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The White Swan

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Víctor

—¡ Víctor!

Víctor se encogió ante el sonido de la voz de su


madre llamándolo. Una mano dura se posó en su
hombro y se volvió para ver a su amigo, Benno von
Rothbart, que le sonreía.

—Parece que estás en problemas otra vez, Siegfried.

—Si lo estoy, estoy seguro que tiene algo que ver contigo —dijo Víctor.
Benno se limitó a reír a medida que los pasos de la madre de Víctor se
acercaban.

—¡Ahí estás! —exclamó, abriéndose paso entre los árboles—. ¿Qué estás
haciendo?

Víctor y Benno levantaron los arcos en el aire, como si debiera ser obvio.

—Oh. Bueno. —La mamá de Víctor nunca había sido una fanática de la
caza, y prefería ignorar el pasatiempo favorito de su hijo en vez de
reconocer que era desagradable para ella, aunque si se le presionaba
ella admitiría que la hacía feliz que utilizaran arcos en lugar de armas.
Habían aprendido a usar arcos siendo chicos gracias al abuelo de
Víctor, y ambos todavía los preferían—. Escucha, estoy planeando tu
fiesta de bienvenida a casa, y necesito tu aporte para la lista de
invitados.

Benno, quien se había colocado detrás de la mamá de Víctor, movió las


cejas. Víctor se vio en apuros para no poner los ojos en blanco.

—Mamá, los dos sabemos que no importa a quién te diga que invites, o
no importa cuántas veces te pida que lo mantengas en privado, vas a
invitar a todos en el pueblo, y va a ser el acontecimiento social de la
temporada. —Su madre se pavoneó bajo sus palabras, y Víctor tuvo de
nuevo que abstenerse de poner los ojos en blanco. Tanto como su
madre despreciaba su caza, él despreciaba sus fiestas—. Haz lo que
quieras hacer, y dime cuándo presentarme.
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—Bien. Pero no te quejes si invito a todos ya que te niegas a participar
en la planificación, Víctor. —Ella se alejó pisoteando como si estuviera
enojada, aunque Víctor la conocía lo suficiente como para saber que
estaba en su absoluto elemento, y cualquier aporte de su parte sería
nada más que para interferir.

—Sabes que ella está buscando para encontrarte una esposa —dijo
Benno.

—Ella puede intentar todo lo que guste —dijo Víctor—. No tengo ningún
deseo de establecerme por el momento. ¡Acabo de llegar a casa, por
amor de Dios! Solo tengo veinte años, difícilmente un “solterón”, o cual
sea que sea la palabra para los hombres viejos y solteros. ¿Por qué no
puede dejarme disfrutar de la vida por un rato?

Benno le dio una palmada en el hombro de nuevo.

—La universidad durante los últimos dos años y medio desde que te
graduaste de la escuela no es exactamente des-agradable.

—Estaba yendo a la escuela, Rothbart, no solo acostándome por ahí.

Benno levantó las manos inocentemente.

—Yo no afirmé que estabas haciendo eso —dijo riendo.

Víctor le dio un puñetazo en el hombro.

—No has cambiado nada, ¿verdad, Rothbart?

Una mirada divertida cruzó el rostro de Benno, pero él se limitó a sonreír.

—No lo preferirías de ninguna otra manera, Siegfried, y lo sabes. Ahora,


¿qué vamos a cazar hoy?
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Benno

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enno sacó una flecha de su carcaj y la fijó en el punto de apoyo.
Al tirar para tensar la cuerda, apuntó el mismísimo centro de la
espalda de Víctor. Como si lo sintiera, Víctor se congeló de
repente en su lugar, sus hombros se tensaron. Poco a poco,
gradualmente, se giró hacia Benno. Justo antes de llegar al punto en el
que podría ver, Benno rápidamente levantó la flecha hacia arriba y la
soltó, golpeando a un pájaro justo en el centro. Víctor se dio la vuelta
de nuevo a tiempo para ver al ave caer.

Volvió a mirar a Benno, con una mirada inquisitiva en su cara. Él lo


estudió durante largos segundos antes de decir:

—¿Un pájaro, Rothbart? Un poco pequeño para dispararle, ¿no es así?

Benno rió.

—Cierto. Pero el punto es que puedo dispararle a algo tan pequeño.


Tienes razón, vamos a buscar a alguna presa más grande.

Él siguió sonriéndole a Víctor hasta que finalmente le devolvió la sonrisa y


se giró para liderar el camino. La sonrisa de Benno cayó.

Tonto.

***

El sol casi había caído por debajo del horizonte. Benno estaba
agachado entre los arbustos, mirando el estanque. La luz del sol brillaba
extrañamente reflejada de la superficie, disparando chispas de color
azul, verde y púrpura en el aire. El cisne nadó a la vista, acercándose a
la orilla. Benno contuvo el aliento. Esta era su parte favorita.

El cisne, totalmente ébano en color, llegó a la orilla y se contoneó. Se


acercó a la pila de ropa que yacía en el suelo, también negra. Benno lo
encontró apropiado ya que coincidía con el corazón negro del cisne. El
sol finalmente se deslizó por debajo del horizonte, y la luna, ya a medio
camino hacia el cielo, brilló sobre el estanque y el cisne negro.
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Luz destelló del cisne al entrar en contacto, haciendo que el cisne
pareciera brillar. El resplandor creció hasta que incluso Benno tuvo que
apartar la mirada. En ese instante, el cisne se transformó. Benno miró
otra vez a tiempo para ver a la joven mujer recogiendo el montón de
ropa contra sí misma.

—¡Pervertido! —le escupió a Benno.

Él se puso de pie y le sonrió, sin inmutarse.

—Nada que no haya visto antes, Odile.

—No por mi elección —dijo ella, deslizándose en el vestido y fijándolo


rápidamente—. Dijiste que ibas a arreglar esto, Rothbart. ¿Por qué sigo
convirtiéndome en la vil criatura?

—Estoy trabajando en ello —dijo con indiferencia.

—¡Has estado trabajando en ello durante meses! ¿Qué clase de mago


no puede siquiera deshacer su propio hechizo? Te diré qué tipo: el tipo
que realmente no posee mucha magia. ¿Quién hubiera pensado que
tú de toda la gente tendría el don de la magia de todos modos? Qué
desperdicio.

Benno arrojó sus manos furiosamente en dirección a Odile. Ella abrió la


boca, indignada, luego se detuvo, juntando las manos a través de su
garganta cuando no surgió ningún sonido.

—Es mi turno de hablar, tu turno para escuchar —dijo él.

Odile pisoteó con rabia pero, incapaz de hacer un sonido, se vio


obligada a escuchar.

—Muestra un poco de respeto —dijo Benno suavemente—. Y prefiero


“hechicero” en lugar de “mago”. —Él se acercó a Odile, quien lo miró
con furia muda—. Ha habido un pequeño giro en mi plan, aunque esto
podría ser una ventaja. —Él acarició con el pulgar la mejilla de Odile.
Ella se apartó, y él le pellizcó la barbilla entre sus dedos, forzándola a
mirarlo—. El príncipe Víctor Siegfried ha regresado.

Odile detuvo la lucha contra él, su cara drenándose de color. Abrió la


boca y luego señaló a su garganta cuando no surgió ningún sonido.

—¿Estás lista para ser cortes? —preguntó Benno.


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Odile asintió una vez, con fuerza, apretando la mandíbula. Benno
acarició su garganta.

—Gracias —dijo entre dientes, tragando saliva—. ¿Víctor está de vuelta?

—Sí, querida. El hombre por el que has babeado durante años y seguido
como un cachorrito mientras él solo tenía ojos para tu hermana gemela
ha traído su aún-más-guapo-ser a casa.

Odile se estremeció.

—Pensé que tú y Odette estaban, ya sabes…

Benno se encogió de hombros.

—Ella definitivamente me ha dado algunas señales positivas, pero pensé


que tenía uno o dos años más antes que el santo príncipe regresara.

—¿Ella… ella lo ha visto?

—No. Y por mucho que me gustaría poder evitarlo, parece ser


imposible. Una vez que lo haga, podría volver enamorarse de él.
Después de todo, eran bastante unidos antes que él se marchara a la
universidad.

Odile asintió.

—Sí, pero fue lastimada por él. Es posible que ella no… lo… ame más.

—Y es posible que el sol saliente no te transformará de nuevo en un


cisne. —Se apartó de su mirada de odio, paseándose—. No, creo que
esto vaya a requerir alguna interferencia… de ti. —Volvió a detenerse
directamente en frente de ella.

—¿Cómo? —dijo ella fríamente—. Él nunca me dio la hora del día antes.
Hace mucho tiempo que renuncié a él. Además, ¿cómo se supone que
voy a hacer cualquier cosa cuando soy un cisne?

Benno chasqueó la lengua, sacudiendo la cabeza hacia ella.

—Creo que no te das cuenta del poder que tienes. Siempre te has
parecido mucho a Odette…

—Una pobre réplica de Odette —murmuró—. Cabello negro y ojos


oscuros a su rubia inocencia de ojos azules.

Benno se encogió de hombros otra vez.


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—Quizás. Pero con un poco de magia podrías ser Odette. Todo lo que
necesitas es cabello rubio y ojos azules.

—¿Por qué querría ser…? —Se fue disipando mientras sus palabras
penetraban. De repente, lo miró y sonrió—. Entonces, ella podría verlo a
veces durante el día…

—Pero por la noche, esta nueva, atractiva y elegante Odette se


convertirá en su obsesión.

La sonrisa de Odile cayó.

—¿Qué hay en esto para mí?

—¿Además de ganar al hombre que has anhelado durante toda tu


vida? —Benno se rió entre dientes—. Qué chica golosa que eres. Bien.
Has esto, y acabaré con la maldición.

—Dijiste que no sabías cómo acabar con la maldición —lo acusó.

—Podría tener un par de trucos bajo la manga que no te haya


mostrado aún.

Toda la conducta de Odile cambió ante sus palabras.

—¿Quieres decir…?

—Quiero decir, no solo consigues el deseo de tu corazón, también llegas


a convertirte en humana de nuevo.

Odile sonrió ante eso, la primera sonrisa genuina que Benno había visto
en su rostro desde que la maldijo.

Esto funcionaría. Tenía que.


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Víctor

V
íctor estaba de pie fuera de la casa de Odette, escondido como
el cobarde que era. Odette tenía todas las razones para odiarlo.
No era tanto su partida, la cual ellos habían discutido y
acordado que era lo mejor para ambos. Él quería que ella viniera,
también, pero no era solo que ella no tuviera el dinero, no quería dejar
sola a su madre. Cuando podía, tomaba clases en la universidad
comunal de la localidad. Así que no, no era la partida, sino el hecho de
que después de los primeros seis meses él había dejado de escribirle
diariamente. Había conocido a otra y, sin saber cómo decirle,
simplemente había retrasado sus correos. Los pocos correos que envió
fueron impersonales.

En seis meses ella dejó de escribirle. Incluso ahora él estaba


avergonzado por su alivio al no tener que decirle en el momento.

Le tomó más de un año darse cuenta que la chica que había conocido
nunca podría ser para él lo que era Odette, pero no supo cómo
repararlo para entonces. Él y Odette se habían convertido
prácticamente en desconocidos. Así que se quedó durante las
vacaciones navideñas para evitarla, y durante los semestres de verano
para terminar mucho antes. Aún tenía otro año universitario al que
debía asistir, pero decidió volver a casa de cualquier forma, para verla.
Para ver si tenía una posibilidad de reconquistarla.

—¡Rosie!

Víctor se sobresaltó ante el sonido de su voz. Se asomó alrededor del


árbol en el que estaba detrás y allí estaba ella, de pie en los escalones
de entrada. El sol destellaba reflejado de su cabello casi blanco
mientras apoyaba sus manos en sus caderas, mirando a su alrededor.

—Rosie —llamó ella de nuevo, esta vez insertando dos dedos en su


boca y continuando la llamada con un agudo silbido. Víctor sonrió
abiertamente. Nadie podría silbar tan fuerte como Odette.
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Una nariz mojada acarició la mano de Víctor y bajó la mirada para ver
al errante perro labrador amarillo agitando su cola salvajemente, un
pequeño ladrido escapó de su garganta como si estuviera dividido
entre la emoción de ver a Víctor y el deseo de permanecer oculto de su
dueña.

Víctor se agachó, distinguiendo al viejo perro mientras le rascaba detrás


de sus orejas.

—Parece que no has cambiado ni un poco, Rosie… a excepción de


algunas canas. Veo que aún causas travesuras. —Rosie sonrió
ampliamente como si estuviera de acuerdo y Víctor rió, levantándose—.
Vamos, Rosie. Si puedes afrontarla, entonces yo también puedo.

Rosie saltó hacia Odette, quien seguía llamándola, pero se detuvo


simplemente retraída de la línea del árbol, mirando hacia atrás como si
se asegurara que Víctor estaba siguiéndola. Él tomó una respiración
profunda y dio un paso adelante. Rosie saltó felizmente a través del
césped, sin embargo más lento que la última vez que Víctor la había
visto. Ella era completamente impenitente mientras Odette la
regañaba.

—Rosie, eres un perro muy malo. Tienes que venir cuando te llamo.
¿Tengo que recordarte el incidente del erizo?

Víctor rió y la mirada de Odette voló hacia él, sorprendida.

—Bueno, esa es una historia que me gustaría oír —dijo él.

La mandíbula de Odette se cerró bruscamente, rechinando


fuertemente sus dientes por unos pocos segundos antes de
transformarlos en una sonrisa.

—Vaya, vaya, miren lo que trajo el gato —murmuró ella.

—No el gato, sino el perro. Rosie para ser exactos —corrigió Víctor.

—Entonces —dijo, bajando los escalones y moviéndose más cerca de


él. Víctor había olvidado la gracia con la cual se movía Odette—. El
errante nómada ha regresado.

Víctor se detuvo cuando estuvo directamente frente a Odette. Ella tuvo


que inclinar su cabeza hacia atrás para contemplarle con sus
impresionantes ojos azules. Esa es otra cosa que él había olvidado: cuán
pequeña y frágil parecía, aunque la conocía lo suficiente para divisar
que era todo menos eso.
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—¿No llegas algo anticipado? —preguntó ella—. ¿No se supone que
debías regresar por un tiempo aún… como en un año o dos, tal vez?

—¿Decepcionada? —preguntó en broma, aunque con toda


honestidad él quería la verdad.

Odette dio un paso adelante, arrastrando sus brazos alrededor de su


cintura.

—Bienvenido a casa.

Víctor le devolvió su abrazo, deseando tener el derecho de no solo


abrazarla como un viejo amigo, sino mecerla en sus brazos y besarla
con pasión como lo hizo una vez. Se contentó con cerrar sus ojos y
apoyar su mejilla contra la parte superior de su cabeza, aspirando el
perfume fresco y único de Odette.

—Te extrañé —murmuró él lo suficientemente bajo para que ella no


pudiera oírle. La sintió removerse y aflojó sus brazos, liberándola de su
abrazo—. Es bueno estar en casa —dijo—. Los extrañé… a todos.

—Tu mamá estaba un poco alocada sin ti aquí —dijo Odette.

—Mi madre tiene un pequeño período de locura —dijo él.

Odette rió.

—Ella tiene buenas intenciones, Víctor. Te ama.

Odette siempre defendió los planes más extraños de su madre cuando


Víctor y Benno se quejaban sobre ella. Eso al menos no había
cambiado.

—Lo sé —acordó él.

—Quieres… ¿quieres entrar? —preguntó dudosamente, apuntando


hacia la casa con el pulgar sobre su hombro.

—En realidad vine a ver si querías dar un paseo.

—Um… Claro. —Víctor disimuló no estar ofendido por su carencia de


entusiasmo—. Déjame agarrar la correa de Rosie y podemos pasearla
por el parque.

Rosie comprendió la palabra “parque” si bien su cola meneándose era


alguna indicación. Ella esperó junto a Víctor mientras Odette entraba. El
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cambio en Rosie era un poco desalentador. Cuando Víctor se había


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ido, ella había sido lo suficientemente joven que habría alcanzado a
Odette en el interior en busca de la correa en vez de esperar afuera
con Víctor. Él se agachó y acarició la parte superior de su cabeza.

—¿Qué piensas, Rosie? ¿Crees que Odette alguna vez comprenderá


por qué lo hice y me perdonará?

Rosie lloriqueó tristemente, una respuesta a la negativa si Víctor alguna


vez había oído una.

—Sí, yo tampoco —dijo él.

***

Víctor y Odette estaban sentados sobre la hierba, sus piernas se


extendían frente a ellos mientras Rosie olfateaba fuertemente su camino
a través del espacio de césped, buscando lugares marcados por otros
perros para remarcarlos ella misma.

