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LOS DESAFÍOS DEL COVID-19 EN LOS SISTEMAS

EDUCATIVOS
En el contexto mundial, la pandemia de Covid-19 ha creado una crisis en los sistemas educativos de América Latina y el
Caribe, como nunca antes se había visto. En toda la región, las escuelas se han cerrado (o el inicio del año escolar se ha
retrasado), por lo que la mayoría de los estudiantes no asisten a clases presenciales.

El Gobierno de la República de Panamá, afectado al igual que el resto del mundo y de América Latina, tomó la decisión
de cerrar todos sus centros educativos públicos y privados desde el 12 de marzo de 2020.

Antes de la pandemia el MEDUCA trabajaba en los objetivos e cumplir con el aprendizaje significativo de los
estudiantes, sin embargo, iniciada la pandemia cambiaron las prioridades de la entidad para organizar el primer plan de
educación a distancia en la historia del país, basado en la conexión de los docentes con los estudiantes a raves de
diversos medios didácticos.

El país no contaba con una plataforma oficial para la educación remota previo a la pandemia, pero  en julio de 2020 el
Ministerio de Educación (Meduca) anunció la reapertura de clases a distancia a través de programación apoyada por
internet, la televisión, la radio y la distribución física de paquetes didácticos.

Sin embargo, se sabe que la educación completamente en línea,no logra el aprendizaje que puede lograrse de manera
presencial; aunque las opciones semi-presenciales puede resultar igual de efectivas. La mejor educación virtual requiere
de interacción en entornos y aulas de aprendizaje con interacción docente estudiante y entre docentes, actividades y
evaluación; no solo materiales unidireccionales. MEDUCA no cuenta actualmente con una plataforma como esa.

1-Esta situación generalizada de «estrés educativo» probablemente tendrá un impacto negativo en los resultados del
aprendizaje, dado que ningún país está adecuadamente preparado para pasar a la educación virtual a gran escala, como
reemplazo de la educación tradicional y presencial.

2. El empeoramiento de la inequidad educativa, ya que es menos probable que los niños de hogares de bajos ingresos
tengan los recursos necesarios para aprovechar las oportunidades limitadas para la educación virtual.

3. Esta situación de estrés educativo ha tenido un impacto en la disponibilidad de alimentos en hogares pobres con
recursos limitados, donde las escuelas a menudo proporcionan alimentación y/o nutrición y apoyos sociales a través de
programas de alimentación escolar de los Ministerios de Educación.
Que afectará aún más a aquellos estudiantes pobres, pobres extremos y de clase media vulnerable, así como a los
estudiantes indígenas, migrantes y con necesidades especiales. Pone en riesgo, particularmente, a los estudiantes
repitentes crónicos y que están en sobre edad.

Por otra parte, el confinamiento producto de las medidas de restricción afectará la salud mental de las familias y los
estudiantes y podría exacerbar las condiciones de violencia intrafamiliar, cuyas víctimas –con frecuencia– son las
mujeres, los jóvenes y los niños. La ausencia de un ambiente protector también podría acarrear mayores situaciones de
peligro para jóvenes y adolescentes en riesgo.

El problema de la “pérdida de aprendizaje de verano” es un fenómeno descrito por científicos educativos desde hace
décadas con evidencia de que los niños pierden de uno a tres meses de aprendizaje del año escolar anterior durante el
verano. Por eso los docentes inician el año escolar repasando antes de iniciar contenido nuevo. Así que no solo tenemos
que preocuparnos de si los niños van aprendiendo contenido nuevo desde casa o no, sino del riesgo de que encima
pierdan mucho de lo aprendido el año anterior, con unas vacaciones tan alargadas.

