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2020 #AÑODELAINTEGRIDAD

PRINCIPIO LIBERTAD
Octubre 2020

Versículo a Memorizar
“Mi culpa me abruma, es una carga demasiado pesada para soportar.”
Salmos 3 8:4 N TV

Enfoque. Mucho se puede abordar, hablar y trabajar con relación a la libertad en Cristo,
pero en esta oportunidad nos centraremos en ser libres de la culpa.

Definición

Hay una diferencia grande entre libertad y libertinaje. Libertad es tener la posibilidad de
poder tomar decisiones y escoger formas y caminos en la vida, y la decisión que define la
vida de una persona es, si va a vivir de acuerdo con los deseos de su carne o de acuerdo
con los deseos de su espíritu.

Lo cierto es que estamos compuestos de ambos; por ello, será una lucha constante de lo
que sentimos que nos otorga libertad, aun cuando hayamos tomado la decisión. Algunos
lo llaman tener conciencia. Sí, puede ser; tener conciencia del bien y del mal. Esa es la
libertad que Dios nos otorga.

Si decidimos vivir por la carne, no veremos que es una fuerza que debemos echar a un
lado cada día, porque las consecuencias que nos trae son duras de afrontar. Podemos
incluso pensar en la carne, que somos personas buenas. Entonces, cuando fallemos,
porque fallaremos, viviremos con la culpa de una falla moral y estaremos tratando de
buscar respuestas a por qué fallamos, que no vamos a encontrar. No podremos entender
la libertad que Dios nos otorga.

En cambio, si decidimos escoger la realidad de que Jesús nos ha liberado de todos los
yugos de este mundo, en Él encontraremos la fuerza para vencer toda tentación que se
nos presente. Podremos vivir una buena vida, porque aprenderemos a ser la mejor
versión de nosotros mismos. Sin Su ayuda no lo lograríamos.

La libertad que nos otorga Jesús, nuestro Dios, solo la podemos experimentar cuando
creemos en Él.

La libertad que Dios nos otorga es una oportunidad única, sin igual. Nos hace capaces de
vivir en fe y de mostrar un amor que no muchos pueden entender y comenzaremos a
amar el servir a otros y el vivir en verdad y con confianza en nuestro futuro. Sabremos qué
es lo importante y cuál será nuestro destino eterno. Esas son las características de lo que
nos puede suceder al aceptar que Jesús habite en nuestro corazón.

Todos los seres humanos han experimentado el sentirse vacíos, sin sentido de vivir. Solo
viviendo en el Espíritu, aceptando a Jesús en nuestros corazones, podremos
experimentar los tesoros que hemos estado anhelando toda la vida. Esa libertad solo la
otorga nuestro Rey y Señor, Dios, Jesús.
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Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad; pero no usen esa
libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la
libertad para servirse unos a otros por amor.
Gálatas 5:13 NTV

La culpa

*Muchos de los apuntes en este material son tomados de la predicación de Natalia Nieto
en la iglesia Su Presencia, del 29 de abril de 2015 titulada “sanos de la culpa”.

Muchos autores coinciden en definir la culpa como un afecto doloroso que surge de la
creencia o sensación de haber traspasado las normas éticas personales o sociales
especialmente si se ha perjudicado a alguien.

La culpa es un sentimiento de auto condenación. Puede darse por cosas que ocurrieron en
el pasado o recientes. Es un asunto no resuelto de nuestra conciencia, por decirlo de otra
forma.

Especialistas hablan de dos tipos de culpa:

• Culpa imaginaria. Aparece cuando de repente asumimos sin tener responsabilidad.


Puede relacionarse con la pérdida de un ser querido, el abuso y otros casos en que
sencillamente no es nuestra responsabilidad.
• Culpa real. Esta culpa si depende de nosotros. Debemos procesar, resolverla.

El problema con la culpa es que va creciendo con el tiempo, como un efecto bola de nieve
que cada vez se hace más grande, debido a que demoramos en perdonarnos.