Odette le contó a Víctor lo que se había perdido mientras él estaba


lejos. Nunca admitió que él ya sabía todo lo que ella le contaba entre
las cartas de su madre y Benno informándole cuando él había llegado a
casa antes.

Ella solo estaba llenando el tiempo. Evitando lo que realmente


necesitaban decirse entre ellos. Cuando finalmente hubo un momento
de calma, Víctor tomó aire y se lanzó.

—Lo siento, Odette.

—¿Lo sientes? —Ella se enderezó, fijando su atención en la hierba que


arrancaba—. ¿Por qué?

—Por no escribir…

—No importa —interrumpió ella rápidamente, agitando una mano para


detener sus palabras—. Estabas ocupado…

Ella no creía sus propias palabras, Víctor podía oír eso de forma clara.

—Odette, por favor, déjame decir esto.

—¿Por qué? —demandó ella, arrancando dos puñados de hierba—.


¿Qué quieres, Víctor? ¿Aliviar tu culpabilidad? ¿Oírme decir que todo
está bien? —Arrojó con fuerza la hierba que arrancó y se empujó hasta
sus pies—. No está bien, Víctor.
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Víctor se levantó rápidamente y colocó sus manos en sus brazos. Él se
inclinó de modo que estuvieron cara a cara, queriendo que ella
entendiera qué tan impetuosas fueron sus palabras.

—Sé que no está bien, Odette. Y no te culparía si nunca me perdonas.


Yo nunca me perdonaré. —Sus ojos azules, hechos aún más azules con
sus lágrimas aún sin caer finalmente encontraron su mirada—. Desearía
tener una excusa fácil. Desearía poder decir que estaba demasiado
ocupado para escribir, o que quería que fueras capaz de seguir
adelante si lo deseabas, o que era demasiado arduo leer tus cartas y
sentirme culpable por haberte dejado. —Él dejó salir todo en un aliento
y liberó sus brazos—. Pero la verdad es… la verdad es que conocí a
alguien…

Odette jadeó y rápidamente cubrió el sonido con sus manos. Sus ojos
reflejaron su dolor ante su confesión y el conocimiento de sus palabras.
Víctor se dio cuenta que si no lo hubiera sabido, al menos lo había
sospechado. Ella sacudió su cabeza y dejó caer sus manos.

—No quiero oír esto, Víctor. —Respiró profundamente y él observó como


ella endurecía su columna—. Ya no tiene importancia, de todos modos.
Fue hace mucho tiempo y he seguido adelante.

Eso tomó por sorpresa a Víctor. De alguna manera él tenía esperanzas


de que ella lo hubiera esperado. Pero sabía que esa era una idea poco
factible. Alguien tan bella y amable como Odette no permanecería
sola por mucho tiempo en un pueblo así de pequeño.

—¿Tienes a alguien? —Él no tuvo la intención de expresar las palabras.


Escaparon antes que las pudiera detener.

Odette le sonrió, aunque realmente no alcanzó sus ojos.

—¿Pensabas que estaba sentada en casa desconsolada por ti? —


preguntó ella—. Podré no estar comprometida con nadie aún, pero
ciertamente no he estado pasando el día en casa los fines de semana.

El alivio inundó a Víctor. Debió haberse mostrado en su rostro porque


Odette estaba mirándolo de manera extraña.

—¿Qué? —preguntó ella—. Luces como el gato que se comió al


canario.

—¿Sería ese el mismo gato que me arrastró hasta aquí?


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Odette sacudió su cabeza.


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—¿Qué pasa por esa cabeza tuya, Víctor?

Él solo sonrió.

—Algún día te diré. Quizá.

Ella sacudió su cabeza de nuevo.

—Tengo que ir a casa —dijo ella, silbándole a Rosie, quien deambuló


hacia ella.

—Odette —dijo Víctor, poniendo una mano sobre su brazo. Ella se


congeló, luego se relajó y lo miró inquisitivamente—. Hemos sido amigos
toda nuestra vida. ¿Crees que serías mi amiga de nuevo algún día?

Ella se alejó un paso de él.

—Tal vez. —Se alejó un paso más—. Probablemente. —Tres pasos más
hasta que la escuchó decir—. En verdad lo espero.

Ella no se detuvo o habló de nuevo. No importaba. Las palabras de


Odette resonaron en su cabeza, dándole la esperanza que quería.
Podré no estar comprometida con nadie aún…

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Benno

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enno observó a Víctor y a Odette en el parque, escondido,
ardiendo en celos. ¡No era justo! Él había sido el que había estado
con ella mientras Víctor jugaba en la universidad. Él ciertamente
no se había enamorado de otra chica cuando se suponía que
cortejaba a Odette. Y ahora, solo días después de regresar a casa,
Víctor tenía a Odette en el parque, riendo y luciendo como si el tiempo
no hubiera pasado desde que se había ido.

Benno agarró la rama de un árbol cerca de él y la retorció hasta que se


rompió bajo su agarre. Los miró, apretando las extremidades de la rama
hasta que olió humo. Mirando hacia abajo, se dio cuenta que su enojo
había causado que la rama se sobrecalentara. La tiró rápidamente
antes que estallara en llamas.

Cuando miró hacia arriba, vio que Odette se había levantado y


definitivamente no lucía feliz. Una sonrisa se extendió por el rostro de
Benno. Tal vez Víctor ya no tenía la magia que sostenía con Odette.
Ahora toda la magia le pertenecía a Benno.

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Víctor

—L
amento lo de tu hermana.

Víctor miró a Odette y vio una sombra de tristeza


atravesar sus facciones.

—Sí, yo también. Solo desearía saber dónde está Odile. No es


completamente sorprendente que haya huido porque había estado
siendo infeliz por tanto tiempo. Solo me gustaría saber si está bien.

Víctor había aparecido en la puerta de Odette al amanecer, sabiendo


que estaría despierta, esperando que no tuviera que trabajar. Odette
siempre se levantaba antes que el sol para poder ver comenzar el
nuevo día. Ahora se dirigían a la montaña para una caminata, Rosie
trotaba emocionada frente a ellos. Fue lo más emocionada que la
había visto.

—¿Odile no ha escrito? —preguntó él.

—Iba a preguntarte lo mismo.

Víctor hizo una mueca. Odile nunca había hecho un secreto de su


enamoramiento con Víctor, incluso cuando estaba claro que él estaba
con Odette.

—No, no he escuchado de ella. Me enteré de que estaba perdida


cuando regresé a casa. Ese fue uno de los pequeños detalles que mi
madre dejó fuera de sus divagantes cartas.

Odette tropezó con una raíz de árbol, y Víctor rápidamente la alcanzó


para estabilizarla.

—Gracias —murmuró ella. Caminaron en silencio por unos cuantos


minutos antes que Odette preguntara—: ¿Cómo es regresar a casa
después de haber estado por tu cuenta todo este tiempo?

Víctor escogió sus palabras cuidadosamente.


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—Bueno, no fue fácil pasar de ser un hombre quien se las arreglaba
para hacer, y sobrevivir, por sus propias decisiones cada día, a estar de
regreso bajo el pulgar de mi madre quien aún piensa que soy un niño.
La manera en la que me trata no ha cambiado mucho, pero todo lo
demás es diferente.

—¿Sí? ¿Cómo qué?

—Más que nada la gente. Quiero decir, Johann todavía maneja la


panadería, pero ahora tiene cabello gris y se mueve un poco más lento.
La familia Broder pasó de tres niños a seis con los gemelos y todo.
Norville Woods se casó y tiene un bebé en camino. Y Rothbart…

Odette lo miró con la mención de Benno.

—¿Benno? —preguntó ella.

—No lo sé. No estoy muy seguro, pero hay algo diferente sobre él. Es
como si ya no supiera quién es.

Odette asintió.

—Sé a qué te refieres. ¿Sabías que ha mejorado mucho con su


hechicería? Es tan raro que sea capaz de hacer verdadera magia,
siempre pensé que no era nada más que cuentos sobre aquellos que
tenían el don. Aunque no sé si puede hacer más que levitar sillas y
doblar cucharas. —Dudó y sus siguientes palabras fueron tranquilas—.
¿Sabías que Benno y yo salimos por un tiempo?

Víctor tragó el bulto de celos que obstruyó su garganta.

—Sí, lo escuché.

—Fue genial por un tiempo —dijo ella y Víctor apretó su puño con la
necesidad de golpear algo—. Pero luego él se puso bastante…
posesivo, supongo. Quería pasar cada minuto despierto conmigo,
quería saber dónde y con quién estaba si no estaba con él. Así que tuve
que alejarme, hacerle entender que yo no estaba lista por ese tipo de
relación. Después de eso, se puso… raro es la mejor manera de
describirlo.

—¿A qué te refieres con raro?

—Algo así como tú, no estoy completamente segura de qué es —dijo


Odette—. Siempre es amable conmigo, y me da mi espacio. No trata
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de presionar ni nada, pero ahora cada vez que salimos… —Víctor


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apretó su mandíbula—… hay algo en sus ojos, algo que me pone
nerviosa.

Víctor tomó respiraciones calmantes antes de hablar.

—¿Entonces por qué sigues saliendo con él?

—Es mi amigo —dijo ella simplemente. Claro que Odette se sentiría de


esa manera. No tenía ni un hueso de maldad en su cuerpo.

Víctor levantó un palo y lo lanzó por encima de la cabeza de Rosie.


Rosie saltó, falló y luego lo persiguió solo para sujetarlo entre sus
mandíbulas y romperlo. Víctor rió.

—Caramba, algunas cosas nunca cambian, ¿verdad? —dijo él.

—¿Y yo qué? —preguntó Odette—. ¿He cambiado?

Víctor se encogió de hombros.

—Saliste con Benno. La Odette que conocía no lo hubiera hecho.

—La Odette que conocías estaba tan loca por ti que no podía ver a
nadie más.

Víctor empujó sus manos dentro de sus bolsillos delanteros. No dijo nada
mientras caminaban por el sendero, pero luego la miró de reojo.

—¿Hay alguna posibilidad de que eso pase de nuevo?

Odette dejó de caminar. Víctor se volteó y la miró.

—Estaba tan enamorada de ti que no podía ver bien —dijo ella. El dolor
empañó su rostro y el corazón de Víctor se rompió—. Un amor como ese
no muere fácilmente.

—¿Lo hizo? —preguntó Víctor, tomando un paso hacia ella—. Me refiero


a, ¿sí murió?

Odette suspiró. Una lágrima bajó por su mejilla.

—Sé que te dije que estaba bien con que te fueras, y lo estaba, Víctor,
en serio. Quería que fueras a la universidad porque sabía lo importante
que era para ti. Pero una parte de mí esperaba que regresaras a casa y
fueras a mi lado, rogándome tenerte de vuelta y prometer que nunca
te irías de nuevo. Patético, ¿verdad?
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Víctor tomó otro paso hacia ella.


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—No, no es patético.

—Estuviste en casa casi por dos semanas antes de venir a verme —


acusó ella.

—Lo sé —admitió Víctor. Dio un paso hacia ella y levantó una mano
para acariciar su mejilla—. Tenía miedo.

—¿De qué?

—De que hubiera arruinado por completo las cosa contigo. Nunca me
lamentaré por irme, Odette. Aprendí mucho, sobre todo que lo que más
quiero en este mundo está aquí, en mi hogar.

—¿Qué es? —susurró ella.

—¿No puedes adivinar? Eres tú.

Víctor se inclinó más cerca, intentando besar a Odette y recordarle por


qué solía estar “loca” por él cuando Rosie decidió traer de vuelta una
parte del palo que había destruido. Sin estar preparado para ella, Rosie
se levantó de un salto sobre Víctor, empujándolo a un lado.

—Vaya, Rosie, ¿qué pasa, chica? —Víctor acarició detrás de sus orejas
mientras miraba a Odette. Ella se volteó, con las manos en sus mejillas.
Víctor no estaba seguro de cómo leer su lenguaje corporal. Miró de
nuevo a la perra—. Este palo está roto. Vayamos a buscar uno nuevo.

Odette continuó la caminata sin mirar atrás. Víctor suspiró. Encontró un


nuevo palo para Rosie y lo lanzó, siguiendo a Odette.

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Benno

B
enno no había planeado avanzar tan rápido con Odette. El
hechizo necesitaba retoques, y había planeado practicar en otras
cosas primero. Todos sus planes murieron cuando llamó a Odette
para ver si quería salir con él el viernes y ella le dijo que tenía planes con
Víctor.

La furia lo invadió con tanta fuerza que se sorprendió de que Odette no


hubiera entrado en combustión del otro lado de la línea. Pero mantuvo
un tono calmado, sin querer asustarla. Su jueves estaba libre, lo que
servía perfectamente para Benno.

Él caminó junto al lago mientras el cisne negro se acercaba. Por primera


vez, no le importó observar la transformación que había creado.

—Estás distraído —dijo Odile irritantemente mientras se ponía su ropa


negra, atrayendo la atención de Benno hacia ella.

—Es hora —dijo secamente, caminando en su dirección. Sus puños se


apretaron tan fuertemente como su mandíbula—. Víctor está haciendo
su movimiento, y ella está cayendo por él, así que es tiempo. Ya no
puedo esperar. Tendremos que transformarte.

—Hola a ti también —resopló Odile. Cuando Benno se limitó a mirarla,


dijo—: Mira, Benno, me necesitas para esto, ¿verdad? Bueno, yo
también necesito algo.

—¿Ah, sí? —preguntó Benno suavemente.

—No quiero seguir siendo una criatura tan vil. Prometiste encontrar la
cura, o el contra hechizo, o lo que sea que necesites para quitarme esta
maldición. Pero aún estoy aquí, aún me convierto en cisne cada vez
que el sol sale. Tienes que arreglar esto.

—Cuidado, Odile. Recuerda con quién estás hablando —le advirtió.

—No te preocupes, Benno —dijo Odile, cruzándose de brazos—. Eso es


algo que nunca olvido.
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Benno inclinó la cabeza con curiosidad.

—Para alguien que está a punto de recibir todos sus deseos, estás
teniendo un muy mal temperamento.

—¿Mis deseos? —bufó Odile—. ¿Quién no sueña con convertirse en un


pato gigantesco todos los días, y nadar en las lodosas aguas del lago?

—Siempre hay un precio que pagar, mi querida Odile. Has deseado con
estar con Víctor desde que pusiste tus ojos negros en él.

—¡No son negros! —discutió. Apretó la mandíbula—. Son marrón oscuro.

Su argumento lamentable hizo que Benno riera.

—Lo que sea. Y ahora, Odile, te estoy ayudando a lograr tu meta.

—¿Qué ocurrirá cuando descubra que soy Odile y no Odette?

—¿Y por qué lo descubriría?

Odile se removió, dejando caer los brazos.

—¿A qué te refieres? —dijo ella lentamente.

—No hay razón para que no puedas vivir tu felices por siempre como
Odette.

Odile sacudió la cabeza.

—No, no quiero eso. Quiero que me ame a mí.

—Él te amará… simplemente no sabrá tu verdadero nombre. ¿Qué es


un nombre, Odile? En tu caso, son solo algunas letras reacomodadas.

—Yo no accedí a esto. Solo accedí a ayudarte a engañarlo para que se


enamore de mí. De mí, Benno, no de una falsa Odette. Además, él se
dará cuenta que no soy ella cuando la vea en la ciudad. —Ella lo
estudió largo rato—. A no ser que ella no esté en la ciudad. ¿Ella va a
estar por aquí?

Benno simplemente la miró. No necesitaba explicarse a sí mismo ante


alguien como Odile, quien era por mucho una hechicera tan poderosa
como él mismo.

—¿Dónde estará ella, Benno? —demandó. Ella miró detrás de sí al lago,


los ojos ampliándose en comprensión—. ¡No! No puedes hacerle lo que
20

me hiciste a mí.
Página
—¿Desde cuándo te interesa el destino de Odette? —le preguntó—. La
has odiado por casi tanto tiempo como has amado a Víctor.

—Es mi hermana —espetó Odile—, mi hermana gemela.

—Eso no te ha detenido de conspirar en su contra antes.

Odile apretó la mandíbula. Benno podía ver que entendía la verdad de


sus palabras. Finalmente, volvió a hablar, esta vez con un tono de ruego
que lo complació.

—Por favor Benno, no puedes hacerle esto a ella. —Sacudió su mano


hacia el lago—. Tiene que haber otra forma.

Benno se acercó otro paso a Odile. Ella abrió los ojos con temor. Bien.

—Tienes pocas opciones, Odile. Me ayudas y a cambio ganas tu


libertad, junto con volverte el amor de la vida de Víctor. O te quedas
aquí por siempre como cisne, sabiendo que cada noche cuando te
vuelves humana, Odette va a estar yaciendo en los brazos de aquel
que amas. —Odile se estremeció ante sus palabras—. ¿Este
recientemente descubierto amor por tu hermana acaso incluye
tremendo acto de desapego, Odile? ¿Estás dispuesta a quedarte aquí
por el resto de tu vida para protegerla de semejante destino?

