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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento

Una parte de la serie Las Bienaventuranzas

Traducción por Ana Villoslada

Mateo 5:7

“Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia”.

Me gustaría responder cuatro preguntas en el poco tiempo que tenemos para tratar este tema tan
importante:

Primero: ¿cómo se vuelve un corazón misericordioso? O, ¿de dónde viene la misericordia?

Segundo: ¿qué es la misericordia? O, ¿cómo es una persona misericordiosa?

Tercero: ¿una persona misericordiosa siempre debe tener misericordia? O, ¿un cristiano puede ser
fiscal?

Cuarto: si la salvación es por gracia mediante la fe, ¿por qué solamente los misericordiosos
recibirán misericordia de Dios en el día del juicio?

Como puede ver, son preguntas muy prácticas e inmensamente importantes. Para responder a la
primera pregunta, vamos a observarla en su contexto más cercano.

1. ¿Cómo se vuelve misericordioso un corazón?

Recuerde que la semana pasada vimos que las tres primeras bienaventuranzas en los versículos
del 3 al 5 describen el vacío de la persona bienaventurada. Versículo 3: sumido en la pobreza del
espíritu, versículo 4: lamentándose por su condición triste y pecaminosa, y versículo 5: aceptando
las dificultades y las acusaciones de la vida con mansedumbre y sin defensa. Esta condición de
vacío espiritual es seguida en el versículo 6 por un hambre y sed de plenitud de justicia. Luego
aparecen tres descripciones sobre cómo abunda la justicia en el corazón del hambriento:
misericordia en el versículo 7, pureza en el versículo 8 y paz en el versículo 9.

Por tanto, la respuesta a la primera pregunta es que la misericordia viene de un corazón que
primero ha sentido su bancarrota espiritual, ha llegado a lamentarse por su pecado, ha aprendido
a esperar con mansedumbre por el tiempo del Señor y a clamar con hambre para que Su obra de
misericordia nos satisfaga con la justicia que necesitamos.

La misericordia que Dios bendice es en sí la bendición de Dios. Crece como un fruto en un corazón
quebrantado, en un espíritu manso y en un alma que tienen hambre y sed de la misericordia de
Dios. La misericordia viene de la misericordia; nuestra misericordia con los demás viene de la
misericordia de Dios con nosotros.

La clave para convertirse en una persona misericordiosa es convertirse en una persona


quebrantada. El poder para tener misericordia lo encontrará en un sentimiento verdadero en su
corazón de que todo lo que usted es se lo debe a Dios y tiene que derivar en misericordia divina.
Por lo tanto, si queremos ser personas misericordiosas es imprescindible que cultivemos una
visión de Dios y de nosotros mismos que nos ayude a declarar con todo nuestro corazón que cada
alegría, virtud y aflicción en nuestras vidas es debido a la gratuita e inmerecida misericordia de
Dios.

La segunda pregunta es:

2. ¿Qué es la misericordia?

O, ¿cómo es una persona misericordiosa? En ocasiones observar algo desde el ángulo contrario
nos puede ayudar a entenderlo mejor. Por eso he intentado encontrar comparaciones de
misericordia con lo contrario. Mateo y Lucas nos dan algunos ejemplos muy útiles, vayamos
primero a Mateo 9:10–13:

“Y sucedió que estando Él sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de


impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. Y cuando vieron
esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de
impuestos y pecadores? Al oír Él esto, dijo: los que están sanos no tienen necesidad de médico,
sino los que están enfermos. Mas id, y aprended lo que significa: "misericordia quiero y no
sacrificio"; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.

Misericordia en comparación con sacrificio


En este ejemplo, lo contrario de misericordia es el sacrificio. Versículo 13: "misericordia quiero y
no sacrificio". Esta es una cita de Oseas 6:6 donde Dios acusa al pueblo de que su amor es como el
rocío sobre la hierba. Está ahí durante una breve hora de la mañana, entonces desaparece y todo
lo que queda es la silueta vacía de ofrendas quemadas.

La cuestión es que Dios quiere que su pueblo tenga vida en sus corazones. Él quiere que tengan
sentimientos de afecto hacía Él y misericordia hacia los demás. Él no quiere un pueblo que cumpla
con sus deberes religiosos de manera mecánica o simplemente formal.

Aquí en Mateo 9, Jesús veía a los pecadores como personas enfermas y desdichadas que
necesitaban un doctor aunque fuesen los que manejaban el dinero, los recaudadores de
impuestos. Estaban enfermos, Él tenía el remedio.

Sin embargo, lo único que los fariseos veían era el solemne problema de no contaminarse
comiendo con los pecadores, vivían ejecutando normas de manera mecánica. Algo muy grande
estaba en juego aquí pero no podían verlo o creerlo. Eran esclavos de cuestiones triviales sobre la
limpieza ceremonial cuando la enfermedad eterna estaba a punto de ser sanada. Lo contrario a la
misericordia es la esclavitud de las trivialidades religiosas.

