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Víctor
—¡ Víctor!
—Si lo estoy, estoy seguro que tiene algo que ver contigo —dijo Víctor.
Benno se limitó a reír a medida que los pasos de la madre de Víctor se
acercaban.
—¡Ahí estás! —exclamó, abriéndose paso entre los árboles—. ¿Qué estás
haciendo?
Víctor y Benno levantaron los arcos en el aire, como si debiera ser obvio.
—Oh. Bueno. —La mamá de Víctor nunca había sido una fanática de la
caza, y prefería ignorar el pasatiempo favorito de su hijo en vez de
reconocer que era desagradable para ella, aunque si se le presionaba
ella admitiría que la hacía feliz que utilizaran arcos en lugar de armas.
Habían aprendido a usar arcos siendo chicos gracias al abuelo de
Víctor, y ambos todavía los preferían—. Escucha, estoy planeando tu
fiesta de bienvenida a casa, y necesito tu aporte para la lista de
invitados.
—Mamá, los dos sabemos que no importa a quién te diga que invites, o
no importa cuántas veces te pida que lo mantengas en privado, vas a
invitar a todos en el pueblo, y va a ser el acontecimiento social de la
temporada. —Su madre se pavoneó bajo sus palabras, y Víctor tuvo de
nuevo que abstenerse de poner los ojos en blanco. Tanto como su
madre despreciaba su caza, él despreciaba sus fiestas—. Haz lo que
quieras hacer, y dime cuándo presentarme.
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—Bien. Pero no te quejes si invito a todos ya que te niegas a participar
en la planificación, Víctor. —Ella se alejó pisoteando como si estuviera
enojada, aunque Víctor la conocía lo suficiente como para saber que
estaba en su absoluto elemento, y cualquier aporte de su parte sería
nada más que para interferir.
—Sabes que ella está buscando para encontrarte una esposa —dijo
Benno.
—Ella puede intentar todo lo que guste —dijo Víctor—. No tengo ningún
deseo de establecerme por el momento. ¡Acabo de llegar a casa, por
amor de Dios! Solo tengo veinte años, difícilmente un “solterón”, o cual
sea que sea la palabra para los hombres viejos y solteros. ¿Por qué no
puede dejarme disfrutar de la vida por un rato?
—La universidad durante los últimos dos años y medio desde que te
graduaste de la escuela no es exactamente des-agradable.
B
enno sacó una flecha de su carcaj y la fijó en el punto de apoyo.
Al tirar para tensar la cuerda, apuntó el mismísimo centro de la
espalda de Víctor. Como si lo sintiera, Víctor se congeló de
repente en su lugar, sus hombros se tensaron. Poco a poco,
gradualmente, se giró hacia Benno. Justo antes de llegar al punto en el
que podría ver, Benno rápidamente levantó la flecha hacia arriba y la
soltó, golpeando a un pájaro justo en el centro. Víctor se dio la vuelta
de nuevo a tiempo para ver al ave caer.
Benno rió.
Tonto.
***
El sol casi había caído por debajo del horizonte. Benno estaba
agachado entre los arbustos, mirando el estanque. La luz del sol brillaba
extrañamente reflejada de la superficie, disparando chispas de color
azul, verde y púrpura en el aire. El cisne nadó a la vista, acercándose a
la orilla. Benno contuvo el aliento. Esta era su parte favorita.
—Sí, querida. El hombre por el que has babeado durante años y seguido
como un cachorrito mientras él solo tenía ojos para tu hermana gemela
ha traído su aún-más-guapo-ser a casa.
Odile se estremeció.
Odile asintió.
—Sí, pero fue lastimada por él. Es posible que ella no… lo… ame más.
—¿Cómo? —dijo ella fríamente—. Él nunca me dio la hora del día antes.
Hace mucho tiempo que renuncié a él. Además, ¿cómo se supone que
voy a hacer cualquier cosa cuando soy un cisne?
—Creo que no te das cuenta del poder que tienes. Siempre te has
parecido mucho a Odette…
—¿Por qué querría ser…? —Se fue disipando mientras sus palabras
penetraban. De repente, lo miró y sonrió—. Entonces, ella podría verlo a
veces durante el día…
—¿Quieres decir…?
Odile sonrió ante eso, la primera sonrisa genuina que Benno había visto
en su rostro desde que la maldijo.
V
íctor estaba de pie fuera de la casa de Odette, escondido como
el cobarde que era. Odette tenía todas las razones para odiarlo.
No era tanto su partida, la cual ellos habían discutido y
acordado que era lo mejor para ambos. Él quería que ella viniera,
también, pero no era solo que ella no tuviera el dinero, no quería dejar
sola a su madre. Cuando podía, tomaba clases en la universidad
comunal de la localidad. Así que no, no era la partida, sino el hecho de
que después de los primeros seis meses él había dejado de escribirle
diariamente. Había conocido a otra y, sin saber cómo decirle,
simplemente había retrasado sus correos. Los pocos correos que envió
fueron impersonales.
