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HISTORIA NATURAL DE LA ENFERMEDAD La Historia Natural de la Enfermedad es el curso de la

enfermedad desde el inicio hasta su resolución. En otras palabras, es la manera propia de


evolucionar que tiene toda enfermedad o proceso, sin ninguna intervención médica. Hasta el siglo
pasado los clínicos podían observar con facilidad la historia natural de las enfermedades, ya que
no contaban con muchos avances para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Con el
avance de la ciencia, es difícil que los médicos actuales observen la historia natural de las
enfermedades. El estudio detallado de la historia natural de la enfermedad ha sido uno de los más
fructíferos en el campo de la medicina. Con la observación y descripción adecuada de la historia
natural de la enfermedad, se ha logrado comprender su curso y de esta manera, detectar la
enfermedad de una manera temprana y prevenir sus secuelas. Pintura de Luke Fildes “El Doctor”
(1844-1927) El médico observa el curso de la enfermedad MODELO DE LA HISTORIA NATURAL DE
LA ENFERMEDAD El modelo de Historia Natural de la Enfermedad (HNE) se desarrolló basándose
en un concepto bastante relevante en la formación de la epidemiología moderna, en el inicio del
siglo XX: el de constitución epidémica. Esta expresión fue formulada originalmente por Hipócrates
y reutilizada en el siglo XVII por el inglés Thomas Sydenham, el concepto se refería originalmente a
un conjunto de condiciones llamadas “atmosférico-cósmicoterrestres”, que determinaban que
algunas enfermedades se tornasen más prevalentes en determinados lugares y épocas, y que
asumiesen en esas circunstancias ciertas características específicas – ser más o menos severas,
tener signos y síntomas más exacerbados o atenuados, etc. El concepto permaneció
prácticamente olvidado por cerca de 200 años hasta que, al inicio del siglo XX, siguiendo la línea de
la llamada “Patología Geográfica e Histórica”, del médico alemán August Hirsch, el concepto fue
retomado por médicos epidemiólogos de la Sociedad Real de Medicina de Londres. Ese grupo de
epidemiólogos vio en el concepto de constitución epidémica una forma de estudiar conjuntos de
aspectos que determinaban el comportamiento epidémico de las enfermedades, en conformidad
con los progresos de las ciencias modernas. A este método lo denominaron “historia natural de la
enfermedad”. El concepto de constitución epidémica permitió relacionar el comportamiento de
las enfermedades con las observaciones sobre las diversas condiciones del medio ambiente,
basándose en la compilación exhaustiva, interrelación y comparación sistemática de datos
relativos a lugares, épocas, estaciones del año, características geográficas, características
poblacionales, etc. Aunque polémico en su época, ese concepto tuvo el mérito de impulsar la
epidemiología como ciencia, delimitando la especificidad de su campo de conocimiento en
relación con el de otras disciplinas próximas (como la bacteriología y la estadística médica), al
mismo tiempo que inició un productivo diálogo con otras ciencias. Las investigaciones sobre las
constituciones epidémicas demostraron que el estudio de los agentes infecciosos, privilegiado en
el enfoque de los fenómenos epidémicos desde el surgimiento de la bacteriología en la década de
1870, era insuficiente para explicar el comportamiento epidemiológico de las enfermedades. Estas
indicaban también la relevancia de integrar diversas áreas del saber para producir conocimientos
sobre la incidencia, prevalencia, distribución, morbilidad y mortalidad de las mismas. El concepto
de constitución epidémica fue criticado y transformado, hasta ser completamente substituido por
la noción actual de historia natural de la enfermedad (HNE). William Harvey Perkins en los Estados
Unidos definió la HNE como “cadenas causales resultantes de las interacciones entre el medio
ambiente, agentes agresores de diversa naturaleza, inclusive sociales y psicológicos, y el
organismo humano”. Perkins defendió y sistematizó la propuesta de que se debía ampliar la
investigación etiológica a períodos previos y espacios exteriores a los procesos anatomo-fisio-
patológicos y de que las acciones de prevención fuesen desarrolladas a lo largo de todo ese
proceso, desde los factores causales relativos a la enfermedad hasta los diferentes momentos de
su curso clínico. John E. Gordon, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, en 1949 introdujo el
concepto de “tríada ecológica”, resaltando las mutuas y dinámicas interacciones entre los
aspectos causales de las enfermedades y clasificó analíticamente esos aspectos en factores
relativos al huésped, al agente y al medio. Dando continuidad a estos desarrollos, Edwin Clark de
la Universidad de Columbia, y Hugh Leavell de la Escuela de Salud Pública de Harvard, propusieron
