres disculpas.
—¿Estas enamorada de mí?—cuestionó Lisa dejando de lado el resto de
la confesión.
Jennie tragó saliva asintiendo con su cabeza.
—Muy enamorada de ti Lalisa—susurró la joven sintiendo la sangre
caliente subiendo hacia sus mejillas.
—Pues no te creo—contestó Lisa logrando ver la mirada sorprendida de
la castaña—calla—elevó su dedo índice hacia los labios ajenos impidiendo
que la muchacha replicara sus palabras—no puedo con esto, un día sí y el
otro no—comenzó hablar sonando lo suficientemente dulce para confundir
a la mayor—¿Quieres que te crea?—cuestionó observando a la coreana
asentir—pues gánate mi confianza Kim, haz que vuelva a creer en tu
palabra—confesó notando como las comisuras de la contraría comenzaban
a elevarse—que te quede claro Kim, esta es la última vez y lo digo en
serio... la última vez que intentaré confiar en tu amor.
Y sin decir más giró, sobre sus talones dejando a la castaña con la palabra
en la boca.
Lisa había arreglado uno de sus más grandes problemas, ahora solo le
faltaba arreglar la catástrofe que creó su ira en su hogar.
Crisis de Pánico, Problemas Solucionados

Narrador Omnisciente:
Las manos de Lisa comenzaron a sudar en el instante que, quedó frente a
la puerta principal, sus labios se sacaron mientras que su garganta se
sellaba, estaba asustada, le aterraba la idea de saber que su madre ya no la
quería, ¿Qué pasaría con ella?, ¿Dónde se iría?, ¿A qué lugar huiría?.
Preguntas tras preguntas bombardearon con crueldad lo pensamientos de la
joven provocando que, por un par de segundos perdiera la estabilidad física,
sus piernas flaquearon mientras que sus muslos comenzaban a temblar
como si de gelatina se tratase.
Lisa jadeo cerrando por un par de segundos sus párpados, rápidamente
entreabrió sus secos labios intentando inhalar todo el oxígeno que el mundo
podía ofrecerle, lentamente sentía que se sofocaba, de un momento a otro,
sentía que con mayor desesperación sus pulmones se contraían
impidiéndole nuevamente el paso de la oxigenación.
La tailandesa se encorvó llevando sus dos palmas contra las rodillas, su
caja torácica comenzaba a ejercer presión contra sus pulmones y corazón, la
muchacha firmemente pensó que moriría, sentía que todos sus órganos
comenzaban a fallar, ¿Era su fin?, Se cuestionó sintiéndose aterrada por
preguntarse aquello.
De repente, sus rodillas colisionaron contra el suelo logrando apoyar sus
dos palmas contra el suelo, nuevamente entreabrió sus labios intentando
tomar bocanadas de aire, estaba sola, y aquello era lo que más le dolía.
Comenzó a jadear sintiendo que, lentamente su vista se nublaba, y sus
hombros colapsaban, estaba casi segura que se desmayaría. Chilló, o eso
creyó, intentó de una forma desesperada buscar ayuda pero sus
extremidades no estaban dispuestas a ayudarla.
Se recostó en el sucio suelo dejando que las lágrimas descendieran por
las esquinas de su rostro, Lisa no quería morir, no deseaba que fuese de
aquella manera.
De repente, su cuerpo ya no podía resistir la falta de oxígeno, no
soportaba la presión de su pecho ni muchos menos los fuertes mareos que la
dejaban a la deriva. Se quedó ahí, aclamando por piedad, pero, ¿A quién se
lo estaba pidiendo en realidad?, La muchacha ni siquiera estaba siendo
consciente del ataque de pánico que le había golpeado con tanta violencia.
Lisa cerró sus ojos dejando su boca abierta; respiraba entre jadeo siendo
este sonido completamente entrecortado, ni siquiera lo hacía por la nariz,
sentía que se ahogaba más de la cuenta. Su corazón se detuvo por una
milésima de segundos a la vez que la sangre se volvía fría; había sentido
unas manos, están eran suaves y cálidas, por instinto abrió sus párpados
topándose de golpe con la dulce mirada de la castaña.
—Respira, Lisa, respira con calma—pedía Jennie mientras tomaba
asiento al lado de la joven rubia—solo respira—susurró tomando la cintura
de la contraria para apegarla a su pecho, recostando la cabeza de la
tailandesa contra su clavícula—estoy aquí y no te dejare morir—admitió a
la vez que, lentamente acariciaba el suave cabello ajeno.
La extranjera negó mientras las lágrimas descendían con fuerza; se estaba
ahogando, Jennie la ahogaba. Para la sorpresa de la coreana, la rubia fue
más fuerte logrando liberarse de su agarre.
Lisa con algo de brusquedad empujó a la castaña logrando tener espacio
personal, la joven cerró sus ojos agachando su rostro, continuaba tomando
grandes bocanadas de aire a la vez que sentía el sudor recorriendo su espina
dorsal.
—M~Me, Me a~ahogó—susurró Lisa en un suave tartamudeo al mismo
tiempo que se llevaba ambas manos a su pecho mientras que, de un
movimiento desesperado comenzaba a tirar del cuello de su camiseta,
exponiendo el sudor de su esternón—J~Jennie—llamó ante la
desesperación que la envolvía—n~no... no quiero m~morir—admitió en el
instante que su mirada chocaba con la nombrada.
La coreana mordió su labio sin saber qué hacer, por instinto se colocó
nuevamente de rodillas tomando a la tailandesa de los hombros.
—Respira—ordenó siendo completamente en vano sus palabras—vamos,
Lisa me estas asustando—confesó sintiendo sus manos temblar bajó las
fuertes sacudidas que los hombros de la tailandesa estaban ejerciendo—
vamos Jennie, piensa en algo—se dijo a si misma teniendo rápidamente una
idea—espero que funcione—susurró armándose de valor para estampar con
fuerza sus suaves labios con los ajenos.
La rubia abrió sus párpados mientras su respiración quedaba atrapada en
su tráquea, con desesperación apoyó sus manos sobre el abdomen de la
contraria, comenzando a empujar aquella zona para que la castaña la soltase
-ahora sí que Lisa creía que moriría-. Jennie cerró sus ojos presionando con
mayor vehemencia sus labios contra la suavidad de lo ajeno, por instinto
llevó sus dos manos hacia la quijada de la tailandesa apoyando su pulgar en
el mentón de la joven, de un solo movimiento bajó la quijada de la menor
logrando entreabrir los labios de la extranjera.
Lisa jadeó en el instante que sintió la húmeda lengua de Jennie
invadiendo su boca, lentamente comenzaron una suave dance intentando
que este movimiento fuese lo más erótico posible.
—Oh... vaya—exclamó una voz ajena logrando que la castaña soltara los
labios de la tailandesa sintiendo su corazón a punto de abandonar su pecho.
—Sra. Sunmi—susurró Jennie con la respiración atrapada en su garganta.
Era el turno de la coreana en tener una crisis de pánico.
Mientras tanto, Lisa comenzó lentamente a respirar con normalidad
agradeciendo mentalmente a la susodicha a su lado por salvarla de la
muerte.
—Veo que están ocupada, más tarde hablo contigo Lisa—habló Sunmi
girándose sobre sus talones para ingresar en el interior de su hogar.
La tailandesa tragó saliva observando por sobre su hombros como la
figura de su madre desaparecía por el umbral de puerta. Los ojos de la
muchacha se desviaron hacia el sonrojado rostro de la coreana, por instinto
sonrió sintiendo aquellas malditas mariposas revoloteando por su abdomen
-realmente odiaba esa sensación.
—Gracias—comentó Lisa observando como los hinchados labios de
Jennie se elevaban en una risueña sonrisa.
—Siempre me puedes llamar—insinuó Jennie haciendo un provocativo
guiño para luego acercar su rostro en dirección de la tailandesa—me alegro
de ser yo, quien te haya quitado el aliento—comentó observando las
mejillas sonrojadas de la contraria.
—D~Debo, debo entrar—contestó Lisa notando como la coreana movía
sus cejas de forma sugerente—¡No hablo de eso! Tengo que arreglar las
cosas con mamá... yo, yo lo he jodido todo—confesó sintiendo las cálidas
palmas de la castaña posarse en sus mejillas.
—¿Quieres que te acompañe?—preguntó Jennie creyendo inocentemente
que la tailandesa, debía aclarar el delicioso beso que se habían entregado.
La rubia negó estirando su mano para tomar las muñecas ajenas.
—No, tengo que resolver esto por mi cuenta—confesó Lisa sonriendo
con sinceridad en dirección a la castaña—Jennie—llamó logrando que la
muchacha la observara en silencio—de verdad gracias por estar aquí—
admitió sintiendo la suficiente vergüenza para no besar los labios ajenos—
no sé que hubiese sido de mi, si tu no estuvieras aquí—susurró para luego
besar la mejilla de la coreana—luego nos vemos—se despidió sin esperar
una respuesta por parte de la contraria, dejando a una sonrojada Jennie
sentada en la entrada de su hogar.
Lisa caminó por el pasillo de su hogar sintiendo el incómodo silencio
envolviendo las paredes del lugar, la joven apretó su quijada introduciendo
sus manos en el interior de sus jeans, su oscura mirada se posó por
diferentes sectores de la espaciosa habitación principal en busca de su
madre. Su cuerpo rápidamente reaccionó al ver a la joven mujer sentada en
el sofá de cuero con una pequeña taza sobre su muslo izquierdo, sus
músculos se contrajeron mientras que las suelas de sus zapatos se adherían
al suelo en el momento que observó la oscura mirada de su madre fija en
sus facciones, como si la estuviese juzgando- más bien analizando.
Lisa tragó saliva para luego ingresar en el lugar, sus muslos temblaban
como pequeñas gelatinas, mientras que sus manos se hallaban aferradas en
la tela interna de los bolsillos de sus jeans. Sacó lentamente su lengua
relamiendo la sequedad de sus labios, se sentía intimidada, desconocía
aquella fría mirada, parecía que otra persona de había apoderado del cuerpo
de su madre.
—M~Mam...—intentó Lisa hablar siendo rápidamente callada, por el
dedo índice alzado en su dirección—...—tragó el inexistente nudo que se
mantenía adherida a su tráquea mientras que, lentamente caminaba hacia el
otro lado del sofá libre, posicionado al frente de su madre.
—Perdón—se disculpó Sunmi mientras que sus bonitos ojos se
cristalizaron logrando sorprender a la joven rubia.
—¿Eh?—exclamó Lisa completamente estupefacta de oir aquellas
palabras desbordando de los labios de su madre—¿Por qué te disculpas?—
cuestionó confundida notando como la mujer se secaba con el pulgar las
lágrimas que se delizaban por su piel.
—T~Tú... tú guardaste por tantos años la ira, que las palabras de tu
padrastro te causaron... Y yo, yo lo sabía, muy en fondo sabía que tú lo
solías escuchar—confesó la mujer llevándose las dos manos a sus adultas
facciones para esconder el llanto que la envolvía—¿S~Soy una mala madre,
verdad?—preguntó logrando que su pequeña hija se levantara de su asiento
para prácticamente correr hacia su lado.
—No, mamá no digas eso—contestó Lisa pasando una de sus manos por
sobre los hombros de la mujer para apegar su cuerpo con el de ella—has
sacado a tus dos hijos adelante sin la ayuda de nadie, ¿Entiendes que
significa eso?. Jamás, mírame mamá, jamás serás una mala madre—
respondió estirando una de sus manos para tomar las manos ajenas logrando
ver la dulce mirada de su progenitora posada en sus ojos—Bam y yo somos
muy afortunados de tenerte—confesó mientras dejaba que las lágrimas
descendieran por su rostro—y~yo... —no pudo continuar con sus palabras a
causa del nudo en su garganta.
Se quedaron en silencio llorando en el hombro ajeno, sintiendo sus
brazos aferrados entre sus cuerpos siendo está acción tan maternal que Lisa
sentía que en cualquier momento se desmayaría. Pasaron un par de minutos
donde lo único que se oía era el llanto chocando contra las paredes del
lugar. La madre de la menor acariciaba el cabello de la joven intentando
reconfortarla, pero, ¿Cómo lo lograría si sus lágrimas seguían
descendiendo?.
—Madre—susurró Lisa en el instante que sintió su respiración
normalizada.
—¿Sí?—preguntó Sunmi sin dejar de acariciar el lacio cabello de su
pequeña.
—¿Donde esta Bambam?, Debo disculparme con él—preguntó Lisa
mientras se alejaba del cuerpo de su progenitora para ver el nerviosismo
envuelto en su mirada—Ma, ¿Qué sucede?—pocas veces perdía su
formalidad y esta al parecer era una de esas ocasiones.
—Bueno...—comenzó Sunmi siendo completamente consciente de los
sentimientos de su hijo por la joven coreana—la familia Kim nos invitó hoy
a cenar a su casa y como tú no aparecías Bam, fue por nosotras—contestó
observando a la tailandesa asintiendo con su cabeza, como si estuviese
aceptando lo que sus pensamientos le advertían.
—O sea que Bam está con Jennie, genial—murmuró Lisa levantándose
del sofá—vamos, no debemos ser descortés y rechazar su invitación—habló
mientras caminaba en dirección de la salida.
Sunmi la observó deteniéndose en los peldaños de la escalera, en el fondo
la mujer era más que consciente que la rubia era conocedora de los
sentimientos de su hermano menor por la hija de los Kim.
La Sra. Manoban deseaba de todo corazón que sus hijos no lucharan por
la misma mujer, que no se enamoraran de Kim Jennie.
Miedo Y Desagrado

Narrador Omnisciente:
Lisa se hallaba en el auto de su madre con sus pensamientos viajando en
Jennie, por costumbre atrapó su labio inferior posando sus ojos en el
exterior queriendo distraerse en el bonito paisaje que la zona le estaba
otorgando, la muchacha era capaz de sentir los nervios en cada fibra de su
cuerpo, la ansiedad tomando lentamente posesión de sus pensamientos
mientras que, el miedo, aquel desgraciado se encargaba de joderle la
existencia, repetidas veces se preguntó el causante de su temor, el
responsable de que sus pensamientos se mantuviesen distraídos en aquella
bonita castaña.
Pero para su desgracia siempre obtenía el mismo resultado; "El beso",
aquel jodido contacto de cerezos la estaba atormentado más de la cuenta, y
es que ni siquiera entendía la razón de su nudo en el estómago, ni mucho
menos la resequedad en su garganta, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué se estaba
sintiendo de aquella manera, justo en estos instante?. Ni que fuese su primer
beso, maldición, claro que no era el primero.
La tailandesa echó su cabeza hacia atrás suspirando, sus ojos continuaron
fijos en las afueras del vehículo a la vez que, sentía aquella característica
humedad envuelta en sus palmas, Lisa rápidamente bufó frustrada
limpiando sus manos en los bonitos jeans negros que había decidido usar.
—¿Cariño, estas bien? —preguntó su madre preocupada de notar por el
rabillo de sus ojos, como los huesos que se reflejaban en el cuello de su
pequeña subían y bajaban al tragar sonoramente saliva.
Y es que aquella pregunta por parte de su madre la había congelado por
un par de segundos, ¿Qué si estaba bien?, ¡No!, Claro que no lo estaba,
maldición, hasta la pregunta le había ofendido un poco, pero ¿Qué culpa
tenía ella?, Lisa era más que consciente que no podía enojarse ni mucho
menos vociferar grosería en un vano intento por relajar su ansiedad, así que
tan solo se mantuvo con el rostro entumecido de la angustia mientras que,
sus intranquilos ojos viajaban al compás de la velocidad del automóvil.
La joven se tomó su tiempo en responder, exhaló con lentitud tomando
rápidamente el oxígeno faltante, continuó con aquellos monótonos
movimientos hasta que, lentamente su cuerpo comenzó a aceptar las
ordenes de su cerebro logrando tranquilizarse. Lisa, un poco más relajada
decidió girar su rostro observando como su madre le dedicaba un par de
miradas para asegurarse de que ella estuviese bien, por instinto, le sonrió de
aquella manera fingida, intentando demostrar de corazón que, todo se
encontraba a la perfección, a pesar de ese pequeño e inocente tiritón en su
párpado izquierdo.
—Lo estoy—mintió la tailandesa de forma descarada sintiendo una fuerte
bofetada invisible dándole con brusquedad a su realidad, su pobre madre,
aquella mujer estaba confiando en sus falsas palabras.
Sunmi sonrió complacida, como si oír la seguridad en las palabras de la
rubia fuese lo suficiente para calmar su preocupación. Para la mala suerte
de la tailandesa, sintió como su madre comenzaba a reducir la velocidad en
el instante que dobló en la calle que daba la dirección de la coreana, su
corazón revoloteo como las alas de un pájaro, indicándole de aquella
manera que ya no había marcha atrás; debía encontrarse por segunda vez en
el mismo día con la mujer que revoluciona sus hormonas.
Su madre se estacionó frente a la casa de la castaña para luego apagar el
motor de su vehículo, la rubia se mantuvo con los labios entreabiertos y su
espalda adherida en el respaldo de su asiento, mientras que, sus oscuros
ojos se mantenían fijos en cada movimiento que su progenitora ejercía para
liberarse del cinturón de seguridad.
Lisa no lo había logrado, a pesar de sus palabras hacia Jennie indicándole
que, muy en su interior se moría de ganas por qué ella cambiase y le
demostrase cuanto la amaba, la joven seguía aterrada de verla nuevamente.
—Será mejor entrar antes de que tu hermano muera de vergüenza—
comentó su madre logrando que la tailandesa abriera sus párpados soltando
un fuerte jadeo de preocupación.
¿Cómo había sido tan estúpida de olvidar la existencia de Bambam?,
Aquella sanguijuela... lo había dejado a solas con su Jennie. Lisa estaba
casi-mentira-, estaba completamente segura que el pequeño demonio debía
estar haciendo de las suyas para caerles bien a los señores Kim-a pesar de
que estos lo conocieran desde que tenía pañales-, es que la tailandesa lo
conocía como la palma de su mano; debajo de esa capa de vergüenza y su
rostro 100% sonrojado se hallaba un pequeño diablito descarado.
Sin dudarlo más, la rubia abandonó el vehículo trotando velozmente en
dirección de la entrada principal, la joven podía oír la carcajada por parte de
su burlesca madre, como si estuviese disfrutando la idea de saber que sus
hijos se morían por la misma mujer.
Ansiosa, Lisa tragó saliva limpiándose por segunda vez en menos de
cinco minutos el sudor en los jeans, suspiró con un toque entrecortado,
rápidamente sacó su lengua un par de centímetros pasándola por su labio
inferior, para luego subir hacia el superior, con tan solo aquel movimiento
involuntario la muchacha logró sacarse el nerviosismo de sus hombros para
dar paso a la seguridad invadiendo su cuerpo.
La tailandesa no estaba del todo segura cuanto tiempo se mantuvo con la
mirada fija en la madera, de lo único que era completamente consciente era
de que su madre ya había llegado a su lado observándola por el rabillo de su
ojo con una clara diversión reflejada en aquel peculiar brillo, la rubia
frunció el ceño completamente ofendida de notar como aquella mujer
pasaba de su existencia estirando su mano para atrapar con su dedo índice el
botón del timbre.
La respuesta no se hizo esperar, sus pies quedaron completamente
anclada en la entrada al ver como el cuerpo de Jennie hacia acto de
aparición abofeteando con fuerza sus inoportunos pensamientos; se veía
bien, que bien, se veía perfecta, pero aquello no era algo de que
sorprenderse, Jennie solía verse perfecta con lo que sea que se colocase,
hasta una maldita bolsa de basura se vería genial en su bonito cuerpo.
Lisa apretó su quijada notando como sus piernas perdían fuerzas
terminando por convertirse en masas de gelatina, ¿Cómo era posible que
aquello le estuviese sucediendo?. La rubia entreabrió sus labios sintiendo un
pequeño hormigueo pasar por sus cerezos, recordó vivamente la sensación
de los labios ajenos chocando contra los suyos, ese mismo día la coreana le
había arrebatado el aire-literal- aquella bonita chica le había quitado; el
aliento, corazón, cerebro, diablos, Jennie era una ladrona en serie y recién
ahora la tailandesa se había percatado de aquello.
-Hola Sra. Manoban... Lalisa—saludó Jennie de forma formal haciendo
una pequeña reverencia para luego darle una bonita sonrisa a la menor—
llegaron justo a tiempo, todavía no hemos comenzando a cenar—agregó
dejando pasar a las invitadas.
La rubia frunció el ceño al percatarse que su madre le había mentido o
bien, simplemente había exagerado la información, de lo único que estaba
completamente segura era que aquellos celos no serían algo bueno para la
cena.
Lisa mantuvo su mirada seria al recordar que Jennie debía conquistarla,
pero, ¿A quién intentaba engañar?. Si, cada vez que la joven posaba su
bonita mirada contra su rostro cada célula de su organismo se derretía por
completo, aquello simplemente pasaba, y aunque a la tailandesa le doliese
admitir; le fascinaba que solo la castaña fuese capaz de provocarle aquellas
burbujeantes sensaciones.
La rubia dio un pequeño brinco al sentir los dedos de Jennie aferrándose
a su antebrazo, por instinto dejó de caminar observando como su madre se
perdía en la habitación principal-aquel lugar, donde se hallaban los demás
visitantes- Lisa rápidamente giró su rostro alzando su mentón con
seguridad, estaba a punto de protestar por lo que sea que intentaba hacer la
coreana, pero para su mala suerte, lo único que fue capaz de soltar fue un
suave jadeo ahogado por los labios ajenos.
Jennie le dio un rápido beso, con los labios sellados pero firmemente
posados sobre los suyos, como si le estuviese indicando que aquellos
cerezos les pertenecían en totalidad.
Lisa se mantuvo con los párpados completamente abiertos mientras que,
de sus entreabiertos labios simplemente se dedicaba a jadear ante la
sorpresa que la envolvía ante aquella peligrosa maniobra por parte de la
joven frente a ella.
—Vamos—comentó Jennie tirando del inerte cuerpo de la contraria en
dirección de la habitación principal.
La rubia seguía estando sumergida en sus pensamientos, es que aquel
beso, maldición, había sido muy corto para su gusto, necesitaba de más.
Lisa se dejó llevar por la coreana quien velozmente la ingreso en la Sala
junto con sus padres.
La tailandesa párpadeo en el instante que sintió la usencia de la cálida
palma de Jennie contra su brazo, sus ojos traicioneros fueron en busca de la
bonita mirada por parte de la castaña, pero para su jodida mala suerte, sus
ojos terminaron por toparse con los oscuros de su hermano menor, el pobre
la observaba con un odio poco usual en su mirada, parecía realmente enfado
por la cercanía que estaba teniendo con la coreana.
Lisa perfectamente pudo esquivar su mirada y tomar asiento de forma
pacífica al lado de él, pero aquella parte, aquel instinto burlesco de hermana
mayor salió a relucir provocando que, simplemente caminara tomando
asiento al lado de Jennie, queriendo a toda costa que su hermano notara su
mirada desafiante-debía asegurarse de que él entendiera que no tenía
posibilidades con Jennie Kim-.
Era turno de Lisa de joder la existencia de la castaña, así que, sin tener
mayor preocupación por lo que pudiese suceder a su vida íntegra, posó una
de sus fuertes palmas contra el muslo de la contraria escondiendo sus dedos
en la parte interna de las piernas de Jennie, la sintió removerse bajo su tacto
logrando que de un solo movimiento sus dedos quedaran aún más adheridos
a sus carnes, dejándola peligrosamente cerca de la intimidad de la joven.
Lisa sonrió con confianza escuchando atentamente la banales palabras
que soltaba su hermano en un vano intento por crear conversación con la
castaña, quiso reírse en su rostro, restregarle el hecho de que ella tenía a
Jennie como deseaba, pero la parte racional de sus pensamientos se lo
impidieron.
—I~Iré... yo iré allá—avisó Jennie mientras rápidamente, daba un
pequeño brinco de la silla logrando que la palma de la rubia perdiera
contacto con su muslo.
La tailandesa mordió su mejilla interna intentando por todos los santos el
no reírse, es que se le notaba lo caliente que se hallaba la castaña, aquella
mirada y sus mejillas levemente enrojecidas le indicaban que, sus traviesos
dedos habían hecho de las suyas logrando una jodida excitación por parte
de la mayor.
Lisa apoyó sus codos sobre la mesa observando como su madre y la
señora Kim se levantaban de sus sillas caminando en dirección de la cocina-
en busca de los platillos faltantes-.
La rubia entrecerró sus párpados al notar como el Sr. Kim se acomodaba
en una de las esquinas de la mesa observando con fijeza las facciones de su
hermano menor.
—Ahora que se han ido podemos seguir platicando jovencito—habló con
ese maldito tono de voz provocando que algo en interior de la tailandesa se
removiera por completo.
A Lisa no le había agradado la forma en que el Sr. Kim se había dirigido
a su hermano, no por el hecho de que le estuviese por dar la bronca de su
vida, sino más bien, porque sonaba como la típica charla amenazante que se
les daba a los futuros novios de sus hijas, y aquello era lo que realmente le
aterraba.
—Por fin mi pequeña dejó al idiota de su novio, así que Bambam no seas
bobo y conquístala campeón—animó el Sr. Kim logrando que el estómago
de la rubia se revolviese por completo.
¿Conquistarla?, Debía tratarse de una maldita broma, es que no era
posible, Lisa se rehusaba a creer eso.
—¿Es una broma? —Dijo Lisa un tanto disgustada de oírlo hablar,
rápidamente se llevó las miradas inquisidoras por el Sr. Kim y su hermano
—¡Es un niño, por el amor de Dios !, Solo tiene 14 años, ni siquiera el culo
sabe limpiárselo bien—exclamó completamente molesta observando el tono
carmesí envuelto en los pómulos del castaño mientras que, el mayor de los
tres la observaba con un toque de molestia—Sr. Kim...—llamó soltando un
suave suspiro mientras que, sus delgados dedos se dirigían al puente de su
nariz. —¿Usted es consciente que su hija pasaría a ser una pedófila por
estar con un menor de edad?.
—No es pedofilia si es consensuado por ambos padres, además Bam ya
es parte de la familia, mi hija será feliz con él—contestó el Sr. Kim con los
puños apretados sobre la mesa, queriendo dar un fuerte golpe a la madera
para relajar la ira que le había consumido parte de sus pensamientos.
Aquella discusión camuflada en charla hubiese seguido con su rumbo
sino fuese porque la creadora del problema había hecho acto de aparición.
Lisa rápidamente agachó la mirada queriendo abofetear al progenitor de la
castaña, la joven fue capaz de sentir como Jennie acercaba su silla hacia la
suya logrando que sus hombros se rozaran.
—¿De que hablaban? —preguntó Jennie con inocencia estirando por
debajo de la mesa su mano para hacer contacto con la de la menor.
—De nada importante—contestó el Sr. Kim, fingiendo desinterés—Oh—
exclamó logrando que la tailandesa alzara su mirada para encontrarse con
su mirada—maldición, se me ha olvidado comprar café—insinuó logrando
que Lisa mantuviera su quijada completamente tensada—¿Cariño... seria
mucha molestia que fueses a comprarme café?—preguntó logrando que la
rubia supiese sin necesidad de ver su rostro para saber que aquello
simplemente era una estúpida excusa para dejar a solas a su hija con su
hermano.
—Claro—contestó Jennie un tanto confundida por el pedido de su
progenitor, rápidamente la joven giró su rostro observando a la tailandesa a
su lado—¿Quieres ir conmigo? —preguntó escuchando rápidamente una
respuesta para nada parecida a la que tenía en mente.
—Lisa, tiene que ayudar a su madre —mintió el Sr. Kim, desviando su
mirada hacia el rostro del tailandes— ¿Por qué no la acompañas Bambam?
—propuso con una sonrisa maliciosa envuelta en sus rostro.
El castaño simplemente asintió colocándose de pie, Jennie se quedó un
par de segundos en silencio intentando entender el extraño comportamiento
que su padre y la tailandesa estaban manteniendo.
Lisa guardo silencio, teniendo aquel impulso masoquista de girar su
rostro para ver por sobre su hombro como su hermano posaba su mano
sobre la espalda de la mayor, de una forma protectora... Protectoramente
desagradable de ver.
—Quiero pensar que estás preocupada por mi hija, y no que en realidad
estás enamorada de ella—la voz del Sr. Kim rompió el incómodo silencio
que se había creado en la habitación—acepto tus gustos porque no eres mi
hija, pero Jennie no es como tú, así que deja las cosas como están, ella
merece ser feliz al lado de Bambam—pidió con amabilidad dejando por
completo de lado el hecho de que tenía una fuerte homofobia camuflada.
Y en aquel momento la rubia estuvo realmente tentada en gritarle que su
hija estaba enamorada de ella, y que nadie más que Lalisa Manoban iba a
ser capaz de hacerla feliz, pero no lo hizo, ¿Por qué?, Pues porque era
cobarde y temía que Jennie saliese lastimada.
Confesión Y Marcas en la Piel

Narrador Omnisciente:
Lisa se lanzó en su cama enterrando su rostro contra una de las
almohadas, en el instante que sus labios hicieron contactos con la suavidad
de la tela ajena no pudo evitar soltar aquel ahogado jadeo desprendiendo de
su tráquea, la muchacha se sentía irritada ante los acontecimientos que
envolvieron la cena en la casa de los Kim.
Aquel maldito recuerdo de Jennie ingresando en el comedor siendo
acompañada por su hermano le había hervido la sangre, no había que ser un
genio, ni un conocedor de los sentimientos entre los hermanos Manoban por
la castaña, para notar aquella jodida tensión que se había creado entre el
castaño y ella, podía sentirse en el ambiente cuan enojada se hallaba la
tailandesa y como su penetrante mirada había llegado intimidar al menor.
Y para colmo; el Sr. Kim, se había encargado de "bromear" sobre una
posible relación entre Bambam y su hija en el trascurso de aquella
incomoda cena, es que ni siquiera había sido capaz de degustarse el plato
que la Sra. Kim le había ofrecido, simplemente trago sin saborear su
contenido, para luego guardar silencio atrapando su lengua entre sus dientes
sin importarle siquiera sentir el agonizante dolor, que aquella húmeda carne
estaba padeciendo.
Lisa giró sobre la cama alejando su rostro de la almohada, continuó en un
rotundo silencio observando el blanquecino techo del lugar, ¿Por qué se
quedó callada?. Se cuestionó soltando rápidamente un gruñido ante aquella
desagradable respuesta.
De repente, recordó algo; con fuerza se incorporó tomando asiento sobre
el colchón, lentamente posó sus ojos en cada objeto que adornaba su
desordenada habitación teniendo el vivido recuerdo de la triste mirada de su
madre.
Aquello la desarmó, la hizo volverse tan vulnerable, es que lo sabía, Lisa
era consciente que su madre le tenía lastima por las bromas de mal gusto
por parte del Sr. Kim, y sinceramente, la joven no la culpaba; ella también
se tenía lastima.
La tailandesa suspiró a la vez que apretaba sus labios, ¿Qué se suponía
que debía hacer ahora?. Realmente no quería perder a Jennie, no cuando ni
siquiera habían comenzado a tener algo serio; Lisa era egoísta, y ella era
consciente de aquello, pero es que se veía incapaz de ver a la coreana con
otra persona, no podría aguantar verla con alguien más que no fuese ella.
Se mantuvo ahí, con los hombros encorvados y las manos entrelazada,
entremedios de sus muslos, sus ojos se hallaban fijos en sus pies aunque ni
siquiera estaba prestando atención a lo que veía, se encontraba sumergida
en aquel doloroso mar de pensamientos, en busca de una respuesta que,
jamás iba a aparecer -no por ahora-.
La triste y angustia lentamente comenzó a desvanecerse de sus
pensamientos, para darle paso a la molestia e ira.
—¡Idiota! —se insultó a si misma completamente frustrada de saber que
había hecho mal en huir de la casa de los Kim.
Lisa bufó llevando sus dos manos a la cabeza; velozmente recordó la
mirada de Jennie, sabía de antemano que la joven no le había creído su
estúpida mentira, es que ni ella misma fue capaz de tragar la falsedad en sus
palabras. Su cuerpo se tensó al oír unos suaves golpes en la madera de su
puerta, su tráquea se secó a la vez que podía sentir su corazón chocando en
su caja torácica, Lisa no sabía quién podía ser, dudaba que fuese su madre o
el castaño; se suponía que ellos seguían donde la familia Kim.
Rápidamente se levantó y caminó en dirección del sonido, pero antes de
que tuviese siquiera la oportunidad de estirar su mano, la puerta ya se había
abierto revelando la misteriosa identidad del desconocido.
—¿Qué haces aquí, Kim? —preguntó Lisa ocultando su sorpresa por
molestia.
Jennie la observó por un par de segundos manteniendo una de sus manos
alrededor de la madera, su castaña mirada brillaba de una forma peculiar,
logrando que la tailandesa, bajara por una milésima de segundos la guardia.
—Quería saber la razón de tu mentira—contestó Jennie mientras daba un
par de pasos hacia el interior de la habitación—porque eso de "Me duele el
estómago", ni el diablo te cree—agregó cerrando la puerta detrás de ella.
Lisa apretó su quijada girando rápidamente sobre sus talones, la joven
estaba nerviosa, sus palmas sudadas le indicaban aquello. La tailandesa
escuchó los pasos de la mayor dirigiéndose hacia su dirección, así que, sin
pensarlo si quiera, se lanzó nuevamente sobre la cama envolviendo sus dos
brazos sobre uno de las tantas almohadas que adornaban el colchón.
—Lárgate Kim—ordenó la rubia dejando que sus palabras quedaran a la
mitad ahogándose entre la suavidad de las plumas y telas de su almohada—
lárgate de una maldita vez—se estaba desesperando, y cuando aquello
pasaba su mal humor hacia acto de posesión en todos los sentidos de la
palabra.
Jennie apretó sus puños como también su quijada, la muchacha ya no
soportaba la actitud de la tailandesa así que, sin dudarlo más, terminó por
acercarse a la menor subiéndose sobre el colchón, para luego, con fuerza,
tomar uno de los hombros de la susodicha tirando de su cuerpo para que
terminase boca arriba.
—¡¿Qué mierd...—exclamó Lisa furiosa sientiendo como estas palabras
velozmente quedaban, atrapada en su tráquea al sentir a la coreana colocada
a horcajadas sobre sus caderas—Jennie, basta ya—gruñó intentando que su
voz saliese lo más normal posible.
—¿Jennie, basta ya? —preguntó la susodicha completamente molesta
mientras que veía como Lisa mantenía su ceño fruncido—¡Tu detén tu
maldita forma de ser!, Basta ya de actuar cómo una idiota... ¿Q-Qué te hice
ahora? —cuestionó con la voz apagada ante el dolor que la consumía, es
que la tailandesa no lo entendía, no podía ver lo que sus duras palabras
logran provocar en el corazón de la castaña.
La tailandesa apretó sus labios sintiendo el arrepintiendo consumiendo su
alma.
—Tu, tú no tienes la culpa—suspiró Lisa a la vez que giraba su rostro,
sintiéndose incapaz de ver la afiliada mirada de la mayor.
Jennie frunció el ceño manteniendo su quijada tensa, ¿Qué no era su
culpa?, Se cuestionó observando como la rubia, intentaba rehusar a su
mirada.
—¿De quién es la culpa, entonces? —preguntó la castaña logrando
atrapar por un par de segundos la oscura mirada de la extranjera—si no soy
yo, ¿Entonces quie...—su pregunta quedó a la mitad, al comenzar a sacar
conclusiones erróneas—¿Te gusta Chaeyoung, es eso? —cuestionó
logrando sorprender a la rubia.
Lisa entreabrió sus labios girando su rostro para hacer contacto visual
con la castaña, por primera vez, Jennie había sido capaz de decir
correctamente el nombre de la coreana sin soltar un insulto u otro adjetivo
despectivos en su contra.
Mientras tanto, el silencio que la tailandesa estaba manteniendo, había
sido capaz de darle una errónea respuesta a la mayor, logrando que esta
pensara firmemente que ella estaba en lo correcto; su tailandesa favorita se
había enamorada de aquella mujerzuela de apellido Park.
—Está bien, comprendo—soltó Jennie, mientras se levantaba del cuerpo
ajeno, queriendo lo más rápido posible huir de aquella sofocante habitación.
Y en aquel momento, Lisa comprendió que un silencio tenía más
respuestas de las creía posible, provocando que, sin siquiera pensar en las
posibles consecuencia se incorporó, tomando la cintura ajena para apegar el
abdomen de Jennie contra su pecho.
—No, no comprendes nada, porque si fueses capaz de entender lo que
está sucediendo no estarías aquí en primer lugar—soltó la rubia a la vez que
enterraba su rostro en las clavículas de la castaña, deseando de todo corazón
que Jennie no la alejara de aquel agradable lugar.
La coreana nuevamente frunció el ceño sintiendo los delgados dedos
ajenos aferrados en su cintura; como si estuviesen desesperados por
mantener el contacto.
—¿De qué estás hablando Lisa? —cuestionó Jennie sintiendo como la
respiración de la nombrada rápidamente, comenzaba a golpear la parte
expuesta de su hombro logrando que los vellos de su nuca se erizaran por
completo—¿Lalis...—su voz se apagó en el momento que sintió la nariz
ajena rozando la piel de su cuello.
—Dime Jennie... ¿Saldrías con alguien menor que tú? —cuestionó Lisa
deseando que la coreana negara en su respuesta.
Jennie atrapó su labio inferior con sus dientes queriendo retener aquel
peligroso jadeo que amenazaba, con exponer lo que las acciones de la
extranjera estaban causando en su interior.
—Bueno... tu, tu eres menor... ¡Dios! sí, claro que si saldría con alguien
menor—contestó la coreana sintiendo sus mejillas arder ante el contacto
agresivo que los labios de la rubia, habían ejercido contra la sensible piel de
su cuello.
Lisa gruñó apretando con fuerzas las caderas de la contraría, por instinto
tiró de su cuerpo logrando que Jennie, se subiera a horcajadas sobre su
muslos obligando que el trasero de la contraria colisionara con un toque de
brusquedad sobre su palpitante intimidad.
La castaña jadeó llevando por costumbre sus manos sobre los hombros de
la menor, clavando- sin siquiera dudarlo-sus uñas en los trabajados
músculos de aquella zona. La tailandesa entreabrió sus labios liberando la
punta de su lengua para que esta comenzase, un erótico movimiento de
arriba hacia abajo por el cuello ajeno, escuchando los agudos gemidos
camuflados en jadeos por parte de Jennie.
—Tú, tú no...—murmuró la extranjera contra el cuello de la mayor
tomando rápidamente la decisión de atrapar la suave piel ajena para
succionar con un toque de rudeza—puedes—continuó soltando aquella
zona para subir un par de centímetros y cometer la misma acción,
escuchando como la coreana sobre ella simplemente suspiraba con los
labios cerrados—salir—repitió la acción sabiendo muy bien que la
blanquecina piel de porcelana, que la castaña poseía había sido bruscamente
profanada por sus labios—con Bambam—finalizó succionando el hueco
que se creaba entremedio de las clavículas ajenas para luego sentir como
Jennie, le daba un brusco empujón.
—¿Qué tiene que ver el pequeño Bam en esto? —cuestionó la joven sin
siquiera ser del todo consciente de que, en su cuello resaltaban un bonito
tono rojizo en diferente puntos visibles.
Lisa se relamió su labio inferior observando su obra de arte, la joven no
podía negar que ver los círculos enrojecidos en la piel de Jennie, la habían
encendido de maneras inexplicable.
—Esta colado por ti Jennie—bufó la tailandesa mientras se cruzaba de
brazos sintiendo como su punzante miembro viril le exigía salir hacia el
mundo exterior—parece un maldito perro en celo, esperando por tener un
poco de tu atención... mierda, llega a ser malditamente molesto ver como
babea por ti—confesó importándole bien poco el haber estropeado el plan
de su hermano y el Sr. Kim—no lo soporto, me da nauseas ver como él te
observa, maldito hormonal—murmuró lo último, a la vez que sentía las
manos de la contraria envolviendo sobre sus mejillas.
—Lisa—llamó Jennie mientras elevaba la quijada de la nombrada
obligando a que está la observase—¿Estás celosa?—cuestionó intentando
no burlarse—ya, lo siento—se disculpó al oír un gruñido por parte de la
susodicha a la vez que intentaba alejarla de su cuerpo—Bam es un niño,
Lalisa, es como mi hermano pequeño—aclaró notando la mueca de disgusto
por parte de la tailandesa, al imaginarse a la coreana como su hermana—
bueno... tal vez no como mi hermano, pero lo sigo viendo de forma
amistosa—confesó encogiéndose de hombros, como si aquello no fuese la
gran cosa.
—Agh—gruñó la tailandesa a la vez que alejaba a la coreana de su
regazo—¡es que tú no lo ves!, No te das cuenta cómo te observa, es
desagradable—soltó su disgusto notando como la castaña la observaba en
silencio con sus ojos fijos en su rostro—¿Qué?—preguntó de forma
agresiva notando, como las comisuras de aquellos labios ajenos se alzaban.
—Nada, solo te estaba observando, ¿Sabes? Suelo tener mis ojos puestos
en ti en todo momento, quizás por eso no me doy cuenta como Bambam me
ve—contestó Jennie logrando un bonito sonrojo en las mejillas de la rubia.
—Estoy hablando en serio, Kim—contestó Lisa mientras que
aprovechaba, el hecho de que la coreana se había levantado de su regazo
para ponerse de pie, arreglando en el proceso su entrepierna de aquellos
ajustados pantalones—tienes que dejarle en claro que no quieres nada
romántico con él—ordenó casi sonando angustiada, rápidamente notó el
poco interés que la castaña estaba demostrando en aquellos momentos
provocando que de forma desesperada soltara todo su sufrimiento.
—¡Mierda Kim!, El idiota cree tener una oportunidad contigo, porque tu
padre se lo dio a entender.
Y aquellas palabras logran congelar a la coreana quien velozmente
reaccionó colocándose de pie.
—¿Qué has dicho? —cuestionó Jennie, completamente incrédula—¿Mi
padre hizo qué?.
Lisa tragó saliva dando un par de pasos hacia atrás, se sentía cohibida
ante la dura mirada que la coreana le estaba ofreciendo.
—El Sr. Kim quiere que salgas con Bambam... ya sabes, porque nos ve
como una "Familia" —confesó haciendo comillas en el aire para luego
simplemente acariciar su brazo izquierdo—yo ams... bueno, él no quiere
verte con una chica—agregó sabiendo que aquello estaba de más.
La tailandesa observó como Jennie, jadeo para luego girarse caminando
hacia la salida.
—¡No lo puedo creer!, ¡¿Qué mierda le sucede?!—alzó la voz la coreana
mientras movía sus brazos como si estuviese intentando relajar su enojo—
me va escuchar, nadie, ¡Nadie! Me dirá que hacer con mi maldita vida—su
odio era tan palpable que Lisa, no se atrevía a estar tan cerca de ella.
—Jennie—llamó la tailandesa al notar como la mayor caminaba, por el
pasillo dirigiéndose hacia la salida de su hogar.
-¡Jennieunnie! —alzó la voz de manera dulce logrando que la nombrada
se girara, observándola con incredulidad.
La rubia tragó saliva sabiendo que la coreana la mataría.
—Si vas donde tu padre, yo, bueno, yo te recomendaría que te cubrieras
el cuello—aconsejó Lisa mientras retrocedía, notando como la castaña
fruncía el ceño para luego tomar su teléfono y desbloquear la cámara—¡Te
quiero!—confesó comenzando a correr en dirección de su habitación,
dejando a una enfurecida coreana en el pasillo.
—¡Lalisa Pranpriya Manoban! —gritó Jennie, con tanta fuerza que la
tailandesa, podía jurar haber sentido la puerta de su cuarto temblar—
¡PATEARÉ EL TRASERO DE MI PADRE Y LUEGO EL TUYO!—
amenazó la joven para luego, simplemente dejar el silencio envolviendo el
lugar.
Lisa cerró sus ojos deseando que Jennie, fuese la única en patear su
trasero, por qué la verdad, es que estaba aterrada de enfrentar al Sr. Kim.
Egoísmo Y Mentiras van de la Mano