Le tomó más de un año darse cuenta que la chica que había conocido
nunca podría ser para él lo que era Odette, pero no supo cómo
repararlo para entonces. Él y Odette se habían convertido
prácticamente en desconocidos. Así que se quedó durante las
vacaciones navideñas para evitarla, y durante los semestres de verano
para terminar mucho antes. Aún tenía otro año universitario al que
debía asistir, pero decidió volver a casa de cualquier forma, para verla.
Para ver si tenía una posibilidad de reconquistarla.
—¡Rosie!
—Rosie, eres un perro muy malo. Tienes que venir cuando te llamo.
¿Tengo que recordarte el incidente del erizo?
—No el gato, sino el perro. Rosie para ser exactos —corrigió Víctor.
—Bienvenido a casa.
Odette rió.
***
—Por no escribir…
Ella no creía sus propias palabras, Víctor podía oír eso de forma clara.
Odette jadeó y rápidamente cubrió el sonido con sus manos. Sus ojos
reflejaron su dolor ante su confesión y el conocimiento de sus palabras.
Víctor se dio cuenta que si no lo hubiera sabido, al menos lo había
sospechado. Ella sacudió su cabeza y dejó caer sus manos.
Él solo sonrió.
—Tal vez. —Se alejó un paso más—. Probablemente. —Tres pasos más
hasta que la escuchó decir—. En verdad lo espero.
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Benno
B
enno observó a Víctor y a Odette en el parque, escondido,
ardiendo en celos. ¡No era justo! Él había sido el que había estado
con ella mientras Víctor jugaba en la universidad. Él ciertamente
no se había enamorado de otra chica cuando se suponía que
cortejaba a Odette. Y ahora, solo días después de regresar a casa,
Víctor tenía a Odette en el parque, riendo y luciendo como si el tiempo
no hubiera pasado desde que se había ido.
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Víctor
—L
amento lo de tu hermana.
—No lo sé. No estoy muy seguro, pero hay algo diferente sobre él. Es
como si ya no supiera quién es.
Odette asintió.
—Sí, lo escuché.
—Fue genial por un tiempo —dijo ella y Víctor apretó su puño con la
necesidad de golpear algo—. Pero luego él se puso bastante…
posesivo, supongo. Quería pasar cada minuto despierto conmigo,
quería saber dónde y con quién estaba si no estaba con él. Así que tuve
que alejarme, hacerle entender que yo no estaba lista por ese tipo de
relación. Después de eso, se puso… raro es la mejor manera de
describirlo.
—La Odette que conocías estaba tan loca por ti que no podía ver a
nadie más.
Víctor empujó sus manos dentro de sus bolsillos delanteros. No dijo nada
mientras caminaban por el sendero, pero luego la miró de reojo.
—Estaba tan enamorada de ti que no podía ver bien —dijo ella. El dolor
empañó su rostro y el corazón de Víctor se rompió—. Un amor como ese
no muere fácilmente.
—Sé que te dije que estaba bien con que te fueras, y lo estaba, Víctor,
en serio. Quería que fueras a la universidad porque sabía lo importante
que era para ti. Pero una parte de mí esperaba que regresaras a casa y
fueras a mi lado, rogándome tenerte de vuelta y prometer que nunca
te irías de nuevo. Patético, ¿verdad?
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—Lo sé —admitió Víctor. Dio un paso hacia ella y levantó una mano
para acariciar su mejilla—. Tenía miedo.
—¿De qué?
—De que hubiera arruinado por completo las cosa contigo. Nunca me
lamentaré por irme, Odette. Aprendí mucho, sobre todo que lo que más
quiero en este mundo está aquí, en mi hogar.
—Vaya, Rosie, ¿qué pasa, chica? —Víctor acarició detrás de sus orejas
mientras miraba a Odette. Ella se volteó, con las manos en sus mejillas.
Víctor no estaba seguro de cómo leer su lenguaje corporal. Miró de
nuevo a la perra—. Este palo está roto. Vayamos a buscar uno nuevo.
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Benno
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enno no había planeado avanzar tan rápido con Odette. El
hechizo necesitaba retoques, y había planeado practicar en otras
cosas primero. Todos sus planes murieron cuando llamó a Odette
para ver si quería salir con él el viernes y ella le dijo que tenía planes con
Víctor.
—No quiero seguir siendo una criatura tan vil. Prometiste encontrar la
cura, o el contra hechizo, o lo que sea que necesites para quitarme esta
maldición. Pero aún estoy aquí, aún me convierto en cisne cada vez
que el sol sale. Tienes que arreglar esto.
—Para alguien que está a punto de recibir todos sus deseos, estás
teniendo un muy mal temperamento.
—Siempre hay un precio que pagar, mi querida Odile. Has deseado con
estar con Víctor desde que pusiste tus ojos negros en él.
—No hay razón para que no puedas vivir tu felices por siempre como
Odette.
me hiciste a mí.
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—¿Desde cuándo te interesa el destino de Odette? —le preguntó—. La
has odiado por casi tanto tiempo como has amado a Víctor.
Benno se acercó otro paso a Odile. Ella abrió los ojos con temor. Bien.
Odile alejó la mirada, con lágrimas cayendo por sus mejillas. No dijo
nada.