en los años 1950 el modelo de HNE, que se tornó la referencia definitiva en la materia. Con el
concepto de HNE, Leavell y Clark postularon la superación de las fronteras disciplinarias entre
clínica médica y salud pública, y entre medidas curativas y preventivas. Ellos demostraron que la
prevención debe estar presente en todos los momentos en que sea posible algún tipo de
intervención que evite enfermarse o sus consecuencias, formando los diferentes “Niveles de
Prevención” (NP): que son acciones que van desde transformaciones de condiciones ambientales y
sociales que predispongan al surgimiento de los daños, hasta la reducción de sus peores efectos
en aquellos que ya se enfermaron. Para sustentar esas posiciones, adoptaron la tesis de la
multicausalidad de las enfermedades. Según esta tesis, el conocimiento e intervención sobre los
determinantes de las enfermedades exige una construcción interdisciplinaria, con contribuciones
de las ciencias biomédicas y humanas, con la mediación del método epidemiológico y de las
técnicas estadísticas. El modelo HNE/NP permite distinguir analíticamente dos períodos
comprendidos en la génesis y desarrollo de las enfermedades: el prepatogénico, que se refiere a
los determinantes que potencian el surgimiento de la enfermedad, y el patogénico, que se refiere
a los desarrollos posibles de la enfermedad en curso. En el período prepatogénico se distinguen
tres grupos de determinantes: relativos al agente, al huésped y al medio, que conforman la tríada
epidemiológica. Además, el modelo permite orientar las diferentes oportunidades de prevención
que se abren a cada momento de la evolución de una enfermedad, agrupadas en tres fases y
desdobladas en tres niveles de prevención (Figura 1). Esta representación gráfica puede ser
aplicada a cualquier tipo de enfermedad ya sea transmisible o no transmisible, aguda o crónica. La
gráfica comienza con el estado de salud y termina con los desenlaces que pueda tener la
enfermedad. PERÍODO PREPATOGÉNICO En este período se establece la interacción entre el
agente potencial de la enfermedad, el huésped y los factores ambientales. En este período se da la
intervención de la triada ecológica. Tríada Epidemiológica También conocida como cadena de
infección o triada ecológica, es utilizada para entender las relaciones entre los diferentes
elementos que conducen a la aparición de una enfermedad transmisible. Cadena o tríada
epidemiológica Elementos: 1. Huésped: es una persona o animal vivo que en circunstancias
naturales permite la subsistencia o el alojamiento de un agente infeccioso. En otras palabras, es la
persona que se enferma. 2. Ambiente: propicia el enlace entre el agente y el huésped. 3. Agente
patógeno: es un factor que puede ser un microorganismo (virus, hongo, bacteria, parásito),
sustancia química, o forma de radiación, o bien psicológico o social, genético o inmunológico capaz
de alterar el estado de salud de un huésped susceptible y cuya presencia excesiva o relativa
ausencia es esencial para la ocurrencia de la enfermedad. Los agentes pueden dividirse en
biológicos y no biológicos. i. Agentes biológicos: Son organismos vivos capaces de producir una
infección o enfermedad en el ser humano y los animales. Las especies que ocasionan enfermedad
humana se denominan patógenas. ii. Agentes no biológicos: Dentro de éstos se encuentra los
químicos y los físicos. Propiedades de los agentes biológicos Las propiedades de los agentes
biológicos son las que se refieren a su perpetuación como especie, las que rigen el tipo de
contacto con el huésped humano y las que determinan la producción de enfermedad. Las
propiedades intrínsecas de los microorganismos son la composición química y la morfología
(tamaño, forma y estructura). Estas son 5: antigenicidad o inmunogenicidad, vulnerabilidad,
infectividad, patogenicidad y virulencia. Red Causal La tríada epidemiológica forma un conjunto de
circunstancias que se entremezclan, suceden, influyen o condicionan entre si constituyendo lo que
se denomina Red Causal de las Enfermedades. Diversas son las clasificaciones de los factores de la
red causal de las enfermedades, se presentan las siguientes: • Factores desencadenantes: son los
factores inherentes al agente etiológico y su reservorio. • Factores condicionantes: son los
factores inherentes al ambiente y vías de transmisión. • Factores predisponentes: son los factores
inherentes al individuo susceptible u hospedero. Factores Desencadenantes: (inherentes al
agente) a) Biológicos (enfermedades infecciosas): ▪ Virus. ▪ Bacterias. ▪ Hongos. ▪ Parásitos. ▪
Rickettsias. b) Físicos ▪ Agentes mecánicos. Automóviles, maquinaria, armas de fuego, armas
blancas. ▪ Radiaciones. ▪ Fuego. ▪ Electricidad. c) Químicos a. Sustancias (gases, vapores, plomo,
mercurio, arsénico, plaguicidas, drogas, medicamentos). b. Falta de proteínas o vitaminas. c.
