JOSÉ LUIS LÓPEZ SÁNCHEZ - INSTITUTO DE MECÁNICA DE FLUIDOS

FACULTAD DE INGENIERÍA - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

UMBRALES CRÍTICOS DE LLUVIA PARA LA GENERACIÓN DE ALUDES TORRENCIALES

EN CATIA LA MAR

François Courtel, José Luis López, Tania Gascón, Marco Falcón

Instituto de Mecánica de Fluidos, Facultad de Ingeniería,Universidad Central de Venezuela
fcourtel@imf.ing.ucv.ve; jlopez@imf.ing.ucv.ve, gascontania@gmail.com

RESUMEN
En este trabajo se propone una relación gráfica para evaluar la posibilidad de ocurrencia de aludes
torrenciales en la zona de Catia La Mar, en el estado Vargas. El gráfico utiliza dos indicadores de lluvia,
uno representando la lluvia de corto plazo (horas recientes) y otro representando la lluvia acumulada de
largo plazo (días recientes), para definir una línea crítica que separa una zona de peligro (ocurrencia) de
una zona segura (no ocurrencia). Para la determinación de la línea crítica fue necesario realizar un análisis
de los datos históricos observados en las estaciones hidrometeorológicas vecinas al área de estudio, a los
fines de seleccionar las lluvias extremas causantes de aludes, y las lluvias extremas que no causaron aludes
torrenciales. El gráfico está siendo utilizado como una herramienta preliminar para la generación de alertas en
un sistema de alerta temprana que ha sido instalado para proteger a la población de Catia La Mar. El sistema
consta de diecinueve (19) estaciones pluviométricas y cinco (5) estaciones hidrométricas, las cuales están
distribuidas en las cuencas del río Mamo y de las quebradas Tacagua y La Zorra, y transmiten información
en tiempo real a una sala de control ubicada en Catia La Mar. Los datos generados por estas estaciones serán
utilizados a futuro para ajustar y calibrar la línea de umbrales críticos a los fines de mejorar progresivamente
las predicciones de alerta contra aludes torrenciales en la región.

CRITICAL RAINFALL FOR DEBRIS-FLOW GENERATION IN CATIA LA MAR

ABSTRACT
A graphical relation is proposed in order to evaluate the possibility of debris-flow generation in the area of
Catia La Mar, in the State of Vargas. The graphic uses two rainfall indicators, one indicator representing the
short-term rainfall (recent hours) and the other one the long-term rainfall (recent days), to define a critical
line which separates a safe zone from a risky zone. To determine the critical line in the evaluation graphic,
a historic investigation was necessary as to represent both debris-flow events occurred in the past (causing
rainfalls) and extreme past rainfalls that did not cause debris flows (non-causing rainfalls). The chart is
currently being used as a tool in an early warning system that has been installed to protect the town of Catia
La Mar. The system is composed by 19 rainfall stations and 5 water level stations, distributed along Mamo,
Tacagua and La Zorra streams. They transmit real time data to a control station located in Catia La Mar. The
data will be used to calibrate and adjust the threshold line with the purpose of improving, progressively, the
debris-flow-alert prediction in the region.

PALABRAS CLAVE: lluvia crítica; aludes torrenciales; Catia La Mar.

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 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
Aportes Científico-Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos

INTRODUCCIÓN Tacagua fue escenario de numerosos deslizamientos

Una de las causas de la gran cantidad de víctimas por
los deslaves de 1999 en el estado Vargas, fue la ausencia
de sistemas de monitoreo y alerta que pudieran
dar aviso previo a la población a fin de evacuar las
zonas de peligro. Un sistema de alerta temprana
requiere básicamente de datos generados en tiempo
real por una red de estaciones hidrometeorológicas
instaladas en las cuencas, las cuales monitorean la
lluvia y los niveles de agua en los cauces. El sistema
debe examinar en cada evento si las precipitaciones
superan valores críticos, que abran la posibilidad
de ocurrencia de movimientos en masa o de aludes
torrenciales. Esto requiere de herramientas gráficas
o numéricas que permitan transformar en señales de
alerta los datos registrados en las estaciones. En este
trabajo se realiza un análisis de los datos históricos
de lluvias extremas en la región del litoral central y
se propone un gráfico para evaluar la posibilidad de
ocurrencia de aludes torrenciales en la zona de Catia
La Mar, en el estado Vargas. En otro capítulo de este
libro, se describe el sistema de alerta temprana que
ha sido desarrollado para proteger a la población de
Catia La Mar.
especialmente en el sector Blandín-Ojo de Agua. La
foto de la Figura 1 muestra las huellas de la tormenta
del 99 en los cerros circundantes de la autopista
Caracas-La Guaira, donde una gran cantidad de
material sólido fue erosionado de los taludes y
pendientes de la quebrada.
En el tramo inferior, el flujo de la quebrada
Tacagua se desbordó y la inundación alcanzó una
altura de 1.50 a 2 m sobre el nivel de las calles
adyacentes. Los mayores daños fueron causados
en las viviendas y obras de vialidad existentes a lo
largo del curso del río. El puente Ezequiel Zamora
fue destruido totalmente (Figura 1) así como
numerosas viviendas aledañas, y el puente Vía
Eterna fue gravemente dañado. Efectos similares
ocurrieron a lo largo del curso del río Mamo donde
varios puentes fueron destruidos por la creciente.