Narrador Omnisciente:
Lisa mentiría si no admitiese que se hallaba aterrada, la joven entreabrió
sus labios atrapando una cantidad razonable de oxígeno mientras que, en un
completo silencio observaba la soledad de su hogar, sus ojos se encontraban
inquietos observando atentamente la sala principal. Se sentía sofocada,
asfixiada por sus tormentosos pensamientos, aquellos que le indicaban que
había cometido un error -y claro que lo hizo-.
La tailandesa bufó impulsándose hacia atrás, se le hizo imposible el no
gruñir ante el dolor de sus hombros, estúpidamente había ejercido más
fuerza de la necesaria provocando que se lastimara la espalda contra el
respaldo del sofá.
La rubia jadeo apoyando sus codos sobre sus rodillas, sentía las
pulsaciones viajar por la zona adolorida sabiendo muy bien que, aquello
rápidamente se volvería un horrible hematoma.
Lisa se levantó llevando sus dos manos hacia la zona del golpe,
lentamente comenzó a proporcionarse masajes circulares intentando de
alguna manera apaciguar el dolor, para su suerte, aquel movimiento
comenzaba a surtir efecto sintiendo como sus músculos comenzaba a
relajarse.
La tailandesa suspiró echando su cabeza hacia atrás, se quedó de pie
temiendo ejercer otro estúpido movimiento que le provocase dolor.
El silencio era un suplicio, tanto así, que sentía un agudo pitido en sus
tímpanos, la rubia pasó saliva por la sequedad de su tráquea intentando
relajarse, pero no podía, sentía aquel mal presentimiento como si de una
pelota de tenis se hubiese quedó atrapado en la boca de su estómago,
impidiendo cualquier posibilidad de poder ingerir algún tipo de alimento.
Lisa sintió su cuerpo temblar en el momento que escuchó la puerta principal
chocar con fuerza contra la pared, sus ojos se expandieron notando como
las paredes temblaron ante aquel estruendo.
La tailandesa sintió como sus piernas dejaban de reaccionar impidiendo
siquiera retroceder ante aquella inminente amenaza que se acercaba hacia
su cuerpo.
Lisa entreabrió sus labios al oír unos vibrante pasos dirigiéndose hacia la
habitación, cada paso provocaba que las paredes temblaran mientras que su
corazón bombeara como desquiciado. La rubia jadeó en el momento que
observó ingresar al desconocido, sus párpados se abrieron de golpe, ante la
sorpresa de ver a su hermano completamente furioso.
Bambam, mantenía la mirada perdida, su corto cabello castaño se hallaba
completamente alborotado, mientras que, aquella ira comenzaba a sacar lo
peor de él. La rubia dio un par de pasos hacia atrás, observando atentamente
como los orificios nasales del menor se expandían y se cerraban con una
fuerza descomunal, velozmente subió la mirada chocando con aquel par
oscuro completamente inundado en una cólera tan grande que Lisa se sentía
aterrada..
La tailandesa se tensó en el instante que sintió sus piernas adherirse al
suelo, sus pensamientos no fueron capaz de razonar ante de sentir como su
hermano, estampaba su puño contra su quijada.
Lisa tambaleó parpadeando completamente sorprendida de sentir el ardor
subiendo de su mandíbula hasta el pómulo, nuevamente entreabrió los
labios queriendo hablar con el castaño, pero Bambam, con fuerza volvió a
enterrar su puño justo en las costillas. Aquel golpe logró expulsar el
oxígeno de sus pulmones cerrando por completo toda posibilidad de
recuperar el aliento.
Por extraño que sonase, la rubia no estaba intentando defenderse-aun
cuando ella sabía que más de un golpe podía propinar contra su hermano-.
Simplemente lo dejó, le permitió poder atacar su anatomía sin recibir un
golpe por su parte.
Lisa cerró los ojos perdiendo por completo el equilibrio, el puño de
Bambam se enterró con fuerza contra su pómulo logrando que sus rodillas
colisionaran contra el suelo.
El castaño apretó los puños sintiendo su pecho subir y bajar con fuerza,
mientras que, notaba como la rubia alzaba la mirada sintiendo la sangre
caliente descender de sus labios y ceja, observó atentamente como su
herman daba un paso hacia atrás llevándose ambas manos heridas, hacia su
desordenado cabello.
—¡Defiéndete! —ordenó Bambam actuando de una manera tan agresiva,
que Lisa dudaba que fuese su pequeño hermano de catorce años.
La tailandesa escupió la sangre que se había acumulado en su boca, para
luego simplemente sacudir su cabeza en negación.
—¡Hazlo! —vociferó perdiendo por completo el control.
Lisa chilló al sentir una fuerte patada, dar con dureza contra su muslo,
velozmente cerró sus ojos intentando distraerse entre sus pensamientos.
—¡Hazlo fenómeno! ¡Vamos, golpéame! —provocó Bambam
retrocediendo mientras observaba como su hermana se levantaba—así...
muy bien—se alegró, al notar como la muchacha posaba sus ojos sobre los
suyos, rápidamente su sonrisa se borró al percatarse como está nuevamente
negaba sus pedidos.
La rubia gimió al sentir las manos ajenas envolviéndose sobre el cuello
de su camiseta, con dificultad tragó saliva sorprendiéndose de que el
castaño, fuese de su misma altura, ¿Siempre fue así?. Se cuestionó
perdiéndose nuevamente en sus pensamientos, como si saber que le darían
la paliza de su vida, no le importarse en lo más mínimo.
—¡Defiéndete!, ¡Mierda, golpéame para no sentirme culpable!—admitió
el castaño a la vez que soltaba la prenda ajena para sentarse sobre el sofá,
escuchando atentamente como el cuerpo de la contraria colisionaba contra
el suelo—... Jennie llegó furiosa a su casa—comenzó hablar con
tranquilidad logrando sentir la mirada sorprendida por parte de la mayor—
le gritó a su padre, hasta se atrevió a empujarlo... e~ella... Dios—comentó
ahogando las últimas palabras con sus manos posadas sobre los labios—ella
te ama, lo dejó bien claro y te odio por eso—confesó cerrando con fuerza
sus puños al recordar como la coreana había soltado aquellas palabras,
teniendo como resultado el corazón destrozado del tailandes.
—Lo siento—habló por fin la rubia, observando como las lágrimas
comenzaban a descender por las mejillas del menor—llevo amándola por
muchos años Bambam, yo, yo simplemente no podía aceptar la idea de que
estuviese con alguien más—confesó sintiendo su cuerpo estremecerse al
notar como el menor, se levantaba dispuesto a propinarle otro de sus fuertes
derechazos.
—¡Eres una puta egoísta! —bramó Bambam, mientras terminaba de
acercarse al cuerpo de su hermana para tomar con brusquedad de su
camiseta lanzándo su anatomía con toda la fuerza que tenía hacia el suelo—
¡Primero mi padre y ahora Jennie! ¡¿Qué más me vas arrebatar?! —
preguntó con un hilo de voz provocado por el descenso de sus lágrimas.
Sin esperar una respuesta por parte de su hermana, el castaño giró sobre
sus talones caminando en dirección contraria de aquella triste habitación,
rápidamente huyó de ahí saliendo por la puerta principal sin ningún rumbo
en específico. El corazón de la tailandesa se estrujó perdiendo por completo
el habla, se quedó ahí, en el suelo siendo esta vez acompañada por la
humedad de su llanto, jadeó al sentir sus heridas hervir ante las saladas
lágrimas que se adentraban en sus cortes.
La rubia intentó observar su panorama teniendo la posibilidad de abrir su
ojo derecho, mientras que el izquierdo se mantenía cerrado a causa de la
sangre descendiendo de su ceja. La joven sin dudarlo se levantó intentando
no chillar de dolor ante la agonizante sensación que envolvía sus músculos,
caminó arrastrando su pie mal herido en dirección de unas de las esquinas
de la habitación.
En el momento que quedó frente a uno de los muebles, estiró sus manos
tomando la esquina de la madera para luego con fuerza darle vuelta, con
dificultad continuó con su progreso girando un par de muebles más y
cojines del sofá.
Escuchó golpes provenientes de la puerta principal, cansada la joven se
dejó caer contra el frío suelo apoyando su espalda sobre una de las esquinas
del sofá, jadeó sintiendo sus pulmones quemando, intentó acomodarse
echando su cabeza hacia atrás, mientras que la sangre continuaba su
descenso manchando su quijada y parte de las mejillas.
Cerró sus ojos oyendo desde lejos como unos suaves pasos rebotaban
contra el suelo de madera, eran tranquilos y livianos, como si cuya persona
estuviese intentando hacer el menor ruido posible. Sus músculos se
contrajeron al oír un jadeo siendo acompañado por el sonido de los pasos
chocando con fuerza en el interior de su hogar.
—¡Oh por Dios, Lisa!, ¿Qué sucedió? —preguntó Jennie, completamente
aterrada mientras se colocaba de rodillas al lado de la rubia.
Los ojos de la castaña se cristalizaron estirando ambas manos hacia el
rostro de su amada, se quedó ahí, con ambas extremidades alzadas
sintiéndose incapaz de tocar la piel ajena. En cambio Lisa, al oír la suave
voz de Jennie, no pudo evitar abrir uno de sus ojos observando atentamente
como la coreana se limpiaba las rebeldes lágrimas con el dorso de su mano,
la rubia al percatarse que la joven lloraba en silencio intentó, brindarle una
sonrisa pero lo único que consiguió fue gruñir completamente adolorida.
—¿F~Fue Bambam, verdad?—preguntó la castaña, con un toque
entrecortado que su llanto había causado.
Lisa negó con rapidez queriendo liberar a su hermano, de aquella
inminente discusión con la castaña, porque sí, a pesar de todo, la tailandesa
intentaba protegerlo.
—No... Jennie, él no tiene nada que ver—mintió la rubia observando
como la coreana simplemente, se dedicaba a verla con sus cejas juntas—fue
un ladrón... yo, yo simplemente tuve la mala suerte de estar aquí y defender
mi hogar—de sus labios desbordaban con tanta facilidad, las palabras que
se sorprendía de que le fuese tan sencillo mentir.
La coreana alzó su quijada dándole un rápido vistazo al lugar,
percatándose que, efectivamente ahí debió ocurrir un robo.
—Quédate aquí, te traeré algunas compresas—avisó Jennie, mientras se
levantaba dirigiéndose hacia la cocina.
Lisa se acomodó en el suelo sintiéndose mal consigo misma, no le
gustaba el mentirle a Jennie, cada vez que le mentía a la joven podía sentir
un extraño dolor instalado en la boca de su estómago. Una parte de sus
pensamientos se reprochaba a si misma el estar encubriendo a su hermano,
pero la parte brillante, aquella pureza que pocas veces salía hacia el
exterior, le indicaba que la gran parte de lo sucedido era meramente su
culpa.
Porque si ella hubiese nacido como una chica normal con gustos
jodidamente normales para la sociedad, hoy en día no estaría sufriendo por
el abandonó de su padrastro y la brutal paliza que su pequeño-o eso creía
ella- hermano menor había osado en propinarle contra su delicado cuerpo
femenino.
La tailandesa giró su rostro observando, el bonito rostro de Jennie y con
tan solo ver aquella belleza por parte de la muchacha se daba cuenta que, a
pesar de todo, a pesar del agonizante dolor que sentía en su rostro y muslo,
no se arrepentía el haberse enamorado de su mejor amiga.
—Eres una idiota, debiste dejar que se llevaron todo—reprochó Jennie,
con su labio inferior temblando ante las amenazantes lágrimas que osaban
en descender—Mira cómo has quedado—susurró atrapando su labio
inferior contra sus dientes en un vano intento, por no sollozar ante el dolor
de ver las heridas de la tailandesa.
Lisa gruñó apretando sus puños al sentir las húmedas gasas pasar por su
delicado rostro, la rubia entreabrió sus labios sintiendo como la coreana
dejaba las gasas usadas para tomar un par nuevo.
La joven quiso gritar del dolor en el momento que una bolsa de hielo se
adhirió en una de sus mejillas, pero en vez de eso, simplemente mordió su
lengua sabiendo muy bien que aquel sufrimiento se lo tenía más que
merecido.
Jennie se quedó en silencio observando las muecas de dolor que el rostro
de la menor ejercía al sentir el hielo pasar por sus hinchadas zonas
enrojecidas. La coreana no era tonta, sabía que algo más había sucedido en
aquellas cuatro paredes y que la tailandesa se lo estaba ocultando, pero
prefirió callar su interrogatorio, sabía que la muchacha no se encontraba de
ánimos para responder sus dudas.
—Sostiene—ordenó la castaña logrando que Lisa, hiciese caso a sus
palabras—¿Dónde más te golpearon?—preguntó observando como la joven
apuntaba uno de sus muslos.
La coreana rápidamente tomó la bolsa extra, que había traído posando
con cuidado el frío hielo contra el muslo de la mal herida. Lisa en esta
ocasión no pudo evitar el grito de dolor, que desprendió desde el interior de
su garganta logrando a su vez, soltar por instinto la bolsa que presionaba su
rostro.
Jennie asustada alejó la bolsa observando con preocupación cómo las
lágrimas descendían del rostro de la menor.
—Se acabó—habló la coreana completamente frustrada de notar el dolor
por parte de su amada—quiero saber que mierda ocurrió en realidad—
ordenó observando como la rubia, abría sus ojos completamente confundida
— y ni se te ocurra mentirme Lalisa, porque nadie entra a una casa a robar y
desordena una sola habitación—contestó dejando a la extranjera
completamente estupefacta.
Lisa se quedó en silencio sintiéndose intimidada por las frías palabras de
la coreana, rápidamente tragó saliva sin saber si estaba aterrada por la
confesión o por si la castaña al oir su verdad la terminase por odiar.
Amor Correspondido, El Despertar De Lisa

Narrador Omnisciente:
Lisa se quedó en silencio observando como la coreana se levantaba del
suelo, la joven jadeó en el momento que las pulsaciones comenzaron a
golpear su mejilla malherida, la muchacha entreabrió sus labios estirando
una de sus manos para atrapar entre sus dedos la bolsa de Jennie.
La tailandesa se mantuvo en la misma posición observando como la
castaña caminaba en círculos, parecía discutir con sus propios
pensamientos, debatiendo por llegar a una correcta conclusión.
La rubia le había contado lo que realmente sucedió, a pesar que en un
principio se había negado a la idea de echar al agua al menor, no pudo
evitar el desborde de sus palabras ante la dura mirada de Jennie.
La tailandesa dejó de observar a la castaña en el momento que el dolor en
su muslo se intensificó, por instinto la joven estiró una de sus manos
tomando la bolsa de hielo que, con anterioridad había utilizado, jadeó con
fuerza al sentir el frío envolviendo su zona lastimada, para luego chocar sus
labios entre sí en un vano intento por ahogar el grito de dolor que
amenazaba con salir, sus ojos rápidamente se cristalizaron mientras que,
con lentitud echaba su cabeza hacia atrás, jamás en su corta vida había
sentido un tormento tan desgarrador como el que estaba padeciendo en
estos instantes.
Jennie giró su rostro observando por sobre su hombro las muecas de
dolor que la menor estaba reflejando, su corazón se estrujó por un par de
segundos al percatarse que ella realmente la estaba pasando mal. Por
instinto la muchacha caminó en dirección de la cocina perdiéndose por
segunda vez en aquella habitación.
El suplicio de Lisa comenzaba a propagarse desde el muslo hasta los
dedos de sus pies, la joven con brusquedad apretó sus puños enterrando sus
dedos sobre los hielos, quiso llorar, intentó sollozar pero era tanto el grado
de sufrimiento, que estaba siendo protagonista que, por más que intentase
querer sacar su dolor este simplemente no abandonaba su cuerpo.
La coreana volvió a la habitación sosteniendo entre sus manos un
pequeño botiquín, mientras tanto, la rubia continuaba con sus ojos cerrados,
apretando sus párpados en un vano intento por olvidar el dolor de su muslo.
De repente, el sonido de las piernas de la coreana chocando contra el frío
suelo de madera llamó por completo la atención de la extranjera, quien con
rapidez abrió sus párpados observando como la muchacha dejaba la
pequeña caja rojiza justo a su lado.
Lisa la miró con confusión, en su mente muchas dudas se creaban, pero
aun así no dijo nada al respecto en el momento que observó y sintió los
suaves dedos de Jennie acariciando el dorso de su mano. El pulso de la
tailandesa se disparó al sentir una punzada de dolor que recorrió desde su
fémur hasta las caderas, por instinto separó sus labios dejando salir el
desgarrador jadeo que desprendía desde el interior de su garganta, mientras
que el bonito color de sus ojos se oscurecía ante la ausencia del frío
envuelto en su delicado muslo.
La extranjera se quedó con su cuerpo completamente congelado y los
pensamientos en blanco, su mirada se mantenía posada en cada movimiento
que la mayor ejercía contra su anatomía, se sentía perdida, confundida por
no entender lo que la muchacha estaba haciendo con ella.
Lisa abrió sus labios a la vez que tragaba saliva, se estaba preparando
para hablar, para exigir una respuesta a las dudas que se formulaban sin
parar en su mente, pero para su sorpresa, su espalda se irguió al sentir las
manos de la castaña adhiriéndose en el cinturón de su pantalón.
La castaña gruñó ante aquel surrealista momento que Jennie le estaba
haciendo pasar, su garganta se apretó a la vez que aquella tan conocida
resequedad se mantenía en su boca. Sus párpados se expandieron
observando atentamente como la joven frente a ella comenzaba a liberar el
pequeño botón que mantenía adherido las esquinas de su pantalón, por
instinto la tailandesa se acomodó sobre la fría madera apegando sus palmas
a cada lado de su cuerpo.
—No te emociones, solo quiero ver tu muslo—aclaró Jennie logrando
que, aquellos morbosos pensamientos que habían sido cruelmente
golpeados contra sus pensamientos, se esfumaran en un santiamén.
La tailandesa suspiró para luego elevar sus caderas, brindándole el
espacio suficiente para que la castaña fuese capaz de bajar sus jeans. Jennie
tragó saliva relamiendo su labio inferior, para no distraerse de su idea
principal, con las manos temblorosas y el frío sudor bajando por su espina
dorsal, la muchacha estiró sus dos extremidades atrapando la suave tela de
los pantalones ajenos, se quedó ahí, con sus dedos aferrados en aquella
prenda sintiéndose incapaz de elevar su mirada.
—Vamos, Jennieunniej—animó Lisa con un toque burlón en sus palabras
—no creo poder aguantar más—agregó con una cruel malicia envuelta en el
sonido de su voz.
La nombrada cerró sus párpados para luego simplemente negar con su
cabeza; como si hacer aquel movimiento le fuese a dar las energías
suficientes para no lanzarse contra el malherido cuerpo de la extranjera.
Lisa se estremeció al sentir como la castaña tiraba de su pantalón,
bajando la tela de este hasta sus rodillas, sus brazos velozmente cedieron
sintiendo un pequeño dolor recorriendo sus nalgas.
La tailandesa agradeció el hecho de que la coreana se hubiese quedado
observando el feo hematoma envuelto en su muslo, aquello le dio la
oportunidad de estirarse hacia el lado derecho tomando uno de los tantos
cojines desparramados en la habitación.
—No está tan mal—comentó Lisa, luego de adherir el cojín contra su
intimidad.
En el instante que su voz resonó en la habitación, los ojos de Jennie, se
desviaron de aquella dolorosa imagen posándose en la mirada preocupada
de la menor, Lisa por inercia le sonrió queriendo transmitirle seguridad,
pero no lo logró, su cuerpo se tensó al ver las calientes lágrimas
descendiendo por el rostro de Jennie, sus manos velozmente se dirigieron
contra las mejillas ajenas atrapando con sus pulgares las rebeldes lágrimas
que bajaban por el rostro de su amada.
El corazón de la rubia se contrajo contra su caja torácica al ver el dolor
reflejado en aquel par castaño, se maldijo por no defenderse, por dejarse ver
tan lastimada, tan herida y dolida.
Lisa tragó saliva comenzando a acariciar la húmeda piel de la coreana,
logrando que aquellas dolorosas lágrimas lentamente comenzasen a reducir
su intensidad.
—Estoy bien—aclaró Lisa, sintiendo la penetrante mirada ajena fija en
sus ojos.
—Haré pagar a tu hermano, lo juró Lalisa, le daré la paliza de su vida—
gruñó Jennie, mientras subía sus manos para atrapar las muñecas de la
nombrada—é~él, él no tenía derecho Lisa—susurró con ira a la vez que
alejaba el tacto de la extranjera—déjame ver—pidió cambiando por
completo el tema.
Lisa bajó sus manos apoyando sus palmas sobre la madera.
—No lo lastimes, Jen, no fue su culpa, tu misma comentaste que era un
niño—intentó la rubia, defenderlo atrapando con rapidez su labio inferior
para no jadear al sentir la humedad en su muslo—maldición—gruñó entre
dientes mientras que la coreana pasaba con suavidad sus manos envuelta, en
ungüento anestésico sobre su piel lastimada.
Lentamente el agonizante dolor que envolvía su pierna lastimada
comenzaba a descender el malestar, logrando por fin, poder respirar con
completa tranquilidad.
—Un niño no te hace esto, Lisa, ¡Un maldito niño no te golpea, hasta casi
matarte!—alzó la voz la castaña mientras intentaba por todo los medios
posibles no desquitarse contra aquella extremidad lastimada—no me puedes
pedir, que no lo lastime cuando él te ha hecho esto—comentó estirando una
de sus manos para tomar una de las tantas vendas que contenía el maletín—
te dolerá un poco—avisó pasando lentamente aquel suave trozó por sobre el
lastimado muslo de la tailandesa.
Lisa mordió su lengua mientras que, con dificultad flexionaba su rodilla
brindándole el espacio suficiente para poder trabajar con mayor comodidad
en aquel amoratado muslo. El cuerpo de la extranjera se estremeció al sentir
los dedos de la castaña, rozar por accidente sobre la piel expuesta de sus
piernas, mandándole ondas eléctricas a través de su espina dorsal.
—Creo que él ya ha tenido suficiente—admitió Lisa jadeando, en el
proceso por culpa del agresivo movimiento que las manos de la coreana
ejercieron sobre su lastimada pierna—¡Mierda Kim!, Fuiste su maldito
primer amor y estoy casi segura, de que no fuiste buena con él—intentó
sentir empatía por su hermano logrando ponerse en el lugar del muchacho
—diablos... el simplemente quería sacar su ira.
—Y tú fuiste su maldito saco de boxeo, ¿Esa mierda intentas decirme
Lalisa? —preguntó Jennie, con molestia a la vez que alejaba su tacto del
muslo de la nombrada—¡Te dio una paliza Lisa!, No fue un empujón, ni
mucho menos un insulto, ¡Fue una puta paliza que te dejó la pierna delicada
y el rostro amoratado! —habló completamente exaltada mientras que su
mirada se volvía a cristalizar—ni siquiera Kai, te había dejado de esta
manera.
—¡No me defendí!—admitió Lisa, notando como la castaña la observaba
con sorpresa—soy más fuerte que él, perfectamente lo hubiese detenido
antes de recibir un golpe por su parte—comentó como si nada, mientras
que, apoyaba sus dos manos sobre el sofá para luego simplemente
levantarse gruñendo y maldiciendo en el proceso—no podía lastimarlo
Jennie, ¿Bien?. Lo admito, me sentía responsable por su corazón roto—
admitió a la vez que intentaba, no apoyar su pierna lastimada contra el
suelo.
—Siéntate, te vas a lastimar más—ordenó Jennie, dejando de lado por
completo la discusión—Lisa no seas terca y por una maldita vez en tu vida
hazme caso—pidió dando un par de pasos, hacia su dirección para luego
simplemente tomar uno de los cojines del sofá y colocarlo en su lugar
correspondiente—Deberías... Hum, deberías subirte los pantalones—agregó
al posar su mirada en el notorio bulto que mantenía su ajustada ropa interior
oscura.
La tailandesa frunció el ceño mientras, agachaba la mirada sintiendo los
colores ascendiendo hacia su mejilla. Con rapidez encorvó sus hombros
inclinando su torso para atrapar el cinturón, sin dudarlo más tiró de la tela
subiendo aquella prenda hasta sus caderas, para luego simplemente tomar
asiento donde la mayor le había indicado con anterioridad.
—Retomando el tema; sigo molesta—aclaró Jennie, intentando no
mantener por mayor tiempo sus ojos fijos en la menor—pero no quiero
discutir contigo—admitió sentándose al lado de la muchacha.
Lisa sonrió estirando una de sus manos, en dirección de la castaña
apoyando su antebrazo sobre los hombros ajenos. Jennie se sonrojó al sentir
los labios de la tailandesa adhiriéndose contra su mejilla, para luego oír su
suave "te quiero", desprender de su boca.
La rubia sonrió sin importarle la dolorosa sensación, recorriendo su
rostro, como tampoco le importó el hecho de que todo su cuerpo se
mantuviese gritando de agonía, ni mucho menos el estar ejerciendo un
toque de presión sobre su pierna lastimada, en aquellos instante todo le daba
exactamente igual, porque por fin, por primera vez en su vida sentía que su
amor era correspondido.
Los brazos de la menor envolvieron la cintura de la coreana, en el
instante que escuchó la puerta principal. Sus ojos intranquilos se posaron en
el pasillo que daba hacia la entrada observando como rápidamente aparecía
el cuerpo de Bambam, Lisa apretó sus dedos sobre sus muñecas intentando
mantener el fuerte agarre en el cuerpo ajeno.
—Jennie, no—ordenó la suave voz de Lisa, contra el oído de la
nombrada logrando que la joven dejase de luchar por liberarse.
El castaño observó cómo su hermana, estaba sosteniendo a la coreana
logrando que todo su cuerpo volviese a incendiarse en ira.
—Lo siento...—fueron las primeras palabras que desprendieron de los
labios del tailandes, logrando que ambas chicas fruncieran el ceño
confundidas.
—Te perd...—intentó Lisa, aceptar sus disculpas, pero antes de que fuese
capaz de acabar la frase, los fuertes pasos resonando en la entrada de su
hogar la hicieron callar.
—Esto es lo correcto—terminó de hablar Bambam, dando un par de
pasos hacia atrás dejando que la mirada de aquel hombre se posase sobre
ambas chicas.
Lisa completamente tensa soltó su agarre de la cintura ajena, observando
como Jennie, se colocaba de pie.
—¡KIM JENNIE!—gritó el Sr. Kim caminando con pasos firmes hacia la
dirección de su hija.
La tailandesa reaccionó en el instante, que observó como el hombre
tomaba con fuerza el brazo de la castaña, apegando su frágil anatomía
contra su cuerpo.
—Sr. Kim, la está lastimando—habló Lisa, intentando levantarse
mientras oía a la coreana gemir de dolor—¡Le duele!—repitió con la voz
alzada logrando, llamar la atención de aquel hombre.
El padre de la coreana se acercó a Lisa, con su hija aun apegada a su
cuerpo, sus oscuros ojos analizaron el cuerpo de la muchacha alzando sus
comisuras al notar las marcas rojizas y moradas adornando la tersa piel de
su rostro.
—Jennie, no está enferma—aclaró el Sr. Kim, para luego con toda la
crueldad del mundo alzar su pie golpeando con fuerza, el muslo lastimado
de la rubia.
Lisa perdió el equilibrio gritando de dolor, mientras que su cuerpo
colisionaba contra el sofá, rápidamente el suplicio no se hizo esperar,
envolviendo por completo su lastimada extremidad, era tan jodidamente
agonizante que no podía siquiera concentrarse.
Jennie gritó y pataleo intentando liberarse del agarre de su padre, sus ojos
velozmente se llenaron de lágrimas, al ver como la tailandesa se retorcía
sobre el sofá ante la tortura que debía estar padeciendo.
—Estás castigada—habló el Sr. Kim, levantando sin mayor esfuerzo a su
hija, para luego con tranquilidad comenzar a caminar hacia la salida—
Buenas noches Bambam—se despidió mientras abandonaba el hogar de los
Manoban.
Bam apoyó su torso sobre la pared, observando como Lisa continuaba
jadeando y sollozando mientras que sus manos se mantenían fijas sobre su
lastimado muslo.
—Tu solita te lo buscaste, Noona—comentó el castaño, con un notorio
sarcasmo en sus acidas palabras.
La tailandesa alzó su quijada sintiendo las lágrimas descendiendo por sus
mejillas.
—Vete... vete antes de que me recupere y te mate a golpes—amenazó
Lisa, con sus dientes completamente apretados.
El tailandes rio para luego alzar sus manos, dando un par de pasos hacia
la dirección de su hermana.
—¿Cómo fue el consejo que me diste, cuando era pequeño?—preguntó
Bambam, a la vez que se llevaba una de sus manos hacia su mentón—ah sí,
ya recordé—sus oscuros ojos se posaron en la cristalizada mirada de la
rubia, observando con completa diversión como está sufría—nunca te
enamores de tu amiga.
Y sin decir más comenzó a reír, girando sobre sus talones dirigiéndose
hacia las escaleras. Lisa apoyó su frente contra el asiento del sofá,
manteniendo sus labios separados mientras que intentaba recuperar el
aliento.
Bambam había despertado lo peor de la rubia; el joven se iba arrepentir el
haberse entrometido entre ella y Jennie.
Golpe Bajo, Incómodo Momento

Narrador Omnisciente:
Lisa seguía recostada sobre el sofá, sintiéndose incapaz de poder
levantarse, cada movimiento que osaba ejecutar se veía cruelmente
interrumpido por el agonizante dolor que envolvía su pierna, no podía
soportarlo, simplemente se veía incapaz de poder caminar sin sollozar en el
proceso.
La tailandesa apoyó sus palmas sobre el asiento del sofá, con lentitud y
paciencia comenzó a subir su torso presionando sus caderas contra el borde
del sofá, sus muelas se apretaron con fuerza entre sí, sintiendo su piel
erizarse ante el agudo sonido de sus dientes rechinando, Lisa gimió de dolor
comenzando a dar pequeños pasos con sus manos aun aferradas en el
material de cuero, las lágrimas velozmente iniciaron su descenso al sentir el
tormentoso malestar que envolvía su muslo por cada vez que esta delicada
piel se rozaba contra una de las esquinas del sofá.
La joven gruñó y jadeó sintiendo el dolor propagándose hacia sus
caderas. Luego de un par de minutos de suplicio la muchacha logró de
forma efectiva el poder girarse quedando incómoda sentada sobre el sofá.
Su cristalizada mirada viajó por la habitación sintiendo sus pulmones
contraerse, ante el vivido recuerdo de Jennie, siendo alejada de su cuerpo;
Lisa suspiró con su labio inferior temblando ante las amenazantes lágrimas
que deseaban descender por sus húmedas mejillas, rápidamente se tragó
aquel nudo inexistente queriendo recomponerse- emocionalmente hablando.
Lisa llevó sus manos hacia su lastimado muslo, sintiendo con la yema de
sus dedos el bulto que cubría sus ajustados jeans, sus dedos acariciaron las
vendas por sobre la tela sintiendo con tan solo aquel movimiento, como los
músculos de aquella zona se contraían ejerciéndole dolor.
El cuerpo de la joven tembló en el momento que escuchó la puerta
principal, su mentón se alzó observando con fijeza la entrada de la
habitación; los pasos eran fuertes pero a la vez delicados, los labios de la
menor se entreabrieron al notar la presencia de su madre ingresando en el
lugar.
La Sra. Manoban ingresó en la habitación con su cabello revuelto y las
mejillas sonrojadas, la rubia rápidamente pudo notar la humedad en sus
pómulos teniendo velozmente el sentimiento de querer protegerla.
—¿Madre?, ¿Te encuentras bien?—preguntó Lisa confundida, teniendo
el valor suficiente para colocarse pie.
Su interior comenzó a gritar de dolor en el instante que su pierna
lastimada, tocó el suelo con la suela de sus zapatos, tragó saliva apretando
con fuerza sus puños, queriendo colocar toda su concentración en el dolor
de sus palmas y no en la necesidad de echarse sobre la fría madera en busca
de un calmante.
Sunmi la observó en silencio, posando su cristalizada mirada sobre el
rostro magullado de su pequeña, el corazón de la madre se contrajo al
percatarse de la extraña posición que la joven estaba manteniendo en
aquellos instantes.
Rápidamente sus pensamientos se encargaron en recordarle lo sucedido
minutos atrás en la casa de los Kim, recordó el rostro enrojecido y las
lágrimas descendiendo sobre la piel de la hija de sus amigos, todavía podía
sentir su desgarrador llanto suplicando por que el Sr. Kim la bajase de su
hombro.
La madre de Lisa caminó en dirección de su hija, envolviendo con cariño
sus brazos sobre los hombros de la rubia, intentó apegarse al torso ajeno sin
llegar a lastimar a su ya herida hija.
—Toda estará bien, lo prometo—susurró Sunmi, mientras sentía las
manos de la rubia atrapando su blusa—¿Cómo sigue tu pierna? —preguntó
alejándose del cuerpo de su hija para observar las muecas de dolor que
envolvían las facciones de la nombrada.
La Sra. Manoban recordó como la joven Jennie, había confesado que su
pequeño Bambam, había golpeado a su hermana, de lo mal que la había
dejado su pierna, pero de lo que más le había llegado a calar sus delicados
huesos fue oírla suplicando porque protegería a su hija del monstruo de su
hermano.
Sunmi no podía aceptar el hecho de que su pequeño bebé, fuese un
monstruo, ella simplemente no era capaz de aceptarlo.
—Estoy bien, solo fue un pequeño golpe—contestó Lisa, restándole
importancia al asunto; como si el no poder siquiera caminar no fuese la gran
cosa para ella.
La joven madre apretó sus labios apoyando sus dos manos sobre la pierna
lastimada de la contraria, sintiendo un doloroso nudo en su tráquea al oír el
fuerte grito por parte de su pequeña.
—Ese sonido no me indica que solo fue un pequeño golpe Lalisa—
replicó Sunmi, mientras alejaba sus manos de aquella zona para luego
tomar el brazo ajeno y pasarlo por sobre sus hombros—¿Puedes apoyarte
con tu otra pierna?—preguntó escuchando el simple gruñido por parte de la
rubia.
—E~Estoy bien... mamá, solo debo descansar, es todo—respondió Lisa,
mientras que intentaba fallidamente el alejar, el fuerte agarre de su madre.
—Descansaras en el hospital y ni una palabra más Lalisa—contestó
Sunmi, con un claro notorio de molestia en sus palabras.
Lisa guardó silencio siendo más que consciente que no podía discutir con
su madre en aquellos momentos.
Luego de un par de minutos donde la joven madre llevaba con lentitud a
su hija hacia la salida, la rubia por fin había sido capaz de ingresar, en el
interior del vehículo sintiendo unas inmensas ganas de llorar en el instante
que su muslo por accidente se golpeó, contra la guantera de automóvil.
Mientras tanto su madre ingresó nuevamente en su hogar dirigiéndose
hacia su habitación, ingresó en el acogedor lugar buscando con la mirada su
bolso color azul marino.
—Deberías dejarla aquí, ella se lo buscó Mamá—habló Bambam, desde
la entrada de la habitación con uno de sus hombros apoyados sobre el
marco de la puerta—solo está llamando la atención, ¿Cómo no lo notas? —
cuestionó con amargura en su tonó de voz.
La Sra. Manoban giró sobre sus talones, posando rápidamente sus ojos en
aquella mirada divertida que reflejaba el par oscuro de su pequeño, sus ojos
se desviaron hacia sus manos notando las marcas rojizas adornando sus
nudillos.
—Por su culpa mi Padre nos dejó, no puedo creer que tengas pensado
llevarla a un hospital, ¡Mamá gente como ella no merece un buen trato por
nuestra parte!—su voz salió completamente colérica mientras que elevaba
sus brazos en un intento por demostrar lo exaltado que estaba—¡Exijo que
se qued...—sus palabras quedaron torpemente envuelta en su garganta en el
instante, que la fuerte palma de su madre se adhirió contra su mejilla.
—¡Tu no exiges nada!—aclaró la Sra. Manoban, mientras perdía el
control mandándole un fuerte empujón a sus hombros, sin importarle si
quiera que se tratase de su pequeño bebé—¡No sabes nada! ¡Crees tener la
razón pero eres un mocoso caprichoso y ni si quiera sé dónde sacaste esa
actitud!—admitió sintiendo las lágrimas descender por sus mejillas.
Bambam entreabrió sus labios a la vez que sus pies, daban un paso hacia
atrás por cada golpe que recibían sus hombros.
—E~Ella, Ella... por su culpa, mi padre—intentó defender su estúpido
argumento, pero para su mala suerte su madre volvió a abofetearlo pero esta
vez con sus duras palabras.
—¡Tu padre nos dejó, porque no quería que te tenga!—admitió su madre
con tanta fuerza que Bambam, terminó por chocar contra la pared
manteniendo sus ojos completamente ampliados ante la sorpresa que sus
palabras le causaron—tu hermana se ha dedicado toda su vida a cuidarte...
cuando cumpliste seis caíste muy enfermo y yo no podía cuidarte por el
trabajo y si no fuera por Lisa, que se quedó a tu lado toda esa maldita
semana, tú, ahora ni siquiera estarías con vida—confesó uno de sus más
aterradores recuerdos, dejando a su pequeño hijo aún más sorprendido de lo
que ya estaba.
—¿Sabías que la molestaban? ¿Qué la empujaban? ¿Sabes por qué
comenzó todo eso, Bambam? —cuestionó observando como el joven
negaba con su cabeza—comenzó porque Lisa, te defendió, ese día llegó con
la nariz goteando de sangre mientras, se disculpaba conmigo por salir
golpeada...—relató manteniendo sus ojos fijos en la apagada mirada del
tailandes—ella te ha defendido tantas veces que, hasta ya he perdido la
cuenta de las veces que se ha escondido para que tú, no la vieses de aquella
forma...—tragó el nudo de su garganta para luego proseguir—y a pesar de
todo eso, jamás, escucha bien Bambam, jamás nadie la había dejado tan
malherida como lo has hecho tú.
—Y~Yo, yo le dije que se defendiera—intentó el joven excusarse
sintiendo su corazón estrujándose, ante el pequeño sollozo desprendiendo
desde la garganta de su madre.
Sunmi estaba haciendo un esfuerzo descomunal por no golpear al
castaño, finalmente terminó por atrapar todo el aire que sus pulmones
fueron capaces de retener dando a su vez un paso hacia atrás.
—La llevaré al hospital, mientras tanto, piensa el por qué no te golpeó—
aconsejó la mujer mientras pasaba por al lado del castaño, dejando al joven
muchacho con las palabras aun atrapadas en su garganta.
Lisa observaba la puerta de su hogar sintiendo los nervios a flor de piel,
ya habían transcurrido un par de minutos, logrando que sintiese el pánico
envolviendo sus pensamientos. La joven mordió su labio llevando su mano
derecha hacia la manilla de la puerta, estúpidamente estaba tomando la
decisión de ir en busca de su madre, debía ir tras ella, su mal presentimiento
se lo exigía.
Para la suerte de su muslo, no debió ejercer movimiento en el instante
que la propietaria observó cómo su madre, hacia acto de presencia, sus
oscuros ojos se posaron en el sonrojado rostro de la mayor notando
velozmente la humedad de su piel; había llorada y Lisa era más que
consciente que su hermano tenía mucho que ver en aquello.
Sunmi ingresó en el interior del vehículo, sus ojos quedaron fijos en la
entrada de su casa mientras que, sus delicadas manos se posaban alrededor
del volante, su hija la observó en silencio temiendo verla romper en llanto.
—¿Todo bien?—se atrevió a cuestionar la rubia, sintiendo rápidamente
los ojos oscuros de su madre fijos en los suyos.
La mujer le sonrió logrando que su bonito color de ojos, se perdiera entre
sus encrespadas pestañas.
—Sí, no te preocupes, ¿Cómo sigues tú?—preguntó Sunmi, tajando por
completo la posibilidad de que la rubia, intentase profundizar el tema.
—Estoy bien—contestó Lisa, siendo esta vez completamente sincera en
sus palabras.
Luego de que su madre la observase en silencio, la mujer no fue capaz de
encontrar la mentira, así que, sin mayor dilación Sunmi encendió su
vehículo comenzando rápidamente a abandonar la calle de su hogar.
Lisa estaba aterrada, se encontraba sentada sobre la silla de ruedas que
una amable enfermera había osado en prestarle. Lentamente comenzó a
movilizarse por el pasillo de espera intentando de alguna manera el poder
distraerse, pero nada era lo suficientemente entretenido y llamativo para su
gusto.
—¿Lalisa Manoban? —habló una voz masculina desde la entrada de una
habitación, logrando que la mencionada y su madre rápidamente se
dirigieran hacia el sonido—pasen—caballerosamente el hombre hizo una
ademán dándole el suficiente espacio para que ambas mujeres pudiesen
ingresar—Mi nombre es Kim Seokjin, ¿En qué puedo ayudarlas? —
preguntó con amabilidad logrando colocar de los nervios a la rubia.
—Aams... bueno, he tenido un accidente y mi muslo quedó malherido—
mintió Lisa, de forma descarada logrando que el
joven doctor rápidamente se acercara a ella.
—¿Puedes bajarte el pantalón?, Solo será una revisión general, debo
asegurarme que no tengas fracturado el fémur—preguntó Seokjin mientras
a su vez explicaba el motivo de su pedido.
Y fue aquel momento en que Lisa, juró odiarse por permitir que su madre
la llevara hasta aquel incomodo lugar. ¿Cómo le explicaría que tenía una
rara condición sin sentirse, completamente avergonzada en el proceso?.
La tailandesa tragó saliva mientras que, con sus manos temblando y las
palmas sudadas las llevaba en dirección del botón de su pantalón,
lentamente desabrochó el único objeto que mantenía las esquinas de sus
jeans unidos logrando que parte de su ropa interior quedase al descubierto,
realmente era muy incómodo sentir la penetrante mirada del joven doctor
fija en cada acción que osaba ejercer contra su propio cuerpo.
Lisa cerró los ojos en el momento que apoyó una de sus manos contra
uno de los reposabrazos de la silla agradeciendo mentalmente a su madre
por afirmar la otra esquina de esta.
La rubia sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al sentir las manos
del doctor tocando su piel para, luego sentir como este lentamente osaba en
desvendar su lastimado muslo, velozmente lo escuchó jadear provocando
que cerrase los ojos por instinto temiendo que el hombre la juzgara por lo
que tenía entre las piernas.
—¿Qué clase de accidente has tenido?, Digo nunca había visto un
hematoma de este tamaño—cuestionó el doctor con sorpresa mientras que
sus ojos seguían fijos en el color amoratado que envolvía por casi totalidad
el muslo de la muchacha—llamaré a una enfermera para que te lleve a la
habitación de rayos X, necesito asegurarme que esto no pase a mayores.
—¿A mayores?, ¿Qué tan grave es?—preguntó Sunmi, con preocupación
llevando por instinto su mano hacia el suave cabello de su hija.
El doctor hizo una mueca para luego suspirar.
—Mire Sra. Manoban, jamás en mi vida había visto un golpe de esta
magnitud, ni siquiera he querido tantear si realmente tiene una fractura o
no, con solo verlo sé que es algo que debemos tener en cuenta y por eso
quiero asegurarme con los rayos X—explico con tranquilidad, brindándole
una sonrisa de confianza hacia la tailandesa—todo saldrá bien, no te
preocupes—comentó con seguridad sin siquiera ser consciente que aquellas
palabras ya eran conocidas para la pobre rubia.
La misma enfermera que le había brindado la silla de ruedas, ingresó en
la habitación llevándose a la tailandesa en dirección de la salida, charlaron
de forma vana, Lisa no estaba prestando verdadera atención a lo que la
joven mujer le estaba comentando.
Luego, al llegar fue realmente incómodo para la extranjera el estar en
aquella habitación siendo acompañada por la enferma y otro par de
personas más, no había que ser muy inteligente para darse cuenta que las
tres persona mantenían sus ojos fijos en su entrepierna para luego dirigirse
hacia la verdadera zona afectada. Se tomaron su tiempo, para la suerte de la
joven los testigos abandonaron la habitación dejándola a solas con la gran
máquina de radiación.
Veinte minutos después, Lisa se encontraba sentada sobre la camilla, con
la chaqueta de su madre posada sobre su entrepierna, sus oscuros ojos
observaron al Dr. Kim mirando con determinación los resultados de los
rayos X, no supo cómo reaccionar en el instante que notó las comisuras
ajenas comenzando a elevarse dándole una imagen tierna del joven hombre.
—¡Vaya! ¡Buenas noticias Lalisa, eres una guerrera!—habló el Dr.
completamente emocionado mientras que, prácticamente saltaba de su silla
para dirigirse donde ella.
Sunmi se levantó también, siguiendo al doctor detrás de él en dirección
de su hija.
Lisa se tensó un tanto asustada de ver la emoción en el cuerpo del doctor,
su cuerpo se estremeció al sentir las manos de su madre posada sobre su
pierna sana.
—Ten una paleta, te la mereces—comentó entregándole una paleta roja—
retomando el tema, tu fémur no está fracturado, simplemente lo tienes
astillado de forma lineal—explicó con calma observando como Lisa,
simplemente asentía sin saber muy bien de que estaba hablando—mira, en
simples palabras, tu muslo esta delicado, te duele como un demonio, pero
aun si puedes caminar sin sentir que tu vida no vale la pena—aclaró
logrando oír como la muchacha se trapicaba y la Sra. Manoban
simplemente se reía—...—carraspeó avergonzándose de su actitud poco
ética—me disculpo—hizo una pequeña reverencia para luego proseguir—te
recetaré un par de calmantes, tienes estrictamente prohibido, el levantarte
de tu cama y hacer esfuerzos innecesarios, ¿Ha oído bien señorita?.
—¿Y si tengo que ir al baño? —cuestionó Lisa, con curiosidad
observando al joven doctor como se giraba caminando hacia su escritorio.
—Puedes levantarte para hacer tus necesidades y asearte, pero por lo
demás tendrás que estar en cama como mínimo una semana y con el muslo
vendado—ordenó escribiendo sobre su libreta lo que había comentado
minutos atrás—...—rasgó el papel caminando en dirección de la Sra.
Manoban—y para la otra—agregó posando sus ojos en las facciones de la
extranjera—no seas idiota y defiéndete—aconsejó dándole un sutil guiño.
La Sra. Sunmi rio como si el joven doctor fuese un viejo amigo de la
infancia, en cambio Lisa, no sabía dónde esconder toda la vergüenza que le
había causada aquella extraña conversación.
¿Estamos A Mano?