Sustancias endógenas producidas por el mismo individuo. Factores Condicionantes: (inherente al
ambiente) a) Físicos: ▪ Topografía. ▪ Clima ▪ Lluvia ▪ Aire ▪ Polvo ▪ Humedad ▪ Contaminantes
atmosféricos ▪ Contaminantes del suelo. ▪ Contaminantes del agua. ▪ Condiciones sanitarias del
medio. ▪ Inundaciones. b) Biológicos: ▪ Flora. ▪ Fauna. ▪ Vectores. ▪ Fuentes alimentarias. c)
Sociales: ▪ Nacimiento. ▪ Calidad de vida ▪ Vivienda. ▪ Pobreza. ▪ Hacinamiento. ▪ Falta de
educación. ▪ Condiciones de trabajo ▪ Desempleo. ▪ Recreación. ▪ Alimentación. ▪ Poder
adquisitivo. ▪ Asistencia médica. ▪ Guerras. d) Culturales: ▪ Herencia. ▪ Hábitos. ▪ Estilo de vida. ▪
Costumbres. ▪ Estatus social. ▪ Prejuicios. ▪ Creencias. Factores Predisponentes: (relacionados con
el individuo susceptible u hospedero.) a) Edad. b) Género. c) Factores genéticos. d) Grupo étnico y
familiar. e) Estado inmunitario. Clase social. f) Enfermedad preexistente. g) Comportamiento
humano, higiene personal. h) Ocupación. i) Recreación. j) Uso de recursos para la salud. k)
Manipulación de alimentos. PERIODO PATOGÉNICO Si todas las circunstancias y características del
período prepatogénico coinciden en un huésped susceptible y en un momento determinado del
tiempo, se rompe el equilibrio de la tríada ecológica y el huésped es afectado por la enfermedad.
El período patogénico inicia con sutiles cambios celulares y tisulares. En algunas enfermedades
infecciosas estos cambios se dan de manera rápida debido a la multiplicación de los
microorganismos, a su virulencia y capacidad de producir toxinas mientras que en las
enfermedades crónicas degenerativas y mentales, este proceso puede durar meses o años, hasta
producir signos y síntomas. El período patogénico puede subdividirse en dos fases: 1. Fase
subclínica: llamada también período de incubación o fase de latencia 2. Fase clínica Fase subclínica
Se caracteriza porque existen lesiones anatómicas o funcionales, pero el paciente aún no percibe
síntomas o signos. En las enfermedades transmisibles, la fase inicial del período patogénico que
transcurre entre el momento del estímulo y la aparición de síntomas y signos se conoce como
período de incubación. En las enfermedades crónicas tanto físicas como mentales esta fase es
conocida como período de latencia. Fase clínica Es la fase en la que el ser vivo presenta síntomas o
signos clínicos. El momento en el que aparece la primera manifestación de la enfermedad es
conocido como Horizonte Clínico. La fase clínica se divide en tres etapas: 1. Prodrómica: en esta
etapa se presentan manifestaciones generales. Estos síntomas y signos son confusos y hacen difícil
hacer un diagnóstico exacto. 2. Clínica: en esta etapa la enfermedad se manifiesta por signos y
síntomas específicos que facilitan su diagnóstico y manejo. 3. Resolución: es la etapa final, la
enfermedad desaparece (llamada resolución); se vuelve crónica (llamada cronicidad) o el paciente
muere. APLICACIÓN DEL MODELO DE LA HNE: NIVELES DE PREVENCIÓN La prevención primaria
está relacionada a los determinantes de las enfermedades o daños, con el fin de evitar que los
procesos patogénicos se inicien (período prepatogénico). Se refiere a la intervención sobre los
agentes patógenos y sus vectores, los huéspedes – individuos y comunidades – y el medio que