Odile alejó la mirada, con lágrimas cayendo por sus mejillas. No dijo
nada.

—Eso pensé —dijo Benno—. Ahora, hagamos lo que es necesario para


convertirte en tu amada Odette.

21
Página
Víctor

V
íctor sabía que Odette no lo esperaba hasta el viernes en la
noche cuando había accedido a tener una cita con él. Pero no
solo no podía esperar tanto, sino que además quería
descolocarla un poco. Necesitaba demostrarle su amor, mostrarle que
esta vez se quedaría y no volvería a abandonarla.

Acarició tanto a Fuego como a Hielo, los caballos nombrados así por su
madre, no por él. Odiaba admitir los estúpidos nombres cuando le
preguntaban. Ni su apariencia ni su temperamento encajaban con los
nombres. Ambos eran blancos y negros, ambos grandes animales de
caza que también eran lo suficientemente educados para que un niño
los montara.

Montar siempre había sido una de las actividades favoritas de Odette.


Ella no tenía caballos propios. Su madre era soltera y apenas podía
costear su existencia, ni hablar de proveer el cuidado y mantenimiento
de semejantes animales. De hecho, Odette amaba tanto los caballos
que ahora trabajaba con el único veterinario que había en la ciudad,
solo para estar cerca de ellos.

Montó en Fuego, llevando las riendas de Hielo para hacer el recorrido


de quince minutos hacia la casa de Odette. Al acercarse, Víctor vio a su
madre afuera, colgando sábanas para secar. Se volvió ante el sonido
de los caballos, protegiéndose los ojos con las manos para poder ver.

Víctor levantó una mano.

—Hola, señora Pinter.

—Oh, Víctor. —El alivió relajó sus hombros—. Creí que eras Benno.

—¿Ah, sí? —A Víctor le pareció raro que se aliviara de verlo en lugar de


a Benno—. ¿Benno lleva seguido a Odette a cabalgar?

Ella se encogió de hombros.

—No muy seguido, pero a veces.


22
Página
Víctor bajó del caballo luego de enganchar la rienda de Hielo. Ató la
de Fuego en una rama.

—¿Trae a Fuego y Hielo?

—Sí, sus propios caballos son muy salvajes para la gente normal.

Víctor no podía discutir eso. Los caballos de Benno eran difíciles de


controlar incluso por el más experimentado jinete. No le enojaba que
Benno usara sus animales, solo le sorprendía que nunca lo hubiera
mencionado.

—A todos nos alegra que volvieras, Víctor —dijo la señora Pinter.

—No estoy tan seguro que a todos —dijo él, mirando hacia la casa.

La señora Pinter sonrió.

—No dejes que te engañe. Solo es orgullosa. No la había visto sonreír


tanto desde que supo que volviste… al menos, no desde que te fuiste.

Había un deje de censura en su tono. Víctor no podía culparla. Estaba


seguro que ella había tenido que reconfortar a Odette cuando Víctor
dejó de escribir. Hizo una mueca, imaginando lo mucho que la debió
haber lastimado.

—Lamento lo de Odile —dijo—. ¿Ha oído algo de ella?

La sonrisa abandonó el rostro de ella.

—No, nada. Estoy segura que está bien, donde sea que esté.

—Conozco a algunas personas —dijo Víctor—. Puedo hacer que miren


alrededor, ver si la pueden encontrar.

La señora Pinter lo miró, con el rostro iluminándose.

—¿Lo harías? Solo quiero saber que está bien. Quiero saber que está a
salvo.

—¿Está segura que huyó? —preguntó.

La señora Pinter frunció el ceño.

—Ella había amenazado con hacerlo, muchas veces. Por muchos años,
de hecho. Huyó un par de veces cuando era más joven, pero nunca
iba lejos antes que la encontraran y regresaran a casa. Siempre ha
23

estado muy celosa de Odette aunque ella solo ha intentado ser amable
Página
con su hermana. Supongo que Odile finalmente decidió que era lo
suficientemente mayor como para que yo reportara su desaparición y
la policía la regresara a casa. —Sacudió la cabeza—. Solo desearía que
pudiera ver más allá de Odette y notara su propio valor, ver cuánto la
amamos.

—Estoy seguro de que sabe que la aman —dijo Víctor—. El orgullo


puede ser algo muy feo. —Pensó en el suyo propio que lo alejó de
Odette por tanto tiempo, temeroso de que ella lo rechazara como
seguramente merecía—. Así que no tema. Pondré algo de información
allá afuera y veré si podemos averiguar dónde está.

La señora Pinter avanzó y le dio un abrazo a Víctor.

—Gracias —susurró. Retrocedió un paso—. Siempre has sido bueno con


nuestra familia.

Víctor asintió, sin saber qué decir.

—Ella está dentro —dijo la señora Pinter—, puedes pasar.

—Gracias.

Él caminó hacia la casa, abriendo la puerta trasera de la cocina. Hubo


un tiempo en que era normal para él entrar en la casa, como si
perteneciera allí, cuando no se sentía como la intrusión que se sentía
ahora. Escuchó, tratando de decidir si debía llamarla cuando las notas
de piano llenaron el aire. Víctor sonrió a la familiaridad. Sabía
exactamente dónde estaba.

Se dirigió hacia la sala de estar, escuchando su torpe rasgueo al tocar.


Él pensó que ella habría mejorado en los años que había estado lejos.
No sonaba como eso. Odette deseaba más que nada tocar música
hermosa, fluyendo del gran piano de cola que empequeñecía su
pequeña sala de estar, una de las pocas extravagancias en su casa.
Pero sin lecciones formales y sin propensión hacia el talento natural,
parecía que jamás podría tocar como ella deseaba.

Víctor entró en la sala, apoyándose en la jamba de la puerta, cruzando


un pie sobre el otro. Observó a Odette, quien daba hacia él en el
banco de madera que le había construido en la clase de albañilería en
el liceo. Sus dedos se movían con destreza a través de las teclas,
golpeando más notas equivocadas que correctas. Ella tocó una
particularmente mala nota, haciendo a Víctor temblar incluso mientras
24

sonreía. Ella masculló algo que sonó como una maldición entre dientes y
Página
Víctor se echó a reír. Odette se giró rápidamente en su dirección, con
una cohibida mirada de asombro en su rostro.

—Lo siento —dijo él, levantando las manos hacia ella—. No fue mi
intención asustarte.

—Cuando te acercas sigilosamente a alguien, ¿qué más puedes


esperar?

—No estaba acercándome sigilosamente —dijo Víctor—. Simplemente


no pudiste oírme por encima de ese escándalo.

Ella jadeó mientras su boca caía abierta.

—Eso no era escándalo, era música.

—Oh, ¿así es como los niños llaman al ruido en estos días?

Odette agarró un cono de pino del tazón encima del piano y se lo


arrojó. Él lo atrapó con facilidad.

—Eres horrible —dijo, haciendo un puchero, sus ojos brillando con


diversión.

—Y tú no has mejorado —dijo él—. Uno pensaría que todos estos años
de práctica habrían ayudado.

Odette miró hacia otro lado.

—Para tu información, no he estado practicando “todos estos años”.


De hecho, esta es la primera vez que he tocado desde… en un largo
tiempo.

Víctor se enderezó y fue a sentarse en el banco junto a ella.

—¿Por qué no? Te encanta tocar el piano.

Odette jugueteó con el borde de su camisa. Suspiró.

—No te voy a decir. Suena tonto.

Víctor tomó una de las manos de Odette en la suya. Ella se puso rígida
ante el gesto, pero él no la soltó, acariciando la palma de su mano con
el pulgar.

—Nada de lo que dices suena tonto —dijo él.


25
Página
Odette lo miró debajo de las pestañas antes de volver su mirada a su
dobladillo.

—Está bien, pero te juro que si te ríes no te vuelvo a hablar otra vez.

—No me voy a reír —prometió.

—Amaba tocar el piano, pero solo debido a ti.

—¿A mí? —Víctor se quedó de piedra.

—Una vez cuando éramos niños, estábamos en tu casa jugando. Tu


madre tenía algo de música puesta. No me acuerdo lo que era, solo
que tenía una gran cantidad de piano. Tu dijiste: “Cuando sea grande
voy a casarme con alguien que pueda tocar música así para mí todos
los días”. Me fui a casa y le rogué a mi madre que comprara un piano.
No podíamos permitírnoslo, pero alrededor de la misma época, la
señora Bifford falleció y su hija estaba vendiendo este. —Odette
acarició el borde del piano—. Ella le dio a mi mamá algún tipo de
acuerdo solo para que ella no tuviera que acarrear con él.

—No me acuerdo de eso —admitió Víctor—. ¿Cuántos años teníamos?

Odette le sonrió avergonzada.

—Realmente jóvenes, probablemente solo cinco o menos. He estado


practicando desde entonces.

—Bueno, no desde entonces —bromeó Víctor.

—No —admitió Odette tristemente, mirando a otro lado—. Después de


que… dejamos de escribirnos, no hubo más alegría en ello para mí.

Víctor hizo una mueca.

—Lo siento mucho, Odette. No sabía cómo decírtelo. Fui un cobarde.

—Sí, lo fuiste —dijo riendo. No había humor en el sonido—. ¿Qué pasó


con ella?

Víctor suspiró.

—¿Estás segura de que quieres escuchar esto? —Cuando Odette


asintió, dijo—: Pensé que la amaba. Entonces, un día se me ocurrió que
yo siempre estaba pensando en ti, incluso cuando estaba con ella. La
estaba comparando contigo. Traté de conseguir que hiciera cosas que
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te gustaban hacer a ti, o comer cosas que eran tus favoritas. —Le
Página
apretó la mano, obligándola a mirarlo—. Me di cuenta que no la
amaba porque ella no eras tú.

Se sentaron en silencio durante unos minutos, Víctor, sosteniendo su


mano, deseando tener las palabras para decirle lo mucho que
lamentaba el simple hecho de no llamar, no ser lo suficientemente
valiente para decirle por qué no escribía mucho.

Finalmente, dijo:

—Sin embargo, ¿estás practicando de nuevo? Quiero decir, ¿no es eso


lo que estabas haciendo?

Odette lo miró.

—Sí, lo estaba. Hay una razón para volver a intentarlo.

Víctor le soltó la mano y llevó la de él hasta su mejilla.

—Odette, no tienes que aprender a tocar el piano para que te ame.

Ella lo miró fijamente, con sus ojos azules estudiándolo como si fuera un
rompecabezas. Él bajó la mirada a sus labios. El recuerdo de cómo se
sentía el besar a Odette inundó su mente. ¿Se atrevería? Se inclinó
minuciosamente más cerca.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó ella en voz baja, rompiendo el


hechizo—. Pensé que nuestra cita era el viernes.

Víctor la soltó y ella se deslizó lejos de él. Solo dos o cuatro centímetros,
pero se sintió como un abismo.

—Lo es, pero no podía esperar. Traje una sorpresa, o más bien, pensé
que sería una sorpresa. Resulta que alguien ha estado tomando mi lugar
mientras yo no estaba.

—¿De qué estás hablando?

—Pensé que te gustaría ir a montar.

El rostro de Odette se iluminó.

—¿Trajiste a Fuego y Hielo?

Víctor gruñó.

—Esos nombres estúpidos. Sí, los traje. Pero parece que Rothbart te ha
27

estado llevando en ellos mientras yo estaba fuera.


Página
Odette sonrió.

—¿Celoso? —bromeó.

—Sí —admitió Víctor.

—Bien —dijo ella. Se levantó del banco—. Vamos a cabalgar.

28
Página
Benno

E
l jueves llegó demasiado lento para Benno. Había preparado todo
el primer día que Odette le dijo que iba a una cita con Víctor.
Incluso había considerado llevarla antes, pero tenía miedo que
Víctor podría darse cuenta.

Odile tenía que estar preparada también.

Recogió a Odette a las seis en punto. Benno consideraba de buen


gusto estar siempre a tiempo, no muy temprano y no muy tarde, ni
siquiera por un minuto. Él tocó la bocina y ella salió. Benno contuvo el
aliento. No creía que alguna vez se acostumbrara a la impresionante
belleza de Odette.

—Hola, Benno —dijo ella, entrando en el auto.

—Hola, Odette. ¿Cómo estás?

—Estoy bien —dijo ella. Benno la observó. Había algo diferente en ella
esta noche, algo que la hacía parecer casi brillar—. No te he visto
mucho últimamente.

Benno puso el auto en marcha y se dirigió por el camino.

—Pensé que estabas ocupada poniéndote al día con Víctor.

—Oh.

Cuando ella no dijo nada más, Benno echó un vistazo para verla
sonriendo. Celosa ira ardió por su columna vertebral como llamas
arrojándose de un volcán furioso. Rápidamente la aplacó.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

—Te hice la cena, y luego, después de cenar, hay un lugar que quiero
mostrarte.

—¿Un lugar? ¿Dónde?


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Benno se alegró de escuchar la emoción en su voz.


Página
—Es un nuevo lugar que encontré, un lugar muy agradable. Solo tendrás
que esperar para verlo.

—Suena divertido —dijo Odette.

Benno solo esperaba que ella se sintiera de esa manera después de que
lo viera.

***

Benno observaba a Odette a través de la mesa. Las velas ardían entre


ellos, y música baja se reproducía en el fondo. Odette tomó un sorbo de
la bebida, luciendo decididamente nerviosa. Miró a su alrededor, al
arreglo que Benno había pasado una gran cantidad de tiempo
planificando. Él se inclinó sobre la mesa para tomar su mano.

Odette se sacudió ante su toque. Ella le dedicó una sonrisa vacía, le


apretó la mano, y se apartó.

—¿Te ha gustado la cena? —preguntó.

—¿Qué? Oh, sí, estuvo genial. Te estás volviendo un muy buen cocinero,
Benno.

En los últimos años, había cocinado varias veces para Odette. A veces
su madre incluso se unía a ellos.

—Gracias —dijo.

Odette tomó otro sorbo, esta vez tragándolo de golpe. Dejó el vaso y
volvió su mirada hacia Benno, la determinación brillando allí.

—Benno, hay algo que siento que debo decirte. —Benno se enderezó,
seguro de saber a dónde iba—. Siempre has sido un gran amigo para
mí…

—¿Amigo? —intervino Benno—. Odette, pensé que habíamos pasado


de ser simples amigos.

Odette se aclaró la garganta con nerviosismo.

—Lo sé, Benno. Sé que hemos sido… ya sabes, más en el pasado. Pensé
que tal vez podríamos incluso finalmente enamorarnos. Pero ahora sé
que lo que siento por ti es solo eso: amistad. Esa vez cuando me
besaste… fue extraño, ¿verdad? ¿No se sintió más como un beso
hermana-hermano para ti? —Ella sonrió con incertidumbre.
30
Página
Benno se inclinó hacia delante.

—No, Odette. No se sintió como algo parecido a un beso hermana-


hermano. No para mí.

La sonrisa de Odette cayó.

—Oh. Bueno, nunca nos volvimos a besar otra vez después de eso, así
que supuse que fue lo mismo para ti.

—No quería presionarte —dijo.

—Benno, lo siento mucho. No tendría que haberlo asumido. Debí haber


hablado contigo acerca de esto.

—Tal vez deberíamos darle otra oportunidad —dijo—. Ver si puedo


cambiar tu opinión.

Odette se reclinó en su asiento juntando las manos con fuerza.

—Benno, Víctor…

—Cuidado, Odette —advirtió Benno—. Lo que digas ahora puede


afectar tu futuro de maneras que no puedes imaginar.

La cautela se deslizó en su expresión.

—Benno, no hay futuro, al menos no como el que estás pensando. No


con nosotros. Ahora que Víctor regresó, he llegado a darme cuenta que
todavía lo…

Las palabras de Odette fueron interrumpidas cuando Benno arrojó sus


manos furiosamente en su dirección. Ella voló hacia atrás de la silla,
adormecida antes de siquiera moverse un centímetro. Él la sostuvo así,
en el aire, mientras se ponía de pie y se acercaba. Él la rodeó,
examinándola mientras lo hacía.

—Blanca —dijo—. Odile es negra como la noche al igual que su cabello.


Pero tú serás blanca como la luz más brillante.

Levantó una mano y lo sostuvo hacia ella, sin tocarla. Se movió, tirando
de ella con él con ataduras invisibles hacia el sofá. Poco a poco
bajando la mano, ella flotó hacia abajo a los cojines.

—Y ahora a dormir, mi blanca belleza. Cuando la luna comience a


menguar, te llevaré a tu nuevo hogar en el que podrás reunirte con tu
31

hermana.
Página
Benno se acomodó en el sillón grande, cómodamente frente a Odette,
sin apartar los ojos de ella.