La culpa viene con falta de paz, con tormento, con odio hacia nosotros, resentimientos.

Miembro Fantasma

Joyce Meller en uno de sus libros enseña que la culpa se parece a lo que los médicos
llaman “miembro fantasma”. Por ejemplo, cuando un soldado pierde en combate uno de
sus brazos o pierna, debe ser amputado u operado para proteger su vida. Pero a pesar de
ello, lo que experimentan algunos soldados es la sensación de frío, calor o aparente
rasquiña en ese miembro que ya no está. A eso le llaman “miembro fantasma”. Y es que
aunque físicamente esa parte del cuerpo ya no está, en el cerebro todavía hay recuerdos
sensoriales de ese miembro amputado.

El éxito en estos casos no consiste solo en lo físico y en colocar una buena prótesis, sino
en que el soldado logre hacer el duelo por su miembro perdido y se libere de sensaciones
del miembro fantasma.

Algo así sucede con la culpa. Puede algo del pasado, que ya no está, e incluso, ya se le
pidió perdón a Dios, pero se sigue sintiendo como ese “miembro fantasma”. El divorcio de
los padres es una culpa imaginaria, porque fueron los padres como adultos los que
tomaron esa decisión, pero cuántos niños habrá sintiéndose culpable por ese divorcio.
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La culpa no es sana, no viene de Dios. Lo que proviene de Dios es una tristeza que nos
quiere llevar al arrepentimiento cuando hemos actuado mal, y eso está bien porque
procede de Dios. Pero el enemigo es tanto mentiroso, y padre de mentira (Juan 8:44)
como un acusador que busca en todo tiempo señalar delante del trono de Dios nuestras
faltas.

Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de


nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
Apocalipsis 12:10

Entre las funciones del enemigo está el acusarnos incansablemente por nuestros errores,
e incluso engañarnos con culpas imaginarias para hacernos daño.

¿De qué nos culpamos?

Según encuesta realizada con miembros y simpatizantes de una iglesia en Bogotá, las
principales razones de culpa son:

1. No ser disciplinados.
2. No busque a Dios antes. Algunos comentaron que aunque Dios les mandaba
señales, perdieron el tiempo.
3. Mi pasado sexual.
4. Entregar mi corazón a personas incorrectas.
5. No honrar a los padres. Expresaron frases como “estando vivos no los honre y
ahora que fallecieron, experimento culpa”.
6. Práctica de abortos. Manifestaron culpa tanto mujeres que se los practicaron,
como hombres que apoyaron.
7. Adicciones, vicios.
8. Infidelidades. Haber sido infieles con la pareja y perder la relación a causa de ello.
9. Estudiar lo que no quería, o haber escogido la carrera que no me gustaba.
10. Desórdenes financieros, deudas, malas decisiones con el dinero.
11. No terminar la carrera.
12. Robar en el trabajo o a la familia.
13. No llegar virgen al matrimonio.
14. Divorcio de los padres (esto es culpa imaginaria).
15. Me abusaron sexualmente (es culpa imaginaria).
16. No luché por mi matrimonio y lo perdí.
17. He maltratado a mis hijos.
18. No pedir ayuda a tiempo.
19. Ejercí la prostitución.