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Víctor
V
íctor sabía que Odette no lo esperaba hasta el viernes en la
noche cuando había accedido a tener una cita con él. Pero no
solo no podía esperar tanto, sino que además quería
descolocarla un poco. Necesitaba demostrarle su amor, mostrarle que
esta vez se quedaría y no volvería a abandonarla.
Acarició tanto a Fuego como a Hielo, los caballos nombrados así por su
madre, no por él. Odiaba admitir los estúpidos nombres cuando le
preguntaban. Ni su apariencia ni su temperamento encajaban con los
nombres. Ambos eran blancos y negros, ambos grandes animales de
caza que también eran lo suficientemente educados para que un niño
los montara.
—Oh, Víctor. —El alivió relajó sus hombros—. Creí que eras Benno.
—Sí, sus propios caballos son muy salvajes para la gente normal.
—No estoy tan seguro que a todos —dijo él, mirando hacia la casa.
—No, nada. Estoy segura que está bien, donde sea que esté.
—¿Lo harías? Solo quiero saber que está bien. Quiero saber que está a
salvo.
—Ella había amenazado con hacerlo, muchas veces. Por muchos años,
de hecho. Huyó un par de veces cuando era más joven, pero nunca
iba lejos antes que la encontraran y regresaran a casa. Siempre ha
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estado muy celosa de Odette aunque ella solo ha intentado ser amable
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con su hermana. Supongo que Odile finalmente decidió que era lo
suficientemente mayor como para que yo reportara su desaparición y
la policía la regresara a casa. —Sacudió la cabeza—. Solo desearía que
pudiera ver más allá de Odette y notara su propio valor, ver cuánto la
amamos.
—Gracias.
sonreía. Ella masculló algo que sonó como una maldición entre dientes y
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Víctor se echó a reír. Odette se giró rápidamente en su dirección, con
una cohibida mirada de asombro en su rostro.
—Lo siento —dijo él, levantando las manos hacia ella—. No fue mi
intención asustarte.
—Y tú no has mejorado —dijo él—. Uno pensaría que todos estos años
de práctica habrían ayudado.
Víctor tomó una de las manos de Odette en la suya. Ella se puso rígida
ante el gesto, pero él no la soltó, acariciando la palma de su mano con
el pulgar.
—Está bien, pero te juro que si te ríes no te vuelvo a hablar otra vez.
Víctor suspiró.
te gustaban hacer a ti, o comer cosas que eran tus favoritas. —Le
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apretó la mano, obligándola a mirarlo—. Me di cuenta que no la
amaba porque ella no eras tú.
Finalmente, dijo:
Odette lo miró.
Ella lo miró fijamente, con sus ojos azules estudiándolo como si fuera un
rompecabezas. Él bajó la mirada a sus labios. El recuerdo de cómo se
sentía el besar a Odette inundó su mente. ¿Se atrevería? Se inclinó
minuciosamente más cerca.
Víctor la soltó y ella se deslizó lejos de él. Solo dos o cuatro centímetros,
pero se sintió como un abismo.
—Lo es, pero no podía esperar. Traje una sorpresa, o más bien, pensé
que sería una sorpresa. Resulta que alguien ha estado tomando mi lugar
mientras yo no estaba.
Víctor gruñó.
—Esos nombres estúpidos. Sí, los traje. Pero parece que Rothbart te ha
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—¿Celoso? —bromeó.
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Benno
E
l jueves llegó demasiado lento para Benno. Había preparado todo
el primer día que Odette le dijo que iba a una cita con Víctor.
Incluso había considerado llevarla antes, pero tenía miedo que
Víctor podría darse cuenta.
—Estoy bien —dijo ella. Benno la observó. Había algo diferente en ella
esta noche, algo que la hacía parecer casi brillar—. No te he visto
mucho últimamente.
—Oh.
Cuando ella no dijo nada más, Benno echó un vistazo para verla
sonriendo. Celosa ira ardió por su columna vertebral como llamas
arrojándose de un volcán furioso. Rápidamente la aplacó.
—Te hice la cena, y luego, después de cenar, hay un lugar que quiero
mostrarte.
Benno solo esperaba que ella se sintiera de esa manera después de que
lo viera.
***
—¿Qué? Oh, sí, estuvo genial. Te estás volviendo un muy buen cocinero,
Benno.
En los últimos años, había cocinado varias veces para Odette. A veces
su madre incluso se unía a ellos.
—Gracias —dijo.
Odette tomó otro sorbo, esta vez tragándolo de golpe. Dejó el vaso y
volvió su mirada hacia Benno, la determinación brillando allí.
—Benno, hay algo que siento que debo decirte. —Benno se enderezó,
seguro de saber a dónde iba—. Siempre has sido un gran amigo para
mí…
—Lo sé, Benno. Sé que hemos sido… ya sabes, más en el pasado. Pensé
que tal vez podríamos incluso finalmente enamorarnos. Pero ahora sé
que lo que siento por ti es solo eso: amistad. Esa vez cuando me
besaste… fue extraño, ¿verdad? ¿No se sintió más como un beso
hermana-hermano para ti? —Ella sonrió con incertidumbre.
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Benno se inclinó hacia delante.