Narrador Omnisciente:
Habían transcurrido tres días; sesenta y dos horas desde la última vez que
Jennie, tuvo algún tipo de contacto con la rubia, para su mala suerte, su
padre la había castigado arrebatándole su teléfono móvil, con muchísima
suerte se las pudo ingeniar para contactar con Nayeon y las demás chicas, la
joven necesitaba hablar con alguien, necesitaba desahogarse con todo lo que
había sucedido entre ella y la tailandesa. La castaña anhelaba un par de
brazos reconfortante, necesitaba un poco de cariño, de seguridad, anhelaba
tener a Lisa a su lado.
Jennie escuchó el timbre indicando la salida, con lentitud se levantó de su
asiento recogiendo sus pertenencias, los días se habían vuelto aburridos,
completamente agotadores ahora que no podía ver la bonita figura de la
extranjera. La coreana abandonó el aula manteniendo su mirada fija en el
suelo, los pensamientos comenzaron a jugarle una mala pasada y aunque no
lo quisiese aceptar, aquello comenzaba abrumarla, ¿Cómo era posible que
todo se hubiese ido por el desagüe?, ¿En qué pensaba en el momento que
enfrentó a su padre?. A veces, cómo estos días, la joven se maldecía por ser
tan impulsiva, por no pensar en las consecuencias que sus decisiones fueron
capaces de causarle.
Escuchó un par de risas a lo lejos, por instinto la muchacha vio aquel par
castaño topándose con la oscura mirada de su ex novio; el joven Kai la
observaba con fijeza mientras que, sus gruesas manos se mantenían
aferradas en las caderas de una chica de cabello rojizo, el muchacho le
sonrió con arrogancia a la vez que notaba aquel sutil guiño bromista, como
si realmente le estuviese diciendo con tan solo verla "Que ella se lo había
perdido", Jennie no pudo evitar el reír, provocando que la mirada del joven
rápidamente se posaran en la desconocida que mantenía entre sus brazos, a
la coreana le divertida aquella situación; si tan solo el coreano supiera que
ella jamás fue capaz de amarlo, aquel pequeño ego masculino que él poseía
ahora mismo ni siquiera estaría existiendo.
Jennie siguió de largo pasando por completo de la mirada de odio que su
ex le estaba proporcionando, siguió su camino sin importarle siquiera el
saber que el pelinegro ahora mismo se encontraba insultando su vida, su
existencia más que nada. La coreana abandonó el pasillo chocando con una
que otra persona eufórica por huir de aquellas cuatro paredes que llamaban
instituto, la castaña llevó una de sus manos a la frente haciendo de visera
para poder ver el panorama sin sentir que sus ojos quemaban por la
intensidad del sol.
Rápidamente la joven se topó con una melena castaña seguida de un par
rubio y otra pelinegra, a veces se sorprendía como aquellas cuatro chicas
pasaban su tiempo juntas, como si verdaderamente no tuvieran vida social.
A la primera que pudo identificar fue a Nayeon; la pelinegra llevaba un
bonito top negro junto con un short color mezclilla, su compañera, Mina
llevaba el cabello amarrado como un tomate y un llamativo crop top verdes
con rayas blancas siendo acompañado por un short del mismo color.
Sana y Tzuyu estaban vestida casi de la misma forma, con la única
diferencia que la castaña llevaba pantalones oscuros y Sana una atractiva
falda a cuadros de color rosa pastel.
Jennie emprendió caminó hacia las cuatros jóvenes, sintiendo como su
mirada velozmente se desviaba en una mata de pelo castaña, por instinto la
joven giró su rostro observando con determinación como Bambam,
conversaba con tranquilidad con un par de muchachos de su misma edad.
La coreana apretó sus puños sintiendo la ira a flor de piel; él se
encontraba ahí de pie, completamente sano, mientras que su amada, debía
estar pasándola jodidamente mal en su hogar, todo por su maldita culpa.
La castaña no pudo evitarlo, sus tobillos se giraron en dirección del
menor tomando sus piernas rápidamente posesión de sus acciones.
—¡Bambam! —la voz de la joven salió completamente colérica llamando
por completo la atención del susodicho como también, el de la mitad de los
estudiantes que se hallaban por el estacionamiento.
El tailandes giró su rostro observando por sobre su hombro cómo, aquella
coreana furiosa se acercaba hacia él, su cuerpo se tensó a la vez que
quedaba de frente con la mayor.
—Y~Yo, lo sie...—sus torpes disculpas quedaron atrapadas en su
garganta, en el instante que el fuerte puño de la coreana se dio de lleno
contra su mandíbula.
—¡Jennie!—llamaron las cuatro chicas completamente sorprendidas de
ver a lo lejos a su vieja amiga golpeando a un pobre muchacho indefenso.
—No vuelvas a tocarla, imbécil—ordenó Jennie, en el instante que el
joven sintió la sangre caliente brotando desde el interior de su boca—con
esto estamos a mano—aclaró levantando su pierna para golpear con la suela
de su zapato el muslo del menor, escuchando su chillido de dolor.
Tzuyu fue la primera en llegar envolviendo sus brazos, sobre la cintura
de la coreana, con un toque de fuerza levantó la delgada anatomía ajena
alejando a la castaña del cuerpo abatido del menor.
—Maldición, ¿Qué te ocurre? —bramó la taiwanesa con molestia
mientras que giraba sobre sus talones en dirección del vehículo, siendo
rápidamente seguida por la japonesas y la pelinegra.
Jennie no dijo nada al respecto, ni siquiera intentó liberarse del fuerte
agarre ajeno, simplemente lo dejó pasar, se sentía tan bien consigo misma
que no le importaba en lo más mínimo que aquello le trajera repercusiones.
Tzuyu la bajó en el instante que quedó frente a la puerta del vehículo, con
amabilidad estiró su mano tomando la perilla de esta, para luego
simplemente abrir la puerta, haciendo un suave ademan dándole la
posibilidad de que la coreana ingresara en el interior del automóvil.
Jennie se adentró sentándose sobre los asientos de cuero, su cuerpo se
tensó en el instante que escuchó a las demás chicas ingresando en el
pequeño lugar, quedando Nayeon y Mina a cada lado de su cuerpo, mientras
que la taiwanesa y Sana se sentaba adelante.
La coreana mantuvo sus ojos fijos en sus enrojecidas manos y aquellas
peculiares manchas oscuras adornando sus nudillos, rápidamente lo
sucedido minutos atrás volvieron a invadir sus pensamientos, aun podía
sentir la dura mandíbula ajena retumbando sobre sus nudillos mientras
aquel suave jadeo de suplicio se colaba en sus tímpanos.
—¿Por qué lo has golpeado? —cuestionó Nayeon, mientras que apoyaba
su espalda entre la esquina de la puerta y el asiento.
La castaña suspiró posando sus manos entremedio de sus piernas,
intentando que las cuatro chicas restantes no fuesen capaces de ver la
magnitud del daño en sus nudillos.
—Se lo merecía—contestó Jennie, mientras se encogía de hombros
restándole por completa importancia a lo acontecimiento que la envolvían
con el joven tailandes.
—¿Se lo merecía?, Por Dios, Jennie, ese chico no tendría más de doce—
contestó Tzuyu desde el asiento de a lado —estoy casi segura que ni
siquiera se sabe defender, sería una completa suerte de que pudiese caminar
con normalidad luego de la salvajería que le has hecho—agregó con
molestia mientras que la rubia al volante estiraba una de sus manos para
atrapar el dorso de la morena.
Jennie apretó sus puños elevando la quijada, su ira se podía notar en
aquel par castaño como también en su quijada firmemente marcada.
—Tiene catorce, a punto de cumplir los malditos quince—bramó Jennie,
con molestia sintiendo la penetrante mirada de la morena fija en sus ojos—
y créeme, ese maldito demonio, lo tenía más que merecido—aclaró
desviando su oscuro par de ojos hacia el espejo interno chocando con la
mirada curiosa de Sana—¿Puedes llevarme a un lugar? —preguntó casi
sonando con desesperación.
—Claro, ¿A dónde te llevo? —preguntó la rubia con tranquilidad.
Y así fue como Jennie, junto con las demás chicas se dirigieron hacia el
hogar de Lisa, la coreana se mantuvo callada mientras que Nayeon,
intentaba a toda costa romper el incómodo silencio que se había creado en
el ambiente.
Luego de un par de minutos más de incomodidad, Sana estacionó su
vehículo sobre la acera. Jennie esperó con calma a que Nayeon, descendiera
del automóvil para ella hacer lo mismo después. Las cinco chicas se
encontraban fuera del auto, la castaña fue la primera en reaccionar
comenzando a caminar hacia la entrada del hogar de Lisa.
Las cuatro restantes siguieron su caminó en un completo silencio
observando con curiosidad como la castaña, estiraba su lastimada mano
tocando con la suavidad de sus nudillos la fría madera.
Pasaron un par de minutos hasta que la puerta se abrió dejando a la vista
el sorpresivo rostro de una mujer adulta.
—¿Jennie?, No deberías estar aquí—habló Sunmi, sonando más duro de
lo que tenía planeado sonar—digo, no es que no te quiera en mi hogar, solo
considero que a tu padre no le agradará la idea de que su hija visite a..
bueno, ya sabes cómo le dice—contestó sintiéndose un tanto incomoda de
las miradas de las desconocidas.
Jennie suspiró cruzándose de brazos.
—Me da igual lo que piense él, no puede alejarme de Lisa—contestó la
castaña mientras que observaba como la Sra. Manoban sonreía con alegría
—¿Podemos ver a Lalisa? —cuestionó logrando que la joven mujer diera
un paso hacia al lado abriendo la puerta por completo.
—Claro, está en su habitación—contestó Sunmi, observando como la
coreana ingresaba a su hogar seguida de las cuatro restantes—un gusto, soy
Sunmi Manoban, pero ustedes pueden llamarme Sunmi—se presentó con
amabilidad notando como las jóvenes desconocidas velozmente hacían una
reverencia.
—Un gusto Sra. Manoban—hablaron las cuatro a la vez ganándose una
carcajada por parte de la mayor.
—Sunmi, la Pelirroja con cara de perdida en la vida es Mina, la rubia es
Sana, la castaña con rostro de modelo es Tzuyu y la pelinegra es Nayeon—
presentó con rapidez Jennie, mientras que caminaba en dirección de las
escaleras.
—El gusto es mío, siéntanse como en su casa—habló la Sra. Manoban a
la vez que, con rapidez giraba sobre sus talones—yo seguiré con lo mío—
avisó perdiéndose entre el pasillo y la entrada de la cocina.
Jennie y las demás chicas subieron las escaleras siendo la castaña, la
primera en llegar a la segunda planta.
—Tzuyu, ¿Quieres saber por qué lo golpee? —preguntó la coreana
mientras que detenía sus pasos frente a la primera puerta del pasillo—por
esto—aclaró estirando su mano, para luego atrapar la manilla y girarla,
dejando a la vista el cuerpo abatido de una semidesnuda tailandesa sobre su
cama.
La coreana ingresó en la habitación escuchando un jadeo de sorpresa salir
de los cuatro pares de labios ajenos. Los ojos de Jennie, se posaron en el
cuerpo de la rubia, observando como su abdomen estaba al descubierto al
igual que su pierna malherida. La castaña alzó su quijada intentando desviar
su mirada del color verdoso que envolvía las costillas de su amada.
—¿Quién? —preguntó Nayeon, mientras caminaba en el interior de la
habitación observando las marcas moradas adornando la piel de Lisa—
¿Quién es capaz de lastimar a una persona de esta manera?—cuestionó
posando sus ojos en el sereno rostro de la joven.
Los ojos de la castaña se desviaron del rostro de la pelinegra hacia la
mirada cristalizada de la castaña.
—El pobre e indefenso niño de doce años—contestó Jennie, con
sarcasmo mientras que sus ojos se posaban en las tres restantes, notando
rápidamente como Mina, se sentaba sobre la cama—intenta no despertarla
—pidió observando como Sana tiraba de la mano de la morena para
sentarse ambas sobre el borde del colchón.
Jennie terminó por acercarse, sentándose sobre el pequeño espacio que se
había creado entre el borde de la cama y el cuerpo de la tailandesa.
—La golpeó tanto que ni siquiera fue capaz de levantarse por sí misma—
comentó la joven estirando su mano para acariciar el sedoso cabello de la
rubia—lo peor de todo, es que el cobarde fue tras mi padre—su voz cada
vez fue perdiendo más fuerza terminando por volverse un suave susurro—él
la lastimó más... y yo, yo no fui capaz de protegerla—admitió a la vez que
llevaba el dorso de su mano libre hacia su rostro intentando limpiar aquellas
resbaladizas lágrimas.
Lisa lentamente comenzó a moverse provocando que Mina junto con
Sana y Tzuyu se levantara de la cama sintiéndose un tanto incomoda de ver
como la joven malherida comenzaba a despertarse.
—¿Jennie?—cuestionó Lisa, con confusión sintiendo el pavor lentamente
subir por su anatomía provocando que, por instinto se sentara sobre el
colchón—m~mierda—jadeó al sentir una fuerte punzada en su abdomen y
muslo—vete, no deberías estar aquí—habló logrando sorprender a las
demás testigos.
Los ojos de la tailandesa velozmente se posaron en los rostros conocidos
provocando que frunciera el ceño—¿Qué hacen ellas aquí? Maldición Kim,
¿Quieres que tu padre te asesine?—cuestionó llevando sus dos manos hacia
el cobertor para tirar de aquello hacia sus caderas.
—Quería verte—admitió Jennie, escuchando un adorable "Aww" por
parte de Nayeon y Tzuyu siendo rápidamente seguido por un "Lo siento,
chicas" de ambas jóvenes.
—Y yo te quiero viva—bramó Lisa con molestia, mientras que,
rápidamente sus ojos se desviaban en la figura que pasaba con lentitud por
el pasillo—¿Bambam —cuestionó completamente sorprendida, ganándose
una mirada de sorpresa por parte del mencionado.
—Esta mierda se prendió—exclamó Nayeon quien, velozmente fue
golpeada por la palma de la pelirroja—lo siento—se disculpó acariciando
su lastimada nuca.
—Debe ser una maldita broma—gruñó Tzuyu, completamente
sorprendida de ver al joven de doce años arrastrando su pie malherido—
¿Qué hace él aquí? —cuestionó observando como la rubia, se levantaba de
la cama empujando un poco el cuerpo de la castaña.
—Agh... e~es mi hermano menor—admitió Lisa, sintiendo el intenso
dolor de su muslo haciendo acto de presencia—¿Quién fue?—preguntó con
ira mientras se acercaba hacia el aun sorprendido castaño—¿Quién mierda
fue Bambam? —bramó llevando sus dos manos hacia los hombros del
pequeño, notando como este simplemente agachaba su mirada.
—Fueron unos chicos de ultimo año—mintió el joven intentando a toda
costa, el no mirar en el interior de la habitación de la mayor—de todas
formas de igual—respondió dando un paso hacia atrás logrando que las
manos de la rubia, se alejara de su cuerpo—yo te golpee y ellos lo hicieron
por ti, así que supongo que estamos a mano—se encogió de hombros
restándole importancia al asunto—ahora, déjame en paz.
Lisa apretó sus dientes, dejando que el castaño se alejara por el pasillo.
—Idiota, trato de protegerlo y se comporta de esa forma—gruñó la joven
mientras giraba sobre sus talones, caminando con dificultad hacia el interior
de su habitación.
La rubia agradeció el hecho de que estuviese usando unos shorts, lo
suficientemente anchos para que nada extraño sobresaliese de ellos, ya tenía
suficientes problemas para agregar aquella incómoda situación a su lista.
—Lisa, vuelve a la cama—ordenó Jennie, observando como la joven
nombrada continuaba con su ceño fruncido.
Y quizás en otra ocasión Lisa, la hubiese mirada de forma descarada
soltando algún estúpido comentario morboso, pero en estos instantes, se
encontraba tan molesta consigo misma que no podía pensar en nada más
que lastimar a los responsables que hirieron a su pequeño.
—¿Sabes quién lo lastimó?—preguntó la rubia en el momento que se
recostó sobre las suaves sabanas de su cama, sintiendo como la coreana
velozmente la intentaba arropar con el cobertor de esta—Jennie, te he
preguntado algo—habló al percatarse que la joven la estaba ignorando.
—No lo sé, Lisa y sinceramente no me importa en lo más mínimo el
saberlo, él se merecía algo más que un par de golpes—contestó Jennie,
sintiendo la penetrante mirada de la rubia fija en sus facciones.
—Eso no te da derecho el golpearlo Jennie—contraatacó Lisa, a la vez
que sus ojos se posaban en los lastimados nudillos de la joven—deberías
ponerte hielo, te dolerá más tarde.
Jennie entreabrió los labios sorprendida mientras giraba su rostro
observando a las cuatro chicas restantes viéndola en un completo silencio.
—Se lo merecía—fue lo único que atinó la coreana en responder
escuchando el gruñido salir desde la garganta de la tailandesa.
—Aunque se lo mereciera, no debías, mierda Kim, ¿Acaso eres como él?,
Solucionando las cosas a golpes, ¿Ese es tu maldito plan? —cuestionó Lisa,
mientras se despeinaba su lacio cabello.
La castaña negó intentando el no volver a llorar en aquellos instantes.
—C~Cómo tu golpeaste a Kai—contraatacó Jennie, sintiendo como la
rubia atrapaba con fuerza el cobertor para apretar sus puños en él.
—Es completamente diferente, yo soy el fenómeno, no tú—respondió
Lisa, con simpleza mientras que, con rapidez soltaba un cansado suspiro—
no le vuelvas a golpear, ¿Esta bien? —ordenó con suavidad elevando su
mirada para mirar los cristalizados ojos de la mayor—...—giró su rostro
posando su mirada en el pequeño reloj que se hallaba apoyado sobre la
mesita de noche, notando lo rápido que había pasado el tiempo—deberías
volver a tu hogar, no quiero que tengas problemas por mi culpa.
Jennie se levantó en un completo silencio, girando su cuerpo hacia la
puerta, con rapidez la joven salió de la habitación murmurando un suave
"Adiós Lalisa" siendo completamente inaudible para la tailandesa.
Lisa cerró sus ojos echando su cabeza hacia atrás, completamente
decidida se levantó sin siquiera importarle que su pierna siguiese
constantemente jodiendole la existencia.
—Oye—llamó la rubia estirando su mano para atrapar el brazo de la
castaña—¿Nayeon? O ¿Yutzu? —preguntó confundida.
—¡Tzuyu! —contestó la castaña con emoción perdiendo por un par de
segundos el bonito color de sus ojos por culpa de sus regordetas mejillas,
haciendo un puchero.
Lisa rio entre dientes para luego proseguir.
—¿Me harías un favor?—preguntó notando como la castaña asentía con
su cabeza—¿Puedes asegurarte de que Jennie, llegue bien a su casa? —
pidió en un susurró observando como la joven estiraba su mano dejando al
descubierto su teléfono—¿Eh? No me malinterpretes, eres bonita, pero
estoy enamorada de Jennie.
Fue turno de la castaña en reír mientras que negaba con su cabeza.
—Tu no malinterpretes las cosas, anota tu número para que estemos en
contacto, así será más fácil poder hablar contigo si algo sale mal—
respondió Tzuyu a la vez que se encogía de hombros.
La rubia le sonrió estirando su mano, rápidamente atrapó el aparato
tecnológico apretando los números sobre la pantalla táctil.
—Estaremos en contacto, Lalisa —se despidió Tzuyu, girando sobre sus
talones para seguir los pasos de sus amigas—ah sí—giró su rostro
observando por sobre su hombro para ver los penetrantes ojos ajenos
posado en los suyos—le rompes el corazón a Jennieunnie y créeme que eso
en la pierna no será nada comparado con lo que te haré—amenazó dándole
un despreocupado guiño para luego seguir su camino hacia la salida.
No Puedes Morir, No Puedes Dejarla Sola

Narrador Omnisciente:
Los días transcurrieron con normalidad, Bambam intentaba evadir la
presencia de la castaña cada vez que tenía la mala suerte de toparse con ella
en los pasillos del instituto, mientras tanto, Lisa había logrado un lazo
afectivo con la joven castaña con extraña personalidad; Tzuyu todos los
días pasaba a verla aunque fuese por un par de minutos para asegurarse de
que ella se encontrase en perfectas condiciones.
La tailandesa se sentó sobre el colchón, apoyando la planta de sus pies
sobre la fría madera, sus ojos viajaron hacia su muslo notando el color
morado envuelto en la piel de aquella zona, a pesar de estar con
medicamentos y un constante masaje que ella misma se proporcionaba, aun
así le era muy difícil el mantenerse de pie por un periodo largo de tiempo.
La rubia suspiró llevando sus dos palmas al borde del colchón, los
músculos de sus brazos y abdomen se contrajeron en el instante que se
impulsó hacia adelante.
El calor era realmente abrasador en aquellas cuatro paredes, la tailandesa
completamente sudorosa llevó sus dos manos hacia su holgada camiseta,
despojándose con rapidez de aquella tela.
Lisa gruñó un tanto asqueada de sentir su propio sudor recorriendo su
espina dorsal, sus ojos rápidamente viajaron por la habitación observando el
causante de su sofocante habitación, sin esperar más, la joven extranjera
caminó intentando no apoyar todo su peso sobre su pierna lastimada, en
dirección de las ventanas.
Lisa estiró sus manos tomando el borde de madera, apretó con fuerza su
quijada sintiendo como el objeto se rehusaba en abrirse, la joven jadeó
sintiendo los fuertes latidos de su corazón chocando contra su caja torácica,
con los músculos tensos y los dedos aferrados en la ventana intentó
nuevamente subir la madera sintiendo como los músculos de sus hombros
se contraían con brusquedad.
De repente, para su suerte, el marco de está cedió con rapidez logrando
que la joven soltara un suave suspiro al sentir el aire fresco golpeando
contra su abdomen, los micros vellos de aquella zona se erizaron ante el
cambio climático en su piel, logrando que la extranjera diera un par de
pasos hacia atrás, intentando acostumbrarse a la brisa mañanera.
El cuerpo de la rubia se paralizó en el instante que escuchó un clic
seguido de una luz brillante viniendo de su espalda. La tailandesa con
rapidez se giró sintiendo un pequeño pinchazo recorriendo su muslo
lastimado, sus oscuros ojos viajaron por la habitación deteniéndose en
aquella joven de cabello castaño recostada sobre el marco de la puerta con
la cámara de su teléfono apuntando hacia su dirección.
—Jennie arderá de los celos—comentó Tzuyu, mientras comenzaba a
teclear sobre la pantalla de su móvil.
Lisa completamente avergonzada comenzó a caminar en dirección de la
castaña, sintiendo como su pierna resentida le obligaba a detenerse.
—Agh... Tzuyu, ni se te ocurra—bramó la joven con molestia apuntando
con su dedo índice hacia la taiwanesa—y lo digo muy en serio, no le envíes
esa foto—ordenó mientras que, con la mayor lentitud que le fue posible se
acercó a la castaña, observando como esta sonreía ignorando por completo
su presencia.
—Tarde—respondió la joven a la vez que giraba su muñeca, hacia la
dirección de la rubia dejando que esta fuese capaz de leer la conversación
que mantenía con la coreana—es la primera vez que he leído y oído a
Jennieunnie hablando tan bien de una persona que no fuese de ella misma...
dime Lisa, ¿Qué clase de embrujo le hiciste a la gatita? —cuestionó con
diversión sintiendo un fuerte golpe en la zona de su antebrazo izquierdo—
¡Hey! Relájate, ¡No! contra los golpes a las castañas—habló con emoción
elevando sus dos manos hacia el aire para luego simplemente sonreír con
diversión.
—Cierra la boca Tzuyu, hoy estás más estúpida de lo normal—contestó
Lisa, mientras hacia una mueca a causa del fuerte dolor que se instaló en su
muslo.
Tzuyu detuvo sus burlas en el instante que observó a la joven rubia,
retroceder con una clara expresión de dolor envuelta en sus facciones, con
rapidez, la castaña se acercó a la malherida envolviendo uno de sus brazos,
sobre la cintura de la contraria sintiendo la húmeda piel de su espalda
adhiriéndose contra su brazo. Quizás, en otro instante se hubiese burlado
ante el sudor que cubría el cuerpo de la joven, pero en aquel momento, al
notar que, Lisa realmente la estaba pasando mal, no pudo evitar dejar su
estupidez de lado.
—¿Qué sucede? ¿Lisa, estás bien? —cuestionó Tzuyu con preocupación
ayudando a la nombrada que tomase asiento sobre el colchón de la cama—
mierda, estas sudando—comentó en lo obvio observando como la
tailandesa, simplemente asentía soltando un suspiro.
Lisa intentó acomodarse sintiendo su cuerpo arder ante el calor del lugar,
se estaba consumiendo en la agonía del fuego inexistencia que envolvía su
anatomía.
—Sácame de aquí, el frío me está matando—pidió la joven admitiendo
las razones del por qué deseaba huir de su habitación.
La castaña frunció el ceño llevando una de sus manos a la frente de la
contraria, con rapidez la muchacha alejó su palma de la piel ajena con una
clara expresión de pánico envuelta en su rostro. Tzuyu se asustó, la rubia
frente a ella, estaba sudando como si hubiese corrido un maratón, pero su
comentario la había descolocado por completo, ¿Frío? Si con suerte aquella
tarde estaba siendo un día agradable.
—Estás con fiebre, llamaré a tu madre—avisó la taiwanesa, mientras
giraba sobre sus talones sacando su teléfono.
—No—ordenó Lisa, a la vez que se incorporaba sobre el colchón,
logrando tener toda la atención de su nueva amiga—ella está ocupada, no la
molestes por un poco de fiebre, estaré bien—habló observando como
Tzuyu, continuaba con su mirada de preocupación fija en sus ojos—ven,
toma asiento—pidió dándole unas suaves palmadas al espacio libre de su
cama.
La castaña se mantuvo estática en su sitio, sin estar del todo segura en
tomar la palabra de la rubia. Lisa al percatarse que la joven no iría hacia
ella, así que no le quedó más remedio que levantarse de la cama.
La tailandesa caminó en dirección de la castaña sintiendo un fuerte dolor
de cabeza que la hizo detenerse de inmediato, sus manos rápidamente se
adhirieron contra sus rodillas mientras que, un suave jadeo se desprendía de
su garganta sintiendo a su vez como su cuerpo se tambaleaba perdiendo por
completo el equilibrio.
—¿Lisa? —preguntó Tzuyu, confundida sintiendo su cuerpo paralizarse
en el instante que observó cómo, en cámara lenta la joven mencionada se
desplomaba contra el suelo—...—entreabrió sus labios sintiendo sus
pensamientos en blanco; se quedó ahí frente al cuerpo inconsciente de la
rubia, sobre el suelo de madera—j~joder—exclamó parpadeando con
rapidez, sin poder creer que Lisa, hubiese caído inconsciente frente a sus
ojos—¿L~Lisa?—repitió tragando a su vez aquel inexistente nudo que se
mantenía alojado en su garganta.
—¡Ay no, Jennie me va matar! ¡Levántate Lisa, joder, levántate! —
ordenó con desesperación mientras se acercaba al cuerpo de la nombrada,
permitiendo que, con rapidez sus rodillas colisionaran al lado de la rubia—
maldición, Lalisa ponte de pie—susurró tomando el brazo de la
inconsciente tailandesa, para luego simplemente tirar de su inerte cuerpo
contra su pecho—mierda, mierda, mierda... ––¡AYUDA! —gritó con fuerza
deseando que alguien fuese capaz de venir al rescate de la menor.
Bambam ingresó en su hogar dejando caer su bolso contra una de las
esquinas del pasillo, el muchacho suspiró con cansancio sintiéndose
realmente agotado por el estar todo el día evadiendo la existencia de Jennie
Kim. El cuerpo del tailandes se quedó de piedra en el instante que escuchó
un fuerte chillido proveniente del segundo piso, un mal presentimiento se
instaló en su pecho provocando que, con rapidez comenzara a correr rumbo
las escaleras.
—¡¿Lisa?!—preguntó el menor en el instante que quedó en el segundo
piso con su respiración entrecortada y el cabello despeinado, sus oscuros
ojos se encontraron con rapidez con una imagen que lo descolocó por
completo—¿Qué ha pasado? —cuestionó mientras ingresaba en la
habitación de su mayor observando a la castaña aferrando sus dos brazos
contra el cuerpo de la rubia—¿Q~Qué?—preguntó incrédulo dando grandes
zancadas hasta lograr quedar al lado de ambas chicas.
—No lo sé, no lo sé... s~se, se desmayó, y y~yo, yo no pude, no pude—
hablaba a tropezones la castaña, mientras que las lágrimas continuaban
descendiendo por sus enrojecidas mejillas.
El castaño observó el pecho de su hermana notando como este subía y
bajaba de forma lenta, rápidamente apretó sus labios llevando sus dos
manos hacia su corto cabello.
—¿Sabes conducir? —preguntó Bambam, hacia la castaña llorona
notando como esta continuaba sollozando sobre el cuerpo de su hermana,
molesto el muchacho estiró sus manos tomando con fuerza los hombros de
la joven—deja de llorar y ayúdame a llevar a Lisa, a un jodido hospital—
habló soltando las extremidades la muchacha—ahora, abajó, sobre la mesa
están las llaves de la camioneta, ve y búscala, mientras tanto yo bajaré a
Lisa—ordenó dándole un pequeño empujón al brazo de la contraria
logrando que la castaña, por fin fuese capaz de salir de aquel horrible trance
que le había atrapado por completo.
Tzuyu se levantó a la vez que, con el dorso de sus manos se limpiaba las
mejillas, sin esperar más, la muchacha emprendió camino hacia la salida
comenzando a correr por el pasillo para luego descender de a dos cada
peldaño.
Mientras tanto, Bambam se colocó de rodillas frente a su hermana, sus
oscuros ojos se quedaron fijos en las tranquilas facciones de la mayor
sintiendo su pecho estrujarse ante el pequeño tono amoratado que aún se
podía apreciar envolviendo su tersa piel.
—Lo siento—se disculpó a la vez que estiraba sus brazos llevando una
de sus palmas contra la espalda de la rubia mientras que la otra se dirigía
en la parte trasera de sus muslos—lamento todo el daño que te causé, Lisa
—continuó hablando mientras se levantaba con la joven sobre sus brazos
—... estarás bien, no puedes morir, no tú—susurró comenzando a caminar
hacia la salida de la habitación—Mamá no merece perder lo único bueno
que tiene en la vida, yo soy un desastre, estoy jodido de la cabeza, no seas
egoísta en dejarla con alguien como yo—pidió a la vez que abandonaba el
pasillo para comenzar a descender por los escalones.
Tzuyu abrió la puerta de la entrada en el instante que observó al castaño
descender de las escaleras con la rubia sobre sus brazos, sin esperar más,
ambos jóvenes salieron del hogar de la mayor corriendo en dirección de la
camioneta. La castaña fue la primera en llegar apretando el botón de
desbloqueo, para luego abrir una de las puertas del vehículo.
—Vamos, muévete—ordenó Bambam, mientras aferraba sus brazos sobre
los hombros de su hermana, intentando mantener el cuerpo de la joven
adherido contra su pecho.
La castaña tragó saliva a la vez que introducía la llave para luego girarla,
rápidamente el rugido del motor no se hizo esperar logrando que ambos
cuerpos conscientes se estremecieran por completo
Bambam apoyó su espalda contra el respaldo de su asiento al sentir como
su cuerpo se iba hacia atrás a causa de las altas velocidades que la joven al
mando estaba osando en rebasar.
Quince minutos después; Tzuyu estacionó de forma inapropiada la
camioneta mientras que su corazón, aún seguía descontrolado a causa del
pánico que la invadió al percatarse que, en dos ocasiones casi termina
incrustada en diferentes objetos de la cuidad.
Bambam fue el primero en bajar tirando del cuerpo casi inconsciente de
su hermana mayor.
—¿B~Bam? —murmuró Lisa, mientras que su cabeza se golpeaba contra
el hombro del menor al perder rápidamente el conocimiento.
Rápidamente el castaño comenzó a correr ingresando en el hospital, tal
grado era su desesperación que más de una ocasión chocó con distintas
personas que estaban ingresando en el lugar.
El tailandes aferró sus manos en el cuerpo de la rubia, intentando
mantenerla adherida a su pecho.
—¡Ayuda! ¡Necesito un médico! —suplicó el joven, observando como un
par de enfermeras se acercaban a él—se ha desmayado... no sé qué le
sucedió, está ardiendo y no ha dejado de sudar—comentó cediendo a las
dos mujeres que le arrebatan de sus brazos a su hermana mayor—no dejen
que muera—suplicó mientras se quedaba quieto observando atentamente
como colocaba sobre una camilla el cuerpo inerte de la tailandesa.
Tzuyu llegó a su lado un par de minutos después teniendo la oportunidad
de observar como la rubia desaparecía por uno de los pasillos del lugar. La
castaña giró su rostro desviando su mirada hacia la joven enfermera que
intentaba ser simpática con ellos.
—Está en buenas manos, mantengan la calma, mientras tanto pueden
quedarse en la sala de espera—avisó haciendo un ademán para que ambos
jóvenes se dirigieran hacia aquella publica habitación.
La castaña asintió con su cabeza haciendo una pequeña reverencia.
—Gracias—fue lo único que dijo mientras estiraba su mano atrapando el
brazo del castaño—vamos Bambam—habló tirando de aquella extremidad,
sintiendo como el nombrado simplemente aceptaba su destino arrastrando
sus pies en dirección de la sala de espera.
—Le avisaré a mi madre—comentó el castaño a la vez que se alejaba del
tacto ajeno, para caminar hacia una de las esquinas del lugar.
Tzuyu rápidamente introdujo una de sus manos en el interior de su jeans,
sintiendo con la yema de sus dedos su teléfono móvil, velozmente sacó
aquel aparato dejándolo posado sobre una de las palmas de su mano, para
luego simplemente desbloquearlo y dirigirse hacia el contacto de la coreana.
Al presionar el nombre de Jennie y observar como este pasaba a llamada,
se llevó con rapidez el aparato hacia su oreja sintiéndose un tanto
intranquila de tener que comentarle aquella noticia.
—...—la castaña mordió su labio inferior escuchando el clásico sonido
agudo que se creaba cuando su teléfono estaba en llamada—Hey, Jennie—
saludó un tanto nerviosa, instintivamente la joven se llevó sus dedos a la
boca comenzando a mordisquear el borde de sus uñas—Ah..am, se trata de
Lisa—comentó al oír la voz energética de la castaña—no, él la trajo, espera,
relájate... sí, lo sé, pero esta vez te juró que él no la tocó.
Mientras Tzuyu intentaba explicar la situación a una preocupada Jennie,
Bambam se hallaba en el otro extremo del lugar despeinando su cabello
completamente ansioso de oír la voz de su madre.
—Hola mamá—saludó el muchacho mientras caminaba de una esquina
hacia la otra, intentando de aquella manera el poder distraerse—sí, lo sé, no,
se canceló, sí, creo que por problemas de salud... ¿Lisa? Ella, bueno, te lo
explicaré —habló con calma posando de vez en cuando sus ojos en la
nerviosa castaña, que movía sus brazos; como si de aquella forma se le
hiciese más fácil el poder explicarse—está en el hospital... no, yo no fui, la
castaña la trajo, sí, ella me llamó—mintió sabiendo muy en el fondo que él
no tenía ningún derecho—no lo sé, se la llevaron unas enfermeras, ¿Qué?
Sí, ese hospital, está bien, sí, sí, yo le digo, está bien, sí... ¿Madre? Lo
siento muchísimo—finalizó la llamada la oír el suave "te quiero Bam" por
parte de su progenitora.
El castaño suspiró guardo su teléfono en la parte trasera de sus jeans, su
oscura mirada rápidamente se encontró con aquel par castaño observando
atentamente como las pequeñas gotas comenzaban a descender por su
bonito rostro. Bam la observó tomando asiento mientras que, sus delgados
dedos se iban hacia su cuero cabelludo, un tanto nervioso el joven se acercó
a la castaña tomando asiento a su lado.
—Ella estará bien—intentó Bambam convencerla, pero la realidad de las
cosas era que el joven a quien realmente intentaba convencer era a sí
mismo.
Tzuyu giró su rostro apoyando sus codos sobre sus rodillas, su
cristalizada mirada se quedó fija en las pequeñas marcas moradas que
adornaban el rostro del muchacho, velozmente frunció el ceño, notando su
incapacidad por ver la maldad en aquel par.
—No pareces un hijo de puta, ¿Por qué no se te nota? —cuestionó la
castaña, observando atentamente como el joven a su lado simplemente
sonría con amargura echando su peso hacia atrás.
—Porque tal vez no lo soy—respondió Bambam, mientras se encogía de
hombros logrando dejar con la duda a la joven mayor.
—Quizás tienes razón, tal vez solo eres idiota y ya—replicó Tzuyu,
logrando que el castaño frunciera el ceño—¿Bam? —preguntó llamando
por completo la atención del nombrado.
—¿Sí? —preguntó el joven sintiéndose nervioso por la penetrante mirada
de la mayor.
—Lisa es mi amiga... si vuelves a ponerle un dedo o ir a llorar donde el
padre de Jennie, lo que te cuelga entre las piernas, va a desaparecer, ¿Me
has entendido?—amenazó Tzuyu, con tanta firmeza que, sus palabras
lograron calar los huesos ajenos.
El castaño tragó saliva para luego simplemente asentir.
—¡Tzuyu! —llamó una voz femenina logrando que la mencionada y el
tailandes giraran su rostro en dirección del sonido.
Ahí venia Jennie; su bonito cabello castaño meciéndose a causa del aire,
mientras que, sus sonrojadas mejillas subían y bajaban por culpa de su
pequeño trote. En el instante que quedó frente a la mencionada sus brazos
se envolvieron sobre el cuello de la castaña, escondiendo su rostro entre sus
clavículas.
—Tranquila, el parásito de Lisa, no se irá con tanta facilidad de tu
corazón—bromeó Tzuyu, sabiendo que, sus palabras estaban lastimando al
castaño a su lado.
Jennie soltó una suave carcajada siendo ahogada por sus sollozos.
De repente, unos pasos resonaron por el pasillo logrando que solo
Bambam, fuese capaz de notar.
—¿Familiares de Lalisa Manoban?—preguntó una voz femenina
logrando tener la atención de los tres jóvenes.
—Soy su hermano/ somos sus amigas—hablaron los tres a la vez.
Tzuyu observó sorprendida a la coreana al oírla decir "Amigas" en vez de
otra palabra más cercana a lo que tenía con la tailandesa; la castaña se
esperaba de todo, menos amigas.
¿Verdadero Monstruo?

Narrador Omnisciente:
Jennie no fue capaz de reaccionar ante el alivio que le invadió en el
momento que escuchó a la doctora confesar que la tailandesa, se encontraba
bien aquello fue suficiente para que la coreana suspira sin siquiera estar
consciente de la falta de aire que mantenía en sus pulmones.
—La trajeron con cuarenta grados de temperatura, la fiebre elevada
provocó que su presión arterial aumentara, como también la frecuencia
respiratoria fuese anormal, ambas combinaciones fueron el detonante que
causaron que la paciente perdiera el conocimiento por una temporada
prolongada de tiempo—confesó la mujer mientras que, observaba los
papeles que mantenía sobre sus manos—le hemos suministrado un par de
medicamentos que lograron bajar su temperatura y estabilizarla...—agregó
soltando un suspiro para luego subir su mirada observando la preocupación
en los rostros ajenos—si les soy sincera, primera vez que he visto un caso
de sepsis que cause estos síntomas, es poco usual ver desmayo que se
prolonguen por más de dos minutos y por lo que usted comentó—comentó
observando al tailandes— la paciente estuvo inconsciente por más de diez
minuto—habló con un toque de preocupación en sus palabras.
Bambam se mantuvo con los brazos cruzados mientras que, a su vez, alzó
uno de sus manos llevándola en dirección de sus labios. Jennie giró su
rostro observando con sus párpados entrecerrados la preocupación reflejada
en las facciones del menor, la castaña no podía creer que el muchacho
estuviese demostrando interés por el estado la tailandesa, es que se le hacía
imposible aceptar que él estuviese verdaderamente preocupado por la rubia.
—¿Qué tan malo es eso? ¿Puede causarle algún tipo de problemas a la
larga?—preguntó Bambam, logrando tener la atención de la joven doctora
como también el de las dos castañas.
—Todo lo relacionado con la infección y pérdida de conocimiento, se
suele tomar con mucha preocupación, no quiero alarmarlos, pero necesito
que un adulto responsable para hablar de forma más detallada de el estado
de la paciente—confesó la doctora intentando no sonar lo suficientemente
ruda para incomodar a los jóvenes frente a ella.
Tzuyu continuó en un completo silencio sintiendo las calientes lágrimas
descender por sus sonrojados pómulos, la muchacha seguía sintiéndose
culpable por lo sucedido, aun cuando todos ahí presentes, sabían a ciencia
cierta que ella no tenía la culpa.
—¿Hay alguna posibilidad de poder verla? —preguntó Jennie mientras
que, con rapidez se acercaba a la silenciosa castaña, notando como la
humedad cada vez se volvía más visible en sus bonitas mejillas—está bien,
Tzuyu, no fue tu culpa—susurró contra la oreja de la nombrada
envolviendo velozmente su brazos sobre los hombros ajenos.
La mujer de cabello corto observó con una clara mirada enternecida hacia
la joven pareja frente a ella, rápidamente sus pensamientos le juraron una
mala pasada, provocando que tuviese un erróneo pensamiento de creer que
la castaña mantenía algún tipo de relación romántica con la castaña a su
lado.
—...—la doctora entreabrió sus labios para luego simplemente dedicarse
a pestañear con rapidez, queriendo de aquella manera tener la posibilidad de
volver a la realidad —por el momento no se ha habilitado los horarios de
visitas para la paciente, solo familiares tienen permitido el ingreso—
confesó observando a las dos chicas para luego pasar hacia el castaño—tu
puedes pasar.
Bambam frunció el ceño sintiendo su mandíbula desencajada de la
sorpresa, ¿Él? Se cuestionó sintiendo que no tenía el derecho de visitar a su
hermana. El castaño parpadeó para luego sacudir su cabeza sintiendo la
mirada de las tres restantes fija en sus facciones; como si estuviesen
esperando a que el hiciese algún tipo de movimiento como confirmación.
—Está en cuidados intensivos, tu solo debes dar tu nombre y te dejarán
pasar—habló la mujer mientras hacia una reverencia—si me disculpan,
debo visitar otros pacientes.
Jennie y Tzuyu se despidieron de la misma manera, terminando por
quedar los tres jóvenes en la sala de espera; se miraron entre sí, como si
estuviesen esperando la oportunidad ideal para expulsar todo lo que sus
pensamientos querían comentar.
La castaña fue la primera en reaccionar llevando sus dos manos a hacia la
cabeza mientras que, sus piernas comenzaban a tener pensamientos propios
obligando a la propietaria de aquellas extremidades el sentarse sobre una de
las tantas sillas del lugar.
Tzuyu le siguió el paso sentándose justo a su lado, la muchacha mantuvo
sus hombros encorvados mientras observaba sus enrojecidas palmas, aun
podía sentir las lágrimas descendiendo de su rostro, lloraba como si Lisa
hubiese muerto frente a sus ojos, pero es que ella lo sintió de aquella
manera, sintió como sí, verdaderamente la rubia hubiese abandonado su
cuerpo para dejar aquella bolsa de carne esparcida por el suelo de su
habitación.
La castaña se estremeció ante aquella realista imagen, una parte de ella
temió que su imaginativa mente fuese capaz de mostrarle parte de su
realidad, qué, efectivamente el saco de carne fuese real; que Lisa realmente
había muerto.
—I~Iré, am, yo iré a verla—avisó Bambam, mientras tragaba saliva y
movía una de sus manos apuntando con el dedo gordo de este hacia su
espalda.
Y aquellas vanas palabras se convirtieron en una fuerte bofetada para los
culposos pensamientos de la castaña, quien, por fin, gracias a Bambam,
tuvo la posibilidad de respirar con absoluta tranquilidad.
Jennie movió su cabeza en asentimiento mientras sentía su garganta
apretada y los ojos enrojecidos, la joven mantenía unas ganas tan grande de
desahogarse, de sollozar envuelta en los brazos de su madre mientras que,
entre hipos, confesaba sus grandes temores.
La castaña anhelaba poder decirle a su madre lo asustada que estuvo en
este mes, como, en tan solo dos ocasiones sintió que moría de la tristeza;
ver a Lisa completamente maltratada fue su primer temor, notar como ni
siquiera había sido capaz de levantarse por sus propios medios le hizo
sollozar en aquella fría habitación de su hogar, jamás en su corta vida había
odiado tanto a una persona como odió a su progenitor.
Ahora, aquel angustioso clima de hospital, estaba siendo su segundo gran
temor, saber que, Lisa se encontraba a un par de metros alejada de ella y de
toda posibilidad de contacto comenzaba a ser una completa tortura para su
ya, lastimado corazón.
Jennie suspiró a la vez que inclinaba su cuerpo hacia el de la castaña,
quien completamente despreocupada le dio el pase libre para que su cabeza
se recostara sobre su huesudo hombro.
Mientras tanto, en el mismo lugar un par de metros de diferencia, se
hallaba Bambam quien se mantenía estático observando desde la entrada de
la habitación como su hermana se encontraba pacíficamente descansando
sobre la cama. El joven tragó saliva apretando sus puños completamente
nervioso de ver aun las marcas moradas en algunas zonas del rostro ajeno,
sus músculos se contrajeron en el instante que observó cómo Lisa
lentamente comenzaba a despertar alzando su mentón hacia su dirección.
—¿B~Bam? —preguntó la rubia sonando casi sin voz.
El castaño parpadeó acercándose lentamente hacia uno de los laterales de
la camilla, sus ojos se veían intranquilos a la vez que sus palmas no dejaban
de sudar. Bambam quedó al lado de la rubia, sus manos por instintos se
adhirieron contra el borde de la cama observando a su hermana mayor con
una gran sonrisa plasmada en su demacrado rostro; como si, a pesar de los
golpes ella lo siguiese amando con toda su corazón.
—Hola, Noona—saludó el joven sintiendo sus ojos arder ante el
inminente llanto que osaba en brotar—¿Cómo te sientes?
—¿Cómo está Tzuyu? Debí aterrarla, ¿Verdad? —preguntó Lisa,
olvidando por completo el dolor de cabeza y la clara preocupación que su
hermano había transmitido en su ignorada pregunta.
El castaño la observó tomándose su tiempo para responder.
—Ella se siente culpable, creyó que habías muerto y sinceramente, no la
culpó, parecías estar verdaderamente muerta sobre el suelo—admitió
Bambam mientras que, rápidamente pasaba una de sus palmas por sobre su
desordenado cabello, dándole un aspecto de cansancio total.
La tailandesa lo observó notando como, aquel simple movimiento le
había sentado un par de años de más; se sorprendió de ver que Bambam ya
no tenía aquel dulce rostro de niñez, ahí en aquellas largas pestañas y cejas
prominente no quedaba rastro de la dulzura de su mirada.
—¿Y Jennie? —preguntó Lisa, sabiendo muy bien que aquel nombre
estaba prohibido entre los dos.
Bamba apretó su mandíbula para luego desviar la mirada, parecía
incómodo y la rubia no lo culpaba, ella también se sentía de la misma forma
al preguntarle por su amada, pero era necesario, muy necesario para ella.
—No la he visto—mintió sin siquiera inmutarse en el proceso.
Lisa guardó silencio sintiendo algo extraño quebrándose en su interior, se
ordenó a si misma el no llorar quizás, solo quizás, simplemente no le habían
avisado, oh la joven realmente quería pensar en eso y no en el hecho de que
a Jennie le había dado igual su visita en el hospital.
El castaño observó como la rubia, intentaba no posar sus ojos en su
rostro, pudo notar su mentón temblar como también el fuerte agarre de sus
puños ejerciendo presión sobre las mantas.
—Quizás ahora está allá afuera—intentó Bambam, animar el rostro sin
vida de la mayor, sintiéndose idiota por mentirle de aquella manera—mira,
de todas formas, creo que es lo mejor, ¿No?—cuestionó logrando que la
rubia se giraba observándolo con confusión—Jennie no ha traído nada
bueno en nuestras vidas, antes...—el joven giró su rostro buscando una silla
en la habitación—antes éramos unidos— admitió mientras estiraba su mano
atrapando con sus dedos el respaldo de la silla.
Rápidamente la arrastró colocándola junto a la camilla—¿Míranos
ahora?, Peleando por una chica—intentó persuadirla a la vez que estiraba su
mano derecha para atrapar la palma de la rubia—¿Realmente ella vale la
pena Noona?.
La joven lo observó viéndose incapaz de responder a su pregunta, no
porque la respuesta no fuese de su grado, ni mucho menos por que creyese
que Jennie no valía la pena, sino más bien, porque no tenía palabras que
fuesen lo suficientemente sinceras para expresar el sinfín de cosas que la
castaña causaba en su interior y como de aquellas, era una de las miles de
razones del por qué Jennie Kim valía por completo la pena.
La Sra. Manoban corrió por el pasillo llegando a la habitación de espera,
sus cristalizados ojos se encontraron con la imagen de las dos castañas
abrazadas mientras intentaban controlar su llantos. Aquella imagen le había
hecho creer lo peor, con sus piernas como gelatina se aproximó hacia las
jóvenes mientras que negaba con su cabeza sintiéndose completamente
incapaz de procesar la idea de una vida sin su pequeña.
—¿Sra. Manoban?—preguntó una voz femenina detrás de ella,
provocando que la mencionada rápidamente se girara.
La doctora le sonrió sintiéndose aun molesta de ver el cuerpo de su
paciente.
—¿S~Sí?—preguntó Sunmi, sintiendo un nudo la boca de su estómago.
—Su hijo la describió bien—intentó halagarla siendo el resultado un
completo fiasco—...—carraspeó estirando su mano para estrecharla con la
mayor—soy Yoo Jeongyeon, el médico a cargo de su hija y la mujer a mi
lado es Lee Hi de servicios sociales.
Aquellas palabras fueron como un balde de agua fría para realidad de la
Sra. Manoban, quien, velozmente sintió su cuerpo completamente tenso,
mientras que su respiración quedaba atrapada en sus pulmones.
—¿P~Por qué? —preguntó con cierta incrédula en su voz, observando
como la doctora se rascaba su cuero cabelludo con una mueca de disgusto
total implantada en sus facciones.
—Normas del hospital... ¿Usted sabia de las lesiones que padece? Se
estaba recuperando de un grave golpe en sus costillas y una fisura en su
fémur—aclaró Jeongyeon mientras observaba como la mujer rápidamente
se echaba a llorar suplicando, porque no le arrebatasen a su pequeña.
—Tiene diferentes hematomas esparcidos por su rostro y abdomen, según
los análisis que se le realizó, tiene una cantidad razonable de cicatriz
anteriormente curadas por diferentes golpes realizados en su vida...
¿Realmente desconocía esta información, Sra. Manoban? —cuestionó Lee
Hi con un claro notorio de molestia en su tono de voz—por lo que he leído,
tiene dos hijos, ¿Verdad?, Ambos menores de edad—continuó con su
información logrando llamar la atención de las jóvenes absorbidas en su
tristeza—su estado civil nos dice que está casada, pero su esposo no vive
con usted, ¿O me equivoco?.
Sunmi se sentía tan abrumada por las palabras de ambas mujeres que no
tuvo más remedio que asentir con su cabeza.
—¿Qué sucede? —preguntó Jennie, en el momento que se percató de
aquella agresiva actitud que estaba tomando la pelinegra frente a la mujer
mayor—¡Hey! ¿Qué les sucede? No se dan cuenta que ya está lo
suficientemente preocupada por el estado de Lisa—increpó a la vez que
pasaba uno de sus brazos por sobre los frágiles hombros de la mujer
destruida—dejadla en paz.
—Por favor, no te metas, esto es realmente serio—bramó Lee Hi, quien
no tenía temperamento para las situaciones donde menores de edad se veían
envueltos en malos tratos—Sra. Manoban, tenga—habló estirando un sobre
para que la mencionada fuese capaz de aceptarlo—una orden con el
juzgado, me temo darle la noticia que tendremos que llevarnos a sus hijos a
un hogar de menores por lo que dure la investigación.
Jennie jadeo mientras que Tzuyu mantenía su ceño fruncido, sintiéndose
completamente perdida por lo que estaba sucediendo.
En cambio la Sra. Manoban, aceptó el sobre sintiendo sus manos temblar
como también sus muslos, el pánico y la agonía por perder a sus polluelos
cada vez se intensificaba más.
—Buenas tardes—se despidió Lee Hi, haciendo una referencia sin antes
observar con una gran satisfacción envuelta en su mirada, como la mujer
frente a ella quedaba completamente destrozada—intentaremos
contactarnos con su esposo, quizás él pueda hacerse cargo de sus hijos.
Y aquel instante, fue el momento en que Sunmi deseó morir, cualquier
cosa era mejor que observar como sus bebés se iban con el verdadero
monstruo.
¿Alma Envenenada?

