Está en la página 1de 3

PASTORES A LA 

MANERA DE CRISTO

El texto de Marcos 6.30-44, más que ser un pasaje cuyo elemento central sea el milagro, es en
realidad un texto que se enfoca en la formación de pastores. Los discípulos de Jesús como
futuros pastores, pero a la manera de Jesús, su maestro y Señor.

Generalmente se dice que el trabajo del pastor empieza el siguiente día de su graduación.  En
efecto, los tres o  cuatro años anteriores  han sido prácticamente de estudio  y
formación. Aunque muchos de ustedes ejercieron y siguieron ejerciendo el pastorado antes de
y durante y sus estudios, reconocen que necesitaban estudiar y prepararse más para ejercer
un ministerio efectivo, de acuerdo a la voluntad de Dios y listo para afrontar los desafíos del
mundo presente.

A medida que pasan los años, ya en pleno ministerio, ustedes irán descubriendo el valor  de
los estudios realizados. de acuerdo a sus inclinaciones personales y al cauce que le den a su
ministerio, se darán cuenta de cuáles materias son más relevantes que otras. Nadie que haya
sido un estudiante serio podrá decir que los estudios del Seminario no lo preparan a uno para
el ministerio.

Sin embargo, los años y la experiencia mostrarán que los estudios no son lo único que se
necesita para un verdadero ministerio. Las experiencias de la vida en el contacto directo con
la congregación, los desafíos que Dios en su Palabra nos presenta; los consejos de viejos
pastores; todos ellos terminarán de darle forma al perfil pastoral que nuestra tierra necesita.

Algo así sucedió  con los discípulos de  Jesús.   Aquellos que  un día llegaron  a  ser
llamados  apóstoles.  Conocían el  texto bíblico.  Sabían bien  su doctrina. No cabe  duda
que tenían conocimiento de las técnicas de enseñanza y comunicación más novedosas de su
época —tenían al maestro de maestros a su lado—,  Sin embargo, una y otra vez se
encontraron con que todavía necesitaban aprender a ser pastores.  La meta no era algo fácil. 
Se les exigía ser pastores como el Gran Pastor: Jesucristo.  Una de las lecciones de vida se las
dio en aquella ocasión en la que una gran multitud se alimentó con tan solo cinco panes y dos
pescados.

Qué pasó en esa ocasión? veámoslo detenidamente:

Narrar el pasaje de Marcos 6: 30-44.

1. El pasaje en su conjunto presenta el siguiente movimiento: Del trabajo (v. 30; cnf 7-13), al
descanso (v. 31-34) al trabajo (v. 35-41), a la plenitud (v. 42-44).  En esta estructura el pasaje
aporta una enseñanza importante: la vida del siervo del Señor está marcada por un constante
movimiento en medio del cual están presentes el trabajo, el descanso y el ser saciados.

Sin embargo, el descanso y el alimento no pueden gozarse en el aislamiento; lejos de quienes


servimos.  El pasaje afirma claramente que la misión de los apóstoles se realiza en medio de
un pueblo pobre, necesitado y sin guías.  Es precisamente en  la presencia  de ese
pueblo  necesitado que Jesús, el gran pastor, ofrece verdadero descanso y comida a sus
pastores.

2. De acuerdo al pasaje, los apóstoles sí descansaron y también comieron


hasta hartarse. Además, formaron parte de la multitud que recibió las enseñanzas de Jesús. Es
decir, sin  haberlo reconocido  plenamente, ellos fueron parte del grupo hacia el cual Jesús
mostró compasión y a quienes enseñó hasta la  noche.  Desde la perspectiva de  Jesús,
apóstoles y pueblo eran lo mismo ( todos ellos necesitados de compasión, cuidado y
enseñanza.