ANTECEDENTES
Efectos de las lluvias de diciembre de 1999
El centro de la tormenta estuvo localizado hacia el
sector este del estado Vargas, por lo que las cuencas
de los ríos Mamo, Tacagua y La Zorra no recibieron
tanta precipitación como las otras cuencas del litoral
Vargas. Este factor, aunado al hecho de que las
quebradas Mamo y Tacagua tienen pendientes más
suaves, hizo posiblemente que los daños causados
por la creciente no fueran tan catastróficos como los
de las quebradas ubicadas al este del aeropuerto.
En el caso particular de la quebrada Tacagua, se
debe señalar además la existencia del cañón de
Tacagua, el cual funciona como una especie de presa
natural que impide que gran parte de los sedimentos
transportados lleguen a la cuenca baja. Sin embargo,
los daños fueron también cuantiosos. Los flujos
se desbordaron y arrastraron una gran cantidad
de sedimentos hacia la parte baja de los conos de Figura 1. Efecto de las lluvias de 1999 en la quebrada
deyección, en la población de Catia La Mar, pero Tacagua: a) Cicatrices de los deslizamientos en las
sin la presencia de grandes bloques y rocas como laderas de la cuenca media (foto tomada en enero del
2000); b) Sitio de puente colapsado (Ezequiel Zamora) y
sucedió en otras cuencas del litoral. La cuenca alta de
casa destruida en margen izquierda (04-07-01)

326

El informe del CAF-PNUD (2000) describe los
daños causados en la población de Catia La Mar. El
barrio El Piache fue arrasado casi totalmente por
las aguas de la euebrada El Piache, afluente del río
Mamo. Uno de los cerros se vino abajo, quedando
mucha gente tapiada, reportándose 17 muertos en
un área de tan sólo 30 metros cuadrados bajo uno
de los puentes de la vía principal. El torrente rebasó
las barriadas humildes de Ezequiel Zamora, Las
Tunitas, La Soublette, y Puerto Viejo, colapsando
los servicios de agua y electricidad. En cambio, en
la quebrada La Zorra no se apreciaron grandes
movimientos de masa, ni se produjeron daños tan
notables. Sin embargo, aguas arriba del puente de
avenida principal, la creciente socavó la margen
derecha, se cayó un autobús al cauce, el cual fue
arrastrado por la corriente y al llegar al puente aguas
abajo remansó el flujo e inició el desbordamiento
del cauce. La urbanización Rómulo Gallegos fue la
zona más afectada.
Figura 2. Daños causados por la creciente de febrero del
2005 en las riberas del río Mamo.
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Efectos de las lluvias de febrero del 2005
Las lluvias extraordinarias registradas en febrero del
2005 se concentraron en un corto período de tiem–
po (del 7 al 10/02), alcanzando una precipitación
acumulada promedio en la región de Macuto y
Caraballeda de 427 mm. Los datos medidos en
las estaciones indican que las lluvias fueron más
abundantes por debajo de los 1.000 m de elevación.
Estos valores representan magnitudes notables
al compararlos con la precipitación media anual,
estimada en 523 mm, pero inferiores a los valores
máximos registrados en la estación Maiquetía en
diciembre de 1999 (1.200 mm en 17 días). Las
fotos de la Figura 2 muestran algunos de los daños
causados por el río Mamo en la población de Catia
La Mar en febrero del 2005.
REVISIÓN DE LITERATURA
La infiltración rápida de una lluvia intensa y
prolongada causando la saturación del suelo y
un aumento temporal de la presión del agua en
los poros, es considerado generalmente como el
mecanismo por el cual se generan movimientos en
masa superficiales y más específicamente aludes
torrenciales a consecuencia de tormentas Un
planteamiento conceptual sobre este tema, y una
revisión bibliográfica reciente se pueden encontrar
en Wieczorek y Glade (2005). Desde 1975
aproximadamente, muchos autores han buscado
cuantificar la relación existente entre la ocurrencia
de aludes torrenciales y la precipitación. Varios
de los estudios han acompañado o permitido la
creación de sistemas de alerta temprana, donde la
precipitación se mide en tiempo real y se traduce
en indicadores que son comparados con niveles
críticos (umbrales) fijados con anterioridad. Antes
de pasar a revisar esta literatura, se recordarán a
continuación algunas nociones fundamentales acerca
del proceso de formación de los aludes torrenciales
en cauces principales, los cuales son el objeto del
presente estudio, y su relación con los otros tipos de
movimientos en masa.
En tiempo normal circula en los cauces de una
cuenca agua proveniente de las precipitaciones, la
cual lleva una carga de sedimentos provenientes de
la erosión ordinaria (laminar) de las cuencas. Estos
327
 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
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sedimentos son transportados por suspensión en el
líquido (carga suspendida) o por movimiento sobre
el fondo (carga de fondo). En ocasión de eventos
extremos, la concentración de sedimentos puede
elevarse al punto de formarse una mezcla densa,
cuyas propiedades físicas cambian con respecto a
las del agua sola, y cuyo poder destructivo aumenta
considerablemente, formando aludes torrenciales.
El aporte excepcional de sedimentos proviene en
primer lugar de las laderas, tanto cercanas, producto
de socavación de márgenes, como lejanas, producto
de movimientos en masa ocurridos durante el propio
evento, o durante eventos anteriores (en este último
caso los sedimentos no habían alcanzado los cauces
principales y se habían quedado en las laderas como
material inestable). Estos movimientos en laderas
toman la forma de derrumbes, deslizamientos o
flujos, bien sea flujos en cauces de menor orden, o
flujos sin confinamiento. Adicionalmente, el fluido
que circula por el cauce principal adquiere gracias
a su poder de arrastre la capacidad de movilizar,
incorporar y transportar el material acumulado
anteriormente en el fondo del propio cauce, mientras
la pendiente sea suficiente.
Todo los anterior pone de relieve que los aludes
torrenciales en cauce, los cuales por sí mismos son
considerados como movimientos en masa, están
asociados íntimamente a otros tipos de movimientos
en masa en las laderas, fluidos (aludes de orden
menor) o no fluidos (deslizamientos y derrumbes).
Esta relación se hizo muy evidente durante dos
eventos ocurridos en el estado Vargas en 1999,
cuando los aludes en cauces de gran magnitud
que afectaron al área litoral fueron acompañados
por cientos o miles de movimientos en masa en las
laderas de toda la cuenca, afectando hasta 30% de
las laderas en algunas cuencas. Es la razón por la
cual las investigaciones sobre aludes torrenciales
incluyen con frecuencia, no siempre de manera
explícita, recopilaciones de datos que abarcan todo
tipo de movimiento en masa.
Otra dificultad para sacar provecho de la
literatura internacional es que a menudo existen
dudas acerca del sentido exacto de los términos
empleados. Es el caso en particular de los términos
ingleses “landslide” y “slope failure”. Ambos términos
están siendo utilizados actualmente en inglés con un
328
sentido amplio, que abarca todo tipo de movimientos
en masa, a pesar de que sus sentidos originales sean
más restrictivos (respectivamente “deslizamiento de
tierra” y “falla de talud”). Las traducciones al español
no toman siempre esto en cuenta y algunos autores
que escriben en inglés usan también estos términos en
su sentido original. Una explicación complementaria
de la terminología técnica y su significado se describe
en otro capítulo de este libro (Salcedo, 2009).
La imprecisión sobre los términos y la
heterogeneidad de los eventos recopilados fijan
entonces los límites de una revisión bibliográfica
acerca de valores críticos para la generación de aludes
torrenciales. Hecha esta aclaratoria, se presentan a
continuación los resultados de la revisión bibliográfica
efectuada sobre el tema de umbrales de lluvia.
Se pueden agrupar los métodos revisados en
tres grupos principales, que difieren en cuanto al
número de indicadores usados, y a la importancia
que atribuyen a las lluvias anteriores al evento
(lluvias antecedentes) como factor causante de los
movimientos en masa, y más específicamente de los
aludes torrenciales. Se notará que los del segundo y
tercer grupo, como no usan un indicador único, sino
un par de indicadores de precipitación para definir
la situación crítica, no determinan propiamente un
valor crítico (umbral) sino una línea crítica, en un
gráfico con estos indicadores como coordenadas.
1)Precipitación acumulada en determinado tiempo
Este es el modelo más simple que intenta relacionar
la ocurrencia de movimientos en masa con la
precipitación caída sobre períodos muy variables
de tiempo, que van desde 1 día hasta 1 año. Entre
estos se encuentra el trabajo de Glade en 1998
(Wieczorek et al., 2005) que compara la magnitud de
la lluvia diaria con la ocurrencia de deslizamientos
durante el período 1862-1995 para Wellington,
Nueva Zelandia, estableciendo valores críticos
para la generación de deslizamientos. Un umbral
superior (probabilidad máxima) de 140 mm y un
umbral inferior (probabilidad mínima) de 20 mm
fueron establecidos basados en datos históricos.
Cualquier lluvia diaria mayor que 140 mm generó
deslizamientos mientras que ninguno fue reportado
para valores menores a 20 mm.

