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Sabemos que Dios es nuestro creador, pero recordemos que él es también nuestro

formador, es decir nos da la forma de acuerdo a su plan, como el alfarero moldea su

vasija. Dios está interesado en formar en nosotros su carácter, para él es más importante

nuestro ser que nuestro quehacer…

EL ESPÍRITU DE DIOS TRAE VIDA, COMO EL AGUA AL DESIERTO.

“Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová,
Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío
Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí”, Isaías 44:1-2.
 Somos creados y formados por Dios. El Señor usa varios términos para referirse a su
pueblo: “siervo mío”, “escogido”, “soy tu Hacedor”, “te formé desde el vientre” y “te
ayudaré”, palabras que expresan el cuidado de Dios hacía su pueblo en todo tiempo,
incluso en los días difíciles.

“No temas” dice Dios, mensaje que el Señor de continuo en la Biblia dio a su pueblo y a sus
siervos, pues ante los desafíos encomendados o los peligros de los enemigos, el temor
aparecía para impedir el avance, pero Dios siempre está allí, animando a sus hijos a seguir
adelante para conquistar lo diseñado por el Señor. 

Para el momento en que se da este pasaje Israel estaba en completa aridez espiritual, y
Dios promete renovar a su pueblo: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos
sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus
renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas” Is. 44:3-4.

El momento histórico de Israel era difícil, pues estaba bajo el reinado de Manasés (llamado
el peor rey de Judá, llevó el pueblo hebreo a la idolatría, se volvió al ocultismo, la tradición
rabínica enseña que hizo aserrar al profeta Isaías a la mitad, así que Judá estaba lejos de
Dios, seco espiritualmente…). 

ero Dios promete a su pueblo un derramamiento de su Espíritu sobre la generación de ése


tiempo y bendición de Dios sobre sus descendientes, será tal la obra del Espíritu Santo en
medio de ellos, que se asemeja a la renovación y vida que experimentan los árboles que
crecen a la orilla de un rio.

Reflexión final: Dios desea fortalecer y renovar a sus hijos, ha enviado a su Espíritu, para
que cada día, cada momento, podamos saciar nuestro anhelo, nuestra sed de Dios y
nuestra comunión con él sea fresca cada día.
El capítulo 44 comienza con una bella promesa, hablada por Dios mediante el profeta.
Aquí se retrata la revitalización de espíritu que Dios da a aquellos que tienen sed, aquellos
que reconocen la sequedad de sus vidas y que vienen a Él para su provisión. Nota que la
promesa se extiende incluso a su descendencia. Aquí hay una gran palabra para las
familias: Dios las bendecirá en cuanto adopten una postura suplicante y traigan su
necesidad ante Él.

Así como es verdad muchas veces en Isaías, todo esto se aplica finalmente a la nación de
Israel. Nunca debemos robarles estas promesas al pueblo judío. Dios los colmará
literalmente en un día venidero. Pero esto también se aplica a aquellos que, por fe en
Jesucristo, se han convertido en hijos e hijas de Abraham. Estas promesas, de que Dios
derramará agua sobre los sedientos y arroyos en la tierra seca, se nos hacen a nosotros así
mismo. Esta es una de las paradojas más extraordinarias de las Escrituras. ¿Qué hombre
podría concebir un plan mediante el cual si fallas, ganas; si pierdes, tendrás éxito; si eres
quebrantado, serás exaltado? Pero ese es el plan de Dios. Él siempre hace tratos realistas
con nosotros. Él no nos forzará a estar humillados, sino que quiere que nos enfrentemos a
todo el problema. Él es totalmente sincero. Él sabe exactamente quienes somos y cuál es
nuestro problema. La locura del hombre es intentar pasar por alto el problema y hacer
como que es algo que no es. Todo eso es una evidencia increíble de que la Biblia es un
libro divino, ya que ningún hombre podría concebir un programa para el éxito que
empieza con una admisión de derrota.

Estaba hablando con un profesor del seminario, y me dijo de cómo fue a una cárcel del
condado un día para pasar varias horas ayudando a algunos de los prisioneros con sus
problemas espirituales. Mientras estaba comiendo solo en el comedor a la hora de la
comida, se encontró con un hombre, un abogado que pasaba un día completo de cada
semana ayudando a los prisioneros en la cárcel del condado. Pero no utilizaba su
experiencia legal para aconsejarlos. En cambio, él buscaba ayudarlos leyéndoles las
Escrituras y auxiliándoles en asuntos espirituales. El profesor le dijo: “¿No te deprime
trabajar con estos perdedores todo el tiempo?”. El hombre le respondió: “Yo no los veo
así. Para mí sólo hay dos tipos de personas en el mundo: los que han sido perdonados y
los despiadados. Estos hombres y mujeres están encerrados físicamente. Puedes
encontrar una llave, abrir la puerta y dejarles salir, pero nadie ha podido encontrar
todavía la llave que abra su vida interior excepto Dios”.

Esta es una bella expresión de lo que Isaías está diciendo. Si estás encerrado en ti mismo,
prisionero de tu propio orgullo y tu autosuficiencia, Dios puede abrir la puerta y dejarte
salir. Esto es lo que promete hacer y lo que ha hecho durante siglos.

44:1-8 Israel es llamado aquí Jesurún, que significa el uno vertical. Tal sólo son israelitas verdad, en

quien no hay engaño. Los que sirven a Dios que él será el propietario. Él les ayudará a más de

dificultades, y en sus servicios. El agua es el emblema del Espíritu Santo; como

agua refresca, limpia, y hace que la tierra fecunda, también lo hacen sus

influencias del alma. Este don del Espíritu Santo es la gran bendición, el

abundante derramamiento de que Dios mantuvo durante los últimos días.

Cuando Dios da su Espíritu, os lo dará todas las demás bendiciones

Las Tierras áridas constituyen un ambiente natural de baja productividad, donde el agua suele
ser el principal factor limitante para la producción biológica. Al superar los factores limitantes
económica y técnicamente - las tierras áridas pueden volverse moderadamente productivas.

Es asombroso darnos cuenta, que a través de la escritura, el pueblo de Dios fue  comparado


con una tierra árida, carente de una vida espiritual fructífera. Inexplicable, entendiendo que
Dios mismo nunca limito su agua para dar vida en el sequedal en el pueblo; ¿que sucedió?
Estando en una sequedad espiritual, rechazaron la fuente que les daría una buena
producción.

Jeremías
2:13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron
para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

La sequedad espiritual, es un factor preocupante para Dios, ve con asombro a su pueblo en un


desierto sin vida y pronto a ser fuertemente destruidos por las condiciones que le rodean.

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