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¡Bienvenidos y Bienvenidas!
A pesar de la importancia que tuvieron las políticas económicas de la última dictadura militar en la
construcción del terrorismo de Estado, no suelen abordarse con la misma frecuencia en las aulas
que los temas referidos a las características de la represión.
Esta clase es central, entonces, para ubicar el terrorismo de Estado en el seno del proyecto político,
económico y cultural llevado adelante por la última dictadura, y aportar elementos para la
comprensión del período y sus consecuencias desde la transición democrática hasta la actualidad.
Por eso, es importante que nos preguntemos por qué no trabajamos en la escuela este tema con la
misma profundidad que otras dimensiones.
La sociedad argentina ha conquistado una posición clara de rechazo a los crímenes de la dictadura,
sobre la base de un alto grado de conocimiento sobre lo sucedido y de las acciones de la justicia,1
que han determinado en diversos tribunales de todo el país las graves violaciones a los derechos
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De 110 sentencias dictadas entre los años 2006-2013, hubo 632 imputados, 568 condenados y 3180 casos juzgados. En 19 casos, los
tribunales establecieron en las sentencias que se había cometido el crimen de genocidio. En otros 10 casos se reconoció la existencia
del crimen de genocidio aunque no se lo aplicó en términos legales. Feierstein Daniel (2015) Juicios. Sobre la elaboración del
genocidio II. Fondo de Cultura Económica. Páginas 225-233.
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humanos ocurridas durante este período; sin embargo, es más difícil encontrar el mismo nivel de
conocimiento y rechazo sobre el proyecto económico llevado adelante en esos años, y sus
consecuencias en el empleo, las modificaciones en la economía familiar y de las comunidades.
¿Qué conocemos sobre el proyecto económico de la dictadura? ¿Es posible que esto incida en el
abordaje escolar de esta temática? ¿Cómo hacemos para analizar procesos, marcas y debates, que
perviven en el presente?
Estas y otras preguntas intentaremos abordar a lo largo de esta clase buscando también delinear
algunas respuestas posibles.
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libre competencia y de acuerdo con la eficiencia de cada uno en el “libre juego de la oferta y la
demanda”, el mercado era el instrumento más eficaz para la asignación de recursos y la satisfacción
de necesidades.
En consonancia con la política impulsada por los Estados Unidos para los países del Tercer Mundo,
se promovía menos Estado y más mercado. Ese “cambio de mentalidad”, al que aludía el Ministro de
Economía Martínez de Hoz, apuntaba a sustituir el sistema de valores, normas y orientaciones
internalizadas durante la vigencia del Estado intervencionista; obtener conformidad por parte de la
población en relación a la nueva estructura normativa; y conformar un sujeto a la medida del orden
socioeconómico que se deseaba instaurar, poniendo el acento en el individuo como responsable
final y único de su destino: el “hombre de mercado”, el “homo economicus”.
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El objetivo de las Fuerzas Armadas de disciplinar políticamente a la sociedad en general, y a la clase
trabajadora en particular, se concretó, por un lado, suprimiendo las condiciones económicas que
convertían a esta en un actor social clave; y por el otro, volcando sobre la clase obrera todo el peso
de la represión, apuntando a sus integrantes más activos y a las organizaciones sindicales, sobre
todo las más contestatarias.
En este sentido, la investigadora Paula Canelo señala que las interpretaciones ex post que han
orientado algunos análisis sobre el derrotero de la política económica de la dictadura militar
sostuvieron que el régimen militar fue “el resultado de las necesidades de adaptación del
capitalismo local a los cambios económicos internacionales caracterizados por el avance del capital
financiero”. De esta forma, la alianza cívico-militar que llevó adelante el golpe fue concebida como
una "sucursal local" de los intereses del "capital transnacional" o, en otra interpretación de este
tipo, los militares procesistas fueron considerados como "el brazo armado" de los intereses
socioeconómicos de los grupos internos –ya sea la "oligarquía financiera", las elites agropecuarias,
etcétera–.
Sin embargo, concluye Canelo, estas explicaciones de carácter instrumental no han podido visualizar
ni explicar el carácter político de las Fuerzas Armadas en tanto actor del proceso político argentino,
o identificar sus conflictos internos y sus recursos de cohesión y legitimación. Cómo explicarían, por
ejemplo, estas perspectivas las resistencias presentadas a los objetivos de Martínez de Hoz por
parte de diversos sectores militares. O, en el mismo sentido, cómo interpretar el creciente deterioro
de los beneficios de la burguesía agraria provocada por el plan económico implementado por uno
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de sus “más claros representantes”. Debería comprenderse que, durante la dictadura, las Fuerzas
Armadas estuvieron atravesadas por múltiples conflictos internos, determinados
fundamentalmente por los posicionamientos ante la salida política y la política económica, frente a
lo cual la “lucha antisubversiva” operó como el único recurso central de cohesión institucional.