—Oh. Bueno, nunca nos volvimos a besar otra vez después de eso, así
que supuse que fue lo mismo para ti.
—Benno, Víctor…
Levantó una mano y lo sostuvo hacia ella, sin tocarla. Se movió, tirando
de ella con él con ataduras invisibles hacia el sofá. Poco a poco
bajando la mano, ella flotó hacia abajo a los cojines.
hermana.
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Benno se acomodó en el sillón grande, cómodamente frente a Odette,
sin apartar los ojos de ella.
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Víctor
V
íctor estaba decepcionado, no había duda de eso. Odette le
envió una nota diciendo que no podría lograrlo esta noche.
Solo podía esperar que alguien supiera algo que pudiera dar a Odette y
a su madre un poco de tranquilidad.
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Benno
O
dette yacía en el suelo a los pies de Benno mientras el
amanecer se acercaba. Benno agitó sus manos sobre ella y
poco a poco ella abrió los ojos. Miró a su alrededor,
confundida, antes que su mirada se encontrara con Benno.
—¿Cómo llegué aquí? ¿Y por qué estaba dormida? La última cosa que
recuerdo es…
—Se echó hacia atrás, colocando sus manos en las mejillas de Odile, sus
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ojos recorriendo el rostro de Odile—. Hemos estado muy preocupados
por ti. —Odette sacudió los hombros de Odile—. ¿Dónde has estado? —
Sin esperar una respuesta, le echó los brazos alrededor nuevamente a
Odile—. Estoy tan feliz de verte, y saber que estás bien.
Odile miró más allá de ella a donde Benno estaba de pie. Él negó con
la cabeza y ella apretó la boca, acallando lo que iba a decir.
—¿Qué…?
Odette se puso de pie yendo hasta Benno con una impresionante furia.
—¿Qué has hecho con ella? Sea lo que sea, ¡deshazlo ahora!
—Es posible que desees retirar tu ropa —dijo, con los ojos hambrientos
de nuevo sobre ella.
***
Benno levantó los trozos de tela rota, los restos de la ropa de Odette.
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—Traté de advertirte —dijo en voz alta.
Odile salió fuera del lago, moviéndose hacia el vestido negro que se
encontraba apilado en el suelo. Cuando los primeros rayos del sol se
asomaron en el horizonte, las luces chispeantes comenzaron de nuevo.
Benno observaba a Odette, quién permanecía en el lago. Dio un paso
adelante cuando la luz la envolvió. Él oyó su enfurecido grito seguido de
salpicaduras. Cuando la luz se hubo ido, Odette estaba sumergida en el
lago hasta su cuello, flotando en el agua y mirándolo.
Benno miró a Odile. Igual no confiaba en ella ni de lejos, pero, ¿qué otra
opción tenía? Le entregó el vestido a Odile.
E
l conflicto parecía seguir a Odile toda su vida. Sospechaba que
parte de ello era debido a sí misma, pero aún así… habría sido
bueno tener un poco de paz por una vez.
Cuando estuvo segura que Benno se había ido, giró de vuelta hacia el
lago. El cabello casi blanco de Odette brillaba a la luz de la luna.
Suspirando, Odile la llamó para que saliera.
—Puede ser muy encantador, como lo sabes —dijo Odile—. No fue tan
difícil para él tenerme a solas donde pudiera realizar su magia negra.
Aparentemente tampoco le fue tan difícil para él traerte aquí.
Odile se rió.
—Por favor, dime que no le dijiste esas palabras a él, que era tu amigo.
Odette asintió.
—Lo hice.
Odette asintió.
—Así que, ¿lo estás? Quiero decir, ¿todavía lo amas? —preguntó Odile,
forzando su voz a mantener la calma.
Odile asintió.
—Sabía que solo fui una práctica, pero no sabía que era por ti. Odette,
Benno está loco. Eso es algo que necesitas tener siempre en cuenta
cuando estás tratando con él.
—No tenía ni idea de que tenía la capacidad para hacer algo tan
dramático como esto.
—Benno está aquí la mayor parte del tiempo. Mantiene una muy
estrecha vigilancia sobre mí. Pero déjame preguntarte esto: ¿A dónde
vas a ir? ¿Solo vas a presentarte en la ciudad cada noche, y luego
desaparecer antes que salga el sol, sin ninguna explicación de a dónde
vas o dónde te encuentras durante todo el día? ¿Honestamente crees
que alguien va a creer que estás bajo un hechizo que te convierte en
un cisne cada día? E incluso si lo vieran, ¿quieres arriesgar a alguien a la
ira de Benno?
Odile negó con su cabeza, dejándose caer para sentarse sobre una
roca cercana.
—Sé lo que quiere de mí, y tengo una idea bastante clara de lo que
quiere de ti.
Odile asintió.
buscar ahora.
Página
Odette negó con la cabeza.
—Bueno, déjame contarte acerca del trato que hice con Benno,
hermanita, y vamos a ver cuánto me amas, entonces. —Odile se giró
lejos de Odette—. Benno prometió liberarme de la maldición si le ayudo.
—Tiene que haber una manera. —Su mirada se dirigió a Odile—. Espera,
¿qué fue lo que dijiste? Que Víctor no sabrá que me ha perdido.
