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Filosofía y cinematografía: movimiento e inmutabilidad

Félix Antonio Varela Realpe1

La noción bergsoniana de imagen-movimiento, al hacer de la materia, imagen, y de la


imagen, conciencia, da lugar a un materialismo vitalista en el que la materia misma se
constituye como conciencia virtual, y las propias imágenes que la atraviesan son la
forma de una realidad articulada en una dimensión psíquica o espiritual.

José Ezcurdia

Aunque Bazín había realizado un acercamiento a la experiencia fílmica desde la


fenomenología, al “ (…) hacer de la reproducción mecánica del cine de las apariencias
fenoménicas” (2001, Stam,p.95) uno de los aspectos claves de aquella; y Metz con el análisis
estructuralista del cine, con la perspectiva posestructuralista de Deleuze, quien a su vez se
apoya teóricamente en Bergson, el cine es objeto de un abordaje que trasciende lo estético
para llegar, a través de él, a escenarios y problemas filosóficos tan importantes como el
cuestionamiento de algunos de los presupuestos epistemológicos de la metafísica occidental.

Bergson escribe, y La evolución creadora en 1907, momentos en los que el cine como medio
expresivo aun no adquiría mayoría de edad. En el capítulo IV (y final) de dicho libro, El
mecanismo cinematográfico del pensamiento y la ilusión mecanicista. Ojeada sobre la historia
de los sistemas. El devenir real y el falso evolucionismo, se hace referencia al nuevo medio y
su mecanismo de producción y reproducción de imágenes como modelo de la forma en que
funciona la intelección y el lenguaje con relación a la realidad cambiante. El cinematógrafo
registra instantes inmóviles y los proyecta creando la ilusión de continuidad y movimiento. De
igual forma opera la ciencia, al darle el mismo tratamiento al tiempo que le da al espacio. El
símil, a lo largo de gran parte del capítulo es notorio. Se puede afirmar que el filòsofo francés
sòlo observa una parte del mecanismo cinematográfico, el que tiene que ver con la
reproducción “falsa” del movimiento de la realidad.

Materia y memoria: Ensayo sobre la relación entre el cuerpo y el espiritu, de Henri Bergson,
escrito solo un año después de la invención del cine, desarrolla algunas de las ideas que
posteriormente Gilles Deleuze implementará en su concepción y reflexión filosófica sobre el
cine. En el primer capítulo, De la selección de las imágenes para la representación. El Papel
del cuerpo, Bergson da cuenta, desde una postura novedosa, de la noción de imagen
partiendo de la fisiología y la psicología de la percepción de su tiempo y, por supuesto de la
filosofía. En tal perspectiva, la conciencia que percibe, es decir, el sujeto centrado que percibe,
1
Colombiano. Comunicador Social – Periodista, Especialista en Comunicación y Cultura, Magister en
Filosofía en la Universidad del Valle. Es docente investigador de la Universidad Santiago de Cali. Sus
áreas de trabajo son la semiótica del cine, análisis audiovisual y teorías de la comunicación.
y a partir del cual se da la reflexión fenomenológica, deja de tener relevancia, o por lo menos
no es tan preponderante. Cuerpo y materia, esta ultima en sus diferentes dimensiones, son
imágenes, imágenes en un constante movimiento, cambio y duración.

Mi cuerpo es pues, en el conjunto del mundo material, una imagen que actúa como las
demás imágenes, recibiendo y devolviendo movimiento, con esta única diferencia,
quizás, que mi cuerpo parece elegir, en cierta medida, la manera de devolver lo que
recibe (2006, Bergson, p. 35).

Dos rasgos de la idea de imagen que deben ser resaltados en la concepción bergsoniana. En
primer lugar, la imagen es concebida en un sentido amplio. Su perspectiva es diferente, pués
establece una clara relación, si se quiere identificación, entre imagen y materia. Al respecto, en
el prologo a la séptima edición francesa de Materia y memoria (2006, pgs. 25 y 26), hace la
siguiente aseveración:

La materia, para nosotros, es un conjunto de “imágenes”. Y por “imagen” entendemos


una cierta existencia que es más que lo que el idealismo llama una representación,
pero menos que lo que el realismo llama una cosa, una existencia situada a medio
camino entre “la cosa y la representación”

La materia, en sus diversas manifestaciones, es imagen, al igual que mi cuerpo, mis


percepciones, así como todo el acervo de imágenes hechas por el hombre, incluidas las
imágenes cinematográficas: “Todo pasa como si, en este conjunto de imágenes que llamo
universo, nada realmente nuevo se pudiera producir más que por la intermediación de ciertas
imágenes particulares, cuyo tipo me es suministrado por mi cuerpo” (2006, Bergson, p. 34). Es
decir, en Bergson se desborda la concepción “representacionista” del referente objetivo o
subjetivo propio por ejemplo del arte, para asumir casi en su totalidad todo lo existente en el
cosmos como imagen. Más adelante dice: “Llamo materia al conjunto de las imágenes, y
percepción de la materia a esas mismas imágenes relacionadas a la acción posible de una
cierta imagen determinada, mi cuerpo” (2006, Bergson, p. 37). Segundo, las imágenes están en
un constante fluir, movimiento, están inscritas en la duración.