De acuerdo con la directora de educación particular Norma Pinzón la migración de estudiantes del sector privado al
público no era mayor del 1% que equivalía a 10 estudiantes por año lectivo, pero en 2020 la cantidad subió a casi 8 mil
estudiantes migrados.
PADRES E HIJOS ABRUMADOS
Es importante no abrumar a los padres de familia planteando expectativas que no corresponden con su formación
profesional, sobre todo para los padres de niños más pequeños que naturalmente todavía no tienen la capacidad de
aprendizaje independiente que muchos adolescentes van desarrollando. Sin embargo, incluso para los más grandes, la
carga de las actividades académicas independientes puede aumentar la ansiedad y tensión en un momento crítico de
fragilidad en su salud mental.

Estas expectativas pueden desatar frustración, culpa, y ambientes familiares negativos en una situación en el que la paz y
el amor en cada hogar es crítica para el bienestar de cada uno de nuestros niños.

Los hogares con menos recursos, se encontrarán en situaciones más difíciles y con menos capacidad de gestionar el
estrés dentro del hogar. Sumar el peso del trabajo académico, sobretodo aquél poco guiado y con poco apoyo, a esos
hogares empeorará la situación, propiciando casos de violencia y trauma, y aumentando más aún la brecha ya existente
en cuanto a logros de aprendizaje entre las familias con más y menos recursos.

Muchos padres de familia se quejan de los módulos que son la oferta actual de educación a distancia de MEDUCA y de
muchas escuelas particulares: por la cantidad de contenidos, por la necesidad de imprimir hojas de actividades que es
imposible para muchos, por el nivel de acompañamiento por parte de los padres que su ejecución requiere, y por la
pobreza didáctica de algunos contenidos.

La pandemia amplificó el impacto del entorno familiar sobre los resultados académicos. Contamos con una creciente
evidencia de que “aunque las buenas escuelas marcan la diferencia, la mayor influencia en el logro educativo, el
desempeño de un niño en la escuela y luego en la educación superior, es el origen familiar”.

LA INEQUIDAD SOCIOECONÓMICA
Aumentamos la brecha ya impuesta por el nivel de educación e los padres, lo cual les permite o no reemplazar el apoyo
de los docentes en muchos casos.

También aumentamos la brecha ya impuesta por el nivel socioeconómico y acceso a materiales educativos como libros y
múltiples dispositivos con acceso al internet.

Es decir, dado que la predicción más precisa del nivel socioeconómico de una persona es el nivel socioeconómico de su
familia, el sistema escolar sirve como un nivelador de oportunidades para que todos logren alcanzar su potencial y sus
sueños, sin importar en qué contexto socioeconómico les haya tocado nacer.

Sin embargo, en Panamá ya nos encontramos con una situación en la que dicho rol de las escuelas como niveladoras de
oportunidades está en riesgo.

Sabemos que, en promedio, las escuelas particulares obtienen mejores puntajes en las pruebas nacionales e
internacionales de evaluación, y sólo aquellos que ya tienen el privilegio de cierto nivel socioeconómico pueden acceder
a un segundo privilegio que es la educación particular.

Esto hace que las diferencias socioeconómicas se agraven con el tiempo. Esta diferencia se sostiene, aún comparando
escuelas oficiales y privadas después de haber controlado por muchísimas otras variables como nivel socioeconómico de
la familia, y formación de los docentes13. Al transferir en medio de esta crisis el proceso educativo de las escuelas a las
casas, aumentamos aún más las diferencias en la calidad de la educación a la que tienen acceso los jóvenes, exacerbando
la creciente brecha de una manera alarmante.
Para poder acceder a la educación en línea, o incluso a distancia con excepción de la radio, los estudiantes necesitan
electricidad en sus hogares. Sin embargo, casi 20 de cada 100 estudiantes de escuelas oficiales viven en hogares sin
electricidad. Esta situación es peor en Bocas del Toro y la Comarca Emberá, donde 30 a 40 de cada 100 estudiantes no
cuenta con electricidad en su casa; y mucho peor en las comarcas Kuna Yala y Ngabe Bugle, donde solo 8 de cada 100
estudiantes viven en casas con electricidad.

