Está en la página 1de 2

SUEÑOS

Arrancamos temprano. A eso de las siete ya estamos arriba preparándonos


para el día que sabíamos iba a ser largo (mejor estar preparados para después
no andar puteando). Igualmente temprano lo que se dice temprano tampoco
era, uno le dice temprano en relación a sus propios tiempos de vida. No hacía
mucho frio, pero igual es un típico clima otoñal así que remera, busito, campera
y estamos, no vaya a ser que después pasemos frio aunque también sabemos
que la campera bien nos la vamos a tener que meter en el orto cuando a la
tarde suba la temperatura a veinte grados.

A las ocho salimos de casa, llegamos a la estación y tenemos que esperar el


bondi. Ya hay clima de bodrio. Vamos hasta el kiosco, compramos algo, hay
que pasar el tiempo muerto. Las galletitas dicen que son de cereal orgánico
pero las probas y tienen gusto a aceite y harina diez ceros. Uno piensa en que
se ha convertido la industria de la comida ¡que lo parió! Pero la verdad es que
es todo en relación al precio, si queres algo barato seguramente ingredientes
sanos no va a tener. Y tampoco es que nos podemos dar el lujo de comprar
sano, porque es eso, un lujo. Así no hay sociedad que aguante.

El bondi no sale a tiempo, 5 minutos tarde y ya hay gente preguntando si


viene o no. ¡Banquen un poco! Lo que pasa es que se va la vida. Subimos y
hace más calor que afuera, el aire en cuarenta debe tener, difícil aguantar sin
enfermarnos. Entras a un lado, treinta grados marcados, salís de ahí y están
los diez o quince grados de temperatura normal. La gente está loca, ya no
sabe lo que quiere. Por la ventanilla veo un auto que me gusta. Que ganas de
tener un auto, seguramente el que lo maneja no lo está disfrutando como
nosotros lo disfrutaríamos. Un forro es, porque lo sabe, que se baje y nos de
las llaves a ver si así aprende a valorar. Hoy estamos intolerantes.

El colectivo tarda una, dos horas. Ya fue, en el medio nos dormimos y ni idea
que pasó. Llegamos a la capital y ya nos tenemos que ir. El aire es otro, la
energía es otra, mucha gente, muchas energías distintas que chocan con la
tuya y nos diferencian. Igualmente es solo al principio, después te
acostumbras y ya estás en el ritmo que te lleva la ciudad porque es así, la

1
ciudad te lleva, o vos te dejas llevar, tampoco es que hay mucho margen de
acción. Igualmente nos quedamos poco porque al ratito ya viene el otro bondi y
nos subimos de toque. Arriba otras dos horas. Otra vez el cambio de
temperatura. Así no hay cuerpo que aguante.

Ya que estamos nos dormimos de nuevo, que se le va a hacer. Al final la


salida es ese momento en el que no estás viajando en bondi. Nos recuerda
aquella vez que fuimos a no sé donde que estuvimos arriba del colectivo unas
cinco horas para una salida que nos llevó tres como mucho. El pasado nos
acosa. Aunque el pasado sea eso y nada más, la misma historia personal
podría ser una recopilación de pasados que generaron el presente que vivís
hoy, ahora, en este mismo momento. Pareciera que todo se repite. El presente
lo podes sentir aunque cada mínimo momento que pasa lo convierte en
pasado, llegamos hasta acá en un presente que se podría describir ahora
mismo pero ahora ese mismo presente ya es pasado.

Arribamos. Ahora si toca caminar, una, dos, tres, cuatro cuadras (En realidad
son mas pero las deje de contar, tampoco es que estamos tan al pedo). El
lugar es lindo, un gran parque que abarcará unas cinco o seis manzanas, todo
muy verde y con el museo en el medio. Hay una laguna artificial para que creas
que estas en el medio de una naturaleza autóctona, muy bien por el ministro de
ambiente. Vinimos con una idea en la cabeza pero rápidamente se nos
desvirtuó, no está saliendo como lo planeamos. Empezamos a discutir por algo
que no sé ni que es y ya cambia todo (no es que pasa a mayores −en realidad
no pasa nada−). De esta manera es como las historias ideales solo terminan
existiendo en las películas, la vida real misma nos moldea para hacernos
entender que lo perfecto no existe, que es un invento de vaya a saber quien
pero que nadie jamás lo experimentó. La vida como te la venden es un
verdadero relato, más feliz, más triste, lejos de la perfección de las ficciones
que tanto revuelan por nuestras cabezas. Así que aquí estamos, viendo como
seguir porque en realidad perdimos el bondi, es que me quedé dormido.

También podría gustarte