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Enseñanza para la victoria: procedimientos y

fundamentos
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September 3, 2020

A principios de 2019, Jacques Néron-Bancel, un Jefe de Batallón (es decir, Comandante)


francés, alumno de la Escuela de Guerra, publicaba un artículo en la Revue Défense
Nationale en el que, desde la experiencia adquirida en quince años de ejercicio
profesional, reflexionaba sobre la formación que él y sus compañeros habían recibido
desde su ingreso en la Escuela Militar[1].

En la literatura militar española se encuentra con alguna frecuencia una cita atribuida al
general prusiano Von Verdy du Vernois: “Al diablo la historia y sus principios; después de
todo, ¿aquí de qué se trata?”[2]. Y este es, precisamente, el punto de partida del
Comandante Néron-Bancel: ¿aquí de qué se trata? Y su respuesta es obvia, puesto que
figura, incluso, en el lema de la Escuela Especial Militar de Saint-Cyr (“Ils s’instruisent
pour vaincre”): los oficiales se forman para vencer, es decir, “para imponer por la fuerza a
un enemigo la voluntad política del Jefe del Estado” (Néron-Bancel, 19). Lo que, en su
opinión, se traduciría en dos objetivos básicos de formación:

Los futuros oficiales deben conocer bien el arte de la guerra.


Deben también ser capaces de ponerlo en práctica.

A lo largo de las próximas páginas utilizaré el artículo del Comandante Néron-Balcel


como punto de partida para una reflexión más general sobre una formación moderna de
los oficiales de las Fuerzas Armadas.

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La formación del guerrero (del practicante del arte de la guerra)

Para que los futuros oficiales sean capaces de poner en práctica sus conocimientos del
arte de la guerra deben recibir una sólida formación como mandos o, por utilizar una
terminología más moderna (que Néron-Bancel, por cierto, no emplea), en liderazgo[3]. Es
algo que se consigue, principalmente, gracias a lo que podríamos llamar “experiencia
académica”[4], o “pedagogía colectiva del Ejército de Tierra” (Néron-Bancel, 21). Es
decir, utilizando los métodos tradicionales, los se vienen empleando desde hace décadas
en el sistema militar de enseñanza. Con resultados que, según el autor francés, son muy
satisfactorios: “Nuestros oficiales están, pues, bien formados para ser practicantes de la
guerra, para hacer ejecutar sus órdenes, incluyendo las más exigentes, y conseguir la
obediencia de sus subordinados no por el miedo, o por el peso de la jerarquía, sino por la
confianza” (Néron-Bancel, 23). En su opinión, pues, ningún cambio sustancial habría que
introducir en este aspecto[5].

La formación teórica: el conocimiento del arte de la guerra

Si la formación práctica le parece al Comandante Néron-Bancel excelente, la teórica no


está, en su opinión, al mismo nivel. En los planes de estudios modernos el pensamiento
militar (o la teoría de la guerra) ha sido arrinconado. Apenas se estudia de verdad y la
atención que se le dedica no va mucho más allá de recomendar a los alumnos, antes y
después de su graduación, que lean determinados textos, entre los que durante los
últimos años han figurado: L’Heure H, de Tézenas du Montcel[6]; La infantería ataca, de
Rommel[7]; Tactique théorique, del general Yakovleff[8], y The utility of force, del general
Rupert Smith (Néron-Bancel, 20)[9]. A pesar de estas recomendaciones, Néron-Bancel
se pregunta si son muchos los oficiales que han leído a Sun Tzu y a Clausewitz antes de
ingresar en la Escuela de Estado Mayor.

Y ese es, en opinión del Comandante francés, un problema grave. Los futuros oficiales
dedican la mayor parte del tiempo de su formación académica al estudio de materias
civiles, mientras que los fundamentos de su profesión deben aprenderlos como una
especie de actividad extraescolar. No puede extrañarnos, pues, que su propuesta sea
plenamente coherente con este planteamiento: “desarrollemos la formación académica
sobre la base de asignaturas específicamente militares que ya están en el plan de
estudios: táctica, doctrina, historia militar, derecho de los conflictos armados, ética y
deontología militar, geografía, idiomas extranjeros (…). Así, el conjunto de los oficiales
tendría una base común y sólida de conocimientos teóricos militares, en la que se
podrían insertar otros conocimientos en previsión de formaciones futuras” (Néron-Bancel,
20-21).