La represión y el disciplinamiento
Con el objetivo de generar ese “cambio de mentalidad” contra el “populismo” y el “estatismo” que
defendían el mercado interno, y justificar la apertura comercial, la dictadura puso en marcha
diversas campañas publicitarias y mediáticas.
En esta época se produjo una gran afluencia de dinero del exterior, afluencia que sería uno de los
orígenes del gran aumento de la deuda externa. Los dólares fueron colocados sin riesgos,
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aprovechando las altas tasas de interés y las garantías que ofrecía el Estado respondiendo por los
depósitos bancarios de los particulares.
Los capitales extranjeros obtenían grandes beneficios en el corto plazo y los intereses se remitían
hacia fuera del país sin restricciones. Esto desestimuló la inversión productiva. Fenómeno que fue
denominado “plata dulce”.
Se duplicó el número de bancos –de 119 en mayo de 1977 a 219 en mayo de 1980– que pasaron a
competir sobre la base de un respaldo ficticio por quién ofrecía la mayor tasa de interés.
La sobrevaloración del peso favoreció la realización de viajes de compras al exterior. El dólar barato
alentó los viajes a Europa y Estados Unidos donde los argentinos ganaron fama de fanáticos
compradores. La obsesión por el dólar y esa compra compulsiva de televisores, videocaseteras,
equipos de música por partida doble, produjo que se los conociera en el mundo por la frase “deme
dos”.
Los/as trabajadores/as y sus organizaciones fueron blancos del accionar represivo desde el inicio del
terrorismo de Estado. La dictadura se propuso instrumentar allí una profunda transformación. El
mismo 24 de marzo, la Junta Militar y sus aliados civiles tomaron medidas tales como intervenir los
sindicatos y las confederaciones obreras y empresarias, prohibir el derecho de huelga y anular las
convenciones colectivas de trabajo y congelar los salarios.
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Desde la faz represiva se pretendió alcanzar un doble objetivo:
b) eliminar a los sectores combativos que tenían influencia en las comisiones internas de algunas
empresas. En este caso, se secuestraron dirigentes, militantes de base y trabajadores que habían
adherido a posiciones radicalizadas.
Todos los lugares de trabajo y producción pasaron a ser considerados objetivos militares. En este
punto cabe remarcar un aspecto fundamental del accionar represivo sobre los trabajadores: la
estrecha colaboración y apoyo del sector patronal en la represión y eliminación sistemática de un
sector del movimiento obrero.
En los casos de Acindar, Astarsa, Dálmine-Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz las empresas
facilitaron vehículos, infraestructura, personal y financiamiento, y franquearon el acceso a las
plantas permitiendo la operación de los grupos de tareas e incluyendo agentes encubiertos entre el
personal de la fábrica.
Lo que pretendía la dictadura y los grupos empresarios aliados era exterminar a la oposición obrera
y popular encuadrada en organizaciones sociales tales como sindicatos, centros barriales y nuevas
formas de organización de base que surgieron en aquella época.
a) Las leyes que regularon las relaciones laborales. Suspensión por tiempo indeterminado de las
negociaciones de las comisiones paritarias; suspensión del derecho de huelga y de toda medida o
acción directa; se decretó la prescindibilidad de los empleados públicos, se suspendió la vigencia del
estatuto docente y se modificó la ley de contratos de trabajo.
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c) Las normas referentes a las obras sociales. Su objetivo fue distorsionar este instrumento de la
política social, logrando el desfinanciamiento por la reducción en el número de afiliados, la
privatización de algunos servicios o la falta de personal médico.
Este aparato legal fue la justificación que encontraron empresarios y empleadores de fábricas para
frenar cualquier tipo de movilización o protesta obrera. La consecuencia de esa invocación era, en la
mayor parte de los casos, la ocupación de los lugares de trabajo por efectivos armados.
La resistencia obrera
La mayor parte de los conflictos obreros a partir de 1976 se registraron en el sector industrial, entre
los metalúrgicos, los trabajadores de Luz y Fuerza y los obreros textiles. Ese mismo año, además, los
trabajadores de la mayoría de las empresas automotrices (Ford, General Motors, Fiat, Renault) y del
ámbito portuario protagonizaron varias huelgas.