2)Curvas intensidad versus duración
Este grupo toma dos características del evento
como parámetros principales: la duración (en
horas) y la intensidad de la precipitación durante
el evento (en mm/h), es decir, la precipitación
total dividida por la duración. Después del gráfico
pionero de Caine en 1980, el cual resultaba
de la recopilación de 73 eventos causantes de
movimientos en masa (landslides) en el mundo,
varios autores han realizado recopilaciones locales
similares, pero que incluyen también eventos no
causantes, especialmente en EE.UU., Italia, Nueva
Zelandia y Colombia Británica. Establecen de
esta manera líneas críticas en gráficos intensidad
versus duración del evento, que intentan separar
los eventos causantes de los eventos no causantes
(Wieczorek et al. 2005).
Kanji et al. (2000) presentan dos resultados
de interés en cuanto al efecto de la lluvia para la
generación de aludes torrenciales. Una curva de
lluvia acumulada (P en mm) versus duración (D en
horas) dada por la ecuación,
P = 22,4 (D) 0,41
y un método para calcular un grado de susceptibili–
dad que varía entre cero (alta probabilidad de
falla) y 100 (muy estable). Este índice contempla la
influencia de la lluvia horaria, pendiente del talud,
pendiente del cauce fluvial, área de la cuenca,
altura del talud, uso de la tierra y vegetación, y unos
geoindicadores.
Pando et al. (2003) realizan un estudio muy
completo sobre deslizamientos inducidos por
lluvias en la isla de Puerto Rico a partir del análisis
de 75 tormentas durante el período 1959-2003, y
presentan una curva tipo umbral de intensidad de la
lluvia, I en mm/h, versus duración, D en horas, para
deslizamientos, dada por la relación:
I = 53,37 D–0,78
Pando et al. hacen mención al estudio de Caine
(1980) quien fue uno de los primeros en proponer el
uso de una relación empírica entre la ocurrencia de
deslizamientos y las características de precipitaciones
(intensidad y duración de la lluvia) para obtener un
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umbral de deslizamiento. Caine utilizó datos de
lluvia de varios lugares sobre el planeta y propuso la
ecuación para la condición crítica:
I (mm/hora) = 14,82 (D horas)–0,39
Igualmente, Pando et al., citan el trabajo de
Larsen y Simon (1993) en que presentan la siguiente
ecuación con 41 juegos de datos para Puerto Rico,
recopilados entre 1959 y 1991:
I = 91,46 D–0,82
Hürlimann et al. (2003) describen la instru–
mentación para registro de eventos de aludes en las
regiones subalpinas suizas. Mencionan que sistemas
ultrasónicos y radar son de mucha ayuda, mientras
que los geóponos lo son menos. Se tomaron videos
disparados por los mismos fenómenos. Hacen
un análisis dinámico del progreso de un alud y
presentan la siguiente ecuación como límite inferior
para el inicio de un alud:
I = 32 (D)–0,70
Jan y Chen (2005) presentan una relación gráfica
en escala log-log para la cuenca del río Chenyoulan
en Taiwan, cuya línea crítica es expresada como:
I = 13,5 T –0,2 en donde I es la intensidad
promedio en mm/h y T es la duración en horas.
A raíz del terremoto de 1999 en esta región,
la línea crítica fue corregida debido a que el sismo
incrementó el material suelto disponible en laderas
y cauces para ser arrastrado más fácilmente por los
flujos, por lo que se redujo significativamente el
umbral de la lluvia y se definió una nueva relación:
I = 6,77 T -0,2
3)Curvas precipitación de corto plazo versus
precipitación de largo plazo
Debido a que numerosos estudios han mostrado
la importancia de la precipitación anterior al evento
como otro factor causante, varios investigadores han
propuesto manejar un indicador “de largo plazo”
que refleje esta precipitación conjuntamente con otro
que refleje la precipitación más reciente (indicador
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de corto plazo). El período tomado en cuenta para
el primero varía ampliamente según los estudios,
desde 2 días hasta varios meses, tratándose en este
último caso de apreciar la lluvia de toda la estación.
Sin embargo, el período más usado es de algunas
semanas. En cuanto al indicador de corto plazo se
trata de la precipitación acumulada en lapsos que
van de 1 a 48 horas.
Ortigao et al. (2000) estudiaron el efecto de las
lluvias sobre los deslizamientos en Río de Janeiro
con un sistema de 30 pluviómetros automáticos, en
red, conectados a un centro de monitoreo. Con un
análisis de 65 fallas de talud elaboraron una curva
para ocurrencia de deslizamientos que relaciona
la precipitación diaria u horaria con la lluvia
antecedente de 4 días de duración. El máximo nivel
de precipitación diaria es cercano a 180 mm/día y
decae como una función de la lluvia antecedente.
Salcedo (2000) reporta los resultados de
Aboshi, 1972, donde se predice la falla de laderas
correlacionando la lluvia total caída durante dos
semanas antes del día previo, y la lluvia de dicho
día. Salcedo incorporó al gráfico de Aboshi los
datos de la estación Maiquetía para diciembre de
1999, encontrando que para el día 14 de diciembre,
el evento se encontraba en la región definida en el
gráfico como “desastre severo”.
López et al. (2001) muestran una curva que
define la condición crítica de ocurrencia de falla de
taludes en función de la precipitación (intensidad
en mm/h y acumulada en 15 días), basado en
experiencias japonesas (Japanese Geothecnical
Society, 1997). A esa figura se le incorporaron datos
de los tres eventos torrenciales más importantes
ocurridos en nuestro país en los últimos años: la
tormenta de 1951 en el Litoral Central, los aludes
del río Limón, en 1987, y los de diciembre de 1999.
En todos los casos se observa que los puntos se
ubican a la derecha de la curva, es decir, en el área
donde ocurre el colapso de los taludes.
Tashita (2001) estudia los desastres por aludes
y los divide en tres grupos: avalanchas de tierras
y rocas; deslizamiento de tierra; y deslizamiento
de precipicios. Presenta planillas y métodos para
la recopilación de datos, aún no suficientes para
330
establecer criterios claros para anunciar alarma o
refugio (evacuación). Presenta gráficos de lluvia
reciente horaria versus lluvia antecedente acumulada
hasta llegar a una línea crítica. La aproximación a
dicha línea podría ocurrir en dos horas (alarma) o en
una hora (evacuación). Presentan casos de aplicación
en las prefecturas de Hiroshima y Pagano.
González-García y Mayorga-Márquez (2004)
presentan curvas de umbrales para deslizamientos,
sectorizados en 4 regiones de Colombia, ya que
encuentran que hay influencia de la meteorología y
la orografía sobre las relaciones críticas para la lluvia
antecedente acumulada y la lluvia diaria del día del
evento. Presentan correlaciones (no se observa la
dispersión de la data) entre la lluvia crítica (acumulada
antecedente) y la lluvia anual en forma lineal.
El Instituto para el Desarrollo de Infraestructura
del Japón (IDI, 2004) resume los métodos utilizados
en Japón para anticipar aludes torrenciales y para
el desarrollo de sistemas de alerta y de evacuación.
Se hace énfasis en que los desastres por aludes
torrenciales ocurren no solamente bajo la influencia
de la lluvia en el momento del evento, sino también
debido a la lluvia antecedente durante un período de
una a dos semanas antes de la ocurrencia de desastre.
Los métodos se basan en el uso de una precipitación
de trabajo (working rainfall), donde el grado de
influencia de la lluvia antecedente se reduce a medida
que la lluvia se aleja de la lluvia causante.
TRABAJOS PREVIOS SOBRE UMBRALES
EN VENEZUELA
Pocas referencias se encuentran en nuestro país
para describir la relación entre la cantidad de
lluvia y la ocurrencia de deslizamientos o aludes
torrenciales. Guillén (1990) describe las estaciones
telemétricas de alarma contra inundaciones y el
sistema instalado por la Agencia de Cooperación
Internacional del Japón (JICA) en 1990 en la cuenca
del río Limón. Un equipo de vigilancia recibe los
datos remotos, calcula los datos de precipitación
una vez por minuto y los analiza, dando la señal
de alarma (88 mm de precipitación) o evacuación
(93 mm de precipitación) según se exceda el patrón
correspondiente.

