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Eva Rivas
(Pag 19 M y H.) Para comprender lo que ocurre en los primeros estadios de desarrollo
del niño hay que desembarazarse del punto de vista que nos hace considerar evidentes
muchas cosas: por ejemplo que somos diferentes unos a otros, separados unos de otros,
que nuestra imaginación es distinta de los fenómenos exteriores. El niño debe descubrir
todo esto poco a poco.
El recién nacido viene al mundo con una dotación instrumental dispuesta a interactuar
desde los primeros días de vida si encuentra con quien realizar dicha interacción. Este
equipo instrumental, todavía inmaduro, se desarrollará, diferenciará y especializará para
adaptarle a un medio en el que, a diferencia de otros animales, está todavía muy lejos de
poder moverse de forma individual. Otros mamíferos son capaces, al nacimiento, de
mamar rápidamente de su madre, desplazarse y defenderse. El niño es incapaz, sin la
ayuda activa y prolongada de su entorno. Como si requiriese prolongar el periodo de
gestación intrauterina con una gestación extrauterina.
Esta inmadurez biológica del recién nacido humano parece desfavorecer al hombre en
una primera evaluación pero, sin embargo, esto le permite adaptarse a circunstancias
mucho más variables y todo ello ligado al desarrollo de la inteligencia. Por otro lado la
dependencia prolongada entre el niño y su entorno permite el desarrollo de una
comunicación especialmente intensa que desempeña un papel fundamental en el
desarrollo afectivo del ser humano (Mazet y Houzel, pag12).
La fase sensitiva en la que suele formarse el apego abarca unos meses a mediados del
primer año. Probablemente comience en el periodo neonatal. Los niños albergados en
una institución hasta los 8 a 24 meses de edad encontraron dificultades para desarrollar
el apego hacia una madre adoptiva posterior, y el límite más tardío de la fase sensitiva
para adquirir el apego por primera vez parece situarse en los 24 meses (pag.30 Wiener y
Dulcan).
Desde el punto de vista biológico durante el primer año el aumento de volumen del
cerebro es muy importante y acarrea un aumento del perímetro craneano que es tan
grande durante el primer año como desde ese momento a la edad adulta. Los surcos
terciarios y circunvoluciones continúan su desarrollo durante los primeros meses.
Microscópicamente al nacimiento todo el patrimonio de neuronas está ya constituído y
ya no hay producción de nuevas neuronas. En cambio las conexiones entre neuronas
siguen desarrollándose. Las últimas en desarrollarse son las de las áreas de asociación
del córtex cerebral.
La mielinización comienza en los últimos meses de vida intrauterina y prosigue durante
al menos los 2 primeros años de vida postnatal. Sigue una progresión ascendente: en la
médula está casi terminada al nacer mientras que es inexistente en los hemisferios
cerebrales y cerebelo.
Los Sentidos
El recién nacido puede distinguir el olor propio de la madre prácticamente desde que
nace y puede distinguir los cuatro sabores básicos (dulce, agrio, salado y amargo).
Los bebés oyen al nacer y responden con preferencia a la voz de la madre al cabo de una
semana. La voz de la madre puede consolar al bebé desde las primeras semanas de vida.
El oído del RN parece estar afinado para el habla humana (frecuencias agudas,
femeninas). Las estructuras del oído se han formado ya a la 32 semana de gestación y el
feto reacciona a los ruidos desde ese momento. Los sonidos que provienen del exterior
están muy amortiguados, pero los ruidos del cuerpo de la madre y la voz de ésta sí
funcionan como estímulo (experiencia de canciones que calmaban a los bebés si la
madre las había cantado durante las últimas semanas de gestación …memoria auditiva)
En las primeras horas tras el nacimiento el bebé presta atención a estímulos visuales de
alto contraste. El verdadero seguimiento ocular de un objeto se ha perfeccionado a las 6
semanas (maduración del sistema visiomotor), la fijación ocular (acomodación) no se
produce antes del tercer mes y medio. Previamente el cristalino enfoca correctamente en
la retina, de forma fija, solo objetos que están aproximadamente a una distancia de 20
cm (15 a 40), la distancia a la que está el rostro de la madre durante el amamantamiento.
1º) El sostenimiento de la cabeza: el control del tono de los músculos del cuello y la
nuca que permite el sostenimiento de la cabeza se adquiere normalmente hacia los 3
meses, pero no es hasta el 5º mes cuando el porte de la cabeza es perfectamente libre.
Fase simbiótica: con la maduración del sistema visuomotor el niño adquiere el control
de la mirada y, paralelamente al control cefálico consigue buscar, frenar o evitar la
interacción. Busca a la madre mirándola a los ojos, colocándose en su campo de visión.
La sonrisa, las vocalizaciones y los movimientos coordinados de los ojos y la cabeza
son formas específicas de respuesta a la madre. Según Winnicot, si la madre se
identifica con las necesidades del bebé, lo que le permite satisfacerlas, se crea una
simbiosis que lleva al niño a la ilusión omnipotente de que él y la madre forman parte
de un todo. En realidad gracias a estos cuidados maternos se produce la maduración del
potencial innato del niño. A partir de ahí, de esta relación de dependencia absoluta, en la
que el lactante vive la experiencia de fusión con la madre, el bebé debe iniciar un
proceso de diferenciación de la imagen de sí mismo distinta y separada de la de su
madre. Este proceso intrapsíquico es al que M. Mahler llamó de “Indivicuación-
Separación”.