En marzo de 1979, comenzó la protesta de los obreros de Aceros Oler. En abril, en una tumultuosa
asamblea en la puerta de la fábrica, 3800 obreros de Alpargatas decretaron un paro por tiempo
indeterminado. Tres meses más tarde se produjeron otras tres tomas de fábricas: las metalúrgicas
Cura Hnos., IME y La Cantábrica. En septiembre hubo una huelga en Peugeot, en la que se
cuestionaba la política salarial de la dictadura. Un comité de huelga clandestino organizado por la
Comisión de los 25 (uno de los dos sectores en que se dividió la dirigencia sindical) convocó a una
Jornada Nacional de Protesta para el 27 de abril. Esta tuvo un 40 % de adhesión.
A partir de este momento, las luchas comenzaron a activarse y quedó en evidencia la recomposición
de fuerzas dentro del movimiento obrero. A partir de 1980, se inauguró una modalidad de paros
sorpresivos (corta duración, sorpresa y niveles de organización muy altos) que no daba tiempo a
que actuaran las fuerzas represivas. También se difundió el “trabajo a tristeza” que, como no tenía
una estipulación legal, no podía ser reprimido abiertamente.
La creciente agitación en el campo laboral fue una de las principales preocupaciones del régimen
militar. Durante 1981, se sucedieron oleadas de medidas de fuerza y conflictos. Hubo huelgas en
Mercedes Benz y en Perkins Argentina. Los metalúrgicos se declararon en estado de alerta:
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ocuparon la metalúrgica Bellusi y las Industrias Metalúrgicas de Rosario. SMATA hizo dos paros
nacionales y la Comisión de los 25 decretó un paro general.
La Comisión de los 25 adoptó el nombre de CGT-Brasil y apareció con nitidez la figura de Saúl
Ubaldini, del gremio cervecero. El 7 de noviembre organizó la marcha por "Paz, Pan y Trabajo” a la
Iglesia San Cayetano de Liniers, que contó con el apoyo de algunos partidos políticos y convocó a
más de 30.000 personas. Allí, por primera vez, se escuchó la consigna “Se va a acabar, se va a
acabar, la dictadura militar”. También participaron otras organizaciones políticas y organismos de
derechos humanos. La policía detuvo a 400 personas. El 30 de marzo tuvo lugar otra importante
marcha a Plaza de Mayo convocada por la CGT-Brasil, a la que adhirió una parte importante de las
organizaciones políticas y de derechos humanos. Las fuerzas de seguridad reprimieron con dureza a
los manifestantes, quienes no lograron llegar a la Plaza de Mayo. La guerra de Malvinas desatada en
ese momento modificó el rumbo de los acontecimientos.
Ese año la inflación llegó al 209 % y el salario real cayó un 34 % en el primer semestre. En
consecuencia, los sectores de la población en condiciones de pobreza crítica eran cada vez mayores:
pasaron del 3,2 %, en 1974 al 28 %, en 1982.
Sin embargo, en este contexto de brutal ofensiva militar y empresarial, las acciones de resistencia
de los/as trabajadores/as se instrumentaron a través de otro método: muchas de las comisiones
internas de las fábricas y muchos de los delegados gremiales asumieron una posición que algunos
autores definen como de “resistencia defensiva”, lo que implicaba la lucha por mantener los niveles
salariales y las condiciones de trabajo, y el cuidado frente a las represalias empresariales en contra
de los dirigentes y las organizaciones gremiales.
Abordar este tema en la escuela es una tarea compleja, sobre todo con niños y niñas de escuelas
primarias. Sin embargo, los cambios operados en la vida cotidiana de las personas y de las
comunidades, e incluso en el ambiente (cambios en la urbanización, en las actividades económicas),
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a partir de la implementación del plan económico de la última dictadura, puede ser uno de los
modos de dar cuenta de estos acontecimientos y sus objetivos.
Compartimos con ustedes algunos comentarios de colegas docentes que pueden servir de ejemplo
para pensar el abordaje del tema desde experiencias locales:
Antes que nada, quería comentarles que, como no viví este proceso histórico, para la
realización de esta intervención conversé con mi abuela acerca de lo que pasó en mi barrio en
esos tiempos. Yo soy de Villa Adelina, zona norte de la provincia de Buenos Aires. Por lo que
me cuenta mi abuela, en el barrio muchas fábricas cerraron por quiebra o se vieron obligadas
a trasladarse, como por ejemplo Lozadur, Fanacoa y Quickfood.