La misma agencia JICA, como parte de un
estudio de prevención de desastres en el Distrito
Metropolitano de Caracas (DMC), elaboró un gráfico
de líneas críticas de precipitación, destinado a servir
de base en el futuro a decisiones de emisión de alerta
y de orden de evacuación en el Área Metropolitana de
Caracas (JICA, 2005). Debido a la falta de datos en el
solo valle de Caracas, el nuevo gráfico se elaboró para
toda el área de la Cordillera del Norte comprendida
entre Maracay y Caracas, incluyendo Vargas. En esta
área habían ocurrido los desastres por alud torrencial
de El Limón (1987), Vargas (1951), Vargas (1999)
y Caracas (1999). El estudio consistía entonces
principalmente en aplicar la misma metodología usada
para generar el gráfico de El Limón y enriquecerlo con
datos relativos al área Caracas-Vargas. La línea crítica
resultante varió finalmente muy poco con respecto a
la original de El Limón. El estudio de JICA usó una
variante del método presentado en el presente trabajo
y no tomó en cuenta todos los registros disponibles
para el área.
ÁREA DE ESTUDIO
El área en estudio corresponde a las cuencas del río
Mamo y de las quebradas Tacagua y La Zorra. La
quebrada Tacagua y el río Mamo nacen a alturas
Figura 3. Ubicación de las cuencas hidrográficas en estudio (Mamo, Tacagua y La Zorra).
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cercanas a los 2.000 metros en la Cordillera de la
Costa y sus cursos discurren siguiendo una pendiente
suave hasta descargar en el mar Caribe, atravesando
la población de Catia La Mar. La quebrada La
Zorra presenta un recorrido paralelo más corto y
pronunciado desde los 900 msnm aproximada–
mente. El río Mamo presenta la hoya hidrográfica
más grande (141 km2) de todas las cuencas del
Litoral Central que fueron afectadas por el evento
torrencial de diciembre de 1999. El mapa de la
Figura 3 muestra la ubicación y extensión geográfica
de estas cuencas. Las características morfológicas
más importantes se resumen en la Tabla 1 y los
perfiles de los cauces se presentan en la Figura 4.
La precipitación anual en el sector, se encuentra
entre los 600 y 1.000 mm al año. La temperatura
presenta promedios anuales de 18° a 29 °C, según
el nivel sobre el mar, con poca variación en el año.
La zona litoral presenta vegetación xerófila o
halófila fuertemente intervenida, por ser un área
densamente poblada. A medida que se asciende
en la Cordillera de la Costa, se localizan bosques
ombrófilos siempreverdes, medianos a altos, con
epifitas y sotobosques relativamente densos. En regla
general las zonas bajas, correspondiendo a los conos
de deyección están urbanizadas. El uso es comercial,
industrial, recreacional (balnearios, marinas y
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 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
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hoteles) y residencial, con urbanizaciones formales y cuenca de San José de Galipán, que disponían
asentamientos informales a ambos lados del cauce de de datos horarios del evento de Febrero 2005; b)
las quebradas y en las laderas de los mismos. la antigua estación Subida del Ávila en Caracas