2º) Sedestación: El dominio de la posición sentada se adquiere a los 8 meses pero desde
los 6 el niño puede mantenerse un momento con el tronco hacia delante en equilibrio
sobre las manos puestas delante o apoyado en un respaldo. La sedestación junto con la
adquisición de la coordinación óculo-manual permite al niño asir y explorar los
objetos, así como observar, desde la posición de sentado, el acercamiento y
distanciamiento de la madre. (Iinicio de la individuación con la subfase de
diferenciación, 5-9 meses) Se inician los juegos de aparición y desaparición y surgen
los objetos y fenómenos transicionales.
3º) La posición de pie: se adquiere progresivamente. A los 8-9 meses el niño puede
mantenerse de pie unos instantes, apoyándose. A los 10-12 la posición se ha adquirido
ya y se dibuja la lordosis. Pero lo importante es la capacidad de separarse, mediante el
gateo y la deambulación. (Subfase de prácticas, 9-16 meses). Estas adquisiciones
motrices permiten al niño determinar la cercanía o lejanía de la madre y empieza a
explorar el ambiente a su alrededor. Esto lo hará siempre dentro de una sutil relación
con la madre, que sigue siendo el centro de la vida del bebé. Su interés está en el
ejercicio de sus nuevas capacidades locomotrices y en el descubrimiento del mundo que
le rodea. Esto le permite en algún momento tener un cierto desinterés hacia la madre, a
la que vuelve sin embargo para reabastecerse emocionalmente con el contacto físico.
En este periodo surgen los esquemas motores de señalamiento (quiero esto), rotación
de la cabeza (no quiero), apertura y cierre de la mano (adiós). Spitz dice que esto
indica la toma de conciencia de sí mismo y la facultad de juicio. La ejercitación de sus
habilidades, el dominio de sus capacidades de autonomía y el deleite con los
descubrimientos le sitúan en un lugar en el que, según Mahler está enamorado de su
propia grandeza lo que le hace soportar la amenaza mínima de pérdida del objeto ante
la desaparición de la madre de su campo visual. La ansiedad predominante es la de
pérdida de objeto, y la forma de defenderse, la hiperactividad.
Surge la inteligencia representacional, que culminará con la aparición del juego
simbólico y el lenguaje expresivo.
3) El estadio operacional concreto, entre los 7 y los 11 años. El niño ya no está ligado a
la configuración percibida en un momento dado. Puede tener en cuenta dos variables a
la vez (anchura y altura). (Experimento del agua en dos tazones uno se vierte en un
cilindro, el niño en estadio preoperacional dirá que no hay la misma cantidad en el tazón
que en cilindro, pero el niño en la etapa operacional dirá que sí, que la cantidad de agua
es la misma porque el cilindro es más estrecho y el tazón más ancho. El niño ha llegado
a dominar el concepto de “conservación” (aprende a aplicarlo a la cantidad, volumen,
número, clase, longitud, peso y área). La cantidad se empieza a conservar entre los 6 y
los 8 años, el peso entre los 9 y los 11.
La edad de 6 ó 7 años marca un punto de inflexión crucial en el pensamiento del niño. A
partir de entonces no está atado a su percepción y puede aplicar su razonamiento. Es la
edad de empezar la educación primaria (en Tª psicoanalítica se resuelve el Edipo y se
consolida el Superyó). Es posible distanciarse de los sentimientos, pensar en ellos y
ponerlos en su contexto. Ya puede distinguir entre fantasía y realidad con más facilidad.
Desde el punto de vista clínico la teoría de Piaget explica, por ejemplo, el que los niños
preescolares se interesen por figuras colosales como dinosaurios y superhéroes, que
representan las figuras idealizadas de la vida del niño. Esta representación simbólica es
evidente en los juegos simbólicos de los niños pequeños. Esto se puede usar para
entender los intereses, conflictos, deseos y ansiedades y decidir en qué momento de la
psicoterapia interpretar el significado de su juego. También explica las dificultades del
niño preoperacional para resolver los problemas emocionales o intelectuales. Para el
niño en este estadio, la fantasía y la realidad pueden estar poco diferenciadas y los
afectos pueden ser más difíciles de conceptuar (conservar).
Los niños en edad escolar en la etapa operacional concreta intentan construir un mundo
ordenado y regido por leyes. Usan reglas en los juegos (ajedrez, la oca).
También desde el punto de vista clínico es importante saber que algunos miedos son
comunes y propios de ciertas edades:
(pag 281 Mazet y Houzel)Los llamados por Ana Freud miedos arcaicos como el miedo
a la oscuridad, a la soledad, a los extraños, a la vista de un objeto nuevo o una situación
insólita, el miedo al trueno o al viento se observan en los primeros años y luego
desaparecen. Son testimonio de posibilidades insuficientes aún de dominio de la
angustia vinculada a impresiones desconocidas, por un pensamiento y una aprehensión
del mundo exterior muy imperfectos, y desaparecen solamente con la puesta en marcha
de un pensamiento más racional y lógico. Por otro lado las fobias vinculadas a objetos
precisos y objetivamente inofensivos aparecen más tarde (4, 5 ó 6 años) y también cesan
con la evolución normal. Se consideran resultado de la puesta en marcha de mecanismos
de desplazamiento, proyección y focalización hacia el exterior de la angustia interna
vinculada a los inevitables conflictos de desarrollo, en particular el conflicto edípico.
(pag 595 Wiener y Dulcan) Durante la etapa preescolar los niños suelen temer a los
desconocidos, a la oscuridad, a los animales o a las criaturas imaginarias.
Los niños de primaria tienen miedo a los animales, a la oscuridad, a las amenazas a su
propia seguridad o a los rayos y truenos.
A los niños mayores les preocupan más los miedos relacionados con la salud, las
relaciones sociales y el colegio.
Los miedos de los adolescentes pueden centrarse más en el fracaso, el sexo o la
agorafobia.
Si el miedo persiste a edades superiores o si causa malestar importante y persistente o
alteración funcional está indicada la evaluación clínica.
Memoria.