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Freire fue muy claro en plantear que la situación de deshumanización que vive el hombre actual
no es la verdadera vocación ontológica a la que está llamado. Su vocación es la de la humanización
y ésta debe ser conquistada a través de una praxis que lo libere de su condición actual. "Ahí radica
la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a los opresores.
(...). Sólo el poder que renace de la debilidad de los oprimidos será lo suficientemente fuerte para
liberar a ambo
La Pedagogía del Oprimido es aquella que debe ser elaborada por el oprimido, ya que la práctica
de la libertad sólo puede encontrar adecuada expresión en una pedagogía en la que el oprimido
tenga la condición de descubrirse y conquistarse, en forma reflexiva, como sujeto de su propio
destino histórico. Esto es que no solamente las clases oprimidas son las que tienen la razón, de
hecho, esta pedagogía deberá ser construida por la fuerte relación del oprimido con el educador,
en la cual ambos aportarán en relación a la práctica político-educativa que quiere transformar.
Dentro de su Pedagogía del Oprimido, Freire nos muestra una pedagogía humanista -subrayando
que el término “humanista” se refiere no al hombre en general, sino al hombre que es explotado
por el hombre y que tiene el derecho y el deber de conocer su opresión para salir de ella- por
medio de la cual el oprimido va descubriendo el mundo en el que vive y la función que cumple
dentro de éste para después, ya consciente de su situación, logre crear propuestas de cambio en
las cuales él sea el único y verdadero escultor de su vida.