32
Página
Víctor

V
íctor estaba decepcionado, no había duda de eso. Odette le
envió una nota diciendo que no podría lograrlo esta noche.

Su madre estaba especialmente melancólica acerca de Odile y


Odette sintió que necesitaba estar con ella. Podía entender eso, y
respetar que ella tuviera suficiente amor por su madre para quedarse.
Ella le preguntó si podían reunirse la noche del sábado en su lugar.

Él se dirigió a su computadora y actualizó su correo electrónico. Todavía


nada. Había enviado unos cuantos para tantear el terreno y ver si
alguien podía ayudarlo a localizar a Odile. Había dado toda la
información que tenía sobre su desaparición, así como varias fotos de
ella.

Solo podía esperar que alguien supiera algo que pudiera dar a Odette y
a su madre un poco de tranquilidad.

33
Página
Benno

O
dette yacía en el suelo a los pies de Benno mientras el
amanecer se acercaba. Benno agitó sus manos sobre ella y
poco a poco ella abrió los ojos. Miró a su alrededor,
confundida, antes que su mirada se encontrara con Benno.

—Benno —dijo, aliviada, sentándose—. ¿Qué pasó? ¿Me quedé


dormida? —Ella miró a su alrededor otra vez—. ¿Dónde estoy?

—Esto es lo que quería mostrarte —dijo él.

Odette se puso de pie, aceptando la mano de ayuda de Benno. Ella


miró el lago, luego a Benno.

—Es un lago —dijo ella.

—No cualquier lago —dijo Benno—. Un lago encantado.

—¿Encantado? —repitió Odette. Miró el lago—. ¿Va a hacer algo?

—Solo espera —le animó.

Odette miró al lago, esperando. Entrecerró los ojos cuando le pareció


ver algunos colores azul, verde y morado reflejándose en la superficie.
Entonces, como si un pensamiento se le viniera a la mente se volteó
hacia Benno.

—¿Cómo llegué aquí? ¿Y por qué estaba dormida? La última cosa que
recuerdo es…

—Ahí viene —dijo Benno, levantando un dedo.

—¿Quién? Benno, ¿qué está pasando? Me voy a casa. —Ella se alejó


de él como si fuera a hacer precisamente eso cuando Odile apareció a
la vista. Odette se quedó sin aliento. Un pequeño y alegre chillido se le
escapó mientras corría hacia su hermana.

—¡Odile! —Le echó los brazos alrededor a su hermana, abrazándola


con fuerza. Odile devolvió su abrazo—. Te he echado mucho de menos.
34

—Se echó hacia atrás, colocando sus manos en las mejillas de Odile, sus
Página
ojos recorriendo el rostro de Odile—. Hemos estado muy preocupados
por ti. —Odette sacudió los hombros de Odile—. ¿Dónde has estado? —
Sin esperar una respuesta, le echó los brazos alrededor nuevamente a
Odile—. Estoy tan feliz de verte, y saber que estás bien.

—Odette, me estás exprimiendo hasta la muerte —rió Odile.

—Oh, lo siento —dijo Odette, soltándola pero manteniendo las manos


en los brazos de Odile—. ¿Dónde estabas?

Odile miró más allá de ella a donde Benno estaba de pie. Él negó con
la cabeza y ella apretó la boca, acallando lo que iba a decir.

—No tenía idea de lo mucho que me echaste de menos —dijo.

—Por supuesto que sí, lo hacemos —dijo Odette—. Mamá ha estado


muy preocupada. Estará muy contenta de que estés en casa. —Ella
miró por encima del hombro a Benno—. Benno, ¿tú hiciste esto? ¿La has
traído a casa? —Ella sonrió brillantemente—. Gracias.

—Yo no le agradecería tan rápido —dijo Odile.

—¿Qué quieres decir?

Odile miró hacia el radiante cielo.

—Lo verás muy pronto.

—¿Qué…?

Odile se alejó de Odette, deslizando su vestido por sus hombros.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Odette, mirando


significativamente a Benno.

—No te preocupes, lo he visto antes. —Benno arrastró las palabras.

Odette se movió como si quisiera proteger a Odile de la vista de Benno


cuando sucedió. Benno observaba con júbilo. Chispas de luz
comenzaron a levantarse de la piel de Odile. Odette se acercó a ella,
alarmada, con las manos extendidas.

—¡No! —dijo Odile.

Odette se quedó inmóvil, aparentemente incapaz de moverse cuando


las chispas de luz se hicieron más grandes, consumiendo a Odile hasta
que no fue más que una bola de luz brillante. Odette gritó. De repente
35

la luz se disipó y, en lugar de Odile estaba un cisne de ébano. Odette


Página
cayó hacia atrás, moviéndose como un cangrejo para apartarse de la
aparición delante de ella.

—Odette, relájate, no te hará daño. Es tu hermana después de todo.

Odette le lanzó una mirada llena de pánico, y luego miró al cisne de


nuevo. Poco a poco, empujándose a sí misma sobre sus rodillas, se
quedó mirando al cisne. El cisne le devolvió la mirada con tristeza, luego
se volteó hacia el agua y lentamente entró en ella.

Odette se puso de pie yendo hasta Benno con una impresionante furia.

—¿Qué has hecho con ella? Sea lo que sea, ¡deshazlo ahora!

Benno levantó las manos en señal de rendición.

—Odette, ojalá pudiera. Créeme, lo he intentado. Sin embargo, no hay


que preocuparse. Odile y yo tenemos un plan.

—¿Qué tipo de plan? —preguntó ella.

Benno miró al cielo.

—Si tan solo tuviera tiempo para explicártelo. Desafortunadamente, el


tiempo se acorta. Para ti, quiero decir.

Odette siguió su mirada.

—¿Acerca de qué estás divagando?

—Es posible que desees retirar tu ropa —dijo, con los ojos hambrientos
de nuevo sobre ella.

—¡Estás loco, Benno! No voy a quitarme nada.

Benno se encogió de hombros.

—No digas que no te lo advertí.

Una chispa de luz punzó en el brazo a Odette. Horrorizada miró a su


brazo. Otra pronto siguió, y luego otra. Ojos aterrorizados encontraron a
los de Benno.

—¿Qué hiciste? —susurró mientras el resplandor la envolvía. Cuando se


desvaneció Benno sonrió ampliamente.

—¡Exquisito! —se regocijó él, levantando un puño en el aire. Se agachó


al nivel del cisne—. Sabía que serías hermosa, solo que no tenía ni idea
36
Página
de lo muy impresionante que serías. —Él se acercó hacia el cisne blanco
puro.

Ella inmediatamente lo mordisqueó, siseando y alejándose, andando


tan rápido como podía.

—Luchadora —sonrió. Con voz más fuerza, llamó—: No dejaría el lago si


fuera tú.

El cisne lo ignoró y justo cuando pensaba que tendría que forzarla de


regreso, el cisne negro se levantó del lago con unos cuantos golpes
poderosos de sus alas. Aterrizó directamente en frente del cisne blanco
y la mordisqueó, llevándola de nuevo hacia el lago. Como si estuviera
sorprendida por el ataque, el cisne blanco se dejó empujar.

—Deberías escuchar a tu hermana —dijo Benno en voz alta, caminando


hacia donde el cisne blanco se encontraba de pie al borde del lago—.
Si no estás en el lago, cuando sale el sol, permanecerás como un cisne
para siempre. —Sus palabras llamaron la atención del cisne quién dejó
de removerse. Ella giró sus ojos azules hacia él.

—Así es —le confirmó—. Si te quedas en el lago, cuando se ponga el sol


te convertirás en humana de nuevo.

El cisne inclinó su cabeza como si le estuviera preguntando si decía la


verdad. Él asintió.

—Se una buena chica y quédate donde perteneces. Volveré con la


puesta de sol.

Quería quedarse y observar al hermoso cisne, pero era lo


suficientemente inteligente para saber que ella tendría la necesidad de
sentir un poco de privacidad para aclimatarse a su situación. Ella volvió
su mirada hacia el cisne negro, quien asintió confirmando, después giró
lentamente y deslizó su cuerpo precioso y blanco a lo largo del lago, su
cabeza inclinada mientras se alejaba de Benno y del cisne negro.

***

Benno salió de detrás de los arbustos donde había estado observando a


los dos cisnes. Semejantes criaturas agraciadas. Odile nadó hacia él,
inclinando su cabeza hacia el cielo oscuro. Graznando hacia Odette
quien se volvió para observar el progreso de Odile. Comenzó a seguirla
hasta que vio a Benno, luego se detuvo.
37

Benno levantó los trozos de tela rota, los restos de la ropa de Odette.
Página
—Traté de advertirte —dijo en voz alta.

Odile salió fuera del lago, moviéndose hacia el vestido negro que se
encontraba apilado en el suelo. Cuando los primeros rayos del sol se
asomaron en el horizonte, las luces chispeantes comenzaron de nuevo.
Benno observaba a Odette, quién permanecía en el lago. Dio un paso
adelante cuando la luz la envolvió. Él oyó su enfurecido grito seguido de
salpicaduras. Cuando la luz se hubo ido, Odette estaba sumergida en el
lago hasta su cuello, flotando en el agua y mirándolo.

Benno dejó caer los restos de la ropa destrozada y levantó un vestido


blanco, similar al de Odile.

—Te traje algo —dijo en voz alta.

—Muérete —gritó ella.

Benno se rió satisfecho.

—No tenía idea de que había tal fuego en ti.

Odile, ahora vestida, se acercó a Benno y extendió su mano.

—Benno, ¿por qué no dejas que me ocupe de esto? Le explicaré cómo


funcionan las cosas. Me escuchará.

Benno miró a Odile. Igual no confiaba en ella ni de lejos, pero, ¿qué otra
opción tenía? Le entregó el vestido a Odile.

—Bien, pero no estaré lejos, así que no intentes nada.

—Benno, ¿qué voy a intentar? ¿Huir?

Benno no contestó, simplemente se alejó.


38
Página
Odile

E
l conflicto parecía seguir a Odile toda su vida. Sospechaba que
parte de ello era debido a sí misma, pero aún así… habría sido
bueno tener un poco de paz por una vez.

Cuando estuvo segura que Benno se había ido, giró de vuelta hacia el
lago. El cabello casi blanco de Odette brillaba a la luz de la luna.
Suspirando, Odile la llamó para que saliera.

—Se ha ido, Odette. Ahora, puedes salir.

Odette giró en su dirección y nadó hasta la orilla. Titubeó antes de salir


del agua, mirando a su alrededor con cautela.

—No está aquí —le dijo Odile—. Te lo garantizo. Confía en mí,


aprenderás que puedes sentir cuando está cerca, y cuando no lo está.
—Levantó el vestido blanco. Odette finalmente salió del agua,
agarrando el vestido.

—Gracias —murmuró miserablemente. Lo deslizó sobre su cabeza—.


Odile, ¿cómo es que estás aquí? ¿Qué nos hizo?

—Puede ser muy encantador, como lo sabes —dijo Odile—. No fue tan
difícil para él tenerme a solas donde pudiera realizar su magia negra.
Aparentemente tampoco le fue tan difícil para él traerte aquí.

—No, no lo fue —admitió Odette—. Pensé que era mi amigo.

Odile se rió.

—Por favor, dime que no le dijiste esas palabras a él, que era tu amigo.

Odette asintió.

—Lo hice.

—Bueno, eso selló tu ataúd, ¿no?

Odette pareció pensativa.


39
Página
—Supongo que lo hizo. No tenía ni idea de que se sentía tan…
fuertemente atraído a mí.

—Entonces eres una tonta y ciega —dijo Odile—. Benno ha estado


enamorado de ti por años. Odiaba que estuvieras con Víctor. Una vez
que Víctor se fue, vio eso como su oportunidad.

Odette asintió.

—Y ahora Víctor volvió.

—Ahora Víctor volvió —dijo Odile, su vientre emocionándose ante el


pensamiento—. Si tuviera que adivinar, diría que le dijiste que todavía
amas a Víctor.

—No tuve la oportunidad —dijo Odette.

—Así que, ¿lo estás? Quiero decir, ¿todavía lo amas? —preguntó Odile,
forzando su voz a mantener la calma.

—Creo que sí.

Odile se sonrojó cálidamente ante las palabras. Podía entender cómo


se sentía Benno, incluso si no estaba de acuerdo con sus acciones.

—Odile, ¿por qué tú? ¿Por qué te hizo esto?

Odile se rió bruscamente.

—Querida hermana, práctica. Nada más.

—¿Práctica? —Odette negó con su cabeza, sorprendida—. ¿Por mí,


quieres decir?

Odile asintió.

—Sabía que solo fui una práctica, pero no sabía que era por ti. Odette,
Benno está loco. Eso es algo que necesitas tener siempre en cuenta
cuando estás tratando con él.

—No tenía ni idea de que tenía la capacidad para hacer algo tan
dramático como esto.

—Puede hacer un montón de cosas de las que nadie sabe. Todos


pensábamos que podía sacar un conejo de un sombrero y nada más.

—Entonces —dijo Odette, rozando sus manos juntas y mirando


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alrededor—. ¿Cómo vamos a salir de aquí?


Página
—No lo hacemos —dijo Odile—. Ya oíste lo que dijo. Si no estamos aquí
cuando el sol se asome, seremos cisnes para siempre.

—¿Sabes si eso es verdad?

—No estoy dispuesta a probarlo. ¿Tú quieres hacerlo?

Odette sonrió sombríamente.

—Buen punto. De acuerdo, pero ahora somos humanas. Entonces, ¿por


qué permaneces aquí durante la noche?

Odile se encogió de hombros.

—Benno está aquí la mayor parte del tiempo. Mantiene una muy
estrecha vigilancia sobre mí. Pero déjame preguntarte esto: ¿A dónde
vas a ir? ¿Solo vas a presentarte en la ciudad cada noche, y luego
desaparecer antes que salga el sol, sin ninguna explicación de a dónde
vas o dónde te encuentras durante todo el día? ¿Honestamente crees
que alguien va a creer que estás bajo un hechizo que te convierte en
un cisne cada día? E incluso si lo vieran, ¿quieres arriesgar a alguien a la
ira de Benno?

—Bien, está bien, lo entiendo. —Odette no se veía feliz, caminando de


un lado para el otro—. Pero, tiene que haber algo que podamos hacer.

Odile negó con su cabeza, dejándose caer para sentarse sobre una
roca cercana.

—La típica Odette. Pensando que puede solucionar cualquier


problema.

Odette se detuvo y fue hacia Odile, agachándose frente a ella. Agarró


sus manos.

—Me odias, ¿verdad? —preguntó en voz baja.

Los hombros de Odile cayeron.

—No. No es que no lo haya intentado. Parece que es imposible odiarte,


lo cual solo me hace quererlo aún más.

Odette le sonrió a su hermana.

—Odile, no tienes nada que envidiarme. Somos hermanas. Te quiero.

—Tú me quieres —dijo Odile—. Todo el mundo te quiere, y me ignora.


41
Página
—Eso no es verdad —argumentó Odette.

—Es verdad —dijo Odile—. Simplemente no puedes verlo porque es


parte de quién eres ver siempre lo bueno. Por cierto, eso es muy
molesto.

Odette se echó a reír.

—Lo siento. Trataré de no ser tan molesta.

—No, no lo harás —dijo Odile con una sonrisa—. No puedes evitarlo.


Pero eso está bien, porque es lo que eres.

Odette la abrazó, luego se levantó.

—Entonces, ¿qué quiere Benno con nosotras?

Odile también se levantó.

—Sé lo que quiere de mí, y tengo una idea bastante clara de lo que
quiere de ti.

—Por favor, si sabes algo, comparte —dijo Odette.

—Quiere que te enamores de él.

—¿Y convirtiéndome en un cisne, alejándome de todos los que conozco


y aprecio es la manera para hacer eso? —gritó como si fuera golpeada
por un pensamiento. Giró hacia Odile con ojos horrorizados—. ¿Qué
pasa con mamá? Va a estar frenética ahora que desaparecí también.

—¿Puedo preguntarte algo? —Odile se retorció las manos—. Cuando


desaparecí, ¿mamá pensó que me habían secuestrado? —Cuando
Odette no dijo nada, Odile bufó—. Por supuesto que no. Ella pensó que
me escapé. ¿Incluso me buscó?

—En su defensa, te has escapado antes. Así que no es completamente


fuera del reino de la posibilidad que lo hicieras de nuevo. —Odette
tomó el brazo de Odile—. Ella te ama, Odile, pero no tiene los recursos
para buscarte. Tú sabes eso.

Odile asintió.

—Creo que si se tratara de mí, movería cielo y tierra para buscar a mi


hijo. Tal vez no, si esa niña fuera yo, quien tiene antecedentes de huir. —
Se secó una lágrima con enojo—. Apuesto a que va a empezar a
42

buscar ahora.
Página
Odette negó con la cabeza.