expone a esos patógenos. Se subdivide en dos niveles: la promoción de la salud se refiere a las
acciones que inciden sobre las mejorías generales de las condiciones de vida de individuos,
familias y comunidades, beneficiando la salud y la calidad de vida y obstaculizando diferentes
procesos patogénicos: abarca acciones de educación en salud, mejoría de las condiciones de
saneamiento, vivienda, trabajo, etc.; la protección específica se refiere a acciones orientadas sólo
a determinadas enfermedades o daños, como la vacunación, por ejemplo. La prevención
secundaria actúa ya en el período patogénico, esto es, en las situaciones donde el proceso salud-
enfermedad está instaurado. Se orienta a propiciar la mejor evolución clínica de los individuos
afectados, conduciendo el proceso hacia desenlaces favorables, y también a interrumpir o reducir
la diseminación del problema a otras personas. Para alcanzar dichos objetivos, se definen dos
niveles de prevención más: el diagnóstico precoz y tratamiento inmediato, y la limitación de la
incapacidad. La prevención terciaria se refiere, finalmente, al momento en que el proceso
saludenfermedad logró la cura con secuelas o la cronificación. En esta situación, el objetivo es
conseguir que las limitaciones impuestas por la condición provocada por la enfermedad o daño
perjudiquen lo menos posible la cotidianidad y la calidad de vida de las personas, familias y
comunidades afectadas. HISTORIA SOCIAL DE LA ENFERMEDAD Tradicionalmente el paradigma de
la Historia Natural de las Enfermedades, contribuyó innegablemente a mejorar el conocimiento de
los procesos morbosos, como ocurrió con las investigaciones de la historia natural de las
enfermedades transmisibles y no transmisibles como la sífilis y el cáncer de cuello uterino, así
mismo contribuyó a la propuesta de niveles de prevención, abriendo el camino para la clínica y
para las medidas inherentes de la prevención secundaria y terciaria. Sin embargo, algunas escuelas
de Epidemiología intentan delimitar un paradigma alternativo: el de la Historia Social de la
Enfermedad, en el que, el proceso Salud / Enfermedad pasa a ser considerado un proceso social
concreto, donde la naturaleza biológica de la salud es rechazada, acentuándose la historicidad de
tales fenómenos y fundamentalmente su carácter económico y político. El tema social se halla
actualmente en el centro del escenario histórico de América Latina, donde siguen aumentando los
niveles de pobreza absoluta, los niveles de desigualdad no muestran mejoría, y sigue aumentando
el empleo en el sector informal, estos factores inciden directamente en la situación de salud de
grupos de población, y es, hacia esos grupos sociales donde deben dirigirse fundamentalmente
todos los esfuerzos para modificar en lo posible estas condiciones que constituyen la vida
cotidiana de grandes sectores de la población. La historia social tiene su base en la salud colectiva.
Lo social tendrá entonces una dimensión ambiental – ecológica y una dimensión socio económica
propiamente dicha. En la acutalidad, es perfectamente demostrable que la salud de cualquier
grupo de población está estrechamente relacionada con los procesos más generales de la
sociedad. Estos procesos se traducen, en la vida cotidiana, en las condiciones de vida, y en los
estilos de vida, expresándose estos en diferentes situaciones de riesgo y de problemas de salud.
