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EL HOMBRE MAS INTELIGENTE DEL MUNDO

William James Sidis, la increíble vida del hombre más inteligente de la


historia del que nunca has escuchado hablar

Casi doblaba el cociente intelectual de Albert Einstein. Con solo 11 años,


ingresó en la Universidad de Harvard. Pero un padre manipulador obsesionado
con convertir a su hijo en un prodigio y la fama prematura lo destruyeron casi
por completo. William James Sidis murió solo y amargado de la vida a los 46
años.

Ser inteligente te abre muchas puertas en la sociedad. Pero también te pone


las cosas más difíciles en otros aspectos. Y si no los gestionas bien, pueden
acabar destruyéndote. La lista de genios intelectuales que acabaron
suicidándose, en la cárcel o aislados del mundo es larga y desoladora.

William James Sidis está considerado el hombre más inteligente de la historia.


Su Cociente Intelectual (CI) estaba entre los 250 y los 300 puntos, según su
hermana. Albert Einstein por ejemplo tenía 160, que ya se considera un
superdotado. Pero su vida es también una de las más tristes y conmovedoras.

Con solo año y medio William James Sidis ya era capaz de leer el periódico.
Con 8 años hablaba ocho idiomas. Pero los consideraba limitados, así que
inventó el suyo propio. A los 11 años ya era universitario en la universidad más
prestigiosa de Estados Unidos. En cierto modo nunca llegó a ser un niño, a
tener una infancia. Ese fue el primer gran error, el primer drama de su vida.

Desde que la Humanidad dejó de guiarse por la ley del más fuerte, las
supersticiones y las religiones, y abrazó la ciencia, la inteligencia se considera
una virtud a la hora de encontrar un buen trabajo o ganarte la vida.

Durante siglos solo se podía confirmar... demostrándola. Alguien se


consideraba inteligente porque sobresalía en la escuela, o en su profesión.
Pero a principios del siglo XX comenzaron a estandarizarse unos test
psicológicos que permitían determinar la inteligencia de una persona.

El psicólogo William Stern fue el primero que usó el término Cociente


Intelectual, en 1912. En la siguientes décadas numerosos psicólogos y
matemáticos de todo el mundo, desde Alfred Binet a Lewis Terman y otros
muchos, han ido perfeccionado el método.

Aunque se tiende a pensar que los test de inteligencia analizan principalmente


lo que sabes o lo rápido que respondes, en realidad usan métodos muy
complejos que analizan tanto el rendimiento como la percepción visual y
auditiva, diferentes tipos de inteligencia, e incluso la carga genética y cultural
de la sociedad en la que se vive.
Con los métodos modernos, un Cociente Intelectual de 100 se considera la
media. Pero existe una desviación estándar de 15, que está dentro de los
márgenes. Por tanto cualquier cociente entre 85 y 115, se valora como una
inteligencia normal.

A partir de 130 se habla de superdotados, y de 155, de inteligencia superior.


Se sabe por ejemplo que Albert Einstein tenía un CI de 160, igual que Stephen
Hawking. Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, tiene 152.

Se estima que genios de siglos pasados como Isaac Newton, Leonardo Da


Vinci o Marie Curie rondan los 180 o 200 puntos.

Pero no todas las personas inteligentes se dedican a las ciencias. El actor


James Wood tiene un CI de 180, la actriz Sharon Stone alcanza los 152, y el
jugador de ajedrez Garry Kasparov llega a los 198.

Hoy en día estos test se consideran válidos para la ciencia: quien los supera
es realmente inteligente, no se puede hacer trampas.

Y esto nos lleva a William James Sidis. Según los psicólogos, cifras mayores a
201 solo se dan una vez entre 8.000 millones de personas. Y en el planeta
viven actualmente 7.500 millones personas, aunque a lo largo de la historia
podrían haber vivido más de 100.000 millones de humanos.

Diversos estudios fijan el coeficiente intelectual de Sidis alrededor de los 200.


Su propia hermana Helena asegura que unos años antes de morir llevó a cabo
un test de inteligencia y no supieron medirlo, porque daba valores entre 250 y
300. Es difícil precisarlo, pero todos coinciden en que fue uno de los seres
humanos más inteligentes de la historia. Esta es su vida.

Niño prodigio
Se sabe que parte de la inteligencia, o al menos la capacidad para
desarrollarla, proviene de los padres. De los genes. Es lo que algunos
psicólogos llaman Factor G. Y se sabe también que la inteligencia puede
cultivarse y fomentarse desde la infancia.

William James Sidis nació el 1 de abril de 1898 en Nueva York. Su padre,


Boris Sidis, nacido en Ucrania y de ascendencia judía, era un prestigioso
psiquiatra. Su madre, Sarah Mandelbaum, era doctora.

