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Elementales y Duendes.

Hadas, Elfos, Gnomos, seres


de la noche
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El hombre sólo cree lo que ve en una actitud netamente mental, por eso siempre ha negado
la posibilidad de otro tipo de vida. Lo cierto es que el ser no podría sobrevivir si esto fuese
así. Existen otras corrientes de vida paralelas al humano aunque no se vean.

Teofrastus Bombastus Von Hohenheim llamado Paracelso, fue uno de los médicos más
famosos en Europa en el siglo XVI; escribió; una obra inmensa que abarca tratados
médicos, alquímicos, filosóficos y teológicos incluyendo “El libro de las Ninfas, los Silfos,
los Pigmeos, las Salamandras y demás espíritus” publicado en 1591.

En este último libro se inspiraron Goethe, los hermanos Grimm y Heine para realizar sus
obras. Hoy, a cuatro siglos de esto, todavía el hombre desconoce muchas cosas de esta
corriente de vida.
Trataré de dar en esta nota la escala evolutiva de estos seres a los que llamamos
elementales.

Rudimes:

Son los seres con menos evolución de toda la escala. Corresponden al plano Astral. Miden
2,5 cm. de altura. Carecen de inteligencia y conciencia. Trabajan en grupos de a miles, se
mueven constantemente, logrando con su movimiento aumentar la frecuencia vibratoria de
los vegetales. Sienten amor grupal y hacia la vida vegetal. Se alimentan de la frecuencia
poder. Están en plano físico alrededor de un mes para luego ir al plano astral por diez años.
Unites:

Miden alrededor de 5 cm. Permanecen l ano en plano físico y 100 anos en plano astral.
Trabajan en grupos y forman dentro de éstos, sub-grupos. Tienen ya un poco de conciencia
y forman parejas. En las parejas de los elementales se intercambian poder.

Minutes:

Miden entre 1 y 2 pulgada, viven 5 años en plano físico y luego se trasladan al plano astral
por 500 años. Trabajan distintos elementos comandados por las hadas.

Nomenes o Gnomos:

Viven 25 años en el plano físico y luego van al plano astral alrededor de 1000 años.
Trabajan el suelo y las raíces de los árboles dándoles poder. Hacen sus casas en los
troncos de los árboles.
Poseen mediana inteligencia, tienen apariencia de viejitos y son muy graciosos. Los
primeros tiempos que pasan en este plano lo hacen alejados del hombre ya que no les
resulta fácil adaptarse a la frecuencia que nosotros manejamos, mucho menos soportan
los ruidos de las ciudades. Son muy similares en conductas a los niños ya que suelen ser
muy traviesos.

Elfos y duendes:

Trabajan alejados del hombre, generalmente en los claros de los bosques o montanas.
Guían en sus tareas a los Minutes y Unites; generan círculos de poder dentro de los cuales
se trabaja. Modelan sus propios cuerpos de acuerdo al poder adquirido, y es un orgullo para
ellos los grados de hermosura que van logrando, ya que esto es producto de su trabajo.
Están alrededor de 500 años en plano físico; deciden cuándo volver, pero rara vez lo hacen
antes de los 5000 años.
En el tiempo que transcurren en el plano astral se transforman en fares o hadas, que ya
pertenecen al plano mental, y que veremos más adelante en detalle. Mucho tenemos que
aprender de estos seres ya que la armonía y el trabajo son su estilo de vida. Gozan cuando
han realizado bien su tarea, respetan los tiempos de recreo y juegan alegremente, para
luego volver al trabajo en el mismo estado.

Duendes:

Existen muchas clases de duendes. Son esos seres diminutos que, según el folklore
popular, viven entre las flores, de los bosques, y no hay que confundirlos con los gnomos,
porque los duendes tienen poderes mágicos como las ninfas o las hadas.

El color de su piel puede variar: los hay azules, verdes y rojos, pero los más frecuentes son
los que se parecen al hombre, aunque muchísimo más pequenos. Sus casas son a menudo
grandes setas , y es muy difícil localizar donde se encuentran sus diminutos poblados.
Diminutos en cuanto al tamaño de sus viviendas, pero no en población, porque a los
duendes les encanta vivir en comunidades grandes.