Misericordia en comparación con colar mosquitos

Vayamos a otro ejemplo del mismo tipo en Mateo 23:23–24:

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo
y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y
la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas. ¡Guías ciegos,
que coláis el mosquito y os tragáis el camello!”

¿Qué es lo contrario a la misericordia en estas palabras punzantes del Señor? Lo contrario a la


misericordia es colar los mosquitos. Lo contrario a la misericordia es cuando ha agotado sus
impulsos religiosos tras decidir si va a diezmar de sus ingresos brutos, netos o de sus regalos de
cumpleaños.
La enseñanza que aprendemos de las palabras de Jesús cuando dice: “misericordia quiero y no
sacrificio” y "coláis el mosquito y os tragáis el camello” es que un gran obstáculo y enemigo de la
misericordia es la preocupación por las insignificancias de la vida. La esclavitud de la trivialidad es
la maldición de los que no son misericordiosos.

Cuando Jesús dijo: “No descuidéis los preceptos de más peso de la ley”, quería decir: “tened
cuidado de pasar el día haciendo únicamente cosas triviales, pensado únicamente cosas triviales y
sintiendo únicamente sentimientos triviales”. El Señor quiere que nos pellizquemos una y otra vez
no sea que nos encontremos desvaneciéndonos en frente del televisor sin estar haciendo planes
para los preceptos de más peso de la misericordia.

“Bienaventurados los misericordiosos”. Por tanto, si quiere ser bienaventurado tiene que pelear
contra la esclavitud de la religión y de las trivialidades seculares, y dedicar su vida a los preceptos
de más peso de la ley: justicia, misericordia y fe. La misericordia no es trivial, es uno de los
preceptos de más peso durante toda la vida.

Misericordia en la parábola del buen samaritano

En Lucas 10:25 - 37 se encuentra otro ejemplo contrario a la misericordia en la parábola del buen
samaritano.

“Y he aquí, cierto intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo: Maestro, ¿qué haré
para heredar la vida eterna? y el le dijo: ¿qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?
respondiendo él, dijo: amaras al señor tu dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Entonces Jesús le dijo: has
respondido correctamente; haz esto y vivirás”.

El hombre le preguntó a Jesús cómo tendría que actuar una persona que esperase encontrar
misericordia en el día del juicio y heredar la vida eterna. Y Jesús le respondió que las personas que
recibirán la misericordia de la vida eterna son aquéllas que han amado a Dios con todo su corazón
y al prójimo como a ellos mismos. En otras palabras: bienaventurados los misericordiosos con su
prójimo, porque ellos recibirán la misericordia de la vida eterna en el futuro.
Por ello, esta historia tiene mucha relevancia para nuestra palabra de hoy: “Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia”.

Esto se hace aún más evidente si vamos a la parábola que sigue. El intérprete de la ley pregunta:
“¿Y quién es mi prójimo?" Y Jesús le responde con la parábola del buen samaritano en los
versículos del 30 al 37.

Jesús dijo: "Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó [y seguramente era judío y, por tanto,
odiado por los samaritanos], y cayó en manos de salteadores, los cuales después de despojarlo y
de darle golpes, se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad cierto sacerdote bajaba por
aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado del camino. Del mismo modo, también un
levita, cuando llegó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado del camino. Pero cierto samaritano, que
iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión, y acercándose, le vendó sus
heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a
un mesón y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo:
"Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré". ¿Cuál de estos tres piensas
tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" [El intérprete de la ley]
dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.

Cuatro aspectos de la misericordia en esta parábola.

Aquí vemos una ilustración muy definida de la misericordia y de lo contrario. La misericordia


presenta cuatro aspectos en esta historia:

Primero: ve la aflicción (versículo 33: "Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él
estaba").

Segundo: responde en su interior con un corazón compasivo o apenado por la persona en aflicción
(versículo 33: "y cuando lo vio, tuvo compasión").

Tercero: responde externamente con un intento práctico por aliviar la aflicción (versículo 34: "y
acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su
propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó").

Y el cuarto aspecto de la misericordia es que ocurre incluso cuando la persona afligida es enemiga
por motivos de raza y religión (versículo 33: "Pero cierto samaritano…"). Un judío mestizo con una
tradición religiosa torcida se detiene para ayudar al judío que lo odia.
Un ojo para la aflicción, un corazón para la compasión, un intento por ayudar a pesar de la
enemistad, eso es la misericordia.

Lo contrario a la misericordia en esta parábola.

¿Y lo contrario?