En todo el país, solamente el 30% de nuestros estudiantes viven en hogares con computadoras o dispositivos similares,
siendo las comarcas el área con menos acceso, donde solamente alrededor del 5% de los estudiantes viven en hogares
con computadoras o dispositivo similares.

). Por el otro lado, casi el 90% de nuestros estudiantes habitan en hogares con al menos un celular. Sin embargo, en
Bocas Del Toro, Darién y Veraguas tenemos 15 a 20 estudiantes por cada 100 estudiantes que no cuenta con un celular
en su hogar.

La situación es peor en la Comarca Emberá, donde un cuarto de los estudiantes no cuentan con celulares en sus hogares,
y aún peor en las comarcas Ngabe Bugle y Kuna Yala, donde cerca de la mitad de nuestros estudiantes viven en hogares
donde no hay un celular.

HABILIDADES DIGITALES DE LOS DOCENTES


Esto implica que a pesar de los esfuerzos de muchos docentes capaces y con vocación, y la motivación de muchos
padres de familia y estudiantes, continuar la educación oficial desde casa basándonos en acceso a materiales, actividades
y/o interacción en línea o vía celulares, será difícil e inequitativo.

Esta inequidad se ve exacerbada por el hecho de que el sistema oficial no cuenta con un ambiente o aulas virtuales de
aprendizaje, y muchos de sus docentes no utilizan o se les dificulta utilizar herramientas gratuitas como Google
Classroom, y el tipo de repositorio y módulos para el aprendizaje independiente sin interacción docente con el que
contamos actualmente presenta una baja eficacia en cuanto a logros de aprendizaje.

Capacitar docentes en estas habilidades, y asegurarse que tengan acceso a los dispositivos e internet/data requeridos para
ejecutarlos, debe ser una prioridad a corto plazo.

Según datos de la Dirección de Tecnología de MEDUCA, menos del 5% de nuestros docentes tienen correos
electrónicos institucionales. En experiencias de formación continua virtual para docentes, hemos encontrado que muchos
no cuentan con correos electrónicos personales tampoco.

A pesar de varios intentos en previas administraciones de dotar a docentes con computadoras portátiles y capacitarlos en
habilidades digitales básicas, todavía una porción considerable de nuestros docentes requieren de apoyo adicional básico
en el uso de las computadoras, antes de poder proceder a formación para la enseñanza digital. Se estima que preparar a
un docente para producir y facilitar clases en línea puede tomar 6 meses, y forzar nuevas y profundas capacitaciones a
docentes en medio de una crisis es inapropiado.

Finalmente, en el largo plazo, existe evidencia de que la crisis afectará negativamente la acumulación de capital humano,
particularmente la empleabilidad y los ingresos futuros de los jóvenes en el último año de la media y que se encuentren
en la transición de la escuela al mercado laboral, así como de aquellos jóvenes inscritos en la educación terciaria.

CONCLUSIÓN
Los cambios educativos que ocurrieron con el COVID-19 y el cierre de las escuelas estuvieron enfocados en abordar
necesidades inmediatas que permitieran continuar la educación en modalidades remotas, y de encontrar formas creativas
de llegar a los estudiantes en casa.

El retorno a clases debe fomentar oportunidades de repensar la educación del país y potenciar cambios reales de mejoras
en currículo, pedagogía y organización .

El monitoreo de las diferentes áreas previamente mencionadas y la recopilación sistemática de datos que este monitoreo
produzca tiene el potencial de convertirse en un punto de partida para plantear las líneas de mejoramiento de la
educación y metodologías para alcanzar esos cambios.

Los estudiantes necesitarán apoyo para ponerse al día con el aprendizaje perdido (Banco Mundial, 2021). Se deben
conducir evaluaciones de necesidades rápidas (rapid assessments) a estudiantes apenas reabran las escuelas. Esto
permitirá a los maestros evaluar cuánto aprendieron los niños y jóvenes durante los cierres y qué soportes necesitan en el
regreso a clases.