Si quieres buscarlos no es sencillo, pero tampoco imposible; porque al igual que las hadas
o las ninfas, sienten debilidad por los niños, porque en el fondo ellos son niños, y es fácil
encontrarlos si conservas esa chispa de niñez en tu interior, esa luz de inocencia y fantasía;
entonces puedes llegar a verlos y disfrutar de su compañía y sabiduría. Los duendes son
seres mágicos y les gusta transmitir y enseñar su magia, pero para que ello suceda, debes
ser de corazón puro y noble.

Un escritor británico señaló en uno de sus libros:

“Toda la naturaleza está llena de gente invisible. Algunos de ellos son feos y grotescos,
otros malintencionados o traviesos. Muchos tan hermosos como nadie haya jamás
soñado… y los hermosos no andan lejos de nosotros cuando caminamos por lugares
espléndidos y en calma…”

“Todo está lleno de dioses”, decían a su vez los antiguos griegos, para quienes la
Naturaleza, la Physis, estaba animada en todos sus rincones por espíritus y deidades,
teniendo una comprensión holística (global) del organismo vivo que era la Tierra (Gea, la
Gran Madre), teoría recientemente resucitada por grupos ecologistas como la “hipótesis
Gaia”, en la que el hombre está plenamente integrado con el resto de la vida natural, en
lugar del abierto enfrentamiento que se da actualmente en nuestra cultura, amenazando
con acabar no sólo con la naturaleza sino con el propio hombre. Eso, claro, si la naturaleza
no acaba antes con nosotros…

Pues bien: para los griegos el hombre, parte del mundo natural, tenía un trato familiar con
aquellas fuerzas que animaban y representaban los elementos, la tierra, el agua o las
plantas. Prácticamente existe un mito para cada planta, río, fuente, bosque y rincón de las
tierras helenas. En las idílicas llanuras de la Arcadia los mortales avistaban sin mayor
dificultad a Faunos, Silvanos y Silenos, los espíritus animales guardianes de los bosques
que la tradición ha consagrado con cuernos y cuartos traseros de cabra. Es su patrón Pan,
a quien sin duda todos hemos visto representado tocando su flauta, la siringa, música
ensonadora que Debussy tan bien reprodujo en su “Preludio a la siesta de un Fauno”…
Desde los inicios de la historia conocida, los seres diminutos o gnomos han ocupado una
posición importante en las culturas populares del mundo. En otro tiempo, cuando todo
árbol tenía un nombre, cuando cada siervo era reconocido individualmente, los gnomos
progresaron y se multiplicaron en el campo y en las aldeas. Se les conocía y nombraba por
su nombre propio y eran numerosos y muy poderosos, jugaban un papel muy importante en
la vida cotidiana. En aquellos tiempos, los hombres no se consideraban los dueños
absolutos de nuestro planeta. El mundo estaba poblado no sólo por los humanos sino
también por los gigantes, dioses, monstruos, fantasmas , espíritus y elfos, mucho de ellos
tan listos, poderosos y fuertes como el mismo hombre.