Tabla 1. Características morfológicas de las cuencas en estudio.

Figura 4. Perfiles longitudinales de los principales cursos de agua en la zona de estudio.

INFORMACIÓN HIDROLÓGICA que tenía datos horarios del evento de 1951 c) la

Antes de iniciarse el Proyecto PREDERES, existía
una sola estación activa dentro del área de estudio:
Mamo (Escuela Naval). Otras dos, Maiquetía
(FAV) y Cagigal (Armada) se encontraban en los
límites de ella y están lo suficientemente cerca para
considerarlas representativas, una de la cuenca
baja y otra de la cuenca alta. Sin embargo, habían
existido anteriormente más estaciones en el área,
de las cuales se pudieron conseguir datos parciales,
todos diarios. Se decidió extender el procesamiento
de datos a otras estaciones en cuencas vecinas
que tenían datos diarios y horarios disponibles:
a) estaciones de la zona central de Vargas, entre
ellas Macuto con una serie bastante larga, y las
estaciones del Proyecto PROCEDA-UCV en la
estación Rancho Grande, ubicada en el estado
Aragua, representativa del evento torrencial de
1987, también con datos diarios. La Tabla 2 presenta
las características de las estaciones pluviométricas
utilizadas para el presente estudio y los períodos
de registro recopilados. Se puede ver que se pudo
cubrir finalmente un período de 59 años en total,
principalmente con datos diarios, completados con
datos horarios de varios eventos extremos.
ANÁLISIS DE EVENTOS EXTREMOS
A partir de los datos recopilados, se hizo una
selección de eventos extremos, con el criterio

332

de tener series continuas de lluvias, con 1 día de
interrupción como máximo, que hayan alcanzado
un total mayor o igual a 80 mm, y que incluyan por
lo menos una lluvia diaria igual o mayor a 20 mm.
Entre estos eventos se destacan algunos eventos más
notables por la importancia de las precipitaciones,
algunos causantes de aludes torrenciales y otros
no causantes, los cuales se describen brevemente a
continuación.
Eventos causantes
Los eventos causantes (febrero de 1951, diciembre
de 1999 y febrero de 2005) ocurrieron todos en la
temporada seca nacional, y además presentaron
patrones de situaciones sinópticas similares, como
lo muestran García K. y Mundaray R. (2005): ciclón
subtropical cercano a los 30º norte de latitud y 60º
oeste, vaguada en uno o varios niveles de la atmósfera,
desplazamiento de restos de frentes fríos llegando
a las costas venezolanas, línea de inestabilidad
penetrando la región centro-norte-costera. Los
autores destacan además que estas circunstancias
caracterizaron también el evento de abril de 1981,
no-causante de aludes torrenciales propiamente
dichos, pero que causó grandes daños en el norte del
país debido a múltiples inundaciones y movimientos
en masa. Es interesante notar que, debido a esta
similitud, los autores avanzan la posibilidad de prever
con 12 a 24 horas de anticipación la ocurrencia de
un evento extremo de este tipo en la zona costera
de Venezuela, basándose en los reportes de la
estación de “Grantley Adams” (Barbados), ubicada
en el Atlántico cercano al norte del estado Sucre,
relativos a condiciones de inestabilidad atmosférica
detectados por radiosondas. Se vislumbra así la
posibilidad de generar una alerta previa basada en
condiciones meteorológicas, antes del comienzo del
evento adverso en el litoral de Venezuela, la cual sería
luego completada por una alerta con pocas horas de
anticipación durante el desarrollo del mismo, si así lo
aconsejaran los indicadores basados en la medición
en tiempo real de la precipitación, tal como se indica
en el presente trabajo. Se precisan a continuación
algunos aspectos adicionales relativos a los eventos
causantes, que muestran que si bien los contextos
fueron similares, en cambio los desarrollos en el
tiempo fueron variados.
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FACULTAD DE INGENIERÍA - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
Febrero de 1951
Las precipitaciones ocurrieron después de
una serie de días secos y el inicio fue brusco. Se
concentraron al principio sobre un período corto
(un poco más de 1 día), produciendo los aludes, y
disminuyeron luego para presentar varios repuntes
menos dañinos durante 10 días. La precipitación el
día pico (16/02) fue de 419 mm.
Septiembre de 1987 (El Limón)
Se trata de un evento con características bastante
diferentes a las de los otros eventos, lo cual permite
enfocar una eventualidad muy particular: un alud
resultando de una lluvia repentina muy intensa de 5
horas de duración y magnitud de 183 mm, ocurrida
en temporada de lluvia nacional, y no antecedida
por precipitaciones de importancia. Se trata de un
evento particularmente peligroso por su carácter
sorpresivo.
Diciembre de 1999
Las circunstancias del evento de diciembre 1999
son bien conocidas y estudiadas, por tratarse de un
desastre reciente de gran impacto sobre la vida de
la región y del país. En el Capítulo 1 de este libro
se presentan los histogramas de las lluvias medidas
en Maiquetía (datos diarios) y en Mamo (datos
horarios) para este evento. Es importante destacar
que a diferencia del evento de febrero de 1951,
el episodio culminante del 15 y 16 de diciembre
fue precedido por una lluvia continua de 15 días,
ocurriendo unas primeras inundaciones alrededor
del 3 de diciembre.
Febrero de 2005
Las continuas precipitaciones, ocurridas prin–
cipalmente entre los días 7 y 10 de febrero de
2005 afectaron al Distrito Capital, y a los estados
Vargas, Aragua, Carabobo, Miranda, Yaracuy,
Falcón, Táchira, Mérida y Zulia. El evento se
desarrolló entre la noche del 07/02/05 y la mañana
del 10/02/05, sobre un período de 66 horas y pudo
ser monitoreado por las estaciones instrumentadas
en la cuenca experimental de San José de Galipán
(seis estaciones). Los registros muestran que las llu–
vias fueron más intensas en la parte baja de la cuenca
(estaciones Macuto y San José) que en la parte alta
(estaciones San Francisco, San Isidro y Humboldt).
Los momentos culminantes se alcanzaron primero
333
 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
Aportes Científico-Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos

en las zonas altas y en el valle de Caracas, donde se Eventos no-causantes

desbordó el río Guaire (08-02) y luego en la zona
baja (10 de febrero en Macuto). Se obtiene de los
registros datos interesantes sobre la distribución
de las lluvias en un evento de este tipo. Si bien la
precipitación total del evento (427 mm en Macuto)
puede tener un período de retorno del orden de 100
años, en cambio las precipitaciones horarias nunca
llegaron a ser muy considerables.
Se señalan dos eventos por haberse notado en todas
las estaciones procesadas: los de febrero-marzo de
1970 y abril de 1981.
Febrero-marzo de 1970
Se trata de un evento donde después de un
período seco las lluvias se concentraron sobre 4 a 5
días, con un día particularmente intenso.

Tabla 2. Resumen de los datos de precipitación recopilados.

334

Abril de 1981
Las lluvias ocasionaron 24.851 damnificados y
31 muertos, sin contar los desaparecidos, siendo el
Distrito Federal (al cual pertenecía el Litoral Vargas)
el más afectado. En el área de estudio se señalan
especialmente (Arellano, 1982):
20/04: desbordamiento de la Qda. Tacagua y
deslizamientos en la zona.
21/04: deslizamientos de tierra, con 400
damnificados, especialmente en Catia La Mar,
con 134 familias afectadas (Barrios La Pichona,
Los Olivos, La Soublette, El Playón, Las Tunitas,
Marapa y Negro Primero).
Del análisis de los datos se puede observar que
se trató de una serie continua bastante larga, de 14 a
15 días según las estaciones, que no coinciden en sus
momentos culminantes.
METODOLOGÍA DE TRABAJO
Se ha seleccionado la metodología de la Precipitación
de Trabajo, recomendada en IDI (2004), para analizar
los datos y generar las curvas de umbrales críticos
de lluvia. Este método muy usado en Japón tiene
varias variantes pero en todas ellas el procedimiento
consiste en:
–seleccionar en los registros históricos los
episodios más significativos de lluvia continuada
sobre varios días y determinar cuáles produjeron
aludes y cuáles no produjeron.
–representarlos en un gráfico construido en base
a dos parámetros: a) el “indicador de precipitación
de largo plazo” refleja la precipitación acumulada
el mismo día y los días anteriores al momento
considerado; b) el “indicador de corto plazo”
refleja la precipitación caída en la hora o las
horas inmediatamente anteriores al momento
considerado.
–tratar de separar en este gráfico los eventos que
causaron aludes (“eventos causantes”) de los que
no causaron (“eventos no-causantes”) por una
Línea Crítica, que separe de esta manera una
zona “insegura” de una zona “segura” en cuanto
a la amenaza por aludes.
JOSÉ LUIS LÓPEZ SÁNCHEZ - INSTITUTO DE MECÁNICA DE FLUIDOS
FACULTAD DE INGENIERÍA - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
Como se expuso más arriba otros métodos usan
también dos tipos de indicadores de precipitación,
pero se ha podido constatar por la experiencia
que el uso de una suma sin ponderación para estos
indicadores permite que en ocasión de lluvias poco
intensas pero muy prolongadas se alcancen los valores
críticos, sin que existan realmente las condiciones
para la producción de aludes. Para evitar este
inconveniente, el método usa como precipitación
acumulada, la “precipitación de trabajo” PW definida
como la suma de las precipitaciones de la serie de
lluvias, afectadas de un coeficiente de reducción que
refleja su antigüedad en la serie:
PW = 1
P1 + 2
P2 + 3
P3 +… = Pt
t
donde Pt es la precipitación t horas antes del
momento del cálculo; t es un coeficiente de
reducción correspondiente a Pt , calculado por la
relación t = 0,5t/T; T es el “tiempo de media vida”,
es decir tiempo en que el coeficiente de reducción se
hace igual a 0,5.
Si por ejemplo T= 1 hora se tiene:
PW = 0,5P1 + 0,25P2 + 0,125P3 +…
La variante utilizada en el presente trabajo es
definido en Japón como el Método del Comité (IDI,
2004), el cual usa los siguientes indicadores para
la definición de los umbrales críticos: en abscisa,
la precipitación de trabajo calculada con tiempo de
media vida de 72 horas (tres días), y en la ordenada,
la precipitación de trabajo calculada con tiempo de
media vida de 1,5 hora. Los coeficientes de reduc–
ción según la antigüedad se indican en la Tabla 3.
Se puede observar que las precipitaciones de más de
12 horas dejan de tener influencia sobre el valor del
indicador de corto plazo, y las de más de 24 días
sobre el indicador de largo plazo, visto que se ven
afectadas por coeficientes de reducción menores
a 0,5%.
335
 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
Aportes Científico-Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos

Tabla 3. Coeficientes de reducción hasta 24 días de antigüedad de la precipitación para tiempos de media vida
de 1,5 y 72 horas.