Lo que destapó la pandemia


La mayoría de esos niños y profesores se fueron a sus casas y, por medio de diversas estrategias, principalmente la

virtualidad, se intentó continuar con el proceso educativo.

Sin embargo, esto dejó en evidencia las mayores fragilidades del sistema: las muchas deficiencias e inequidades en los

sistemas educativos, desde acceso a internet y las computadoras necesarias para la educación en línea, pasando por los

entornos de apoyo necesarios para enfocarse en el aprendizaje, hasta las dificultades encontradas para alinear los

recursos de enseñanza con las necesidades.

En palabras de Andreas Schleicher, director de Educación en la Ocde: “Los estudiantes privilegiados consiguieron

sortear rápidamente las puertas cerradas de los centros y encontrar vías hacia oportunidades de aprendizaje alternativas

apoyados por sus padres y deseosos de aprender; los de familias

desfavorecidas se quedaron fuera cuando las escuelas cerraron”.

Incluso para los maestros de países que poseen una infraestructura fiable de tecnología en los hogares, la rápida

transición al aprendizaje en línea ha sido complicada. En el caso de los profesores de las regiones en las que el acceso a

las TIC y otras metodologías de aprendizaje a distancia es más reducido, la transición ha sido aún más difícil o hasta

imposible.

En medio de esto, el docente también se dio cuenta de que no es cierto lo que dicen de que “los niños, niñas y

adolescentes son nativos digitales”. Explica que se tiene esa idea porque usan redes sociales; sin embargo, solo eso

saben hacer. “Tenemos un analfabetismo virtual impresionante”, advierte.


Otro punto que ha quedado en evidencia es que los estudiantes, los padres y los maestros se han dado cuenta de lo

agotador que es estar en las pantallas todo el día, es decir, la virtualidad no es la respuesta ni es el futuro. “El aprendizaje

remoto nos ha recordado que un aprendizaje poderoso solo puede ocurrir cuando estamos comprometidos, enérgicos y

enfocados. Si se trata de completar horas, entonces estamos perdiendo el punto”, resalta un artículo del Foro Económico

Mundial.

¿Qué está dejando en evidencia la pandemia respecto al sistema educativo en la región?

Si ya antes de la crisis habíamos constatado la existencia de problemas estructurales de los sistemas educativos de la

región, relacionados con desafíos de financiamiento,

pertinencia e inclusión educativa, esta crisis nos plantea el urgente desafío de transformación hacia sistemas más

resilientes y preparados.

El cierre de las escuelas y la implementación de modalidades de

educación a distancia han puesto de manifiesto desigualdades estructurales.

Actualmente, muchos niños y niñas no pueden acceder a estas soluciones debido a

diferentes motivos: brechas de acceso a internet y ausencia de dispositivos tecnológicos adecuados; ausencia de espacios

seguros en sus hogares, especialmente en el caso de las niñas que deben, en muchas ocasiones, asumir actividades de

cuidado o son víctimas de violencia y abuso sexual; existencia de hacinamiento, inseguridad alimentaria y condiciones

de higiene precarias que

dificultan la continuidad del aprendizaje; entre otras muchas situaciones.

¿Cómo formar a los profesores en los cambios educativos que se vienen?

Muchas y muchos docentes se están formando en la marcha y debido a su propia iniciativa, enfrentados a circunstancias

inesperadas y extremas. En muy pocos

países su formación inicial ha considerado aspectos de educación a distancia, ya sea en modalidades radiales, en línea o

televisivas.

Además, las metodologías deben considerar herramientas específicas a distancia, distintas a las del manejo de aula.

Actualmente, varios ministerios y organizaciones

de la sociedad civil han elaborado materiales de apoyo que sirven de herramientas de enseñanza y apoyan las iniciativas

y creatividad de las y los profesores.

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