—Tienes que dejar de esperar que la gente te defraude. Tienes que


dejar que la gente te quiera.

—Bueno, déjame contarte acerca del trato que hice con Benno,
hermanita, y vamos a ver cuánto me amas, entonces. —Odile se giró
lejos de Odette—. Benno prometió liberarme de la maldición si le ayudo.

Ella se volvió de nuevo hacia Odette, quien estaba a varios metros de


ella, esperando.

—Todo lo que tengo que hacer es pretender ser tú.

—Pretender ser yo —repitió lentamente—. ¿Por qué?

—De ese modo Víctor no sabrá que te ha perdido. Y entonces Benno se


queda contigo.

Ella vio como la expresión de Odette cambió de confusión, a


comprensión, a pura rabia. El rubor se extendió desde su cuello y los
puños se apretaron.

—¡Quedarse conmigo! —explotó—. ¿Quedarse conmigo? ¡Como si


fuera su propiedad! —Ella dio un grito de frustración—. ¿Quedarse
conmigo aquí para siempre? ¿Como su propia mascota personal?
¿Cómo aspira hacer eso?

—Mediante el uso de la magia. No olvides nunca con quién estás


tratando —dijo Odile.

La ira de Odette se desinfló. Las lágrimas llenaron sus ojos.

—Tiene que haber una manera. —Su mirada se dirigió a Odile—. Espera,
¿qué fue lo que dijiste? Que Víctor no sabrá que me ha perdido.

Odile se encogió de hombros.

—Benno quiere que pase el tiempo con Víctor mientras soy humana.

—No lo entiendo.

—Él va a hacer que me parezca a ti. Víctor va a pensar que soy tú.

—Eso es… enfermo. E incorrecto. —Se quedó mirando a Odile—. ¿Estás


pensando en hacerlo?
43

Odile se encogió de hombros.


Página
—Y cuando levante la maldición, si es que puede, es decir, ¿entonces
qué?

Odile miró hacia otro lado.

—Entonces consigo ser tú.

—¿Por qué? —Los ojos de Odile volvieron a Odette ante la pregunta


torturada.

—Porque entonces todo el mundo me amará —dijo Odile.

—Te refieres a Víctor.

—Sí, Víctor me amará.

—Odile, él no te amará, amará a quién él piensa que soy yo.

—Sí, bueno, tal vez eso es lo suficientemente bueno.

—Pero no puedes…

—Espera —dijo Odile, sosteniendo una mano en alto—. Benno está en su


camino de regreso. —Se acercó rápidamente junto a Odette,
tomándola de la mano con urgencia—. Por favor, Odette, sea lo que
sea que está pasando o que pase, no le digas que te dije de su plan. No
lo hagas enojar.

Podía ver que Odette todavía tenía muchas preguntas sin respuestas,
pero ella asintió con fuerza. Odile estuvo agradecida por primera vez de
la bondad innata de Odette.

44
Página
Víctor

L
a frustración llenó a Víctor. Cada posible pista sobre Odile era nada
más que un callejón sin salida. Esperaba obtener algo de Odette
esta noche cuando se encontraran. Su corazón se iluminó ante la
idea de volver a verla. Casi la había besado el otro día. Si bien parte de
él deseaba haberlo hecho, estaba en cierto modo contento de no
hacerlo. Tenía que darle tiempo para pensar en ello, en él, antes de
besarla. Quería que ella estuviera segura de él cuando lo hiciera.

En lugar de ir por ella, se encontrarían en el claro del bosque, el lugar


secreto de cuando eran niños, junto con Benno y Odile. Una vez que se
habían hecho adultos, el claro se convirtió en un lugar para que él y
Odette se reunieran a solas.

Silbó mientras caminaba hacia el claro. Solo esperaba leer sus señales
correctamente, que su deseo de reunirse con él aquí fuera una señal
positiva. Cuando llegó, se detuvo y sonrió. Odette había armado un
picnic a la luz de las velas. Se sentaba en la manta de espaldas a él.

—Odette —dijo en voz baja.

Ella saltó, asustada, girándose hacia él. Pareció nerviosa cuando se


levantó y se encaró a él.

—Víctor —dijo—. Es bueno verte.

Él sonrió.

—Solo han pasado un par de días. ¿Me extrañaste tanto?

Odette se rió con incertidumbre.

—Oh, cierto. Lo siento.

—Oye —dijo Víctor, dando un paso más cerca de ella—. ¿Está todo
bien?

Ella se rascó el cuello.


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—Sí. Bien.
Página
Víctor puso las manos sobre sus brazos, frotándolos suavemente.

—¿Estás segura?

De repente, se lanzó a sus brazos, aferrándose fuertemente a él, casi


con desesperación. Víctor envolvió sus brazos a su alrededor. Apoyó la
mejilla en la parte superior de su cabeza, respirando el aroma de su
cabello. Alzó la cabeza de golpe.

—¿Cambiaste… de champú o algo así?

—No, ¿por qué? —preguntó ella, sus palabras amortiguadas contra su


pecho.

—Por nada —dijo lentamente. ¿Cómo podía explicar que no olía


correcto?—. Es solo… nada.

Él la apretó.

—¿Quieres compartir lo que está pasando contigo? No es que no


aprecie un buen abrazo, pero pareces triste.

Ella negó con la cabeza contra su pecho.

—Estoy preocupada… por… Odile. —Sus palabras fueron vacilantes.

Víctor se inclinó hacia atrás para poder mirarla. Ella lo miró, y luego
apartó la mirada. Él puso un dedo debajo de su barbilla e inclinó su
cabeza de vuelta para que así ella lo mirara. Él entrecerró los ojos. En la
oscuridad, sus ojos parecían… diferentes.

—Probablemente no tengo que decirte esto —dijo—. He estado


buscando por ella.

Todo el rostro de Odette cambió, iluminándose.

—¿En serio?

—Sí. Tu mamá me lo pidió.

—Oh. —Su rostro se ensombreció un poco. Entonces—: ¿Mi madre te


pidió que buscaras por m… quiero decir, Odile?

—Por supuesto. Creo que está tratando de ocultarte lo preocupada


que está por Odile. Ella sabe que hay una buena probabilidad que
Odile escapara. Solo quiere asegurarse que está bien, que está a salvo
y feliz donde quiera que esté.
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Página
—Vaya —suspiró Odette—. No tenía idea que le importaba tanto.

Las cejas de Víctor se fruncieron.

—Ella es su hija, Odette. ¿Por qué no le importaría?

Odette parpadeó como si despertara.

—No quise decir que no lo hiciera. Quiero decir, sé que ella lo hace. Por
supuesto que sí. ¿Cierto?

—¿Segura que estás bien? —Odette estaba actuando de manera


extraña.

—Sí, estoy bien. Lo prometo. —Ella le sonrió, pero todavía había algo
raro en ella. Víctor no podía descifrar lo que era—. ¿Quieres comer? —
preguntó ella, agitando su mano hacia una cesta de picnic.

—Sí, vamos a comer —dijo.

A lo largo de la cena, hablaron sobre todo de cosas que hicieron juntos


como niños con Odile. Víctor tenía la sensación de que Odette
extrañaba a Odile particularmente de más esta noche y necesitaba
hablar de ella. Supuso que tenía que ver con el colapso de su madre la
noche anterior. Pero sí encontró extraño que ella siguiera sondeando
acerca de cómo él se sentía acerca de Odile. ¿Estaba celosa? A su
juicio, besarla le aseguraría que no tenía nada de qué preocuparse,
pero el momento nunca se sintió del todo bien.

47
Página
Odile

O
dile tenía que admitir estar decepcionada que Víctor no la
hubiera besado cuando ella lo dejó después de su cena con
velas en el bosque. También se sintió aliviada. Por mucho que
se había pasado la vida deseando que la besara en lugar de a Odette,
se sentía mal hacer que la besara creyendo que era Odette. Por ahora,
al menos.

Se acercó a su casa poco a poco. Había pasado solo semanas, aun así
se sentía como años desde que había estado aquí.

Se detuvo en las sombras de los árboles en el borde de la propiedad,


mirando fijamente. Mientras observaba, la puerta principal se abrió y
Rosie emergió al patio, seguida por su madre.

Odile sintió un puñetazo en las entrañas cuando vio a su madre. No se


dio cuenta de lo mucho que la echaba de menos hasta que la vio.

Rosie olfateó por todo el suelo, y luego su cabeza se alzó cuando olió a
Odile. Ella trotó hasta Odile, jadeando sonidos de felicidad. Odile se
dejó caer de rodillas, abrazando a Rosie. Levantó la vista hasta su
madre, sonriendo.

—Deja a Rosie pensar que no te ha visto en semanas en lugar de solo


desde temprano —dijo su mamá—. ¿Cómo estuvo tu cita con Víctor?

Odile se acercó a su madre, envolviéndola en un abrazo.

—Caray. —Su mamá se rió—. No me quejo, Odette, pero, ¿de qué va


esto? —Ella apretó a Odile—. ¿Está todo bien con Víctor? ¿Ustedes dos
pelearon?

Odile se rió, liberando a su madre.

—No, estuvo bien, mamá. Solo quería abrazarte. Sabes que te quiero,
¿cierto?

—Por supuesto que lo sé —dijo ella—. ¿Te sientes bien?


48
Página
Sonaba igual que Víctor. Odile se dio cuenta que podría no estar
haciendo esto tan bien como debería.

—Estoy bien. ¿Podríamos entrar?

Entraron en la casa, y Odile miró a su alrededor con avidez. Todo lucía


igual que cuando se había ido, el sofá desgastado con la horrible
manta en la parte posterior, la mesa de café donde ella y Odette
habían derramado esmalte removiéndolo hasta que se desvaneció, la
plana alfombra de color beige, la habitación acaparada por el piano y
sin embargo, de alguna manera se sentía diferente, mejor.

—Mamá, Víctor me pidió que te dijera que todavía no ha oído nada


acerca de Odile.

Ella miró de cerca a su mamá. Su madre se estremeció, su rostro


decayendo con las palabras.

—Oh. No sabía que sabías acerca de eso. No quería que te dijera en


caso de que no averiguara nada.

—¿Esto es realmente importante para ti?

—Por supuesto, Odette. Lo sabes. La echo desesperadamente de


menos.

Odile se limitó a asentir, abrumada. Realmente creía que no sería


extrañada si se marchaba, no es que se hubiera ido por su propia
voluntad, por una vez.

—Te quiero, mamá.

Su mamá le sonrió.

—También te quiero, cariño.

Odile se sentó junto a su mamá en el sofá, viendo la televisión durante


un tiempo antes que su madre anunciara que se iba a la cama.

—Solo voy a ducharme antes de irme a la cama —dijo Odile.

Se puso de pie bajo el chorro caliente, deleitándose en la sensación. Lo


había extrañado desde que Benno se la había llevado.

Las lágrimas corrieron por su rostro. Se había equivocado, todo este


tiempo se había equivocado tanto sobre su madre como su hermana.
49

Ella podría haber pasado su vida aceptando su amor y estar a la altura


Página
del potencial que creían que tenía. En cambio, no había sentido nada
más que autocompasión y las había culpado de ello en su lugar.

Salió de la ducha, envolviendo una toalla alrededor de sí misma. Se


movió frente al espejo empañado y lo limpió para despejarlo, mirando
su reflejo. Con la magia de Benno, parecía casi idéntica a Odette. Vio
algunas diferencias, como la forma en que sus ojos se curvaban hacia
las esquinas solo un poco más que los de Odette, o cómo sus pómulos
se asentaban solo un poco más abajo, o que su labio inferior no era tan
lleno, y sus ojos no reflejaban la misma alegría y felicidad que Odette.
Solo alguien que había estudiado obsesivamente estas diferencias
durante toda su vida podría detectarlas. Su magia había engañado
incluso a su propia madre.

—Eres un verdadero personaje —le susurró a la extraña en el espejo.


Como si las palabras hicieran su decisión, se puso de pie derecha,
secándose con la toalla y vistiéndose. Había hecho mucho mal en el
pasado, pero podía arreglar eso ahora. Ella arreglaría eso ahora.

50
Página
Benno

B
enno se paseaba con impaciencia cerca del borde del lago. Miró
hacia el cielo. El menor grado de cambio era evidente. La luz del
día llegaría pronto, y Odile no había regresado.

Odette se sentaba en furioso silencio sobre una gran roca cercana. La


había atado al lago anoche cuando Odile se fue para tener su cita con
Víctor. Eso la había enfurecido a tal punto que gritó y arremetió contra
él hasta que la había silenciado y luego atado a la roca donde no
podía hacer otra cosa que mirarlo. Él estaba sin duda contento que no
tuviera el poder que él tenía o estaría convertido en polvo para ahora.

—Si tu hermana no regresa pronto, no puedo hacer ninguna promesa


sobre lo que podría pasar con ella —le dijo a la silenciosa y furiosa
Odette.

Lanzó otra mirada de preocupación al cielo cuando escuchó su


llegada, rápida. Odile irrumpió en el claro, sin aliento.

—¿Dónde has estado? —exigió Benno.

—Lo siento —exhaló, sosteniendo su pecho—. Estoy aquí ahora.

El cielo se iluminó aún más mientras Odile se despojaba rápidamente de


la ropa que Benno le había traído. Benno se volvió hacia Odette y agitó
una mano, liberándola. Ella surgió de la roca.

—¡Cómo te atreves! —dijo entre dientes—. No tienes derecho a


obligarme a quedarme aquí, y atraparme en esa roca toda la noche.

Benno levantó una ceja, sonriendo. Echó un vistazo a su vestido.

—No tengo otro vestido, Odette.

Él miró significativamente al cielo.

Odette dejó escapar su frustración, dirigiéndose a zancadas


rápidamente detrás de un arbusto grande donde se quitó su vestido
mientras comenzaban a surgir las primeras chispas. Benno sonrió. La
51
Página
modestia de Odette todavía se sostenía a pesar de sus circunstancias.
Momentos más tarde, un cisne blanco salió de detrás del arbusto,
fulminándolo con la mirada antes de deslizarse en el lago.

Benno las observó a ambas durante un rato largo, los cisnes blanco y
negro. Su gracia nunca dejaba de impresionarlo mientras se deslizaban
sin esfuerzo a través del agua. Nadaron cerca una de la otra, nunca lo
suficientemente cerca como para tocarse, nunca reconociendo a la
otra.

—Bueno, las veo esta noche, señoritas —llamó Benno mientras los rayos
del sol caían sobre su espalda. Se fue a su casa, con la intención de
dormir unas pocas horas antes de regresar al lago para continuar sus
juegos con las hermanas Pinter y su mejor amigo Víctor.

52
Página
Odile

O
dile observó de cerca a Odette. Se habían transformado de
nuevo en su forma humana sin Benno allí por primera vez desde
que él había maldecido a Odile. Ella necesitaba presentarle su
plan a Odette, pero su hermana tenía paredes tan fuertes que eran casi
visibles. Estaba furiosa con Odile por su parte en el plan de Benno, o más
bien, solo por la parte donde Odile se iba para tener una cita con Víctor
mientras fingía ser Odette.

—Odette, tenemos que hablar rápidamente, antes que Benno regrese


—dijo finalmente.

—¿Sobre qué? —preguntó Odette—. ¿Acerca de la forma en que estás


ayudando a Benno a engañar a Víctor? ¿O cómo le estás ayudando a
mantenerme atrapada aquí?

—No —dijo Odile—. Acerca de cómo llegar a salir las dos de aquí.

—Has estado aquí durante semanas —dijo Odette—. En ese tiempo ni


siquiera pudiste encontrar la manera de hacernos saber que estabas
bien. Pero ahora, de repente tienes un brillante plan para sacarnos de
aquí.

—Escucha —dijo Odile urgentemente—. No tenemos mucho tiempo. Él


va a querer que vaya con Víctor de nuevo, y no voy a tener elección,
pero si cambiamos de ropa, puedes ir tú.

—¿Qué? —Odette miró Odile, su atención atrapada.

—Benno nos hizo lucir igual. Incluso mamá no pudo notar la diferencia.

—¿Viste a mamá?

Odile tragó saliva y asintió.

—Cambiemos vestidos, Odette. Ahora, rápidamente.

Odette alcanzó el lazo que mantenía su vestido en su lugar cuando


Odile alzó una mano. Era obvio por la expresión del rostro de Odette
53
Página
que sabía exactamente por qué Odile la detuvo. La presencia de
Benno era como una presión en las dos, una profunda sensación en sus
venas que vibraba con un pulso, descontento y oscuro.

—Mañana por la noche —dijo Odile rápidamente—. Cuando


cambiemos necesitas estar de pie justo junto a mí.

—Por qué iba a querer… —Odette cerró la boca de golpe cuando


Benno apareció a la vista.