Mi comunidad, Cañada de Gómez, Santa Fe, también sufrió cambios durante la dictadura del
76. Entre ellos hubo varias personas que fueron secuestradas y torturadas.
Además, existió por esos años la complicidad del poder económico que con su accionar
colaboró para el disciplinamiento sindical luego de una huelga en la fábrica de acoplados
Helvética. En ese momento fueron detenidos y torturados tres trabajadores solo por reclamar
lo que creían justo.
Laura, Santa Fe
[…] sobre mi comunidad, que es la localidad de Saladillo, en la provincia de Buenos Aires. Uno
de los cambios más significativos aquí fue la supresión por parte del gobierno de facto, en
1977, de los servicios de pasajeros del ferrocarril, recién retoma con la democracia. El
significado del ferrocarril para un pueblo del interior es de suma importancia, y sobre todo en
aquella época, donde era el medio de comunicación por excelencia de la clase trabajadora.
Aun así, existieron algunos sectores, como el automotriz, que se desarrollaron fuertemente, al
igual que el sector agrícola-ganadero, que también presentó cierto crecimiento.
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De acuerdo a estos recuerdos narrados:
¿Cuáles son las consecuencias del plan económico de la última dictadura? ¿Podemos relacionar el
plan represivo con la instauración de un modelo económico? ¿Qué actores aparecen afectados por
la política económica? ¿Qué sectores aparecen como favorecidos?
Para seguir avanzando en la reflexión analizaremos las representaciones de los jóvenes a partir del
relevamiento realizado en el año 2015 por el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y la
Universidad de Buenos Aires, que buscó contar con información específica sobre las
representaciones de los y las jóvenes en todo el país sobre temas del pasado reciente.
En términos generales, si bien los resultados muestran que hay una presencia importante de
diversas dimensiones de la temática, las representaciones que construyen a la dictadura como un
periodo marcado casi exclusivamente por la represión son mayoritarias entre los estudiantes.
Por último, para cerrar esta reflexión, compartir las representaciones de los actores (docentes y
estudiantes) que hacen la escuela nos parece un modo interesante para seguir pensando sobre el
lugar que ocupa este tema en las aulas.
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Actividades
En función de lo que vimos en la clase, les proponemos una actividad de análisis a partir de una
fuente muy importante de información sobre el terrorismo de Estado en la Argentina: el Informe de
la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas CONADEP de 1984. En particular
analizaremos el siguiente gráfico:
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Compartir en el foro de la clase sus reflexiones a partir de las siguientes
preguntas:
¿Conocían esta información? ¿Por qué les parece que la Comisión incluyó este
gráfico en el informe?
Consideramos que este gráfico también puede ser un potente recurso para
trabajar con los y las estudiantes de nivel secundario y del Segundo Ciclo de la
escuela primaria. Formulen una pregunta de análisis que les propondrían a sus
estudiantes.
Bibliografía obligatoria
Pensar la dictadura: terrorismo de Estado en Argentina Preguntas, respuestas y propuestas para su
enseñanza. Primera edición, marzo de 2010. Ministerio de Educación de la Nación Argentina.
Páginas 34-36, 64-66 y 89.
Bibliografía de referencia
BASUALDO, Victoria (2006). “Complicidad patronal-militar en la última dictadura argentina: Los
casos de Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz”. En Revista Engranajes.
Federación de Trabajadores de la Industria y Afines (FETIA), núm. 5, marzo de 2006. Disponible en:
https://www.comisionporlamemoria.org/archivos/jovenesymemoria/bibliografia_web/ejes/transfo
rmaciones_basualdo.pdf
BASUALDO, Victoria (2010). “La organización y militancia obrera en el lugar de trabajo: hacia una
historia de los delegados y comisiones internas en Argentina, desde 1930 hasta la actualidad.” En
BOHOSLAVSKY, Ernesto; FRANCO, Marina; IGLESIAS, Mariana y LVOVICH, Daniel (comps.) Problemas
de historia reciente del Cono Sur. Vol. II. UNGS–Prometeo.
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DAMILL, Mario (2005). “La economía y la política económica: el viejo al nuevo endeudamiento”. En
SURIANO, Juan (dir.). Dictadura y Democracia (1976– 2001). Nueva Historia Argentina. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana.
FEIRESTEIN, Daniel (2015). Juicios. Sobre la elaboración del genocidio II. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires.
FUNES, Patricia (2010). “Los que queman libros. Censores en Argentina (1956– 1983)”. En
BOHOSLAVSKY, Ernesto; FRANCO, Marina; IGLESIAS, Mariana y LVOVICH, Daniel (comps.). Problemas
de historia reciente del Cono Sur. Vol. I. UNGS–Prometeo.
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