Para Jesús no había, en este contexto, grupo privilegiado. En esto se establece un contraste


radical entre Jesús, el buen Pastor y Herodes, el mal pastor. En el V. 21 se dice que “Herodes,
en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de
Galilea”.   En esa fiesta y comida no  hay lugar para  el pueblo, pobre  y necesitado.  Las
multitudes continúan al margen, fuera de la preocupación de su gobernante (verse Ezequiel
34:1-10), quien de acuerdo a la enseñanza bíblica era llamado a cuidar de los pobres de la
tierra (cf. Sal 72; Jer. 21.22; 22:1-5; Ezeq. 34: 11-31) Jesús, el buen pastor, pastorea con un ojo
a la multitud y con el otro a sus pastores.

3. El pasaje se desarrolla en la tensión del  “tener” y “no  tener”.  Las gentes “no tenían
pastor” (v. 34) y “no tienen que comer” (v. 36) Los apóstoles creían que no tenían nada; pero
Jesús les insiste: “cuántos panes tenéis? íd y vedlo” (v. 38) @.  Es decir, tenían a Jesús, su
pastor, y  tenían algo que compartir.  La gran lección al  final fue: los que  no tenían nada (la
multitud) tuvieron suficiente para saciarse; los que tenían algo (los apóstoles), tuvieron
suficiente para saciarse y además una canasta llena para seguir saciándose y para seguir
dando.

4. Jesús, el buen pastor, cumplió con su plan y algo mas; pues no sólo dio con creces a los
discípulos lo que les había ofrecido (v. 31), sino también los hizo partícipes de la bendición de
servir a la vez que fueron servidos.

La tarea pastoral no puede ejecutarse sin un balance entre el descanso y el trabajo, entre el
dar  y el recibir, entre el  ser actor y receptor.  Y sobre todo en  la vocación cristiana, ni  el
descanso, ni el trabajo pueden darse al margen de ese pueblo necesitado y hambriento, que
requiere de pastor.

Llama la atención, en sentido contrario, leer Marcos 6:2 en este contexto.

Allí se dice que Herodes, el mal pastor, en la fiesta de sus cumpleaños alimentaba a los
poderoso y pudientes. Sus fiestas no eran para dar de comer al pueblo hambriento que vivían
bajo su cuidado.

El pasaje enseña, también, que ni el descanso ni la plenitud se reciben fuera del contexto
del  pueblo a quien  se sirve.  Es desde el pueblo  y con el pueblo que Jesús, el buen pastor,
regala un espacio para descansar y una canasta repleta para comer.

Visto esto, podemos afirmar que el pastor que vive el compromiso de su vocación debe, por
necesidad humana y voluntad divina, ser objeto de cuidado y pastoreo.  Tanto a nivel de
enseñanza como de práctica los seminarios y las iglesias deben proveer espacio para preparar
pastores para pastores e instancias donde y cuándo los ministros y sacerdotes sean
pastoreados.

Sólo cuando el pastor puede ser objeto de pastoreo es que puede ejecutar su  actividad
ministerial con  sabiduría, tacto y  efectividad.  Porque sólo sabiéndose “oveja” es que podrá
conocer y sentir mejor las necesidades de los miembros de su comunidad, y podrá responder
a esas necesidades como ser humano que puede ayudar porque ha sido ayudado.

El pasaje nos muestra además, que para llegar a ser pastores a la manera de Cristo, es
necesario que cambiemos nuestras perspectivas puramente humanas con las de Dios.  Llama
la atención descubrir que tanto Moisés (Exodo 3: 1-15) como Pablo (Gálatas 2:20) tuvieron que
permitir que Dios tomara el control de su visión, cuerpo y vida para poder realizar un ministerio
efectivo.

Se necesita, también, tener la mente y el corazón de Cristo. La compasión y la posibilidad de


dar más allá de lo que se tiene, solo resulta cuando nuestra visión y nuestra mente entran a la
dimensión divina de su amor y poder.

Oremos para que las iglesias siempre tengan pastores con pastor; porque sólo ellos sabrán
qué significa ser oveja y pastor a la vez.

Edesio Sánchez Cetina

También podría gustarte