54
Página
Benno

B
enno estaba sorprendido por el cambio. Los dos cisnes nadaban
muy cerca, mirándose el uno al otro. No podía discernir su
intención, si había alguna. Quizás Odette finalmente se dio cuenta
de su situación y se apoyaba en su hermana para hacer más fácil la
transición. Realmente no tenía ni idea. Nunca había entendido por qué
las mujeres hacían lo que hacían.

A medida que la luz empezaba a desvanecerse, nadaron junas hacia la


orilla. En sincronización, salieron del lago juntas, caminando a la orilla,
todavía lado a lado. Esto despertó el interés de Benno. En noches
anteriores siempre habían estado separadas mientras se transformaban.
Él se enderezó para ver si se quedaban juntas, mientras se
transformaban, qué pasaría si lo hacían.

El resplandor que resultó de ellas juntas y tan cerca mientras


cambiaban, pareció quemar sus ojos detrás de sus párpados. Trató de
mantener los ojos abiertos para ver la conversión, pero no pudo.
Cuando la luz se apagó, ambas eran humanas, recogiendo sus vestidos
de la tierra y tirando de ellos sobre sus cabezas.

—Eso fue glorioso —dijo Benno entusiasmado, alzando un puño en el


aire.

Odette y Odile se miraron entre sí, sin decir nada. Benno se acercó a
ellas, los ojos fijos en Odette.

—¿Vas a ser una buena chica hoy, Odette, y no me obligarás a que te


ate en algún lugar una vez más?

Odette apretó la mandíbula con fuerza, luego dio una pequeña


inclinación de cabeza. Ella se apartó de él, caminando hasta sentarse
debajo de un árbol. Benno volvió su atención a Odile.

—¿Cómo van las cosas con Víctor, Odile? Te estás tomando tu dulce
tiempo con él.
55
Página
—Estoy haciendo todo lo que puedo, Benno. Si voy con demasiado
entusiasmo, será sospechoso.

Benno asintió.

—No estás utilizando todas las artimañas derramadas sobre ti, Odile. Él
cree que eres Odette. Todo lo que tienes que hacer es decirle que lo
amas y va a caer a tus pies.

Odile tragó, luego colocó una mano sobre el brazo de Benno.

—Ten paciencia.

Benno se inclinó más cerca, sus ojos oscureciéndose.

—No soy conocido por mi paciencia. Avanza, Odile.

Odile asintió y Benno le entregó la ropa para cambiarse desde el


armario de Odette. Ella la tomó de él y se alejó, manteniendo su vestido
puesto hasta que se perdió de vista donde luego lo arrojó de nuevo
hacia el claro.

Benno miró a Odette, quien vio el intercambio en silencio. Benno negó


con la cabeza hacia ella con una sonrisa.

—¿Por qué hace eso? —preguntó de forma redundante—. La he visto


cambiarse muchas veces, y sin embargo, cuando se pone la ropa de
calle se esconde. Extraño, ¿no te parece?

—Tal vez está tratando de conservar la poca dignidad que puede —dijo
Odette.

—“Dignidad” y “Odile” no son dos palabras que pertenecen en la


misma oración.

Odette no dijo nada, solo se giró para mirar a través del lago.
56
Página
Odette

O
dette mantuvo un ritmo normal hasta que sintió que estaba a
salvo lejos de Benno, entonces echó a correr.

Corrió hasta que una punzada en su costado la obligó a reducir


la velocidad. Tomó unas cuantas respiraciones profundas antes de
continuar su viaje. Miró hacia atrás en la dirección que había venido por
primera vez. No se habría sorprendido de ver a Benno justo detrás de
ella.

Ella todavía estaba aturdida por las acciones de Odile mientras estaban
sumidas en el resplandor donde recuperaron sus formas humanas. Ella
había agarrado a Odette y cambiado lugar con ella justo antes que
Benno pudiera ver.

Ambas habían contenido la respiración, esperando a ver si él se daba


cuenta. No lo hizo.

Le preocupaba que Benno y Odile hubieran diseñado el juego para


atraparla de alguna manera, pero si esto solo le daba una última
oportunidad de ver a Víctor, se arriesgaría. Odile parecía diferente
desde su visita a la ciudad haciéndose pasar por Odette. No habían
tenido tiempo para hablar, así que no estaba segura todavía de lo que
pasó.

Odette no tenía ni idea de si Víctor la esperaba, o incluso de su


paradero, por lo que se dirigió a su casa. De pie frente a la gran
estructura semejante a un palacio que él llamaba su hogar, tomó un
respiro. Ella nunca estuvo a gusto aquí. Sólo hacía hincapié en la brecha
entre ellos.

La familia de Víctor era extremadamente rica. Su padre gobernaba el


condado, pero su dinero provenía de la familia de su madre. Ella nunca
dejó que Odette olvidara eso: que estaba por debajo del estatus de
Víctor. Odette deseó poder argumentarlo. Sin embargo, no parecía
importar. O por lo menos, hubo un momento en que no importaba.
57
Página
Víctor la amaba ferozmente a pesar de su falta de dinero. Solo
esperaba que él todavía lo hiciera.

Tocó el fuerte y pomposo timbre, esperando a través de los tonos largos


a que la puerta fuera abierta por su criada, Meredith. Ella había estado
con la familia Siegfried tanto tiempo como Odette recordaba y cuando
ella abrió la puerta, escaneó a Odette con desagrado.

—¿Sí? —preguntó, como si no supiera exactamente quién era Odette o


por qué estaría de pie en su puerta.

—¿Víctor está en casa, Meredith?

Meredith dio un paso atrás, y Odette entró en el cavernoso vestíbulo de


entrada.

—Espera aquí —dijo Meredith, dejándola sola.

Odette se detuvo en la sala recóndita, esperando. Hubo un tiempo en


que simplemente hubiera corrido por las escaleras hacia el ala norte y la
habitación de Víctor. Ya no tenía ese derecho.

—Bueno, hola, Odette.

Odette levantó la vista al oír el sonido de la voz de la madre de Víctor.

—Oh, hola, señora Siegfried.

—No te hemos visto por aquí desde hace algún tiempo —dijo.

Como de costumbre, la señora Siegfried estaba vestida con una


camiseta, el cabello y el maquillaje perfectamente en su lugar. Odette
se sintió positivamente desaliñada a su lado. Ella sabía que la madre de
Víctor quería que él estuviera con alguien que considerara más
apropiado que Odette. Estaba segura que la señora Siegfried esperaba
que su partida a la universidad podría lograr que él hallara a alguien.

—¿Víctor está esperándote? —preguntó la señora Siegfried.

—No —respondió Odette con sinceridad.

—Pero estoy seguro que me alegro de verla —dijo Víctor mientras


entraba en la habitación.

La sonrisa de Odette se extendió por su cara. Ella había sospechado


que lo amaba, pero ahora, a sabiendas de lo frágil que estaba su vida
58

en control de Benno, se dio cuenta que había sido tonto tratar de


Página
luchar contra ello. Debería haberle dicho la primera vez que se presentó
en su casa cuando él regresó. No importaba si la quería de vuelta, a
pesar de que sería bueno si lo hiciera. Pero debía decirle ahora, antes
que Benno se la llevara y no pudiera.

Víctor llegó a Odette. Una extraña expresión cruzó su rostro, como si


estuviera tratando de descifrar algo. Él le dio un rápido abrazo, y ella
podría haber jurado que olió su cabello. Le tomó la mano y se volvió
hacia su madre.

—Volveré más tarde —dijo, dirigiendo a Odette a la puerta principal.

—¿A dónde vas? —farfulló su mamá.

Víctor sonrió hacia Odette.

—Eso no importa.

Salieron de la casa de una furiosa señora Siegfried. Odette se echó a


reír.

—¿Víctor, estás tratando de hacer que tu madre me odie por


completo?

—Odiará a cualquiera que ame, sin importar quién sea —dijo.

Odette dejó de caminar, haciendo que Víctor parara de golpe puesto


que todavía sostenía su mano.

—¿Qué? —preguntó, con una expresión que reflejaba su confusión.

—¿Cualquier persona que ames? —preguntó ella en voz baja—. ¿Qué


significa eso?

Él abrió la boca y luego miró hacia la casa frente a la que se


encontraban.

—Ven conmigo —dijo, conduciéndola por un lado de la casa. Él la llevó


al gran granero que albergaba a Fuego y Hielo, junto con varios otros
caballos. Víctor tomó su otra mano, volviéndose hacia ella
plenamente—. Sé que no quieres oír esto —dijo—. Lo has dejado claro, y
sé que tú…

—Te amo, Víctor.

Su boca se abrió.
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—¿Qué?
Página
—Es cierto —dijo—. Te amaba cuando te fuiste, te amaba cuando
estaba bastante segura que estabas con alguien más, te amaba todo
ese tiempo que no estuvimos escribiéndonos. Cuando regresaste a casa
y te vi, te amé aún más. Siempre te he…

La boca de Víctor se estrelló contra la de Odette, sus brazos


envolviéndose alrededor de su cintura, sosteniéndola con fuerza contra
él. Odette respondió de inmediato, con los brazos alrededor de su
cuello, abrazándolo tan de cerca como ella se había imaginado
sosteniéndolo desde el día en que se fue. Él tensó los brazos, levantando
sus pies del suelo mientras profundizaba el beso. Cuando finalmente
desaceleró el beso, dejándola deslizarse contra su cuerpo hasta que sus
pies tocaron el suelo, Odette estaba sin aliento.

Víctor alzó su boca, sonriendo hacia ella.

—Te amo, Odette, como no puedes imaginar.

La besó de nuevo entonces, más suavemente, su boca moviéndose


suavemente contra la de ella.

Cuando él se apartó, mirándola a los ojos, dijo:

—Hay algo diferente en ti hoy.

—¿Qué quieres decir?

—Anoche estuviste… olvídalo. No importa.

—No, dime —dijo Odette. Ella tenía curiosidad acerca de lo que diría de
la versión de Odile de sí misma.

—Solo estuviste diferente, eso es todo.

—¿Diferente bueno o diferente malo? —No estaba segura de por qué


no podía dejarlo ir, excepto por los celos quemando en su vientre ante
el pensamiento de Víctor con Odile. Se preguntó si él había besado a
Odile como la había besado a ella.

—Tú fuiste… no tú misma. No puedo explicarlo, Odette.

Odette sabía que tenía que estar contenta con esa respuesta, a pesar
de que realmente quería hacer palanca para obtener más información.
Sin embargo, ¿cómo podría, sin explicar la verdad? La verdad no era
algo que pudiera compartir con Víctor. Tenía miedo de lo que iba a
tratar de hacerle a Benno, y lo que Benno le haría entonces a Víctor.
60
Página
Había visto demasiado del poder de Benno para someter a Víctor al
peligro que representaba.

***

Eran las primeras horas de la mañana, cuando Odette regresó al lago,


cambiándose de nuevo al vestido negro. Se había quedado con Víctor
tanto tiempo como pudo sin que pareciera extraño. Prometió que
volvería a verlo mañana por la noche después de que saliera del
trabajo. Pero, ¿qué pasaría cuando Víctor descubriera que no estaba
yendo a trabajar? ¿Cómo iba a explicar el por qué?

Ella decidió cuestionar a Benno sobre eso, como “Odile”. Ella entró en el
claro para ver a Benno y Odile hablando, todavía sentada cerca del
árbol. Sus sospechas inmediatamente alcanzaron su punto máximo.
Mientras se acercaba, vio lágrimas en los ojos falsamente azules de
Odile.

—¿Está todo bien? —preguntó.

—Por supuesto que no —dijo Odile de forma petulante—. Benno me


retiene aquí, mientras tú consigues jugar a ser yo y estar con Víctor.

Benno suspiró y se levantó.

—Tu hermana no es exactamente una persona paciente, ¿verdad? —le


dijo a Odette.

Odette no contestó, pero en su lugar preguntó:

—¿Qué va a pasar cuando Odette no se presente a trabajar, Benno?

Benno sonrió.

—Otra hermana impaciente. No te preocupes, Odile. Ya me he


encargado de eso.

—¿Cómo? —preguntó con suspicacia.

—Ninguno que trabaje en ese horrendo lugar será capaz de decir que
has estado ausente. De hecho, todos van a jurar que estuviste allí
porque en sus mentes habrás estado. Cuando te quite la maldición,
podrás tomar el lugar de Odette.

Odette miró más allá de él y vio la mirada de ligera aversión en la cara


de Odile. Al recordar que se suponía que era Odile, rápidamente copió
61

la misma expresión.
Página
—¿Por qué, en el mundo, querría trabajar allí, Benno?

—Entonces renuncia, como sea. Solo recuerda que tienes que seguir
convenciendo a Víctor que eres Odette.

Odette mantuvo su rostro sereno a pesar de la agitación interior. Benno


miró al cielo.

—Ya no tienen mucho tiempo, chicas.

Odette corrió hacia el árbol donde estaba sentada Odile. Tenían que
estar juntas cuando cambiaran o Benno descubriría su artimaña. Odile
se puso de pie, y mientras Odette se iba a esconder detrás del árbol
para cambiar, Odile levantó una ceja, recordándole que estaban
jugando un papel. Odette tragó.

Atrajo a Odette a un abrazo, algo inusual para Odile. La razón quedó


clara cuando susurró al oído de Odette:

—Tienes que proteger a Víctor hoy. Encuentra una forma. No hay


tiempo para explicar. —Soltó a Odette y la miró intensamente mientras
el estómago de Odette se sacudía del miedo.

—¿Juntas? —susurró Odile mientras aparecía la primera chispa. Odette


asintió. Chispas comenzaron a silbar con rapidez mientras levantaban
sus manos hacia el nudo en sus escotes. Al aumentar las chispas tiraron
de los lazos, y entonces cuando comenzó el resplandor dejaron caer sus
vestidos al suelo, cambiando de lugares y emergiendo como cisnes.
Juntas se movieron hacia el lago.

—Nunca me canso de eso —dijo Benno. Las observó nadar por un rato
hasta que bostezó—. Bueno, tiempo para dormir un poco, y luego tal
vez lleve a mi mejor amigo a cazar más tarde.

Alarma silbó a través de Odette ante sus palabras. Recordó la


advertencia de Odile sobre protegerlo y todas las piezas cayeron en su
lugar. Benno iba a lastimar a Víctor. Su instinto inmediato fue volar desde
el agua y atacar a Benno, pero luego recordó sus días de estar atada a
la roca. Esperó.
62
Página
Víctor

B
enno llegaría pronto. Víctor decidió practicar tiro al blanco
mientras esperaba. Llevó su arco y su carcaj de flechas hacia el
campo de práctica donde años atrás él y Benno habían
establecido grandes blancos. Habían tenido que reemplazar los
objetivos varias veces a través de los años pero las pilas de fardos de
heno eran las mismas.

Sacó su arco y apuntó. Al soltar la flecha navegó con mortal precisión


directamente hacia la diana. Lo repitió varias veces, y todas las flechas
aterrizaron a un pelo de distancia. Con su carcaj vacío caminó hacia el
objetivo y comenzó a arrancarlas.

Una sombra cubrió el sol y él miró hacia el cielo, colocando la mano


sobre su frente para protegerse los ojos. De repente, se quedó
paralizado. ¿Era un…? ¡Lo era! Un cisne volaba por encima. Una sonrisa
se dibujó en su rostro. Nunca antes había visto un cisne en persona.
¿Qué estaba haciendo un cisne aquí? Debe estar perdido, decidió.

Colocó las tres flechas que había recogido en su carcaj, y se estiró para
alcanzar otra cuando el cisne pregonó. Levantó la vista y se sorprendió
al verlo zambullirse en su dirección, como si fuera a atacar. Buscó a
tientas la flecha en la diana, la colocó en el arco, y lo elevó hacia el
cisne. No quería matarlo. Solo cazaba lo que podía comer. No cazaba
por deporte o trofeos. Tampoco quería quedarse parado mientras lo
atacaba.

Soltó la flecha, golpeando al cisne en el ala izquierda como había


previsto. Hizo un ruido fuerte, indicando dolor, al comenzar a caer desde
el cielo. Mientras miraba, recuperó su vuelo y se alejó, claramente
herido y luchando para mantenerse en el aire.

Víctor siseó por lo bajo. Ahora tendría que perseguirlo y llevarlo al


veterinario. No podía dejar a un animal herido morir en el bosque.
Deslizó el arco sobre su hombro y comenzó a trotar en dirección al
cisne. No quería tener que recorrer el bosque toda la noche cuando
63

podría estar pasando tiempo con Odette.


Página
Víctor rápidamente trepó a un árbol. Observó de cerca al cisne.
Finalmente comenzó a descender, pero era un descenso semi
controlado, como si supiera exactamente dónde aterrizar. Juzgó la
dirección y la distancia antes dejarse caer al suelo.