Con la difusión del Cristianismo, la creencia en los espíritus y en los “falsos” dioses fue
desapareciendo, pero a pesar de todo ellos siguieron teniendo contactos con los humanos.
Los elfos son espíritus tristes, vengativos, pesados, bromistas o llenos de odio,
dependiendo de las circunstancias, polifacéticos como la propia naturaleza. Se les
considera una ‘fauna psíquica’ que toma multitud de formas, apareciendo como bellezas
iridiscentes, o como ancianos jorobados, como cabras, langostas, gatos, piedras, plantas,
incluso como ráfagas de viento. Alcanzan medidas que van desde la talla de un hombre
hasta la pequeñez de algunos que pueden esconderse tras una brizna de hierba.
Generalmente no están sujetos a las leyes materiales de nuestra existencia y a veces
poseen la virtud de viajar instantáneamente a través de las dimensiones y desaparecen de
repente. Debido a estas propiedades y características ha sido siempre difícil para los
hombres poder ver a los elfos. Los niños poetas, los videntes, los curanderos, los magos,
los alquimistas, o los que están dotados con el llamado ‘Tercer Ojo’ y están en paz con su
entorno natural, han sido quienes históricamente han tenido más oportunidades de entrar
en contacto con los gnomos y demás elfos. Los relatos de estos encuentros fueron al
principio transmitidos por la tradición oral. Las drogas alucinógenas o venenosas, junto con
complicados rituales de iniciación y experimentación, llevan mucho tiempo siendo usadas
para facilitar la comunicación con los elfos y otros seres fantásticos; pero todas las
descripciones coinciden en que el principal requisito previo para poder verlos es poseer una
cierta afinidad emocional, algo así como un parentesco de sangre con ellos. Sin embargo,
las relaciones sexuales o de otra clase con los elfos se han descrito como muy difíciles de
mantener, debido a la existencia de numerosos tabúes.
Sólo a partir del siglo XIX se empezaron a transcribir narraciones de las historias orales
más antiguas y a dejarse constancia de ellas mediante la escritura, y así se han
conservado. Ahora que los gnomos se han retirado y retraído ante el hombre, a causa de
sus ciudades ruidosas y contaminadas y de todo el daño que los humanos causan a la
Naturaleza, aún es más difícil establecer contacto con ellos. Muchos relatos de encuentros
recientes son tan fragmentarios que fácilmente se olvidan y quienes se encuentran
realmente con un elfo, se inclinan a creer que su experiencia fue tan sólo una quimera o que
la imaginación les jugó una mala pasada.

Es algo difícil tratar de explicar, o hablar sobre seres que no son espíritus, ni ángeles, ni
humanos, pero, que, sin embargo, tienen algo de todos ellos y mas. Podemos darle el
nombre genérico de elementales, espíritus de la naturaleza. Todo ellos habitan el mágico
mundo de las hadas.

A pesar de que, el hombre ha causado estragos en la naturaleza, obligándolos a ocultarse


en la selva o bosques, muchos de ellos conviven y sirven con agrado a los humanos. Para
comunicarnos con ellos, debemos amar todo lo que nos rodea. Según la ocasión y las
circunstancias pueden aparecerse y no darnos cuenta, ya que tiene la virtud, de escoger la
forma en la que se mostraran, que puede ser semejante a la propia naturaleza, ya sea, en
forma de una piedra, un árbol, un animal, una planta y también con apariencia humana.
Estos seres, hablan, se ríen, son prudentes, pobres, ricos, sabios y locos, al igual que
nosotros. Son la imagen grosera del hombre, virtuosos y viciosos, puros e impuros, mejores
y peores.

Duendes domésticos:

Viven en el interior o en los alrededores de las casas. Eran hace siglos habitantes de zonas
agrestes, boscosas y montañosas, viviendo en interior de cuevas y grutas, hasta que alguno
de ellos, se acercaron a hogares humanos, primero por curiosidad y luego con el único
objetivo de divertirse. Se manifiestan preferentemente de noche. Tiene aproximadamente
50 cm de alto y son de aspecto humano. Salen de noche y les encanta divertirse a costa de
los durmientes, molestándolos y asustándolos, aunque a algunos, les encanta colaborar
con los hombres en las tareas domésticas. Su nombre según algunos estudiosos del tema
proviene del árabe duar, que se traduciría como: el que habita o habitante.

Diablillos familiares:

Son unos pequeños duendecillos, con aspecto de diablo, que no están ligados a una casa,
sino a una persona, a la que ayudan, convirtiéndola en su dueño. Se encuentran vinculados
a la brujería.

Duendes de los dormitorios:

Pertenecen a una extraña familia de duendes, agresivos e individualistas, provocan


pesadillas y eligen como sus víctimas, a mujeres y niños.

Los duendes son seres sobrenaturales, sin alma y de estatura menuda variable entre los 30
cm y el metro de altura. Tienen una actitud generalmente benévola con los seres humanos,
para los que realizan trabajos domésticos o en los campos a cambio de un poco de
comida. La mayoría de los duendes habitan en el bosque, teniendo como vivienda el interior
de algún árbol o, incluso, en el subsuelo de la tierra, dentro de algún habitáculo o cavidad.