Consecuencias de la culpa

Como vemos hay muchas razones para experimentar culpa, incluso las imaginarias. Entre
las consecuencias de culpas no resueltas podemos encontrar:
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• Una persona que carga culpa lo más probable es que se castigue a sí misma. Se
juzga muy fuerte; la autoevaluación tiene tendencia a ser exigente.
• Puede haber un sentimiento de indignación muy frecuente. Aunque le feliciten,
elogien esa persona puede pensar mal de sí misma.
• Puede tener problemas de aprobación.
• Le puede costar las relaciones. Dejarse amar puede ser difícil.
• Pueden ser perfeccionistas, tratando de con ello ocultar su culpa.
• Tendencia a desarrollar comportamientos compulsivos. Comer en exceso, vicios,
adictos al trabajo, exceso de ejercicio, alcohol, drogas, cigarrillo. Es una forma de
distraerse con otras cosas, o llenar los espacios de la culpa no resuelta.
• Depresión. Puede ser una depresión tendiente a excusarse, o manipular; algo
como “yo fui el culpable, yo la embarre, pero entiendeme, es que estoy deprimido”.
Es una depresión amarrada a la manipulación para no asumir su responsabilidad.
• También puede verse el otro extremo de la depresión, como personas violentas y
no solo desde lo físico, sino en otras áreas, como ser muy crítico de los demás,
estar atentos a la paja del ojo ajeno.
• Tendencia a cierto sentido de paranoia. Pensamientos tales como “todos me
detestan”, “no gustan de mi”...
• Usualmente puede crearse el conflicto de no saber establecer límites. Por la culpa
temen no ser aprobados, por lo que les cuesta establecer límites claros.
• Comportamiento o acciones que compensan. A causa de la culpa que
experimentan tratan de hacer muy buenas obras pensando que con hacerlas algo
de su culpa será redimida. Pueden estar en función de ayudar a otros o a todos y
en exceso tratando de apagar su culpa. Aunque las acciones son positivas o
buenas, la persona con culpa no los hace por bien de los demás, sino por el suyo,
tratando de aliviar el dolor. Esto suele suceder en padres ausentes, que regalan y
dan cosas en exceso a sus hijos tratando de resolver la culpa por la ausencia. O
cuando el hijo hace algo malo y tratando de acallar su culpa se muestra
participativo y muy colaborador en casa.

En la Biblia encontramos el caso de Jacob con su hermano Esaú. Sabemos que el


primero usó de engaño para ganar la bendición de su padre, por lo que debió huir
lejos escapando de la ira de su hermano. Cuando Jacob regresó al encuentro con
su hermano, motivado por la culpa y el temor, hace regalos excesivos a Esaú
(Génesis 32:13-21).

¿Convicción o condenación?

La culpa nos condena. Y es necesario entender esto y la diferencia entre condenación y


convicción. La condenación es mala, proviene del enemigo y busca alejarnos de Dios;
pero la convicción es buena y proviene de Dios a través de su Espíritu y su objetivo es
acercarnos a Él.

¿Alguna vez has pecado o supiste de alguien que lo hizo y luego de un tiempo pensaste
que es mejor apartarte de Dios porque eres indigno o algo similar? Eso es resultado de la
culpa. Cuando pecamos el Espíritu está presto para darnos la convicción de que hemos
fallado y que por ende debemos ponernos a cuenta con Dios, pero al no hacerlo y
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postergar el asunto, estaremos cargando con una culpa que cada vez se puede hacer
más grande.

En Juan 16:8 leemos “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y


de juicio.”.
Entre los ejemplos bíblicos de personajes libres de culpa podemos señalar al apóstol
Pablo. Antes conocido como Saulo de Tarso, con un historial fuerte de rechazo y acciones
violentas contra los primeros cristianos.

En Hechos 22:4 se comenta sobre el historial de Pablo “Perseguía yo este Camino hasta
la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;”. Alguien que sabe
por propia experiencia que el amor de Cristo es suficiente para limpiar hasta el más
escandaloso pecado es Pablo.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17

Quien escribe esto a los cristianos en Corinto es el mismo apóstol Pablo. Pero por la
gracia del Señor y su amor ha sido libre de toda culpa.

Igualmente podemos hablar del apóstol Pedro, quien cuando acusas a Jesús en aquel
patio, llegó a negar en tres ocasiones al Señor, y luego cantó el gallo. Lo que leemos
luego es que Pedro lloró amargamente y sufrió a causa de haber negado a su Maestro, y
hasta parece haber olvidado la promesa sobre él y su ministerio, pues se dedica a pescar.
De forma hermosa, después de su resurrección Jesús tiene un encuentro con Pedro
donde le restaura. Leamos:

Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el


gallo.
Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo,
me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Mateo 26:74-75

Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro:


—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.
—Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.
16 Y volvió a preguntarle:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
—Cuida de mis ovejas.
17 Por tercera vez Jesús le preguntó:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así
que le dijo:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
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—Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—. 18 De veras te aseguro que cuando eras más
joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir.
Juan 21:15-18 NVI

La obra de la cruz está completa. Recomendaciones para ser libres de la culpa.