Deleuze en su posiciòn estética, especialmente la de la imagen y el cine, retoma los análisis y


estudios del filósofo mas importante del primer tercio del siglo XX, Henri Bergson, considerado
como un pensador del “(…) devenir, para quien el ser y la materia nunca son estables” (Stam,
p. 297, 2001). En esta perspectiva, Gilles Deleuze, en su libro El bergsonismo (1987, p.9) dice:
”Duración, memoria e impulso vital señalan las grandes etapas de la filosofía bergsoniana. El
objeto de este libro consiste en la determinación de la relación entre estas tres nociones y del
progreso que implican”. Ahora bien las relaciones entre estos tres conceptos, según Deleuze
(1987,p.10), no podrían determinarse en cuanto a conocimiento “(…) sin el hilo metódico de la
intuición”. He aquí otro de los conceptos claves en la obra de Bergson: la intuición, pero no
aquella que es utilizada por el sentido común. Se trata de una intuición que percibe el
fenómeno, proceso u objeto en una simultaneidad de sus diferentes componentes, y no como
lo haría la inteligencia, con conceptos y jerarquía entre los mismos.

Deleuze, coherente con su interés y lectura por autores y pensadores irrupcionistas, se apoya
en Bergson para estructurar sino toda una buena parte de su estètica, especialmente la del
cine. Bergson hace parte de una serie de filósofos de principios del siglo XX que reaccionan
ante la avalancha casi inevitable y omniabarcadora propia del positivismo que comienza en el
el siglo XIX con autores como Comte y Durkheim, entre otros. Filósofos como Boutroux y
Blondel hacen parte de esta corriente “reaccionaria”, en el sentido de “reacciòn”, contra,
denominada “intuicionismo” y que considera que los procesos de la conciencia, el espíritu, la
vida, y de la materia en si no podían ser reducidos a meros datos numéricos, tal como lo
planteaba la perspectiva empirista- positivista, la cual entendía el movimiento, la duración y el
tiempo en general desde la dimensión espacial, petrificando tales procesos temporales y por lo
tanto no aprehendiéndolos como son en la realidad.

En el capítulo uno de “La imagen movimiento”, “Tesis sobre el movimiento” Deleuze, siguiendo
a Bergson, establece la relación que habría entre esta concepción “espacializada” del tiempo,
“(…) tiempo mecánico, homogéneo, y calcado del espacio (…)” (Deleuze, 1988, p.14), y la
descripción que hace Henri Bergson sobre el funcionamiento del pensamiento a la manera del
cinematógrafo en “La evolución creadora”, libro escrito en 1909, y momento en el cual el “nuevo
invento” (su fecha oficial de acceso al publico fue el año 1895) apenas comenzaba a
vislumbrarse como medio expresivo.

Pero antes de hacer esta comparación, para poder llevarla a cabo, como antecedente teórico
que la sostendrá, presentaremos la primera tesis de Bergson, que desarrolla Gilles Deleuze en
el capítulo mencionado, sobre el movimiento, y otro enunciado que tal tesis tiene: “ (…) el
movimiento no se confunde con el espacio recorrido. El espacio recorrido es pasado, el
movimiento es presente, es el acto de recorrer”. Respecto al enunciado dice así:

“vosotros no podéis reconstruir el movimiento con posiciones en el espacio o con instantes en


el tiempo, es decir con cortes inmóviles…sólo cumplìs esa reconstrucción uniendo a las
posiciones o a los instantes la idea abstracta de una sucesión, de un tiempo mecánico,
homogéneo, universal y calcado del espacio, el mismo para todos los movimientos (1995,
p.14).