Sus costumbres son nocturnas y poseen un carácter extremadamente susceptible que les
conduce a adoptar actitudes despectivas u hostiles contra los hombres que les ofenden

Tienen habilidades tales como mimetizarse, hacerse invisibles, pasar por el ojo de la
cerradura, imitar los sonidos de los animales y hacerse sentir, tocando a un ser humano con
sus manos, produciéndole un escalofrío.

La naturaleza de los duendes se reparte entre la del hombre y la del ángel, en partes
iguales, por ello pueden moldear sus cuerpos a su antojo. Están bien provistos de poderes y
talismanes para poder hacer toda clase de conjuros.

En la mitología de cada región se les ha dado nombres muy distintos según el idioma, la
religión o el folklore, pero generalmente se les conoce por formar parte de los seres
elementales. Algunos pueden llegar a vivir hasta 500 años.

Los duendes suelen ser traviesos, bromistas y descarados; casi siempre están de buen
humor, aunque existen duendes de naturaleza malvada capaces de torturar
incansablemente a un hombre

Existen varias clases de duendes, entre ellos podemos encontrar a los gnomos, que actúan
como guardianes de la naturaleza a la que protegen poniendo a los seres humanos
obstáculos aparentemente naturales.

Son traviesos pero no hacen daño y quienes conviven con ellos aseguran que los ven, los
escuchan y hasta les sacan fotos con cámaras especiales. Los investigadores de duendes
están seguros de su existencia, pero no pretenden convencer a nadie. Invitan a pensar que
existe un mundo que está mas allá de lo que de ve o de puede explicar.
Inexplicable: objetos que cambian de lugar, desaparecen y vuelven a ser encontrados;
ruiditos de inhallable origen; mascotas absortas, tirando mordiscos al aire. Aquellas
personas que estén rodeadas de tales síntomas pueden pedir ayuda a psiquiatras
detectives y enviados papales. 0, tal vez, simplemente, deben aceptar, con resignación y
alegría, que conviven con duendes.
Porque estos pequeños seres existen y no sólo adentro de los cuentos, aseguran Liliana
Chelli y Nayra Lee, con chapa de investigadoras del mundo feérico formado por gnomos
duendes y hadas, y a quienes no les da nada de vergüenza confesarlo.

“De chiquita empecé a verlos, conversaba y jugaba con ellos. Mi mamá pensaba que era un
amiguito invisible y me mandó al psicólogo. Pero yo los veía, no era una invención”, cuenta
Liliana detrás de su escritorio repleto de fotografías e imágenes de duendes.
La oficina parece un pequeño bosque, con estantes cubiertos por plantas y más hombres
pequeñitos. Algunos, los visibles, son de barro o arcilla, con barbita y sombreros de colores.
Otros, los invisibles, andan dando vueltas por ahí: “?Escuchas? Están jugando con las
semillas del palo de lluvia”, dice. Para Nayra, en cambio, las apariciones no son tan nítidas.
“Percibo ráfagas que cruzan de un lado al otro, como luces, además de otros indicios como
la desaparición de objetos, aparatos que se prenden y apagan, cosas que se caen”, afirma a
mientras acaricia sus muñequitos- duendes que modela en barro.

Las dos se conocieron en la búsqueda de explicaciones que no encontraron ni en la


parapsicología, ni en las ciencias ocultas, ni en la angelología ni en esoterismos varios.
Hasta que Liliana supo de las cámaras kirlian las que pueden retratar en colores el aura de
las personas y la energía invisible a los ojos. Con esto y otros aparatos como proyectores
de luces infrarrojas para ver de noche, Liliana y Nayra se pusieron a investigar. Pura energía
“No queremos convencer a nadie. Es imposible. El aire tampoco se ve, y sin embargo,
respiramos”, argumenta Liliana, quien con enorme sonrisa y mucha calma se decide a
responder la ansiosa pregunta ?pero qué son?. Según explica, se trata de espíritus de la
naturaleza, seres de pura energía que a veces se corporizan y adoptan una imagen para que
podamos verlos. Viven en árboles, flores, bajo tierra, en los desvanes de la casa o entre las
plantas del jardín y como son ecologistas, lo único que piden es que cuidemos el hábitat y a
cambio, protegen a la familia con la que eligen vivir.

