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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION SUPERIOR

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y JURÍDICAS

ESCUELA DE DERECHO

CATEDRA DE LECTO ESCRITURA Y METODOLOGÍA DEL ESTUDIO

LA MIGRACIÓN “¿UN VIAJE DE PLACER?”

DERECHOS HUMANOS “¿UN LUJO?”

Autor:
Lic. María Valentina Calderón Ruiz
Introducción

En los procesos migratorios que es la movilización de personas desde un lugar a otro,


desde un país a otro, o simplemente desde un continente a otro; no en busca de diversión, ni por
un simple viaje de placer, sino que es en la búsqueda de mejores oportunidades en el campo
laboral, de un mejor sitio donde se puedan dejar de sentir amenazadas sus vidas, sus proyectos
de vida o su futuro.

Sin embargo, las migraciones en las últimas décadas han implicado una profunda
transformación causando un fuerte impacto en aspectos culturales, sociales y económicos que
han adquirido otros sentidos y otros matices. Así como es el sentido del mérito personal, de la
relación con los demás, de la pertenencia. Eso no implica que la percepción y representación de
la diversidad del otro desaparezcan, al contrario, quizás hasta se puede necesitar acentuarla,
como una manera de fortalecer identidades que se han ido perdiendo, proyectos de vida
marcados por la incertidumbre y la transitoriedad.

Las migraciones actuales tienden a caracterizarse por tener que afrontar escenarios
sociales, culturales y económicos diferentes; ya sea en los países de origen, así como en
aquellos de destinos. De igual modo que las personas que experimentan dichos procesos
afrontan condiciones, vivencias y emociones que no son muy distintas a las que hicieron frente
los antepasados migrantes. Sólo parecen haber cambiado los escenarios, las oportunidades, así
como también; las vulnerabilidades combinadas a los movimientos migratorios; estos son
interdependientes y que dependen de una combinación de factores cuya influencia nunca se
presentan de forma lineal sino del proceso de ese momento. Los desafíos no solo atañen a
aquellos que se mueven sino también el país que es receptor, cuyos pobladores enfrentan las
interrogantes que el contacto con la diversidad estimula. De hecho, la diferenciación entre los
países desde los cuales las personas se mueven hasta aquellos a los que se dirigen no está
dada; sin bien, todavía los movimientos más importantes de personas se producen desde las
zonas más pobres, de aquellas en situaciones de guerra, de hambruna, de falta de empleo,
inseguridad; entre otras que estimulan a la migración. Son muchos los países que al mismo
tiempo son puerto de partida y de llegada. O países que en otros tiempos fueron trampolín de
emigración de un gran número de personas ahora pueden ser destinos de otros tantos, que los
eligen como residencia.

La defensa de los derechos humanos de los migrantes y la gestión efectiva de la


migración están estrechamente interrelacionados. No obstante, la migración y los derechos
humanos, a pesar de ser proceso que ha afectado a gran parte del mundo, difícilmente se ha
logrado que este nexo se vea con mayor claridad. El diseño de políticas en cualquiera de las dos
áreas también ha permanecido en buena parte fuera de los límites una de la otra.

El garantizar los derechos humanos a todos los migrantes puede volverse algo casi
imposible, debido a que se le ha dado más importa al beneficiar a aquellos que cuentan con
capacidad para costearlo. Lastimosamente la mayoría de países son capitalistas y sus gobiernos
neoliberales se resisten a que sus Estados garanticen dichos derechos para con los migrantes,
además de interpretarlos de tal manera que solo sirvan para mantener su hegemonía económica
y política.

Queda claro que, con este formato político excluyente, la competencia a muerte y la
inhumana insolidaridad, convierten los derechos humanos en una gran utopía, aún muy lejos de
alcanzar. Bajo esta ideología es imposible garantizar plenamente los derechos humanos a todas
los migrantes, a pesar de que algunos países han hecho grandes avances en esta obligación,
aún no se consolida. Una de esas ideas es que el tesoro público, por ser de todo el pueblo, al
mismo tiempo no le pertenece a nadie y son los habilidosos e ingeniosos más no los bobos que
creen en esos cuentos moralistas y la ética, quienes tienen derecho a él.

Además, mientras la desigualdad social crezca cada día más, en vez de disminuir la
migración, con los derechos humanos sucederá lo mismo: menos individuos podrán tener acceso
al él.