A pesar de que sabemos que la obra de Cristo para redimirnos fue consumada y
completada con éxito, es posible que nos encontremos sin disfrutar como es debido y
como Jesús quiere, por no resolver la culpa. Para ello es importante tener presente lo
siguiente:

• Debemos arrepentirnos. Es darle la cara a Dios y salir de la condenación.


Proverbios 28:13 “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo
deja halla perdón.”

• Debemos alejarnos del pecado. De lo contrario podríamos generar un círculo


vicioso como dice el refrán “peco, rezo y empato”, que lo único que logrará es
insensibilizar cada vez más el corazón.

• Debemos perdonarnos. Si ya sabemos que tenemos el perdón de Dios, y hemos


puesto límites para no volver a pecar, luego tenemos que decidir con autoridad
perdonarnos a nosotros mismos, buscando librarnos de la culpa. Es mirar con los
ojos misericordiosos de Jesús, así como Él restituyó a Pedro.

• Renunciar a dardos en la mente. Puede que el enemigo, a pesar de haber hecho lo


anterior, siga enviando dardos a la mente para recordarnos lo malo que hicimos,
entonces, en medio de tu andar puedes sentir ataques a la mente que te quieren
hacer sentir culpable con aquel suceso. En esos casos debemos ser firmes y
recordarle más bien al enemigo que nuestro pecado fue perdonado y ahora
disfrutamos comunión con el Padre pero a él solo le espera un infierno eterno.
Satanás es acusador por lo que puede volver a presentar el video o película de lo
pasado.

• Aprendamos del error. Si de ese error aprendemos lecciones valiosas, nos


estaremos librando de caer en el círculo vicioso. Dios te puede llevar a resarcir el
error, a restituir a alguien que fue lastimado. De todo ello podemos sacar valiosas
lecciones.

• Mantener vivo el temor de Dios. Aunque parece tema para otro principio, el temor
de Dios tiene promesas de protección contra ataques del enemigo. La Biblia
señala que los ángeles acampan alrededor de los que temen al Señor y ellos los
defienden (Salmo 34:7).

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las


riquezas de su gracia,
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Efesios 1:7

• Renueva tu mente. Cada vez que lo necesites debes renovar tu mente y


ministrarte a ti mismo “yo soy sano de la culpa”. Cuando aparezca el acusador
puedes decirle: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
(Romanos 8:1), o “¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que
justifica.” (Romanos 8:31).
¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará?
Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede
por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la
persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu
causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!»
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Romanos 8:33-37

Errores como decir groserías a un familiar o reaccionar mal ante cierta situación pueden
ser fácilmente solucionados y evitar así el problema de la culpa, pero en otros casos, se
necesitará tiempo para sanar y creer de verdad en el perdón de Dios y en perdonarme a
mí mismo. En esos casos, se puede sentir dolor por lo que se experimenta pero eso no
significa que no habrá sanidad. Es como cuando alguien se raspa al caerse y le aplican
medicamentos para ayudarle a sanar. En momentos o cuando se tropieza sentirá el dolor,
pero eso no significa que no esté en proceso de sanar.

Aspectos a recordar

La culpabilidad surge ante una falta que hemos


cometido (o así lo creemos). Su función es
hacer consciente al sujeto que ha hecho algo
mal para facilitar los intentos de reparación. Su
origen tiene que ver con el desarrollo de la
conciencia moral, que se inicia en nuestra
infancia y que se ve influida por nuestras
diferencias individuales y las pautas educativas.