Narrador Omnisciente:
Lisa observó a su hermano descansando sobre el borde de la camilla; su
pómulo derecho sobresalía al tener la otra mejilla apegada contra el colchón
a la vez que su claro cabello corto se esparcía por alrededor de las
blanquecinas sabanas y su cabeza, la rubia se acomodó sobre la suavidad de
las almohadas permitiendo que el joven frente a ella fuese capaz de tener
mayor comodidad, sus ojos oscuros se posaron en las facciones del menor
teniendo la ligera curiosidad por saber que era lo que estaba soñando, ¿Con
quién soñaba?. Y ¿Por qué razón lo hacia sonreír?.
Luego de un par de minutos la tailandesa decidió alejar su mirada del
rostro ajeno concentrándose en sus delgadas manos, rápidamente los malos
pensamientos vinieron a ella; ¿Cómo era posible?. Se cuestionó mientras
que, una dolorosa sensaciones de angustia se instaló sin permiso en su caja
torácica, ¿Por qué no vino a verla?. Se preguntó intentando poder buscar
una respuesta razonable a sus dudas, Jennie no era así y eso Lisa lo tenía
más que claro, a pesar de todo, a pesar de las mil cosas que la joven coreana
cometió, los miles de errores que ejerció creyendo que la cuidaba, que la
protegía, jamás, nunca jamás, la mayor había osado en dejar de verla
cuando ella estaba mal, cuando la necesitaba de verdad.
Y entonces llegó a esos pensamientos que intentó vanamente dejar pasar,
aquellos que le gritaban que tal vez Jennie si estaba allá, afuera, esperando
por ella, esperando por ver su rostro y decirle el momento de angustia que
pasó por lo sucedido, pero ¿Realmente sus pensamientos tenían razón?.
Sus ojos se volvieron a posar sobre las pacíficas facciones del menor
recordando que ya no podía confiar en él, sus palabras ya no eran válidas
para ella, simplemente él había perdido el beneficio de la duda.
Lisa suspiró echando su cabeza hacia atrás, ¿Dónde había quedado su
pequeño Bambam?, ¿En qué momento se había marchado?. Sus ojos se
llenaron de lágrimas ante el vivido recuerdo de un pequeño muchacho de
cinco años sentado sobre la incómoda arena de la playa, sonrió por instinto
recordando como el joven tailandes se llevaba sus pequeños puños
envueltos en arena hacia la boca.
Aquel momento fue uno de sus mejores recuerdos, no por el hecho de
que Bambam se ahogó con el sabor desagradable de la suciedad, ni mucho
menos porque luego de aquello no dejó de llorar, sino porque aquel instante;
fue uno de los pocos momentos donde vio a su madre estar con completa
tranquilidad, donde pudo percibir la calma envuelta en su mirada y esa
sonrisa amorosa que jamás abandonaba su rostro, a pesar de todo dolor, a
pesar de que el mar no estuviese en calma, ella siempre se mostraba feliz
ante sus ojos.
La rubia escuchó un suave toque proveniente de la puerta, rápidamente
llevó sus dos manos hacia el rostro limpiando todo rastro de lágrimas que
pusiesen delatar su llanto.
—Adelante—permitió la joven logrando que su hermano levantara su
cabeza con los ojos entrecerrados y los labios entreabiertos con una clara
muestra de confusión implantada en sus facciones.
—¿Q~Qué sucede? —cuestionó el castaño mientras que se incorporaba
volviendo a apoyar su espalda sobre el respaldo de la silla, la mirada del
muchacho se posó sobre el rostro de su hermana notando como esta
observaba algo proveniente de la puerta, con un claro desconcierto giró su
rostro hacia el lado contrario observando a una mujer bien vestida para en el
umbral de la entrada
—¿Hum? ¿Hola?—saludó sin saber si estaba correctamente dirigirse de
aquella forma.
La mujer de cabello negro y de contextura delgada le sonrió de aquella
manera que lo hace la gente para decirte algo malo; como, cuando algún ser
querido fallece y un pobre alma triste y desolada tiene que encargarse de
darte la noticia, de aquella manera sintió Lisa que la mujer los observaba, al
parecer estaba por confesarles que alguien había abandonado el mundo de
los vivos.
—Un gusto, me presento; soy Lee Hi—se presentó mientras caminaba
quedando frente a Bambam, quien rápidamente estiró su mano atrapando la
delgada ajena.
—El gusto es nuestro, yo soy Bambam Manoban y ella es mi hermana
mayor, Lisa—contestó el castaño con amabilidad aprovechando la
oportunidad para presentarse de forma agradable.
—¿En qué podemos ayudarle? —preguntó con un deje de simpatía en sus
palabras, aquella que tanto la tailandesa aborrecía oír.
—Bueno... el hospital me llamó, soy de servicios sociales—confesó la
mujer siendo aquellas simples palabras lo suficientemente dolorosas para el
frágil corazón de Lisa.
Y estaban, las malas noticias, el fallecido, aquella mujer fue la triste alma
desolada que debió confesarles su mayor temor. La tailandesa entreabrió sus
labios a la vez que sacudía su cabeza en negación, ¿Por qué llamaron?.
Claramente ella no sufría maltratado en su hogar, por Dios, su madre ni
siquiera le alzaba la voz, simplemente aquella dulce mujer se le hacia
incapaz discutir con sus pequeños bebé.
Mientras que Lisa se dedicaba a discutir en sus pensamientos intentando
encontrar el verdadero motivo del por qué aquella mujer se encontraba
ahora mismo en su habitación, no fue capaz de percatarse como el castaño
se levantaba complemente sorprendido de oír a la mayor.
—El hospital ha cometido un error, lo siento mucho señorita Lee, pero mi
madre jamás me ha puesto un dedo encima—confesó Lisa alzando sus ojos
para encontrarse con la mirada perdida de su hermano y el ceño fruncido de
la pelinegra—lamento que haya perdido su tiempo.
La pelinegra mayor giró su rostro observando como el castaño jugaba
con sus dedos con nervios, una clara y errónea idea se le vino a su mente.
Lee creyó firmemente que el joven sufría maltratos y que intentaba
ocultarlo con aquel ensordecedor silencio.
—Su cuerpo dice lo contrario, Señorita Manoban, me han llamado por
los hematomas que tiene; por el daño en su muslo, y el delicado estado en
que se encuentran sus costillas—respondió Lee Hi mientras que sus ojos
viajaban del menor hacia la joven sobre la camilla—los llevaremos a un
lugar seguro.
La tailandesa mordió su labio negando con su cabeza, se rehusaba ir con
ella, se rehusaba abandonar todo lo que amaba.
—¡Mi hogar es seguro!... ¡¿Si quiera ha pensado acoso escolar?!, ¿Qué le
hizo creer que era mi madre y no un compañero de instituto?—bramó Lisa
con molestia logrando que sus palabras dieran un fuerte golpe a los
pensamientos de la mayor.
—viene aquí, le hace pasar un mal rato a la única mujer que me ha
aceptado tal y como soy, sin juzgar, sin abandonarme, ¿Y tiene el puto
descaro de tacharla como una mala madre?—cuestionó soltando toda la ira
que la envolvía notando como su hermano caminaba hacia uno de los borde
de la camilla.
—soy mayor para decidir que quiero, ¿No? —preguntó a la vez que su
respiración se volvía entrecortada—pues decido quedarme al lado de mi
madre.
—Hace un par de semanas atrás, me abofeteó... dos veces—confesó
Bambam viéndose incapaz de observar a su hermana, quien había
entreabierto sus labios con completa sorpresa e incredulidad.
Lee Hi sonrió como si hubiese escuchado el secreto del universo, sus
oscuros ojos brillaron con intensidad mientras se acercaba al castaño
posando su delicada palma sobre el hombro del menor.
—Tienes razón Lisa, no puedo obligarte a venir conmigo, pero Bambam
tiene que venir sí o sí—respondió la mayor notando como la tailandesa
apretaba sus puños desviando su mirada.
—Comete un error Sra. Lee—gruñó Lisa a la vez que se armaba de valor
girando su rostro para observar las facciones del menor—y tú deberías
sentir vergüenza de tu existencia. Ahora, largo—habló con tanta amargura
en sus palabras que no le importó ver las lágrimas descendiendo por el
rostro del castaño, porque, por primera vez en su vida, realmente estaba
odiando el nacimiento de Bambam.
El joven castaño salió de aquel incómodo ambiente siendo seguido por la
pelinegra mayor, Lisa se quedó en el interior de la habitación con su
respiración agitada y los puños envueltos sobre las sabanas, la joven no lo
toleraba más; con angustia llevó una de sus mano hacia su bata de hospital
bajando aquella incómoda prenda para notar los circulares parches que se
mantenían adheridos en el esternón y por otras zonas de su pecho.
Los arrebató con ira, tomando la estúpida decisión de tirar el catéter que
se mantenía sobre el dorso de su mano izquierda, dejando que el suero que
viajaba por aquella vía terminase desparramado sobre el suelo.
Lisa abrió las sabanas de la camilla dejando su cuerpo al descubierto. Se
sentó sobre el colchón dejando sus piernas colgando en la nada misma, la
joven se tomó su tiempo, aun podía sentí el intenso dolor en su sien como
también el frío recorriendo su espalda.
—A la mierda—susurró bajándose de la cama, sintiendo como casi
perdía por completo el equilibrio al apoyarse con su muslo delicado, por
instintos sus dos manos se adhirieron contra el borde de la cama
agradeciendo mentalmente que aquello se encontrase justo a su lado.
—maldición—gruñó abriendo sus labios para tomar grandes bocanadas
de aire.
La tailandesa buscó rápidamente con su mirada algún indicio de ropa
limpia, para su grata sorpresa pudo ver el pantalón ancho que había
utilizado por última vez, con lentitud comenzó a caminar hacia aquella zona
sonriendo con verdadera emoción al darse cuenta que no tendría que salir
con aquella fea bata barata.
La poca felicidad que había inundado el cuerpo de la rubia rápidamente
se esfumó al ver que, ahí frente a sus ojos en vez de que hubiese una
camiseta holgada lo único que podía notar era su sostén deportivo oscuro.
—No me jodas—bramó con una clara molestia en sus palabras.
Luego de un par de minutos Lisa había tomado la decisión de abandonar
aquella incómoda habitación, sintiendo el frío penetrando la planta de sus
pies, caminó sintiendo la miradas curiosas de las enfermeras que pasaban
por su lado, la joven no las podía culpar, no todos los días se veía una
demacrada tailandesa con el abdomen amoratado y semidesnuda.
—¿Lalisa?—cuestionó una voz femenina completamente desconocida
para el oído de la nombrada.
—¿Qué haces aquí? Todavía no te he dado el alta—regañó la Doctora
mientras se acercaba a la rubia tomando con un toque de fuerza el brazo
ajeno—vuelve a tu habitación y no te muevas de ahí.
—¿Y qué harás sí no lo hago? —gruñó Lisa con un claro tono de burla en
sus palabras.
––¿Llamarás a servicios sociales? —cuestionó con sarcasmo soltándose
velozmente del agarre de la mayor—estoy respiración y mi corazón sigue
latiendo, significa que estoy bien—aclaró para luego girarse comenzando a
caminar nuevamente hacia su destino principal.
La Doctora se quedó de pie observando como su paciente se alejaba por
el pasillo.
Lisa mientras tanto, arrastraba su pie mal herido intentando no apoyarse
con aquella extremidad, la joven se sentía hirviendo de la rabia, podía aun
sentir la ira burbujeando en su abdomen; como si estuviese a punto de
explotar.
—¿Lisa? —preguntó una suave voz en el instante que la mencionada
caminaba por la sala de espera.
La tailandesa giró su rostro con los puños apretados, odiando con todas
sus fuerza todo lo relacionado con su nombre, ¿En qué momento se había
vuelto tan popular?. Se preguntó con un claro deje de molestia envuelta en
aquel par oscuro.
Lisa mantenía los hombros tensos, en el momento que observó la voz
ajena sintiendo como toda molestia se desvanecía por completo.
—¿Jennie?—cuestionó la joven completamente sorprendida de ver a la
castaña parada frente a ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con una clara emoción envuelta en todo
su ser.
La rubia se sentía como una pequeña niña emocionada de ver a su artista
favorita, como el típico niño entusiasmado por navidad, aquel que no dejaba
de joder a sus padres para que estos se levantaran de sus camas y así, de
aquella manera él fuese capaz de ir abrir lo que sea que el "Santa Claus", le
hubiese dejado de regalo.
El rostro de la menor enrojeció del mismo color que el rojizo de los
semáforos, en el instante que sintió los brazos de Jennie envolviendo su
cuerpo dejando que sus delicadas palmas se adhirieran contra la desnudez
de su espalda.
Lisa jadeó en el momento que la boca de la castaña chocaba contra el
hueco de sus clavículas, dejando que esta fuese capaz de posar un tierno e
inocente beso en aquella zona.
—Me has asustado—admitió la coreana en un hilo de voz, mientras que
sus manos aún se mantenían fijas contra la espalda ajena—no vuelvas a
desmayarte, Panpriya.
La tailandesa sonrió, aun, cuando no le agradaba el hecho que la
llamaron por aquel nombre, pero esta vez venia de Jennie y todo lo que
saliese de sus bonitos labios para la rubia era lo mejor del mundo.
Lisa sintió como la castaña se alejaba de su cuerpo perdiendo por
completo aquella calidez que la envolvió por algunos segundos, su inquieta
mirada viajó hacia los labios de la coreana anhelando el unirlos en un
delicioso beso, pero para su mala suerte, unos fuertes brazos la hicieron
jadear de la sorpresa.
—Lo siento, Lisa—susurró Tzuyu desde su espalda estrujando sus brazos
por debajo de sus costillas, logrando arrebatarle por completo el oxígeno.
—No quise, yo no quise que te sucediera esto—hablaba con rapidez
dejando que las palabras quedasen ahogadas entre su llanto.
—Tzuyu, la estas asfixiando—comentó Jennie, con preocupación a la vez
que se acercaba a la castaña, tirando de su cintura para alejarla del cuerpo
de Lisa—idiota, esta delicada.
—Estoy bien—replicó Lisa mientras se giraba estirando su mano para
acariciar el cabello de la castaña—no ha sido tu culpa, Tzuyu, ¿Entiendes
eso, verdad?—cuestionó sintiendo los brazos de la taiwanesa envuelto en su
torso.
A Lisa no le solía agradar mucho el contacto ajeno sobre su piel
expuesta, pero se trataba de Tzuyu, en tan poco tiempo se había percatado
lo sensible que era la joven y como todo lo relacionado con la gente que ella
apreciaba podía romperla por completo si estos salían lastimado de alguna
manera.
Tzuyu, era como una pequeña hermanita, algo torpe y despistada, pero
una Hermanita al fin y al cabo.
La tailandesa alzó su mirada envolviendo sus brazos por sobre los
hombros de la taiwanesa, dejando que esta terminase por apegarse a su
torso, sus oscuros ojos viajaron por la habitación percatándose de la
presencia de Nayeon, Mina y la rubia que supuso que se trataba de Sana.
—Hola chicas—saludó Lisa sintiendo la penetrante mirada de la rubia
fija en su rostro.
Aquel par de ojos logró incomodar a la tailandesa, quien, de forma
cobarde dió por finalizado el contacto visual observando a Jennie.
Para su mala suerte está también la estaba observando de la misma
manera, logrando que, al final rompiera aquel amistoso abrazo.
—¿Han visto a mi madre? —preguntó la joven envolviendo sus brazos
sobre su abdomen, al sentirse completamente cohibida por las miradas de
las amigas de la castaña.
—Le he dicho que fuera descansar, creí que te tendrían por más tiempo—
admitió Jennie mientras que, con lentitud se acercaba a la rubia en busca de
calor corporal.
Lisa observó a cada una de las chicas, para luego simplemente suspirar.
—Se suponía que me dejarían por más tiempo—confesó la joven
mientras se encogía de hombros completamente despreocupada por su
salud.
—Pero bueno, ¿Vamos? Tengo cosas más importante que estar aquí—
comentó girándose sobre sus talones importándole bien poco si las demás la
estaban siguiendo o no.
Y es que Lisa había cambiado, la bondad de su alma se había estropeado
por culpa de su hermano menor; aquel pequeño diablo se dedicó a
envenenar la paciencia que alguna vez poseyó.
La tailandesa solo esperaba que las acciones de Bambam, no hubiesen
envenenando la bonita alma de su madre o peor aun, la de Jennie Kim.
Madre e Hija Y Confesiones

Narrador Omnisciente:
Las chicas habían dejado a la tailandesa frente a la puerta de su hogar,
Jennie había insistido el quedarse para asegurarse de que todo estuviese
bien en su familia, cuando Lisa escuchó aquellas palabras no pudo evitar el
reír, ¿Qué todo estaba bien?.
Se cuestionó la joven con una sonrisa socarrona envuelta en sus labios, la
joven estaba sufriendo, su familia se había ido en picada mientras que, lo
que sea que quedaba de cariño por su hermano menor se había esfumado
por completo, ya no había familia Manoban, tan solo eran Lisa y Sunmi,
nadie más que ellas dos.
La rubia consiguió que la coreana terminase por ceder a sus palabras
girando sobre sus talones para seguir el anterior camino que habían
ejercidos las demás chicas.
Ahora, en el presente Lisa se hallaba en el pasillo de la entrada con sus
manos sudando por los nervios y los hombros completamente tensos, la
jóven caminó en descalza sobre el frío suelo de madera mientras que, sus
ojos viajaron inquietos por las paredes del lugar intentando encontrar
rápidamente a su madre. Luego de un par de segundos la muchacha quedó
en el marco de la habitación, su mirada se posó en el pequeño bulto que se
había creado en el sofá, no le tomó mucho tiempo identificar la susodicha
envuelta entre aquella comodidad, en realidad, lo supo de inmediato, ahí
estaba; su progenitora, la mujer se hallaba envuelta en una cobija de tonos
claros mientras que, entre sus manos sostenía una camiseta azul y un buzo
de color rojo. Lisa pudo reconocer aquellas prendas, se trataba de su
hermano, la joven tragó saliva sintiendo su tráquea cerrarse a causa de
aquella imagen; su madre sufría y ella no había hecho nada para impedirlo.
La joven avergonzada se terminó de acercar a la sollozante mujer
observando cómo su madre sostenía con todas sus fuerzas aquellas
insignificantes telas.
—Mamá—llamó Lisa logrando que la mujer girara su rostro observando
por sobre su hombro el preocupado rostro de su pequeño bebé.
—¿L~Lalisa?—preguntó Sunmi, intentando no sollozar nuevamente, así
que simplemente se quedó ahí, estupefacta ante lo que sus ojos estaban
admirando.
Se trataba de su pequeña, de su preciosa princesa frente a sus ojos, Sunmi
se tomó su tiempo en reaccionar, no se la habían llevado, se dijo a sí misma
intentando que, aquellas palabras fuesen lo suficiente claras en su mente
para hacerla entrar en razón.
—¿No te llevaron?—cuestionó la mujer aún siendo incapaz de poder
asimilar todo lo que estaba viviendo—¿Por qué no te llevaron?—siguió con
su interrogatorio girando su cuerpo por completo para ver con mayor
comodidad el rostro de su hija—m~mi bebé—susurró con su mentón
temblando ante aquellas lágrimas que amenazaban con huir.
Lisa suspiró sintiendo las palmas de su progenitora atrapando sus
pómulos.
—No te llevaron—repitió Sunmi tirando del rostro de la joven para
obligar a que esta se escondiera en su hombro derecho—estaba tan asustada
—admitió envolviendo sus brazos sobre el torso desnudo de la joven, se
mantuvieron en aquella posición, en un silencio cómodo, pero para la
desgracia de la tailandesa aquello no duró mucho tiempo—Lalisa...—llamó
rompiendo por completo el abrazo.
—¿Sí?—preguntó la nombrada observando cómo las lágrimas
comenzaban a descender por las mejillas de su madre—mamá... Por favor,
no llores.
—Se lo llevaron Lalisa, se llevaron a mi bebé... Mi Bambam—sollozó el
nombre de su hijo llevando sus dos manos hacia su rostro— Si tan solo,
s~si tan solo no lo hubiese abofeteado, si le hubiese preguntado el cómo se
sentía, tal vez, tal vez, él estaría aquí—hablaba con tal arrepentimiento que
la rubia frente a ella no pudo evitar apretar su quijada.
—Fuiste una buena madre, fuiste la mejor madre que ese imbécil pudo
tener en su asquerosa vida—bramó Lisa sorprendiendo por completo a la
mujer que limpiaba en silencio sus lágrimas—Bambam... Ese desgraciado...
Ese imbécil—y mientras más lo insultaba, más se hacía notar el recorrido
de sus calientes lágrimas descendiendo a través de sus pómulos—Puto
egoísta—murmuró a la vez que se sentaba sobre el frío suelo llevando una
de sus palmas hacía sus húmedos ojos—caprichoso de mierda.
—Lalisa—llamó su madre mientras se incorporaba sobre el sofá.
Rápidamente la mujer se bajó de aquél cómodo sofá sentándose al lado
de su pequeña, la observó por algunos segundos en un completo silencio
dándole la posibilidad de que ella se desahogara, de que soltase todo lo que
había retenido por todos estos años.
—Si me lo hubiese dicho—susurró Lisa con ira, mientras que pasaba con
fuerza sus puños por sus ojos, queriendo borrar todo rastro de húmedad—si
me lo hubiese dicho el primer día que sintió cosas por ella... Mamá, yo
hubiese hecho todo lo posible para no quererla—admitió la joven
observando con dolor el rostro de su progenitora.
La mujer estiró su mano atrapando entre sus dedos el sedoso cabello de la
menor, brindándole suaves caricias.
—¿Y qué pasaba con los sentimientos de Jennie?. Ella te quiere
muchísimo Lalisa, de aquella forma bonita, de las que no se encuentra todo
los días—comentó Sunmi observando cómo la rubia seguía limpiando su
rostro—aunque te hubieses alejado, sus sentimientos por ti no se hubiesen
visto afectados, ¿Entiendes eso, verdad?. Bambam tiene que aceptar que
ella no puede amarlo, jamás lo hará.
La tailandesa la observó en silencio, lentamente entreabrió sus labios
queriendo replicar a sus palabras, ¿Pero que podría decir?. Ella tenía razón,
a pesar de todo, a pesar de las mil cosas que hubiese hecho para impedir
sentir cosas por su amiga, de todas formas no hubiese importado si Jennie la
amaba a ella- estaba escrito en el corazón de la joven, de una u otra forma
su hermano iba a salir lastimado.
—Cielo, ¿Quieres un consejo?—preguntó su madre con calma, mientras
que sus caricias provocaron que la rubia se recostara sobre su hombro
volviendo a sentirse como una niña pequeña.
—Por favor—admitió Lisa a la vez que cerraba sus párpados dejándose,
llevar por los suaves dedos de su madre acariciando su cuero cabelludo.
Sunmi sonrió estirando su rostro para plantar con cariño sus labios contra
la coronilla de la joven.
—Si la quieres, lucha por ella, no dejes que tú hermano o cualquier otra
persona se interponga entre ustedes, ¿Me has oido?—comentó utilizando su
voz demandante como si la estuviese prácticamente obligando a estar con
Jennie.
La rubia sonrió sintiendo su corazón latiendo con fuerza en el interior de
su pecho.
—No quiero que te arrepientas... Es demasiado doloroso dejar de lado lo
que uno siente para hacer feliz a otra persona—continuó Sunmi exponiendo
sus propios sentimientos—debes comprende que no puedes hacer feliz a
todo el mundo, siempre va a existir la inconformidad y tienes que aprender
a vivir con aquello.
Lisa se mordió su labio inferior sintiendo las inseguridades carcomiendo
sus pensamientos.
—¿Y si solo está jugando conmigo?—preguntó la joven siendo aquella
duda una de las más grande que mantenía rodando en su mente.
Rápidamente escuchó su madre reír provocando que ella frunciera su
ceño completamente ofendida.
—¡Mamá!, Estoy hablando en serio—admitió la joven mientras se
alejaba del hombro de su progenitora observando con molestia como la
mujer le sonreía.
—Jennie ha sido tu amiga por toda su vida, ¿Sabías que hablaba de ti,
cuando tú no estabas?. Parecía un pequeño loro repitiendo tu nombre, era
realmente agotador—comentó la mujer a la vez que giraba su rostro
observando hacia la pared teniendo el vivido recuerdos de la pequeña Kim
corriendo por su cocina mientras que el nombre de su hija brotaba de sus
labios—ella te admiraba y estoy casi segura que lo sigue haciendo.
—Su padre me odia—replicó Lisa ante lo obvio, logrando que su madre
simplemente suspiraba.
—El Sr. Kim es un imbécil, la única razón por qué la que Jennie,
comenzó a salir con chicos fue porque él le metió basura en su pequeña
cabecita inocente—admitió Sunmi con un toque de rabia en sus palabras —
pero creeme, nosotras sabíamos que Jennie estaba loquita por ti,
simplemente se demoró en darse cuenta de aquello.
La rubia entreabrió sus labios mientras asentía con su cabeza.
—Por eso no estabas preocupada de que Bambam, estuviese enamorado
de ella, sabías que ella no iba a corresponderle—habló Lisa encajando las
piezas que le faltaba, notando como su madre le sonría mientras movia su
cabeza en asentimiento.
—Pensé que era el típico amor imposible... Am, ¿Cómo le dicen
ustedes?, ¿Crush?—cuestionó Sunmi notando como la tailandesa asentia—
pues eso creí que sería un enamoramiento simplemente, que cuando se diera
cuenta que ella no iba a poder corresponderle simplemente lo asumiría y ya.
—Pero nunca pensaste que él se enamoraría de verdad y que provocaría
todo esto—agregó Lisa observando sus manos en un vano intento por
relajarse.
—Lo siento—fue lo único que dijo la mujer viéndose incapaz de
comentar algo más.
Lisa suspiró frunciendo a su vez el ceño, había recordado un par de cosas
y sabía que aquel momento era el ideal para encontrar sus respuestas.
—Siempre creí que querías que saliera con Chaeyoung—comentó la
joven girando su quijada en dirección de su madre.
La mujer mantuvo su sonrisa observando de forma soslayada a la joven a
su lado.
—Necesitaba saber si te gustaba la bonita Chaeyoung o Jennie—
respondió con simpleza mientras que se encogía de hombros—...—suspiró
girando su rostro para ver el rostro de su hija, Lisa era hermosa y aquella
mujer lo sabía perfectamente—solo quería que fueses feliz, quería que
alguien te amará por quien eres, que te hiciera reír y supiera cuan
afortunada había sido por tenerte a su lado—confesó a la vez que sus ojos
se cristalizaban.
—queria eso para ambos, pero fallé, me equivoqué, lo admito debí
decirle a Bambam, debí advertirle, pero creí estúpidamente que él tenía que
pasar por ese proceso, porque yo también tuve su edad y debí pasar por la
primera desilusión amorosa.
Lisa había dejado la rabia e ira de lado, ya no quería más odio en su
interior, su madre se había destruido, se había equivocado, pero era humana
y debían ser perdonada.
—A pesar de todo no lo odio—confesó la joven agachando su rostro—es
mi hermano, no puedo odiarlo—susurró observando sus enrojecidas palmas
—Y creeme, lo he intentado, pero cada vez que pienso en ello lo único que
se me viene a la mente es el pequeño Bambam, que me esperaba todos los
días en la entrada principal para que jugará con él a los piratas....
—Él amaba los piratas—comentó la mujer sonriendo con nostalgia por
los bonitos recuerdos que se habían creados años atrás.
Lisa apretó sus labios odiando el hecho de estar hablando del menor
como si hubiese muerto, pero más que odio, se trataba de miedo, no quería
perderlo, no cuando no habían tenido el tiempo suficiente para conversar las
cosas.
Te Amo

Narrador Omnisciente:
Luego de aquella intensa conversación que tuvo con su madre, Lisa había
tomado la decisión de ir en busca de Jennie, las palabras de su progenitora
le habían hecho entrar en razón, percatándose que, estaba siendo muy dura
con la castaña, minimizando todo el trabajo que la muchacha había ejercido
para tener su atención.
Al dia siguiente la tailandesa caminó por la oscuridad de la ciudad siendo
acompañada en todo momento por la brillante luna menguante, Lisa tragó
saliva sintiendo el sudor envuelto en sus palmas, rápidamente la joven las
introdujo en los bolsillos de su chaqueta de cuero intentando refugiarse en
aquel calor, la rubia podía sentir el viento golpeando su anatomía,
provocando que, su corto cabello rubio se revolviera dándole un aspecto
tranquilo y despreocupado.
Lisa se detuvo luego de un par minutos andando por la soledad, su
cuerpo se mantuvo rígido observando con cautela el hogar de la coreana
sintiéndose completamente incapaz de poder acercarse hacia aquel lugar, la
tailandesa apretó su quijada en el instante que se percató que estaba dando
un par de pasos hacia atrás, se regañó mentalmente por ser tan cobarde.
La joven apretó sus puños sacando rápidamente sus manos hacia el frío
exterior, con valentía alzó su quijada comenzando a caminar en dirección
del hogar ajeno, Lisa podía sentir su corazón bombeando con fuerza
mientras que, las intensas palabras de que estaba cometiendo un error se
instalaba en sus pensamientos.
Lisa se detuvo sintiendo como toda su valentía desaparecía por completo,
sus ojos se posaron en el desconocido que abandonaba el hogar de Jennie,
notando como la coreana también salía siguiendo sus pasos; se trataba de
Kai, aquel desgraciado había osado en visitar a su amada y por lo que
estaba notando la joven, aquella visita no le había desagrado a la castaña.
Por primera vez en su vida, la tailandesa no estaba lanzando puñetazos en
contra del pelinegro, simplemente se mantuvo ahí, estática sintiendo como
su mirada rápidamente era atrapada por aquel profundo par castaño, su
garganta se apretó en el momento que Kai pasó por su lado alzando una de
sus gruesas cejas en modo de diversión; como si le estuviese restregando en
el rostro que él había ganando aquella batalla.
No lo iba a negar, estaba dolida, pero más que eso, se sentía confundida
de ver aquel desgraciado abandonando el hogar de la castaña.
—¿Lisa? —cuestionó Nayeon completamente sorprendida de notar a la
rubia parada frente a su casa.
Y a pesar de tener la ira fluyendo por sus venas, Lisa podía sentir sus
piernas temblar a causa de aquella voz, porque a pesar de que quería llorar
como un pequeño bebé, no podía dejar de lado el sonido de sus latidos
haciendo ecos en sus tímpanos.
La tailandesa giró su rostro observando por sobre su hombro derecho
como el coreano se subía en su vehículo brindándole un burlón guiño. Lisa
elevó sus comisuras de forma arrogante provocando que el muchacho
perdiera su característico brillo burlón para pasar a la confusión total.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Jennie logrando que la tailandesa, girara
su rostro observando con toda atención las facciones de la mayor.
Lisa pudo oír las ruedas rechinando sobre el asfaltado avisándole con
aquel sonido que Kai se había marchado del lugar.
—¿Estás sola?. Supongo que sí, no eres tan estúpida para traer a tu ex a
tu casa, con tu padre rondando por aquí—preguntó la rubia sin poder evitar
sonar molesta, tomando rápidamente el atrevimiento de responderse a sí
misma, mientras caminaba hacia el interior del hogar ajeno.
Jennie entreabrió sus labios completamente sorprendida de oír las
palabras de la menor, la joven se mantuvo por algunos segundos
observando el suelo de la calle intentando descifrar aquella extraña actitud
que había tomado la rubia.
—¡Kim, hace un frío del demonio!, ¡Por qué no le haces un favor a la
vida y traes tu bonito trasero hasta aqui! —la voz de Lisa, salió con fuerza
desde el interior del hogar ajeno
provocando que, de forma efectiva la castaña girara sobre sus talones
comenzando a caminar hacia la tailandesa con las mejillas envueltas de un
bonito tono carmesí.
La coreana desconocía aquella nueva actitud de la menor, jamás en su
vida la había oído hablar con tanta seguridad y menos cuando le había
atrapado arreglando algunas cosas con su ahora, ex novio.
Jennie ingresó en su hogar cerrando la puerta detrás de ella, nerviosa, la
joven caminó por el pasillo observando como con rapidez, sus ojos
chocaban con la oscura mirada de la extranjera.
Lisa se encontraba con su cuerpo recostado sobre el sofá, observando con
completa atención el nervioso rostro de su amada.
—¿Y dónde están tus padres? —cuestionó la rubia sonando
completamente amable— Ellos jamás te dejan sola y menos de noche—
aclaró notando como la castaña se acercaba a ella tomando el atrevimiento
de sentarse a su lado.
Jennie llevó sus dos manos hacia sus muslos agachando con rapidez su
mirada.
—Fueron a visitar a la abuela—comentó la coreana, sintiendo su cuerpo
temblar bajo el suave tacto de Lisa ejerciéndose sobre la piel de su brazo
expuesto—v~volverán, volverán en dos días más—agregó viéndose en la
necesidad de que la rubia conociera aquella información.
—Lamento mucho mi comportamiento, jamás valoricé todo lo que tú has
hecho por mí—se disculpó Lisa, con tal grado de sinceridad que logró
perturbar a la castaña—¿Jennie? —cuestionó al notar como la nombrada
giraba su rostro tomando el valor suficiente para levantarse de su asiento.
—¿Q~Q~Qué? —tartamudeó con confusión en el instante que sintió
como la muchacha se sentaba a horcajadas sobre sus muslos.
Y ahí estaba la tailandesa que Jennie recordaba, la dulce joven que se
colocaba de los nervios por cada vez que ella osaba en acercarse. Le
encantaba a Jennie la volvía loca, el saber que todavía tenía el don de erizar
la piel ajena.
—¿Por qué no has enfurecido con la presencia de Kai? —cuestionó
Jennie, sintiendo verdadera curiosidad por la tranquila reacción que la joven
había osado en mantener.
Lisa la observó por algunos segundos, tomándose el atrevimiento de
estirar sus manos hacia las caderas de la contraria.
—Perdí a mi hermano por no asumir bien las cosas, por dejar que los
celos hablaran por mí, olvidando por completo el hecho de que él tan solo
era un niño enamorado—comenzó a explicar la tailandesa, sintiendo como
las manos de la coreana atrapaba su quijada—no eres un juguete Jennie, ni
mucho menos un trofeo por el que se deba alardear y tuve que ver a mi
madre sollozar por la ausencia de Bambam para darme cuenta de aquello—
explicó sintiendo sus ojos arder mientras que Jennie la observaba en un
completo silencio.
—Estaba celosa, lo admito, como también admito que estoy aterrada por
no saber si volverás con él, pero eso no está en mis manos, ¿Entiendes?. No
puedo obligarte a que estés conmigo o con él—su mentón tembló sintiendo
las suaves caricias de la mayor sobre la piel de su rostro—...—suspiró
armándose de valor para confesar todo lo que pasaba por sus pensamientos.
—A pesar de lo que decidas hacer, siempre serás mi amiga, ¿Bien?.
Porque prefiero verte de esa forma que no volver a saber de tu vida.
La mayor continuó con sus ojos en las facciones ajenas bajando con
lentitud sus manos, sus dedos rozaron la piel ajena logrando sentir el cuero
de su ropa posado sobre sus yemas, sin siquiera dudarlo, Jennie atrapó con
fuerzas las esquinas de la chaqueta envolviendo sus puños sobre la tela.
—Nunca he amado a nadie de la forma, que te amo a ti—confesó Jennie,
logrando que el corazón de la menor comenzara un alocado bombeo.
Y sin decir mayores palabras, la coreana junto sus labios con los de la
tailandesa manteniéndose en aquella posición. Lisa cerró sus ojos sintiendo
sus calientes yemas adheridas contra las caderas de la mayor, deseando de
todo corazón el poder tocar la piel de la muchacha.
Jennie gruñó en el instante que sintió como la tailandesa se inclinaba
tomando la valentía de entreabrir sus labios; fue una bienvenida gustosa,
sus lenguas lentamente hicieron contacto sintiendo el característico
hormigueo envolviendo sus estómagos como si de fuego artificiales se
tratasen.
La tailandesa subió sus manos adentrándose con curiosidad en el interior
de la blusa de la contraria, sintiendo como la piel de su cuerpo se erizaba
bajo la suave anatomía de la castaña.
La coreana soltó el firme agarre que ejercía sobre la ropa ajena, con
lentitud la joven comenzó a pasar sus palmas por sobre la camiseta de la
tailandesa introduciendo sus dedos por debajo de la chaqueta, teniendo el
instinto inocente de querer despojar aquella sofocante prenda del cuerpo de
su amada.
Lisa sin alejar su caliente boca de la ajena, ayudó a Jennie con aquel
trabajo, rápidamente llevó sus manos hacia la chaqueta despojándola de sus
hombros.
Lisa sintió como la castaña tiraba de su chaqueta logrando dejar sus
hombros al descubierto, con los labios aun completamente unidos, la joven
alejó sus palmas del cuerpo ajeno sacudiendo sus brazos para liberarse de
forma efectiva aquella incomoda prenda.
Jennie acarició la nuca de la rubia sintiendo como los dientes de la joven
atrapaban con lentitud su labio inferior. El cuerpo de la extranjera se
estremeció en el instante que la castaña se alejó lo suficiente para que su
suave jadeo golpeara sus enrojecidos labios.
El ambiente cada vez se volvía más sofocante para ambas jóvenes, Lisa
con entusiasmo tomó la blusa de la coreana tirando de aquella prenda para
sacarla por sobre los hombros de la joven. Jennie empujó el pecho de la
contraria logrando que la espalda de la menor se adhiriera contra el respaldo
del sofá, los oscuros ojos de la extranjera observaron con admiración como
la castaña se levantaba de su cuerpo dejando que su bonita delantera
quedara a exhibición, el cuerpo de la joven se estremeció al notar como
Jennie se inclinaba bajando sus manos por sus senos hasta llegar al borde de
su camiseta. Lisa estaba hecha un desastre, su erección cada vez apretaba
con mayor vehemencia su ajustado pantalón mientras que la coreana se
mantenía divertida tirando de su prenda.
La tailandesa gruñó elevando su pelvis, deseaba tener algún tipo de
contacto con el cuerpo de la castaña, pero para su mala suerte Jennie tenía
otros planes.
La coreana introdujo sus manos en el interior de la camiseta arañando
con suavidad el abdomen de la rubia, la extranjera jadeo echando su cabeza
hacia atrás, los vellos de su nuca se erizaron al sentir la humedad chocando
por debajo de su abdomen, para luego lentamente subir hasta el borde de su
sostén, la caliente lengua de la mayor recorría su torso con tal toque sensual
que la joven sentía que, en cualquier momento se iba a desmayar.
Completamente necesitada Lisa tomó el borde de su camiseta y la
despojó de su cuerpo notando rápidamente la sonrisa burlona de la castaña.
—Impaciente—comentó Jennie, con sus ojos rebosando en lujuria.
Lisa hizo una sonrisa a medias a la vez que estiraba sus manos hacia el
cuerpo de la mayor, con fuerza atrapó las caderas ajenas tirando de la
anatomía de la joven contra su cuerpo, logrando tener nuevamente a la
muchacha apegada a su torso.
—Provocadora—contraatacó la rubia tomando el atrevimiento, de chocar
sus enrojecidos labios contra el hombro de la nombrada.
Con rapidez Lisa entreabrió sus labios comenzando a esparcir suaves
besos en las clavículas de Jennie, logrando succionar con vehemencia la
blanquecina piel de la castaña. Lisa lo quería, deseaba nuevamente poseer la
piel ajena, para que de aquella forma todo el mundo supiese que la bonita
castaña ya tenía quien le haciera sentir bien.
La tailandesa gruñó al sentir las caderas de Jennie, moviéndose en un
agonizante vaivén contra su ardiente entrepierna, la extranjera succionó el
cuello de la mayor escuchando el fuerte jadeo desprender desde la garganta
de la joven logrando que, su ya despierto miembro comenzara a exigir por
salir de su escondite.
Jennie intentó alejarse, pero Lisa se lo impidió sosteniendo con fuerzas
sus palmas contra los muslos ajenos. La coreana intentó reprochar, pero los
labios de la menor se encargaron en hacerla callar. La castaña chilló sobre la
boca ajena en el instante que sintió como Lisa, se levantaba gruñendo
contra los labios de la joven por el intenso dolor sobre su pierna.
La castaña lo recordó, con preocupación logró alejar su boca de los labios
de Lisa observando con total preocupación las muecas que la extranjera
estaba ejerciendo.
—Bájame, Lisa te estas lastimando—aclaró Jennie notando como la
extranjera, negaba con su cabeza estirando su mentón para atrapar con
dificultad los labios ajenos.
Fue difícil, Lisa no lo iba a negar, costó horrores el subir hacia el
segundo piso sin chillar de dolor, pero sinceramente, la calentura podía más,
necesitaba la joven hacer sentir bien a la castaña sin importar que eso
conllevara el dolor de su muslo.
La tailandesa al llegar recostó con un toque de brusquedad el cuerpo de
Jennie contra el colchón. La rubia observó como la castaña se colocaba de
rodillas sobre su cama estirando sus manos para atrapar el pantalón ajeno,
Lisa tragó saliva observando con lujuria el rostro de su amada, la muchacha
podía ver como Jennie la recorría con sus bonitos ojos percatándose que, no
era la única que disfrutaba del cuerpo ajeno.
Lisa se estremeció al sentir los labios de la mayor chocando contra la
zona del botón del jeans, por instinto entreabrió sus labios jadeando en el
proceso, aquello había sido demasiado para la tailandesa.
La extranjera con fuerza empujó los hombros de la castaña logrando que
la joven se recostara sobre el colchón, con rapidez se subió sobre la cama
posicionándose entre las piernas ajenas.
—Maldición Jennie—gruñó la joven tomando con sus dos manos el
pantalón de la muchacha—eres hermosa, pero necesito verte—aclaró
tirando sin ningún tipo de cuidado la prenda de la joven, logrando con toda
eficaz el exhibir las bonitas piernas de la mayor—mierda.
La tailandesa se quedó un par de segundos observando la ropa interior de
su amada, rápidamente tuvo aquel impuro pensamiento de querer arrancar
aquella minúscula prenda con los dientes. Jennie aprovechó el hecho de que
la extranjera se había quedado completamente embobada por el atractivo
conjunto que estaba utilizando para rodear el colchón estirando sus manos
hacia su mesita de noches, con sus delicados dedos abrió el cajón sonriendo
al notar el envoltorio que había comprado días atrás.
—Lisa —llamó Jennie con suavidad logrando que la mencionada
parpadeara confundida—ten—tiró el condón logrando que la joven lo
atrapara con un toque de dificultad.
La tailandesa mordió sus labios bajando sus manos por su abdomen hasta
llegar al borde de sus pantalones, sus oscuros ojos se mantuvieron fijos en
las mejillas sonrojadas de la mayor sintiendo todo su cuerpo, burbujear ante
la intensa mirada que Jennie le estaba proporcionando. Lisa desabrochó el
botón bajando con rapidez su pantalón, soltando un fuerte gruñido al sentir
su erección palpitando.
Jennie gateó sobre la cama observando como Lisa, pateaba su pantalón
mandando aquella prenda hacia una de las esquinas de la habitación. La
tailandesa sonrió a medias estirando su mano para atrapar el mentón de la
mayor.
—Eres hermosa—halagó Lisa, para luego simplemente inclinar su cuerpo
atrapando los labios de la mencionada en un suave beso.
La coreana estiró sus manos envolviendo sus palmas en el cuello de la
menor, rápidamente tiró de los hombros ajenos hasta lograr que la menor
perdiera por completo el equilibrio terminando por caer sobre el cuerpo de
Jennie.
—Te quiero—susurró Jennie, en el instante que la joven soltó su labio
para poder respirar.
Lisa sonrió bajando sus manos por el cuerpo de la mayor tomando con
brusquedad la ropa interior de la joven, sin pensarlo dos veces rompió la
tela que las unía dejando una de las dos tiras aun envueltas en el muslo de la
castaña. La tailandesa se echó hacia atrás palpando sobre el colchón el
envoltorio que Jennie, le había entregado minutos atrás, al encontrarlo
estampo sus labios con los de la castaña llevando sus manos hacia su ropa
interior bajando el apretado elástico de sus caderas.
Lisa gruñó mordiendo el labio inferior de la coreana escuchando su suave
gemido desprendiendo desde su garganta en el instante que su miembro
salió hacia el exterior, podía sentir el tronco caliente palpitando por un poco
de atención. Con un toque de dificultad la tailandesa rompió el envoltorio
llevando el condón hacia la punta de su miembro, luego de un par de
segundos estaba preparada para comenzar lo que tanto anhelaba, así que, sin
esperar más la joven estiró sus manos atrapando los muslos de Jennie
obligando a la muchacha a abrirse para ella.
—Y yo a ti cariño—respondió Lisa, en el momento que alejó su boca
para atrapar con sus dientes la piel sensible de los hombros ajenos.
Jennie chilló de la sorpresa al sentir como el miembro de Lisa, se hundía
en su estrecha cavidad y atravesaba su barrera virginal, por instinto encajó
sus uñas sobre los omóplatos de la rubia.
La tailandesa besó el cuello de la mayor comenzando un suave vaivén
sintiendo como las piernas ajenas se envolvían sobre sus caderas,
lentamente se movía para que la castaña se adapte a su tamaño.
—D~Dios... Ahh... Si... Lisa, más—pidió la castaña mientras sentía como
la tailandesa, cada vez se hundía con mayor fuerza en su interior.
—M~Más rápido~o—jadeó sintiendo como la rubia envolvía sus brazos
alrededor de su cintura, obligándola a levantar su trasero del colchón para
apegarse con mayor agresividad hacia el cuerpo de la extranjera.
Lisa la embestía con fuerza escuchando el obsceno sonido de sus tensos
muslos colisionando contra la parte interna de los muslos ajenos, la
tailandesa observó como Jennie llevó sus dos manos al rostro escondiendo
sus sonrojadas mejillas de su penetrante mirada. La extranjera gruñó
sintiendo el sudor descendiendo por todo su cuerpo, a la vez que, con
brusquedad enterraba sus dedos sobre las nalgas de la castaña.
—¡Lisa!—comenzó a chillar la coreana sintiendo su garganta arder ante
los intentos por hablar—M~Mierda, s~sigue, sigue~e—ordenó alejando sus
manos de su rostro para llevarlas hacia los hombros, ajenos obligando a la
tailandesa el penetrarla con mayor vehemencia.
La rubia podía sentir las venas de su cuello sobresaliendo de su sensible
piel ante el sobre esfuerzo que estaba realizando, la joven podía sentir sus
muslos tensos, provocando que los músculos de aquella zona se contrajeron
por completo, logrando que los gruñidos de dolor no tardaran en aparecer.
—J~Jennie, joder—jadeó Lisa, con su caliente aliento chocando contra
los pechos de la castaña.
La joven con rapidez subió una de sus manos envolviendo sus dedos
sobre la copa de los sostenes ajenos, con fuerza la muchacha tiró de aquella
prenda logrando que los bonitos senos de Jennie quedaran al descubierto.
Lisa podía sentir como las paredes de la castaña se contraían ante sus
fuerte embestidas, con los labios resecos y el sudor bajando por su frente
estiró su cuello atrapando con su lengua uno de los rosados pezones de
Jennie, escuchando con rapidez el excitante gemido desprendiendo de los
enrojecidos labios ajenos.
La tailandesa subió sus manos envolviendo su palma sobre el húmedo
cabello de la castaña. Jennie gimió echando su cabeza hacia atrás en el
instante que sintió como Lisa, atrapaba su cabello tirando de aquellos
mechones para dejar el camino fácil a su expuesto cuello.
El sonido de la cabecera colisionando contra la pared se mezclaba con los
eróticos sonidos que Jennie, soltaba por cada vez que Lisa atrapaba con sus
dientes la piel de su cuello.
La tailandesa continuó penetrándola con mayor intensidad, la joven sabía
que la castaña le quedaba poco por llegar a su máxima plenitud, podía
notarlo por su entrecortada respiración y porque su miembro cada vez se
sentía más asfixiado a causa de las estrechas paredes del sexo opuesto.
Tres embestidas más y Jennie se vino sobre la rubia, soltando un agresivo
gemido que hizo temblar las piernas ajenas. Lisa continuó penetrando a la
castaña observando con admiración como la joven, se retorcía debajo suyo
suplicando entre jadeos que se detuviera, pero no lo haría, no hasta que la
coreana sintiera que su orgasmo había abandonado por completo su Interior.
Fue el turno de Lisa de correrse sintiendo sus brazos temblar ante el peso
de su cuerpo.
Se quedaron en la misma posición con la respiración entrecortada y las
frentes sudadas apegadas contra la otra.
Lisa completamente agotada salió del interior de la joven escuchando el
gruñido, desprendiendo de los labios de la mayor. La rubia se dejó caer al
lado de Jennie estirando una de sus manos para atrapar el cobertor de la
cama.
—Te amo—susurró Lisa envolviendo el cuerpo de Jennie con el cobertor,
logrando a su paso poder cubrir su intimidad.
La castaña al oírla se giró observando con sus ojos, rebosando en
admiración como la tailandesa le sonreía.
—Y yo a ti Lisa, jamás me cansaría de admitirlo—respondió Jennie,
sintiendo como los brazos de la menor se envolvía sobre su cintura,
mientras que, la otra pasaba por debajo de su cuello.
—Descansa—murmuró Lisa, a la vez que cerraba sus ojos apegando su
quijada sobre la coronilla de la castaña.
Aun cuando Lisa le había pedido que descansara, Jennie no había sido
capaz de conciliar el sueño, a pesar que su cuerpo le exigía aquello, su
mente no dejaba de repetir una y otra vez lo que habían hecho sobre su
cama.
Número Desconocido