La migración “¿un viaje de placer?” y derechos humanos “¿un lujo?”

Las leyes internacionales se han enfocado de manera tradicional en los estados como
sus sujetos primordiales, sin embargo, desde que se establecen las Naciones Unidas y la
adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ha nacido un significativo
conjunto de leyes internacionales que han dedicado su atención a los derechos de los seres
humanos como individuos. Estos instrumentos al estado a proteger un conjunto de derechos
humanos básicos para “todos los individuos dentro de su territorio y sujetos a su
jurisdicción”. El problema no previsto consiste en que la mayoría de ellos no reconoce
explícitamente su aplicabilidad a los migrantes.

Como secuela de ello, no es raro que los migrantes se hallen en una especie de limbo
legal. El pacto internacional de derechos civiles y políticos, garantiza ciertos derechos básicos
concretamente a los no ciudadanos, pero no resguarda los numerosos peligros específicos de
abuso a los derechos humanos a los que los migrantes están expuestos frecuentemente. El
amparo contra la discriminación racial y étnica hacia las minorías es especialmente significativo
para los migrantes que casi siempre son minorías en la sociedad receptora. Pero el amparo que
provee la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
racial a los migrantes, de alguna forma se disuelve al permitir distinciones, exclusiones,
restricciones y preferencias como las que hay entre ciudadanos y migrantes”.

A pesar de que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos además de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como otros instrumentos internacionales
de derechos humanos reconocen el derecho a la libre circulación y residencia como un derecho
humano fundamental. El Comité de Derechos Humanos se ha referido a este derecho como “una
condición indispensable para el libre desarrollo de la persona” 1, sobresale su valor fundamental
para la libertad y autonomía de las personas, y enlaza su ejercicio al gozo de otros derechos
humanos fundamentales como el derecho al trabajo y la unidad familiar. A pesar de su
importancia en el desarrollo de la autonomía personal, el derecho de circulación y residencia
figura como uno de los derechos humanos que pueden ser restringidos en función de la
nacionalidad de los migrantes. Del mismo modo ocurre con el ejercicio de los denominados
derechos políticos, ciertos mecanismos del derecho de circulación pueden ser limitados en
función de donde provenga la persona a la comunidad política a la cual pretende ejercer su
derecho al voto. Se evidencia claramente lo que sostiene Uprimy, “frente a uno de esos derechos
humanos cuya universalidad se encuentra parcialmente limitada por razones de soberanía
nacional” 2.

La ambigüedad en lo referente al acceso de los migrantes a los derechos fundamentales


no es el único problema. El hecho de que la legislación internacional sobre derechos humanos
es de relevancia especial, aunado a ello son fragmentarias y ampliamente dispersas (y no
necesariamente armoniosas) hace que sea más difícil para los migrantes el aprovecharlos
plenamente y para los activistas de los derechos humanos se les dificulta aún más la lucha por
estos derechos en su nombre. En una reunión del grupo de trabajo del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en el año 1999, sobre los derechos humanos
de los migrantes, 3.