—Benno quiere que pase el tiempo con Víctor mientras soy humana.
—No lo entiendo.
—Él va a hacer que me parezca a ti. Víctor va a pensar que soy tú.
—Pero no puedes…
Podía ver que Odette todavía tenía muchas preguntas sin respuestas,
pero ella asintió con fuerza. Odile estuvo agradecida por primera vez de
la bondad innata de Odette.
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Víctor
L
a frustración llenó a Víctor. Cada posible pista sobre Odile era nada
más que un callejón sin salida. Esperaba obtener algo de Odette
esta noche cuando se encontraran. Su corazón se iluminó ante la
idea de volver a verla. Casi la había besado el otro día. Si bien parte de
él deseaba haberlo hecho, estaba en cierto modo contento de no
hacerlo. Tenía que darle tiempo para pensar en ello, en él, antes de
besarla. Quería que ella estuviera segura de él cuando lo hiciera.
Silbó mientras caminaba hacia el claro. Solo esperaba leer sus señales
correctamente, que su deseo de reunirse con él aquí fuera una señal
positiva. Cuando llegó, se detuvo y sonrió. Odette había armado un
picnic a la luz de las velas. Se sentaba en la manta de espaldas a él.
Él sonrió.
—Oye —dijo Víctor, dando un paso más cerca de ella—. ¿Está todo
bien?
—Sí. Bien.
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Víctor puso las manos sobre sus brazos, frotándolos suavemente.
—¿Estás segura?
Él la apretó.
Víctor se inclinó hacia atrás para poder mirarla. Ella lo miró, y luego
apartó la mirada. Él puso un dedo debajo de su barbilla e inclinó su
cabeza de vuelta para que así ella lo mirara. Él entrecerró los ojos. En la
oscuridad, sus ojos parecían… diferentes.
—¿En serio?
—No quise decir que no lo hiciera. Quiero decir, sé que ella lo hace. Por
supuesto que sí. ¿Cierto?
—Sí, estoy bien. Lo prometo. —Ella le sonrió, pero todavía había algo
raro en ella. Víctor no podía descifrar lo que era—. ¿Quieres comer? —
preguntó ella, agitando su mano hacia una cesta de picnic.
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Odile
O
dile tenía que admitir estar decepcionada que Víctor no la
hubiera besado cuando ella lo dejó después de su cena con
velas en el bosque. También se sintió aliviada. Por mucho que
se había pasado la vida deseando que la besara en lugar de a Odette,
se sentía mal hacer que la besara creyendo que era Odette. Por ahora,
al menos.
Se acercó a su casa poco a poco. Había pasado solo semanas, aun así
se sentía como años desde que había estado aquí.
Rosie olfateó por todo el suelo, y luego su cabeza se alzó cuando olió a
Odile. Ella trotó hasta Odile, jadeando sonidos de felicidad. Odile se
dejó caer de rodillas, abrazando a Rosie. Levantó la vista hasta su
madre, sonriendo.
—No, estuvo bien, mamá. Solo quería abrazarte. Sabes que te quiero,
¿cierto?
Su mamá le sonrió.
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Benno
B
enno se paseaba con impaciencia cerca del borde del lago. Miró
hacia el cielo. El menor grado de cambio era evidente. La luz del
día llegaría pronto, y Odile no había regresado.
Benno las observó a ambas durante un rato largo, los cisnes blanco y
negro. Su gracia nunca dejaba de impresionarlo mientras se deslizaban
sin esfuerzo a través del agua. Nadaron cerca una de la otra, nunca lo
suficientemente cerca como para tocarse, nunca reconociendo a la
otra.
—Bueno, las veo esta noche, señoritas —llamó Benno mientras los rayos
del sol caían sobre su espalda. Se fue a su casa, con la intención de
dormir unas pocas horas antes de regresar al lago para continuar sus
juegos con las hermanas Pinter y su mejor amigo Víctor.
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Odile
O
dile observó de cerca a Odette. Se habían transformado de
nuevo en su forma humana sin Benno allí por primera vez desde
que él había maldecido a Odile. Ella necesitaba presentarle su
plan a Odette, pero su hermana tenía paredes tan fuertes que eran casi
visibles. Estaba furiosa con Odile por su parte en el plan de Benno, o más
bien, solo por la parte donde Odile se iba para tener una cita con Víctor
mientras fingía ser Odette.
—No —dijo Odile—. Acerca de cómo llegar a salir las dos de aquí.
—Benno nos hizo lucir igual. Incluso mamá no pudo notar la diferencia.
—¿Viste a mamá?
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Benno
B
enno estaba sorprendido por el cambio. Los dos cisnes nadaban
muy cerca, mirándose el uno al otro. No podía discernir su
intención, si había alguna. Quizás Odette finalmente se dio cuenta
de su situación y se apoyaba en su hermana para hacer más fácil la
transición. Realmente no tenía ni idea. Nunca había entendido por qué
las mujeres hacían lo que hacían.
Odette y Odile se miraron entre sí, sin decir nada. Benno se acercó a
ellas, los ojos fijos en Odette.
—¿Cómo van las cosas con Víctor, Odile? Te estás tomando tu dulce
tiempo con él.