DETERMINACIÓN DE UMBRALES día. Debido a la forma exponencial de los

DE LLUVIA
La mayor dificultad en la aplicación de la metodología
para determinar la línea crítica es de disponer de
muchos datos diarios y de pocos datos horarios,
siendo estos últimos los que requiere propiamente
la metodología. Se estableció entonces un artificio
que permitió estimar las precipitaciones de trabajo a
partir de series diarias:
–para los días anteriores al día pico se considera
la precipitación del día como si se hubiera
repartido por igual en todas las horas del
coeficientes de ponderación, esta suposición
equivale a concentrar la precipitación diaria a
las 12 p.m., y a hacerla entrar en la suma
ponderada con el coeficiente que corresponde
a esta hora. El error introducido por esta
aproximación se hace más pequeño a medida
que la precipitación considerada es más antigua.
–para el propio día pico, se estableció una
relación empírica entre la contribución de este
día a cada uno de los indicadores (PT1.5 y
PT72) y la precipitación total del día, en base a

336

los 8 registros horarios de eventos extremos que
se había recopilado.
Se obtuvieron de esta manera los coeficientes a
aplicar a las precipitaciones diarias para obtener las
precipitaciones de trabajo (Tabla 4).
Tabla 4. Coeficientes de reducción para la estimación de las precipitaciones de trabajo a partir de datos diarios.
Con esta información se procesaron de la
manera descrita anteriormente los datos disponibles
en las distintas estaciones para los eventos extremos
siguientes:
–eventos causantes de aludes: 1951, 1987,
1999, 2005
–eventos no causantes: 1954, 1955, 1956, 1967,
1970, 1971, 1972, 1973, 1981, 1985, 1988, 1990,
1991, 2001.
Se calcularon los valores PT72 y PT1.5 con el
objeto de construir el gráfico para la definición de
la línea crítica. Para los eventos causantes, el
momento culminante o momento pico corresponde
en principio al momento de la ocurrencia del alud.
Sin embargo, como no se tiene suficiente informa–
ción acerca de este aspecto (salvo para el evento de
1987), se consideró para todos los eventos, causan–
tes y no causantes, como momento culminante
el momento cuando el punto representativo se ha
alejado más del origen, antes de iniciar su regreso
hacia ésta. Las precipitaciones medidas y calculadas
(PT72 y PT1.5) correspondientes a los momentos
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picos de los eventos se presentan en la Tabla 5. Se
debe señalar que los “días pico” son los días cuando
el punto representativo se ha alejado más del origen
del gráfico. No corresponde siempre con el día de
mayor precipitación, existiendo a veces un retraso.
En la Figura 5 se han graficado los valores
obtenidos de PT1.5 (eje de las abscisas) versus PT72
(eje de las ordenadas), para los eventos extremos
analizados, causantes o no causantes de aludes. Se
propone como línea crítica a la línea con pendiente
negativa de 45º que pasa por el punto más a la
izquierda de los eventos causantes, en este caso el
representativo de Mamo (1999). Esta línea corta el
eje de las abscisas en 220 mm aproximadamente.
La línea crítica propuesta deja en la zona segura
a los puntos representativos de Alto Ño León
(1951), Cagigal (1951) y Humboldt (2005), aunque
se trate de eventos considerados como causantes
de aludes. Estos puntos no se tomaron en cuenta
para el trazado de la línea, porque los aludes no
ocurrieron en las áreas cercanas a estas estaciones.
En efecto a pesar del pequeño tamaño de las cuencas,
las precipitaciones en un mismo evento pueden
variar mucho entre las distintas zonas de la cuenca,
especialmente entre zonas bajas costeras y zonas
altas montañosas. Por ejemplo en el evento de 2005
las zonas bajas recibieron precipitaciones mucho
más elevadas que las zonas altas, según registros
337
 LECCIONES APRENDIDAS DEL DESASTRE DE VARGAS
Aportes Científico-Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos
Figura 5. Línea crítica propuesta y ubicación de eventos extremos.
de la cuenca de San José de Galipán, mientras
que en 1999 puede haber ocurrido lo contrario,
según observaciones satelitales. En consecuencia,
los puntos relativos a un mismo evento pueden
estar representados por puntos muy distantes
en el gráfico, debido a estas diferencias en las
precipitaciones. Quedaría por investigar en detalles
si estas diferencias se tradujeron efectivamente en
distintos procesos en las cuencas.
Por su parte, los eventos no causantes queda–
ron todos en la zona segura a excepción del de
febrero-marzo de 1970, donde algunas estaciones
pasaron ligeramente la línea crítica. Se puede tratar
de un error de estimación de los indicadores, ya
que no se disponía de valores horarios para estos
puntos, pero se han señalado en todo caso para este
evento numerosos movimientos en masa en laderas.
Señalemos que el uso del Método del Comité mejoró
notablemente la “separabilidad” de los eventos
338
causantes y no causantes en el gráfico, con respecto
a otra variante probada anteriormente. Con esta
última, otros eventos no causantes habían pasado
la línea crítica, especialmente el evento de abril
de 1981, un evento notable con 15 días seguidos
de lluvia totalizando 337 mm en Macuto, que sin
embargo no llegó a producir aludes en los cauces
hasta el área urbana, lo que se refleja en el valor de
los indicadores calculados con una ponderación de
la lluvia, los cuales no alcanzan los valores críticos,
a diferencia de la otra variante usada anteriormente
que no usaba ponderación en la sumatoria.
Un análisis de sensibilidad del indicador de
largo plazo mostró que el cambio en el tiempo de
media vida (TMV) utilizado no parece influir en la
separabilidad de los eventos. Cualquiera que sea el
TMV el evento de 1970 queda en la zona insegura.
Por lo tanto se propone utilizar el TMV de 72 horas,
propuesto originalmente para el método.
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FACULTAD DE INGENIERÍA - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

Tabla 5. Precipitaciones de trabajo para los días pico de los eventos procesados.

Nota: los días pico son los días cuando el punto representativo se alejó más del origen. No son siempre los días de mayor
precipitación de la serie continua.

