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FUENTE DE LA IMAGEN,OTHER
Pie de foto,
El monstruo es visto según las "actitudes psicológicas y sociales de
la época del lector".
No es sólo la responsabilidad de crear la vida lo que Shelley quiere
realzar, señala Wright, y esto es evidente en las cartas de Robert
Walton, que enmarcan la historia de Frankenstein: la narrativa más
amplia, que es a menudo pasada por alto.
Walton es un marinero que rescata a Frankenstein en lo profundo
del Ártico, donde el científico está persiguiendo al monstruo.
Alentado por Frankenstein, el capitán ignora las súplicas de su
tripulación que quiere regresar a tierra, algo que Shelley parece
condenar.
"Walton no se responsabiliza por la seguridad de sus hombres y es
blanco de críticas dentro de la novela. Finalmente cambia de
parecer pero, lamentablemente, es sólo porque las condiciones
atmosféricas están en su contra, no por que esté preocupado por la
tripulación.
"Parece un muy oscuro doble de Víctor Frankenstein de muchas
maneras, pues está igual de sediento por historias de romance y
aventura".
3. No jugar a ser Dios
"Tal y como sugiere el subtítulo de la novela, El moderno Prometeo,
Víctor Frankenstein es un ejemplo del romántico ambicioso, que
transgrede los límites entre lo humano y lo divino", dice Marie
Mulvey-Roberts, autor de los organismos peligrosos: La corporeidad
y el gótico.
Según la mitología griega, Prometeo le robó el fuego a los dioses y
se lo dio al hombre, y sufrió el castigo eterno.
La sensación de que Frankenstein estaba en pos de conocimiento
prohibido está además resaltada por las referencias al poema
narrativo Paraíso Perdido de John Milton, una obra que la criatura
lee y recita. Su rechazo por su creador puede ser vista como una
segunda Caída del Hombre.
4. Una advertencia sobre los esclavos liberados
Shelley estaba escribiendo la novela apenas 10 años después de la
abolición de la trata de esclavos en el Imperio Británico, y lo hizo en
la ciudad de Bath, no muy lejos del puerto de Bristol, donde muchos
de los buques de esclavos partieron del país. En la novela hay
referencias a ello, dice Mulvey-Roberts.
"Frankenstein dice que es esclavo de su trabajo, y la criatura
escapa como un esclavo, perseguido por su amo. Pero luego hay
un cambio de poder, y se da una dialéctica hegemónica amo-
esclavo, donde el esclavo es amo y es el amo un esclavo de su
trabajo y su obsesión.
"Mary Shelley definitivamente no era partidaria de la esclavitud,
pero no protestó cuando el canciller George Canning utilizó la
analogía de Frankenstein como una advertencia sobre el peligro de
emancipar a los esclavos con demasiada rapidez.
"En la novela, cuando la criatura asume el poder, provoca el caos
que conduce a la pérdida de la vida".
5. La culpa maternal de Shelley
Muchos críticos piensan que la novela está marcada por los trágicos
acontecimientos en la propia vida de Shelley. Su madre murió
pocos días después de su nacimiento y Shelley se perdió su primer
hijo, nacido prematuramente.
La primera interpretación feminista de Frankenstein la hizo Ellen
Moers, quien leyó la novela de Shelley como una sublimación, dice
Diane Hoeveler, de la Universidad de Marquette, en Wisconsin,
EE.UU.
"La autora desahoga su propia culpa, tanto por haber causado la
muerte de su madre como por no haber podido dar a luz un hijo
sano para Percy, lo que su esposa legal, Harriet, había hecho tres
meses antes".
Para Moers, "la fuerza de la novela radica en presentar
'manifestaciones anormales o monstruosas en el vínculo entre
padres e hijos' y, al hacerlo, transformar ideales románticos 'en una
fantasmagoría'", dice Hoeveler.
