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INFORME
EL LIBRO DE ANGEL
ROSENBLAT “BUENAS Y
MALAS PALABRAS”
Docente: Estudiantes:
Dora Maldonado Elvis Quintero - C.I. 29.565.863
Ángel Rosenblat, fue un filólogo, ensayista e hispanista judío venezolano de origen polaco,
que nació en Wengrow el 09 de diciembre de 1902, nacionalizado venezolano en 1950 y
murió en caracas el 11 de septiembre de 1984. A la edad de 6 años su familia se mudó a la
Argentina, donde estudio Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires, bajo la mirada tutelar de Amado Alonso, dio comienzo sus estudios e
investigaciones de entender la historia de la lengua española en América y en Venezuela.
En 1930, Rosenblat recibe una beca de la Universidad de Buenos Aires para completar sus
estudios en Alemania, y se inscribe en el Romanisches Seminar. En 1933 parte de Alemania
y se incorpora al Centro de Estudios Históricos de Madrid, cuyo director es Ramón
Menéndez Pidal, el máximo maestro de la filología española. Del año 1937 a 1938,
Rosenblat se encuentra en París para seguir sus estudios de fonética en el Instituto de
Etnología que dirige Paul Rivet. Luego viene el regreso a América, primero como profesor
de Filología en la Universidad de Quito por un corto período, y después la vuelta a Buenos
Aires. En 1946 recibe la invitación de Mariano Picón Salas para iniciar los estudios de
Filología en la recién fundada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de
Venezuela. El 16 de febrero de 1947 llega a Caracas, donde permanecerá hasta su muerte.
Este fichero fue la principal fuente que utilizo Rosenblat para escribir la columna que tenía
en el Papel Literario de El Nacional denominaba "Buenas y malas palabras" desde 1954 a
1956. En 1956 Rosenblat reúne todos los artículos publicados sobre las peculiaridades
léxicas del español de Venezuela y los publica en un copioso volumen con el mismo título:
Buenas y malas palabras (la 7ª edición es de 1987).
Este capítulo habla de cómo Ángel Rosenblat, contribuyo gracias a sus publicaciones y sus
estudios sobre el habla venezolana, que sirvió de abreboca para al Diccionario de
venezolanismos, que preparó en conjunto con el Instituto de Filología “Andrés Bello” de la
Universidad Central de Venezuela.
Rosenblat a través de sus artículos independientes que, por el lapso de dos años
consecutivos, salió semanalmente en el Papel literario de El Nacional de Caracas y por
sugerencia de Mariano Picón Salas, publico el libro de Buenas y malas palabras, el cual se
convirtió en un clásico de la filosofía venezolana. La forma de artículos sueltos le daba la
libertad necesaria para hacer de cada tema una lección de filología en forma de divulgación
actualizada de problemas lingüísticos que interesaban a los lectores cultos.
Desde su mundo filosófico, el consideraba que no había malas palabras, ya que toda
palabra tiene un significado de dignidad e interés histórico y humano, el consideraba que lo
más importante era ver la vida actual de la lengua y el juego de valores de cada expresión
dentro del sistema general, descubriendo el origen y desarrollo de cada significado. Ya que
el filósofo debe ser sabio, intelectual, pensador, estudioso y también comprenden e
interpretan todo su entorno, sobre todo el lenguaje basados en sus conocimientos que
tienen sobre el habla de sus tierras y sus modalidades regionales y sociales.
Existen expresiones del habla popular, familiar y culta, cada pueblo tiene su manera de
hablar, se venezolano, colombiano, argentino, entre otros, sin dejar de resaltar que la lengua
se afina desde la escuela hasta la universidad, desde una carta, un periódico o de las
conferencias, ahí es donde entra el filósofo ya que para él no es indiferente el uso del
lenguaje o la educación del lenguaje, cada pueblo cada pueblo tiene su manera única de
hablar y en el venezolano su manera favorece la preservación. La lengua popular y familiar
corresponde al acto individual que tenemos de ser espontáneos y vivas al momento de
hablar, pero la lengua culta obedece a normas generales de la unidad hispánica. Con esto
quiere decir Rosenblat, que todas las lenguas no existe el divorcio entre estos tipos de
habla. Para él siempre fue fundamental utilizar en cada caso la solución de un problema
lexicológico ya que el siempre estudio el léxico o vocabulario desde una visión general,
siempre fue un filósofo de puertas abiertas, siempre trato las palabras venezolanas con
mucha simpatía.