La clasificación que cita Liliana Chelli los divide en:

Gnomos: los más viejos y sabios.


Duendes: que conviven con los humanos y hacen travesuras.
Hadas: unas mujercitas que habitan en las flores. Son amigas de los duendes y siempre van
juntos.
Elfos: los masculinos de las hadas, una especie de hombrecitos con alitas.

Liliana y Nayra están lejos de ser las únicas visionarias de gente pequeña. La astrólogo Ley
Süllós es otra ferviente defensora de su existencia y a las pruebas se remite: “Justo en este
momento estoy con un disgusto… Me falta un reloj que quiero mucho y no me lo robaron
porque carece de valor material. Siempre me desaparecen cosas que ellos me esconden y
al tiempo las encuentro”. A veces, les juegan bromas a sus gatos siameses, pero también
se acercan a consolarla. Cuando estuve enferma vi a unas hadas muy hermosas que
bailaban frente a mí vestidas en colores lila recuerda la astróloga. Sin embargo, Lily dice
que su misión no es conceder deseos: “Nunca les pido nada porque no se sabe cómo
pueden reaccionar”.

El arquitecto y empresario Jorge Caputo también se rindió a las evidencias. Dueño del cerro
San Martín, en Bariloche, les encargó a Liliana y Nayra que investigaran si allí había
duendes. Confirmada su presencia (“en las fotos que tomamos se ven claramente”,
aseguran las especialistas), Caputo proyecta inaugurar a fin de año un parque temático: la
Aldea de los gnomos. Convencidas “El aire tampoco se ve, y sin embargo, respíramos”, les
dicen Nayra Lee y Liliana Chelli a los incrédulos. Ellas fotografían duendes con cámaras
especiales.

“No me como cualquier sapo”, alerta desde el principio. Roberto Rosaspini Reynolds es
recopilador de cuentos sobre seres mágicos de la mitología celta, los mismos que le
contaba su abuela irlandesa cuando era chico. “Nunca vi un duende por ahí caminado, con
esos sombreritos colorados que les adjudican”.

Sin embargo, este ex fotógrafo y camarógrafo de fauna que en los 60 trabajó en el equipo
documental de la BBC de Londres, es un agnóstico que duda y respeta al mismo tiempo
porque le tocó vivir algunas anécdotas que lo dejaron perplejo: “En el Bolsón fui a visitar a
una familia que decía convivir con un duende. Todo lo que guardaban en un armario al otro
día aparecía afuera. Me quedé toda la noche sentado vigilando, sin ver nada, hasta que me
quedé dormido. Por la mañana, mi portafolio -que había guardado en ese placard- estaba al
lado de mi silla”, narra.

Reynols acepta con humildad que existen manifestaciones que van más allá de lo
comprensible y que se presentan en todas las culturas con distintas formas. La lección la
recibió en diciembre, en un encuentro sobre esta temática, cuando se acercó a un dirigente
toba para hablarle acerca de sus estudios de leyendas. Al mencionar esta palabra, el
aborigen lo miró serio: “Leyendas, no. Para nosotros, son historias”.
Las investigadoras liliana Chelhy Nayra Lee confesaron algunos secretos para que, de la
mano de los duendes, la abundancia no falte en ningún hogar:

-Enterrar tres monedas doradas, en el jardín o en una maceta.

-Colocar en la ventana una copita de miel que sólo sea para ellos.

-Atraerlos con helechos y palmeras, sus plantas preferidas.

-Llamarlos con amor, con oraciones específicas o de cualquier otra forma amable y bien
intencionada.

Quien no se anime a tanto, puede tenerlos como amuletos o figuras en tierra y piedra.
Como hay muchos y cada uno posee poderes específicos, lo mejor es invocarlos por su
nombre. Entre otros, se encuentran Stágoros (cuida las plantas), Abaturc (protege los
trabajos), Priscob (concede todos los deseos), Truppty (acude en problemas
sentimentales), Sumizíuss (protector del dinero), Jurry (cuida a los niños), Igor (duende de
la abundancia).