Narrador Omnisciente:
Los rayos del sol rápidamente comenzaron a colarse a través de las
persianas de la habitación, Lisa gruñó sintiendo un peso sobre su brazo de
derecho, intentó vanamente el dejarlo pasar pero de repente no solo la sobre
carga en su extremidades comenzaba a inquietarla, sino que esta vez se
trataba de algo más, se trataba de una caliente respiración para ser más
específico.
El cuerpo de la joven se tensó por completo en el momento que sintió
una húmeda presión adhiriéndose contra la piel de su cuello, su espalda se
estremeció ante el frío tacto de unos dedos ajenos, sintiendo a su vez como
su abdomen se contraía a causa de las caricias de aquellas provocadoras
yemas.
Lisa no fue capaz de soportarlo, rápidamente tuvo el instinto de abrir sus
párpados mientras se reincorporaba sobre la cama, su desnudo pecho subía
y bajaba de forma entrecortada mientras que sus ojos se mantenían posados
en la sonrisa burlona de Jennie.
—¿Q~Qué haces?, Me has asustado—admitió la rubia llevando una de
sus manos hacia el centro de su pecho.
Jennie rio entre dientes a la vez que se sentaba al lado de la tailandesa, su
castaña mirada se mantuvo posada en las facciones ajenas teniendo aun el
deseo de dejarse coger por aquella bonita tailandesa.
La coreana no lo entendía, debía admitir que no comprendía que le estaba
sucediendo a sus hormonas, desde lo sucedido horas atrás no había sido
capaz de detener aquellas ganas por volver a sentir el cuerpo de Lisa,
queriendo que está tocara cada recóndito espacio de su cuerpo hasta que sus
dedos y olor quedasen impregnado en su ser.
Lisa entreabrió sus labios en el momento que observó como la castaña
osaba en subirse a horcajadas sobre sus muslos, teniendo la preocupación
de no posar su peso sobre aquel muslo aun resentido por la paliza que
recibió semanas atrás.
La tailandesa se quedó sin aliento en el instante que sus oscuros ojos se
posaron en la desnudez de la coreana. Rápidamente tragó saliva estirando
sus dos manos para atrapar las sábanas de la cama, la rubia no podía
concentrarse, no cuando tenía la suave intimidad de la castaña adherida
contra la zona baja de su abdomen.
—Jennie...—intentó la rubia alejarla de su cuerpo, sintiendo como la
mencionada se presionaba con mayor vehemencia contra su torso.
—Te necesito—admitió la coreana escondiendo su rostro en el cuello
ajeno—vamos Lisa... hagámoslo de nuevo—susurró entreabriendo sus
labios para encajar sus dientes en la piel de la muchacha.
La tailandesa jadeó subiendo sus palmas hasta tocar la espalda desnuda
de la muchacha, sus ojos se cerraron con fuerza en el instante que sintió
como la castaña comenzaba a mecerse sobre su cuerpo rozando su
intimidad contra su abdomen y miembro. La rubia se había agotado,
literalmente sentía que en cualquier instante caería rendida sobre la
almohada, pero aunque intentase alejar a la castaña una parte de ella no
quería hacerlo.
—¡Lisa! —murmuró Jennie, estampando sus labios contra el cuello y
clavícula de la mencionada pasando sus manos por el abdomen de la joven
mientras que, sus cortas uñas se dedicaban a rasguñar por cada zona que
tocaba.
Lisa en aquel momento perdió por completo la razón, con fuerza la
muchacha encajó sus dedos sobre la cintura de la castaña tirando de la joven
hasta presionar los senos ajenos contra sus clavículas. Jennie rio apoyando
sus palmas contra la quijada de la tailandesa, obligando a que la muchacha
la observara.
—No sabía que eras insaciable—se mofó la rubia, siendo rápidamente
callada por los labios ajenos.
A pesar que era por la mañana, que sus bocas se habían mantenido
selladas por un par de horas prolongadas y que tal vez su sabor no era el
más exquisito a Lisa y Jennie, les dio por igual aquello, comenzando
velozmente una batalla por quien mantendría el control de aquel fogoso
beso.
Jennie jadeo enterrando sus dedos en el sedoso cabello ajeno obligando a
la tailandesa, a profundizar el beso. Lisa bajó sus palmas encajando sus
uñas sobre las nalgas de la joven sintiendo como la castaña soltaba su labio
inferior para jadear contra su boca.
—Mierda Jennie—gruñó Lisa, sintiendo como la coreana estiraba una de
sus manos hacia la mesita de noche—¿Por qué guardas los condones ahí?
—se cuestionó sintiendo su miembro punzar ante el suave roce de la
intimidad ajena.
Jennie sonrió abriendo el cajón para luego deslizar la madera, hasta ver
los pares de sobres esparcidos en el interior, rápidamente tomó uno al azar
para luego simplemente volver a su posición inicial observando con
verdadera determinación la oscura mirada de la tailandesa.
—Para que me folles, sin que tengas que ir al baño a buscar uno—
contestó la castaña con simpleza encogiéndose rápidamente de hombros
para dar por finalizado aquella conversación.
Lisa apretó su quijada en el momento que observó como la coreana
rasgaba con sus uñas el envoltorio azul, la joven notó la mirada lasciva
desbordando de los ojos ajenos sintiendo como, rápidamente su espalda se
erguía ante las frías manos de Jennie, atrapando su punzante tronco de piel.
La tailandesa siseo al sentir como su miembro se enfundaba por aquella
capa transparente untada en lubricante, podía notar cuan ansiosa estaba la
coreana con frotarse sobre su intimidad y para que se iba engañar, ella
también estaba anhelando el poder penetrarla.
—Te follaré tan duro que lamentaras el haberme despertado, cariño—y
por primera vez Lisa, mostraba cuan egocéntrica podía ser observando con
verdadero interés el bonito sonrojo de la contraria.
La joven no era tonta, a pesar de que Jennie había intentado ocultarlo
bien, la muchacha sabía a ciencia cierta que sus palabras lograron excitar a
la coreana.
Sin esperar más, Lisa tiró del cuerpo de la contraria provocando que su
espalda se adhiriera contra el suave colchón, rápidamente se subió sobre el
cuerpo de la castaña agarrando de forma posesiva sus delicados muslos, fue
brusca pero sobretodo bruta, con fuerza la tailandesa abrió las piernas
ajenas deslizando sus calientes palmas por los muslos ajenos envolviendo
sus dedos sobre las nalgas de la joven, Lisa escuchó el suave jadeo
desprender de la garganta ajena logrando que todo su sentido se pusieran
alerta.
—Lisa... por favor—suplicó Jennie, con una sensualidad torturadora, el
cuerpo de la tailandesa rápidamente comenzó a burbujear ante la excitación
provocando que, cambiara por completo de opinión.
—Date vuelta—ordenó Lisa observando con sus pupilas completamente
dilatadas, como la coreana simplemente se mordía su labio inferior—te he
dicho que te voltees—gruñó envolviendo sus palmas sobre uno de los
muslos ajenos tirando de su cuerpo hacia el otro lado, teniendo un eficaz
resultado—siempre me ha gustado tu cintura, es pequeña a comparación de
tu trasero—admitió subiéndose a horcajadas sobre los muslos de Jennie,
obligando a la joven que cerrara por completo las piernas.
Lisa bajó sus manos rozando sus dorsos contra el colchón sintiendo con
la yema de sus dedos el tenso abdomen de Jennie. Con fuerza la joven elevó
aquella zona colocando el lindo trasero ajeno cerca de su cuerpo.
—Si yo fuera tú, me quedaría en aquella posición—comentó Lisa
observando los pliegues húmedos de la castaña firmemente unidos.
––Me encantas—admitió estirando su dedo índice, para deslizarlo por
aquella humedad—Eres una chica sucia, ¿Te gusta que sea ruda contigo,
verdad? —cuestionó en el instante que se apoyó contra sus rodillas, sobre el
colchón dejando su erecto miembro quedara cerca de la entrada de Jennie.
—¿Tienes ganas de coger, cariño? —seguía haciendo sus preguntas
acercándose, cada vez más hacia la rosada entrada de la joven—¿Qué
quieres que te haga?. Vamos Gatita, pídemelo—era la primera vez que
utilizaba un apodo pero por el ronco gemido que la mayor soltó supo que
aquello le había encantado.
—Dios... Q~Quiero, a ti... ¡Lisa! —lloriqueó Jennie, apegando una de sus
mejillas contra el colchón mientras que su trasero seguía firmemente
elevado a disposición de la tailandesa.
—Por favor—suplicó relamiendo su labio inferior en un vano intento por
relajar el calor que envolvía todo su ser—fóllame.
Y con tan solo aquellas palabras bastaron para que el erecto miembro de
la rubia, se sumergiera entre las firmes paredes de la coreana sintiendo
como su dura carne sin hueso se envolvía contra la humedad ajena.
Lisa comenzó a embestirla con lentitud escuchando como Jennie,
ahogaba sus gemidos contra las sábanas, la joven enterró sus dedos sobre
las nalgas de la coreana sabiendo muy bien que sus huellas quedarían
firmemente adheridas contra aquella suave piel.
La tailandesa se inclinó sin dejar de mover sus caderas de a dentro hacia
afuera, lentamente expuso su lengua pasando aquella húmeda carne por la
columna vertebral de la castaña sintiendo como la muchacha se estremecía
bajo su tacto.
—L~Lisa~a...—jadeó Jennie, a la vez que tragaba saliva queriendo
ordenar a la joven que se moviera con mayor fuerza.
La tailandesa sonrió alejando sus palmas de las nalgas ajenas, su mirada
brilló en satisfacción al notar sus dedos firmemente marcados sobre la
blanquecina piel.
—Lo sé—fue lo único que dijo la rubia, en el momento que apoyó sus
dos palmas a cada lado de la castaña comenzando un fuerte vaivén.
Rápidamente los gemidos y maldiciones por parte de ambas jóvenes
envolvieron aquella sofocante habitación siendo seguidos por el obsceno
sonido de las nalgas y pelvis chocando entre sí.
Lisa jadeo escuchando el respaldo de la cama golpeando con fuerza
contra la pared, mientras que los músculos de sus hombros y espalda se
contraían a causa de su sobre esfuerzo. La pierna de la tailandesa comenzó
a pedir un descanso logrando que la rubia gruñera por culpa del intenso
dolor.
—Maldición—bramó Lisa a la vez que se salía de la caliente intimidad
ajena, escuchando el jadeo frustrado desprendiendo de la garganta de Jennie
—Mi muslo—avisó observando como la castaña se levantaba girando su
cuerpo.
—L~Lo, lo siento—se disculpó Jennie, con su cuerpo completo chillando
por frustración sexual, había quedado tan cerca, a tan solo un par de
segundos de su máxima plenitud.
Lisa negó sin borrar su sonrisa lasciva, con rapidez la joven apoyó su
húmeda espalda contra el respaldo de la cama observando con su oscura
mirada, el sudoroso rostro de la castaña, sintiéndose verdaderamente
ardiendo de lo excitante que podría llegar a verse Jennie en aquella
situación.
—Discúlpate cuando te vengas sobre mí—aclaró la rubia estirando sus
manos para sacarse el condón y luego envolver con sus manos la cintura de
la coreana.
—Ahora ven y móntame, que de seguro lo haces de maravilla—su voz
sonó completamente rasposa mientras, que sus oscuros ojos observaban con
deleite los endurecidos pezones ajenos.
A pesar de que Jennie no quería lastimar, el lastimado muslo de la
tailandesa, no pudo contra sus impulsos por terminar su tan anhelado
orgasmo, así que, sin pensarlo dos veces se subió a horcajadas sobre el
cuerpo de Lisa, deslizando su entrada por el grueso y firme miembro de la
rubia.
—Dios... sí—jadeó la castaña apoyando su frente contra el hombro de la
tailandesa, mientras que esta simplemente siseaba llevando sus delgados
dedos hacia la cintura de la mayor.
—Muévete para mí—susurró Lisa, sintiendo como su miembro se fundía
en la vagina de la castaña—Mierda—gruñó con los dientes apretados
mientras echaba su cabeza hacia atrás.
La coreana se movía con fuerza sobre su intimidad volviendo los
obscenos sonidos de sus húmedas pieles colisionando entre sí.
La tailandesa sintió la boca de Jennie, chocando contra su mentón para
luego bajar lamiendo y mordisqueando su cuello, Lisa tensó sus brazos
intentando lograr que la entrada de la coreana llegara a rozar su pelvis,
deseando de todo corazón que su tronco se hundiera en ella por
completo,mientras que sus desenfrenados movimientos osaban con
continuar ejerciendo mayor fuerza contra la cintura ajena.
El teléfono de Lisa resonó en la habitación, por una milésima de
segundos estuvo tentada en contestar, pero al ver los mechones castaño de
Jennie adheridos contra su húmeda frente mientras que sus sonrojadas
mejillas hacían juego con sus hinchados labios entreabiertos, desechó toda
idea de detenerla.
—¡Lisa! —gimió la coreana con tanta fuerza que la mencionada estaba
casi segura que medio vecindario, debía estar al tanto de lo mucho que le
había gustado a la castaña.
Lisa hizo una media sonrisa observando como los bonitos pechos ajenos
rebotaban a causa de sus fuertes movimientos, un par de embestidas más y
la tailandesa terminó en el interior de la coreana.
Ninguna dijo nada al respecto, simplemente se quedaron en la misma
posición observándose con los ojos rebosando en éxtasis.
Nuevamente el teléfono sonó provocando que esta vez la coreana fuese
capaz de levantarse del cuerpo ajeno, ambas muchachas soltaron un fuerte
jadeo a causa de sus sensibles intimidades separándose.
La coreana tragó saliva dejando que Lisa observara en completo silencio
su cuerpo desnudo, la tailandesa relamió su labio inferior sacudiendo su
cabeza en un vano intento por detener los impuros pensamientos.
Jennie hizo una mueca sintiendo un poco de dolor en sus caderas, aquella
acción no llegó a pasar por alto en la rubia, quién, observaba
completamente embelesada la bonita figura de la mayor.
—Ten, es un número desconocido—aclaró la coreana en el instante, que
tomó entre sus dedos aquel aparato, para luego simplemente volver hacia la
cama sentándose junto con la exhausta tailandesa.
Lisa frunció el ceño aceptando su teléfono, sus ojos observaron con
completa confusión el número desconocido sintiendo a su vez, como la
coreana se apoyaba contra su hombro dejando que sus pieles nuevamente se
tocaran. La tailandesa deslizó su pulgar sobre la pantalla aceptando la
llamada sintiendo como su mal presentimiento osaba en hacer acto de
presencia.
—¿Sí? —cuestionó Lisa con un toque de nerviosismo en su voz,
rápidamente su cuerpo se tensó mientras traga aquel nudo inexistente que se
había formado velozmente en su garganta.
—¿B~Bam? —susurró en tono de pregunta sintiendo como la coreana
atrapaba su mano.
—¿Qué sucede?, ¿Dónde estás? Espera... espera Bam, no puedo
entenderte—admitió con un toque de desesperación—¿Quién?, ¿Quién te
lastimó?—preguntó a la vez que se levantaba de la cama.
Rápidamente la tailandesa comenzó a vestirse caminando de un lado
hacia el otro mientras recogía su ropa anteriormente esparcida por el suelo.
La joven se encontraba tan concentrada en el llanto del menor que no
pudo evitar ignorar la presencia de Jennie, quien, simplemente se había
dedicado a observar como su amada se llevaba una de sus manos a la
cabeza, mientras que su rostro plasmaba una firme preocupación.
Las piernas de Lisa se detuvieron por completo en el momento que
escuchó el llanto de Bambam, "Papá peleará por mi custodia, lo siento
Noona", a pesar que sus palabras fueron algo confusa por culpa de su hipo,
la tailandesa aun así fue capaz de entender a la perfección lo que había
comentado "Me llevará a Tailandia, llevará también a mamá", agregó el
sollozante muchacho provocando que la rubia girara sobre sus talones
observando a una confundida Jennie.
Lisa quiso morir, realmente deseó que aquello no estuviese sucediendo.
Te Odio

Narrador Omnisciente:
Lisa parpadeó observando sin ningún tipo de emoción el rostro de Jennie,
la joven tragó saliva sintiendo las palabras de su hermano aun retumbando
con crueldad en el interior de su cabeza, como si fuese un jodido
recordatorio de que ella estaba acabada. La muchacha no quería que su
hermano se fuera, ¿Por qué le estaba sucediendo todo aquello?, ¿Qué hizo
mal?.
La tailandesa suspiró sintiendo la curiosa mirada de la coreana fija en sus
facciones, Lisa atrapó su labio inferior tomando todo el valor que su frágil
cuerpo pudo retener, para alzar la mirada teniendo la suerte de que sus
oscuros ojos chocaran con aquel castaño, la muchacha rápidamente arrastró
sus pies en dirección de la coreana sintiendo la desesperación emanando de
sus poros.
Jennie frunció el ceño sintiendose preocupada por el rostro decaído que
la joven rubia estaba dejando en exhibición, la mayor tenía aquel asqueroso
presentimiento que, nuevamente el pequeño demonio de rasgos amigables
había jodido su relación con la extranjera.
Lisa al llegar se sentó sobre la cama estirando sus manos para atrapar la
cintura ajena, sus brazos estrujaron con fuerza la anatomía de la mayor
deseando poder sentir por toda su vida el exquisito aroma que la coreana
desprendía por todo su ser, su calor le distraída de la realidad, le hacía
sentirse protegida en medio de todo ese caos que conllevaba su existencia.
La espalda de la extranjera se estremeció en el instante que los finos
dedos de la castaña osaban en resbalar por su columna vertebral, la rubia
cerró sus ojos entreabriendo sus labios en un vano intento por liberar el
oxígeno que había quedado atrapado en su apretada garganta, los dedos de
Lisa estrujaron con fuerza las sabanas en un vano intento por aferrarse a
ella, a la vez que la dulce voz de la mayor intentaba relajar el tenso cuerpo
de la rubia.
—¿Qué sucedió? —soltó de forma amable logrando erizar todos los
vellos que el cuerpo de la extranjera poseía.
Lisa apretó sus labios queriendo soltar todo lo que le abrumaba, pero
simplemente aquello no salía, su apretada garganta le ordenaba el
mantenerse en silencio y eso hizo.
De repente, la rubia volvió a escuchar la adorable voz de Jennie,
tarareando una suave canción contra su oído, Lisa no pudo soportar la
presión de su pecho, ni mucho menos la sensación de ardor que la envolvía
por completo, así que simplemente dejó que las calientes lágrimas
descendieran por sus mejillas mientras que, entreabría sus labios en un vano
intento por que los sollozos fuesen lo más silenciosos posible.
Jennie apretó con un toque de fuerza sus delicados brazos sobre el cuerpo
de la menor intentando reconfortar a la destrozada rubia, el corazón de la
mayor se estrujó con demasiada vehemencia al oír el desgarrador sollozo
desprendiendo desde los más profundos de los sentimientos de su amada.
La coreana estaba furiosa con Bambam, nuevamente el muchacho había
osado en lastimar el sensible corazón de la tailandesa, ¿Es que acaso él no
se daba cuenta?. Se cuestionó Jennie con su quijada perfectamente marcada,
como era posible que el tailandes no entendiera que, a pesar de todo, Lisa le
amaba con todo su corazón, ¿Qué tenía que hacer Lisa para que el joven
comprendiera, que ella daría su vida por la de él?.
El celular de la rubia sonó logrando que la tailandesa, alejara su rostro
del buen escondite que los pechos ajenos fueron capaces de brindarle.
Jennie giró su rostro observando en silencio como el ruido de la llamada
entrante rebotaba a través de las paredes. Lisa se tensó al ver que la pantalla
de su objeto tecnológico resaltaban un par de números sin agregar.
—¿Vas a contestar? —cuestionó Jennie, con cierta curiosidad por saber si
aquella llamada entrante había sido ejecutada por el joven tailandes.
Lisa relamió su labio inferior sintiendo el cansancio sobre sus hombros,
la joven deseó negar con su cabeza mientras que respondía con firmeza
"No, no lo haré" la tailandesa anhelaba lanzar su teléfono contra el suelo
para luego levantarse del colchón y atrapar con firmeza los labios ajenos
comenzando nuevamente con aquel apetitoso beso que solo Jennie era
capaz de brindarle con tanta emoción, pero en vez de eso, simplemente se
dedicó a mover aquel tembloroso pulgar sobre la pantalla táctil observando
con cierto pavor como el conteo del inicio de la llamada se hacía de notar.
Con el corazón apunto de huir de su caja torácica la rubia llevó aquel
llameante aparato hacia su oreja sintiendo como aquel simple contacto le
había causado que su cuerpo se estremeciera por completo. Su mente le
había jugado una mala broma, le había hecho creer firmemente que su
celular ardía por culpa del desconocido de la llamada.
—¿Sí?—cuestionó Lisa con su garganta temblando de un pavor
jodidamente genuino, mientras que, Jennie intentaba distraer lo que sea que
estaba sucediendo en la mente de su amada, comenzando, de forma fallida a
juguetear con las puntas del sedoso cabello de la menor.
—Bambam—cortó la joven los tropezones que estaba soltando el castaño
en un desesperado intento por explicar todo lo que estaba sucediendo en su
vida.
—¿Dónde estás? —preguntó manteniendo una extraña postura de
tranquilidad, la coreana la observó completamente sorprendida de ver que
estaba tomando bien sus emociones.
—¡¿QUÉ?! —fue un grito sorprendido seguido de un fuerte empujón que
le brindo al cuerpo ajeno sintiéndose rápidamente culpable de causar el
jadeo en la mayor.
—Voy para allá—avisó dando por finalizada la conversación.
Lisa se levantó de la cama dejando a la desnuda castaña envuelta sobre
las sabanas, la coreana la observaba con molestia, pero más que eso era una
verdadera preocupación por el estado en que la rubia se había dejado
demostrar.
Jennie no quería que la tailandesa se fuera de su hogar, no quería dejarla
ir a pesar de que aquello sonase egoísta de su parte, pero es que
simplemente la castaña no estaba dispuesta a ceder, no iba a permitir el
perder a su extranjera favorita por culpa del menor desgraciado, Jennie no
era estúpida, no, claro que no, ella era malditamente consciente de que si
permitía que la rubia saliese de su habitación la iba a perder,
emocionalmente la iba a perder para siempre y aquello no estaba en los
planes de la joven, el simple hecho de pensar que Bambam nuevamente
estaba aclamando el salvavidas que Lisa podía ofrecerle le causaba aquel
maldito malestar que solía sentir; como si se tratase una inmensa bola de
fuego envuelta en el boca de su estómago, lo cual, solía provocar que lo
peor de ella saliese a flote.
—¡No! —ordenó Jennie a la vez que se levantaba dejando que las
sábanas se deslizaran por su tersa piel.
Lisa se giró observando el desnudo cuerpo de la castaña, la muchacha
tragó saliva ejerciendo todos los esfuerzos del mundo por mantener su
mirada en los ojos ajenos.
—Quédate—susurró la castaña mientras se acercaba al cuerpo de la
menor, dejando que está la observase con aquel pequeño pero significativo
brillo en su mirada.
La tailandesa apretó su mandíbula al sentir las manos ajenas envolviendo
sus muñecas. Lisa cerró sus ojos por un par de segundo en el momento que
los húmedos labios de la mayor chocaban con un toque de brusquedad
contra su cuello aclamando por apoderarse de aquella zona a base de
mordiscos y lamidas.
Quizás, en otro momento la rubia se hubiese dejado domar, pero esta vez
se trataba de Bambam, no podía dejarlo ahí, a su suerte, no podía por más
que su egoísmo se lo ordenase.
—Basta—lo dijo de forma segura a la vez que llevaba sus dos manos
hacia los hombros de la castaña.
Jennie la observó con sorpresa mientras que sus bonitos labios se
entreabrían sin poder creer que la tailandesa la hubiese detenido.
—Tengo que ver a Bam.
Jennie apretó sus puños retrocediendo para atrapar de forma molesta las
sábanas, su cuerpo velozmente se giró posando su castaña mirada en aquel
par oscuro que la extranjera poseía.
—Te irás con el monstruo que te lastima—gruñó la joven sintiendo como
la impotencia la envolvía, la muchacha por instinto llevó sus manos hacia
su esternón logrando que la tela de las sábanas cubriesen con totalidad su
desnudez
—Te golpeó Pranpriya, te insultó y te trata como una jodida basura...
¿Por qué sigues protegiéndolo?.
—¡Porque es mi maldito hermano! —contestó Lisa de forma exaltada
observando con ira como la coreana apretaba sus puños.
—Si tu tuvieras uno entenderías el sentimiento—comentó mientras que
intentaba relajarse.
—Si yo tuviese un hermano no dejaría que este me golpease, que me
denigrara como si yo no fuese un ser humano, ¡Bam es un bastardo, un
monstruo sin emociones, sin sentimientos Lisa!—alzó la voz la castaña
observando como la rubia apretaba su mandíbula.
—Tu no entiendes Lisa, no me comprendes—aclaró completamente
dolida—ponte en mi lugar, por una jodida vez piensa en cómo me siento al
verte golpeada por él, ¿Es que acaso tu no intentarías protegerme, si me
hermano me golpea por un capricho?—cuestionó con tanta sinceridad que
logró abrumar a la menor.
—Luego te llamó, Jennie—se despidió Lisa girando sobre sus talones,
para luego huir de forma cobarde la de la habitación, llevando consigo sus
zapatos.
El cuerpo de la tailandesa se estremeció al oír cosas chocando contra la
puerta, estuvo tentada en detener su caminar y simplemente girarse
comenzando a caminar en dirección de la castaña, deseó llegar a su lado y
abrazarla, mientras le brindaba pequeñas caricias a su bonito rostro. Pero
no, en vez de eso había decidido egoístamente el dejarla de lado para
proteger a la única persona que no se lo merecía.
—¡TE ODIO PRANPRIYA! —aquel desgarrador gritó sincero logró que
las lágrimas brotaran de los oscuros ojos de la mencionada.
—Yo también me odio, Jennie—respondió la joven mientras se sentaba
sobre el sofá, arreglando sus zapatos para luego simplemente levantarse y
agarrar su chaqueta que se hallaba torpemente tirada sobre el frío suelo.
Lisa huyó comenzando a correr en dirección de su hogar, la culpa
rápidamente la estaba consumiendo, las fuertes palabras de su amada
golpeaban su subconsciente obligándose a sí misma el cuestionarse las
verdaderas razones del por qué seguía protegiendo a su hermano, ¿Qué lo
anclaba a él?, ¿Por qué simplemente no detenía su calvario?.
Luego de un par de minutos la tailandesa ingresó en su hogar sintiendo el
sudor recorriendo su cuerpo por completo, Lisa caminó escuchando su
jadeante respiración en el interior del pasillo, la joven relamió sus labios
sintiendo la sequedad en su garganta, caminó por el pequeño lugar
dirigiéndose hacia la sala principal.
El cuerpo de Lisa se paralizó al ver a Bambam en el suelo con su labio y
ceja completamente partidos mientras que, la sangre continuaba su
descenso por su delicado rostro masculino.
La tailandesa no pudo evitar jadear al ver a su madre sentada en el sofá
en un completo silencio. Lisa corrió hacia ella en el instante que notó la
sangre bajando de su nariz, la ira e impotencia recorrió su cuerpo desviando
su destino principal para envolver sus puños en la camiseta de su hermano.
—¡¿Qué le has hecho bastardo?! —bramó Lisa con tanta furia que podía
ver el pavor, envuelto en la mirada del menor.
—¡Habla! —ordenó lanzando con todas sus fuerzas el cuerpo del castaño
contra el sofá, escuchando rápidamente el sollozo desprendiendo de sus
temblorosos labios.
—Él no fue—aclaró una voz masculina proveniente detrás de la joven.
Lisa abrió sus párpados observando el rostro lloroso de su madre y las
facciones afligidas del menor.
La tailandesa, con el corazón a punto de abandonar su cuerpo tomó la
decisión de girar sobre sus talones observando al hombre de cabello negro
viendo con cierta superioridad su frágil cuerpo.
La tailandesa no podía creerlo, simplemente no daba crédito lo que sus
ojos le estaban dando la oportunidad de observar.
—¿Seungri? —tartamudeó Lisa notando como el hombre asentía
mientras se limpiaba con un pañito húmedo sus enrojecidos nudillos.
—Hola pequeño cisne—saludó Seungri utilizando aquel apodo que le
hizo temblar por completo.
Lisa recordó lo mucho que odiaba ese apodo y más si eran provenientes
de aquel hombre.
Recuerdos Suprimidos

Narrador Omnisciente:
Lisa observó a su padrastro sintiendo las inmensas ganas de reír, aquel
sentimiento lentamente comenzaba a propagarse por todo su ser, teniendo la
desgracia de no poder retenerlo, la joven terminó por descojonarse frente a
toda su familia logrando que la molestia fluyera por las venas de su
padrastro.
La situación le parecía surrealista, ¿En serio?. Se cuestionó al oír la
forma en que aquel hombre había osado en saludarla, ¿Qué mierda se creía?
Se preguntó sintiendo la ira envolviendo cada fibra de su cuerpo. La
tailandesa guardo silencio luego de aquel repentino ataque de risa, sus
labios dejaron de estar curvados en aquella sonrisa arrogante para darle
paso a su característico semblante serio, ¿Volver?, ¿En serio?.
La simple idea le parecía estúpida, ¿Por qué razón volvería?, Se
cuestionó observando el rostro ensangrentado de su hermano, la muchacha
jadeó ante la sorpresa que le causa su propio pensamiento, no podía creer
que, ella había pensado que su pequeño hermano lo tenía malditamente
merecido. Su mirada se desvió al labio partido que su progenitora mantenía,
Lisa sintió la culpa invadiendo sus pensamientos, debió estar ahí, debió
estar con su madre y protegerla.
—Cisne... he vuelto por mi familia—habló el hombre de buen vestimenta
observando con completa superioridad a las personas que conformaban su
"Familia".
El cuerpo de la rubia se paralizó por completo al sentir la posesiva mano
del desgraciado posándose con firmeza sobre su delicado hombro izquierdo
—¿Volverás a bailar para mí?—cuestionó con suavidad en el momento
que se inclinó para que su asquerosa insinuación fuese captada solo para los
oídos de la joven tailandesa.
Aquello era su más oscuro secreto, su razón del por qué había aborrecido
por tantos años su única y deseosa pasión, él le arrebató eso y muchas cosas
más que, a pesar de los años Lisa no ha podido olvidar, tragó saliva para
luego dar un par de pasos hacia atrás, el vivido recuerdo de aquellas
desastrosas tarde de niñez golpearon sin pudor alguno contra sus
pensamientos provocando que su cuerpo se estremeciera por completo.
Flashback:
La pequeña Lisa de siete años intentaba sostener su peso con una de las
puntas de sus delicados pies mientras que, con la otra extremidad la
mantenía firmemente anclada contra el tuvo de metal que se sostenía en la
pared.
La pequeña deseaba llorar, quería suplicar a su padrastro que le diese su
merecido descanso, pero el hombre era perfeccionista, él quería que saliese
todo a la perfección, por qué a el le gustaba las cosas bien hechas... No
como ella.
—Baila Cisne, ¡Vamos, compórtate como una señorita! —habló el
hombre que alguna vez lo llamó papá sintiendo sus ojos llenándose de
lágrimas al sentir el primer latigazo, dando de lleno contra su delicado
muslo, el cual, ya estaba completamente mal herido
–Maldigo el puto día que decidí darte en el gusto, eres una jodida
aberración bastarda, no mereces tener nada de mi—bramó tomando las
frágiles caderas de su lisa para luego simplemente mandarla al suelo, sin
importarle el seco sonido que su delgado cuerpo causó contra la madera
—Asquerosa fenómeno—escupió con un odio malditamente palpable, el
hombre la observó un par de segundos para luego chasquear su lengua—
esto es culpa de la puta de tu madre.
Y luego de soltar otro par de insultos hacia aquella pobre e inocente
alma, el hombre abandonaba la habitación, en busca-de lo más seguro-de la
señora Manoban.
Lisa jadeó mordiendo sus labios en un vano intento por no sollozar, él se
lo había dejado en claro, "Los niños no lloran".
—Puedes salir Bam—avisó la pequeña niña mientras se sentaba con
mayor comodidad en el frío suelo de madera, sintiendo sus muslos punzar
ante las heridas anteriormente infringidas por su padrastro.
Un pequeño niño de cabello castaño salió desde su escondite llevando
consigo el dragón de color verde que su madre le había obsequiado cuando
lisa tenía tan solo cinco años, la tailandesa giró su rostro observando al
pequeño tailandes mordisqueando su chupete mientras que lo sostenía con
esos adorables puños que, en aquel tiempo la joven de cabello castaño solía
adorar.
Lisa dejó que el menor se sentara sobre sus piernas apoyando su espalda
contra su anatomía, el niño le estiró su juguete preferido sabiendo que, muy
en el fondo de su consciencia, su hermana mayor realmente necesitaba que
el señor Trixie la protegiese del monstruo que convivía con ellos.
Lisa sonrió enternecida de lo adorable que solía ser su pequeño hermano,
a pesar de ser tan ajeno a la realidad que la consumía, él siempre intentaba
hacerle entender que el señor Trixie iba a cuidar de los dos.
—Trishi—habló el joven Bambam tirando de su muñeco hacia el rostro
de la tailandesa, queriendo brindarle su viejo amigo hacia su lastimada
súper heroína.
—Te juró por el señor Trixie que te protegeré con mi vida, pequeño Bam
—comentó Lisa de una forma tan sincera, que para sus tan solo siete años
era algo digno de admirar.
Fin del Flashback.
Lisa parpadeó completamente abrumada ante los recuerdos que azotaron
sus pensamientos, la joven sintió como su padrastro envolvía su brazo sobre
sus hombros bajando su mano peligrosamente hacia la mitad de su espalda.
Sus dedos eran gruesos y la palma, a pesar de que estuviese sobre la tela de
su chaqueta, la muchacha podía sentir su áspera piel rozando sus omóplatos.
Ahora la tailandesa era capaz de recordar la forma de ser de aquel
animal, la forma en que se expresaba hacia su persona o el de su madre,
como ignoraba la presencia del pequeño Bambam y las sinfín de veces en
que se armaba de valor para interponerse entre aquella alma oscura y la
pureza del castaño.
Lisa comprendía la verdadera razón del por qué no recordaba aquellas
cosas, su cerebro se había encargado de suprimir todos esos malos
recuerdos, dejando simplemente los bonitos momentos que solía pasar con
su madre o el pequeño Bam.
Lisa derribó el maceteado cuerpo de su padrastro logrando sorprender a
todos los presentes, su puño dolía ante el ardor que envolvía sus nudillos
como si lo estuviese metiendo en el fuego vivo, sus ojos se posaron en la
sangre emanando desde las heridas que ella misma ejerció contra el labio de
su padrastro.
La tailandesa sonrió con arrogancia, ver que ella había sido la encargada
de marcar de la misma forma que él había marcado el rostro de su madre le
había hecho sentirse de maravilla.
—Me da exactamente igual quien mierda seas ahora... Seungri—habló
Lisa con calma escupiendo las últimas palabras con total aberración.
—Pero no vuelvas a tocar a mi familia, porque lo pagaras caro—
amenazó observando como el gran hombre se levantaba del suelo plantando
firmemente su palma contra su mejilla.
—¡Tu no me das órdenes, tú no eres nada aquí!, ¡Está es mi puta casa!—
bramó Seungri envolviendo su gruesa mano en el cuello de la tailandesa,
levantando el delicado cuerpo de la joven sin mayor esfuerzo.
Lisa gruñó y jadeó, en el instante que sintió la falta de oxígeno en sus
pulmones, su rostro enrojeció mientras que, de un movimiento desesperado
intentaba patear el abdomen del hombre, buscando de alguna manera el
poder liberarse de sus fuerte agarre.
El cuerpo de la tailandesa chocó contra la pared en el momento que
Bambam, derribó la cintura de su progenitor, su movimiento fue estúpido,
sin mayor esfuerzo el fornido hombre pateó el abdomen del menor logrando
que este rodara por el suelo.
Lisa se levantó sintiendo como su cuerpo buscaba con desesperación la
forma de volver a recuperar el oxígeno faltante.
La tailandesa observó cómo su madre se levantaba intentando de una
forma dolorosa de ver, el levantar el abatido cuerpo de su pequeño bebé.
—¡Basta ya!—grito Lisa acercándose con pasos seguros en dirección de
su padrastro.
—¡¿Quién mierda te crees?!—cuestionó estampando sus palmas contra
los hombros del mayor.
—¡TE LARGASTE, TE FUISTE DE NUESTRAS VIDAS, ASUMELO!
—su gritó salió con intensidad en una forma desesperada por detener aquel
intenso momento.
—Tu no eres mi padre, eres el bastardo que puso de su existencia en mi
madre, nada más que eso—aclaró sintiendo su labio arder por el puñetazo
de su padrastro.
—Golpeándome no cambiara lo que pienso, no eres bienvenido en este
lugar, así que lárgate—ordenó volviendo a empujar al fornido hombre.
—Esto no quedará así—amenazó su padrastro mientras limpiaba su labio
partido—no debiste contradecirme, cisne, a tu padrastro no le gusta eso—
aclaró logrando estremecer el cuerpo de la tailandesa a causa de aquel
incómodo apodo que él mismo había osado en colocarse.
Y sin mayores palabras el hombre salió del lugar provocando que Lisa,
junto con su madre fueran capaces de respirar con completa tranquilidad.
La tailandesa giró su rostro limpiando el puente de su nariz y su labio
partido, sus oscuros ojos se posaron en el menor quien, simplemente se
encontraba en silencio acariciando su dolorido abdomen.
—Esto es tu culpa—aclaró Lisa siendo por primera vez verdaderamente
consciente del responsable de su miseria.
—¡Nadie más que tú tiene la maldita culpa!, ¡Mamá te lo dio todo y yo te
protegí!—escupió echando en cara todos los años que vivieron cuidando del
menor.
—¿Y esta es tu puta forma de pagar?, Mírala Bam, ¡Mírala!—ordenó
acercándose hacia el menor tomando con brusquedad su quijada,
escuchando de fondo como su madre suplicaba porque todo acabase entre
los hermanos Manoban.
—Nuestras estupideces la lastimaron, él la golpeó y tú, bastardo cobarde
no hiciste nada para impedirlo—gruñó soltando el mentón ajeno para luego
simplemente levantarse.
Lisa se acercó donde su madre colocándose en cuclillas para ver con
mayor comodidad el moretón que comenzaba a formarse sobre el labio
inferior de la mujer, el corazón de la tailandesa se estrujó a la vez que sus
ojos se cristalizaban, la muchacha realmente odiaba ver a su madre
lastimada, detestaba saber que ella estaba sufriendo por cosas, que estaban
fuera de sus manos.
—Él no volverá a tocarte, te lo prometo—Y Lisa hablaba malditamente
en serio, ella iba hacer todo lo posible por protegerla de aquel animal, aun si
aquello significase ponerse en peligro.
Dudas e Insinuaciones de Mal Gusto