¿No es sorprendente que esta parábola enseñe lo mismo que Mateo 9:13? Ahí Jesús dijo: “Mas id,
y aprended lo que significa: "misericordia quiero y no sacrificio"; porque no he venido a llamar a
justos, sino a pecadores”. Aquí dice: “Ve y muestra misericordia como el samaritano, y no como el
sacerdote y el levita”. El sacerdote y el levita representaban lo mismo en la parábola que lo que la
palabra “sacrificio” representa en Mateo 9:13, es decir, formalismo religioso vacío.

Jesús inventó esta historia. ¿Por qué eligió a un sacerdote y a un levita para ilustrar lo contrario a
la misericordia? ¿A un pastor y a una persona con un ministerio musical? ¿No se trata de una
advertencia para Dean y para mí y para todos nosotros de que hay muchísimas personas que están
atrapadas en los mecanismos de la actividad religiosa sin ojos para ver la aflicción, sin corazón
para responder con compasión y sin intentos para traer el alivio del evangelio?

La misericordia es uno de los preceptos de más peso de la vida.

Por tanto, en respuesta a nuestra segunda pregunta: ¿qué es misericordia? deberíamos decir que
la misericordia es uno de los preceptos más importantes de la vida. Siempre corre el peligro de
que la abandonemos por preocuparnos por insignificancias, ya sean trivialidades seculares como
ver demasiada televisión o emplear todo su tiempo en una afición, o trivialidad religiosa. ¿Qué es
una trivialidad religiosa? Se trata de cualquier actividad religiosa (desde predicar hasta orar y
desde enseñar hasta diezmar), cualquier actividad, que no cultiva un corazón ocupado con los
preceptos de más peso de la vida, como la misericordia. La calidad del pastel religioso está en el
poder para ver la aflicción, sentir compasión y llevar alivio, todo eso incluso hacia un enemigo.

La tercera pregunta que planteamos fue:


3. ¿Una persona misericordiosa siempre debe tener misericordia?

O: ¿un cristiano puede ser fiscal?

La vida real es muy complicada para los cristianos que quieren vivir seriamente su fe en un mundo
de pecado. ¿Qué respondería a estas preguntas?

¿Un cristiano puede ser consecuente en misericordia y también darle un azote a su hijo por
desobediente en lugar de volver la otra mejilla a la insolencia del niño?

¿Un cristiano puede ser consecuente en misericordia y también un jefe que paga buenos salarios
por un excelente trabajo pero que despide a los empleados irresponsables que trabajan muy mal?

¿Un cristiano puede ser consecuente en misericordia y también un legislador que promulga leyes
con penas rigurosas para los conductores borrachos y los que abusan de niños?

¿Un cristiano puede ser consecuente en misericordiosa y al mismo tiempo formar parte de un
consejo de diáconos que sigue el mandato bíblico de guardar disciplina en la iglesia y que
excomulga a un miembro por un pecado público al que no renuncia?

Cada una de estas cuestiones corresponden a un ámbito de la vida: al ámbito familiar, al trabajo y
la economía, a la esfera del gobierno y la aplicación de la ley, y a la esfera de la iglesia. Y mi
respuesta a estas preguntas es que la voluntad de Dios mientras que dure este tiempo es que
exista una mezcla de misericordia y justicia en estas esferas.

Una mezcla de justicia y de misericordia en esta época.

La voluntad de Dios es que en algunas ocasiones recompensemos a las personas con lo que
merecen ya sea castigo o recompensa (llámelo justicia). Y la voluntad de Dios es que a veces
recompensemos a las personas con más de lo que merecen (llámelo misericordia). Al confirmar las
afirmaciones de la justicia damos testimonio de la verdad de que Dios es un Dios de justicia, y al
tener misericordia damos testimonio de la verdad de que Dios es un Dios de misericordia.

Un padre que sigue la Biblia suele guiarse por el principio de sabiduría que dice que “el que
escatima la vara odia a su hijo (…)” (Proverbios 13:24; Efesios 6:4), pero habrá ocasiones en las que
se perdonarán las faltas del niño sin castigarlo para enseñarle el significado de misericordia y para
atraer al niño a Cristo.
Un juez que sigue la Biblia suele ser íntegramente justo, emitiendo sentencias con imparcialidad
contra los criminales según la gravedad de sus delitos (Romanos 13:4), pero habrá ocasiones en las
que concederá clemencia por una bien mayor.

Un trabajador que sigue la Biblia suele pagar un sueldo justo e insistirá en conseguir un buen
rendimiento en el trabajo (2 Tesalonicenses 3:10), pero habrá ocasiones en las que pagará más de
lo que merece el trabajo de una persona y caminará una milla extra junto al trabajador enfermo,
mayor, angustiado o que ha recibido una formación inapropiada.

