Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
inmadurez en nuestro
carácter
24 JUNIO, 2020 | MIGUEL NÚÑEZ
©Lightstock
MÁS DE MIGUEL NÚÑEZ
Necesitamos una idea más grande del Dios que adoramos y una idea más pequeña del
hombre y de los reconocimientos de esta vida
Somos personas complejas con mecanismos de defensa o formas múltiples de ocultar
nuestras disfunciones. En el fondo, estas manifestaciones externas corresponden a
inseguridades internas. Necesitamos una idea más grande del Dios que adoramos y una idea
más pequeña del hombre y de los reconocimientos de esta vida.
2. El perfeccionismo
El perfeccionismo es una señal de inseguridad. A medida que experimentamos mayor grado
de inseguridad, experimentamos mayor necesidad de sentirnos seguros, y el perfeccionismo
no es más que una forma extrema de querer controlar nuestro entorno porque el control del
entorno garantiza nuestra seguridad, lo cual nunca lograremos alcanzar realmente.
Conforme maduramos en nuestra relación con Dios, ese perfeccionismo debiera disminuir
al sentirnos seguros en Cristo.
3. Los celos
Los celos son otra indicación de que nuestro mundo emocional necesita madurar. Algunos
experimentan celos por sus amistades cuando hacen otros amigos. La persona celosa quiere
controlar las relaciones de los demás.
Frecuentemente los hijos únicos experimentan esa sensación cuando sus padres tienen un
segundo hijo. Algunos incluso retroceden en su comportamiento y entonces vemos a niños
de ocho y diez años que comienzan de nuevo a mojar las sábanas durante la noche, sin
“poder” controlar el esfínter urinario. Hasta ahí llega nuestra condición caída. Donde hay
celos, invariablemente hay contiendas (1 Co. 3:3; 2 Co. 12:20; Gá. 5:20; Stg. 3:14,16).
Las personas con dificultad para el perdón olvidan que la mayor víctima de todas fue
el Señor Jesús y nosotros fuimos sus victimarios
Las personas emocionalmente maduras perdonan con relativa facilidad. Incluso las no
cristianas, pero emocionalmente maduras, pueden lograr otorgar el perdón con relativa
facilidad dada la imagen de Dios en el hombre. Quizás esas personas no creyentes que
logran perdonar a otros no puedan perdonar con la profundidad con la que un hijo de Dios
puede hacerlo, o con las bendiciones que se le añaden por ser un hijo de Dios.
Las personas con dificultad para el perdón se ven a sí mismas como víctimas y olvidan que
la mayor víctima de todas fue el Señor Jesús y nosotros fuimos us victimarios.
Debemos servir, pero por las razones correctas. “Mucha gente ha cambiado su conducta,
pero sus motivaciones y deseos todavía están errados, de manera que Dios no se siente más
complacido con la nueva conducta que con la anterior”.
No debemos tratar de mantener humilde al otro porque ese no es nuestro rol. Nuestro rol es
animar al otro, edificarlo, estimularlo, ayudarlo; y Dios se encarga del resto. Esto nos
permite apreciar los talentos de los demás.
La dificultad para controlar la lengua revela una falta de llenura del Espíritu Santo
en la persona
A medida que comprendemos mejor las señales mencionadas aquí, entendemos que no hay
nada mejor que vivir emocionalmente libre. En Cristo y por Cristo. No por esfuerzo propio.