Puede decirse entonces que de este nuevo paradigma, Historia Social de la Enfermedad, se
derivan nuevos procesos determinantes, niveles y tipos de intervención en Salud Pública. Bajo este
Modelo, las acciones en salud pueden clasificarse en tres grandes grupos: acciones
predominantemente de promoción, acciones predominantemente de prevención y acciones
predominantemente de curación y rehabilitación. Las acciones de curación actúan
predominantemente a nivel de individuos. Aún cuando tienen impacto sobre las condiciones de
vida y los perfiles de salud de los grupos, éste se da a través de las modificaciones de los riesgos de
morir de los individuos enfermos. Las acciones de promoción de la salud, en cambio, actúan
fundamentalmente a nivel de la sociedad y de los grupos de población. Su impacto sobre la salud
de los individuos se produce mediante las modificaciones del modo de vida y de las condiciones de
vida de la sociedad y de los grupos humanos, aunque también del estilo de vida de dichos
individuos. Las acciones de prevención, dependiendo del problema y de la actividad específica de
que se trate, actúa en tres niveles: la sociedad, los grupos y los individuos. La determinación social
de la situación de la salud es la interacción del modo, las condiciones y los estilos de vida con los
perfiles de los problemas de salud. Estos tres niveles de interacción deben ser entendidos como
los procesos a través de los cuales se reproducen los procesos biológicos – sociales que se
expresan en todos los ámbitos de la vida humana individual y colectiva. Desde esta perspectiva,
cuando hablamos de salud de los seres humanos, todos los fenómenos y problemas de salud, son
expresión de la interacción biológica y social; y esta interacción se manifiesta en diferentes niveles
y procesos de nivel individual, de grupo o de toda la sociedad. Con lo anteriormente expuesto,
podemos decir, que factores determinantes como la pobreza, el desempleo, la economía informal,
las viviendas sin o ineficientes servicios de agua potable, familias en hacinamiento, desintegración
familiar, analfabetismo, migración, desigualdades e inequidades en salud; determinan las
condiciones sociales que generan la Reproducción Social de la Enfermedad. Además de las
enfermedades físicas u orgánicas (transmisibles y no transmisibles) mentales y nutricionales,
existen una diversidad de patologías sociales que en los actuales momentos causan profunda
preocupación, siendo consideradas como graves problemas de salud pública. Entre estas
enfermedades podemos mencionar: ✓ Violencia: criminalidad, delincuencia, homicidios, suicidios,
violencia doméstica ✓ Tráfico de drogas ✓ Drogadicción ✓ Alcoholismo ✓ Tabaquismo ✓ Niños de
la calle ✓ Embarazo en adolescencia ✓ Prostitución, explotación sexual infantil ✓ Mendicidad,
indigencia ✓ Accidentes de tránsito VULNERABILIDAD El concepto de vulnerabilidad designa un
conjunto de aspectos individuales y colectivos relacionados a la mayor susceptibilidad de
individuos y comunidades ante una enfermedad o daño y, de modo inseparable, menor
disponibilidad de recursos para su protección. A pesar de que el término vulnerabilidad y algunas
construcciones conceptuales en torno a él no sean necesariamente nuevos, su emergencia como
concepto en la salud pública contemporánea se dio en tiempos relativamente recientes, en el
contexto de la construcción de respuestas a la epidemia del VIH/sida. Sin embargo, este cuadro
conceptual puede aplicarse a cualquier daño o condición de relevancia para la salud pública. La
eclosión del sida en la década de 1980 y la alarma frente a la enfermedad desconocida,
desencadenaron la búsqueda de explicaciones por medio del instrumental epidemiológico; esto
es, se buscó discriminar características de las personas afectadas que pudiesen mostrar indicios
sobre su etiología. Los estudios epidemiológicos, que fueron fundamentales para la elucidación
etiológica de la enfermedad, pasaron a identificar a los llamados grupos de riesgo, que son los
subgrupos poblacionales en los cuales las probabilidades de encontrarse personas con cierta
enfermedad son significativamente mayores que en la llamada población general. Como
consecuencia, el “aislamiento sanitario” de tales grupos se volvió frecuentemente la única o
principal propuesta de prevención: en el caso de la infección por VIH los supuestos integrantes de
los grupos de riesgo deberían abstenerse de (o se les impediría) mantener relaciones sexuales,
donar sangre o usar drogas inyectables. Los medios de comunicación y la opinión pública se
encargaron de extender esa “cuarentena” de tiempo indeterminado a otros aspectos de la vida
social – apartamiento del trabajo, de la escuela, de la familia, de los servicios de salud, etc.