Narrador omnisciente:
Habían transcurrido tres semanas justa desde la última vez que la
tailandesa tuvo algún tipo de contacto con su padrastro, la joven no se iba a
engañar, se sentía completamente inquieta con la misteriosa desaparición de
su padrastro, una parte de ella se mantuvo las veinticuatro horas del día en
completa alerta negándose rotundamente el bajar su guardia, Lisa era
consciente que, aquel hombre con sonrisa burlona y mirada desafiante solo
estaba creando su malévolo plan para atacarla o peor aún, a su familia.
Mientras tanto, Jennie se encontraba sentada sobre su cama observando
con completo disgusto como Tzuyu y Sana se alimentaban, más bien,
tragaban como si no tuviesen un mañana.
La coreana tuvo la mala idea de llamar a sus amigas, aquel día había
despertado con la extraña sensación de querer sentir amor, por algún motivo
que, la castaña seguía desconociendo sus sentimientos estaba por completa
a flor de piel, volviéndola más sensible que de costumbre.
La castaña arrugó el puente de su nariz sintiendo verdadero asco ante el
sonido que los labios de Tzuyu creaban al succionar el viscoso fideo. Jennie
sintió escalofríos al oír a Sana acompañando los grotescos sonidos de su
amiga, la coreana no pudo soportarlo, el solo hecho de oírlas le había
causado nauseas.
—Basta, ¿Pueden comer como la gente normal?—cuestionó la castaña
observando cómo las dos chicas la miraban, cómo si le hubiese salido una
segunda cabeza.
Jennie frunció el ceño a la vez que se cruzaba de brazos sintiéndose
verdaderamente ofendida por la forma en que sus dos amigas la estaban
observando.
Tzuyu fue la primera en ponerse de pie, la joven castaña dejó su platillo
sobre la cama sin antes apuntar con su dedo índice el cuerpo de Sana,
amenazando a la pobre japonesa en silencio. La muchacha alzó sus manos
intentando demostrar de aquella manera que ella jamás haría una cosa tan
vil y rastrera como robarse la comida ajena.
La castaña se acercó a Jennie dejando a Sana recostada sobre el colchón
con su platillo de comida reposando sobre su vientre. Tzuyu observó a
Jennie con preocupación, la joven estaba actuando de manera extraña,
parecía como si le hubiese llegado el peor "Andrés" de su vida.
—¿Te sientes bien?, Actúas como si hubieses discutido con... espera,
¿Discutiste con Lisa?—cuestionó Tzuyu luego de caer en cuenta que,
Jennie solía comportarse de aquella manera cuando tenía algún tipo de
problema con la rubia.
Jennie rápidamente negó con su cabeza arrastrando sus pies en dirección
de la cama.
—¿Entonces estás en tus días feos?—preguntó queriendo llegar a una
respuesta, lo suficientemente concretada para entender su forma de
comportarse.
La coreana nuevamente negó provocando que ambas amigas suspiraran
de forma frustrada.
—Tzuyu, quizás solo tiene hambre—comentó Sana mientras estiraba sus
brazos ofreciendo amablemente su platillo de comida—es Kimchi, tu
favorito—habló moviendo sus bonitas cejas de forma sugerente.
La coreana apretó sus labios esquivando su mirada del plato, por alguna
extraña razón, ver aquello le había causado náuseas.
—Aleja esa cosa de mí, sino quieres que vomite encima tuyo—habló
Jennie mientras que, hacia todo lo posible por aguantar las arcadas.
Tzuyu y Sana observaron en un completo silencio como Jennie corría en
dirección del baño expulsando todo el contenido de su estómago.
Tzuyu caminó hacia el grotesco sonido que la garganta de Jennie creaba,
la joven abrió la puerta observando a la coreana con sus brazos envuelto
alrededor del retrete, lentamente la taiwanesa se colocó de cuclillas frente a
su amiga estirando sus dos manos para atrapar el cabello de la joven
mientras que, el mal presentimiento hacia acto de aparición erizando por
completo su piel.
Sana dejó su comida a medias, oír a Jennie le había quitado
sorprendentemente el apetito. La joven se levantó de la cama caminando en
dirección del minúsculo baño que compartían en aquellos momentos Tzuyu
y la coreana, la rubia arrastró sus pies hasta llegar al umbral de puerta,
donde simplemente se quedó de pie con su hombro izquierdo apoyado
contra el marco de la madera.
—¿Qué has comido?—preguntó Sana interesada observando como la
espalda de la castaña, se encorvaba siendo seguidos por el eco que sus
vómitos causaban.
Ambas amigas hicieron una mueca de desagrado sintiéndose ahora ellas
un poco mal del estómago—eso no es una respuesta—aclaró notando como
la castaña alejaba su rostro del retrete para sentarse sobre el suelo
recostando su espalda contra la pared.
Tzuyu y Sana observaron las mejillas sonrojadas de la castaña y como,
con un toque de cansancio pasaba el dorso de su mano por sus húmedos
labios.
—Me he alimentado de la misma forma, que he hecho siempre—contestó
Jennie mientras inhalaba por su nariz, para luego simplemente expulsarlo
por la boca, repitió aquella acción un par de veces en un movimiento casi
desesperado por no volver a vomitar.
—Supongo que me resfriaré—comentó restándole por completa
importancia al asunto.
Sana observó como Jennie se levantaba del suelo pasando casi por
encima del cuerpo de Tzuyu, ambas amigas observaban como la castaña
comenzaba a cepillarse sus dientes con una mirada intranquila posada en el
mármol del lavamanos.
—Bueno... sino supiera que eres la homosexualidad hecha persona,
juraría que estas embarazada—comentó Sana con una maldad palpable, la
joven quería ver la reacción de la castaña y como lo sospechaba, sus
pensamientos estaban en lo correcto.
—Nunca te acostaste con Kai ¿Verdad?—cuestionó notando como ahora
Tzuyu también observaba, con cierta curiosidad el rostro inexpresible de la
coreana.
Tzuyu comenzó a reír al notar como Jennie palideció.
—Relájate Jennie, Sana solo bromea, lógicamente a ti no te va eso que
cuelga entre las piernas masculinas—comentó Tzuyu dándole un par de
palmadas a la espalda de la coreana.
—Por algo está con Lisa, ¿No?, Que caso tendría salir con una chica si te
van los penes—sus conclusiones solo empeoraban el malestar de la castaña,
quien, simplemente había cerrado los ojos negándose rotundamente a creer
las estupideces de sus amigas.
Sana iba continuar con sus "ideas locas" si no fuese porque el timbre
resonó en el lugar, Jennie aprovechó aquello para huir de la habitación
intentando tener por un par de segundos aire fresco.
La coreana bajó casi iba corriendo por las escaleras mientras que, era
capaz de oír las voces de Sana y Tzuyu charlando de lo que tanto le
aterraba.
Jennie comenzaba a cansarse de aquella actitud que Sana había osado en
tomar, ¿Ella?, ¿Embarazada?, Imposible, la simple idea le parecía
surrealista, ella se cuidaba y Lisa también, pero a pesar de que estuviese
realmente intentando hacerse la idea de que un bebé no era lo que ella
padecía, no podía quitarse aquel pequeño y casi minúsculo pensamiento de
que aquella idea no podía ser del todo descartable.
La coreana en el instante que llegó estiró sus manos sin saber que, del
otro lado estaría uno de sus mayores problemas. El cuerpo de Jennie se
paralizó en el instante que observó a la tailandesa frente a sus ojos, Lisa le
sonrió a medias dejando en total exhibición su labio amoratado y su pómulo
enrojecido, los párpados de la coreana se expandieron al notar las huellas de
un par de dedos firmemente dibujadas sobre la piel de su cuello.
—¡Oh por Dios! —Exclamó Jennie mientras que sus ojos se llenaban de
lágrimas, la rubia observó completamente preocupada como la coreana se
había abalanzado hacia su lastimado cuerpo comenzando a sollozar sobre su
pecho, aquello era nuevo, algo que Lisa no conocía en la actitud de la joven.
—¿P~Por qué?, ¿P~Por qué fuiste?—su voz salió completamente
ahogada bajo su descontrolado llanto.
—Bam no me causó esto—confesó Lisa sintiendo como el calor de
Jennie rápidamente se esfumaba de su abdomen.
Jennie le planto una firme bofetada que la hizo dar un par de pasos hacia
atrás, Lisa lo admitía, estaba aterrada por esta nueva actitud de la coreana,
parecía alguien nuevo, alguien peor que la que la original.
—¿Qué te sucede?!—preguntó Lisa con un claro tono de molestia.
La castaña guardo silencio mientras que se cruzaba de brazos, en su
interior ella también se estaba haciendo esa pregunta, ¿Por qué lo hizo?. Se
cuestionó la joven sintiéndose verdaderamente culpable por lastimar el ya
herido rostro de su Rubia.
Los párpados de la coreana se expandieron en el instante que recordó que
ella y Lisa no tenían una relación formal, la muchacha apretó sus puños
frunció el ceño a la vez que sentía como su cuerpo burbujeaba de la ira.
Fue el turno de Lisa el fruncir el ceño en el instante que notó como la
coreana le daba la espalda.
—¿Qué haces aquí?—una voz masculina provocó que el cuerpo de Lisa
se paralizara por completo.
Mientras tanto, Sana y Tzuyu observaban completamente confundidas al
extraño hombre que miraba a la rubia, como si estuviese a punto de
reventarle su rostro a puñetazos.
—Seungri, ella es Lisa y ya se iba—presentó la coreana olvidando por
completo que aquel hombre era el padrastro del amor de su vida.
Y sinceramente Lisa no podía culparla, Jennie era una niña que llegó a
ver no más de cinco veces al bastardo de su padrastro, era lógico que su
mente había suprimido-al igual que ella-la existencia de aquel hombre en
sus vidas.
—Largo—ordenó la joven con una ira preocupante, el hombre de traje
alzó una de sus cejas a la vez que llevaba una de sus manos hacia el cabello
de su hijastra acariciando con suavidad sus mechones.
—He dicho que te largues—la inseguridad era palpable para los oídos
ajenos provocando, que su padrastro simplemente sonriese con total
diversión.
Lisa estaba aterrada, las pocas veces que Jennie, tuvo la mala suerte de
estar en su hogar con él presente, ella jamás permitió que la muchacha
estuviese a solas con su padrastro, lo conocía muy bien para saber que era
capaz de hacer muchas cosas para lastimarla, a pesar de que aquello
conllevase lastimar a Jennie.
—Vivo aquí, pequeño cisne—comentó Seungri, disfrutando por completo
como su hijastra palidecía para luego negar con su cabeza.
La tailandesa sintió como si aquellas palabras le hubiesen golpeado la
boca de su estómago, su padrastro no podía vivir en aquel lugar, no podía
estar en el mismo techo que su Jennie.
La castaña frunció sintiendo verdadero disgusto al oír las palabras del
amigo de su padre, ¿Cisne?, Se cuestionó mientras se acercaba al cuerpo de
la tailandesa.
Jennie se dejó llevar por los celos envolviendo de forma posesiva sus
brazos sobre la cintura de la rubia, tirando a su vez del cuerpo de la menor
contra su pecho para que el Señor Seungri alejase sus sucias manos del
cabello de Lisa.
—Pequeña... solo quería conocer a tu amiga—comentó el hombre
observando a la coreana.
—Pues ya la conoce, se llama Lisa y es mi novia—aclaró Jennie sin
siquiera ser completamente consciente de que acababa de cavar su propia
tumba.
Lisa abrió sus párpados observando como su padrastro elevaba sus
comisuras sonriendo con verdadera maldad, la tailandesa pudo notar como
se hizo el sorprendido llevando sus dos manos al pecho.
—¿Novia?, Pues pequeña, déjame decirte que tienes un excelente gusto
—y sus insinuaciones no se detenían logrando que Jennie, apretara su
agarre mientras que la rubia mordía su lastimado labio intentando con todas
sus fuerzas el no lanzarse contra el rostro de su padrastro.
—Jennie y yo, ya nos vamos—avisó Lisa girando su rostro para ver por
sobre su hombro como Tzuyu y Sana observaban con confusión la escena.
—Ustedes igual, vamos—ordenó a la vez que bajaba sus manos,
tomando con un poco de fuerza el dorso de la coreana.
Jennie salió de su hogar pasando por el lado del amigo de su padre, la
joven estaba confundida y aquella sensación aumento al ver como, la
tailandesa osaba en mantenerse en el interior de su hogar.
—Bonitas chicas, ¿Sabes cuáles son sus nombres?—preguntó Seungri,
tomando con un toque de fuerza el brazo de la rubia deteniendo a la joven
antes de que fuese capaz de huir de aquel hogar.
—Se llaman... Mantén tus jodidas manos alejadas de ellas, sino me
quieres ver furiosa—contestó Lisa zafándose con eficacia del agarre de su
padrastro.
El hombre apretó los puños para luego simplemente bufar.
—No me amenaces, bastarda—gruñó Seungri mientras intentaba atrapar
nuevamente el brazo de la joven.
Lisa se giró tomando la perilla de la puerta, a la vez que sus oscuros ojos
conectaron con la mirada asesina de su padrastro.
—Lo mismo digo—respondió la joven para luego simplemente cerrar
con fuerza la puerta.
La tailandesa soltó el aire que había retenido en todo ese lapso de tiempo,
su corazón latía con fuerza a la vez que el sudor descendía por su columna
vertebral. Lisa no iba a permitir que Jennie viviese con aquel monstruo, no
permitiría que él le hiciese lo mismo.
Frustración y Cambios de Humor

Narrador omnisciente:
Lisa mantenía sus dedos aferrados al volante mientras que, sus brazos y
mandíbula se mantenían completamente tensos ante lo que sus crueles
pensamientos osaban en cuestionarle. La rubia bufó con los dientes
apretado a la vez que, veía por el rabillo de sus ojos como Jennie la
observaba.
Todas las presentes podían sentir la tensión en aquel pequeño lugar, Lisa
con su mirada oscura fija en la carretera, el silencio de la castaña con sus
ojos fijos en el perfil de su amada y Tzuyu y Sana quienes habían decidido
que mirar por la ventana era mas entretenido que conversar en aquel
incómodo lugar. Nadie estaba dispuesto en arreglar la situación, pensaban
firmemente que, continuar con el silencio sepulcral era lo mejor para todos.
Tzuyu se apoyó en el hombro de Sana desviando por fin sus ojos hacia la
pareja que compartían los primeros asientos, Tzuyu no podía dejar de lado
lo que había sucedido minutos atrás, la forma en que Jennie la observó
cuando Sana comentó lo del embarazo le hizo pensar firmemente que, tal
vez, solo tal vez, la rubia no estaba tan mal de la cabeza como la castaña le
había hecho entender.
Tzuyu soltó un suspiró, sabia que estaba mal, que, su próxima pregunta
podría conllevar una fuerte discusión entre el "Jenlisa" pero es que, por más
que Tzuyu intentaba dejar de lado el posible bebé, su mente no se lo
permitía perforando con mayor vehemencia el "Le fue infiel" aquello le
dolía, a pesar de que no tenía relación con lo sucedido, no podía dejar la
culpa de saber que, ella sabia que el bebé -lógicamente- no era de su amiga
tailandesa.
Tzuyu mordió su labio, estaba molesta con Jennie, ¿Cómo era posible?.
Se cuestionó la taiwanesa al recordar las innumerables veces en que la
coreana hablaba sobre aquella misteriosa chica que la volvía loca, aun
cuando en aquellos tiempos estaba en una relación con Kai. ¿En que estaba
pensando?, Se pregunto deseando poder decirlo en alto para oír la respuesta
de la coreana.
Los ojos de la taiwanesa se desviaron hacia la rubia, sintió pena por ella,
¿Qué sucedería con Lisa?. Se cuestionó teniendo miedo de que la tristeza
consumiera a la joven, pero es que la taiwanesa lo veía, veía cuanto amor
Lisa desbordaba con tan solo observar a la coreana, ni siquiera ella veía de
esa forma a Sana y eso que estaba hasta la médula enamorada de la
japonesa.
Sana frunció el ceño al percatarse del sonido que hacían los dientes de la
menor al atrapar sus uñas, la rubia inclinó su rostro observando en silencio
el nerviosismo que emanaba el cuerpo de la joven. La rubia quiso preguntar
que era lo que atormentaba la mente de su fiel novia, pero el silencio del
lugar era tan abrumador que, prefirió dejar que Tzuyu siguiese sumergida
en sus pensamientos, quizás, más tarde le preguntaría que era lo que le
sucedida.
Jennie suspiró cerrando sus ojos, nuevamente los mareos vinieron a ella
bombardeándola sin ningún tipo de piedad. Mientras tanto, Lisa tomaba
grandes bocanadas de aire intentando no enfurecer contra la castaña o
alguna de sus amigas, pero, sinceramente se le estaba haciendo realmente
difícil el poder tranquilizarse, sus pensamientos no la dejaban en paz, ¿Qué
hubiese sucedido con Jennie y su padre?.
La idea le erizaba la piel, no quería pensar en la coreana a solas con su
padrastro, aquello simplemente la abrumaba hasta el punto que su cabeza
comenzaba a doler.
—¿Jennie... estas bien?-preguntó Lisa logrando que su suave voz
rompiera el silencio del lugar.
Sana y Tzuyu observaban en silencio como la rubia estiraba su mano sin
despegar su mirada de la carretera, las chicas no iban a mentir, se sentían
realmente sorprendidas en el instante que observaron como Jennie le daba
un manotazo a la palma ajena, cruzándose rápidamente de brazos.
—Cómo si te importara—gruñó Jennie sintiendo la molestia inexplicable
burbujeando en todo su ser.
Lisa entreabrió sus labios a la vez que sus nudillos tomaban un tono
pálido al ejercer presión alrededor del volante.
—¿Qué mierda, te pasa ahora?, Primero la bofetada y ahora el manotazo,
¿Qué te hice?—cuestionó la rubia manteniendo sus ojos en la calle
queriendo mantenerse enfocada en su conducción y no en el extraño
berrinche que la castaña le estaba armando.
—Si despertaste de mal humor, es tu maldito problema, ya tengo
suficiente con los míos para que te quieras unir.
—Lisa—llamó Tzuyu al ver por el espejo interno como Jennie lloraba.
Si la joven castaña estuviese efectivamente embarazada sus emociones
debían estar a flor de piel, Tzuyu lo tenía mas que claro, aun podía recordar
las innumerables veces en que su madre echaba de la casa a su padre por
cualquier estupidez en el tiempo que estaba esperando al pequeño Yoojung,
así que se podía hacer una idea de lo intensa que se volvería.
La taiwanesa trago saliva, no sabía todavía si podría soportar todo eso
con las demás chicas, realmente será difícil si Lisa decide dejarla por
aquella "infidelidad".
La rubia al oír la voz de Tzuyu no dudó en observar por el espejo interno
como una de las chicas le hacia unas claras señas de que cerrase su boca.
Lisa frunció el ceño claramente confundida, para luego terminar haciendo
caso a las ordenes de Tzuyu prefiriendo guardar silencio que empeorar la
situación.
Lisa se sentía verdaderamente incómoda; Jennie parecía realmente
molesta por algo que, claramente la joven rubia desconocía por completo,
Lisa rápidamente comenzó a hacer un recuento mental de las cosas que
había hecho en el día, claramente algo malo hizo y lo dejó pasar.
"Tomar desayuno" la tailandesa frunció el ceño, Jennie no tenía razones
coherentes para molestarse por aquello, además ella desconocía eso,
"Pensar en Jennie" "putear a Bambam", "Disculparse con Mamá por
intentar golpear a Bambam", las ideas de lo que había hecho en el día
golpearon sus pensamientos, pero todo caía en la categoría de las cosas
normales que solía ejercer, ¿Entonces?. Se cuestionó completamente
frustrada, teniendo como último recurso el comenzar a recordar lo que
sucedió luego de que saliese de su hogar.
La rubia mordió su lastimado labio, quizás, solo quizás, Jennie debió
molestarse porque no la saludó como debía o tal vez por los golpes en su
rostro. Lisa se estaba torturando en pensar la verdadera razón en el malestar
de su amada, quizás, se cuestionó la joven dándole un rápido vistazo a la
castaña, quizás no le comentó lo hermosa que se veía aquella tarde, sacó
como conclusión sintiendo sus ojos brillar ante aquella posible respuesta.
—Te ves hermosa, hoy—halagó Lisa odiándose rápidamente al oír la
exclamación de indignación por parte de la castaña.
Jennie comenzó a limpiar sus mejillas, sintiendo como la tristeza se
esfumaba para dar paso a la molestia.
—¿Insinúas que los demás días no me veo bien?—cuestionó la joven con
rabia sintiendo como todo su cuerpo, se iba hacia adelante a causa de la
fuerte frenada que causaron las llantas en el instante que Lisa presionó los
frenos.
—¡Puta madre!, Es que no hay forma, lo digo en serio, todos los malditos
días estas molesta por alguna estupidez, ¿Cuándo sera el día en el que
simplemente te quedarás callada o dirás que me amas a pesar de todo?—
cuestionó Lisa con un claro tono de frustración, es que la joven había
explotado; lo sucedido en su hogar, la llegada de su padrastro, el miedo por
lo que le pudiese suceder a la castaña y ahora esto de sus constantes enojos,
Lisa simplemente no lo soportaba más.
—¡Pues tu me sacaste de mi hogar!, ¡Jamás te dije que quería irme, tú lo
decidiste Manoban, decides por lo demás porque según tú "estas
protegiendo"!—contraatacó Jennie con fuerza, soltando sus palabras con
molestia mientras que, se golpeaba con dureza sobre los muslos, queriendo
de aquella manera apaciguar su furia.
—¡Si soy una puta carga para ti pues dímelo y ya, pero no vueltas a
alzarme la voz Pranpriya!—amenazó para luego apuntar con con su dedo
índice el pecho de la rubia.
Sana y Tzuyu observaban con verdadero impacto como la pareja
comenzaban a gritarse con ira, parecían estar hablando de otra cosa, como
si estuviesen aprovechando la oportunidad para sacar lo que antes no se
atrevían a decirse de frente.
La taiwanesa vio a su madre reflejada en las interacciones de Jennie, la
forma en que la muchacha enfurecía por la mínima cosa que se le decía, sus
cambios drásticos de humor y el peculiar brillo en sus ojos que se instalaban
cuando veían a la persona que amaban, el mismo brillo que estaba
sosteniendo la castaña mientras observaba a la tailandesa.
—¡¿Pero qué mierda estás diciendo?! ¡¿Te estas escuchando siquiera
Jennie?!—cuestionó Lisa con mayor calma notando las mejillas sonrojadas
de su castaña.
Jennie respiraba con fuerza mientras apretaba sus puños, ¿Qué le estaba
pasando?. Se preguntó rebosando en la angustia al percatarse que, ni ella
misma estaba comprendiendo su forma de comportarse.
—Lamento ser sobreprotectora contigo, pero es que me aterra el pensar
que alguien pueda llegar a lastimarte—la voz de Lisa sonaba con
arrepentimiento, a la joven no le gustaba discutir con la coreana, a pesar de
que ella no tuviese la culpa esta vez.
–Siempre te voy a cuidar Nini, ¿Lo sabes verdad?. Yo daría mi vida por
la tuya.
—Awww—se escuchó la exclamación de Tzuyu mientras que,
rápidamente su voz perdía fuerza ante la forma en que la observaba las
demás presentes.
—Lo siento, es que eso ha sonado muy lindo—admitió viendo el sonrojo
en las chicas anteriormente discutiendo.
Lisa volvió a posar su mirada en la coreana observando atentamente
como los castaños ojos ajenos lentamente volvían al brillo dulce que solía
observar con tanta admiración.
Tzuyu frunció el ceño, a pesar de que la rubia era realmente adorable con
la castaña, no podía dejar de lado el recuerdo del posible bebé, simplemente
le atormentaba y estaba aterrada que, de un movimiento desenfrenado por
parte de su mente soltase aquella confesión llegando a los oídos de la
tailandesa.
—Iremos a mi hogar—avisó Lisa en el momento que el incómodo
silencio volvió hacerse presente entre las jóvenes—Jennie—llamó
provocando que la mencionada girara su rostro para enfocarse en sus
oscuros ojos—vivirás conmigo—aclaró notando como la castaña
comenzaba a reír para luego negar con su cabeza.
—Ni lo sueñes Manoban, no dejaré a mi familia solo por que tu quieres
tenerme en tu cama—comentó Jennie logrando que Lisa sintiese sus ojos
arder ante la genuina frustración que comenzaba apoderase de su cuerpo.
La tailandesa golpeo con todas sus fuerzas el volante, escuchando el
clásico pitido que aquel circulo de cuero causaba cuando ella lo apretaba.
—¡LO QUE MENOS HE PENSADO EN ESTE TIEMPO, ES
LLEVARTE A LA CAMA!—gritó Lisa con furia mientras las lágrimas
descendían por sus mejillas, la rubia estaba realmente harta de aquella
actitud por parte de la coreana.
—¡NO QUIERO QUE ÉL TE HAGA, LO MISMO QUE ME HIZO A
MI! —confesó llevándose sus dos manos al rostro—no quiero que seas su
nuevo cisne—susurró logrando que la castaña entrará en razón.
—Lisa—comentó Jennie sintiéndose confundida ante las confesiones de
la joven, ¿Cisne? Cuestionó recordando rápidamente como el amigo de su
padre había llamado con aquel extraño apodo a su amada.
Jennie frunció el ceño intentando pensar en que momento la tailandesa
conoció al Señor Seungri. De repente, sus párpados se expandieron con
totalidad al tener el pequeño recuerdo de aquel hombre conversando con
aires de molestia con una pequeña Lisa de siete años, ¿Cómo pudo
olvídarlo?. Se cuestionó completamente molesta consigo misma por saludar
al bastardo que causaba las lágrimas en su heroína.
Lisa siempre había sido el héroe en la familia, lastima para el Señor
Seungri que jamás notaria todo lo que su hijastra, era capaz de hacer para
proteger a quienes amaba.
—¿Qué te hizo tu padrastro, Lisa —preguntó la coreana sintiendo
verdadero pavor al notar como la tailandesa simplemente desviaba su
mirada esquivando sus ojos.
—No importa, solo tienes que saber que te mudarás a mi hogar y no me
interesa si te niegas, no estoy pidiendo tu opinión—contestó Lisa para luego
encender nuevamente el automóvil dirigiéndose hacia su hogar, sintiendo
las inquisidoras miradas de las demás presentes.
¿Jennie Embarazada?

Narrador omnisciente:
Lisa estacionó el vehículo de su madre sobre la orilla de la vereda, la
rubia dio grandes bocanadas de aire mientras que giraba su rostro para ver
las facciones de la coreana, la tailandesa había dejado a Tzuyu y Sana en el
hogar de la primera mencionada, las chicas habían comprendido que, la
pareja "Jenlisa" tenían mucho de que platicar.
La tailandesa suspiró desabrochando el cinturón de seguridad, la joven se
sentía intranquila, el silencio de Jennie no era para nada normal, se
cuestionó si la muchacha seguía molesta por lo sucedido horas atrás, quizás
fue muy brusca con sus palabras, tal vez debió medirse antes de tratar de
aquella manera a la castaña.
Lisa observó cómo la coreana se desabrochaba de su cinturón, la joven
completamente nerviosa entreabrió sus labios en el instante que sintió la
penetrante mirada ajena fija en sus facciones.
—¿Estás...? —Lisa realmente estaba preocupada por los drásticos
cambios de humor que la coreana había estado demostrando a lo largo del
día, pero para su grata sorpresa la castaña había osado en levantarse de
aquel reducido asiento para abalanzarse contra su cuerpo.
Lisa jadeó con sus labios adheridos con los de la castaña, su cuerpo se
había azotado con brusquedad contra la puerta del automóvil, al sentir el
peso de la coreana sobre el suyo.
La tailandesa intentó apoyar su espalda contra el respaldo del asiento,
pero aquello solo causo que Jennie terminase por acomodarse sobre sus
muslos devorando sin ninguna piedad su adolorido labio inferior.
La rubia mantuvo sus párpados completamente expandidos sintiendo el
trasero de la mayor colisionando con fuerza contra su entrepierna, la
extranjera no iba a mentir, la confusión la había atrapado por completo
impidiendo que fuese capaz de disfrutar lo que sea que estuviese haciendo
la coreana con su cuerpo.
Lisa llevó sus manos al abdomen ajeno intentando alejar a Jennie de su
cuerpo, el calor era abrasador y estar en aquel reducido espacio
simplemente empeoraba la situación. Luego de un par de segundos donde la
coreana invadió sin ningún tipo de pudor la boca ajena con su delicada
lengua, Lisa fue capaz de alejarla sintiendo su respiración completamente
agitada.
—¿Por qué te comportas así?—cuestionó la tailandesa, estando
verdaderamente desconcertada por las acciones de la castaña.
Jennie sonrió con arrogancia llevando una de sus manos hacia su largo
cabello castaño, sus afilados ojos miraban con deseo el rostro confundido
de la menor. La coreana disfrutaba cómo Lisa la veía, aquella forma
inocente, con sus mejillas resaltando de un tono carmesí simplemente le
provocaban perder la cordura.
La castaña no iba mentir ella no entendía su comportamiento, algo le
estaba sucediendo que le provocaba comportarse de aquella forma intensa y
pasional, la muchacha no pudo evitar el preguntarse sí la pobre tailandesa
también está sufriendo de la misma forma que le sucedía a ella, porque no
quería pensar que sólo ella había tenido la mala suerte del día.
Lisa subió sus manos hacia los hombros ajenos, sus oscuros ojos miraron
de forma suplicante a la castaña quien sin pudor comenzaba a mover sus
caderas para provocar a la extranjera.
–Jennie por favor...—suplicó la rubia soltando un suspiro de agonía por
la tortura que la mayor le estaba haciendo pasar.
—Aquí no—pidió sintiendo un fuerte dolor en sus omóplatos, por el
fuerte empujón que la castaña le propino.
—¿Es que acaso, no te gusto ahora?, ¡¿Es eso Pranpriya?!–cuestionó
Jennie con un claro notorio de molestia en su tono de voz.
—¡¿Eh? —insistió observando como Lisa simplemente entreabría sus
labios, sintiéndose verdaderamente perdida por el rumbo que la
conversación había tomado.
—Vete a la mierda Manoban—gruñó para luego abrir la puerta saliendo
rápidamente del vehículo.
Lisa dio un pequeño brinco del susto al oír el azote de la puerta, la joven
observó completamente estupefacta como Jennie caminaba pisando con
fuerza el suelo, como si aquello tuviese la culpa de su mal humor.
La tailandesa suspiró con una frustración jodidamente palpable en el
ambiente, se cuestionó que había hecho mal en su otra vida, a quien había
asesinado para que la vida la tratase de aquella manera. La rubia pensaba
seriamente que Jennie había perdido la razón, que tal vez se había golpeado
la cabeza con la pared y aquello la había dejado tonta, intentaba buscar
alguna solución a la mierda de comportamiento que la mayor había osado
en cometer, ¿Por qué?. Se cuestionó Lisa luego de ver que, ninguna
respuesta que su mente creaba era lo suficientemente convincente para su
gusto.
Sin tener nada claro en sus pensamientos, la rubia abandonó el
automóvil, dirigiéndose con completa inseguridad hacia su hogar.
Lisa no era creyente, pero en estos momentos en su cabeza no dejaba de
rezar deseando que Jennie volviese a la normalidad.
La tailandesa ingresó a su hogar, intentó hacer el menor ruido posible
para no alterar a la coreana, para su sorpresa al entrar en la habitación
principal sus ojos se posaron en la extraña interacción que su hermano
estaba ejerciendo con Jennie, ambos jóvenes se encontraban sentados sobre
el sofá hombro con hombro adheridos entre sí mientras que sus ojos se
mantenían posados en la televisión, Lisa se cuestionó la razón del por qué el
joven estaba en su casa, se suponía que estaría con los de servicios sociales,
¿No?.
La rubia apretó su quijada tragando los celos que intentaba salir hacia el
exterior, a pesar de que no le gustase que la coreana hiciese contacto con el
castaño no podía evitar guardar todo lo que pensaba, para no empeorar lo
que sea que estuviese sucediendo con la castaña.
—Lisa—llamó Sunmi desde el umbral de la cocina, su voz sonó suave
pero extrañamente seria para los oídos de la mencionada.
Lisa se giró observando a su madre con los brazos cruzados y las cejas
unidas por la molestia. La joven no pudo evitar el suspirar seguido del
"¿Por qué me sucede, esto a mí?".
Ante la forma en que su progenitora la estaba viendo. Lisa no se veía
capaz de soportar otro extraño comportamiento por alguna mujer, le bastaba
con aguantar los cambios de humor en la coreana para tener que soportar
ahora los de su madre.
Lisa observó como la Sra. Manoban le hacia un movimiento con su dedo
índice, para que se acercarse a la cocina, la joven asustada con los hombros
completamente tensos ante la idea del regaño que se le avecinaba, la
muchacha arrastró rapidamente sus pies hacia la dirección de su madre,
mientras más se acercaba podía sentir el intenso debate que en sus
pensamientos se habían creado por entender, que cagada se había mandado
esta vez.
Al ingresar observó como su progenitora le apuntaba hacia el taburete, no
le dijo nada, ni un hola, ni mucho menos un, ¿Cómo estás?.
Su madre se mantuvo en un completo silencio, observando como ella
tragaba saliva para luego nuevamente arrastrar sus pies hacia la dirección
que aquella mujer le había indicado.
—Te juro que yo no fui—admitió Lisa sin ser consciente de lo que había
sucedido en realidad.
Lisa sintió su tráquea cerrarse, en el instante que observó como su madre
alzaba una de sus cejas, cómo si le estuviese preguntando en silencio
"¿Estás segura?".
Esta bien, la tailandesa estaba confundida ¿Realmente había hecho algo
malo?. Ella no lo recordaba, pero si lo pensaba bien, hacia muchas cosas
que luego simplemente lo suprimía de sus recuerdos.
La tailandesa se encogió de hombros sonriendo de forma insegura, sentir
la penetrante mirada de su progenitora le colocaba de los malditos nervios,
posiblemente jamás iba a ser lo suficientemente valiente para sostener la
mirada de su madre.
Lisa observó como su madre caminaba hacia la mesa de mármol, la
mujer estiró su mano tomando la taza con su contenido humeante, Lisa notó
cómo su progenitora bebía con tranquilidad el café, sin despegar sus
oscuros ojos de los suyos.
—¿Has notado a Jennie extraña?—rompió el silencio Sunmi, observando
como su hija frunció el ceño, para luego asentir con su cabeza.
—¿Sabes?, Cuando tenía cinco meses de embarazo solía llorar por todo,
a veces ni yo misma podía soportar mi forma de comportarme—comentó la
mujer notando como Lisa se mantenía en silencio, sin entender las razones
del por qué su madre le estaba hablando sobre eso en aquellos instantes.
—¿Jennie ha tenido cambios de humor?. Ya sabes, cómo de estar molesta
a estar feliz o de estar sonriente a sentirse triste.
—Ni te imaginas Mamá, hoy me abofeteó y luego se ha puesto a llorar...
sinceramente no se que le sucede, se comporta como una lunática hormonal
—confesó Lisa mientras apoyaba sus dos codos sobre la mesa de mármol,
notando cómo su madre bebía de su café con una sonrisa media plasmada
en su rostro.
—Espera... ¿Por qué me estás preguntando, todo esto?—cuestionó
sintiendo el mal presentimiento haciéndose presente.
La mujer alzó sus cejas para luego encogerse de hombros, Lisa pudo
notar el brillo en su mirada y cómo su sonrisa burlona -la misma que ella
poseía -se instalaba en sus labios.
—No sé... ¿Dímelo tu?—contraatacó Sunmi para luego simplemente
girarse sobre sus talones, abandonando la habitación, dejando a una
confundida rubia sentada sobre el taburete.
Lisa se mantuvo en silencio intentando pensar con claridad el mensaje
secreto que su madre le había dejado, "cambios de humor".
"(...) cuando tenía cinco meses de embarazo solía llorar por todo"
"¿Jennie ha tenido cambios de humor?". La tailandesa expandió sus
párpados a la vez que su cuerpo perdía el equilibrio, sintiendo su espalda
colisionando contra el frío suelo del lugar, la respiración de la joven era
completamente errática a la vez que el sudor frío rápidamente se hizo
presente descendiendo por su espalda, ¿Jennie embarazada?.
Lisa no podía creer aquello, sus ojos se cristalizaron, el miedo y la
emoción golpeando sin cesar sus pensamientos, la muchacha quería ir
donde la coreana y abrazarla hasta sentir que su cuerpo se fundía con el
suyo, pero antes, debía asegurarse de que efectivamente las insinuaciones
de su madre estaban en lo correcto.
Abrumada por sus propias conclusiones, Lisa se levantó del suelo
sintiendo su corazón bombeando con fuerza en el interior de su caja
torácica, caminó sintiendo su cabeza doler por culpa de sus pensamientos,
sus ojos viajaron por la habitación principal observando a Jennie recostada
sobre el brazo del sofá mientras reía como una niña pequeña, por lo que
sucedía en la televisión, su mirada se dirigió hacia su madre, la mujer
observaba en silencio a la castaña, parecía estar analizándola, pero de verse
molesta como lo que creía en un principio la tailandesa, se sorprendió de
ver que la mujer estaba emanando genuina emoción.
—Saldré un momento—avisó Lisa haciendo un rápido mohín al
percatarse que ninguno de los presentes les prestó verdadera atención.
—Yo también los quiero–comentó queriendo que ellos notaran su
presencia, pero nada, al parecer la televisión era mejor que ella.
Lisa bufó para luego salir de su hogar, entre sus manos sostenía las llaves
de la camioneta mientras que, su mente no le dejaba en paz con el tema del
presunto bebé.
Lisa se sentó frente al volante, sus ojos inquietos observaban el exterior
queriendo tener una respuesta de lo que sucedería si el test daba positivo,
¿Qué iban hacer?. Lógicamente lo tendrían, Lisa no tenía ninguna duda de
aquello, ¿Tendría que trabajar?.
Lo mas seguro es que sí, aquello había sido un descuido entre ella y
Jennie, su madre no tenía porque cargar con la culpa.
La rubia apoyó su frente contra el volante, lentamente una sonrisa
comenzó a asomarse en sus traviesos labios, estaba emocionada la joven no
lo iba negar, la idea de tener un ser vivo producto de ella y Jennie le
causaba un extraño calor subiendo por su pecho hasta las mejillas.
Lisa comenzaba a desear que el test diese positivo, aunque aquello
sonase completamente egoísta, Lisa deseaba en verdad tener un bebé.
Positivo O Negativo

Narrador omnisciente:
Lisa observaba asustada la bolsa que contenía los diferentes test de
embarazo, la muchacha se mantuvo "Entretenida" en la zona de pañales y
test en busca del pequeño objeto que cambiaría su futuro o no, fue
incómodo ingresar aquella tienda sintiendo la mirada juzgadora de las
vendedoras, como si nunca en la vida hubiesen visto a una chica buscando
algo en la zona de bebés y aquel sentimiento empeoró al ver una cantidad
exagerada de cajas con el mismo nombre "Test". ¿Por qué no podía haber
uno solo?, ¿Cuál era la necesidad de crear tantos?.
Se cuestionó la tailandesa al ver que un pasillo completo se centraba solo
en aquello. La rubia rio entre dientes al recordar el rostro de sorpresa de la
vendedora ante el contenido de su paga, posiblemente ella también hubiese
puesto esa cara si veía a una joven llegando con un pequeño carrito casi
completo de cajas de test, parecía surrealista la cantidad exagerada que
compró, pero es que Lisa no sabia cual de todos ellos era el mejor, así que
para asegurarse compró uno de cada marca.
La tailandesa ya se había estacionado frente a su hogar, en todo el
trayecto no podía dejar de pensar cómo Jennie se tomaría aquello, ¿Se
molestaría? ¿La golpearía?. Últimamente ha estado muy extraña, Lisa no se
podía fiar de ella.
La rubia apoyó su frente contra el volante, ¿Qué nombre sería adecuado
para el pequeño Manoban Kim?. Debían tenerlo claro, ¿no?, Pregunta tras
pregunta comenzaban a atormentar a la pobre, quien, casi exhausta de sus
propios pensamientos decidió simplemente suspirar y dejarlo pasar.
Lisa infló sus pulmones de aire armándose de valor para salir de la
camioneta, la muchacha se obligó a si misma a ser valiente, hasta que,
luego de casi cinco minutos insultándose en sus pensamientos por lo
cobarde que era, la rubia salió del vehículo, sin antes sacar lo mas
importante.
La tailandesa caminó hacia la entrada de su hogar, todo se veía muy
tranquilo para su gusto, por la ventana pudo notar por un par de segundos la
televisión encendida así que dedujo que alguien debía estar en el interior. La
rubia ingresó en su hogar escuchando la voz chillona de Bob esponja, la
muchacha no pudo evitar fruncir el ceño dirigiéndose hacia el sonido, se
quedó rápidamente de pie en la entrada de la habitación observando a
Jennie recostada sobre el sofá mientras que sacaba un puñados de papas
fritas-cómo toda una dama.
Lisa rio al ver como la joven hacia un adorable mohín al notar cómo
algunas de las frituras caían por su escotada camiseta, su risa logró llamar la
atención de la coreana, quien, rápidamente alzó su mirada hacia su
dirección colocándose velozmente de pie.
-¡Lisa!-exclamó la joven feliz mientras se acercaba hacia la tailandesa,
tomando el atrevimiento de subirse arriba del cuerpo ajeno para envolver
sus piernas sobre las caderas de la menor.
-Te eche de menos, tu madre y Bambam salieron y no me quisieron
llevar-admitió haciendo un adorable puchero a la vez que escuchaba la
suave risa nerviosa de Lisa.
-Solo salí a comprar-comentó Lisa a la vez que pasaba sus manos por la
cintura de la coreana, estrujando sus extremidades alrededor del cuerpo
ajeno.
-¿Qué te has hecho?, Te ves radiante-aunque fue un halago realmente
peligroso para su vida integra por el mal humor de la castaña.
Pará la suerte de la tailandesa, Jennie escondió su mirada bajo sus largas
pestañas indicándole que se lo había tomado para bien.
La coreana rio entre dientes completamente avergonzada por las palabras
de la menor, la joven intentó dejar de sentirse nerviosa por la cercanía de la
tailandesa, así que tomó rápidamente la decisión de juntar sus labios en un
dulce beso.
Lisa gruñó completamente extasiada por el sabor de fritura y sal que los
labios de la contraria habían brindado a su paladar.
-¿Qué compraste?-cuestionó Jennie luego de que sus labios se separaron,
la joven observó con cierta curiosidad la bolsa blanca que había caído en
uno de los costados del cuerpo de la tailandesa, logrando que el frío sudor
descendería por la espalda de la mencionada.
-No te molestes conmigo-pidió Lisa en el instante que bajó a la castaña
de su cuerpo, la muchacha notó como la coreana flexionaba sus rodillas
estirando su torso para atrapar la bolsa y su contenido.
Jennie frunció el ceño al introducir una de sus manos sacando una
pequeña caja, rápidamente la sorpresa golpeó sus pensamientos provocando
que sus manos dejaran caer la caja con nombre "Test de embarazo" y las
demás cajas que supuso que también eran de lo mismo.
La coreana giró su rostro observando como la tailandesa, llevaba sus dos
manos hacia su intimidad.
-No estoy embarazada Pranpriya, compraste ésto de más-contestó la
joven intentando que sus palabras fuesen efectivas para sus intranquilos
pensamientos-No lo estoy-se repitió sintiéndose poco segura de aquello.
La tailandesa tragó saliva estirando sus manos para tomar la caja y la
bolsa.
-Entonces no te molestaría hacerte el test, ¿Verdad?. Solo para
asegurarnos-contestó Lisa observando como la castaña a regañadientes le
arrebata la caja.
-¿Quieres que te acompañe?-preguntó con suavidad observando como la
coreana negaba, provocando un gran suspiro de frustración por su parte.
-Esta bien, estaré ahí-apuntó el sofá frente a la pantalla del televisor.
Jennie caminó hacia el baño que se encontraba al final del largo pasillo
del primer piso, mientras que la rubia se dirigía hacia el sofá para tomar
asiento en aquella suavidad, Lisa inclinó su cuerpo hacia atrás a la vez que
envolvía su palma sobre su nuca, la joven bufaba sintiéndose
completamente impotente por estar en la habitación principal y no al lado
de la coreana, la joven deseo que la castaña le hubiese pedido que le
acompañase, se suponía que era algo de las dos, ¿No?.
Se trataba de su posible hijo, ¿Por qué Jennie, no le permitió saber la
respuesta?. Pasaron los minutos que para ambas jóvenes había sido
completamente eternos, hasta que la tailandesa fue capaz de escuchar unas
suaves pisadas provenientes del pasillo, aturdida Lisa se colocó de pie
girando sobre sus talones para ver a Jennie ingresar en el lugar.
El rostro de la coreana no le daba ninguna señal, que fuese lo
suficientemente clara para que la tailandesa comprendiera que era lo que
estaba sucediendo.
-¿Y~Y?, ¿Qué sucedió?-cuestionó Lisa mientras que rodeaba el sofá,
dirigiéndose con pasos apresurados hacia la coreana.
Jennie envolvió sus brazos en la cintura de la tailandesa, apoyando su
mejilla sobre el hombro de la menor.
-Las instrucciones decían que debía esperar cinco minutos para saber la
respuesta-comentó la coreana mientras que sentía los dedos de la tailandesa
acariciando sus omóplatos-estoy asustada, no quiero verlo sola-admitió
apretando sus labios, al sentir los labios de Lisa presionando sobre su
coronilla.
-Pase lo que pase, siempre me tendrás a tu lado-habló Lisa con suavidad
a la vez que daba por finalizado el abrazo-¿Estas preparada?-cuestionó
dándole rápidamente un beso sobre su frente al notar como la joven negaba
con su cabeza.
-Vamos-animó colocando su mano detrás suyo para atrapar el dorso de la
castaña-tenemos que ver la respuesta, cariño-aclaró observando como la
coreana tomaba grandes bocanadas de aire, para luego asentir con su
cabeza.
Caminaron en un completo silencio rumbo hacia el baño, al quedar frente
a la puerta Lisa hizo un suave ademán indicándole de que podía pasar, la
muchacha observó como Jennie la veía con pánico sintiendo como aquel
sentimiento lentamente comenzaba a consumir sus pensamientos.
La tailandesa le sonrió de manera dulce intentando reconfortarla de
alguna manera, y para su sorpresa lo había conseguido. La coreana al
ingresar posó sus ojos en el pequeño test que se hallaba sobre el lavamanos
sintiendo verdadero pavor por la respuesta que este les daría en un par de
minutos más.
La rubia apoyó su hombro contra el marco de la puerta manteniendo sus
ojos fijos en cada movimiento que la mayor ejercía, la notó mirando el
pequeño objeto con nerviosismo para luego simplemente tomar asiento
sobre la tapa del retrete manteniendo sus intranquilos ojos fijos en sus
delicadas manos.
Lisa sintió su cuerpo tensarse en el instante que notó, como Jennie alzaba
su mirada estirando su mano en dirección de la tan ansiada respuesta, la
tailandesa tragó saliva sintiendo sus manos sudar por lo que la coreana
estaba punto de ver.
Jennie se quedo de piedra sintiendo como lentamente sus comisuras
comenzaban a elevarse, su castaña mirada se alzó buscando los oscuros de
la menor, en el momento que lo logró no pudo evitar el sonreírle
provocando que Lisa creyese algo completamente diferente a la realidad.
-No estoy embarazada, Lisa-chilló la coreana completamente
emocionada, provocando que la sonrisa de la tailandesa se borrara por
completo.
-Genial...-fue lo único que la tailandesa dijo para luego girarse sobre los
talones, caminando en dirección de la habitación principal.
Jennie daba pequeños saltitos de alegría olvidando por completo la
existencia de la tailandesa, ella sabía que no estaba embarazada, pero, ¿Por
qué seguía con el mal presentimientos?.
Mientras tanto Lisa se recostó sobre el sofá agarrando el cuenco que la
coreana había estado usando como platillo para sus papas, comenzando
rápidamente a consumir las frituras que la coreana había dejado a la mitad.
Lisa no se iba engañar, estaba triste, hace un par de horas atrás tenía
todos sus sentimientos revueltos, mientras que observaba con verdadera
admiración los minúsculos trajes de bebes recién nacidos colgados sobre
diferentes estanterías, ¿Por qué te ilusionaste idiota?. Se increpó a sí misma
odiándose por ser tan estúpida en creer que la coreana le daría un bebé.
Jennie se dirigió hacia la habitación principal con el rostro pálido y las
palmas húmedas, había visto nuevamente el test, estaba jodida. Al llegar
tomó asiento al lado de la tailandesa apoyando su espalda sobre el pecho
ajeno deseando poder sentir algún tipo de cariño de su parte.
-Quizás es lo mejor-rompió el silencio Lisa logrando que la coreana
asintiera con su cabeza.
-No estamos preparadas, para tener un bebé, yo no lo estoy si te soy
sincera-seguía hablando la joven intentando que sus mentiras fuesen lo
suficientemente convincentes, para no hacer sentir mal a la mayor con su
tristeza por el no nacido.
-¿Sabes?, Ahora que lo pienso, fue muy estúpido de mi parte el pensar
que estabas embarazada, lo lamento me dejé llevar por los comentarios de
mi madre-la rubia no se callaba y los pensamientos de Jennie seguían
repitiendo las mismas imágenes, las jodidas dos rayas dibujadas en el test.
-Lo más seguro es que me hubiese asustado, tenemos que tener más
cuidado para la próxima, no quiero tener un bebé ahora-y esas fueron las
palabras justas para colmar el vaso de tranquilidad de la coreana.
Jennie se levantó con sus pensamientos gritándole que haría con aquel
bebé que crecía en su interior, Lisa se lo dijo no lo quería, no lo deseaba
como pensó estúpidamente, así que estaba sola con ese embarazo o eso
pensaba ella.
-Me iré a dormir, todo esto del asunto del embarazo me ha provocado
jaqueca-mintió la castaña notando como la rubia observaba completamente
despreocupada, la televisión pasando por completo de su existencia.
-¡Puedes ocupar mi habitación! -comentó Lisa escuchando los pasos de la
coreana alejándose de ella.
Cuando la extranjera supo que la castaña había abandonó el lugar, no
dudo en golpear con todas sus fuerzas el cuenco que mantenía sobre sus
muslos, con sus ojos oscuros y la mandíbula tensa observó cómo el
contenido de aquello se volteaba desparramándose contra el suelo.
Lisa mordió su lastimado labio inferior a la vez que llevaba sus dos
rodillas contra su pecho, la joven podía sentir las lágrimas descendiendo por
su rostro, se había ilusionado por un momento con aquel inexistente bebé y
ahora no sabía cómo dejar de pensar en aquello sin incomodar a la coreana,
"Jennie no estaba embarazada, asumelo ya idiota".
Mientras tanto, en su habitación se encontraba la castaña en posición
fetal sobre el colchón ajeno sollozando en silencio ante aquella angustia que
recorría su alma, ¿Que haría ahora?, Se cuestionó en sus pensamientos, era
joven y estúpida, ¿Como tendría aquel bebé?.
Estaba sola, Lisa no quería el pequeño que crecía en su vientre y
claramente sus padres la odiarian cuando se enterarán, estaba jodida.
Hola chic@s hay 2 nuevas historias que subí en mi perfil, pasen y
disfruten leyendo la trama de estas interesantes historias. Bye... No se
olviden de cuidarse y lavarse las manos 👐
Sin Emociones