Provienen de la naturaleza con toda su energía. Les gusta jugar y comer, pero también
están dispuestos a ayudar a las personas de buen corazón. Estos seres mágicos han sido
rescatados de la mitología por los investigadores de fenómenos llamados feéricosy
aportan su cuota de esperanza al siglo XXI, incluso quienes necesitan probar todo y quieren
“ver para ser” ya no pueden negar la verdad probada por filósofos y científicos de que
existen energías invisibles como los aníes, las plantas, el planeta. Los objetos están
animados por una energía, un espíritu o un soplo divino de vida, según la creencia. Estas
energías no sólo habitan los cuerpos visibles, sino que tienen identidad propia. Una de
estas formas de energía intangible son los duendes.

Gnomo significa hombre de la tierra o espíritu de la naturaleza. Estos seres están presentes
en muchas culturas con distintos nombres.
Por ejemplo, los aborígenes sudamericanos convocaban al espíritu de la Pachamama
(Madre Tierra), el Sol, el agua y cada especie. En otros países se les definió como duendes,
gevas o genios.
Antes de talar un árbol que necesitan, los aborígenes le piden permiso a su espíritu.
Asimismo, antes de cazar un animal solicitan autorización a la Naturaleza.

En cambio, los habitantes de las ciudades no prestamos atención a este tipo de cosas y
arrasamos con los “recursos naturales” sin tomar en cuenta las verdaderas consecuencias
de esta acción.
Por eso, los gnomos se mezclan entre las personas y buscan la forma de que tomemos
conciencia de que la naturaleza está viva y necesita respeto y protección.
Estas criaturitas, que no siempre son verdes, suelen acercarse más que nada a los chicos
en sus juegos, mientras los adultos tratan de desmentirlo.
Sin embargo, cuando perciben buenas intenciones, y con un poco de entrenamiento,
también los pueden ver los adultos.

Hay quienes los describen claramente como pequeños hombrecitos de 15 a 120


centímetros de altura de acuerdo a cómo se condense la energía y cómo se quieran hacer
visibles.
Otros, sólo observaron ráfagas de luz, ruidos y cosas que cambian de lugar. A pesar de que
provienen de la naturaleza, ellos se acercan a las ciudades porque quieren acompanar a las
personas.
Los duendes viven hasta 350 años y es más probable que los vean las personas puras de
corazón.
Los gnomos son los integrantes más viejos de la tribu. A ellos recurren los más jóvenes e
inexpertos, que son los duendes.

Como les gusta acompañar y ayudar a las personas, los duendes víven en las ciudades. Son
los más chistosos, hacen travesuras, esconden las cosas, prenden y apagan el televisor y
hacen ruidos durante la noche.
Antes de la guerra, los gnomos también convivían con la gente, pero cuando empezamos a
dañar la naturaleza con los avances tecnológicos y el desarrollo, se alejaron.
Desde las cuevas de la región celta la historia cuenta que antiguamente, antes de Cristo, la
tribu Tuatha de Danann habitaba la región celta -península ibérica, sur de Alemania, países
de! Rin, islas de Gran Bretana y Este y Centro de Franciay adoraba a Anu, la diosa de la
fertilidad, que es como la Madre Tierra. Una vez, los Tuatha de Danann llegaron por mar
hasta Irlanda y al desembarcar quemaron sus barcos para no dejar señales y quedarse allí.
Por ese gesto, fueron llamados los dioses del fuego.

Esa tribu era descendiente de los druidas, los sacerdotes celtas. Ellos tenían dotes y
poderes mágicos de la buena magia que les había entregado Anu, como la cura con las
plantas y el poder de la naturaleza.
En esa época estaban enfrentados por el territorio con los guerreros españoles
comandados por el rey Mil!. Los milesianos también eran conocidos como celtas, y los
Tuatha de Danann, como druidas.
Luego de la pelea, al ver tanta muerte, ambos bandos sellaron la paz.
Entonces acordaron que los Tuatha de Danann vivirían en cuevas subterráneas y los
milesianos se quedarían en la superficie.