339
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Aportes Científico-Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos
Una gran ventaja de la metodología usada es que
se puede seguir en el gráfico la trayectoria del punto
representativo de la lluvia durante el evento, a lo
largo de lo que se conoce como snake-line o “línea-
serpiente”. Al recibir los datos de precipitación en
tiempo real, la situación se podrá evaluar según la
posición del punto representativo a lo largo de la
“línea-serpiente”y permitirá dar señales de alerta
cuando se acerque a la línea crítica. Esto se ilustra
en la Figura 6 donde se presenta la evolución en
el tiempo del evento de 1999 mediante el trazado
de la línea serpiente en el gráfico de línea crítica.
La línea serpiente trazada con los datos diarios de
Maiquetía FAV presenta una evolución interesante
que muestra que este evento largo (más de 15 días
de lluvia continua) se desarrolló en varias fases:
–debido a las lluvias de los primeros días de
diciembre el punto se movió rápidamente hacia
la zona insegura, hasta el 03/12, cuando casi la
alcanza.
–luego, con la disminución de las lluvias, se
regresó hasta ubicarse cerca del origen el día
13/12.
Figura 6. Línea serpiente para Maiquetía (Estación FAV). Diciembre de 1999.
340
–el día 14/12 el punto representativo arrancó
nuevamente su movimiento y se acercó a la
línea crítica, que pasó en el transcurso del día
15, llegando a adentrarse considerablemente en
la zona insegura el día 16.
CONCLUSIONES
En este trabajo se ha desarrollado una línea de
umbrales críticos que relaciona la precipitación con
la posibilidad de ocurrencia de aludes torrenciales
en la región de Catia La Mar. Las principales
conclusiones del trabajo se resumen a continuación.
–Se recopilaron datos de precipitaciones ocu–
rridas sobre un período de 59 años, disponibles tanto
para el área de estudio como para el área central de
Vargas. La mayoría son datos diarios pero se pudo
recabar registros horarios de varios eventos extremos
–Se seleccionaron en estos registros las series
continuas extremas de precipitación destacándose
18 eventos notables, causantes de aludes (1951,

1999, 2005), o no-causantes, a los cuales se agregó
el evento de 1987 en El Limón. Estos eventos han
ocurrido en su gran mayoría en la temporada seca
nacional, con situaciones sinópticas similares, pero
no presentaron un patrón común de distribuciones
de la lluvia en el tiempo.
–Se utilizó la metodología de la “precipita–
ción de trabajo”, la cual toma en cuenta la suma de
las precipitaciones antecedentes afectadas por un
coeficiente de reducción, de forma tal que el peso
de las precipitaciones anteriores va disminuyendo a
medida que éstas se hacen más antiguas. El
método utiliza dos indicadores para la definición
de los umbrales críticos. Un primer indicador que
representa la lluvia de largo plazo (precipitación
de trabajo calculada con tiempo de media vida de
72 horas o tres días), y un segundo indicador que
representa la lluvia de corto plazo (precipitación de
trabajo calculada con tiempo de media vida de 1,5
horas). En la práctica, las precipitaciones de más de
12 horas dejan de tener influencia sobre el valor del
indicador de corto plazo, y las de más de 24 días sobre
el indicador de largo plazo, visto que se ven afectadas
de coeficientes de reducción menores a 0,5%.
–Se determinó una línea crítica de 45° que
corta el eje de las abscisas (indicador de largo
plazo) en 220 mm (Figura 5). Esta línea constituye
una representación gráfica de los umbrales críticos
de lluvia y permite separar aproximadamente los
eventos causantes de aludes (a la izquierda) de los
no-causantes (a la derecha). Un solo evento no
causante, el de abril de 1970 quedó parcialmente en
la zona insegura. La diferencia de precipitaciones en
las estaciones de una misma cuenca hacen que los
puntos representativos de algunos eventos causantes
estuvieron, unos en la zona segura, otros en la zona
insegura. Es difícil saber si ello corresponde a la
ocurrencia de distintos procesos de movimientos en
masa y aludes torrenciales en la cuenca.
–Un análisis de sensibilidad del indicador de largo
plazo mostró que el cambio en el tiempo de media vida
(TMV) utilizado no parece influir en la separabilidad
de los eventos. Cualquiera que sea el TMV el evento
de 1970 queda parcialmente en la zona insegura.
Por lo tanto se propone utilizar el TMV de 72 horas,
propuesto originalmente para el método.
JOSÉ LUIS LÓPEZ SÁNCHEZ - INSTITUTO DE MECÁNICA DE FLUIDOS
FACULTAD DE INGENIERÍA - UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
–Entre las limitaciones del gráfico determinado
se menciona que se estableció esencialmente en base
a datos diarios, debido a la ausencia de datos horarios
en la mayoría de las estaciones seleccionadas. Por lo
tanto, para aplicar la metodología propuesta, hubo
que elaborar un artificio de cálculo para estimar
las precipitaciones de trabajo en base a los datos
diarios, usando coeficientes empíricos calculados en
las estaciones con doble registro (diario y horario),
lo cual establece un cierto margen de error sobre la
ubicación real del punto representativo en el gráfico
de umbrales.
–El método utilizado permite seguir la trayec–
toria en tiempo real del punto representativo de
la precipitación, lo cual permite ubicar en cada
momento el evento con respecto a la zona insegu–
ra. El acercamiento a la línea crítica y el paso de
la misma pueden servir de base a la emisión de alerta
de amenaza por aludes torrenciales. El paso de
la línea crítica abre la posibilidad de ocurrencia
de aludes torrenciales, pero no significa una
ocurrencia segura, lo que se traduce en la posibilidad
de emisión de alertas no-acertadas (falsas alertas).
–El gráfico de la Figura 5 está siendo utilizado
como una herramienta preliminar para la generación
de alertas en un sistema de alerta temprana que ha
sido instalado para proteger a la población de Catia
La Mar (Courtel et al., 2009). Los datos generados
por estas estaciones serán utilizados a futuro para
ajustar y calibrar la línea de umbrales críticos a los
fines de mejorar progresivamente las predicciones
de alerta contra aludes torrenciales en esta región.
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