Existen personas que confunden esta emoción


con la vergüenza, incrementando su malestar
emocional, ya que al mezclar ambos
sentimientos se retroalimentan entre sí. Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el
daño causado, la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una
habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener.

Como vemos, también existen “culpas falsas o imaginarias” o sentimientos de culpa que
no son necesariamente ciertos o con razón. Otro ejemplo podría ser: Juanita tiene un
novio que le pega y maltrata de diversas maneras. De alguna forma se ha creado una
relación insana y dependiente. Ella siente que no puede dejarlo o terminar la relación
porque lo necesita y él a ella. Luego de un tiempo, cobra fuerza y decide terminar con él.
Su ex novio, luego de una semana, le envía mensajes donde le dice que está deprimido y
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le llega a sugerir que podría suicidarse por haberlo dejado. Si Juanita experimenta culpa
sobre esa supuesta depresión, a eso me refiero cuando hablo de “sentimientos de culpa
pero falsos”. En este ejemplo está implícito también el uso del exnovio de la
manipulación, pero en el caso de Juanita, ella debe ser libre, no solo del ex novio agresor,
sino también de cualquier tipo de culpa sobre lo que él haga con su vida.

De igual forma podríamos colocar el ejemplo de un niño muy perfeccionista que maneja
culpa por haber sacado 90% en algún compromiso o evaluación. Creo que eso es insano.

La culpa como tal es mala, pero vista desde la perspectiva de ese sentimiento o voz de la
conciencia que nos indica haber actuado mal, nos hace conscientes de que algo debemos
resolver y facilitar así el intento de repararlo. Aunque a veces también nos sentimos
culpables sin razón.

La tristeza de Dios

Cuando fallamos sucede algo, que aunque trae consigo dolor, es hermoso o alentador
desde cierto punto de vista, y es que el Espíritu Santo nos convence en nuestro interior de
haber fallado, nos sentimos mal, tristes. Cuando manejamos de forma correcta ese
redargüir del Espíritu podremos arrepentirnos tal como Dios espera que lo hagamos y su
amor es más que suficiente para limpiar nuestro pecado.

¿Te imaginas un hijo(a) de Dios que peca y se siente como si nada hubiese sucedido o
incluso se alegra? Eso si es para preocuparse, porque da a entender que el Espíritu ya no
tiene la capacidad de redargüirle. ¿Acaso ya no habitará en esa persona?, ¿o será que
aún habita pero duerme por no haber sido atendido o alimentado? Por eso digo que en
cierta medida es hermoso el redargüir del Señor, porque nos recuerda que Él como buen
Padre está atento, nos dice que estamos vivos espiritualmente, pues el Espíritu nos
puede hablar y convencer, nos enseña acerca del deseo y voluntad de Dios para nuestras
vidas. Por el contrario, un cristiano que peca y no siente nada, o el Espíritu no le habla, si
es algo preocupante.

Ahora, ¿qué sucede cuando somos redargüidos? Allí aparece la tristeza, pero es una que
está ligada a la obra y disciplina de Dios para acercarnos al camino correcto y alejarnos
de lo malo. Leamos el siguiente versículo:

La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la


cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte. 2
Corintios 7:10

Como vemos, el cuidado y amor del Padre también se manifiesta al permitir en sus hijos
que pecan una tristeza que tiene como objetivo llevarnos al arrepentimiento, pero al final
del pasaje también podemos leer acerca de otra clase de tristeza, y es la del mundo, y
como sabemos por la misma Biblia, el príncipe de este mundo es el diablo.

Podemos identificar, en este pasaje, dos tipos de tristezas:


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1. La tristeza de Dios. Es la que el Espíritu permite en nuestras vidas cuando


pecamos y tiene por objetivo llevarnos al arrepentimiento.
2. La tristeza del mundo. Es la que utiliza el enemigo para hacernos sentir
culpables, indignos del perdón de Dios, y que su objetivo es conducirnos a la
depresión y/o falta de perdón a nosotros mismos.

