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Titulares de derecho de autor

Artículo 3 de la Ley 64 del 10 de octubre de 2012 Sobre Derecho de Autor y Derechos


Conexos
El autor es el titular originario de los derechos morales y patrimoniales sobre la obra
reconocidos por la presente Ley.
Se presume autor, salvo prueba en contrario, a quien aparezca como tal en la obra
mediante su nombre, firma o signo que lo identifique.
Se equipara a la indicación del nombre, el empleo de un seudónimo o de cualquier otro
signo que no deje lugar a dudas sobre la identidad de la persona que se presenta como
autor de la obra.
Salvo prueba en contrario, se presume que el derecho de autor o derecho conexo
subsiste en relación con la obra, interpretación o ejecución o fonograma.
¿Que es el titular de derecho de autor?
El titular de los derechos de una obra es, como regla general, la persona que crea el
trabajo, es decir, el autor. Se considera como autor “a la persona natural que crea
alguna obra literaria, artística o científica”. Aunque en principio sólo las personas
naturales o físicas pueden ser consideradas autores, la ley prevé ciertos casos en los
que también pueden beneficiarse de estos derechos las personas jurídicas.
¿Es lo mismo ser autor que titular de derechos de autor?
Autor de una obra literaria, artística o científica es la persona natural que la crea y tiene
reconocidos los derechos de carácter personal y patrimonial que le atribuyen la plena
disposición y el derecho exclusivo a la explotación de su obra, sin más limitaciones que
las establecidas en la Ley
Pero no es lo mismo ser autor que titular de derechos de autor. El titular de derechos
de autor podrá ser el autor u otra persona distinta. Si es el autor hablaremos de titular
originario, pues su titularidad ha nacido con la misma condición de autor, como creador
de la obra. Si la titularidad corresponde a persona distinta del autor, será titular
derivado, dado que su condición de titular de derechos de autor proviene de un
contrato de cesión o de licencia con el autor.
Las personas físicas serán los autores, titulares originarios de derechos, mientras que
las personas jurídicas podrán ser titulares derivados, tener derechos y beneficiarse de
protección legal
Entre la autoría y la titularidad
La autoría no siempre coincide con la titularidad de la obra. La obra puede ser creada
por un sujeto pero la titularidad del resultado recaerá sobre el autor o bien sobre una
persona natural o jurídica distinta, situación que es clara y automática en las obras
creadas por asalariados o en los programas de ordenador.
“El requisito por el cual la obra del espíritu debe ser producto de la labor intelectual de
una persona natural para gozar de la protección jurídica autoral, es una cuestión
distinta a la de la atribución de la titularidad sobre la misma. La primera es una
condición natural intrínseca al propio fundamento de la protección jurídica autoral, esto
es, la condición de autor constituye predicado real y no una atribución de derechos. La
segunda, la atribución de derechos propiamente, consiste en una cuestión puramente
jurídica cuyos contornos pueden ser modelados por el poder legislativo.” En primer
término, autor es siempre el que crea la obra y la obra es el resultado de su creación.
Por su parte, la titularidad puede o no corresponder al autor de la obra.
Autores y otros beneficiarios. -
1. Se considera autor a la persona natural que crea alguna obra literaria artística o
científica.
2. No obstante de la protección que esta Ley concede al autor se podrán beneficiar
personas jurídicas en los casos expresamente previstos en ella.”
La autoría será siempre sobre personas físicas. En el caso de que el derecho originario
recaiga en una persona jurídica, será por una ficción jurídica (fictio iuris) que en
realidad otorga una titularidad originaria pero no una autoría.
La titularidad: se refiere no a la autoría sino a la propiedad de la obra. La titularidad
suele recaer, cuando no en el autor (el caso más claro es el del autor de una obra
individual), en la persona que ha encargado la obra o en la persona que haya adquirido
el derecho patrimonial de la obra. Sin embargo, nunca la autoría puede recaer en quien
no realice una labor creativa. Efectivamente, no es autor el que realice una mera labor
técnica no creativa y cuyo aporte puede ser sustituido por otra persona que hará una
contribución idéntica, evidenciando que el aporte no es personalísimo y por ende no es
original y no conlleva una impronta de la personalidad. En el mismo sentido, tampoco
puede poseer autoría una persona jurídica, incapaz de concebir un acto espiritual de
creación. Sin embargo, si posee una titularidad originaria, podría incluso ser acreedor
de los derechos morales sobre la obra (como analizaremos en la obra asalariada) con
la salvedad del derecho al nombre y paternidad.
Definir la titularidad (o sea, definir quién será el propietario del derecho), es una
cuestión en la que imperan los intereses económicos y el interés de ostentar la
titularidad para poseer a su vez un prestigio determinado. Para determinar a quién
corresponde la autoría es necesario valorar estos aspectos:
a- Cuando por ley expresa el legislador crea una ficción en la que el autor es quien
detenta los derechos de explotación aún cuando se trata éste último de una persona
física. Tal es el caso de la titularidad sobre los programas de ordenador o de obras
generadas por asalariados.
b- Cuando solo las personas físicas pueden ser considerados autores de la obra, tal
como lo definen Convenciones Internacionales como las de Berna y Ginebra.
La titularidad originaria y la titularidad derivada
Expuesta la diferencia entre titularidad y autoría, es necesario explicar la diferencia de
lo que en doctrina se denomina titularidad originaria y titularidad derivada.
A. Titulares originarios
Los titulares originarios de una obra son personas físicas a quienes se les atribuye una
serie de prerrogativas autorales. Solo se consideran titulares originarios a las personas
jurídicas en virtud de una ficción jurídica.
No obstante, de la protección que esta Ley concede al autor se podrán beneficiar personas
jurídicas en los casos expresamente previstos en ella.”

