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meteoritos
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January 2, 2022
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Felipe II al conocer el final de La Gran Armada: «No mandé a mis naves a luchar contra
los elementos». Pero «los elementos» están siempre ahí, adoptando mil formas
diferentes.
En mayo de 2020, un artículo publicado en Global Strategy bajo el título «El Covid-19, los
cisnes negros y la línea Maginot. Debilidades del proceso de lecciones aprendidas»
comparaba el empeño actual por aplicar el modelo de Lecciones Aprendidas a la gestión
de conflictos, con la actuación francesa tras la Primera Guerra Mundial. El modo en que
el Estado Mayor francés aplicó las experiencias acumuladas durante la Gran Guerra le
llevó a prepararse concienzudamente para repetir la misma guerra, contra el mismo
enemigo, en el mismo escenario y con las mismas tácticas y medios. El resultado fue la
Línea Maginot, con la que Francia hubo de enfrentarse a un enemigo diferente, con
medios y tácticas también diferentes. Tras el fin de la Guerra Fría, cuando EEUU
comenzó a enfrentarse a los conflictos que han protagonizado las últimas décadas, se
encontró en una situación parecida, teniendo que afrontarlos con unas fuerzas armadas
preparadas para combatir guerras convencionales. En palabras de Brent Scrowcroft,
Asesor de Seguridad Nacional entre 2001 y 2005, «tenemos un ejército perfectamente
preparado para una guerra que nunca va a luchar». Una sucesión de Cisnes Negros
obligarían a ese ejército, y a otros muchos, e enfrentarse a enemigos muy diferentes a
los previstos y en condiciones en nada parecidas a las tenidas en cuenta en su
preparación.
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impredecible. No se trata de que el planeamiento fuera imperfecto, por no tomar en
consideración determinados riesgos; se trata de que no todos los riesgos son
predecibles. Y esa es la conclusión a extraer de la teoría de Taleb, la necesidad de tener
siempre en cuenta que «ningún plan sobrevive al primer disparo del enemigo» (la
sabiduría popular ya se había adelantado al pensador). «Nunca llegaremos a conocer lo
desconocido ya que, por definición, es desconocido. Sin embargo, siempre podemos
imaginar cómo podría afectarme, y sobre este hecho debería basar mis decisiones».
Poner el foco en las consecuencias, que podemos conocer, en vez de en las
probabilidades, que no podemos conocer, es la manera de enfrentarse a la
incertidumbre, de acuerdo con Taleb.
Los críticos de los Cisnes Negros ven en esta teoría una suerte de negación de la
necesidad de hacer prospectiva y planear el modo de hacer frente a riesgos futuros,
supuestamente amparada en la inutilidad de cualquier intento de anticipación. En este
contexto, surge la figura del «Rinoceronte Gris». Si el Cisne Negro es una realidad que
creemos inexistente, hasta que no se manifiesta ante nosotros, el Rinoceronte Gris es
algo claro, evidente, incluso voluminoso, que nos negamos a ver porque supone una
amenaza a nuestras propias convicciones. Los Rinocerontes Grises, presentados por
Michele Wucker como alternativa a los Cisnes Negros, debutaron en la cumbre de Davos
de 2013. Venían a sostener que el problema real no es la falta de señales que puedan
advertir de una crisis, sino la falta de respuesta ante ellas. Los Rinocerontes Grises son
riesgos de alta probabilidad y gran impacto que, pese a ser reconocidos y evaluados,
resultan ignorados hasta que es demasiado tarde, y explotan. Cuando el rinoceronte
inicia súbitamente su carga contra nosotros, normalmente es ya tarde para huir de él.
Wucker, coincidiendo en esto con Taleb, pone el acento en el sesgo del analista. Si éste
pone el acento en el «sesgo de confirmación» que nos lleva a dar mayor relevancia a los
datos que confirman nuestras hipótesis, aquélla aconseja sustraernos al «sesgo
optimista» en la visión de estos riesgos, abriendo la mente a escenarios futuros y fuentes
de información diversas, incentivando la solución temprana de los problemas.
Recientemente, NETFLIX se ha incorporado al debate académico con su película «No
mires arriba», que aborda en clave de parodia esa tendencia a rechazar las evidencias
que ponen en riesgo nuestras seguridades. El título hace referencia a la tendencia
negacionista que conduce a no prestar atención a aquello que supone una amenaza
grave y difícil de gestionar, ignorándolo para así hacerlo desaparecer; la vieja táctica del
avestruz: si en el cielo puede verse un meteorito que se dirige hacia la tierra y va a
destruirla… no mires arriba. Incluso el diario EL MUNDO se ha incorporado al debate. Un
reciente artículo, titulado «Meteoritos, volcanes y pandemias: cuando los científicos
alertan de la catástrofe… y nadie escucha» aborda este asunto, apostando claramente,
al igual que la película de NETFLIX, por la teoría de los Rinocerontes Grises.
Representan a una corriente que defiende que no hay Cienes Negros, sino ceguera
voluntaria frente a a aquello que nos incomoda.
En mi opinión, abordar esta cuestión planteándola como una confrontación entre dos
teorías antagónicas y mutuamente excluyentes constituye un error. Ambas teorías
pueden coexistir perfectamente. No se trata de combinarlas para presentar una tercera
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teoría integradora, la de los Cisnes Grises o los Rinocerontes Negros, sino de emplearlas
de forma conjunta en el análisis de la realidad. Cisnes Negros y Rinocerontes Grises
conviven en nuestro mundo, sin que la realidad de unos excluya la de los otros. Los
Cisnes Negros nos obligan a tener en cuenta lo impredecible, pero no deben conducirnos
a olvidarnos de lo evidente, ni a indagar sobre lo probable. Cuestión diferente es la de
diferenciarlos en cada caso concreto. Por ejemplo, para muchos analistas, incluido Taleb,
el COVID no ha sido un Cisne Negro, sino un Rinoceronte Gris ya que numerosos
analistas, científicos e incluso documentos oficiales alertaban del riesgo que suponen las
pandemia en un mundo globalizado como el actual. Según esta hipótesis, habría sido la
falta de voluntad política para hacer frente a este riesgo lo qua habría impedido
reaccionar adecuadamente ante su materialización. La cuestión es discutible. Que
seamos conscientes de la existencia de un riesgo latente, como el de un seísmo en
Granada o una erupción en La Palma, no quiere decir que dispongamos de datos
operativos para anticipar medidas paliativas concretas. En cualquier caso, sea o no el
COVID un Cisne Negro, este tipo de fenómenos existe.
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decisiones. La falta de un adecuada integración supondrá un freno a la hora de
responder a cualquier emergencia imprevista. Experiencias recientes avalan
sobradamente este hecho.
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