Me agrada y parece muy informativo, sobre todo la forma en que se explica el origen y el
significado de muchas expresiones que son parte del habla del venezolano, por ejemplo:
loco o bola, no seas gafo, ando limpio, carga tremenda rasca, ojo carga tremenda pava,
etc.). Nunca creí que muchas de estas expresiones fueran tan largas y diferentes de otras
lenguas hispánicas.
Como la lengua francesa que se aprecia justamente que era un idioma usado en la
aristocrática de la antigüedad que se usaba de modo monosilábica, el habla venezolana
tiene dos tendencias del habla que son generales en todo el país entre la gente: el seseo y
el yeísmo, donde el seseo se encuentra también en américa y en algunas regiones de
España y yeísmo de igual manera se encuentra en las américas.
Como el francés que su idioma es muy innovador y toma mucho en cuenta el yeísmo como
buena, no se puede tomar como un defecto y es más una virtud que no se puede explicar de
manera del analfabetismo.
Las trasformaciones del habla venezolana se han quedado en general con la gente de los
pueblos y el campo y aunque pueden coincidir con otros países hispánicos y hasta muchas
regiones en España no tienen la lengua culta que no han podido triunfar que podrían con los
siglos olvidarse y desaparecer por completo, pero hoy en día se puede considerar vulgar y
se corrigen en la escuela y sitios de educación por eso.
La identidad no es algo estático, sino que está sujeto a transformaciones; está en constante
construcción y reconstrucción: no tenemos ahora la misma identidad que hace un siglo. Por
consiguiente, el léxico al estar tan unido a la identidad es vulnerable a cambiar
constantemente, por ejemplo, cuando en una época se reafirman unos valores diferentes de
los de otra. Como cada pueblo tiene su propia identidad es natural que sus habitantes
tengan también una particular manera de hablar: reflejo de su modo de vida y de su cultura.
Las voces empleadas en Venezuela y en otras partes de América, responden a mecanismos
inherentes a las lenguas que favorecen la preservación de las mismas. Venezuela es una de
las regiones más conservadoras que existe en la utilización de muchas letras como por
ejemplo la h pronunciada como j, que en la actualidad se escuchan en las regiones del país.
Como ese existen muchos casos ya que el venezolano en su mayoría se mantiene fiel al
léxico colonial, a pesar que nuestra cultura nos impone una norma superior que se refiere a
la lengua general.
Conclusión
Cabe concluir que nuestra lengua española hablada en Venezuela está maravillosamente
poblada de palabras coloquiales, como la de cualquier país, pero estas tienen un valor
semántico especial para nosotros. Cuando se está lejos de la patria, decirlas nos rescata y
nos devuelve a un tiempo y espacio que nos configuraron como personas. Entonces
sabemos que la venezolanidad no es una palabra más: somos venezolanidad. Estas Buenas
y malas palabras ayudan a entender algunos aspectos de la historia y de la vida de
Venezuela. Rosenblat, fue un pionero del análisis del discurso histórico entendido como
fuente para el conocimiento lingüístico. Procedía, entonces, en doble dirección: el
conocimiento del léxico llevaría al conocimiento histórico y el conocimiento de la historia al
de la lengua.
Solo queda decir que el venezolano, con su modo de hablar, busca sorprender la
imaginación de su interlocutor, y dar así tanto muestras de su ingenio como de su buen
humor.
Referencias Bibliográficas
Buenas y malas palabras, una selección, Fundación Editorial El perro y la rana, 2017
(digital), Ángel Rosenblat.