Los Tuatha de Danann eran especialistas en túneles y también conocían el secreto de las
piedras, por lo que vivieron por muchos años allí.
Con la llegada de Cristo, San Patricio fue consagrado a propagar la fe cristiana.
El santo conocía toda esta historia de los Tuatha de Danann y los convocó por sus poderes
mágicos para que lo ayuden a propagar esta fe. San Patricio también tenía algunos poderes
y, junto con su ejército de duendes, empezó a enseñar el misterio de la Santísima Trinidad
usando el trébol de tres hojas como ejemplo.
Por eso, todos los 17 de marzo se celebra el día de San Patricio y la gente se disfraza de
verde y con canastas de tréboles para repartir.

Junto con la inmigración, muchos gnomos y duendes europeos vinieron a América. En


Francia, España y en todos los países escandinavos hablar de ellos es algo muy común.
Incluso, por medio de mediciones científicas, con aparatología específica, los geólogos y
otros especialistas han comprobado que la Tierra posee energía. Una de las formas de
detectar su energía en forma gráfica es por medio de la cámara Kirlian El colorido naranja y
amarillo señala la energía paranormal de los lugares. Otro método es el aurímetro, que es
un sencillo artefacto similar al péndulo que se mueve al “recibir” energía paranorrnal del
medio. En nuestro país, Bariloche es uno de los lugares donde más se percibe este tipo de
presencias, aunque pueden estar en cualquier lugar, sobre todo si la naturaleza está
presente. Cada árbol y planta tiene su propia energía. Por eso no hay que hacerles daño.
En cuanto a las investigaciones, aquí están empezando.

Existen muchos nombres y descripciones, pero todas las versiones coinciden en que
provienen interior de la tierra, las rocas y los árboles. Atraviesan estos materiales como si
fueran aire, aunque para ello abandonan la apariencia humana y se transforman en tierra,
agua, fuego o aire.
Cuando se “humanizan”, suelen tener piernas cortas, torso fornido, panza grande, brazos
fuertes y cabeza grande. Su cara suele ser arrugada como la de un anciano y adornada con
una larga barba blanca o gris.
Sus rostros son toscos y hasta podría decirse que algo grandes, con mandíbulas
prominentes, nariz ancha y achatada, ojos pequenos y hundidos y frente amplia y abultada.
También son fáciles de reconocer por su vestimenta, que generalmente consiste en calzas
ajustadas, chaquetas amplias con cinturón ancho, calzados blandos con las puntas
respingadas y una especie de gorro frigio cuyo extremo cae al costado de la cabeza.
Cuando están en la naturaleza, puede resultar difícil observarlos porque se mimetizan con
los colores y las formas de su entorno. En cuanto a las gnómidas, se dice que son bellas,
amables y serenas. Se comportan con gran capacidad de servicio y trabajo. Suelen ser muy
alegres y su risa resuena en su hogar. La ropa es similar a la de sus hombres, pero
decoradas con piedras preciosas. Sólo pueden dar a luz una vez en la vida, pero pueden
tener más de un hijo por vez.

Dice la leyenda que por cada muñeco de duende que tenga en su casa se corporizaran siete
reales. Como no representan ningún peligro, usted puede tener cuantos muñecos quiera. A
lo sumo, tendrá que lidiar con sus travesuras, pero si les exige que se porten bien
respetuosamente, lo logrará.

Además, para mantenerlos entretenidos, puede poner una copa de cristal llena de monedas
antiguas, pero no vaya a sacarles una moneda, porque ahora serán de ellos. En represalia,
empezarán a esconder sus cosas. Es probable que ellos las retiren y dejen en su lugar un
montoncito de piedras. Les gusta mucho todo lo que hace música o brilla, como las geodas
(piedras huecas), las campanitas o los palos de lluvia.
Si quiere pedirles un favor, como que cuiden su casa o lugar de trabajo, ofrézcales
moneditas. Dicen que éllos son nuestros amigos y a los duendes les encanta la miel, el pan
con miel o azúcar, la leche y el vino tinto. Si les deja estos manjares junto a una plantita es
muy probable que contemos con ellos. Si alguien se enoja con usted, por ejemplo en la
oficina, es probable que los duendes se diviertan escondiendo lo que esa persona necesita
para que usted se ría. Aunque sean sólo espíritu, pueden mover objetos con su energía,
pero no acostumbran hacerlo delante de las personas.

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