PROYECTO

1. Escribe un ejemplo de culpa imaginaria. Redacta el caso y luego escribe el consejo


que le darías a esa persona (con argumentos bíblicos).
2. Escribe un ejemplo de culpa real. Redacta el caso y luego escribe el o los consejos
que le darías a esa persona para ayudarle o guiarle a superar su culpa.
3. ¿Te ha servido de algo este material para tu vida personal? Explica en qué (no es
necesario dar detalles si no lo deseas, pero explica).
4. Escribe si a lo largo de este mes has tenido momentos o situaciones en que
pudiste haber aplicado este principio. ¿Lo lograste? ¿Cuál fue la razón?

1. Cuando un niño se siente culpable del divorcio de sus padres


-Los padres de Rodrigo están en un proceso de divorcio, hace unos días le
contaron lo que estaba pasando y rodrigo se culpo a el mismo de esto, incluso
llegando a decir que era mal hijo, que todo era su culpa y que pudo haber
evitado todo.

-No te desanimes, Dios tiene cosas grandes para ti y un gran proposito, así
como dice Job 42:2 este propósito no será estorbado por nada, si tus papas
decidieron divorciarse debe haber una razón pero la razón no eres tú, eres un
buen hijo y creeme que ellos no se separarían solo para no estar contigo, a
pesar de todo ellos te seguirán queriendo mucho porque son tus padres, así
como dice Lucas 1:17 El volverá el corazón de los padres a los hijos para
generar reconciliación y sobre todo piensa lo que dice Isaías 41:4 en el cual
Dios dice que tiene control de todo lo que pasa en el mundo y si a pesar de
esto sigues angustiado por esto puedes así como dice 2 Samuel 22:7 cuando
estas angustiado acércate al señor y el calmara tu angustia.

2. Cuando alguien se siente culpable por no estudiar el examen y perderlo.


-El dia anterior al examen Juan se la paso jugando y hablando con sus amigos
y se le olvido estudiar, el dia del examen no sabia nada por lo tanto no
respondio la mayoría de preguntas, perdió el examen y casi perdió la materia.

-Estudiar para los exámenes es algo fundamental en la vida ya que dichos


exámenes te van a llevar a un mejor futuro para que algún día puedas proveer
en tu casa y no terminar como lo que dice 1 Timoteo 5:8 que no proveerás en
tu casa, por lo que habrás negado tu fe, así que debes prepararte
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correctamente para tu futuro, si sientes que no puedes estudiar bien o que no


eres capaz siempre puedes pedir sabiduría e inteligencia a Dios y él te lo dará
sin reproche como en el caso de Salomón en 2 Crónicas 1 y recuerda lo que
dice Proverbios 3:13: Bienaventurado el hombre que haya sabiduría y adquiere
conocimiento aquí Dios nos esta diciendo indirectamente lo importante que es
adquirir conocimiento, es decir estudiar.

3. Si, especialmente las recomendaciones para liberar la culpa, muchas veces me


siento culpable por cosas que no he hecho yo y me paso con esa culpa hasta
que se me pasa o no pienso mas en dicha cosa, me pareció muy interesante la
que dice que debemos perdonarnos, me parece importante que antes que
dejemos pasar una culpa debemos perdonarnos a nosotros y en el caso de
que sea una culpa imaginaria debemos darnos cuenta que dicha culpa no la
sentimos de verdad.

4. Si, este mes perdi un pleno de lenguaje porque no lei correctamente las
preguntas y me senti culpable por no haber leído mejor las preguntas y hacer
una mejor compresión lectora, pero me di cuenta que debía resolver esto, lo
que hice fue pedirle ayuda al profesor y que me explicara las preguntas mejor y
asi entender en que fue lo que me equivoque y corregirlo a futuro, lo que hizo
que mi sentimiento de culpa se pudiera alivir y dejara de sentir que no hice lo
suficiente por obtener una buena nota.

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