Está en la página 1de 7

cotidiano

NOTA

Veo en el mar olas


como manos
que rascan las orillas

nota: al momento de escribir estos versos una


gaviota me cagó. Los pensé mientras caminaba
por la calle y me gustó la cadencia de las
palabras; saqué mi libreta, un lápiz y ¡paf!
nunca había recibido una cagada tan certera,
lo juro. Un gargajo caído del cielo directo a mi
cabeza salpicando en mi brazo. Una gota
transparente cayó igualmente en la libreta. La
removí rápidamente con mis dedos. Me
encontraba fuera del Unimarc de Videla por lo
que rápidamente fui al Mall en busca de un
baño. Haciendo gala de una indiferencia a mi
entorno, entré al lugar, bañado en mierda
color blanco caca y verde plasta.
Fui directamente al segundo piso solo para
encontrar el baño cerrado. Respiré profundo y
fui al tercer piso donde encontré los baños
igualmente cerrados. Suspiré un firme y
resignado “hijos de puta” mientras me caía por
la sien una gota que no era de sudor. Subí al
cuarto piso, al patio de comidas, que más daba,
ya la falta de vergüenza estaba echada… entré
al baño y me limpié la caca por trescientos
pesos. Salí renovado, me compré un café de
máquina y me senté en la terraza a escribir
esta nota.
DEL PARAISO

Vino una señora con su hijo. Ella con un


vestido floreado y un sombrero de paja con
una cinta rosada; el niño, como de 10 años, iba
muy bien peinado y vestía un trajecito formal.
Ambos traían una sonrisa amable y bajo sus
brazos unos libros y folletos del señor Jesús.
Después de saludarnos y hablar de cómo
estaba el día, la dama me dice “¿se ha dado
cuenta… de lo mal que está el mundo?”.

Y partió.
Me habló sobre la muerte, sobre violencia,
sobre engaños y mentiras, sobre la guerra y la
hambruna, la soledad y el desamparo
mientras el niño me sonreía. Siguió con la
codicia, los robos, fraudes; sobre drogas, sexo
(¡sexo, que terrible!), raptos, vicios;
¡degeneración, ho-mo-se-x-ua-lis-mo, Dios
mío!, lujuria; con amable me martillaba con el
adulterio, la envidia, el terremoto recién
pasado y tal familia que se le murió tal
pariente, la recesión, el pecado, Adán y Eva, el
castigo eterno, el lago de fuego y finalmente,
¡finalmente! sobre el paraíso.
Me quería morir.

¡Qué ofertón!

¿Quién no querría morir?

¡Por favor, deme diez! ¡diez de esa cosa Paraíso!


¡con mayo de ajo y salsa de queso por favor!

¡Agrándeme la promo con 10 ave marías y


déjeme un cupón de descuento, oh Señor!

Me dejó un folleto y se fue, tomando al pequeño


de una mano, ambos con la sonrisa y satisfacción
de la muerte.

Perdón, del Paraíso, digo

del Paraíso
CÓMODA EN UN LUGAR EXTRAÑO
(BASADO EN POEMA DE INDETERMINACIÓN – J. CAGE)

Ella me preguntó de donde era. Le conté que


había nacido en la comuna de Independencia,
pero crecí en Quilicura y estudié en Renca y
Santiago centro. Hice mi práctica en San
Bernardo y por el Servicio Militar viví un año
en Recoleta. Después de fui a Coquimbo con
mis padres, donde estudié un año y luego tres
en La Serena. Viví entonces tres años en
Concepción y otros seis meses en Valparaíso.
Ahora mismo llevo un par de años en La
Cantera, Coquimbo.

Entonces le pregunté “¿y de donde es usted?”.

Ella dijo, señalando un almacén al otro lado de


la calle, “de ahí. Después siguió diciendo que
uno de sus hijos quiso convencerla de que se
mudara con él para que no viviera sola. Ella se
negó porque no quería sentirse cómoda en un
lugar extraño. Cuando le pregunté donde vivía
su hijo, me dijo “Acá a la vuelta del almacén”

También podría gustarte