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—Estoy haciendo todo lo que puedo, Benno. Si voy con demasiado
entusiasmo, será sospechoso.
Benno asintió.
—No estás utilizando todas las artimañas derramadas sobre ti, Odile. Él
cree que eres Odette. Todo lo que tienes que hacer es decirle que lo
amas y va a caer a tus pies.
—Ten paciencia.
—Tal vez está tratando de conservar la poca dignidad que puede —dijo
Odette.
Odette no dijo nada, solo se giró para mirar a través del lago.
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Odette
O
dette mantuvo un ritmo normal hasta que sintió que estaba a
salvo lejos de Benno, entonces echó a correr.
Ella todavía estaba aturdida por las acciones de Odile mientras estaban
sumidas en el resplandor donde recuperaron sus formas humanas. Ella
había agarrado a Odette y cambiado lugar con ella justo antes que
Benno pudiera ver.
—No te hemos visto por aquí desde hace algún tiempo —dijo.
—Eso no importa.
Su boca se abrió.
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—¿Qué?
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—Es cierto —dijo—. Te amaba cuando te fuiste, te amaba cuando
estaba bastante segura que estabas con alguien más, te amaba todo
ese tiempo que no estuvimos escribiéndonos. Cuando regresaste a casa
y te vi, te amé aún más. Siempre te he…
—No, dime —dijo Odette. Ella tenía curiosidad acerca de lo que diría de
la versión de Odile de sí misma.
Odette sabía que tenía que estar contenta con esa respuesta, a pesar
de que realmente quería hacer palanca para obtener más información.
Sin embargo, ¿cómo podría, sin explicar la verdad? La verdad no era
algo que pudiera compartir con Víctor. Tenía miedo de lo que iba a
tratar de hacerle a Benno, y lo que Benno le haría entonces a Víctor.
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Había visto demasiado del poder de Benno para someter a Víctor al
peligro que representaba.
***
Ella decidió cuestionar a Benno sobre eso, como “Odile”. Ella entró en el
claro para ver a Benno y Odile hablando, todavía sentada cerca del
árbol. Sus sospechas inmediatamente alcanzaron su punto máximo.
Mientras se acercaba, vio lágrimas en los ojos falsamente azules de
Odile.
Benno sonrió.
—Ninguno que trabaje en ese horrendo lugar será capaz de decir que
has estado ausente. De hecho, todos van a jurar que estuviste allí
porque en sus mentes habrás estado. Cuando te quite la maldición,
podrás tomar el lugar de Odette.
la misma expresión.
Página
—¿Por qué, en el mundo, querría trabajar allí, Benno?
—Entonces renuncia, como sea. Solo recuerda que tienes que seguir
convenciendo a Víctor que eres Odette.
Odette corrió hacia el árbol donde estaba sentada Odile. Tenían que
estar juntas cuando cambiaran o Benno descubriría su artimaña. Odile
se puso de pie, y mientras Odette se iba a esconder detrás del árbol
para cambiar, Odile levantó una ceja, recordándole que estaban
jugando un papel. Odette tragó.
—Nunca me canso de eso —dijo Benno. Las observó nadar por un rato
hasta que bostezó—. Bueno, tiempo para dormir un poco, y luego tal
vez lleve a mi mejor amigo a cazar más tarde.
B
enno llegaría pronto. Víctor decidió practicar tiro al blanco
mientras esperaba. Llevó su arco y su carcaj de flechas hacia el
campo de práctica donde años atrás él y Benno habían
establecido grandes blancos. Habían tenido que reemplazar los
objetivos varias veces a través de los años pero las pilas de fardos de
heno eran las mismas.
Colocó las tres flechas que había recogido en su carcaj, y se estiró para
alcanzar otra cuando el cisne pregonó. Levantó la vista y se sorprendió
al verlo zambullirse en su dirección, como si fuera a atacar. Buscó a
tientas la flecha en la diana, la colocó en el arco, y lo elevó hacia el
cisne. No quería matarlo. Solo cazaba lo que podía comer. No cazaba
por deporte o trofeos. Tampoco quería quedarse parado mientras lo
atacaba.
Le tomó mucho tiempo, pero finalmente llegó al área donde creyó que
había aterrizado el cisne. Se detuvo, escuchando atentamente.
Entonces oyó un bramido lleno de dolor y lo siguió. Cuando el lago
apareció, Víctor parpadeó. Conocía este bosque mejor que casi
cualquier persona pero nunca antes había visto este lago. Se frotó la
cara, pero la aparición se mantuvo intacta.
El cisne blanco herido yacía en el suelo junto a la orilla del agua, siendo
mimado por un cisne negro. Víctor siseó de nuevo. Esto era peor aún.
¿Cómo iba a sacar el cisne blanco de aquí con el negro rondando?
Recogió una roca cercana, pensando asustarlo cuando pasó algo
extraño.
Luz brilló desde el ala del cisne negro. Víctor negó con la cabeza.