La importancia de trabajar sobre los fundamentos

Carlos Frías nos recordaba hace unos años[10] que durante las guerras napoleónicas se
había generalizado en los ejércitos el llamado “principio divisionario”, en virtud del cual
las Grandes Unidades superiores se constituían agrupando Grandes Unidades
fundamentales (las Divisiones), de plantilla y dotación (relativamente) normalizadas. Con
variaciones (por ejemplo, con la mayor potencia de los medios modernos, muchos países

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han pasado a considerar la Brigada como la Gran Unidad fundamental), el “principio
divisionario” ha sobrevivido hasta nuestros días. Aunque se encuentra en profunda crisis.
Como nos recuerda el Comandante Néron-Bancel en su artículo (p. 20), la “Agrupación
Táctica Interarmas” ha sido en Francia durante los últimos treinta años la unidad básica
de empleo en operaciones exteriores (las operaciones reales de combate en las que el
Ejército francés se ha visto empeñado). Y, a diferencia de las Pequeñas Unidades y de
las Grandes Unidades fundamentales (Brigadas o Divisiones), la “Agrupación Táctica
Interarmas” no es de composición fija. Como las antiguas “columnas” de nuestras
guerras en Marruecos, está integrada por unas unidades u otras en función de la misión
y de las disponibilidades de fuerzas.

Durante los últimos doscientos años, la enseñanza de la táctica ha estado basada en el


estudio del empleo táctico de cada una de las Pequeñas Unidades, así como de las
Grandes Unidades fundamentales. Algo que era posible, ya que tenían una composición
fija y, por tanto, unos medios perfectamente conocidos[11]. Lo que se aprendía para una
determinada unidad, servía para cualquier otra del mismo tipo. Aunque, en el fondo, se
aplicaban unos “fundamentos”[12], esta aplicación era casi opaca a los ojos de
profesores y alumnos, por cuanto se encontraban incorporados a los procedimientos de
empleo de las unidades que se estudiaban. Los “fundamentos”, en estado puro, solo se
necesitaban en los niveles estratégico y operacional[13].

Se quejaba el Comandante Néron-Bancel de que los oficiales franceses estudiaban la


táctica de la Compañía y de la Brigada, pero no la de la Agrupación Táctica Interarmas.
Y no la estudiaban porque es muy difícil hacerlo. Siendo cada Agrupación de una
composición distinta, habría que estudiar la táctica de cada Agrupación en particular, lo
que no resulta práctico. O bien, habría que trabajar más con los fundamentos, que,
correctamente asimilados, permiten ofrecer una respuesta adecuada[14] a toda situación
táctica, cualesquiera que sean los medios de que se disponga. Es como un estudiante
con una sólida base en cálculo infinitesimal, que puede resolver los problemas que se le
planteen aunque no haya estudiado todos los tipos de problemas más usuales[15].

Alguna conclusión tentativa

A principios de este año 2020, la revista Parameters publicaba, bajo el epígrafe “El
Teniente Estratégico”, una serie de artículos sobre las necesidades de formación de los
futuros oficiales, en un entorno en el que desde empleos subalternos pueden verse en
situación de cumplir misiones que, por su alto impacto, no sería demasiado exagerado
calificar de “estratégicas”. La respuesta parece clara: sin descuidar la enseñanza de los
procedimientos, tan importantes en los escalones inferiores, conviene reforzar la de los
fundamentos. Y empezar con ella lo antes posible.

El Comandante Néron-Bancel es un tradicionalista. Añora los viejos tiempos. Entiende


que la formación militar tradicional resultaba satisfactoria y que, con las actualizaciones
oportunas, sería plenamente válida para hacer frente a los retos contemporáneos.
Lamenta, en particular, la abundancia de contenidos civiles en la enseñanza superior
militar, contenidos que han desplazado contenidos militares tradicionales. Que, en su
opinión, siguen siendo necesarios. Sin embargo, por el poco tiempo disponible, el

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esfuerzo en las materias militares se ha centrado en el estudio de los “procedimientos”,
dejando los “fundamentos” como un elemento optativo de la cultura militar de los futuros
oficiales.

Y puede que tenga razón en su enfoque. La evolución del arte de la guerra, con el
progresivo desvanecimiento del “principio divisionario” y con la posibilidad también de
que se consigan efectos estratégicos con unidades de entidad cada vez menor, hace que
cada vez con mayor frecuencia los oficiales, incluso en los empleos iniciales, no solo
tengan que aplicar “procedimientos”, sino también hacer un uso directo y creativo de los
“fundamentos” del arte militar.

Así que habría que prepararles para ello.