En cuanto a la primera tesis de Bergson, para Deleuze el movimiento es actual, se da en el


presente, es heterogéneo e infinitamente indivisible, es continuo. Tal vez su principal
característica es que está inscrito en el tiempo, en la duración. En esa perspectiva, cuando al
movimiento desde el positivismo se le fragmenta en unidades se le representa desde una
dinámica no temporal sino estática, tal como es el espacio, cuya fragmentación se puede hacer
por su misma naturaleza. Con relación al enunciado que tiene la primera tesis, Deleuze (1995.
P.14) afirma que presenta dos errores. El primero un movimiento al fragmentarse en instantes
o posiciones, si se intentan acercar a una distancia, así sea esta infinitesimal, dos de esos
instantes o posiciones, el movimiento se llevará a cabo en el intervalo entre ambos. Deleuze no
lo desarrolla, por lo menos en cuando habla de posiciones; si el movimiento se da en sus
intersticios, ¿eso quiere decir que las posiciones si son inmóviles? El otro error, no importa
cuánto se divida el tiempo de un movimiento, este se realizará en una “(..) duración concreta, y
cada movimiento tendrá, pues, su duración cualitativa” (Deleuze,1995. P.14).

De la exposición de la primera tesis, el enunciado que se tiene de ella y los dos errores que se
derivan del enunciado, Gilles Deleuze propone dos formulas que son irreductibles, cada de una
de las cuales representa la forma como se asume el tiempo y el movimiento:

Movimiento real ------------- duración concreta

Cortes inmóviles + tiempo abstracto

En la primera fórmula se plantea la relación entre movimiento real y la duración, una relación
si se quiere estaría más cercana a la apuesta que hace Bergson en términos de tratar de
asumir el movimiento como indivisible, real en sí mismo. En esta perspectiva, se encontrarían
las bases de una metafísica que rompería con aquella que sustenta buena parte de la ciencia
moderna, y cuyos orígenes se encuentran en la negación del movimiento por parte Parménides
y sus seguidores.

Por su parte, la segunda fórmula expuesta y sustentada en las famosas aporías de la escuela
eleática, y que negaría el cambio, plantea que el ser es, y no puede no ser. Si el ser es, no
puede pasar a no ser. O es una cosa o es la otra. La razón, desde esta perspectiva, nos dice,
que el ser solo puede ser, y al ser una sola entidad niega la posibilidad de ser otra cosa, la
posibilidad del cambio. Ergo, el ser es inmutable. Respecto a esta inmutabilidad derivada de
una percepción errónea sobre la realidad, así como de los hábitos de pensamiento o intelección
de ese momento, y el lenguaje utilizado para referirse a ella, Henry Bergson (1985, p.274) dice
lo siguiente:

Eso es lo que hicieron los filósofos de la escuela de Elea, sin ningún género de
consideraciones. Como el devenir choca con los hábitos del pensamiento y se inserta
mal en los marcos del lenguaje, lo declararon irreal. En el movimiento espacial y en el
cambio en general, solo vieron una mera ilusión

Ahora bien, la ciencia antigua trata al movimiento desde las cualidades, teniendo presente los
“instantes privilegiados” tal como lo hace Aristòteles, por ejemplo, instantes que son
determinantes, y que sumados dan un panorama general del movimiento dejando por fuera los
instantes no importantes. Por su parte, la ciencia moderna, a partir de la cuantificación, no
discrimina instantes privilegiados en el desarrollo de un movimiento. Todos los instantes
pueden ser considerados. Sobre la forma como se aborda el movimiento en ambos momentos,
dice Bergson (1985, p. 722):
En la física de Aristóteles se define el movimiento de un cuerpo lanzado en el espacio o
que cae libremente, por los conceptos alto y bajo, de desplazamiento espontáneo y de
deslazamiento forzado, de lugar propio y de lugar extraño. Pero Galileo estimó que no
había momento esencial ni instante privilegiado; estudiar el cuerpo que cae equivale a
considerarlo no importa que momento de su carrera. La verdadera ciencia de la
gravedad será la que determine, en un instante cualquiera.

Bergson estableció en La ilusión creadora - libro publicado justo unos años después de que se
hiciera pública la novedad del cinematógrafo, cuando este apenas comenzaba su recorrido de
mecanismo de registro a constituirse en medio de expresión - una relación entre el
funcionamiento del cine para reproducir imágenes en movimiento, y la forma como opera la
ciencia moderna, su forma de conocer y el papel del lenguaje. El filósofo francés piensa que la
percepción, la intelección y el lenguaje se relacionan con la realidad de la misma forma como el
cinematógrafo genera la ilusión del movimiento con las imágenes. Es decir, tomando cortes o
instantes de espacio-tiempo (virtuales) parciales, cualesquiera, inmóviles, articulándolos entre
si, y añadiéndoles tiempo abstracto (cortes inmóviles--------- tiempo abstracto) el cinematógrafo
genera la sensación de un falso movimiento, que no capta la realidad cambiante y su devenir,
sino instantes cualquiera detenidos en el tiempo.

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