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September 3, 2020
En la literatura militar española se encuentra con alguna frecuencia una cita atribuida al
general prusiano Von Verdy du Vernois: “Al diablo la historia y sus principios; después de
todo, ¿aquí de qué se trata?”[2]. Y este es, precisamente, el punto de partida del
Comandante Néron-Bancel: ¿aquí de qué se trata? Y su respuesta es obvia, puesto que
figura, incluso, en el lema de la Escuela Especial Militar de Saint-Cyr (“Ils s’instruisent
pour vaincre”): los oficiales se forman para vencer, es decir, “para imponer por la fuerza a
un enemigo la voluntad política del Jefe del Estado” (Néron-Bancel, 19). Lo que, en su
opinión, se traduciría en dos objetivos básicos de formación:
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La formación del guerrero (del practicante del arte de la guerra)
Para que los futuros oficiales sean capaces de poner en práctica sus conocimientos del
arte de la guerra deben recibir una sólida formación como mandos o, por utilizar una
terminología más moderna (que Néron-Bancel, por cierto, no emplea), en liderazgo[3]. Es
algo que se consigue, principalmente, gracias a lo que podríamos llamar “experiencia
académica”[4], o “pedagogía colectiva del Ejército de Tierra” (Néron-Bancel, 21). Es
decir, utilizando los métodos tradicionales, los se vienen empleando desde hace décadas
en el sistema militar de enseñanza. Con resultados que, según el autor francés, son muy
satisfactorios: “Nuestros oficiales están, pues, bien formados para ser practicantes de la
guerra, para hacer ejecutar sus órdenes, incluyendo las más exigentes, y conseguir la
obediencia de sus subordinados no por el miedo, o por el peso de la jerarquía, sino por la
confianza” (Néron-Bancel, 23). En su opinión, pues, ningún cambio sustancial habría que
introducir en este aspecto[5].
Y ese es, en opinión del Comandante francés, un problema grave. Los futuros oficiales
dedican la mayor parte del tiempo de su formación académica al estudio de materias
civiles, mientras que los fundamentos de su profesión deben aprenderlos como una
especie de actividad extraescolar. No puede extrañarnos, pues, que su propuesta sea
plenamente coherente con este planteamiento: “desarrollemos la formación académica
sobre la base de asignaturas específicamente militares que ya están en el plan de
estudios: táctica, doctrina, historia militar, derecho de los conflictos armados, ética y
deontología militar, geografía, idiomas extranjeros (…). Así, el conjunto de los oficiales
tendría una base común y sólida de conocimientos teóricos militares, en la que se
podrían insertar otros conocimientos en previsión de formaciones futuras” (Néron-Bancel,
20-21).
Carlos Frías nos recordaba hace unos años[10] que durante las guerras napoleónicas se
había generalizado en los ejércitos el llamado “principio divisionario”, en virtud del cual
las Grandes Unidades superiores se constituían agrupando Grandes Unidades
fundamentales (las Divisiones), de plantilla y dotación (relativamente) normalizadas. Con
variaciones (por ejemplo, con la mayor potencia de los medios modernos, muchos países
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han pasado a considerar la Brigada como la Gran Unidad fundamental), el “principio
divisionario” ha sobrevivido hasta nuestros días. Aunque se encuentra en profunda crisis.
Como nos recuerda el Comandante Néron-Bancel en su artículo (p. 20), la “Agrupación
Táctica Interarmas” ha sido en Francia durante los últimos treinta años la unidad básica
de empleo en operaciones exteriores (las operaciones reales de combate en las que el
Ejército francés se ha visto empeñado). Y, a diferencia de las Pequeñas Unidades y de
las Grandes Unidades fundamentales (Brigadas o Divisiones), la “Agrupación Táctica
Interarmas” no es de composición fija. Como las antiguas “columnas” de nuestras
guerras en Marruecos, está integrada por unas unidades u otras en función de la misión
y de las disponibilidades de fuerzas.
A principios de este año 2020, la revista Parameters publicaba, bajo el epígrafe “El
Teniente Estratégico”, una serie de artículos sobre las necesidades de formación de los
futuros oficiales, en un entorno en el que desde empleos subalternos pueden verse en
situación de cumplir misiones que, por su alto impacto, no sería demasiado exagerado
calificar de “estratégicas”. La respuesta parece clara: sin descuidar la enseñanza de los
procedimientos, tan importantes en los escalones inferiores, conviene reforzar la de los
fundamentos. Y empezar con ella lo antes posible.
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esfuerzo en las materias militares se ha centrado en el estudio de los “procedimientos”,
dejando los “fundamentos” como un elemento optativo de la cultura militar de los futuros
oficiales.
Y puede que tenga razón en su enfoque. La evolución del arte de la guerra, con el
progresivo desvanecimiento del “principio divisionario” y con la posibilidad también de
que se consigan efectos estratégicos con unidades de entidad cada vez menor, hace que
cada vez con mayor frecuencia los oficiales, incluso en los empleos iniciales, no solo
tengan que aplicar “procedimientos”, sino también hacer un uso directo y creativo de los
“fundamentos” del arte militar.
[5] En un trabajo anterior, he defendido una idea similar, aunque no idéntica a la del
Comandante Néron-Bancel (Palacios, 2020). Estoy de acuerdo en que la formación
integral de la persona, mediante la “experiencia académica”, debe tener un lugar central
en la educación de los futuros oficiales (y, aunque no es el objeto de este texto, también
de los suboficiales). Creo, sin embargo, que esa “experiencia académica” debe
evolucionar para adaptarse a los tiempos, sin perder esos elementos esenciales que la
hacen tan eficaz.
[7] Wikipedia contributors. (2020, August 2). Infantry Attacks. In Wikipedia, The Free
Encyclopedia. Retrieved 15:42, August 30, 2020, from
https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Infantry_Attacks&oldid=970745731.
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[8] Véase https://books.google.es/books/about/Tactique_th%C3%A9orique.html?
id=5NadBAAACAAJ&redir_esc=y.
[9] Wikipedia contributors. (2019, April 4). The Utility of Force. In Wikipedia, The Free
Encyclopedia. Retrieved 15:40, August 30, 2020, from
https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=The_Utility_of_Force&oldid=890877307.
[14] Es decir, óptima. La mejor respuesta posible con los medios de que se disponga.
Es obvio que en ocasiones los medios pueden ser insuficientes para el cumplimiento de
la misión asignada.
[15] Esta técnica de estudiar los tipos más usuales era la que en los tiempos de la
oposición a ingreso en las academias militares (hasta 1973) utilizaban muchos de los
aspirantes.
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