6. Depresión postnatal
El movimiento feminista ha luchado por la elevación de Mary
Shelley a rango canónico, dice el profesor John Sutherland, experto
en ficción victoriana. Y hay momentos en que la creación del
monstruo parece presentarse como un nacimiento y Víctor
Frankenstein, como una madre afectada.
"Fue en una noche triste de noviembre, que completé mi trabajo.
Era ya la una de la mañana, la lluvia repiqueteaba estrepitosamente
contra los cristales, y la vela estaba casi consumida cuando, por el
destello de la luz medio apagada, vi abrirse el ojo amarillo pálido de
la criatura que respiró con fuerza, y en un movimiento convulsivo
agitó sus extremidades ¿Cómo puedo describir mis emociones ante
esta catástrofe, o cómo delinear la desdicha que con dolores
infinitos y cuidados me esforcé en crear? " (Frankenstein, Capítulo
5)
¿Es esto -se pregunta Sutherland- remordimiento del inventor o
depresión posnatal?
7. Los monstruos no nacen monstruos
La inocencia inicial de la criatura sugiere que no nació como un
monstruo, dice Vic Sage, profesor de la Universidad de East Anglia,
en el Reino Unido, quien ha escrito extensamente sobre la tradición
gótica.
"Cuando él contempla su propia imagen a uno le dan deseos de
gritarle: 'No eres un monstruo'".
Además, "en muchas de las películas, Hammer ni siquiera le da la
voz de un monstruo", dice. El personaje "sólo es capaz de gruñir".
Incluso, "las películas de [el director] James Whale, no siempre se
sienten como historia en las que encaja (el actor) Boris Karloff. Se
estima que son grandes películas, pero no están a tono con el libro".
El profesor agrega: "Mary Shelley le dio (al personaje) una voz. Y es
bueno que hable como un filósofo del siglo XVIII, porque nos
enfrentamos a una disparidad entre su aspecto y su discurso, lo
cual reta el espectador".
8. La diferencia se debe celebrar, no evitar
La sociedad actual tiene una mayor comprensión de la noción de la
diferencia, dice Sage, por lo que la escena en la que el doctor
Frankenstein rechaza su creación, horrorizado por su desfiguración,
tiene una resonancia más amplia.
"Todos los que lean hoy la obra se percatan de que la autora
dramatiza la diferencia en la manera más absoluta. Por eso es muy
importante pensar que la criatura es una criatura y no un monstruo,
y que tiene una voz".
9. ¿Viva la revolucion?
La criatura de Frankenstein se ha interpretado como un símbolo del
pensamiento revolucionario que recorría Europa en la década de
1790, pero que se había esfumado en gran medida para el tiempo
en que Shelley escribió la novela.
Algunos críticos sostienen que el hecho de que la criatura no logre
prosperar y el caos que desata son evidencia de que Shelley estaba
en contra de las revoluciones -a diferencia de sus padres radicales
y de esposo- y de que apoyaba el orden tradicional.
Sin embargo, mediante la aplicación de los valores modernos de la
narrativa, es evidente que las fallas se encuentran en el hombre, el
creador, y no la criatura, explica Sage.
"Ese es el enigma: ¿quién es el nuevo Prometeo del título? ¿Víctor
o su criatura?", señala, y la respuesta puede estar condicionada por
las actitudes psicológicas y sociales de la época del lector.
10. Alegoría cristiana
El libro es realmente un diálogo entre puntos de vista reaccionarios
y progresistas, dice Sage y esto pone bajo la lupa la idea de John
Milton sobre la pérdida del paraíso y la caída.
"La criatura ha leído a Milton, pero, como él dice, se siente más el
ángel caído que Adán, ya que tiene que hacer el papel de
marginado", expresa.
"Mary Shelley dramatiza el conflicto entre la visión romántica de
Satanás como el héroe Prometeo queriendo suplantar el lugar de
Dios -válido para un conjunto de poetas masculinos: Blake, Shelley,
Byron y Goethe, por ejemplo- y el caos de que tales proyectos
idealistas podría causar en el país, en la vida real de la gente",
explica.