Narrador omnisciente:
Lisa no sabía que había sucedido con la castaña, la muchacha habia
insistido demasiado en que la joven se quedase a su lado, pero Jennie
simplemente se negó con la excusa "Son mis padres no puedo dejarlos, por
ti".
La tailandesa apretó su quijada odiando el hecho de que la coreana no
comprendiera la gravedad de las cosas, la rubia necesitaba cuidar de la
mayor, pero esta simplemente se negaba a su trato, parecía que la estaba
odiando, la evitaba en aquellos últimos días, desde lo sucedido con aquel
inexistente embarazo la coreana se había vuelto distante, como si realmente
la estuviese culpando por algo que, si Lisa era sincera no comprendía ni en
lo más mínimo.
La tailandesa intentó volver con su vida normal, a pesar que en este
último tiempo todo se había vuelto patas arriba, intentó por lo menos que,
sus últimos meses en el instituto los pasara de manera tranquilas y sin
mayores problemas.
Lisa salió hacia el exterior observando a su hermano con aquel peculiar
corte de cabello, el joven había tomado la decisión de teñirse el cabello de
un castaño claro, casi pareciendo un rubio opaco, al principio a la extranjera
no le había agradado lo que él se había hecho, no por que le importara que
se quedara calvo por tanto desteñido-si fuera por ella, que se le cayera las
neuronas también-sino que, simplemente encontraba que el cambio de color
no iba arreglar el desastre que había cometido en su propia familia, cómo lo
que él había utilizado como excusa "Un cambio de look le hará bien a la
familia".
Lisa se sentó bajó la sombra que los árboles del lugar fueron capaz de
crear, las cosas no iban para nada bien en su hogar, la muchacha podía notar
la mirada cansada de su madre y hasta fue capaz de percatarse de la
desilusión en su rostro cuando le comentó que no sería abuela, la menor
sabia que su madre creía que aquel inexistente bebé. iba ser el responsable
de la felicidad en su familia, lastima que así no fue.
Estaban en hora de receso, se suponía que la joven debía estar en el
comedor degustando algún plato decente de comida, pero en vez de eso
simplemente se encontraba en el exterior observando con recelo como el
menor de su familia se divertía con muchachos de su edad, ¿Por qué no se
pudo mantenerse así?.
Se cuestionó la joven apoyando su espalda contra el tronco del árbol,
estaba celosa por la facilidad que Bambam tenía para olvidar el desastre de
su familia, el sentimiento de que todo se estaba cayendo a pedazos y nadie
más que él tenía la culpa, comenzaba nuevamente a atormentarla.
Lisa tragó saliva en el momento que observó cómo un tipo dos años
mayor que su hermano se acercaba al joven enterrando sin piedad su puño
contra el rostro del menor, ¿Por qué lo golpeaba?.
La rubia no tenía ni la menor idea, pero para su propia sorpresa no le
importaba el saberlo. La extranjera no se inmutó al ver como el
desconocido mandaba al suelo al joven tailandes, la muchacha simplemente
se quedó en su sitio siendo completamente consciente de que el peliclaro
podría defenderse, a menos de que fuese igual de estúpido que ella. La
mayor de los Manoban sonrió al percatarse de que Bambam comenzaba a
defenderse, pero al notar que, el idiota no era muy bueno para aguantar los
puños ajenos supo que debía intervenir.
La tailandesa se levantó de su sitio caminando con tranquilidad hacia la
pelea-lo iba a salvar, pero no correría por aquello- la joven caminó hasta
escuchar el seco sonidos de los puños impactando en los rostros ajenos.
Lisa suspiró terminando por acercarse hasta envolver sus brazos sobre el
cuerpo del pelinegro desconocido, alejándolo con facilidad de la anatomía
de su hermano.
—Bambam es un imbécil y todo lo que tú quieras, pero si le sigues
golpeando perderá sus neuronas—comenzó a hablar Lisa mientras
retrocedía apretando su agarre, en el momento que sintió como el muchacho
intentaba zafarse de su agarre.
—Relájate, piensa un poco animal, si el idiota en este estado se manda
cagadas, no quiero imaginar cómo estará si tiene aire en vez de neuronas—
comentó sintiendo como el desconocido dejaba el lugar—Buen chico.
—J~Jackson—llamó el tailandes mientras que se limpiaba la sangre
caliente que brotaba de su nariz, deslizándose por sus labios hasta recorrer
el mentón.
—D~Déjame, déjame explicarte... s~solo, solo ha sido un mal entendido
—fallidamente intentó dar su opinión, pero el mayor se veía tan
malditamente enfadado que hizo oídos sordos a sus palabras.
—Vete a la mierda, Manoban, no quiero saber más de tu jodida existencia
—bramó el chico con nombre Jackson, provocando que, Lisa confundida
alejara sus manos de su cuerpo dándole la posibilidad de huir de aquella
extraña escena, que ambos jóvenes habían montado.
La tailandesa observó a su hermano, el cual no dejaba de quejarse por la
agonizante sensación de dolor que debía estar envolviendo su lastimado
cuerpo.
—Tu solito te lo buscaste Dongsaeng —Lisa repitió las mismas palabras
que alguna vez el menor osó en comentar, sintiéndose tan jodidamente bien
en soltarlas que no pudo evitar saborear el sonido del jadeo de sorpresa, que
el joven soltó como si, se tratase de un verdadero platillo de comida.
La rubia giró sobre sus talones dejando al menor, aun abatido sobre el
sucio suelo del lugar, la muchacha se maldijo en el instante que sus ojos se
encontraron con un par castaño; Jennie la observaba sobre las gradas
mientras que estaba siendo malditamente acompañada por la desagradable
presencia de Kai.
Lisa apretó su quijada notando cómo el joven de cabello oscuro le
hablaba de forma animada, aunque, la realidad de las cosas era que la
coreana estaba realmente concentrada en las facciones de la menor, que en
lo que el coreano le estaba comentando.
Lisa esbozó una sonrisa sarcástica mientras alzaba una de sus cejas,
estaba furiosa, ¿Jennie la cambió por ese imbécil? Vaya idiota.
La tailandesa sin esperar una respuesta por parte de la desconcertada
coreana, se dispuso a caminar en el sentido contrario de el lugar en que se
hallaba la mayor, la rubia no tenía deseos de hablar con la castaña, todo
anheló por querer arreglar lo que sea que se había equivocado, rápidamente
se había esfumado de sus pensamientos.
El timbre resonó en el edificio indicando que los estudiantes tenían que,
nuevamente ingresar en sus respectivas aulas, la muchacha se dispuso a
dirigirse hacia aquel lugar sino fuese porque el sonido de su teléfono le
indicaba una llamada entrante que la hizo detenerse.
Lisa sentía una penetrante mirada fija en su espalda, la extranjera era más
que consciente de la responsable de aquella sensación, así que estaba
completamente segura, de que no se giraría para ver la dura mirada de
Jennie fija en su cuerpo.
Lisa frunció el ceño al leer el nombre de Tzuyu resaltando en la pantalla,
sin mayores complicaciones la joven deslizó su pulgar aceptando la
llamada.
—¿Dónde estás?—preguntó Tzuyu logrando que la tailandesa, frunciera
el ceño comenzando a caminar hacia un lugar alejado de la mirada de la
mayor.
—¿Hola, cómo estás?. Yo bien, gracias por preguntar Chou...—comentó
Lisa mientras rodaba sus ojos observando como la coreana pasaba cerca
suyo observándola, con aquella penetrante mirada castaña sumergida de
¿Celos?, ¿Enojo?. La joven no podía descifrarlo con tanta facilidad.
—Respondiendo a tu pregunta, estoy en el instituto, se supone que debo
estudiar para ser alguien en la vida—respondió ante lo obvio, escuchando el
suspiro por parte de la castaña.
—Espérame afuera, tenemos que hablar—comentó Tzuyu logrando
atrapar la curiosidad en la extranjera.
—Ya... ¿De que tenemos que hablar según tú?—cuestionó Lisa mientras
que, rápidamente caminaba hacia las puertas principales pasando por el
largo pasillo en dirección a la salida.
—Te acabo de comentar que tengo que estudiar para ser alguien en la
vida y tu me ordenas que debo perder clases, ¿Es en serio Yoda?—comentó
soltando una risa a medias, sin poder creer que, verdaderamente la joven del
otro lado le estuviese pidiendo aquello.
—No puedo soportarlo Lalisa, debes saber la verdad, cuando nos veamos
te lo diré—confesó Tzuyu para luego simplemente finalizar la llamada,
dejando a una tailandesa aun mas confundía de lo que ya estaba.
Lisa caminó rumbo a la salida con el teléfono aun adherido a su oreja, las
palabras de la castaña retumbaban en su cabeza, ¿Qué no soportaba?, ¿Qué
era tan importante, para tener que saltarse las horas de clase?.
La muchacha no dejaba de cuestionarse los diferentes escenarios, donde
ella era la protagonista, ¿Qué sabia Tzuyu que ella desconocía?. Aquella era
la pregunta que más dudas le traía, porque era cierto, aquella castaña
conocía cosas que, aunque le gustase a la rubia saber, está jamás sería
consciente de aquello.
La tailandesa abandonó con facilidad el edificio donde estudiaba,
rápidamente introdujo sus manos en el interior de sus jeans tiro alto,
observando con verdadera impaciencia la entrada de los autos.
Luego de un par de minutos de espera, un auto de color negro oscuro se
dirigía hacia su dirección con una velocidad moderadamente alta, por
instinto la rubia dio un par de pasos hacia atrás observando cómo el
desconocido, hacia una extraña maniobra casi arrollándola en el proceso.
Lisa con sus párpados dilatados observó cómo la puerta del copiloto se
abría dejando ver a una despeinada castaña al volante.
—¡Sube!—ordenó Tzuyu notando como la tailandesa se reía de ella, para
luego simplemente negar con su cabeza—¡Te he dicho que subas!.
—¿Estás loca?, Manejas cómo el culo y yo a pesar de todo amo mi vida
—contestó Lisa notando como la castaña apretaba la quijada.
—Aiss, está bien, pero vas a manejar cómo anciana—pidió mientras se
adentraba en el vehículo tomando rápidamente el cinturón de seguridad
para aferrarse a él—lo digo en serio, Tzuyu, no sé quien te dio la licencia,
pero estaba jodido de la cabeza.
La castaña rodó los ojos para luego dar marcha hacia atrás abandonando
rápidamente el lugar.
—Soy una persona adulta y responsable Lalisa—replicó Tzuyu
ganándose un par de carcajadas por parte de la tailandesa—Bueno... tal vez
solo soy adulta, pero ese no es el caso a tratar, si maneje mal fue porque
quería llegar rápido—se excusó mientras mantenía sus ojos fijos en la
carretera.
—¿Y que sacabas con llegar rápido, si me arrollabas en el proceso?. Casi
muero por tu culpa—contestó Lisa observando cómo Tzuyu apretaba sus
labios sin saber que decir.
—¿Me dirás la razón de mi huida?. Espero que valga la pena para tener
que saltarme literatura—cambió de tema estando verdaderamente
interesada, por saber que era lo que tan nerviosa mantenía a la joven a su
lado.
La mayor giró su rostro observando por un par de segundo a la rubia, sus
intranquilos ojos se posaron en la oscura mirada de la menor notando la
curiosidad reflejada en aquel par. Tzuyu apretó su quijada mordiendo sin
llegar a lastimar su lengua, necesitaba soltarlo, ¿Pero como se lo diría sin
hacerla enfadar?.
La castaña suspiró echando su espalda hacia atrás mientras que
continuaba manejando con completa "Tranquilidad".
—¿Y bien?—cuestionó Lisa alzando una de sus cejas hacia la mayor.
—Te lo diré, tranquila, pero primero quiero estacionarme—se excuso la
muchacha, notando la mirada incrédula de la rubia posada en su cuerpo.
—Bien—contestó Lisa sin estar del todo de acuerdo, con lo que la
conductora había dicho.
La tailandesa se cruzó de brazos observando por la ventana, como los
edificios brillaban ante el reflejo del sol que los golpeaba. Lisa suspiró
posando sus ojos en cada persona que pasaba por la vereda sumergida en
sus propios pensamientos.
Luego de un par de minutos que, para la rubia, se le habían hecho eternos
Tzuyu tomó la decisión de aparcarse justo al lado de un pequeño parque
infantil.
—Se que será difícil desde ahora, pero tienes que saber que Jennie te ama
—comenzó a hablar Tzuyu logrando llamar la atención de la rubia, quien
más que confundida frunció su entrecejo intentando entender que era lo que
la joven le estaba confesando.
—Y quiero que entiendas que lo que pasó, fue un estúpido error de su
parte que, espero de todo corazón que no vuelva a suceder.
Lisa parpadeó completamente confundida, notando como la castaña
continuaba hablando. La tailandesa se tomó su tiempo, en comprender lo
que la mayor le intentaba decir, realmente comenzó a pensar los posibles
errores que Jennie, hubiese sido capaz de cometer, pero si era sincera, la
joven no tenia ni puta idea de que era lo que había sucedido.
La rubia cerró por un par de segundos sus ojos, alzando sus dos manos
hacia el aire logrando hacer callar a la castaña.
—Tzuyu, sinceramente no tengo ni la menor idea, de que me estas
hablando, ¿Podrías ser más clara?—pidió Lisa en el instante que volvió a
abrir sus párpados, observando la desesperación reflejada en las facciones
de la mencionada.
—Hablo del jodido embarazo de Jennie—admitió Tzuyu logrando que
aquellas palabras abofetearan la realidad de la tailandesa—Ella no quiso
serte infiel Lalisa... ella realmente te ama.
Pero a Lisa no le importaba aquella "Infidelidad" porque ella sabía que
Jennie, jamás le haría una cosa cómo esa, así que simplemente tragó saliva
observando la nada misma, completamente estupefacta por lo anteriormente
mencionado, debía ser una broma, tenia que tratarse de aquello, pero ¿Y
sino lo era?.
Al fin y al cabo, jamás vio el test, La rubia jadeó llevándose las dos
manos a la boca, ¿Cómo se le pudo pasar aquello en alto?, Que estúpida era.
—¿E~Embarazada?—preguntó Lisa sintiendo sus ojos arder.
La castaña la observó sorprendida, estirando su torso para tratar de
reconfortarla, porque la pobre estúpida creía que Lisa lloraba por la
infidelidad inexistente.
—Se que será difícil, pero tienes que ser fuerte—aconsejó Tzuyu, si
hubiese sido otro momento, otro contexto, lo mas seguro es que la
tailandesa se hubiese mofado en su rostro, tachándola de ingenua, pero
ahora la sorpresa y la emoción le habían dejado completamente estática en
su sitio.
—¿M~Me puedes llevar a mi hogar?—pidió Lisa sintiendo cómo Tzuyu
se alejaba de su cuerpo, para luego simplemente asentir con la cabeza.
Lisa necesitaba verlo con sus propios ojos, necesitaba comprobar que
aquello que la castaña le confeso era verdad.
Angustia Y Respuesta

Narrador omnisciente:
Tzuyu hizo lo que la rubia le había pedido, la dejó frente a la vereda de
su hogar con una clara muestra de preocupación siendo reflejada en su
castaña mirada. Lisa se adentró en el lugar sintiendo el silencio envolviendo
las paredes que conformaban la casa, la muchacha escuchó como el motor
del auto ajeno resonaba por las calles indicando que, Tzuyu había decidido
dejarla sola con "Su dolor".
La tailandesa prácticamente corrió hacia el baño, donde Jennie se había
hecho la prueba, con un toque desesperado se adentró en el pequeño
cubículo dando un rápido vistazo por encima, la extranjera apretó su
quijada notando que todo estaba cómo normalmente lo solía ver, ningún
rastro de la caja ni del test de embarazo.
Lisa dio un par de pasos en el lugar tomando asiento sobre la tapa del
retrete, sus esperanzas se desvanecían entre los dedos cómo también sus
ganas por saber si la castaña decía la verdad.
Lisa estiró sus manos abriendo los cajones que se hallaban debajo del
lavamanos Nada, no había absolutamente nada que le fuese a servir, para ir
donde la coreana y exigir una explicación.
La tailandesa mordió su labio levantándose de su antigua posición para
luego simplemente arrastrar sus pies hacia la salida, caminó con los
hombros caídos y la mirada perdida, a causa de sus atormentados
pensamientos que no la dejaban en paz.
La frustración a cada segundo comenzaba a apoderarse de ella
provocando, que todos sus intentos por dejar el tema de lado se veían
completamente fallido. Lisa se dirigió hacia la sala principal recostándose
sobre el sofá, sus pensamientos vagaron vanamente sobre lo que sucedió la
última vez, que había estado bien con la coreana, ¿Por qué todo, era tan
complicado?.
Se cuestionó a la vez que se llevaba las dos manos al rostro, limpiando
aquellas rebeldes lágrimas que descendían por sus mejillas, Lisa se
sorprendía de las cantidades de lágrimas que había soltado, en tan solo un
par de meses a comparación con los demás años.
La tailandesa cerró sus ojos por un par de segundos o eso pensó ella, la
joven necesitaba relajarse, pensar con claridad que haría con lo antes
mencionado por la castaña.
A pesar de que por un largo tiempo logró tranquilizar su angustia, aquello
no pudo desaparecer por completo de sus pensamientos logrando que, la
joven extranjera con rapidez se incorporara sobre el sofá manteniendo sus
párpados completamente expandido, ¿Por qué no se lo contó?.
Ella era la maldita madre, si lo que decía Tzuyu era verdad, ella tenía
todo el maldito derecho de saber que un pequeño bebé crecía sobre el
vientre ajeno, ¿Verdad?. Lisa se levantó completamente molesta,
rápidamente observó el pequeño reloj que adornaba la habitación,
percatándose que iban hacer casi las cinco de la tarde, ¿Tanto tiempo, se
mantuvo vagando en sus pensamientos?.
La joven sin pensar en las consecuencias salió de su hogar cerrando la
puerta principal con fuerza, su sangre caliente burbujeaba en el interior de
sus venas al sentir la ira propagándose por todo su cuerpo hasta los
recónditos espacios que este resguardaba.
Jennie se lo ocultó, la alejó e ignoró, como si sus malditos sentimientos
no importaran y aquello era lo que más comenzaba a odiar de la castaña,
detestaba que no confiara en ella, que a pesar de todo lo que hubiesen
vivido, que la mayor le escondiera algo tan sumamente delicado e
importante para la extranjera, como lo era el asunto del bebé.
Lisa continuó caminando pateando con la punta de sus zapatos la
pequeña piedra inofensiva, que rodaba por cada golpe certero que la rubia le
brindaba con tanta molestia, la joven se dedico a bufar mientras que
mantenía sus manos en el interior de sus jeans.
La extranjera intentaba relajarse, hasta había comenzado a pensar cosas
bonitas y adorables que la hiciesen distraerse, pero simplemente no
funcionaba, su cruel cerebro le repetía una y otra y otra vez que Jennie le
ocultó el embarazo, en su propia cara se lo había negado, le restregó en el
rostro que jamás tendrían un bebé.
La tailandesa alzó su mentón observando a la lejanía como el sol
comenzaba a ocultarse, dándole aquella tenue iluminación que las
anaranjadas nubes le brindaban al opacar los pequeños rayos del sol.
Llegó con el corazón casi desbocado y el característico sudor envuelto en
sus palmas. Lisa se quedó de pie frente a la casa de los Kim, observando
con verdadero pavor el lugar. Luego de un par de minutos debatiendo el que
haría, cuando tuviese a la castaña frente a su rostro, tomó la decisión de
caminar hacia la puerta principal.
La joven se inclinó con la punta de sus pies, a la vez que estiraba una de
sus manos para golpear con sus nudillos la madera, la rubia estaba dispuesta
a enfrentar a su padrastro y al Señor Kim, si es que alguno de los dos
osaban en abrirle la puerta, pero para su maldita sorpresa, está estaba
entreabierta.
Lisa frunció el ceño apoyando la yema de sus dedos sobre la puerta, la
piel de su nuca se erizó al oír el chillido de la madera cediendo, sin dudarlo
la joven se adentro en el lugar caminando con un toque de desesperación
por el pasillo.
—¿Jennie? —llamó en tono de pregunta, sintiendo el miedo
apoderándose de sus pensamientos.
No le había gustado el sentimiento que se instalaba en su mente, por estas
razones odiaba que la joven no se hubiese quedado en su hogar, ¿Por qué
tenía que ser así?.
Lisa asustada corrió en dirección de las escaleras subiendo a cada dos
peldaños en el instante que llegó hasta ella.
—¡¿Jennie?! —repitió alzando nuevamente la voz, recordó su infancia,
recordó la forma en que su padrastro le obligaba a ser jodidamente perfecta
y como este enfurecía si cometía un error.
—No, no—sacudió su cabeza mientras que corría por el pasillo del
segundo piso, adentrándose a cada habitación que encontraba en busca de
algún rastro de la coreana.
Y llegó a la ultima habitación, Lisa tragó saliva caminando con
verdadero temor hacia aquella dirección, con sus manos temblando y el frio
sudor envolviendo su cuerpo, la muchacha tomó el pomo de la puerta
girando de esta, hasta lograr ver el interior de la habitación.
—¿Cariño?—Lisa jamás la llamaba de esa forma, por primera vez lo
hacía con completa sinceridad, sintiendo el característico vació golpeando
sin piedad la boca de su estómago.
De repente, el sonido de unas risas provenientes del patio trasero la
hicieron caminar hacia la ventana. El cuerpo de Lisa se paralizó observando
como Jennie se mantenía recostada sobre el corto césped mientras que el
joven Kai, apoyaba su cabeza sobre su abdomen.
Lisa apretó sus puños encajando sus cortas uñas sobre su palma, la joven
lo iba a asesinar, Oh Dios, claro que lo haría.
Lisa giró sobre sus talones, estaba dispuesta a bajar y golpear el rostro
masculino del coreano, pero un pequeño sobre blanquecino la distrajo
provocando que, con completa curiosidad se acercara atrapando el
desconocido sobre.
—Resultados de análisis de laboratorio clínico—leyó Lisa con verdadero
interés, sus ojos viajaron hacia la fecha percatándose que había sido
realizado en la mañana y entregado en la tarde, lo que significaba que la
coreana había ido con él y no con ella.
—Prueba de HCG sub-beta en sangre... ¿Eh? Ah ya, que idiota—la joven
había mantenido su ceño fruncido en todo momento al no entender lo que el
papel tenía escrito, hasta que leyó debajo de aquellas letras "(prueba de
embarazo)" se rio por su propia torpeza para luego simplemente continuar.
—... Positivo—observó y releyó la respuesta intentando creerse, el hecho
de que la coreana estaba esperando un bebé.
Su felicidad se desvaneció al oír la risa de Jennie, nuevamente recordó el
hecho de que se había realizado aquella prueba sin preguntarle, si quiera ir
con ella, por Dios santo, era su hijo al fin y al cabo, ¿Es que acaso no
importa su opinión?. Con las lágrimas de rabia descendiendo por su rostro
la muchacha estrujó el papel al envolver sus manos en forma de puño, sin
pensar en las consecuencias la muchacha abandonó la habitación pisando
con fuerza el suelo de madera.
Lisa bajó los escalones sintiendo la caliente humedad empapando sus
mejillas, la impotencia, el dolor, la traición por saber que ella tomó una
decisión sin su consentimiento golpearon sus pensamientos dejándola al
borde del abismo.
La tailandesa estiró sus manos empujando con todas sus fuerzas la
puerta, que daba hacia el exterior.
—¡KIM JENNIE!—su gritó se quebró a causa de su llanto, provocando
que la coreana empujara al pelinegro, para luego levantarse completamente
estupefacta.
—¿L~Lalisa?—preguntó la mencionada observando con verdadera
sorpresa, cómo la tailandesa se acercaba a ella.
Jennie dio un paso hacia atrás al ver la furia envuelta en aquel par oscuro,
llevándose la grata sorpresa de notar cómo Kai se colocaba adelante suyo,
protegiéndola de la extranjera.
—Fenómeno aléjate—ordenó el coreano sin saber que la bestia en la
tailandesa, ya había salido a relucir—Jennie está delicada por su bebé.
Pobre idiota, ni siquiera alcanzó a reaccionar al sentir el puño de la rubia,
incrustándose con todas sus fuerzas contra su quijada abatiéndolo sin
ninguno tipo de problema. Y aquello era lo que más hacia arder de la ira a
la joven extranjera, el saber que hasta aquel bastardo había sido notificado
sobre el embarazo, al parecer todos eran más importantes que ella.
—¡¿Cuándo pensabas decirme?! —cuestionó Lisa mientras echaba su
cabello hacia atrás, permitiendo que las lágrimas continuasen con completa
tranquilidad su descenso.
—¡¿CUÁNDO KIM?!—enfureció gritando con todas sus fuerzas,
logrando provocar que la mencionada se estremeciera.
—¿Esperabas que se notara o de plano me mandarías una nota
diciéndome que había nacido mi bebé?—preguntó con sarcasmo
observando cómo la mencionada se limpiaba sus húmedas mejillas.
—¿Por qué tuve que enterarme por otra persona?, ¡Hasta él lo sabía!—le
lanzó el papel arrugado contra su pecho, sintiendo verdadera impotencia de
notar cómo la castaña simplemente guardaba silencio.
—¿No dirás nada?
Jennie mordió su labio, para luego encogerse de hombros.
—¿Qué quieres que te diga?, Tenía miedo de que no lo quisieras—se
excusó la coreana deseando que la tailandesa le perdonase por ocultar
aquella noticia.
—¿Sabes?, Te quejabas que yo siempre decidía por las dos, pero ¿Mírate
ahora?, ¿No te llegan tus propias palabras?—cuestionó Lisa mientras
llevaba sus dos manos hacia su rostro, limpiando sus húmedas mejillas.
—Yo lo hice para protegerte, siempre he hecho todo para cuidar del resto,
pero tú, tu no tienes excusa, simplemente lo hiciste porque eres una maldita
egoísta—gruñó a la vez que se giraba sobre sus talones.
—Te iras conmigo, no pienso dejarte en esta casa, hasta que por lo menos
el bebé haya nacido, ya si después quieres volver aquí allá tú, me da igual.
Y sin esperar una respuesta por parte de la coreana, la tailandesa giró
sobre sus talones caminando hacia el interior del hogar ajeno.
Jennie lloró en silencio mientras que se colocaba de rodillas ayudando al
mareado coreano para que fuese capaz de colocarse de pie.
—Te gustan las agresivas—comentó Kai, a la vez que se masajeaba la
quijada.
—Ella no es agresiva... yo la lastime, eso es todo—confesó Jennie—
ahora vete, que si Lisa te ve, te dará otra paliza—aclaró observando como el
coreano tragaba saliva, para luego simplemente caminar hacia la salida, sin
antes darle un pequeño pero sutil beso sobre la frente de la coreana.
¿Por qué Kai había cambiado?, ¿Qué le había hecho Jennie, para que
aquello sucediese?.
Buenas... chic@s quiero mencionarles que ya se acerca el final de la
historia. Gracias por leer y por sus votos. Y les aviso que he subido otra
historia en mi perfil. Espero que les guste.... 🤓
P.D: Quiero sugerirles la nueva historia de -KimLobit- entren en su perfil
y siganla.
https://my.w.tt/wge9lseFt5
Gracias... Hasta la próxima actualización, Bye.... 😘
Sinceridades Nocturnas

Narrador Omnisciente:
Luego de aquella incómoda situación que Lisa debió pasar por culpa de
Jennie, la joven se había encargado de guardar las pertenencias de la
muchacha sin importarle verdaderamente si la coreana se molestaba por
aquello, en aquellos instante a la tailandesa le importaba bien poco si la
castaña se enojaba con ella, prefería con verdadera sinceridad que la odiaría
a que siguiera viviendo bajo el mismo techo que su padrastro y el Sr. Kim.
Ahora Lisa se encontraba sentada sobre su escritorio, observando en
silencio cómo Jennie descansaba sobre la cama, aferrando sus delgados
dedos sobre la almohada, la noche había caído llevándose consigo el sueño
profundo de la castaña, la tailandesa no podía dormir al pensar que alguno
de los hombres que atormentaba su vida pudieran interrumpir su
descansado, arrebatandole las dos personas más importante en su vida-
dejando de lado a su madre claro está-.
La extranjera mordió su labio inferior para luego soltar un suave suspiró,
la joven se levantó de la mesa caminando sin hacer mayores ruidos hacia la
salida, al salir Lisa arrastró sus pies por el pasillo sintiendo sus hombros
pesados, el pensamiento de que Kai, había estado en un momento tan
maravilloso cómo lo fue el saber si Jennie estaba o no embarazada le hacia
burbujear la sangre producto de la ira, la castaña le ha arrebatado de las
manos uno de sus posible mejores momentos y aquello, Lisa jamás se lo iba
a poder perdonar.
La extranjera bajó hacia el primer piso dirigiéndose hacia la cocina,
cuando llegó rodeó la mesa de mármol caminando en dirección de los
muebles, de aquel lugar sacó una pequeña taza oscura dejando el objeto
sobre la mesa, volvió a girarse estirando su mano hacia el hervidor, Lisa
necesitaba tranquilizar sus pensamientos de alguna forma, cualquier cosa le
servia en aquellos instante.
Luego de un par de minutos donde observó como, lentamente el vapor
desprendía del hervidor, por fin el objeto había hecho aquel peculiar sonido
que solía hacer cuando avisaba que el agua estaba lista para su consumo.
Lisa tomó su taza al igual que el mango del objeto vertiendo el agua
caliente en el interior de la taza.
La joven se quedó en la misma posición al oír unos suaves pasos
arrastrándose hacia su dirección, con el corazón desbocado y apunto de
desbordar el agua del pequeño objeto que sostenía, Lisa dejó el hervidor y
la taza sobre la mesa girando su cuerpo para ver quien era el osado que
estaba por ingresar en la cocina.
—Hola cariño—saludó su madre en el instante que sus ojos se
encontraron, provocando un gran alivio en la joven rubia.
Lisa suspiró apoyando sus dos brazos sobre la mesa, rápidamente se
inclinó escondiendo su cabeza entre medio de ambas extremidades,
sintiéndose verdaderamente aliviada de saber que la intrusa era su madre y
no Jennie.
La extranjera sintió su cuerpo estremecerse, en el instante que los suaves
dedos de su progenitora acariciaron su nuca brindandole un suave masaje
que solía ejercer cuando ella era pequeña.
—¿Estas así por el bebé–cuestionó Sunmi con preocupación, notando
rápidamente como su pequeña se reincorporaba negando con su cabeza.
—¿Entonces?—preguntó confundida observando como la rubia se
revolvía su cabello con la mirada apagada fija en sus facciones.
—El bebé es el menor de mis problemas, solamente... es que no puedo
dejar de pensar que Jennie se hizo la prueba en la clínica sin mi, ¿Entiendes
Madre?, si yo no la hubiera buscado, ella no me hubiese avisado siquiera
que está esperando un hijo mio—contestó Lisa con la frustración
desprendiendo de sus poros, a la vez que un suave suspiro brotaba de sus
labios en un vano intento por calmar aquel inminente llanto, la joven
necesitaba una respuesta del por qué lo hizo, por qué confío en su ex y no
en ella.
La Sra. Sunmi apretó sus labios estirando nuevamente su mano, para
acariciar el cabello de la menor, la mujer la observó con una clara muestra
maternal rebosando en su castaña mirada.
—¿Y si estaba asustada?, es una niña al fin y al cabo, ambas lo son
fueron niñas haciendo cosas de adultos, eso no es fácil de asimilar—Sunmi
intento defender las razones inexplicable de la coreana, notando cómo su
hija la observaba con confusión, cómo si estuviese replanteando aquella
posibilidad.
—Cuando yo me embaracé, estuve esquivando a tu padre durante los
primeros meses, porque lo amaba tanto que me daba pavor el perderlo.
–¿Entiendes cariño?, estoy segura que Jennie tiene una buena explicación
y te las dará cuándo todo se calme, pero tu también debes poner de tu parte
y escucharla—apaciguó el malestar de la menor notando como la joven
asentía con su cabeza.
—Compréndela y no la dejes sola, al fin y al cabo tu no eres la que tiene
que pasar por todo el tormento de los nueve meses, ¿Bien?.
—Esta bien—contestó Lisa posando sus ojos sobre la taza que se hallaba
a su lado.
—¿Quieres un té?—preguntó observando cómo su madre negaba con la
cabeza—arreglaré esto y me iré a dormir.
Sunmi estiró su mano atrapando el brazo de Lisa, con el ceño fruncido y
la clara expresión de confusión Lisa la observó por sobre su hombro,
notando la bonita sonrisa de su madre.
—Lo haré yo, tú ve a descansar—avisó la Señora Manoban dándole un
par de palmadas a su hombro, mientras que observaba como su pequeña
tailandesa simplemente asentía con su cabeza sin estar del todo convencida
en sus palabras.
—Buenas noches mamá—se despidió Lisa a la vez que estiraba su rostro,
plantando un suave beso en la mejilla ajena.
—Descansa cariño—contestó la mujer mientras veía cómo su pequeña
caminaba hacia la salida, hasta perderse por el umbral de la puerta.
Lisa subió las escaleras sintiéndose verdaderamente relajada por las
palabras de su madre, tal vez estaba siendo demasiado egoísta en solo
pensar en ella, quizás su progenitora tenía razón, debía pensar en Jennie y
en el pequeño bebé que crecía en su interior.
Al llegar al segundo piso se encaminó hacia su habitación, sintiendo su
corazón con aquel característico bombeo inusual que solía sentir, cuando se
trataba de la cercanía de la castaña.
La joven rápidamente ingresó en la habitación intentando hacer el menor
ruido posible para no despertar a la coreana, sus oscuros ojos se
mantuvieron en todo momento fijos en la mayor, sintiendo su pecho
estrujarse ante lo frágil que se veía.
Lisa cerró la puerta tras de sí, mientras que, simplemente bajaba sus
manos hasta tomar el borde de su camiseta para luego despojar la prenda de
su piel sin mayores inconvenientes, rápidamente hizo lo mismo con sus
zapatos y pantalones, quedando simplemente con su sostén deportivo y la
ropa interior.
La tailandesa caminó hacia su clóset abriendo las puertas de madera para
ver que se pondría aquella noche, porque Jennie se había apropiado de su
camiseta y shorts para dormir dejándola sin que ponerse. La rubia agradeció
que su madre no hubiese tirado sus antiguas prendas para hacer deporte,
velozmente la muchacha estiró sus manos al encontrar los viejos trapos
tomando un camiseta blanca-desteñida- y unos cortos pantalones oscuros.
Al quedar con la ropa, la joven arrastró sus pies tomando asiento en el
pequeño espacio que la coreana había decidido en dejarle, la rubia observó
como la joven mantenía su torso doblado con su cabeza en uno de los
bordes de la cama mientras que, todo lo demás se encontraba hacia su
dirección. Lisa rió completamente enternecida por la imagen de la castaña.
—Jennie... oye, hazme un espacio—susurró la tailandesa mientras
estiraba su mano, presionando su dedo índice sobre la espalda de la
mencionada.
—Vamos, cariño, no seas egoísta—continuó hablando en voz baja,
logrando luego de un par de minutos que la castaña fuese capaz de moverse.
—Gracias—rápidamente la extranjera envolvió sus brazos sobre la
cintura de la mayor, apegando todo su cuerpo con la espalda de la castaña,
por instinto posó con delicadeza sus palmas sobre el estómago de Jennie,
queriendo refugiar a su pequeño del frío de la noche.
—Descansen.
Lisa cerró sus ojos sintiendo cómo la coreana se giraba, posando por un
par de segundos sus labios sobre su quijada, para luego simplemente
esconder su rostro en el cuello de la menor aferrando sus dedos sobre el
cuerpo ajeno.
—Es mi bebé y lo quiero lejos de Kai—habló la joven con un toque
posesivo en sus palabras, sintiendo lentamente como la coreana asentía con
su cabeza.
Lisa luego de aquello guardó silencio aferrando sus dedos en el cuerpo
ajeno, deseando poder quedarse en aquella posición todo el tiempo del
mundo.
A la mañana siguiente Jennie fue la primera en despertar, sus manos
buscaron a tientas aquel calor que desprendía de lo ajeno sintiendo cómo el
dorso de su mano se rozaba con la tela de lo desconocido a la vez que sus
palmas se adherían contra una suave piel.
Sus párpados se ampliaron observando el rostro pacífico de la tailandesa,
guardó silencio tomándose el atrevimiento de subir aquella mano peligrosa
en el Interior de la ropa de la joven, su castaña mirada observaba como las
cejas de la rubia se juntaban a causa de su ceño fruncido, Jennie estaba
disfrutando despertar a la menor de aquella manera, de forma inocente pero
sin llegar a rebasar aquel sentimiento.
Lisa despertó de golpe, sus oscuros ojos rápidamente hicieron contacto
con el brillo juguetón de la coreana.
—¿Qué estás haciendo?–cuestionó Lisa mientras veía como la coreana
atrapaba su propio labio inferior y alzaba su ceja castaña, dándole aquella
provocativa imagen que hizo que su piel ardiera como el infierno.
—No me provoques tan temprano, Jennie—habló a la vez que tomaba la
muñeca de la joven impidiendo que está, siguiese subiendo por su abdomen.
—Te he echado de menos–contestó Jennie a la vez que soltaba su labio
para hacer un mohín.
—Ademas la última vez, no te he escuchado quejarte cuando lo hicimos
por la mañana... o bueno, te quejaste pero de una forma erótica—
contraatacó notando cómo la tailandesa comenzaba a reírse.
Lisa detuvo su risa colocándose de lado para apoyar su codo sobre el
colchón, su palma rápidamente se adherió contra su mejilla mientras que, su
mano libre se dirigía hacia el abdomen de la coreana.
Jennie se sonrojó con sus hombros completamente tensos en el instante
que sintió las yemas de la menor, marcando pequeños círculos sobre la
expuesta piel de su plano vientre.
La coreana le avergonzaba la forma en que la tailandesa la veía, porque
era la primera vez que alguien la observaba cómo si fuese lo mejor de su
mundo.
—No más mentiras Jennie, ¿Bien?. Y menos si tienen que ver
directamente conmigo—rompió el silencio Lisa subiendo su mirada para
conectar con la coreana.
Jennie asintió con su cabeza sintiendo su tráquea cerrarse ante aquellas
lágrimas que pedían a gritos el exponerse y quizás solo quizás, aquello era
lo que más odiaba la coreana, el no poder controlar sus cambios de ánimos,
sentir que en cualquier momento saltaba sobre el cuerpo ajeno ya sea para
un par de horas de buen sexo o simplemente el darle uno que otro golpe que
quizás, ni siquiera le tendría merecido.
Y para la sorpresa de la coreana, su cuerpo se estremeció al sentir los
labios de la tailandesa chocando contra la piel de su cuello, rápidamente
soltó un suave jadeó sintiendo cómo su anatomía se envolvía por el calor
abrasador del cuerpo ajeno.
Lisa velozmente se subió sobre el cuerpo de la castaña colocando sus dos
manos sobre el colchón, soportando todo su cuerpo en aquellas
extremidades. La coreana abrió sus piernas permitiendo que la tailandesa se
acomodara entre ellas, la joven anhelaba sentir a la extranjera en todo su
esplendor.
Lisa entreabrió sus labios sacando a relucir su húmeda lengua, aquella
suave carne se encargó de deslizarse por la blanquecina piel de la coreana,
sintiendo sus oídos sumergidos por los suaves jadeos de la contraria, la
tailandesa aprovecho el hecho de que Jennie, estuviese echando su cabeza
hacia atrás para atrapar con sus dientes la piel ajena succionando sin ningún
tipo de pudor aquella zona.
—¡LISA!—gritó Bambam desde el pasillo del segundo piso, provocando
que la tailandesa gruñera alejándose del cuerpo de la coreana.
—Lo mato, juro que le cortarle las bolas y se las daré a Kai—murmuró
Lisa siendo lo suficientemente fuerte y coherente para que la castaña
comenzara a reír por escuchar sus ideas.
La tailandesa se levantó de la cama acomodándose sus pantalones cortos,
al sentir que algo duro comenzaba a hacerse notar, con las mejillas
sonrojadas y el peor humor que pudo tener, la muchacha caminó hacia la
puerta estirando su mano para atrapar la manilla.
Rápidamente sus ojos se encontraron con la mirada preocupada de su
hermano, el joven Bambam observaba con pavor a su mayor teniendo el
impulso por ver sobre su cabeza el cuerpo de Jennie.
—Será mejor que la escondas, el Señor Kim está furioso abajo y nuestra
madre no podrá detenerlo por más tiempo—confesó el tailandes
percatándose de la quijada marcada de Lisa.
—Llévala a tu habitación—ordenó Lisa, mientras salía de aquel lugar sin
antes tomar con fuerza la camiseta del menor—la tocas o haces algo
estúpido y te lo juro Bambam, conocerás mi ira—amenazó notando como el
muchacho tragaba saliva para luego simplemente asentir con su cabeza.
Y Lisa no mentía, estaba dispuesta a cuidar a su pequeña familia con
garras y dientes si era completamente necesario, la joven no permitiría que
nadie los lastimara.
La tailandesa le dió un último vistazo al cuerpo de la coreana, notando la
preocupación envuelta en el par castaño que la mayor poseía.
—No bajes, ¿Me has oído? Acepta las órdenes de este imbécil, solo por
un par de minutos—pidió Lisa para luego simplemente caminar por el
pasillo, bajando rápidamente las escaleras al ver el cuerpo de su madre en el
suelo.
—¡¿Mamá?!—preguntó saltando el último escalón, para correr hacia su
progenitora.
—Lo mataré—gruñó furiosa al ver la sangre bajando por la nariz de la
mujer.
—¡¿Dónde mierda tienes a mi hija?!—bramó el Señor Kim desde el
pequeño pasillo que daba en dirección de la habitación de su madre.
—¡Te he hecho una pregunta imbécil!—comentó con fuerza a la vez que
terminaba de acercarse a la joven, para golpear con su gruesa palma el
hombro de la muchacha.
Y Lisa enfureció, con rapidez la joven se giró tomando con brusquedad la
mano del mayor, a pesar de que le doblegaba en edad y era el triple de
fuerte que ella, la tailandesa no se dejó abatir mandándole un certero
puñetazo que le dió justo en su delgada nariz.
La rubia soltó la muñeca del hombre observando con completa
satisfacción, cómo él tambaleaba perdiendo con totalidad su equilibrio.
—Jennie tiene la edad suficiente para decidir que hacer con su vida y si
se ha querido mudar aquí, es su maldito problema, pero no vuelvas a tocar a
mi madre bastardo—habló Lisa mientras que sus puños nuevamente se
cerraban, estrellando sin mayor preocupación sus nudillos sobre el pómulo
del Señor Kim.
—Lárgate y no vuelvas—ordenó pateando con fuerza el muslo del
hombre, sintiéndose realizada al oír el gemido de dolor desprendiendo de
los labios ajenos.
–Dile al desgraciado de Seungri... —comentó tomando con brusquedad la
camiseta del mayor.
—Si vuelve a mirar a Jennie, cómo lo hizo la última vez, le cortaré las
bolas y te las daré de comer.
Aquello era nuevo, pero es que todo había cambiado en la vida de Lisa y
ya no podía darse el lujo de dejarse lastimar, su bebé era su nueva prioridad
y si tenía que amenazar a medio mundo e ir por la vida, cortando genitales
lo iba a hacer.
Sacrificio