Le tomó mucho tiempo, pero finalmente llegó al área donde creyó que
había aterrizado el cisne. Se detuvo, escuchando atentamente.
Entonces oyó un bramido lleno de dolor y lo siguió. Cuando el lago
apareció, Víctor parpadeó. Conocía este bosque mejor que casi
cualquier persona pero nunca antes había visto este lago. Se frotó la
cara, pero la aparición se mantuvo intacta.

El cisne blanco herido yacía en el suelo junto a la orilla del agua, siendo
mimado por un cisne negro. Víctor siseó de nuevo. Esto era peor aún.
¿Cómo iba a sacar el cisne blanco de aquí con el negro rondando?
Recogió una roca cercana, pensando asustarlo cuando pasó algo
extraño.

Luz brilló desde el ala del cisne negro. Víctor negó con la cabeza.
Estaba seguro que estaba imaginando cosas… otra luz brilló, esta vez en
el cisne blanco. La mano de Víctor que sostenía la roca lentamente
cayó mientras las luces comenzaron a salir disparadas de los dos cisnes
como si fuera un espectáculo de luces al revés. Cuando las luces se
convirtieron en una bola brillante se vio forzado a mirar hacia otro lado.

Alguien se abrió paso bruscamente a través de los arbustos no muy lejos


de Víctor y él instintivamente buscó una flecha y la colocó en el arco.
Benno irrumpió en la escena, y Víctor bajó el arco. Estaba a punto de
salir cuando volvió a mirar a los cisnes… o más bien a donde los cisnes
habían estado. Ahora había dos mujeres, una con cabello negro
cerniéndose sobre otra con cabello rubio. Se boca se abrió. ¿De dónde
habían salido y a dónde habían ido los cisnes?

—¿Qué le pasó? —exigió Benno mientras se acercaba a las dos mujeres.

—Estoy bien —oyó decir a Odette—. Tráeme mi vestido, Odile.

Conmocionado, Víctor se dirigió hacia ellos. Odile, que se había parado


y vuelto hacia Víctor, lo vio. Sus ojos se ampliaron y miró frenéticamente
hacia Benno. Víctor abrió la boca para hablar mientras ella le devolvía
la mirada, pero fue detenido por la mirada de terror absoluto en su
rostro. Ella levantó una mano y la empujó hacia él, como para indicar
que fuera hacia detrás de los árboles. Él dio otro paso hacia delante y
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ella de repente lo corrió, empujándolo de nuevo hacia los árboles.


Página
—Por favor, te lo ruego —susurró—. Escóndete.

Si no hubiera habido tanto horror en sus palabras y su expresión, podría


haberla ignorado. En cambio, la escuchó y retrocedió hasta que estuvo
escondido.

—¿Qué estás haciendo, Odile? —habló Benno por encima de su


hombro.

—Solo recogiendo nuestros vestidos —dijo Odile mientras recogía un


montón de material del suelo. Con otra mirada de advertencia a Víctor,
se deslizó en su vestido y corrió hacia Benno y Odette.

—¿Qué le pasó? —volvió a exigir Benno—. Tiene un corte en su brazo.

Odile movió a Benno hacia un lado para ayudar a Odette a vestirse.

—Estábamos volando —dijo Odile—. Y golpeó una rama en lo alto de


ese árbol con su ala.

—Estoy bien —dijo Odette mientras se levantaba—. Es solo un pequeño


corte. Y estoy aquí para explicarlo yo misma. No tienes que hablar como
si no estuviera. —Ella, también, miró en la dirección de Víctor, y él vio el
mismo miedo en ella. Quería correr hacia el claro y protegerla, pero
algo en esta situación no estaba bien. Como le habían enseñado
cuando aprendía a cazar, tenía que evaluar antes de actuar. Parecía lo
suficientemente segura por el momento. Entonces vio sangre filtrándose
a través de la manga de su vestido.

—Estoy bien —repitió en voz más alta.

—No tienes que gritar —dijo Benno—. Te escuché la primera vez. Aún
así, tenemos que vendar eso y mantenerlo protegido para que no
contraigas una infección cuando te vuelvas un cisne.

Víctor se sacudió. ¿Un cisne? ¿De qué estaba hablando Benno?


Entonces recordó los dos cisnes, uno blanco y uno negro. El cisne blanco
herido en su ala por su propia flecha. Sus ojos fueron al hombro
sangriento del vestido blanco de Odette. Blanco, como su cabello.
Odile estaba vestida de negro, pero su cabello era del mismo color que
Odette.

¿Benno las había convertido en cisnes? Levantó su arco, esta vez


apuntando directamente el centro de la espalda de Benno.
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—¡No! —gritó Odile.


Página
Víctor supo que las palabras eran para él, así que sostuvo su flecha,
pero siguió apuntando a Benno.

—¿Por qué estás gritando? —exigió Benno mientras envolvía un trapo


alrededor del hombro de Odette.

—Lo explicaré —dijo en voz alta, una vez más para el beneficio de
Víctor estaba seguro—. Bueno… ¿planeas llevarla a la ciudad para
ayudarla, cierto?

—Estás actuando muy extraño, Odile. —Benno suspiró—. Voy a tener


que llevarla a mi casa. No tengo nada aquí con que limpiarlo. ¿Cómo
pueden ser ambas tan descuidadas? ¿Es realmente necesario volar
alrededor?

—Estábamos aburridas —dijo Odette, encogiéndose de hombros y


luego haciendo una mueca de dolor por el movimiento. El estómago de
Víctor se revolvió. Le había hecho esto a ella.

—No puedes llevártela —dijo Odile.

—¿Por qué no? —preguntó Benno.

—Me dijo sobre el encantamiento que colocaste en ella la noche


anterior para que no pudiera salir del lago. Vas a tener que quitarlo.

Benno asintió.

—Cierto. Casi se me olvida. Lo bueno es que me lo recordaste.

Levantó una mano y barrió el área. Luego se dirigió a Odile.

—Dirígete a tu cita con Víctor y yo cuidaré de Odette —dijo.

La cabeza de Víctor se tambaleó. ¿Odile era su cita? ¿Era ella ayer? No,
no podría haber sido. Su arco cayó mientras comprendía que era Odile
a quien había declarado su amor y besado, no Odette.

—Sí —dijo Odile en voz alta, captando la atención de Víctor y Benno—.


Ese es un buen plan. Cuida de Odette y yo encontraré a Víctor.

—¿Por qué estás hablando tan alto? —exigió Benno irritado.

—Es mi culpa —dijo Odette—. Estaba a mi lado cuando me lastimé y no


fui exactamente silenciosa al respecto.

—Es cierto, mis oídos están resonando —añadió rápidamente Odile.


66
Página
—Bueno, baja el tono antes que llegues a Víctor —dijo Benno.

—Está bien —gritó.

Odette se acercó a Odile, colocando una mano sobre su brazo. Habló


como si fuera a Odile, pero su mirada fue encima del hombro de Odile
a donde Víctor se ocultaba.

—Estaré bien —dijo en voz alta, como para compensar el zumbido en


los oídos de Odile—. No me gusta este juego que tu y Benno juegan con
Víctor, pero si no aparezco él me buscará. Y las dos sabemos lo que
Benno prometió si somos descubiertas.

Víctor bajó el arco. Había captado la advertencia con bastante


facilidad. Benno se llevaría a Odette para cuidar de su herida, la herida
causada por el propio Víctor, y él podía hablar con Odile y descubrir
exactamente lo que estaba pasando.

67
Página
Odile

U
na vez que Odile sintió que<| Benno se había ido, agitó su brazo
a Víctor desde su escondite. Él vino a ella con rapidez,
agresivamente.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde está llevando a Odette?

Se dio la vuelta como si fuera a ir tras ellos y Odile le puso una mano en
su brazo. Víctor miró a su mano, luego a ella.

—El otro día en el bosque. ¿Esa eras tú?

Ella asintió.

—¿Y anoche?

Pareció mucho más preocupado por eso, y Odile se preguntó qué pasó
entre él y Odette.

—No, esa era Odette.

Víctor se puso de cuclillas, cabeza en manos.

—Le disparé —dijo tristemente.

—Me pregunté cómo había sido herida, especialmente cuando te vi


con tu arco.

Víctor gimió.

—Todo esto es una pesadilla.

—Dímelo a mí —dijo Odile.

Víctor la miró y se levantó.

—¿Has estado aquí todo el tiempo?

—Sí. Benno me maldijo con convertirme en un cisne cada día hace


meses. He estado atrapada aquí desde entonces.
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Víctor frotó su brazo con simpatía.


Página
—Lo siento, Odile. No me extraña que no pudiéramos encontrar dónde
estabas.

Ella levantó un lado de su boca sarcásticamente.

—¿Quieres decir que nunca pensaste encontrar un sucio lago con un


cisne negro y asumir que soy yo?

—¿Cómo pasó esto? —preguntó Víctor—. ¿Desde cuándo Rothbart


sabe cómo transformar a las personas en cisnes?

—Quién sabe cuánto tiempo ha sido capaz de hacer esto. Siempre ha


sido capaz de hacer un poco de magia —dijo ella.

Era cierto que Benno siempre se había interesado por la magia. ¿Pero
transformar a alguien?

—¿Duele? —preguntó Víctor.

—No. No me duele, pero es molesto tener que nadar en este lago


repugnante y tener la imperiosa necesidad de comer bichos.

—¿Él hará daño a Odette?

—No. —Estaba absolutamente segura de eso—. Pero te hará daño a ti.

—Es mi mejor amigo —dijo Víctor, aunque su tono delataba la duda


detrás de las palabras.

—Benno no sabe lo que significa ser amigo de alguien, Víctor. Tienes


que sacar esa idea de tu cabeza ahora mismo.

Víctor la miró.

—¿Cómo arreglamos esto?

Odile rió sarcásticamente.

—Suenas como Odette.

—Tiene que haber una manera —dijo.

—Él afirma que puede deshacer la maldición, pero en la siguiente


respiración dirá que no tiene el poder. Sé que se está haciendo más
fuerte. Puede forzarnos a ambas a tener que estar aquí. Puede
impedirnos hablar sobre ello. No sé dónde termina su poder. Víctor,
tienes que tener cuidado. Él no dudará en hacerte daño, incluso si eso
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significa hacerle daño a Odette para herirte.


Página
Víctor tomó una piedra y la arrojó con furia contra un árbol,
maldiciendo entre dientes.

—Tenemos que engañarlo, Víctor —dijo Odile.

—¿Engañarlo?

—Si tú te enamoras de mí, él creerá que eso liberará a Odette para


amarlo. Si él piensa que ella lo hace, romperá la maldición.

—¿Sabes lo loco que suena eso? —Tiró una segunda piedra.

—En caso de que no lo notaras, Benno no es exactamente la persona


más cuerda alrededor.

Víctor se giró hacia ella.

—Si hay una cosa que sé sobre Rothbart, es que es inteligente. No va a


creer que me he enamorado de ti, y que esa es razón suficiente para
que Odette lo ame. Debe saber que Odette no es tan voluble.

—¿Tienes una idea mejor? Solo está lo suficiente delirante para que
pueda creerlo.

Víctor dejó escapar un suspiro entre sus dientes, las manos en las
caderas, la frustración en cada línea de su cuerpo.

—Está bien —admitió—. Vamos a tratar y ver si funciona.

—Realmente la amas, ¿no?

Víctor miró a Odile, reacio a responderle.

—Sí, Odile, lo hago.

—Eso es bueno —sonrió—. No voy a mentir y decir que no esperé que las
cosas cambiaran cuando volviste. Supongo que si tienes que amar a
alguien que no soy yo, me alegro de que sea mi hermana. Me alegro
de que tenga a alguien que la ame tanto.

Víctor abrazó a Odile.

—Sabes, eres bastante adorable por tu cuenta cuando quieres serlo.

Odile se echó a reír y luego se puso rígida.

—Está regresando, Víctor. Te tienes que ir, ahora. Rápido.


70

—¿Qué hay de ti?


Página
—Quiero asegurarme que Odette esté bien. Pensaré en algo. ¡Ve!

Víctor corrió hacia donde se había escondido antes. Odile debió haber
sabido que no se iría tan fácilmente. Esperó con nerviosismo a que
Benno y Odette volvieran. Cuando llegaron a la vista, el rostro de Benno
fue de la sorpresa al mirarla ahí a la ira. Odette estaba a su lado, su
brazo libre de vendaje. Odile se apresuró hacia ella, ignorando a Benno.

—¿Estás bien? —preguntó a Odette.

—¿Por qué estás aquí? —exigió Benno, agarrando su brazo y tirando de


ella lejos de Odette.

—Víctor estaba ocupado —dijo Odile—. Al estilo de Odette le dije que


atienda lo que necesitara y que lo vería mañana por la noche.

—¿Ocupado con qué? —preguntó Benno sospechosamente.

—Buscando a Odile —dijo Odile.

Benno se echó a reír.

—Oh, eso es fantástico. Qué tonto bondadoso es.

Odette se erizó, y Odile devolvió su atención a ella. Miró el brazo de


Odette. Una pequeña cicatriz estropeaba su piel, pero ya no había
ninguna herida.

—¿Qué hiciste con ella? —preguntó Odile.

—Limpiarla —dijo Benno.

—Y luego realizó un poco de magia negra para cerrar la herida —dijo


Odette airadamente, claramente no contenta con eso.

Odile le lanzó una mirada de advertencia, pero dudaba que eso


frenara la lengua de Odette. Prácticamente hervía.

—No podemos permitir que se infecte cuando tengas un ala de nuevo


—dijo Benno suavemente.

—Otra posibilidad solo gracias a ti, Benno.

—Ella está enfadada conmigo —bromeó Benno. Odette le lanzó una


mirada que podría derretir a un hombre inferior.

—¿Nos das un par de minutos? —preguntó Odile.


71
Página
—Claro —dijo Benno—. Iré a buscar a mi amigo Víctor y ver si puedo
ofrecerle algunas sugerencias en su búsqueda que lo envíen a la salvaje
persecución de un ganso… ups, mi error. A la salvaje persecución de un
cisne.

Odette y Odile le lanzaron miradas asesinas, que solo parecieron


entretenerlo. Él prometió que estaría de vuelta a tiempo para ver su
transformación y luego puso un hechizo en la zona para mantenerlas
allí.

72
Página
Benno

L
a noche del baile de bienvenida a casa de Víctor había llegado.
Benno se sentía particularmente triunfal. Odile estaba teniendo un
gran éxito con Víctor en su papel de Odette. Odette, al pasar una
gran cantidad de tiempo a solas con Benno, se suavizó con él. Ella
pareció haberse dado cuenta que él era su futuro, ya sea
voluntariamente o no, y había elegido lo primero.

Él había hecho un trato con Odile del que Odette no estaba al tanto. Si
esta noche, en el baile, Víctor proclamaba públicamente su amor por
Odile, él la liberaría de la maldición, como ella lo llamaba. No tenía la
menor duda de que ella tendría éxito.

Porque temía la interferencia de Odette, y la asistencia de él al baile era


obligatoria, la había atado al lago sin decirle a ninguna de las dos lo
que hizo. Tenía que estar seguro que Víctor le proclamara su amor a la
hermana correcta.

—¿Nervioso, Siegfried? —le dijo a Víctor, quien estaba sentado


casualmente en una silla, con una pierna colgada del brazo de la
misma.

—¿Parezco nervioso? —preguntó Víctor.

—Yo estoy nervioso —dijo Benno—. Cada vez que tu madre lanza uno
de estos alborotos es como el evento más importante del mundo.

Víctor se echó a reír. Benno podía oír los nervios bajo el sonido.

—Tienes razón en eso, Rothbart. Me alegro de que estés aquí en apoyo.

¿Ahora oyó un tono de crispación allí? Benno imaginó que los nervios
realmente estaban alcanzando a Víctor. Un trueno retumbó encima de
ellos, haciendo repiquetear los cristales de las ventanas.

—Parece que estaremos moviendo la fiesta adentro —dijo Víctor con un


profundo suspiro, sentándose—. Esto va a hacerla feliz.
73

Benno se echó a reír.


Página
—¿Odette va a venir?

Víctor asintió.

—Por supuesto. ¿Eso está… bien?

Benno agitó la mano con desdén.

—Mira, hombre, estoy bien con eso. Tú eres mi amigo, ella es mi amiga,
así que no es gran cosa. Sea lo que sea que suceda, sucede.

Víctor lo miró con extrañeza. Finalmente dijo:

—Muy bien, sea lo que sea que suceda entonces. —Se puso de pie y
chocó puños con Benno—. ¿Deberíamos bajar a ver qué podemos
hacer para ayudar a los pobres sirvientes de llevarse la peor parte de
toda la ira de mi madre?

Benno siguió a Víctor desde la sala, sonriendo. Víctor no tenía idea de


que estaba a punto de sellar el destino de Odette.