Posteriormente, las estrategias de prevención pasaron a enfatizar el concepto de comportamiento
de riesgo, definido como las prácticas que expnenen a las personas a cierta enfermedad. Esta
construcción desplazó la noción de riesgo desde la idea de pertenencia a un grupo poblacional
hacia la identificación de dichas prácticas. En el terreno de la investigación se avanzó hacia una
interacción más positiva entre investigación clínica y epidemiológica y los campos de las ciencias
humanas. Las principales ventajas de esta referencia conceptual fue la posibilidad de
universalización de las estrategias, el estímulo al compromiso activo de todas las personas con la
prevención y el aumento de las iniciativas para mitigar el estigma asociado a los grupos de mayor
incidencia. Como contrapartida negativa, se observó la tendencia a responsabilizar exclusivamente
a los individuos por el cambio de sus comportamientos, cayéndose fácilmente en actitudes
“culpabilizadoras”: se atribuye al individuo infectado la responsabilidad por lo ocurrido, por
supuestamente no haber “adherido” a un comportamiento seguro, por haber “fallado” en la
prevención. Sin embargo, surgen movimientos enfatizando que parte significativa de las medidas
de prevención no dependen solamente de información y voluntad personal, sino que están
condicionadas por otras circunstancias de carácter social e interpersonal. Cuestiones como esas
llevaron a investigadores, profesionales y activistas de diversas partes del mundo a buscar
comprender las bases sociales e implicancias éticas y políticas detrás de los comportamientos de
riesgo, dando origen a las discusiones acerca de la vulnerabilidad. El concepto de vulnerabilidad se
alinea en diversos aspectos con la promoción de la salud, en la medida en que ambos buscan
comprender y transformar, desde una perspectiva sociopolítica, los procesos y determinantes
descritos en los modelos de HNE/NP. El enfoque de la vulnerabilidad promueve también un
significativo reacomodamiento de los momentos analíticos de ese modelo. En primer lugar, en el
marco de la vulnerabilidad se asume que las mutuas interacciones entre agente, huésped y medio
no se limitan a las condiciones de génesis del daño, sino que lo determinan a lo largo de todo el
curso del proceso patogénico, inclusive en sus desenlaces. En segundo lugar, busca superar la
externalidad de las acciones preventivas en el análisis del proceso salud-enfermedad. Se considera
que las características de los procesos saludenfermedad están directamente determinadas por el
conjunto de saberes, tecnologías y servicios que ya actúan en la realidad estudiada. La
intervención –no solamente en prevención, sino también en tratamiento y rehabilitación – ya está
implicada en la determinación de los procesos saludenfermedad, en el modo como ésta se
organiza y opera. La intervención no es simplemente una solución, sino parte del problema en
estudio. Por tanto, los procesos salud-enfermedad son siempre procesos salud-enfermedad-
cuidado. En tercer lugar, en el marco de la vulnerabilidad no existe un agente que sea en sí mismo
agresor. Cualquier agente – biológico, físico o químico – sólo es percibido como tal frente a las
particularidades de las características físicas, cognitivas, afectivas y conductuales de sus
huéspedes; las cuales dependen, a su vez, del ambiente cultural, sociopolítico y del contexto
intersubjetivo en los cuales las personas viven e interactúan. En cuarto lugar no existe un único y
necesario modo de describir los determinantes, distribución y consecuencias de un proceso salud-
enfermedad-cuidado. La historia natural de una enfermedad y las formas de intervenir sobre ella
admiten diferentes lecturas según la perspectiva de quien las describa, qué recursos científicos y
tecnológicos se disponga, y a qué saberes se eche mano. El marco de la vulnerabilidad nos
muestra que no existe una Historia Natural de la Enfermedad sino una Historia Social de la
Enfermedad; no sólo porque son sociales e históricos los contenidos de esa Historia, sino también
porque es social e histórica la forma de “contarla”. La historia de una enfermedad y de las
intervenciones que la acompañan admite diferentes evaluaciones, dependiendo de la perspectiva
de quien la describe y de los conocimientos y recursos tecnológicos disponibles. Finalmente,
porque el marco de la vulnerabilidad es un enfoque basado en derechos humanos, al comprender
su historia social enfatizamos la responsabilidad y la acción de los gobiernos y programas públicos
de salud, como parte integrante de los determinantes contextuales y sociales en el proceso salud-
enfermedad. En la perspectiva de la vulnerabilidad, existen tres dimensiones: las individuales, las