Narrador Omnisciente:
Lisa había sido verdaderamente dura en sus palabras, la forma desafiante
y su quijada firmemente marcada lograron intimidar a Bambam, quien,
asintió con su cabeza acatando todas las ordenes que su hermana mayor le
había dado; la tailandesa había sido lo suficientemente clara explicando que
nadie iba a tocar a su madre y a Jennie en aquella casa, que las puertas no se
volverían a abrir sin antes asegurarse de que la persona del otro lado, no
fuese alguien peligroso, la rubia hubiese preferido poner una demanda pero
la forma en que la coreana y su progenitora le habían observado luego de
comentar "esa mala idea" no le dejaron más remedio que desechar aquella
posibilidad.
La tailandesa se encontraba en el comedor del instituto observando con
verdadera molestia, cómo Jennie conversaba con Kai y otro par de chicos
mientras que esperaban en la fila de alimentos, sinceramente, a la tailandesa
no le molestaba que la castaña socializara, es que consideraba una
verdadera estupidez el siquiera sentir algún tipo de malestar por aquello, lo
que le enfurecía era el hecho de que la coreana hablara con su ex de forma
tan animada, cómo si la forma en que hubiese actuado meses atrás no
importara en lo más mínimo.
Lisa apretó su quijada apoyando su espalda contra el respaldo de la silla,
ella le había pedido que se alejara de él, ¿Por qué no lo hizo?, la extranjera
apretó sus puños sintiendo verdadera impotencia de notar como a Jennie no
le importaba en lo más mínimo como se sentía ella, mientras que Jennie
Kim estuviese bien, para Lisa debía serle suficiente.
La extranjera giró su rostro en el instante que sintió un calor ajeno
rodeando su brazo derecho, entre sorprendida y asustada giró su rostro
llevándose la grata sorpresa de ver a la bella Chaeyoung apoyada en su
hombro con sus bonitos ojos fijos en sus facciones.
Lisa entreabrió los labios completamente sorprendida de notar lo mucho
que la había extraño, se cuestionó el por qué su amiga se había alejado de
ella, algo estúpido de pensar si era sincera, nadie más que ella había alejado
a la menor por capricho de la castaña.
La rubia por instinto rodeó con su brazo los hombros de la coreana
apegando el torso de la muchacha contra el suyo, rápidamente llevó su
mano libre hacia la mejilla de la mas baja estrujando con su dedo pulgar e
indice la suave piel de forma cariñosa, la sonrisa deslumbrante de la
tailandesa no pasó por alto de aquella peculiar gatita de hormonas
revolucionadas, que miraba en un completo silencio desde una de las
esquinas de la habitación sintiendo los celos burbujeando en el interior de
sus venas.
Kai confundido llevó sus manos hacia el abdomen de la coreana logrando
que la joven diera un pequeño brinco, completamente conmocionada de
sentir unas manos ajenas tocando su plano vientre, Jennie completamente
preocupada giró su rostro sintiendo verdadero pavor de ver la oscura mirada
de Lisa fija en sus facciones, la coreana no era estúpida, sabia a ciencia
cierta que la extranjera había visto todo.
La castaña dio un paso hacia atrás negando con su cabeza en el instante
que notó el rostro confundido del pelinegro, la muchacha alzó sus dos
manos intentando explicarle al joven Kai que lo que menos que tenía que
hacer en aquellos instante era el tocarle, porque no quería ver la tercera
guerra mundial en aquel comedor causado por los celos justificado de su
amada.
Jenny sin esperar una respuesta por parte del mayor prefirió dejar su
comida de lado saliendo de la cola para dirigirse hacia la zona donde estaba
Lisa y Chaeyoung.
La extranjera se alejó un poco de la menor, manteniendo su ceño fruncido
y los ojos fijos en la mesa vacia, estaba celosa, pero sabía perfectamente
que en aquel lugar, una pelea no podía causar.
—¿Lalisa podemos hablar a solas?—preguntó Jennie en el instante que
quedó frente a la mesa, donde se hallaban la rubia y la otra no tan agradable
compañía -cómo ella solía llamarle-.
La tailandesa alzó su quijada sintiendo su corazón bombeando con
fuerza, en el instante que sus ojos hicieron contactos con los de la mayor, se
veía preciosa -o eso solía pensar la extranjera-la muchacha entreabrió sus
labios sintiéndose estúpida por estar babeando ante el atractivo rostro de la
coreana, ¿Siempre sería así?.
Se cuestionó completamente sonrojada en el instante que escuchó la risa
avergonzada de Jennie. El apretón de Chaeyoung logró traer nuevamente a
la rubia hacia la realidad sintiéndose verdaderamente confundida, por no
entender que había sucedido en aquel pequeño lapso de tiempo en que
perdió la razón.
—Bueno... yo me voy—al parecer Chaeyoung entendió la clara indirecta
de la castaña, levantándose rápidamente del asiento que había ocupado.
—Luego nos vemos Lisa, adiós Jennie—la joven se despidió de las dos
chicas observando como la tailandesa, también se levantaba.
—¿Y tu comida?—cuestionó Lisa en el instante que notó las manos
vacías de la coreana.
—¿Por qué no lo haz sacado?—el tonó molesto que utilizó la menor
logró erizar la piel de la castaña, quien optó por mantenerse en silencio
—Agh, quédate aquí—ordenó caminando hacia Kai, importándole bien
poco el llamado de Jennie.
—¡Oye!—llamó colocándose al lado del pelinegro, quien sin comprender
la observó con ambas cejas alzadas.
—Ella lo necesita más que tú—y sin agregar mayores palabras le
arrebató la bandeja girando rápidamente sobre sus talones, escuchando de
fondo cómo el coreano simplemente le insultaba la existencia.
Jennie observó con los labios entreabiertos, cómo la tailandesa caminaba
hacia su dirección dejando atrás a su furioso ex novio, se sorprendió que
Kai no fuese tras ella, al fin y al cabo Lisa lo acababa de humillar
públicamente.
La castaña sintió su piel erizarse en el momento que Lisa se terminó de
acercar, estirando su mano libre para atrapar la mano ajena, comenzando. -
sin llegar a lastimarla- a caminar hacia el exterior, lo más alejo del coreano
entrometido.
—¿De que hablabas con tu amiguita?—rompió el silencio Jennie con su
tono sarcástico y celoso, la tailandesa al oírla rodó los ojos siguiendo su
camino por el pasillo, con sus dedos aun unidos con los de la mayor.
—De lo mismo que tú hablabas con tu ex—contraatacó la joven logrando
que la castaña se quedase en un completo silencio, sintiéndose
verdaderamente sorprendida de ser callada de aquella forma por la menor.
Ninguna de las dos dijo nada al respecto, luego de tener aquella
incómoda conversación -si es que se le puede llamar así- Lisa aun podía
sentir su sangre caliente producto de los celos y el frío comportamiento que
tuvo al dirigirse a Chaeyoung, realmente detestaba que Jennie se
comportase de esa forma, cómo si realmente no confiera en ella.
En cambio la coreana seguía molesta siendo este sentimiento
multiplicado por el pequeño embrión que crecía en su interior, la castaña no
toleraba que la tailandesa siguiese estando celosa de su ex novio, ¿Por que
no confía en mi?, apesar de estar en sus propios pensamientos ambas
mujeres llegaron a la misma pregunta, siendo lo suficientemente estúpidas
para no decirlo en voz alta.
La tailandesa salió hacia el exterior siendo seguida por la coreana, ambas
jóvenes recorrieron el césped del lugar tomando asiento debajo de un gran
árbol viejo, justo al frente de las gradas y la pequeña zona de deportes.
Lisa se apoyó contra el tronco deseando con todas sus fuerzas que
ninguna hormiga fuese lo suficientemente cruel para meterse en el interior
del cuello de su camiseta, rápidamente la extranjera dejó la bandeja sobre
sus muslos observando en silencio cómo la castaña se sentaba a su lado
apoyando su hombro contra el de ella, se quedaron en aquella posición
sintiéndose verdaderamente incómodas por el silencio que se había creado
entre ambas.
—Sé que no te puedo exigir que te acerques a tu ex, ya tengo asumido
que tu simplemente no me harás caso, así que por favor, te lo pido de
corazón no dejes que te toque, me enferma ver como intenta tocar tu
abdomen, me hace sacar lo peor de mi—y Lisa no mentía en el instante que
confesó cómo se sentía, ella realmente sentía su cuerpo arder a causa del
malestar emocional que Kai le causaba, cuando tocaba el abdomen de su
coreana favorita.
Jennie giró su rostro observando como la rubia se llevaba las manos a su
rostro, con una clara frustración emanando de sus poros, la castaña suspiró
llevando su mano derecha hacia la cabeza de la menor comenzando
lentamente a acariciar el cuero cabelludo de la muchacha, en un vano
intento por relajarla.
La coreana apoyó su mejilla contra el hombro de la rubia dejando que su
caliente respiración chocara contra el cuello blanquecino de la intranquila
mujer.
—A veces siento que voy a estar en una batalla, con ese imbécil toda la
vida y no me parece justo—admitió Lisa sintiendo cómo la coreana
envolvía su cálida palma, contra su brazo.
—Yo siempre tengo que ceder, siempre tengo que alejarme de las
personas, solo porque a ti te nacieron los celos, pero ¿Que hay de mi?, ¿A
caso no importa mis sentimientos?—su voz se apagó mientras que dejaba la
bandeja sobre los muslos de la mayor.
—Lisa—Jennie intentó hablar entendiendo por fin que su egoísmo y
posesividad no estaba siendo nada bueno para la relación que tenia con la
extranjera.
—El no volverá a tocarme—admitió deseando que, con aquellas simples
palabras la tailandesa volviese a sentirse mejor.
—Come, ya no quiero hablar de eso—contestó Lisa, con su voz tosca y
dura, dando entender que realmente no quería seguir con el tema que ella
misma había sacado a flote.
La tailandesa observó cómo Jennie comenzaba a probar la ensalada
dándole pequeños mordiscos mientras que, sus bonitos ojos se mantenían
fijos en su plato de comida, nuevamente el silencio incomodo llegó
provocando que la extranjera echara su cabeza hacia atrás, mordiendo su
labio inferior en una clara muestra de frustración total, las cosas
nuevamente se estaban yendo en picada y la joven está vez no tenía la
menor idea de como solucionarlo.
Lisa volvió a su posición inicial colocando toda su atención en la forma
en que la mayor comenzaba abrir el pequeño envoltorio de frutos secos,
llevándose aquellos pedazos hacia la boca.
—Sabes que Te amo, ¿Verdad?—cuestionó Jennie con su voz dulce y
casi temblorosa producto de los nervios.
Y Lisa suspiró sabiendo muy en el fondo que aquella conversación que
lograba frustrarla con tanta facilidad no debió salir a flote, hasta que Jennie
estuviese mas calmada -emocionalmente hablando- la rubia estiró su mano
hacia el rostro de la coreana, nuevamente la joven estaba cediendo, ¿Pero
que esperaban?, ella realmente amaba a la castaña.
—Lo sé cariño, lo sé—contestó Lisa dejando que la muchacha apoyara
su rostro contra su hombro, a la vez que permitía que los brazos de la mayor
rodearan su cintura logrando que su torso quedase adherido con el
contrario.
La tailandesa recostó su mentón sobre la coronilla de la coreana
observando a los alumnos caminar con completa tranquilidad, sus ojos
rápidamente se encontraron con los de su hermano, se veía asustado, quizás
hasta podría llamarlo aterrado por algo que, sinceramente ella no quería
saber, pero para su completa mala suerte el muchacho corrió hacia su
dirección logrando que Jennie alzara su mirada sintiendo una pequeña pizca
de preocupación por el rostro del menor.
El joven Bambam llegó segundos después con su cabello castaño
completamente alborotado y el sudor desprendiendo de sus poros
terminando por resbalar por su mejilla y mentón.
—Lisa—jadeó el muchacho llevando sus dos manos hacia la rodilla para
tomar grandes bocanadas de aire.
—Lisa tienes que venir conmigo—suplicó logrando que ambas chicas se
miraran entre sí, para luego volver toda su atención en el menor.
—Es urgente—continuó siendo lo suficientemente hostigoso para que su
hermana se levantara del césped, siendo seguida por la coreana.
—Tu no puedes venir Jennie, debes quedarte aquí—admitió logrando que
la castaña aferrara su mano en el brazo de la tailandesa.
—Entonces Lisa, tampoco irá—contestó Jennie por la rubia, observando
cómo el menor se mordía el labio para luego acercarse a su hermana
llevando sus dos manos hacia el oído de la mencionada, logrando que sus
palabras solamente fuesen escuchada por la tailandesa.
—Ella no ira—repitió completamente insegura y con el mal
presentimiento a flor de piel al sentir, cómo Lisa comenzaba a zafarse de su
agarre.
—Lalisa... —llamó intentando aferrar sus dedos en la piel ajena.
—Jennie, solo me tomará un minuto—contestó Lisa tirando de su brazo
para zafarse de las garras de la coreana.
—Vamos, cariño no puedes ser así de posesiva, si me tendrás toda la vida
—comentó divertida logrando que palabras fuesen lo suficientemente
amortiguadoras para el intranquilo corazón ajeno.
—Te amo, no tardaré—susurró atrapando con sus manos las mejillas de
la mayor, para luego estampar sus labios contra la castaña por un par de
segundos.
La tailandesa dio un par de pasos hacia atrás, alejando su suave tacto de
las mejillas de la mayor, rápidamente sus ojos se encontraron con la mirada
intranquila de su hermano logrando colocarla silenciosamente nerviosa.
—Están en la entrada—contestó Bambam a la pregunta silenciosa que su
hermana le hizo con la mirada.
—No te preocupes, yo me quedaré con ella—agregó viendo cómo Lisa
simplemente suspiraba, a la joven no le tranquilizaba aquella respuesta.
Lisa le dio un último vistazo a la castaña para luego girar sobre sus
talones, caminando hacia las puertas traseras del instituto, la muchacha
ingresó observando la manada de estudiantes caminando de un lugar hacia
el otro, la muchacha podía sentir el asfixiante aire causado por el calor
corporal de los demás adolescentes, sin querer estar más tiempo en aquel
lugar, la tailandesa velozmente caminó pasando a llevar más de algún
inoportuno las quejas y los insultos no tardaron en llegar, pero para los
oídos de Lisa, ni siquiera la inmutó.
Luego de un par de minutos la rubia logró salir hacia el exterior pasando
por el umbral de las puertas principales, con el mal sabor de boca y las
palmas sudando por el temor, la joven caminó en dirección del vehículo de
los Kim, aquello no le agradaba en lo más minino, pero si su hermano tenía
razón ella misma debía acabar con ello.
La tailandesa rodeó el carro abriendo la puerta del copiloto, rápidamente
tomó asiento observando el rostro inexpresivo del Señor Kim y la mirada
lasciva de su padrastro fija en el espejo interno, Lisa tragó saliva estirando
su mano hacia la manilla de la puerta, debía salir de ahí, fue una mala idea,
pero para su mala suerte escuchó cómo el pestillo de la puerta bajaba
indicándole que estaba verdaderamente jodida.
—El cinturón pequeña, cisne—habló su padrastro logrando que su
estómago se revolviera ante el apodo que desprendió de sus labios.
—¡Hazlo!—ordenó con fuerza golpeando el respaldo del asiento donde
ella estaba.
—Solo daremos una maldito paseo, ponte el jodido cinturón—su voz era
dura e imponente, por alguna extraña razón le cabreaba el hecho de que ella
no aceptara sus ordenes.
Lisa en silencio hizo lo que él le ordenó, observando como el Señor Kim
y él también lo llevaban puesto, el corazón de la menor comenzó un fuerte
bombeo al sentir cómo el vehículo comenzaba a moverse saliendo del
estacionamiento del instituto, sus ojos observaban con temor la entrada del
instituto sintiendo el sudor descendiendo por su espalda al ver a lo lejos la
figura de Jennie acompañada de su hermano y un muchacho más alto.
Una parte de la joven agradecía que la castaña no hubiese llegado antes,
no sabría como hubiese reaccionado si alguno de los hombres obligaba a la
joven a subir al automóvil.
—Sé la razón del por qué mi hija, se fue de mi hogar—habló el Señor
Kim rompiendo por completo el silencio del vehículo, los oscuros ojos de la
tailandesa se posaron en los nudillos marcados del viejo hombre, mientras
que sostenía firmemente el volante.
—Seungri me contó de tu aberración, no debiste embarazar a mi hija
Lalisa—sus palabras fueron toscas a la vez que las venas de su cuello cada
vez se volvían mas visible.
—Hablé con los padres de Kai y están fascinados con la idea del nuevo
bebé—comentó con diversión logrando que la rubia entreabriera los labios
completamente molesta.
—Es mi bebé—gruñó Lisa con sus puños apretados, sintiendo un fuerte
golpe causado por la palma del Señor Kim, dando en dirección de su
quijada.
—Aunque me golpees, no quitará el hecho de que tiene mi sangre—soltó
apretando la quijada al oír como su padrastro se desabrochaba el cinturón
de seguridad, posando con fuerza sus gruesas palmas sobre sus delicados
hombros.
—No es tuyo, es del joven Kai, ya está decidido—gruño Seungri
apretando con mayor brusquedad su agarre, encajando con dureza sus dedos
por debajo de las clavículas de la tailandesa.
—No tienes los medios suficientes.. ni siquiera tu madre trabajando de
prostituta, podría costear el mantener a ese bastardo—escupió riendo entre
dientes al sentir como los músculos ajenos se contraían, bajo la yema de sus
dedos.
Lisa intentó mantener la calma, la joven era completamente consciente
que no ganaría si tomaba la estúpida decisión de golpear a alguno de los
mayores, así que se mantuvo en silencio observando como la carretera cada
vez se volvía mas desiértica, tomando rumbo hacia las montañas.
—¿A donde me llevan?—cuestionó la rubia, ligeramente asustada de oír
la risa de su padrastro.
—A la cabaña donde pasábamos las tardes practicando... he comprado
nuevos juguetes—contestó el hombre acariciando la zona dónde
anteriormente había lastimado.
—¿Sabes?, los animales no duran tanto con las torturas, cómo o lo
durabas tú... ay, pequeña cisne, realmente te echaba de menos—susurró
acariciando la suave quijada de su hijastra, logrando sentir como la joven se
estremecía presa del pánico.
—Estas enfermo—contestó Lisa escuchando las carcajadas de ambos
hombres y la joven lo supo, con oír la forma tosca y burlesca de como
sonaba sus risas, ella se dio cuenta que ambos hacían las mismas
atrocidades.
Lisa se apoyó sobre el respaldo del asiento haciendo oídos sordos a la
animada conversación que mantenían los mayores, no quería oír la forma en
que se expresaban, en lo que le harían por embarazar a Jennie, la tailandesa
ya lo sabia de antemano, en el instante que su hermano le pidió que fuese a
hablar con el Señor Kim, supo que algo no andaba bien.
La extranjera mordió su labio inferior observando como comenzaban a
tomar las curvas rumbo a la cabaña, aquellas siempre habían sido muy
peligrosas, un mal movimiento por culpa de la distracción y el vehículo
caería por el barranco hacia una muerte asegurada.
—Jennie no va dejar que Kai, cuide de mi bebé, ella sabe que yo jamás
hubiese tolerado eso—la voz dura de Lisa logró detener de golpe la
conversación que ambos adultos estaban manteniendo.
Velozmente el Señor Kim giró su rostro observando con el ceño fruncido
y una clara mezcla de irritación en la sonrisa arrogante de la tailandesa,
mientras que, Seungri simplemente echaba su espalda hacia atrás
carcajeándose de la estupidez que había soltado su pequeño "monstruito"
—Lo bueno es que mi bebé jamás conocerá sus rostros bastardos—y sin
dudarlo se inclinó hacia el lado, apretando el botón naranja que mantenía el
cinturón de seguridad del Señor Kim, logrando liberar el cuerpo de aquel
hombre de la protección para luego con sus dos manos aferrar una de las
esquinas del volante tirando de aquello hacia su dirección.
El automóvil perdió por completo la conducción mientras que se
desplazaba con fuerza por el asfalto, teniendo un gran impacto con la barra
de metal.
Lisa escuchó los insultos de los mayores, a la vez que observaba con una
sonrisa divertida plantada en su rostro cómo el Señor Kim intentaba
estabilizar su vehículo, pero ya era tarde, el automóvil se deslizó por el
barranco rumbo a los desconocido, llevándose consigo los gritos de terror
por parte de los hombres mientras que, la rubia simplemente aferraba sus
manos en su cinturón de seguridad manteniendo sus pensamientos en
aquella bonita coreana.
Lisa perdió el aliento en el instante, en que el automóvil chocó de frente
contra el suelo, el cuerpo de la menor se estremeció escuchando los sacos
de carne saliendo disparados por el parabrisas, a la vez que un fuerte dolor
envolvía su anatomía por completo, antes de que el vehículo se hubiese
estrellado contra el duro suelo, la tailandesa no había dejado de pensar
cómo le hubiese gustado conocer a su bebé.
La Despedida del Nuevo Comienzo

Narrador Omnisciente:
Habían transcurrido ocho meses desde el fatídico accidente que cambió
la vida de dos familias. Una linda tarde de otoño Jennie caminaba junto a la
Señora Sunmi rumbo al cementerio, la joven coreana mantenía su mano
aferrada al brazo de la mujer mientras que, con su otra mano sostenía su
vientre sintiendo cómo los pies de su pequeña bebé presionaban sobre su
abdomen, la castaña tragó saliva en el instante que su pequeña volvió a
presionar la planta de sus pies sobre su mano intentando avisarle que ella
estaba despierta y rebosando de una espléndida alegría.
La Señora Manoban ayudó a la coreana a subir los escalones que daban a
las grandes puertas metálicas, con un poco de esfuerzo ambas mujeres
ingresaron al lugar sintiendo el característico sudor descendiendo por sus
espaldas, que se les solía crear cuando las suelas de sus zapatos tocaban el
sombrío ambiente de aquel lugar, apesar de que no era la primera vez que
visitaban el cementerio seguían sintiendo la misma angustia, que recorría su
piel cómo les había sucedido en la primera visita.
Ambas mujeres caminaron en silencio observando el sombrío lugar
acoplado de tumbas de diferentes portes y colores, Jennie no iba a negar
que le intimidaba el lugar y la forma silenciosa en la que solía estar,
intranquila la muchacha llevo sus manos a su vientre comenzando a dar
suaves masajes sobre la tela de su abrigó queriendo relajar a su despierta
hija.
La coreana estiró su mano atrapando nuevamente el brazo de la Señora
Manoban en el instante que sintió sus piernas tambalear, últimamente le
costaba más poder subir lugares empinados y debía admitir que agradecía
de todo corazón que la madre de Lisa hubiese tomado el valor suficiente
para acompañarle.
Jennie giró su rostro al oír un extraño suspiro entrecortado por parte de la
mujer, rápidamente la preocupación vino a su mente tomando el instinto de
detenerse observando cómo Sunmi comenzaba a limpiar sus húmedas
mejillas.
—Sunmi... —llamó la coreana acariciando con su pulgar el dorso de la
mujer, intentando reconfortarla del dolor que debía estar padeciendo.
—No es necesario que me acompañes, puedo hacerlo sola, estaré bien—
admitió observando cómo Sunmi negaba pasando su palma libre por sus
húmedos ojos, logrando limpiar el rastro de lágrimas que había descendido
segundos atrás.
—No, yo... necesito hacer esto, llevo ocho meses huyendo de su tumba—
admitió la mujer a la vez que intentaba sonreír, estirando la misma mano
que había utilizado al limpiar la humedad de su rostro para posar su palma
sobre el vientre de la castaña.
—¿Ella nuevamente está intranquila?—preguntó observando cómo la
coreana sonreía asintiendo con su cabeza.
—Jamás le ha gustado que vengas a este lugar—comentó sintiendo,
cómo el pequeño bebé se movía bajo su tacto.
—Lo sé—admitió la coreana a la vez que sentía, cómo Sunmi alejaba
sus palmas de su vientre para comenzar nuevamente a caminar rumbo a las
tumbas que iban a visitar.
Sunmi suspiró sintiendo su corazón latiendo con demasiada vehemencia,
Jennie mientras tanto intentaba relajarse comenzando nuevamente a
acariciar su vientre, notando cómo habían rápidamente llegado a su destino,
la joven se mantuvo quieta releyendo el nombre de la lapida sin poder creer
que aquello realmente estuviese sucediendo, la coreana tragó saliva
observando cómo la Señora Manoban observaba con asco la lapida de su ex
esposo, sintiéndose por fin realizada de verlo tres metros bajo tierra.
—Ese capullo destruyó a mi familia—y Jennie no podría estar más
sorprendida de oír la forma en que la mujer se había expresado, notando
rápidamente sus manos empuñadas y las cortas uñas encajándose en sus
palmas.
—Realmente espero que se este revolcando en el infierno.
La coreana guardo silencio teniendo rápidamente el vivido recuerdo de la
policía tocando a la puerta. La castaña sentía una gran admiración por la
abuela de su hija, a pesar de la forma en que la mujer le había dado la
noticia, ver con sus propios ojos cómo Sunmi caía de rodillas al suelo
llorando por lo sucedido y aun así la Señora Manoban había sido capaz de
levantarse del sufrimiento y estar de pie observando con verdadero odio al
responsable de todo sus males.
Jennie se estremeció ante el recuerdo de Bambam abandonando su casa,
cómo había decidido huir mientras que las lágrimas eran su única compañía
y a pesar de que verdaderamente la joven había estado en todo ese lapso de
tiempo en un completo estado de shock, todavía no era capaz de asimilar la
palabra accidente y Lisa siendo unidos, porque su Lalisa jamás hubiese
hecho eso, jamás la hubiese abandonado cómo lo hizo, ella no era así y
pesar de todo Jennie todavía creía en lo que sus pensamientos seguían
reafirmando.
Jennie metió sus manos en los bolsillos de su abrigó releyendo el nombre
de su padre escrito en la sucia lapida, nadie más que ella venían a visitarlo,
y sinceramente la joven no tenía forma de enojarse con su madre, él había
cambiado o quizás solo había decidido mostrar su verdadero ser.
La castaña sintió las lágrimas descendiendo por sus mejillas, apesar que
una parte de ella realmente seguía odiando al hombre que la trajo a la vida
por todo lo que había causado, la otra simplemente no podía dejarlo de lado,
al fin y al cabo seguía siendo su padre, el hombre que estuvo a su lado en
los malos momentos, quien la arropaba en las noches frías brindándole
aquella sonrisa de confianza pura.
Jennie lloró por extrañar al hombre que jamas fue, sollozó pensando que,
toda su vida había sido presa de la mentira y el engaño. La coreana observó
la forma en que Sunmi había gruñido, pudo rápidamente notar el dolor
desprendiendo de sus poros y supo que lo mejor era que salieran de aquel
lugar, antes de que la Señora Manoban tomase la decisión de romper la
lapida de su ex esposo.
—Vamos, supongo que no tenemos nada más que hacer aquí—confesó
Jennie estirando su mano para atrapar el antebrazo de Sunmi, con algo de
esfuerzo la joven logró alejar a la mujer de aquellas sucias lapidas
sintiéndose verdaderamente realizada de notar la mirada tranquila de la Sra.
Manoban.
La coreana caminó con tranquilidad despidiéndose de las lapidas que
dejó atrás, sintiendo aun una parte de su corazón doler al no poder
despedirse como le hubiese gustado hacerlo.
La castaña descendió del lugar empinado sintiendo nuevamente aquel
malestar que llevaba desde la mañana padeciendo, ambas mujeres
abandonaron el lugar mientras que, Jennie no había sido capaz de aguantar
el extraño dolor que comenzaba desde su columna hasta los dedos de los
pies, para su suerte alcanzó a llegar hacia el capo de la camioneta de la Sra.
Manoban sintiendo algo húmedo y cálido bajando por sus muslos hasta los
tobillos, y ahí lo supo, al oír el jadeo de sorpresa por parte de Sunmi y el
intenso dolor propagándose de su vientre hacia su zona intimida-estaba
jodida-.
—¡Oh por Dios!—Sunmi exclamó llevándose sus dos manos a la boca,
para luego simplemente subir sus palmas hacia su largo cabello ahora rubio.
—Jennie, respira con tranquilidad llamaré a tu madre y le diré que avise a
los demás—comenzó hablar acercándose a la castaña que abría sus piernas
presa del dolor.
—No, Jennie, pequeña aquí no—suplicó estirando sus manos para
adherir sus palmas contra la espalda de la menor.
—Vamos, vamos—pidió comenzando lentamente a caminar hacia la
puerta del copiloto, con mucho esfuerzo y paciencia logró meter a la
adolorida castaña escuchando de fondo cómo se quejaba.
—No tardaremos lo prometo—su temor era tan palpable, que ni siquiera
recordó en que momento había llegado al lado de la menor.
La mujer manejó intentando mantener la tranquila, a cada pocos minutos
podía escuchar la agitada respiración de la coreana seguido del sonido de
sus dientes apretándose con fuerza, Sunmi sentía compasión por la menor,
quien llorando presa del pánico por no saber que hacer, mantenía sus manos
firmemente apoyada en el hombro del asiento ajeno mientras que, con la
otra la mantenía firmemente aferrada en la manilla de soporte de la puerta
con sus piernas aun semiabiertas.
Luego de un par de minutos más la Sra. Manoban estacionó su vehículo
cerca de la entrada del hospital, importándole bien poco el hecho de que
había estacionado mal su automóvil la mujer salió del interior rodeando con
rapidez el objeto hasta llegar a la puerta de la menor.
—Vamos pequeña, llegó el momento—habló Sunmi completamente
emocionada, sintiendo cómo la castaña rápidamente aferraba sus dedos
sobre sus hombros en un movimiento desesperado por encontrar algún tipo
de alivio a su dolor.
—Llamaré a Bambam, le diré que traiga tus cosas y las del bebé, no
debes preocuparte por nada—su voz era calmada a la vez que con lentitud
ingresaban hacia el hospital.
—¡Necesito un medico!—pidió logrando que dos enfermeras velozmente
llegaran hacia su dirección, arrastrando una silla de ruedas.
—Su nombre es Kim Jennie, su placenta se rompió, tiene ocho meses y
dos semanas de gestación—sin titubear dio los datos necesarios de la
coreana, observando cómo la pobre chica desaparecía por el primer pasillo,
rumbo hacia la habitación donde tendría a su bebé.
Media hora después Bambam llegó, acompañado de su amigo Jackson y
la madre de Jennie, los tres ingresaron hacia la sala de espera observando
como la Señora Sunmi era un manojo de nervios, el primero en acercarse
fue su hijo, quien dejó los bolsos sobre el suelo para abrazar a su
progenitora, rápidamente le siguió la Señora Kim, quien bruscamente
comenzó con su interrogatorio siendo velozmente interrumpida por una voz
femenina que llamó por completo la atención de las cuatro personas que se
hallaban en la habitación.
—¡Abran paso, joder, seré Mamá muévanse!—La voz de Lisa hizo ecos
en el pasillo llegando, rápidamente hacia la habitación de espera.
—¡¿Dónde está?!—cuestionó la joven quien, aun mantenía su ropa de
trabajo puesta.
—Lisa cálmate, no le hace bien a tus costillas—comentó su madre al ver
lo agitada que estaba la muchacha.
—Aun sigues delicada por el accidente—aclaró viendo como la joven
simplemente negaba con su cabeza.
—A la mierda mis costillas, quiero ver a Jennie—ordenó Lisa a la vez
que daba un paso hacia atrás.
—¿Dónde está?, ¿Donde se la llevaron?—preguntó con verdadero interés
observando a su hermano, quien le entregó rápidamente el bolso de su hija.
—Está en la sala de partos, ¿Que esperas Lisa?, Ve a cambiarte—ordenó
Bambam observando cómo una enfermera se acercaba a la emocionada
tailandesa, tomando de su brazo para tirar de ella hacia la habitación donde
podían cambiarse de vestimenta.
Lisa rápidamente ingresó a la habitación de parto acercándose hacia la
cansada castaña, que mantenía sus manos aferradas a las esquinas de la
camilla.
La tailandesa estiró su mano tomando el dorso de la mayor en un vano
intento, por darle de alguna manera apoyó emocional, velozmente mordió
su lengua al sentir las uñas ajenas encajándose con fuerza sobre su piel, la
coreana la observaba con un odio genuino mientras que, sus dientes se
hallaban firmemente apretados indicándole que estaba sufriendo de verdad.
La rubia le sonrió de forma nerviosa viendo como las gotas de sudor
descendían por el bonito rostro de la coreana, la joven no pudo evitar
cuestionarse si había pedido la epidural, estaba casi segura que la castaña no
lo había hecho y estaba verdaderamente asustada de preguntarle si la había
recibido, sinceramente Lisa no quería salir golpeada de la habitación.
—Jennie solo debes pujar una vez más—comentó el Doctor provocando
que el rostro de Lisa, rápidamente palideciera en el instante que se sintió
valiente en mirar hacia las piernas ajenas.
—Lisa, juro cortarte las pelotas, si te desmayas—y a pesar de que Jennie
estuviese cansada y apunto de pujar, tuvo las fuerzas necesarias para
amenazar a la tailandesa quien simplemente tragó saliva, para luego asentir
con su cabeza logrando sacar un par de carcajadas en los demás ayudantes
del Doctor.
La coreana pujó logrando que, sus sonidos de dolor acompañados por el
sonrojo de sus mejillas fuesen completamente opacados por el bonito llanto
del bebé, Lisa entreabrió los labios observando con verdadera admiración
cómo su pequeña era limpiada por un par de enfermera, mientras que su
fuerte llanto se hacia notar y la tailandesa no pudo retener las lágrimas
cómo tampoco el chiste que había brotado en sus pensamientos, chilla igual
que Jennie.
—Felicidades es una niña—comentó el Doctor dándole el permiso de que
las enfermeras le entregaran por un par de segundos el pequeño bebé a
Jennie.
Lisa se quedo completamente ida, observando en silencio cómo Jennie le
sonreía a Ella, de sus ojos continuaban brotando las calientes lágrimas que
descendían por sus mejillas hasta el mentón, y es que no lo podía evitar, las
emociones habían golpeado con tanta fuerza y sorpresa que la tailandesa no
había tenido tiempo siquiera del cómo reaccionar.
La coreana comenzó a llamarla en el instante que los Doctores le habían
dado su minuto de privacidad, sin antes comentarle que tendrían que
llevarse a la pequeña bebé para sus respectivos chequeos médicos, pero la
rubia simplemente no podía salir de su trance emocional hasta que sus ojos
viajaron hacia el rostro de su hija, percatándose por fin, que, aquello que
había vivido minutos atrás no había sido un sueño.
La tailandesa sonrió estirando sus manos para tocar la mejilla de la
pequeña Ella, aquella acción provocó que el bebé comenzase a quejarse por
el frío tacto de la joven, logrando que Lisa se retractara de su acción
acercándose lo suficiente para ver el bonito rostro de su bebé.
—Hola~ yo soy Lisa y soy tu Mami—se presentó la joven sintiendo la
mirada de Jennie, fija en sus facciones.
—Seré la madre genial, te lo prometo—rápidamente comenzó a reír al
sentir, cómo la castaña le daba un suave pellizco a su mejilla.
—¿Sabes?, te estuve esperando por mucho tiempo y nos hiciste pasar por
muchísimas cosas—hablaba con calma estirando su dedo pulgar, para dejar
que su pequeña lo atrapara con su diminuta manito.
—¿Qué?, ¿Que dices?, ¿Que debería pedirle matrimonio a tu madre?—
cuestionó sintiendo nuevamente otro golpe por parte de la coreana.
—Oye—se quejó alzando su mirada para ver los ojos cristalizado de la
mayor.
—Ella es la que insiste, en que me case contigo, fue su idea no la mía—
se excuso observando cómo la castaña comenzaba a llorar.
—Creo que tu madre no quiere—comentó con diversión, siendo
rápidamente sorprendida por el fuerte agarre de su quijada para luego sentir
la boca ajena chocando contra sus labios.
—Je~Jennie, la niña.
—Cállate Lalisa—susurró Jennie para luego darle otro casto beso, que
hizo que su piel se erizara por completo.
—Eres la mejor—admitió sintiendo el vago recuerdo de aquella vez en el
parque, donde soltó esas palabras cuándo Lisa le había dicho que la
esperaría.
Aquellos tiempos donde ella fingía un amor inexistente, solo para olvidar
el hecho de que se había enamorado de su mejor amiga.
Y así comenzó su historia, con un amor peligroso y una amistad de por
medio, de secretos lentamente saliendo a relucir y la maldad de lo ajeno
estando siempre presente, pero a pesar de todo, a pesar de que almas
malignas hubiesen osado interponerse en el amor de aquellas mujeres, no
fueron capaces de separarlas y ahora ahí estaban, en una habitación de
hospital con un pequeño ser vivo producto del inmenso amor, que
comenzaron a construir en la oscuridad y la soledad.
FIN....
Epílogo

Narrador Omnisciente:
Jennie supo que algo había ido mal en el instante que Lisa, no llegó luego
de que la campana hubiese dado fin al receso, jamás regresó al instituto ni
mucho menos a su hogar, la coreana observaban en silencio la mirada
intranquila de Bambam mientras que la Sra. Manoban se encontraba con la
mirada perdida y el ceño fruncido observando la nada misma, la joven
estaba asustada, sentía un fuerte pavor al no tener noticias de la tailandesa y
aquella parte de ella, aquella oscura sin remordimiento alguno, le decía a
gritos que el joven tailandes era culpable de que ella estuviese sufriendo por
la ausencia de la rubia.
La coreana se levantó de su asiento en el instante que escuchó el timbre
resonando en las paredes del lugar, con el corazón desbocado y la mirada
desbordando preocupación observó cómo Sunmi arrastraba sus pies
dirigiéndose hacia la entrada principal, la castaña le siguió en silencio
escuchando cómo el menor también osaba en caminar detrás de ella.
Jennie sintió su cuerpo estremecerse mientras que, los fuertes latidos de
su intranquilo corazón comenzaban a golpear directo en sus tímpanos, ahí
estaba, un par de oficiales observando con verdadera lastima a la madre de
los Manoban.
La castaña sintió cómo sus piernas flaqueaban escuchando aquella frase
que le hizo sentir una fuerte bofetada inexistente, dando con dureza contra
su rostro, "lo siento mucho Señora Manoban su esposo e hija tuvieron un
accidente".
Jennie se rehusaba creer en aquello, no podía tratarse de su Lalisa,
simplemente no lo iba aceptar. Y la joven observó sin saber que decir cómo
el desgarrador llanto de Sunmi retumbaba en su cabeza, mientras que, sentía
como Bambam pasaba por su lado exigiendo respuestas que, ella
simplemente había rehusaba a escuchar.
La joven observó cómo el menor rápidamente huía de su hogar siendo el
descenso de sus lágrimas su única compañía.
Jennie se quedó estática en un completo shock producto de la conmoción
que las palabras ajenas, lograron causar en su interior, la joven rápidamente
tragó saliva al ver como la Señora Manoban se derrumbaba golpeando con
fuerzas sus rodillas mientras que, su llanto por la perdida-que ella ya había
dado por hecho-comenzaba atormentarla.
La coreana elevó su mirada notando cómo la oficial le decía algo a la
mujer mayor, le dio esperanza, la muchacha lo sabía. Por instinto la menor
arrastró sus pies hacia la salida sintiéndose bien consigo misma al no ser
detenida por los oficiales ni por Sunmi.
Jennie caminó por la oscuridad de la noche recordando aquella suave
palabra "Su hija esta en estado critico, en el hospital Mercy" aun
retumbando en su mente y a pesar que aquello no fuese para nada bueno, la
joven no podía negar que ella prefería eso que perder por completo a su
tailandesa, porque no se veía capaz de vivir sin ella, no podría soportar todo
lo que se avecinaba sin el apoyó incondicional que sólo Lisa, era capaz de
ofrecerle sin pedir nada a cambio.
Y sin siquiera notarlo la coreana llegó al hospital con sus pensamientos
vagando en el bonito rostro de la tailandesa, la castaña caminó en el interior
del lugar observando lo ajetreados que estaban todos los trabajadores,
rápidamente la coreana se cohibió por no tener nadie a su lado, a la vez que
se cuestionaba el cómo encontraría a Lisa, hasta que, su linda cabecita hizo
«click» iluminándole la vida.
Rápidamente la muchacha se acercó a recepción logrando llamar la
atención de una de las mujeres que se mantenían en el lugar, sin mayores
inconveniente y tal vez, solo tal vez mintiendo un poco, la joven logró tener
el número de habitación en el que se hallaba la tailandesa y a pesar que
estuviese verdaderamente feliz de poder ver a la rubia, una parte de ella no
dejaba de indicarle que aquel número de habitación correspondía a la zona
de cuidados intensivos.
Jennie caminó por los pasillos con su tarjeta de identificación familiar
resbalando por sus delicados dedos, la muchacha mantenía su mente
ocupada en la última vez que tuvo a la rubia en un lugar así, recordó cómo
todo se había ido en picada por culpa de aquella peculiar Doctora y la
extraña forma en que solía mirar por sobre su hombro, como si el resto de
los «Mortales» no estuviesen a su altura.
La castaña agradeció estar en otro hospital, alejado de Doctoras curiosas
por la vida personal de su rubia y aquella arpía de labios rojos y cabello
negro que intentó romper la unión de Lisa y su madre por un falso maltrato
domestico-quizás no tan falso-.
Jennie se quedó completamente estática en el momento que ingresó en la
habitación, sus ojos observaron con molestia cómo Bambam ya se hallaba
sentado al lado de la tailandesa, mientras que un joven doctor se encontraba
de brazos cruzados, observando con recelo al tailandes, sinceramente la
coreana no podía estar más confundida, por alguna extraña razón y un
motivo que ella desconocida por completo, aquel Medico observaba a su
Lalisa cómo si le tuviese cariño o tal vez ¿Aprecio?. lo más seguro y no
podía evitar por más que quisiese que los malos pensamientos y los
pequeños celos controlados saliesen a relucir.
La coreana tensó los músculos de su espalda al ver como el Doctor se
giraba observándola por un par de segundos, para luego simplemente
acercarse estirando su mano de forma cordial.
-"Hola, soy Kim Seokjin y soy el Doctor a cargo de la paciente
Manoban" -a pesar que en su presentación no había nada extraño la joven
no podía quitarse de la mente que él observaba a la tailandesa, cómo si ya la
hubiese conocido con anterioridad y debía admitir que al sentir cómo se le
acercaba y le susurraba aquel "No la dejes a solas con él", le había causado
que la confusión aumentara por completo, porque se lo había afirmado,
conocía a Lisa y tenía el mismo pensamientos de Bambam.
En el momento que el Doctor Kim abandonó la habitación la muchacha
no dudó en acercarse, sintiendo cómo su pecho comenzaba a dolor por la
imagen del dañado cuerpo de la menor, la coreana tragó saliva sintiendo sus
manos temblar en el instante que sus ojos habían comenzado analizar los
pequeños cortes en el amoratado rostro de su amada, sintió sus pulmones
contraerse al notar la forma en que la mantenían intubada mientras que, sus
largas pestañas ocultaban la belleza de su mirada.
Jennie sintió sus piernas flaquear en el instante que bajó la mirada
observando el pecho de la joven envuelto por un par de gasas y vendas,
siguió observando viendo los hematomas rodeando sus brazos y caderas,
esa no era su Lalisa, aquello parecía un maldito saco de boxeo y Jennie no
podría estar más furiosa por eso.
La castaña sintió su mundo derrumbarse en el instante que escuchó la voz
del tailandes "Esta en coma" y lo dijo con tanta simpleza que la castaña
deseaba sacar su ira contra su rostro a la vez que le gritaba, que él debería
estar en aquella camilla postrado mientras que su adorable tailandesa,
debería estar a su lado mimándola por el bello bebé que iban a tener, pero
en vez de aquello simplemente lloró por culpa de las hormonas y el dolor
que le recorría el alma por ver que a pesar de todo el sufrimiento que ya
habían vivido este jamás se iba, no había forma que las dejaran en paz, al
parecer aquello en su vida jamás sucedería.
Bambam observó en silencio la forma en que la coreana se aferraba a las
frías manos de su hermana, el cómo le sollozaba suplicando que no la
dejara y no supo donde esconderse para dejar de oír el desgarrador llanto
que desprendía la garganta ajena, ella sufría y el joven era consciente que él
tenía la culpa, y no pudo evitar el cuestionarse hasta que punto había
llegado, por que había decidido causar todo ese sufrimiento, siendo él tan
malditamente consciente que por Jennie más que un capricho no podría
llegar a sentir.
Cobardemente el menor huyó de la habitación dejando que la castaña
soltase todo lo que pasaba por sus pensamientos, simplemente quería creer
ingenuamente que su hermana no estaba en aquella habitación, que se
trataba de otra Manoban Lisa, alguien ajena a su sangre.
Y pasaron los meses que para Jennie, no fueron más que un par de
pestañeos, la joven nuevamente se hallaba de visita observando a la pacífica
rubia, descansando sobre la camilla, admiró en silencio su cabello sin brillo
cómo también el resalte de sus blanquecinos pómulos.
La coreana se ordenó a sí misma el no volver a llorar, no podía darse el
lujo de estar triste cuando era más que consciente que Lisa volvería a su
vida, porque aquello sí o sí debía ocurrir. La castaña suspiró observando la
imagen entre sus dedos, había tenido hora con su ginecóloga sintiéndose
verdaderamente emocionada de ver por fin los avances de su embarazo, la
joven recordó llorar al tener entre sus manos la foto de su pequeño bebé
creciendo lentamente en su interior, lloró por la emoción cómo también por
el hecho de que Lisa, no había sido capaz de verlo por sus propios ojos.
Jennie alzó su mirada estirando su temblorosa mano hacia los dedos fríos
de la tailandesa, con cuidado dejó la pequeña fotografía entremedio de la
palma ajena mordiendo su labio inferior en un vano intento por distraerse,
"Es una niña, Lalisa" y sus palabras salieron casi quebradas a causa del
nudo que se había creado en su garganta.
Rápidamente tomó bocanadas de aire intentando mantener la compostura.
Se quedó al lado de su amada por un par de horas más, con su mano
derecha sostuvo la mano libre de la menor intentando mantener en calor la
fría palma ajena. La coreana le dio un último vistazo a la tailandesa, para
luego simplemente despedirse de aquella manera tan dolorosamente
silenciosa que solía ejecutar, porque no se atrevía a acercarse al rostro de la
menor y besar los ásperos labios de la rubia, le aterraba el no sentir nada,
que se diese cuenta por fin que ella quizás nunca más iba a despertar, pero
para su sorpresa antes de que fuese capaz de inclinarse apoyando con
suavidad su barriga en crecimiento se llevó la grata sorpresa de sentir cómo
sus dedos por fin eran apretados casi por un segundo y Jennie no pudo
evitar el cuestionarse si ya había perdido con totalidad la cordura, pero no,
cuando se quedó estática con sus párpados completamente expandidos ante
la incredulidad, sintió cómo si de golpe alguien le hubiese dado un puñetazo
directo a la boca de su estómago porque se quedó sin aire, con sus ojos fijos
en cómo Lisa comenzaba a parpadear completamente confundida por la
fuerte iluminación del lugar.
Y la joven tailandesa lentamente intentó acostumbrar sus ojos a la luz
cegadora de lo desconocido, con mucho esfuerzo y paciencia la muchacha
logró posar su mirada en el afligido rostro de la coreana sintiendo cómo el
golpe de realidad azotaba sus pensamientos al notar la bonita barriga,
resaltando del esculpido cuerpo de su castaña.
Y Lisa sintió algo plástico acariciando su palma logrando que, con
dificultad fuese capaz de elevar su mano percatándose con rapidez lo que
sostenía, la emoción y la tristeza golpearon con fuerza sus sentimientos al
notar que se trataba de la ecografía que Jennie se había hecho.
"Te amo Jennie" fueron las únicas palabras que la extranjera fue capaz de
soltar ante la conmoción de las imágenes lograron causar en sus
pensamientos.
Fin del recuerdo
Jennie despertó de golpe sintiendo la capa de sudor envolviendo su
cuerpo por completo, con la poca iluminación de la habitación buscó con
desesperación el cuerpo de la tailandesa sintiendo cómo con rapidez sus
palmas se adhirieron contra la espalda ajena, velozmente la mayor apegó su
cuerpo contra el pacífico de la tailandesa sintiendo su tranquila respiración
brotando de sus labios entreabiertos.
Las delicadas manos de la coreana buscaron a tientas sobre la cintura de
la rubia sus dedos, en un movimiento casi desesperado por sentir un poco
de tacto de su parte.
—También te amo, Lisa—confesó Jennie teniendo la necesidad de
responderle a sus recuerdos que la atormentaban, porque a pesar de que
hubiesen pasado casi siete años la coreana no había sido capaz de olvidar
aquel tormentoso episodio de su vida.
—Jennie cariño, tu barriga me está aplastando—comentó Lisa con
suavidad manteniendo aun su brazo aferrado, contra el pequeño cuerpo de
su hija, el cual descansaba con completa tranquilidad casi al borde de la
cama.
Y la coreana envolvió sus brazos contra las caderas de su esposa
aferrando sus dedos en la piel ajena, sintiendo cómo su barriga en
crecimiento chocaba contra la espalda de la rubia.
Lisa rápidamente se separó del cuerpo de su hija girando con suavidad
para quedar frente a la coreana, a pesar de que aun estuviese la oscuridad de
la noche, la extranjera había sido capaz de ver el bonito rostro de la mayor
percatándose de la intensidad en la mirada de la castaña.
—¿Antojos nuevamente, cariño?—cuestionó la tailandesa, estirando su
mano derecha hacia la barriga de la coreana introduciendo su palma en la
holgada camiseta ajena para tocar la suave piel de la mayor, comenzando
acariciar aquella zona con la yema de sus dedos.
—Puedo levantarme y traerte algo—se ofreció sonrojándose en el
instante que sintió los labios de la contraria presionándose contra su mejilla.
—Mmh... ¿Otra pesadilla?—preguntó al ver que los antojos no eran el
verdadero problema en el desvelo de su amada, la castaña simplemente
asintió con su cabeza acurrucando su cuerpo contra el de la menor,
escondiendo su rostro en el cuello ajeno.
—No me iré amor, ¿Lo sabes, cierto?, por nada del mundo—admitió sin
dejar las caricias en el vientre de la castaña.
—Ella también ha tenido una pesadilla—comentó logrando llamar la
atención de Jennie.
—No te preocupes sigue pensando que existe el castor de la muerte—
aclaró sintiendo rápidamente, cómo la coreana le daba un golpe en el brazo.
—No debiste mentirle sobre los castores—gruñó Jennie apoyando su
rostro sobre el pecho de su amada, sintiendo cómo la joven reía con
suavidad.
—Tu me dejaste a solas con ella... no tuve más opción, era mentirle o que
se lanzara contra el estanque del zoológico—se excusó Lisa fingiendo terror
ante el recuerdo de su revoltosa pequeña corriendo de un lado así el otro, en
busca de aquellos animales marinos.
—Lo he hecho en modo de supervivencia, cariño—susurró sacando su
mano de la camiseta ajena para subir por la espalda de la contraria, posando
sus yemas sobre la columna vertebral de la castaña.
—¿Sabes? es igual de asustadiza que tu y tiene ese mal de poder
conseguir lo que quiere—comentó sintiendo cómo la castaña simplemente
reía.
—No culpes a nuestra hija por tus acciones Pranpriya, ella no tiene un
mal, el problema eres tu con los Kim—aclaró Jennie a la vez que salía de su
escondite, apoyando sus palmas sobre los pechos de su esposa para posar su
mentón sobre el dorso de estas.
—No puedes contra nosotras, debes asumirlo—comentó con diversión
sintiendo los dedos ajenos acariciando su mejilla.
—Liam romperá esa tradición—contestó Lisa completamente segura que
su pequeño varón no la dominaría, cómo la hecho Ella y su esposa, aunque
sinceramente no estaba segura de aquello, lo más seguro que él también
sería cómo su amada y su pequeña princesa.
—Agh... todos me dominan—admitió escuchando la fuerte carcajada por
parte de Jennie.
—¡Jennie! shhh, despertarás a la niña—reprendió llevando rápidamente
su mano, hacia la boca de la mayor observando con las mejillas encendidas
cómo la coreana movía sus cejas de forma sugerente.
—Eres una cerda—y Mina no pudo arrepentirse más rápido por que el
cerebro no le dio tiempo de reaccionar.
—Cerda será tu ex, largo Lalisa—gruñó Jennie con aquellos
característicos cambios de humor, notando con su mirada molesta cómo la
joven simplemente suspiraba girándose para abrazar a su pequeña.
—¡Lalisa! no me des la espalda—se quejó presionando su dedo índice
contra los omóplatos de su esposa.
—Pranpriya, gritaré tan fuerte que tendrás que hacer dormir tu a Ella—y
ella no mentía ante su amenazas logrando como siempre que la tailandesa,
volviese a mirarla con aquellos penetrantes ojos oscuros.
—Te amo—admitió Lisa porque aquello siempre funcionaba para calmar
la intensidad que su esposa solía adoptar, cuando le venían los cambios
bruscos de personalidad y más de una vez la joven se cuestionó si Jennie
padecía algún trastorno.
Pero aquello rápidamente lo desechaba al ver que sólo aparecieron dos
veces en su vida; en sus dos embarazos.
—¿Puedo abrazarte, sin que me des una patada por lo bajo?—susurró en
tono de pregunta, notando la bonita sonrisa de la coreana para luego sentir,
como esta simplemente se apegaba a su torso.
—...—suspiró cerrando sus ojos mientras comenzaba acariciar el cabello
ajeno.
—Amor, ¿Que haré contigo?—le preguntó con suavidad.
–Amarme y soportarme–contestó Jennie apoyando sus manos sobre el
abdomen de la contraria.
—Gracias, Lalisa—y ahí venia nuevamente sus cambios de humor,
logrando que la tailandesa simplemente riera sabiendo que era un caso
perdido, adorablemente perdido.
—Descansa, cariño—susurró Lisa, sin dejar de acariciar el cabello ajeno.
Ahora si el final.... 😭😭

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