Estaba seguro que estaba imaginando cosas… otra luz brilló, esta vez en
el cisne blanco. La mano de Víctor que sostenía la roca lentamente
cayó mientras las luces comenzaron a salir disparadas de los dos cisnes
como si fuera un espectáculo de luces al revés. Cuando las luces se
convirtieron en una bola brillante se vio forzado a mirar hacia otro lado.
—No tienes que gritar —dijo Benno—. Te escuché la primera vez. Aún
así, tenemos que vendar eso y mantenerlo protegido para que no
contraigas una infección cuando te vuelvas un cisne.
—Lo explicaré —dijo en voz alta, una vez más para el beneficio de
Víctor estaba seguro—. Bueno… ¿planeas llevarla a la ciudad para
ayudarla, cierto?
Benno asintió.
La cabeza de Víctor se tambaleó. ¿Odile era su cita? ¿Era ella ayer? No,
no podría haber sido. Su arco cayó mientras comprendía que era Odile
a quien había declarado su amor y besado, no Odette.
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Odile
U
na vez que Odile sintió que<| Benno se había ido, agitó su brazo
a Víctor desde su escondite. Él vino a ella con rapidez,
agresivamente.
Se dio la vuelta como si fuera a ir tras ellos y Odile le puso una mano en
su brazo. Víctor miró a su mano, luego a ella.
Ella asintió.
—¿Y anoche?
Pareció mucho más preocupado por eso, y Odile se preguntó qué pasó
entre él y Odette.
Víctor gimió.
Era cierto que Benno siempre se había interesado por la magia. ¿Pero
transformar a alguien?
Víctor la miró.
—¿Engañarlo?
—¿Tienes una idea mejor? Solo está lo suficiente delirante para que
pueda creerlo.
Víctor dejó escapar un suspiro entre sus dientes, las manos en las
caderas, la frustración en cada línea de su cuerpo.
—Eso es bueno —sonrió—. No voy a mentir y decir que no esperé que las
cosas cambiaran cuando volviste. Supongo que si tienes que amar a
alguien que no soy yo, me alegro de que sea mi hermana. Me alegro
de que tenga a alguien que la ame tanto.
Víctor corrió hacia donde se había escondido antes. Odile debió haber
sabido que no se iría tan fácilmente. Esperó con nerviosismo a que
Benno y Odette volvieran. Cuando llegaron a la vista, el rostro de Benno
fue de la sorpresa al mirarla ahí a la ira. Odette estaba a su lado, su
brazo libre de vendaje. Odile se apresuró hacia ella, ignorando a Benno.
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Benno
L
a noche del baile de bienvenida a casa de Víctor había llegado.
Benno se sentía particularmente triunfal. Odile estaba teniendo un
gran éxito con Víctor en su papel de Odette. Odette, al pasar una
gran cantidad de tiempo a solas con Benno, se suavizó con él. Ella
pareció haberse dado cuenta que él era su futuro, ya sea
voluntariamente o no, y había elegido lo primero.
Él había hecho un trato con Odile del que Odette no estaba al tanto. Si
esta noche, en el baile, Víctor proclamaba públicamente su amor por
Odile, él la liberaría de la maldición, como ella lo llamaba. No tenía la
menor duda de que ella tendría éxito.
—Yo estoy nervioso —dijo Benno—. Cada vez que tu madre lanza uno
de estos alborotos es como el evento más importante del mundo.
Víctor se echó a reír. Benno podía oír los nervios bajo el sonido.
¿Ahora oyó un tono de crispación allí? Benno imaginó que los nervios
realmente estaban alcanzando a Víctor. Un trueno retumbó encima de
ellos, haciendo repiquetear los cristales de las ventanas.
Víctor asintió.
—Mira, hombre, estoy bien con eso. Tú eres mi amigo, ella es mi amiga,
así que no es gran cosa. Sea lo que sea que suceda, sucede.
—Muy bien, sea lo que sea que suceda entonces. —Se puso de pie y
chocó puños con Benno—. ¿Deberíamos bajar a ver qué podemos
hacer para ayudar a los pobres sirvientes de llevarse la peor parte de
toda la ira de mi madre?
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Víctor
V
íctor vigilaba a Benno de cerca. Cuando Odette viniera y él
declarara su amor por ella, Benno la liberaría. Él y Odette se
preocupaban por la reacción de Benno y lo que podría hacerle
a Odile cuando descubriera su engaño: que era Odette la que había
estado viniendo a verlo mientras Odile se quedaba atrás. Esta noche no
sería diferente. Odile insistió en que era la única forma de deshacer lo
que Benno había hecho. Con suerte encontrarían la forma de extender
eso a ella.
Las personas comenzaron a llegar hasta que la casa casi estallaba con
ellas. La gente del pueblo sabía que cuando la madre de Víctor hacía
una fiesta, bien valía la pena lo que fuese necesario para asistir. Ella
servía la mejor comida, y todos los que eran alguien estarían allí.
Tal como estaba previsto, Odette no llegó hasta después que todos los
demás habían llegado. Víctor se dio cuenta que Benno estaba ansioso
de que ella no hubiese aparecido todavía. Sin embargo habían
decidido que Víctor necesitaba un montón de gente aquí cuando lo
que fuese que iba a pasar lo hiciese.