[1] NÉRON-BANCEL, J. (2019). École de Guerre : sommes-nous réellement formés


pour vaincre ? Revue Défense Nationale n° 817, pp. 19-24.

[2] Véase, por ejemplo, GONZÁLEZ DE MENDOZA, Á. (1965). La guerra y la historia.


Revista de Historia Militar n.º 18, p.13. No he conseguido encontrar esta cita en
publicaciones alemanas.

[3] Puede encontrarse un análisis detallado del programa actual de liderazgo en la


AGM-CUD en el siguiente artículo: UTRERO GONZÁLEZ, N.; CALLADO MUÑOZ, F.J.;
AIGER VALLES, M. (2019). Liderazgo en el nuevo sistema de educación del Ejército de
Tierra de España. Revista de Educación, 385, pp. 119-144.
https://sede.educacion.gob.es/publiventa/liderazgo-en-el-nuevo-sistema-de-educacion-
del-ejercito-de-tierra-de-espana—leadership-in-the-new-spanish-army-education-
system/investigacion-educativa/22972 (acceso: 30.10.2019).

[4] Véase PALACIOS, JM (2020). Enseñanza superior militar: la “experiencia


académica”. Global Strategy, 6 Mayo 2020. https://global-strategy.org/ensenanza-
superior-militar-la-experiencia-academica/ (acceso: 6 Mayo 2020).

[5] En un trabajo anterior, he defendido una idea similar, aunque no idéntica a la del
Comandante Néron-Bancel (Palacios, 2020). Estoy de acuerdo en que la formación
integral de la persona, mediante la “experiencia académica”, debe tener un lugar central
en la educación de los futuros oficiales (y, aunque no es el objeto de este texto, también
de los suboficiales). Creo, sin embargo, que esa “experiencia académica” debe
evolucionar para adaptarse a los tiempos, sin perder esos elementos esenciales que la
hacen tan eficaz.

[6] Véase https://books.google.es/books/about/L_heure_H.html?


id=A0w5AQAAIAAJ&redir_esc=y.

[7] Wikipedia contributors. (2020, August 2). Infantry Attacks. In Wikipedia, The Free
Encyclopedia. Retrieved 15:42, August 30, 2020, from
https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Infantry_Attacks&oldid=970745731.

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[8] Véase https://books.google.es/books/about/Tactique_th%C3%A9orique.html?
id=5NadBAAACAAJ&redir_esc=y.

[9] Wikipedia contributors. (2019, April 4). The Utility of Force. In Wikipedia, The Free
Encyclopedia. Retrieved 15:40, August 30, 2020, from
https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=The_Utility_of_Force&oldid=890877307.

[10] FRÍAS SÁNCHEZ, CJ (2018). Evolución de la doctrina militar: Organización de los


ejércitos en 1914. Global Strategy, 2 Mayo 2018. https://global-strategy.org/evolucion-de-
la-doctrina-militar-organizacion-de-los-ejercitos-en-1914/ (acceso: 29 Agosto 2020).

[11] Aunque Subgrupos Tácticos y Grupos Tácticos eran de composición variable, en la


práctica se constituían de acuerdo con un número bastante reducido de modelos.

[12] Siguiendo la terminología de Karlos Arguiñano.

[13] Véase GÓMEZ BLANES, JL (2020). ¿Enseñar o evaluar? Aprendizaje y objetividad


de la evaluación, 9 Marzo 2020. https://global-strategy.org/ensenar-o-evaluar-
aprendizaje-y-objetividad-de-la-evaluacion/ (acceso: 31 Agosto 2020). José Luis Gómez
Blanes nos habla en este artículo de “instrucción” y “educación”. La primera “resuelve
problemas ya resueltos, de forma más o menos explícita, en el pasado” y equivaldría a lo
que en este texto llamo “estudio de los procedimientos”. La “educación”, en cambio,
permite “realizar el proceso para establecer el conocimiento formal que será objeto de la
instrucción”. Es decir, capacita para crear los contenidos que pueden ser objetivo de la
instrucción, los “procedimientos”. Y requiere una correcta asimilación de los
“fundamentos”.

[14] Es decir, óptima. La mejor respuesta posible con los medios de que se disponga.
Es obvio que en ocasiones los medios pueden ser insuficientes para el cumplimiento de
la misión asignada.

[15] Esta técnica de estudiar los tipos más usuales era la que en los tiempos de la
oposición a ingreso en las academias militares (hasta 1973) utilizaban muchos de los
aspirantes.

5/5

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