74
Página
Víctor

V
íctor vigilaba a Benno de cerca. Cuando Odette viniera y él
declarara su amor por ella, Benno la liberaría. Él y Odette se
preocupaban por la reacción de Benno y lo que podría hacerle
a Odile cuando descubriera su engaño: que era Odette la que había
estado viniendo a verlo mientras Odile se quedaba atrás. Esta noche no
sería diferente. Odile insistió en que era la única forma de deshacer lo
que Benno había hecho. Con suerte encontrarían la forma de extender
eso a ella.

Gruesas gotas de lluvia caían mientras ayudaban a llevar adentro todas


las grandes mesas. Cuando la última mesa fue metida, el diluvio
comenzó, acompañado de truenos y relámpagos. Víctor miró hacia el
cielo oscuro. Odette estaría en casa ahora, preparándose.
Independientemente de lo que pasara, esta noche él sería capaz de
liberarla.

Las personas comenzaron a llegar hasta que la casa casi estallaba con
ellas. La gente del pueblo sabía que cuando la madre de Víctor hacía
una fiesta, bien valía la pena lo que fuese necesario para asistir. Ella
servía la mejor comida, y todos los que eran alguien estarían allí.

Tal como estaba previsto, Odette no llegó hasta después que todos los
demás habían llegado. Víctor se dio cuenta que Benno estaba ansioso
de que ella no hubiese aparecido todavía. Sin embargo habían
decidido que Víctor necesitaba un montón de gente aquí cuando lo
que fuese que iba a pasar lo hiciese.

Finalmente Odette entró. Víctor la vio desde el otro lado del salón. Ella
se veía hermosa, y él sonrió.

Ella lo miró y su sonrisa se desvaneció cuando él vio la ansiedad en su


rostro. Ella comenzó a dirigirse en su dirección, pero Benno la interceptó.
La ira lo atravesó al ver a Benno tomar su brazo y hablar urgentemente
con ella. Sin esperar, se volteó hacia donde la banda estaba instalada y
dio un paso en el bajo escenario, sacando el micrófono de su soporte.
75
Página
—Disculpen —dijo en voz alta en el micrófono. Tuvo que repetirse varias
veces antes que la banda se diera cuenta de lo que quería hacer y
dejara de tocar. Eso llamó la atención de todos.

—Siento interrumpir el baile —dijo—. Prometo dejarlos regresar a él en


breve. Hay algo que quiero decir primero.

Miró al otro lado de la habitación donde Odette seguía de pie con


Benno. En lugar de lucir feliz, ella parecía triste. Negaba con la cabeza.
¿Qué era eso? ¿Ansiedad por el destino de Odile?

—Hay alguien aquí esta noche que sé que todos ustedes conocen muy
bien —dijo, sonriendo para tranquilizarla—. Ella está de pie allá atrás,
junto a Benno von Rothbart. —Todos los ojos se volvieron hacia la pareja.
Benno parecía petulante tal como Víctor esperaba. Era el pánico en el
rostro de Odette lo que hacía que su pulso saltara—. Quiero que todos
aquí sepan lo mucho que la amo. Ella lo es todo para mí. De hecho,
tengo la intención de pedirle que sea mi esposa.

—¡No!

Víctor dejó caer el micrófono cuando Odette gritó y dio la vuelta para
huir de la casa. De inmediato corrió tras ella, deteniéndose solo lo
suficiente para plantar su puño firmemente en la sonriente mandíbula
de Benno. Corrió tras ella, sabiendo exactamente a dónde iba: de
regreso con su hermana.

76
Página
Odette

O
dette lo sintió, el momento exacto cuando Víctor declaró su
amor por ella. Solo que no fue a ella a quien le declaró su amor,
sino a Odile. Ella había estado atrapada, atada aquí en el lago,
lo que significaba que Odile tuvo que ir.

Claramente Odile no había sido capaz de llegar a Víctor a tiempo, para


advertirle acerca de lo que Benno había hecho.

Ella había fallado… ya sea porque algo la había detenido, o quizás a


propósito.

Odette se derrumbó sobre la tierra mojada empapada por la lluvia,


desgarrada. Feliz por la libertad de Odile, miserable ante la idea de vivir
el resto de su vida aquí, en el lago, solo con Benno como compañía.
Benno esperaba más que eso, pero ella nunca sería capaz de darle lo
que él quería.

Como en respuesta a su miseria, el trueno y el relámpago llegó más


ruidoso, más brillante, más fuerte. A Odette no le importaba. Ya nada
más importaba. Había perdido a su madre, a su hermana, su libertad…
a Víctor. Cerró los ojos ante el pensamiento de Víctor.

—¡Odette!

Abrió los ojos.

—¿Víctor? —susurró. No, claro que no, ¿cómo iba a estar escuchando a
Víctor cuando en este momento él estaba disfrutando de lo que
suponía era su victoria sobre Benno?

—¡Odette, detente!

Se incorporó. Ese definitivamente era Víctor. Bajó la mirada a su


empapado vestido lleno de lodo. Su vestido blanco. ¿Lo sabía Víctor?
Apartó de su rostro un mechón de cabello mojado, con los ojos fijos en
el oscuro bosque.
77
Página
Víctor apareció entre los árboles, tropezando mientras lo hacía. Sus ojos
fueron directo hacia Odette.

—¿Qué pasó? —exclamó ella.

—¿Dónde está Odette? —preguntó, con el pecho agitado. Incluso


mientras decía las palabras, el reconocimiento iluminó sus ojos—.
¿Odette?

—Víctor —dijo ella, lanzándose a sus brazos. Él la abrazó con fuerza, con
una mano presionando su cabeza contra su hombro.

—Oh, no —dijo él.

—Declaraste tu amor por Odile —dijo. Lo sintió asentir por encima de


ella.

Él se echó hacia atrás.

—¿Dónde está ella?

—No lo sé.

—Tenemos que encontrarla —dijo.

—No puedo. Benno ha lanzado un hechizo, atrapándome aquí. Es por


eso que ella fue. No puedo irme.

—Esa vil serpiente de los bajos fondos —siseó Víctor.

—¡Odette, Víctor!

Se dieron la vuelta para ver a Odile corriendo por la extensión de la


ribera entre ellos y los árboles.

De repente, ella voló por los aires, golpeando el suelo de espaldas.

Odette gritó. Corriendo por ella, solo para ser detenida por los brazos de
Víctor alrededor de su cintura.

—Piensa, Odette —dijo con urgencia—. Él está allí.

Odette dejó de luchar. Él tenía razón, por supuesto. Ella podía sentirlo en
cada fibra de su ser.
78
Página
Víctor

—B
ueno, ¿no es esta una dulce reunión? —dijo Benno
apareciendo a la vista.

—¿Qué le hiciste? —gritó Odette.

—Ella escapó —dijo Benno como si ello explicara todo.

—Esto es una locura, Rothbart —dijo Víctor ferozmente—. Déjalas ir


ahora.

Benno se encogió de hombros, continuando hacia ellos como si tuviera


todo el tiempo del mundo. Un rayo dividió el cielo, seguido de
inmediato por un fuerte trueno. La lluvia caía a su alrededor,
estremecida por el viento.

—Lo siento, hermano, ojalá pudiera. Odile tuvo una oportunidad, pero lo
arruinó. Uno creería que sería capaz de seguir una simple instrucción.

Víctor empujó a Odette detrás de él.

—No te saldrás con la tuya, Rothbart. Dos hermanas repentinamente


desaparecidas.

—Nadie las recordará. O a ti —dijo él. Elevando sus manos a Víctor, dos
rayos salieron disparados. Víctor voló hacia atrás, aterrizando en el lodo
que corría por la dura lluvia. Se sentó para ver que Rothbart tenía a una
Odette inconsciente en sus brazos.

—Déjala en paz —gritó, arremetiendo contra Benno. Tacleó a los dos,


envolviendo con sus brazos a Odette y girando, tomando el golpe de su
caída. La soltó y se enderezó a sus pies, yendo contra Benno antes que
pudiera levantarse. Víctor aterrizó sobre Rothbart, atacándolo con sus
puños.

Benno empujó sus manos hacia Víctor, enviándolo al piso de nuevo.


Víctor no dudó esta vez en levantarse. Pero cuando se elevó vio de
nuevo a Benno sosteniendo a Odette contra él, esta vez con un brazo
79

alrededor de su cintura y una mano presionada al lado de su cabeza.


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—Un movimiento y ella muere —advirtió Benno.

Odette, muy consciente ahora, miraba a Víctor, sus ojos brillando en la


noche tormentosa, su cabello volando salvaje en el viento. Víctor se
congeló.

—Tienes a un chico inteligente allí, Odette —dijo Benno contra el lado


de su cabeza.

Odette le dio a Víctor una mirada desesperada antes de girar su


cabeza lo suficiente para ver a Benno.

—Él no es mi chico, Benno, lo sabes. Tú lo eres.

Benno miró a Odette. Víctor, listo para la distracción, fue hacia ellos de
nuevo, esta vez tacleándolos hacia el agua. Benno gritó como si
quemara al golpear el agua. Mantuvo su agarre firme en Odette.

—¿Qué hiciste? —le gritó a Víctor.

La atención apareció en los rasgos de Odette y comenzó a empujar


contra Benno, llevándolos más dentro del agua, que se agitaba con la
violencia de la tormenta.

—No —masculló Benno.

Víctor repentinamente se dio cuenta de lo que hacía Odette. Algo en el


agua o lastimaba o quitaba sus poderes a Benno. Se apresuró a quitar
los brazos de Benno de Odette. El agarre de Benno era como de acero
a su alrededor.

—Detente, Odette, te llevará con él —dijo Víctor.

—No importa —dijo Odette, empujando inexorablemente a la


profundidad de las aguas, truenos rompiendo sobre ella—. Debo
detenerlo.

Víctor estaba impotente al intentar liberar los brazos de Benno, o


detener su progreso por mucho que intentara. La fuerza de Odette en el
agua parecía intensificarse en proporción directa a la debilidad de
Benno.

—Déjala ir —gruñó Víctor mientras continuaba empujando. Cuando sus


pies perdieron contacto con el fondo del lago, trepó a la espalda de
Benno. Forzó sus puños entre los brazos de él y Odette. Con un último
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esfuerzo logró liberar los brazos de Benno. Siguió nadando hacia atrás,
mientras Benno flotaba.

Odette gritó, el sonido apagado por la lluvia y los truenos. Víctor pateó
sus piernas, llevando a Rothbart a lo más profundo del lago.
Liberándolo, Benno comenzó a hundirse. Víctor vio el terror en su rostro y
supo que cualquiera fuera el encantamiento que Benno había puesto
en el lago, era su mismo fin.

Con una última mirada a Benno, se dirigió a la costa. De repente, la


mano de Benno atrapó el tobillo de Víctor, llevándolo a las
profundidades, silenciosas tras el ruido de la tormenta. Pateó y luchó
pero no pudo liberarse del agarre de Benno. Sus pulmones comenzaron
a quemar por la necesidad de oxígeno. Miró arriba y vio la distancia
entre él y la superficie iluminada por los rayos. La oscuridad lo encerró, y
con un último intento trató de patear hacia la superficie antes de ceder
a la oscuridad.

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Odette

O
dette se acurrucó en la silla, el dolor llenando su pecho. Había
estado tan contenta con su vida solo unas cortas semanas
atrás. Luego Benno había aparecido para llevarse todo. Aún no
podía entender su razonamiento.

Clamaba que era amor por ella, pero el amor no venía con la muerte
como precio.

—Odette, ¿quieres entrar?

Ella miró a la señora Siegfried ante su pregunta. Desde esa horrible


noche, la señora Siegfried había hecho un giro de ciento ochenta
grados y ahora trataba a Odette con un cuidado que hacía pensar que
de otra forma se rompería. Se levantó y siguió a la señora Siegfried a la
habitación siguiente, esperando que no hubiera cambios.

Los ojos de Víctor estaban abiertos. No solo abiertos, sino mirando en su


dirección. Una ancha sonrisa apareció en su rostro. Ella jadeó y corrió a
su lado, envolviéndolo.

—Víctor, estás despierto —lloró.

Los brazos de él se cerraron a su alrededor, sosteniéndola contra su


pecho. Una de sus manos acariciaba su cabello.

—Odette —dijo con alegría—. Estás bien.

Ella elevó su cabeza con una sonrisa.

—Estoy más que bien —dijo—. No creí que fueras a despertarte, y no


estaba segura de cómo viviría sin ti.

Su mano se movió a su mejilla, el pulgar acariciándola. La urgió


adelante y ella fue alegre, besándolo con gentileza. De repente, él se
alejó un poco, sus ojos yendo a la ventana. Cuando sus ojos volvieron a
ella, sus ojos estaban muy abiertos.

—Sip —rió ella—. Es de día. Aún soy humana.


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—¿La maldición se rompió? —preguntó.

Odette miró lejos, la tristeza apareciendo en sus rasgos.

—Para mí —dijo ella.

—¿Odile?

Odette sacudió la cabeza.

—No sé por qué, pero la maldición sigue afectándola.

—¿Está en el lago? —preguntó Víctor.

—Todos los días.

—Lo siento, Odette.

Ella sonrió.

—Sé que lo haces. También yo. Con la muerte de Benno creí que
ambas seríamos libres. Pero algo aún la retiene. No sé si alguna vez
sabremos cómo liberarla.

—Lo averiguaremos —dijo Víctor.

Odette sonrió.

—Sabía que dirías eso. Te amo, Víctor. Siempre lo he hecho, y siempre lo


haré.

—No tanto como yo te amo a ti —bromeó él.

—Ya veremos —dijo ella.

Odette lo besó, mostrándole lo mucho que verdaderamente lo amaba.

Fin.
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Nota de la autora
Tuve un tiempo difícil decidiendo con cuál cuento de hadas quería
terminar la serie Enchanted Fairytales (no quiere decir que no habrá más
en el futuro). Entonces soñé con The White Swan. Soñé la parte donde
Rothbart se lleva a Odette y la convierte en un cisne, con un cisne negro
ya nadando en el lago. No estoy realmente segura de por qué lo soñé
en lugar de otros cuentos de hadas que había estado investigando, El
Lago de los Cisnes entre ellos, y supongo que es el que se me quedó
grabado.

Investigué las muchas variaciones de la historia desde El Lago de los


Cisnes que fue puesto en escena por primera vez en la década de 1800
como un ballet, que se basó en los cuentos populares rusos más
antiguos, como “El Velo Robado” y “El Pato Blanco”. En la mayoría de
las encarnaciones Víctor se conoce simplemente como “el Príncipe”,
pero hay casos en los que es llamado también Príncipe Siegfried, y era
bailado originalmente por Víctor Gillert, por lo que combiné los dos y
creé a Víctor Siegfried.

Rothbart suele ser siempre Rothbart o von Rothbart, pero Siegfried tenía
un mejor amigo llamado Benno. Yo ya sabía que Rothbart iba a ser un
amigo de Víctor y simplemente combiné los dos nombres para crear a
Benno von Rothbart.

Odette, obviamente, ha sido siempre Odette, y la idea de Odile, o el


“cisne negro”, por lo general es interpretada como la hija de von
Rothbart.

Debido a la naturaleza de la historia que estaba contando, pensé que


tenía más sentido que ella fuera una hermana gemela celosa en su
lugar.

La mayor parte de mi historia se mantiene fiel al espíritu del Lago de los


Cisnes con alguna influencia de La Princesa Cisne que es una increíble
versión animada de 1994 de la historia. Por supuesto, como con
cualquier re-cuento hay variaciones, pero creo que reconocerás
fácilmente la historia original.
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Si te ha gustado The White Swan, es posible que disfrutes de los otros
libros de la serie Enchanted Fairytales. Puedes leer más acerca de estas
historias en http://enchantedfairytales.blogspot.com/. También te
podría gustar mi novela re contada de cuento de hadas Rapunzel
Untangled de Sweetwater Books.

Puedes leer más acerca de mí en http://cindycbennett.com.

Gracias por leer The White Swan.

~Cindy C Bennett

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Sobre la autora
Cindy C. Bennett nació y se crió en la hermosa Salt Lake City, creciendo
a la sombra de las majestuosas Montañas Rocallosas. Ella y su esposo
(quien resulta ser su novio de secundaria) criaron a sus dos hijos y dos
hijas allí. Ahora cuenta también con dos nueras. Desarrolló un amor por
la escritura en secundaria cuando un maestro le presentó la dicha de
escapar de la realidad por diez minutos al día escribiendo.

Cuando no está escribiendo, leyendo, o contestando emails (noten que


no hay mención sobre limpiar, cocinar o nada remotamente
doméstico), a menudo se la puede encontrar montando su Harley a
través de los hermosos cañones cerca de su casa. (Sí, ella maneja una
Harley).

Serie Enchanted Fairytales:

1. Beautiful Beast
2. Red and the Wolf
3. Snow White
4. The Unmasking of Cinderella
5. The White Swan

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Créditos

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