Finalmente Odette entró. Víctor la vio desde el otro lado del salón. Ella
se veía hermosa, y él sonrió.
—Hay alguien aquí esta noche que sé que todos ustedes conocen muy
bien —dijo, sonriendo para tranquilizarla—. Ella está de pie allá atrás,
junto a Benno von Rothbart. —Todos los ojos se volvieron hacia la pareja.
Benno parecía petulante tal como Víctor esperaba. Era el pánico en el
rostro de Odette lo que hacía que su pulso saltara—. Quiero que todos
aquí sepan lo mucho que la amo. Ella lo es todo para mí. De hecho,
tengo la intención de pedirle que sea mi esposa.
—¡No!
Víctor dejó caer el micrófono cuando Odette gritó y dio la vuelta para
huir de la casa. De inmediato corrió tras ella, deteniéndose solo lo
suficiente para plantar su puño firmemente en la sonriente mandíbula
de Benno. Corrió tras ella, sabiendo exactamente a dónde iba: de
regreso con su hermana.
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Odette
O
dette lo sintió, el momento exacto cuando Víctor declaró su
amor por ella. Solo que no fue a ella a quien le declaró su amor,
sino a Odile. Ella había estado atrapada, atada aquí en el lago,
lo que significaba que Odile tuvo que ir.
—¡Odette!
—¿Víctor? —susurró. No, claro que no, ¿cómo iba a estar escuchando a
Víctor cuando en este momento él estaba disfrutando de lo que
suponía era su victoria sobre Benno?
—¡Odette, detente!
—Víctor —dijo ella, lanzándose a sus brazos. Él la abrazó con fuerza, con
una mano presionando su cabeza contra su hombro.
—No lo sé.
—¡Odette, Víctor!
Odette gritó. Corriendo por ella, solo para ser detenida por los brazos de
Víctor alrededor de su cintura.
Odette dejó de luchar. Él tenía razón, por supuesto. Ella podía sentirlo en
cada fibra de su ser.
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Víctor
—B
ueno, ¿no es esta una dulce reunión? —dijo Benno
apareciendo a la vista.
—Lo siento, hermano, ojalá pudiera. Odile tuvo una oportunidad, pero lo
arruinó. Uno creería que sería capaz de seguir una simple instrucción.
—Nadie las recordará. O a ti —dijo él. Elevando sus manos a Víctor, dos
rayos salieron disparados. Víctor voló hacia atrás, aterrizando en el lodo
que corría por la dura lluvia. Se sentó para ver que Rothbart tenía a una
Odette inconsciente en sus brazos.
Benno miró a Odette. Víctor, listo para la distracción, fue hacia ellos de
nuevo, esta vez tacleándolos hacia el agua. Benno gritó como si
quemara al golpear el agua. Mantuvo su agarre firme en Odette.
Odette gritó, el sonido apagado por la lluvia y los truenos. Víctor pateó
sus piernas, llevando a Rothbart a lo más profundo del lago.
Liberándolo, Benno comenzó a hundirse. Víctor vio el terror en su rostro y
supo que cualquiera fuera el encantamiento que Benno había puesto
en el lago, era su mismo fin.
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Odette
O
dette se acurrucó en la silla, el dolor llenando su pecho. Había
estado tan contenta con su vida solo unas cortas semanas
atrás. Luego Benno había aparecido para llevarse todo. Aún no
podía entender su razonamiento.
Clamaba que era amor por ella, pero el amor no venía con la muerte
como precio.
—¿Odile?
Ella sonrió.
—Sé que lo haces. También yo. Con la muerte de Benno creí que
ambas seríamos libres. Pero algo aún la retiene. No sé si alguna vez
sabremos cómo liberarla.
Odette sonrió.
Fin.
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Nota de la autora
Tuve un tiempo difícil decidiendo con cuál cuento de hadas quería
terminar la serie Enchanted Fairytales (no quiere decir que no habrá más
en el futuro). Entonces soñé con The White Swan. Soñé la parte donde
Rothbart se lleva a Odette y la convierte en un cisne, con un cisne negro
ya nadando en el lago. No estoy realmente segura de por qué lo soñé
en lugar de otros cuentos de hadas que había estado investigando, El
Lago de los Cisnes entre ellos, y supongo que es el que se me quedó
grabado.
Rothbart suele ser siempre Rothbart o von Rothbart, pero Siegfried tenía
un mejor amigo llamado Benno. Yo ya sabía que Rothbart iba a ser un
amigo de Víctor y simplemente combiné los dos nombres para crear a
Benno von Rothbart.
~Cindy C Bennett
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Sobre la autora
Cindy C. Bennett nació y se crió en la hermosa Salt Lake City, creciendo
a la sombra de las majestuosas Montañas Rocallosas. Ella y su esposo
(quien resulta ser su novio de secundaria) criaron a sus dos hijos y dos
hijas allí. Ahora cuenta también con dos nueras. Desarrolló un amor por
la escritura en secundaria cuando un maestro le presentó la dicha de
escapar de la realidad por diez minutos al día escribiendo.
1. Beautiful Beast
2. Red and the Wolf
3. Snow White
4. The Unmasking of Cinderella
5. The White Swan
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Créditos
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