Un diácono que sigue la Biblia proclamará un pecado en público en la iglesia para dar cuenta y
ejercitar la disciplina e incluso para expulsar de la comunidad (1 Corintios 5:1–13), pero también
recordará la parábola del trigo y la cizaña que enseña a tener paciencia con la imperfección de la
iglesia hasta el final de los tiempos (Mateo 13:24–30).

¿Cómo podemos saber cuando tener lo uno o lo otro?

Si nos preguntásemos cómo saber cuándo cumplir con la justicia y cómo tener misericordia,
respondería: acercándonos tan cerca de Jesús como nos sea posible. No conozco ninguna norma
de las Escrituras estricta e inalterable que se imponga a cada situación, y no creo que esto sea
casualidad. El objetivo de las Escrituras es producir un cierto tipo de persona, no proporcionar una
lista exhaustiva de normas para cada situación.

La bienaventuranza dice: “Bienaventurados los misericordiosos” y no “Bienaventurados los que


saben con exactitud cuándo y cómo tener misericordia en cada circunstancia". Tenemos que ser
misericordiosos incluso cuando actuamos con severidad en servicio de la justicia. Esto quiere decir
que debemos:

ser pobres en espíritu,

estar afligidos por nuestro propio pecado,

estar con mansedumbre sin actitud defensiva y sin auto-exaltación,

estar hambrientos y sedientos de que toda justicia se cumpla,

estar atentos a la aflicción y a la desgracia de otra persona,

sentir compasión por su dolor,

y hacer todo esfuerzo posible para ver el mayor bien realizado para el mayor número de personas.
Por eso la respuesta a nuestra tercera pregunta (“¿Debe una persona misericordiosa tener
siempre misericordia?”) es un "no" radical. No; a menudo apoyará las afirmaciones de la justicia y
recompensará a alguien con lo que merezca para dar testimonio de la verdad de la justicia de Dios
y para cumplir un bien mayor para el mayor número de personas. Pero digo que es un “no” radical
porque si usted es una persona misericordiosa, incluso el modo en el que azote a un niño, persiga
a un delincuente o despida a un empleado será diferente. La misericordia aparecerá. Puede que el
padre llore, que el fiscal visite al delincuente y a su familia o que el jefe pague por una nueva
formación. El corazón misericordioso aparecerá.

La cuarta y última pregunta que planteamos fue:

4. ¿Qué hay de la salvación por gracia mediante la fe?

la salvación es por gracia mediante la fe? Mateo 5:7 dice: “Bienaventurados los misericordiosos
porque ellos obtendrán misericordia”. En otras palabras, en el tiempo que está por venir, cuando
nos encontremos con Dios cara a cara, las personas que recibirán misericordia serán las que hayan
sido misericordiosas.

¿Es esto salvación por obras? ¿Obtenemos su misericordia por nuestra misericordia? No, porque
una “misericordia ganada” sería contradecir las reglas. Si la misericordia se gana, no es
misericordia, es un salario. Tenga por seguro que si obtenemos algo bueno en el juicio será
misericordia, ¡100% misericordia!

Cuando Dios le pida un informe de su misericordia en el día del juicio, no le estará pidiendo su
ficha picada con las horas de trabajo. Usted no dirá: “Aquí tienes: ocho horas de misericordia, ¿y
mi salario?"

Al contrario, Dios le estará pidiendo su historial clínico y usted se lo entregará con total humildad y
mansedumbre. Entonces Él leerá las pruebas de cómo confió en Él como su divino Doctor y cómo
la medicina de su Palabra y la terapia de su Espíritu hicieron efecto en su vida porque usted confió
en ellas para sanarse de la disposición que padecía contra la misericordia. Y cuando Él vea la
prueba de su fe y Su sanidad, completará su sanidad y le dará la bienvenida al reino para siempre.
Así que “bienaventurados los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia”.5. Los
compasivos

Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.


(Mateo 5:7)

El corazón transformado por el amor y el perdón de Dios mostrará misericordia y compasión, se


identificará con el dolor ajeno y se compadecerá. Esto no quedará sin recompensa. El que muestre
compasión por los demás también recibirá compasión cuando la necesite. Es como un bumerán.

¿Cómo se expresa la compasión? Siguiendo el ejemplo de Dios. Él nos abrió el camino hacia la vida
eterna a través de Jesús cuando aun éramos pecadores (Romanos 5:8). Cuando somos compasivos
tendemos la mano a los demás y les ayudamos a ser mejores personas e hijos de Dios.

El compasivo se esfuerza en entender la situación de los otros sin ignorar o dejar pasar los errores
que hayan cometido. Les da las herramientas necesarias para que descubran y usen el potencial
que Dios ha puesto en ellos. Mantiene los ojos fijos en lo que Dios quiere hacer y no en los errores
que las personas hayan cometido.

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