El recién nacido Sidis tenía la genética a su favor. Y pronto comenzó a


demostrarlo. Según sus biografías, a los 18 meses ya era capaz de leer el New
York Times, y a los 4 años aprendió griego.
Con 6 años dominaba la lógica de Aristóteles, y a los 8 años hablaba 8
idiomas: griego, latín, francés, ruso, alemán, turco, armenio y hebreo. Los
consideraba mejorables, así que inventó su propio lenguaje, que llamó
Vendergood.

Curiosamente la única ciencia que no dominaba era las matemáticas. Así que
con 6 años su padre le inculcó esta materia por medio de las clases y estudios
intensivos.

En el colegio, sus profesores se quejaban porque era un niño muy distraido y


no atendía en clase. Es algo común en los superdotados. Ya sabía todo lo que
explicaba el profesor, y se aburría. Con 6 años él ya había aprendido varios
idiomas, pero en clase le ponían exámenes para ver si se sabía el
abecedario...

Con 9 años ya había aprobado todos los exámenes de bachillerato e instituto,


así que su padre pidió que lo admitiesen en la Universidad de Harvard. Fue
rechazado por su edad. Pasó dos años buscando errores en las teorías de
Einstein y aprendiendo más idiomas. A lo largo de su vida dominó más de 25
lenguas, y podía defenderse en 40 idiomas.

Finalmente a los 11 años, Harvard cedió: William James Sidis se convirtió en el


universitario más joven de sus más de 300 años de historia.

A William le costó mucho hacer amistades en la Universidad, y ya entonces


se llevaba mal con la prensa y la fama. Desde niño había aparecido en los
periódicos y en el campus destacaba por su menor edad. Le molestaba porque no
sabía gestionarlo, y en esa época la sobreinteligencia no se veía como una virtud,
sino como una cosa de bichos raros.

Sus compañeros de campus se burlaban a menudo de él escribiéndole falsas


cartas de amor de chicas que querían casarse con él.

Llegó a cosechar algún suspenso, y se dice que fue en aquella época


cuando decidió ser célibe. Como otros genios de la talla de Platón, Leonardo
Da Vinci, Pitágoras o Kant, nunca se casó ni se le conocen relaciones.

Se graduó  Cum Laude con solo 16 años, en 1914. 

Esta imagen es la foto oficial de su graduación en Harvard:


Con 16 años Sidis tenía pensado matricularse en Harvard en otras carreras.
Pero tras ser agredido físicamente por unos estudiantes su padre le encontró
trabajo de asistente del profesor en la Universidad Rice, en Houston.

Con 17 años empezó a impartir algunas clases de Geometría en la


universidad, pero pronto comenzó a estar en desacuerdo con las directrices
del departamento, y sufrió amenazas de estudiantes que tenían más años que
él.

Llegó a matricularse en Derecho en Harvard pero abandonó en el último curso,


en 1919. Algo empezaba a torcerse en la vida del genio superdotado.

La cárcel y el retiro
Sidis se consideraba a sí mismo un socialista. Con 19 años participó en una
manifestación del Día de los Trabajadores, que terminó en disturbios. Fue
detenido y condenado a 18 meses de prisión.

Este incidente le puso en portada de todos los periódicos. A la prensa le encantan
los casos de los genios que caen en desgracia, y un titular con el adolescente
graduado en Harvard que acaba en la cárcel, tenía mucho tirón.

Finalmente su padre acordó con el juez que, en lugar de la prisión, lo


confinaría dos años en el manicomio en donde trabajaba. Pasado ese tiempo,
con 21 años, William James Sidis dijo a sus amigos que había decidido
recluirse y pasar al anonimato.
Dejó de hablarse con sus padres y la segunda mitad de su vida la pasó
realizando trabajos mal pagados arreglando máquinas y otras tareas
mecánicas porque "no quería pensar". Cuando su padre murió en 1923, no
acudió a su funeral.

Aún así escribió varios libros bajo pseudónimo que no llegó a publicar, porque
los editores no querían publicar libros con nombres falsos. Algunos de ellos,
como The Animate and the Inanimate, en donde explica el origen de la vida y
formula sus propias leyes, son realmente brillantes. Se conservan cuatro
libros, 13 artículos y un centenar de columnas en revistas en la web Sidis.net.

William James Sidis murió a los 46 años, de una hemorragia cerebral. La


misma muerte que su padre. Algunas crónicas de la época aseguran que
"murió solo y amargado", pero cartas de sus conocidos  afirman que tenía
bastante amigos y que era una persona agradable a la que le gustaba contar
historias.
Hoy solo queda de él una sencilla y casi anónima tumba en el cementerio de
Boston.

Inteligencia emocional
La triste vida de William James Sidis se usa a menudo por los psicólogos
para mostrar cómo la inteligencia no es suficiente para tener una buena vida, o
ser feliz. También ha servido para que las universidades americanas
establezcan nuevas normas de supervisión  a la hora de admitir alumnos en
edad infantil o adolescente.
Hoy en día además del coeficiente de inteligencia se tienen en cuenta otros
aspectos, como la inteligencia emocional : la capacidad de las personas para
relacionarse, y desenvolverse en sociedad.

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