Por consiguiente, el reconocimiento del derecho de toda persona a salir de cualquier país,
incluso del suyo propio, no lleva sobreentendido un reconocimiento internacional del derecho a
viajar a cualquier país y establecerse en él. El componente del derecho de circulación y residencia
referente al derecho a ingresar a un país y permanecer en él es precisamente uno de los contenidos
del derecho que habilita la obligación de las restricciones en función de la nacionalidad de los
individuos o de su situación migratoria regular en el país de destino. La regulación que las normas
internacionales de derechos humanos hacen de este contenido del derecho de circulación y
residencia reafirma la soberanía del Estado para determinar su política migratoria. Según el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como a la Convención Americana de Derechos
Humanos, solo los ciudadanos de un país en específico tienen derecho a entrar a su respectivo país.
Bajo ciertos escenarios, el derecho a ingresar y residir en un determinado país también se extiende
a algunos migrantes que han obtenido en ese país una situación legal, pero excluye a cualquier otro
extranjero. El derecho de circulación y residencia no reconoce a los migrantes en general el
derecho a entrar en el territorio de un Estado distinto del propio ni de residir en él 4.
La poca claridad aunada a las deficiencias en los instrumentos internacionales que
existen, se compone de numerosos vacíos añadidos en el amparo referente a determinados y
específicos grupos de migrantes o de situaciones migratorias. Se han identificado a varios de
esos grupos en situaciones que son particularmente susceptibles de injusticias en el renglón de
derechos humanos y frecuentemente sufren de graves vacíos de protección. Estos son: los
migrantes en situación irregular y los migrantes temporales quienes se encuentran en
circunstancias similares a las del refugio; solicitantes de asilo rechazados y quienes están sujetos
a retorno obligado; migrantes durante conflictos armados; personas sin estado debido a cambios
territoriales y personas desplazadas internamente por enfrentamiento bélico u otras
circunstancias internas del país de origen. Al menos algunas de estas necesidades de protección
no cubiertas obtuvieron visibilidad y urgencia apenas en años recientes y sus situaciones pueden
no haber sido previstas en el momento en que se formularon y no se adoptaron los instrumentos
necesarios para poder responder a dichas necesidades.
La convención de 1951 referente a los refugiados, desarrollada a finales de la Segunda
Guerra Mundial para responder a las necesidades de protección de refugiados que escaparon de
regímenes comunistas no cubre a otros individuos, aunque se encuentren en situación de refugio y
requieran protección justificada. Estos incluyen: las víctimas de la migración forzada como
consecuencias de luchas internas, conflictos armados y violencia generalizada; violación masiva
de los derechos humanos y desastres naturales o causados por el hombre.
En consecuencia, otra consideración significativa para algunos gobiernos se reseña a la
tensión que la convención pondría en sus recursos financieros e institucionales si la ratificaran.
Los países que sufren de desempleo y de limitaciones fiscales se ven desanimados a otorgar
derechos a los trabajadores extranjeros, a los beneficios económicos, sociales y educativos; desean
reservarse el derecho a otorgar la preferencia a los trabajadores nacionales sobre los trabajadores
migrantes. De ahí que, los gobiernos o estados corruptos a través de sus representantes captan o
perciben a aquellos ciudadanos que están en la capacidad de costear por el gozo de dichos
beneficios.

Conclusión

El objetivo de este ensayo es exponer los lazos que vinculan a la migración con los
derechos humanos. A través de este, se busca señalar algunos de los principales desafíos que
plantea la protección de los derechos humanos de los migrantes frente a una proclama de control
y seguridad que se impone en el diseño y aplicación de la política migratoria, y que conduce a la
legitimación de un discurso criminalizador de la migración irregular.

Por consiguiente, el cumplimiento de los modelos internacionales de derechos humanos


no se debe limitar solo al monitoreo de las medidas estrictamente migratorias, sino que ha de
extenderse a todo el conjunto de medidas encaminadas a la gestión migratoria, incluyendo la
medida del acceso de los migrantes irregulares a derechos fundamentales como la salud y la
educación.

Por último y muy importante, se debe recalcar una relación de retroalimentación donde
se realice un planteamiento entre las políticas migratorias y la de protección de los derechos
humanos. Por un lado, el cumplimiento de las normas de los derechos humanos que sirva de
meta al diseño y ejecución de las medidas de control migratorio. Simultáneamente, se debe
examinar el control migratorio como una herramienta en la protección de los derechos humanos.
Esta orientación de la gestión migratoria despedaza con el prototipo tradicional de control y
seguridad asignado a la vigilancia de las fronteras para convertirlo en un instrumento puesto en
favor de la protección de los derechos humanos.

Migración y Derechos Humanos ¿Conflicto o un negocio de Naciones?


Lista de referencias

1
COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS. Observación
General 27: Artículo 12 - La libertad de circulación. U.N. Doc. HRI/GEN/1/Rev.7 at 202, 1999,
pár. 1.
2
UPRIMY, Rodrigo. “Prólogo”. En Estándares. Circulación y residencia. Disponible en:
http://www.adcsidh.org/la-corte-lista.php?idsec=1&idsub0=12&idsub1=145&idsub2=146.
3
Grupo de trabajo de expertos intergubernamentales sobre derechos humanos de los
migrantes, 1998-1999.
4
COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS. Observación
General 15. La situación de los extranjeros con arreglo al Pacto. 27º período de sesiones, 1986,
pár. 5.

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