El dueño o titular del derecho de autor, en este caso, no necesariamente es el autor


creador de la obra, situación que en legislaciones como la anglosajona, queda así
expresado de forma automática, donde el dueño del derecho es el productor en virtud
de un interés economista del legislador que fundamenta la doctrina del Copyright:
“El “copyright owner” no se corresponde con el autor (“author”). El productor que puede
ser el titular de los derechos de explotación “ab initio” según la ley americana, no tiene
sin embargo la cualidad de autor. Por consiguiente, se puede ser un titular originario de
los derechos patrimoniales sin ser autor de la obra en el sentido de creador de la
misma, siempre que, consecuentemente, aseguremos la cadena de título de los
derechos patrimoniales en la misma parte.”
La titularidad originaria procede de la creación misma de la obra, y no de su ulterior
adquisición. Por tanto la adquisición de la titularidad originaria se da en dos sentidos:
a.) Por ser el creador de una obra intelectual (por autoría).
b.) Adquisición ex lege: Cuando la titularidad no se adquiere directamente por ostentar
una autoría sino que media una expresión legal para ello derivada de un título de
adquisición autónomo (obra colectiva, editores sobre obras de dominio público), cesión
presumida (autor asalariado, obras audiovisuales) o por adquisición de derechos
conexos.
B. Titulares derivados
La titularidad derivada es la que permite a una persona física o jurídica obtener la
propiedad patrimonial y la defensa del derecho moral del autor originario, sobre una
obra determinada. Esa titularidad por acto traslativo de dominio, se obtiene en virtud de
una cesión inter vivos (por acuerdo de partes o por cessio legis), por presunción legal o
por transmisión mortis causa.
“A la luz de las razones expuestas, por tanto, se podría afirmar que, en los casos de las
obras colectivas, pueden ser las personas naturales y jurídicas que las proponen,
coordinan y editan y divulgan bajo su nombre, los titulares originarios el derecho de
autor sobre las mismas. Ahora bien, la previsión expresa por parte del legislador de la
posibilidad de un pacto en contrario acerca de la titularidad de los derechos de autor
sobre la obra colectiva, puede inclinar la balanza en ese sentido contrario, es decir,
hacia la afirmación de que la posible adquisición de derechos de autor por la persona
jurídica del editor-divulgador tiene lugar a título derivativo.”
Las prerrogativas de una titularidad originaria las puede poseer un tercero en calidad
de titularidad derivada, que no tuviese injerencia en la creación de la obra, pero que
ejerce la representación ope legis del autor, por tratarse de una obra anónima o
seudónima, con el fin de que pueda ejercer los derechos de defensa de la obra en
nombre del autor pero no a título propio.
En conclusión, podemos afirmar que existirá titularidad originaria cuando sea el autor el
titular de la explotación del derecho patrimonial (por autoría) y la defensa del derecho
moral, o bien cuando por ficción legal la legislación otorgue tal prerrogativa
directamente a quien produce la obra (adquisición ex lege). Por su parte, la titularidad
derivada es la que se ostenta sobre obras cuya titularidad se tiene en virtud de una
cesión o enajenación, por mandato o por cualquier otro tipo de transmisión mortis
causa o inter vivos.
La distinción entre obras originales y derivadas
No debe confundirse el concepto de titularidad originaria y derivada, del concepto de
obras derivadas y obras originarias.
Las obras originales (originarias) son las que realiza un autor con base en una
invención autónoma mientras que las obras derivadas son las adaptaciones, las
traducciones, y cualquier obra que se base en otras preexistentes como las
compilaciones o antologías, las bases de datos, arreglos y orquestaciones, parodias,
traducciones y adaptaciones, revisiones, actualizaciones y anotaciones, compendios,
resúmenes y extractos, arreglos musicales y cualquier otra transformación de una obra
literaria, artística o científica original y preexistente.
Las obras derivadas deben ser creadas con base en una autorización previa del autor
de la obra preexistente y la titularidad de las mismas le corresponde al autor de la obra
derivada, en calidad de titularidad originaria. Esto es así, pues sin perjuicio de los
derechos sobre obras preexistentes y en el entendido de que el autor de la obra
originaria debe otorgar expresamente la autorización de la transformación de su obra,
los autores de obras derivadas poseen derechos morales y patrimoniales sobre su
creación; siempre que no perjudiquen en alguna medida a la obra preexistente. Si la
modificación sobre la obra preexistente revela un aporte de originalidad suficiente para
independizarse como creación intelectual de la obra que la origina, el responsable de
dicha transformación poseerá los derechos de explotación sobre la nueva obra en
calidad de autor.
Las obras derivas son transformaciones de la obra original, y por tanto si la obra
preexistente aún no está en el dominio público, el autor originario debe autorizar la
transformación

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