sociales y las programáticas (políticas, servicios, acciones de salud); que serán identificadas e
interrelacionadas por los sujetos que de alguna forma están implicados en él, y buscan
comprender lo que ese proceso significa. La dimensión individual de la vulnerabilidad toma como
punto de partida la concepción del individuo como ser en relación. Parte del principio de que todo
individuo puede experimentar un determinado proceso de enfermedad o puede protegerse de él,
lo que comprende aspectos que van desde su constitución física a su modo personal de
administrar su vida cotidiana. Es especialmente este último aspecto el que desafía la comprensión
de las diferentes intensidades y procesos de vulnerabilidad. La dimensión social de los análisis de
vulnerabilidad busca focalizar los aspectos contextuales que conforman vulnerabilidades
individuales. En esta dimensión, existen varios aspectos a considerar, tales como las relaciones
económicas, de género, raciales, relaciones entre generaciones, creencias y prácticas religiosas,
pobreza, exclusión social o los modos de inclusión que mantienen la desigualdad. Por último, la
dimensión programática de los análisis de vulnerabilidad toma en consideracion el papel de los
servicios de salud en los diversos contextos sociales y los daños a la salud. Es necesario saber cómo
las políticas e instituciones, especialmente las de salud, educación, bienestar social, justicia y
cultura, actúan como elementos que reducen, reproducen o aumentan las condiciones de
vulnerabilidad de los individuos en sus contextos. Cuatro componentes del análisis del proceso
salu-denfermedad sobre la base de los derechos humanos contribuyen particularmente al examen
crítico de la vulnerabilidad programática, estos son: 1. La disponibilidad de los servicios, que deben
existir en cantidad suficiente para responder a los determinantes sociales de la salud. 2. La
accesibilidad de los servicios, que deben estar físicamente accesibles, no deben discriminar y
deben garantizar información completa y basada en evidencias. 3. La calidad de los servicios, que
además de ser accesibles, deben contar con profesionales calificados y remunerados de modo
justo, con insumos y equipos de calidad, así como con adecuadas condiciones sanitarias y de
seguridad, garantizando el acceso a la salud de poblaciones socialmente más vulnerables. 4. La
aceptabilidad de los servicios y la ética en los cuidados médicos: se deben respetar los valores y la
tradición cultural de las personas. A continuación se presentan dos ejemplos, del Modelo de la
Historia Natural de la Enfermedad, aplicado a una enfermedad transmisible y una enfermedad
crónica no transmisible: PERIODO PATOGÉNICO Agente: Virus del Papiloma Humano, más de 200
tipos de transmisión sexual afectando sistemas reproductivos Huésped: ser humano, contacto
sexual Ambiente: universal, sexual Estímulo Relaciones sexuales sin protección, múltiples parejas
Período de incubación: 6 meses a 2 años HORIZONTE CLÍNICO PERIODO SUBCLÍNICO O DE
INCUBACIÓN PERIODO CLÍNICO PREVENCIÓN PRIMARIA CLÍNICA RESOLUCIÓN Verrugas genitales,
dispareunia Verrugas plantares, boca y manos Complicaciones: cáncer Cronicidad: portador
crónico Muerte TRÍADA EPIDEMIOLÓGICA PERIODO PREPATOGÉNICO PREVENCIÓN SECUNDARIA
PREVENCIÓN TERCIARIA Relaciones sexuales con protección, abstinencia, evitar promiscuidad
sexual, vacunación Diagnóstico precoz: papanicolau, identificación del tipo de virus (16 y 18
cancerígenos) Tratamiento oportuno: cauterización de verrugas Cumplir tratamiento Cambios en
estilo de vida Evitar la propagación PRODRÓMICA Agente Huésped Ambiente Daño celular: utiliza
ADN de la célula para replicarse INFECCIÓN POR VPH PERIODO PATOGÉNICO Agente:
antecedentes familiares, estilo de vida, edad superior, enfermedades asociadas (HTA) Huésped:
ser humano, mayores 45 a Ambiente: mundo occidental Agente Huésped Ambiente Estímulo
Hereditarios, estilo de vida Período de latencia: 1 a 10 años HORIZONTE PERIODO CLÍNICO
SUBCLÍNICO O DE LATENCIA PERIODO CLÍNICO PREVENCIÓN PRIMARIA PERÍODO CLÍNICO
PERÍODO RESOLUCIÓN Disminución de peso, fatiga, mareos Polifagia, poliuria, polidipsia
Complicaciones: retinopatía, neuropatía, nefropatía, pie diabético Muerte TRÍADA
EPIDEMIOLÓGICA PERIODO PREPATOGÉNICO PREVENCIÓN SECUNDARIA PREVENCIÓN TERCIARIA
Estilo de vida saludable: dieta, ejercicio Diagnóstico precoz: evaluación clínica periódica, glucemia
pre, curva tolerancia glucosa Tratamiento oportuno: hipoglucemiantes orales, insulina Cumplir
tratamiento Cambios en estilo de vida Fisioterapia (amputación) Endocrinólogo, oftalmólogo,
neurólogo,

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